Mujeres con Historia

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Guía de Lectura

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Guía de Lectura

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Cleopatra Cleopatra Filapator Nea Thea, Cleopatra VII, fue la última reina del

Antiguo Egipto de la dinastía Ptolomaica, también llamada dinastía Lágida. Dicha

dinastía fue creada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno y fue también la

última del llamado Periodo Helenístico de Egipto.

Cleopatra nació hacia el año 69 a.C. y murió en el año 30 a.C. Era hija de Cleopatra V

Trifena y de Ptolomeo XII Auletes, de quién heredó el trono en el año 51 a.C. en torno a

la edad de 17 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, que contaba tan solo con trece

años y que sería además su esposo.

Comienzo del reinado

Ptolomeo XII Auletes reinó en Egipto desde el 55 a.C. hasta su muerte en el año 51 a.C.

dejándole el trono a su hija Cleopatra VII Filópator y a su hijo Ptolomeo XIII Dionisio II

(51-47 a.C.), que contaba con doce años, con quien ella tuvo que casarse por testamento

de su padre. Ptolomeo XII dejó como tutor de ambos al regente de roma, que en ese

momento era Pompeyo, quién debía hacer cumplir el testamento y casar a los

hermanos. Claro que esta unión era puramente legal ya que según se dice Cleopatra,

extremadamente inteligente y ambiciosa, dejaba fuera de todas las decisiones a su

hermano.

Cayo Julio César

Según cuenta Plutarco, Cleopatra, envuelta en una manta de viaje logró sortear a los

esbirros de su hermano y se presentó ante Julio César para pedirle ayuda.

Las relaciones intimas entre Julio César y Cleopatra se hicieron públicas cuando en el

47 a.C., el general romano regresó a Alejandría y juntos remontaron el río sagrado, en

un paseo que hizo ostentación de gran pompa. La reina egipcia, al dar a conocer los

íntimos lazos que la unían a César, pretendía afianzar su posición en una corte donde

las intrigas y el asesinato eran cotidianos. Al mismo tiempo, aquel se aseguraba una

importante aliada en un territorio célebre por su riqueza y la gran producción de

cereales.

Tras el asesinato de Julio César, el 15 de marzo del 44 a.C., Cleopatra, que se hallaba en

Roma en compañía de Cesarón, el hijo de ambos, regreso a su patria y mantuvo su

autoridad, al margen de las disputas civiles de los romanos.

Marco Antonio

Pero la relativa calma habría de romperse en el año 41 a.C., año de su encuentro con

Marco Antonio. Este, que había salido en persecución de los asesinos de César y los

había derrotado en Filipos, proseguía su campaña triunfal por el Asía Menor. En Efeso,

Marco Antonio fue aclamado como la encarnación del dios Dionisos, motivo por el

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cual, en la ciudad siria de Tarso, señalada para su encuentro con Cleopatra, esta se le

apareció por mar como la viva representación de Afrodita.

De la apasionada relación entre Cleopatra y Marco Antonio, nacieron tres varones

(Alejandro Helio, Cleopatra Selene y Tolomeo Filadefo). Con el tiempo la influencia de

Cleopatra sobre Marco Antonio llegó a ser total, al punto de ensanchar su propio

territorio a expensas de los triunfos romanos. Nunca hasta entonces la dinastía

macedonia de los Lágidas había dispuesto de un reino tan vasto.

Cayo Octavio, sobrino e hijo adoptivo de César y rival de Marco Antonio ante el

peligro de cismo del imperio, declaró la guerra a Cleopatra. El 2 de septiembre del 31

a.C. las flotas romana y egipcia se enfrentaron en Actio. En un momento crítico de la

batalla, Cleopatra huyó y Marco Antonio corrió tras ella. Ya en Egipto, ambos se

suicidaron.

Según la tradición ella se hizo morder por una serpiente, después de que intentara en

vano seducir a Octavio. A su muerte, Egipto fue anexionado a Roma, desapareciendo

así el último de los reinos helenísticos.

¿Qué puedes leer en la Biblioteca sobre Cleopatra?

Título: Cleopatra. Reina del Nilo

Autor: Michel Peyramaure.

Editorial: RBA Promociones Editoriales

270 pág.

Sinopsis: En escenarios que van desde la culta y civilizada Roma

hasta la fastuosa y refinada Alejandría, donde se cultivan las arte

y los placeres, Peyramaure nos descubre la historia de la mítica

reina del Egipto. Excepcionalmente bella, inteligente, hábil

estratega, Cleopatra se debate entre sus sentimientos de mujer y

sus obligaciones como reina de Egipto, último bastión de una

civilización que se hunde bajo el dominio de Roma.

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Lucrecia Borgia

Lucrecia Borgia hija del Papa Alejandro VI, que ciñó la corona pontificia en la

última década del siglo XV. Mediado este siglo, la Santa Sede vive, tras superar el

cisma de occidente, el auge de sus poderes terrenales en medio de pompas y

corrupción que habría de conducir a la Reforma protestante. Italia mantiene una paz

delicada entre Roma, las repúblicas y los señoríos más poderosos, cuando hacia 1490

las ambiciones francesas sobre Nápoles movilizan a España, dueña ya de Sicilia y

Cerdeña. En ese cuadro de luchas, entre naciones, ciudades y familias, la preeminencia

de un “clan” español, en el Vaticano, resulta crítica en el juego de intrigas y alianzas

que caracterizan el tablero político.

Cronología

1480 Nace en Subiaco, cerca de Roma

1482 Su padre es elegido papa con el nombre de Alejandro VI

1493 Boda con Giovanni Sforza que sería anulada en 1497

1498 Casa con Alfonso de Aragón

1500 Su hermano César manda asesinar a Alfonso de Aragón

1501 Terceras nupcias, con Alfonso de Este

1505 Es duquesa de Ferrara, a cuya corte se retira

1519 Muere a consecuencia de un aborto

Pese a la difundida “leyenda negra”, de lujurias, crímenes e incestos que sus enemigos

montaron tras la decadencia de los Borgia, Lucrecia no parece haber sido más que un

débil y atractivo instrumento de maquinaciones palaciegas de su padre y su hermano

César.

Los Borja eran antiguos nobles rurales aragoneses, una de cuyas ramas se afincó en el

S. XIII en la comarca valenciana de Xátiva. Su ascenso se inició cuando Alonso de Borja,

obispo de Valencia, resultó elegido papa en 1455 como Calixto III. Siendo extranjero en

Roma y echando mano del nepotismo al uso en la Santa Sede, se rodeó de una corte de

aragoneses y catalanes en la que descollaban sus sobrinos Pedro Luis y Rodrigo. Este

último llamado el “morrudet”, por sus gruesos labios, heredó en 1458 los títulos y la

gran fortuna de su hermano, que utilizó para hacerse elegir pontífice en 1482 con el

nombre de Alejandro VI. De los amores del Cardenal Borja con la bella Venazza

Catenei nacieron cinco hijos: Pedro Luis, César, Juan, Lucrecia y Jofret. El mayor casó

con María Enríquez, sobrina de Fernando de Aragón y obtuvo el ducado de Gandía.

