Mistica Ojos Abiertos

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Mística de Ojos abiertos “El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla, pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.” 1 1. Previo. De la política y lo político 2. ¿A qué mística nos referimos? 3. Mística por la Justicia en la Escritura. 4. Mística de los ojos abiertos. 5. Compromiso necesario. 1. Un previo sobre la política y lo político La quiebra de las instituciones políticas es el nuevo signo de los tiempos que invita a los creyentes a colaborar con otros para regenerar la política, por el bien común. El ámbito de lo político abarca aquí no sólo “dimensión objetiva de la organización de la vida social” sino también “la actitud el comportamiento interpersonal”, la ética cívica. 2 La política y lo político se refieren al ámbito de lo público, lo que afecta a todos. En este contexto de crisis de lo político, el cristiano puede sentirse invitado a participar de lo político como llamada, vocación y servicio al bien común. Ya en 1999 el Informe Galup internacional recogía que de 50.000 encuestados de 60 países, solo uno de cada diez dijo que gobernaba la voluntad del pueblo. 3 La situación de desapego hacia las instituciones políticas es alarmante, como dice Mardones: “No hay militantes, y tampoco hay ya ciudadanos. Lo que hay son súbditos y siervos... sostenemos el aparato de la administración del estado moderno y la burocracia de los partidos; ellos nos proporcionan servicios y cosas para comprar nuestra lealtad. Los ciudadanos se convierten en masa.” 4 2. ¿De qué mística se trata? Como es bien sabido, la etimología de la palabra mística proviene del adjetivo griego “mystikós”. Comparte la raíz del verbo “myein” que designa el acto de cerrar los ojos y la boca, y que da origen a los términos mudo o miope y a misterio. Remite por tanto a lo que no se 1 [Lluis Espinal, Oraciones a quemarropa, Barcelona Cristianisme i Justícia, EIDES nº 31] citado en (Cristianisme i Justícia, 2011, pág. 79) 2 (Mardones J. M., 1993, pág. 25) 3 (Velasco, pág. 8) 4 (Mardones, 2005, pág. 24) 1

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Se describe la "Mística de Ojos Abiertos" con referencias a los principales autores en esta corriente espiritual que busca "Hallar a Dios en todas las cosas".

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Mística de Ojos abiertos

“El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla, pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.”1

1. Previo. De la política y lo político2. ¿A qué mística nos referimos?3. Mística por la Justicia en la Escritura.4. Mística de los ojos abiertos.5. Compromiso necesario.

1. Un previo sobre la política y lo político

La quiebra de las instituciones políticas es el nuevo signo de los tiempos que invita a los creyentes a colaborar con otros para regenerar la política, por el bien común. El ámbito de lo político abarca aquí no sólo “dimensión objetiva de la organización de la vida social” sino también “la actitud el comportamiento interpersonal”, la ética cívica.2 La política y lo político se refieren al ámbito de lo público, lo que afecta a todos.

En este contexto de crisis de lo político, el cristiano puede sentirse invitado a participar de lo político como llamada, vocación y servicio al bien común. Ya en 1999 el Informe Galup internacional recogía que de 50.000 encuestados de 60 países, solo uno de cada diez dijo que gobernaba la voluntad del pueblo.3 La situación de desapego hacia las instituciones políticas es alarmante, como dice Mardones: “No hay militantes, y tampoco hay ya ciudadanos. Lo que hay son súbditos y siervos... sostenemos el aparato de la administración del estado moderno y la burocracia de los partidos; ellos nos proporcionan servicios y cosas para comprar nuestra lealtad. Los ciudadanos se convierten en masa.”4

2. ¿De qué mística se trata?

