Mollo, n. 2013. historias previas a la fundación de rufino en su área de influencia

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AGRUPACIÓN DE HISTORIADORES FEDERADOS DEL SURESTE DE CÓRDOBA Y SUROESTE DE SANTA FE XXII Encuentro. Rufino 5 de octubre de 2013 Historias previas a la fundación de Rufino en su área de influencia Norberto Mollo Asamblea 480 (6100) Rufino SANTA FE 03382-427214 03382-15410275 [email protected]

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La historia de los pueblos del área pampeana está vinculada, en muchas oportunidades, con la construcción de las vías férreas. Rufino no es la excepción. Sin embargo existieron otras historias, anteriores a la fundación de los pueblos. Por ello, en esta ponencia abordaremos los hechos ocurridos antes de la fundación de Rufino. Nos remitiremos a tiempos prehistóricos, donde la presencia humana se remonta a tiempos tan lejanos como más de 8.000 años. Se analizará la evolución de la población aborigen histórica en la zona, se mencionarán las expediciones españolas que atravesaron estas Pampas y se relatarán los principales enfrentamientos interétnicos ocurridos en áreas cercanas a la actual ciudad de Rufino.

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AGRUPACIÓN DE HISTORIADORES FEDERADOS DEL

SURESTE DE CÓRDOBA Y SUROESTE DE SANTA FE

XXII Encuentro.

Rufino

5 de octubre de 2013

Historias previas a la fundación de Rufino

en su área de influencia

Norberto Mollo

Asamblea 480

(6100) Rufino

SANTA FE

03382-427214

03382-15410275

[email protected]

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INTRODUCCIÓN

La historia de los pueblos del área pampeana, en muchos casos está directamente

relacionada con el avance de la red ferroviaria. Es muy frecuente que en las adyacencias

de las estaciones de ferrocarril hayan surgido caseríos, en los cuales no faltaban una

pulpería, una escuela, una parroquia, una estafeta postal, etc. Estas incipientes

comunidades, donde interactuaban criollos, inmigrantes y aún algunos aborígenes que

habían sobrevivido a la llamada “Conquista del Desierto”, tomaron en general como fecha

de su fundación el de la puesta en servicio de la red ferroviaria. En muchos casos no hay

una fecha de fundación definida, y en otros, como en Rufino, se toma como tal la fecha

del acta de aprobación de los planos del pueblo, por parte de las autoridades provinciales.

Hasta no hace mucho, las historias escritas por esforzados y entusiastas autodidactas

locales, omitían los sucesos acaecidos en la región, antes de que se fundaran los

pueblos. Cada vez mas, sin embargo, se toman en cuenta los hechos acaecidos con

anterioridad, donde fueron protagonistas primeramente los pueblos originarios, y mas

adelante éstos y las fuerzas militares euroamericanas (españolas hasta 1810, y

argentinas hasta 1879).

Por ello realizaré el intento de aportar elementos históricos, fehacientemente

comprobados, de hechos sucedidos en las cercanías de donde hoy se halla emplazada la

Ciudad de Rufino, con anterioridad a su fundación. Abordaré al comienzo algunos

aspectos prehistóricos de la zona, para luego desarrollar los acontecimientos históricos

relativos a las etnias que tenían posesión de este territorio, de sus enfrentamientos con

las fuerzas militares, y las relaciones interétnicas fronterizas de todo tipo que se dieron en

esta región. Finalmente mencionaré la ocupación y colonización de la zona, la mensura y

venta de los terrenos y el arribo de los hermanos Rufino.

ALGUNAS REFERENCIAS PREHISTÓRICAS

El área pampeana todavía no ha sido suficientemente prospectada, y debajo de los

distintos niveles del loess, yacen tal vez fósiles humanos que puedan darnos mas luz

sobre la prehistoria de estos lugares.

La presencia del ser humano en las dilatadas Pampas se remonta, aproximadamente,

a mas de 12.000 años AP (Antes del Presente). Eran esporádicas poblaciones de

cazadores-recolectores, procedentes del N.E. que se desplazaban hacia la Patagonia.

Hace 8.200 años, ya se hallaban algunas poblaciones en tránsito, en lo que hoy es la

Pampa santafesina. Un reciente hallazgo con ese fechado fue realizado en la Laguna El

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Doce, conocida antiguamente como Laguna Aguará (Latitud: 33º 54' 20” S y Longitud: 62º

08' 43” O, situada a 7 km al SO de San Eduardo y 14 km al NE de Sancti Spiritu). Las

lagunas surgen como un elemento fundamental para el asentamiento humano. Estas

lagunas y sus correspondientes lomadas, se constituyeron en un ambiente favorable para

la concentración de recursos vegetales y faunísticos, tanto acuáticos como terrestres, que

fueron una importante fuente de aprovisionamiento de alimento, materia prima y

combustible. Un trabajador rural de la zona de San Eduardo, apodado el Chango Gusto

había alertado de la presencia de restos óseos en las costas de la laguna El Doce en el

año 2003. Tras una prolongada investigación en la que participó el Centro de Estudios

Interdisciplinarios de Antropología, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario, se

logró determinar a través de un fechado de Carbono 14 realizado en el laboratorio de la

Universidad de Arizona (Estados Unidos), que la antigüedad de los restos óseos humanos

eran de 8.274±68 años AP. Este proyecto de investigación está dirigido por Carlos Ceruti y

codirigido por Juan David Ávila. También participan en el mismo los profesionales Carolina

Gabrielloni, Jimena Cornaglia Fernández, Carolina Piccoli, Mariela Gallego, Mariel

Gavilán, Alejandro Alonso, María Pía Ayuso y Carolina Barboza, todos de la UNR. Se

hallaron restos óseos de 17 individuos, pero se sospecha que pueden existir muchos mas.

Junto a ellos se encontraron restos de guanacos, venados, ñandúes y roedores. Se

encontraron además numerosos fragmentos de cerámica en la que los tiestos presentan

en algunos casos pintura anaranjada-rojiza y restos de hollín. Asimismo fueron hallados

materiales líticos de distintos orígenes: “También se destaca la presencia de artefactos

confeccionados por técnica de picado, pulido y/o abrasión: sobadores, bolas de

boleadoras, artefactos de molienda (activos, principalmente). Entre los artefactos líticos

elaborados por técnica de talla, las materias primas más utilizadas han sido cuarcitas,

cuarzo, ftanita y rocas silíceas. Los artefactos elaborados por abrasión, pulido o picado

son principalmente de ortogneis, y se registran también de cuarcitas, tosca, granitos,

esquistos cuarzos-micáceos y rocas ígneas. De acuerdo con los análisis mineralógico y

textural de las materias primas líticas bajo el microscopio petrográfico (González 2006),

junto con el análisis macroscópico, podríamos

indicar que sus posibles lugares de obtención serían los Sistemas Serranos de Tandilia y

Ventania –cuarcitas, ftanita y esquistos– las Sierras de Córdoba y San Luis –cuarzo,

sílices, ortogneis y granitos– (Avila et al. 2009)”. (Ávila. 2011. 339-340). Cabe destacar

que este poblamiento, que se produjo en el Holoceno inicial tardío, no fue el único en la

Laguna El Doce. Seis milenios mas tarde otra corriente pobladora se afincaría en la

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laguna. Los estudios de la Universidad de Arizona, dan para estos fósiles los siguientes

valores: 2350±180 años AP y 1555±65 años AP. También hay aquí presencia de

elementos cerámicos. Es interesante señalar que este segundo poblamiento en la laguna

El Doce, se produce en el mismo momento en que también arribaban estos cazadores

recolectores a la laguna Las Marías, no muy lejos de allí, tema que desarrollaré a

continuación.

Corría agosto de 1999 cuando dos aficionados a la arqueología y paleontología de

Villa Cañás, Marcos Basavilbaso y Horacio Flores, encontraron restos fósiles humanos en

las barrancas de la Laguna Las Marías (Latitud: 34º 05' 40” S y Longitud: 61º 37' 00” O,

unos 10 km al S de Villa Cañás). El investigador del Conicet y catedrático de la Facultad

de Ciencias Naturales de La Plata, Aníbal Fighini, realizó el fechado con C14 en el

laboratorio de la Universidad Nacional de La Plata. Los dos estudios que se hicieron del

llamado “Hombre de Las Marías” dieron una antigüedad de: 1880±90 años AP y 2140±80

años AP. También se halló en el lugar presencia de cerámica perteneciente al mismo

yacimiento. En diciembre de 2002 un equipo de trabajo de la UNR dirigido por María Pía

Ayuso, realizó en dicha laguna estudios de bioarqueología, en el marco del proyecto

“Registro Arqueológico del uso del espacio en ambientes ecotonales pampeanos”, dirigido

por Fernando Oliva (UNR). Este grupo de trabajo estuvo integrado por María Pía Ayuso y

Juan David Ávila (UNR), Vanesa Parmigiani y Hernán De Angelis (UNLP) y Evangelina

Gutlin (Olavarría).

En el año 1993 un curioso pescador rufinense, don Carlos Vietti (hermano del

historiador Luis A. Vietti), mientras colocaba su caña a orilla de la laguna Las Salinas,

observaba con atención el paisaje y, en especial las barrancas, que cada vez que iba veía

como se modificaban por la erosión hídrica y también eólica. Es así que en una

oportunidad descubrió lo que parecían ser huesos humanos que asomaban en esas

barrancas. Movido por la curiosidad comenzó a despejar prolijamente los fósiles quitando

la tierra adyacente. Se dio cuenta que efectivamente eran restos humanos y muy

antiguos. Volvió muchas veces a la laguna, no tanto por el entusiasmo de pescar, sino por

el de extraer de a poco, sin dañarlo, ese preciado material arqueológico. Cuando concluyó

lo trajo a mi casa y lo dispusimos sobre una mesa y vimos que era un esqueleto bastante

completo. Como nuestros conocimientos arqueológicos por entonces era mínimos,

decidimos llamar a un profesional en la materia. Es así que nos pusimos en contacto con

Sandra Escudero, arqueóloga y titular del proyecto provincial “Ecología, Conducta

Humana y Prehistoria”. Esta profesional llevó el fósil a la Universidad Nacional de Rosario,

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donde fue estudiado en el Museo Universitario “F. y C. Ameghino” y en el Instituto de

Física y Geología. En 1994 la Licenciada en antropología Silvia E. Cornero realiza un

“Informe osteológico de los restos esqueletales de Laguna Las Salinas (Viamonte,

Córdoba)”, donde realiza numerosas consideraciones, concluyendo: “El análisis

morfoscópico nos permite estimar que se trata de un individuo de sexo femenino. La

estimación etaria, en base a las suturas nos revela una adulta joven (No considerando en

esta evaluación el grado de desgaste dental, posiblemente co-producido por una dieta

abrasiva). La constitución ósea de los elementos, en general, nos pone en presencia de

una persona que alcanzó, en vida, un buen desarrollo esqueletario. El único registro de

hueso largo completo es un húmero derecho, del cual se tomaron dimensiones para

estimar la estatura resultando aproximadamente 155 cm ± 2 cm (Bennett K. 1987). No se

observan procesos infecciosos, patologías traumáticas, genéticas o metabólicas. No se

observan restos de pigmentación de origen ritual. Los valores arrojados en el análisis

químico podrían estar indicando una dieta rica en alimentos vegetales” (Cornero. 1994. 7).

