MISE AU POINT · la guerra, abundancia sobre toda la tierra… metamorfosis mediante equipamientos:...

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1 Le Corbusier MISE AU POINT Editions Forces Vives. 1966

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Le Corbusier

MISE AU POINT

Editions Forces Vives. 1966

 

Este texto fue escrito por le Corbusier en julio de 1965. Ahora que le Corbusier no está entre nosotros podemos encontrar ciertas resonancias, y darles ciertas significaciones. Pero sin equivocarse. Es un texto de lucha, una relación de constataciones y de pensamientos dictados por la experiencia. Conviene, entonces, leerlo como si Le Corbusier estuviera entre nosotros, y lo está.

 

Nada es transmisible más que el pensamiento. En el transcurso de los años, el hombre adquiere poco a poco por sus luchas, su trabajo, sus esfuerzos sobre sí mismo, un cierto capital, conquista individual y personal. Pero toda la apasionada búsqueda del individuo, todo ese capital, toda esta experiencia duramente pagada, desaparecerán. Ley de vida: la muerte. La naturaleza corta toda actividad con la muerte. Solamente el pensamiento, fruto del trabajo, es transmisible. Las jornadas se diluyen, en el transcurrir de los días, en el curso de la vida…

Todo no son sino acuerdos, relaciones, presencias. Y también síntesis fulminante, desencadenamiento, disparador, relámpago para la visión, la intervención, la catálisis. Razón de ser: impasible permanente, a la mitad, por una parte, por debajo, debajo de los acontecimientos, los elementos a través de todo.

Están las presencias: lo eterno de lo permanente. ¡Los hombres de ciencia que dicen alcanzar el conocimiento! Pero qué justificación, que explicación dar a la existencia de conchas, de lagartijas, de perros (buenos tipos) y otros elefantes, de hombres y mujeres… Aquellos que diseccionan pero que no ven; el conocimiento por la razón, por la intervención. Coexistencia: el contexto, el fluido que pasa. La Unidad empleada por un acto personal, humano: comprensión. Iluminación. Entre el porqué y el cómo: la sucesión gradual, la gama de los espíritus.

¡Observad! ¿Dónde están los observadores? Saber que las hormigas tienen un radar, de acuerdo. Pero saber porqué ellas existen y porqué tienen tales destinos. La vida teje su trama, no vuelve jamás atrás…

Desde mi juventud he tenido el contacto directo con el peso de las cosas. La gravedad de los materiales y la resistencia de los materiales. Después los hombres: las diversas cualidades de los hombres y la resistencia de los hombres. Mi vida fue vivir en su compañía. Y de proponer al peso de los materiales soluciones temerarias… ¡Pues resistieron! Y el saber que los hombres son tales o cuales. De asombrarme a veces y todavía estar hoy estupefacto a veces. Pero de reconocerlo, de admitirlo, habiéndolo visto, viéndolo… Y de jugar mi humilde parte a través de los vientos y los soles. Y de no haber estado jamás amargado, aunque tal a veces lo haya parecido delante… de los periodistas y sobre todo delante de sus fotógrafos que, ni por casi nada, en su mediocridad, exigen de vosotros (y lo hacen) vuestra propia mascarada, por sus errores multiplicados, atolondramientos, ligerezas, conformismo, etc… Y esto rima con periodismo esta forma de actividad basada en el día a día (su nombre lo indica) y esta noción: todo esto no vale sino por un día.

“Hace falta de nuevo ahondar en la vida con el fin de rehacer la carne”.

No soy yo quien pronuncia esas proposiciones eternas, sino Henri Miller, y sin embargo, me parece haberlas ya pensado. Un nuevo ahondar en la vida… rechazar la guerra, abundancia sobre toda la tierra… metamorfosis mediante equipamientos: máquinas y espíritus para los amarillos, los negros y los blancos. Este será el despertar general de las civilizaciones. Muerte entonces de Wall Street, y los frutos de la Tierra conquistados. Queda zambullirse en lo humano-divino: suficiente para encontrar el gran evento de los grandes significados.

La vida es una extraña aventura. Somos una pelota, una esfera. Y esta molécula, este astro resbaladizo, lastimado, fracasado, nos causa placer a X o a Y. Estamos dentro de nuestra propia esfera que llama a su propio destino.

 

Tengo 77 años y mi moral se puede resumir así: en la vida es necesario actuar. Es decir, obrar en la modestia, la exactitud, la precisión. La única atmósfera para una creación artística es la regularidad, la modestia, la continuidad, la perseverancia.

Ya he escrito en alguna parte que la constancia es la definición de la vida, puesto que la constancia es natural y productiva. Para ser constante hace falta ser modesto, hace falta ser perseverante. Es un testimonio de coraje, de fuerza interior, una cualificación de la naturaleza de la existencia.

La vida viene a través de los hombres, o bien los hombres vienen a través de la vida. Así surgen toda clase de incidencias. Mirad pues la superficie de las aguas… Mirad también todo el azur colmado de bien que los hombres habrán hecho…, pues al final todo retorna al mar… A fin de cuentas, el debate se plantea así: el hombre sólo frente a sí mismo, lucha de Jacob y del Ángel en el interior de un hombre. No hay más que un solo juez. Su propia conciencia, es decir, uno mismo. Así, pequeño o grande, pero pudiendo ir (pequeño o grande) de lo desagradable a lo sublime. Esto depende de cada uno, desde el principio. Se puede escoger el lado digno, para uno mismo, para su conciencia, pero se puede escoger la otra posibilidad: el interés, el dinero.

He dedicado toda mi vida a hacer descubrimientos. Es una elección. Uno puede conducir magníficos Cadillac o Jaguar, pero también se puede apasionar con el trabajo que hace. La búsqueda de la verdad no es fácil. Ya que no existe verdad en los extremos. La verdad discurre entre dos orillas, delgados hilos de agua o caudal de una corriente de río… Y cada día diferente…

Y nosotros estamos en un mundo de funcionarios encerrados en sí mismos, incapaces de decisiones. He aquí las asambleas… los consejos… Es bueno que los idiotas tomen la palabra, pues nosotros nos podríamos olvidar del peso de las piedras y el sudor que hace falta para removerlas.

A los 17 años y medio construí mi primera casa. Ya me arriesgué contra el parecer de los prudentes. Una temeridad: dos ventanas en esquina. En la obra, al principio, cogí un ladrillo y lo sospesé. Su peso me asustó. Quedé petrificado. Entonces un ladrillo… entonces millones de ladrillos puestos uno sobre el otro.

¿El criterio de los prudentes, de nuestros funcionarios? Importa poco. Me acuerdo de una conversación con Maurice Jardot hacia 1953. Era sobre Picasso. Picasso había preguntado a Jardot: “Qué tal va mi exposición en Roma, etc? Repliqué a mi amigo Jardot: “Si hubieras respondido ‘No la exposición más bien hacía mal efecto”. Picasso hubiera dicho: Me da igual, yo tengo razón, la opinión me es indiferente”.

