Ángel Navarro Quispe

Ángel Navarro Quispe

Ángel Navarro Quispe

CASA DE LA CULTURACHILCA - CAÑETE

Municipalidad Distrital de ChilcaDamián Huapaya Arias

Gerencia de Desarrollo Humano y SocialEdward Mesías Pachas

Sub Gerencia de Cultura, Educación y DeportesAnthony Castillo Reyes

Casa de la Cultura Frederic André EngelÁngel Fernando Navarro Quispe

Grupo de Trabajo Dr. Bernardino Ojeda Enríquez, Carlos Ávalos Durand, Jessica Jayo Pérez, Roberto Torres Huapaya, Ana Flores Chipana, Mary Luz González Huamancha, Área de Patrimonio Cultural de Cálidda - Gas Natural de Lima y Callao S.A

Gestión 2015 – 2018Chilcanito. De la puna al litoral...Municipalidad Distrital de ChilcaAv. Mariano Ignacio Prado #496 Chilca - Cañetehttp://municipalidadchilca.gob.pe/Ilustradores: Ángel Fernando Navarro QuispeGuion y coordinación: Ángel Fernando Navarro Quispe

Primera edición: diciembre 2018Se terminó de imprimir en diciembre de 2018 enPENTAGRAF S.A.C. Jr. Pomabamba 770 - Breña, Lima

Querido pueblo de Chilca, anhelo contribuir con el gran trabajo, ya logrado por el Doctor Frederic Engel, uno de los clásicos de la arqueología peruana, razón más que suficiente para sentirse honrado en presentar la presente obra, que da cuenta de parte de su labor realizada desde mediados del siglo pasado en que llegó hasta el año 2002; fecha en que lamentablemente nos dejó.

Gracias a Engel se sabe que Chilca no ha estado al margen del desarrollo de las grandes civilizaciones mundiales. Con sus investigaciones a lo largo de la quebrada de Chilca, queda demostrado que, desde muy antiguo grandes obras, como monumentos, pirámides, canales y caminos, fueron realizados por los primeros pobladores, antes del descubrimiento de la cerámica. En Paloma, se construyó alrededor del 2.500 antes de Cristo (o sea, unos 4.500 años antes del presente), el gran templo rojo, considerado como el primer edificio público en los andes, ubicado en medio de una aldea de pescadores y recolectores asociada a una loma.

Este aporte abarca desde el pre cerámico, es decir de como fue el estado de vida de los hombres desde aproximadamente 12.000 años hasta el uso de la tecnología alfarera: la cerámica.

Esta etapa que aparentemente estaba cubierta de rocas, mantiene dentro de sí uno de los más grandes avances tecnológicos, a la vez como hito histórico de gran trascendencia, de cambios en el que viejas economías de recolección y subsistencia dieron paso a los cultivos intensivos, acumulaciones de basura doméstica, hasta la aparición de jerarquías, nuevos templos, donde sacerdotes, gobernantes dirigieron el cultivo de grandes áreas, mandando a construir canales y suntuosos monumentos.

Otro aporte que debo resaltar en la presente obra, es el realizado por el grupo de arqueología de la empresa de gas natural Cálidda, quienes en estos últimos años han realizado hallazgos importantes en nuestra jurisdicción, ampliando la visión que teníamos de nuestra milenaria cultura; uno de los cuales da inicio a este gran proyecto encaminado por la Casa de la Cultura de Chilca, al cual hemos denominado “Chilcanito de la Puna al Litoral”.

Esta obra, es un homenaje a aquella persona que dedicó más de medio siglo a desentrañar el misterio de nuestro pasado milenario.

Con la publicación de este volumen, la Municipalidad Distrital de Chilca se siente reconfortada, más aun, convencida que esta obra se convertirá en un aporte importante para el rescate y fortalecimiento de nuestra identidad local y una herramienta necesaria para maestros, estudiantes y público en general.

