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No Más Condenación Por: LDG. Jazmín Patiño Puertos Existe un tema muy sonado en algunos círculos cristianos contemporáneos denominado “Maldiciones Generacionales”; en él se afirma que la razón por la que los cristianos no viven una vida exitosa es porque están cargando con alguna maldición familiar. Así que, según esta creencia, los cristianos tienen que elaborar una lista de los pecados de sus antepasados y “romperlos” haciendo uso de rituales, “reprensiones” en alta voz, vómitos provocados, declaraciones, ungimientos con aceites, y hasta manuales de liberación para poder vivir una vida cristiana victoriosa. Los orígenes de esta doctrina se remontan a los años cincuenta con Bert Hellinger, un teólogo, misionero católico, psicoterapeuta y filósofo alemán que, al misionar en la comunidad Zulú en Sudáfrica quedó influenciado por sus ritos y creencias; lo que le llevó a desarrollar su propio método de “Constelaciones Familiares”, donde se dice que todo lo malo es consecuencia de lo que los ancestros hicieron y que se tiene que romper con ello. Aunque ya existían las creencias y se practicaba esta "terapia" no se hallaban escritos. Fue hasta los años ochenta en los libros de Peter Wagner, Derek Prince, Rebeca Brown y algunos otros predicadores contemporáneos que se le dio difusión ya impresa. Peter Wagner es el precursor de mayor influencia del movimiento Neo-carismático en el mundo. En sus libros, viajes y conferencias promueve la guerra espiritual, los movimientos proféticos y apostólicos. Tiene un centro especial para la "cartografía espiritual" (mapeo de los demonios de todo el mundo), y describe su Centro Mundial de Oración como "el Pentágono de la guerra espiritual", además de clasificar estos fenómenos como "La Tercera Ola del Espíritu Santo".

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No Más Condenación

Por: LDG. Jazmín Patiño Puertos

Existe un tema muy sonado en algunos círculos cristianos contemporáneos denominado “Maldiciones

Generacionales”; en él se afirma que la razón por la que los cristianos no viven una vida exitosa es porque están

cargando con alguna maldición familiar. Así que, según esta creencia, los cristianos tienen que elaborar una lista de

los pecados de sus antepasados y “romperlos” haciendo uso de rituales, “reprensiones” en alta voz, vómitos

provocados, declaraciones, ungimientos con aceites, y hasta manuales de liberación para poder vivir una vida

cristiana victoriosa.

Los orígenes de esta doctrina se remontan a los años cincuenta con Bert Hellinger, un teólogo, misionero católico,

psicoterapeuta y filósofo alemán que, al misionar en la comunidad Zulú en Sudáfrica quedó influenciado por sus

ritos y creencias; lo que le llevó a desarrollar su propio método de “Constelaciones Familiares”, donde se dice

que todo lo malo es consecuencia de lo que los ancestros hicieron y que se tiene que romper con ello.

Aunque ya existían las creencias y se practicaba esta "terapia" no se hallaban escritos. Fue hasta los años ochenta

en los libros de Peter Wagner, Derek Prince, Rebeca Brown y algunos otros predicadores contemporáneos que se le

dio difusión ya impresa.

Peter Wagner es el precursor de mayor influencia del movimiento Neo-carismático en el mundo. En sus

libros, viajes y conferencias promueve la guerra espiritual, los movimientos proféticos y apostólicos. Tiene

un centro especial para la "cartografía espiritual" (mapeo de los demonios de todo el mundo), y describe su

Centro Mundial de Oración como "el Pentágono de la guerra espiritual", además de clasificar estos

fenómenos como "La Tercera Ola del Espíritu Santo".

Neil Anderson enseña que los demonios pasan de generación en generación y que para despojarse de estas

fuerzas demoníacas se necesitan consejeros con conocimiento especial de ataduras diabólicas si el caso es

grave.

Derek Prince afirma que hay dos fuerzas actuando en cada individuo: bendiciones y maldiciones. Que las

maldiciones obran en nuestra vida desde hace miles de años y que para gozar de las bendiciones de Dios,

necesitamos saber cómo actúan esas fuerzas.

Rebeca Julia Brown es una controvertida escritora estadounidense que dirige el grupo religioso Harvest

Warriors (Guerreros de la cosecha). En 1980 conoció a Edna Elaine Moses en el Ball Memorial Hospital,

quien argumentó haber pasado 17 años en misiones satánicas como sacerdotisa casada con el Diablo y que

fue salvada por la congregación que ella quería destruir. Cabe mencionar que Elaine un día llegó al hospital

con hematomas y sobredosis por Demerol, lo que causó en Rebeca la cancelación de la licencia médica por

haber aplicado este medicamento. Quizás la mayor controversia sobre Rebeca Brown está en la afirmación

de que los nuevos cristianos podrían ser habitados (y no solamente poseídos) por demonios. Sus libros “Él

vino a libertar a los cautivos” y “Prepárate para la guerra” han sido investigados por la organización

cristiana “Freedom Outreach” y se ha concluido que las historias de Brown y Elaine son falsas.