Tenía 60 años cuando recibí mi primer y único encargo oficial del Estado, y esto, sin duda, ¡era para reírse un poco!. Todo el mundo fue alertado. El Espíritu: la edad media. Después de la guerra: reconstrucción, para Corbu: cero. Todas mis construcciones se deben a iniciativas privadas. Un gran número de proyectos impresionantes, tengamos la modestia de decirlo, fueron torpedeados por los funcionarios. Una vez, cuando se me hacía un ilustre homenaje, para apartarme mejor, dije que me había equivocado completamente. Esto es verdad en la medida que mis proyectos no se han podido concretar, es verdad en la medida en que más tarde, cuando haya alcanzado regiones celestes, continuarán los años de caballos y carrozas. Señores del No, estaréis siempre al acecho, siempre en contra. Las mediocridades continuarán, los idiotas serán siempre comentados, citados o proclamados… las barreras siempre levantadas… los queridos cofrades… las autoridades, los colegios profesionales, los consejos superiores… Acordaos de los golpes bajos, en la Unité d’Habitation de Marsella, por ejemplo: “Cuchitriles donde darse cabezazos contra los muros…” Y

 

aquel médico psiquiatra, presidente del colegio de médicos “Aparición de enfermedades mentales…” Y también. “Contra las leyes de la higiene…” (Del Consejo superior de Higiene y Salud Pública).

Podría llegar al verdadero fondo de la cuestión: ¿dónde están los descréditos? Demasiado fácil y maloliente… Un boxeador sabe que debe hacer sangrar su nariz y un jugador de rugby que debe dislocar su hombro o luxar la rodilla… Digo aquí, el problema no es ganar dinero, el problema es hacer cualquier cosa (producir, crear, administrar, organizar, etc.) Aquí únicamente encontraremos felicidad. La felicidad se lleva en el interior y me dispensa de unos trabajos de Palm Beach o unas señoritas y la ostentación de Petits Lits Blancs. Es necesario saber, ver todo, prever, etc., y entonces, por encima de todo, hacer parte de lo imprevisible; esto es sentir, presentir el fruto de un don, de una experiencia, de una vida acrecentada diariamente.

A los 32 años estaba en “L’Esprit Nouveau”, por fervor, lealtad, temeridad, pero también coraje y riesgo aceptado. A los 32 años había escrito “Vers une architecture”, aparición clara y afirmación de una visión de las cosas (riesgos incluidos), cuando las raíces estaban hechas, cuando las raíces estando haciéndose. La juventud es la dureza, la intransigencia, la pureza. El resorte se destensa, se ha destensado. Estaba inscrito en el hombre, en el destino. ¡Desde la infancia hasta los 30 años, aquel rumor intenso, qué aprendizaje, cuantas adquisiciones! No lo sabía el pequeño. Seguía su ruta. Al igual como se ve en las filas de muchachos (cabellos revueltos) que van a la piscina en París, por la mañana con su escuela, o al mar en vacaciones, una intensidad en los gestos, en los propósitos, las miradas, el andar, el gesto amistoso con lo compañeros. ¿Qué quedará de tantas posibilidades, de tanta pureza?

La línea de conducta para los jóvenes que toman hoy el relevo de los mayores no me parece que deba ser el descubrimiento de un esteticismo pasajero, sino la búsqueda profunda, apasionada, íntima, de todos los secretos de los oficios que permitirán constituir unos objetos precisos y hechos con rigor, aptos para realizar los instrumentos para la nueva sociedad que se forma bajo nuestros ojos en todo el mundo. Todo está en el modo de hacer (trabajo interior) y en el modo de ser, que no interesa a ninguno.

En Bogotá, en 1950, había tenido el sentimiento de una página a pasar: fin de un mondo, inmanente, inminente. ¿No nos queda por conocer más que la duración en horas humanas, en segundos o minutos de esta… catástrofe? No, amigos, de esta liberación. Una circunstancia sin énfasis y nada solemne: un viaje de trabajo a Bogotá me llenó las manos en cinco días solamente de un conjunto de hechos y de pruebas de orden general y de orden personal capaces de afirmar sin angustia, sino con la alegría del mañana, que la página va a pasar, una gran página de la historia humana, la historia de la vida de los hombres antes de la máquina, y que esta ha destrozado, triturado, hecho migajas. Ejemplos en Estados Unidos. En Nueva York 15 millones de habitantes, el horror de una Sociedad de la Abundancia sin objeto ni razón. En Long Island, mi amigo Nivola, hijo de un albañil, cultiva legumbres entre los muros que determinan los espacios. USA: las mujeres, el psicoanálisis por todas partes, el acto sin eco, sin objetivo alguno. Jornadas sin otro fin que el terminarlas. Se trabaja durante 24 horas, sin previsiones, sin conocimiento, sin planes, sin etapas. ¡New York! Esta ciudad es atroz bajo el cielo, hirsuta, sin educación, cada uno por su cuenta. El terreno es vendido sobre plano, por metros cúbicos por metro cuadrado de superficie. ¡Tienes el derecho de hacer lo que quieras! ¡Ciudad de “trade”, fabricar y vender, sacar su jornal! Se carga todos los sentidos… sin piedad… sin reglas de juego…

En Chandigarh, una tarde dije a Pierre Jeanneret: “Sólo los que juegan son tipos serios”. Pierre protestaba, le respondí: “los alpinistas, los jugadores

 

de rugby y los jugadores de cartas y los jugadores de ruleta son fantoches, pues no juegan…” No juegan… Conformismo y no conformismo. Todo lo que se aprende en las escuelas, en los clubs políticos, en los cursos de danza llega a constituir para cada individuo y según su carácter una constelación de puntos fijos formando un dibujo indeformable, fortaleza entre el libre juego y el libre y justo uso de las cosas que el buen Dios da, o las componendas que ofrecen los hombres. Aquí Montaigne es bienvenido: “Ni en el más elevado trono del mundo nadie se ha sentado aún como no sea sobre su propio culo”. Aquí la regla es el juego. Hubo dinero para servir, después esclavizó y los hombres han olvidado jugar. Cuando un cliente me llena la cabeza de todas sus pequeñas necesidades, acepto, acepto hasta un cierto punto que digo que no ¡imposible! Pues entonces está fuera de la regla de mi juego, del juego en cuestión: el juego de esta casa, de esta combinación donde la regla ha surgido en el momento de la creación, se ha desarrollado, afirmado, convirtiéndose en maestra. ¡Todo dentro de la regla! ¡Nada fuera de la regla! Razón de existir: jugar el juego. Participar, pero humanamente, es decir, en un orden, en un orden puro. Pero es necesario antes haber mirado, visto, observado. Entonces se pueden tener sensaciones, percepciones e ideas. La metafísica no es más que la espuma de una conquista, la vertiente que vuelve a descender, un hecho en el que los músculos de la acción han dejado de funcionar. No es un acto, ni un hecho, es un eco, un reflejo. Y esto toca y afecta a tipos humanos particulares: los charlatanes de las discusiones. Me prestan capacidades ocultas, matemáticas, números, etc.