Título y esposa que a su temprana muerte heredaría su hermano Juan. Muerto este a su

vez en 1497, los duques de Gandía se desvinculan de la rama italiana y el cuarto de

ellos será conocido como San Francisco de Borja.

En lo que hace al padre, Alejandro VI fue un papa poderoso y hábil, en cuyo reinado

(1492-1503) ungió como “Reyes Católicos” a Fernando e Isabel, emitió bulas que

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repartían el Nuevo Mundo entre España y Portugal, condenó a la hoguera a

Savonarola, protegió las ciencias y las artes, y sobre todo a sus propios hijos. No

obstante el poderío de los Borgía no le sobrevivió.

La niña rubia del Esquilino

La primera infancia de Lucrecia transcurrió junto a sus hermanos mayores, en la casa

que el cardenal Rodrigo de Borja, le había puesto a su amante Giovanezza Catenai en la

ladera del monte Esquilino, en Roma. Lucrecia era la favorita de su padre por ser niña,

muy bella y asombrosamente rubia.

Tras el nacimiento de Jofret, Vanezza vuelve a casarse con Carlo Conati. Lucrecia debe

dejar la casa del Esquilino para iniciar su educación bajo la tutoría de Adriana Mila

Orsini, sobrina de Rodrigo y a la vez suegra de Farnesio.

La niña y su aya se instalan en el palacio de Santa María in Portico, contiguo al

Vaticano, donde vivían el cardenal y sus hijos varones.

El cardenal Borja ve llegado el momento con la muerte del Papa Inocencio VIII, mueve

influencias, promesas, amenazas, prebendas y el 10 de agosto de 1492 es elegido papa.

Los Borja son una familia unida, y Lucrecia disfruta del endógeno afecto de su padre y

hermanos. A principios del año siguiente es enviada al convento de San Sixto en la vía

Apia, a fin de prepararse para su boda con Giovanni Sforza, señor de Pesaro y Conde

de Contignola, sobrino del poderoso cardenal Ascanio, que acababa de enviudar. En

1497 el matrimonio es anulado por Alejandro VI alegando “impotencia” del marido.

Bodas y crímenes

En el ínterin, Juan Borgía lucha contra los Orsini en defensa de los Estados Pontificios,

mientras César se carcome de envidia bajo un capelo cardenalicio que no va con su

talante. Lucrecia pasa una temporada en Perusa con su padre que se esfuerza por

consolarla de su frustrada unión. En 1498 el valeroso Juan es encontrado en el Tíber,

cosido a puñaladas. Poco después corre similar suerte Perotto, mensajero pontificio y

amante de Lucrecia. Los recelos de la joven son aventados por el anuncio de su nueva

boda con Alfonso de Aragón, duque de Bisceglie y bastardo de la familia real de

Nápoles. Las interesadas nupcias se celebran en agosto de 1498.

Lucrecia, después del nacimiento de su hijo Rodrigo en 1499, cae en una época de

desasosiego y excesos, participando de turbulentas orgías vaticanas que darán pábulo

a los peores rumores sobre su conducta. La relación con Alejandro VI es tan estrecha

que se habla de incesto y es en esa época cuando corre la misteriosa historia del

“infante romano”, un niño que ella había tenido de su propio padre, en versión quizá

más piadosa, de su difunto hermano Juan. Los enemigos de los Borgia la acusan de ser

“hija, nuera y amante del papa”, mientras ella acepta el poder que le transfiere este en

sus frecuentes ausencias de Roma y actúa de “papisa”, bajo el consejo del cardenal

español Jorge Costa.

Mientras tanto el ambicioso César, aliado de Luis XII de Francia, que le ha hecho

duque de Valentinouis, conquista la Romaña y ataca otras plazas del centro de Italia.

Parte del acuerdo con los franceses es el asesinato de Alfonso de Aragón en agosto de

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1500, hecho en el que la instigación de César Borgia se considera históricamente

probada.

La belleza y alcurnia de la joven viuda de veinte años es instrumentada una vez más

por el papa Borgia para asegurarse la neutralidad y el favor de la poderosa familia de

Este. En diciembre de 1501 se celebra la boda de Lucrecia con el primogénito, Alfonso,

heredero del ducado de Ferrara. Será este el feudo y el escudo de una nueva y feliz

etapa en la vida de la joven, mientras en Roma se desmorona el poder de sus parientes.

Alejandro VI muere en agosto de 1503 y aunque su hijo intenta mantener sus

maquinaciones durante el breve interregno del Pío XII, el ascenso de Julio II le obliga a

dejar Roma precipitadamente. César morirá en Mendavía en 1507, en una lucha entre

facciones aragonesas.

Alfonso de Este había accedido al ducado de Ferrara dos años antes y dio a Lucrecia el

lugar que le correspondía como duquesa y señora de la corte. En su treintena, la ex

papisa de los Borgia encontró la serenidad y plenitud que le negaron sus años

juveniles. Leal al amor protector de su esposo, acogió en su palacio a artistas de

renombre y poetas que cantaron su hermosura y su nobleza. A partir de 1513 Lucrecia

inicia una vida más retirada, dedicada exclusivamente a Alfonso y a la religión. Los

duques de Ferrara no habían tenido descendencia, cuando ella advierte que está en

cinta en el otoño de 1518. Pese a los cuidados y preservaciones que se adoptan, sufre

un aborto el 14 de junio de 1514, a raíz del cual le sobrevienen fiebres puerperales.

Dicta unas cartas al papa y a sus parientes de Gandía, una semana antes de morir a los

treinta y nueve años de edad.

¿Qué puedes leer sobre Lucrecia Borgía en la Biblioteca?

Título: Lucrecia Borgia, la mujer que sobrevivió a la infamia.

Autor: John Faunce

Editorial: Planeta

339 pág.

Sinopsis: Lucrecia Borgia es una de las mujeres más enigmáticas,

fascinantes e infames de la historia. Su vida estuvo sometida a los

intereses de dos fuertes personalidades: la de su padre, Rodrigo

Borgía, el espectacularmente corrupto y despiadado papa

Alejandro VI, y la de su sanguinario hermano César.

