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Evangelio Mateo 16,13- 20 En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesa-rea de Filipo y pre- guntaba a sus discípulos: -- ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: --Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: --Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pe- dro tomó la palabra y dijo: --Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: --¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo. Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Me- sías. Existe, en la cultura y en la so- ciedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito políti- co y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opi- nión, pero con fines, como vere- mos, muy diversos: no políticos sino educativos. El sondeo de Jesús se desarro- lla en dos tiempos: primero, "Quién dice la gente que soy yo?"; segun- do, "¿Quién decís vosotros que soy yo?Jesús no parece dar mucha im- portancia a lo que la gente piensa de él; le interesa saber qué piensan sus discípulos. Les coge con ese "¿y vosotros quién decís que soy yo?". No permite que se atrincheren tras las opiniones de otros, quiere que digan su propia opinión. La situación se repite, casi idén- tica, en el día de hoy. También hoy "la gente", la opinión pública, tiene sus ideas sobre Jesús. Jesús está de moda. Miremos lo que sucede en el mundo de la literatura y del es H H o o j j a a D D o o m m i i n n i i c c a a l l Parroquias del Ssmo. Cristo de las Cadenas y Latores www.cristodelascadenas.es · Tfno. 985 237 424 Domingo XXI del T.O. (A) · Oviedo, 27 de agosto de 2017 · 254 M M MA A ARIA RIA RIA RIA ELVIRA ROCA BAREA ELVIRA ROCA BAREA ELVIRA ROCA BAREA ELVIRA ROCA BAREA Desmonta Desmonta Desmonta Desmontando ndo ndo ndo las falsedades de la las falsedades de la las falsedades de la las falsedades de la Leyenda Leyenda Leyenda Leyenda Negra Negra Negra Negra ( ( (V V VI I II I I) ) ) - Pero no podemos negar que la Inquisición existió. - El mecanismo de la leyenda negra funciona siempre no con la mentira absoluta, lo que se dice suele ser verdad. Lo que se hace es que se magnifica y se calla todo lo demás. La Inqui- sición existió, claro que existió, pero era una institución peque- ña, que no tuvo nunca capacidad para influir decisivamente en la vida de los países católicos y de España desde luego que no. Yo siempre pongo el mismo ejemplo, porque es de Perogru- llo: el Lazarillo de Tormes se publica y la Inquisición lo prohíbe en la primera edición. ¿Alguien alguna vez tuvo alguna dificul- tad para comprar el Lazarillo de Tormes? ¿Es que El Lazarillo de Tormes no lo ha conocido nadie? El Lazarillo de Tormes se siguió editando, se siguió comprando y en 20 años ya lo estu- diaban en las universidades españolas y todo el mundo lo co- nocía. ¡Y estaba prohibido por la Inquisición! ¿Y qué? ¿Qué afectó esto a la popularidad del Lazarillo de Tormes? Absolu- tamente nada. - En el imaginario colectivo, decir Inquisición es hablar de una institución muy poderosa, arbitraria y cruel. - Es la tergiversación más fenomenal de todas las tergiver- saciones. La Inquisición era una institución muy organizada, mucho mejor reglamentada que cualquiera otra en su momento, y en la que la religión seguía siendo asunto de la religión y no del Estado. Se ocupaba de delitos que todavía lo son hoy día, como por ejemplo los que se conocían como delitos contra la honestidad: el proxenetismo, la pederastia, la trata de blancas, la falsificación de monedas y documentos... Tenía un campo muy amplio de trabajo. El hecho de constituirse como una forma organizada, regla- mentada y judicialmente estable de tratar las disidencias reli- giosas evitó las matanzas que estas provocaron en el lado pro- testante. Nosotros sabemos todas y cada una de las sentencias a muerte que aquí se firmaron. Están muy bien documentadas en un estudio del profesor Contreras y de un danés, Henning- sen. La Inquisición juzgó un total de 44.000 causas desde 1560 hasta 1700, con el resultado de 1.340 condenados aproxima- damente. Y esa es toda la historia. Calvino mandó a la hoguera a 500 personas en solo 20 años por herejía. Cuando uno se pone a ver las barbaridades que su- cedieron en el lado protestante, es que no hay color, entre otras cosas porque el cálculo de muertos que la intolerancia protes- tante pudo provocar sólo puede hacerse aproximadamente puesto que en la mayoría de los casos no hubo juicio, ni aboga- dos, ni derecho a defenderse, fue por el procedimiento bárbaro del linchamiento, nada más. Esto no ocurrió nunca en las zonas