Yo soy un asno que tiene ojo. Se trata del ojo de un asno que tiene capacidad para sentir. Soy un asno que tiene el instinto de la proporción. Soy y sigo siendo un visionario impenitente. Es hermoso cuando es hermoso... ¡Pero esto es el Modulor! Me río del modulor… ¿qué queréis que haga con el modulor? Y después, ¡no!, el modulor tiene fatalmente razón, pero sois vosotros los que no sentís nada. El modulor alarga las orejas de los asnos. (Aquí, se trata de otro asno distinto del citado anteriormente).

Mi cuaderno de viaje a Bogotá, 50 ó 51, contenía algunas notas remitidas enseguida a Jardot, el 31 de enero de 1953. Sean aquí bienvenidas en relación a nuestro propósito: “Reaparición de la proporción en la obra de arte” “La aportación de L.C.”

1919: los trazados reguladores (la prueba: Choisy). Desde entonces, investigación exclusivamente personal. Ignoro todos los tratados. Entonces declaro la guerra, la guerra a Vignola (y compañía) pues huelo en todas partes emanaciones cadavéricas.

Corbu anterior: 1922. La villa contemporánea de 3 millones de habitantes. Los inmueble-villa (descubiertos en 1910 en la Cartuja de Ema).

1919: la voluntad de la tarea ha aparecido, en la pintura, en el dibujo. Y el espíritu de arquitecto se ha integrado, manifestado. Desde entonces, uniformidad de la búsqueda: arquitectura, pintura (en efecto, escultura, espacio entonces, luz sobre la forma de una nueva ética).

Hasta 1928, ningunos objetos, vasos y botellas, sino soportes de geometría, instigadores de proporción. Desde 1928, entonces, figura humana y objets à réaction poétique…

 

Al final de la carrera, en 1951, en Chandigarh; posible contacto con los gozos esenciales del principio hindú: la fraternidad de las relaciones entre cosmos y seres vivientes: estrellas, naturaleza, animales sagrados, pájaros, monos y vacas, y en la aldea, los niños, los adultos y los viejos activos, el estanque y los mangos, todo está presente y sonríe, pobre pero proporcionado.

Desde mi primera casa construida a los 17 años y medio, he continuado mis trabajos entre las aventuras, las dificultades, las catástrofes y de vez en cuando, los éxitos. Ahora, a los 77 años, mi nombre es conocido en el mundo entero. Mis búsquedas, mis ideas parecen ser compartidas en cualquier lugar, pero los obstáculos están siempre presentes como los obstructores. ¿Mi respuesta? Siempre he estado activo y activo continúo. Mi investigación ha estado siempre dirigida hacia la poesía que está en el corazón del hombre. Hombre visual, trabajando con sus ojos y sus manos, estoy animado por las manifestaciones por encima de todo plásticas. Todo está en todo: cohesión, coherencia, unidad. Arquitectura y urbanismo conjugados: un solo problema reclamando una única profesión.

No soy un revolucionario, soy un tipo tímido, que no se mete en lo que no le concierne, pero los elementos son revolucionarios, los acontecimientos lo son, y hace falta considerar estas cosas con sangre fría, con perspectiva. En mis viajes, veo las cosas típicas. Los embajadores eran en otro tiempo indispensables, tenían misiones para algunos años, dos o tres, que hacían en calesa no con palabras cruzadas, sino con palabras secretas. Actuaban con el mejor interés del patrón que era el rey o el príncipe o la república, poco importa. Ahora, cuando una cuestión se plantea, inmediatamente tomas el avión, en diez horas, en veinte horas estás a pie de obra en casa del adversario, pones el dossier sobre la mesa, liquidas el problema, regresas dos o tres días después. Este cambio tiene lugar en la gestión del mundo de los negocios, por lo que tiene consecuencias extraordinarias. He sido conducido a Bogotá para hacer los planes de la ciudad. He ido en avión y, llegando, he aprendido una cosa extraordinaria. Es una ciudad que tiene cuatro siglos, hecha por el conquistador de México que, con cincuenta caballos, conquistó a los indios que no tenían ningún caballo. Para ir de Bogotá a Barranquilla, el puerto, hacían falta veinticinco días, ahora se necesitan dos horas y cuarto. En esta ciudad hispánica desde hace veinte años hay escuelas, llegan libros; pero de repente, la gente dice: “pero podemos salir” y han ido a ver el mundo, donde han dicho a otras personas que han encontrado: “Pueden venir con nosotros, vengan a ver, hay cosas a hacer” La gente ha ido, han encontrado el subsuelo, el suelo; han dicho: “vamos hacer una ciudad de un millón de habitantes…”.

Están ante los hechos, bajo nuestros pies la tierra se mueve, pero en realidad no es la tierra que se mueve. Estamos sobre una alfombra móvil que es la evolución de nuestra época. Estamos en una civilización maquinista, debemos tomar un cambio de espíritu. La sociabilidad es un fenómeno humano natural: en el inicio Adán y Eva y así ha continuado. La consecuencia extrema es la ocupación del territorio. En el Ministerio de la Reconstrucción hay personas amables (otras, mucho menos). Han tomado mi “pequeña broma” y han llamado a esto “planificación del territorio”. En la televisión se puede ver gente muy seria hablar de esto cada domingo noche, para derribar las puertas que abrí desde hace al menos cuarenta años. De acuerdo, es el precio de la amistad…. Entonces he dicho “¡Señores, atención! Antes de planificar uno debe ocupar el territorio, y ¿dónde está el territorio?” Este es el problema de hoy en día. Es necesario trazar las carreteras del mundo actual conducidas por las ciudades lineales en transformación. Son unas rutas fatídicas, antiguas rutas de todos los tiempos. A lo largo de estas carreteras, las ciudades lineales industriales podrían extender sus conjugaciones de carretas de tierra, de ferrocarril, de agua, por encima de las fronteras administrativas. Si los caminos topográficos atraviesan las fronteras con los nuevos productos realizados y métodos de fabricación, no es menos verdad que toda la Sociedad

 

humana necesita ser administrada y que no es posible administrarlo todo. La universalidad es una de las grandes cosas de los tiempos modernos, pero siempre habrá una limitación administrativa para que se puedan dar órdenes a grupos determinados, para que por otra parte llegue un nuevo orden. En lugar de órdenes a golpe de cañones, serán instrucciones sobre la necesidad de planificación mundial.

