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EL PARAJE MELINCUÉ A 230 AÑOS DE SU OCUPACIÓN

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La laguna de Melincué (situada en el sur de Santa Fe, Argentina) ya era conocida con ese nombre desde 1681, cuando se detallan los límites de la "Merced de Cabrera". El origen del topónimo ha dado lugar a debate. En 1757 se la vuelve a mencionar cuando se delimita la "Merced de Arrascaeta". En 1769 convergen sobre Melincué tres expediciones militares, una por Buenos Aires, otra por Santa Fe y la última por Córdoba. En 1772 arriba a Melincué la expedición de Pedro Pablo Pavón, Ramón Eguía y Pedro Ruiz. El 15 de noviembre de 1777 el comandante Juan González, siguiendo las instrucciones del Virrey Pedro de Cevallos, ocupa militarmente el paraje levantando un fuerte al oeste de la laguna. Esta fortificación militar cambió varias veces de lugar, hasta su último emplazamiento (1865), momento en que se la ubica en el norte de la laguna, donde hoy se halla una réplica del mangrullo, dentro del pueblo de Melincué.

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EL PARAJE MELINCUÉ

A 230 AÑOS DE SU OCUPACIÓN

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LAS PRIMERAS MENCIONES DE MELINCUÉ

Ya en el título de merced de tierras otorgados en 1681, a favor de Gerónimo Luis de Cabrera (biznieto

del fundador de Córdoba) se hace mención a Melincué. En efecto, dicha merced otorgada en la ciudad de

Córdoba el 17 de abril de 1681 confirmaba y ampliaba la que había sido acordada el 25 de septiembre de 1633

por el entonces Gobernador y Capitán General Don Felipe Albornoz a su padre, también llamado Gerónimo Luis

de Cabrera, nieto del fundador de la ciudad e hijo de Don Gonzalo Martel de Cabrera. Esta primera merced le

había sido otorgada en virtud de los servicios prestados al Rey por su participación en la conquista y

sometimiento de los indios, por la posesión que ejercía de las tierras donde tenía ganado vacuno y que lo erigían

en el primer dueño de llamada estancia de los Sauces o San Lorenzo de Licaín y tierras adyacentes al río Cuarto.

La concesión de 1681, más amplia en sus alcances, refiere: "Habiendo visto la petición de esta otra parte

presentada por el General de D. Gerónimo Luis de Cabrera, vecino feudatario de esta dicha ciudad, y lo alegado

y pedido por el susodicho, dijo: Que amparaba y amparó en la antigua posesión que tiene de todas las tierras

contenidas en dicha petición, como son las tierras del Río Cuarto, las de San Bartolomé y las Sierras adentro, y

hasta el Río Quinto por el Sud, y a la del Norte hasta donde entra el Saladillo; y las sobredichas tierras con el

largo y ancho de las diez leguas que alega y la pampa adentro hasta Milincué al norte diez leguas, y al Sud hasta

la Sierra, jurisdicción de la Punta, con todas las aguadas y pastos que tienen todas las dichas tierras y con todas

sus entradas y salidas, derechos y servidumbres,..." [Archivo Histórico de Córdoba. Merced de Cabrera].

Con posterioridad a la Merced de Cabrera y dentro de los límites territoriales de ésta, se otorgaba hacia

1757 una nueva concesión la que sería conocida como "Merced de Arrascaeta". Esta precisa como límite oriental

de la misma y, por ende de la jurisdicción provincial, al paraje de Melincué.

La referida Merced de Arrascaeta es concedida por el Gobernador y Capitán General de la Provincia del

Tucumán, Don Joaquín Espinosa Guerrero a Don Miguel Arrascaeta, accediendo a su solicitud, la que se

fundamenta en los siguientes términos:

"Miguel Arrascaeta, Maestre de Campo de la frontera de la Punta del Sauce = como mas haia lugar en

derecho paresco Vª Sª y digo = que desde mis tiernos años he servido a su Ma. en la guerra contra los Indios

bárbaros a mi costa y sin Sueldo hasta que obtuve el dicho empleo actual que estoy sirviendo. Y mis antepasados

sirvieron asi mismo a su S.M. en todos los empleos políticos y militares que tiene esta dicha Ciudad desde su

primera fundación y conquista en cuya atención y del actual Servicio que me hallo atrasado de medios y con

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nesecidad de tierras para facilitar los alimentos de mis hijos y mujer se ha de servir Vª Sª de hacerme merced de

todas las tierras que se compronden desde donde acaban las tierras dicha Punta del Sauce. Para la parte del

oriente y Suerte hasta Melingüe que es donde el término de esta jusridición comprendiéndose las lagunas de

Loboy, las Tunas, el Zapallar y el paso de Abalos con todo lo que contiene dicho terreno hasta el referido paraje

de Melingüe, con seis leguas al Sur desde el camino real que va de Mendoza hasta Buenos Aires y por la parte

del oriente para el Norte todo lo que hace la longitud por donde corre el Saladillo desde dicha Punta del Sauce

hasta lindar con tierras de Ruiz Díaz difunto con dos leguas de terreno de esta banda del Norte y para el Sur todas

las tierras que se comprenden entre dicho Saladillo y Melingüe, conforme llevo referido incluyéndose el dicha

merced, la laguna nombrada Chalguai que está al Norte de la de Loboi con dos leguas de tierra para dicha parte

del Norte desde dicha laguna de Chalguai y respecto de ser todas las referidas tierras que llevo pedidas

fronterizas y olladas de dicho enemigo, sin que jamás desde la fundación de esta dicha = Ciudad hayan sido

pobladas. ... para lo cual ha Vª Pido y suplico se sirva hacerme dicha merced con toda la expreción y términos

que llevo referidos y para ello juro en lo necesario no ser de malicia: Sª Miguel de Arrascaeta = Córdoba y

Noviembre 15 de 1757 años". "Concedasele al suplicante la merced que pide sin perjuicios de terceros que mejor

otro tenga assi lo firma el Sr. Governador y Capitán General ante mi el presente pro-Secretario de Govierno .

Espinosa...." [Merced de Arrascaeta. Expte. de Mensura. Dirección de Catastro de Santa Fe. Rosario].

El paraje Melincué también es mencionado como límite oriental de la gobernación del Tucumán: “Se

extiende el Tucuman desde los 22° hasta los 33 y medio; pero tiene de largo desde el arroyo de Quiaca, que la

divide de la de Chichas, hasta Melinque hácia Buenos Ayres casi 370 leguas itinerarias, que se caminan en

carretas. De ancho, por donde mas, 190 de Oriente á Poniente”. [Odriozola, Manuel de. “Colección de

documentos literarios del Perú”. Establecimiento de tipografía y encuadernación de A. Alfaro, Lima, 1872. Pag.

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COLUMNAS EXPEDICIONARIAS DE TRES PROVINCIAS

CONVERGEN EN MELINCUÉ (1769)

A pesar de ser conocido de bastante tiempo atrás, el paraje de Melincué recibiría las primeras

expediciones militares organizadas en el año 1769. De tal modo, a comienzos de ese año, se produce la

convergencia sobre Melincué de tres importantes contingentes militares procedentes de Buenos Aires, Santa Fe y

Córdoba, según lo dispuesto por el Gobernador y Capitán General Francisco Bucareli y Urzúa, con el objeto de

reconocer y asegurar el tránsito por los caminos de postas que iban a Córdoba, Cuyo y Chile, seguramente para

verificar el estado de situación de postas y fuertes e inspeccionar nuevos parajes adecuados para ser fortificados,

asimismo para amedrentar con su presencia a las parcialidades aborígenes que hostilizaban y dificultaban el libre

tránsito de carretas por estos caminos. La elección de Melincué como punto de reunión no fue casual, era un

lugar estratégico. Por allí se producía la entrada de malones, y en sus adyacencias merodeaban permanentemente

los indios, favorecidos por las características del lugar.