Damián Huapaya Arias Alcalde Municipalidad Distrital de Chilca

En el 2017, durante nuestros trabajos de instalación de tuberías para la distribución de gas natural en Chilca, descubrimos a “Chilcanito” un pequeño niño enterrado hace 1,000 años en el camino a la sierra de Chilca. Desde entonces, estamos comprometidos en descubrir más sobre él mediante estudios especializados de todos los componentes arqueológicos involucrados en el cuidadoso entierro de este ancestro chilcano.

El análisis y conservación de cada elemento alrededor de “Chilcanito” nos ayuda a reconstruir la historia de este personaje. Hemos descubierto que “Chilcanito” se vestía con finas camisas o unkus de fibra de llamas, que él o sus padres utilizaron anzuelos y pesas de piedra para la pesca artesanal. Todos estos elementos nos llevaron a entender que “Chilcanito” perteneció a una familia de arrieros que transitaba entre las playas de Chilca, las lomas y las altas punas de nuestros andes junto a sus recuas de llamas y alpacas.

Hoy, gracias al interés de la Municipalidad Distrital de Chilca por difundir la historia de su ciudad, y al compromiso del artista Ángel Navarro Quispe, “Chilcanito” es nuestro guía en un viaje de más de 10.000 años de historia.

Para Cálidda ha sido un gusto apoyar la publicación de “Chilcanito de la Puna al Litoral”, una iniciativa gestada desde la Municipalidad Distrital de Chilca y la Casa de La Cultura “Frederic André Engel”, quienes conjuntamente apoyan en la conservación y divulgación de nuestro increíble patrimonio cultural.

El compromiso de Cálidda es generar valor en cada una de sus acciones. Aportar a la reconstrucción de nuestra historia es una prioridad para nosotros, pues de esta manera contribuimos a generar orgullo por lo nuestro y a valorar aun más a nuestros ancestros.

Jorge OlazábalDirector General de Cálidda

INTRODUCCIÓN

Desde hace más de 10.000 años el territorio que hoy ocupamos fue el escenario vivencial de los primeros indoamericanos. El desarrollo de su cultura es una interrogante que solo se había podido responder parcialmente, a pesar del esfuerzo de los hombres de ciencia y a la importancia académica que se le ha otorgado.

Complejos asentamientos se construyeron tanto en las montañas y los valles interandinos, como en las costas y el litoral, donde comienzan a aprovechar todos los recursos marinos, surgiendo así un centenar de campamentos, cuyo desarrollo estuvo ligado a las bajadas estacionales de los ríos, fenómeno básico en sociedades asentadas en un medio desértico.

Miles de yacimientos arqueológicos en el Perú son testigos de la riqueza de un pasado cultural milenario, tal es el caso de la quebrada de Chilca, cuyo recuento de plantas y animales utilizados por las sociedades prehispánicas es amplio, colocándola como uno de los principales espacios de domesticación en el mundo.

Son pocos los investigadores preocupados, desde sus diferentes especialidades, por descorrer el velo para comprender al gran Señorío Chilca. Los escritos más antiguos con información sobre estas sociedades fueron las crónicas de Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú y el Inca Garcilaso de la Vega con sus Comentarios reales, los defensores de la Fe como Francisco de Ávila, tratando de demostrar la idolatría de los aborígenes y las remembranzas y estampas de Joseph de Acosta en la Historia natural y moral de las indias.

Pero son los trabajos de los investigadores Frederick André Engel Vanneville, natural de Luisana – Suiza, Bernardino Ojeda Enríquez, natural de Cusco – Perú y del Norteamericano Robert Alfred Benfer, los que dan a conocer de manera científica el proceso cultural del hombre de Chilca; y es así como el quehacer cotidiano de los chilcas se convierte en el nuevo sujeto de estudio.

A lo dicho se suma el valioso aporte del grupo de arqueólogos de la empresa de gas natural Cálidda, quienes bajo la dirección de la Lic. Cecilia Camargo, hallaron durante el proceso de excavaciones para la instalación de las tuberías de gas natural, el fardo de un niño asociado a diversos elementos que fueron enterrados allí hace más de mil años.

