Mercadeo personal a través del e-mail

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Mercadeo personal a través del e-mail. Tus oportunidades profesionales dependen de tu reputación Juan Carlos Jiménez Autor del libro: “El e-mail en el trabajo” Septiembre 2008

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Breve ensayo de Juan Carlos Jiménez sobre cómo proteger tu imagen profesional cuidando la gerencia de tus correos electrónicos en el trabajo.

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Mercadeo personal a través del e-mail.

Tus oportunidades profesionales dependen de tu reputación

Juan Carlos Jiménez Autor del libro:“El e-mail en el trabajo”Septiembre 2008

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Mercadeo personal a través del e-mail.

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Mercadeo comercial básicamen-te es el reto que tienen las marcas para comunicar sus valores y be-neficios, a través de una imagen que las diferencie de sus competi-dores y las convierten en marcas deseables.

Si quieres mejorar tus oportunidades de crecimiento profesional, necesitas estar más conciente y alerta de lo que signi-fica tu proceso permanente de merca-deo como persona.

Las mismas técnicas de mercadeo que utilizan las empresas para crear una mar-ca comercial, para que sea percibida de manera positiva y sea preferida por los consumidores, pueden ser aplicadas por un profesional al buscar trabajo, o durante su experiencia laboral.

Las marcas de productos, servicios o empresas desarrollan una imagen única y la utilizan de manera planificada para atraer y mantener clientes y consumi-dores. Igualmente, un profesional pue-de planificar su imagen en función de atraer a sus empleadores ideales u obte-ner mejores oportunidades de trabajo.

Mercadeo comercial básicamente es el reto que tienen las marcas para comu-nicar sus valores y beneficios, a través de una imagen que las diferencie de sus competidores y las convierten en mar-cas deseables.

¿Este no es acaso el mismo reto que uno tiene a la hora de buscar trabajo, o cuan-do uno aspira más chances en el trabajo actual?

El concepto de “marca personal” no es común en la perspectiva de las personas que no son artistas, deportistas u otra profesión con relevancia en la opinión pública. Pero si la persona que busca tra-

bajo o planifica su desarrollo profesional dentro de una empresa no construye una fuerte imagen positiva de sí mismo le resultará más difícil llamar la atención sobre sus cualidades, su valor y –en es-pecial– los beneficios que ofrece.

La marca personal es la suma cuantitati-va y cualitativa de la carrera profesional como un todo, de manera integrada, más la imagen de la persona que la constituye. Por lo que planificarse y de-sarrollarse como marca brinda ventajas importantes:

• Nos ayuda a generar interés profe-sional y llamar positivamente la aten-ción entre clientes, jefes, compañeros de trabajo, amigos y potenciales em-pleadores.

• Nos permite enfocarnos en lo que nos interesa más que la gente recuer-de de nuestras cualidades como per-sonas y profesionales.

• Nos facilita obtener confianza y cre-dibilidad, como consecuencia de la consistencia y coherencia en nuestro desempeño profesional.

• Nos garantiza diferenciarnos como trabajadores.

Al igual que lo que pasa con el mercadeo de cualquier producto, si uno no se ocu-pa de su propia imagen de marca como profesional, los demás nos establecen una, que muy probablemente no es la que queremos o nos interesa proyectar.

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Por dónde comenzar

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Mercadeo personal a través del e-mail

Antes que nada necesitamos tener más conciencia sobre el hecho de que en todos los ámbitos de la sociedad con-temporánea simpre nos estamos mer-cadeando como personas.

Esto significa, en primer lugar, que ne-cesitamos tomar más en cuenta que siempre estamos influyendo en la percepción que la gente se forma de nosotros. Siempre estamos inluyendo de manera positiva o negativa. No existe la “no influencia” o la “neutra”.

Influimos con lo que hacemos y deja-mos de hacer. También influimos con lo que decimos y dejamos de decir. Así que nuestro propio plan de mercadeo y comunicación lo comenzamos a definir con las siguientes preguntas:

• “¿Cómo quisiera ser conocido y recor-dado como profesional?”

• “¿Con qué valores quisiera ser asocia-do cuando los demás me recuerden?”

Las respuestas a esta preguntas nos proporcionan la orientación necesaria sobre el tipo de acciones que debemos realizar para influir positivamente en los demás y obtener la percepción profe-sional que deseamos.

En segundo lugar, necesitamos tener una perspectiva amplia de quiénes son nuestros “clientes”. Lo cual po-demos definirlo respondiendo a “¿Quié-nes pueden hablar de uno, bien o mal, como profesionales y como personas?”.