Lamentablemente no se realizaron estudios de Carbono 14 de esta muestra, por lo que no

se pudo determinar la antigüedad del fósil. Éste fue hallado en la costa oriental de la

Laguna Las Salinas (Latitud: 33º 40' 50” S y Longitud: 63º 06' 55” O, a 7 km al NO de

Viamonte, Departamento Unión, Provincia de Córdoba).

En febrero de 2008, Ramón Coria, un vecino de la localidad de Martínez de Hoz,

mientras visitaba la Laguna de los Pampas, en el sur del Partido de Lincoln (Buenos

Aires), se percató de la presencia de restos fósiles en sus barrancas. Hacia fines de ese

año y en el 2009 trabajó en la misma un equipo de investigadores de la Universidad

Nacional del Centro (UNICEN), integrado por Gustavo Politis, Pablo Messineo, Mariela

González, María Álvarez y Cristian Favier Dubois. En realidad se hallaron dos

yacimientos, ubicados a 500 metros de distancia uno del otro. El primero se encontraba

en la Latitud: 35º 19' 42” S y Longitud: 61º 31' 50” O, mientras que el segundo estaba en

la Latitud: 35º 19' 56” S y Longitud: 61º 31' 53” O. “Tres muestras óseas fueron

enviadas a datar al NSF Arizona AMS Facility (Tucson, Arizona, EEUU). Una era un

segundo molar izquierdo de la mandíbula del individuo del Entierro 1, que arrojó una edad

de 8971 ± 77 años AP (AA-90127). La segunda datación se obtuvo sobre un diente de la

mandíbula del individuo juvenil hallada en posición superficial próxima al Entierro 1 (20 m

al sur) y dio una edad de 8835 ± 83 años AP (AA-93221), la cual ubica en términos de

sincronía a ambos individuos en el Holoceno temprano. Por último, un fragmento de tibia

de guanaco correspondiente a un desecho vinculado a la confección de instrumentos

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óseos procedente del Sector 1 dio una edad de 5684 ± 61 años AP (AA-93220), la cual lo

ubica en el Holoceno medio.” (Politis. 2012. 470). “Otro aspecto importante es la amplia

variedad de rocas que podrían proceder de diversas áreas de la región pampeana, como

los sistemas serranos de Tandilia (ortocuarcita, ftanita y dolomía silicificada) y Ventania

(metacuarcita y riolita), el oeste de la provincia de La Pampa (chert silíceo) y,

posiblemente, la costa atlántica (basalto). Por último, la alta frecuencia de artefactos de

molienda en la laguna estaría en relación con el procesamiento de especies vegetales de

la provincia del Monte, que en momentos de mayor aridez podrían haber estado

presentes en este sector de la subregión Pampa Húmeda. Como ha sido señalado para la

fauna, se registra una gran similitud en la tecnología lítica y en las materias primas

utilizadas con el conjunto de la Laguna El Doce (Avila 2011) y probablemente con el de la

Laguna Salalé (Oliva et al. 2004), 80 km al noroeste”. (Politis. 2012. 471). Las

conclusiones que este equipo de la UNICEN dirigido por Gustavo Politis, referidas a la

Laguna de los Pampas, se pueden hacer extensivas a toda el área pampeana que hoy

ocupa el noroeste de Buenos Aires, sur de Santa Fe, sureste de Córdoba y noreste de la

Pampa: “En lo que respecta a la cronología, se pueden estimar al menos tres momentos

diferentes de ocupación de este ambiente lagunar; uno de ellos correspondiente al

Holoceno temprano en ca. 8900 años AP. El Entierro 1 y los huesos del individuo juvenil,

ambos del Sector 2, podrían corresponder a un único evento de inhumación. Las

dataciones sobre estos restos están entre las más antiguas para la región pampeana

(Politis y Bonomo 2011) y la Argentina. El otro momento corresponde al Holoceno medio

en ca. 5650 años AP, en que se observa una estandarizada tecnología ósea sobre tibias

y, en menor medida, metapodios de guanaco. El último período sería asignable al

Holoceno tardío y se evidencia principalmente por la presencia de puntas triangulares

pequeñas y tiestos cerámicos hallados en superficie. El registro de Laguna de Los

Pampas, junto con el de Laguna del Doce (fechado entre ca. 8274 y 1555 años AP., ver

Avila 2011), señala la ocupación, por lo menos desde el Holoceno temprano, del sector

noroeste de la subregión Pampa Húmeda y la reocupación de los ambientes lagunares a

lo largo del Holoceno. La tendencia en la explotación recurrente del guanaco como

recurso principal, el potencial uso de los productos vegetales de la provincia del Monte, el

uso de un amplio rango de materias primas −entre las que predomina la ortocuarcita

superior del Grupo Sierras Bayas y, en segundo término, la ftanita de la Formación Cerro

Largo, ambas procedentes del sector serrano de Tandilia−, una estandarizada tecnología

ósea (por lo menos durante el Holoceno medio) y el uso de estos espacios como lugares

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de inhumación parecen ser los rasgos más destacados de estas ocupaciones humanas”

(Politis. 2012. 471).

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HECHOS HISTÓRICOS OCURRIDOS EN LA REGIÓN ANTES DE LA FUNDACIÓN DE

RUFINO

LAS PRIMERAS ETNIAS

Con el arribo e invasión de los españoles de estos territorios sudamericanos en el

siglo XVI, comienza el registro histórico escrito de los sucesos acaecidos en las Pampas.

La llegada del caballo y de las vacas con la expedición de Pedro de Mendoza en 1536,

significó un cambio fundamental en los hábitos de las poblaciones originarias, tanto

alimenticios, como de comunicación y de guerra.

Las poblaciones aborígenes que deambulaban por las Pampas, eran tehuelches

septentrionales, que llegaban esporádicamente, y en general lo hacían en pequeños

grupos, que podían alcanzar el río Quinto, el Cuarto, el Carcarañá, etc. Tuvieron una

mayor presencia, con poblaciones estables en el sur bonaerense, especialmente en las

Sierras de la Ventana y de Tandil. Fueron conocidos indistintamente como querandíes o

también Pampas.

Una expedición realizada en 1620 por Gerónimo Luis de Cabrera (nieto del fundador

de Córdoba), con el objetivo de llegar a la mítica ciudad de los Césares, atravesó el

territorio pampeano de norte a sur. Salido de Córdoba, arribó a las proximidades del río

Cuarto y desde allí hasta el río Quinto (a la altura del “Paso de los Césares”, muy cerca de

la actual localidad sanluiseña de Justo Daract). La expedición continuó hacia el sur

atravesando el río Colorado y llegando al Negro, a la altura de la actual Choele Choel.

Luego se dirigieron al oeste hasta llegar a la actual provincia de Neuquén, donde fueron

rechazados por los naturales. La crónica de Cabrera no dice, que en la vastedad de las

Pampas no había un solo indio. Sólo encontraron una pequeña población de tehuelches

septentrionales poco antes de llegar al río Colorado (en el centro-sur de la actual provincia

de La Pampa). “A las cuatro leguas llegamos al rio Turbio [Colorado] que fue el primero rio

que topamos desde el rio Quinto y en él hallamos algunos indios mas pobres, y barbaros

que los de estas pampas de buenosaires que hablan su propia lengua caguané”

(Biblioteca Nacional de Chile. Manuscritos. f. 181). Mas adelante Cabrera aclara que

estos habitantes, hablaban la misma lengua que los de Buenos Aires, que era la caguané,

mientras que los aborígenes del Neuquén no sólo hablaban el caguané, sino también la

de Chile (mapudungun), por lo que se advierte ya un incipiente proceso de araucanización

en dicha zona, por aquellos tiempos.

En la segunda mitad del siglo XVIII numerosas tribus pehuenches y huiliches llegan

hasta estas latitudes, básicamente en malones contra tropas de carretas que se

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desplazaban por el Camino de las Pampas, que iba por Melincué y a orillas del río Cuarto,

e inclusive se adentraban hasta el propio camino real, que pasaba a la altura de las

actuales localidades de Casilda, Arequito, San José de la Esquina, Cruz Alta y Saladillo.

Una de estos grupos pehuenches, pertenecientes a la zona de Ranquil (norte del

actual territorio de la provincia de Neuquén), fijó su residencia en la zona del Mamil Mapu

(Pais del Monte) (en el centro norte de La Pampa), donde interactuó con las escasas

poblaciones de tehuelches septentrionales, que fueron absorbidas y araucanizadas

rápidamente, ante el potencial de los recién llegados. Nace así el pueblo ranquel, siendo

el Cacique Carripilún su primer gran lonko.

En el área próxima a donde hoy se halla la ciudad de Rufino, atravesaban el terreno

tres rastrilladas aborígenes. La mas importante, y tal vez mas antigua, era la de Las

Tunas, que procediendo del Saladillo, pasaba por el paraje y laguna de Las Tunas (al S.

de Alejo Ledesma), atravesando la actual ruta nacional Nº 7 a la altura de Vivero,

siguiendo hacia el sur por la hoy Colonia La Amalia, hasta llegar a la laguna Langheló (5

km al E. de Santa Regina, Partido de General Villegas, Buenos Aires). En ese sitio la

rastrillada de Las Tunas, recibía el aporte de otras dos: la de Loreto y la del Hinojo. La

rastrillada de Loreto nacía en La Esquina (hoy San José de la Esquina), pasaba por la

laguna de Zapallar Grande o Loreto (5 km al S. del actual Maggiolo), por el SE del casco

urbano de la ciudad de Rufino, para concluir en la citada laguna Langheló. La tercera

rastrillada era la del Hinojo, porque partiendo de este fortín de la frontera (al E de la actual

ciudad de venado Tuerto), pasaba por las hoy localidades de San Eduardo, Sancti Spiritu

y Lazzarino, luego por el paraje de Pichi Huitrú (actual Estancia Concordia, al S. de

Tarragona), por la laguna La Salada y arribaba también a Langheló. En esta última laguna

Lucio V. Mansilla erigiría en 1869 el Fuerte Gainza, comandancia de la Frontera Sur de

Santa Fe.

En la región donde se ubica Rufino, no hay registros históricos de presencia de

tolderías permanentes de ninguna etnia aborigen. Era una zona de transición, bajo el

dominio del cacicazgo del Mamil Mapu, muy próxima a la frontera anterior a 1869, donde

esporádicamente llegaban algunos ranqueles a buscar yeguas, o vacas o a bolear

ñandúes. Asimismo incursionaban los euroamericanos con objetivos similares, ya que la

vida en los fortines era muy precaria, y mas de una vez tenían que salir a cazar para

poder comer. Los toldos mas avanzados de los ranqueles se hallaban en lo que hoy es el

N de La Pampa, el SO de Córdoba y el S de San Luis.