católicas, jamás. [cont [cont [cont [conti i inúa] núa] núa] núa] SANTORAL: SANTORAL: SANTORAL: SANTORAL: 2 2 28 8 8 DE AGOSTO DE AGOSTO DE AGOSTO DE AGOSTO San San San San Agustín Agustín Agustín Agustín San Agustín, cuyo nombre latino fue Au- relius Augustinus. fue un aventajado filósofo y teólogo de la cris- tiandad. Nació el 13 de noviembre del año 354 en la antigua ciu- dad africana de Ta- gaste, hoy llamada Souk Ahras, ubicada en la actual Argelia. Fue hijo de Mónica de Hipona, que se conver- tiría luego en Santa Mónica, y de un funciona- rio imperial llamado Patricio, convertido al cristianismo poco antes de morir. A los dieciocho años, Agustín tuvo su pri- mera concubina, que le dio un hijo al que pu- sieron por nombre Adeodato. Los excesos de juventud continuaron y se incrementaron con una afición desmesurada por el teatro y otros espectáculos públicos; esta vida le hizo rene- gar de la religión de su madre. Su primera lec- tura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Sus intereses le inclina- ban hacia la filosofía. Durante la Vigilia Pascual del año 387, en la noche del 24 al 25 de abril, Agustín fue bau- tizado por san Ambrosio, obispo de Milán. Hoy, los restos de san Agustín se veneran en la Basílica de S. Pedro de Pavía. En 2007 visi- tó este lugar Benedicto XVI y, ante los fieles allí reunidos, se refirió a las tres grandes eta- pas o tres conversiones de Agustín: La primera conversión fundamental fue el camino interior hacia el “sí” de la fe y del bau- tismo. Agustín fue siempre una persona in- quieta. Quería encontrar la vida verdadera y no vivir a ciegas, sin sentido y sin meta. La gran lucha interior de sus años juveniles fue conocer a Dios, familiarizarse realmente con Jesucristo y llegar a decirle “sí” con todas las consecuencias. La segunda conversión de Agustín fue des- pués de recibir el bautismo. El año 391 fue a la ciudad de Hipona para encontrarse con un amigo, a quien quería conquistar para su mo- nasterio. En la liturgia dominical en la catedral, el obispo Valerio manifestó públicamente su intención de elegir a un sacerdote para que le ayudara en la predicación. Los asistentes se fi- jaron en Agustín y fue aclamado como candi- dato. A partir de entonces, aceptó ser sacerdo- te y luego obispo como servicio a la Iglesia. Hay una tercera etapa decisiva en la con- versión de Agustín. Unos veinte años después de su ordenación sacerdotal, Agustín escribió un libro titulado Retractaciones, donde revisa de modo crítico las obras que había publicado y añade algunas enmiendas. Escribe: “Perdo- na nuestras ofensas como nosotros perdona- mos a los que nos ofenden es la oración diaria de la Iglesia” Agustín había aprendido la humildad y la misericordia. quedar uno a medio camino: o es lo que di- ce ser, o es el mayor loco exaltado de la historia. No hay medias tintas. Existen edi- ficios y estructuras metálicas (creo que una es la torre Eiffel de París) hechas de tal manera que si se toca un cierto punto, o se traslada cierto elemento, se derrumba todo. Así es el edificio de la fe cristiana, y ese punto neurálgico es la divinidad de Jesu- cristo. Pero dejemos las respuestas de la gen- te y vayamos a los no creyentes. No basta con creer en la divinidad de Cristo, es ne- cesario también testimoniarla. Quien lo co- noce y no da testimonio de esta fe, sino que la esconde, es más responsable ante Dios que el que no tiene esa fe. En una escena del drama "El padre humillado" de Claudel, una muchacha ju- día, hermosísima pero ciega, aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano: "Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?". Es una pre- gunta dirigida a todos nosotros que nos confesamos creyentes. P. Raniero Cantalamessa, ofm cap pectáculo. No pasa un año sin que salga una novela o una pe- lícula con la propia visión, torci- da y desacralizada, de Cristo. El caso del Código Da Vinci de Dan Brown ha sido el más cla- moroso y está teniendo muchos imitadores. Luego están los que se que- dan a medio camino. Como la gente de su tiempo, cree que Jesús es "uno de los profetas". Una persona fascinante, se le coloca al lado de Sócrates, Gandhi, Tolstoi. Estoy seguro de que Jesús no desprecia es- tas respuestas, porque se dice de él que "no apaga el pábilo vacilante y no quiebra la caña cascada", es decir, sabe apre- ciar todo esfuerzo honesto por parte del hombre. Pero hay una respuesta que no cuadra, ni siquiera a la lógi- ca humana. Gandhi o Tolstoi nunca han dicho "yo soy el ca- mino, la verdad y la vida", o también "el que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí". Con Jesús no se puede que