De acuerdo a las órdenes impartidas por Bucareli, las tres columnas debían encontrarse en Melincué el

28 de febrero de 1769. Solamente una de ellas pudo llegar en término. Fue la de Santa Fe, al mando del Teniente

Gobernador Joaquín Maciel. “Muy Sr. mío. pongo en noticia á V.Sa. Como llegue a este paraje dia 28 de Febrero

asignado por V.Sa. con quatrocientos, y veinte hombres, que son los que pude apromtar” [Nota de Joaquín

Maciel a Bucareli, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

Las fuerzas de Buenos Aires, compuestas de 118 hombres al mando del entonces Sargento Mayor

Manuel de Pinazo arribarían al lugar el 3 de marzo, demorados por las dificultades en reunir la gente necesaria

para integrar la expedición. Pinazo responsabilizaría a sus oficiales subalternos del poco empeño puesto para

juntar y disciplinar el personal necesario para tan importante misión. “Doy partte a V.E. de haver llegado ha este

parage de Melinque aier Viernes 3 del corrte pq el no haverlo ejecutado el dia 28, segun el orden de V.E. ha sido

la causa de no haverse Junttado la Jentte para el dia asignado en la frontera de Luxan. Por las Listas que remito a

V.Sa., hallara la mucha decidia i poco empeño de los ofiziales de mi cargo y para que V.E. seenttere dettodo,

mandara si fuere servido que dn Ferndo flores, y dn Jph Angel Salazar manifiestten el orden, que em Virttud deel

que V.E. fue servido embiarme para estta expedición se despache pues aunque sememda (se me manda) que

marchen 75 Ombres conun Capittn The y Alferes atendiendo a las falias qe abria mande apronttasen cientto

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sesenta y seis pidiendole a cada uno de los dos dhos (dichos) Treinta Soldados Un sarg to i dos cavos, y el primero

solo mando siette soldados. sin cavo, ni sargento y enttre esttos quatro personeros queq do (que cuando) lesparesca

medejaran encampaña como loha echo Bonifacio Ríos y Jph Albarado, el segundo solo embió siette sincavo ni

sargto. los quales sehan deserttado seis leguas anttes dellegar a este paraxe de Melinqué pues proviendoles la

Jente mas Segura me embian, los mas personeros, y otros que no los tienen en Listta.”...”Ultimamente de los 225

soldados y milicianos que según el orden de V.E. havian de marchar sin oficiales solo seencuentran 118, porque

del cargo de dn Clemte Lopez no ha venido mas que diez, de dn Juan Thomas de Venavides cincuenta, y cincuenta

y ocho de mi cargo, haviendose esforzado para esta dn Juan Simón de los Santos, dn Ju. Pablo Lopez, y dn Nicolas

Ortiz de Bergara, que estte ultimo es el captan. que marcha conmigo. no obsttantte el esfuerzo que han hecho

estos tres ultimos, mehaparecido combenientte Yncluir en la Listta. Los quesehan quedado Zatados y los que

hanuído luego, que supieron de la caracion, para que siendo V.E. servido sean Castigados. para exemplo de los

demas. Quedo aladisposicion de V.E., con el mas devido respetto rogdo a Dios que la importantte vida de V.E.

felizes años. Melinque, marzo 4 de 1769” [Nota del Sargento Mayor Manuel de Pinazo a Bucareli, A.G.N.,

División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. El documento transcripto en su casi totalidad representa un relevante

testimonio histórico, por tratarse de una de los primeros o tal vez el primero redactado y fechado en el paraje

Melincué. El mismo se extiende haciendo un detalle de los pobladores que se negaron a integrar la expedición y

de aquellos que desertaron. Asimismo nos ilustra sobre el lugar de procedencia de los vecinos de Buenos Aires y

de los oficiales a cargo del reclutamiento. Al respecto menciona a Fernando Flores, Miguel Salazar y Juan Simón

de los Santos como responsables de reunir la gente en la Cañada de Morón, Pablo López en el Partido de Luján y

Nicolás Ortiz de Vergara en la Cañada de Escobar. La responsabilidad mayor de los 70 mencionados en el

documento, entre desertores y quienes no se presentaron, recaía sobre el teniente Simón Burgueño, que era el jefe

de la operación. Manuel de Pinazo hace notar la negligencia con la que se manejaron este oficial y sus

subalternos. “el the deestta Compañía es dn Simon Burgueño, quiendara qta (cuenta) de los nominados arriva, y es

digno de Correccion por no haver Cumplido con el Orden, que su Capittn ledespacho de la fronttera y adbiertto

que algunos delos nominados son sus parientes” [Nota del Sargento Mayor Manuel de Pinazo a Bucareli,

A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

Dos días después de Pinazo, arribaba a Melincué la tercera columna procedente de Córdoba al mando

del Sargento Mayor Ignacio Soria y Medrano. “El Sarg to. Mor. Dn. Ygnacio Soria que Camanda la de Cordova,

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llego este dia con Ciento y Setenta hombres, y mañana con el favor de Ds seguiremos nra (nuestra) marcha”

[Nota de Joaquín Maciel a Bucareli, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

LA EXPEDICIÓN DE PAVÓN, EGUÍA Y RUIZ (1772)

A fines de 1772 llegaría al paraje Melincué, procedente de Buenos Aires, una nueva expedición con el

fin de reconocer el territorio comprendido hasta ese punto, registrando datos de su geomorfología, con la

finalidad de determinar sitios aptos para su poblamiento. Encabezaban esta misión Pedro Pablo Pavón, quien

representaba al Cabildo, y Ramón Eguía y Pedro Ruiz, en nombre del gobernador Vértiz. Siguiendo el mismo

camino de Pinazo, partieron de Buenos Aires el 18 de octubre, pasando por la Villa de Luján, la guardia del

Salto, y la laguna de las Saladas, para arribar a la posta de Melincué el 29 del mismo mes. Se desprende del

relato del diario de viaje de Pavón, que la localización del sitio de llegada se ubica unos 8 kilómetros al sureste

de la laguna. “Día 29. Llegamos al puesto de Melincué, habiendo caminado cuatro leguas por el rumbo del norte.

De este punto en distancia de una y media legua al nor-oeste se halla una laguna grande que toma el nombre de

este puesto; la reconocimos dándole vuelta, su agua la hallamos inservible para los animales por ser muy

salitrosa, poco fondo y pantanosa. No pudimos observar ni hacer otra diligencia por no permitirlo varias

turbonadas de viento y aguas.”. [Diario de Pedro Pablo Pavón. Colección de Obras y Documentos de Pedro de

Angelis. Tomo Cuarto. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires. Pág. 146]. El carácter de puesto que le asigna Pavón

abre un interrogante acerca de las características del lugar: ¿Puso puesto en lugar de punto? ¿O se refiere a la

existencia de una posta en Melincué?