Famosa por su belleza, fue desposada con varios hombres escogidos por su padre en

función de sus intereses políticos. Aunque amó a uno de sus esposos, el escándalo que

siempre acompañó a su familia le impidió disfrutar de una felicidad duradera. Tan

odiada como admirada, fue acusada por sus enemigos de haber envenenado a sus

rivales de su padre y de conspirar para asesinar a sus esposos. La verdadera Lucrecia,

se perdió entre tantas habladurías y la depravación de la corte papal, Ahora, por fin,

ella toma la palabra en una novela que da vía a una mujer atrapada entre sus propios

deseos y la tiranía de su familia, pero cuya inteligencia y fortaleza le granjearon un

lugar de honor en la historia.

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Juana I de Castilla Juana I de Castilla, conocida como Juana La Loca, fue reina de Castilla de

1504 a 1555.

Doña Juana, infanta de Castilla y Aragón.

De la casa de Trastámara, la reina Juana fue la tercera hija de Fernando II el Católico y

de Isabel I la Católica. Desde pequeña fue muy inteligente, recibió una esmerada

educación propia de una infanta e improbable heredera de Castilla, basada en la

obediencia más que en el gobierno.

Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y Brabante y condesa de Flandes.

Como era costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los

matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar sus objetivos diplomáticos y

estratégicos. Conscientes de las aptitudes de Juana y de su posible desempeño en otra

corte, así como la necesidad de reforzar lazos con el Sacro Emperador Romano

Germánico, Maximiliano I de Habsburgo, ofrecieron a Juana para su hijo Felipe,

archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante y conde de Flandes.

En agosto de 1496, la futura archiduquesa partió desde la playa de Laredo, Cantabria,

en unas carracas genovesas, hacia la lejana y desconocida tierra flamenca, hogar de su

futuro esposo.

Aunque los futuros esposos no se conocían, se enamoraron locamente al verse. No

obstante Felipe perdió el interés en la relación, lo cual hizo nacer en Juana unos celos

patológicos. Al poco tiempo llegaron los hijos, que agudizaron los celos de Juana.

Reina de Castilla

Muertos sus hermanos Juan (1497), e Isabel (1498), así como el hijo de esta, Juana se

convirtió en heredera de Castilla y Aragón, siendo jurada junto a su esposo por las

cortes de Toledo el 22 de mayo de 1502. Cuando en 1503 su marido, Felipe, se marchó a

Flandes, parece ser que se agravó su estado mental.

Muerta la reina Isabel (1504) se planteó el problema de la sucesión de Castilla. Su padre

Fernando la proclamó reina de Castilla y tomó las riendas de la gobernación del reino

acogiéndose a la última voluntad de Isabel la Católica. Pero el marido de Juana, no

estaba dispuesto a renunciar al poder y en 1505 se acordó el gobierno conjunto de

Felipe, Fernando el Católico y Juana. Juana resolvió retirarse temporalmente a la Corte

de Bruselas.

El 25 de septiembre de 1506 muero Felipe I el Hermoso, supuestamente envenenado, y

entonces aumentan los rumores sobre el estado de locura de Juana. En ese momento

Juana decidió trasladar el cuerpo de su esposo, desde Burgos, el lugar donde había

muerto y en el que había recibido sepultura, hasta Granada, tal como el mismo lo había

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dispuesto viéndose morir. La reina Juana no se separaba del féretro ni un momento y

este traslado se prolongó durante ocho meses por tierras castellanas.

Ante el evidente desequilibrio mental de la reina, Fernando vuelve a ser regente de

Castilla ante el llamamiento del Cardenal Cisneros, dada la creciente inestabilidad

propiciada por la nobleza. La demencia de la reina seguía agravándose. No quería

cambiarse de ropa, no quería lavarse y finalmente, su padre decidió encerrarla en

Tordesillas el mes de enero de 1509, encierro que mantendría su hijo Carlos I más

adelante.

Retiro a Tordesillas

Desde que su padre la recluyera, la reina Juana permaneció en una casona-palacio en

Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555, después de 46 años de reclusión

forzosa y siempre vestida de negro, con la única compañía de su hija Catalina,

ninguneada y maltratada física y psicológicamente por sus servidores. Especialmente

duros fueron los largos años de servicio de los marqueses de Denia, Bernardo de

Sandoval y Rojas y su esposa, que daban preferencia a sus propias hijas antes que a la

reina Juana y a Catalina.

El confinamiento de doña Juana era cuestión de Estado, y así lo vieron tanto el rey

católico como Carlos I. Si Juana no gobernaba era por incapacidad mental, pero si se

empezaba a rumorear que la reina estaba cuerda, los adversarios del nuevo rey

afirmarían que era un usurpador.

Nunca más se le permitió salir del Palacio de Tordesillas, ni siquiera para visitar la

tumba de su esposo a escasa distancia del palacio durante un tiempo, antes de su

traslado definitivo a Granada, ni a pesar de que en Tordesillas se declarara la peste. Su

padre Fernando, y después su hijo, siempre temieron que si el pueblo veía a la reina, la

legítima soberana, se avivarían las voces en contra de sus respectivos gobiernos.

Muerte de Doña Juana.

En los últimos años a su enfermedad mental se unía la física, teniendo grandes

dificultades para caminar. Entonces volvió a hablarse de su indiferencia religiosa,

llegándose incluso a comentar que podía estar endemoniada. Se pidió a un jesuita el

futuro San Francisco de Borja, que la visitara y averiguara que había de cierto en todo

ello. Después de hablar con ella el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de

fundamento. Algo después, tuvo que volver a visitarle, pero en esta ocasión para

confortarla en el momento de su muerte. Y lo hizo también, que incluso se afirmó que

la reina había recuperado la razón. Falleció en Tordesillas el 12 de Abril de 1555, a los

76 años.

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¿Qué puedes leer en la biblioteca sobre Juana La Loca?

Título: Juana La Loca

Autor: Carmen Barberá

Editorial: Planeta

263 pág.

Sinopsis: Esta biografía novelada de la reina Juana de Castilla, hija

de los Reyes Católicos, cuenta en primera persona su vida,

dedicando especial atención a los dramáticos episodios del

atormentado amor que sintió por el rey consorte Felipe el

Hermoso; la ambición y las continua infidelidades del marido agravaron un

desequilibrio mental que ya sufría, y a la muerte de Felipe en 1506 perdió

definitivamente la razón convirtiéndose en un patético símbolo de un amor

irrenunciable que se refugia en la demencia.

Completan el perfil humano de este personaje cuya historia real ha entrado en la

leyenda, grandes figuras como las de sus padres, los Reyes Católicos, su hijo, el

emperador Carlos, el Cardenal Cisneros y sobre todo el voluble monarca que fue su

esposo.

Carmen Barberá traza aquí, un retrato magistral de una de las mujeres apasionadas

más célebres y trágicas del mundo.