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Evangelio Mateo 16,13- 20

En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesa-rea de Filipo y pre-guntaba a sus discípulos:

-- ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron:

--Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.

Él les preguntó: --Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pe-dro tomó la palabra y dijo: --Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Jesús le respondió: --¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Me-sías.

Existe, en la cultura y en la so-ciedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito políti-co y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opi-nión, pero con fines, como vere-mos, muy diversos: no políticos sino educativos.

El sondeo de Jesús se desarro-lla en dos tiempos: primero, "Quién dice la gente que soy yo?"; segun-do, "¿Quién decís vosotros que soy yo?”

Jesús no parece dar mucha im-portancia a lo que la gente piensa de él; le interesa saber qué piensan sus discípulos. Les coge con ese "¿y vosotros quién decís que soy yo?". No permite que se atrincheren tras las opiniones de otros, quiere que digan su propia opinión.

La situación se repite, casi idén-tica, en el día de hoy. También hoy "la gente", la opinión pública, tiene sus ideas sobre Jesús. Jesús está de moda. Miremos lo que sucede en el mundo de la literatura y del es

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www.cristodelascadenas.es · Tfno. 985 237 424

Domingo XXI del T.O. (A) · Oviedo, 27 de agosto de 2017 · Nº 254

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- Pero no podemos negar que la Inquisición existió. - El mecanismo de la leyenda negra funciona siempre no

con la mentira absoluta, lo que se dice suele ser verdad. Lo que se hace es que se magnifica y se calla todo lo demás. La Inqui-sición existió, claro que existió, pero era una institución peque-ña, que no tuvo nunca capacidad para influir decisivamente en la vida de los países católicos y de España desde luego que no.

Yo siempre pongo el mismo ejemplo, porque es de Perogru-llo: el Lazarillo de Tormes se publica y la Inquisición lo prohíbe en la primera edición. ¿Alguien alguna vez tuvo alguna dificul-tad para comprar el Lazarillo de Tormes? ¿Es que El Lazarillo de Tormes no lo ha conocido nadie? El Lazarillo de Tormes se siguió editando, se siguió comprando y en 20 años ya lo estu-diaban en las universidades españolas y todo el mundo lo co-nocía. ¡Y estaba prohibido por la Inquisición! ¿Y qué? ¿Qué afectó esto a la popularidad del Lazarillo de Tormes? Absolu-tamente nada.

- En el imaginario colectivo, decir Inquisición es hablar de una institución muy poderosa, arbitraria y cruel.

- Es la tergiversación más fenomenal de todas las tergiver-saciones. La Inquisición era una institución muy organizada, mucho mejor reglamentada que cualquiera otra en su momento, y en la que la religión seguía siendo asunto de la religión y no del Estado. Se ocupaba de delitos que todavía lo son hoy día, como por ejemplo los que se conocían como delitos contra la honestidad: el proxenetismo, la pederastia, la trata de blancas, la falsificación de monedas y documentos... Tenía un campo muy amplio de trabajo.

