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Modelo económico y empleo: Los límites de la inercia neoliberal 1 Julio Gamero

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Las diversas encuestas de opinión revelan que la principalpreocupación de la población es actualmente el empleo. Alrespecto, el 80.8% de las opiniones de un sondeo de opinión2,apenas iniciada la gestión de la Premier Beatriz Merino consi-deraba al desempleo como el tema prioritario a ser encarado.Esta fuerte inquietud no parece ser coherente con las tasas dedesempleo que no se muestran excesivamente elevadas conrelación a las tasas históricas del país ni de compararlas conpaíses de la región.

La preocupación de la población no es una percepción pe-simista de la realidad cotidiana, sino que traduce el marcado yprolongado deterioro del mercado ocupacional y, por ende,de las condiciones de vida en el último cuarto de siglo. En unaeconomía subdesarrollada como la peruana, el estado del mer-cado laboral no puede ser aprehendido solamente por el indi-cador concebido para hacerlo: la tasa de desempleo. Esta es-pecificidad obliga a la utilización de otros indicadores, como

1 En la redacción de este artículo se ha tomado como referencia a Gamero y Humala(2002) La microempresa en Lima metropolitana: entre el desempleo y la sobrevivencia, DESCO,Lima.

2 Universidad de Lima, Encuesta de opinión del 30 de junio del 2003.

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Cuadro Nº 1

¿Cuáles son los temas más importantes que deberá tratar la nuevaPresidenta del Consejo de Ministros, Beatriz Merino? (Respuesta

Asistida) (Respuesta Múltiple)

%

Desempleo 80.8

Pobreza 55.8

Corrupción 29.6

Educación 24.8

Terrorismo 16.0

Descentralización 8.1

Acuerdo Nacional 7.4

Inestabilidad Política 6.7

Otros 1.5

No Sabe / No opina 3.0

Fuente: Universidad de Lima del 30 de Junio del 2003.

por ejemplo, el subempleo y la economía informal que, en con-junto, ayudan a entender mejor la precariedad del mercadolaboral.

La oferta laboral —es decir, la Población EconómicamenteActiva (PEA)— creció en el período 1990-96 en aproximada-mente 927 mil personas. En el mismo lapso la PEA ocupadaaumentó en 919 mil personas3. Casi la totalidad de los reciénllegados al mercado laboral habrían encontrado un puesto

3 Ver Cuadro 4. Aranaga, D. (1998) Deterioro y escasa retribución al factor trabajo en elPerú 1990-97, UNI, Lima, Perú.

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de trabajo. El aumento del empleo en el sector informal4

—microempresas y trabajo autónomo— compensó la dismi-nución del empleo asalariado en las empresas medianas y gran-des. Esto explicaría la estabilidad de la tasa de desempleo5. Enel periodo 1996-99, la PEA aumentó en promedio en 247 milpersonas por año según el INEI, mientras que la PEA ocupa-da lo hizo a un nivel ligeramente inferior: en 239 mil trabaja-dores. Entre 1999 y el 2001 la PEA tuvo un incremento de 218mil personas por año según el MTPE-INEI, en tanto que la ocu-pación creció en 204 mil6, si bien concentrada mayoritariamen-te —al igual que en los años noventa— en el sector informal,pero sin el dinamismo de mediados de los noventa. Se apre-ció, tímidamente, una recuperación en el empleo formal.

Una persona es considerada como adecuadamente emplea-da si trabaja al menos 35 horas semanales y si su remunera-ción es por lo menos igual al ingreso mínimo referencial7. Eldesempleado es aquel que busca trabajar de manera activapero no encuentra un puesto de trabajo. Una persona está ensituación de subempleo por ingresos cuando, al estar traba-jando a tiempo completo o en jornada normal, su remunera-ción es inferior al ingreso mínimo referencial. En situación desubempleo por horas cuando trabaja menos de 35 horas se-manales y desea hacerlo por más tiempo.

4 OIT, Panorama Laboral 1997, Lima.

5 Esta estabilidad de la tasa de desempleo es explicada también por la reducción,bien que ligera, de la tasa de actividad.

6 Este aumento de la ocupación no dice nada respecto a la calidad de ella. En dichascifras están considerados los subempleados, el sector informal y el empleo adecuado.Este último se redujo en 4 puntos de la PEA entre 1999 y el 2001.

7 El ingreso mínimo referencial resulta de dividir el monto de la Canasta Mínima deConsumo evaluada por el INEI entre el número de miembros promedio de un hogar(en general 5, considerándose 2 de ellos como perceptores del referido hogar). Para elaño 2003 este valor ascendía a la cifra de 610 nuevos soles, aproximadamente.

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Por su parte, la PEA es definida como aquella porción dela población en edad de trabajar que lo está haciendo o estábuscando empleo, es decir, está conformada por los ocupadosy por los desocupados. La PEA constituye la oferta laboral. Sudefinición nos indica que ella varía, no solamente en respues-ta a los cambios demográficos, sino también en función al de-seo de las personas en edad de trabajar, de participar en elmercado laboral. Este último aspecto se mide a través de latasa de actividad8. Lo anterior implica que la tasa de desem-pleo puede disminuir incluso cuando el empleo disminuye si,por ejemplo, la tasa de actividad baja; esto es, si voluntaria-mente un número importante de miembros de la PEA decidedejar de buscar trabajo y pasa a la condición de inactividad, esdecir se retira del mercado de trabajo.

EL DESEMPLEO EN EL PERÚ

Ni siquiera en los peores años de crisis económica en elPerú el desempleo9 como tal ha alcanzado proporciones alar-mantes. Una explicación podría ser que la insuficiente protec-ción social y, en especial, la inexistencia de un seguro de desem-pleo inducen a todos a buscar alguna ocupación que genererentas. Es decir, el problema no es ya tanto encontrar un em-pleo adecuado, sino una ocupación que garantice por lo me-nos un ingreso de supervivencia.

