Multiculturalismo: Entre el avance y el retroceso de la libración popular

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Multiculturalismo: Entre el avance y el retroceso de la liberación popular Nicolás Vallejo y Santiago Briceño Estudiantes de antropología de la Universidad del Rosario Resumen El multiculturalismo en Colombia se erige como el conjunto de discursos y prácticas que rigen el funcionamiento de la creación y constitución de alteridad. En este artículo se analizan las categorías que se usan y se han usado para poder llevar a cabo dicha creación de alteridad y para poder hacer de esta un factor de organización y configuración de las dinámicas políticas de la sociedad colombiana. Además se hace un recorrido por ciertos aspectos de la filosofía de la liberación que se usan como herramienta analítica para entender, por un lado el dilema que se representa dicho discurso y por otro lado, el impacto del multiculturalismo en la generación de un proceso de ruptura de las estructuras que generan opresión. PALABRAS CLAVE: multiculturalismo, racialización, raza, etnia, liberación, estructuras sociales, movimientos indígenas, asociaciones campesinas.

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Artículo multiculturalismo

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Multiculturalismo: Entre el avance y el retroceso de la liberación popular

Nicolás Vallejo y Santiago Briceño

Estudiantes de antropología de la

Universidad del Rosario

Resumen

El multiculturalismo en Colombia se erige como el conjunto de discursos y prácticas que

rigen el funcionamiento de la creación y constitución de alteridad. En este artículo se

analizan las categorías que se usan y se han usado para poder llevar a cabo dicha creación

de alteridad y para poder hacer de esta un factor de organización y configuración de las

dinámicas políticas de la sociedad colombiana. Además se hace un recorrido por ciertos

aspectos de la filosofía de la liberación que se usan como herramienta analítica para

entender, por un lado el dilema que se representa dicho discurso y por otro lado, el impacto

del multiculturalismo en la generación de un proceso de ruptura de las estructuras que

generan opresión.

PALABRAS CLAVE: multiculturalismo, racialización, raza, etnia, liberación, estructuras

sociales, movimientos indígenas, asociaciones campesinas.

Multiculturalism: Between the progress and the regression of the popular

liberation

Abstract

Multiculturalism in Colombia stands as a group of discourses and practices which

determine the way that alterity is created and how it operates. In this article there is an

analysis of the categories that makes possible the emergency of the alterity as we know it

and that make of this last a factor that determinate the configuration and organization of

certain political dynamics of the Colombian society. Besides, in the present article there is a

study of some aspects from the liberation philosophy which would been used as an

analytical tool to understand in one hand the dilemma that the multicultural discourse

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represents, and in the other hand how the multiculturalism impact in the generation of a

rupture process with the social oppressive structures.

KEY WORDS: Multiculturalism, racialization, race, ethno, liberation, social structures,

native social movements, peasant associations.

El objetivo de este escrito es analizar el impacto del multiculturalismo en la posibilidad de

construir procesos de liberación popular. Para tal fin, nos valdremos de un análisis histórico

de dos conceptos transversales en la constitución del discurso multiculturalista: el de raza y

el de etnia. Adicionalmente, trataremos las repercusiones de dicho discurso en las luchas

sociales en pro de reivindicaciones agrarias, en particular el caso de la separación del

movimiento indígena de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, que sería

determinante en la posterior constitución del Consejo Regional Indígena del Cauca. Por

último, haremos una revisión de varios aspectos conceptuales propios de la corriente de

estudios denominada ‘filosofía de la liberación’ como herramientas analíticas para la mejor

comprensión de estos procesos.

En ese orden de ideas, recurriremos a los planteamientos de Quijano (1992) para explicar el

origen histórico de las concepciones de raza y etnia, que se responde a dinámicas

colonialistas de dominación, y al argumento de Wade (2000) para establecer una distinción

en estos dos conceptos. Una vez sentadas estas bases, pasaremos a definir las

contradicciones del discurso multiculturalista de acuerdo con lo propuesto por Bocarejo

(2013). Habiendo esclarecido estas cuestiones, acudiremos a la posición de Quintín Lame

(1971) respecto a las reivindicaciones indígenas en Colombia, de manera tal que nos sea

posible explicar el motivo de la separación de ciertos sectores indígenas de la ANUC,

buscando encaminar su lucha por aparte. Así pues, acudiremos a los textos de Zamosc

(2001) y Gros (1990) para ahondar en estas cuestiones. Por último recurriremos a Dussel

(2006) y a Moros (1995) para tomar elementos de la filosofía de la liberación que nos

permitan hacer un análisis crítico de los fenómenos estudiados por los otros autores y poder

llevar a cabo nuevas preguntas para desarrollar en nuevos análisis.