Teresa Castleman, afirma: “Conjuramos las maldiciones que por generaciones se han permitido a través

de un espíritu familiar. Rompemos la atadura y en nombre de Jesús ordenamos que salga. Ordenamos que

vaya a lugares vacíos y decimos que a la maldición no se permita permanecer en ninguna futura

generación. Su poder y dominio son rotos para siempre".

Quienes defienden estos supuestos, aseveran que la pobreza, las enfermedades, el divorcio, la muerte temprana, el

adulterio, las malformaciones, las desviaciones sexuales, el incesto; entre otros, son maldiciones que han venido

como consecuencia del pecado acumulado de toda su familia o progenie.

Los supuestos están basados en algunos pasajes de la Biblia como, Éxodo 20:5-6; 34:6-7; Números 14:18; y

Deuteronomio 5:9-10; cada uno de estos textos anuncia las palabras: “visitar la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación”; de donde deducen que la palabra “maldad” se refiere a pecados que

atan a los cristianos aun después de convertidos.

El propósito de este artículo es, como dijera el apóstol Pedro, “… Santificar a Dios el Señor en vuestros

corazones, y… presentar defensa con mansedumbre y reverencia” (1ª. Pedro 3:15) ante todo aquel que esté

considerando los conceptos arriba señalados como parte de su vida cristiana.

Primero definamos la palabra “Maldición”: Una maldición es una sentencia pronunciada por Dios contra quien se

rebela e infringe su ley; o por algún ser humano justa o injustamente: “Más no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam;

y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición; porque Jehová tu Dios te amaba” (Deuteronomio 23:5). En

este texto vemos que aunque Balaam quería maldecir a Israel, Dios no se lo permitió, antes convirtió la maldición

en bendición, de ahí que “La maldición sin motivo jamás surte efecto; es como un ave sin rumbo” Proverbios

26:2 (Traducción al Lenguaje Actual).

Escudriñando las Escrituras, sabremos que todo el que está bajo la ley está bajo maldición (Gálatas 3:10). Todos

estamos bajo la ley; sea la de Moisés (AT), o sea la escrita en el corazón, la que te hace vivir en Santidad

(Romanos 2:29). La Biblia también menciona que “Si nosotros obedecemos todas las leyes, menos una de ellas,

es lo mismo que si desobedeciéramos todas” (Santiago 2:10 TLA).

Y como ninguno de nosotros ha podido cumplir toda la ley, todos estamos bajo maldición hasta que entregamos

nuestra vida a Jesús reconociéndolo como nuestro Señor y Salvador.

La palabra de Dios es muy clara “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo…

sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea

destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:4-6), así que todo el que ha reconocido la obra

de Cristo por él en la cruz ha muerto a la ley, al pecado y a toda maldición de la ley. “ Pero Cristo prefirió recibir

por nosotros la maldición que cae sobre el que no obedece la ley. De ese modo nos salvó…” (Gálatas 3:13

TLA).

Estudiando los pasajes centrales de esta enseñanza (Éxodo 20:5-6; 34:6-7; Números 14:18; y Deuteronomio 5:9-

10), observaremos que:

1. Nunca se menciona el término "castigo y/o maldición"

2. El pasaje usa la palabra "visitar" que según la Concordancia Exhaustiva de Strong *6485, en hebreo es

"pacád" y significa "supervisar, inspeccionar, cuidar de, interesarse en”.

3. El contexto del fragmento es la prohibición de la idolatría por parte de Dios. Lo cual nos muestra que Dios

tendrá cuidado de las sucesivas generaciones de aquellos que cayeron en el pecado de idolatría para

ver si están haciendo lo mismo que sus ancestros. 4. En cuanto a la expresión “maldad” en el texto: “ visitar la maldad de los padres sobre los hijos hasta la

tercera y cuarta generación”; la Concordancia Strong indica que “maldad” *5771 proviene de la voz hebrea

“avón”, traducida como iniquidad, falta, delito, “malos hábitos” o “mala conducta”; mientras que

“maldición” *779 proviene de la raíz primitiva en hebreo “arar”, cuyo significado es abominar, o

maldecir severamente. Cabe mencionar que la primera vez que Dios dicta un juicio de maldición es en

Génesis 3:14-17.

