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NOMENCLATURA MIGUEL HIDALGO

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Nomenclatura Delegación Miguel Hidalgo

México, 2012


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Primera edición 2012 © Delegación Miguel Hidalgo Dirección Ejecutiva de CulturaDirección de Fomento CulturalParque Lira No. 94Col. ObservatorioC.P. 11860 México D.F.

© Los autores por sus textos

Dirección: José Alfredo Reynoso RuizCoordinación editorial: Mario Saavedra GarcíaInvestigación: Sergio Raúl Corona y Alberto Segundo Franco

ISBN: 978-607-95754-1-0

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso en México


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Presentación

Las calles de una comunidad son mucho más que caminos para circu-lar y desplazarse; también son el espacio de socialización por excelencia, pues en ellas convivimos e interactuamos, crecemos, transitamos día con día. Son el escenario predilecto de las funciones cívicas y de otras de muy variada índole; por ellas desfila un amplio abanico social que incluye a los más diversos estratos de la población.

Desde los antiguos caminos y veredas indígenas, los viejos sende-ros novohispanos, las callejuelas que más tarde se formaron entre los lindes de las quintas y de las haciendas, nuestras calles se dividen hoy en arbolados paseos, grandes avenidas, ruidosas calzadas, transitados circuitos, angostos y escondidos callejones, pintorescas privadas e ine-vitables cerradas.

Esta gran variedad de calles en nuestra Delegación poseen su pro-pia denominación, que por diversas razones y circunstancias a veces ignoramos, y en muchos casos sirven para rendir homenaje a notables personajes y para recordar importantes momentos de nuestra histo-ria. Juntas todas ellas conforman un increíble acervo cultural que nor-malmente pasamos por alto en nuestro desplazamiento diario.

Con este trabajo queremos ofrecer en particular un primer bos-quejo de los personajes y eventos que las denominan. No es una tarea original ni la última palabra, sino un primer esfuerzo que esperamos sirva de punto de partida para que en un futuro se integren los perso-najes extranjeros, golfos, mares, lagos, presas, bosques, sierras, mon-tes y demás nombres que designan las calles de la Delegación Miguel Hidalgo, y se conjugue así la nomenclatura de toda la demarcación para conocimiento de sus habitantes y transeúntes.

Nuestras calles son testigos y memoria en el tiempo, y estas páginas son una invitación para hacer un recorrido por nuestra historia y para conocer el rostro más humano de nuestra ciudad, que estamos ciertos disfrutarán.

Demetrio Sodi de la TijeraJefe Delegacional en Miguel Hidalgo


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Introducción

“La memoria de un lugar, es la memoria de sus habitantes y viceversa”.

Arnold Toynbee

La historia de los países se encuentra plasmada en la nomenclatura de sus calles y la ciudad de México posee un valioso pasado histórico que nace hace más de dos mil años, cuando comenzaron los primeros asentamientos humanos de los que se tiene registro, y donde se origi-naron los cimientos en los que se empezó a forjar el esplendor de esta gran ciudad.

La majestuosa capital del imperio azteca incluía en su traza amplias calzadas que partían del centro de la ciudad hacia los cuatro puntos cardinales. Una de éstas sobrevive hasta nuestros días y atraviesa parte de nuestra demarcación: la Calzada México-Tacuba.

Este camino sirvió para conectar la capital azteca con el señorío de Tlacopan, que corresponde a la actual Tacuba, y ha sido escenario de importantes acontecimientos a lo largo de nuestra historia. Por ésta calle se retiraron las tropas de Cortés tras ser derrotadas por los azte-cas, fue elegida por algunos conquistadores para construir sus casas, sirvió de marco para el desfile de los invasores estadounidenses, así como del ejército trigarante y de diversos bandos revolucionarios.

Con el paso de los años y el crecimiento de la ciudad, el 18 de no-viembre de 1824 el Congreso decidió crear un Distrito Federal para albergar los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del naciente país. Este nuevo territorio incluyó a los municipios de Tacuba, Tacubaya, Azcapotzalco, Mixcoac y la Villa de Guadalupe.

En la década de 1930 se decidió eliminar los ayuntamientos para formar un Departamento Central que se encargara del gobierno local, y en 1970 se conformaron las 16 delegaciones en las que actualmente está divida la ciudad.

La Delegación Miguel Hidalgo se formó con territorios de valiosa tradición histórica y cultural como Tacuba, Tacubaya y Chapultepec, así como con las nuevas colonias que surgieron por el crecimiento desmesurado que tuvo la ciudad a principios del siglo XX.


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Particularmente la villa de Tacubaya ha sido escenario de nume-rosos eventos como la manifestación de Juan O’Donojú, último virrey de la Nueva España, de la conclusión de la Guerra de Independencia el 16 de septiembre de 1821, el Plan de Tacubaya que desata la Guerra de Tres Años entre liberales y conservadores, la batalla del Molino del Rey y la defensa del Castillo de Chapultepec por los legendarios Niños Héroes entre otros. Incluso durante la colonia se pensó en convertirla en capital del gobierno virreinal.

Esta memoria histórica de los protagonistas, gestas y héroes se en-cuentra inscrita en la nomenclatura de las calles y espacios de nuestra Delegación. Con este trabajo se pretende rescatar parte de esta his-toria a través de breves semblanzas que presentamos de manera cro-nológica, a partir de las propias colonias para su mejor comprensión. De esta manera, comenzamos con la colonia Tlaxpana y sus calles que se identifican con nombres de dioses y reyes prehispánicos, para continuar con los virreyes de la Nueva España en Chapultepec y los protagonistas del movimiento independentista en la colonia Argen-tina Antigua, así como con otros héroes y hechos históricos poste-riores que se nombran en las colonias de la zona sur-oriente de nuestra demarcación.

Esperamos que con esta aportación la Delegación Miguel Hidalgo contribuya a preservar el recuerdo en la memoria de sus habitantes de los personajes y eventos que forman parte de nuestra nomenclatura.


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Delegación Miguel Hidalgo

MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA

(1753–1811)Miguel Hidalgo y Costilla nació en la hacienda de San Diego de Co-rralejo, Guanajuato, el 8 de mayo de 1753; distinguido estudiante, sus compañeros lo apodaron “El Zorro” por su inteligencia y sagacidad.

Como sacerdote sirvió en varios curatos. Durante su estancia en el pueblo de Dolores, Guanajuato, estuvo vinculado al grupo que conspiraba en favor de la independencia de México, entre quienes se encontraban el corregidor de Querétaro Miguel Domínguez y su es-posa Josefa Ortiz de Domínguez, Ignacio Allende, los hermanos Juan e Ignacio Aldama, además de otras personalidades.

Cuando la conspiración fue descubierta, el gobierno virreinal or-denó que todos los integrantes que planeaban el movimiento insur-gente fueran aprehendidos; avisados del peligro que corrían, Aldama y Allende dieron la noticia al padre Hidalgo, y juntos decidieron con-vocar a la lucha armada. Durante la madrugada del 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y sus seguidores, cual si llamaran a misa, reunieron al pueblo humilde de Dolores para alentarlo a la rebelión en favor de la independencia bajo el grito: “¡Viva la Virgen de Gua-dalupe! ¡Muera el mal gobierno!”

Los insurgentes –en su mayoría indígenas armados con lanzas, hondas y machetes, más los soldados que estaban al mando de Allen-de–, marcharon en dirección a San Miguel el Grande. A su paso por el santuario de Atotonilco, Hidalgo enarboló la primera bandera de la rebelión: un estandarte con la estampa de la Virgen de Guadalupe. Después de varios enfrentamientos, los insurgentes derrotaron al ejér-cito realista en el Monte de las Cruces, justo a la entrada de la capital. Aterrado por la cantidad de sangre derramada y lo que todavía quedaba por venir, Hidalgo decidió no avanzar sobre la ciudad y replegar sus tropas, con lo que se suscitaría un obligado distanciamiento entre él y Allende.

En San Jerónimo Aculco los insurrectos fueron derrotados; venci-dos, se desplazaron hacia Valladolid (hoy Morelia) y posteriormente a Guadalajara. Instalado en su cuartel general, Hidalgo se encargó


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de difundir los ideales y los programas del movimiento a través de la edición del periódico El Despertador Americano; asimismo promulgó los decretos en que se declaraba abolida la esclavitud, se entregaba a los indios el goce exclusivo de sus tierras comunales, se eliminaba el pago del tributo y se permitía la fabricación de pólvora.

Nuevamente vencidos en las afueras de Guadalajara, los insur-gentes marcharon entonces hacia el norte del territorio, pero en su tránsito serían emboscados, aprehendidos y conducidos a Chihua-hua. Entonces Miguel Hidalgo fue degradado de sus funciones sacer-dotales, entregado a la justicia civil y condenado a ser fusilado el 30 de julio de 1811. Ya ejecutado, su cabeza fue cercenada y enviada a la ciudad de Guanajuato donde quedó expuesta dentro de una jaula en una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, como muestra de escarmiento para provocar miedo entre la población.

Durante la época que duró su movimiento, el cura Hidalgo lo mis-mo obtuvo la aprobación de sus correligionarios que el rechazo de las autoridades virreinales. Es notorio el contraste de calificativos que recibió de ambos bandos: a los ojos de la oscuridad retrógrada, prín-cipe de los malditos insurgentes, hereje, libertino, sedicioso, lascivo, traidor; y a la luz de las causas justas y progresistas, Generalísimo, Exce-lencia, Alteza Serenísima, Padre de la Patria.

Por su incuestionable relevancia como iniciador del movimiento de nuestra independencia, Miguel Hidalgo conserva un lugar privilegiado en la historia de México y es digno de ser reconocido y rememorado como el Padre de la Patria, mote que desde su tiempo le fue asignado por muchos de sus más nobles y devotos seguidores.

Miguel Hidalgo le otorga el nombre a la demarcación y de igual manera a una escuela primaria ubicada en la Calzada México-Tacuba núm. 479, en la colonia Popotla. Le rinde homenaje a su memoria una escultura en la explanada oriente del edificio delegacional, obra del escultor italiano Enrique Alciati.


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Colonia Tlaxpana

TONANTZIN

La palabra significa “nuestra madrecita”. En la cosmovisión náhuatl, los dioses estaban divididos en un principio dual: masculino y feme-nino, calor y frío, vida y muerte. La diosa Tonantzin representa la par-te femenina del cosmos, asociada a la tierra, es la madre de los hom-bres y los dioses. Su santuario estaba ubicado en el cerro del Tepeyac, donde desembocaba una de las calzadas que unía la ciudad de Te-nochtitlán con tierra firme y a donde concurría gran cantidad de gente para venerarla.

TLÁLOC

Es el dios del agua, quien envía las lluvias fecundadoras de la tierra y aparece asimismo como el protector de los buenos temporales. Existe la creencia de que en su residencia hay un pletórico paraíso vegetal donde nunca se padece hambre y al cual se ingresa a través de las montañas más altas donde se forman los nublados. Su efigie está pin-tada de azul y verde para simbolizar las aguas y en la mano sostiene una pieza larga, serpenteada y de punta aguda que representa el rayo.

QUETZALCÓATL La serpiente-quetzal, serpiente preciosa, el gemelo precioso, Quetzal-cóatl corresponde al dios del viento, de la vida, de la mañana, de los gemelos y se le identifica con el planeta Venus.

Su efigie es una serpiente cubierta con plumas de quetzal, aunque también se le representa mediante una imagen antropomorfa con una máscara de ave, un gorro cónico cubierto con piel de jaguar y un ca-racol marino cortado transversalmente. Es el señor que rige a los sa-cerdotes, por eso lleva un incensario y una bolsa para el copal, ele-mentos que lo distinguen. Se le considera uno de los dioses creadores del universo y el engendrador de la humanidad, a la cual sustenta regalándole los granos de maíz y elaborando el pulque.

Otras advocaciones del mismo dios son: Ehécatl, Tlahuizcalpan-tecuhtli, Cé Ácatl y Xólotl.


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XÓLOTL Hermano gemelo de Quetzalcóatl, Xólotl corresponde a una deidad mesoamericana relacionada con el inframundo, significa “monstruo” y es comúnmente representado con cabeza de perro y con garras en lugar de manos y pies.

Como personaje histórico es considerado el primer rey de los gru-pos chichimecas arribados del norte de México y que se asentaron en el Altiplano Central en el siglo XII y principios del XIII. Después de la destrucción de la ciudad de Tula, Xólotl ordenó explorar los alrede-dores de la Cuenca de México y decidió establecerse en Tenayuca, en el actual Estado de México, donde erigieron los edificios de su nueva ciudad, tomó posesión de las tierras que habían sido del antiguo im-perio tolteca y llamó a esta región Chichimecatlalli: “tierra de los chichimecas”.

Este personaje dividió su reino en varios señoríos y le heredó la zona más importante a su hijo Nopaltzin.

NOPALTZIN

Vivió alrededor del siglo XIII, siendo el segundo rey de los chichime-cas y heredero del trono de su padre Xólotl. Desposado con Azcaxó-chitl, princesa de linaje tolteca, pleno de fortaleza y valor, Nopaltzin (venerable nopal pequeño) fue el gobernante que consolidó el reino chichimeca.

Aunque su corte residía en Tenayuca, el gobernante trasladó su es-tancia por algún tiempo a la ciudad de Texcoco. Su reinado se carac-terizó por las pugnas y continuas guerras entre los diferentes señoríos rivales de Tenayuca. Tras varios años de conflictos bélicos, el reino de Nopaltzin encontró la paz. Murió en la ciudad de Tenayuca tras 32 años de gobierno.

IZCÓATL

Izcóatl (serpiente de obsidiana) fue el cuarto gobernante de Tenoch-titlán, hijo de Acamapichtli y de una princesa de Azcapotzalco, duran-te su gobierno se realizó la primera gran etapa expansiva del señorío mexica. Antes de ser elegido gobernante, se desempeñó como el má-ximo jefe militar de su ciudad.


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El señorío mexica estaba sujeto y era tributario de la ciudad de Azcapotzalco; con el ascenso de Izcóatl al mando de Tenochtitlán en 1427, las relaciones políticas cambiaron: aliados militarmente, Tlaco-pan, Texcoco y México-Tenochtitlán, consiguieron derrotar a los te-panecas de Azcapotzalco en 1428, finalizando así el predominio de esta ciudad sobre los señoríos del Valle de México.

Los gobernantes de las ciudades vencedoras formaron una triple alianza, cuyos ejércitos quedaron bajo el mando militar de Tenoch-titlán, que comenzó una expansión conquistadora hacia otros pueblos como Mixcoac, Atlacuihuayan (Tacubaya), Huitzilopochco (Churu-busco), Xochimilco, Teotihuacán, Coyohuacan (Coyoacán), Mixquic, Cuitláhuac y Cuauhnáhuac (Cuernavaca, Morelos). Durante esta etapa se construyeron la calzada hacia el cerro del Tepeyac que unía a Te-nochtitlán con la ribera norte del lago y una ampliación adicional del Templo Mayor.

Junto a la campaña militar contra Azcapotzalco, Izcóatl reformó algunos aspectos de la tradición de su pueblo para fundamentar sus acciones como gobernante; entre otras medidas, ordenó la destruc-ción de los viejos amoxtli (códices) que consignaban los hechos histó-ricos del pueblo mexica, para crear una serie de conceptos cosmogó-nicos sustentantes del origen mítico mexica como herederos del linaje tolteca: condensación de los avances civilizatorios mesoamericanos que incluían lenguaje, arte, usos y costumbres. Entre lo reformado es-tuvo también la justificación de los gobernantes y su acceso al poder, la importancia sanguínea de los nobles respecto al común de la gente y el sacrificio humano como vía para la existencia misma del universo. Murió hacia 1440.

ATZAYÁCATL

Atzayácatl (rostro de agua) fue nieto de Moctezuma Ilhuicamina, emperador de los mexicas. A la muerte de su abuelo recibió el bastón de mando como gobernante de Teochtitlán en el año de 1469. Atza-yácatl es representado mediante un glifo en el cual se observa una cara café con el símbolo del agua.

En 1473, Moquihuix, señor de Tlatelolco, se alió con los chalcas y le declaró la guerra a los mexicas. Atzayácatl, al frente de su ejército,


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entró a Tlatelolco y venció a Moquihuix sacrificándolo en el mercado, con lo que la otrora ciudad hermana de Tenochtitlán perdió su go-bierno independiente y Tlatelolco pasó a ser uno más de los tributa-rios mexicas.