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Doña Urraca Urraca I de León y Castilla, (León, 24 de junio de 1081 – Saldaña, 8 de marzo de 1126).

Fue reina de León y Castilla (1109-1126) siendo la primera mujer en ocupar el trono de

un reino cristiano en Europa.

Condesa de Galicia.

Primera hija del rey Alfonso VI y se su segunda esposa Constanza de Borgoña, el

nacimiento de su hermano Sancho en 1093 la apartó de la línea sucesoria al trono de su

padre.

En 1090 se casó con Raimundo de Borgoña, un noble francés. De este matrimonio

nacieron dos hijos Sancha (1102) y Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII (1104).

En 1095, a raíz del matrimonio de la otra de las hijas de Alfonso VI, Teresa de León con

Enrique de Borgoña, el monarca dividió Galicia en dos condados. El condado de

Galicia fue concedido a Urraca y el condado de Portucalense que comprendía las

tierras entre los ríos Duero y Miño que correspondió a Teresa y que con el tiempo daría

lugar el reino independiente de Portugal.

Ascensión al trono

En 1108 fallece su hermano Sancho en la batalla de Uclés. Su muerte convierte a Urraca

en la candidata mejor situada para suceder a su padre quién reúne en Toledo a los

nobles del reino y les comunica el hecho, hasta entonces insólito de que ella es la

elegida para sucederle.

Los nobles aceptan la designación real pero exigen que Urraca contrajera de nuevo

matrimonio (había enviudado unos años antes).

Alfonso VI decide casar a Urraca con el rey aragonés Alfonso El Batallador. El

matrimonio se celebra en 1109 en el castillo de Monzón de Campos.

Primera etapa

El matrimonio de Alfonso y Urraca se inicia con la oposición de distintas facciones

políticas contrarias a la unión por motivaciones muy distintas.

Una primera facción estaba formada por el clero francés que se había visto muy

reforzado gracias al origen borgoñés del primer marido de Urraca.

Una segunda facción tenía su centro en Galicia y su rechazo a la unión entre Urraca y

Alfonso venía motivado por la pérdida de los derechos al trono castellano-leonés del

hijo de Urraca, Alfonso Raimundez.

Un tercer grupo opositor al matrimonio real radicaba en la misma corte y estaba

encabezada por el conde de Condespina y el motivo de su oposición venía dado por un

temor a la pérdida de poder.

Pronto se diferencian dos tendencias en la facción opuesta al matrimonio radicada en la

propia corte. Una apoya a Alfonso como soberano y está integrada por la baja nobleza

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y las grandes ciudades que bordean el camino de Santiago deseosos de deshacerse de

los señoríos eclesiásticos, la otra apoya a Urraca y está formada por la alta nobleza y el

clero que quiere la anulación del matrimonio.

Urraca se refugia en el monasterio de Sahagún, a su marido Alfonso le llegan rumores

de que la reina mantiene una relación amorosa con el Conde de Candespina, esto junto

con el intento de anular su matrimonio, lo llevan a encerrar a Urraca en la fortaleza de

Castellar.

El conde de Candespina junto con el conde de Lara logran liberara a la reina, que busca

refugio en la fortaleza de Candespino (Segovia).

Segunda etapa (1111-1114)

Alfonso planta cara a la situación y lo hace en la batalla de Candespina (26 de octubre

de 1111), en la cual sale victorioso gracias a la ayuda que recibe de la hermanastra de la

reina, la condesa de Portugal, Teresa. Tras estos acontecimientos el matrimonio se

reconcilia.

Pero esta reconciliación dura poco y se quiebra cuando Urraca se entrevista con la

nobleza gallega y acepta que su hijo Alfonso sea proclamado rey de Galicia. Este hecho

provoca las iras de Alfonso I de Aragón y nuevos enfrentamientos entre los soberanos

a lo largo del año 1112 que terminarán en una tregua que se volverá a romper en 113.

En este momento Alfonso decide abandonar sus aspiraciones territoriales sobre los

reinos de su esposa y basándose en los argumentos de quienes querían anular su

matrimonio, repudia a Urraca, hecho que se hace efectivo en el concilio que se hace

efectivo en el concilio que se celebra en Palencia en 114.

Tercera etapa

Los conflictos no terminaran así, ya que estos se desplazaran nuevamente a Galicia en

1115, cuando los nobles piden más autonomía para el hijo de la reina, Alfonso, como

rey independiente de Galicia. Urraca decide cercar la ciudad de Santiago. Los nobles

deciden pactar con ella y mientras se entrevistan, la población se amotina y en la

revuelta popular Urraca fue rodeada y golpeada.

Los últimos años del reinado de Urraca son poco conocidos por falta de documentos

claros. De su estudio se desprende que no cesó la guerra civil hasta su muerte en el año

1126, ocurrida en el castillo de Saldaña (Palencia). Su cuerpo se encuentra enterrado en

la capilla Mayor de la Catedral de Palencia.

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¿Qué leer sobre la reina Urraca en la biblioteca?

Título: Urraca

Autor: Lourdes Ortiz

Editorial: Planeta

218 pág.

Sinopsis: En esta crónica narrada en primera persona desde la celda

de la torre en la que Urraca, reina de Castilla y León, está encerrada,

Lourdes Ortiz, nos presenta una mujer poderosa y valiente,

firmemente decidida a defender sus derechos dinásticos por encima

de las intrigas palaciegas y, sobre todo, de las intervenciones de los hombre de la

Iglesia, contrarios a que una mujer ocupara el trono. Urraca combatió durante veinte

años contra su esposo, Alfonso de Aragón, su hermana Teresa, los obispos y contra su

propio hijo; tuvo dos esposos y numerosos amantes, entre ellos algún obispo, y llenó su

vida de alianzas, traiciones y batallas, algo no reservado a las mujeres de aquella época.

Urraca es la novela sobre la soledad de una mujer marginada por su poder.

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Agustina de Aragón Agustina Raimunda Maria Zaragoza Doménech (Barcelona

1786-Ceuta, 29 de mayo de 1857), pasó a llamarse “Agustina de Aragón” o “La artillera” a partir

de su gran hazaña durante el cerco de Aragón. Fue imprescindible en cuanto a la

resistencia del pueblo aragonés contra las tropas francesas durante la Guerra de la

Independencia.

Se discute si Agustina nació en Reus, provincia de Tarragona, o en otros lugares, pero

abunda la bibliografía aragonesa reciente que ubica su nacimiento en 1786 en la ciudad

de Barcelona en la calle Sombrerers. Hija de Francisco Ramón Zaragoza Labastida y de

Raimunda Domenéch Gasull.

