Niall

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Niall TRAGEDIA EN CINCO ACTOS Rodrigo Federico Eugui Ferrari 1

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NiallTRAGEDIA EN CINCO ACTOS

Rodrigo Federico Eugui Ferrari

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Derechos de Autor Uruguay 2009

Inscripto en el libro 31 del Registro con el número 1615

La reproducción de esta obra a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotocopias está permitida; al igual que la traducción de la misma respetando su contenido.

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DRAMATIS PERSONAECoro

Druida; autoridad espiritual de la tribu. De avanzada edad, viste una túnica blanca y

posee una larga cabellera, al igual que barba, íntegramente cana.

Niall [nil]; joven aprendiz de druidismo. Según la jerarquía religiosa, pertenece al rango

de los amdaurs o estudiantes. Usa la misma ropa que la de su maestro, pero de color

amarillo.

Cathal [cajal]; muchacho mensajero.

Ultán; jefe belígero de la comunidad.

Liam; caudillo diestro, hermano menor de Niall.

Eithne [etna]; madre de Niall y Liam.

Dagda; dios celta de los druidas, señor de los elementos y del conocimiento.

Fodhla, Eriu y Banba; diosas tutelares de Irlanda.

Cui Roi; deidad que habitaba en Munster.

Nota: el escenario deberá contar con un segundo piso. Para evitar la repetición, explico

una única vez que al finalizar la intervención del Coro, la música de fondo que esté

ejecutándose también lo hará, a través de un efecto de desvanecimiento (salvo en la

escena primera y segunda del acto quinto, donde se reproducirá desde el comienzo hasta

el final). Si el director cree conveniente prolongar la reproducción de la misma, ya sea

por motivos estéticos o temporales, podrá hacerlo sin ningún problema.

Acto I

El escenario se ambientará según la geografía de los valles irlandeses. En la parte

izquierda del mismo (esto es, si lo dividimos a la mitad y partiendo de la óptica del

espectador), se situará, en el centro, una gran roca que los actores emplearán como

asiento. Se apreciará también la orilla de un lago, siempre visible al público. Para evitar

la obstaculización visual, sugiero que los árboles sean colocados en filas horizontales al

fondo, y no aleatoriamente. Por último recomiendo que, dado que en este acto no se

utilizará el segundo piso, éste simule ser la cima de algunas montañas que se divisan a

lo lejos.

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Escena IReina la oscuridad, al igual que el silencio. Comienza a ejecutarse la canción

instrumental “A Raindrop For Every Tear” (Intérprete Celtic Shores, Año 2005,

Duración 04:09).

Coro- Cuentan las traviesas hadas en secreto, murmullo que viaja por el bosque

pletórico del reino de Erin, que en la región de gnomos, llamada Ulster, y en la de

tánganos, Munster; feroz batalla libraron dos tribus, que lloró sangre la tierra. Cegados

por el odio entre hermanos, decidieron alimentar a Macha. Y con tal de olvidar el

nefasto episodio, todos los seres abrieron sus corazones, y el conjuro de Ainé arrebató

esa desdicha de la memoria. Pero los cuervos, oportunos espectadores, negaron el

hechizo, y contaron al mar lo sucedido; y en un momento de descuido, una vítrea

bofetada les arrancó la vida. El lamento del agua se transformó en oro, y cuando el astro

baja la guardia, se escucha la historia que narra el céfiro. Os pregunto: ¿queréis

conocerla? ¿estáis dispuestos a enfrentar la cruel verdad? Si es así, abrid bien los oídos

y cerrad bien el corazón.

Escena IISe iluminará el lado izquierdo del teatro, permaneciendo el otro completamente

sombrío. El clérigo y el joven aprendiz se encuentran sentados en la peña, dialogando.

Druida (mirando el lago pensativo)- Acércate al agua, joven amdaur, y observa el

reflejo de tu rostro en ella (Niall obedece). Dime, ¿acaso te ves claramente o el invisible

se esfuerza por borrar tu imagen?

Niall (arrodillándose y arrimándose al lago, fijando la vista al reflejo)- Creo que el

agua me rechaza, maestro.

Druida- No hijo, la máxima creadora no te rechaza. Debes abrir tu mente, interpretar lo

que te está diciendo. Si quieres ser un buen druida, necesitas escuchar la voz débil de la

naturaleza. La madre sabia te está hablando: conócete a ti mismo. Cuando logres

hacerlo, apreciarás una nítida y constante imagen tuya en el flujo de este devenir vital.

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Mientras tanto, aprenderás a sentir tu espíritu, a prepararlo para que pueda elevarse y

cruzar el puente a lo desconocido.

Niall (mirándolo directamente a los ojos)- ¿Cómo lo alcanzo, maestro?

Druida- Buscando la superación. El hombre es un ser mixto, ígneo e hídrico a la vez.

Envuelto en llamas es un pájaro que se lanza al río: guiado por el instinto intenta frenar

la corriente y, al hacerlo, sella su propia tumba. Cubierto por la magna savia, acompaña

ese flujo, para desembocar en el manantial de la creación. El hombre ígneo, aquel que se

mostró vehemente e indiferente a lo largo de su existencia en este mundo, teme a la

muerte, pues para el fuego la muerte es el agua. En cambio, el ser hídrico la percibe

como una continuación de la vida, un todo unificado. La mayoría de los mortales no

comprende que lo dual es único.

Niall- Dime, sabio piadoso, ¿qué detiene al cambio continuo?

Druida- Para la gran creadora el obstáculo es la destrucción, la tierra. Ésta absorbe las

gotas del naciente, y nunca está saciada; pero cuando el vigor se apodera del cauce el

suelo tiembla. Caen los frágiles muros que se convierten en polvo, y el caudal ovante se

adueña del destructor.

Niall- ¿Cuál es ese impulso?

Druida- Si recuerdas al árbol diestro, cuyas raíces se aferran firmemente al suelo,

nutriéndose de la magna savia para luego dar delectables frutos; pronto lo descubrirás.

Escena IIIAparece, repentinamente y corriendo, Cathal.

Cathal (agitado, dirigiéndose al druida)- ¡Maestro, el jefe necesita urgentemente de su

sabio consejo! ¡Debe acompañarme de inmediato, no ha tiempo que perder!

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Niall (calmándolo)- Tranquilízate Cathal, ya has cumplido tu labor. Iremos lo más

rápido posible al valle, pero antes cuéntanos la razón que os perturba de esa manera.

Cathal (sosegado)- Niall, amigo mío, ¿memoras la vindicación que Cui Roi Juró a

nuestro pueblo?

Niall- Perfectamente; ese dios orático sufrió mucho cuando nuestro padre acabó con el

juego macabro que había inventado.

Cathal- Pero lo que desconoces, mi amigo, es que la deidad es ahora pastor de una tribu

de Munster, lugar en el cual siempre habitó. Y el mal que expelía contaminó el alma

pura de los druidas. Los exacerbados, escuchando únicamente al ruido, decidieron

declararnos la guerra, y de esta forma alabar a su dios, exterminando a los hijos del

egregio héroe Cuchulainn.