Hacia todos ellos se deben orientar nuestras estrategias y tácticas de merca-deo. Nuestros clientes son las personas con las que interactuamos de manera directa o indirecta, que nos importan y nos interesan profesionalmente, y tie-nen posibilidades de recomendarnos con otros.

En una sociedad con trabajos tan inter-conectados entre tantas personas, para nuestro mercadeo personal los “clientes externos” tienen igual de importancia que todos los compañeros de trabajo, incluyendo jefes de todos los niveles, personal de otros departamentos y pro-veedores.

Sí, esta respuesta es muy amplia, porque precisamente los errores más frecuentes en mercadeo se comenten en parte por subestimar el alcance de los públicos o audiencias con las que interactuamos como clientes.

Por último, tener más conciencia del mercadeo personal implica estar más pendientes del uso de las herramientas con las que comunicamos nuestras ha-bilidades, competencias, valores y bene-ficios. Es decir, necesitamos mantener afinados nuestros canales y medios de comunicación interpersonal.

Ellos están constituidos principalmente por todos nuestros ámbitos de comu-nicación interpersonal, bien sea cara-a-cara, a través del teléfono o la compu-tadora, y por la forma y el fondo de los contenidos que transmitimos a través

de estos medios. Es decir, nuestro cuer-po y comportamiento son como ca-nales ambulates de nuestro mercadeo, con mensajes verbales y no-verbales.

En este contexto, el correo electrónico cada día tienen más impacto en la ima-gen profesional que proyectamos como personas. Así que comprender mejor los factores de efectividad de la comunica-ción escrita nos permitirá gerenciar de manera más acertiva los aspectos que determinan nuestra reputación a través de éste medio.

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No hay dudas de que el e-mail nos ha proporcionado ventajas trascendenta-les como herramienta de comunicación, trabajo, estudio, investigación y archivo, con una influencia creciente en todos los aspectos de la vida de la gente, en todos los países y culturas.

Pero, el proceso de asimilación del e-mail se ha dado, prácticamente, sin su-ficiente preparación. En algunos casos se da entrenamiento sobre el funcio-namiento de un programa específico de correo electrónico (por ejemplo el “Outlook”). En otros hay “políticas” de uso del e-mail, pero principalmente cubren necesidades de seguridad y control de los sistemas informáticos.

Hemos asumido que saber escribir es automáticamente saber redactar bien, y esto es suficiente para comunicarnos por escrito con eficiencia. A veces pen-samos que si escribimos como habla-mos nos entenderán. Pero resulta más difícil dominar correctamente la co-municación escrita que la verbal y la no-verbal.

Ahora el correo electrónico ejerce una gran influencia en nuestra imagen per-sonal. La cantidad de mensajes que en-viamos, la redacción de los mismos, su extensión y hasta la hora en que escri-bimos dice mucho de nuestra calidad como profesionales.

La velocidad de las respuestas que reci-bimos, si los leemos con detenimiento y hasta si enviamos copia del mensaje

a otros destinatarios son algunos de los aspectos que contribuyen a formar una reputación pública de nuestro desem-peño laboral.

Algunas de las expresiones cada día más frecuentes en el trabajo:

“Parece que Pedro no tiene más nada que hacer que enviar e-mails. A cada rato están llegando sus mensajes. Son larguísimos y cuesta mucho entender su redacción”.

“María si es desconsiderada: Se la pasa enviando cadenas. ¿Acaso no sabe que estoy muy ocupado y que no tengo tiempo para esas tonterías? Además, me llenan mi buzón y evitan que me lleguen otros mensajes que sí son im-portantes”.

“José siempre copia todos los mensajes al jefe: No se puede confiar en él. Se que debemos documentar los procesos. ¿Pero por qué no me llamó primero? Habríamos aclarado la situación y des-pués podía escribir el mensaje con lo que acordamos”.

Si a estos casos agregamos la gran can-tidad de correos “spam” que nos llegan, y el volumen de mensajes de los nos llegan copias innecesarias, es compren-sible el estrés creciente en el trabajo de-rivado de la gerencia del e-mail.

La productividad que tenemos con esta herramienta en gran medida está asociada a nuestra reputación personal.

Es decir, si logramos o no el propósi-to de un mensaje eso refleja nuestra efectividad en el manejo del e-mail. Por ejemplo, si escribimos “demasia-dos” correos es muy probable que los destinatarios nos comiencen a igno-rar, especialmente los que están en el campo “Cc”.