Agustina se casó a los 16 años con Juan Roca Vilaseca, cabo de artillería, el 17 de abril

de 1803. Este participó desde el principio en la Guerra de la Independencia español,

tomando parte en la batalla de Bruch. Los acontecimientos de la Guerra los llevaron a

él y a Agustina a Zaragoza. La urbe intentaba defenderse de la amenaza francesa. El 15

de julio de 1809 empezó el bombardeo francés. Ante este ataque inminente, los

ciudadanos tendrán que improvisar. De este modo, fortificaron la plaza al mismo

tiempo que el fuego de los atacantes no cesaba.

La gran acción de Agustina de Aragón, no tardaría en llegar. Así, la joven de 22 años se

encaramó sobre un montón de muertos. Tomó el botafuego y su acción fue tan

adecuada al momento y causó tanta mortalidad que los franceses se vieron obligados a

retroceder.

Tras esta hazaña el general Palfox nombró a Agustina subteniente con el uso de dos

escudos de distinción con el lema en cada uno: “Defensora de Zaragoza” y

“Recompensa del valor y patriotismo”.

Tras este hecho Agustina estuvo inmersa en acciones militares en Belchite. Participa en

la defensa de Tortosa y después en la caída de la plaza, se une a la guerrilla de

Francisco Ayala. Vuelve a Zaragoza y luego se dirige a Barcelona donde estaba

destinado su marido, el subteniente Roca. Nace entonces su segundo hijo llamado

Juan.

El marido de Agustina es ascendido a teniente y trasladado a Valencia en 1819. Al cabo

de tres años, se retira enfermo, en Barcelona. A Roca, enfermo de tisis, no le sienta bien

el tiempo y al cabo de poco morirá.

Agustina de Aragón se queda viuda a los 37 años y unos meses después, en 1824 se

casa con un médico alicantino de 26 años: Juan Cobos Mesperuza. En 1825 nace su hija

Carlota en Valencia. Luego se van a vivir a Sevilla hasta 1846.

Agustina murió en Ceuta en 1857. La enterraron en el Cementerio de Santa Catalina.

Sus restos se trasladaron a Zaragoza en 1870. Agustina descansará primero en la

Catedral del Pilar. Pero su ubicación definitiva será la capilla de la Asunción de la

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Virgen, en el templo parroquial de Nuestra Señora del Portillo. Se trata de un lugar

muy cercano donde ella misma, años atrás realizó su heroico acto bélico.

Después de su muerte el rey le otorgó a su viudo y descendientes el título de Barón de

Cobos de Belchite, en honor a esta inolvidable mujer que tuvo un papel esencial

durante la Guerra de la Independencia.

¿Qué leer sobre Agustina de Aragón en la biblioteca?

Título: La Artillera

Autor: Angeles de Irisarri

Editorial: Suma

556 pág.

Sinopsis: Tras el estallido del 2 de mayo en Madrid contra la

invasión francesa varias ciudades españolas declararan la guerra a

Napoleón. Angeles de Irisarri recrea en esta novela el día a día de

la guerra a través de diez mujeres, unas reales, otras imaginarias,

que representan a todas las clases sociales y que, al gesto de “Vencer o morir” fueron

capaces de tomar las armas y hasta de disparar cañones.

Agustina de Aragón, conocida como la Artillera, junto a la condesa de Bureta, Manuela

Sancho, Casta Alvarez y María Lostal, María Agustín y la madre Rafols sobrevivieron a

la ciudad de Zaragoza en la que el cronista Casamayor escribió que los atacantes “más

parecían Nerones que franceses”, en la que él último muerto dejaba enseguida de ser

último en una sucesión aterradora.

Estas mujeres y otras, y otros muchos hombre, sin nada que llevarse a la boca y

rodeadas de muertos, pues la peste hizo acto de presencia en los más crudo del

invierno y del combate, quedaron inscritas con letras de oro en la Historia de España

por sus heroicos hechos en defensa de la libertad.

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Eugenia de Montijo Eugenia de Montijo (Granada, 1826 – Madrid 1902)

Emperatriz de Francia (1853-1871). Hija de un aristócrata español que había luchado en

el bando francés durante la guerra de la independencia. Curso estudios en Francia y en

el reino Unido.

En 1853 contrajo matrimonio con Napoleón III. El 16 de marzo de 1856, Eugenia dio luz

a su único hijo, Eugéne Bonaparte que recibió el título de príncipe Imperial.

Participación Política

Después del nacimiento de su hijo, Eugenia decidió tomar parte activa en la política del

Segundo Imperio. Ferviente católica se opuso a la política de su marido en lo tocante a

Italia y defendió los poderes y prerrogativas del Papa en dicho país. Desempeñó la

regencia del imperio en tres ocasiones durante las campañas de Italia en 1859, durante

la visita de su marido a Argelia en 1865 y en los últimos momentos del segundo

imperio, ya en 1870.

La emperatriz Eugenia secundó las desafortunadas intervenciones exteriores del

Imperio:

- La derrotada invasión francesa de México que costó la vida al emperador

Maximiliano I de México.

- La guerra contra Prusia en 1870, que concluyó al año siguiente con la

derrota de Sedán.

En 1869 la emperatriz asistió a la inauguración del canal de Suez. Así mismo, apoyó las

investigaciones de Lois Pasteur, que acabarían en la vacuna contra la rabia.

Exilio

Tras la caída del Segundo emperador francés, la familia se exilió a Inglaterra. A la

muerte del emperador en 1873, Eugenia se retiró a una villa en Biarritz en la que vivió

alejada de los asuntos de la política francesa.

Su único hijo pereció en Sudáfrica (1879), muerto por los zulúes.

La ex emperatriz murió en junio de 1920 a los 94 años, durante una de sus visitas a

España. Está enterrada en la cripta imperial, al lado de su esposo y de su hijo.

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¿Qué leer sobre Eugenia de Montijo en la biblioteca?

Título: Eugenia de Montijo

Autor: Almudena Arteaga

Editorial: Ediciones Martínez Roca

223 pág.

Sinopsis: Una herencia aleja a Eugenia de su Ganada natal y la conduce al

mundo de riqueza y privilegio que su madre siempre había soñado para

sus hijas. Bella, cosmopolita y apasionada, los “mejores partidos” de España caen a sus

pies. Menos el único hombre a quien ama, el duque de Alba que prefiere a su hermana

Paca, más sensata. Herida en su amor propio, Eugenia se propone conquistar al

orgulloso Napoleón III y ceñir la corona imperial de Francia, en la cima de la gloria. Al

final de su existencia comprenderá que si Dios quiso darle todo lo que se puede desear

en la vida fue para quitárselo poco a poco.