8 La tasa de actividad se calcula dividendo la población económicamente activa(ocupados más desocupados) entre la población total. En contraste, la tasa deinactividad se calcula dividendo la población que no pertenece a la PEA entre lapoblación total.

9 Cuando hablamos de desempleo nos referimos al desempleo abierto. Cuandoqueramos referirnos al desempleo oculto —que es la otra forma de desempleo, peroque es más difícil de medir y, por lo tanto, más sujeto a controversia—, lo haremos demanera explícita.

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No siempre el desempleo ha alcanzado los niveles de losúltimos años. En los setenta y en los ochenta la tasa de desem-pleo tuvo un comportamiento similar, situándose en prome-dio en 7.5%, registrando tasas cercanas al 10% en los mo-mentos más álgidos del ciclo recesivo (1985) y tasas entre el5% y el 6.5% durante el pico expansivo (1987 y 1976, respec-tivamente).

En los noventa el panorama cambiaría. En 1991, la tasa dedesempleo desciende de manera sustancial para ubicarse enun reducido 5.9%, lo que se explica por un aumento del desem-pleo oculto como resultado de la recesión (recuérdese que latasa de crecimiento del PBI fue de -12.9% en 1989 y de -5.4%en 1990) de los años precedentes, que habría desalentado amuchos en la búsqueda de un puesto de trabajo, hasta el pun-to de hacerlos salir del mercado laboral10. En 1990 el desem-pleo oculto aumentó fuertemente y, a partir de entonces, se hamantenido relativamente estable. Esta elevación del desem-pleo oculto constituye una primera explicación de la modera-da tasa de desempleo en el contexto de la implementación deun drástico programa de ajuste estructural, pues un desocu-pado que deja de buscar trabajo, sea cual fuere el motivo, salede la PEA y, por lo tanto, en las estadísticas oficiales sencilla-mente deja de ser desempleado.

En 1992 la contracción del PBI fue de -0.4% y la tasa dedesempleo aumentó drásticamente respecto al año anterior,situándose en 9.4%. A partir de ese año y durante toda la dé-cada de los noventa la tasa del desempleo va a estabilizarse,con algunos altibajos, entre 8 y 10%. El nuevo siglo no marca-ría un cambio de este indicador, la tasa de desempleo se mantie-ne en las fronteras del 10%. Es decir, en términos generales, la

10 Ese año la tasa de actividad fue de sólo 57.2%, la tasa más baja en los últimos años.Véase CEPAL, Estudio Económico 1997-98, p. 296.

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tasa de desempleo se sitúa en un nivel más alto que el corres-pondiente a las décadas precedentes. Cabe señalar que los añosochenta se caracterizaron por el retraimiento de la produccióny por la rigidez del mercado laboral, situación que se reverti-ría completamente en los noventa. Sin embargo, la tasa dedesempleo creció11 sensiblemente, no obstante la reforma la-boral liberal que debía generar un mercado laboral más com-petitivo y por ende, de ajuste automático.

11 Durante el periodo 1981-90 el crecimiento anual fue -1.2%, mientras que la tasa decrecimiento del PBI en el periodo 1991-97 fue de 5.5% anual. Véase Cuadro IV.1, página60 en CEPAL, Ibid.

Gráfico Nº1

Fuente: INEI, Compendio Estadístico 2002.MTPE, Informes mensuales de empleo

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Desempleo PBI percápita Polinómica (Desempleo)

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Desempleo PBI per cápita Polinómica (Desempleo)

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LA LEY DE OKUN PARA LIMA METROPOLITANA12

Una de las más consistentes relaciones consideradas en lapolítica macroeconómica de una nación es la supuesta rela-ción negativa existente entre la tasa de crecimiento del pro-ducto y el cambio en la tasa de desempleo. De acuerdo conello, se han realizado diversas formulaciones econométricasencontrándose entre las más importantes a la identificada einterpretada por el economista Arthur Okun, conocida en laactualidad como la Ley de Okun13 .

En aquella oportunidad, Okun encontró que la disminu-ción de la tasa de desempleo de 1% de la fuerza laboral de losEstados Unidos se asociaba con gran regularidad al aumentodel Producto Nacional Bruto de 3% por encima de su tasa decrecimiento tendencial. Con ello, el análisis realizado demos-tró que cuando la economía sale de una recesión, la produc-ción aumenta en una proporción mayor que el empleo14, ycuando entra en una recesión, la producción disminuye enuna proporción mayor que aquella en la que disminuye elempleo.

Para el caso de Lima Metropolitana se halló el siguienteresultado de la ecuación de Okun, que dando forma a los tér-minos encontrados en la regresión, se tiene:

12 Versión resumida del texto publicado por Raúl Mauro en Microempresa y empleo:entre el desempleo y la sobrevivencia, DESCO, 2002

13 Okun, Arthur M. (1962) Potential GNP: Its Measurement and Significance. Proceedingof the Business and Economics Statistics Section, American Statistical Association (WashingtonD.C., American Statistical Association), pp. 98-103. Reimpreso en Okun, Arthur M.(1983) Economics for Policymaking, MIT Press, Mass, pp. 145-158.

14 Para la actual coyuntura económica del país, este hecho sería perfectamenteaplicable. Estamos saliendo de una recesión prolongada y, en ese contexto de acuerdocon Okun, cabe esperar que el empleo venga creciendo a un ritmo menor que el delempleo.