En su texto Raza y etnicidad en Latinoamérica Peter Wade pone de manifiesto la existencia

de dos conceptos “Raza” y “etnicidad”. Tales conceptos han de ser diferenciados en dos

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dimensiones, una dimensión histórica (que se refiere al momento histórico y el contexto en

el que se generó el concepto) y una dimensión más referida a su uso como categoría de

representación de la realidad. (Wade, 2000)

El concepto de etnicidad fue el último en aparecer. Su génesis se ubica en el siglo XIX y es

una respuesta a un fenómeno muy particular, la ruptura que tuvo el discurso de las ciencias

naturales con el concepto de raza. Tal ruptura causó que el nuevo concepto fuera adaptado

de manera más cultural, es decir, es un concepto más interiorizado y más dependiente a

prácticas y contextualmente específicas.

Para poder entender mejor el punto anterior, es necesario ahondar en la explicación que da

Wade al concepto de raza y su desarrollo. El término, era usado antes del siglo XIX, sin

embargo, se refería más a características propias de la estirpe, no englobaba al fenotipo

dentro de su concepción.

Más tarde, en el siglo XIX, el eurocentrismo propio de la época generó que el concepto de

raza adquiriera un uso de jerarquización. Para poder establecer una legitimidad más

efectiva en dicha jerarquización, se encargó de enunciar como inherentes características

específicas a sujetos específicos, es decir, llevó a cabo un proceso de esencialización de

dichas características y enfatizó en su transmisión filial. Además, durante una etapa del

siglo XIX gozó de la legitimación que daba el discurso de las ciencias naturales, las cuales

reafirmaron las tesis sobre las que estaba fundada la categoría. A este proceso de

reafirmación se sumó, la relación de caracteres fenotípicos a dicha ecuación. (Wade, 2000).

Después de una ruptura entre el discurso científico y el despliegue del concepto de raza,

serían las implicaciones fenotípicas las que determinaron el funcionamiento de esta durante

el siglo XX. (Wade, 2000).

Por su parte, Aníbal Quijano propone un análisis del surgimiento de los conceptos ‘raza’ y

‘etnicidad’ como consecuencia de la conquista y colonización del continente americano y

su posterior reproducción en otras colonias europeas alrededor del mundo. Estas categorías

están ligadas a distintas relaciones de poder, producción, explotación y dominación, mas no

necesariamente son consecuencia de ellas.

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Así pues, al concepto de raza se le insertan distinciones biológicas, culturales, sociales e

incluso laborales. El autor insinúa la existencia de una especie de ‘división racial del

trabajo’. Lo que sí implica esta idea de raza es una inferioridad biológica, ligada a una

inferioridad cultural e incluso causa de ésta. La distinción de las razas por características

físicas, sin embargo, es posterior. Se trata, explica, de un primer esfuerzo por distinguir o

diferenciar la variedad ‘étnica’ de los colonizados.

La idea de categoría ‘étnica’ es posterior. Se trata de una forma de distinguir distintos

grupos ‘racialmente’ inferiores a partir de sus características culturales. Así pues, los

vencedores colonizados pertenecen a la ‘raza blanca’, mas no encajan en esta primera

categorización étnica. Este concepto, utilizado primero por los franceses en sus colonias

africanas, serviría para producir segregaciones basadas en actividades sociales y culturales

que perdurarían más allá del dominio colonial.

Por último, Quijano distingue dos momentos en la concepción de ‘nación’, ambos ligados a

la presencia europea en América. En primera instancia, es la forma en que perciben y

denominan los colonos británicos a los grupos nativos en Norteamérica. Posteriormente

esta categoría sería desplazada por la de raza, ya explicada. El segundo momento ocurre al

darse los procesos de Independencia en el territorio americano, buscando no sólo desligarse

del control metropolitano sin además queriendo construir un estado democratizado.

Paradójicamente, al independizarse las colonias americanas, las divisiones basadas en los

conceptos de raza y etnia se mantuvieron y determinaron en gran medida las relaciones de

poder y producción en los nuevos estados-nación.