Entre 1475 y 1476, Atzayácatl tuvo acciones militares exitosas au-mentando el número de pueblos sometidos al imperio; por ejemplo, conquistó el Valle de Toluca, pero en cambio fracasó en la conquista de los purépechas de la zona lacustre de Michoacán. En memoria de los guerreros muertos en esa guerra, celebró fastuosas exequias; consagró la piedra del sol, hoy conocida como calendario azteca, y él mismo hizo sacrificios humanos en honor a sus dioses.

Se desposó con Azcaxóchitl, hija de Nezahualcóyotl, con quien pro-creó tres hijos: Moctezuma Xocoyotzin, Cuitláhuac y una hija que fue la madre de Cuauhtémoc, el último emperador mexica.

Enfermó sin poder recuperarse y murió en 1481. Su imagen quedó esculpida en las rocas de Chapultepec.

TIZOC

Probablemente Tizoc significa “agujerado con esmeraldas”. Fue suce-sor de su hermano Axayácatl en el gobierno de Tenochtitlán hacia 1481 y se caracterizó por su dedicación a la vida religiosa y escaso éxi-to en la expansión militar.

Su primera campaña, el ataque a la ciudad de Meztitlán resultó una derrota; luego se dirigió hacia Veracruz y Oaxaca con mejores resultados. No obstante, a pesar de las catorce campañas militares que emprendió, no pudo acrecentar los dominios de la Triple Alianza, lo que inclinó al gobernante a administrar y consolidar el territorio con-quistado más que a asediar otros pueblos.

Mandó la reconstrucción del Templo Mayor de Tenochtitlán y desarrolló un eficaz sistema de correos para el imperio. De carácter siempre propositivo, promovió la medida, en principio bien acogida, de sumar al estilo de vida mexica a los pueblos sometidos; sin embar-go, en unos cuantos años, al ver los costos de dicha empresa y al encontrarse limitados a unos tributarios cada vez más domesticados pero menos pagadores –y cada vez menos respetuosos–, se vio en la imposibilidad de continuar con su mandato.


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Ordenó construir un monolito conocido como “La piedra de Ti-zoc”, cuyos relieves rememoran las conquistas militares que obtuvo. Sin embargo, algunos historiadores atribuyen muchas de las con-quistas no a Tizoc sino a sus antecesores.

Los insuficientes éxitos del gobernante motivaron la intriga contra él, fraguándose su envenenamiento en 1486.

NEZAHUALPILLI

(1464–1515)Gobernante, sabio, poeta, orador, arquitecto y astrónomo, nacido en 1464 en Texcoco, Nezahualpilli (príncipe ayunador) poseía sobre todo cualidades de pensador y de poeta que durante toda su vida habrían de granjearle la amistad, la simpatía y la adhesión no sólo de sus súbditos sino de todos los reyes y señores que tenían la fortuna de tratar con él, y aun las de los príncipes y señores de comarcas lejanas que acudían a Texcoco.

Desde su nacimiento cobró fama de hombre encantado y se dice que estando en su cuna sus amas lo veían en diferentes figuras de animales, unas veces en forma felina, otras de águila en vuelo.

Nezahualpilli comenzó a gobernar en Texcoco muy joven por designación de su padre y antecesor Nezahualcóyotl, con la ayuda y cuidado del noble Acapioltzin, quien lo aconsejó y lo guió en sus años de juventud. Tuvo que participar en varias campañas militares de conquista emprendidas por sus aliados mexicas, y se distinguió en las guerras que se libraron en contra de los señoríos de Huexotzinco, Atlixco y Tlaxcala.

Promulgó una serie de leyes, como lo había hecho su padre, a las cuales creyó su deber someterse y cumplir aun a costa de seres alle-gados a él por lazos de sangre, de amor o de afecto. Señor del canto y de las flores, poeta al igual que su progenitor, de la obra literaria de Nezahualpilli poco fue lo que se salvó de la destrucción general que sobrevino con la llegada de los españoles; sin embargo, las crónicas y los antiguos cantares mexicanos ponderan sus dotes de gobernante y de forjador de poesía.

Cuenta la leyenda que al sentir cercana la hora de su muerte, se re-fugió en el sitio más alejado de su palacio y allí se fue consumiendo. Sus


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vasallos empezaron a afirmar que no había muerto, sino que se había ido a reinar a tierras lejanas. Nezahualpilli, señor de Texcoco, reinó durante 44 años y murió a la edad de 51 años, muy pocos en realidad comparados con los que habían vivido sus antepasados.

CACAMATZIN

(1494–1520)Señor de Texcoco cuyo nombre parece significar “venerable labio pequeño”. Fue hijo de Nezahualpilli y nieto de Nezahualcóyotl; compuso algunos poemas que se han conservado hasta nuestros días. Su madre era hermana de Moctezuma Xocoyotzin, señor de Tenoch-titlán. A la muerte de su padre, tuvo que disputar el trono con sus hermanos; el apoyo de su tío, Moctezuma, le permitió llegar al poder en Texcoco.

Más tarde, con la llegada de los españoles al Valle de México, acu-dió al recibimiento que el rey mexicano hizo a Cortés, mientras que su hermano Ixtlilxóchitl conspiraba estableciendo una alianza con los extranjeros que le prometieron la totalidad del reino texcocano. Cacamatzin fue hecho prisionero por los españoles, y después de la muerte de Moctezuma, Hernán Cortés ordenó su ejecución acusán-dolo de haber asesinado a varios españoles.


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Colonia Anáhuac II

HUETZIN

Fue un personaje que probablemente vivió entre los siglos XII y XIII; algunas fuentes de información lo señalan como gobernante del seño-río de Coatlinchan en la región texcocana. Tal vez su nombre significa “venerable que cae”; fue un caudillo guerrero que sometió a otras pobla-ciones, recibió de Xólotl la provincia chichimeca de Tepetlaóztoc, misma que le rindió vasallaje y tributo para beneficio del señorío de Coatlinchan. El tributo que estos chichimecas pagaban consistía en conejos y liebres, venados, pieles de fieras y mantas.

El cultivo del maíz y otras semillas hizo que los chichimecas, acos-tumbrados a otras actividades, cambiaran su modo de vida y se dedi-caran al cuidado de los cultivos y los terrenos. Sin embargo, algunos pueblos errantes y recolectores no quisieron abandonar sus costum-bres y su reacción fue emigrar. Por su lado, los grupos chichimecas sedentarios se incluyeron entre los vasallos y pobladores de Huetzin, señor de Coatlinchan, cuyos dominios limitaban con Texcoco.

CUITLÁHUAC

De etimología dudosa, Cuitláhuac acaso significa “lama de agua”. Es probable que haya nacido hacia 1476, y fue el décimo y penúltimo emperador mexica. Hermano de Moctezuma Xocoyotzin, le sucedió como gobernante por algunos meses durante el año de 1520.

Era uno de los principales jefes militares mexicas así como señor de Iztapalapa. Con la llegada de los conquistadores europeos a la ciu-dad de Tenochtitlán, Cuitláhuac fue el encargado de organizar militar-mente a su ciudad y conseguir la salida forzada de los españoles, a los que combatió férreamente y con resultados victoriosos durante el com-bate del 30 de junio de 1520, que ha pasado a la historia como la “batalla de la noche triste”.

Sin embargo, la viruela se había expandido entre la población y acabó por contagiar al gobernante, la enfermedad terminó con su vi-da y con una gran parte de la población mexica. Si bien su habilidad guerrera quedó demostrada, no tuvo tiempo para preparar la defensa de la ciudad, lo que tuvo que enfrentar su sucesor Cuauhtémoc.


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NICOLÁS BRAVO

(1786–1854)Nació en 1786 en la ciudad de Chilpancingo, en el actual estado de Guerrero. Los hermanos Miguel y Leonardo Bravo, y el hijo de éste, Nicolás, estaban dedicados a las labores del campo en su hacienda de Chichihualco. Simpatizantes del movimiento insurgente, se unieron a las fuerzas de Morelos bajo las órdenes de Hermenegildo Galeana el 16 de mayo de 1811.

Nicolás Bravo luchó en las campañas emprendidas por el sur del país, incluido el sitio de Cuautla. Tras la victoria obtenida en San Agustín del Palmar, se enteró de la ejecución de su padre, Leonardo, y de la oferta de indulto del virrey; pero rechazó dejar las armas y Morelos dejó a su disposición la vida de los 300 prisioneros del Palmar, a quienes, por clemencia, dejó en libertad.

A la muerte de Morelos, Bravo se retiró a las labores de su ha-cienda. Fue hecho prisionero el 21 de diciembre de 1817 y permane-ció encarcelado hasta octubre de 1820. Establecido en Cuernavaca, se adhirió al Plan de Iguala en 1821. Fue consejero de estado en la Segunda Regencia del 11 de abril al 18 de mayo de 1822, e integrante del triunvirato que gobernó el país del 31 de marzo de 1823 al 1º de octubre de 1824, al lado de Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete. Suplió en la presidencia a Antonio López de Santa Anna en 1842 y a Mariano Paredes Arrillaga en 1846.

Durante la intervención estadounidense tuvo a su mando la de-ensa de Chapultepec, donde fue hecho prisionero el 13 de septiembre de 1847. La derrota lo llevó al desprestigio político y militar, y su muerte fue objeto de especulaciones, entre otras, la de que fue envenenado al lado de su esposa por un médico en Chilpancingo el año de 1854.


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Colonia Virreyes

HERNÁN CORTÉS (1485–1547) Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano nació en Medellín, Bada-joz, región de Extremadura, en 1485, y murió en Castilleja de la Cues-ta, Sevilla, en 1547. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, aunque sin alcanzar la graduación.

En 1504 se embarcó hacia el Nuevo Mundo y se estableció en La Española, isla donde logró forjarse un sólido prestigio como funcio-nario. Por esta razón Diego Velázquez, en su carácter de gobernador de Cuba, pensó en Cortés para dirigir una expedición que explorara las costas de nuestro actual país en busca de recursos y riquezas.

En febrero de 1519, luego de algunos desacuerdos suscitados entre el gobernador Velázquez y Cortés, éste consiguió hacerse a la mar con 400 soldados españoles y 200 indios antillanos. La expedición pasó por la isla de Cozumel y bordeó la península de Yucatán hasta alcanzar Veracruz. En el trayecto rescataron al náufrago español Jerónimo de Aguilar y aprovecharon la presencia de una indígena que le había sido dada como tributo en los territorios de lo que ahora es Tabasco (a la que nombraron Marina), quienes le sirvieron de intérpretes para comunicarse con los diferentes grupos de la región.

Las armas de fuego, los caballos y el aspecto de los recién llegados atemorizaron a los pueblos indígenas, y Cortés aprovechó esas con-diciones no sólo para conquistar por medio de la violencia, sino tam-bién para conciliar alianzas mientras se dirigía a la capital del imperio que dominaba militarmente esas regiones: Tenochtitlán. Moctezuma, el emperador mexica, envió embajadores con obsequios para tratar de que Cortés desistiera de su avance, pero los regalos no hicieron más que aumentar la codicia de los españoles.

La llegada de los europeos a la capital indígena fue pacífica; los mexicas recibieron a los extraños pensando que podían ser enviados de los dioses. Sin embargo, tras algunos meses de alojamiento, una serie de acontecimientos desencadenaron la ira y el levantamiento del pueblo indígena; los españoles fueron sitiados y abandonaron Tenochtitlán


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en medio de una sangrienta batalla conocida como la Noche Triste. Reza la tradición que cuando Cortés observó a los pocos españoles que consiguieron escapar, lloró sentado al pie de un ahuehuete.

Luego las tropas españolas se reorganizaron con el apoyo de nu-merosos contingentes de guerreros, procedentes de los pueblos des-contentos con los mexicas. Tenochtitlán sucumbió tras un asedio de tres meses; Cortés ordenó la reconstrucción del lugar y dictaminó la realización del trazo de la nueva ciudad, distribuyendo tierras entre sus subalternos para comenzar a edificarla.

El rey de España, Carlos I, recompensó al conquistador con tierras y riquezas, lo nombró Gobernador y Capitán General del territorio conquistado y le concedió el título de marqués del Valle de Oaxaca.

Cortés realizó al servicio de su rey una serie de exploraciones por gran parte del territorio de lo que hoy es México. No obstante, las intrigas y el temor de la propia Corona ante la popularidad de Cortés, hicieron que su éxito comenzara a declinar. Fue desterrado del sitio que había conquistado y se le retuvo en España, donde murió sin conseguir el permiso para regresar a sus posesiones en América.

ANTONIO DE MENDOZA (1492–1552)Político y militar español, marqués de Mondéjar y conde de Tendilla, Antonio de Mendoza y Pacheco fue caballero de la Orden de Santiago, primer virrey de la Nueva España y segundo del Perú. Tuvo el honor de ser el primero en recibir el cargo de virrey en territorio americano junto con los títulos de gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México, el 17 de abril de 1535.

Este último nombramiento terminaría por colocarlo en una posi-ción incómoda frente a Hernán Cortés, quien después de varios con-flictos tuvo que acatar las órdenes de la Corona y subordinarse al virrey. Su primer acto, después de tomar posesión el 14 de noviembre, fue someter a juicio al gobernador de Nueva Galicia, Nuño Beltrán de Guzmán, bajo la acusación de corrupción y maltrato a los naturales; el juicio concluyó con el envío de Nuño preso a Castilla en 1538.

Otro conflicto al cual se enfrentó fue una conspiración de escla-vos negros en septiembre de 1537, la cual finalmente fue controlada.


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Una situación similar se repitió en 1541 frente a los indios caxcanes y chichimecas, en la región de Nueva Galicia, hoy Jalisco, episodio co-nocido como la Guerra del Miztón, la cual culminó con la derrota de los indios en febrero de 1542.

Durante los quince años de su mandato en la Nueva España, las leyes administrativas que impartió le convirtieron en el supremo or-ganizador del virreinato novohispano. Gracias a su desempeño, fue nombrado virrey del Perú en 1551, cargo que ocupó durante diez meses hasta su muerte en 1552. Sus restos reposan en la catedral de Lima.

LUIS DE VELASCO (1511–1564)Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, virrey de Navarra y conde de San-tiago, sucedió en el virreinato de la Nueva España a Antonio de Men-doza, llegando a San Juan de Ulúa el 23 de agosto de 1550, y a la ciudad de México, el 25 de noviembre del mismo año. Ocupó su cargo hasta su muerte, acaecida el 31 de julio de 1564.

Suele considerársele gobernante prudente y generoso, pues ayudó a los nativos a defenderse frente a los abusos de los propietarios de minas de oro y liberó a 15 mil esclavos ilegales. De su mandato des-tacan la abolición efectiva de la encomienda, la liberación de los indios ilegalmente esclavizados, la urbanización de poblados, la realización de importantes obras públicas y la apertura en 1553 de la Universidad de México; de igual modo colonizó, pacificó y conquistó territorios del norte del virreinato, fundando ciudades como San Miguel el Grande, hoy San Miguel de Allende, y Durango en 1563. Su hijo Luis de Velasco y Castilla, marqués de Salinas, también fue virrey de la Nueva España.

México sufrió en 1558 su primera gran inundación de la época es-pañola, con lo que el Virrey hizo todo lo que estuvo en su mano para ayudar a las víctimas.

Velasco gobernó hasta 1560 con autoridad ilimitada y aunque no cometió ningún abuso, de todos modos en ese mismo año la Audiencia y otros influyentes españoles intentaron que el Emperador limitara su autoridad como virrey, con el requisito de que sus acciones necesitaban la supervisión y la autorización de la misma Audiencia.


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Sus últimos años se dedicó a fundar asentamientos en Florida, ex-plorar el océano Pacífico y aumentar las riquezas del Imperio.

Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón murió en 1564, y más tarde se descubrió que, lejos de enriquecerse, se endeudó personalmente en favor de los pobres y los indios. Le sucedió Gastón de Peralta, mar-qués de Falces.

MOYA DE CONTRERAS (1527–1591)Cursó estudios en la Universidad de Salamanca; fue cabeza en la es-cuela catedralicia en las islas Canarias e inquisidor en Murcia. Siendo arzobispo de México estableció el Tribunal del Santo Oficio en la ciu-dad de México en 1571, y fue nombrado virrey de la Nueva España e inquisidor general –de hecho, fue el primero en el Nuevo Mundo–, desde el 25 de septiembre de 1584 hasta el 16 de octubre de 1585.

Siendo arzobispo de México en 1583, su antecesor Lorenzo Suárez de Mendoza, cuarto conde de La Coruña, pidió al rey Felipe II llamarlo visitador especial (inspector real) para ayudar a resolver un conflicto entre el Virrey y la Audiencia. Como visitador impulsó las acusaciones contra oidores corruptos y otros funcionarios del virreinato; en una carta en la que hacía un detallado informe al Rey, elogia a aquellos fun-cionarios “que francamente habían encontrado sus obligaciones y ha-bían castigado a otros...”