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LA TOPONIMIA EN LA REGIÓN DE RUFINO

La presencia aborigen ha dejado su impronta en la zona. Si uno revisa con

detenimiento varios planos de mensura, de los primeros que se levantaron en la región,

se va a percatar de la presencia de topónimos indígenas, todos de raíz ranquel. Entre

ellos se pueden mencionar:

Pichi Huitrú (Pichi Witru en ranquel, que significa “Pequeño Caldén”): se trata de una

pequeña laguna de forma circular, que se halla muy cerca del casco de la Estancia

Concordia, al S de la Estación Tarragona. Se hallaba sobre la rastrillada de Hinojo.

Mamul Lauquen o Mamil Lauquen (Mamüll Lavken en ranquel, que significa “Laguna

del Monte”): laguna situada sobre el camino 2-s, cerca del Paraje La Rinconada. Este

topónimo dio origen al nombre de una estancia y estación ferroviaria situada un poco al

oeste, ya dentro de la provincia de Córdoba.

Quinialóo (Küngaloo en ranquel, que significa “Médano de las Cortaderas” (llamadas

también Colas de Zorro)): médano ubicado al N. del Boliche Cullak, antes de llegar a El

Paraíso.

Nahuelcó (Nawelko en ranquel, que significa “Aguada del Tigre”, en alusión a los

jaguares o yaguaretés que habitaban la zona en tiempos del Virreinato del Río de la

Plata): era un complejo formado por dos pequeñas lagunas con una franja de tierra que

las separaba. Se hallaba cerca de la laguna La Picasa, la que al haberse extendido, la

incluyó dentro de su superficie.

Chipaylauquen (Chipailavken en ranquel, que significa “Brota la laguna”): pequeña

laguna situada al E de La Picasa y al SE de Nahuelcó, al NE del actual pueblo de Aarón

Castellanos. Hoy las aguas de La Picasa han incorporado a ésta y a otras lagunas

aledañas, creando un gran cuerpo de agua.

Pahavalauquén o Pahallanquén (Patrawa Lavken en ranquel, que significa “Laguna del

Duraznillo”): Hoy conocida como Laguna La Verde, por estar situada dentro de la estancia

homónima, al N de Villa Saboya, en el partido de General Villegas, provincia de Buenos

Aires, muy cerca del límite con Santa Fe.

Además de los citados topónimos de origen ranquel, existen otros de origen español,

la mayoría en desuso, olvidados en el tiempo. Entre ellos caben mencionar los

designados por Lucio V. Mansilla en su tránsito por las rastrilladas:

Tosquita Salada (Actual Laguna El Pejerrey), dentro de la Estancia La Amalia, sobre la

rastrillada de Las Tunas.

Médano del Capitán: Pequeña zona medanosa situada dentro de la Estancia Las

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Ángelas, sobre la rastrillada de Loreto.

Guaico de Arias: pequeña aguada situada al NE del actual Rufino, sobre la rastrillada de

Loreto. Su nombre lo designó Mansilla en honor al teniente Camilo Arias, que formaba

parte de sus tropas.

Guaico de Argüello: pequeña aguada situada asimismo al NE de la hoy ciudad de

Rufino, sobre la rastrillada de Loreto. Nombre que Mansilla colocó al lugar en honor a

José Fidel Argüello, hacendado criollo descendiente de conquistadores del siglo XVII, que

vivía en la zona de Río Cuarto.

Médano de la Emboscada: formación medanosa situada al N de Tarragona, dentro de la

Estancia 30 de Diciembre. Se hallaba sobre la rastrillada de Loreto.

Dos Lomitas: paraje formado por dos medanillos pequeños, situado en la parte norte de

la Colonia Falucho, al S de la Estancia Las Niñas. Estaba sobre la rastrillada de Loreto.

Existen otros topónimos mas conocidos, que mencionaré a continuación:

Laguna La Picasa (Al E de Aarón Castellanos y O de Diego de Alvear) (antiguamente era

conocida como Laguna Picaza o Desconocida), Laguna La Salada (por su ángulo NO

pasaba la rastrillada de Hinojo), Laguna Los Huaicos (por su ángulo NO también cruzaba

la rastrillada de Hinojo), Laguna La Escondida, Laguna Pichi Mahuida (no es un topónimo

aborigen, sino uno impuesto por los fundadores de la estancia), Laguna La Ragusa,

Laguna Roseti (al S de la estación ferroviaria homónima), Laguna La Mestiza (dentro de la

Estancia La Amalia), Laguna Los Juncos (al E de Rufino), Laguna Vivero (al S de la

estación ferroviaria homónima. Por su costa este pasaba la rastrillada de Las Tunas),

Laguna La Teresa (se halla al O de la Colonia La Inés, y actualmente dentro de la

Estancia El Trío. Por su costa oeste pasaba la rastrillada de Las Tunas), Laguna La Araña

(en el paraje Manzanares), Cañada La Salada (al E de Amenábar), Laguna Las Algas (en

la parte N de la Colonia Falucho, al N de Amenábar), Laguna El Paraíso (dentro de la

estancia homónima, al N de la Colonia La Inés), Laguna Fierro (hoy conocida como

Laguna Sancti Spiritu o Los Flamencos, situada inmediatamente al N de la localidad de

Sancti Spiritu), etc.

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LAS ENTRADA ESPAÑOLAS A LAS PAMPAS DE 1776 Y 1779

Las expediciones punitivas españolas, como represalia ante las incursiones, que

habían realizado previamente los indios, permitieron a los hispanos, ante todo, el

conocimiento de los distintos hábitats de los aborígenes. En marzo de 1776 se inicia la

primera de ellas, cuyo punto de partida fue la Punta del Sauce (actual La Carlota), y

estaba comandada por el coronel Don José Benito de Acosta y el maestre de campo Don

Ventura Montoya, con una fuerza superior a los mil hombres. Esta expedición seguiría la

rastrillada del Sauce y pasaría al O de Laboulaye (aproximadamente por donde hoy está

Río Bamba), por los médanos de Italó, siguiendo hasta el territorio de La Pampa.

Con la intención de castigar la osadía de los pehuenches, ranqueles, huilliches y otras

parcialidades que habían atacado las fronteras, se organiza una nueva expedición

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punitiva, esta vez al mando de los maestres de campo Diego de las Casas y Don Ventura

Echeverría, quienes parten del Saladillo de Ruiz Díaz (actual Saladillo), el 12 de junio de

1779, y después de recorrer mas de 1.300 km y, redescubir los mismos caminos, retorna

al lugar de partida, tras dos meses de travesía, el 14 de agosto de dicho año. Tomando en

cuenta los itinerarios de ambas expediciones, fueron relevados 757 indios de pelea, sin

contabilizarse la chusma (mujeres y niños); computándose alrededor de 420 toldos

dispuestos en 48 tolderías. Esta expedición de 1779 utilizaría la rastrillada de Las Tunas,

ya que pasaba por la laguna Las Tunas, Laguna La Teresa, por donde hoy está la

estación de Vivero, por donde existe la Estancia La Amalia, para arribar a la laguna

Langheló (al E de Santa Regina), y desde allí doblar al SO hasta el Mamil Mapu, que era

el corazón de la Nación Ranquel, en la actual provincia de La Pampa.

EL VIAJE DE LUIS DE LA CRUZ (1806)

Sin duda, quien mas datos aporta, acerca de las poblaciones aborígenes en las

Pampas, es el explorador chileno Luis de la Cruz. Entusiasmado, al escuchar el relato de

la experiencia vivida por otro viajero destacado, don Justo Molina, y siendo por entonces

alcalde de Concepción, emprende en 1806, con la anuencia de las autoridades de

Santiago y Buenos Aires, un largo viaje, que con su fina pluma, describe hasta el mínimo

detalle.

Don Luis de la Cruz (1768-1828), nacido en la Villa de Concepción de Penco (Chile) el

25 de agosto de 1768, que en el tiempo de realizar el trascendente viaje era alcalde de

Concepción, ingresó a la carrera militar alcanzando

relevancia en la lucha por la independencia de su país

reemplazando por algún tiempo en 1817 a O'Higgins como

jefe supremo, intervino en acciones militares y políticas en

pos de la libertad de Chile, supo del cautiverio en diversas

cárceles (Chillán, Callao, Valparaíso, Isla de Juan

Fernández), para una vez en libertad, luego de la victoria

de San Martín en Chacabuco, acompañar al libertador en

la gesta de emancipación americana. Su muerte se

produce en Santiago de Chile hacia octubre de 1828,

cuando contaba con 60 años de edad.

Don Luis de la Cruz y Goyeneche

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Luis de la Cruz por nuestra región:

22/06: La expedición llega a los médanos de Guentean (Wentean) (luego llamado

Médano de los Tres Caldenes, al sur del actual Banderaló), residencia del cacique ranquel

Ena.

24/06: Llegan al sitio de Pichinlob (Pichiloo) (Médano pequeño), unos 7 km al

estenoreste de la localidad de Banderaló.

25/06: Arriban a Blancomanca (Blangka Manka). La laguna se conserva actualmente

como también su denominación (Blanca Manca), localizándose en el lote 15, Cuartel VII,

Sección G del Partido de General Villegas, al norte del casco de la Estancia Blanca

Manca. En una concisa descripción del lugar De la Cruz nos dice: "Los pastos muy

abundantes; pero ni un solo arbol" (ANHCH. f. 155).

26/06: Se encuentran en Chicalco (Chikalko) (de Chical: chañar, Co: agua; "Agua del

Chañar"). Su posible ubicación catastral estaría dada en la sección X, dentro de la

Estancia El Fortín (sin duda su nombre deriva de la existencia en el período 1870-76 del

Fortín San Martín ubicado dentro de dicho predio rural), del Partido General Villegas.

28/06: Tras corto recorrido alcanzan la laguna de Chicalco o también llamada

Lauquencó (Lavkenko)(de Lauquen: laguna, Co: agua; "Agua de Laguna"). El sitio

probable se lo localiza en la Sección XIII del Partido de General Villegas, en el extremo

sudeste del establecimiento Caldenes.

29/06: Siguiendo el mismo rumbo noreste llegan al paraje conocido con la voz española

Ramada. "El nombre de la Ramada tiene su origen, de que los Españoles construyeron

en ese citio una Ramada andando perciguiendo a los Yndios." (ANHCH. f. 160). La

ubicación de la Ramada podría darse en la sección XIV del Partido de General Villegas, al

sudeste de la localidad de Villa Saboya.