El hecho de constituirse como una forma organizada, regla-mentada y judicialmente estable de tratar las disidencias reli-giosas evitó las matanzas que estas provocaron en el lado pro-testante. Nosotros sabemos todas y cada una de las sentencias a muerte que aquí se firmaron. Están muy bien documentadas en un estudio del profesor Contreras y de un danés, Henning-sen. La Inquisición juzgó un total de 44.000 causas desde 1560 hasta 1700, con el resultado de 1.340 condenados aproxima-damente. Y esa es toda la historia.

Calvino mandó a la hoguera a 500 personas en solo 20 años por herejía. Cuando uno se pone a ver las barbaridades que su-cedieron en el lado protestante, es que no hay color, entre otras cosas porque el cálculo de muertos que la intolerancia protes-tante pudo provocar sólo puede hacerse aproximadamente puesto que en la mayoría de los casos no hubo juicio, ni aboga-dos, ni derecho a defenderse, fue por el procedimiento bárbaro del linchamiento, nada más. Esto no ocurrió nunca en las zonas católicas, jamás. [cont[cont[cont[contiiiinúa]núa]núa]núa]

SANTORAL: SANTORAL: SANTORAL: SANTORAL: 22228888 DE AGOSTO DE AGOSTO DE AGOSTO DE AGOSTO

San San San San AgustínAgustínAgustínAgustín San Agustín, cuyo

nombre latino fue Au-relius Augustinus. fue un aventajado filósofo y teólogo de la cris-tiandad. Nació el 13 de noviembre del año 354 en la antigua ciu-dad africana de Ta-gaste, hoy llamada Souk Ahras, ubicada en la actual Argelia. Fue hijo de Mónica de Hipona, que se conver-tiría luego en Santa Mónica, y de un funciona-rio imperial llamado Patricio, convertido al cristianismo poco antes de morir.

A los dieciocho años, Agustín tuvo su pri-mera concubina, que le dio un hijo al que pu-sieron por nombre Adeodato. Los excesos de juventud continuaron y se incrementaron con una afición desmesurada por el teatro y otros espectáculos públicos; esta vida le hizo rene-gar de la religión de su madre. Su primera lec-tura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Sus intereses le inclina-ban hacia la filosofía.

Durante la Vigilia Pascual del año 387, en la noche del 24 al 25 de abril, Agustín fue bau-tizado por san Ambrosio, obispo de Milán. Hoy, los restos de san Agustín se veneran en la Basílica de S. Pedro de Pavía. En 2007 visi-tó este lugar Benedicto XVI y, ante los fieles allí reunidos, se refirió a las tres grandes eta-pas o tres conversiones de Agustín:

La primera conversión fundamental fue el camino interior hacia el “sí” de la fe y del bau-tismo. Agustín fue siempre una persona in-quieta. Quería encontrar la vida verdadera y no vivir a ciegas, sin sentido y sin meta. La gran lucha interior de sus años juveniles fue conocer a Dios, familiarizarse realmente con Jesucristo y llegar a decirle “sí” con todas las consecuencias.

La segunda conversión de Agustín fue des-pués de recibir el bautismo. El año 391 fue a la ciudad de Hipona para encontrarse con un amigo, a quien quería conquistar para su mo-nasterio. En la liturgia dominical en la catedral, el obispo Valerio manifestó públicamente su intención de elegir a un sacerdote para que le ayudara en la predicación. Los asistentes se fi-jaron en Agustín y fue aclamado como candi-dato. A partir de entonces, aceptó ser sacerdo-te y luego obispo como servicio a la Iglesia.