La administración mantiene sus límites, que sí son realmente determinados por la evolución. Entonces estaban las fortificaciones, límites de París. Desde que París ha evolucionado, ha habido cinco o seis. Después, tras la guerra de 1914, han eliminado los antiguos límites por la aparición del avión. Las carreteras atraviesan y animan el territorio. La tierra es redonda y continua, todo es contiguo, está mal ocupada, desocupada, queda mucho a hacer antes de ir a la Luna. Es como el caso Stavisky, sólo para ocupar la opinión pública. La construcción de carreteras y la extracción de agua serán los grandes trabajos civilizadores de nuestra sociedad moderna. Esto se puede hacer con una facilidad fantástica. Si sobrevuelan la tierra, verán donde están sus habitantes y verán que queda una extensión inmensa; pero sin agua. ¿Nada de agua? Hace falta llevarla. ¿Sin carreteras? Hay que construirlas…

En 1961, aprovechando algunos días de gripe, había escrito un pequeño texto que dirigí a mi amigo Jena-Jacques Duval, de Saint-Dié. Le escribía entonces: “Le envío copia de la primera impresión de mi texto El Diagrama “irrecusable”. Es verdaderamente para usted un “job”. En su empresa textil su padre hacía calcetines para el campo y ropa interior para sexagenarios. En 1961, ustedes son la elegancia misma del textil para snobs. Hacen calcetines que son poemas, chándales, etc. Han conservado sus máquinas, han conservado sus obreros, su administración, su contabilidad. No han cambiado nada, salvo su programa. Donde ha imaginado, ha creado. Ha hecho una reconversión de sus establecimientos a favor de una evolución social completamente independiente de su voluntad. Mi problema es el mismo. Hacemos cañones, teorías atómicas, el anti-desempleo, atmósfera preguerra, sucesivos armamentos preventivos. Entonces, hoy, propongo: ¡tracemos la línea vertical! A la izquierda, pongamos una cruz atravesada. A la derecha, hagamos el nuevo balance: obreros, patronos, problemas sociales, organización del trabajo, programa industrial, preparación de la puesta a punto de las máquinas, propaganda por personal nuevo a favor de una nueva Sociedad que está ahora apareciendo en el horizonte…”

Este texto donde ser trata la cuestión del urbanismo, me parece que debe encontrar su lugar aquí. Aquí está.

“EL DIAGRAMA IRRECUSABLE”, “LA LÍNEA IRREVOCABLE” O “EL FIN DEL BOTICARIO”

Una deliciosa pequeña revolución en la farmacia, revolución fraternal, materna, ha vuelto a cerrar la puerta en las narices del señor boticario; ha instalado en cada hogar una reforma decisiva. Hecho nuevo, mejor que esto: milagro acontecido hasta sus consecuencias; la longevidad en Francia, ha dado

 

un salto sorprendente: en menos de un siglo, la duración de la existencia ha sido aumentada de los 28 a los 40 años y, hoy, a los 68 años. En el seno de las familias, la enfermedad es combatida por medios “civilizados”; ¡la farmacia del siglo XX ha nacido! En el hogar la página ha cambiado respecto a las atmósferas “balzaquianas”. He precisado aquí los calificativos de “fraternal”, “maternal”, “amistoso”.

Hablemos del “hogar” ahora (tema de la prensa hablada), del alojamiento: la familia, el trabajo, el reposo. Mejor aún, hablemos de los “tres establecimientos humanos” que conducen a la ocupación armoniosa del territorio por los trabajos de la civilización maquinista.

Todavía es aún confusión, obscuridad, hostilidad, celos, ferocidad, especulación, voracidad de dinero, exposición de la necedad, sed de vanidad; a decir verdad, ignorancia pura y simple del fenómeno esencial, inmanente: la realización de los trabajos de la paz… La discusión está en el vacío, cara a las bombas. Todo es Khrushchev, Mao Tse-Tung, de Gaulle, o la Reina Elizabeth. ¡Kennedy! Tantos “hombres de confianza”, de mandatos auténticos, honestos, inteligentes, capaces, apasionados. Pero también tantos personajes adversos ocupando fortalezas, enfrentados entre ellos. ¡Tantos pretextos para asesinarse antes que entenderse! Cada uno sobre su propio pedestal. El de la civilización maquinista está particularmente encargado de salvar nuestro espíritu, nuestra voluntad, nuestros fines, nuestro ideal… Teniendo todos los mismos propósitos, todos tienen el corazón amable y afectivo; pero todos están para bruñir las armas, las bombas, los cañones. ¡El mundo va a colapsar! ¡Van a hacerlo estallar! ¡Esto no puede fracasar! Y al final de la carrera, ¿por qué no?

En mí hay un consuelo, yo aporto un consuelo, como un asno honesto, ¡que ha hecho su trabajo, que ha cumplido su misión! Sé que el horizonte está libre y que el sol va a salir… Meditad esta historieta: una vez, hace un siglo, se instaló el gas en todas las cocinas de Paris. A la mañana siguiente, la población se "despertó contenta". No había muertos en los pisos; no había ambulancias en la calle para llevarse a los muertos. Los bomberos habían permanecido en sus casas. ¿Qué es lo que había pasado? Para calentar la sopa de la noche se había abierto la llave del gas y se había cerrado hasta la hora del café con leche de la mañana... Y después, se enseña esto a los niños: "¡No toques la llave del gas!"

Lejos de los ruidos y del gentío, en mi madriguera (pues soy un meditativo, por eso yo mismo me he comparado a un asno, por convicción), desde hace 50 años estudio al "Hombre bueno", a su mujer y a sus chiquillos. Una preocupación me ha agitado, imperativamente: introducir en el hogar el sentido de lo sagrado; hacer del hogar el templo de la familia. Desde este momento, todo se transforma. Un centímetro cúbico de casa valía oro, representaba la felicidad posible. Con tal noción como esta de la dimensión y del uso, podéis hacer hoy un templo a la medida de la familia, aparte de las propias catedrales que fueron construidas... en otros tiempos. Podéis hacerlo puesto que habéis puesto parte de vosotros mismos en ello. Ahora bien, los siglos XIX y XX instituían los diplomas de arquitectura, definían la noción de arquitectura, remitiendo el control a la Academia de tas "Beaux Arts", encargándole de vigilar la cuestión... Hasta la derrota de 1940, Francia era el único país que no imponía el diploma oficial a sus constructores, dejando a

 

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los espíritus nuevos y libres la posibilidad de inventar y construir. Francia tuvo pioneros, Francia, país de inventores... La primera ley de Vichy fue la del diploma obligatorio, que el Parlamento hasta entonces había rehusado. Se aprendía en las escuelas a hacer palacios para todos los finos útiles y no como "contenedores de familia", "contenedores de trabajo", "contenedores de descanso", etc., es decir habitaciones. Se han construido los "ayuntamientos" de Francia, iglesias de estilos diversos, estaciones como esa de Orsay donde los trenes de una cuarta parte de Francia terminan en un subterráneo, bajo un techo de 3,50 m. de alto; encima, una nave titánica superando en dimensiones las termas de Caracalla de Roma, sirve a los gorriones. Se construía todavía el "Gran Palais", cerca de allí, titánico también, para exposiciones. ¿Que se exponía? Objetos, hombres y mujeres. Los hombres medían por término medio 1,70 m. de altura. ¡La nave del "Grand Palais" tiene también 50 m. de alto!