Entonces, en este contexto, “maldad” se refiere a patrones de conducta aprendidos como resultado de la

convivencia diaria entre padres e hijos, más no a pecados heredados. Lo que si puede ser transferible

genéticamente son algunas enfermedades como la hipertensión o la diabetes, pero sería irresponsable pensar que

una sesión de “liberación” nos libraría de la herencia de ellas si no llevamos un estilo de vida sano.

Así que la palabra “maldad” se refieren más bien a la influencia parenteral sobre los hijos y no a una maldición generacional.

Por lo tanto, si no estamos disfrutando de la libertad que Cristo nos ha dado, seguramente es por nuestros propios

pecados o por el temor con el que estamos viviendo por creer en esta herejía.

Si hemos cometido algún pecado, la Biblia dice que:

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda

maldad.” (1ª. Juan 1:9 RVR 60)

”Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente

con él, perdonándoos todos los pecados, anulando1 el acta de los decretos que había contra nosotros, que

nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, " y despojando a los principados y a

las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:13-15).

Lo que realmente se necesita es un verdadero arrepentimiento, y el estar en constante comunión con Dios para

que por el poder del Espíritu Santo vivamos una transformación que se demuestre en una vida ejemplar y llena

de frutos. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la

carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo

que quisiereis.” (Gálatas 5: 16-17)

Nosotros hemos sido justificados desde el día en que creímos. “Justificados pues por la fe tenemos paz

para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1); al darle crédito a estas falsas

enseñanzas estamos ignorando que Dios en su infinito amor y gracia dio la vida de su hijo en paga por

nuestros pecados.

1 Anulando, exaleipho; Strong #1813: De ex, ßfuera®, y aleipho, ßuntar®; de aquí, anular, borrar, lavar. Usada metafóricamente, la palabra significa una supresión u obliteración, ya sea de pecados (Hch. 3:19), de un decreto (Col. 2:14), un nombre (Ap. 3:5), o de lágrimas (Ap. 21:4)

Lo que esta creencia hace es regresar al legalismo y olvidar la gracia redentora de Dios cada vez que enseña que

hay que completar nuestra salvación haciendo o diciendo una serie de rituales para quedar libre de toda maldición.

Es una falsa doctrina que hace mala usanza aún de cosas de las que si se habla en la Palabra, como “el

ungir con aceite”, pues en el Nuevo Testamento, Santiago habla acerca de su uso específico: “Para que los

ancianos unjan con aceite a los enfermos en el nombre del Señor”, más no para hacer “limpias para

liberación de demonios” (Santiago 5:14).

Como cristianos, muchas veces nos excusamos en que el diablo nos tentó y pecamos, pero la única verdad

es que somos tentados de nuestras propias concupiscencias (Santiago 1:14).

Romanos 6:12-14 dice: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus

concupiscencias… Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”

No debemos colaborar con el plan de victimización de la sociedad moderna que nos enseña que todo lo que

nos pasa es porque hemos sido víctimas aún desde antes de nacer, víctimas de la irresponsabilidad o la

sobreprotección de nuestros padres, de la cultura de nuestros abuelos, de la genética familiar, de

circunstancias adversas, del ambiente liberal o conservador, etc., lo que nos lleva a pensar que nadie es

responsable de sus propios actos. Si esto fuera cierto, entonces la Biblia no nos exhortaría a una vida Santa,

y nos revelaría por lo menos un texto que ejemplificara como romper maldiciones; pero como en toda la

Escritura Dios no se nos muestra ningún pasaje de esta índole, no tenemos porque creerlo y aún realizarlo.

Por algo nos exhorta el apóstol Pablo en la primera carta a la iglesia de Tesalónica:

“Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”

(1ª. Tesalonicenses 5:21-22)

No debemos olvidar que “Dios. . . pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:5,6) “porque todos

compareceremos ante el tribunal de Cristo…de manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”

(Romanos 14:10b,12), ninguno pagará por los pecados de sus padres o antepasados:

“¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice:

Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera2?.

Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis porque usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía;

el alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:2-4)

El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre,

ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él,

y la impiedad del impío será sobre él. (Ezequiel 18:20)

“En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes

de los hijos tienen la dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad;

los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera” (Jeremías 31:29,30)

Como podemos ver, ésta es la escritura interpretada por la escritura misma; nadie cargará ni pagará por las

culpas de otros; o dígame usted, si cuando un padre come algo agrio, ¿acaso le resulta la sensación desagradable y

chirriante en los dientes a su hijo?