“Día 30. Levantamos el plano de Melincué en el cual se hallará la discripción de este terreno; no pudimos

observar.

Día 31. Observamos en la latitud S de 33 grados 36 minutos. A las cuatro y cuarto emprendimos la marcha

para el Cerrito Colorado.”

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Reproducción parcial del plano: “Plano que contiene el todo de la Espedicion echa por los Pilotos de la Real

Armada dn Ramon Evia, y dn Pedro Ruiz, mandados por el Mariscal de Campo, Governador, y Capitan General

de estas Provincias de Buenos - Ayresdn Juan Jossef deVertiz, en el que se demuestran...” “Se dio principio a

esta espedion el 18 de Octubre; y se finalizó en 23de Dizre ambos del año de 1772”. “A. Ciudad de Buenos Ayres.

B. Arroyo de las Conchas. C. Villa de Lujan, y su arroyo. D. Arroyo de Areco. E. Guardia del Salto, y su Arroyo.

F. Laguna de las Saladas. G. Guardia proyectada en el valle de Melinque. H. Guardia proyectada en el valle de

Carpincho. ...”. [Archivo General de Indias. Sevilla. España]

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JUAN GONZÁLEZ TOMA POSESIÓN DEL PARAJE MELINCUÉ

Hacia el mes de septiembre de 1777, el comandante Juan González es comisionado por el Virrey Pedro

de Cevallos para reconstruir el Fuerte de la India Muerta, que se hallaba en muy malas condiciones. Ante esta

circunstancia, González propone como mas ventajosa la posibilidad de levantar un nuevo fuerte, pero no en India

Muerta, sinó en otro paraje 50 km mas hacia el sur, en el lugar de Melincué. De tal modo se contribuiría a

proteger tanto el camino real que pasaba por India Muerta, como el que pasaba por Melincué, el que

practicamente se había dejado de utilizar, por hallarse muy expuesto a la hostilidad de los indios, que recrudecían

con sus malones, atacando a las tropas de carretas por entonces. “Haviendose Dignado V.Exa. comisionarme pa.

pasar al Puerto de la Yndiamuerta para fomentar aquellos vesos. reparar el fuerte ó construyr ótro de nuevo; hise

presente a V.Exa. que haviendose de construir fuerte, y formar Poblason. hera mas conveniente el Puerto de

Melinque, diez leguas a su frente, pues con este motivo se avanzaba este Terreno, y se ponian á cubierto los

Caminos, que dejan de seguir las tropas de Carretas, y Viajantes que transitan deesta Ciudad á los Reynos del

Peru y Chile, por el Riesgo de los Yndios, no obstante ser en comparación mucho mas derechos que el que aora

Siguen; agregandose á esto, ser dho Paraje de Melinque, mucho mas ventajoso, para establecer Poblason. por tener

mejor aguada y algunas leñas.” [Nota del Comandante Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 17 de

septiembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

Plano de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla. 1775

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Si bien el virrey aprobaba la idea de González, resolvería además repoblar también el fuerte de India Muerta,

enviando a ese destino al teniente Jaime Viamonte. “V. Exa. se conformó con mi dictamen en que puse la

Poblason. en Melinque y no en la Yndiamuerta; y a este fin se sirbio darme las órdenes correspondientes, para el

The. de Rey deesta Plasa, y Govor. de Sta. Fee y haviendome facilitado el The. de Rey Embarcares. he despachado

de la Plasa de la Colonia, la texa y Maderas necesarias, para la Yglesia, y se han dirijido las órdenes de V. Exa. al

Govor. de Sta. fee pa. que facilite las Maderas para el fuerte cuya respuesta espero pa. marchar. Haviendo llegado á

esta Ciudad (Buenos Aires) encuentro la noticia de que el The. de la Asamblea de Ynfanteria dn. Jayme Viamonte

se halla comisionado de órden de V. Exa. en la Yndiamuerta para el fomento de aquella Poblason. Herrepresentado

al The. de Rey la Ynposibilidad de realizarse el fomento de ambas Poblases. y aora lo hago a V. Exa. por los gastos

y gente Duplicada que ay que solicitar siendo uno mismo el Destino, sin otra diferencia que estar Melinque dies

leguas mas havanzado para la Campaña que la Yndia muerta. Y no siendo mi objeto ótro que el de observar

Exactamente las órdenes de V. Exa. pongo en la Superior consideracion estas cirqunstancias ocurridas, para que

se sirba determinar lo que hallare mas conveniente.” [Nota del Comandante Juan González al Virrey Pedro de

Cevallos, 17 de septiembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. Se desprende del texto la

intención de la autoridad virreinal de Buenos Aires, de atender y solventar los gastos de la construcción de un

fuerte en Melincué, en forma conjunta con el gobierno de Santa Fe, situación esta que se reiteraría durante

muchos años. En un comienzo, Buenos Aires además del contingente militar aportaba materiales para las obras,

mientras que Santa Fe contribuía también con maderas y otros materiales.

No obstante las atinadas observaciones de González, en cuanto a las mayores erogaciones y necesidad de

gente que significaban levantar dos nuevas fortificaciones, Cevallos resuelve llevar a cabo ambos

emprendimientos. Es así que ordena a Jaime Viamonte a repoblar y reconstruir el fuerte de la India Muerta, y a

Juan González tomar posesión y comenzar la construcción del fuerte de Melincué. Si bien lo planteado por

González era atendido por el virrey, éste le ordenaba no dilatar mas su estada en Buenos Aires, y partir de

inmediato para cumplimentar la orden de ocupar y fortalecer Melincué. “No siendo como no es incompatible la

providencia de hacer la Poblacion dela Yndia muerta, pa. q. comisioné á dn. Jaime Viamonte, con la defundar otra

en Melincué, cuio cuidado encargué avm (a vuestra majestad), no devió detenerse un punto en esa Ciudad, vino

aver pasado á dar principio ásu encargo, luego que tubo los auxilios que me dice v.m. le ha facilitado el teniente

de Rey, para empezar y promover aquel establecimto. En esta inteliga., espero que v.m., como se lo prevengo no

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dilate su marcha pa. aquel destino, y que me avise con frecuencia lo que vaia adelantando en la plantificacion del

Pueblo q enél se debe hacer”. [Nota del Virrey Pedro de Cevallos a Juan González, 21 de septiembre de 1777,

A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

De tal modo Juan González se traslada a India Muerta, a fin de realizar los aprestos necesarios para

organizar la expedición, que habría de conducir

unos 50 kilómetros al S.O. hasta arribar y

ocupar el paraje de Melincué, el 15 de

noviembre de 1777. En ese mismo día habría de

construir, de forma precaria, el primer fuerte de

Melincué, por lo que puede tomarse esta fecha

como la fundacional, aunque tardaría mas

tiempo en completar la construcción de la

fortificación, como de las casas, iglesia y demás

a los fines de fomentar el arraigo poblacional.

El fuerte de Melincué no persistiría en el mismo

lugar, sinó que sería objeto de sucesivas

reconstrucciones en distintos lugares, por la

afectación de las aguas de la laguna lindera, por

el ataque de los indios, por el abandono de las

fuerzas que lo guarnecían, etc., siendo la última

localización la construída en la década de 1860

y de la que hoy se conserva el mangrullo de

material, dentro del actual pueblo de Melincué.