Druida (perturbado, acercándose a un árbol y colocando la palma de su mano en la

corteza)- El placer de Bricriu pronto concluirá en una inmensa tormenta. Los inocentes

abrirán sus venas, y su sangre pura se mezclará con la sucia, tiñendo los ríos de púrpura.

Luego, el etéreo volverá a ser cerúleo. Y lloverá. Sí, lloverá torrencialmente. (Exaltado)

¡Para purgar a los deformes bicéfalos, a la inarmónica y temible necedad humana!

Niall (intentando apaciguarlo)- Su visión, maestro, concuerda con nuestra esencia.

¿Acaso me negará el afirmar que la ira es el indicio del sosiego; que el enajenado del

cuerdo? Según recuerdo, una biga pierde equilibrio cuando uno de sus corceles se

muestra indócil. Os sería conveniente amansar el coraje antes de emprender la travesía.

Druida (molesto)- Dudo que tu respuesta jovial sea escuchada por los sabios de este

bosque. Por lo que me señala mi experiencia lincea, en tu interior combaten dos fuerzas

opuestas. La paz es un requisito para la consagración cósmica. Donde reine el caos el

príncipe será el ignorante. Te aconsejo, aprendiz voltario, que no utilices mis

enseñanzas en tu propio beneficio; ello demuestra tu impericia en quien te atiende.

(Dirigiéndose a Cathal) Y ahora tú, Cathal, nos llevarás al sitio indicado. No podemos

perder ni un instante más de este valioso tiempo. ¡Andando!

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Los tres personajes se retiran, quedando visible la soledad del paisaje. Luego de un

instante, la luz empezará a atenuarse hasta que las tinieblas imperen nuevamente.

Escena IVSe alumbrará la zona derecha del escenario, donde se hallarán un grupo de combatientes

platicando con ardor. En el medio de la ronda está el jefe de la tribu. Ingresa a la escena

el sacerdote, junto con Niall, y camina hacia él. Al verlo, los guerreros con los que

conversaba callan y se retiran. El preboste recibe al druida demostrándole respeto y

aprecio.

Druida (dirigiéndose a Ultán)- Conozco la cólera que nos hostigará nuevamente, que

avanza velozmente como la llama que siente el aroma a madera joven y vetusta. Dime,

magno jefe, si mis servicios serán ignífugos, pues tú bien sabes que de mí dimanan los

dictámenes divos.

Ultán (mostrándole respeto)- Irrefutable es ignorar la opinión de un heraldo divino. Ni

el más estúpido de los jefes lo olvidaría, pues solo el sabio, el experto, es capaz de

fabricar el antídoto para contrarrestar el veneno. Habla, excelso consejero, que mis

oídos están dispuestos a escucharte, e indeclinables resultarán tus palabras.

Druida (preocupado)- La noticia enturbió las aguas. Parece que ha surgido una disputa

entre nuestros guías. Difícil será hallar luz en el abismo sin su ayuda. Para escapar del

antro, sugiero buscar al Padre de Todos; él es el único que cuenta con el poder de

exonerarnos.

Ultán (desconcertado)- ¿Te refieres a Dagda?

Druida- Sí Ultán, a él me refiero.

Ultán- Pero Dagda continuamente cambia de morada, ¿dónde lo ubicas entonces?

Recuerda que el enfado siempre deriva de la invocación, y que no estamos en

condiciones de sufrir otro castigo.

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Druida- He oteado la presencia de mi maestro estando en la montaña. Vi al señor de los

elementos y del conocimiento descender de una caverna rocosa, y curar la corteza de un

roble. Y del mismo modo que alivió el dolor del árbol, fiel devoto suyo, nos ayudará a

apagar el incendio, pues el padre ama al hijo benévolo y aborrece al perverso.

Ultán- Tu seguridad fortalece la confianza que te tengo. Recuerdo lo que me decía mi

padre: “el preboste pronto cae cuando reprime las voces”. Por eso, escucharte antes es

una prudente decisión. Te concedo mi beneplácito, pues sé que conoces los nudos de la

enredadera.

Druida- Entonces iré preparando mi espíritu, pues partiré al alba. Mientras tanto,

cuidaré de no beber el dulce dorado, manjar que atrae a los duendes díscolos, y

purificaré mi vestido; quien desee adentrarse a lo desconocido, primero neto ha de ser.

Niall (irrumpiendo en la conversación, al druida)- Maestro, permítame acompañarle.

Alguna vez iluminóme diciendo que al hado no se lo desobedece, y esa fuerza ahora me

incita a seguirle. ¿Qué haré: tapar mis oídos y negar la voluntad divina, o mostrarme

dócil a su llamado?

Ultán (a Niall, molesto)- Tu osadía refleja la astucia de la sierpe: pasándose por muerta,

ataca en el momento oportuno. ¿Acaso intentas persuadirnos con esa frágil

elucubración? ¡Ay de ti, bisoño aprendiz, si confundes la valentía con la temeridad, y la

sabiduría con la inexperiencia!

Druida (calmando a Ultán)- Amigo, deja de vituperar al joven, que falsa es la falta de

sentirse atraído por la límpida luz, y auténtica la de alabar el abismo. Piensa además:

cuando me llegué el emérito, ¿quién me suplantará? Los muchachos que conozco ven la

gloria en el filo de sus espadas, y los que deciden entregarse al sagrado servicio tienen

tantas máculas como cabellos en la cabeza. A lo que a él respecta, pronto le vendrá la

ablución, y entonces el crepúsculo lo abrazará. Y por todo lo mencionado

anteriormente, considero conveniente que penetre conmigo ese fantástico, pero

turbulento mundo, del que parte formará. En tus manos queda su destino, ¿aceptas o no

que lo conduzca?

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Ultán (meditando)- Está bien; después de todo, sería un tirano si condeno al bardo por

escribir epinicios. (Decidido) ¡Sí, que el fulgor los encamine! No seré el títere de mis

caprichos. (A Niall) Y tú, hijo, enorgullece nuestras esperanzas al hablar con Dagda.

¡Vayan mis amigos, que escucho el aullido de un lobo famélico! (Se retira caminando

hacia la región umbrosa del escenario).

Druida (a Niall)-Marcharemos cuando el astro despierte, aprovechando la somnolencia

de la magia feérica. Ya conoces el ritual, procura cumplirlo. Ponte una túnica blanca y

lleva contigo todas las hierbas que hemos utilizado.

Niall (cabizbajo)- Le agradezco por haber creído en mí.

Druida- Iluso eres al pensar que por tu curiosidad he luchado. Poco me interesan tus

anhelos, mas el indicio que recibiste me ayudará a que mis palabras perecederas

obtengan la misericordia excelsa. Convéncete de que la piedad humana es el disfraz de

un ser por esencia egoísta. Ahora que lo comprendes, quiero ver tu pecho enhiesto, pues

ridículo sería que sufrieses por la braveza de las fieras. (Da un giro y se retira

caminando de la escena).

Niall (pensativo)- ¿Por qué no me hieren esos vocablos? ¿Será que mi mente cambia

sus significados, o quizás a la severidad de mi instructor ya me he acostumbrado. A

veces pienso que la rudeza indica afecto, y recuerdo que algunos animales, para

proteger a sus crías, precisamente las lastiman. Tal vez será una defensa al

comportamiento de mi mentor, una excusa para que el alma no pierda la confianza.