Como es bien sabido, la etimología de la palabra mística proviene del adjetivo griego “mystikós”. Comparte la raíz del verbo “myein” que designa el acto de cerrar los ojos y la boca, y que da origen a los términos mudo o miope y a misterio. Remite por tanto a lo que no se puede oír y ver o de lo que no se puede hablar, a lo misterioso.5 Aplicada a la teología designa por lo general una forma especial de unión con lo divino. De ahí que se llame místicas a las personas que se cierran al mundo exterior para mirándose hacia dentro, profundizar en su relación con el Misterio de Dios6. Nuestro uso de la palabra mística como fundamento espiritual del compromiso social se basa en esta intuición central: una persona mística es aquella que ha tenido “experiencia personal de Dios y de su Espíritu”.7

La mística, entendida como unión con Dios, no sólo no está reñida con el mundo, sino que el compromiso con y por los hermanos es medida de la veracidad de la experiencia mística. Así decía Santa Teresa “No pensemos que está todo hecho con llorar mucho, sino que echemos mano de obrar mucho y de las virtudes”.8 O en palabras del Maestro Eckhart “Si alguno estuviera en un éxtasis como San Pablo y supiera que un enfermo espera que le lleve un poco de sopa, yo estimaría preferible con mucho que, por amor, salgas de tu éxtasis y sirvas al necesitado con un amor mayor”.9 No existe así oposición entre 1 [Lluis Espinal, Oraciones a quemarropa, Barcelona Cristianisme i Justícia, EIDES nº 31] citado en (Cristianisme i Justícia, 2011, pág. 79)2 (Mardones J. M., 1993, pág. 25)3 (Velasco, pág. 8)4 (Mardones, 2005, pág. 24)5 Para más detalle de la etimología e historia del término ver (Velasco J. M., 2008, pág. 54). 6La palabra mystikós proviene del verbo griego myo que significa cerrar.7 Rahner “Ser crisitiano en la Iglesia del futuro”. 8 Moradas 6,6,9 citado por (Velasco J. M., 2008, pág. 199)9 Instrucciones Espirituales,10 citado por (Velasco J. M., 2008, pág. 199)

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mística y compromiso con el prójimo, pues “cuando el místico dirige su mirada a Dios para pedirle: `muéstrame tu rostro´ se encuentra con el rostro de Dios vuelto hacia los sufrimientos de los hombres, son sus oídos atentos al clamor de su pueblo y señalándole a ese pueblo y a esos hombres como lugar de excelencia donde encontrarlo”.10 Esta es la mística que nos ocupa, una mística vuelta al mundo. La mística como la experiencia de Dios de la que nace una fe que nos lanza al mundo, porque escucha la llamada de Dios preguntando “¿dónde está tu hermano?” (Gn 3,9). En esta mística el ser encontrado por la mirada y el rostro del hermano “permite y manifiesta la irrupción de la trascendencia en la existencia humana”.11 De esta experiencia de ser encontrado por “el Otro” en el hermano, surge la llamada “al amor, al respeto y a la responsabilidad por el otro humano”.12

La que nos ocupa es pues la mística que J.B. Metz ha bautizado como una “mística de los ojos abiertos”, la mística de quien encuentra a Dios y es interpelado/a por Dios en el sufrimiento del mundo y que es críticamente consciente de su parte y responsabilidad con estos “crucificados” y por tanto se aproxima a su realidad desde abajo y humildemente.13

En palabras de Martin Velasco “la noción más depurada, la categoría más elaborada para nombrar a Dios no pasa de ser caricatura ideológica, ídolo e incluso blasfemia, si no es la conclusión de un acto efectivo de trascendimiento de mí mismo, hacia aquellos de los que es Dios me hace responsable”.14 Efectivamente, en este mundo globalizado e inundado por imágenes manipuladas para emitir “sensaciones seductoras”15 necesitamos cultivar la experiencia de Dios que transforme nuestro modo de ver, para pasar de mirar a contemplar y así “sentir y gustar” a Dios que está presente en la realidad, sosteniéndola en el ser (EE, CAA). Se trata de hacer la experiencia de que “existir es existir en Dios” (Rahner), somos seres creados en relación de dependencia con Dios, de modo que la experiencia mística “es una dimensión de toda la vida humana.”16 No se restringe pues nuestra concepción de mística a tener “visiones extraordinarias” (como las que relatan los místicos de ojos cerrados), sino de la experiencia de Dios que hace ver toda la realidad de modo nuevo.17