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∆µ = -0.1175 x (yt -0.0234)

Identificando los parámetros:

P = -0.1175 ó 11.75%

C = 0.0234 ó 2.34%

15 Saavedra, Jaime (1999) Empleo, productividad e ingresos en el Perú, 1990-1996, OIT.Lima, Perú.

Es interesante poder especular la relevancia del valor Challado, recordando por supuesto la acotación hecha más arribasobre la relativa baja significancia estadística del mismo. Senecesitaría por lo menos un crecimiento del 2.34% para podermantener el nivel de desempleo en su tasa ‘natural’ disipandoasí las presiones de oferta poblacional que podrían incremen-tar su magnitud. Según Saavedra15 la tasa de crecimiento de laoferta laboral en Lima entre 1990-1995 fue de 2.9% promedioanual. Mientras que la tasa de crecimiento anual en ese mis-mo periodo del PBI de Lima fue de 4.0%, o sea casi el doble dela tasa mínima necesaria para mantener el desempleo ‘intac-to’ en ese lapso de tiempo. Los resultados no hacen sino corro-borar que precisamente en ese período se tuvo un pico en latasa de desempleo de 9.9% en 1993 que luego fue reducidapaulatinamente a 8.2% (habiendo comenzado la serie en 8.3%en 1990); siempre que se pudo mantener una tasa de creci-miento promedio anual mayor que el 2.3%, lo que aseguróque la tasa de desempleo se mantenga casi inamovible. El ex-ceso se tradujo en el descenso del punto decimal en la tasa dedesempleo.

Por otro lado, el valor P calculado nos confirmaría la fuer-te reticencia a la creación de puestos de trabajo (o a su deman-da) por parte de la economía en su conjunto. Apenas un 12%

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del exceso de crecimiento del PBI por sobre la tasa «natural»encontrada se traduciría en un incremento del empleo. Esto seencuentra prácticamente en consonancia con el pobre rol queha cumplido el aparato productivo como agente demandantede mano de obra, que puede ser explicado por el sesgoreprimarizador de la política económica de los noventa.

Primero, tal como lo señala Saavedra16, las rigidicesinstitucionales prevalecientes durante los años setenta y ochen-ta referentes a la contratación y despido de la mano de obrapueden haber tenido efectos sobre la velocidad de ajuste delempleo a sus niveles óptimos y finalmente, también habríantenido efectos sobre la estructura del empleo, en tanto queincentivaron la contratación informal o la contratación tem-poral. Por lo tanto, para periodos de crecimiento del produc-to, el empleo crecería en una menor proporción, en particularsi no existe certidumbre acerca de si tal expansión es perma-nente o no.

En segundo lugar, consideramos el período de los noven-ta, en el que las anteriores rigidices institucionales del merca-do de trabajo han sido eliminadas (altos costos de despido,estabilidad laboral, sindicalismo, etc.) con el supuesto de quetales cambios tendrían un efecto positivo sobre la rotación delempleo y su ajuste ante las variaciones del producto. Sin em-bargo esto no se dio así.

También hay que considerar el hecho de que el sector in-formal y/o microempresarial fue la ‘válvula’ de escape parala absorción de la mano de obra que no lograba o no deseabainsertarse en el aparato productivo «moderno». Este hecho,junto con la práctica generalizada de contrataciones tempora-les iniciadas en los ochenta, facilitada a partir de los noventa,

16 Saavedra, Jaime (2000) Estabilidad laboral e indemnización: Efectos de los costos de despidosobre el funcionamiento del mercado laboral peruano, Grade-CIE. Lima, Perú.

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presionó a favor de que el empleo se mantuviese en tasas lige-ramente bajas.

Por último, asumamos que efectivamente a partir de losnoventa ningún empleo ‘adecuado’ fue creado en la conside-rada «gran empresa», y que en la actualidad la tasa de desem-pleo se concentra principalmente en la pequeña y microem-presa. Por todas estas evidencias empíricas podemos finalmen-te concluir que la reticencia del aparato productivo a contratarmano de obra está bien representada por el coeficiente ? calcu-lado.

Si observamos los valores reales y predichos por el mode-lo en el Gráfico Nº 2 podemos notar que la tasa de desempleopresenta un comportamiento errático en la banda de ± 0.02puntos porcentuales que apenas puede ser predicho en el pe-riodo comprendido entre 1970 hasta más o menos 1980. A par-tir de entonces el modelo parece comportarse muy bien, ex-ceptuando los valores pico, que en todo caso demuestran quela realidad «es más dramática» que lo que puede modelar lamatemática; además de presentar fluctuaciones más fuertescon respecto al período anterior a los ochenta de aproximada-mente ± 0.05.

Estos «errores» de predicción de corto plazo en el modeloocurren precisamente por las mismas razones que hacen quela relación entre el desempleo y el crecimiento no permanezcaconstante en el largo plazo. Tal como lo señala David Altig17,la tasa de desempleo captura sólo imperfectamente los cam-bios producidos en la tasa de crecimiento del PBI que depen-de fundamentalmente del nivel y de la tasa de cambio de lautilización del factor trabajo.

17 Altig, David y otros (1997) Okun’s Law Revisited: Should We Worry about LowUnemployment? Economic Commentary Series, Federal Reserve Bank of Cleveland.

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Es posible que no se pueda determinar con exactitud lacontundencia con la que un incremento en el PBI aparejará,cualquiera que sea el argumento técnico o conceptual, un in-cremento en los niveles del empleo.