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Ana Bolena Ana Bolena, reina consorte de Inglaterra. Su fecha de nacimiento solía fijarse en

1507, pero los historiadores más modernos la datan en 1501. Ana fue la segunda esposa

de Enrique VIII y la madre de la reina Isabel I. Ana Bolena es popularmente conocida

por haber sido decapitada bajo acusación de adulterio, incesto y traición.

Primeros años – Infancia y familia

Ana era hija de sir Tomas Bolena, más tarde primer conde de Wilshire y primer conde

de Ormonde, y su esposa, lady Isabel Bolena. No se sabe con seguridad donde nació,

pero se establece que fue entre la mansión de su familia, Bickling Hall en Norfolk, y su

residencia favorita, el Castillo de Hever en Kent. En el momento del nacimiento de

Ana, la familia Bolena estaba considerada una de las familias más respetadas de la

aristocracia inglesa. El padre de Ana era diplomático respetado con talento para los

idiomas, era también favorito de Enrique VII, que le envió a muchas misiones

diplomáticas en el extranjero. Siguió su carrera bajo Enrique VIII que subió al trono en

1509.

Ana estuvo en la corte de Margarita de Austria en los Países Bajos y allí volvió hasta

1513, cuando su padre ordenó que siguiera su educación en Paris en el invierno de

1514.

En Francia, Ana fue dama de honor de Catalina de Francia y también actuó como

intérprete siempre que cualquier invitado inglés importante llegaba a la corte francesa.

Su educación terminó en 1521 cuando regresó a Inglaterra siguiendo las órdenes de su

padre.

Apariencia y personalidad

Ana Bolena no era convencionalmente hermosa para su tiempo. La gente parecía

atraída principalmente por el carisma de esta. Era cristiana devota en la nueva

tradición del movimiento humanista del Renacimiento

Enrique VIII

Amores Reales

Cuando Ana Bolena llegó a la corte, la primera esposa de Enrique, Catalina de Aragón,

era popular entre muchas personas. Todos sus hijos con Enrique habían muerto

jóvenes y el rey estaba preocupado por tener un varón heredero de su trono a fin de

conservar la monarquía y prevenir la guerra civil.

Bolena hizo su debut en la corte en un baile de máscaras en marzo de 1522, donde

realizó un baile acompañando a la hermana más joven del rey. En 1525 Enrique VIII se

enamoró de ella y comenzó su persecución. Ana se resistió a sus tentativas de seducirla

y rechazó convertirse en su amante. Los historiadores están divididos sobre las

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motivaciones de Ana para rechazar a Enrique (unos dicen que era virtud y otros dicen

que era ambición). Finalmente él le propuso matrimonio y ella aceptó.

A menudo se piensa que el encaprichamiento de Enrique con ella era para buscar un

modo de anular su matrimonio, mientras que hay pruebas fiables de que Enrique tomó

la decisión de terminar su matrimonio con la reina Catalina porque ella no le había

dado un heredero varón que sobreviviera. Enrique y sus ministros solicitaron una

anulación de la Santa Sede en 1527. Al principio la oferta de matrimonio se mantuvo en

secreto, pero en 1528 era del conocimiento público que Enrique tenía la intención de

casarse con ella.

Ante la negativa del Vaticano de proclamarla reina Ana le propone a Enrique la

negación de la Autoridad Papal y que fuese él como monarca quien condujese la

Iglesia. Durante este tiempo Ana también desempeñó un enorme papel en la posición

internacional e Inglaterra, solidificando una alianza con Francia. Preparó una

conferencia internacional en Calais en el invierno de 1532, en la cual Enrique esperaba

ganar el apoyo de Francisco I de Francia para su nuevo matrimonio.

Matrimonio

La conferencia de Calais fue un triunfo político, ya que finalmente el rey francés dio su

apoyo al nuevo matrimonio de Enrique. Inmediatamente después de volver de Dover

en Inglaterra, Enrique y Ana celebran una ceremonia matrimonial en secreto. Ella

quedó embarazada en unos meses y como era costumbre, en la realeza, hubo una

segunda ceremonia matrimonial, que tuvo lugar en Londres el 25 de enero de 1533.

Catalina fue formalmente despojada de su título como reina a tiempo para la

coronación de Ana, que ocurrió en junio de 1533.

Vida como reina

Su reputación como reformista religiosa se extendió por Europa, fue aclamada como

una heroína por figuras protestantes. Era también generosa patrocinadoras de la

caridad, distribuyendo limosnas para ayudar a los pobres y fondos a fundaciones

educativas.

Como reina presidió una corte magnífica. Ana gastó sumas enorme en vestidos, joyas,

tocados, abanicos de pluma de avestruz, equipamiento de montura, y la tapicería y

mobiliario más fino procedente de todo el mundo.

Embarazos.

Fuentes fidedignas certifican sólo el nacimiento de Isabel en septiembre de 1533, un

aborto en el verano de 1534 y el aborto de un feto varón de aproximadamente cuatro

meses y medio de gestación en enero de 1536.

Muerte de Catalina de Aragón

En enero de 1536 Catalina de Aragón murió de cáncer. Circularon rumores de que

Catalina había sido envenenada (culpaban a Ana y Enrique); los rumores surgieron

tras descubrir durante su embalsamamiento que su corazón estaba ennegrecido.

Durante el día del entierro de Catalina, el 29 de enero de 1534, Ana sufrió un aborto.

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Esta pérdida fue el principio del fin del matrimonio real. Cuando Ana se repuso de su

aborto Enrique declaró que su matrimonio fue maldecido por Dios.

Caída

En los últimos días de Abril, un músico flamenco al servicio de Ana llamado Mark

Suweaton fue detenido y torturado. Al principio negó que fuera el amante de la reina,

pero bajo tortura confesó. El acusado final era el propio hermano de la reina Ana,

detenido bajo acusación de incesto y traición.

El 2 de mayo de 1536, Ana fue detenida y llevada a la Torre de Londres. Tres días más

tarde Ana fue acusada de adulterio, incesto y alta traición.

Ejecución

Vinieron por Ana durante la mañana del 19 de mayo para llevarla a la “Torre Verde”,

donde debía permitírsele la dignidad de una ejecución privada. El gobierno no aprobó

proporcionarle un ataúd apropiado para Ana. Así su cuerpo y cabeza fueron

depositados en un arca alargada y sepultados en una tumba sin marcar en la capilla de

St. Peter ad Vincula. Su cuerpo fue identificado en unas reformas de la capilla bajo el

reinado de la reina Victoria, y de esta manera el lugar de descanso de los restos

mortales de Ana está marcado ahora en el suelo de mármol.

¿Qué leer en la biblioteca sobre Ana Bolena?

Título: Diario Secreto de Ana Bolena

Autor: Robin Maxwell

Editorial: Punto de Lectura

462 pág.