Así pues, se hace evidente una pretensión de verdad en la construcción de estas dos

categorías de dominación, verdad que sería legitimada sobre diferentes discursos, pero que

al fin y al cabo se presentaba como una muestra de intolerancia. Dicha intolerancia es

entendida como una posición intransigente ante diferentes posiciones; cuando dicha

intolerancia tiene el poder político suficiente para imponerse sobre las otras posiciones se

usa la violencia con el fin de expandir esa “verdad” sobre las otras posiciones (Dussel,

2007). En ese orden de ideas también se hace evidente que el proceso de imposición de

tales categorías de jerarquización fue en sí mismo un proceso violento de los poderes

coloniales sobre sus colonias.

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Dadas estas condiciones, es posible comprender por qué las luchas en sectores agrícolas no

integran los movimientos campesinos e indígenas. Tras el caos económico generado por el

conflicto bipartidista, el sector industrial comenzó a implementar el modelo de sustitución

de importaciones, exigiendo un fuerte crecimiento agrícola.

La recuperación agrícola en la década del sesenta fue efectiva y propició un amplio

crecimiento. Sin embargo, esto significó un deterioro en las condiciones de pequeños

campesinos y aparceros, pues en regiones como Cauca y Magdalena muchos fueron

expulsados de las tierras de trabajo para dar paso a un fuerte capitalismo agrario,

caracterizado por la acumulación de capital y de terrenos y la importación de maquinaria,

principalmente en territorios llanos. En las cordilleras este fenómeno no ocurrió de manera

tan dramática dada la dificultad del terreno y la implementación de máquinas en él.

Zamosc (2001) distingue entonces cuatro sectores dentro de la clase campesina: quienes

poseían tierras y estaban establecidos, los colonos, los campesinos sin terreno y los

trabajadores agrícolas. En todos existían ciertas necesidades desatendidas por el Estado,

mas el ambiente de descontento no fue suficiente para la organización de un movimiento

hasta la llegada al poder de Carlos Lleras Restrepo, quien impulsaría los primeros intentos

de reforma agraria con el fin de combatir la migración hacia las ciudades causada por los

desalojos. Él mismo creó la ANUC en 1967. Esta organización acogió a los cuatro sectores

del campesinado dentro de un mismo objetivo, a pesar de las diferencias en sus demandas,

con relativo éxito.

Durante el gobierno de Lleras, el Estado financió a la ANUC y la respaldó en sus empresas,

pues también intentaba propulsar la reforma agraria a pesar de las fuertes reacciones de los

grandes hacendados y terratenientes capitalistas. No obstante, esto cambiaría en 1974 con la

llegada al poder de Misael Pastrana, quien optó por favorecer una contrarreforma agraria

con el fin de impulsar las exportaciones y la acumulación de capital. Es en este punto en

que la ANUC se divide en un ala progubernamental, compuesta por campesinos

propietarios en busca de mejores servicios, y un ala radicalista compuesta por campesinos

sin tierra. Ésta última acogió paulatinamente ideólogos de izquierda, principalmente

maoístas, y comenzó a ocupar e invadir tierras y realizar movilizaciones masivas, mas

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chocaría con una fuerte represión estatal. Incluso fue aprobada la creación de grupos

armados por parte de hacendados para evitar estas ocupaciones.

Tras ser víctima de represión violenta, abandono y falta de apoyo estatal como el brindado

por el gobierno de Lleras y tras la división interna causada por el conflicto de intereses, la

ANUC burocratizó su administración en un intento por politizarse dentro de una tendencia

izquierdista. Esto, sin embargo, generó conflictos entre sus dirigentes y los ‘militantes’,

precipitando la organización al fracaso y la frustración de su proyecto agrario.

Adicionalmente, el cambio en sus lineamientos desvinculó a la organización de otras con

las cuales tenía comunes objetivos y maneras de actuar, como el Concejo Regional

Indígena del Cauca (CRIC), organizador de multitudinarias tomas de tierra y luchas

políticas para recuperar terrenos despojados a los resguardos indígenas. El ala radical

terminaría acordando con el gobierno su integración a la ANUC progubernamental en

1978, poniendo fin a un periodo de luchas por la tierra.