Por lo general, se puede pensar que un incremento en elPBI para el caso peruano no merezca una mayor demanda detrabajo, ya que en definitiva se viene arrastrando años de re-traso en los niveles del mismo. Así, frente a un contexto deuna economía de apertura para los años ochenta con un ajusteliberal para los noventa, podemos conjeturar que las empre-sas se han visto paulatinamente forzadas a ser más eficientesen el uso de sus factores de producción, y en este caso especialal trabajo. Desafortunadamente esto trajo como consecuenciaun mayor premio sobre los ingresos de mano de obra califica-da antes que la no calificada, lo que en términos sociales signi-fica una agudización de la desigualdad del ingreso. Los secto-res tradicionales, de los cuales depende una gran parte de lafuerza laboral peruana (como la agricultura, por ejemplo),puede que nunca sean beneficiados del mayor dinamismo eco-nómico porque posiblemente sea muy costoso de lograr eseobjetivo a valores de mercado. Así, la PEA urbana calificada esla que encontraría una mayor probabilidad de ‘ganar’ en losbeneficios del crecimiento, con las limitaciones que tal genera-lización teórica implica a la hora de ‘ejecutar’.

Como ya se ha mencionado, si el objetivo es determinaruna relación que pueda ayudarnos a determinar una meta depolítica económica, entonces puede interesarnos saber cuál esla tasa necesaria de crecimiento del PBI para asegurar una dis-minución, o incremento de la demanda por mano de obra,reflejado a través de una disminución de la tasa de desem-pleo.

Sin embargo, lo opuesto también puede ser posible, paraefectos de conseguir un objetivo de la política económica. Si se

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desea conseguir una tasa de crecimiento del PBI del tanto porciento, ¿qué niveles de empleo necesito asegurar o a qué rit-mos debería crecer este? Por supuesto que esto nos llevaría aterrenos distintos de los que nos tiene acostumbrada la lógicadel mercado. Esta sería una verdadera política de creación deempleo por parte del Estado, en el que se buscaría adecuar losrequerimientos de recursos humanos con el capital humanoóptimo que pudiesen asegurar rendimientos económicos ma-yores que los esperados o con una mayor eficiencia de los quese tendría si es que no se interviene. Sin embargo, esto no tie-ne por qué ser una política de intervención, en tanto que selogren reforzar los canales de información que permitan ade-cuar de mejor manera la mano de obra calificada, producto deuna política educativa o de mejoras de retornos sociales y eco-nómicos, las que posibilitarían que efectivamente se tenganganancias para todos.

EL SECTOR INFORMAL URBANO

A diferencia de los primeros siete años de los noventa, enque el sector informal urbano logró absorber mayormente a laPEA que quedó en situación de excedente luego de los proce-sos de reconversión laboral en el sector privado y de lasprivatizaciones de las empresas públicas, en el último quin-quenio (1998 en adelante) pareciera que se estaría colmandosu capacidad de absorción laboral, bien si lo consideramoscomo sector de «refugio» como de «primera opción».

El vertiginoso crecimiento que le cupo al sector informalurbano en los noventa cuestionó la visión que veía el creci-miento de este sector propio de los periodos de recesión eco-nómica, acentuando su condición de «refugio transitorio» dela mano de obra que resulta expulsada del sector asalariadoformal y que luego lo abandona cuando se recupera la econo-

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mía y aumenta la demanda de empleo en el sector moderno.En los noventa, junto con el crecimiento de la economía se dioun aumento sin precedentes en el sector informal urbano. Crecedesde un 51.8% a comienzos de los noventa hasta un 59.3% en1997.

Dicho crecimiento del sector informal urbano fue coinci-dente con la recuperación del aparato productivo en un con-texto de fuertes recortes en el empleo asalariado formal. Elcrecimiento del sector fue alentado por políticas públicas quevieron en él el «seguro de desempleo» que operó como unamortiguador del desempleo formal que el ajuste estructuralprovocó. De «refugio transitorio» en los ochenta pasó a la ca-tegoría de «refugio permanente» en los noventa. Aparecía comola única opción de generación de ingresos de sobrevivenciapara los cesantes.

La prolongada recesión que se inició en 1998 ya no habríahallado «sitio» en el sector informal urbano, ahora asediadono sólo por el desempleo proveniente del sector formal sinodel propio sector informal. El desempleo formal aumentó acerca del 10%, tasa que sería mayor de no haberse retiradoparte de la PEA a la condición de inactiva y de no haber me-diado la emigración laboral a países vecinos.

Entre 1997 y el 2001, la participación del sector informalurbano oscilaría entre el 59.2% y el 59.5% de la PEA no agrí-cola. Dejó su condición de «sector refugio» a las crisis econó-micas y habría agotado el dinamismo que le cupo durante larecuperación económica de mediados de los noventa. Aldesempleado, formal o informal, sólo le estaría quedandola opción de la emigración como vía para la generación deingresos.

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LA RELACIÓN EMPLEO–PRODUCTO

No es necesario entrar en la discusión sobre la dinámica dela relación empleo–producto, o producto–empleo, para indi-car que existe un nexo contable entre ambas variables, quetoma en cuenta la productividad, como se muestra a conti-nuación: si la producción sube más rápido que la productivi-dad o si baja más rápido que ella, entonces tanto el empleocomo el producto variarán en el mismo sentido. El Cuadrosiguiente muestra las elasticidades producto–empleo para elperíodo 1961-2003, las cuales indican el porcentaje en que cam-bia el empleo frente a una variación del 1% del producto.

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1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 2000 2001

S. Informal S. Formal

Gráfico Nº 3Evolución % del empleo no agrícola

(1990 - 2001)

Fuente: OIT, Panorama Laboral 1997, 2000 y 2002.

