México y la cultura posrevolucionaria

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Nieto Méndez Cecilia Ensayo #1 Fecha de entrega: 18 de febrero de 2015 México s. XX-II México y la cultura posrevolucionaria Introducción A lo largo del estudio de licenciatura, he notado que es muy fácil creer que lo cultural es sinónimo del entretenimiento (y viceversa); y aunque en este ensayo no tengo pretensiones de definir ambos conceptos, me conformo con decir que esa falta no me permito cometerla aquí. Las expresiones culturales, llámense libros, obras, postulados, narraciones y telenovelas, por mencionar sólo algunas, se enlazan con cualquier ámbito de la humanidad, sin estar necesariamente atadas a empresas del entretenimiento. Es por eso que, en el presente trabajo, me dedicaré a hacer un breve recuento de las manifestaciones culturales más relevantes de la mitad del siglo XX mexicano; hago hincapié en que lo siguiente no abarca todas y cada una de ellas, pero intentaré aproximarme a un panorama general, sin este dejar de ser vasto e inclusivo. Desarrollo Si se quiere comenzar de manera fastuosa un tema de la revolución, no se puede dejar de lado la importancia elemental que tuvo el cine mexicano dentro y fuera del país. 1

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Ensayo sobre las expresiones artísticas y culturales en el México posrevolucionario.

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Nieto Méndez Cecilia Ensayo #1

Fecha de entrega: 18 de febrero de 2015 México s. XX-II

México y la cultura posrevolucionaria

Introducción

A lo largo del estudio de licenciatura, he notado que es muy fácil creer que lo

cultural es sinónimo del entretenimiento (y viceversa); y aunque en este ensayo no

tengo pretensiones de definir ambos conceptos, me conformo con decir que esa

falta no me permito cometerla aquí. Las expresiones culturales, llámense libros,

obras, postulados, narraciones y telenovelas, por mencionar sólo algunas, se

enlazan con cualquier ámbito de la humanidad, sin estar necesariamente atadas a

empresas del entretenimiento.

Es por eso que, en el presente trabajo, me dedicaré a hacer un breve recuento de

las manifestaciones culturales más relevantes de la mitad del siglo XX mexicano;

hago hincapié en que lo siguiente no abarca todas y cada una de ellas, pero

intentaré aproximarme a un panorama general, sin este dejar de ser vasto e

inclusivo.

Desarrollo

Si se quiere comenzar de manera fastuosa un tema de la revolución, no se puede

dejar de lado la importancia elemental que tuvo el cine mexicano dentro y fuera del

país. La fundación de casas productoras respondió a intereses estatales y

privados; los primeros, al seguir un proyecto de nación, no podían dejar de lado un

medio tan importante y avasallador como lo fue (y es) el cine; los segundos vieron

en la creación fílmica una mina de oro, así como el escaparate perfecto para dar

fama internacional a visionarios comprometidos con la empresa y sus intereses.

Aunado a lo anterior, el protagonismo que cobraron actores y actrices responde a

las demandas que el público hacía y a las necesidades que los productores

tenían. Sin figuras tan representativas como Pedro Infante, Dolores del Río, Silvia

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Pinal, Germán Valdés, entre otros, no se podría comprender la importancia que

este arte tuvo en el curso de la vida mexicana.

La literatura, contestataria o servil, se vio enriquecida por hombres y mujeres

dispuestos y dedicados a enriquecer las arcas culturales de la nación.1

Posiblemente lo más recordados también sean los más atados al régimen (como

Octavio Paz), pero son los creadores de universos críticos o paralelos quienes

tomaron la batuta y comenzaron a escribir de un México que fue atrapado por un

partido y no por los ideales románticos de la revolución.

Juan Rulfo, estrella única que alumbró a propios y extraños, impregnó sus trabajos

más reconocidos con la crudeza y hermosura de paisajes rurales, apartados y

afectados por una guerra civil que seguían siendo ignorados por un partido y un

estado que recordaban y olvidaban a su conveniencia. Las calles suburbanas y las

contraculturas de Carlos Monsiváis trajeron a colación un apartado de la sociedad

que vivía en la periferia de lo ético y moral.

Como vemos, los trabajos de letras tocaron vidas, clases y puntos de vista que se

intentaban homogeneizar, borrar del mapa. Pero es peligroso creer que todas y

cada una de sus impresiones fueron duras con “la dictadura perfecta”, es más,

sería un error garrafal. Sería puntual mencionar que si bien existieron detractores,

no todos los literatos o narradores dedicaron su vida a morder la mano que les

daba de comer.

Emilio Carballido2, un pionera en técnicas teatrales y de actuación, fue hasta hace

poco un dramaturgo poco considerado. Ahora, si uno va a buscar clases de

actuación o dramaturgia es imposible no saber de éste señor, que con sus sátiras

y comedias ligeras amenizaba al público, sin dejar de lado los respectivos

cuestionamientos a las inalcanzables esferas de poder.

Con la entrada de los medios de información masiva (televisión, radio, periódicos)

a las urbes mexicanas, se suscitó la frenética creación de nuevos programas con

1 Loeza, Soledad, Nueva historia general de México, México, El Colegio de México, 2010, p. 695.

2 Ibídem, p. 694

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contenido atractivo para el receptor. Ya fuesen radionovelas, telenovelas o

fotonovelas, cualquier medio entretenía a las masas con sus enternecedoras e

impactantes tramas que cautivaban a cualquiera que las siguiera.

Para rematar, hay que recordar el incipiente protagonismo que la clase media

tiene en el país3; los asuntos que los miembros de esta clase tocaron son

fácilmente reconocibles: el conflicto que perciben en la rebosante desigualdad

social, la importancia que tiene la educación en la formación del correcto

ciudadano, la necesidad de un proyecto político radical para llegar a un cambio

fáctico, la complejidad de problemas psicológicos y emocionales que sufren las

personas y cómo esto afecta su relación con la sociedad, etc.

Conclusión

Las producciones culturales, posteriores al Cardenismo, demostraron la existencia

de una amplia heterogeneidad creativa y argumentativa; ya no sólo existía una

Cultura letrada y nacional, representante de un país moderno y revolucionario,

sino varias más que se provenían directamente de los grupos sociales hasta ese

entonces marginados y poco valorados, aquellos que no figuraban en la élite

política.

Sin embargo, y al establecer el PRI su poder como único y omnipotente partido

nacional, no escapó a esta institución la Cultura impuesta y prefabricada,

legitimadora y carente de sentido social y cultural. Con ella, se pretendía unificar a

un supuesto país uniforme y carente de opinión; pero gracias a la presión que ésta

ejercía sobre los mexicanos, estos buscaron alternativas que simbolizaran la vida

de un México posrevolucionario.

Fuentes

Loeza, Soledad, Nueva historia general de México, México, El Colegio de México,

2010, pp. 653-698.

3 Ibídem, p. 695

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