“No obstante de que desde la Yndiamuerta con

fha. de 9 del corriente tengo Dado parte á V.Exa. de haver suspendido mi marcha para este Destino con el haviso

que tubo en dho. Punto Dn. Jaime Viamonte del comandante dela Guardia de la Esquina en que le decia estar

dispuestos los Yndios Ynfieles a Ynvadir estas fronteras. Sin embargo haviendo despachado una Partida á

reconocer este Campo, y no haver hallado novedad álguna, considerando lo util que es, este establecimiento

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havanzado Doze leguas de la Yndiamuerta, determiné mi marcha el dia Catorse, y llegué aquí el 15 con 50

hombres de las Milicias, y 20 pa. el trabajo, y 60 Carretas en que he conducido los Cañones, Pertrechos, y

Algunas maderas con las que formé el mismo dia una estacada donde coloqué los Cañones para poder

defenderme en Caso de Ser atacado, y voy continuando en fortificarme.”. El documento se continúa con una

valiosa descripción del estado de calma que imperaba en la región en esos momentos, en contraposición con los

frecuentes ataques a quienes transitaban por los caminos de postas, que realizaban los indios hostiles procedentes

del sur, en particular los huilliches y pehuenches, liderados por Llanquitur, Carripilún, Quilán, y otros. “Luego

que Salí de la Yndiamuerta Despaché dos Partidas chicas con la órden de examinar con el maior Cuidado esta

Campaña lo que ami llegada a este Puesto me avisan parte de no haver hallado novedad: Ynmediatamente en el

mismo dia Despaché ótra Partida de dies hombres, para que procurasen reconozer con Ygual Cuidado, los Parajes

á Donde regularmente residen los Yndios cuando se acercan para Ynvadir nuestras fronteras; Ésta partida acaba

de llegar, y medicen no haver hallado novedad, ni señal alguna de las que regularm te. Yndican haver Enemigos

Cerca.”...”Yo Creo á V.Exa. Ynformado de lo havanzado que es este Puesto, (y prescindo de lo util) y que asido

residencia de los Ynfieles muchos tiempos; Pudieran estos Yntentar atacarme y para Defender este Puesto me

hallo con solo un Cavo, y un Soldado que puedan manejar las Armas de fuego, tengo pedido á V.Ex a. un

Sargento, y ócho hombres los que Jusgo Yndispensables; como Ygualmente para la Construccion del fuerte y

Poblacion que V.Exa. se ha serbido encargarme, un Albañil, y un Carpintero y lo demas que en mis antecedentes

tengo pedido a V.Exa.” [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 17 de noviembre de 1777, A.G.N.,

División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. Enterado el virrey Cevallos de haberse ocupado, y dado principio a las obras

de construcción del fuerte de Melincué, como así también de las necesidades inmediatas, expresa su acuerdo con

lo hecho y accede a lo solicitado. “Recivo la carta de v.m. de 17 del corr te. Y quedo enterado de averse abanzado

con la Gente que me expresa al Puesto de Melincue pa. dar principio a aquella Población. Está bien aya formado

v.m. la estacada que me dice y puesto en ella los Cañones, y espero prosiga fortificandose para precaver

qualquiera insulto qe. intenten hacer los Yndios infieles y castigarlos. Al The. de Rey hé prevenido que a su

retirada dexe a V.m. el Sargto. Y los ocho Soldados que me pide, y vea V.m. si entre la Gente con que se halla ay

algunos que entiendan los oficios de Albañil y Carpintero pa. emplearlos en la construccion del fuerte y Población

porque de lo contrario los embiaré de aquí con su abiso.” [Nota del Virrey Pedro de Cevallos a Juan González,

22 de noviembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5]

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El día 21 de noviembre de 1777 arribaba a Melincué el Teniente de Rey Diego de Salas, con tropas de

Buenos Aires, quien acampaba en inmediaciones del fuerte, habiendoselé sumado en el trayecto las fuerzas del

sargento mayor Martín Benítez, aguardando a su vez la llegada del maestre de campo Manuel Pinazo con

milicianos de los suburbios de Buenos Aires. Este importante despliegue de fuerzas militares, pone de relieve la

fuerte consideración de la autoridad virreinal sobre el paraje de Melincué, tendiente a consolidar su fortificación,

como respuesta a la creciente hostilidad aborigen en la zona. “Doy parte a V.Ex a. de haver llegado a esta Guardia

ayer 21 del corriente el The. de Rey con la tropa veterana qe sacó de esa Ciudad, y se halla acampado Ynmediato

á este fuerte, a Donde se le ha Yncorporado el Sargto. Maior dn. Martin Venitez con Ciento dies hombres y sus

oficiales correspondientes, y espera al Maestre de Campo dn. Manl. Pinaso, con la demas Gente de Milicias qe.

conduce de los demas Partidos”. Se desprende de la lectura de este documento la existencia como tal del fuerte, al

que se le seguían introduciendo mejoras. “Yo voy continuando en el Corte de Materiales y demas trabajos para el

adelantamiento de este Establecimiento” [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 22 de noviembre

de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. A su vez, Diego de Salas, en nota dirigida al virrey Cevallos,

agrega sobre el estado del fuerte: “El Th.e dn Juan Gonzales en el poco tiempo que se halla en este Puesto ha echo

dos corrales bastante capazes, el uno sirve de fuerte donde ha colocado los canones, y el otro de enzerrar el

Ganado, y vá continuando con esmero, pareziéndome que este establecimiento es muy aparente a la seguridad de

estos caminos por ser donde se recostaban los Yndios por abundar en aguas: Tiene dho oficial Cincuenta hombres

de Guarnicon. del Partido delos Arroyos”. [Nota del Teniente de Rey Diego de Salas al Virrey Pedro de Cevallos,

25 de noviembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

La primavera de 1777 se caracterizaba por una marcada sequía, que había evaporado completamente a

las lagunas menores, subsistiendo dolamente algunas de mayor porte, como la de Melincué, pero éstas muy

reducidas. Así los registran los informes de las partidas exploradoras que a diario recorrían las zonas adyacentes,

a fines de detectar la presencia de indios y tomar las medidas de prevención necesarias. “Señor: el 23 á las quatro

de la tarde despaché á el Baqueano Gorosito con una partida compuesta de un ofizial, dos soldados veteranos, y

veinte y cinco hombres de Milizias á reconocer el campo para poder mi marcha premeditada a el paraje que

llaman las Barrancas, donde se creia encontrar algunos Yndios, y haviendo regresado oy dia de la fha. a las nueve

dela mañana, me expone dho. Baqueano, el ofizial, y uniformemente todos los demas, que haviendo andado mas

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de veinte y cinco leguas han encontrado todas las Lagunas secas y hasta las de la Leche, y la de los chañares,

camino preciso a dho. Paraxe, que suelen tener agua con mucha abundancia, y no me queda duda sea así, quando

en este que es abundante, se padeze escases en el dia, añadiendo que no han encontrado rastro, ni señal de

Yndios, y que de marchar era exponernos á fuertes necesidades con mucho daño dela gente y cavallos que por de

contado se inutilizarian” [Nota del Teniente de Rey Diego de Salas al Virrey Pedro de Cevallos, 25 de noviembre

de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

La sequía mencionada obligaría a Diego de Salas a desistir de su propósito de relevar la zona en busca

de los indios hostiles, que habían asaltado días atrás dos tropas de carretas sobre el camino real, a la altura del

Saladillo de Ruy Diaz. Era demasiado temerario avanzar en un territorio desconocido en estas condiciones

extremas, por lo cual el día 27 decide retirarse hacia el Salto del Arrecifes. En el momento de emprender la

marcha llegan noticias a Melincué de que una partida de indios había atacado a una fuerza del Salto en la laguna

del Carpincho (proximidades del actual Junín), por lo que Diego de Salas sale en dirección al lugar de este hecho.