La Biblia nos muestra que Jesús se enfrentó también con estas falsas enseñanzas:

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién

pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Juan 9:1–3) 1 F. Sensación áspera y desagradable en los dientes y/o encías que es producida por alimentos ácidos, tacto áspero o

ruido chirriante.

Aunque los discípulos tenían el antiguo punto de vista erróneo de que los pecados podrían ser heredados, Jesús

enfatizó la gloria y la gracia de Dios y no hizo ninguna referencia a la necesidad de una oración adicional, un rito, o

una renunciación para complementar su obra redentora.

Sumamente peligroso es pensar que las bendiciones de Dios se basan solo en tener dinero, casa y fortuna; o en ser

la congregación de mayor afluencia o en la que hace más congresos. El verdadero éxito de un cristiano está

determinado en la medida que nos dejamos gobernar por el Señorío de Cristo.

Nehemías animó al pueblo y reconstruyó los muros de Jerusalén; sin embargo vivió gran dolor al

ver las cosas abominables que seguían haciendo en el templo, y no por eso fue un fracasado.

(Nehemías 13)

Jeremías profetizó 40 años y no logró convertir al pueblo; sin embargo mostró gran compasión por

ellos y derramó lágrimas por su falta de entendimiento.

Jesús no vivió conforme a la concepción actual del éxito, Él fue traicionado por sus discípulos,

herido y abandonado por su propio pueblo, burlado, traspasado con una lanza, colgado de un

madero…; pero aún así logró concluir exitosamente la tarea de su Padre porque obedeció a su

buena, agradable y perfecta voluntad; y por medio de Él “…ya no somos esclavos, sino hijos; y si hijos, también herederos de Dios” (Gálatas 4:7)

La vida cristiana es muy diferente a la que se concibe actualmente en algunas esferas del cristianismo; Hebreos

11:36-40, dice que por fe muchos experimentaron vituperios y azotes, otros fueron encarcelados, apedreados,

aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada, anduvieron errantes, en desiertos, por los montes, por

cuevas, por cavernas, pobres, hambrientos, angustiados, maltratados, despreciados, más con todo esto… el mundo

no era digno de ellos. Nunca se nos menciona que todo lo que pasaron fue a causa de una maldición.

Recordemos que Moisés y los profetas vivieron el paganismo del pueblo de Israel y trataron de corregirlo, pero

constantemente el pueblo volvía a caer en los mismos errores; Jesús vino, la palabra fue revelada y aún así el

pueblo regresó a la senda equivocada.

La iglesia de hoy tiene el testimonio de Moisés, de los profetas, de Jesús, y de los discípulos, la plenitud y los

dones del Espíritu Santo. Sin embargo aún hay quienes han caído en el paganismo.

Amados, no erremos, la palabra de Dios nos dice “Mi pueblo fue destruido por que le faltó conocimiento…”

(Oseas 4:6). Busquemos con todas nuestras fuerzas conocer íntimamente a Nuestro Padre a través de su Palabra,

clamemos a Nuestro Dios por la llenura de su Santo Espíritu, gocémonos en todo tiempo, aún en el de prueba

porque “…sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a

su propósito3 son llamados.” (Romanos 8:28), y vivamos en la plenitud de saber que:

Hemos sido redimidos de la maldición de la ley por Jesucristo (Gálatas 3:13; Tito 2:14)

Hemos pasado de las tinieblas a la luz admirable (1a. Pedro 2:9)

Hemos sido hechas nuevas criaturas ( 2ª. Corintios 5:17)

Hemos sido adoptados como hijos de Dios ( Efesios 1:5)

Hemos nacido de nuevo y nuestro viejo hombre (el sujeto de maldición) fue muerto con Cristo en la cruz

(Juan 3:3-7; Santiago 1:18; Romanos 6:6; Colosenses 3:9)

Hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre de Jesús (1a. Corintios 6:11, Romanos 5:1)

Hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13)

Hemos sido libres, porque Jesús nos dio la libertad (Juan 8:36)

Con el amor del Señor: Jazmín Patiño Puertos Septiembre 2 del 2011

� Estudio presentado para debate en Curso de Discipulado local. 1  Propósito,  prothesis;   Strong   #4286:  De  pro,   “antes”,   y   thesis,   “un   lugar”,   y   de   ahí,   “un   llevar   adelante”.   La   palabra  sugiere  un  plan  deliberado,  una  proposición,  un  plan  anticipado,  una  intención,  un  designio.  Nuestra  salvación  personal  no  solamente  fue  bien  planeada,  sino  que  pone  de  manifiesto  la  invariable  fidelidad  del  Dios  que  espera  la  consumación  de  su  gran  plan  para  la  Iglesia

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