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Se puede constatar que la elasticidad empleo–productobaja, dramáticamente, desde los inicios de los ochenta hastalos primeros años de la década siguiente, de 0.75 a 0.19. Estosignifica que por cada punto porcentual de variación en el pro-ducto, el empleo aumentaba en 0.75% en los años setenta,mientras que a comienzos de los noventa, por los drásticosefectos del plan de estabilización, cada punto porcentual decrecimiento del PBI sólo generaba un aumento en el empleode 0.19%.

En el período 1992–97, esta elasticidad aumenta, situándo-se en un nivel de 0.53. Esta relación no nos revela, empero, el

Cuadro Nº 2 Perú Urbano: Elasticidades empleo–producto, 1961-2003

Período Var. % Var. % Elasticidad

Empleo (*) PBI Empleo/Producto

1961/1940 1.8 5.3 0.34

1972/1961 2.8 5.3 0.52

1981/1972 2.9 3.8 0.75

1984/1981 -1.5 -4.3 0.35

1990/1986 -1.4 -6.5 0.22

1992/1990 0.3 1.3 0.19

1997/1992 4.2 7.9 0.53

2001/1998 -3.2 1.5 -2.16

2003(**)/2001 0.5 2.6 0.21

(*) Se ha considerado series de empleo asalariado urbano.

(**) Promedio de últimos doce meses hasta abril 2003.

Fuente: Para el periodo 1961 – 1997, MTPS (1998) «Hacia una interpretación delproblema del empleo en el Perú». Boletín de Economía Laboral, Año 2, N° 8, Lima,Perú. Para el periodo 1998 en adelante , INEI (2003) Informes de empleo.

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tipo o la calidad del empleo generado, asunto que es de im-portancia crucial. Casi en su totalidad, el nuevo empleo priva-do generado en los noventa recayó en los ámbitos de lamicroempresa de sobrevivencia y del autoempleo mayormentevinculado al comercio ambulatorio18. Dada la baja productivi-dad propia de dichos sectores, la calidad del empleo genera-do, las condiciones laborales prevalecientes y los ingresos la-borales configuraron un panorama de subempleo y trabajosde pobreza, en la medida que los ingresos pagados o conse-guidos en dichos sectores no guardaban correlación con el ca-pital humano presente en sus actividades y no alcanzaban asuperar el costo de la canasta de pobreza.

Hay dos tipos de crecimiento. El crecimiento pro–pobre yel crecimiento no pro–pobre19. En el primer caso, la pobrezadisminuye como consecuencia de la progresión de los secto-res productivos más dinámicos, que son precisamente aque-llos en los cuales laboran los más pobres, de modo que éstosencuentran más trabajo, incluso con mejores remuneraciones.En el segundo caso, eso no ocurre, los sectores de mayor im-portancia en la actividad económica generan poco empleo, yno favorecen a los pobres. En escenarios como este, se podríaaliviar la pobreza extrema, pero tendría que hacerse poniendoen pie mecanismos redistributivos a partir del gasto social yno recurriendo a los mecanismos propios de los mercados la-borales.

Esta clasificación del crecimiento no sólo se hace en fun-ción de la variable pobreza, también se toma en cuenta el asuntodel empleo. Desde ese punto de vista, una condición necesa-

18 Gamero y Humala, Op Cit.

19 The World Bank (1998) Perú: Poverty comparisons. Tambien véase: Patnaik, Prabhat(1997) A note on the redistributive implications of macroeconomic policy, SEDEP/UNDP,Jawaharlal Nehru University.

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ria, pero no suficiente, para que un crecimiento sea pro–pobrees que la elasticidad empleo–producto sea elevada. En ese sen-tido, el tipo de crecimiento del periodo 1992-97 se presentababajo mejores auspicios que los de la década precedente20. Em-pero, no se debe olvidar el sesgo creado por el subempleo, yaque los subempleados —con ingresos por debajo de la líneade pobreza— también son considerados dentro de la PEA ocu-pada y, por lo tanto, son contabilizados al momento de esti-mar el incremento del empleo.

LA RELACIÓN POBREZA–PRODUCTO

La CEPAL21, de otro lado, ha estimado el impacto del au-mento en el PBI per cápita sobre la disminución de la pobrezaen los países de la región. Los coeficientes de dicha elasticidad—pobreza/PBI per cápita— indican el impacto diferenciadodel crecimiento económico en atención a la naturaleza internadel mismo. No resulta lo mismo, en términos de su impactosobre la generación de empleo, un crecimiento económicoliderado por los sectores primario exportadores que otroliderado por la agro industria, la manufactura y la actividadde servicios de alto valor agregado.

El aumento del empleo como secuela de la expansión de laactividad interna tiene una repercusión directa sobre la dismi-nución de la pobreza dependiendo de su calidad. Es así que si

20 Las cifras del INEI muestran una disminución de la pobreza en dicho periodo queno se condice con las elevadas tasas de expansión del PBI como bien se señala en másadelante. Por otro lado, si se toma en cuenta la variable empobrecimiento, se observaque la población que se acerca a la línea de pobreza sin llegar a ser pobres aumenta.Gamero, Humala, Mauro (2000) Crecimiento y pobreza un comportamiento diferenciado,INEI. Lima, Perú.

21 CEPAL, Panorama Social 2000-2001. Santiago de Chile.

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hay un aumento de empleos de buena calidad, de mayor pro-ductividad y pagadores de mejores ingresos, habrá un correlatode mayor disminución en las tasas de pobreza.

Para el Perú, en el periodo 1991–2000, se ha estimado uncoeficiente de elasticidad pobreza/PBI per cápita en un rangoque se ubica de 0.17 a 0.3422. Esto supone que por cada puntoporcentual de aumento en la producción per cápita, la pobre-za disminuirá entre 0.17% y 0.34%. Este último coeficiente, enel contexto de la región, resulta de los menos favorables. Suexplicación debe residir en las características del modelo pri-mario exportador incentivado en los noventa.