30/06: Llegan a Chipaylauquen (Chipailavken). A Chipaylauquen se lo sitúa a 8 Km al

este de Aarón Castellanos, en proximidades de La Picasa (actualmente forma parte de

ella). Poco antes de arribar a Chipaylauquen, la expedición atravesaría el paraje de

Nahuelcó (Nawelko), que De la Cruz cita en su diario: “... seguimos la derrota hasta las

Dos y Diez minutos que llegamos al lugar de Naguelcó, que es un corral que forman dos

Lagunas: entramos por una abra, de vastante extencion, y tomando al Sur sueste para

salir por otra igual, à los veinte minutos alojamos a las Dos y media de la tarde con cinco

y media leguas andadas en la orilla de dicha laguna, que es de agua dulce

[Chipaylauquén]”. Es de notar la cantidad de caballos cimarrones que vagaban en la zona

por entonces. En el tramo en lo que hoy es Villa Saboya y Aarón Castellanos, De la Cruz

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nos dice: "Poco mas de una legua haviamos caminado quando se divisó acia el Este una

manada de Yeguas, que pasaria de mil quinientas, y otra al Norte mucho mayor" (ANHCH.

f. 160).

01/07: Luis de la Cruz y su comitiva avistan la laguna La Picasa, sin nombrarla como tal y

nos deja su interesante descripción: "...y a las diez y seis quadras mas llegamos a la

Rivera del Norte de otra, que era salada, tan grande que no se columbraba el fin de

largo." (ANHCH. f. 161). En esa jornada llegarían a la laguna de Chadilauquen

(Chadilavken) (de Chadi: salado, Lauquen: laguna; "Laguna Salada"). Chadilauquen se

ubica tentativamente en el Distrito Christophersen, Departamento General López, en el

extremo norte de las estancias El Bonete y Santa Fe.

El 5 de julio de 1806 el grupo expedicionario arribaría a Melincué. Es decir que Luis

de la Cruz y Goyeneche, en su itinerario de viaje, pasaría al este de Rufino, en

proximidades de los actuales pueblos de Villa Saboya y Aarón Castellanos.

INCURSIONES ABORÍGENES SOBRE LAS FRONTERAS UTILIZAN LAS

RASTRILLADAS QUE PASABAN CERCA DE LA ACTUAL CIUDAD DE RUFINO (SHE)

El 13 de diciembre de 1822 unos cuatrocientos aborígenes invadieron el sur de Santa

Fe, robando hacienda en el Arroyo Pavón, avanzaron sobre el Saladillo de la Orqueta,

sitiaron 3 días Melincué, mataron un soldado y destrozaron una tropa de carretas en las

chacras de Gorosito.

El 8 de junio de 1823, en represalia por las incursiones de los indígenas, el

gobernador de Santa Fe Estanislao López, utilizando las rastrilladas realiza una “entrada”

sobre la Pampa central, atacando las tolderías del cacique Lienán, donde afirma haber

dado muerte a cien indios.

El 1 de diciembre de 1833 fuerzas aborígenes incursionan a través de las rastrilladas

de Las Tunas (atacando el fuerte Las Tunas) y de Loreto (atacando la Guardia de la

Esquina).

El 7 de enero de 1835, una partida de aborígenes que se traslada por la rastrillada de

Loreto, ataca la Guardia de La Esquina.

El 22 de diciembre de 1838 se produce la batalla de Loreto, a orillas de la laguna del

Zapallar Grande o Loreto, unos 5 km al S de la actual localidad de Maggiolo. Los

indígenas habían arribado al lugar desde el sur, por la rastrillada de Loreto, la cual pasaba

por donde hoy se halla la ciudad de Rufino. Ese mes de diciembre nuevamente hacen

sentir su presencia, pero esta vez con un malón de grandes proporciones, compuesto por

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alrededor de 1.000 indios y liderados entre otros caciques por el coronel unitario Manuel

Baigorria, refugiado por entonces en los toldos. La fuerza invasora ingresa al sur

provincial separada en tres fracciones y tomando rumbos distintos: una hacia el

Carcarañá, siguiendo probablemente la rastrillada de Las Tunas, otra hacia el paraje de

La Orqueta y la tercera hacia la zona de Loreto. Impuesto de esta noticia el jefe de la

frontera sur de Santa Fe Juan Pablo López marcha desde Rosario con 400 hombres

rumbo a la Guardia de Melincué, donde llega el 20 de diciembre. Al día siguiente continúa

su marcha para reunirse en el Pedernal (pocos kilómetros al sur de la laguna de

Melincué), donde recibe el auxilio de las fuerzas del Fuerte Rojas al mando del coronel

Mario Lagos quien aporta 500 hombres. El 22 en horas de la mañana reciben información

que los invasores se hallaban acampados a las orillas de la laguna de Loreto, por lo que

disponen en conjunto la estrategia de acción militar. De tal modo, en función de una

táctica envolvente, el coronel Lagos se dirige hacia el sur del lugar, para cortarles la

retirada, mientras que López dividiendo sus fuerzas carga por el norte y por el este. Sin

mayores posibilidades de evadirse, los indios tuvieron que inevitablemente enfrentarse a

las tropas del ejército. Seguramente el combate fue extenso en tiempo y que por sus

características en cuanto a número y ansias de venganza de las fuerzas militares, debe

haber sido muy violento y durado algunas horas. El resultado fue favorable al ejército,

quienes produjeron numerosas bajas entre los indios, logrando recuperar además la

hacienda robada y rescatando cautivos. El parte militar de este hecho señala que se dio

muerte a 100 indios, incluido el cacique Quiñiuray, y que las fuerzas militares sólo

sufrieron tres bajas. Sin duda este parte es demasiado generoso en cuanto al número de

víctimas producida entre los indios y escaso en cuanto a sus propios hombres. Esto

sumado al lenguaje utilizado, nos permite mirar con suspicacia la veracidad de su

contenido. No obstante esta visión de los hechos, desde el punto de vista militar se repite

en otros hechos similares. Vale suponer que un enfrentamiento de esta naturaleza bien

podría haber producido bajas humanas un tanto mas equilibradas para ambas partes. De

todos modos, se trata de documentación oficial y única sobre este episodio.

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Combate de Loreto (1838). Obra del pintor Ensevi, existente en el Museo Colonial e Histórico de la Provincia

de Buenos Aires (Luján).

Mapa que muestra los movimientos de los contendientes en el Combate de Loreto

El 29 de julio de 1856, Juan Pío González, comandante de la guarnición de San José

de la Esquina, da cuenta que ese día un grupo de 60 aborígenes ha asaltado varias

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tropas de carretas y robado ganado. Estos procedían desde el sur, y llegaron al fuerte por

la rastrillada de Loreto.

El 27 de septiembre de 1857, arriban por las rastrilladas 3.000 indios a Melincué. Sus

caciques se reúnen con el jefe de la guarnición y aseguran que su intención no es atacar

Melincué, sino que cruzan por el territorio de Santa Fe con el propósito de invadir la

frontera de Buenos Aires.

El 13 de noviembre de 1865 se produce una nueva invasión de indígenas sobre el

Fortín Las Tunas, los que llegaron al lugar a través de la rastrillada homónima.

El 23 de abril de 1867, 800 indios (500 de Calfucurá y 300 de Coliqueo) arriban a la

frontera santafesina, e invaden dos estancias en la zona de Las Sepulturas, matando a 5

pobladores del lugar y llevándose 12 cautivos.

El 28 de mayo de 1867, dos bomberos de los indios son atrapados, e informan que en

la laguna La Verde (al N de la actual Villa Saboya) hay 500 aborígenes (300 de Coliqueo y

200 de Calfucurá) que están acampados, esperando para invadir la frontera.

El 7 de octubre de 1867, invasión de 50 indios a las Tunas, logran llevarse 10 caballos

patrios y ganado vacuno y lanar del fuerte. Son perseguidos por la rastrillada de las

Tunas, y una legua al sur del mismo se entabla un combate donde son heridos tres indios

y dos soldados. Logran rescatar las vacas y ovejas, no así los caballos.

El 15 de noviembre de 1867 persiste la violencia en la frontera, cuando un grupo de

150 indios que habían atacado la zona del Saladillo, invade el Fuerte de Las Tunas. Los

naturales realizaron dos intentos de penetrar al fuerte, pero fueron rechazados y se

retiraron al sur por la rastrillada de las Tunas.

El 29 de diciembre del mismo año, nuevamente Las Tunas es noticia por los

enfrentamientos interétnicos. Trescientos indios de Calfucurá ingresaron a la frontera y se

retiran con 1.500 caballos hacia el sur, por la rastrillada de las Tunas. El comandante

Benito Villar de Las Tunas los persigue con 100 hombres durante 6 leguas, lográndoles

quitar 60 caballos.

El 30 de agosto de 1868 alrededor de 500 indios invadieron la zona de la Cruz Alta y

se llevaron unas 10.000 cabezas, entre yeguas y vacas y corrieron a los vecinos de la

Esquina. Habían penetrado desde el sur, por la rastrillada de Loreto.

El 20 de noviembre de 1868, nuevamente la rastrillada de Loreto es utilizada por los

indígenas para atacar dos lugares que se hallaban sobre la misma. Una enorme invasión

de alrededor de 1.500 indios sitia en Loreto a 40 soldados allí destacados y el grueso de

la fuerza aborigen se dirige hacia la Esquina.

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El 11 de diciembre de 1868 se produce una invasión de 50 indios que llevan arreo.

Son perseguidos por el camino del Tuerto Venado, hacia La Picaza y La Verde.

El 25 de abril de 1869, un grupo de 800 a 1000 indios rodearon el fuerte de Melincué,

pero fueron repelidos por las fuerzas militares, regresando éstos hacia el sur.

El 19 de mayo de 1869 se produce el adelantamiento de la Frontera Sur de Córdoba.

Ese día parten cuatro columnas con ese objetivo al mando del segundo jefe de la frontera,

teniente coronel Antonio Baigorria, dado que el jefe de la misma coronel Lucio V. Mansilla

se hallaba imposibilitado por una enfermedad que lo aquejaba desde el mes anterior. Una

de las columnas, partiendo de Achiras llega a ocupar el abandonado fuerte 3 de Febrero;

otra desde Santa Catalina toma posesión del paso de Arganas (Villa Sarmiento), una

tercera columna, que también parte de Santa Catalina arriba al médano Cerrillos del Plata

o de la Plata (cercanías de Del Campillo), y la última desde La Carlota, que también

arribaría a Cerrillos de la Plata. Las cuatro columnas llegarían al destino establecido el

mismo día 23 de mayo.

El 29 de mayo el coronel Czetz sale de Cerrillos de la Plata a efectos de realizar el

relevamiento del terreno y de los lugares apropiados para el emplazamiento de las

fortificaciones que habrían de completar la extrema izquierda de la nueva frontera. En los

primeros días de junio pasaría por lagunas y parajes relativamente cercanos al sur de

Rufino. En su relevamiento avanza hacia el este hasta dar con una laguna de

características particulares y cuyo nombre le sería consignado tiempo después, en Junín,

por el capitán Roque Vazquez, como “Corupotru”, también conocida como Curopotró

[Kurüpotro: tal vez “Potro Negro” o “Médano Negro Encorvado”], como equivocadamente

llaman a la laguna Langheló [Langelu: “Donde hay muertos”], a cuyas orillas se

emplazaría el Fuerte Gainza, ya que la interesante descripción que hace del paraje resulta

similar a otras realizadas con posterioridad. “De este modo, y por el itinerario, consignado

en el plano llegué el 2 de Junio á una laguna de agua dulce, que se caracteriza de un

modo particular entre todas las otras de esta parte de la Pampa, por tres bosquecillos,

conteniendo como la primera indelebles señales de campamentos de indios, estando

también, situada en un nudo de caminos, que se cruzan al N.O., Norte, N. Este y S. Este.