Por tanto, esta mística, es mística en su sentido “más hondo y verdadero,” el que hace referencia a la "unión". Se trata aquí de la “unión y comunión entre personas que, a partir de la convivencia mutua, van acercando sensibilidades, deseos, corazones.”18 Se trata de contemplar, de ver la realidad desde la perspectiva que Dios mismo escogió para verla, la de los pobres y los oprimidos. Se trata de ver la realidad desde el Dios-con-nosotros, que se hizo pequeño y pobre por amor: “Dios asume la creación y la historia, desde debajo de la realidad, desde los últimos… Si queremos entrar en comunión con él, tenemos que unirnos a él en su trabajo para la experiencia de sentir que él pasa por nuestras manos”. 19 El compromiso con la sociedad nace pues de una experiencia mística; el cambio de visión que se da “cuando la entrada de los pobres en nuestra vida es tan interior que nos desposee y nos libera a nosotros mismos de nosotros mismos, y ya no miramos por nuestros ojos, ni valoramos con nuestra lógica, ni amamos sólo desde los afectos de nuestro corazón”.20

3. Mística por la Justicia en la Escritura.

10 (Velasco J. M., 2008, pág. 201)11 (Velasco J. M., 2009, pág. 113)12 (Velasco J. M., 2009, pág. 114)13 (Mollá, 2011, pág. 39)14 (Velasco J. M., 2009, pág. 119)15 (Buelta, 2006, págs. 22-23;35)16 (Buelta, 2006, pág. 62)17 (Buelta, 2006, pág. 63)18 (Mollá, 2011,13)19 (Buelta, 2006, pág. 169)20 (Mollá, 2011,14)

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El compromiso social cristiano tiene profundas raíces bíblicas. El Dios creador que hace responsable al ser humano de sus hermanos (Gn 4,9) y de toda la creación. El ser humano es creado como colaborador libre de Dios, para ser su imagen y encargarse de administrar la creación.21

Para el pueblo de Israel la fe nace de la experiencia y de la memoria transmitida, de la intervención salvífica de Dios en su historia para salvarlos. El credo Deuteronómico que invita al pueblo a Escuchar y cumplir los mandamientos del Señor, se fundamenta en la memoria del Dios liberador de su pueblo. Israel descubre que el Dios que lo ha liberado de la esclavitud constituyéndolo en un pueblo le exige que se comporte como Pueblo no opresor.

Para los profetas, los místicos de los ojos abiertos que ven la realidad desde Dios, la fe en Dios es inseparable de la justicia. Los profetas ven que es Dios quien sostiene y defiende la dignidad del prójimo, y que apartarse del prójimo es apartarse de Dios y viceversa.

La comunidad cristiana que discierne su modo de estar en sociedad, encuentra en el ministerio público de Jesús, las directrices para su misión y su modo de proceder: Jesús no rehuyó el compromiso social sino que anunció el Reino “con hechos y palabras”, que tenían una fuerte implicación política.

Los cristianos tenemos en Cristo “nuestra Justicia” (Gal 5,5) y nuestra esperanza. Es la mirada de misericordia de Dios sobre nosotros que nos justifica y nos hace “instrumentos de la justicia” (Rom 6,13) y “siervos de la Justicia” (Rom 6,18). Porque Dios nos ha mirado con ternura, nos ha querido y nos ha dado ojos para ver y oídos para oír, porque hemos creído en el amor y nos sabemos ya justificados, salvados, amados, perdonados, reconciliados. Hemos sido constituidos por Cristo en ministros de la justicia, enviados a anunciar la salvación, a amar y perdonar, porque Dios lo hizo primero.