Si queremos mejorar nuestra efectividad con el e-mail, necesitamos comprender cómo actúan y qué valoran más los destinatarios de nuestros mensajes escritos, para poder influir positivamen-te en sus percepciones y actitudes.

Igualmente, debemos tratar a cada des-tinatario de la manera más persona-lizada posible, tomando en cuenta el impacto emocional que tienen las pala-bras escritas y la estructura del e-mail.

La productividadcon el correo electrónico

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La cantidad de mensajes que enviamos, la redacción de los mismos, su extensión y hasta la hora en que escribimos dice mu-cho de nuestra calidad como profesionales.

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Las referencias del lenguaje corporal son fundamentales para poder comprender las bases de la efectividad de la “comu-nicación mediada” a través del correo electrónico y los retos para transmitir afinidad y empatía por escrito.

La ausencia de claves no-verbales y físi-cas en la comunicación escrita dificulta sustancialmente que el destinatario re-ciba información clave del remitente, relacionada con sus emociones y acti-tudes. Esto determina la percepción y la interpretación final del mensaje escrito.

Cuando nos comunicamos por e-mail con personas que conocemos, el proce-so es diferente que con desconocidos. El conocimiento previo de nuestros destinatarios y remitentes nos brinda más información contextual sobre su personalidad, afinidades, estilos de co-municación e intenciones. Como con-secuencia, el intercambio de e-mails tiene un marco social y relacional que facilita la comprensión y efectividad en la comunicación.

Pero no son pocos los casos de mala interpretación, confusión e incompren-sión de mensajes escritos entre per-sonas que se conocen bien. Inclusive, gente que se aprecia puede fácilmente juzgar mal la intención implícita de un mensaje escrito.

Sin embargo, la gente puede llegar a adaptarse al medio y hacerlo efi-ciente. Hay expresiones socio-emocio-

nales y relacionales que no dependen solamente de claves no-verbales de comunicación. Por eso mucha gente en muchos casos puede aprovechar de manera muy productiva el e-mail como canal. Ellos logran adaptar su lenguaje y su estilo verbal a las exigencias de la co-municación escrita, de acuerdo con sus propósitos.

Si las personas hacen un esfuerzo es-pecial en sus comunicaciones escritas, se puede nutrir suficiente confianza y construir un amplio marco contextual para que los e-mails transmitan la afini-dad necesaria para ser efectivos, como de hecho ocurre en buena parte de nuestras actuales comunicaciones vía correo electrónico.

Pero para que esto ocurra, los remiten-tes debemos mantenernos cultivando constantemente la confianza y la credi-bilidad con nuestros interlocutores (as-pectos claves del mercadeo personal), y entrenando nuestras habilidades de redacción para poder compensar por escrito los componentes no-verbales de la comunicación interpersonal.

Por otro lado, la calidad de la atención que reciben nuestros correos electróni-cos y la actitud de nuestros destinatarios al leerlos, en buena medida son valo-res determinados por el posiciona-miento que cultivamos como profe-sionales y como usuarios del e-mail.

Nuestro posicionamiento como remi-tentes determina nuestro capital de

credibilidad, confianza y capacidad para generar respuestas positivas a nuestras solicitudes. La calidad de nuestros men-sajes escritos incrementan o debilitan ese capital.

Al igual que con productos, servicios, empresas o instituciones, la gente es más proclive a responder positivamente a las personas que las hacen sentir mejor a través del correo electrónico, gracias a las satisfactorias y productivas experien-cias de intercambio de información.

¿Cuál es el posicionamiento o la reputa-ción que nos formamos de una persona que nos envía muchos mensajes al día, o de la persona que nunca nos respon-de? ¿Qué terminamos opinando de los compañeros cuyos mensajes nos cues-ta entender, o que nos envían mensajes muy extensos, o siempre nos envían “cadenas”?

Exigencias de los mensajes escritos

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Desde el punto de vista laboral, el e-mail es un canal eficiente de comunicación cuando el remitente gerencia de mane-ra adecuada el contenido de su men-saje, de acuerdo con sus intenciones y con las características propias de este medio.

1. En cada oportunidad que vayamos a escribirlo, vale la pena detenernos un instante para que verifiquemos que el envío de ese e-mail es mejor que una llamada telefónica o una conversación cara-a-cara.

2. Evite tener discusiones o “aclaracio-nes” por escrito. Esto siempre nos lleva a correr un gran riesgo de ser malinterpre-tados. Además, generamos procesos de intercambio de mensajes que resultan mucho más largos.