¡Desde hace sesenta y un años; los lápices pintalabios, las sillas de 43 cm. de altura, las mesas de 70 cm. de altura se pierden bajo las bóvedas augustas! Este palacio fue el enemigo mortal de todas las exposiciones: los cuadros estaban sin escala, las estatuas igualmente. Desde hace 61 años, es necesario cada vez (y varias veces por año) construir acondicionamientos costosos para presentar decentemente los objetos expuestos. Cuantas fortunas gastadas ¡millones y millones! Concesiones en vida fueron acordadas para estos equipamientos anualmente repetidos. A pesar de este fracaso inconcebible, a pesar de esta lección administrada durante sesenta años, no se ha vacilado en repetir el error, no se ha vacilado en hacer, en la Défense, la mayor bóveda del mundo "que puede cubrir la plaza de la Concordia de un solo tramo". ¡Pero la plaza de la Concordia está en París! La Défense está a veinte kilómetros. Habrá bajo la cúpula de la Défense lápices pintalabios, sillas de 43 cm. de alto y mesas de 70 cm. de alto. “The greatest in the world”, así fue calificada esta bóveda. ¡Palabra mágica! Pero los coches y los peatones no llegan y no vuelven. Se están haciendo los metros, alargando el puente de Neuilly, urbanizando la “Avenue "Triomphale" bautizada así por los vendedores de terrenos.

Llegará (la Avenida) al arco de Triunfo, hoy ya desmesuradamente embotellado, al Obelisco de la Concordia; llegará a los Muros de las Tullerias... Se habla de pasar por debajo del Louvre, bajo Saint-Germain-l’Auxerrois: se encontrará con el Hotel de Ville y pasará por debajo. Nunca la palabra "grrrrande" fue empleada tan trágicamente.

Así se hizo la arquitectura de los "tiempos modernos" de París.

La tarea está en ocuparse de los lugares y de los edificios. Esta es la tarea de los “constructores". Y los "constructores" son precisamente la nueva profesión que debe unir en un diálogo incansable y fraternal al Ingeniero y al Arquitecto, esta mano izquierda y esta mano derecha del arte de construir.

En esta coyuntura la vivienda no había tenido ninguna oportunidad de convertirse en el templo de la familia. Hicimos la caja de alquileres y nos ganábamos la vida con la caja de alquileres. La noción de arquitectura fue torcida, pues no obedecía a una definición justa, es decir, crear los lugares y los locales para la habitación, el trabajo y el ocio, colocándolos en las "condiciones naturales", es decir, bajo el mandato directo del sol, que es nuestro inexcusable árbitro, ya que el día y la noche son la alternancia que dictará para siempre el verdadero encadenamiento de nuestros actos. El sol

 

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(nuestro maestro, amigo o enemigo! no fue tomado en consideración. Los americanos, tardíamente despertados en ocasión del Palacio de la ONU, decidieron rodearlo de un acristalamiento continuo; pero sin acompañarlo de un "control de sol". New York, en la latitud de Nápoles, recibe el azote del sol a través de los cristales fijos. No hubiera podido hacerse mejor para cultivar orquídeas... Se instala aire acondicionado; las frigorías cuestan muy caras. ¿El calor no había disminuido suficientemente? El entusiasmo desatado y el espíritu hinchado, bautizaron a esas fachadas de cristal: "muros cortina". La moda sedujo Paris… aventuras crueles azotaron a las usuarios de los muros-cortina. ¡Se obstinan! ¡Querido Sol!... querido sol convertido en el enemigo del habitante.

Todo se convirtió tan confuso después de las guerras del 18 y del 40 que perdimos la cabeza. El laissez-faire nos desborda, la negligencia culpable, la inconsciencia. Las villas tentaculares nacieron, se desarrollaron, alcanzaron su apogeo: el escándalo, el desastre. New York, doce millones de habitantes; Londres, diez millones, Moscú ya tiene cinco millones… ¡París alcanza gloriosamente este año, 1961, los ocho millones de habitantes! Está hecho, lo hemos dejado hacer. Alguien debería haber dado la alarma a tiempo… ¡No se ha hecho!

Hace cien años que la industria nació, que apareció la civilización maquinista. No se supo que eso era la aparición de una civilización, el naci-miento de una nueva sociedad. Se pensó más bien que era una maldición, una peste, un empeoramiento… una máquina de hacer dinero. Se ha empleado un siglo en instalar la gente en esta máquina infernal: patronos y obreros, explotación y estatuto; ¡revuelta! ¡Un siglo de violencias, de tentativas de ordenación, de soluciones propuestas para la armonización de las condiciones de trabajo, de postulados para motivar la razón de ser del trabajo! Un día, convertir el trabajo en amistoso.

Sobre la superficie de la Tierra, dos establecimientos humanos existían desde los orígenes: "la Unidad de Explotación Agrícola", determinada por el paso del caballo o del buey (cuatro kilómetros por hora) y la fuerza de sus muslos; la "Ciudad Radio concéntrica de los Intercambios" surgida en el cruce de dos caminos, de tres caminos, de cuatro caminos, provocando automáticamente la reunión y la dispersión de objetos de consumo (mercancías), de ideas (escuelas y universidades), de autoridades y de administración (gobierno). Lugar de los intercambios.

Por incompetencia, el trabajo moderno se instaló inconscientemente alrededor de las aglomeraciones y dentro de ellas. El resultado está madurando: la jornada de veinticuatro horas completamente desnaturalizada por las distancias no armonizadas, totalmente arbitrarias; entre las zonas de habitación y las zonas de trabajo.

Los hombres se complacen en vivir en las carreteras: trenes de cercanías, autobuses periféricos, bicicletas, motos, automóviles privados. El sol volvía impasiblemente cada veinticuatro horas, partiendo en dos la jornada solar; el día y la noche. Y esto fue un consumo insensato: el despilfarro de los tiempos modernos.

Se grita: el desastre es total. En adelante hay que dispersar a la industria. Esto no era una respuesta válida.

Era necesario decir: "Hay que localizar la industria! y descubrir el sentido de este término: localizar".