Esta laguna me fue designada por el antiguo baqueano Roque Vazquez, en Junin, con el

nombre de Corupotru, y existen poderosos motivos para creer no es otra cosa que

Patravallanquen que habia sido encontrada por la columna del Rejimiento n. 7 de

caballería, en su cruzada del Cuero al Fortín Piñeiro, en la época de Pavon. Compuesta

de una laguna chica, reunidero de las aguas llovedizas, y de otra grande permanente con

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manantiales de agua potable, me parece que esta laguna, á solo catorce ó quince (14 ó

15) leguas de la Ramada, está indicada por su misma situacion para el establecimiento

de la Division de Melincué,...” (Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. 1870. p. 132).

Es preciso señalar que Curopotró es un paraje formado por médanos y laguna, al este de

Italó, en cambio Langheló y Patravallanquen son dos lugares distintos del partido de

General Villegas, en la Provincia de Buenos Aires, mientras el primero se halla vecino a la

localidad de Santa Regina, Patravallanquen [Patrawalavken, “Laguna de la Patrawa o

Pahava” (Planta solanácea conocida en español como Duraznillo Blanco)], o como

también se llamaba a la laguna La Verde, se ubica en cercanías de Villa Saboya, y

próxima a ella hacia el sur se emplazaría el Fortín Benavídez, luego llamado La Verde.

Siguiendo con rumbo N.E. llegaría a la laguna La Picasa en el hoy sur santafecino. “ ...,

hasta llegar á corta distancia de una laguna, que yo llamo la Desconocida, pero que,

segun los datos de los baqueanos, debe ser la Picaza, á once ó doce (11 ó 12) leguas de

Corupotru, y que es el punto mas á propósito para el establecimiento de las fuerzas de

Junín, para avanzar en el centro entre el Médano de Acha y Chilquilofo, y ponerse en

contacto con Loncagüe.” (Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. 1870. p. 132). Con

severas dificultades para proveerse de agua potable en La Picasa y ante la escasez de

víveres, acorta su viaje a Junín concluyendo su largo periplo en el Médano de Acha

(cercanías de Vedia), el día 4 de junio de 1869, donde pone fin a su relevamiento.

Durante septiembre y octubre de 1869 habría de operarse el avance de la frontera sur

de Santa Fe de modo simultáneo con la sudeste de Córdoba y norte de Buenos Aires,

conforme al plan que propone Czetz a raíz del relevamiento que realizara entre los meses

de mayo y junio, y que lo contara como partícipe directo de la ocupación del río Quinto. El

18 de septiembre de 1869 se pone en marcha el avance simultáneo y coordinado de las

fuerzas de Mansilla y Benavídez. Desde Las Tunas parte el coronel Lucio V. Mansilla con

las tropas de su mando, con pertrechos y materiales, producto de haberse desmantelado

en gran parte el fuerte de Las Tunas, y necesarios para las construcciones a levantar en

la nueva línea, los que se transportaban en 12 carretas. Las fuerzas de Melincué,

representadas por un escuadrón del Regimiento Nº 8 de Caballería, inicia su marcha

desde el Fortín Loreto ese mismo día, bajo las órdenes del capitán Alejandro Etchichuri y

guiados por el ayudante de Mansilla, el capitán Federico Melchert. Ambas columnas

tenían por objetivo ocupar la laguna Langheló, que erróneamente llamaban Curupotró

(unos 5 km al E. de la actual localidad bonaerense de Santa Regina), avanzando al

mismo ritmo de marcha, en forma paralela, de modo de arribar al mismo tiempo al destino

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prefijado, comunicándose diariamente por señales de humo y descubiertas al efecto. Las

fuerzas de Mansilla transitaron por la rastrillada de Las Tunas, hacia el sur con una leve

orientación al oeste. Por entonces la región sufría una intensa sequía, por lo que ofrecía

un paisaje bastante desolador, definido por la inmensa llanura, sólo interrumpida, a veces,

por alguna formación medanosa. Desde la partida, hasta llegar a destino, la expedición

recorrió una distancia de aproximadamente 114 km que representaría unas 23 leguas. En

su transcurso habrían de pasar, por el lado oeste de la laguna Las Tunas al inicio del

viaje, al este de la laguna del Overo (Establecimiento La Aurora), por la margen oeste de

la laguna La Teresa, por la Estancia Laguna del Monte, entre la estación Vivero y laguna

homónima, a unos 11 km al oeste de Rufino, por el Establecimiento La Amalia, 4 km al O

de Cañada Seca, arribando finalmente a la laguna Langheló, próxima a Santa Regina. Las

fuerzas de Etchichuri utilizaron otro camino conocido como rastrillada de Loreto, que

pasaba por el propio fortín Loreto, y que tenía marcado rumbo sudoeste. La distancia

recorrida hasta Langheló resultó de 123 km y, en su marcha pasaron por los lugares

conocidos hoy como: 5 km al oeste del paraje Cinco Esquinas, poco más adelante unos

16 km al oeste de Sancti Spíritu, por la actual estancia Las Niñas, unos 10 km al oeste de

las localidades de Amenábar y Lazzarino, por el extremo sudeste de la actual planta

urbana de la ciudad de Rufino, por la estancia Las Ángelas, a 5 km al este de Cañada

Seca y desde allí, poco más adelante, arribaban a su destino. Ambas columnas arribarían

a la laguna Langheló al mismo tiempo, el día 21 de setiembre de 1869, tras cuatro días de

travesía. Allí el Coronel Lucio V. Mansilla levantaría el Fuerte Gainza, nueva comandancia

de la Frontera Sur de Santa Fe.

El 3 de octubre de 1869, luego de la fundación del fuerte Gainza, y de haber

explorado terrenos adyacentes al mismo, el coronel Mansilla, con las fuerzas de su

mando, emprende la marcha hacia el oeste para levantar la frontera sudeste de Córdoba,

objetivo principal de su expedición, arribando el día 7 a la laguna Ramada Nueva donde

emplazaría el Fuerte General Arredondo.

El 17 de octubre de 1869, desde el fuerte Chañar (en inmediaciones de Teodelina, al

noreste de la laguna homónima), parte Martiniano Charras con su división y acompañado

del coronel Czetz con el propósito de ocupar el paraje seleccionado para levantar la

comandancia de la nueva frontera norte de Buenos Aires. El día 23 de octubre arriba al

médano Ancalóo Grande [Angkaloo, “Médano Partido”] (actualmente General Pinto),

procediendo de inmediato a delinear y levantar la nueva comandancia, tarea que estaba a

cargo del coronel Czetz, que pasaría a llamarse Fuerte Lavalle Norte.

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Al mediodía del día 16 de setiembre de 1870, el sargento Félix Vallejos y el soldado

Manuel Acuña se dirigian desde el fortín Díaz en dirección al fortín Benavídez (La Verde),

llevando consigo “vicios de entretenimiento”, es decir bebidas para la dotación de

personal de este último fortín. Hallándose a mitad del camino se ven sorprendidos por el

ataque de una partida de más de veinte individuos, entre indios y blancos refugiados en

los toldos que acompañaban las incursiones detrás de las fronteras. El encuentro tuvo un

trágico desenlace para ambos soldados que no pudiendo resistir dada la inferioridad

numérica, perecieron bajo las armas de los invasores. Luego de esta matanza los indios

cruzaron la línea de frontera para dirigirse en dirección a Melincué con obvios propósitos

de continuar con sus actos de robar y de violencia. En el trayecto, en un cañadón (no

muy lejos del actual Rufino), se encuentran con una carreta que era conducida por cuatro

soldados y que transportando maíz y pasto para la caballada a pesebre de fuerte Gainza,

se dirigía a esta comandancia. Intimados por los asaltantes y viendo la posibilidad de

salvar sus vidas, los soldados debieron abandonar el carruaje y huyeron logrando llegar a

Fuerte Gainza. Informado el comandante Benavídez de esta situación dispone su

persecución, la que resulta infructuosa por la ventaja en tiempo y rapidez con que se

desplazaban los naturales.

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El 6 de octubre de 1870, el comandante de la guarnición La Verde Ayudante Mayor

Pedro Racedo, descubre unas huellas de indios que se internaban en la frontera. De

inmediato da aviso al comandante de la frontera sur de Santa Fe Antonio Benavidez,

quien envía al Capitán Eliseo Ponce en persecusión de los aborígenes, que

aparentemente se dirigían hacia Melincué. El audaz e intrépido capitán Eliseo Ponce, con

una fuerza de cuatro oficiales y veinticinco soldados, en realidad suficiente para enfrentar

a los incursores que no ostentaban mayor número, se movió con las fuerzas de su mando

hacia el interior de la frontera en la dirección de Melincué en procura de encontrar los

rastros de los indios. Hecho que finalmente logró al reconocer en el paraje llamado

“Guaico de Arias” (al NE del actual Rufino), las indelebles marcas que dejaban las

rastrilladas de los mismos. Desde este punto Ponce y su gente se dirigió al paraje

conocido como “Cañada de Alanis”, lugar donde tiene aviso por medio de sus

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descubiertas de que los indios, que marchaban poco más adelante lo hacían rumbo a

Melincué; optando por hacer llegar el aviso a esta guarnición y aguardar en el paraje

mencionado el regreso de los invasores. Hecho que se produciría cinco días después del

ingreso, es decir el día diez de octubre, y que lamentablemente para Ponce, por culpa del

comportamiento desacertado de algunos de sus hombres, se le escapó de las manos la

posibilidad de una victoria. “En cumplimiento á la orden recibida de V.S. el dia 5 del

corriente, me puse en marcha; acto continuo á las seis y media de la tarde al mando de

veinte y cinco individuos de tropa con cuatro Oficiales en persecucion de los Yndios, que

segun indicios se dirijian al Fuerte “Melincué” (antigua línea de esta Frontera) buscando la

rastrillada de ellos, la que hallé en el punto denominado los “Guaycos de Arias”, sobre

ella, avanzando terreno proseguí mi marcha hasta la Cañada de “Alanis” donde tuve aviso

por mis descubridores que estos se iban para dicho punto á distancia de unas cinco ó

seis leguas del citado parage, y por haber hecho yó una marcha de veinte leguas me era

del todo imposible darles alcance; en esta virtud dispuse mandar dos Sargentos bien

montados a “Melincué” dando aviso al Gefe de ese punto que los Salvages se dirijian á él,