4. Místicos de ojos abiertos.

La acción y la contemplación están imbricadas, de suerte que la acción que nace y se sostiene en el amor de Dios es contemplativa.22 Se trata de un misticismo que conlleva compromiso con la realidad social circundante, que la busca y la afirma, que no huye del mundo para encontrar a Dios, sino que busca a Dios inmerso en los pliegues de la realidad.23 No se puede pretender que buscar y hallar a Dios en la vida o ser contemplativo en la acción sea exclusivo de Ignacio ni por tanto de la espiritualidad ignaciana, es antes que nada esencial a una religión de la encarnación como la cristiana.24 Sin embargo, este “hallar a Dios en todas las cosas” sí ha encontrado en San Ignacio y la espiritualidad que nace y se alimenta de sus Ejercicios espirituales una enorme centralidad. Hasta tal punto, que la espiritualidad ignaciana es una “espiritualidad mundana”.25 Este misticismo que ha sido llamado “misticismo de servicio”26 y descrito como “un percatarse” en medio de las actividades de cada día, no debe ser contrapuesto a otros modos de misticismo como el monacal, porque no son excluyentes sino complementarios.27 Ser contemplativos en la acción requiere un ejercicio de discernimiento continuo para preguntarse “qué significa seguir a Jesús hoy en mis circunstancias concretas”.28 Una mirada contemplativa es una mirada cercana y atenta a los detalles, porque sin atención “no hay experiencia de Dios” ni “amor auténtico”.29

Mística de ojos abiertos:

21 Basado en propuesta de fundamentación teológica para el “Advocacy Ignaciano” en Promotio Iustitiae, n° 108, 2012/122 Desarrollo con una buena selección de referencias a los textos de Nadal en (Giuliani, Abril 1955, nº 6).23 (Endean, The Rahner Brothers and the Discovery of Jerónimo Nadal, 2001, págs. 71-73)24 (Endean, The Rahner Brothers and the Discovery of Jerónimo Nadal, 2001, pág. 69ss)25 Josep M. Rambla (Cristianisme i Justícia, 2011, págs. 57-8)26 (Endean, The Concept of Ignatian Mysticism, Mayo 2002, pág. 78)27 (Endean, The Concept of Ignatian Mysticism, Mayo 2002, págs. 83-85)28 (Mollá, 2011, pág. 65); Josep M. Rambla en (Cristianisme i Justícia, 2011, pág. 57)29 (Mollá, 2011, pág. 39)

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Esta expresión de Metz “la mística de ojos abiertos” resume sumariamente los rasgos que hemos ido desgranando en los apartados anteriores. A saber, es una “mística bíblica de la justicia”, una mística “buscadora de rostros” y una mística que es a la vez política.

Es una “mística bíblica de la justicia”, porque consiste en participar de “la pasión divina como sympathia, como mística práctica de la compasión”, se trata de una percepción compasiva que se deja afectar por el dolor ajeno.30 Es una mística “buscadora de rostros, porque sale al encuentro de los que sufren, y contempla cara a cara “el rostro de los desdichados y de las víctimas.” 31 Esta mirada sintiente pasa a ser un “percatarse afectivamente” de la presencia de Dios interpelante en el rostro de los hermanos. Y esta presencia irrumpe e interrumpe nuestras vidas haciéndonos salir de nosotros mismos. Este “encuentro con el Cristo de la Pasión” invita a desprenderse y cargar con la cruz propia del seguimiento de Jesús porque supone permitir que el dolor ajeno interrumpa nuestros intereses creados y nuestros deseos.32 Este encuentro educa y sensibiliza la mirada creyente. La oración es entonces “una escuela del ver, del ojear,” por la que Dios va dotando a los creyentes “de ojos bien abiertos para los demás, sobre todo para los que resultan invisibles”.33