A fuerza de estudiar en todos los países, bajo todos los climas, el mismo y único problema del equipamiento de una civilización maquinista, he llegado a descubrir (como percibe uno súbitamente desde un platillo volante o de un

 

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Spoutnik, es decir, con estupor) que la sociedad maquinista no poseía el establecimiento humano industrial, no disponía de Ciudades Industriales. Y al mismo tiempo, descubrí que la naturaleza de este nuevo establecimiento humano, el tercero, la "Ciudad Lineal Industrial", era de una forma imperativa la salvadora solución a los problemas que preocupan a los reformadores de verdadera buena voluntad, en todos los campos, incluso los más opuestos.

La "Ciudad Industrial" es "lineal", formada por tres rutas de agua, de tierra y de hierro por las cuales llegaban las materias primas y se reparten los productos manufacturados. Las rutas de agua, de tierra y de hierro tienen un destino común dictado por la topografía: la pendiente de la vaguada, allí donde descienden las aguas que, desde las montañas, van al mar -valles estre-chos o anchos o extensas llanuras-. Estas tres rutas son conjugadas por el relieve del suelo, o conjugables.

Una innovación capital interviene: el “transbordo”, invención de los tiempos modernos. Los medios de distribución de estas rutas de agua, tierra y hierro eran hasta ahora, unas “encrucijadas” sobre agua, sobre tierra o hierro. Estas encrucijadas (sobre todo en el ferrocarril) exigen la exposición del suelo, unas superficies de terreno a veces inmensas, causando titánicas congestiones (las estaciones de clasificación de las grandes ciudades son un claro ejemplo). La innovación es el “transbordo”, reemplazando a las “encrucijadas”. Ahora se elegirá, se transbordarán y se distribuirán las mercancías por medio de “puentes rodados” instalados perpendicularmente a las tres vías de tierra, hierro y agua, y colocados por encima del espacio libre. Esto es de importancia capital: es la resolución del problema.

"LA LINEA IRRECUSABLE. EL DIAGRAMA IRREVOCABLE"

Puedo trazar esta figura:

Una línea vertical. A la izquierda de esta línea vertical, una zona negra, una flecha descendente, trayectoria de una catástrofe, la guerra atómica (todo será destruido, incluyendo a los que se han enriquecido en la aventura).

A la derecha de la línea vertical se traza una flecha hacia la luz, acarreando el destino de los “Tres Establecimientos Humanos”.

 

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Dos libros han aparecido. El primero1 con la Liberación, bajo la firma de la ASCORAL (Asociación de Constructores para una Renovación Arquitectónica, creada durante la guerra y compuesta por once secciones de estudio), con el título “Los tres establecimientos humanos”. Su pequeño formato no exigía sino una tonelada y media de papel para seis mil ejemplares, papel que fue rechazado durante tres años. La edición fue vendida totalmente sin que nadie se ocupara particularmente. En octubre de 1959, doce años más tarde, la editorial “Forces Vives”, de Jean Petit, han reimpreso bajo otro formato al que se le añadieron algunos gráficos explicativos2.

Todo se construía entonces. Todo se podía realizar. El programa se establecía puntualmente y la “reconversión del trabajo” parecía posible, volviendo las espaldas a la carrera atómica, al desempleo. Reconversión del trabajo dirigida al bien de los hombres. Para los hombres: un programa para una civilización maquinista.

He comenzado este texto con un digresión totalmente accidental: la pequeña revolución de la farmacia, fraternal y maternal, y el recogimiento del señor Potard. Una modesta invención había surgido, la creación de materias plásticas en cuyos orígenes fueron la invasión pueril de juguetes de niños, muñecas infladas y desnudas, donde uno de los resultados, en la farmacia moderna, ha permitido la inaudita prolongación de la vida de los hombres sobre la tierra, la mortalidad llevada hasta los sesenta años. Una ley sobre los Seguros había provocado el evento, una ley generosa que dice: tomemos en consideración cada uno de nuestros hermanos, sin tener en cuenta las clases. El estatuto de los médicos se encontrará cambiado y desde entonces fijo: la medicina se pone prácticamente al servicio del hombre… La farmacia se convirtió así tan natural como el alimento; para cada uno: la exactitud, la limpieza, la eficacia, etc. Una nueva industria nace, es entonces un estado de cosas alcanzadas. El autor de estas líneas se permite modestamente llamar la atención sobre este fenómeno activo de la sociedad moderna…

Pasamos al gran hecho presente: “los Tres establecimientos humanos”. Fronteras de cañones, odios sociales, odios de clases, frenesí de la competencia; vergonzosa brutalidad de los negocios: "Struggle for Life", "Time is money"... Cerremos la puerta a la guerra atómica. Instalemos en la topografía del Globo Terráqueo, los Tres Establecimientos Humanos; de los que el primero, la Unidad de Explotación Agrícola, será regulado por el tractor y no por el paso del buey o del caballo. Está aquí, la innovación inminente o inmanente. El segundo establecimiento, "La Ciudad Radio concéntrica de los Intercambios" será la puesta a punto que va a esclarecer con fulminante luz el drama de las ciudades tentaculares contemporáneas y a encontrar inmediatamente la salvación en el éxodo lo largo de la "Ciudad Lineal Industrial". Este tercer establecimiento, la "Ciudad Lineal" planta cara a los conflictos, contesta a los odios y a los egoísmos. Ante una fuente tan prodigiosa de fecundos trabajos ofrecidos a la sociedad moderna, la elección está entre la noche sin esperanza situada a la izquierda de la vertical irrecusable antes trazada) y la libertad completa de acción, la inmensidad de los programas, lo ilimitado de las soluciones

                                                            1 Urbanismo de los CIAM-ASCORAL, secciones 5a y 5 b, “Une civilisation du travail: les trois établissementes humains (Denoël) 2 1959: L’urbanisme des trois établissements humains (Chaiers “Forces Vices », aux Ed. du Minuit)

 

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confiadas a las sociedades modernas (a la derecha de la vertical): construcción de las viviendas "radiantes" (habitar), las fabricas "verdes" (trabajar), planificación del ocio (cultivar el cuerpo y el espíritu), circular!

¡Esto no es ninguna locura! ¡No! Es desde 1933, la profecía de la "Carta de Atenas" de los ClAM. Es la conclusión de los ClAM. "Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna", los cuales, en el transcurso de treinta años (1928-1959) han echado en el mundo moderno las bases de un urbanismo humano, búsqueda leal, desinteresada, perseverante, minuciosa y. creadora: ¡su valor es la lealtad!

Urbanismo, humana búsqueda leal y creadora. Sí... hay que sacudir la pereza del statu-quo. Debemos ir más allá de los pequeños egoísmos, de todas las pequeñas cosas. Debemos tratar de descubrir la vida, de seguir la vida. Aunque, hacen falta por los menos veinte años para que una idea sea conocida, treinta para que sea apreciada y cincuenta para que sea aplicada, cuando ya debería haber evolucionado. Es en ese momento cuando llueven los discursos sobre las tumbas las placas conmemorativas. Es demasiado tarde, todo está por rehacer. ¿Por qué esperar la desgracia o la catástrofe para tomar las decisiones útiles?