El Cuadro No. 4 nos muestra que hasta comienzos de losochenta el mercado de trabajo se encontraba prácticamenteequilibrado, con desempleo estructural que se mantenía alre-dedor del 7%. La tasa de crecimiento de la demanda era muysimilar a la tasa de crecimiento de la oferta, aun cuando desdecomienzos de los sesenta, esta última presenta un salto en sucrecimiento a causa de una serie de factores, como la disminu-ción de la tasa de mortalidad, la migración del campo a la ciu-dad, la mayor participación femenina en el mercado laboral,entre otros factores. Este aumento en la oferta de trabajo fuecompensado con un aumento casi similar en la demanda detrabajo, debido al proceso de industrialización y a la mayorparticipación del Estado como generador de empleo.

22 Esta significativa diferencia tiene su explicación en la fuente utilizada. En el primercaso la cifra de 0.17 se origina en que el Instituto Cuánto encontraba, para 1991, unatasa de pobreza más alta a la del Rio Poverty Group. Para el año 2000 no hay diferencia.Es por ello que al tomar como referencia un valor más alto la variación porcentual salemenor que en el otro caso.

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Modelo económico y empleo: los límites de la inercia neoliberal270

Cuadro Nº 3Elasticidades pobreza/PBI per cápita

Coeficiente de elasticidad

País Periodo (P) (I)/PBI per cápita /PBI per cápita

Argentina 1990-1990 -0.21 -0.23

Brasil 1990-1999 -2.45 -5.03

Chile 1990-2000 -0.85 -1.01

Colombia 1991-1999 -0.41 0.51

Costa Rica 1990-1999 -0.95 -0.87

Ecuador b/ 1990-1999 -0.49 -4.27

El Salvador 1995-1999 -1.81 0.21

Guatemala 1989-1998 -0.90 -1.33

Honduras 1990-1999 - -

México 1989-1998 -0.13 -0.11

Nicaragua 1993-1998 - -

Panamá 1991-1999 -1.41 -2.12

Perú* 1991-2000 -0.171 -1.591

-0.342 -1.852

Uruguay b/ 1990-1999 -1.74 -1.74

Venezuela 1990-1999 - -

América Latina 1990-1999 -0.69 -1.31

(P) Pobreza e (I) Indigencia.

* Para el año 2000, en ambos casos, la fuente es el Instituto Cuánto, 2000.1 Para la cifra de pobreza del año 1991, Yamada y Ruiz, Pobreza y Reformas Estructu-rales, Perú 1991-1994, Universidad del Pacífico, CIES, 1996.2 Para la cifra de pobreza del año 1991, Rio Poverty Group.

Fuente: CEPAL, Op. cit.

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271Julio Gamero

Gráfico 4Elasticidad pobreza producto (1990 - 2000)

Cifras anualizadasA

rgen

tina

Bol

ivia

Bra

sil

Chi

le

Col

ombi

a

Cos

ta R

ica

Ecu

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El S

alva

dor

Hon

dura

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Méx

ico

Pan

amá

Per

ú

Uru

guay

-3.00

-2.50

-2.00

-1.50

-1.00

-0.50

0.00

0.50

1.00

1.50

P E R U-0.34

Fuente: CEPAL, Panorama social 2000.

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Modelo económico y empleo: los límites de la inercia neoliberal272

También se puede apreciar que, aun cuando la tasa de cre-cimiento de la oferta laboral decae a partir de los ochenta, lacrisis económica origina que la capacidad de absorción de manode obra decaiga más, llegando incluso a tener tasas de creci-miento negativas, razón por la cual el balance entre el creci-miento de la oferta y el de la demanda se desequilibra dramá-ticamente hasta comienzos de los noventa, creando la necesi-dad del desarrollo de actividades informales para asegurar lasupervivencia de vastos sectores de la población, pues se ca-rece de un adecuado sistema de protección social. Y, si alguno

Cuadro Nº 4Perú Urbano:Estimación de las tasas de crecimiento de la oferta y

demanda de trabajo, 1961-2001

Años Tasa de Crecimiento Tasa de Crecimiento Diferenciaanual de la anual de la Anual de

Oferta laboral Demanda laboral (*) Crecimiento

1961/1940 1.8 1.8 0.0 (**)

1972/1961 2.9 2.8 0.1

1981/1972 3.2 2.9 0.3

1984/1981 2.8 -1.5 4.3

1990/1986 2.3 -1.4 3.7

1992/1990 2.5 0.3 2.2

1997/1992 4.1 4.2 -0.1

2001/1998 3.2 -3.2 6.4

(*) Estimada por la tasa de crecimiento observada en el empleo asalariado.

(**) La cifra de 0.04 ha sido redondeada a un decimal.

Fuente: Para el periodo 1961 – 1997, MTPS (1998) Hacia una interpretación del proble-ma del empleo en el Perú. Boletín de Economía Laboral, Año 2, N° 8, Lima, Perú. Parael periodo 1998 en adelante, INEI (2003) Informes de empleo.

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273Julio Gamero

existe, éste se revela tremendamente insuficiente frente a lasexigencias de la desocupación23.

Para el periodo de la última recesión, 1998–2001, si bien laPEA crece a un ritmo menor que en el periodo previo, la caídaen la demanda de trabajo —de igual magnitud pero de signocontrario al aumento de la oferta laboral, -3.2%— genera unaumento del desempleo que ya no habría encontrado «refu-gio» plenamente en el sector informal urbano como lo hicieraanteriormente.