La mirada contemplativa desafía los ritmos y la cultura dominante, profusa en imágenes e información en la que los quehaceres y obligaciones nos invitan a pasar de largo (Lc 10). Y al mismo tiempo, esta experiencia mística de ver con ojos abiertos en la que somos encontrados por Dios en los otros (Mt 25), nos lleva a dejarnos mirar y cuestionar por sus rostros, de donde surge “un horizonte de responsabilidad” que hace que la mística se vuelva política.34 Metz invita a dejarse interpelar por la mirada de los otros radicalmente: “¿hemos intentado juzgar nuestra conducta personal no solo con nuestros propios ojos sino también poniéndonos en el mismo lugar que aquellos a quienes les debemos algo, a quienes hemos herido o abandonado?”35 Se trata en definitiva de dejarnos impactar por la realidad de la otra persona, dejarnos “golpear” por sus necesidades y por su realidad para no imponer nuestras agendas o compromisos sobre ellos.36 Es un ejercicio contemplativo de “mística de la realidad”, que siguiendo la intuición de la aplicación de sentidos de los EE, nos invita a dejarnos afectar; a oír, sentir y gustar la realidad de las personas que acompañamos. Esta mística de la que brota el compromiso por la Justicia, consiste en dejarse mirar por Dios (EE 73), en ser mirados por Dios que es “la luz gracias a la cual” vemos, para poder mirar las cosas de modo nuevo. Una mirada que nos devuelve nuestra imagen real ante Dios, no distorsionada por nuestros egos e ideales, que nos acerca a Dios y que nos va capacitando para para empezar a mirar la realidad como Dios la mira. Conjugarse en pasivo, ese es el “latido del acto místico”,37 capaz de percibir que por debajo de todos nuestros actos de conocimiento hay una luz “que nos permite conocer”.38

La actitud mística consiste en buscar estas huellas de Dios en la realidad. Como resume González Buelta, “este es nuestro desafío: contemplar la realidad con ojos nuevos para descubrir el filón de la vida evangélica, tanto en la cotidianeidad que nos envuelve como en lo diferente, lo oprimido, y lo secularizado, para reflejarle al mundo en nuestra propia carne otra imagen de Dios y de la persona humana”39. La mística de ojos abiertos permite percibirlo incluso en “las situaciones humanas aplastadas” donde según nuestra lógica “ya no puede salir nada bueno”, descubrir que incluso los “infiernos de la historia” son santuarios “donde Dios habita”.40 Se trata pues de ser mirados por Dios, y especialmente por el Dios crucificado en los “ojos femeninos de la pobreza, en los ojos perdidos de los niños famélicos, en los vidriosos de los prisioneros de la droga, en los mortalmente heridos de los

30 (Metz, 2013, pág. 22) Ver también Ibid., pág 63-431 (Metz, 2013, pág. 23)32 (Metz, 2013, pág. 64)33 (Metz, 2013, pág. 55)34 (Metz, 2013, págs. 56-7)35 (Metz, 2013, pág. 64)36 (Mollá, 2011, pág. 16)37 (Velasco J. M., 2009, pág. 105)38 (Velasco J. M., 2009, pág. 106)39 (Buelta, 2006, pág. 9)40 (Buelta, 2006, pág. 74)

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enfermos de Sida,” en los de los parados, los delos ancianos abandonados... y en “los anhelantes de los refugiados de un país en llamas” y en un largo etc.41

5. El compromiso que brota de esta mística de ojos abiertos.

Es necesario un compromiso que encarne esta mística de ojos abiertos, esta mística interruptora. Es la praxis que encarna “los rasgos de ese liberador y sublime rostro divino al que van dirigidas nuestras plegarias.”42 Se trata de actuar el precepto del amor cristiano, de darle contenido, para que no quede en el aire “sin las mediaciones adecuadas que le permitan tomar tierra en lo cotidiano”.43 Necesitamos una mística del amor encarnado, ese amor invocado “de manera descarnada y sin sentimentalismos, en la lucha por la paz y la justicia” en clave “mística y política,” como la usaron tantos cristianos que, “para romper el fatalismo de las interrelaciones violentas, han dado su vida por los más pobres” como fue el caso “de un tal arzobispo Romero” y entonces es amor que condensa “la espiritualidad política que emana del espíritu pentecostal”. 44 El seguimiento de Cristo, la “mística del seguimiento” tiene que tener junto a un componente místico otro “«situacional», práctico-político” porque sin su componente político el seguimiento queda “demediado” y se reduce o bien “a una dimensión de acción político-social o bien a una espiritualidad puramente privada.”45 Pero no es ya el seguimiento de Jesús de Nazaret, quien manifestó con su vida que “responsabilizarse de la gloria de Dios persiste en medio de las contradicciones individuales y públicas de la vida.”46

Para ser místicos de ojos abiertos necesitamos cuidar nuestros espacios de “Ecologia Espiritual” (G.Buelta) y procurarnos esos colirios que nos permitan ver la realidad tal cual es delante de Dios (Ap 3,18). Se trata de pedir ojos nuevos para ver donde está Dios nuevamente encarnado, nuevamente perseguido, nuevamente crucificado.47 La mística de los ojos abiertos, es en esencia y ante todo un ejercicio orante de prestar atención al dolor y sufrimiento del mundo, del que brota la compassio: ponerse en movimiento para buscar el modo de fomentar el bien común y confrontar las estructuras que lo niegan.