Hay una tercera etapa decisiva en la con-versión de Agustín. Unos veinte años después de su ordenación sacerdotal, Agustín escribió un libro titulado Retractaciones, donde revisa de modo crítico las obras que había publicado y añade algunas enmiendas. Escribe: “Perdo-na nuestras ofensas como nosotros perdona-mos a los que nos ofenden es la oración diaria de la Iglesia” Agustín había aprendido la humildad y la misericordia.

quedar uno a medio camino: o es lo que di-ce ser, o es el mayor loco exaltado de la historia. No hay medias tintas. Existen edi-ficios y estructuras metálicas (creo que una es la torre Eiffel de París) hechas de tal manera que si se toca un cierto punto, o se traslada cierto elemento, se derrumba todo. Así es el edificio de la fe cristiana, y ese punto neurálgico es la divinidad de Jesu-cristo.

Pero dejemos las respuestas de la gen-te y vayamos a los no creyentes. No basta con creer en la divinidad de Cristo, es ne-cesario también testimoniarla. Quien lo co-noce y no da testimonio de esta fe, sino que la esconde, es más responsable ante Dios que el que no tiene esa fe.

En una escena del drama "El padre humillado" de Claudel, una muchacha ju-día, hermosísima pero ciega, aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano: "Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?". Es una pre-gunta dirigida a todos nosotros que nos confesamos creyentes.

P. Raniero Cantalamessa, ofm cap

pectáculo. No pasa un año sin que salga una novela o una pe-lícula con la propia visión, torci-da y desacralizada, de Cristo. El caso del Código Da Vinci de Dan Brown ha sido el más cla-moroso y está teniendo muchos imitadores.

Luego están los que se que-dan a medio camino. Como la gente de su tiempo, cree que Jesús es "uno de los profetas". Una persona fascinante, se le coloca al lado de Sócrates, Gandhi, Tolstoi. Estoy seguro de que Jesús no desprecia es-tas respuestas, porque se dice de él que "no apaga el pábilo vacilante y no quiebra la caña cascada", es decir, sabe apre-ciar todo esfuerzo honesto por parte del hombre.

Pero hay una respuesta que no cuadra, ni siquiera a la lógi-ca humana. Gandhi o Tolstoi nunca han dicho "yo soy el ca-mino, la verdad y la vida", o también "el que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí".

Con Jesús no se puede que

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EL MARTES 5 DE SEPTIEMBRE

Peregrinación a CPeregrinación a CPeregrinación a CPeregrinación a Co-o-o-o-vadongavadongavadongavadonga

El próximo martes 5 de septiembre peregrinaremos al Santuario de Nues-tra Señora de Covadonga para cele-brar la Santa Misa y la Novena en honor de la Santina, que es a las 6 de la tarde, con regreso inmediato.

El autobús saldrá del Santuario a las 3:00 de la tarde y cinco minutos des-pués de la iglesia de Montecerrao.

Los tickets para el autobús se reco-gen en la Sacristía, y cuestan 10 €.

EN SERIO Y EN BROMA

Gómez Dávila Las realidades espi-

rituales conmueven con su presencia, las sensuales con su au-sencia.

• Toda perfección colma y deprime.

• Sólo los personajes de las novelas

mediocres resuelven sus problemas. •

Pensar que sólo importan las cosas importantes es amago de barbarie.

Senén Molleda Un absurdo: poner

rejas para que los “cacos” no entren, cuando de lo que se trata es de poner más para que no salgan…

• La cremallera tiene algo de ferro-

carril en miniatura. •

Los chinos no tienen ojos, tienen ojales.

P. FERMIN RODRIGUEZ, S.J.P. FERMIN RODRIGUEZ, S.J.P. FERMIN RODRIGUEZ, S.J.P. FERMIN RODRIGUEZ, S.J. "¿Quién decís que soy "¿Quién decís que soy "¿Quién decís que soy "¿Quién decís que soy yo?"yo?"yo?"yo?"

En el relato que nos ofre-ce el evange-lista Mateo, Jesús le de-clara feliz a Pedro por al-go que ha ocurrido en su interior: el Padre del cie-lo le ha reve-lado que Je-sús no es un profeta más, sino «el Me-sías, el Hijo de Dios vivo». No es difícil detectar dos mati-ces en las palabras de Cristo: «Qué suerte tienes, Simón, hijo de Jonás, porque el Padre te ha desvelado una verdad tan decisiva.» Pe-ro, al mismo tiempo: «Qué dichoso eres por haberte abierto a esa luz que el Padre ha puesto en ti.»