Con esta misma intención, quitó el empleo a los oidores que habían abusado de su puesto, así como castigó, en algunos casos con la horca, a los empleados infieles. Bien visto dentro y fuera, remitió a la Corona sumas más considerables que ninguno de sus antecesores, trabajó en beneficio de la población indígena creando un seminario especial para ellos. Miembro y presidente del Real Consejo de Indias, celebró en 1571 el primer auto de fe en la Nueva España y destacó al convocar en su sede, en 1585, el Concilio Mexicano III, en el que se decretó la abolición de la esclavitud de los indios.

En 1589 volvió a España y fue nombrado presidente del Consejo de Indias. Fue un caso verdaderamente extraordinario ya que murió tan pobre que Felipe II tuvo que mandar pagar tanto sus funerales como sus deudas.


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MANRIQUE DE ZÚÑIGA (1540–1590)Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villamanrique, fue el sépti-mo virrey de la Nueva España en el periodo comprendido del 17 de octubre de 1585 al 26 de enero de 1590. Comenzó su administración finalizando la regulación que el anterior virrey había dejado sobre los impuestos a la venta de vino en el virreinato, así como el estable-cimiento de las tabernas y posadas.

En este periodo continuaban los saqueos y robos cometidos por los piratas en las aguas del virreinato, como el del pirata Francis Drake quien capturó el galeón de Manila (nombrado Santa Ana) el 18 de octubre de 1586. Época de asaltos continuos, el puerto de Huatulco fue saqueado por el corsario inglés Thomas Cavendish el 6 de agosto de 1587, y el 3 de septiembre de ese mismo año hizo lo mismo con el puerto de Barra de Navidad en territorio de la Nueva Galicia, hoy Jalisco. Las medidas tomadas por Manrique de Zúñiga incluyeron la formación y el establecimiento de un cuerpo de voluntarios y militares para defender los puertos del océano Pacífico y a la flota española en contra de estos ataques.

En el año de 1588 se vio envuelto en un asunto jurisdiccional con la Real Audiencia de Guadalajara; la reciente Audiencia había ejercido sus funciones de forma independiente a la Audiencia de México, y por lo tanto, sin depender del virrey. Este caso llegó hasta el Consejo de Indias que también le agregó algunos cargos como tiranía, corrupción y censura de correspondencia entre el virreinato y la metrópoli; éstos, si bien no eran ciertos, además fueron exagerados.

Manrique de Zúñiga continuó en su cargo hasta enero de 1590 y fue forzado a permanecer en el virreinato para la investigación de los cargos que se imputaban hasta la llegada de su sucesor. Finalmente ese mismo año regresó a España y murió al poco tiempo en Madrid a causa de una enfermedad.

GASPAR DE ZÚÑIGA

(1560–1606)Quinto conde de Monterrey, Gaspar de Zúñiga y Acevedo fue un po-lítico español que nació en Monterrey, Galicia, en 1560.


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Después de presentar excelentes servicios al Estado, fue nombrado virrey de la Nueva España. Llegó al puerto de Veracruz para sustituir a don Luis de Velasco. El 5 de noviembre de 1595 hizo su entrada solemne en la ciudad de México para tomar las riendas del gobierno. El cargo de virrey lo desempeñó desde el 5 de noviembre de 1595 hasta el 26 de octubre de 1603, fecha en que fue nombrado virrey del Perú, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1606.

Uno de sus primeros actos como virrey fue organizar una expedi-ción por tierra para explorar y colonizar Nuevo México y California. El 20 de septiembre de 1596, don Diego de Montemayor fundó la entonces villa de Monterrey. También envió dos expediciones para explorar la costa del Pacífico mexicano en las que se fundaron En-senada y Baja California, se exploró también la bahía de San Diego y la isla Santa Catalina y llegaron hasta el norte de la Alta California.

Un año después los piratas atacaron el puerto de Campeche, to-mando el centro de la ciudad y aterrorizando a los habitantes. Zúñiga pidió mayor protección para los puertos y trasladó la ciudad de Vera-cruz de su antiguo enclave a su ubicación actual por ser más segura.

El 19 de mayo de 1603, Zúñiga y Acevedo fue nombrado virrey del Perú, pero permaneció en la Nueva España hasta septiembre, espe-rando la llegada de su sucesor, Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros. Murió el 16 de febrero de 1606 siendo virrey en Perú.

FRAY GARCÍA GUERRA

(1547–1612)Dominico español que tomó el hábito en el monasterio de San Pablo en Valladolid, donde fue prior y principal de dicha provincia. En el año de 1607 fue designado por orden del rey de España, Felipe III, como arzobispo de México, cargo que ocupó desde 1608 hasta 1612, y en 1611 asumió el cargo de virrey de la Nueva España. Durante su corto mandato procuró mejorar la situación de los indígenas. Murió víctima de un accidente en 1612.

DIEGO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA

(1578–1630)Marqués de Guadalcázar y conde de las Posadas, fue virrey de la Nueva


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España del 18 de octubre de 1612 al 14 de marzo de 1621 y virrey del Perú del 25 de julio de 1622 al 14 de enero de 1629. Fue nombrado por Felipe III, para quien había servido como ayudante de cámara.

Durante su cargo fundó las ciudades de Lerma, Córdoba y Gua-dalcázar, además de concluir la construcción del fuerte de San Diego en Acapulco. En la ciudad de Córdoba, situada en el estado de Vera-cruz, intentó eliminar el acoso de las bandas de esclavos saqueadores que acechaban a los viajeros en el trayecto entre Veracruz y México.

En 1616 reanudó las obras del acueducto que abastecía al Valle de México suspendidas en 1614, mejoró el saneamiento y el abasteci-miento de agua de la ciudad y completó el acueducto de Chapultepec, formado por 900 arcos. Estableció un tribunal para regular la compra y venta del mercurio utilizado en la producción del oro y la plata que las minas de la Nueva España habían comenzado a exportar.

Entre sus acciones como virrey del Perú se encuentran la reforma del sistema fiscal y el fin de las luchas entre familias rivales en la ciudad de Potosí. También defendió Lima de los ataques piratas.

En 1629 renunció a su cargo y regresó a España, donde murió al año siguiente. Debido a sus obras recibió el apodo de “el buen virrey”.

LOPE DE ARMENDÁRIZ

(1575–1640)Noble, político y marino nacido en Ecuador que se convirtió en el primer criollo en ocupar el virreinato de la Nueva España. Lope Díez de Aux de Armendáriz, marqués de Cadereita, ejerció su cargo desde el 16 de septiembre de 1635 hasta el 27 de agosto de 1640, destacán-dose por ser un gobernante recto, ponderado y trabajador. Hizo su entrada triunfal en la ciudad de México el 17 de septiembre de 1635 a los 60 años de edad, ante una multitud de criollos que vieron en su nombramiento una puerta abierta para que todos los hijos de espa-ñoles nacidos en Indias pudieran ocupar cargos relevantes en el reino.Al comienzo de su mandato le dio prioridad a los trabajos de dre-naje en la capital, limpiando diques y canales que atravesaban la ciu-dad para salvaguardarla de las inundaciones, y realizó otras obras de reparación por los destrozos que había causado un desbordamiento reciente provocado por un terremoto.


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Como experimentado marino que conocía bien las costas de las Indias, entendía de primera mano el problema de la piratería, y se preocupó especialmente por el peligro que corrían continuamente los puertos y costas de la Nueva España.

También ordenó una expedición a las Californias que tuvo un re-sultado desastroso. Fue acusado de muchas irregularidades y defectos por sus enemigos, entre ellos el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza.

JUAN DE LEYVA

(1604–1678)Nombrado virrey el 26 de febrero de 1660, Juan Francisco de Leyva y de la Cerda, marqués de Leyva y de La Adrada y conde de Baños, se trasladó a la ciudad de México, junto con su mujer e hijos, para tomar posesión del cargo el 16 de septiembre del mismo año.

Su gobierno se caracterizó por las irregularidades administrativas y ya a los pocos meses la virreina se dedicaba a enriquecerse a través del tráfico de influencias, vendiendo los cargos y haciendo firmar a su marido los documentos, sin que éste tuviese constancia de los hechos. Estas acciones, que pronto fueron conocidas fuera del palacio virrei-nal, disgustaron profundamente a la población, acostumbrada a otros virreyes de mayor seriedad, como había sido el caso de su antecesor, Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque.

La mala gestión del virrey, la codicia de la virreina y las escandalosas fiestas de sus hijos llegaron a oídos de la Corte en España que preparó su destitución del cargo.

La situación se agravó cuando uno de los hijos del virrey insultó a un criado del conde de Santiago de Calimaya, y más tarde lo atravesó con la espada provocando su muerte a las pocas horas. Los oidores de la Real Audiencia de México quisieron imponer justicia ante un es-cándalo como éste, nunca visto en la ciudad, pero llegó antes la jus-ticia popular y la familia virreinal fue apedreada al salir de misa. El virrey fue cesado el 28 de junio de 1664 y en su lugar se nombró inte-rinamente a Diego Osorio de Escobar, obispo de Puebla de los Án-geles, quien entregó el bastón de mando al virrey Antonio de Toledo el 15 de octubre de 1664.


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DIEGO DE OSORIO

(1608–1673)Originario de la provincia de La Coruña, Galicia, Diego de Osorio Escobar y Llamas ocupó los cargos de obispo de Puebla durante el periodo 1656–1673 y virrey interino de la Nueva España del 29 de junio de 1664 hasta el 15 de octubre del mismo año. Reemplazó al virrey Juan de Leyva y de la Cerda, a quien por acusaciones de corrup-ción se le ordenó regresar a España.

Durante su corto mandato envió a Cuba 30 mil pesos para cola-borar en la reparación del castillo de Santiago y la reconstrucción de la ciudad que había sufrido el ataque de los ingleses en 1662. Con el fin de proteger el territorio de la corona española del ataque de la armada inglesa –con la que estaban en guerra–, fundó una fábrica de pólvora, envió parte de la producción a Cuba, tomó medidas para que la armada de Barlovento se preparara para un ataque en la costa del Golfo y contribuyó económicamente para la fortificación de Campeche.

En el plano civil reformó el servicio postal, la comercialización de mercurio e intervino en una controversia entre el gobernador de Yucatán y los franciscanos. Antonio Sebastián de Toledo, su sucesor, no simpatizaba con él y lo encerró en la ciudad de Tlatlauquitepec hasta el año de 1666, cuando finalmente regresó a su diócesis de Pue-bla, ciudad donde muere en 1673. Sus restos reposaron varios años en la catedral poblana hasta que fueron trasladados a La Santísima Trinidad, convento que había fundado.

FRAY PAYO DE RIVERA (1622–1684)En 1628 ingresó en el convento de San Felipe de Madrid, de la orden de los agustinos; estudió en la Universidad de Salamanca y fue lector de filosofía y teología en Burgos, Valladolid y Alcalá de Henares. Hombre culto, fue autor de algunas obras literarias de temática religiosa.

Después de haberle concedido Felipe IV el obispado de Guatemala, donde introdujo la primera imprenta en 1660, en 1668 fue designado obispo de Michoacán, puesto que no llegó a desempeñar dado que hallándose de camino fue llamado a ocupar el arzobispado de México.

La reina regente, Mariana de Austria, le nombró en 1673 sucesor del


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virrey Pedro Nuño Colón de Portugal y Castro, que estaba gravemente enfermo. Durante su virreinato impulsó obras públicas, especialmente caminos y saneamientos, y reforzó las fortificaciones contra los ataques de corsarios ingleses que asolaban la costa oriental mexicana. Pacificó de igual modo los alzamientos de varios pueblos indígenas.

Sobrepasado por la doble responsabilidad del arzobispado y el vi-rreinato, presentó su renuncia a ambos cargos. A su regreso a España rechazó el obispado de Cuenca y la presidencia del Consejo de Indias, retirándose en el convento de San Agustín en Alcalá de Henares, donde murió en 1684.

MELCHOR PORTOCARRERO (1636–1705)Aristócrata, militar y político español, conde de Monclova, vigésimo noveno virrey de la Nueva España y decimoséptimo virrey del Perú, Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega fue además ministro del Real Consejo y de la Real Junta de Guerra de las Indias, así como capitán general del virreinato de la Nueva España entre el 30 de noviembre de 1686 y el 19 de noviembre de 1688.

Mandó construir en la ciudad de México el acueducto que partía de la alberca chica de Chapultepec, al pie del cerro, y recorría las antiguas calzadas de Tacubaya y Arcos de Belén, y terminaba en la fuente de Salto de Agua.

Con la presencia de los franceses merodeando en la bahía de San Bernardo y del Espíritu Santo, Portocarrero aceleró la pacificación de la provincia de Nueva Extremadura de Coahuila y fundó Santiago de Monclova el 12 de agosto de 1689. Mandó vigilar también el Golfo de México más allá de Tampico.

Se le nombró virrey del Perú en 1689, pero no pudo emprender el viaje sino hasta 1690 por falta de embarcaciones. Falleció el 15 de septiembre de 1705 en la ciudad de Lima.

FRANCISCO DE AGUIAR Y SEIXAS

(1632–1698)Obispo de Michoacán y arzobispo de la Nueva España, nació en Betan-zos, La Coruña, provincia de Galicia, en el año de 1632. Se formó en las


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universidades de Santiago de Compostela y de Salamanca, llegando a ser rector de la primera en los años 1668 y 1674.

Fue nombrado obispo de Michoacán el 20 de agosto de 1677, embarcándose hacia América al año siguiente; permaneció en el cargo durante tres años, ya que en 1680 fue nombrado arzobispo de la Nueva España por el papa Inocencio XI. Una de sus primeras medidas al ocupar su cargo el 2 de enero de 1682, fue la construcción y la fundación del Seminario Conciliar de México, la primera de varias obras, entre las que destacan la construcción de un hospital para enfermas mentales, el colegio de San Miguel de Belén y la Casa de Misericordia. La decisión más importante durante su periodo arzobispal fue el derribo del antiguo santuario de la Virgen de Guadalupe, acaecido en 1695, con la finalidad de construir un templo más solemne y afín a la creciente devoción a la Virgen del Tepeyac; las obras concluyeron hasta 1709.

Acorde a su formación ascética y moral, prohibió las peleas de gallos, las corridas de toros y las representaciones teatrales, además de enfrentarse con sor Juana Inés de la Cruz, por considerar incompa-tible la condición religiosa con el carácter profano de muchas de sus obras. Murió en la ciudad de México a la edad de 65 años y sus restos fueron enterrados en la capilla de San Felipe de la catedral mexicana. FERNANDO DE ALENCASTRE

(1641–1717)Duque de Linares, marqués de Valdefuentes, comendador de la Orden de Santiago y virrey de Nápoles y de Cerdeña, Fernando de Alencastre fue virrey de la Nueva España de 1711 a 1716. Se sabe que su llegada a la Nueva España coincidió con grandes fenómenos naturales, entre ellos, una atípica nevada y un aterrador sismo acaecido el 16 de agosto de 1711. Hombre generoso, puso dinero de su bolsa para auxiliar a los caídos en desgracia y empezar la reconstrucción de los edificios fuertemente lastimados por el temblor.

De sus varias obras en diferentes terrenos resalta en materia mili-tar la construcción de cuatro embarcaciones adecuadamente acondi-cionadas para reforzar la armada de Barlovento, así como la adqui-sición de 600 fusiles en Cantabria para defensa de la capital y las ciudades vecinas.


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En el terreno comercial, por ejemplo, solicitó a la Corona el esta-blecimiento de un libre flujo entre la Nueva España y Perú. Para dete-ner la rapiña de la piratería inglesa que tenía asoladas a las embarca-ciones de maderas finas, especialmente aquéllas que transportaban el palo de tinte, redobló la vigilancia de la Laguna de Términos, que era el circuito natural de las naves comerciales. En una época especialmente aciaga por la cantidad y variedad de pestes que azotaban al territorio, aun cuando en materia de alimentos había abundancia de granos, se vio obligado a autorizar el uso de fosas comunes para sepultar a los muchos cuerpos que aparecían cotidianamente tirados en la calle.

A pesar de los periodos adversos, Fernando de Alencastre pro-movió varias expediciones exitosas sobre todo por el norte, hasta Texas, estableciendo misiones y colonias, entre estas últimas, la de San Felipe de Linares en actual Linares, Nuevo León. En California y Nuevo México fundó nuevas poblaciones y explotó los minerales de Real de Asientos y Mapimí, así como en el sur prohibió la fabricación de aguardiente de caña y promovió el Tribunal de la Acordada destinado a la persecución y el castigo de criminales.