Por mi parte he dedicado 50 años de mi vida al estudio de la vivienda. He vuelto a traer el templo a la familia, al hogar. He restablecido las condiciones de la naturaleza en la vida de los hombres. Toda esta tarea, no la he podido llevar a término sin la ayuda admirable de los jóvenes de mi Taller de la calle de Sèvres, 35: pasión, fe, honradez. Les doy las gracias a todos. Quedará allí, sin duda, con todos estos que han pasado por la calle de Sèvres, una semilla útil. Puede ser más tarde, algunas veces piensen un poco en el père Corbu que hoy les dice: "Se trabaja en función de la propia conciencia… Es en este círculo donde el drama humano se produce… "

Soltan, de Varsovie, un veterano del Atelier, me escribía hacia 1951 (sin fechar su carta) estas bellas palabras que son para mí un pequeño consuelo: “Sus últimas buenas noticias: es el último Girsberger. He conseguido tener en mis manos, durante algunas horas, el único ejemplar de este libro que se encuentra ahora en Varsovia. Sabe seguramente que se le acusa en la Europa del Este, de “formalismo y constructivismo”. Evidentemente, estas acusaciones son estupideces, pero lo que es sorprendente cuando uno mira sus obras recientes, es la gran importancia concedida al contenido y al sujeto. “La mano abierta” de Chandigarh, por ejemplo.

“Esta importancia de la poética del sujeto comienza a dar a su obra unos valores extra-plásticos completamente faraónicos, aún explorando una sensibilidad y un subconsciente absolutamente moderno (es por otra parte, la gran aportación de estas obras). En estas condiciones, acusarle de formalismo se convierte en algo verdaderamente cómico sino fuera trágico! Trágico, pues los autores de estas acusaciones construyen mucho, ¿pero cómo? ¡Esto es lo trágico! En lo que a mí respecta, estoy absolutamente convencido que, incluso independientemente del futuro social y político que le espera, sus ideas triunfarán en todo el mundo. Por otra parte, ¿no tienen una sólida base social”

 

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“El futuro triunfo de las ideas Corbu en todo el mundo llegará un día, ¿pero cuándo? ¿Bastará una vida humana –la mía por ejemplo- para verlo?

“¿Podría un día verlo y hablar de las cosas que no consigo resolver, de los problemas muy “Europa del Este”: la comprensibilidad de la obra de arte desde el punto de vista del consumidor (por ejemplo)? La cuestión de estar siempre a tenor de las masas, etc. Conoce perfectamente estas cantinelas… Pero hay tantas otras… Querido señor Le Corbusier, os amigos que me conocen bien bromean diciendo que pienso siempre en usted cuando trabajo: creo que hay algo de verdad en todo ello…”

De estas palabras cabe esperar que todos los esfuerzos del padre Corbu no hayan sido totalmente inútiles…

A Soltan, a todos los otros puedo decir: la solidaridad es un edificio donde todo es coherente, donde se encuentra toda la gama de intereses necesariamente presentes, unos portadores de sombra, los otros de luz. La luz expresa los intereses superiores del amor, de la amistad, de la fraternidad. La sombra, los intereses materiales y el egoísmo. Y en función de que la fuente luminosa este en buen lugar o distante, variando en visibilidad y en cantidad el egoísmo o el altruismo.

El Monumento de la Mano Abierta, por ejemplo, del que habla Soltan, no es un símbolo político, una creación de político. Es una creación de arquitecto, un fruto de arquitectura. Hay en esta creación un caso específico de neutralidad humana: lo que crea depende de las leves de la física, de la química, de la biología, de la ética, de la estética, todas conjuntamente reunidas en una sola gavilla: una casa, una ciudad. La diferencia con la política, es que su ecuación comporta física, química, resistencia de los materiales, ley de la gravedad, biología, sin lo cual todo fracasa, todo se rompe, todo se hunde. Es como el avión: vuela o no vuela y la sanción llega rápida. Entonces, en el complejo hombre y materia (complejidad de programas) uno se da cuenta de que todo es posible y todos los conflictos resolubles. No hay más que estar persuadido y estudiar el problema, abrir las manos a todas las materias, técnicas e ideas, encontrar la solución. Estar contento, ser feliz y no pasar por caja. ¿Quién me sigue?

Esta Mano Abierta, signo de paz y de reconciliación, debe erigirse en Chandigarh. Este símbolo que me preocupa desde hace muchos años, en mi subconsciente, debe existir para llevar un testimonio de armonía. Es necesario anular los trabajos de guerra, la guerra fría debe cesar de condicionar la vida de los hombres. Hace falta inventar, decretar los trabajos de paz. El dinero no es más que un medio. Existen Dios y el Diablo -las fuerzas en presencia. El Diablo está de más: el mundo en 1965 puede ponerse en paz. Estamos todavía a tiempo de escoger, equipamos más que armamos. Este signo de la mano abierta para recibir las riquezas creadas, para distribuir a los pueblos del mundo, debe ser el signo de nuestra época. Antes de encontrarme un día (más tarde) en las zonas celestes entre las estrellas del Buen Dios, seré feliz de ver en Chandigarh, delante del Himalaya que se eleva recto sobre el horizonte, esta mano abierta que marca para el père Corbu un hecho, una etapa recorrida. A usted, André Malraux, a vosotros mis colaboradores, a vosotros mis amigos, os pido que me ayudéis a realizar este signo de la Mano Abierta en el cielo de Chandigarh, ciudad querida por Nehru, discípulo de Gandhi.

 

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Cuando me ha pedido estas consideraciones para sus Petits Carnets Corbu, Jean Petit deseaba un cambio de orientación… No me gusta hablar de mí mismo. Hay que dejar esto a los periodistas cuando haya pasado a mejor vida. Pero es bueno conservar ciertos propósitos que pueden ser útiles. El otro día, un hombre corpulento, alto y grueso vino a verme: ¡Monsieur Le Corbusier, por un nuevo disco! -¿Había uno ya?- Sí, hace algunos años… -¡Y qué! ¿Usted se mofa de mí? –No, es cierto. Entonces, ¿es sí? –Bien, sí, pero le prohíbo pronunciar una palabra, de hacer una sóla pregunta. –Pero, por variar de tema… -No, será sólo del mismo Corbu…”