La salida de la recesión, que aconteció en el primer semes-tre del 2002, como lo señala Okun, viene acompañada de uncrecimiento del producto mucho mayor que la demanda detrabajo. La elasticidad empleo–producto hallada para el perio-do 2001-2003, 0.21, estaría corroborando tal apreciación. Paraque la absorción de empleo empiece a «sentirse» se requiereno sólo que se mantenga una elevada tasa de crecimiento enel PBI sino que dicho crecimiento descanse en los sectores másvinculados al mercado interno o a los sectores con mayor va-lor agregado. Igualmente, para que sea sostenible el crecimien-to económico se requiere que el impulso del consumo se acom-pañe de un aumento de la tasa de inversión.

LOS INGRESOS DE LA PEA

El problema del mercado de trabajo en el Perú es más quenada un problema de bajos ingresos, lo cual se ve reflejado enlos altos niveles de subempleo tanto por horas, como por in-

23 Algunos autores, Yamada entre ellos, consideran a la CTS como una forma de segurode desempleo. Sin embargo en los países europeos, en donde hay seguro de desempleo,existe también la indemnización por el despido. En todo caso esa forma alterna deseguro de desempleo se muestra insuficiente, además que ella beneficia sólo a unaminoría de la PEA.

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0

100

200

300

400

500

600

Indi

ce 1

994

100

Estatales Empleados Obreros

1981 1986

1991

1999

2003

gresos. Así, la tasa de subempleo fluctuaba en Lima entre el 20y el 30% en los años setenta aumentando entre el 30 y el 40%en casi toda la década de los ochenta. Pero, prácticamente seduplicó a raíz de la hiperinflación de fines de dicha década24.

Con la nueva metodología de medición aplicada a partirde 1995, se redujo estadísticamente la tasa de subempleo por

24 Bernedo, J. (2000) El problema del empleo en el Perú. CEDAL, Lima, Perú.

Gráfico Nº 51994 =100

Evolución de las remuneraciones reales (1981 - 2003)

Fuente: INEI, Compendios Estadísticos, 1994- 2002.

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275Julio Gamero

25 Según explica el INEI, hasta 1994, el subempleo invisible se calculaba tomandocomo ingreso mínimo referencial, el salario mínimo legal de enero de 1967, indexadopor la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Sin embargo, debido alfuerte proceso inflacionario que vivió el país entre 1987 y 1990, se sobredimensionó elmonto del ingreso referencial, llevándolo a US$ 412. En tanto que en Ecuador era deUS$ 90, en Chile de US$ 122 y en Paraguay de US$ 140, determinando para el Perú unatasa de subempleo invisible del 73.5%, mientras que en Ecuador era de 6.3%, en Chilede 8.2%, y en Paraguay de 11.8%. En consecuencia se determinó tomar un ingresomínimo de referencia.

26 La República, 29 de mayo 2003.

ingresos25. Pero, aún así, casi la mitad de la PEA se encuentraen una de estas formas de subempleo.

Si bien, y como secuela del final de la hiperinflación, losingresos reales dejaron de perder capacidad adquisitiva, larecuperación salarial que acompañó la recuperación de la acti-vidad económica hasta 1997 no permitió alcanzar los nivelesde ingreso real previos a la hiperinflación. Hoy en día, paratodo efecto, los ingresos salariales están ligeramente por enci-ma del nivel adquisitivo de 1994.

¿Todo tiempo pasado fue mejor? A tenor del gráfico pre-sentado parece que sí. Pero no el pasado inmediato de los no-venta, sino uno más lejano, el de comienzos de los ochenta, enel coletazo del periodo de políticas orientadas hacia el merca-do interno y la sustitución de importaciones. Hoy los nivelesremunerativos de los empleados públicos tendrían que multi-plicarse por 5, el de los empleados del sector privado por 3 yel de los obreros por 2 para recuperar esa historia salarial quela hiperinflación y el ajuste estructural están colocando en eldiván de los recuerdos26.

La drástica disminución del número de trabajadoressindicalizados, la irrupción de un marco institucional adversoa los derechos del trabajador y el aumento vertiginoso de lainformalidad generaron un entorno poco propicio para un

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Modelo económico y empleo: los límites de la inercia neoliberal276

proceso más acelerado de recuperación salarial. Por otro lado,la apertura comercial y los procesos de reorganización indus-trial demandaron en mayor medida mano de obra más califi-cada (nuestro recurso escaso) que la de baja calificación (nues-tro recurso abundante, relativamente). Si a los elementos an-teriores, le añadimos la presencia de una política social que sefinanció a partir de los ingresos de los trabajadores formalesen un proceso perverso de redistribución del ingreso —de losestratos medios a los más pobres, dejando incólumes al estra-to de mayores ingresos— tenemos el panorama laboral com-pleto.

En ese escenario no es de sorprender que la distribuciónde los ingresos laborales se haya deteriorado drásticamenteentre 1991 y el 2001 (Ministerio de Trabajo, 2002). La reformalaboral liberal, lejos de disminuir el desempleo habría ocasio-nado una mayor inequidad, hoy visible.

Vinculado con lo anterior está el tema de los bajos nivelessalariales. Para Lima Metropolitana, que es el mercado quepaga mayores remuneraciones; el informe al mes de abril delINEI encuentra un promedio de ingresos mensuales que noexcede los 900 soles. Por lo demás, es sabido que este prome-dio esconde una tremenda dispersión de los ingresos salaria-les: en la cota inferior, un salario mínimo de 410 soles (ojo: queno se mueve desde hace tres años) y en el extremo superior,ingresos de los funcionarios públicos y privados que están enestándares internacionales.