Dejaré de lado las suposiciones, pues lo que importa es que lo acompañaré en el viaje y,

por primera vez, penetraré el territorio encantado, donde moran hadas, duendes y otros

seres fantásticos. Siento que la emoción fluye por mis venas, y que el corazón bombea

impaciencia.

Escena VEntra, de manera sigilosa y por entre los árboles, Liam. Niall no se percata de la

presencia de su hermano.

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Liam- Parece que el soberano que rige nuestras vidas ha pactado una tregua con el

rebelde invisible; los senderos que escogimos vuelven a cruzarse.

Niall (confundido)- ¿Eres tú Liam? (Eufórico) ¡Tantos días sin escuchar tu voz jovial

han atrofiado mis sesos! ¡Mi corazón estalla de alegría al volver a ver a mi hermano

menor!

Liam- Lo mismo siento por ti, Niall. Paseaba por los alrededores, tratando de distraer la

mente, cuando percibí a Cathal. Le pregunté por ti y él me indicó tu paradero.

Niall- Creí que estarías con tu hueste, liderándolo hacia la victoria. Desde tu partida

como guerrero, siendo apenas un mancebo, fueron cinco años de soledad luctuosa. A

veces, en esas noches de melancolía, recordaba aquellos días de inocencia pueril,

cuando batallábamos en castillos imaginarios. Siempre supe que guiarías a nuestro

ejército, y que te convertirías en un caudillo diestro. Si papá estuviese con nosotros,

seguro te bendeciría.

Liam- Sabes hermano, antes pensé que los héroes merecían ser honrados; ahora me doy

cuenta que su único enemigo es la vida. ¿Debemos bendecir y venerar al mayor de los

destructores? Todas las distinciones que poseo son atribuidas a un hombre sanguinario.

No quiero que mi hijo, que pronto nacerá, sea ofrendado a alguna espada vanidosa. Por

ello, participaré en la que considero mi última pugna, para después dedicarme, junto a

Aoife [ifa], a cuidar de nuestro primogénito.

Niall- Si estás convencido de que el compromiso para con tu patria ha dirimido, que tu

conciencia y los espíritus te juzguen. Respeto tu voluntad, así como hiciste con la mía.

Liam- Me arrepiento profundamente de no haberte seguido, cambiar la coraza por la

toga. La destreza que despedías cuando el hierro se fundía en tu mano, convirtiendo en

trémulas a las temerarias piedras, fue derrotada por el deber que te han asignado.

(Afligido) ¡Envidio tu suerte, que no sufres al ver tu rostro en la hoja de una lanza!

Niall- Son y serán inútiles nuestros lamentos y súplicas, pues al verdugo no es propicio

atribuirle la misericordia.

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Liam (agitado)- ¿Qué dices? ¿Acaso no comprendes que el propio hombre construye

los caminos de sus semejantes, algunos de tierra y otros de oro, y que luego les obliga a

transitarlos? He observado a soldados hábiles y fuertes, que demuestran su valentía en

el campo de batalla, dirigidos por capitanes cobardes e inexpertos, cuyos cargos se

deben a una coincidencia de opiniones, a una fortuna suntuosa, o algún otro mérito

ficticio; y déjame aclararte que el progreso de los primeros es impedido por el heroísmo

de los segundos, y la imperceptible indignación que ello causa se transforma en

hermosura ante la péndola del poeta.

Niall- Navegas en el mar de la tiranía; cuida que sus olas no destruyan tu bajel, que falta

pulirlo todavía. En este momento, resulta propicio memorar las palabras maternas,

aquellas que nos embelesaron de niños y que, aún hoy, acarician el espíritu.

Respóndeme: ¿has tenido la oportunidad de visitar a nuestra madre?

Liam (calmado)- Sí. Por lo que vi, el aislamiento y la monotonía le vician sus

pensamientos: cree haber escuchado el lamento de una banshee y, desde entonces, actúa

como si la hoz invisible estuviese a su lado. Su cordura es esclava de una fantasía

morbosa. ¡Quién pensaría que la afabilidad pudiera agriarse por una gota de miseria!

Niall (extendiendo un brazo y colocando la mano en el hombro de su hermano)- Para

sobrevivir en este mundo dominado por la melancolía es indispensable buscar nosotros

la alegría, y no viceversa. Recuerda que en muchas ocasiones el olvido será su aliado, la

brújula que usaremos para orientarnos. Si desconfías el sendero, significa que todavía

no has marchado. Abandona las falsas aflicciones, esos venablos que nos arroja el sino,

y prométeme que el fulgor de una familia ventura irradiará en tus pensamientos. Ahora

vámonos, que el tiempo es el bien más preciado y no merece ser derrochado.

Ambos permanecerán inmóviles en sus posiciones. Se aplicará el efecto lumínico

descripto en la escena tercera.

Escena VI

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Vuelve a prevalecer la lobreguez. Empieza la reproducción de la pista musical “The

Highlands” (Intérprete Celtic Shores, Año 2002, Duración 03:30).

Coro- Cruzan la esfera majestuosas águilas,

llevan mensajes a la ignota isla.

Sigue su rastro el marinante iluso:

plúmeo deseo.

Céleres son las esperanzas vacuas,

libros de lid que por el ponto viajan.

Bosques con ráfagas al pecho hieren,

hieren el alma.

Llave que cierra el portal onírico

guarda la dama en su pañuelo níveo.

Cisnes volando mirarán los niños,

sueño nubífero.

Acto II

La totalidad del espacio escénico será revestido como el interior de un castro (casa

celta). En un rincón habrá una mesa, lignaria y vetusta, con un puñal encima de su

superficie.

Escena ILos rayos solares penetran las entrañas de la vivienda, iluminándola. En una esquina

completamente sombría, contraída, se encuentra la madre de Niall.

Eithne (en actitud esquizofrénica)- Claman los moribundos de la caverna lóbrega.

¿Acaso seré la única que los escucha? ¿Por qué mis oídos ceden a sus súplicas? (A sí

misma) ¡Basta, que esa voz taciturna me está conduciendo a la locura! Quizás el

lamento erró de destinatario, o siguió la senda incorrecta. De todas maneras, abandono

aquí a un sepulturero diligente: el silencio. ¡Maldigo a los poetas y a todo aquel que lo

venera! Pronto sucumbirán ante su fetiche, todos lo harán, los de linaje áulico y vulgar;

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y amarán la misantropía, como un hijo a su madre. ¡Tonta de mí! Me olvidaba que

nuestro fin ya comenzó. (Dirigiéndose al público) ¡Loen ustedes, que se definen

cuerdos, a los sicarios y dioses más despiadados, y dejen la pacífica insensatez a los

orates y cobardes!

Escena IIEntra el druida, marchando enfadado hacia ella.

Druida- ¡Infausta, siembras la discordia por donde pasas! ¿Acaso mojas tus labios en el

torrente de la mentira? ¡Ah, maléfica arpía, que tus hechizos no causarán bramidos! Juro

que antes que el áspid muerda al inocente, arrojaré al abismo a la feroz serpiente.

