NO PIENSES EN UN ELEFANTE

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NO PIENSES EN UN ELEFANTE El popular investigador en lingüística cognitiva George Lakoff inicia su fantástico libro sobre comunicación política No pienses en un elefante narrando una deliciosa anécdota que resume perfectamente la tesis de su libro. Cuenta este profesor de la Universidad de Berkeley que, cada año cuando comienza el curso, hace un juego con sus estudiantes. Les indica que intenten no pensar en un elefante. En su dilatada trayectoria como docente universitario afirma no haber encontrado jamás a ningún alumno capaz de no pensar en un elefante cuando él sugiere que no lo hagan. Efectúen la prueba con alguno de sus conocidos. Díganles: “No pienses en un elefante”. Acto seguido, pregúntenles si fueron capaces de hacerlo. Si son sinceros con ustedes, les dirán que en algún momento durante los segundos posteriores a la recepción de esa orden, todos pensaron en un elefante o en algún elemento relacionado con el significado de la palabra elefante. Este proceso sucede porque cada palabra que recibimos activa en nuestra mente un marco cognitivo, un corpus de significados que hemos construido desde nuestra realidad social y cultural. Incluso, ese marco se activa cuando negamos la palabra, como en el caso del juego del elefante. La palabra “chorizo” en su acepción de “ladrón” o “corrupto” define en nuestra mente un marco cognitivo determinado aunque pongamos delante la palabra “no”. Esto lo sabe perfectamente el presidente estadounidense Richard Nixon cuando, en plena crisis por el escándalo Watergate, apareció en televisión con un primer plano y afirmó: “No soy un chorizo”. Nadie le creyó, porque al utilizar la palabra “chorizo” activó un marco negativo en el cerebro de los ciudadanos americanos. La elección de unas palabras u otras a la hora de comunicarnos resulta fundamental en la construcción del mensaje. Por este motivo, algunos políticos hace unos años evitaron hablar de “crisis” y acuñaron la expresión “desaceleración” para referirse al nuevo periodo de dificultades económicas. Otros prefieren hablar de “ajustes” en vez de “recortes”. Resulta obvio que el marco cognitivo que evoca la palabra “desaceleración” no es el mismo que el de “crisis”, aunque nos refiramos a la misma realidad. La misma lógica sirve para “ajustes” y “recortes”. Son ejemplos de cómo el uso del lenguaje contribuye a enmarcar significados diferentes en función de los términos que usemos para referirnos a la realidad. Tendemos a pensar que el lenguaje es un constructo humano que se pone al servicio de la realidad para definirla. Es decir, que primero está la realidad, que es objetiva y unívoca, y en un segundo momento se crea el lenguaje para ponerlo al servicio de esta realidad a fin de describirla. Este planteamiento es un error: el proceso funciona a la inversa. Es la realidad la que se pone al servicio del lenguaje. Aunque suene raro, es el lenguaje el que crea la realidad; las cosas existen para nosotros, se convierten en entes inteligibles, cuando podemos nombrarlas. Encontramos una explicación clara de este proceso cuando analizamos cómo aprendemos idiomas. Si diéramos por correcta la hipótesis que defiende que la realidad es única y el lenguaje se adapta a ella para describirla, todas las palabras de todos los idiomas tendrían traducciones exactas y literales. Pero, cualquiera que sepa varias lenguas sabe que esto no es así. Por ejemplo, existen numerosas palabras en inglés que no tienen traducción exacta al castellano, y viceversa. ¿Cómo es posible esto si la realidad es objetiva y la lengua se pone a su servicio? La explicación la ofrecíamos antes:

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Breve artículo sobre la importancia del lenguaje en la construcción de realidades y la instalación de marcos congnitivos sociales que sirven para guiar comportamientos y explicar el mundo.

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  • NO PIENSES EN UN ELEFANTE

    El popular investigador en lingstica cognitiva George Lakoff inicia su fantstico libro sobre comunicacin poltica No pienses en un elefante narrando una deliciosa ancdota que resume perfectamente la tesis de su libro. Cuenta este profesor de la Universidad de Berkeley que, cada ao cuando comienza el curso, hace un juego con sus estudiantes. Les indica que intenten no pensar en un elefante. En su dilatada trayectoria como docente universitario afirma no haber encontrado jams a ningn alumno capaz de no pensar en un elefante cuando l sugiere que no lo hagan. Efecten la prueba con alguno de sus conocidos. Dganles: No pienses en un elefante. Acto seguido, pregntenles si fueron capaces de hacerlo. Si son sinceros con ustedes, les dirn que en algn momento durante los segundos posteriores a la recepcin de esa orden, todos pensaron en un elefante o en algn elemento relacionado con el significado de la palabra elefante.

