Mitos urbanos -...

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Mitos urbanos

Manuel Gahete

V PREMIO DE POESÍA ATENEO DE SEVILLA

El V Premio de Poesía «Ateneo de Sevilla» fue convocado por el Excelentísimo Ayun­tamiento de Sevilla siendo galardonada la obra Mitos urbanos de Manuel Gahete.

Fotografía del autor: Valerio Merino

© Manuel Gahete, 2007© Algaida Editores, 2007Avda. San Francisco Javier 2241018 SevillaTeléfono 95 465 23 11. Telefax 95 465 62 54Composición: Grupo AnayaISBN: 978­84­7647­553­9Depósito legal: M­34.116­2007Impresión: Huertas I.G. (Madrid)

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemni­zaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o cien­tífica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

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Camino de regreso

Me sumerjo en las calles, en la llama del sueñodonde un cuerpo de cera, lejano a mí y conmigo,me crea y me aniquila.

A lo lejos la lluvia ya amenaza con su acento de hierba. Todo augura el olor a limonero, a rosa derramada por las calles en sombra,a esta sed, al cansancio de los versos benignos que un vértigo de ansias muerde sobre la noche.

Penetro y palpo la frialdad desierta, náufrago en la intemperie de la orilla, crepúsculo de oro en la negrura, sable de sol y nieve.

Inicio la andadura, dejando que la vida sorbo a sorbo aherrumbre mis pulmones, y me bese los labios con los labios que todo lo desnombran,amador más que amado, dueño de qué mañana,buscando el tiempo nuevo de ser en la alegría.

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El vértigo y la luz

Renaces poderosa bajo la flor venial de un sol de invierno. Crecen puntas de niebla en los tejadosy herbece el corazón, árbol herido,como el grano pequeño en que se agitala infinitud de un palmo de la tierra.

Somos seres iguales que se abisman en abstrusas quimeras, ríos que se desbordan desbocadossobre otra piel hermana,vestigios agostados en el lastre del tiempo.

Y nada es como antes. Perdimos la inocencia, la quemazón urgente de la vida, el clamor aguerrido de la paz y el deseo.

Ya nada es como antes.No es justo ni inocente el dolor. La tristeza no es más que un signo amargo de esta caduca condición humana, ese fácil recursocuando todo a los pies se nos desploma.

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Oscura soledad, ya hemos llegado a este ciego dolor donde me hallas, donde te hallo mientras se desprendeuna brizna de ardor inexpugnable.

Soledad, ya me cercas, desgajada la noche, convocando la muerte a tu ciclo siniestro,a la vida imponiendo tu abrasiva certeza.

Sólo tú reconoces la imagen de lo oscuro, ese aceite proteico que nos unge con su ígnea frialdad y níveo fuego.

Cuando vengas de nuevo a reclamarme, de la nada o el todo que me has dado, una brizna de luz, me hallarás vivo,difundiendo en mi voz un himno nuevo,compartiendo la paz y la palabra.

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Heredero de Adán

Hombre en la piel cerrada de los hombres, plenitud de rudeza, tierra cárdena, fiero bruto mortaldelicuescente, náufrago entre las algas y las olas.

Hombre de sal, herido, jadeante, cognado del linaje de los dioses, heredero del aire, de la nada,fustigado a beberse vino y livor, el beso y la agonía.

¿Quién te busca en la sed de este silencio, hombre en la soledad de los clamores?

¿Quién te frena en el alfa del camino, hombre de luz eternaa la efímera sombra condenado?

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Escalofrío

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguiencuyo nombre no puedo oír sin escalofrío.

luIs CernudA

He intentado vencerte en tu terreno, libertad, que ahora tiemblasen la terne cuchilla de la boca, ignorando mi nombre, prodigando mi pan y mi vestido.

Por ti surqué las olas y me adentré en los valles, en las cumbres he sido gallardete del viento.

He dejado mi hambre, mi hastío, mi conciencia en los dedos buidos de las moras silvestres.

Por ti, mi dios, mi sinrazón, mi dueñohe traspasado riscos y oquedades.

Y no encontré en la vida libertad que no fuera sino la libertad de haber amado.

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Brindis

Vuelve la rabia al vinoen ronco brindisal sol, a la locura, a la tristeza,para saber la sed de su asechanza.

Luce alto el dolor, flamean los sables, el rugido de sangre por la herida, el plomo golpeado de la noche.

Gira en tu copa el mar y el mundo todo,universo de fuego, luz transida,oleaje preñado de palabras.

Sorbo letal el aire que respiro,enamorado amigo de la vida en el crisol fatal de la memoria.

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Vínculo

El otoño persigue con sus dedos heladoseste efímero rastro de hoja volandera.Fulvo tránsito breve, nuestra caduca condición humana. Ansia nunca saciable,este existir de árbol talado por la muerte.

¿Acaso el mar es nuestro?El vino, el aire, el beso, la palabra.

¿Queda algo de alguien en nosotros cuando el tiempo devora las huellas y el destino,cuando en nada deviene el alción de la brumay los sueños de agua se inmergen en la niebla?¿Quién extiende su mano cuando la noche cubre el lienzo de los valles?¿Quién esgrime el alfanje contra la sierpe ocultaque en lo oscuro te acecha?¿Quién arrebata al nuncio del olvido su doloroso látigo de sombra?

Cuando todos los hombres yerran por los caminos, cuando sangran las manos rotas por las cadenas, cuando el dolor acude con su pródiga llagaa ofrecernos el sorbo amargo que nos unce, toda la luz del cosmos se vislumbra,sólo tu propia sombra te contempla.

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Escrito en la arena

Por más que pretendamos demorar la miraday apurar de los labios tanta sed insaciable, el aire que se asubia en nuestro pecho tarda un instante sólo en consumirse.

Queda sólo la estela de un navío sin mástil abarrado en la sombra, apurando el naufragio de su luz en la niebla.

Y después el silencio.

Nadie vendrá jamás a referirnosde la muda cenizasi existe o no el mañana.Nadie si somos luz del universo,carne de nueva carne,sal o savia en el barro.Nadie que nos avise qué destierro, qué jardines elíseos o qué forma de nada nos depara la muerte.

Hay que vivir como si no existiera destino que esperar,como si el breve diario de la vida no volviera a brindarnos otra oportunidad de abrir sus páginas.

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El peso y la medida

Deja ya que la brisa cale tu cuerpo oscuro,la desnudez sonora donde el hombre descubre que es ya todos los hombres. Y abre las ventanas. Te contempla el espacio.

Mira al viejo que aguarda con su leve equipaje,agotada su fuerza como el placer, vencido, cansado de alzar nubes y de explorar vaguadas.

Y más allá, ¿quién sabe?, ¿quién conocela endurecida roca, su silencio, su cúspide mortal de cieno y humo?

El peregrino unge con su mano la mano que lo aguarda en el camino. Se tiende a descansar. ¿Alguien lo escucha? Cuaja la luz, la escarcha sobre el pecho,una flor en la troje de la lluvia,el sonoro clamor de la esperanza.

Más allá del amor y de la muerte,¿qué otra muerte o amor podrán salvarnos?