A nosotros nos puede resultar un tanto ex-traño que una «revelación interior» pueda convertirse en fuente de felicidad. Sin embar-go, pocas cosas pueden desencadenar una experiencia tan gozosa y estable como el des-cubrir con luz nueva las convicciones funda-mentales que sostienen la vida de la persona.

Los cristianos olvidamos con frecuencia un dato elemental. Lo que encontramos al co-mienzo del cristianismo no es una doctrina, sino una experiencia vivida con fe por los pri-meros discípulos. La fe cristiana nació cuando unos hombres y mujeres se encontraron con Cristo y experimentaron en él la cercanía de Dios. Este encuentro dio un sentido nuevo a sus vidas; descubrieron a Dios como Padre cercano y bueno; pusieron en Cristo todas sus esperanzas de salvación. Para Jesús, Dios es amor compasivo. La compasión es la manera de ser de Dios

Jesús no se dedicó a organizar una religión más perfecta. Lo que verdaderamente le pre-ocupó fue la felicidad de la gente. Por eso se entregó a eliminar el sufrimiento y a luchar contra todo lo que hace daño o permite la humillación de las personas.

Ahora bien, lo que para aquellos cristianos fue una experiencia viva, a nosotros nos llega como una tradición religiosa que ha sido for-mulada en un lenguaje concreto y ha cristali-zado a lo largo de los siglos en un determina-do cuerpo doctrinal. Pero, evidentemente, ser creyente es mucho más que aceptar dócil-mente esa doctrina. Cada uno hemos de vivir nuestra propia experiencia y hacer nuestra la fe primera de aquellos discípulos.

Los cristianos hemos de responder con sin-ceridad a esa pregunta interpeladora de Je-sús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

L. G. LOVASIKL. G. LOVASIKL. G. LOVASIKL. G. LOVASIK

El poder oculto de la amabilidad La ira puede ser un pecado venial o mortal. La ira es un pe-

cado mortal si tus sentimientos de descontento derivan en pa-sión y escapan al control de la razón. El pecado mortal de ira consiste en el deseo deliberado o en la intención de infligir un grave perjuicio a alguien o de verle gravemente dañado. «Todo el que se llena de ira contra su hermano será reo de juicio», dice Jesús. La ira es un pecado venial si la causa una ofensa mera-mente fortuita, si tu descontento se dirige contra el ofensor an-tes que contra la ofensa o si te induce a infligir un castigo exce-sivo. La mayoría de la gente no le desea un daño grave a quien ha provocado su ira: tan solo el suficiente para satisfacer su propio orgullo y su egoísmo.

En nuestro caso, lo que casi todos nos vemos obliga-dos a refrenar y con-trolar son las pe-queñas y menudas manifestaciones de ira. Es probable que tengas tendencia a mostrar impaciencia ante faltas insignificantes de quienes te rodean.

– La irritabilidad es una debilidad de nuestro carácter por la que nos permitimos ser antipáticos, bruscos y descorteses con otros por la sencilla razón de que nos molestan sin pretenderlo, y la manifestamos aun cuando no hayan dicho ni hecho nada que pueda interpretarse como una ofensa.

Si eres irritable, buscarás falsas excusas para tu debilidad. Dirás que es culpa de los nervios, de tu tensión alta o baja, del insomnio, el dolor de estómago o las preocupaciones y respon-sabilidades: excusas todas ellas que no suelen ser más que fa-chada. La irritabilidad supone falta de autodominio e incapaci-dad para controlar los sentimientos cuando lo exige la caridad. Es señal de un carácter inmaduro. Si tienes disposición a eno-jarte y a ser antipático con los demás sin razón aparente, debes enfrentarte al hecho de que piensas demasiado en ti mismo. Al fin y al cabo, tus sentimientos no son lo más importante de esta vida.

La mayoría de las formas en que se manifiesta la ira contra otros suelen ser pecado venial, lo cual no debe disminuir tu de-seo de superarla. Estos pecados veniales, si no se está vigilan-te, conducen al pecado mortal y pueden destruir completamente la felicidad de un hogar y la paz que ha de reinar entre los hom-bres.