“Haviendo echo reconoser el Thente. de Rey estos Campos por un ofisial con el Baqueano Gorosito, y no

haviendo encontrado água para pasar adelante estuvo detenido aquí por esta razon seis dias, y temeroso de que le

faltase el água Determinó áyer tarde 27 del corriente retirarse para el Salto del Arrecife a esperar las órdenes de

V.Exa. y ál emprender la marcha llegó un chasque con la noticia de que los Yndios havían corrido a los

exploradores del Salto el dia antes en el paraxe de Carpincho a Donde Sobre la marcha se dirijio el Then te. de

Rey. En virtud de la órden de V.Exa. me ha dejado en esta Guardia un Sarg to. y ocho Soldados y Algunos

Cavallos que Ygualmente necesitaba para las faenas de estas obras” [Nota de Juan González al Virrey Pedro de

Cevallos, 28 de noviembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

La prosecución de las obras de construcción del fuerte se veían demoradas por la falta de personas

idóneas en dichas tareas. El comandante González

expresaba nuevamente su preocupación por esta

situación. “Albañil, ni Carpintero, nose han

hallado ninguno que pueda serbir solo que resulta

un atraso considerable respecto a que el fuerte no

puede construirse ni havitason. álguna para lo que

tengo Ya vastante materiales; y espero que V.Exa.

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se digne de remitirme dhos. maestros. Ha llegado la texa que V.Exa. se digno mandar entregar pa. la Yglesia, pero

las maderas no han llegado, no obstante qe Yo las deje proximas al embarcadero de la Plasa de la Colonia, Sin las

qe se puede construir la Yglesia”. [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 28 de noviembre de 1777,

A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

RECONOCIMIENTO Y PROPUESTA DEL PARAJE LAS TUNAS

Mientras se proseguía con las obras de construcción del fuerte de Melincué, durante las dos primeras

semanas, el comandante Juan González reconoce los terrenos y lagunas en las cercanías, advirtiendo la

importancia estratégica del paraje conocido como las Tunas, caracterizado por la presencia de una gran laguna,

donde el camino real se cruzaba con la rastrillada que hacia el norte conducía al Saladillo, y hacia el sur hacia

Langheló (Santa Regina), Médanos de Italó (Italó), Tres Lagunas, Trenel y de allí hacia la rastrillada de las

Víboras en el Mamüll Mapu. Por esta última vía procedían los malones que los indios huiliches y pehuenches

ranquilinos llevaban a cabo a las poblaciones y caravanas sobre el camino real. La laguna de Las Tunas, como la

de Melincué, hasta el momento de ser fortificadas, eran verdaderas madrigueras de los citados indios, ya que en

estos parajes se reunían para planificar y ejecutar posteriormente sus ataques. Razones estas, por las que ambos

sitios sean objeto de ocupación militar. Poco mas adelante se daría comienzo a las obras de fortificación en Las

Tunas, sin embargo el mérito de seleccionar el lugar y proponer tal emplazamiento le corresponde a Juan

Gonzalez, entonces comandante del fuerte de Melincué. “Cuando, V.Exa. se dignó destinarme á este Puesto tube

el Ónor de haserle presente, que para que quedasen á cubierto los Caminos de Mendoza y de todo el Reino de

chile, se haria Yndispensable el construir ótro fuerte en la distancia que media deeste de Melinque ál de la Punta

del Sause, Jurisdicion de Cordova; y Como Yo no tenia en aquel Tiempo conocimiento del Parage donde devia

Construirse, no pude Ynformar á V.Exa., como aora lo hago háviendo reconocido sea el Paraje mas Util el de las

Tunas distante deesta Guardia Dies y ocho Leguas, y Veinte de la Punta del Sause, donde áy ótro fuerte; y

Guardia, de modo que construyendo en dho Puesto de las Tunas un fuerte, y poniendo Una Guardia, no tan

solamente se consigue el poner a cubierto estos caminos del reyno de chile sino es que Ygualmente logran del

mismo veneficio los del reyno del Peru Queda totalmente asegurado todo el río Tercero de Cordova, el Saladillo

de Ruis dias donde mataron los Yndios todos los Yndibiduos de las dos tropas de Carretas que caminaban á

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Mendoza, la Esquina, Crus Alta, Yndiamuerta, y parte de los Arroyos, respecto a que con estos dos fuertes

havansados de Melinqué y las Tunas, se les quita álos Yndios, dos madrigueras ádonde ellos venían á

establecerse y ocultarse Ynmediato álos Caminos, para haser daño álas tropas de Carretas, y Pasaxeros y demas

puestos Citados, como se há esperimentado en esta Ultima Ynvasion. Con dhos fuertes no solo se consigue el

desterrar los Enemigos delos Puntos donde estan Colocados, sino de Algunas Leguas mas ádelante, que son las

que precisamente se hán de Ynternar las Partidas que de dhas. Guardias Salen a correr el Campo”. [Nota de Juan

González al Virrey Pedro de Cevallos, 28 de noviembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. Se

desprende claramente de la redacción de González, y así lo solicita al virrey Cevallos, que la construcción del

fuerte de Las Tunas debe ser a cargo del gobierno de Córdoba, por hallarse dentro de su jurisdicción territorial.

“Y Ultimamente Exmo. Sor. Yo puedo ásegurar á V.Exa. qe siempre que sea de su ágrado Dar laórden pa. que la

Ciudad de Cordova, haga Construir dho fuerte, y poner Una Guardia, el que puedan ... con descuido todos los que

transitan por estos Caminos, Ya sea para el reino de chile o ál Peru; logrando de Ygual seguridad los Puestos q e

llevo Citados” [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 28 de noviembre de 1777, A.G.N., División

Colonia, Sala IX, 1-4-5].

EL RIGOR DE LA FRONTERA

Las condiciones de dureza existentes en medio de la desolada llanura pampeana, con el permanente

peligro que se cernía sobre los moradores de la precaria fortificación, como las privaciones y limitaciones en sus

vidas de todo tipo, la falta de pago, sumado a la inexistencia de una milicia organizada, conllevaba a una gran

dificultad en mantener el orden y la disciplina. Así como era difícil reclutar personal para asignarlos a este

destino, también lo era mantenerlos en el lugar y evitar las deserciones. Por demás evidente resulta la necesidad

de contar desde el inicio de la construcción del fuerte, con elementos de disuasión y castigo y que en el caso de

Melincué, son aportados por la autoridad virreinal desde Buenos Aires. “Prisiones (Provisiones) que estan echas

en el fuerte de Buenos Ayres para este destino. Un Cepo. Seis Pares de Grillos. Seis Cadenas. Seis Bragas” [Nota

de Juan González, 19 de diciembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

LA EPIDEMIA DE VIRUELA DE 1778

A mediados de 1778 ya se hallaban en Melincué ocho familias, las que se alojaban en las casas que

previamente había levantado el comandante González, quien a su vez continuaba de la construcción de un mayor

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número de estas, ya que abrigaba la esperanza de recibir un mayor contingente; contandosé por entonces una

población de 120 personas. “Haviendo Ya llegado aesta nueba Poblacion ocho familias las tengo álojadas en

casas las que tengo finalisadas, y voy continuando en trabajar ótras para las demas que estoy esperando en estos

dias, y áscendiendo Ya ... de Ciento, y Veinte personas las que se hallan en este destino,...”