Virrey de obras diversas, fundó la primera biblioteca pública y abrió el primer museo de animales y plantas de la Nueva España, conminó de igual modo al clero a comportarse debidamente y reducir sus extremas exigencias para con el poder civil y los mismos feligreses.

Bien visto por diferentes círculos, entregó el mando del virreinato en 1716 debido a su quebrantado estado de salud y murió en la ciudad de México en junio de 1717, recibiendo sepultura en la iglesia de San Sebastián, entonces convento del Carmen.

JUAN DE ACUÑA (1658–1734)Noble, político y militar de origen español nacido en Lima, Perú, el 22 de febrero de 1658, marqués de Casafuerte, Juan de Acuña y Bejarano fue el segundo virrey criollo tras Lope Díez de Aux y Armendáriz, y murió en México el 17 de marzo de 1734.

El 15 de octubre de 1722 hizo su entrada a la ciudad, a la vez que se fundaba el primer periódico La Gaceta de México por el sacerdote Juan Francisco Sahagún y Arévalo.


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Consiguió ganar la guerra contra los ingleses, expulsándoles de las costas de la Nueva España y Honduras, donde se habían asentado li-bremente.

Conforme reorganizó el gobierno y moralizó la administración y la hacienda, fomentó obras públicas e hizo construir grandes edificios. Terminó la construcción de la Casa de Moneda de México y consiguió acuñar en un año ocho millones de pesos que se enviaron a España para cancelar las deudas de la Guerra de Sucesión. Asimismo construyó el edificio de la Aduana, los paseos de la Alameda y de Iztacalco y la entonces colegiata de Guadalupe, hoy Basílica de Santa María de Guadalupe.

Se preocupó por el avance español en el norte y comenzó la pene-tración española en Texas fundando misiones con el fin de frenar el avance francés, para lo que colocó a miles de familias de colonos en Nuevo México y Arizona.

Renunció a su cargo de virrey tras sufrir una parálisis en el brazo derecho que le impedía firmar sus despachos, pero el Rey le otorgó el privilegio de firmar con estampilla, siendo el único virrey con esta merced. Su enfermedad siguió avanzando hasta fallecer finalmente el 17 de marzo de 1734, tras doce años de mandato. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia franciscana de San Cosme, a cuya comunidad siempre ayudó y donde solía ir diariamente a escuchar misa.

AGUSTÍN DE AHUMADA (1715–1760)Oficial militar, marqués de las Amarillas, cuadragésimo segundo virrey de la Nueva España durante el periodo del 10 de noviembre de 1755 al 5 de febrero de 1760. Durante la gestión de Agustín de Ahumada Villalón se llevó a cabo el nombramiento de la Virgen de Guadalupe como Patrona de la Nueva España, acción que refleja en cierto modo su formación. Se sabe también que al principio de su virreinato intentó suprimir el control desmedido que ejercían algunas órdenes religiosas del actual estado de Puebla, las cuales controlaban, entre otros ámbitos, la venta de indulgencias y la producción de aguardiente.

Así como en la ciudad de México continuó con las obras de desa-güe del Valle de México, tan necesarias para evitar las continuas inun-


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daciones que sufría la capital, dado su carácter liberal y por ser un hombre abierto a otros panoramas, apoyó en igualdad de circunstan-cias acciones en distantes territorios de ultramar administrados por el virreinato, como el resguardo y la evangelización en las Filipinas, la salvaguardia de la Florida contra los británicos, la expulsión de los franceses de las costas de Texas y la lucha contra la piratería en la región del Caribe.

En el norte del país siguió con el proceso colonizador y propició el hallazgo y la explotación de nuevos yacimientos de plata en el actual Nuevo León, incorporándolos a la extracción por entonces liderada por las minas de Bolaños en Nueva Galicia, hoy estado de Jalisco. En la actual Coahuila se unió a la campaña del entonces gobernador, Miguel Sesma, para la pacificación de los nativos de la región.

Con la explosión del volcán Jorullo en Michoacán en 1759, todos los poblados y ranchos cercanos tuvieron que ser abandonados y su población –en su mayoría indígena– reubicada, y se sabe que el virrey colaboró económicamente para apoyar a los afectados.

Después de una larga enfermedad, el virrey Ahumada y Villalón murió ejerciendo su cargo en el año de 1760, sus restos fueron depo-sitados en la iglesia de La Piedad.

FRANCISCO DE CROIX

(1699–1786)Carlos Francisco de Croix, marqués de Croix, flamenco natural de Li-lle, Francia, tomó posesión del virreinato de la Nueva España el 23 de agosto de 1766 y gobernó hasta el 22 de septiembre de 1771.

Dos fueron los actos importantes que marcaron su mandato: en primer término, la reorganización del ejército mediante la sistemática obtención y fabricación de artillería, armas portátiles y pertrechos de guerra, porque se temía una invasión de los ingleses por Veracruz. En segundo término, el cumplimiento de las órdenes de Carlos III y de su ministro universal, don Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda, el virrey de Croix expulsó de todos los dominios de la Nueva España a la orden de la Compañía de Jesús, lo que causó una verdadera crisis en la Nueva España. Asombrosa era la riqueza que la compañía había llegado a acumular en los dos siglos que llevaba establecida en la Nueva


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España, además de su labor en educación, evangelización del árido norte, investigación, producción humanística y promoción de las artes, las ciencias y la agricultura. Hubo levantamientos armados a favor de los religiosos en San Luis Potosí, Guanajuato y otros lugares que fueron reprimidos, y que tuvieron como colofón un bando publicado por el virrey de Croix en el que se leía “de una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran monarca que ocupa el trono de España que nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos de gobierno”. Murió en Valencia, España, en 1786.

MARTÍN DE MAYORGA (1721–1783)Ocupó el cargo de virrey de la Nueva España desde el 23 de agosto de 1779 al 28 de abril de 1783. Oriundo de Barcelona, antes de ocupar el virreinato de la Nueva España fue presidente de la Audiencia de Guatemala del 6 de diciembre de 1773 al 4 de abril de 1779, y al morir el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, ocupó su lugar.

Recordado como uno de los mejores virreyes, donó parte de su dinero para combatir la epidemia de viruela, sofocó una rebelión de indios en Izúcar, recuperó varios documentos de la historia de México recopilados años atrás por Lorenzo Boturini, creó la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y embelleció la ciudad de México.

En 1783 cedió el mando a Matías de Gálvez y Gallardo y murió poco después de su llegada a Cádiz, presumiblemente envenenado por su enemigo y sucesor, algo que nunca pudo ser probado.

BERNARDO DE GÁLVEZ

(1746–1786)Militar y político español, vizconde de Galveston y conde de Gálvez, gobernador de Luisiana y héroe de Pensacola, Bernardo de Gálvez y Madrid llegó al cargo de virrey de manera accidentada, pues a la muerte de su padre Matías de Gálvez y Gallardo siendo autoridad no-vohispana, y mientras él se encontraba en La Habana, fue promovido para sustituirlo el 17 de junio de 1785.

Entre las acciones que realizó durante su corto periodo se en-cuentran la iluminación de calles, el inicio de las obras del castillo de


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Chapultepec y el incremento de la acción social al destinar a la be-neficencia el 16% del producto de la Real Lotería y otros fondos de multas. Destaca de manera importante su apoyo a la ciencia como reflejo del espíritu de la ilustración, lo que lo llevó a patrocinar la ex-pedición de Martín de Sessé y Vicente Cervantes para llevar a España un catálogo completo sobre la variedad de especies de plantas, aves y peces del territorio americano.

Murió el 30 de noviembre de 1786 en la ciudad de Tacubaya; sus restos reposan en la iglesia de San Fernando en la ciudad de México.

VICENTE DE GÜEMEZ (1740–1799)Nació en La Habana, Cuba, en 1740. El segundo conde de Revillagi-gedo es considerado el mejor gobernante que tuvo la Nueva España. Gobernó de octubre de 1789 a julio de 1794. Se preocupó por todos los aspectos que le tocó administrar y tuvo la satisfacción de conocer el fruto de aquellas tareas que emprendió en beneficio del pueblo.

Dotado de gran capacidad para el trabajo, su atención se centró en sanear y modernizar la capital del virreinato: empedró e introdujo el drenaje en las calles así como el alumbrado público, estableció el ser-vicio de limpia y recolección de basura, dispuso el embellecimiento de paseos, plazas y alamedas y ordenó el tránsito de carruajes, entre muchas otras tareas. Hizo lo propio en otras ciudades del virreinato como Veracruz, Toluca y Guadalajara. Favoreció la comunicación en-tre las distintas regiones para lo cual dispuso la construcción y el me-joramiento de caminos.

Ordenó el levantamiento del primer censo de población. Dio ins-trucciones para reunir los documentos de las oficinas públicas con lo que dio origen a lo que actualmente es el Archivo General de la Na-ción. Hizo más ágil y menos corrupta la realización de trámites y la impartición de justicia. Concluida su misión en México fue llamado a España donde murió en 1799.

FÉLIX BERENGUER DE MARQUINA

(1736–1826)Félix Berenguer de Marquina nació y murió en Alicante, España, en


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1736 y 1826, respectivamente. Su deceso acaeció después de una in-tensa vida como militar naval que se vio interrumpida por su periodo como virrey de la Nueva España.

El 8 de noviembre de 1799, mientras se desempeñaba como co-mandante de un escuadrón de la marina española, el rey Carlos IV lo nombró virrey, capitán general de la Nueva España y presidente de la Real Audiencia. Durante el viaje de Cuba a Veracruz fue hecho pri-sionero por los ingleses cerca de Cabo Catoche, en la península de Yucatán, y conducido a Jamaica donde fue tratado con cortesía. Fi-nalmente se le permitió continuar su camino en la goleta Kingston jun-to con su secretario.

Ocupó los cargos de virrey y capitán general de la Nueva España el 29 de abril de 1800 en la Villa de Guadalupe, e hizo su entrada formal a la ciudad de México al día siguiente. Entre sus acciones se encuentra el decreto de que ninguna persona fuera admitida en gre-mios o hermandades sin vestir decentemente; también permitió tra-bajar a las mujeres en labores “decentes”, aunque las leyes locales lo prohibieran.

La perseverancia y la valentía del capitán Berenguer en el terreno militar contrastaron con su poca habilidad para gobernar. Sus tra-bajos públicos fueron muy limitados: una fuente que nunca dio agua y la terminación de la estatua ecuestre de Carlos IV, obra de Manuel Tolsá. Molesto por la prohibición de algunas de sus medidas, decidió renunciar y entregó entonces el gobierno a su sucesor, José de Iturri-garay, en enero de 1803. Regresó a España donde tomó parte en la guerra con Francia. Falleció el 30 de octubre de 1826.

JOSÉ DE ITURRIGARAY

(1742–1815)Militar, administrador colonial español y virrey de la Nueva España, su nombre completo fue José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui y nació en Cádiz el 27 de junio de 1742.

El cargo de virrey le fue otorgado en 1803, principalmente por el apoyo de Manuel Godoy, quien tenía gran influjo en el rey Carlos IV Asiduo a las corridas de toros y demás diversiones públicas, se caracte-rizó por aprovecharse de su situación para enriquecerse, comporta-


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miento por el cual no gozaba precisamente de una buena reputación entre los peninsulares y criollos de la Nueva España.

Durante la invasión napoleónica, los reyes españoles fueron des-plazados y en su lugar fue impuesto el francés José Bonaparte. Al recibirse la noticia en la Nueva España, los miembros del Ayunta-miento de la ciudad de México, acompañados de otras ilustres perso-nalidades, manifestaron su rechazo hacia el gobierno usurpador y declararon que, en ausencia de su legítimo monarca, la soberanía de este territorio debía recaer en sus autoridades constituidas. En ese sentido, se convino que el virrey gobernaría la Nueva España de ma-nera autónoma, desconociendo la autoridad de Bonaparte, mientras retornaba a su trono el rey español Fernando VII.

En vista de que Iturrigaray se mostró inclinado a favorecer la pro-puesta del Ayuntamiento, la desconfianza entre sus opositores realis-tas los movió a interpretar el acontecimiento como un buen pretexto para independizar el país. En tales circunstancias, el virrey fue hecho prisionero, destituido de su cargo y obligado a embarcarse a España donde enfrentó los cargos por traición y malversación; después de habérsele condenado a pagar una multa considerable, se le encontró inocente en 1810. Tras su muerte en Madrid, en 1815, se le volvió a someter a juicio de residencia y resultó finalmente culpable.

JUAN O’DONOJÚ

(1762–1821)Juan de O’Donojú O’Ryan nació en Sevilla, España, el 30 de julio de 1762, dentro de una familia de origen irlandés y con rango nobiliario. A los veinte años se alistó en el ejército y durante la invasión napo-leónica al territorio español se distinguió de tal manera que fue ascen-dido al grado de teniente general.

De ideas liberales, fue encarcelado en 1814 por el rey Fernando VII que pretendía reinstaurar la monarquía absoluta. Recuperada su liber-tad, O’Donojú recibió las condecoraciones que lo distinguieron como Caballero de la Orden de la Gran Cruz Real, de la Real y Militar de San Hermenegildo y de Alcántara. Cuando en España entró en vigor la Constitución de Cádiz que suprimió los virreinatos en América, fue nombrado Jefe Político Superior de la Nueva España en 1821.


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Era tal la popularidad de Agustín de Iturbide a su llegada, que no tuvo otra alternativa más que negociar el destino de un México en-tonces en plena efervescencia independentista. Acordada una reunión entre ambos en Córdoba, Veracruz, se formularon y firmaron los tra-tados que llevan el nombre de la ciudad que los acogía; en ellos se reconocía, sin dilación, la soberanía y la independencia de la nación, para lo cual se conformaba un gobierno monárquico constitucional. Primer regente de la nueva Junta Provisional Gubernativa, con su car-go asistía a la instauración del nuevo Imperio Mexicano que por su-puesto encabezaría Iturbide.

En sentido estricto los Tratados de Córdoba manifestaban, sólo con algunas correcciones, lo convenido previamente en el Plan de Iguala, con la posibilidad ahora de que ningún miembro de la Casa de Borbón aceptase la Corona de la Nueva España y ésta recayera en la propuesta del mismo pueblo.

Con el ánimo de subrayar lo anteriormente establecido en Córdo-ba, el 13 de septiembre se concertó una nueva reunión en la hacienda de La Patera, cercana a la Villa de Guadalupe, donde acordaron sus-pender de inmediato las hostilidades. El 15 de septiembre el general realista Francisco Novella, reconoció entonces a O’Donojú como Jefe Político Superior y Capitán General de México, y éste dispuso que las tropas españolas abandonaran definitivamente la capital mexicana. Las tropas del ejército trigarante estacionadas en diferentes rumbos hicieron entonces su entrada triunfal en la capital mexicana el jueves 27 de septiembre de 1821, formando una sola columna frente de la cual iba precisamente Agustín de Iturbide.

Al día siguiente se instaló la Junta Provisional Gubernativa pre-vista en los Tratados de Córdoba y compuesta por 34 personas, la cual después de decretar el Acta de Independencia del Imperio Mexi-cano, nombró una regencia compuesta por Agustín de Iturbide como presidente y Juan O’Donojú como primer regente, quedando así consu-mada definitivamente la Independencia de México.

A los 59 años, O’Donojú enfermó de un padecimiento pulmonar y murió el 8 de octubre de 1821, siendo sepultado con los mismos honores de un virrey en la catedral de México.


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Colonia 16 de Septiembre

Siendo virrey de la Nueva España Francisco Venegas, en la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, tras haber sido descubierta la cons-piración de Querétaro, el cura Miguel Hidalgo Costilla y los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama incitan a la población de Dolores, hoy Dolores Hidalgo, Guanajuato, incitaron a la población a levantarse en contra de la las autoridades del virreinato.

Al grito de “¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobier-no!”, y llevando un estandarte con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México, el cura Miguel Hidalgo inició el movi-miento de lucha por la independencia. Fue así como nació la famosa celebración del “grito de independencia” o “grito de Dolores”, que se conmemora cada 16 de septiembre en todos los rincones de nuestro país y en cualquier lugar del mundo donde haya mexicanos.


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Colonia 5 de Mayo

A finales del año 1861, desembarcaron en nuestro territorio tropas francesas, españolas y británicas, con la intención de cobrar a México una serie de deudas de dudoso origen. Cuando nuestro gobierno acla-ró la cuestión monetaria los ingleses y españoles se retiraron, pero los franceses, que querían imponer un gobierno encabezado por un prín-cipe extranjero en el país, se quedaron, y en abril de 1862 iniciaron su avance hacia el interior.