Eithne (sorprendida)- ¿Eres tú querido? ¡Hace años que no me visitas! (Tomándolo del

brazo) Ven, acompáñame a la mesa y sentémonos a conversar. ¡Mi corazón bombea

euforia al saber que apartarás los malos augurios que me agobian!

Druida (agarrándola del cabello y doblegándola)- No evadas la situación. Observa a tu

alrededor, desgraciada, y no niegues la indigencia que se posa en tu mesa; (en tono

irónico) ¿o acaso percibes opulencia? (Severo, mirándola a los ojos) Tus luceros te

delatan al temblar. (Al oído) ¿Por qué teme la roca al mar? ¿Por qué teme la locura a la

lógica? (Gritándole) ¡Contéstame, que me deleitan las respuestas mórbidas!

Eithne (soltándose)- La señal es patente: a alguien de mi morada besará la muerte.

¿Crees que me regocijaría cuando pensamientos fúnebres invaden mi mente? ¿Pretendes

que te enseñe una gran sonrisa cuando mis pequeños, aquellos que abrazaron mi vientre,

peligran caminar el sendero sin retorno? ¡Avísame entonces si debería alegrarme al

sepultar sus cadáveres! Te recuerdo, por si te olvidas, que el fruto de nuestro amor

pasado culminó con el nacimiento de un hijo arcano. Por eso, dudo que quisieras beber

la sangre de tu sangre, y disfrazas la preocupación de firmeza, engañándote a ti mismo.

Druida- El argumento expuesto es endeble, como el juicio de quien lo dice. ¿Por qué

estaría turbado sabiendo que mi primogénito duerme en mis brazos? Además, el

conocimiento que adquiere día a día le es como un escudo impenetrable. Empeño y

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constancia son sus aliados, y gracias a su apoyo pronto se convertirá en un sacerdote

probo. (Queriéndose convencer) No hay razón para angustiarse, no la hay.

Eithne (enérgica)- No lograrás embelecarme como lo hiciste con mi esposo, a quien la

astucia lo forzó a criar el hijo de su hermano ¿lo recuerdas? Y por miedo a que se

revelaran tus máculas, le ocultaste tu nombre al niño. Demasiado indigno sería que una

autoridad espiritual, pura por naturaleza, participase del acto amoroso más mundano de

todos. (Lagrimeando) ¿Simbolizaría el triunfo de lo corpóreo sobre lo inmaterial, de la

forma más sublime, humana y ecuménica de felicidad sobre una triste y patética

superioridad particular? Privaste a un joven de su verdadero padre, lo que sí es

inconcebible y despreciable. ¡¿Y encima te atreves a decirme desgraciada?!

El clérigo, atormentado, le da una bofetada; y ella, impactada por el golpe, cae al piso.

Druida (vilipendiándola)- Arrástrate, como la serpiente que eres. Los cuervos

arrancarán esos ojos vipéreos, y tu alma emponzoñada arderá en las llamas ecuánimes.

(Sarcástico) ¿Has saciado tu sed de caos, o aún deseas mojar tu lengua bifurcada en la

copa de la quimera? Antes de que muera, juro que revelaré el nombre arcano y, cuando

suceda, deslazaré mis manos del castigo asignado. Pero no seré el primero en partir,

pues la tierra y los divos me exigen tu carne insolente, y la fosa aguarda pacientemente

al sueño sempiterno. (Gritándole) ¡Arrástrate, como la hereje que eres!

Eithne (encarándolo)- Vives en un paraíso de ensueños: ves lo que deseas ver. ¡Cuan

sufrida será tu caída del pedestal ilusorio! ¿Acaso las gotas pluviales pulirán ese

corazón lapídeo? ¿Embellece el copete al pequeño plumífero, o solo cautiva nuestra

vista? Y si luego de elogiarlo nos sorprende su altivez ¿deberíamos culparlo por un

error ajeno? ¡Despierta y enfrenta la verdad, aquella que escapa al miedo, que el

inocente no merece tormento!

Druida- ¿Crees que un ejército de argucias me subyugará la razón? (Lanzando una

carcajada) Ambos sabemos que quien teme camina en las tinieblas, y es capaz de

rendirse y obedecer al primer demente que se le presente como guía, con tal de percibir

la claridad del día nuevamente. ¡No seré el ingenuo que cede ante palabras lucífugas,

cuyo fin es mi sometimiento a tus caprichos! Encarnas la fiera que devora los corderos

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de mi rebaño; y yo, como buen pastor que ama y defiende a sus animales, me encargaré

de aniquilar a esa bestia nefaria. (Mirando el firmamento con ímpetu) ¡Te prometo, oh,

cielo cerúleo, que regaré con su crúor las grietas de sus afrentas!

Escena IIIAparece, personificada y vistiendo un hábito negro, con la capucha subida para ocultar

su rostro; una banshee, caminando vagamente alrededor de ellos, quienes la persiguen

con una mirada atónita, y lanzando gritos horrendos.

Druida (enfrentando al ser, con enfado)- ¡¿Qué quieres ahora, cuál es el motivo de tu

penosa visita espectro noctívago?! Cubres ese cadáver amorfo, que no es sino calígine

nigérrima grávida de odios, con el manto que le robaste a un párvulo huérfano. Y como

su llanto te atribulará por toda la eternidad, vagas entre los mortales quitándonos nuestra

euforia, en un intento de calmar tu sufrimiento. ¡Vete, profeta funéreo, deja de

lapidarnos el presente! Si hemos de nadar en el piélago cristalino o flagrar por nuestras

faltas, únicamente el tiempo sentenciará nuestro destino.

El ente no le contesta. Voltea y se aparta del espacio escénico.

Eithne (inquieta)- ¿Compartimos la insania, ahora que la has visto? Bien sabido es que

la presencia de la banshee es mortífera, y que el olor a difunto futuro la convoca. En

este momento, la cordura parece una ínsula en un océano turbulento. ¿Cómo huir del

caos cuando la mente es su sierva? ¿Acaso debemos arrancarnos el corazón para

doblegar la preocupación? ¡No, pues la naturaleza es maravillosa para aborrecerla!

Podrán petrificar mis huesos, mi piel, mis oídos; pero los sentimientos que moran en mi

interior, aquellos que son ecuménicos y efímeros, fluirán por entre mis venas, hasta que

el tirano venga a buscarme.

Druida (meditabundo, yendo hacia la mesa)- Hace tiempo que el silencio de la duda

congelóme la púrpura. Por un instante, perdí la mirada en esos rubíes, cegados por un

luto de amor antiquísimo. No culparé al ente, que no es más que un emisario de un

porvenir luctuoso. Su veste harapienta demuestra su condición de esclavo. (Observando

fijamente una daga que se halla sobre la tabla) Dime: si conocemos el venidero, ¿qué

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nos impide alterarlo? (Tomando y escondiendo el puñal en la manga de su túnica

disimuladamente) Sabemos que alguien de vuestro hogar partirá, pero ¿alguna vez

mencionó su nombre?