Este notable arraigo poblacional traería aparejado también el riesgo de traer consigo la temida viruela,

que por entonces causaba estragos en todo el virreinato. “...se hace Yndispensable un facultativo, que álo menos

sepa sangrar, pues estando la Campaña Ynficionada de una epidemia de la Cual ha muerto Un numero

considerable de Gentes, y sea este Ynficcion que necesita el auxilio de Sangrar Ynmediatamente, que se sienten

Emfermos; y no haviendo en la distancia de veinte y cinco leguas quien pueda facilitar este Auxilio; temo que si

llega a Yntroducirse áqui esta Peste se experimenten fatales consecuencias, por falta de auxilios; hta aòra álgunos

que se han sentido emfermos de este mal, hé tenido la precaucion de embiarlos para el Rosario; o S n Nicolas y ...

uno murio antes de llegar a la Yndiamuerta. En los Arresifes Ynmediato al Castillo de Peralta, reside Un

Portugues, llamado Antonio José Mattes, vuen Sangrador, y há practicado, de Medicina en la Plasa de la Colonia

con el medico de dha. Plasa, este, es Casado con una mestisa en Buenos Ayres, y destinandolo V.Ex a. aquí

serviria de mucho, dando la orden al Sargento maior Dn Diego Trillo en Cuyo Partido está. El áuxilio espiritual es

Ygualmente preciso spre que V.Exa. lo hallare por combeniente en mandar Un Capellan.” [Nota de Juan

González al Virrey Pedro de Cevallos, 5 de mayo de 1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

RECLAMAN POR FALTA DE PAGOS

Después de varios meses en el lugar, las penurias para el personal afectado se agudizaban. Una de las

mas importantes era la falta de pago, sobre todo para quienes debían solventar los gastos de sus propias familias;

como es el caso de carpinteros y albañiles que avanzaban en la construcción del fuerte. A sabiendas que el

gobierno de Santa Fe abonaba los sueldos de la dotación de India Muerta, hacían sentir su reclamo para que por

la misma vía se canalice el pago de los correspondientes a la gente de Melincué. “Los Carpinteros, y Albañiles

Destinados á estas óbras, me Ynstan haga presente á V.Exa. que le tienen dirijidos dos memoriales, Solicitando,

se sirba V.Exa. socorrerlos, pues desde el mes de Disiembre del año pasado que se hallan aquí trabajando no se

les hádado cosa álguna; tienen echo presente, á V.Exa. la necesidad que padecen, Su familias y lo que mas los á

exasperado, es haver savido que alos que están destinados en la Yndiamuerta, despues qe ála salida de Buenos

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Ayres fueron socorridos aóra mensualmente Son pagados por la Ciudad de S ta. Fee y Suplican á V.Exa. se sirba

mandar que en la misma forma Seles pague por el óficial ... dicha Ciudad”. [Nota de Juan González al Virrey

Pedro de Cevallos, 5 de mayo de 1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

ASALTO Y MUERTE EN EL ZAPALLAR

La primavera era la época propicia para las grandes invasiones de los indios huilliches y pehuenches

ranquilinos, que causaban estragos sobre todo en las tropas de carretas que transitaban por los caminos

fronterizos, en su derrotero de Buenos Aires a las provincias de Cuyo y Córdoba y viceversa. Ya en 1777, se

había producido un trágico ataque a dos tropas de carretas en el Saladillo de Ruiz Díaz, siendo muertos todos sus

integrantes, incluso el canónigo Pedro Ignacio Cañas que viajaba en la misma. Casi un año después, el 11 de

setiembre de 1778, otra tropa de carretas que de San Juan viajaba con destino a Buenos Aires llevando un

cargamento de aguardiente, era asaltada en el paraje conocido como el Zapallar, donde mataban a su capataz y

peones. Un sobreviviente alcanza a llegar al fuerte de Melincué dando la noticia. “Paso por esta Guardia, Marcos

Sanches el que conduce dela Ciudad de Sn Juan pa. la de Buenos Ayres, Cinquenta y Cuatro Cargas de Ag te.

(aguardiente) en Barres (barriles) no ha presentado la Lisa (lista) por qe dice haver muerto el Capatas en el Camo.

(camino) y no le ha encontrado;...”. [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 11 de setiembre de

1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5]. “Anoche recibi las dos de VM de 21 y 23 del corr te por qe me da

parte de haver imbadido los Yndios Ynfieles a una Tropa de Mulas de Sn Juan en el parage nombrado El Zapallar

matando al Capatas y algunos Peones, y llevandose...”. [Nota del Virrey Pedro de Cevallos a Juan González del

28 de setiembre de 1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

Situaciones estas que motivaban la toma inmediata de decisiones para evitar la prosecución de estos

hechos, por lo que el comandante Juan González insiste ante el virrey en la necesidad de recorrer más

intensamente la zona con mayor fuerza militar, ya que si bien el con la gente a su mando recorría las adyacencias

de Melincué y no detectaba presencia invasora, sabía que no muy lejos, en las orillas de lagunas que hacían de

aguantaderos se hallaban los aborígenes a la espera del momento oportuno para atacar. Reiteraba además que

debía fortificarse el principal lugar de ingreso, que era las Tunas, el que cubriría todos los caminos. Para ello

solicita el envío de un contingente de alrededor de trescientos hombres, aprovechando además la posibilidad de

reunir hombres ya que no había en esa época del año tareas agrícolas. “Sin embargo de que las Partidas q e

frequentemente salen deesta Guardia de mi Cargo no han notado novedad alguna en estos Campos, siendo Ya el

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Tpo (tiempo) de que los Yndios vengan a ellos á Potrear como a costumbran todos los años en la primavera, con

Cuyo motibo hallandose inmediatos a estos Caminos suelen Yntentar Ynvadirlos como lo hicieron el año pasado,

matando toda la Gente de dos tropas de Carretas, y los Paxajeros q e hiban en ellos; Para evitar no suceda otro

caso Ygual, me ha parecido haser preste a V. Exa. Seria mui hasertado, Siendo de su Superior aprovacion el que el

Sargto maior Dn Martn. Venites del Partido de los Arroyos Saliera Con Doscientos y Cinquenta, ó trescientos

hombres de dho Partido y del de los Arrecifes, por el frente deesta Guardia, por el Puesto qe llaman Los chañares,

Ynternandose por la Cerrillada corriendo todo el frente, que áy deeste Fuerte al Paraxe de las Tunas, que es el

Blanco que áy descubierto, y por donde pueden los Yndios Yntroducirse á haser daño á estos Caminos. Ynterin

se construye el Fuerte de dho. Paraje de las Tunas, con el que seponen á cubierto totalmente estos Caminos.

