Mundos perdidos

Por : Aarón Santórum Álvarez

Misterio

En una localidad

bastante poblada, vivían un par de niños llamados Philippe y John. Frente a su casa había una casa abandonada la cual, si alguien pisaba el césped, se convertía en una supuesta casa monstruo.

Un día un perro se acercó a hacer sus necesidades y ¡¡¡ZAS!!!!!

Sus ventanas se abrieron y, como puertas hacia el más allá, se lo tragaron al instante.

Al siguiente día ellos entraron en la casa y no era tan espantosa como parecía desde afuera. Si ibas abriendo puertas, iban apareciendo

distintos mundos: había el mundo de los juegos, de los oficios , de los pasteles y muchos más … Todos eran mundos paralelos.

Recorrieron todo el pasillo central y al final de todo había una puerta de distinto color.

Abriéndola pudieron comprobar que era la puerta del núcleo, la que equilibraba la casa y Cutrópolis, su ciudad.

-Hoy nos quedaremos a dormir aquí – dijo John.

-Sí–respondió Philippe

Llegó la noche. Era carnaval. Un grupo de gamberros tiró un huevo, se fundió el núcleo con la casa y con ellos toda la ciudad, dispersándose por los distintos mundos paralelos.

Philippe y John cayeron en Cutrópolis, pero no había gente ni luz.

Se dirigieron hacia la casa, entraron y comprobaron que todo había cambiado, ya sólo había una habitación y en ella toda la gente de Cutrópolis.

En el fondo de la habitación, medio escondido, había un viejo que les dijo:

- ¿Queréis que todo vuelva a la normalidad?

- Sí, sí. – contestaron a coro. - Os daré la solución – dijo el

viejo- Tenéis que buscar por toda la ciudad el gran núcleo, pero después de conectarlo os aparecerán distintos nombres de ciudades a las que tendréis que ir para encontrar los otros núcleos de los mundos paralelos hasta completar el puzzle.

Por la noche salieron de la casa, fueron al parque a buscar el núcleo. Fue bastante fácil ya que solo tuvieron que tirarse por una tirolina.

Lo llevaron a la casa y el primer nombre que apareció fue Metrópolis.

- ¡Rumbo a Metrópolis! -dijo John- - Está allí, en ese tren abandonado -dijo Philippe-

Las puertas estaban bloqueadas así que usaron una palanca para abrirlas.

Ya con la puerta entreabierta se vio una luz muy intensa. Se había iluminado el gran mundo de los animales.

Había que recoger el núcleo.

Lo llevaron a la casa y al ponerlo en contacto con el gran núcleo se iluminó Pedópolis.

Hacia allí se dirigieron. Tras recorrer media

ciudad lo encontraron dentro de un cubo de basura gigante. Este sí que les costó cogerlo, pues eran un poco bajitos. Después de varios intentos lo consiguieron y lo llevaron a la casa donde, tras colocarlo en su sitio, se iluminó el mundo de los pasteles.

Por fin el último mundo: Blacktown. Allí tuvieron que buscar el núcleo en una montaña

rusa que había en un parque de atracciones. Sin duda parecía el más divertido, pero, en realidad, fue bastante complicado porque tuvieron que eliminar a un matón.

Cuando al fin consiguieron completar el gran puzzle de los mundos paralelos, se iluminó su ciudad, apareció de la nada y todas las personas volvieron a su lugar de procedencia.

En agradecimiento su alcalde levantó un monumento dedicado a los salvadores de Cutrópolis.