Sinopsis: Al alcanzar el Trono de Inglaterra, la joven Isabel I recibe en

secreto el diario de su madre fallecida. Este revele la relación que Ana

Bolena mantuvo con Enrique VIII, el cortejo al que la sometió el rey, el

rechazo a convertirse en su amante y su posterior asentimiento (con el consecuente

desafío a la Iglesia), su lucha por la obtención de un lugar en la corona para su hija y su

ejecución final en la Torre de Londres acusada de adulterio.

A medida que Isabel descubre a la madre que nunca conoció y comprende la injusticia

que se cometió con ella, el lector se adentra en el relato para desvelar uno de los

misterios más oscuros de la historia, por qué Isabel I, apodada la “Reina Virgen”,

decidió no casarse ni tener descendencia, acabando así con la dinastía más poderosa de

jamás haya gobernado Inglaterra.

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La Princesa de Éboli Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Eboli, Condesa de

Mélito y Duquesa de Pastrana, (Cifuentes, Guadalajara, 29 de junio de 1540, Pastrana, 2

de febrero de 1592).

Primeros años

Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas más poderosas de la época: los

Mendoza. Hija única del matrimonio entre don Diego Hurtado de Mendoza y de la

Cerda, virrey de Aragón y también de Cataluña, y doña Catalina de Silva, se casó a la

edad de doce años (1552) con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe

Felipe, futuro Felipe II; su marido era príncipe de Éboli y ministro del rey.

Fue una de las mujeres de más talento de su época y aunque perdió un ojo a causa de

un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de

la corte española. Su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor

por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran

influencia en la corte.

Matrimonio e hijos

Durante el periodo de su matrimonio la vida de Ana fue estable y no se le conocen

andanzas ni problemas. Tuvo diez hijos de los que sobrevivieron 6.

Conflicto con Teresa de Jesús

Solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana. Entorpeció los

trabajos porque quería que se construyeran según sus dictados, provocando conflictos

con monjas y frailes, pero sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las carmelitas

descalzas. Ruy Gómez de Silva puso paz, pero cuando este murió volvieron los

problemas, ya que la princesa quería ser monja y que todas sus criadas también lo

fueran. Le fue concedido por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera. Pero

pronto se cansó de esta y se fue a una casa ubicada en el huerto del convento. Debido a

sus excesos Teresa de Jesús mandó que todas las monjas se fueran del convento y

abandonaron Pastrana, dejando sola a Ana. Esta volvió de nuevo a su palacio en

Madrid no sin antes publicar la autobiografía de Teresa de forma tergiversada, lo que

produjo el alzamiento de escándalo por parte de la Inquisición que prohibió la obra

durante diez años.

La corte de Felipe II y sus intrigas

Debido a su alta posición, mantenía relaciones cercanas con el primero príncipe y luego

rey Felipe II, lo que animó a varios a catalogarla como amante del rey. Lo que sí parece

seguro es que, una vez viuda (1573) sostuvo relaciones con Antonio Pérez, secretario

del rey. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de don

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Juan de Austria, además de que mantenía contactos con los rebeldes holandeses.

Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, la denunció ante el rey de graves

manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, de lo que la opinión pública

acusó a Pérez. Los motivos de la intriga que llevaron al asesinato de Escobedo y a la

caída de la princesa no son claros. Parece probable, junto a la posible revelación de la

relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también la existencia de otros motivos,

como una intriga compleja de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal

y contra don Juan de Austria en su intento de casarse con María Estuardo.

El encierro.

La princesa fue encerrada por Felipe II en 1579, primero en el Torreón de Pinto, luego

en la fortaleza de Santorcaz y privada de la tutela de sus hijos y de la administración de

sus bienes, para ser trasladada en 1581 a su Palacio Ducal del Pastrana, donde morirá

en años después.

Es curioso que mientras la actitud de Felipe II hacia Ana fue muy dura y

desproporcionada, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo amigo

Ruy.

Falleció en dicha localidad en 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata

de Pastrana.

¿Qué leer en la biblioteca sobre la Princesa de Eboli?

Título: La Princesa de Éboli.

Autor: Almudena de Arteaga

Editorial: Ediciones Martínez Roca

186 pág.

Sinopsis: Memoria de una mujer excepcional: Ana de Mendoza,

Princesa de Éboli, quién por su belleza e inteligencia provocó la

atracción y el rechazo de los hombres más importantes de su época.

Implicada en una trama política y sentimental, al lado de Felipe II y de su astuto

secretario, Antonio Pérez, La Princesa de Éboli lucho por sus derechos con una fuerza y

decisión inusuales en una mujer de la España del Siglo XVI.

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Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría

Isabel de Wittelsbach (Elisabeth Amalie Eugeni Von Wittelsbasch, apodada familiarmente como Sissí.

Múnich, 24 de diciembre de 1837 – Ginebra, 10 de septiembre de 1898. Fue hija de la

Princesa Real Ludovica de Baviera y del duque Maximiliano de Baviera. Por

matrimonio se convirtió en Emperatriz de Austria (1854 -1898) y en reina de Hungría

(1867-1898).

Con 16 años, Isabel acompañó a su madre y a su hermana mayor Elena de Baviera, a la

que familiarmente apodaban Nené, en un viaje a la residencia de verano de la Familia

Real de Austria. El encuentro estaba preparado para que el Emperador se fijase en

Elena y la tomase como prometida. Sin embargo, Francisco José, de 23 años, se sintió

atraído por Isabel, trastocando los planes que medre y tía tenían para ellos.

Un año después del primer encuentro, el 24 de abril de 1854, Isabel contrajo

matrimonio con su primo, el Emperador de Austria. Isabel tuvo desde el principio sería

dificultades para adaptarse a la estricta etiqueta que se practicaba en la Corte Imperial

de Viena. Aún así, le dio al Emperador cuatro hijos:

- Sofía Federica de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1855-1857)

fallecida a los dos años de edad.

- Gisela de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1856-1932).

- Rodolfo de Habsburgo-Lorena, Príncipe heredero de la corona (1858-1889)

- María Valeria de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1862-1924)

Dotada de una gran belleza, Isabel se caracterizó por ser una persona rebelde, culta y

demasiado avanzada para su época.

Fumaba, adoraba la equitación. Sentía un gran aprecio por los animales. Le gustaban

los papagayos y los animales exóticos en general. Hablaba varios idiomas, el alemán, el

inglés, el francés, el húngaro y el griego.

Cuidaba su figura de una forma maniática. Se alimentaba básicamente a base de

pescado hervido, alguna fruta y jugo de carne exprimida.

A partir de los 35 años no volvió a dejar que nadie la retratase o tomase una fotografía.