SOR MILAGROSSOR MILAGROSSOR MILAGROSSOR MILAGROS MATEOS, MISIONERA EN CAMERÚN MATEOS, MISIONERA EN CAMERÚN MATEOS, MISIONERA EN CAMERÚN MATEOS, MISIONERA EN CAMERÚN

«A la misión no vamos a hacer cosas, vamos a evangelizar»

Sor Milagros Mateos López ha dedi-cado su vida a la misión. Con 78 años esta misionera Hija de la Caridad sigue al píe del cañón con la misma energía con la que llegó a Camerún hace ya 37 años. En África ha sido matrona y ha ayudado a dar a luz a miles de niños. Pero ade-más, se ha dedicado a promover la cultu-ra provida basada en el Evangelio.

Ahora está en España para intentar conseguir ayuda de institucio-nes y agrupaciones para que ayuden en Camerún y así coger fuerzas para volver de nuevo a la misión. Y ella lo tiene claro, no está en África como si fuera una ONG, aunque haga incluso más que ellas, sino para evangelizar. Odisur recoge su testimonio:

“La misión principal es el servicio, vamos siempre con un objetivo y nos preparamos para ello. Yo enfoqué mi misión a la sanidad. Me hice matrona para ser más útil al pueblo africano. Sabía que en eso iba a ser necesaria, me preparé en ese terreno y estuve 25 años en una ma-ternidad y allí vinieron al mundo todos los niños que Dios quiso (co-menta entre risas la religiosa). También tuve que atender todos los abortos que había espontáneos y provocados. Fue ahí donde tuvimos una acción muy importante como Iglesia, porque nos integramos en el movimiento pro-vida y dimos formación en la universidad, sobre la vida y el amor. Para mí lo más bonito es que he ayudado, con la gracia de Dios, a dar hijos al mundo.

»He dedicado mi vida a la sanidad sobre todo, pero ahora, en mi ju-bilación, estoy en un centro de jóvenes agricultores. Nuestro fundador, San Vicente de Paul, dijo que las Hijas de la Caridad no teníamos jubi-lación y eso se ve cada día. Los jóvenes agricultores son maravillosos, tienen mucha inquietud de aprender, de superación y de promoción. A ellos les doy clases de ética cristiana enfocada a la sexualidad. Les motivo diciéndoles: ‘tú has sido creado por Dios y Dios es sumamente inteligente, luego tú eres una persona inteligente’; y ellos se ponen or-gullosos.

»Aceptan a las religiosas, acep-tan a las Hijas de la Caridad y acep-tan el mensaje evangélico que les llevamos. Pero no todo es bueno. Lo más difícil que se vive allí es la convivencia con las tradiciones.

»Algunas son muy complicadas de comprender y no las hemos po-dido impedir y eso nos sobrepasa. Es lo más duro. Cuando te encuen-tras delante de una tradición, como por ejemplo que van a envenenar a una persona porque así lo dicen sus ‘normas’ y tú no puedes hacer na-da, porque la tradición para ellos es más fuerte que el Evangelio. Todo esto genera un dualismo, por ejemplo por la mañana van a la Misa y por la tarde van a la tradición, convencidos y eso es duro.

»A Murcia vengo cada tres años y estoy aquí tres meses. Voy a empresas a pedir comida; voy al delegado de Misiones a contarle co-mo van las cosas; a Manos Unidas a pedirles ayuda; motivo a los ami-gos de Murcia, porque el apoyo moral también nos hace falta. La fami-lia también se alegra de verme con esta ilusión y con esta vejez (ríe).

»Cuando vamos a tierra de misión no vamos a hacer cosas, vamos para evangelizar. Tenemos que convencernos de que la persona que va a tierra de misión tiene que llevar a Dios, tiene que evangelizar, ya sea por la sanidad, la enseñanza, por el servicio… no importa cómo pe-ro tenemos que hablar de Cristo y llevar la salvación que Él nos da”