México acababa de salir de una agotadora contienda interna, y el gobierno presidido por Benito Juárez, apenas pudo reunir un peque-ño ejército que puso a las órdenes del general Ignacio Zaragoza, con la orden de detener el avance francés mientras se reunían más tropas en la capital.

Zaragoza contaba con poco menos de seis mil hombres, entre los que se hallaban indígenas zacapoaxtla que tuvieron un destacado de-sempeño en la batalla, para enfrentar a un ejército ligeramente supe-rior en número y muy superior en entrenamiento y en recursos.

El 5 de mayo de 1862, el general Ignacio Zaragoza derrotó en Puebla a las fuerzas francesas. En el parte que rindió esa misma noche decía: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Puedo afirmar con orgullo, que ni un solo momento volvió la espalda al enemigo el ejército mexicano, durante la larga lucha que sostuvo”.

El 5 de mayo fue la primera vez en que un grupo en desventaja tanto militar como numérica, logró vencer a las tropas imperiales de Napoleón III.


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Colonia 10 de Abril

Tras la derrota de los villistas, el general Pablo González al mando de un ejército carrancista entró al territorio de Morelos, con la orden de acabar con Zapata.

El Gral. González fraguó un plan que consistía en que el coronel Jesús Guajardo fingiera pasarse a las filas zapatistas. Zapata aceptó reunirse con él y el 10 de abril llegó a Chinameca escoltado por diez de sus mejores hombres. Al entrar en la hacienda, fue asesinado por los hombres que creía formados en guardia de honor.

Emiliano Zapata falleció el 10 de abril de 1919. Sus restos mor-tales se encuentran al pie de la estatua que en su memoria se erigió en Cuautla, Morelos.


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Colonia Argentina Antigua

IGNACIO ALLENDE (1769–1811)Nació en San Miguel el Grande, Guanajuato, el 21 de enero de 1769. Su nombre completo fue Ignacio José de Jesús Pedro Regalado de Allende y Unzaga. Destacado militar, consiguió el grado de capitán del Regimiento de Dragones de la Reina cuya demarcación era San Miguel. Diestro en el dominio de los caballos, ágil en las suertes del toreo, presto en las actividades del campo, gallardo, resuelto, precipitado y valiente, era muy inclinado también al juego, a las mujeres y a toda clase de disipaciones terrenas.

Desde 1809, San Miguel el Grande era el sitio de reunión de una junta secreta en la cual participaban varios simpatizantes a favor de la independencia de México, presuntamente convocados por Ignacio Allende. Tal conjuración estaba relacionada con otras que se desarro-llaban en distintos lugares, y fue Allende precisamente quien persuadió al cura Miguel Hidalgo de participar en el movimiento que se tramaba en Querétaro.

Tras la denuncia de aquella conspiración, Allende se levantó en ar-mas en Dolores el 16 de septiembre de 1810; en la villa de San Miguel incorporó a la insurrección el regimiento militar que tenía bajo su mando. Nombrado capitán general del ejército insurgente, después de la victoria en el Monte de las Cruces, aconsejó marchar sobre la ciu-dad de México, pero Hidalgo se opuso por las que consideraba razo-nes apremiantes. Derrotado por Félix María Calleja en Guanajuato y Guadalajara, fue aprehendido con el resto de los rebeldes y procesado y fusilado en Chihuahua el 26 de junio de 1811. Como la de Hidalgo, su cabeza cercenada quedó igualmente expuesta en una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.

En recuerdo de quien fue uno de los principales líderes que inicia-ron el movimiento de nuestra independencia, el nombre de Ignacio Allende designa una prolongada calle en la colonia Argentina Antigua.


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MARIANO ARISTA

(1802–1855)Mariano Arista nació en San Luis Potosí en 1802. A los 15 años sentó plaza como cadete en Puebla y en junio de 1821, con el grado de te-niente coronel, se incorporó con Iturbide al ejército trigarante que in-gresó a la ciudad de México para declarar la Independencia. En 1846 se le dio el mando del ejército del norte, y durante la guerra de 1847 contra Estados Unidos enfrentó a los invasores en la batalla de Palo Alto en la que fue derrotado.

Fue ministro de Guerra y Marina de 1848 a 1851 y después fue electo Presidente de la República de 1851 a 1853 como parte de los juegos políticos entre Santa Anna y Alamán, tomando posesión el día 15 de enero de 1851. Su gobierno tuvo muchas dificultades por lo exaltado de los partidos políticos que en el Congreso desechaban todo lo que se les proponía.

Durante su gobierno un levantamiento armado proclamó la auto-nomía de la que denominaron “República de Sierra Gorda”, pero fueron derrotados por el ejército. El presidente Arista trató de some-ter al ejército y moralizarlo, a la vez que redujo el presupuesto de la fuerza armada para evitar los cuartelazos. En otros ramos, se preo-cupó por mejorar las comunicaciones del país estableciendo la prime-ra línea telegráfica que iba de la capital al puerto de Veracruz; también otorgó la concesión para construir un ferrocarril en esa misma ruta. Con la intención de embellecer la capital trasladó la estatua ecuestre de Carlos IV a la entrada del paseo de Bucareli.

Finalmente la terrible situación financiera trajo como consecuencia una insurrección cuya finalidad era regresar a Santa Anna al poder. El 13 de septiembre de 1852 los revoltosos publicaron un plan que destituía a Arista, sostenía la Constitución Federal, desconocía los po-deres públicos existentes y llamaba a Santa Anna a la presidencia. El presidente Arista pidió al Congreso facultades extraordinarias para combatir a los rebeldes, pero como le fueron negadas, no quiso violar la decisión de la representación nacional y renunció a la Presidencia de la República el 6 de enero de 1853.

Salió para embarcarse hacia España y residir allí. Murió en Lisboa donde fue enterrado en 1855. El gobierno del general Comonfort lo


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declaró Benemérito de la Patria y en 1880 el general Porfirio Díaz hizo traer sus restos que descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres de la ciudad de México.

MIGUEL SILVA (1821–1860)Su padre, don José M. Silva, fue un michoacano distinguido que ayudó a la causa de la Independencia de México y al triunfo de ella fue electo diputado en Michoacán, desde la cual propuso la iniciativa de cambiar el nombre de Valladolid al de Morelia como homenaje al héroe de la independencia originario de esa ciudad.

Miguel Silva Macías nació en Ario de Rosales, Michoacán, el 29 de septiembre de 1821. Hizo estudios de medicina en la Escuela de Michoacán y se recibió en la ciudad de México durante el año 1847. Ejerció su profesión en Morelia y se hizo cargo de la cátedra de Pa-tología Interna en la naciente Escuela Médica. En 1850 fue director de los lazaretos que se abrieron con motivo de la terrible peste del cólera morbus.

Ocupó la gubernatura de su estado como reconocimiento por su apoyo al Plan de Ayutla contra la dictadura Santa Anna. Fue un go-bernante liberal, honrado y progresista que también ejerció el cargo de consejero decano en el gobierno michoacano de enero de 1856 a junio de 1857.

Murió el 4 de enero de 1860 contagiado por el tifus, pues justo combatía contra la epidemia de ese año.

Su hijo, el también doctor Miguel Silva González (1857–1946), na-ció en el año de 1857 y siguió el ejemplo de su abuelo y su padre al servicio de México y del estado de Michoacán.

También gobernador de su estado hacia 1912 –renunció con motivo de la usurpación de Victoriano Huerta–, no fue ajeno al movimiento revolucionario que le tocó vivir durante el año de 1910, y de hecho se convirtió en el abanderado de la rebelión en Michoacán. Perseguido, se desplazó al norte y se unió al movimiento encabezado por Francisco Villa. Murió autoexiliado en La Habana, Cuba, en 1946.


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Colonia Pensil

JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN

(1765–1815)Nació en Valladolid (hoy Morelia en su honor), Michoacán, el 30 de septiembre de 1765. Ingresó en 1790 al colegio de San Nicolás, cuan-do era rector precisamente don Miguel Hidalgo y Costilla. Se ordenó sacerdote y sirvió en varios curatos humildes. En octubre de 1810, era párroco del pueblo de Carácuaro cuando supo de la insurrección promovida en Dolores; salió entonces hacia Charo, donde Hidalgo lo nombró su lugarteniente y lo comisionó para levantar en armas la costa sur del país, con el principal objetivo de apoderarse del puerto de Acapulco.

Tras la muerte de los iniciadores del movimiento, Morelos se con-virtió en el líder más destacado de la insurrección: comenzó con 25 hombres y formó paulatinamente un ejército organizado con el que emprendió varias campañas militares. En la primera, de octubre de 1810 a agosto de 1811, sus seguidores ocuparon Petatlán y Tecpan donde se incorporaron Hermenegildo Galeana y sus hermanos; Co-yuca, El Aguacatillo, y Chilpancingo donde se unieron Nicolás Bravo y sus familiares; Tixtla donde se agregó Vicente Guerrero e intentaron apoderarse de Acapulco sin conseguirlo.

La segunda campaña, de noviembre de 1811 a mayo de 1812, fue de auténtica expansión: los insurgentes ocuparon Taxco y todo el norte del actual estado de Guerrero; dominaron el sur de Puebla, cayeron sobre Chiautla e Izúcar donde se sumó a la lucha Mariano Matamoros; alcanzaron las inmediaciones de Chalco, sujetando los poblados de Tenango y Tenancingo. En Cuautla, en el actual estado de Morelos, resistieron durante 58 días el sitio impuesto por las fuerzas realistas de Félix María Calleja, del 19 de febrero a la madrugada del 2 de mayo de 1812, cuando sin víveres ni agua, y acosados por una grave epidemia, los defensores rompieron el cerco militar en una proeza militar que trascendió hasta los oídos de Napoleón.

En la tercera campaña, de julio de 1812 a agosto de 1813, Morelos y sus fuerzas tomaron Oaxaca, a continuación ocuparon Acapulco, Orizaba, Córdoba, Yanhuitlán y Tehuacán.


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Durante la última campaña, de septiembre de 1813 hasta noviem-bre de 1815, los principales jefes insurgentes, guiados por las iniciativas de Morelos, convocaron a la formación de un Congreso en la ciudad de Chilpancingo. Este Congreso redactó el 6 de noviembre de 1813 el Acta de Independencia y promulgó una Constitución que fue jurada en Apatzingán en octubre de 1814. Tales acciones demostraron que el movimiento insurgente, en esta etapa, ya aspiraba a constituir un proyecto político diferente para el país, mediante el establecimiento de un gobierno libre de la monarquía española.

Desafortunadamente para los rebeldes, sus embates contra Va-lladolid y Puruarán no prosperaron, y en 1815 perecieron los mejores hombres de Morelos: Mariano Matamoros y Hermenegildo Galeana. Las derrotas incrementaron la ofensiva virreinal y, en el intento de poner a salvo al Congreso trasladándolo hacia Veracruz, Morelos fue hecho prisionero en Tezmalaca, Puebla. Procesado en la ciudad de México, degradado como sacerdote, declarado hereje y traidor al rey, fue fusilado en San Cristóbal Ecatepec el 22 de diciembre de 1815.

Hombre de gran visión política, en su escrito Sentimientos de la Na-ción plasmó aquellas medidas dictadas en favor de los menos favo-recidos, precisó el ideario de la Independencia y sentó las bases de la posterior organización política del país. De proceder honrado, recha-zó el nombramiento de “Alteza Serenísima” que le hiciera el Congreso y, en cambio, aceptó la denominación “Siervo de la Nación”.

En esta demarcación, el recuerdo de tan ilustre personaje persiste en la designación de sitios de esparcimiento como el Jardín Morelos en la colonia Escandón, en espacios destinados al recreo y la difusión de actividades culturales como el Centro Social y Deportivo José María Morelos y Pavón, entre Lago Erne y Lago Transimeno en la colo-nia Pensil; y también a través del nombramiento de escuelas como el jardín de niños José María Morelos y Pavón, localizado en Avenida Revolución número 24, colonia Tacubaya.

DANIEL CABRERA

(1858–1914) Célebre periodista mexicano que nació el año de 1858, Daniel Cabre-ra fundó, dirigió y redactó la publicación política y literaria titulada


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El Hijo del Ahuizote entre 1885 y 1900. Si bien el periódico continuó hasta 1903, su fundador y director debió abandonarlo a consecuencia de una enfermedad y la edición quedó a cargo de Remigio Mateos, luego de Néstor González y posteriormente de Juan Sarabia, hasta su desaparición por órdenes gubernamentales.

Entre las publicaciones con caricaturas mexicanas, El Hijo del Ahuizote ocupa un lugar paradigmático, pues el papel que jugó como integrante de la prensa de oposición fue un instrumento clave en la conformación y articulación de un sector de la sociedad civil, que pugnaba por desplazar políticamente a los actores de la sociedad tradi-cional y corporativista gestada durante la paz porfiriana. El Hijo del Ahuizote no marchó solo, sino al lado de publicaciones como El Diario del Hogar, con la que compartió redactores, Regeneración y El Colmillo Público, todas ellas caracterizadas por ejercer la libertad de imprenta señalando los abusos del régimen.

En la elaboración de sus páginas participaron personas como Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama, Santiago R. de la Vega, Librado Rivera, Enrique y Ricardo Flores Magón, algunos de los fundadores del Partido Liberal Mexicano y futuros jefes revolucionarios; y los caricaturistas Santiago Hernández, Jesús Martínez Carrión y Eugenio Olvera, cuyos trabajos incluso aparecieron en periódicos extranjeros.

A pesar de los incontables encarcelamientos de Cabrera y de las suspensiones de la edición, El Hijo del Ahuizote circuló de modo ex-cepcional y se leyó lo mismo en las cantinas que en los hogares. En abril de 1900 Cabrera dejó la redacción del periódico. Las críticas a diversos personajes de la elite gubernamental trajo el recrudecimien-to de la represión, además de la persecución y la detención de sus trabajadores, se decomisaron los talleres y el local fue cerrado. La publicación culminó en 1903. Daniel Cabrera murió en 1914.

En la colonia Pensil Sur, una calle rememora el nombre de este periodista y luchador incansable por el derecho a la libertad de ex-presión: “Daniel Cabrera”.


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San Miguel Chapultepec

GRAL. JOSÉ MORÁN

(1774–1841) Nació en San Juan del Río, Querétaro, el 3 de septiembre de 1774; in-gresó al Regimiento de Dragones de México en 1789. Especializado en matemáticas y táctica militar, participó en la Guerra de Independencia del lado realista, hasta que en 1821 se adhirió al Plan de Iguala y enca-bezó una de las divisiones del ejército trigarante. Ocupó varios puestos militares de importancia y el presidente Guadalupe Victoria lo designó jefe político de Puebla.

Fundó el Colegio Militar en Perote y envió comisiones para levan-tar planos del Istmo de Tehuantepec y del estado de Veracruz. Logró mejoras en la organización del ejército mexicano, viajó por Europa y a su regreso en 1838 fue nombrado ministro de Guerra y Marina. Se retiró de la vida política y murió en el Distrito Federal en 1841.

GOB. FRANCISCO FAGOAGA

(1788–1851)Hijo del primer Marqués del Apartado, nació en la ciudad de México en 1788, estudió en el Colegio de San Ildefonso y después fue envia-do a Europa para continuar sus estudios y adquirir una educación aristocrática. En 1820 fue electo diputado para representar a México en las Cortes de Cádiz; a su regreso al país fue electo alcalde primero del Ayuntamiento de la ciudad de México. A la muerte de su hermano mayor se encargó de administrar su fortuna y se dedicó a realizar obras de caridad de tiempo completo.

Fue uno de los más distinguidos filántropos del siglo XIX, llevando a cabo el financiamiento para obras de reconstrucción a varios asilos, hospicios y templos de la ciudad. Murió el 20 de junio de 1851.

GRAL. GÓMEZ PEDRAZA

(1789–1851)Originario de Querétaro, Manuel Gómez Pedraza nació el 22 de abril de 1789 e inició sus estudios en su ciudad natal, ingresando posterior-


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mente al ejército para seguir la carrera de las armas. Bajo las órdenes de Iturbide, fue comisionado comandante de la Huasteca. En 1824 fue nombrado gobernador de Puebla y ministro de Guerra en 1825.

Opuesto al gobierno de Vicente Guerrero, lanzó su candidatura para presidente y fue electo en 1828, aunque un año más tarde tuvo que abandonar el país. Después de la caída de Anastasio Bustamante en 1832, volvió a ocupar, entonces interinamente, la presidencia del país. En 1833 entregó el poder a Valentín Gómez Farías, y en los años sub-secuentes participó en la política nacional ocupando varios puestos en ambas cámaras del Congreso.