Eithne (reflexionando)- Cierta vez, observé a un roedor descuidado pasar al lado de una

serpiente exánime. Mi tez se tiñó de asombro cuando el aparente cuerpo sin vida del

ofidio irguíose del suelo, y en un célere pestañeo el ratón yacía en sus mandíbulas. A

partir de entonces, comprendí que para invocar la muerte el eficiente veneno viperino se

complementa con la astucia del animal. Y esto lo hace para alimentarse, al igual que

nosotros cuando tenemos hambre de coraje. De la misma manera, movidos por un

apetito de respuestas, buscamos presas imbeles y las cazamos inyectándoles la ponzoña

más potente: la culpa. Si estás convencido de conocer a quien sus párpados plegarán

para siempre, medítalo nuevamente, pues recuerda que el miedo nos convierte en

profetas.

Druida (posicionándose detrás de ella)- Sabes bien que la profecía exige valentía, por

lo que nunca alumbrará a aquel que al temor obedece. Es evidente que tu egoísmo

manipula hábilmente la razón, ¿o me equivoco? Las mujeres como tú me repugnan, sus

actos cobardes deslucen el concepto de madre. Cuando ven el cadáver de su hijo en el

suelo, lloran y corren a abrazarlo, luego se proclaman responsables de lo sucedido y se

preguntan qué podrían haber hecho para impedirlo. Finalmente, se autoconvencen de

que el único culpable es el destino y se declaran inocentes. (Al oído) ¿Sigues creyendo

que desconozco tus movimientos? Eres inestable e incapaz de cumplir con el deber

maternal; necesitas ayuda, y con gusto te la facilitaré. (Alza el arma oculta,

descubriéndola, y la hunde en el pecho de Eithne quien, observando atónita sus manos

ensangrentadas, vacila y cae súbitamente al piso, donde perece). Tu sacrificio ha

salvado la vida de un niño, deberías estar orgullosa: tu existencia no resultó inane

finalmente. (Se retira caminando del escenario).

El ámbito se torna umbrátil y silencioso. Una luz azulina y tenue (proveniente del techo

hacia abajo) enfocará al cuerpo sin vida que yace en el suelo, al mismo tiempo que se

reproducirá la canción “Deirdre's Lament” (Intérprete Celtic Shores, Año 2006,

Duración 04:31). Pasados unos minutos, se detendrá la ejecución de la música (de la

manera ya explicada) y se bajará el telón.

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Acto III

El teatro figurará un paisaje montañoso-rocoso, por lo que será decorado como tal. Un

aspecto muy importante a destacar es el uso del segundo piso, cuya ornamentación no se

debe descuidar (con respecto a esto último, opino que resultaría muy útil para la

comprensión de los espectadores que semejase una caverna situada en lo alto de un

alcor. De todas formas, quedará a libre criterio del escenógrafo).

Escena IAplíquese idéntico principio que el presentado en la escena I del primer acto. Música a

ejecutarse: “Bard Dance” (Intérprete Enya, Álbum The Celts, Año 1992, Duración

01:26).

Coro- Inclina el céfiro las copas del suelo gélido, vertiendo el recuerdo nocturno.

Rompe la savia la prisión cristalina, y regresa la suavidad a los pétalos. Aquellas gotas

que vitrificaban ahora perecen al contemplar la luz. Al despertar, reclama el soberano su

reino, y la rebeldía se arrodilla suplicando clemencia. Ya partieron los dos emisarios, ya

partió la esperanza de un pueblo. Suspiros curiosos y anhélitos recorren los senderos

recónditos. Van borrando sus huellas las hadas, y la distancia el entusiasmo. Recordad

mis valientes: la fe es la herramienta para escalar la montaña.

Escena IIEl alba impera en el ámbito escénico, alumbrándolo en su totalidad. En la planta baja,

situados en la zona céntrica de la misma, se hallan el religioso y su alumno.

Niall- Hemos caminado desde que el alba rozó al lago nigérrimo, y mis piernas, aunque

sean jóvenes y sanas, ya no resisten el azote de la fatiga. Además, siento que volvemos

a pasar por los mismos árboles y rocas, como si estuviéramos marchando en círculo.

Creo que deberíamos detenernos y observar, por un instante, como tripudian las plumas

en el aire. Favorece al viajero tener la tierra firme y el cielo cerúleo, pues cuando arriba

la tempestad aquel suelo compacto cambia a lodo.

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Page 18: Niall

Druida (airado)- ¡Arrepiéntete por lo que has proferido, si no quieres que te trate como

un amante de la perfidia! Necio, ¿no te das cuenta que los dioses vigorizan al devoto

limpio, que lo levantan cuando está abatido; o es que la duda ha manchado tu vestidura?

Mírame: aunque tenga la piel arrugada y la cabeza nívea el cansancio no se atreve a

atacarme, porque la fe me defiende, lo ahuyenta al enfrentarlo. Recuerda, discípulo

imberbe, que cuando las cuerdas son endebles el puente cae, y si esto ocurriese ten por

seguro que jamás cruzarás a la otra orilla. (Vilipendiándolo) Ahora aléjate, que tu

presencia corrompe el aire que respiro, y observa como invoco al Padre Poderoso.

(Arrodillándose y alzando los brazos y la mirada en dirección a una caverna

montañosa) ¡A ti me dirijo, maestro supremo, señor de los elementos y del

conocimiento, para que me enseñes el sendero recto! ¡Por favor, escucha las súplicas de

tu siervo, siempre sumiso a tus mandatos, y ayúdame a combatir a los lobos que

apetecen devorar mi rebaño!

Escena IIIPreséntase desde las alturas, con actitud ceremoniosa y elegancia al andar, el dios de los

druidas.

Dagda- ¿Otra vez los infantes volvieron a malquistarse? ¿Cuál será la causa; el escaso

espacio del que disponen para jugar, o el dominio de sus semejantes? Adivinaré:

¡ambas! Ay, hijos míos, ¿cuándo compartirán la pleitesía? Basta de lamentaciones, que

no soy culpable de sus errores. Contadme vuestro problema, y veré si es necesaria mi

intervención al respecto.

Druida- Discúlpenos por perturbar la armonía de su morada, maestro de maestros, pero

el infortunio que nos agobia podría amenazar también su existencia.

Dagda- Observo que eres un orador intrépido. Debería penarte por intentar engañarme,

por tu insolencia adornada de cortesía; mas la intriga que has causado me obliga

primero a escucharte. Habla, que mi paciencia no es sempiterna.

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Page 19: Niall

Druida- Concéntrese en lo que proferiré, y luego cavile. En cualquier lugar de este

suelo ubérrimo es conocida la reputación de Cui Roi, nada más mencionar su nombre

hace que las rocas tiemblen. Gracias a su ingenio perverso, inventó un juego que

demandaba crúor, y varios de nuestros héroes se encargaron de saciarlo, hasta que uno

de ellos, hijo del perínclito Lugh y llamado Setana al nacer, dio fin a esa locura. Desde

entonces la deidad, colérica y con deseo vengativo, se aisló en los bosques de Munster,

región de donde provenía, y esparció la tirria que lo consumía en los alrededores,

envileciendo la mente de los hombres. Su intención es clara: asolar la patria de nuestro

semideo, a la que él tanto amó, aniquilando todo ser que la habite, sin discriminar su

naturaleza, sea ésta mortal o eterna. Así, los valientes de nuestra tribu han optado por

impedir la ruina, pero sus fuerzas no se igualan a las de sus adversarios, quienes cuentan

con apoyo sagrado. Precisamos que nos auxilie en el combate, Ulster se lo ruega.