Despues delo útil que sería una salida por las rasones que llevo expuestas a V. Exa. Ygualmente no es gravosa

àlas Gentes qe. devan salir aellos por ser en tpo (tiempo) en que no tienen que sembrar, ni recoger los lavradores,

y es el modo de contener àlos Yndios el hir a vuscarlos antes de Experimentar el Daño que ellos nos quieran

haser. Este me parese mas hasertado para hevitar algunas Desgracias que pueden suceder si acaso los Yndios

Yntentasen salir como el año pasado a estos Caminos; lo que pongo en la alta consideración de V. Ex a. para que

enterado de las rasones, que llevo expuestas determine lo que fuese de su agrado”. [Nota de Juan González al

Virrey Pedro de Cevallos, 21 de setiembre de 1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

El virrey Cevallos aprobaría los argumentos de González, ordenando la movilización de fuerzas desde el

Partido de los Arroyos y de los Arrecifes, como también dispone la fundación de un fuerte en el paraje de las

Tunas y la creación de compañías de blandengues en Melincué y la Punta del Sauce. “... he pedido al Sarg to.

mayor del Partido delos Arroyos le refuerse inmediatamte esa Guardia, y ......................provids corerspondtes. á las

circunstancias del caso y previniendo pa. evitar otras Ynjurias de esta clase qe. salgan de aquel Partido y el delos

Arresifes 250 ó 300 hombres á celar la entrada comprendida entre ese Fuerte y el parage nombrado las Tunas y

qe. se acelere la construccion del proyectado en este parage, guarneciendose cada uno de ellos como tambien el de

la Punta del Sauce con una Compa. de 90 Blandengues”. [Nota del Virrey Pedro de Cevallos a Juan González,

del 28 de setiembre de 1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5].

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NUEVO ASALTO A DOS TROPAS DE MULAS CERCA DE

PERGAMINO

A pesar de ir fortificándose Melincué, y de haberse comenzado con Las Tunas, y de los reconocimientos

permanentes que se hacían en la campaña, no cesaban las incursiones hostiles de los indios en la primavera de

cada año. A fines de octubre de 1778, son sorprendidas en el paraje Las Palmitas, cerca de Pergamino, dos tropas

de mulas que desde Mendoza marchaban rumbo a Buenos Aires. Ante esta situación, parte desde el fuerte de

Pergamino el sargento mayor Martín Benítez con una fuerza de doscientos hombres, en busca del rastro del

enemigo. De tal forma se internan en la pampa, hasta dar con unos toldos donde solo encuentran la “chusma” de

la fuerza invasora, capturando a las mujeres y llevándolas consigo de regreso al fuerte. Esta actitud sería

severamente cuestionada por el comandante Juan González de Melincué, por cuanto dejaron pasar una

oportunidad propicia para hacerle frente al malón y, por el contrario, provocarían con este proceder una mayor ira

en los atacantes, quienes seguramente volverían con sus ataques en otros puntos de la frontera. “Con la noticia de

haver Ynvadido los Yndios Ynfieles a las dos Tropas de Mulas de Mendoza en el Paraxe llamado las Palmitas

Ynmediato al Pergamino, salio por este Fuerte para Campaña el dia 26 de Octe. proxmo. Pasado el Sargto mayor dn.

Martn. Venites Con mas de doscientos hombres por si conseguia el encontrar con estos Enemigos pero haviendo

estado en el Campo Catorce dias, y no haviendo podido encontrar, rastro, ni Yndicio de ellos, se há retirado, á su

Partido, haviendo pasado por este puesto óy dia dela fha.; Estas repetidas Ynvasiones deestos enemigos y lo

exequtado por el Sargto. Maior dn. Diego Trillo de haverse traido las chinas de Unas tolderias Sin haver esperado

álos Yndios para Castigarlos, Con Una Ócasion tan favorable como la que se le havia proporcionado me Dá

motibo á haser preste a V.Exa. lo expuestas qe estan las fronteras, y es de temer que ántes de mucho Tiempo se

experimenten álgunas desgracias si con Tpo (tiempo) no seprocura Evitarlas, por qe. los Yndios hán deprocurar

Vengarse; por esta rason, y por lade hallarnos Ynmediatos ála Siega, y que toda lamas Gente se emplea en esta

Fatiga, Suplico a V.Exa. sesirva mandarme dies hombres de tropa Veterana entre ellos dos Artilleros que con

ótros dies que Yo tengo, aunque falten álgunos de Milicias del Numero ásignado en estos meses como sucede,

con Veinte hombres Veteranos puedo Yo defender este Fuerte y la Poblacion en el Caso de ser atacado; lo que

Sin esta auxilio lo dificulto. Estos dies hombres Pueden retirarse luego q e se finalise la Siega Siendo del ágrado

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de V.Exa.” [Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 9 de noviembre de 1778, A.G.N., División

Colonia, Sala IX, 1-4-5].

EL PLANO DE MELINCUÉ

Luego de dos años de trabajo en las obras de construcción del fuerte de Melincué y su población, el

comandante Juan

González remite al

virrey Cevallos el

plano del fuerte con

el asentamiento de

caseríos existentes,

mediante el cabo

Juan Méndez. La

nota es recibida en

Buenos Aires acu-

sándose la recepción

de la misma incluído

el plano. Lamentable-

mente ha desapare-

cido del legajo del

A.G.N. lo que nos

priva de tan tras-

cendente documento.

Nota de Juan González al virrey Cevallos y respuesta referidas al plano de Melincué.

A.G.N. División Colonia. Sala IX, 1 – 4 – 5.

No obstante, la detallada y minuciosa descripción que del fuerte de Melincué hace el expedicionario

chileno Luis de la Cruz el día 6 de julio de 1806, durante su estada en el lugar, nos permite realizar una atinada

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recreación: "El seis bien temprano di buelta á toda la Poblacion por su circunferencia, el Costado del Norte, Este y

Sueste, lo forma una vistosa Laguna que tendrá de circuito tres leguas mas que menos, sus aguas son turbias, y

hace sus oleadas segun el aire. Por los demas costados la llanura es imponderable, pastosa y sin mas leña que unas

matas de Conquiles, yerba gruesa, ó arbustillo muy mediano y espinudo" [Archivo Nacional Histórico de Chile.

Diario de Viaje de Luis de la Cruz. Folios 166 v y 167.]. También De la Cruz describe como ve el fuerte y

población a su arribo: “Su cituacion es pecima porque estando en el plan con muy corta mas altura que la laguna

que recibe las aguas de las lomas y las que en su extencion deben caerle en las lluvias esta expuesta á una

inundacion general que la azolará de una en otra hora. Segun el Comandante me ha dado razon, ya han quedado

algunas casa anegadas muchas veces y lo demuestran, pues siendo sus paredes de adobes de barro, todas están por

los simientos excabadas desrrumbadas y como cosa de una vara de la vaza sumamente humedas. Las calles están

delineadas de Oeste al Este, el Fuerte está a la misma rivera de la Laguna y por ella todo demolido, arruinado y en

estado de experimentar su total destruccion. Ya no queda otra pieza, que la de havitacion del Comandante y esta

está al caerse, pues la humedad la tiene por los Cimientos minada. Tiene de resguardo un Foso que está lleno de

agua de la que le dentra de la misma Laguna, y asi en partes segado y sin ninguna defensa. Tambien padeció este

Fuerte el veinte y tres de Junio del año pasado es estrago de que una sentella incendió el Almacen de polvora, con

cuyo efecto ya puede conciderarse el estado en que quedaria. Hay una Capilla de Teja y adobes calle por medio al

Oeste del Fuerte, para el lugar seria muy buena sinó estuviera tambien desmoronada por los Simientos, su

longitud es de Sur á Norte, y la puerta la tiene á este viento, que hace frente a un sitio desocupado que deverá se la

Plaza. Todo lo demas del Pueblo se reduce a dies y ocho ranchos dispersos y mal formados, todos denotan la

calidad de sus dueños, y sus pocas comodidades. [Archivo Nacional Histórico de Chile. Diario de Viaje de Luis

de la Cruz. Folios 166 v y 167.].