¿MEJORARÁN EL EMPLEO Y LOS SALARIOS? 27

En julio de este año se cumplirán dos años del gobiernodel Presidente Toledo. Con cifras macroeconómicas que resal-

27 IDL, Revista ideele, Nº 154, mayo 2003.

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277Julio G

amero

Gráfico Nº 6Lima metropolitana: Curva de Lorenz de obreros y empleados en empresas de más de 10 trabajadores,

junio de 1991 y junio de 2001

Fuente: MTPE, Boletín de Economía Laboral Nº 22.

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Modelo económico y empleo: los límites de la inercia neoliberal278

tan en medio de las turbulencias de la región, la población aúnno percibe mejoras a nivel del empleo y de sus ingresos. Losbuenos vientos de la macroeconomía están llegando a térmi-no y, pasado el empuje del consumo —que en el 2002 impulsóla demanda interna y el PBI— la economía entraría en un pro-ceso de desaceleramiento de no mediar un aumento significa-tivo de la inversión. Lo ha dicho el propio Viceministro deHacienda.

Si bien hay que reconocer que la política económica actualtiene rasgos distintos a la del fujimorismo —revalorización delmercado interno, políticas sectoriales (aún tímidas), cambiosen la política monetaria, rol anticíclico de la política fiscal eindicios de incorporar mayor equidad en la recaudación fis-cal—, aún se mantiene la preeminencia de los rasgosreprimarizadores y pro especulativos del manejo económicode la pasada década28. Falta mayor apoyo a los sectores pro-ductivos y generadores de valor agregado, no obstante que larecuperación de la actividad económica viene descansando enel sector no primario, en cierta recuperación del consumo ydel mercado interno.

A estas alturas, ni los bancos de inversión cuestionan queel crecimiento esté garantizado para este año y el próximo yque esos factores —consumo y demanda interna— continua-rían alentando la recuperación del PBI, a pesar del desencantode los neoliberales que sólo veían posibilidades de crecimien-to si continuaban las privatizaciones y se aplicaba más del yadesacreditado «Consenso de Washington».

Acá es donde la política económica tiene que hacer un cla-ro deslinde: apostar por la producción sobre la especulación y

28 Al momento de redactar el presente artículo resulta aún incierta la suerte delimpuesto a las ganancias de capital, propuesto por el MEF. El lobby del capital financieroaduce que se trata de una «industria naciente» y que por tal razón necesita de incentivos.

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279Julio Gamero

rentismo (finanzas y recursos primarios), lo cual no significasino impulsar políticas que incentiven procesos de transfor-mación, de incorporación de valor agregado en tales sectores.Mientras esto no ocurra, las mejoras en la producción no setraducirán en un mayor bienestar de la población. Si aumentael PBI es de esperar que disminuya la pobreza. Pero el com-portamiento de la economía peruana en los noventa no ha sidoun buen ejemplo de esta práctica. De acuerdo con la CEPAL,si bien el Perú ha sido uno de los países con mayor crecimien-to per cápita, este no se reflejó en una disminución de los ni-veles de pobreza. Crecimos en 20 puntos pero al final de ladécada pasada la población bajo la línea de pobreza era muysimilar a la que hubo al final de la hiperinflación.

El ex-Premier Solari pretendió, en las postrimerías de sugestión, presentar como un logro de la política económica quela pobreza —a nivel nacional— habría descendido en 0.2 entreel 2001 y el 2002. Sin embargo como el margen de error de laencuesta de hogares es de +/- 2.5%, dicha aseveración no esnada concluyente29. En todo caso, que el PBI per cápita hayacrecido en más del 3% para que la pobreza sólo baje en 0.2, noharía sino ratificar la débil asociación del crecimiento con lareducción de la pobreza.

Que la pobreza no haya disminuido no es sino un reflejode lo ocurre en el mercado de trabajo y en áreas urbanas comoLima Metropolitana. En esta última, por ejemplo, el INEI con-signa un aumento de la pobreza.

29 Ver en este mismo libro el artículo de Raúl Mauro.

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Mod

elo económico y em

pleo: los límites de la inercia neoliberal

280Gráfico Nº 7PBI y empleo urbanoOctubre 1997 = 100

Fuente: INEI, Informes de indicadores económicos y de empleo.

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281Julio Gamero

Las cifras de empleo, por su parte, nos están indicandoque la economía aún no es capaz de absorber todo el desem-pleo generado durante la recesión y, más aún, que se está lejosde la situación que había 5 años atrás. Por lo demás, este com-portamiento del empleo, que crece con rezago frente al pro-ducto ya lo ha señalado Okun para el caso de las economíasque están dejando, precisamente, la recesión (ver la ley de Okunen este mismo texto).

Aparentemente se está estabilizando el nivel de empleourbano pero en condiciones todavía muy precarias, como loseñala la aún baja elasticidad empleo–producto. Si bien la re-cuperación del consumo y del mercado interno han permitidoque los niveles de asalaramiento estén aumentando, no va aser fácil revertir una década en la cual lo que primó fue elautoempleo y el micro empleo pero de muy baja calidad yproductividad: por ende, incapaz de remunerar adecuadamen-te a los trabajadores. Y esto no es un defecto intrínseco a lamicroempresa. El problema es la ausencia de un contexto macroeconómico e institucional que aliente el desarrollo de lamicroempresa productiva, que le permita encadenarse a lasempresas más dinámicas, que le permitan acumular y que dejede encubrir el subempleo masivo. Mientras esto no ocurra nopuede pretenderse que la microempresa resuelva los proble-mas de empleo que son responsabilidad de la política econó-mica.

En resumen. La recesión ya acabó. En ello tiene mérito loscambios en la política económica pero ¿cuándo se traduciráesa mejora en menor pobreza, más empleos y mejores ingre-sos? Ya van dos años...