En resumidas cuentas, la división causada por las diferencias entre las demandas de

distintos sectores del campesinado y el apoyo estatal a los terratenientes precipitaron a la

ANUC a una recesión en sus luchas por la reforma agraria y equitativa distribución de

tierras. Sin embargo, otras organizaciones continuaron trabajando por la recuperación de

terrenos, como el CRIC. Formado en 1971, en estrecha  relación con la ANUC, recuperó

por vías legales y de hecho, como la ocupación de predios, 10 mil hectáreas originalmente

pertenecientes a las comunidades indígenas del Cauca. Inevitablemente, algunos de estos

avances se perdieron con la fuerte represión instigada por Pastrana a partir de 1974, mas

este obstáculo no lograría debilitar al Concejo (Gros, 1990).

El CRIC continuó con sus acciones de recuperación hasta entrado el siglo XXI, cuando sus

demandas pasan a ser de aspecto más social y cultural y menos territorial. Sin embargo, se

ha mantenido como institución y organización.  A pesar de haberse relacionado con la

ANUC desde sus inicios, el Concejo no sufrió las divisiones internas de ésta, motivo por el

cual continúa vigente como actor social en Colombia. A mediados de los años setenta,

debido a los choques ideológicos entre los maoístas de la ANUC y los ideólogos indígenas,

tendientes a establecer lazos comunitarios autónomos y casi apolíticos (Gros, 1990), el

CRIC se desvinculó de la ANUC, privándola de un fuerte apoyo en cuanto a número de

simpatizantes.

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Sin embargo, otro factor de peso en el debilitamiento de la ANUC es, según Alejandro

Reyes Posada, la fuerte presión ejercida por los cuerpos paramilitares en zonas rurales.

Misael Pastrana aprobó durante su mandato (1970-1974) la formación de ejércitos

particulares como mecanismo de defensa de los grandes hacendados, amenazados por los

movimientos campesinos. Este fenómeno cobraría aún más fuerza a finales de la década del

setenta, y ya en 1981 ejercería dominio sobre amplios territorios, sembraría el terror y

obligaría a centenares de campesinos a migrar a las ciudades. La tenaz violencia generada

tanto por estas organizaciones como por las guerrillas dificultaría en gran medida la lucha

campesina por la tierra (Reyes Posada, 2009).

Además de esta perspectiva sobre las luchas agrarias, hay que analizar otra que, además,

nos acerca más al fenómeno del multiculturalismo.  En su texto Dos paradojas sobre el

multiculturalismo en Colombia Diana Bocarejo analiza, como su nombre lo indica, dos

fenómenos que se construyen en torno al discurso multiculturalista. En primera medida

bocarejo sostiene que el multiculturalismo es un ilusión política en la que se supone que

debería existir una consolidación de una cultura política que promulgue ideas de tolerancia,

convivencia e igualdad. Sin embargo, hablar de él supone una dificultad fundamental y es

que se corre el riesgo de desvirtuar las luchas por reivindicaciones que han llevado a cabo

movimiento indígenas, grupos abogados etc. Sin embargo, la autora corre el riesgo de decir

que el multiculturalismo crea un ideal del lugar del indígena que se convierte en un factor

determinante en el reconocimiento étnico legal y que además constituye fronteras

discursivas de carácter espacial y políticas entre campesinos e indígenas (Bocarejo, 2013).

Para argumentar lo anteriormente mencionado, Bocarejo profundiza en cada una de estas

críticas. Primero sostiene que la integración del discurso multiculturalista a los estamentos

políticos colombianos sirven para crear un ideal del deber ser del indígena; tal deber ser

tiene un componente esencial sobre el lugar (geograficamente hablando) que debe ocupar el

indígena. Tal situación genera problemas como la dificultad de algunos cabildos urbanos

para obtener su reconocimiento por parte del Estado, ya que según el ideal anteriormente

mencionado, el lugar que debe ocupar el indígena es un lugar rural. (Bocarejo, 2013).

En segundo lugar, Bocarejo menciona un fenómeno de reestructuración de la tenencia de la

tierra, proceso que es producto de un cambio entre campesino e indígenas que ha ocurrido

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paulatinamente. Como se mencionó anteriormente, la ruptura entre movimiento campesino

y movimiento indígena existe desde la década de 1970, sin embargo bajo el discurso

multiculturalismo se ha llevado a cabo un ampliamiento de tal brecha. El discurso

multiculturalista, sostiene Bocarejo, ha dado lugar a la división entre “gente con cultura”

(indígenas) y “gente sin cultura” (campesinos), en esa división los primeros tiene derecho a

hacer reclamos sobre la ancestralidad y el apego a la tierra, mientras que los segundos

tienen derecho a hacer reclamos con base en la clase social y la pobreza. Tal construcción

social ha sido fomentada no sólo por el discurso sino por las prácticas del paramilitarismo

que opera en la zona (Bocarejo,2013).