El 9 de abril de 1807 Alexander Gillespie, prisionero inglés que era conducido hacia Córdoba, en su paso

por Melincué nos dice: “Solamente tenía un cañón y siete ranchos de barro. Un edificio, con pretensiones de

iglesia pero destechado, también está cerca y se celebraba el culto en uno de los ranchitos. La situación es, sin

embargo, muy pintoresca, ubicado sobre una laguna de unas 10 millas de ancho y veinte de circunferencia, con

agua que se acerca a salada y fondo endurecido.”...”El fortín podría haberse aislado del lago a satisfacción, y en él

estaban apostados un cabo con cinco milicos” [Alexander Gillespie. Buenos Aires y el Interior. Hyspamerica.

Buenos Aires. 1986. Pag. 140].

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Interpretación del fuerte y población de Melincué en base a la descripción de Luis de la Cruz en 1806.

LAS LOCALIZACIONES DEL FUERTE DE MELINCUÉ

El Fuerte de Melincué dió origen a la actual localidad de igual nombre, ubicada inmediatamente al norte

de la laguna, cabecera del Departamento General López, dentro del distrito homónimo.

El fuerte de Melincué fue asiento de la Comandancia de la Frontera Sur de Santa Fe durante alrededor de

un siglo, aunque no siempre tuvo la misma ubicación. El primer fuerte que levanta Juan González, se hallaba al

oeste de la laguna (que era de menor proporción a la actual), el que ve Luis de la Cruz se refiere a otro más

próximo a la laguna, en cambio el mirador o mangrullo que aún se conserva corresponde a la última localización

que se observa representada en el plano del agrimensor Bustinza de 1865, lo que permite inferir de su existencia

ya por entonces.

Cabe destacar que antes de cualquier fortificación, la expedición de Pedro P. Pavón con Ramón Eguía y

Pedro Ruiz , en 1772, sitúan al Paraje o Puesto de Melincué, una legua y media al sudeste de la laguna. Estas

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ubicaciones son las más verificables, sin perjuicio de la existencia de otras, que motivaran el traslado y

reconstrucción permanente del fuerte, principalmente debido al avance de las aguas de la laguna, de la hostilidad

a que se veía sometido, de la conveniencia de nuevas posiciones estratégicas, etc.

La expedición de Félix de Azara de 1796, con motivo de reconocer los distintos parajes de la frontera,

llega hasta Melincué el 27 de marzo de dicho año, determinando las coordenadas geográficas del lugar. “No

pertenecen estas tierras a la jurisdicción de Buenos Aires, ni tampoco las del anterior, sino a la ciudad de Santa

Fe; dista 30 leguas del Presidio de las Tunas, dependiente de la jurisdicción de Córdoba. La latitud del centro del

Fortín de Melincué es 33º 42’ 24” y la latitud occidental (longitud) de 3º 30’ 38” “[Diario de un reconocimiento

de las Guardias y Fortines que guarnecen la línea de frontera de Buenos Aires para ensancharla. Félix de Azara.

Buenos Aires. 1837. Pag. 13 ]. Replanteada estas coordenadas en la cartografía de hoy, se observa una notable

discordancia en cuanto a la longitud, ya que daría una ubicación muy alejada de la laguna hacia el oeste, y

próximo al actual Venado Tuerto. Para ubicar esta longitud respecto de Greenwich, y así poder trasladarla a la

carta IGM, sumamos la coordenada que da Azara (3º 30’ 38”), al 0ª de Buenos Aires respecto de Greenwich (58º

21’ 25”, según Planto Topográfico de la Pampa y Rio Negro de Manuel J. Olascoaga), lo que da un valor de: 61º

52’ 03”.

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Localización del Fuerte de Melincué. Plano de mensura del agrimensor Julián de Bustinza – 1865

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Actual Mangrullo o Mirador de Melincué. Corresponde a la última fortificación levantada hacia 1865.

Monumento Histórico Nacional. Decreto Nº 26.250 del 26 de septiembre de 1944.

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EL FUERTE DE INDIA MUERTA

La fortificación de India Muerta, que lleva la denominación del paraje donde se hallaba construída,

resulta preexistente a la fundación del de Melincué. Precisamente la columna expedicionaria que lidera el

comandante Juan González, parte de este lugar el 14 de noviembre de 1777 con destino a Melincué llegando al

día siguiente.

Un documento de tres meses antes, nos deja ver con detalle la cantidad de pobladores, sus pertenencias y

el estado en que se hallaba el fuerte de India Muerta. Habitaban el lugar 42 personas que integraban siete

familias, quienes disponían en total 310 vacas, 532 yeguas, 680 ovejas, 106 caballos y 51 bueyes. Su comandante

era Jaime Viamonte, quien era comisionado para reconstruir el fuerte y fomentar la población de India Muerta

por el virrey Cevallos, al mismo tiempo que se le ordenaba a Juan González la ocupación del paraje y

construcción del fuerte de Melincué.

Por entonces la situación del fuerte de India Muerta era más que precaria y lo testimonia el documento

de Jaime Viamonte: “Que el que se nombra Fuerte es un Patio de Tapias de Tierra, todas desmoronadas y en

partes Caídas, y la Tropa de su Guarnicion, quando mas sejuntan 16 Hombres, de las Comapñias de Naturales,

que se emplean en reconocer el Campo, por la Venida del Enemigo; y el Quartel de la dha Tropa un toldo de

Queros”. [Nota de Jaime Viamonte al Virrey Pedro de Cevallos, 26 de agosto de 1777, A.G.N., División Colonia,

Sala IX, 1-4-5].

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Localización de India Muerta. Plano de mensura del agrimensor Julián de Bustinza - 1865

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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES

- A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5

- Alexander Gillespie. Buenos Aires y el Interior. Hyspamerica. Buenos Aires. 1986

- Archivo General de Indias. Sevilla. España. Plano de Ramón Eguía y Pedro Ruiz.

- Archivo Histórico de Córdoba. Merced de Cabrera. Expediente.

- Archivo Nacional Histórico de Chile. Diario de Viaje de Luis de la Cruz.

- Diario de Pedro Pablo Pavón. Colección de Obras y Documentos de Pedro de Angelis. Tomo Cuarto.

Editorial Plus Ultra. Buenos Aires.

- Diario de un reconocimiento de las Guardias y Fortines que guarnecen la línea de frontera de Buenos

Aires para ensancharla. Félix de Azara. Buenos Aires. 1837

- Dirección de Catastro de la Provincia de Santa Fe. Rosario. Expedientes de mensuras.

- Manuel de Olascoaga. Planto Topográfico de la Pampa y Rio Negro. Eudeba.

- Odriozola, Manuel de. “Colección de documentos literarios del Perú”. Establecimiento de tipografía y

encuadernación de A. Alfaro, Lima, 1872.

Carlos Della Mattia Norberto MolloCarballeira 123 Asamblea 480(6100) Rufino (6100) RufinoSANTA FE SANTA [email protected] [email protected]

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