á fin de que tomara las medidas que creyera del caso; avisandole á V.S. al mismo tiempo

por conducto de un Oficial las medidas que habia tomado y que yó esperaba en este

punto el regreso de ellos; como efectivamente el dia diez como á las ocho de la mañana

recibí aviso de los Vigias que tenia, que aparecian tres jinetes y á retaguardia de estos

una polvareda que se suponia eran los Yndios, acto continuo mandé á decirle al Sargento

encargado de ellos por conducto del mismo, que permaneciese oculto como lo habia

puesto y no se moviera para nada de donde estaba y esperase mi incorporacion

observando el movimiento de ellos; pues el referid Sargento no solo no cumplió con esta

orden, sino que se adelantó con un Soldado á una gran distancia á reconocerlos, y

cuando se cercioró de que eran ellos, regresó á gran fuga avandonando hasta el Soldado

que llevaba consigo y prendiendo fuego al campo, lo que hizo desconfiar á los indios que

habia gente emboscada, retrocediendo estos en gran fuga sacandomé como dos leguas

de distancia, é inmediatamente destaqué dos partidas bien montadas al cargo, una del

Teniente 1º D. Santos Alderete y otra al del Alferez D. Martin Riva, marchando yó á gran

galope á retaguardia de ellos, lo que como á ocho o nueve leguas de persecución, se me

incorporaron una parte de los individuos de tropa que iban al mando de estos Oficiales,

diciendome que se habian estraviado, y que los Yndios disparaban rumbo al Naciente, y

viendo el estravio de estos me bí en un gran conflicto, pues estaba en la creencia de que

hubieran sido aprehendidos por los bárbaros entre las quemazones y polvaredas de que

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era invadido. En este estado hice reunir toda la gente á mis ordenes que venía dispersa

por haberse quedado con los caballos cansados, siendome por esto imposible la

persecucion de ellos. Es lamentable Señor Coronel que se nos haya escapado el triunfo

de la mano por la ineptitud del Sargento que tenia destacado, pues puedo asegurarle que

los Yndios no pasaban de veinte y cinco á treinta, y que venian donde yo mismo estaba

con un arreo de cien á cientocincuenta animales, y que de los que se le han tomado no

parece que hayan robado en ninguna parte por el mal estado de ellos. Solo me resta

recomendarle la comportacion de los Oficiales é individuos de tropa que he tenido el

honor de mandarlos en esta jornada, pues no he visto otra cosa en ellos que un grande

deseo de hallarlos y ánimo para batirlos” (SHE. Caja Nº 33. Documento del 12 de octubre

de 1870).

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El combate de La Picasa (1871)

A principios de mayo de 1871, al mando de Epumer Rosas, se produce la gran

invasión. Desde casi dos meses antes se tenían algunas noticias sobre la misma, en

principio de los indios de Calfucurá [Kallfükura] a las fronteras Sur de Córdoba, Sur de

Santa Fe y Norte de Buenos Aires, aunque posteriormente y en ocasión de materializarse

la misma, se verificaría que la numerosa fuerza pertenecía a la parcialidad ranquelina bajo

las órdenes de Epumer Rosas.

El grueso del malón invasor se presentaba ante las puertas de la Frontera Norte de

Buenos Aires, en inmediaciones del Fortín Medias Lunas, en horas de la mañana del día 2

de mayo. El Jefe de la Frontera Sur de Santa Fe Antonio Benavídez se encontraba en

esos momentos en Rosario, hallándose a cargo accidentalmente de la misma el coronel

Manuel Díaz, quien es impuesto de la situación por el jefe de Medias Lunas Martín

Ramos. “Al Gefe de la frontera Sud de Santa Fé Corl D. Anto. Benavides. Gainza Mayo 2

de 1871. Son las tres de la tarde, en la que recibo un parte de Ramos avisandome que en

la mañana del dia de hoy han entrado como Mil indios: como según se crée vayan a

Melincué se lo aviso para que V.S. tome las medidas del caso... Manuel Diaz” (SHE. Caja

Nº 34. Documento del 4 de mayo de 1871).

El Jefe de la Frontera Norte de Buenos Aires, Martiniano Charras, tampoco se

hallaba en la comandancia de su cargo, Lavalle Norte, ya que se había trasladado a Junín

dejando el mando transitorio a cargo del coronel Salvador Maldonado. Al conocer la

noticia de la invasión que se llevaba a cabo, rápidamente se pone en marcha con el

Regimiento Nº 3 y 150 guardias nacionales en dirección al Médano de Acha (al norte de la

actual ciudad de Vedia), en la presunción de que los invasores se dirigirían a ese lugar. En

tanto le hacía saber al coronel Maldonado que con los hombres de su mando se le uniera

en dicho lugar para reforzar el número de hombres.

Pero Maldonado había partido bien temprano el día 3 de mayo con rumbo a la

laguna La Picasa, a sabiendas de que allí se hallaban acampados los indios. “El dia 2 del

corriente á las 3 de la tarde recibí aviso del Comandante del Fuerte “Medias Lunas”

Sargento Mayor D. Martin Ramos, de que por el Fortin “Las Heras” se habia encontrado á

las 7 de la mañana de ese dia una gran rastrillada que se dirigia para el Norte;

inmediatamente hice tomar caballos de tiro al Regimiento y Guardias Nacionales que hay

en este Fuerte, y á las 4 menos veinte minutos de esa tarde me puse en marcha para la

Laguna “Picaza”” (SHE. Memoria del Ministerio de Guerra y Marina Año 1872. p. 10).

Al alba del día 3 de mayo de 1871 Salvador Maldonado con el Regimiento de su

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mando llega al paraje La Picasa, observando la presencia de los ranqueles que se

encontraban acampados a orillas de la laguna y descansando, por lo tanto desprevenidos

de cualquier ataque. El factor sorpresa obraba a favor de Maldonado quien manda cargar

a la caballería a las órdenes del sargento mayor Conrado Villegas, quien produce el

impacto propio del inesperado ataque. Se inicia un largo combate, en gran parte cuerpo a

cuerpo, que se extendió por alrededor de 5 horas y media, y que dado al importante

número de aborígenes y a su bravura en el combate, hicieron retroceder a las fuerzas

militares, quienes tuvieron que apelar a sus armas de largo alcance, incluido los cañones,

para mantener a distancia a los aguerridos ranqueles. En horas del mediodía los indios

comienzan a retirarse quizás satisfechos por el resultado del entrevero, ya que habían

logrado un gran objetivo: robar la caballada del Regimiento, alrededor de 200 caballos,

dejándolos prácticamente a pie y sin posibilidades de seguirlos.

La fuerza nativa deja atrás La Picasa para dirigirse hacia el Fuerte Lavalle Norte (al E.

del actual General Pinto), sabiendo que Maldonado y Villegas habían quedado varados en

La Picasa, y que Charras estaba con el Regimiento 3 en el Médano de Acha, con la

intención de incrementar el éxito de su malón. Alrededor de las 5 de la tarde y

aprovechando que el Fuerte había quedado con muy poca dotación de personal, la que

no le podía hacer frente, arrebataron los caballos patrios (de los soldados) y reses de

ganado que había en el mismo, inclusive hacienda propiedad del comandante Martiniano

Charras. Luego de lo cual se retiran hacia el sur, hacia tierra adentro, rumbo al paraje

Hubrié.

El parte militar de este episodio evidencia una visión parcializada de los hechos,

tratando de disimular un contraste y mas aún, pretender asimilarlo como una victoria. Así

en otros hechos similares se observa la escasa información, la poca claridad en la

redacción, la dispar cifra de bajas y expresiones de éxito, cuando resulta claro que los

indígenas lograron su cometido de invadir y regresar a los toldos con gran cantidad de

caballos y hacienda, aún desde su comandancia principal.

“..., debo decirle á Ud que el dos del presente marché de “Junin” con 200 hombres

poniendome á las órdenes de dicho Gefe, encontrandome en el Fuerte “Gral Lavalle” la

invasion que debia tener lugar en los partidos del Pergamino, Rojas y Junin no se

efectuará debido al arrojo del Gefe accidental de esta frontera, Teniente Coronel

Maldonado, quien á la Cabeza de su Rgmto y algunos milicianos cargó y destrozó una

columna de mas de mil indios al mando del Cacique Epumer [Epumer: “Dos Zorros”]”

(SHE. Caja 34. Telegrama del 7 de mayo de 1871).

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“Tengo el honor de transcribir á V.S. el parte que el Comand te. del fuerte Medias

Lunas (Martín Ramos) pasa al Gefe accidl de la frontera Sud de Santa Fé (Manuel Díaz).

“Anoche recibí una nota del Comandte accidental de esta frontera (Salvador Maldonado),

en la que me comunica haber batido á los Yndios el 3 del corriente á las 6 de la mañana

los que han retrocedido, y en el regreso han sorprendido las avanzadas del fuerte Gral

Lavalle y han arrebatado la hacienda que en él habia, tomando en seguida ácia “Hubria”

lo que aviso á V. Para su conocimto. Dios guie á V. Martin Ramos”” (SHE. Caja 34.

Documento del 11 de mayo de 1871).

“A las 6 ½ de la mañana del dia 3 llegamos á dicho punto, encontrando á los indios,

los que se pusieron en gran confusion al ver las fuerzas, pues estaban á pié;

inmediatamente hice desprender un Escuadron del Regimiento, al mando del Sargento

Mayor del mismo D. Conrado E. Villegas, llevando la órden de cargarlos, marchando el

que suscribe con el resto de la fuerza en su proteccion. A los pocos momentos de

desprendido el escuadron, se encontró con los indios, dándoles una carga tan violenta

que les hizo dejar gran cantidad de monturas y camas, viéndose obligados á montar en

pelo, por encontrarse durmiendo; el toque nuestro de carga fué contestado por ellos y

ejecutado entreverándose con el escuadron, el que los dobló y acuchilló como dos

cuadras; pero como la indiada era numerosa un nuevo refuerzo salió en proteccion de los

que huian, teniendo la fuerza de línea que replegarse á la reserva, á la que hice hechar

pié á tierra, consiguiendo así rechazar las atrevidas cargas de los bárbaros, los que

viéndonos en esa actitud se pusieron á una distancia respetable, no atreviéndose á

traernos otras cargas por los disparos que se hacian de cañon; asi permanecimos gran

rato. Los salvajes tocaron reunion y á las doce del dia se pusieron en retirada en direccion

á este Fuerte (Lavalle Norte). Los invasores se calculan en 800 á 1000 lanzas, mandados

por el hermano de Mariano Rosas, cacique Epumer. Nuestra caballada de marcha, que

era en número de 200, habia quedado á una distancia del Regimiento y en el momento de

la carga fué arrebatada por los indios. Por nuestra parte tenemos que lamentar la pérdida

de siete individuos de tropa muertos, el Teniente D. Antonio Correa, y cinco individuos de

tropa heridos del Regimiento de mi mando. Los indios han tenido diez muertos y llevan

muchos heridos, han dejado mas de cien monturas y algunas lanzas. A las 12 y ½ de ese

mismo dia me puse en marcha por el mismo rastro que llevaban los invasores; pero como

iban estos á gran galope llegaron á este Fuerte como á las 5 de la tarde, logrando

sorprender las avanzadas y arrebatar los caballos y reses que habia en él como V.S. verá

por la cópia adjunta del parte del Sargento Mayor D. Manuel Lopez, quien se hallaba en el

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Fuerte por órden que habia recibido del que suscribe; yo llegué hoy á las 3 de la mañana

no encontrando ya á los indios. Los he hecho descubrir con el Alferez de Vaqueano D.

