Mensaje para reunión de Navidad

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Hablar sobre lo que significa la Navidad, es redundar en lo que todos conocemos, que Jesús nació en un pesebre en un olvidado pueblo de Belén, nos enseña que también puede nacer en nuestros corazones. En la práctica ¿Para qué quiere Jesús nacer en nosotros? ¿Qué objetivo tiene su venida al mundo? Los evangelios exponen que él vino a darnos un sentido diferente a la vida, en medio de un ambiente tenso provocado quizá, paradójicamente por el desarrollo tecnológico y el progreso que vienen acompañados de tensiones que tiñen las relaciones personales, <<el quedar bien>>, <<ser distinguido con>>, << conseguir la admiración de>>, a costa de lo que sea, puede constituirse hoy en una especie de manzana de la discordia que lesiona las relaciones. En esta época de navidad, quiero hacer énfasis en una de las palabras de Jesús acerca de cómo debe ser nuestra convivencia entre los seres humanos : <<No juzguéis, no condenéis, perdonad, no juzguéis por las apariencias, no hagáis nada por rivalidad o vanagloria, fomenten la paz, mostrad aprecio por todos, no habléis mal unos de otros, no hagáis el bien para que os vean los hombre entre otras>> nos proporciona pautas que deben ponerse en práctica para contrarrestar los males que destruyen la convivencia. Sin embargo el individualismo, la autosuficiencia y un determinado concepto de libertad, contribuyen a fomentar la idea de que no necesitamos de los demás. Una de las claves de la convivencia es permitir que fluya la confianza; no el afán de control, esta confianza debe será ganada a pulso día tras día. Jesús nos habla de un “hombre nuevo” que desea ser la sal de la tierra, que responde con un código de ética distinto al utilizado frecuentemente, que pone sus talentos al servicio de la verdad. La vida misma de Jesús es un referente para nosotros, un hombre que: soportó al abandono de sus discípulos, soportó determinadas acusaciones sin argumentos; al juicio de un pueblo, que al sentirse aludido por sus palabras propone matarlo; se critican sus milagros; fue traicionado por su propio discípulo. En el contexto de su vida brotan inmensas lecciones para todos, donde constatamos el carácter único e incomparable de Cristo. Quedamos conmovidos por su piedad; su compasión con todos los enfermos y necesitados; su cariño hacia los niños; su entrañable amor y fidelidad hacia sus amigos; su humildad ante un trato vejatorio, cruel e inhumano… Él conocía bien lo que se hallaba en el corazón de los hombres; sabía que era un signo de contradicción, que le buscaban por interés, incluso sus discípulos reclamaban una vida mejor. No es de asombrarse de que estos episodios continúan sucediendo en el ámbito de la convivencia. Sin embargo, la historia nos autoriza a cambiar nuestro destino, y el nacimiento de Jesús en nuestro

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Hablar sobre lo que significa la Navidad, es redundar en lo que todos conocemos, que Jesús nació en

un pesebre en un olvidado pueblo de Belén, nos enseña que también puede nacer en nuestros

corazones.

En la práctica ¿Para qué quiere Jesús nacer en nosotros? ¿Qué objetivo tiene su venida al mundo? Los

evangelios exponen que él vino a darnos un sentido diferente a la vida, en medio de un ambiente

tenso provocado quizá, paradójicamente por el desarrollo tecnológico y el progreso que vienen

acompañados de tensiones que tiñen las relaciones personales, <<el quedar bien>>, <<ser distinguido

con>>, << conseguir la admiración de>>, a costa de lo que sea, puede constituirse hoy en una especie

de manzana de la discordia que lesiona las relaciones.

En esta época de navidad, quiero hacer énfasis en una de las palabras de Jesús acerca de cómo debe

ser nuestra convivencia entre los seres humanos : <<No juzguéis, no condenéis, perdonad, no juzguéis

por las apariencias, no hagáis nada por rivalidad o vanagloria, fomenten la paz, mostrad aprecio por

todos, no habléis mal unos de otros, no hagáis el bien para que os vean los hombre entre otras>> nos

proporciona pautas que deben ponerse en práctica para contrarrestar los males que destruyen la

convivencia. Sin embargo el individualismo, la autosuficiencia y un determinado concepto de libertad,

contribuyen a fomentar la idea de que no necesitamos de los demás. Una de las claves de la

convivencia es permitir que fluya la confianza; no el afán de control, esta confianza debe será ganada

a pulso día tras día.

Jesús nos habla de un “hombre nuevo” que desea ser la sal de la tierra, que responde con un código

de ética distinto al utilizado frecuentemente, que pone sus talentos al servicio de la verdad. La vida

misma de Jesús es un referente para nosotros, un hombre que: soportó al abandono de sus discípulos,

soportó determinadas acusaciones sin argumentos; al juicio de un pueblo, que al sentirse aludido por

sus palabras propone matarlo; se critican sus milagros; fue traicionado por su propio discípulo. En el

contexto de su vida brotan inmensas lecciones para todos, donde constatamos el carácter único e

incomparable de Cristo. Quedamos conmovidos por su piedad; su compasión con todos los enfermos

y necesitados; su cariño hacia los niños; su entrañable amor y fidelidad hacia sus amigos; su humildad

ante un trato vejatorio, cruel e inhumano…

Él conocía bien lo que se hallaba en el corazón de los hombres; sabía que era un signo de

contradicción, que le buscaban por interés, incluso sus discípulos reclamaban una vida mejor. No es de

asombrarse de que estos episodios continúan sucediendo en el ámbito de la convivencia. Sin

embargo, la historia nos autoriza a cambiar nuestro destino, y el nacimiento de Jesús en nuestro

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corazón transforma la visión de la vida, pero también podemos crear numerosas cárceles para

nuestro espíritu y encadenar también el de los demás, la decisión está en nosotros.

Que en esta navidad reine el amor pues el hombre no puede vivir sin amor, su vida está privada de

sentido si no le es revelado el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en el

vivamente. Para el que ama, mil objeciones no llegan a formar una duda. Para el que no ama, mil

pruebas no llegan a constituir una certeza.

Conviene entonces hacer un balance sobre nuestras actitudes, porque una de las riquezas que

conlleva la convivencia es saber ser testigos de las luchas de todos y servirse del ejemplo y el aliento

que ello comporta. Reconocer que los dolores y amarguras así como los gozos y triunfos con

patrimonio común. Y nada hay tan hermoso que afrontar unidos los desafíos de nuestra existencia.

Que la paciencia, la tolerancia, la delicadeza, el respeto, la prudencia, el buen gusto, el sentido del

honor, la bondad y la amabilidad entre tantas virtudes afloren en este nuevo año 2012, considerando

que el valor que tienen todos los actos no puede medirse por su grado de dificultad y grandeza, sino

por el amor con el que son realizados.

¡¡FELICES NAVIDADES!!