Considero que los guardianes de nuestro legado histórico, somos nosotros mismos, los adultos que hoy vivimos en el Perú. No obstante, son los niños, niñas y jóvenes los que en el futuro se encargarán de preservar nuestro patrimonio cultural y difundirlo. Por ello es fundamental que aprendan a conocerlos.

Para presentar la historia prehispánica de Chilca a nuestros niños, niñas y jóvenes, hemos preparado un material que resume una rápida mirada sobre nuestro pasado milenario, relatado desde la perspectiva de un niño al que hemos denominado Chilcanito, en honor al reciente hallazgo realizado en nuestro pueblo, buscando así un acercamiento a la vida prehispánica a través de sus espacios naturales, monumentos y objetos.

Confiamos que los ciudadanos que procurarán la salvaguarda y promoción del patrimonio cultural de los chilcanos en el futuro puedan iniciar su formación desde muy pequeños pues el contacto temprano entre niños, niñas y jóvenes con el patrimonio es quizás la mejor manera de cultivar una ciudadanía fortalecida con nuestra historia y su legado cultural.

Ángel Navarro Quispe

H ola amigos, mi nombre es Chilcanito, viví hace muchos años aquí en Chilca, mi familia se dedicaba a la pesca y cada cierto tiempo nos desplazábamos hacia la quebrada a cambiar

nuestros productos junto a nuestras llamas. A mi corta edad cerré mis ojitos repentinamente, ocultando mi rostro durante siglos. En el año 2017 fui rescatado del olvido por mis amigos de Cálidda, para ahora compartir con ustedes la milenaria historia de nuestro pueblo…

Nuestra historia se remonta a muchos años atrás, época en la que bandas de cazadores y recolectores se asentaron en las punas de la quebrada de Chilca, habitando unas cuevas que les sirvieron de abrigo, desde allí dominaban las grandes mesetas pobladas por camélidos, cérvidos y roedores; así como por innumerables semillas, tubérculos y lagenarias. Estas cuevas son conocidas con el nombre de Tres Ventanas.

Estos grupos humanos convirtieron este espacio en un gran taller lítico, donde trabajaban la piedra, creando así un centenar de herramientas que utilizaban para la caza, obteniendo pieles para vestirse y carne para su alimentación.

Cada cierto tiempo estas bandas se trasladaban hacia la parte baja de la quebrada en busca de semillas, frutos y animales; conociendo así nuevos espacios naturales con variados ecosistemas ricos en recursos alimenticios; a estos espacios se les conoce con el nombre de Lomas u oasis de neblina, los mismos que darán origen a las aldeas mesolíticas en la quebrada de Chilca.

Una de las aldeas más importantes fue la de La Paloma, ubicada en el kilómetro 54 de la carretera Panamericana sur. Esta aldea fue habitada por miles de hombres que no practicaban la agricultura y que se alimentaban con pescado, mamíferos marinos y mariscos que eran extraídos de playas cercanas como la Tiza y Curayacu, complementando su dieta alimenticia con plantas silvestres tales como: la begonia, semillas de huarango y frutos de mito. Se vestían con pieles de camélidos y lobos marinos. Construían sus casas de forma circular u ovalada, de pequeño diámetro, con paredes de paja sostenida ya sea por ramas o cañas amarradas en grupos de tres o cuatro. Se entraba por una pequeña y baja abertura bordeada con un paquete de juncos en forma de yugo. El piso estaba algo rebajado, covado en el suelo y cubierto de desperdicios.

En la aldea de La Paloma también encontramos una de las formas más tempranas de arquitectura compleja, asociada al uso de las lomas y el mar como fuentes de subsistencia, me refiero al gran Templo Rojo, considerado como el primer edificio de carácter público en los andes. Esta aldea encierra especiales atributos en su arquitectura asociada a dos fases de ocupación:

La primera caracterizada por la construcción de habitáculos y pozos cilíndricos al fondo de la quebrada (habitáculos como pernoctorios y los pozos como depósitos de alimentos).

Mientras que la segunda fase se relaciona al Templo Rojo, emplazado muy cerca de un gran conchal en el centro de la explanada. El templo cuenta con una planta rectangular con esquinas curvas y en su interior se encontraron tres fogones.

