Mini Cuentos Venezolanos

12
Minicuentos venezolanos (una selección a partir de Violeta Rojo) “Vida de perros” Julio Miranda Somos pobres. Nunca hemos podido tener un perro. ¡Y nos gustan tanto! Por eso decidimos turnarnos: cada uno haría de perro un día entero. Al principio nos dio un poco de vergüenza, sobre todo a mis padres. Lo imitaban muy mal. Algún ladrido y mucho olfatear. Yo era el que más gozaba, orinando donde quería. Pero se convirtió en una fiesta. Esperábamos que nos tocara, nerviosos. La noche antes ya se nos escapaba algún grrr, algún guau. Mamá no se ocupaba de la casa. Papá no iba al trabajo. Yo me salvaba de la escuela. Y ellos se divertían más que yo, saltándose las reglas, mordiéndose y lamiéndose y rascándose y montándose encima y revolcándose, aunque a los dos no les tocara ser perro. Les decía que era trampa. Me mandaban al cuarto. La casa está hecha un asco. A papá lo botaron. Yo tengo que ir a clases todas las mañanas y luego las tareas. “Otro día haces de perro”, me dicen, “otro día”, riéndose. No es justo.

description

Minicuentos venezolanos

Transcript of Mini Cuentos Venezolanos

Minicuentos venezolanos (una seleccin a partir de Violeta Rojo)Vida de perros Julio Miranda Somos pobres. Nunca hemos podido tener un perro. Y nos gustan tanto! Por eso decidimos turnarnos: cada uno hara de perro un da entero.Al principio nos dio un poco de vergenza, sobre todo a mis padres. Lo imitaban muy mal. Algn ladrido y mucho olfatear. Yo era el que ms gozaba, orinando donde quera. Pero se convirti en una fiesta. Esperbamos que nos tocara, nerviosos. La noche antes ya se nos escapaba algn grrr, algn guau. Mam no se ocupaba de la casa. Pap no iba al trabajo. Yo me salvaba de la escuela. Y ellos se divertan ms que yo, saltndose las reglas, mordindose y lamindose y rascndose y montndose encima y revolcndose, aunque a los dos no les tocara ser perro. Les deca que era trampa. Me mandaban al cuarto. La casa est hecha un asco. A pap lo botaron. Yo tengo que ir a clases todas las maanas y luego las tareas. Otro da haces de perro, me dicen, otro da, rindose. No es justo.

Cacera Ednodio Quintero Permanece estirado, boca arriba, sobre la estrecha cama de madera. Con los ojos apenas entreabiertos busca, en las extraas lneas del techo, el comienzo de un camino que lo aleje de su perseguidor. Durante noches enteras ha soportado el acoso, atravesando praderas de yerbas venenosas, vadeando ros de vidrio molido, cruzando puentes frgiles como galletas. Cuando el perseguidor est a punto de alcanzarlo, cuando lo siente tan cerca que su aliento le quema la nuca, se revuelca en la cama como un gallo que recibe un espuelazo en pleno corazn. Entonces el perseguidor se detiene y descansa recostado a un rbol, aguarda con paciencia que la vctima cierre los ojos para reanudar la cacera.

Documento de muerte Gabriel Jimnez Emn Recuerdo muy bien el da de mi muerte. Todos estaban tristes por lo trgico del accidente: mi automvil pierde los frenos y da de lleno contra un camin. Yo fui a verme en la urna. Era algo realmente horrendo observarse ah dentro sin poder hacer nada para escapar. Cranme que sent nuseas y el estmago se me anud. Desde entonces no he podido dormir y cada da me siento peor. Prometo firmemente que la prxima vez que me muera no ir a verme, pues se termina por no saber nada acerca de la muerte; y si se est muerto, por lo menos tiene uno el derecho de saberlo.

Escape Luis Barrera Linares La gitana le presagi que morira picado por un alacrn. De una vez el hombre decidi marcharse a un pas de fro eterno. Un da se emborrach con su amigo y le cont la historia. Sonriente porque haba burlado el destino. Su amigo quiso saber cmo era el alacrn y el hombre se lo dibuj sobre un papel cualquiera. Cuando cay muerto sobre la silla, su amigo apret entre las manos el papel en blanco.