Falleció el 14 de mayo de 1851 cuando era director del Monte de Piedad. Antes de morir indicó que no se le sepultara en ningún cam-posanto, pues no quiso ser enterrado en el seno de la Iglesia.

GOB. JOSÉ MARÍA TORNEL (1789–1853)Nació en Orizaba, Veracruz, en 1789, y desde su juventud estuvo convencido de la independencia de México, ideal con el cual se unió a los insurgentes con el grado de subteniente en 1813. Hecho prisio-nero en 1814, fue sentenciado a prisión en la capital del virreinato, en el convento de San Ildefonso.

Se adhirió al Plan de Iguala en 1821, y declarada la independencia ocupó los cargos de diputado en el Segundo Congreso Constituyente de 1823 a 1824, secretario del presidente Guadalupe Victoria y luego diputado y gobernador de Veracruz. En 1828 y en 1833, respectiva-mente, fue designado gobernador del Distrito Federal además de ser elegido ministro plenipotenciario en Estados Unidos de 1829 a 1831. Ferviente partidario de Santa Anna, en varias ocasiones fue nombrado ministro de Guerra y Marina: 1833, 1839, de 1841 a 1844 y en 1853.

A su vasta instrucción se sumaba la influencia de sus numerosas relaciones, ya que había estado en la escena política desde los prime-ros acontecimientos de la lucha por la independencia. Como diplo-mático firmó el tratado mediante el cual México se asoció con otras naciones en la generosa empresa de abolir el tráfico de esclavos.

Escritor notable, entre sus mejores obras se encuentra la refutación que hizo a la Historia de México escrita por Lucas Alamán. Amigo de


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las ciencias y de las letras, José María Tornel y Mendívil se avocaba en cuanto le era posible a generalizar la educación entre el pueblo. Como director del Colegio de Minería mejoró considerablemente sus instalaciones y abrió nuevas disciplinas para los aspirantes.

Defensor del federalismo y de la libertad, fue considerado un elocuente orador, y durante las fiestas que conmemoraban la Independencia de México siempre era invitado al estrado. Siendo ministro de Guerra y Marina, don José María Tornel y Mendívil murió en Tacubaya de un violento ataque de apoplejía el 11 de septiembre de 1853.

GOB. MELCHOR MÚZQUIZ

(1790–1844)Nació el 5 de enero de 1790 en el poblado de Santa Rosa, hoy Ciudad Múzquiz, cerca de Monclova, Coahuila. Estudió en el Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, y en plena efervescencia del mo-vimiento independentista se unió a la causa.

Fue condecorado coronel del ejército insurgente al término de la guerra. El presidente Guadalupe Victoria le otorgó el grado de gene-ral de brigada. Durante los siguientes veinte años vivió entre pronun-ciamientos y levantamientos de los grupos de militares que detenta-ban el poder. Fue diputado, asumió brevemente la silla presidencial y se mantuvo en altos puestos políticos hasta su muerte acaecida el 14 de diciembre de 1844.

GRAL. ANTONIO LEÓN

(1794–1847)Nació en Huajuapan, hoy de León, Oaxaca, en junio de 1794. Ingresó como alférez al ejército realista donde ascendió hasta capitán en 1817; en 1821 se unió al movimiento insurgente y se adhirió al Plan de Igua-la. Iturbide le reconoció sus servicios a la causa y lo nombró coman-dante de las Mixtecas. Apoyó a Vicente Guerrero y a Nicolás Bravo, uniéndose a José Joaquín Herrera contra el Imperio de Iturbide. Hacia 1830 sometió a las gavillas de Narváez y Medina que asolaban el esta-do de Oaxaca. Fue electo diputado federal y luego gobernador de su estado en 1834 y en 1845, respectivamente, con breves interrupciones en ambos cargos.


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Colaboró eficazmente en la incorporación del Soconusco, hoy Chiapas, a México en 1842. En el año de 1847 se unió a Santa Anna para combatir contra la invasión norteamericana. Murió en la Batalla de Molino del Rey en 1847, y por tal motivo se le nombró póstuma-mente General de División.

GOB. LUIS G. VIEYRA

(1798–1856)Nació en Acámbaro, Guanajuato, en 1798. Fue testigo de la procla-mación de la independencia de México por Iturbide en 1821, por lo que conservó en su poder el original del Plan de Iguala, mismo que regaló a Juan Nepomuceno Almonte y éste a su vez a Maximiliano en 1864. Fue militar de carrera y a partir de 1841 fue nombrado general.

Ocupó cargos importantes en los gobiernos de los años cuarenta del siglo XIX, entre ellos, varios para la regulación de la instrucción de medicina y la aplicación de medidas para la salud pública. Murió en la ciudad de México el 26 de marzo de 1856.

GOB. JOSÉ CORTINA

(1799–1860)Su nombre completo era José Justo Gómez de la Cortina, conde de la Cortina y de Castro. Nació en la ciudad de México en el año de 1799. Después de cursar algunos años la carrera militar en México, marchó a España donde se tituló como ingeniero y ascendió a coronel del ejér-cito español impartiendo también la cátedra de Geografía Militar.

Dentro del servicio diplomático cumplió misiones en Turquía, Ho-landa, Austria, Inglaterra y Francia. En 1832 regresó a México duran-te la efervescencia político-militar de aquel año. Emigró a Estados Unidos y, una vez más estable la situación política, volvió a México donde fundó la Sociedad de Geografía y Estadística.

Gobernador del Distrito Federal por un año (1835–1836), poste-riormente ocupó varios cargos públicos de importancia, incluyendo el de gobernador del Distrito Federal nuevamente en 1846. Participó activamente en la conformación de la Biblioteca Nacional. Falleció en la ciudad de México en 1860.


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GRAL. MOLINOS DEL CAMPO Militar y político mexicano que figuró en el primer tercio del siglo XIX. Reunidos en Puebla el 13 de octubre de 1832, el general Santa Anna y varios diputados –entre ellos, el Dr. Quintero, Molinos del Campo y el general Mora– acordaron, en representación del Gobierno, que se revisase la renuncia que había presentado Manuel Gómez Pedraza a la presidencia de la república. La Cámara de Diputados contestó que no estaba entre sus facultades revisar los actos electorales.

Molinos del Campo sustituyó al general Tornel y Mendívil como gobernador del Distrito Federal en diciembre de 1826

GOB. A. DÍEZ DE BONILLA (1801–1865)Militar mexicano que nació en la localidad de Tulancingo, Hidalgo. Fue integrante de las principales autoridades de la ciudad de México entre 1840 y 1854, cuando durante varios periodos figuró como go-bernador del Distrito Federal.

Obtuvo el grado de general de brigada en 1853, y en el último pe-riodo presidencial de Santa Anna, Díez de Bonilla, en su función de gobernador del Distrito Federal, persiguió a los opositores del régi-men aplicando con dureza la “Ley de los conspiradores” y el “Bando de murmuradores”, iniciativas que equiparaban la rebelión al simple acto de dar una noticia que no fuese del gusto del gobierno, lo cual llevó al destierro a varias personalidades distinguidas.

Su postura política estuvo relacionada con el Partido Conservador y en contra de la Reforma. Murió en la ciudad de México en 1865.

GOB. JOSÉ GUADALUPE COVARRUBIAS

(1888–1982) En 1909 se afilió al Partido Antirreleccionista y formó parte de la co-mitiva que recibió a Francisco I. Madero en su visita electoral a Gua-dalajara. Posteriormente fue de los fundadores y presidente estatal del Partido Nacional Revolucionario en Jalisco.

Fue también gobernador del Distrito Federal del 7 de diciembre de 1846, cuando relevó a Manuel Rincón, hasta el 13 de enero de 1847, fecha en que lo sustituyó Juan José Baz.


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GOB. MIGUEL GONZÁLEZ CALDERÓN

Militar y político mexicano que fue gobernador del Distrito Federal del 11 de enero de 1840 al 10 de marzo de 1843. Este dato, aunque no lo contienen textos relacionados con la historia de México, si está consignado en el boletín oficial del Consejo de Gobierno del Distrito Federal en su tomo V.

GREGORIO V. GELATI (1805–1847)Gregorio Vicente Gelati, hijo del italiano Vicente Gelati y de doña Eusebia Castellanos, nació en San Miguel El Grande, Guanajuato, en 1805 y murió en la ciudad de México.

Inició su carrera como cadete en 1817 y militó bajo las ordenes del general Santa Anna en la Guerra de Texas, sobresaliendo en diferentes combates que le valieron varias menciones a su valor.

Dos años más tarde, ostentando ya el grado de coronel, combatió a los invasores norteamericanos. Murió heroicamente defendiendo a la Patria en la Batalla de Molino del Rey, en la épica jornada del 8 de septiembre de 1847, junto a sus compañeros el Gral. León y el coro-nel Balderas.

GOB. GARCÍA CONDE

(1806–1851)Pedro García Conde nació en Arizpe, Sonora, el 29 de noviembre de 1806. Ingresó como cadete en la compañía de San Carlos en Cerro Gordo y obtuvo el grado de teniente de caballería en 1821. Inscrito en el Colegio de Minería en 1822, en 1825 se incorporó al Estado Mayor recibiendo el encargo de hacer el reconocimiento militar de la costa del Golfo, desde Tuxpan hasta Tampico y desde Valles hasta Zacualtipán. Impartió entre 1821 y 1831 la clase de Matemáticas en el cuerpo de ingenieros, y un año después apoyó a Gómez Pedraza en sus aspiraciones a la presidencia.

Ocupó varios cargos político-militares por el norte del país, entre otros el de la dirección del Colegio Militar en 1837 con algunas in-terrupciones hasta 1846. Dirigió las obras de reconstrucción del Pa-lacio Nacional e hizo el levantamiento del plano topográfico del Dis-


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trito Federal. En 1845 José Joaquín Herrera lo nombró secretario de Guerra y Marina, y mientras dirigía los trabajos de la delimitación oficial de la frontera con Estados Unidos, enfermó y regresó a su pueblo natal, donde murió en 1851.

GRAL. JUAN CANO (1815–1847)Nacido en la ciudad de Mérida, Yucatán, Juan Crisóstomo Policarpio Cano y Cano fue enviado desde muy joven a estudiar a Estados Uni-dos, en una institución donde tuvo como maestro a un ex asesor de Napoleón, el profesor Paugnet, quien lo inspiró para seguir la carrera de las armas. Regresó a México y volvió a Europa para estudiar en Pa-rís, donde se graduó como ingeniero militar con excelente promedio; el gobierno francés lo invitó a pertenecer a la legión extranjera, pero de-clinó tal ofrecimiento para volver a su país.

Ingresó al ejército mexicano y después de un brillante examen de admisión, fue nombrado capitán de ingenieros militares, participan-do en la toma de Tampico bajo las órdenes del general Anastasio Bustamante. Años más tarde sometió con trato humano a grupos de indios alzados en Querétaro, por lo que fue calumniado y alejado de la región.

Hombre inteligente y de gran corazón, no compartió las decisio-nes de los gobiernos santannistas. Destacado profesional que contri-buyó con el diseño de obras de fortificación en importantes puntos de defensa como lo fueron Padierna, Churubusco y Chapultepec durante los ataques de los norteamericanos que por órdenes equivocadas no surtieron el efecto esperado y sucumbieron ante el invasor.

De acuerdo con una descripción del escritor Guillermo Prieto, Juan Cano era hacia 1847 un hombre de treinta o cuarenta años, de cabeza germánica y yucateca, pálido, carirredondo, de ojos penetrantes y alegres, expresión sonriente, estatura regular, complexión ancha y movimientos rápidos... Su trato era fácil, cortés y franco, por lo que le mortificaba la farsa y la ceremonia. A primera vista parecía un colegial alegre o un tertuliano de buen humor, afecto a comer al aire libre y a las bromas de buena sociedad, era reflexivo y estudioso, cumplido y respetuoso, hombre decente, llamaba a sus amigos, como signo de confianza, ba-


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dulaque o badulaquillo, y sólo cuando lo requería su obligación, daba a conocer sus vastos conocimientos militares y el aprovechamiento de sus brillantes estudios hechos en París.

Previo al asalto norteamericano a Chapultepec el 13 de septiem-bre de 1847, el coronel Cano pidió cañones a Santa Anna; el Presi-dente envió a dos emisarios de lengua fácil que no comprendieron las peticiones del coronel, y cuando se retiraron los emisarios, Juan Cano dijo en tono sarcástico: “Yo pedí al general cañones y me mandó faroles...” En el mismo retrato hecho por Guillermo Prieto, cuando se refiere a este hecho, dice que al reconvenir Santa Anna el comen-tario del joven coronel, con sumo respeto pero también con energía incontrastable, Cano le echó en cara su conducta indigna y poco pa-triótica al abandonar en aquellas circunstancias a su suerte al general Bravo y dejar así mal defendido el sitio de Chapultepec.

Sobrino de Andrés Quintana Roo, quien le había inspirado en su primera juventud el conocimiento de los clásicos, se sabe que su tío le envió una sentida carta patriótica con su hermano Lorenzo Cano para que no participara en la batalla que se aproximaba en Chapulte-pec. Contrariando las indicaciones de don Andrés, se batió como un valiente en el enfrentamiento contra el invasor el 13 de septiembre de 1847, reconociéndosele por su calidad de hombre y militar, por lo que se le sepultó en el panteón de Santa Paula (hoy desaparecido en las inmediaciones de la actual plaza Garibaldi) donde el propio Gui-llermo Prieto ofreció un merecido homenaje retórico ante su tumba.

Juan Cano murió durante el asalto del invasor, dando ejemplo de valor y alentando sereno a los que quedaban en defensa de su patria en la parte alta del cerro. Llevado ante la presencia del entonces director del Colegio Militar, general Mariano Monterde, en su informe asentó que lo recibió moribundo, atravesado en los costados por balas de rifle, por lo que irremediablemente falleció a las 9 de la noche del 13 de septiembre de 1847.

M. REYES VERAMENDI

Militar nacido en Tehuacán, Puebla, luchó entre los insurgentes por la independencia de México. Fue presidente del ayuntamiento y gober-nador del Distrito Federal durante la invasión norteamericana, del 16


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de septiembre de 1847 al 18 de enero de 1848. En 1855 obtuvo el grado de general. Murió en la ciudad de México.

El escritor Guillermo Prieto en su libro Memorias de mis tiempos, se refiere a él como un hombre densamente obeso y natural, juguetón en el trato familiar, habitualmente ataviado con su chaquetón de indiana amarilla o de color chillante, su capa española y su sombrero blanco de anchas alas.

Se le creía sencillo y honrado, y por sus obras merecía ambas cua-lidades. Militar con grado de coronel, lucía como una joya en los mo-mentos supremos, y cuando fue alcalde se dice que, para no calentarse la cabeza o entrar en cólera, hacía que los contrincantes apostaran a cara o armas con una moneda que arrojaba al aire, haciendo que la suerte pronunciase sus más altos fallos cuando entraba en cualquier disputa o debate.

GOB. VICENTE EGUÍA Político mexicano que, entre otros cargos, ocupó el de gobernador del Distrito Federal en diciembre de 1837 y luego en agosto de 1838, cuando fue sustituido por Luis G. Vieyra.

GRAL. IGNACIO ESTEVA

(1816–1891)Nació en el puerto de Veracruz el 15 de agosto de 1816. El general Mariano Arista, siendo presidente de la República, le ofreció la carte-ra del ministerio de Hacienda, cargo que ya había ocupado su padre durante el gobierno de Guadalupe Victoria.

Tras un análisis exhaustivo, realizó un detallado reporte en el cual co-municaba que el país se encontraba en una grave situación económica y de desorden en las cuentas públicas, por lo que renuncia al cargo. En el año de 1853, Santa Anna lo nombró administrador de la aduana marítima y fue condecorado con la Cruz de Caballero de la Orden de Guadalupe. Durante el Imperio fungió como consejero de Maximiliano. Murió en Orizaba el 23 de mayo de 1891.


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GRAL. JUAN ZUAZUA

(1820–1860)Juan Zuazua nació en Lampazos, Nuevo León, el 6 de enero de 1820. Realizó estudios en la ciudad de Monterrey, dedicándose primero al comercio y la agricultura, pero a los veinte años de edad ingresa a la milicia. Durante la intervención norteamericana, junto con su hermano Carlos, se puso a las órdenes de Mariano Arista.

Después de participar en varias batallas, organizó una guerrilla en el estado de Tamaulipas para contrarrestar los ataques de indios salva-es por esas regiones norteñas. Se adhirió al Plan de Ayutla y ascendido a coronel defendió la causa liberal por varios años. Murió asesinado el 31 de julio de 1860 cerca del rancho de san Gregorio, a 30 kilómetros al noroeste de Saltillo.