3. Las discusiones son naturales y nece-sarias en cualquier trabajo, pero lo que más nos conviene es tenerlas a través de otros medios y enviar por e-mail sola-mente los acuerdos.

4. Cuando no haya más opción y sea inevitable “aclarar” un asunto por escrito, evite involucrar a terceras personas en el mensaje. No le envíe copia de su aclara-toria a otros destinatarios.

5. A menos que hayamos establecido previamente un acuerdo con nuestro interlocutor, el correo electrónico no es el medio de comunicación laboral más adecuado si se requieren respuestas ur-gentes.

6. Los remitentes deben ser más explícitos con lo que esperan de sus destinatarios. Diariamente recibimos mensajes que no indican lo que debemos hacer, porque el remitente lo asume como “obvio”.

7. No utilice la dirección de correo elec-trónico de su empresa para enviar chis-tes, tarjetas de felicitaciones que no sean corporativas, fotos de la familia, o cual-quier otro mensaje de carácter personal, con el que haya alguna posibilidad de arriesgar la imagen y la reputación de la empresa frente a clientes, proveedores, o compañeros de trabajo.

8. Para que sus e-mails reciban más atención por parte de sus destinatarios, vale la pena que tome en cuenta las “horas pico” en las que muchos revisan sus correos electrónicos: Primera y últi-ma hora del día (justo al llegar y antes de irse del trabajo); antes y después del almuerzo.

9. Cada profesional debe desarrollar más competencias personales de redacción como una responsabilidad personal. Po-demos ser muy eficientes con nuestra manera de expresarnos verbalmente, pero al hacerlo por escrito el mensaje puede ser confuso y difícil de leer.

10. Debemos tomar en cuenta el or-den de procesamiento de los correos electrónicos antes de ser abiertos por parte de los destinatarios: Primero leen quien es el remitente, después revisan el título del mensaje, y después verifican si su nombre está como destinatario.

Algunas recomendacionesgerenciales del e-mail

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En cada oportunidad que va-yamos a escribirlo, vale la pena detenernos un instante para que verifiquemos que el envío de ese e-mail es mejor que una llamada telefónica o una conversación cara-a-cara.

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Ampliar permanentemente el vocabulario es el camino que nos permite superar las muletillas y los lugares comunes y nos ayuda a no sonar repetitivos o retóricos. En otras palabras, mientras más vocabulario tengamos, menos “blah blah blah” escribimos.

Adicionalmente, debemos tomar la ini-ciativa de mejorar nuestras habilidades de redacción. Sólo así podremos ser más precisos en nuestros mensajes es-critos, podremos generar más interés en ser leídos y tendremos más oportunida-des de que su contenido sea más fácil-mente comprendido.

Hace una década, parecía exagerado decir que una persona sin conoci-mientos mínimos de Office (Micro-soft) tendría mucha dificultades para conseguir trabajo, lo que hoy es una realidad. Así que a lo mejor igual sue-na exagerado decir que en 5 años también será dificil obtener trabajo si no se cuenta con óptimas habilidades para comunicarse eficientemente por escrito (recuerde que saber escribir no significa saber comunicarse).

Es indispensable ampliar el vocabulario y mejorar la forma de estructurar y pre-sentar la información. Asista a cursos y seminarios sobre redacción. Si puede haga posgrados sobre comunicación social, con énfasis en periodismo escri-to. Por la objetividad y amplitud que lo debe caracterizar, el estilo periodístico es un buen ejemplo de redacción a seguir.

Tenga a mano libros prácticos y guías de redacción. Cuando uno está escribiendo siempre resulta útil contar con recursos de consulta para buscar sinónimos o precisar el significado de ciertas pala-bras. Dos de los recursos que recomien-do en español es el diccionario de La Real Academia Española (www.rae.es) y

la herramienta “Sinónimos” que ofrece el programa Word.

Ampliar permanentemente el vocabu-lario es el camino que nos permite su-perar las muletillas y los lugares comu-nes y nos ayuda a no sonar repetitivos o retóricos. En otras palabras, mientras más vocabulario tengamos, menos “blah blah blah” escribimos.

Pero tenga cuidado, algunas personas utilizan su vocabulario para escribir de manera incomprensible. El objetivo de tener un vocabulario más amplio no es demostrar que sabemos más, sino con-tar con los recursos para comunicarnos de la manera más simple y eficiente.

Si quieres mejorar tu reputación pro-fesional y tener más oportunidades de venta, necesitas estar más conciente y alerta de lo que significa tu proceso per-manente de mercadeo como persona a través del correo electrónico.

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Otras recomendaciones

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