Su nombre hace alusión a una cualidad física de las rocas con las que se construyó, las cuales poseen texturas rojas naturales, estuvo orientado en el eje este – oeste de la trayectoria solar.

Otra aldea importante asociada a una loma fue Quipa, considerado uno de los primeros espacios pesqueros de la costa central, que junto al pueblo de Chuca y Campamento Pucusana, cubrían varias hectáreas al pie de la loma. Sus chozas no tenían hoyos para postes, colaban hoyos a poca profundidad. Se ubicaron en las pampas sin protección natural al pie de un cerro alto que recibía y acumulaba agua.

Con el tiempo estos hombres levantaron un edificio constituido por plazas rectangulares, depósitos de almacenamiento, andenes, escaleras y fogones, tejían con fibras vegetales obtenidas de las cactáceas y utilizaban las espinas de estas para elaborar anzuelos que utilizaban en la pesca.

El tránsito constante entre las lomas y el litoral, dio lugar al nacimiento de una aldea a 200 metros de altitud sobre el nivel del mar, en las márgenes del rio Chilca, donde existió un pueblo de moradores que ya sabían hace 7 736 años antes del presente obtener semillas y tubérculos comestibles de plantas cultivables. Es muy probable que allí se haya producido anualmente una cosecha en el limo fértil del cauce del río Chilca, sembrando cuando hubiera bajado el flujo estacional. A esta aldea la conocemos como Pueblo I. Consumían pallares, frijoles, yucas, zapallos, calabazas y camotes; así como una variada dieta marina. Sus habitantes vivieron en chozas de forma circular con paredes hechas de esteras, paja y maicillo, soportadas con postes asegurados con cuñas de piedra, además de costillas de ballenas que colocaban para ejercer la presión de las paredes. Al interior su piso estuvo excavado a unos cuarenta centímetros de la superficie y su diámetro promedio es de dos metros y medio. Sobre la forma precisa de las chozas, no se ha podido determinar cómo era, pudieron ser de techo cónico o bien tener techo plano.

Su cementerio estuvo un poco aislado al pueblo, se enterraron envueltos en esteras, formando un bulto o paquete amarrado con soguillas, los cuerpos además de las esteras, estaban cubiertos con piezas de vestimenta. Los cuerpos eran fijados con batanes en el estómago o clavados con estacas agudas.

Un detalle importante que cabe resaltar en los entierros de Pueblo I son los cráneos que llevan una bolsita anillada tapándoles la cara (del tipo que todavía llevan los pescadores para llevar muy muy), no llevan sandalias al parecer caminaban descalzos.

Es notable en esta aldea el cuidado que se daba a los entierros de niños, los bebes recién nacidos e incluso los fetos y prematuros. Para ellos la madre dejaba lo mejor que tenía: vestidos finos, collares, usos, etc.

Luego el fardo era cubierto con totora y paja y colocado sobre de un pequeño amontonamiento de piedras.

Posteriormente se levantaron varios asentamientos que estuvieron en actividad en tiempos similares, todos ellos asociados a las lomas:

Cerro víbora

Huarangal Cerro portillo

CorralonesQuebrada sorpresa

Cusco chico

Con el correr del tiempo estos asentamientos fueron abandonados, debido a que los hombres buscaban nuevas formas de subsistencia, las mismas que hallaron en espacios ubicados cerca al litoral, tomando posesión de los cerros próximos. Uno de ellos fue el cerro conocido como Lapa Lapa, donde levantaron un gran centro administrativo – religioso.

Constituido por plataformas superpuestas las que contenían

fortificados graneros, altares, terrazas, escaleras y rampas en su mayoría

hechos con adobes cilíndricos, dicho espacio estaba rodeado por centenares

de casas semi – circulares hechas a base de piedra en forma de pirca.

Los Lapa Lapa fueron grandes pescadores, utilizaban balsas hechas de totora y otras de caña brava, conocieron la red de pescar, anzuelos de concha y metal, pesas de piedra y boyas de calabaza. Explotaron las salinas para desecar sus productos marinos, los que eran intercambiados por productos traídos del valle medio y el litoral.