CAP. MARTÍNEZ DE CASTRO

(1825–1880) Nació en 1825 en el estado de Sonora. Terminada la instrucción me-dia se trasladó a la ciudad de México para estudiar la carrera de abo-gado, terreno en el cual se desempeñó notablemente en el ámbito jurídico, al grado de ser llamado por el presidente Juárez para elaborar un proyecto de código penal para el Distrito Federal. Durante la inter-vención francesa defendió la causa liberal, exhortando a la población a no bajar la guardia tras el triunfo del ejército mexicano en Puebla el 5 de mayo de 1862.

Restaurada la República, fue nombrado ministro de Justicia e Ins-trucción Pública, donde en noviembre de 1867 decretó la creación de la Biblioteca Nacional en el antiguo convento de San Agustín en la ciudad de México y colaboró en la formación de la Ley de Instrucción Pública del 2 de diciembre de1867. Mientras ocupaba el cargo de magistrado de la Suprema Corte de Justicia, cae enfermo y muere en Tacubaya el 27 de junio de 1880.

JOAQUÍN ARGAEZ (¿?–1847)Teniente de infantería mexicano que participó en la defensa del Cole-gio Militar en Chapultepec contra los invasores norteamericanos,


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quienes lo hicieron prisionero el 13 de septiembre de 1847. En la lista del comisario del Colegio Militar, fechada el 1º de julio de 1848, refe-rente a la 2ª. Compañía, figura su nombre como oficial: “Teniente Joa-quín Argáiz” (sic), y de igual manera quedó registrado en el obelisco que rinde homenaje a los combatientes del 13 de septiembre, ubicado al pie del cerro de Chapultepec.

JUAN DE LA BARRERA

(1828–1847)Nació en la ciudad de México el 26 de junio de 1828, hijo de Ignacio María de la Barrera y Troncoso, oficial del ministerio de Guerra y Marina, y de María Josefa Inzáurraga. Sus estudios elementales los realizó bajo la supervisión de profesores particulares. Durante 1841 ingresó como alumno en el Colegio Militar, y en 1843 fue ascendido a sub-teniente de artillería y al mismo tiempo se daba de baja del colegio.

Para ampliar sus conocimientos en el campo científico, presentó una solicitud de reingreso al Colegio Militar en calidad de “agregado”. Aceptada su petición se concentró en concluir sus estudios facultativos en la disciplina de ingeniería, y como reconocimiento a su aplicación se le otorgó el grado de subteniente alumno de la propia institución en 1845.

Con el conflicto internacional suscitado entre México y Estados Unidos, Juan de la Barrera se sumó a la defensa de la nación y solicitó su traslado al ejército. Atendida su petición fue nombrado teniente de ingenieros, si bien la disposición no la ejerció porque ese regimiento fue derrotado por los invasores en la batalla de Padierna.

El general Monterde, director del Colegio, le encomendó reforzar la defensa de los alrededores del bosque de Chapultepec. En su nuevo encargo, Juan de la Barrera construyó un baluarte en las confluencias de los caminos de la Condesa y Chapultepec, desde donde defendió al Castillo. Murió en esta defensa el 13 de septiembre de 1847.

AGUSTÍN MELGAR

(1829–1847) Nació en la ciudad de Chihuahua el 28 de agosto de 1829 y fue hijo del coronel Esteban Melgar y de María de la Luz Sevilla. Su padre murió


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cuando él contaba con dos años de edad, dejando a su familia en la penuria. Terminó la instrucción primaria y perdió a su madre, por lo que marchó a la ciudad de México con la idea de ingresar al Colegio Militar; así, el 4 de noviembre de 1846 se presentó en Chapultepec y solicitó su ingreso como cadete.

Como recluta, Agustín Melgar fue dado de baja en mayo de 1847. Sin embargo, el 19 de agosto fue readmitido en el colegio en calidad de agregado, después de haber perdido su reingreso al ofrecer sus ser-vicios ante la invasión estadounidense.

Ante la cercanía del enemigo, las autoridades del colegio ordena-ron a los cadetes retirarse a sus hogares, si bien Agustín Melgar de-cidió concurrir a la defensa del Castillo de Chapultepec por carecer de familia en la capital.

Los días 12 y 13 de septiembre, durante el ataque, Melgar se portó con valentía, rechazando al enemigo desde el puesto que defendía, acción en la que recibió numerosas heridas e incluso luchó cuerpo a cuerpo con el enemigo. Años más tarde, en 1924, en homenaje póstu-mo, sería rehabilitado como cadete efectivo del Colegio, agregándose en su expediente el siguiente relato:

“Alumno Agustín Melgar: muerto a consecuencia de las heridas de bala y bayoneta recibidas por defender a la patria, el 13 de Septiembre de 1847. Habiendo quedado solo, intentó detener al enemigo que bajaba por la escalera del lado norte del Mirador. Mató de un balazo a uno de los asaltantes en dicha carrera. Siendo perseguido, se parapetó detrás de unos colchones, en el interior de una de las piezas, donde continuó haciendo fuego, hasta que no pudo resistir más por las heridas reci-bidas. Fue recogido y se le recostó sobre una mesa en la pieza cuya puerta es la primera que se encuentra, subiendo por la escalera... Quedó abandonado y en la mañana del 15 se le encontró muerto y caído en el suelo...”

Su nombre permanece en los monumentos que se encuentran en Chapultepec. FERNANDO MONTES DE OCA

(1829–1847)Nació en Azcapotzalco, Distrito Federal, el 29 de mayo de 1829. Hijo del capitán José María Montes de Oca y de Josefa Rodríguez, a los 17


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años tuvo noticia de la invasión estadounidense en el territorio nacio-nal, hecho que lo llevó en enero de 1847 a solicitar su ingreso en el Colegio Militar asentando su deseo por servir a las armas nacionales y contribuir así en la defensa del país.

Aceptada su petición se le admitió en la primera compañía de alumnos en la cual recibió un corto aprendizaje, mismo que se vio interrumpido ante la cercanía del enemigo. Participó en la batalla del 13 de septiembre y su muerte fue descrita de una manera muy dra-mática, pues fue abatido desde una de las ventanas que daban al norte del edificio, hacia el rancho de Anzures, ya que los efectivos estadou-nidenses dominaban numéricamente tanto el cerro como la azotea del Castillo. JUAN ESCUTIA

(1827–1847)Nació en Tepic, Nayarit, el año de 1827. Si bien se ignoran los pri-meros años de su vida, lo cierto es que en 1847 ofreció sus servicios al director del Colegio Militar en favor de la defensa del país ante la invasión estadounidense. Tras los trámites de rigor, fue aceptado co-mo agregado.

En medio de los sucesos de la batalla del 13 de septiembre en Chapultepec, a Juan Escutia se le convirtió en el protagonista de una acción que muy probablemente raya en la fantasía: al enfrentar el asal-to de las tropas extranjeras y observar que la bandera nacional caería en manos del enemigo, tomó el estandarte y envuelto en él se lanzó al vacío cayendo entre las rocas. El joven Escutia prefirió morir antes de que el símbolo patrio fuera humillado por los invasores. Se trata de una epopeya romántica que en realidad carece de fundamentos.

Juan Escutia no era cadete del Colegio Militar, sin embargo sí pe-leó junto a ellos y murió en el combate. Bien pudo ser un soldado del batallón de San Blas, pues estuvo presente en el momento en que esta unidad, al mando del teniente coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, enfrentó a los estadounidenses que lo recibieron con fuego de fusilería y con las bayonetas caladas. Se sabe que de 400 soldados, murieron alrededor de 370 y el resto escapó. El batallón de san Blas tenía su matriz precisamente en el territorio de Tepic, Nayarit, lugar de donde


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Juan Escutia era originario, por lo que bien pudo haberse enrolado en ese batallón.

Más allá de la veracidad del suceso, resulta innegable el nombre de Juan Escutia en la tradición popular.

JUSTINO FERNÁNDEZ

(1828–1911)Nació el 22 de julio de 1828 en la ciudad de México. Miembro de una distinguida familia, en 1853 se tituló como abogado. Fue electo dipu-tado al Congreso Extraordinario Constituyente en 1856-1857, y nom-brado regidor de la ciudad de México en 1861. Se opuso al imperio de Maximiliano, y ya restaurada la República, regresó a su puesto en el cabildo capitalino. De 1873 a 1876 fue gobernador de Hidalgo.

No era partidario del Plan de Tuxtepec, por lo cual se retiró de la política y fue nombrado vicepresidente de la Sociedad de Abogados de México; en 1885 asumió la dirección de la Escuela Nacional de Ju-risprudencia. Porfirio Díaz le encargó en 1901 la cartera de Justicia e Instrucción Pública, misma que separó de lo jurídico y dio pie a la creación de la Secretaría de Educación Pública a cargo de Justo Sierra.

Este ilustre jurista y promotor de varias leyes murió el 19 de agosto de 1911 en la ciudad de México.

GRAL. TIBURCIO MONTIEL

(1830–1885) Nació en la ciudad de Oaxaca en 1830 donde estudió la carrera de leyes. El presidente Juárez le confirió el mando de un batallón de la Guardia Nacional durante el período de la Reforma. Fue juez de lo civil y magistrado del Tribunal Superior de Justicia apoyando al bando liberal. Participó en la Guerra de Tres Años y en contra de la inter-vención francesa alcanzando el grado de coronel. Asumió la guber-natura del Distrito Federal el 2 de octubre de 1871, distinguiéndose por su honradez y su energía en el cargo.

Estuvo a favor del Plan de Tuxtepec y fue ascendido a general de divi-sión. Murió en la ciudad de México el 17 de diciembre de 1885.


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GOB. JOSÉ CEBALLOS

(1831–1893)Nació en la ciudad de Durango, Durango, en 1831, donde cursó sus primeros estudios, después ingresó al Colegio Militar en la ciudad de México y obtuvo el grado de capitán en 1855. Combatió en el bando de Santa Anna hasta el triunfo del Plan de Ayutla, y pasó a las filas de las fuerzas liberales bajo las órdenes de Comonfort. Durante la inva-sión francesa cayó prisionero, pero logró escapar en el trayecto del viaje que le conducía a Veracruz.

Participó en varios combates contra los franceses y sus aliados los conservadores. Una vez establecida la República fue nombrado go-bernador del estado de Yucatán.

Tomó parte en diversos pronunciamientos y luchas intestinas del país durante veinte años. Marchó por un tiempo a Guatemala, donde dirigió la Escuela Politécnica; a su regreso a México fungió como go-bernador del Distrito Federal desde 1884 hasta 1893, año en que fa-lleció. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

JOAQUÍN A. PÉREZ (¿?– 1891) Abogado y político que en 1873 fue gobernador del Distrito Federal. Murió en la ciudad de México el 17 de julio de 1891.

PROTASIO TAGLE

(1839–1903)Nació en la ciudad de México en el año de 1839; debido a sus ideas liberales, omitió su primer apellido: Pérez. Fue abogado y participó activamente en asuntos de política, por lo que en 1876 fue nombrado gobernador del Distrito Federal; más tarde sería también, durante el primer periodo presidencial de Porfirio Díaz, titular de Gobernación, de Justicia y de Instrucción Pública.

Inconforme por la participación de Manuel González para suce-der a Díaz, renunció a su cargo y se dedicó de tiempo completo a ser profesor de Derecho Romano en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Alejado ya de toda actividad política, murió el 31 de julio de 1903.


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GOB. RAFAEL REBOLLAR (1847–1915)Nació en el año de 1847 y murió en 1915 en la ciudad de México. Se recibió como abogado en el año de 1871, y tan meritorio fue su de-sempeño laboral y académico, que llegó a ser prefecto y profesor de la Escuela Nacional de Jurisprudencia y director del Diario Oficial, hasta alcanzar la secretaría y la gubernatura del Distrito Federal.

Colaboró en publicaciones como El Renacimiento y El Anáhuac, en las que escribió acerca de la medicina y su relación con la legalidad. Fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl. En 1897 presentó en los congresos jurídicos de Madrid y Londres el estudio “Abordajes y auxilios en alta mar entre buques de distintas naciones”, un tratado acerca de las leyes y procedimientos jurídicos de ese tema.

JOSÉ VASCONCELOS

(1882–1959)Nació en la ciudad de Oaxaca en 1882. Distinguido alumno, culminó sus estudios como abogado, ocupación que más tarde le permitió re-lacionarse con Francisco I. Madero. Integró la directiva del Partido Antirreeleccionista que postuló a Madero como candidato presiden-cial en 1910. Con el triunfo revolucionario, Vasconcelos se instaló en la ciudad de México; participó en el Ateneo de la Juventud, círculo acadé-mico del que fue nombrado presidente y donde compartió discusiones con destacados intelectuales de la época como Antonio Caso y Alfonso Reyes, entre otros.

Tras el asesinato de Madero en 1913, abandonó la capital y se trasladó a Estados Unidos. Mantuvo comunicación con el movimiento rebelde encabezado por Venustiano Carranza, quien tiempo después lo avaló como director de la Escuela Nacional Preparatoria. Cesado del cargo por circunstancias políticas, Vasconcelos se puso a las órdenes de la Con-vención de Aguascalientes, integrada por las distintas fuerzas revolu-cionarias. Dividida la Convención, se refugió en Estados Unidos hasta 1920, cuando fue nombrado rector de la Universidad Nacional.

Como rector propuso crear un ministerio federal de educación pública que atendiera prioritariamente la enseñanza de los sectores desvalidos de la población y convocó a una gran campaña nacional


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contra el analfabetismo. En 1921 se creó la Secretaría de Educación Pú-blica y Bellas Artes con Vasconcelos como primer secretario del ramo.

En 1924 renunció al cargo para aspirar gobernar Oaxaca, candi-datura de la que fue desplazado mediante ardides políticos. En 1929 varias personalidades lo convencieron de participar en la contienda por la presidencia del país. Derrotado por medio de fraudes, intimida-ciones y asesinatos a sus correligionarios, Vasconcelos incitó a una rebelión armada que no prosperó. Desilusionado se exilió y se dedicó a realizar actividades académicas. Regresó a México y murió en 1959.

La avenida “Maestro José Vasconcelos” de esta demarcación rinde homenaje a uno de los hombres más ilustres que ha tenido México.

GRAL. PEDRO ANTONIO DE LOS SANTOS

(1887–1913) Nació en 1887 y murió en 1913 en la localidad de Tampamolón, San Luis Potosí. Abogado de formación, durante 1909 participó como orador en la campaña antirreeleccionista de Francisco I. Madero.

Perseguido por la policía del régimen porfirista, huyó a Estados Unidos donde permaneció hasta 1911. Fue diputado federal durante 1912, y al desencadenarse la Decena Trágica, fue aprehendido junto con el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez, aunque más tarde fue liberado y no corrió la misma suerte que los sacrificados.

Consumado el golpe de Victoriano Huerta, Pedro Antonio de los Santos se alistó en las fuerzas de Jesús Agustín Castro con las que par-ticipó en la campaña desarrollada en Tamaulipas, donde fue capturado y luego ejecutado por las tropas del dictador Huerta.

CONSTITUYENTES

En 1916 Carranza impulsó la idea de convocar un Congreso Consti-tuyente para modificar la Carta Magna de 1857, con lo que pretendía terminar con la lucha armada y establecer un nuevo orden legal.

El Congreso se reunió en el Gran Teatro Iturbide de Querétaro, de diciembre de 1916 hasta finales del mes de enero de 1917. La dife-rencia de opiniones entre todos los diputados participantes provocó se formaran dos grupos: el progresista que se relacionaba con Obregón y el moderado con Carranza.


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La nueva Constitución se promulgó el 5 de febrero de 1917 y, al igual que la de 1857, establece el sistema federal, la separación de po-deres, la no reelección, un Poder Legislativo en dos Cámaras y una Comisión Legislativa Permanente. A diferencia de su antecesora, dio mayor fuerza al Ejecutivo.

Dentro de nuestra Carta Magna se encuentran los siguientes ca-pítulos: I. De las garantías individuales. II. De la soberanía nacional y forma de gobierno. III. De la división de poderes. IV. De las respon-sabilidades de los funcionarios públicos. V. De los Estados de la Federación. VI. Del trabajo y la previsión social. VII. Prevenciones ge-nerales. VIII. De las reformas a la Constitución. IX. De la inviolabilidad de la Constitución.

La avenida de los Constituyentes atraviesa también las colonias América, Ampliación Daniel Garza, Bosque de Chapultepec, 16 de Septiembre y Lomas Altas.