Opus 18 Armando Jos Sequera Caperucita roja soaba todas las noches que una manada de lujuriosos lobos le sala al paso, cuando atravesaba el bosque, en tanto los sueos del lobo contemplaban un alborotado bosque, donde tropeles de voluptuosas chicas cubiertas de caperuzas rojas transitaban en pos de remotas poblaciones, habitadas tan slo por dbiles y enfermizas abuelas. No quiso el destino enlazar tales fantasas, pues mientras una se originaba en los bosques de Viena, la otra la haba en la Selva Negra.

Fbula de un animal invisible Wilfredo Machado El hecho particular y sin importancia de que no lo veas, no significa que no exista, o que no est aqu, acechndote desde algn lugar de la pgina en blanco, preparado y ansioso de saltar sobre tu ceguera.

Cigarras y hormigas Alberto Barrera Durante ese verano, ese otoo y esa primavera, la cigarra cant, ley libros maravillosos, se hinch de frutas de comarcas lejanas, fornic y bebi hasta desfallecer, durmi sobre el humo de las tablas de sauce. Mientras, la hormiga que sabe leer y conoce la historia saque con su modestia la montaa, llen de hojas, migajas y restos de vecinos muertos toda su cueva. Meticulosa, la hormiga pas el ao ahorrando para cuando el viento y la lluvia feroz. Y lleg el invierno (como suele suceder en la literatura y en el mundo) y arras con todos los planetas. Del reino slo quedaron races y hojas de pltano, susurros atrapados bajo hielo, cadveres simples y pequeos (cigarras y hormigas, por ejemplo).

Combate Rafael CadenasEstoy frente a mi adversario.

Lo miro, cuento la distancia entre l y yo, doy un salto.

Con mi mano abierta en sable lo cruzo, lo corto, lo derribo rpidamente.

Veo su traje en el suelo, las manchas de sangre, la huella de las cadas; l no est por ninguna parte y yo me desespero.Cotidiana Miguel GomesTras una discusin, coloqu a mi mujer sobre la mesa, la planche y me la vest. No me sorprendi que resultara muy parecida a un hbito. Mago Wilfredo MachadoEl nio con el pote de pega cruzaba la calle, somnoliento, cuando un autobs lo embisti con violencia, dejndolo muerto sobre la acera. Todos quedaron conmovidos frente al cadver del infante. Nadie supo de dnde sali el mago, quien cubri el cuerpecito con una sbana blanca. El mago comenz a realizar una serie de pases mgicos sobre la sbana que brillaba bajo el sol. Un grupo enfurecido de los que all estaba se acerc al mago e, insultndolo, lo golpe con violencia. Qu te has credo Cabrn! No respetas el dolor de la gente? El mago desapareci del lugar antes de ser linchado. Cuando al fin llegaron los paramdicos en una ambulancia, levantaron la sbana con cuidado. Algunos curiosos que llegaron tarde slo vieron la bandada de palomas que elevaba su vuelo desde la sbana manchada de sangre hacia los edificios grises. Todos aplaudan con lgrimas en los ojos.

Venganza Ednodio Quintero Empez con un ligero y tal vez accidental roce de dedos en los senos de ella. Luego un abrazo y el mirarse sorprendidos. Por qu ellos? Qu oscuro designio los obligaba a reconocerse de pronto? Despus largas noches y soleados das en inacabable y frentica fiebre.Cuando a ella se le notaron los sntomas del embarazo, el padre enfurecido grit: Venganza. Busc la escopeta, llam a su hijo y se la entreg dicindole:-Lavars con sangre la afrenta al honor de tu hermana.l ensill el caballo moro y se march del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza, pero s la tristeza del nunca regresar.

Oficio narrativo Alberto Barrera Siempre he querido escribir una gran novela. La historia de un hombre que se despierta y va al espejo y ve su rostro inspido, simple, animal. La historia de la historia de un hombre en un espejo tan profundo como la gloria de una ballena muerta.Entonces me levanto, decidido a escribir, voy al bao y ah! un espejo.

El sapo Alberto BarreraSalta de vez en cuando, slo para probar su radical esttico. El salto tiene algo de latido: vindolo bien, el sapo es todo corazn.

Una sola carne Armando Jos SequeraTan pronto el sacerdote concluy la frase y formaris una sola carne, el novio, excitado, se lanz a devorar a la novia.

Relata referimus Rigoberto RodrguezMal contada la historia, ningn cronista resea el hecho cierto de los inmensos dolores que hubo de padecer la cenicienta cuando, en franca huida a mitad de la noche, no alcanzara a eludir un saliente en la escalinata exterior de palacio, clavndose en el pie la astilla de un zapato roto. Esto acaeci hace mucho, mucho tiempo, en un apartado reino.