Quizás en este momento de crisis de lo político y de crispación política, debemos animar a la participación en las estructuras sociales para transformar las estructuras de poder que fomentan relaciones desiguales que favorecen a los poderosos en contra de los sin poder. Se trata aquí de entender el poder, incluido el poder de pertenecer a un partido político y de desempeñar cargos en las esfera pública, como “poder al servicio de”. David Martínez, en su colaboración a libro “Participación Sociopolítica del Laicado Cristiano”, sale al paso de las connotaciones negativas que esta propuesta puede tener en “ambientes cristianos”, y aclara: “Entiendo que la búsqueda de poder puede disonar en ambientes cristianos pues existe la idea de servir desde el no poder o de no buscar o aceptar cargos que implican una buena dosis de poder por el riesgo subyacente que contiene. Insisto que si se considera que los cambios sociales no son acuerdos tersos sino que la mayoría son arrancados desde una organización que provoca modificaciones en la correlación de fuerzas, la categoría poder está presente irremediablemente en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.”48 El cristiano, dice Arrupe, tiene en el compromiso socio-político un camino de “santidad y evangelización”, si lo vive como una llamada a “implicarse por el bien común al servicio de la sociedad y “usa el poder para servir”.49

Así el cristiano escucha con fuerza el clamor bíblico contra la injusticia y la opresión, y se ve impelido a comprometerse. En palabras de Rahner, “se hace evidente que la unidad entre el amor a Dios y el amor al prójimo implica una actitud de protesta y crítica de la sociedad”5. La implicación en la vida pública del 41 F. Javier Vitoria en (Cristianisme i Justícia, 2011, págs. 127-8)42 (Metz, 2013, pág. 122)43 (David Martínez Mendizábal y Mauricio López Oropeza, coordinadores., Abril, 2013, pág. 19)44 (Metz, 2013, pág. 120)45 (Metz, 2013, pág. 155)46 (Metz, 2013, pág. 155)47 (Buelta, 2006, pág. 125)48 (David Martínez Mendizábal y Mauricio López Oropeza, coordinadores., Abril, 2013, pág. 24)49 P. Arrupe SJ en la Asamblea Mundial de la CVX de 1979 citado en (David Martínez Mendizábal y Mauricio López Oropeza, coordinadores., Abril, 2013, pág. 26)

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cristiano velará porque el criterio de las medidas políticas sea el bienestar de los que estén peor, el servicio del bien común. Si la Iglesia ha de ser “mediadora de salvación” en la sociedad, los cristianos están llamados a tener una función crítica y constructiva, para ser “en el mejor sentido de la palabra, revolucionarios”6.

Termino con estas palabras que encuentro muy elocuentes de David Martínez:

“La invitación es que seamos más esperanzados, más reflexivos y más creativos en el compromiso político. Las tres al mismo tiempo. La esperanza sin reflexión es simplemente un sueño sin asideras. La reflexión sin esperanzanos lleva a la amargura. La esperanza y la reflexión que prescinden de la creatividad están condenadas a repetir. La creatividad sin dirección y sin reflexión es tirar escopetazos a ver cuál le atina al blanco…Nadie dijo que era fácil, ni pronto. Esta tarea es tan grande, que como dijo el poeta español, no hay suplentes. Que cada cristiano y cristiana agarre su trinchera y libre la batalla que su conciencia le dicte.” 50

50 (David Martínez Mendizábal y Mauricio López Oropeza, coordinadores., Abril, 2013, pág. 28)

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