Fermin Sanchez, y se dirijen á “Hubrié” rumbiando al Sud y por fuera de la línea de

frontera. Ahora me resta recomendar á V.S. la brillante comportacion del Sargento Mayor

D. Conrado E. Villegas, el que ha tenido que luchar uno contra cinco...” ” (SHE. Memoria

del Ministerio de Guerra y Marina Año 1872. pp. 10, 11 y 12).

El combate de Pichi Huitrú

En los primeros días de mayo de 1874, la partida de soldados que escoltaba a la

comisión de técnicos que estudiaba la traza del ferrocarril al mando del ingeniero Luis A.

Huergo, se enfrentó en proximidades del Paraje Pichi Huitrú [Pichi Witru: “Pequeño

Caldén”], muy próximo al actual Rufino, con fuerzas del intrépido cacique Vicente Pincén

al mando del capitanejo Felipe Coyllá [Koyla: “Mentiroso”]. El mismo arrojó un trágico

saldo para las fuerzas militares cayendo muerto su jefe el Sargento José Orellano.

En 1872 la Ley Nº 583 del 5 de noviembre, autorizaba al presidente Sarmiento a

contratar empresas particulares para la "construcción y explotación de las vías férreas"..."

de la ciudad de Buenos Aires hasta San Juan, pasando por Rojas ó Junín, Mercedes, San

Luis, La Paz y Mendoza". En función de esta ley el gobierno de la Nación firmaba en 1874

un contrato con Juan E. Clark. Era la etapa fundacional de un ferrocarril que hacia 1882

pasaría a ser el "Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico, B.A.P.".

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El estudio del terreno se ponía en marcha, pero para ello había que atravesar la

llanura tan inhóspita como desconocida, donde solo la vigilia solitaria de la avanzada de

fortines pretendía atenuar las incursiones los dueños de las tierras: las huestes de Pincén,

los ranqueles de Mariano Rosas, los salineros de Calfucurá y otros.

La misión era sumamente peligrosa para la comisión de técnicos liderada por el Ing.

Luis A. Huergo (primer ingeniero recibido en el país), ante lo cual contaba con la escolta de

unos cuarenta soldados bajo las órdenes del Sargento Mayor José Orellano y del Teniente

Ezequiel Delmozo.

Los trabajos de relevamiento se efectuaban sobre una ancha franja a fin de ubicar la

traza definitiva de la vía en proximidades de la actual ciudad de Rufino. Surgirían luego

dos proyectos de vías para Juan E. Clark. El que ubicaba la misma en lo que sería el límite

sur de los campos de los hermanos Rufino, por compra que harían al gobierno de Córdoba

en 1879; y el otro, finalmente aceptado, unos mil metros al norte del anterior, siendo el

actual emplazamiento de la vía.

Dejando atrás la laguna La Picasa e ingresando en el actual territorio santafesino,

por las cercanías del actual Aarón Castellanos, en horas del mediodía del 8 de mayo de

1874, la comitiva recibe aviso por sus descubiertas de la presencia de naturales

acampados en la laguna de Pichi Huitru [Pichi Witru] (actual Estancia Concordia, unos 12

km al este de Rufino). En la noche anterior esta partida de treinta aborígenes de la

parcialidad de Pincén [Piseñ] al mando del capitanejo Felipe Coyllá [Koyla], había

atravesado la línea de Frontera por entre los fortines La Verde y San Martín, siendo

advertida su presencia por las fuerzas destacadas en la Comandancia de Gainza, a las

órdenes del coronel Pedro Timote.

El sargento mayor Orellano previendo un ataque ordena formar un cerco con los

tres carros en los que transportaban el equipamiento, encerrando dentro de ellos a los

caballos de armas. Las descubiertas destacadas regresaban al galope seguidos de cerca

por los indios, por lo que el jefe militar, ante el inminente ataque, se adelanta a parlamentar

con éstos, dando tiempo a la vez a Huergo y su gente a carpir el terreno circundante, ante

la posibilidad de que los indios enciendan fuego al pasto.

El fracaso de su charla lo hace regresar a rápido galope sumándose a las fuerzas

defensoras, y, estando ya los indios a tiro de fusil ordena abrir el fuego. El estampido tuvo

un efecto inesperado y la caballada reunida se espantó yendo en dirección a los atacantes.

Estos habían conseguido su verdadero propósito: llevarse los caballos. Pero más aún,

habían dejado prácticamente a pie a los soldados del Regimiento 2 de Caballería.

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Tocados íntimamente en su orgullo y honor militar, Orellano y parte de su fuerza,

con algunos pocos caballos que quedaban, cargaron decididamente sobre ellos

rescatando parte de los animales, matando a 12 aborígenes e hiriendo a otros 4, para lo

que debieron entablar combate cuerpo a cuerpo, resultando gravemente herido el jefe

militar y dos de sus soldados. Ante esta situación adversa deben retirarse en dirección al

grueso de la caravana, perseguidos por los indios, quienes finalmente regresaban a Pichi

Huitrú. “Cerca de Pichi Huetru, Mayo 8/871. Señor Gefe de la Frontera Norte de Buenos

Ayres Dn Conrado Villegas. 3 de la tarde. En estos momentos hemos tenido un combate

con una partida de treinta Yndios (aproximadamente), de lo que ha resultado mal herido el

Señor Mayor Dn José Orellano y dos soldados. La caballadas nos fue arrebatada pero en

la persecucion le hemos quitado una gran parte. Esperamos la fuerza que debe venir de

La Verde para perseguirlos pues hemos quedado casi á pié. Los Yndios parece que han

vuelto á Pichi Huetrú, mas tarde se pasará el parte con mayor exactitud. Ezequiel

Delmoso” (SHE. Caja 36. Documento del 8 de mayo de 1874).

Los pormenores del combate son descriptos en detalle en la nota que el

comandante Borges envía a Rufino Victorica, lo que hace necesaria su transcripción para

documentar fehacientemente lo ocurrido: “En este momento diez delá noche recibo

nuevas comunicaciones que detallan el combate habido el dia de ayer y de que doy

cuenta á V.S. en nota de esta fecha. Segun los nuevos partes recibidos resulta que yendo

en marcha la espedicion tuvo aviso por sus descubiertas que en “Pichí Huetrú” que se

hallaba inmediato se encontraba una fuerza de Yndios, el mayor Orellano mandó

descubrirla y se preparó al combate construllendo un cerco con tres carros que llevaba

para conducir los utiles y encerró á los caballos de arreo, y apenas terminada esta

operación regresaron las descubiertas perseguidas de cerca por los indios. Orellano

manda romper el fuego los caballos encerrados se asustan y disparan en direccion a los

indios que los combaten, entonces carga parte de lá fuerza con su gefe para rescatarlos lo

que logran en su mayor parte matando ademas doce indios é hiriendo cuatro y poniendo

en fuga á los demas que persiguen largo trecho. La persecucion cesa á consecuencia de

falta de caballos y haber sido heridos gravemente el Mayor Orellano y tres soldados mas.

Segun comunicacion del Comte Timote los indios á que me refiero habian penetrado la

noche anterior por entre los fuertes Benavides y Sn. Martin y habiendo sido descubierta la

rastrillada por las fuerzas de su mando el mismo dia del combate ... persiguiendolos así

que es de suponer que los indios no escaparan á la persecusion que se les hace. Lá

comision de ingenieros prosiguen nuevamente sus trabajos y he ordenado al gefe de la

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frontera Sud de Sta Fé en que hoy se encuentran les preste todos los ausilios que llegara a

precisar” (SHE. Caja 36. Documento del 9 de mayo de 1874).

Debido a la gravedad de las heridas sufridas por Orellano de un certero lanzazo, y

en busca de auxilio, la fuerza militar y los técnicos marchan rumbo al fuerte La Verde (al

sur de la actual Villa Saboya) al que arriban en la madrugada del día siguiente. Al respecto

diría el ingeniero Huergo en el parte dirigido al comandante Borges el 9 de mayo desde el

fortín La Verde: "Nuestra feliz marcha fue interrumpida ayer por un suceso altamente

desagradable. Seguiamos ayer nuestro camino cuando á una distancia de dos leguas de

la laguna de Pichi Huetrú tuvimos aviso de que en ella estaba acampada una indiada. El

Mayor Orellanos mandó formar cuadro con los carros y encerrar la caballada en él

mandando de descubierta á dos soldados y dos peones, que luego volvieron á escape

perseguido por un número que resultó de 27 indios. Despues de haber hablado el Mayor

Orellanos con ellos un rato dando tiempo á cortar el pasto para evitar el fuego del campo,

mandó romper el tiroteo que causó la disparada de la caballada que fue arrebatada por los

Yndios, una parte de la cual fue en seguida rescatada por una parte de la gente que los

persiguió. El resultado, que lamento, es, que el Mayor Orellanos está gravemente herido,

bandeado de un lansaso, y hay un soldado también mal herido y dos que considero leves;

creo que el Mayor necesita del auxilio de un médico, y tan bravo gefe merece se haga un

esfuerso. Hemos muerto doce indios y sabemos de cuatro que van heridos; si hubieramos

tenido caballos para perseguirlos no se hubiera escapado uno. Despues de la pelea, creo

que lo mas prudente era enviar á uno de los peones con aviso urgente á la linea y

ponerme en viage para este punto (La Verde) con el Mayor y heridos. Arreglé uno de los

carros con pasto y ponchos y marchamos ayer mismo á la cinco de la tarde llegando aqui

hoy á las dos y media de la madrugada donde queda el Mayor sin querer bajar del carro

porque indudablemente se encuentra mal. Como es urgente el envío del parte no puedo

ser mas estenso". El sargento mayor José Orellano no pudo superar la profunda herida

recibida y moría en La Verde el día 16 de mayo de ese año de 1874. Sus restos se hallan

sepultados en el cementerio de Junín donde un monumento erigido en 1893 testimonia su

trágica muerte. Hasta 1902 la estación Diego de Alvear se llamaba Orellano en honor a

este militar. Actualmente lleva ese nombre la estación de Germania (Buenos Aires).