Mala praxis Rigoberto Rodrguez El doctor Lpez tiene una espantosa y recurrente pesadilla que lo acosa desde hace algn tiempo: se ve a s mismo en una de las clases de anatoma que dicta regularmente en la universidad, con la diferencia de que esta vez es l quien reposa sobre la mesa de diseccin. A su alrededor, a manera de estudiantes, se congrega un grupo de cadveres con los rostros conocidos de los que en otra infeliz oportunidad fueran sus pacientes, quienes se disponen, llenos de contento, a tasajearlo en pedazos.

Un cuento de horror Rigoberto RodrguezFelipa no haca otra cosa que quejarse, llorar y maldecir a todo lo largo del da y la noche. Los fantasmas se preguntaban si acaso no estara embrujada la casa.

La Voz Eduardo CasanovaHaba pedido la voz. Volvi a encontrarla cuando la voz, muy molesta, le grit desde la esquina.

Mirada fija al horizonte Guillermo Cadrazco Los tres hombres llegaron a la alambrada. Dos de ellos pasaron al otro lado seguros de que tendran una buena cacera. Mientras tanto, el que no pas echaba una meada y miraba fijo al horizonte. De repente, se oy una fuerte detonacin y el hombre cay de bruces, haciendo la cruz con su brazo izquierdo y la escopeta.

De pie Rubn Martnez SantanaGran confusin s hubo entre los presentes, pero todo qued aclarado cuando el nio explic, mientras se elevaba, que no era que l se estuviese elevando, como pareca, sino que era el planeta Tierra el que se estaba hundiendo, mientras l slo segua all, de pie.

Borgeana Wilfredo MachadoFrente al espejo de la cmoda, una fotografa del viejo Borges de S. B., que ha estado all por varios aos. Cmo pueden verse los ciegos en la fotografa y saber que su rostro, un rostro que ellos mismos han olvidado, no es otra cosa que una metfora del tiempo?

Magnitud Domnico ChiappeEllos crean que el amor que se juraban era el ms grande del mundo. Hasta que naci su hija.

Pianista, contigo me quiero casar Rosana Ordez Casarme contigo, pianista loco, amarte en silencio mientras transcurre el da entre Beethoven, Bach, Tchaikovski y tu propia creacin. Llevarte a la Iglesia y al psiquiatra. Psiquiatra de da, iglesia de noche, iglesia-piano-psiquiatra-cama-psiquiatra-iglesia-piano. En claves de sol y fa iniciars tu retorno T al piano yo cocino, guiso. Tortas de manzana, budines, carnes, arroz o papas. T duermes. Navego en internet: google psiquiatra, yahoo pianista, cantv amnesia... Desnudo las tiendas de msica para desgarrar arpegios y armonas, hurgar en ritmos e instrumentos hasta encontrar aquel sonido hermano que te traiga de nuevo al mundo porquera. Descubrirs que hablas polaco o francs y yo espaol. Volvers con tu mujer o con tu amigo gay. Mi esposo me olvidar. Nadie nos quitar lo tocado. Gracias pianista, por el encanto de soar lo imposible. A las tres de la tarde Rosana OrdezHicieron el amor. Eran felices. La corrida sera a las tres. Ella no lo acompa, prefiri ir a comprar ropitas para el futuro beb. Regres cansada. Se tendi en la cama del hotel y encendi el televisor. Lo vio. Con el cuerno calado en la ingle y las luces del traje girando en el aire. l se diluye en la ambulancia. Ella en la cama. El nio es sangre y arena. Evolucin de Eloy YageComenc a preocuparme cuando vi a Darwin mi perro- fascinado con las chispas de los pedernales que frotaba insistentemente.

Laberinto Wilfredo MachadoTeseo nunca los supo, pero, a veces, el Minotauro tambin se perda dentro del laberinto. Monterrosiana II Wilfredo MachadoCuando despert el dinosaurio todava estaba all. Otra posibilidad. Cuando el dinosaurio despert el escritor an estaba all. Slo un ligero temblor en la pgina delataba que estaba vivo. El dinosaurio lo atrap y lo devor de un mordisco. Los restos de la tinta que oscurecan an ms la sangre quedaron regados por todas partes. Luego agradeci al cielo que lo proveyera de suculentos escritores, todos los das, cuando despertaba.