Dagda- Comprendo ahora la gravedad de los hechos, pero presiento que me ocultas

parte de la historia que resultaría inconveniente al convencimiento, ¿o me equivoco?

Abandonaré las sugestiones que me plantea el orgullo, que dadas las circunstancias son

vanas, y centraré la razón en el conflicto. (Observando a Niall con extrañeza,

dirigiéndosele) Y tú, joven acompañante, ¿por qué no participas? ¿Acaso eres un

extranjero y, por consiguiente, lo que sucede te es ajeno? Deseo conocer tu opinión

sobre el asunto. ¿Qué estás esperando? ¡Habla, te lo ordeno!

Niall (tímidamente, cabizbajo)- En este suelo ubérrimo he nacido, y por él guerrearía si

fuese embestido. No te involucraré en nuestro conflicto, ni te exhortaré a hacerlo, mas

considero que le debes un favor a los árboles, a los pájaros, y a todos los otros seres que

te han acogido. Cuando nadie te escucha, las plantas lo hacen, y cuando estás deprimido

oyes a lo lejos el canto arpado de algún ave. Ellos nos amparan sin reclamarnos nunca

nada, ahora necesitan de nuestra protección.

Dagda (pensativo)- Eres callado, pero discreto al expresarte; tímido, pero determinado

al obrar. Pocos presentan esas características, o mejor dicho dones. Los ungidos por

cualquiera de nosotros, sea cual fuese la divinidad que lo realizase, son reconocidos por

sus magnos logros: fundadores de aldeas que se convierten en imperios, formidables

prebostes y guerreros. No permitiré que esa dádiva, que esa reliquia sacratísima sea

lapidada por vuestra ignorancia. Lidera a tus tropas, y los acompañaré hacia la victoria.

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Page 20: Niall

Niall (atónito)- Pero ¿qué pensarán los combatientes experimentados al respecto?

¿Acatarán las órdenes de un caudillo inexperto? Y si me acusan de soberbio e incitan la

rebelión ¿cómo defenderé vuestra voluntad sin hombres que conducir? Confío

plenamente en tu palabra, pues tu sabiduría la hace indiscutible, pero opino que el

riesgo es inmenso, y que una incuria a estas alturas sería intolerable.

Dagda- No ocultes la altivez a tus semejantes, que desprecio al halcón que se arranca el

plumaje. ¿Acaso no sabes que la carne fresca apetece a las bestias umbrosas, y más aún

una tan deliciosa? Si fue consagrada para elevarse y sentir el lauro, ¿por qué razón se

lastimaría? Ahora dime: ¿qué hacen con las fieras que los atacan y que devoran a sus

animales; las combaten o las recompensan?

Niall- Absurdo sería que premiásemos a las bestias que tanto nos perjudican, por lo que

evidentemente las hostilizamos.

Dagda- Y de la misma manera lo harán con los rebeldes, con aquellos que se niegan a

aceptar los designios de la naturaleza, alterando el orden cósmico.

Niall- No quiero contradecirte, pero la consciencia insiste en que hombres más

vigorosos y mejor preparados existen. Además, el arma que tengo es indigna para la

guerra: su hoja ni siquiera es acerina, y su mango de madera.

Dagda- Poco importa que la espada del guerrero sea férrea u áurica, o que la péndola

del vate sea de ganso en vez de cisne: la valentía y el estro son las coronas que los

distinguen. He visto a hombres cobardes y deformes vestir armaduras argénteas; son los

primeros en caer y terminan volviéndose una carga para sus compañeros, quienes los

arrastran por el campo de batalla en un intento desesperado por salvar sus miserables

vidas. Pero lo más despreciable de todo, es que esa clase de hombres no medita a la hora

de traicionar a sus protectores, y cuando derrotan al enemigo y regresan ovantes a sus

pueblos, son aclamados por las multitudes y premiados con banquetes opíparos. Comen

hasta sentir hastío, y dan las sobras de sus magnos festines a los verdaderos héroes, que

yacen en la calígine de la memoria. Desgraciadamente, es una verdad ineluctable.

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Page 21: Niall

Niall- Me resulta difícil comprender todavía la razón por la cual me has escogido.

Disculpa mi estupidez, pero lo que afirmas se manifiesta claro para mí no lo es.

Sinceramente desearía que me brindaras una explicación convincente.

Dagda- En una rama tres crisálidas pendían: dos extremadamente blancas y la otra

amarillenta. Pasaron los días, y de la pureza emergieron dos horrendas polillas

cenicientas, que rápidamente ocultaron su fealdad en la oscuridad de una cueva; más del

capullo lánguido, casi nauseabundo para la vista, nació una esbelta mariposa, con alas

gráciles, que se elevó por los cielos y se perdió en el horizonte.

Druida (exaltado)- ¡Todo esto es absurdo! El hombre belígero, el verdadero hombre

belígero, es reconocido y admirado por los demás, él mismo sabe quién es realmente y

acepta su naturaleza. ¿Cómo puede un mancebo carente de actitud guerrera salir a

pelear, y más aún liderar un ejército? El sólo hecho de pensarlo resulta ridículo. Perdone

si mi declaración le ha disgustado, pero no creo que la verdad sea bifronte.

Dagda (severamente)- Te envié una señal que erróneamente has interpretado: el cambio

lo producirá tu acompañante, así lo ha manifestado Lugh. (A Niall) Renuncia a tu falible

designio y acepta el deber divino, que glorificado serás.

El clérigo se calma y, sintiéndose culpable, guarda silencio.

Niall- No niego tu sabia voluntad, pero el argumento de mi maestro no deja de ser

veraz. Existe, en lo más profundo de mi ánima, el temor constante de arriesgar vidas

inocentes. Nunca dormiría con placidez sabiendo que, por una negligencia mía, un

infante pierde a su padre. Además, no busco el esplendor momentáneo, sucio de tierra y

que al desvanecerse causa pena.

Dagda- Sencillo resulta ser inmortal entre los mortales, que tu nombre resuene en

nuestros oídos es un logro. Pero el verdadero desafío consiste en ganar ambos mundos.

Puedo observar que fuiste estigmatizado para cautivar el lauro. ¡Quítate esa túnica y

ponte una armadura, que tu gente exige un guerrero que la guíe en la batalla! (Al druida,

apuntándolo) Y tú, que te proclamas nuestro mensajero, dirás lo siguiente: cuando se

tolere la perturbación a un alma diáfana, comenzará el declive. La deferencia será

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Page 22: Niall

destituida por el libertinaje, y los corruptores darán los sermones. Para que los sicarios

no sean vuestros jueces, protegeréis a toda costa vuestro acervo, pues éste será la

áncora; e increparéis a los traidores. (A Niall) Espero que hayas cavilado la situación

diligentemente. Recuerda que es imposible verter el agua en una vasija sin derramar

ninguna gota. Con respecto a ese miedo que te atormenta, piensa que los hombres que te

seguirán preferirían sacrificarse ellos mismos antes que contemplar a un grupo de

carniceros asesinar a sus hijos. Ya me he pronunciado, ahora de ti dependerá el resto.

La umbra acoge al Padre Poderoso, encubriéndolo así de la mirada del público.