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Primera medición de los campos de la frontera

Casi simultáneamente con el trágico suceso de Pichi Huitrú, donde se ponía de

manifiesto la peligrosidad para el tránsito por estas tierras próximas a la línea de frontera,

el ingeniero Félix Olmedo, comisionado por el gobierno de la provincia de Córdoba, se

hallaba realizando las primeras mediciones sobre el terreno. Por entonces el gobierno de

Córdoba había dispuesto mensurar y dividir en lotes una inmensa región, que comprendía

aproximadamente desde el meridiano que pasaba por Achiras hasta el correspondiente a

Melincué, y desde el río Cuarto al Quinto, terrenos éstos que consideraba en su

jurisdicción, y que serían puestos a la venta en poco tiempo más. En la zona de la

entonces frontera sur de Santa Fe, esta situación sería objeto de fuertes controversias

entre las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, por verificarse una

superposición de pretendidas jurisdicciones, conflicto que se definiría finalmente mediante

la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante laudo arbitral de

marzo de 1884, que fijara los actuales límites interprovinciales.

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El sector sudeste de esta gran área a relevar le correspondía entonces al ingeniero

Félix Olmedo, quien en sus labores llegaría a Fuerte Gainza el 2 de junio de 1874, para

continuar rumbo al fuerte Lavalle Norte y posteriormente hacia el fuerte de Melincué.

“Tengo el honor de poner en conocimiento de V.S., á la fha hacen dos dias llegó á éste

punto procedente de la Provincia de Cordoba el Sr. Yngeniero D. Felis Olmedo el que

viene haciendo una medición que crusa al Este y como á treinta Cuadras al Norte de este

Fuerte siguiendo hasta la frontera del Fuerte Gral Lavalle” (SHE. Caja 36. Documento del 4

de junio de 1874).

LOS HERMANOS RUFINO ADQUIEREN LOS CAMPOS LOTEADOS POR EL

GOBIERNO DE CÓRDOBA

Mientras en las extensas Pampas, el embate del euroamericano terminaba con las

últimas resistencias de los aborígenes, en la llamada “Conquista del desierto”,

simultáneamente los hermanos Gerónimo y Francisco Rufino, oriundos de San Juan,

adquieren en remate cuatro suertes de terrenos en el sudeste del Departamento Río

Cuarto. “Llenados los extremos legales, la propiedad de aquellas dilatadas llanuras que

constituían las suertes fiscales Nros. 18, 19, 20, 21 y 22 de la serie B. del Departamento

Río Cuarto (Córdoba), fue elevada a escritura publica el 17 de Julio de 1879, mediante la

intervención del Escribano Público de Número y Hacienda del Gobierno de la Provincia de

Córdoba, don Secundino del Signo; y en representación del Gobierno la firmaren los

señores que formaban la Mesa de Hacienda, o sea el Ministro del ramo, don Carlos

Bouquet, el Fiscal de Gobierno y Tierras Públicas, doctor Moisés Escalante y el Contador

Principal de Hacienda, don Ramón F. Ferreyra. Posteriormente, mediante escritura de

fecha 11 de Marzo de 1881, pasada en la ciudad de Buenos Aires ante el Escribano don

Bernabé Burgos, el señor Gerónimo S. Rufino, declaró que la compra efectuada al

Gobierno de Córdoba la había realizado por partes iguales con su legítimo hermano

Francisco M., de quien había recibido, en dinero efectivo, la mitad del importe del precio

de compra de esa suerte de chacra; que la escritura no se había hecho otorgar en aquel

entonces a nombre de ambos, porque de un mandato en forma que acreditara su

representación, y que en consecuencia su expresado hermano Francisco M. tenía la

propiedad y absoluto dominio de la mitad indivisa de los terrenos.” (MARTÍN. 30 y 31).

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EL FALLO DE LA CORTE SUPREMA FIJA LOS LÍMITES INTERPROVINCIALES

Dada la situación de litigio existente entre las provincias de Córdoba, Santa Fe y

Buenos Aires, en cuanto a los límites entre las provincias, y después de varias instancias

judiciales, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expide en fallo del día 18 de

marzo de 1882. Después de un extenso considerando, el citado fallo enuncia lo siguiente:

“La Córte, en consecuencia, teniendo presente el mérito de los autos, las opiniones sobre

la materia de escritores argentinos bien caracterizados; é inspirándose en los intereses

permanentes y bien entendidos de las Provincias disidentes y de la Nacion, y en la

necesidad de alejar motivos de discordia y peligros de perturbaciones que ya han

amenazado producirse con ocasión de esta cuestion; falla declarando:

Primero: Que son límites entre la Provincia de Buenos Aires con las de Santa-Fé y

Córdoba, el Arroyo del Medio en todo su curso, hasta el centro de la Laguna de Cardoso.

Una línea recta desde la Laguna de Cardoso pasando por el centro de la Laguna del

Chañar y que termine en el paralelo treinta y cuatro y veinte y tres minutos de latitud; este

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Page 36: Mollo, n. 2013. historias previas a la fundación de rufino en su área de influencia

mismo paralelo hasta el meridiano quinto de Buenos Aires, y este meridiano hasta

encontrar el límite de los territorios nacionales.

Segundo: Que son límites de las Provincias de Córdoba y Santa-Fé entre sí. Una

línea recta que partiendo de la cabecera del Arroyo de las Mojarras, corte el paralelo de

treinta y cuatro grados, veinte y tres minutos, divisorio con Buenos Aires, medio grado

ántes del meridiano quinto de esta ciudad; desde la cabecera del Arroyo de las Mojarras,

siguiendo su curso hasta la confluencia con el Rio Tercero; este rio hasta la embocadura

del Arroyo de las Tortugas; el Arroyo de las Tortugas y la Cañada de San Antonio; y desde

el centro de esta Cañada entre el Quebracho Herrado y el Quebrachito, una línea recta

hácia el Norte hasta un punto distante dos leguas al Este del Fuerte de los Morteros; y en

seguida otra línea que tocando el límite de los Altos vaya á terminar en el centro de la

Laguna de los Porongos.

Y teniendo presente que en esta última parte de la línea está interesada la Provincia

de Santiago del Estero que no ha sido parte de este juicio, se declara tambien que lo

resuelto sobre este punto es sin perjuicio de los derechos de dicha Provincia de Santiago

y sin perjuicio así mismo de lo que el Congreso pueda determinar con relacion á los

territorios nacionales.

Autorícese esta sentencia por Secretaría y notifíquese con el original, habilitándose

las horas necesarias.

J. B. GOROSTIAGA. - J. DOMINGUEZ. - O. LEGUIZAMON.- ULADISLAO FRIAS.- S.

M. LASPIUR.

A. Tarnassi.- N. Rojo

Secretarios de la Corte” (FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA NACIONAL.

Tomo XV. pp. 77 y 78).

Como consecuencia de este fallo, la mayor parte de los terrenos de los Rufino

quedaron dentro de la Provincia de Santa Fe. Ello obligó a los propietarios a protocolizar

los títulos que tenían de Córdoba ante Santa Fe. “Este hecho llevó a la necesidad legal de

protocolizar en esta provincia el título otorgado por el Superior Gobierno de Córdoba, es

decir, llevó a la obligación, para su eficacia, de reducir a Protocolo el título originario. Ya

en aquel entonces, la Suprema Corte había interpretado extensivamente en dos

resoluciones que la “protocolización” era requisito indispensable tanto para las escrituras

otorgadas en el extranjero, como las otorgadas en otras provincias. En virtud de estos

extremos legales, el señor Gerónimo S. Rufino, solicitó al Superior Gobierno de Santa Fe

la protocolización de su título de propiedad y de declaratoria posterior. Substanciado que

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fue el pedido, se ordenó la protocolización en el Archivo General de Santa Fe. Ello resulta

de la copia expedida por el Archivero, don Pedro C. Puig, con fecha 9 de Abril de 1883”

(MARTÍN. Tomo I. pp. 31 y 32).

LA LLEGADA DEL FERROCARRIL

La necesidad de unir en forma mas recta Buenos Aires con las provincias de Cuyo,

llevó al gobierno nacional a plantear la ejecución del ferrocarril llamado “De Buenos Aires

al Pacífico”. Todo ello en el marco de un proyecto de nación agroexportadora, donde el

centro era el puerto y todas las vías y rutas principales confluían en él. Esta disposición de

las vías de comunicación obedecía básicamente a los intereses económicos del Imperio

Británico, principal beneficiario, no sólo de las exportaciones, sino de la construcción de

las vías férreas.

El 5 de noviembre de 1872, la ley Nº 583, acordaba la concesión para construir una

línea férrea desde la ciudad de Buenos aires hasta la de San Juan, pasando por Junín,

Villa Mercedes, San Luis, La Paz y Mendoza.

El 26 de enero de 1874 los hermanos chilenos Juan Eduardo Clark y Mateo Clark

firman un contrato para la construcción de un ferrocarril de trocha ancha (1,676 m) entre

Buenos Aires y Mendoza, y otro entre esta ciudad y San Juan.

La Empresa del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico fue fundada en Londres el 10

de octubre de 1882 y compró parte de los derechos de Juan E. Clark que había éste

adquirido en 1874, específicamente entre Mercedes (Buenos Aires) y Villa Mercedes (San

Luis).

“La primera sección del Ferrocarril Pacífico, entre Mercedes y Chacabuco, (una

distancia de 97 Kmts.) fue habilitada al servicio público el 1º de Marzo de 1885; la

segunda sección desde Chacabuco a Diego de Alvear (en ese entonces llamado

Orellanos) —157 Kmts. lo fue el 15 de Febrero de 1886 y el resto, desde Diego de Alvear

a Villa Mercedes (San Luis)— 324 Kmts. el 8 de Octubre de 1886. El primer tren de

pasajeros que traspuso los 578 kilómetros que medían entre Mercedes y Villa Mercedes,

corrió el 15 de Octubre de 1886 y tenía tan sólo 50 mts. de largo, careciendo de coche

comedor y dormitorio. (No es raro ver hoy trenes con una longitud de 300 metros). El viaje

de regreso —19 de Octubre— fue efectuado con la misma locomotora y personal siendo

interesante recordar el nombre de los que la condujeron: Señor Alfredo Marsh,

maquinista; Señor Patricio Wynne, fogonero.” (MARTÍN. Tomo I. pp. 13 y 14).

Durante ese año de 1886 fue construida una pequeña estación ferroviaria

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denominada Rufino, porque pasaba por los campos de estos propietarios. Esa estación

ferroviaria sería el inicio del pueblo, ya que en la mente de los hermanos Rufino estaba la

idea de fundar una población. El establecimiento de la estación ferroviaria se realizó en el

extremo sudoeste del Lote Nº 18, a pocos kilómetros del límite con la Provincia de

Córdoba.

LA FUNDACIÓN DE RUFINO

Junto a la estación fue erigiéndose un caserío. Pero la idea de los hermanos Rufino

era regularizar el pueblo y darle forma definitiva a su trazado urbano, como a la de su

colonia. Es así que envían al gobierno de Santa Fe los elementos necesarios para la

formación de un pueblo. La decisión de las autoridades provinciales se dilata mas de dos

años, pero finalmente el 29 de marzo de 1889 el gobernador José Gálvez firma el acta de

aprobación de la Colonia y Pueblo de Rufino. Esa fecha será considerada como la de

fundación del pueblo, luego Ciudad de Rufino.

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BIBLIOGRAFÍA

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