Su tecnología agrícola tuvo como fundamento el manejo inteligente de los recursos naturales disponibles, sobre todo en la costa un medio geográfico árido de escasos recursos hídricos. Crearon las hoyadas, que eran microambientes hábilmente acondicionados, de acuerdo a las fluctuaciones de la napa freática, para la producción de cultivos alimenticios, en base a la cual se desarrolló la sociedad poblacional Lapa lapa.

Etimológicamente el vocablo “hoya” deriva del quechua T’oqo, que significa hueco en la tierra. El cronista Bernabé Cobo, señala a las hoyas como “mahamaes”, termino que deriva del quechua machanmi, que quiere decir empaparse.

Otro centro administrativo - religioso

fue el de Bandurria, levantado en el cerro el Toro, muy cerca de

la playa Ñave, en cuya arquitectura se puede

apreciar un palacio, una plaza, viviendas, graneros y un amplio

cementerio

Fue construido a base de adobe, asociado a una ocupación temprana hecha de piedra, muy similar a otros sitios contemporáneos en la extensión del valle, su estilo arquitectónico se caracteriza por sus estructuras de forma rectangular, elevadas a una altura de ciento cuarenta centímetros.

Con la incursión Inca, se erige el sector conocido como monumento, asociado a un ushnu y graneros.

La cerámica más representativa de nuestro pueblo fue un tipo cara gollete, de forma cónica alargada, con aplicaciones de asa laterales cintadas ubicadas en la parte media de la vasija, el tratamiento del personaje representado será a su vez tanto modelado como pictórico, haciendo que las manos, ojos, nariz y orejas se presenten especialmente en relieve. A menudo se presenta escultóricamente una pequeña ave ubicada siempre entre las manos del personaje o en otros casos peces estilizados.

El componente principal de esta cerámica fue la arcilla, la que existía en su entorno propio, es decir, en la franja del litoral, las lomas y en las quebradas inmediatas. Para el decorado de las vasijas se han empleado métodos simples como el punteado y las incisiones, los que debieron hacerse con espinas o pequeñas piedras de canto rodado que hacían las veces de pulidores.

Este fue el escenario en el que yo acostumbraba a subir a la quebrada junto a mis padres y hermanos, allí vivían

muchos agricultores quienes sembraban papas, ollucos, oca, paltas y coca.

Nosotros nos dedicábamos a la pesca con redes en la playa Ñave, por varios días nos quedábamos en las orillas alimentándonos de pescados y mariscos que abundaban en el lugar; en cada calada de redes se recogían los peces, los habrían y mi madre se encargaba de salarlos y ponerlos a secar…

En uno de estos tránsitos cotidianos me sorprendió de repente un mal que se me fue complicando en cada momento que pasaba; mis padres hicieron lo que pudieron para curarme pero fue en vano, empezando la tarde me dormí para no despertar más.

Fue una pena muy grande para mis familiares, al morir me acostaron en un promontorio de piedras, prendieron algunos fogones y se sentaron a mi alrededor acompañándome hasta el día siguiente.

Muy de mañana mis hermanos sacrificaron algunas llamas y cavaron un hoyo, mi madre tristemente me colocaba lindas prendas y algunos muñequitos en mis chuspitas, mi padre como gran pescador me dejó unas pesas de piedra y una pintadilla para recordar mi antigua vida siempre.

Seguido a esto me cubrieron con tejidos de camélido ocultando mi rostro para siempre, colocaron mi fardito en el medio del hoyo excavado rodeándolo con piedras, a los lados colocaron a las llamas para que sean mis acompañantes en este largo viaje; ofrendaron maíces, granos y chicha a los dioses para que me guíen en esta nueva vida.

Tuvieron que pasar más de mil años para que un grupo de arqueólogos de la empresa de gas natural Cálidda me encontraran durante las excavaciones para la instalación de las tuberías de gas.Me bautizaron con el nombre de Chilcanito y ahora me trajeron al

presente para contarles esta linda historia.

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Ángel Navarro Quispe