De esa forma se puede establecer un puente entre el auge del discurso multiculturalismo y

el concepto de formación nacional de diferencia que según Briones es aquel que a partir de

ciertos sectores o grupos de población específicos, constituye y configura los ideales de la

Nación (Briones, 2005). Así pues, y teniendo en cuenta el concepto de intolerancia

anteriormente mencionado se puede sostener que el proceso de formación nacional de

diferencia es un proceso intolerante y violento ya que tiene a su disposición todo el poder

político del Estado para imponerse ante todos los sujetos.

Con todo lo anterior en cuenta, hay varios puntos que se deben poner en la mira para la

discusión sobre la constitución de un proceso de liberación popular. En un comienzo es

necesario anotar que la liberación es un proceso en el que se produce una ruptura efectiva

con las formas de opresión de los pueblos, especialmente las formas producto del

capitalismo. Sin embargo, dicho proceso de liberación no se restringe a romper con esas

formas, también pone de manifiesto la necesidad de crear una ruptura con procesos

anteriores de dominación del hombre por el hombre.

En ese orden de ideas, se necesita llevar a cabo un quiebre con ciertos discursos, categorías

analíticas y  prácticas que reproducen la dominación. Es por eso que en un comienzo se

trajo a colación la historia que contiene  los procesos de raza y etnia, para dar cuenta de la

construcción social de la diferencia que se hace a partir de procesos de dominación. ya que

en primer lugar es necesario romper con la naturalización e interiorización que han sufrido

esos conceptos porque “No hay liberación sin clara conciencia de la alienación y

dominación que pesa sobre el que se lanzará en el proceso de liberación.” (Dussel, 2007).

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Después de un eventual proceso de concienciación del sujeto sobre la dominación que se

ejerce a través de la construcción de alteridad por medio de la raza y la etnia, éste debe

darse cuenta además de que las diferencias que él asume como verdaderas en muchos casos

son construidas culturalmente y a su vez muchas similitudes que él encuentra son producto

de un desarrollo similar. Ejemplo de esto es la división entre campesino e indígena que

plantea el multiculturalismo, ya que como se vio anteriormente el multiculturalismo crea un

discurso sobre el deber ser indígena en el que se planta una rotunda separación del

campesino, esto lo que hace es llevar a cabo una división entre procesos de luchas que

buscan un objetivo común, el acceso a la tierra.

Teniendo lo anterior en cuenta es posible observar cómo al interior del proceso de

formación nacional de diferencia se construye un nuevo discurso de dominación que se vale

de distinciones como la de indígena y campesino para reproducir el statu quo. Por tal

motivo es preciso también llevar a cabo una ruptura con tal discurso multiculturalista (el

cuál no sólo es un discurso nacional sino que obedece a unas lógicas supranacionales de

distribución geográfica del mercado) ya que “Es condición sine qua non de la liberación y

la realización de los pueblos sojuzgados de hoy que forman el Tercer Mundo, romper los

lazos de dependencia que los atan ya a los países dominadores y cancelar los sistemas de

dominación mundial.” (Dussel, 2007).

A fin de cuentas, será preciso anotar que no hay proceso de liberación popular posible si se

continúa la reproducción de los discursos que enfatizan en la diferencia para romper con

posibles proceso de articulación de las bases populares. Es por esta razón que en el

multiculturalismo se encuentra un enorme obstáculo para la constitución de un proceso

efectivo de liberación popular.

En suma, la construcción e imposición de las categorías de ‘raza’ y ‘etnia’ desde tiempos

coloniales ha significado la constitución de barreras ideológicas que han dividido de

maneras casi irreconciliables alos diversos sectores de la población colombiana. Estas

categorías, que consigo han traído una serie de imaginarios y percepciones hegemónicas,

implican además la configuración de concepciones políticas, basadas en la diferencia

cultural, que generan divergencias y roces entre las poblaciones ‘étnicas’ y las ‘no-étnicas’,

imposibilitando de esta manera su unión y articulación en movimientos o procesos que les

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permitan luchar de manera organizada y eficaz por sus reivindicaciones. Las imposiciones

categóricas y políticas, en particular del multiculturalismo, han sido un obstáculo muy

difícil de franquear para los movimientos sociales que propenden por llevar a cabo procesos

de liberación popular.

Bibliografía

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