Druida- El gran mentor ha hablado: serás nuestro héroe, y el éxito estará de nuestro

lado. Concentra tus pensamientos en la pelea y despreocúpate por lo que ocurrirá en la

aldea, que yo mismo guareceré la decisión excelsa. Cuando arribemos, cambiarás la

vestidura por una armadura, y el sosiego por la furia. Recuerda que la espada será tu

única amiga, y de cómo la trates dependerá tu vida.

Niall- ¡Cuantos giros inesperados posee la enredadera! Todo el camino que ha avanzado

mi espíritu se transforma en retroceso en un simple parpadeo. Sufro por mi desdicha,

pero me letifica el saber que los niños no perderán sus sonrisas. Le estaré eternamente

agradecido, preceptor mío, por hacer de mí un hombre prudente. Debo confesarle que

en algunos momentos, cuando me instruía, su imagen se fundía con la de un ayo, y

muchas veces creí estar al lado de mi padre. Disculpe la sinceridad, dado que para usted

es signo de debilidad, pero necesitaba expresárselo antes de partir a luchar.

Escena IVEn un rápido destello, aparecen ubicadas en forma de triángulo las deidades femeninas

que protegen a Irlanda.

Druida (sorprendido)- ¿Quiénes sois y por qué habéis venido? ¿Acaso de doncellas se

disfraza esta vez la malignidad? (A Niall) No las mires, impide que su beldad te domine

el juicio. Bajo esa blanca túnica encubren carne pútrida, donde moscas y gusanos la

saborean. (Enfrentándolas con enfado) ¡Apártense del camino, espectros indignos,

desaparezcan de nuestra vista si no desean duplicar su miseria!

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Page 23: Niall

Las tres diosas apuntan, sincronizadamente, al druida, y éste se desploma, de manera

súbita, al piso. Su discípulo queda absorto con lo sucedido.

Fodhla (a Niall)- Eres el motivo de nuestra presencia. No somos infames, como nos

consideran, y nuestra situación es incomparable a la de un alma vulgar. Gracias a las

buenas virtudes que nos iluminan entendemos que ustedes, seres efímeros, confían

demasiado en las apariencias cuando la ignorancia visita sus mentes. ¿Acaso no

reconocen a sus protectoras, aquellas a las que deberían venerar fervientemente?

Nuestra mirada es ubicua y el poder que poseemos se extiende por toda la superficie

terrestre, sobrepasando límites y fronteras. Basta de explicaciones, prepárate para sentir

la fuerza divina, la de Banba, Eriu y la mía, Fodhla; y no te atrevas a ostentar

resistencia.

Los seres divinos señalan al joven, de la misma forma que lo hicieron con el religioso.

Niall se retuerce de dolor, las lágrimas manan de sus ojos pasando por sus mejillas, pero

no cae ni pierde la lucidez. Transcurrido un instante, el suplicio finaliza.

Eriu- He visto a las rocas ser fustigadas por la linfa colérica, hasta que sus restos áureos

desaparecen en las profundidades del piélago. Los mortales, casi en su totalidad, son

lapídeos: indecisos al obrar, aguardan ser arrojados por una corriente de cambios que

prometen bienestar; pero cuando la mano de quien lanza opera con maldad, bien

conocido es su infausto final. Percibo que eres diferente a los demás, como el viento que

los auxilia evitando la tempestad, mas me desconcierta tu manera de actuar. ¿Por qué no

te defiendes de nuestros ataques, o intentas escapar, o incluso finges tu muerte?

¿Demuestras tu fortaleza o simplemente codicias el sueño eterno?

Niall (extenuado)- Acato toda orden que por naturaleza sea eximia, aunque suplicio me

causase. Si me consideráis un servidor insolente, cuyas acciones son punibles, cuyos

vocablos resultárosles injurias; no vacilaré en dejar al descubierto mi espalda para que

el indulto la azote. Mi devoción nunca se inclinó a un lote de pedidos terrenales, o a un

simple pacto por conveniencia: existe en mi interior una fuerza cósmica e ingénita que

me impulsa a creer. Antes de recibir el tormento condigno, os suplico me respondan:

¿cuál fue el suceso ímprobo que motiva vuestra ira?

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Page 24: Niall

Banba- Tres son las virtudes por excelencia: temperancia, valor y prudencia. De la

armonía entre ellas nace una última, denominada justicia. Quienes se presentan como

caudillos deben poseerlas, y es nuestra obligación comprobar que así sea. Tú, joven

aprendiz, nos has enseñado que eres templado al no atacarnos o al huir, valiente al

resolver encararnos, y prudente al expresar tus ideas; por consiguiente, confiamos en

que conducirás a tu gente hacia el camino recto. Acuérdate de evitar los excesos y no

descuidar los consejos, aunque de lenguas ásperas provengan. Cuentas con nuestra

aprobación, procura no defraudarnos.

Prodúzcase un nuevo destellos, y la tríada divina desaparece.

Niall (exhausto, corriendo hacia el clérigo)- Resista maestro, que lavaré sus heridas con

el místico rocío nocturno. (Inclinándose y colocando un brazo detrás de la cabeza del

sacerdote) Aguardaremos la ayuda de algún hermano oportuno, o de cualquiera que nos

pudiera divisar desde las alturas y sea movido por misericordia. (Afligido, en voz baja)

No me abandone, se lo ruego. En todos estos años de aprendizaje, fue el tutor más firme

para un árbol endeble, donde ráfagas incesantes amenazaban con quebrarlo. Los

proverbios que me profería cuando era infante, en momentos de tristura, levantaban y

fortalecían mi espíritu. ¡No permitiré que la eterna desconocida rapte vuestra vida

anticipadamente! (Esperanzado) Si hubiera un roble cerca, podría…

Principia a tocarse la canción céltica tradicional “The Rowan Tree” (Intérprete The

Good Folk, Año 2005, Duración 03:48).

Druida (moribundo, enseñando una reducida sonrisa de satisfacción)- Dos pétalos se

llevó el hálito, dos pétalos que a un cándido protegieron. (Viéndolo tiernamente, con los

ojos lacrimosos) Miro el rostro de un niño alicaído, no quiero que lo estés.

(Acariciándole el cabello con esfuerzo) Cántame un poema al que hayas olvidado su

nombre, o alguno que guardes en el sitio más recóndito de los buenos recuerdos, cuando

la inocencia era purgatoria. Desearía darte un abrazo sempiterno, pero no soy digno de

ello. Me conformo con escuchar tu risa pueril por última vez, antes de volar hacia los

límpidos rayos del astro lucífero. Sé que nos encontraremos nuevamente, quizás en este

mundo o en el otro, y nuestros espíritus serán bendecidos por la indulgencia, y el

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resentimiento que existe se extinguirá. Ya es tiempo de que parta, el hado está

despojando al cuerpo del ánima. (En voz baja, casi sin fuerzas para hablar) Siempre te

amaré, hijo. (Apaga sus luceros, que nunca más volverán a rutilar).

Los intérpretes mantendrán sus situaciones completamente inmobles. Luego de un

determinado tiempo, la música cesará y se correrá el gran lienzo.