    Este proceso sucede porque cada palabra que recibimos activa en nuestra mente un marco cognitivo, un corpus de significados que hemos construido desde nuestra realidad social y cultural. Incluso, ese marco se activa cuando negamos la palabra, como en el caso del juego del elefante. La palabra chorizo en su acepcin de ladrn o corrupto define en nuestra mente un marco cognitivo determinado aunque pongamos delante la palabra no. Esto lo sabe perfectamente el presidente estadounidense Richard Nixon cuando, en plena crisis por el escndalo Watergate, apareci en televisin con un primer plano y afirm: No soy un chorizo. Nadie le crey, porque al utilizar la palabra chorizo activ un marco negativo en el cerebro de los ciudadanos americanos. La eleccin de unas palabras u otras a la hora de comunicarnos resulta fundamental en la construccin del mensaje. Por este motivo, algunos polticos hace unos aos evitaron hablar de crisis y acuaron la expresin desaceleracin para referirse al nuevo periodo de dificultades econmicas. Otros prefieren hablar de ajustes en vez de recortes. Resulta obvio que el marco cognitivo que evoca la palabra desaceleracin no es el mismo que el de crisis, aunque nos refiramos a la misma realidad. La misma lgica sirve para ajustes y recortes. Son ejemplos de cmo el uso del lenguaje contribuye a enmarcar significados diferentes en funcin de los trminos que usemos para referirnos a la realidad.

    Tendemos a pensar que el lenguaje es un constructo humano que se pone al servicio de la realidad para definirla. Es decir, que primero est la realidad, que es objetiva y unvoca, y en un segundo momento se crea el lenguaje para ponerlo al servicio de esta realidad a fin de describirla. Este planteamiento es un error: el proceso funciona a la inversa. Es la realidad la que se pone al servicio del lenguaje. Aunque suene raro, es el lenguaje el que crea la realidad; las cosas existen para nosotros, se convierten en entes inteligibles, cuando podemos nombrarlas.

    Encontramos una explicacin clara de este proceso cuando analizamos cmo aprendemos idiomas. Si diramos por correcta la hiptesis que defiende que la realidad es nica y el lenguaje se adapta a ella para describirla, todas las palabras de todos los idiomas tendran traducciones exactas y literales. Pero, cualquiera que sepa varias lenguas sabe que esto no es as. Por ejemplo, existen numerosas palabras en ingls que no tienen traduccin exacta al castellano, y viceversa. Cmo es posible esto si la realidad es objetiva y la lengua se pone a su servicio? La explicacin la ofrecamos antes:

  • no existe una realidad, sino que sta la crea el lenguaje y por eso cada idioma determina realidades diferentes. Es el lenguaje el que crea la realidad y no al revs.

    Cuando somos capaces de nombrar con una palabra o una expresin sencilla conceptos complejos fijamos nuevas realidades que antes no existan, o eran difciles de asimilar (y, por tanto, no formaban parte de la cosmovisin de la gente). Un ejemplo claro de los ltimos meses es el concepto de puertas giratorias. Todos sospechbamos de esa relacin de privilegios entre la gran empresa y la alta poltica que hace que determinados altos cargos de los gobiernos pasen a formar parte de los consejos de administracin de corporaciones privadas multinacionales una vez han liquidado su etapa poltica no sin antes haber tomado alguna medida en favor de tales empresas. Esta problemtica comienza a ser manejada en el ideario colectivo cuando alguien introduce el significante puerta giratoria, metfora que sirve para describir el fenmeno anteriormente explicado. Hasta que no apareci esta expresin, no visualizamos la problemtica para convertirla en una realidad simple, perceptible, manejable y asimilable para el comn del ciudadano.

    David Garca Marn.

    Periodista. Mster de Radio. Investigando en Comunicacin Digital.