Paseaba a diario durante ocho horas. Además adoraba viajar, nunca permaneció en el

mismo lugar durante más de dos semanas. Detestaba el ridículo protocolo de la Corte

Imperial de Viena, de la que procuró permanecer alejada durante el mayor tiempo

posible, y a la que desarrolló una autentica fobia que le provocaba trastornos

psicosomáticos como cefaleas, nauseas y depresión nerviosa.

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En 1889, la vida de la Emperatriz cambiaría radicalmente a causa del suicidio de su

único hijo. El príncipe Rodolfo que padecía trastornos psicológicos causados en parte

por la estricta educación militar a la que fue sometido durante su infancia, convenció a

su amante la joven varonesa María Vetsera, para que se quitara la vida junto a él.

Tras la muerte de su hijo la Emperatriz abandonó Viena y adoptó el negro como el

único color para su vestimenta.

El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el Lago Lemán de Ginebra con su

dama de compañía, la condesa Irma Sztaray, fue atacada por un anarquista italiano,

Luigi Lucheni, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para

deslizar un fino estilete en el corazón de la Emperatriz.

El cuerpo de la Emperatriz fue trasladado a Viena siendo sepultada en la Cripta

Imperial, en vez de en su palacio de Corfú, el Achilleión, donde deseaba recibir

sepultura.

¿Qué leer en la biblioteca sobre Sissi?

Título: Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría.

Autor: Ángeles Caso

Editorial: Planeta

310 pág.

Sinopsis: Sobre el paisaje de fondo de una Europa agitada por

desgarradoras transformaciones sociales y políticas, yd e la irrefrenable

decadencia de uno de los imperios más poderosos del continente, la de

los Habsburgo, que estallará en mil pedazos al término de la primera guerra mundial,

una gran mujer, la penúltima emperatriz de Austria, recoge en su Diario los hechos de

su apasionante y dolorosa vida: obligada a contraer matrimonio a los dieciséis años con

el emperador Francisco José, Elisabeth aparece como un personaje frágil y, a la vez,

indomable. Reina que admira las repúblicas, madre de trágico destino, mujer libre

perseguida por la maledicencia de un ámbito cortesano con el que nunca alcanza a

entenderse, se refugia para sobrevivir en su propio mundo: recorre errante los mares y

las tierras de Europa, se entrega a su pasión por los caballos, lee y escribe sin cansancio

y encuentra la paz en una íntima y emocionada relación con la naturaleza. En las

páginas delicadas y llenas de matices este Diario, se desvelan los sentimientos de una

mujer profunda y silenciosa, que ocultaba sus hermoso rostro bajo los espesos velos y

grandes abanicos, una mujer inconformista y rebelde, nacida en una época y un lugar

que no le correspondían, y a la que el tiempo ha tratado despiadadamente,

convirtiéndola en una melosa y vacía princesita cinematográfica, de nombre Sissi. Esta

es la verdadera historia de uno de los personajes más fascinantes del convulso siglo

XIX.

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Isabel II de España Isabel II de Borbón (Madrid, 10 de octubre de 1830 – París, 9 de Abril de

1904).

Fue reina de España entre 1833 y 1868, tras la derogación de la Ley sálica.

Nacida María Isabel Luisa, era hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, su sobrina

María Cristina de Borbón Dos Sicilias. Isabel asumió el trono de España el 29 de

septiembre de 1833 después de la muerte de su padre cuando tenía menos de tres años

de edad.

Su nacimiento y posterior ascensión al trono provocó el inicio de un largo conflicto,

pues su tío Carlos María Isidro de Borbón no aceptó el que Isabel fuese nombrada

primero Princesa de Asturias y luego Reina.

Durante los primeros años de su reinado, mientras Isabel era una niña, la regencia fue

asumida por su madre hasta 1840. En ese periodo tuvo lugar la primera Guerra

Carlista (1833-1840). Desde 1840 y hasta 1843 fue regente el general Espartero, que

finalmente fue obligado a abandonar el cargo.

Con trece años fue declarada mayor de edad. Cuando la Reina tenía 16 años, el

Gobierno arregló su matrimonio con su primo el infante Don Francisco de Asís de

Borbón, duque de Cádiz. Isabel II odiaba a su primo y marido Francisco, que según

diversos autores era bisexual u homosexual.

Por encima de tales comentarios, la historiografía o escritores próximos a los hechos

refieren que el rey consorte era padre de varios hijos ilegítimos y que se le conocían

diversas amantes.

En el curso de su matrimonio la reina sería madre en varias ocasiones, naciendo:

- Fernando de Borbón y Borbón (1850)

- Isabel de Borbón y Borbón (1851-1931)

- María Cristina de Borbón y Borbón (1854)

- Alfonso de Borbón, príncipe de Asturias (1857-1885). Después Alfonso XII

- María Concepción de Borbón y Borbón (1859-1861)

- María del Pilar de Borbón y Borbón (1861-1879)

- María de la Paz de Borbón y Borbón (1862-1946)

- Francisco de Asís de Borbón y Borbón (1863)

- María Eulalia de Borbón y Borbón (1864-1958)

La “Reina de los tristes destinos” como también ha sido llamada, se exilió en Francia en

1868, tras el triunfo de la revolución conocida como “La Gloriosa” y allí abdicó a favor

de su hijo Alfonso XII el 25 de junio de 1870.

Isabel vivió el resto de su vida en Francia, allí fue testigo de la Primera República, del

reinado y muerte de su hijo Alfonso XII en 1885, y del inicio del reinado de su nieto

Alfonso XIII tras la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena. Fue enterrada en

el Monasterio de El Escorial frente a su esposo, muerto en 1902, dos años antes que

Isabel.

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¿Qué leer sobre Isabel II en la biblioteca?

Título: Los amantes de Isabel II

Autor: Manuel Barrios

Editorial: Temas de hoy

271 pág.

Sinopsis: ¿Cómo transcurrió la vida de Isabel II durante su reinado de

1833 a 1868? ¿De qué manera caló en su conducta la tan debatida

decisión de casarla con su primo Francisco de Asís Borbón? ¿Cuáles

fueron los consejos que recibió del padre Claret y de sor Patrocinio a

lo largo de su ajetreada experiencia personal? ¿Cuántos amores hicieron mella en la

joven y apasionada Reina Castiza?

Este libro no es sólo la biografía de Isabel II, un personaje especialmente significativo

de la historia de España, sino un fresco en el que se recogen los acontecimientos más

importantes de un reinado pródigo en sucesos.

Su autor, Manuel Barrios, nos describe con exhaustiva objetividad los periodos más

intensos de la vida amorosa de Isabel II, la aventura de una mujer que, tras demostrar

el error de su matrimonio, se entregó a una ininterrumpida sucesión de hombres que

saciaran su sed de amar.

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Mujeres con Historia Guía de Lectura