Acto IV

La escenografía será idéntica a la presentada en el primer acto, pero con algunas

distinciones: se aplicará a todo el escenario y los accesorios empleados por los actores

(piedra y lago) se quitarán. En el centro del teatro se colocará una fogata, que será

rodeada circularmente por un grupo de druidas. Un conjunto de guerreros, también

dispuestos en forma de anillo, circunvalando a los sacerdotes, protegiéndolos de

amenazas externas. Por último, un par de druidesas se posicionarán cerca del fuego y

adentro de la rueda creada por sus compañeros masculinos, esperando danzar al compás

de la música. Todos los actores permanecerán agachados en sus lugares hasta que no se

inicie la ejecución de la correspondiente pista musical.

Escena ILa luz lunar y la sidérea, ambas sutiles, acogen al extraviado de la noche tenebrosa.

Duerme el sonido y despierta el mutismo.

Coro- Celebran los bravos el ocaso venturo, ruegan los infantes volver a ver a sus

padres. Coraje y miedo pugnan entre sí, y sólo uno prevalecerá. Buscan las esperanzas

alcanzar el awen, prodigio recóndito, ímpetu inefable que vigoriza al caído; y a través

de la danza glorifican a Ogmios, suplicándole con el corazón que les conceda, por una

vez en sus vidas, esa dicha. ¿Percibirá la deidad las voces raucas o la infesta tristeza los

acallará? El anhelo es el fuego que nos resguarda en las tinieblas, y si lo apagamos antes

de haber amanecido, que el frío de la noche usurpe nuestros cuerpos.

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Los artistas se levantan, todos a la vez. Empieza la reproducción de la pista “Santiago”

(Intérprete Loreena McKennitt, Álbum The Mask and Mirror, Duración 05:58); las

druidesas danzan posesas alrededor de la flameante llama. La rueda de sacerdotes

principia a girar en un sentido contrario a la de los guerreros. El ritmo del baile

concuerda con el del la música, acelerándose si ésta lo hace. Cuando finalice, cada actor

retomará su lugar inicial (encogido) y el telón descenderá.

Acto V

El primer piso caracterizará una región árida, dominada por montañas y una carencia

total de vegetación; mientras que el segundo semejará a un formidable nimbo grisáceo.

Escena IIluminación total del sitio de combate. Empieza a tocarse la pista instrumental,

perteneciente al folklore de Escocia, “Busindre Reel” (Intérprete Hevia, Álbum Tierra

de Nadie, Año 1999, Duración 04:36).

Coro- Aguarda la tierra sedienta un diluvio de vida. Para el viento de acariciar las hojas,

y el piélago de azotar las rocas. La quietud ambivalente es ahora soberana. Todo

enmudece, todo rugido se muestra fúlgido al oír los pasos belicosos acercándose. Dos

bigas volátiles, conducidas por aurigas prodigiosos, surcan la esfera en direcciones

opuestas, guiando a los bandos al lugar de la pelea. Pronto se encontrarán las miradas

combatientes, y cuando un bramido ahuyente a las aves, cantarán las espadas.

Escena IICon paso y postura solemne, avanza desde el segundo piso del lado derecho, Dagda, y

se detendrá poco antes de llegar a la mitad del escenario. Seguidamente realizará

idéntico trayecto, pero desde la planta baja, la tropa ulsteriana, con Niall a la cabeza y

acompañado de su hermano. En la zona izquierda del teatro, Cui Roi imitará al Padre

Poderoso, y la hueste munsteriana a su adversaria. De esta manera, las dos deidades

quedarán enfrentadas al igual que las facciones en conflicto. Se escuchará un bramido, y

los hombres alzarán sus armas. El enfrentamiento acompañará el compás de la música,

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y cesará cuando ésta lo haga primero. Al principio, la fuerza de ambos bandos estará

equiparada, pero esta asimilación cambiará al ir acercándose el final, beneficiando al

ejército ulsteriano, quien saldrá invicto. Durante la lucha se percibirá, corriendo y

gritando entre la multitud, a Nemain, diosa de la batalla. Los dos hermanos se ubicarán

en el centro del teatro. Al concluir la pugna, los guerreros ovantes festejarán levantando

sus espadas y aclamando su triunfo al unísono. En medio de la euforia, un enemigo

moribundo, escapando de los ojos del oponente, se acerca a Liam, arrastrándose por el

suelo, y lo hiere mortalmente con una lanza, desplomándose en la superficie. Niall,

horrorizado por el episodio, agarra su tizona y da muerte al asesino, luego cae al piso

completamente destruido. Los presentes se apartan y observan tristes la imagen,

guardando luto de silencio.

Niall (arrodillándose y protegiendo la cabeza de Liam, que yace moribundo en el piso)-

Todo acabó hermano: aquel rencor tirano lo ha disipado el ábrego. La pluvia, moraleja

natural que pocos comprenden, besa a los guardias lignarios, y en ese ósculo enigmático

las gotas benditas se mezclan con las cenizas. Mira mis manos, y verás a un asesino

sanguinario; mira mis ojos, y verás a un niño plorando. (Sollozando) No aspiro ser un

héroe, no quiero destruir el lazo que a ti y Aoife ha unido el buen Angus con su canto.

¡Prométeme que no permitirás que lo sea! Los pájaros partirán, como igual lo harán las

hieles. Sólo debemos esperar y ser fuertes ¡sólo debemos esperar y ser fuertes!

Liam (lívido y debilitado)- Fue un placer combatir a tu lado, combatiente excelente,

mirífico hermano. Quiero que jures aquí, con las nubes como testigos, que este suceso

no penetrará los jóvenes oídos. No existe motivo alguno para que sobreviva en la

memoria: no hubo vencedores, únicamente vencidos por una tirria cegadora. Enséñales

a los párvulos a dominar primero la palabra, y luego las armas. Cuando derrotes a tus

enemigos, ofréceles clemencia y ayúdalos a levantarse, y serán fieles aliados tuyos.

Desearía que fueras el ductor de mi primogénito venidero. Dile que convenceré a las

estrellas para que a él y a su madre iluminen, y que cuando tenga deseos de llorar estaré

a su lado. Ambos sabemos que la guerra es parricida, por ello debemos enmudecer las

voces pestíferas que la glorifican, culpables de turbar pueblos pacíficos. Cultiva la

bondad Niall, y compártela con el prójimo brindándole sus semillas; sólo así erradicarás

la misantropía reinante en estos campos ubérrimos. (Fallece en los trémulos brazos

fraternales).

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Escena IIIÍdem efecto lumínico que el expuesto al remate de la escena III del acto segundo. Los

actores permanecerán inmóviles. Se ejecutará el Himno Nacional Escocés, también

denominado “Amazing Grace” (Intérprete The Good Folk, Año 2005, Duración 02:17).

Coro- Purga el diluvio las sangrientas manos,

lleva el favonio las cenizas penas.

Ojos de cándidos se ven ahora:

juego de infantes.

Árbol desnudo por sedienta furia,

calla el ave que anidó tus ramas.

Pide el aliento nemoroso al cielo

tregua de lágrimas.

Dicen los sabios que el mortal belígero

es una fiera de lapídea piel.

Luego de pluvias clamará por siempre

“Gloria al olvido”

Al acabar la canción, descenderá el telón.

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