Me han traído estos días, unas placas de cobre de 2 milímetros de espesor y que yo grabo al buril. El buril es un utensilio feroz. A los 14 años yo lo manejé un poco. Toda la fuerza del brazo y la elasticidad de la muñeca abren un agudo surco. Hay que ir hacia adelante, ni a la derecha ni a la izquierda. Alguien que sepa y pueda manejar el buril es conducido por el camino de la clarividencia, de la lealtad y de la honestidad. Ser vistos o mirar, eso es todo. Cualificación de los hombres. Los que se muestran, los que se exhiben, no actúan mas que en función de la reacción sobre los demás, se hacen "poetas" superiores de una humanidad por lo demás resentida, superior. Se cortan los puentes sin tregua. Otros, los arquitectos, dignos de la vocación, que son asimilados a una obra. Simple y verdadera fuerza motriz de la obra. La cual debe surgir de la física, de la imaginación, de la invención, del coraje y del riesgo. No es intensa si no es arriesgada. El está en el riesgo: toda su persona, todo su espíritu, y su bolsillo, y su familia, y su situación. No maldice a nadie excepto las trabas, las reglamentaciones, las astucias de los ambiciosos, los golpes de los cochinos hombres de negocios. Está en pleno combate siempre a descubierto. No piensa en sí mismo, ni en su actitud, ni en el efecto que produce, sino en lo que tiene delante: la obra. Esta no se liquida con un breve soneto o en un escrito de palabras huecas, en un libro de invectivas, en debates en el Flore o en la Rotonde. Pasan un año, dos años, cinco años para que la obra salga a la luz y se presente no entre folletos blancos iluminados, sino al dominio público. Aquí, todo es responsabilidad, vigilancia, estado de alerta permanente. Lenta, lenta, muy lenta paciencia en la expresión y derrame del ímpetu contradiciendo incansablemente las leyes físicas e intelectuales. Resistencias, usos, y el gran ¡no! irrenunciable.

Hay una actitud, avanzar como un dios vencedor, aureolado de rubios cabellos sobrepasando todo lo que se ha visto hasta aquí y no dudando en decir "mierda" a todo y a todas las cosas. La otra actitud: vencer y quizás también ser vencido, sin cabellos rubios, pero con los cabellos encanecidos por haber perseverado cada mañana en realizar la tarea, sin predestinación, sin signos aparecidos en el cielo, pero porque se había querido intentar la aventura, porque se habrá embarcado en el barco, en el avión, en la quimera... Moralidad: honor en el comercio y mierda para la industria. Señores Creadores, se os ruega que os compréis un mondadientes y lo chupéis públicamente para haceros ricos. Es necesario, sino os lanzarán piedras en la cara.

Aquí, en este punto, debo agradecer a dos hombres: Cervantes y Rabelais. La más bella lectura para un hombre comprometido en la batalla es el maravilloso Don Quijote de la Mancha. Y la vida en tres compañeros, entre Don Quijote y Sancho Panza, encuentra su explicación, sino sus justificaciones. Bendita sea la gente, otros permanecen con la boca abierta y no leen el maravilloso Don Quijote de la Mancha. Don Quijote y Sancho Panza muestran al hombre en el fragor de la vida, en los más optimistas desencadenamientos: confianza, fe,

 

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amor, don, regocijo, florecimiento y éxtasis, y las caídas más verticales, netas e incontestables: cachetes en la nariz precedidas por azotainas. Panza pasa, sobrevive siempre y piensa en comer. Siempre tiene razón. El sabe aceptar (proponer o discutir los compromisos). Lo logra. Es extraordinariamente verdadero. Por otra parte, Panurge y Jean llevan su discusión y sus comentarios más allá de los límites de la educación y toman distancia respecto a todo, en nombre más sabios de puntos de vista, por la hilarante grosería que adquiere en sus letras la más alta nobleza. ¡Mierda, mierda!... braguette y balletron, viejas putas bellas como diosas, dypsode y loup-garou. Homero y Plinio. Homérico, por encima, por abajo, más allá de las pequeñas cosas, las grandes palabras, los ruidos de las batallas, los idiotas. ¡Nos ponemos al abrigo del embrutecimiento, nos reímos! Gracias a Rabelais y Cervantes.

Hay reencuentros, la permanencia de hechos exitentes, contactos… así Mallarmé:

“Por encima del atontado ganado humano Brincaban de luces las salvajes crines Mendigos de azul, los pies en nuestros caminos”

Tenía que corregir, estos días, el manuscrito de un libro escrito en 1911: "Le voyage d'Orient", Tobito, un antiguo colaborador del estudio de la calle de Sévres 35, vino a verme desde Venezuela a mi domicilio de la calle Nungesser. Jean Petit llegó entonces con el texto del "Voyage d'Orient". Juntos, bebimos anís y hablamos mucho. Me acuerdo haberles dicho a los dos que la línea de conducta del pequeño Charles Edouard Jeanneret en la época del viaje de Orien-te era la misma que la del père Corbu. Todo es cuestión de perseverancia, de trabajo, de coraje. No hay signos gloriosos en el cielo. Pero el coraje es una fuerza interior, que solo puede o no calificar la existencia. Era feliz de volver a ver a Tobito, de ver que él persistía, que estaba entre los fieles. Cuando nos despedimos: "Sí, en Paris o en otro planeta...”, y me dije a mi mismo: “Entonces, sin duda, tendrían de vez en cuando un pensamiento agradable para el père Corbu".

Al volverme a encontrar solo, he pensado en esta admirable frase del Apocalipsis: "Hubo en el cielo un silencio de cerca de media hora... "

Sí, nada es transmisible más que el pensamiento, nobleza del fruto del trabajo. Este pensamiento puede o no devenir en una victoria sobre el destino más allá de la muerte y quizás tomar otra dimensión imprevisible.

Ciertamente, los políticos hacen madera de todo árbol caído y sacan partido de todas las debilidades para reclutar adeptos: se tiende a tranquilizar a los débiles y los indecisos, a los atemorizados. Pero la vida puede renacer con los planes, vida en potencia en los pastos y en los rebaños, en estas tierras abandonadas, en estas ciudades tentaculares que será preciso desmantelar, en los lugares de trabajo, las fabricas que es necesario hacer bellas como el entusiasmo... lejos de las rutinas y de los funcionarios hastiados.

Hay que volver a encontrar al hombre. Es preciso reencontrar la línea recta abrazando el eje de las leyes fundamentales: biología, naturaleza, cosmos. Línea recta inflexible como el horizonte del mar.

El hombre de oficio, también, inflexible como el horizonte del mar, debe ser un instrumento de medida que puede servir de nivel, de punto de referencia en

 

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el seno de lo fluctuante y de lo movedizo. Su papel social es éste. Esta función lo designa para ser clarividente. Sus discípulos han plantado lo ortogonal en su espíritu. Moralidad: reírse de los honores, contar consigo mismo, actuar según su conciencia. No es con rasgos de héroe que se puede actuar, emprender y realizar.

Todo esto ocurre en la cabeza, se formula y se gesta poco a poco en el curso de una vida fugaz como el vértigo, que llega a su término sin apenas darse uno cuenta.

París, julio 1965

Traducción: Jorge Torres