Mito Del Carro Alado

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Mito del carro alado Consiste en que el alma está formada por un caballo blanco (tendencias positivas, bueno, hermoso), que se localiza en el pecho; otro negro (tendencias negativas, malo, feo), que se encuentra en el vientre y por último el auriga (la parte racional), que se encuentra en la cabeza. El alma es una fuerza natural que mantiene unidos al carro y su auriga (sostenidos por alas). La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio, bueno y hace crecer las alas, las alimenta. En cambio lo malo, vergonzoso y feo hace que se consuman y perezcan. Si el auriga controla a los caballos, se elevará y contemplará el mundo de las ideas, si por el contrario no lo hace, los caballos se rebelan, no podrá elevarse y caerá en el mundo de las cosas, el mundo sensible. El alma acabará en un cuerpo aprisionado con el anhelo de retornar a su mundo original. Para conseguirlo requerirá hacer nacer las alas, lo cual se logra a través del amor, el anhelo de alcanzar la belleza, y la justicia. Cuando el alma alcanza todas sus virtudes (fortaleza, sabiduría, templanza) le llevarán a contemplar la idea del Bien mismo. Con ello hará que le vuelvan a crecer las alas, se elevará y volverá al mundo de las ideas. Cuenta la historia que las almas fueron convertidas en carros tirados por dos caballos: el blanco que representaba a la parte sensible y el negro, a la pasional; por otro lado el chofer representaba la parte racional y era el encargado de llevar el control. Estas almas vivían felices y sin ataduras; solo existía una regla que no debía ser rota jamás: “si uno de los caballos domina al chofer, el alma era expulsada al mundo sensible”. Muchas almas lo cumplieron, pero hubo unas cuantas que la desobedecieron y fueron expulsadas a un mundo imperfecto, donde una especie de cárcel llamada cuerpo las capturó. Intentaron de todo para escapar pero no lograron, fue entonces que un hombre muy sabio les dio la solución: “la única forma de escapar de este cuerpo es alcanzando el conocimiento máximo, si no lo alcanzas seguirás cambiando de cuerpo hasta que lo logres” dijo Platón. Fue así como las almas desobedientes empezaron a conocer y luchar por descubrir la verdad; pero se dieron cuenta de algo muy importante: ellas conocían ciertas cosas, no aprendían de cero ya que recordaban las Ideas que habían contemplado y visto en el mundo de las Ideas. Finalmente dejaron esta cárcel para ir al mundo maravilloso y perfecto de las Ideas.

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Mito del carro alado

 Consiste en que el alma está formada por un caballo blanco (tendencias positivas, bueno, hermoso), que se localiza en el pecho; otro negro (tendencias negativas, malo, feo), que se encuentra en el vientre y por último el auriga (la parte racional), que se encuentra en la cabeza.

El alma es una fuerza natural que mantiene unidos al carro y su auriga (sostenidos por alas). La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio, bueno y hace crecer las alas, las alimenta. En cambio lo malo, vergonzoso y feo hace que se consuman y perezcan.

Si el auriga controla a los caballos, se elevará y contemplará el mundo de las ideas, si por el contrario no lo hace, los caballos se rebelan, no podrá elevarse y caerá en el mundo de las cosas, el mundo sensible. El alma acabará en un cuerpo aprisionado con el anhelo de retornar a su mundo original.

Para conseguirlo requerirá hacer nacer las alas, lo cual se logra a través del amor, el anhelo de alcanzar la belleza, y la justicia. Cuando el alma alcanza todas sus virtudes (fortaleza, sabiduría, templanza) le llevarán a contemplar la idea del Bien mismo. Con ello hará que le vuelvan a crecer las alas, se elevará y volverá al mundo de las ideas.

Cuenta la historia que las almas fueron convertidas en carros tirados por dos caballos: el blanco que representaba a la parte sensible y el negro, a la pasional; por otro lado el chofer representaba la parte racional y era el encargado de llevar el control. Estas almas vivían felices y sin ataduras; solo existía una regla que no debía ser rota jamás: “si uno de los caballos domina al chofer, el alma era expulsada al mundo sensible”. Muchas almas lo cumplieron, pero hubo unas cuantas que la desobedecieron y fueron expulsadas a un mundo imperfecto, donde una especie de cárcel llamada cuerpo las capturó. Intentaron de todo para escapar pero no lograron, fue entonces que un hombre muy sabio les dio la solución: “la única forma de escapar de este cuerpo es alcanzando el conocimiento máximo, si no lo alcanzas seguirás cambiando de cuerpo hasta que lo logres” dijo Platón. Fue así como las almas desobedientes empezaron a conocer y luchar por descubrir la verdad; pero se dieron cuenta de algo muy importante: ellas conocían ciertas cosas, no aprendían de cero ya que recordaban las Ideas que habían contemplado y visto en el mundo de las Ideas. Finalmente dejaron esta cárcel para ir al mundo maravilloso y perfecto de las Ideas.