CADETES DEL 47Cuando el ejército estadounidense invadió al país, las instalaciones del Colegio Militar se encontraban en el Castillo de Chapultepec y era uno de los pocos lugares que resistían al invasor. Éste fue defendido con gran valentía por los cadetes que entonces tenían entre 14 y 18 años de edad, y por los oficiales que no eran mucho mayores.

El ejército invasor atacó el castillo por el poniente y el sur, donde fueron detenidos durante algunas horas por los cadetes; sin embargo, horas más tarde las divisiones de los oficiales Quitman y Pillow lo-graron llegar al Castillo. Ya al interior del inmueble la lucha fue cuerpo a cuerpo; y finalmente, la heroica resistencia de los valientes cadetes cedió ante la superioridad numérica y material de los norteamericanos, quienes nos sólo acabaron tomando el edificio sino que también hicie-ron prisioneros al general Nicolás Bravo, a Mariano Monterde –director del Colegio– y a varios de los alumnos que sobrevivieron.


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Tacubaya

RÍO BECERRA

El río nacía en las partes altas del poniente de la ciudad de México y atravesaba las Lomas de Tacubaya hasta unirse con el río La Piedad, que fue entubado entre 1946 y 1952. También se nombraba así a la barranca y la hacienda que se ubicaban en el barrio de Santa María Nonoalco. La hacienda fue declarada en 1720 como de labor, con casa y huerta, dos ranchos y colectores de agua; hacia el año de 1785 tenía una extensión de 4 1/2 de caballerías dedicadas a la cría de cabras.

En 1823 esta hacienda era importante por sus árboles frutales y magueyales, y estaba valuada con un precio aproximado de 15,618 pesos oro. También se le conoció como Hacienda de Becerra, Rancho Be-cerra, Rancho de Santa María Nonoalco y Rancho de Santa María de Guadalupe Nonoalco.

En 1866 se proyectó la posibilidad de establecer en los terrenos de la Hacienda de Becerra una nueva colonia.

HÉROES ANÓNIMOS

Sin el aprendizaje de su propia Historia, nuestra nación nada sabría de sí misma.

¿Quién hace la Historia? El conjunto de seres humanos que han dejado constancia de su paso a través del tiempo; las grandes trans-formaciones que se han llevado a cabo a partir de los diferentes sectores que conforman un determinado conjunto social.

En México, más allá de los sucesos que transcurrieron en el em-peño de conseguir una u otra causa, no debemos olvidar que es todo un pueblo el que traza su Historia: una suma de generaciones de indi-viduos, de nombres y de rostros, que en las circunstancias que les tocó vivir se atrevieron a luchar por alcanzar un mejor entorno.

Se trata de hombres y mujeres que en conjunto hicieron frente, con armas o sin ellas, a las vicisitudes que se les presentaron, que siguieron movimientos libertarios o de cualquier índole para modificar el orden de las cosas, que deseaban el bien de su patria e hicieron cuanto les era posible para obtenerlo.


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En conclusión, se trata de hombres y mujeres que con sus accio-nes contribuyeron a fortalecer un México más justo, y quizá al hacerlo de uno u otro modo, no es menos cierto que llevaban a su país en el corazón.

HÉROES DE 1810Luego de tres siglos de virreinato en la Nueva España, se habían for-mado nuevos lazos de identidad que los diferenciaban radicalmente de España; la bonanza económica, la proliferación de edificios hechos con una arquitectura particular y los logros culturales despertaron el orgullo nacionalista de los criollos novohispanos.

De los seis millones de habitantes, la gran mayoría eran indígenas y mestizos gobernados por una minoría blanca compuesta por los criollos y los españoles peninsulares. En el grupo dominante, los criollos resen-tían la exclusión en los títulos y los cargos públicos destinados pri-mordialmente a los peninsulares.

La invasión francesa en España desencadenó los cuestionamien-tos ideológicos respecto a la manera en que debía gobernarse el vi-rreinato. Entre 1808 y 1809 la idea de la autonomía se extendió por diversos sitios del país; en Valladolid, San Miguel el Grande, Dolores y Querétaro, grupos criollos planeaban levantarse en armas para lograr la independencia de México.

Durante la madrugada del 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo, acompañado por Ignacio Allende y Juan Aldama, llamó a las armas en el pueblo de Dolores. Si bien las fuerzas rebeldes obtuvieron algunas victorias y dominaron algunas ciudades, a los nueve meses los dirigentes fueron capturados y ejecutados.

Sin embargo, su ejemplo fue retomado por José María Morelos, a quien siguieron personajes como Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y muchos más, quienes a la postre contribuyeron para alcanzar la liber-tad de nuestro país.

HÉROES DE LA INTERVENCIÓN

Desde que México consiguió su independencia, Estados Unidos in-tentó adquirir la región de Texas; pero el gobierno mexicano se negó


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a vender esa parte de su territorio, no obstante que miles de colonos norteamericanos habían obtenido permiso para asentarse en Texas desde 1820. Esa misma fuerza numérica los llevó a declarar su indepen-dencia en 1836. Los errores de la dirigencia militar mexicana impidie-ron someter a los rebeldes texanos que comenzaron a administrarse alejados de las autoridades nacionales, pero México nunca reconoció a Texas como un país independiente.

En 1845 Texas se anexó a Estados Unidos y los problemas susci-tados en torno a los límites fronterizos ofrecieron la oportunidad a los norteamericanos de provocar una guerra y obtener así los territorios del norte de México.

Agraviado porque tropas extranjeras ocuparon la zona compren-dida entre los ríos Nueces y Bravo, el gobierno mexicano envió al general Mariano Arista para desalojar a los invasores. Se produjeron entonces los primeros enfrentamientos bélicos en Palo Alto y Resaca de Guerrero, donde las fuerzas mexicanas fueron derrotadas por el general Taylor; luego sucedería lo mismo en Monterrey en septiembre de 1846, y en La Angostura en febrero del año siguiente. El norte del país fue ocupado en aquel momento por los extranjeros.

El 27 de marzo de 1847 la guarnición militar del puerto de Vera-cruz, comandada por el capitán Juan Morales, capituló la plaza ante el general norteamericano Scott, después de haber resistido cinco días de intenso cañoneo sin auxilio del gobierno central. El avance invasor continuó hacia la capital derrotando a los mexicanos en Cerro Gordo, Padierna, Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec.

El 14 de septiembre de 1847 el general Winfield Scott, a la cabeza de sus tropas, entró en la ciudad de México y ocupó el Palacio Nacional, donde permanecería hasta junio de 1848, cuando el gobierno mexi-cano cedió una considerable extensión del territorio nacional median-te la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo.

Si bien la intervención norteamericana entre 1846 y 1848 fue la más funesta, desde el nacimiento de México como país independiente se vio amenazado por las potencias extranjeras: España en 1829, Fran-cia entre 1838 y 1839, y más tarde de 1862 a 1867. A la postre, los estadounidenses volverían a intervenir en 1914 y 1916.


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HÉROES DE PADIERNA

Entre el 19 y el 20 de agosto de 1847, en el marco de la guerra entre México y Estados Unidos, tuvo lugar la batalla de Padierna, defensa encabezada por el general Gabriel Valencia en la ciudad de México.

Al quedar frenado por el norte el avance invasor después de la ba-talla de La Angostura, los norteamericanos abrieron otro frente de guerra, partiendo de Veracruz para capturar la capital de la república.

Con la amenaza del invasor, que había triunfado en la batalla de Cerro Gordo, el presidente de la República y general en jefe de las fuerzas mexicanas, Antonio López de Santa Anna, ordenó los prepa-rativos defensivos que incluyeron la organización del terreno para proteger la parte oriental de la ciudad de México y una fuerza móvil para golpear los flancos del enemigo cuando atacara.

La División del Norte, unidad que contaba con una mayor expe-riencia en aquellos momentos, estaba al mando del general Gabriel Valencia y tenía la misión de contraatacar al enemigo. Contrario a lo que se esperaba, el general Scott inició su avance por el sur de la capi-tal para evadir de esta manera las obras defensivas del oriente. Los puntos de Padierna, San Ángel y Churubusco tomaron entonces mu-cha importancia para tratar de impedir el avance norteamericano.

Lejos de la concepción defensiva original y en función de las vie-jas rencillas personales, el general Valencia hizo frente al enemigo en las lomas de Padierna sobre un terreno impropio para la defensa, he-cho ante el cual se dio la total indiferencia de Santa Anna para enviar nuevos refuerzos que debilitaran la retaguardia de los estadouniden-ses. El desastre inició desde la tarde del 19 de agosto, para transfor-marse en una completa derrota en la mañana del día siguiente.

De esa manera y con el descalabro en Padierna, la capital de la Re-pública quedaba indefensa ante el invasor.

HÉROES DE CHURUBUSCO

Como continuidad de la batalla de Padierna, el 20 de agosto se desa-rrolló otro combate en el puente y el convento de Churubusco, cuan-do las tropas mexicanas que trataban de ponerse a salvo de la perse-cución del enemigo encontraron en ese convento un punto ideal para continuar la defensa de la ciudad.


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Al mediodía de aquel 20 de agosto, los invasores se pusieron a la vista de los generales Pedro María Anaya y Manuel Rincón, quienes se parapetaron con sus hombres dispuestos a no permitir el avance del invasor. Pese a la heroicidad de los defensores, la superioridad técnica de los cañones y de la fusilería enemiga se impuso en el puente y en seguida concentró sus esfuerzos contra el convento.

La falta de refuerzos para los mexicanos y el agotamiento de las municiones facilitaron la caída de la posición. En aquella acción de armas se encontraba el batallón de san Patricio, unidad formada por irlandeses combatiendo contra los norteamericanos.

Al inicio de la guerra en marzo de 1846, entre las fuerzas de los estadounidenses se enrolaron varios grupos de inmigrantes europeos. Un contingente de origen irlandés consideró injusta la guerra contra nuestro país y desertó del ejército norteamericano para unirse a las fuerzas mexicanas, el batallón de san Patricio contribuyó en la defensa de las plazas de Monterrey, la Angostura, Cerro Gordo y Churubusco, destacándose por su arrojo en la vanguardia de las tropas nacionales y en el conocimiento de la artillería.

En Churubusco las fuerzas nacionales estaban integradas por los batallones Bravos, Independencia, Tlapa, Galeana, Chilpancingo y dos compañías del batallón de san Patricio; la batalla duró más de cuatro horas y el ejército mexicano tuvo que rendirse por falta de parque. Cuenta la tradición que el general Pedro María Anaya, al rendir la plaza y escuchar que pedían la entrega de las municiones, respondió: “Si tuviera parque, no estarían ustedes aquí”. En la acción ofrendaron sus vidas 136 mexicanos. El batallón de san Patricio, por ejemplo, tuvo las bajas de 12 oficiales y 23 soldados y los demás integrantes fueron apresados y algunos otros se dispersaron. Posteriormente los capturados en su mayoría, fueron juzgados y ahorcados en las plazas de San Jacinto, Mixcoac y Tacubaya.

ARQ. CARLOS LAZO

(1914–1955)Carlos Lazo Barreiro nació en la ciudad de México el 19 de agosto de 1914; hijo del arquitecto Carlos María Lazo del Pino y de Luz Barreiro Dublán, estudió arquitectura en la Escuela Nacional de Arquitectura


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de la Universidad Nacional Autónoma de México y en 1937 ganó el primer lugar de un concurso nacional para diseñar un timbre postal aéreo; el 22 de julio de 1938 se recibió con mención honorifica.

Ganó la beca Delano Aldrich en 1942, con la cual estudió Urbanis-mo y Planificación en Estados Unidos; un año después fundó la revista Construcción. En 1946 formó parte de la Comisión del Progra-ma Nacional de Gobierno durante la presidencia de Miguel Alemán Valdés y al año siguiente fue nombrado oficial mayor de la Secretaría de Bienes Nacionales e Inspección Administrativa. En abril de 1950 asume el cargo de gerente general del proyecto de construcción de la Ciudad Universitaria de México, y es así como junto a un grupo de renombrados profesionistas, realiza en un lapso aproximado de dos años el complejo universitario más importante de América Latina.

Tuvo acercamientos con arquitectos tan importantes como José Villagrán García, Francisco Centeno, Federico Mariscal, Frank Lloyd Wright y Walter Gropius. Murió el 5 de noviembre de 1955 al estre-llarse la avioneta en que viajaba. En honor a su trayectoria, uno de los espacios de la Facultad de Arquitectura de la UNAM lleva su nombre.

ARQ. LUIS RUIZ (1880–1948)Destacado matemático mexicano, nació en el Distrito Federal el 27 de noviembre de 1880. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, tomando a la vez cursos de ingeniería bajo la dirección del eminente ingeniero Roberto Gayol.

Obtuvo el título de arquitecto en la Escuela de Bellas Artes en junio de 1905. Fue profesor de la Escuela Nacional Preparatoria y de las facultades de Química e Ingeniería de la UNAM. En 1932 obtuvo el doc-torado en Ciencias. Fundó la Escuela de Ingenieros Municipales en el D.F., en 1933 y en Toluca en 1945. Fue autor de varios libros sobre temas de ingeniería. Murió en la ciudad de México el 25 de octubre de 1948.

DR. JOUBLANC

(1876–1928) Médico mexicano que fue catedrático en la Facultad de Medicina y


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médico taurino. Eduardo Joublanc y Tougart nació en Veracruz, Ve-racruz, el 26 de diciembre de 1876. Cursó su instrucción básica en Veracruz, en la escuela de don Juan Macías y don Esteban Morales, y la carrera profesional en México, D.F., obteniendo su título el 15 de mayo de 1908. Fue maestro en la Facultad de Medicina, fundador de la cátedra para enfermeras en el Hospital General y miembro fundador de la Cruz Blanca.

El Dr. Joublanc prestó servicios en Salubridad en calidad de mé-dico venereólogo en el dispensario de Tlalpan. También prestó sus servicios como médico taurino en la plaza de toros El Toreo, por lo que hubo de intervenir en la operación quirúrgica que allí se practicó, en 1910, al famoso torero mexicano, Merced Gómez.

Murió trágicamente el 31 de marzo de 1928 en la hacienda de Atlacomulco, distrito de Jiutepec, estado de Morelos, la cual pertene-cía a los miembros de la familia Pignatelli, descendientes de Hernán Cortés. Seis años después su esposa, doña Ángela Zamora y Malo viuda de Joublanc, mandó fraccionar la “Casa del Chirimoyo” ubicada en Tacubaya, que había heredado ella de su padre, don Romualdo de Zamora Duque, abriéndose con ese motivo la calle del Dr. Joublanc y la cerrada del Dr. Joublanc.

ERASMO CASTELLANOS

(1879–1955)Castellanos Quinto nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 3 de agosto de 1879 y falleció en México, D.F., el 11 de diciembre de 1955. Muy pronto dejó la abogacía para dedicarse íntegramente a las letras.

Escritor, poeta y profesor de literatura española en la Escuela Na-cional Preparatoria y de literatura castellana y literatura general en la Universidad, fue un abogado, humanista y poeta de valía, considerado el primer cervantista de América.

Hombre de extraña personalidad, las historias sobre literatura me-xicana no lo mencionan, de tal suerte que al morir no se tuvieron a la mano ni siquiera los datos más esenciales de su biografía y todo se redujo a referir pormenores de su vida, un poco pintoresca en más de un aspecto.


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FRANCISCO MARTÍNEZ (¿?–1758)Pintor nacido en la ciudad de México, probablemente a finales del siglo XVII. Sus trabajos de pintura sacra se han localizado en Puebla y Cholula, en Tlalnepantla en el Estado de México y en San Luis Potosí, aunque el “Patrocinio de la Virgen de la Merced”, que se ubica en el templo de San Pablo, en el Distrito Federal, es considerada su mejor obra. También pintó en los extintos conventos de San Diego y San Agustín de la ciudad de México y fue dorador del Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana hacia 1743. Fue contemporáneo de los también pintores José de Ibarra y Miguel Cabrera.

ING. RICARDO TOSCANO

(1876–1956)Insigne catedrático mexicano de la Facultad de Ingeniería y miembro destacado del Observatorio Astronómico de México, nació en Gua-dalajara, Jalisco, el 6 de marzo de 1876. Realizó sus primeros estudios en Ciudad Guzmán, Jalisco. Se trasladó a la ciudad de México y cursó la carrera de Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo en la que se titula en junio de 1902.

Desempeñó varios cargos técnicos en la Dirección de Geografía de la Secretaría de Agricultura, para luego impartir su cátedra en las facultades de Ingeniería y Filosofía y Letras de la UNAM, y más tarde en el Instituto Politécnico Nacional, el Heroico Colegio Militar y en otras instituciones. En 1951 fue nombrado Investigador de Carrera Titular “A” adscrito al Observatorio Nacional Astronómico y al Insti-tuto de Geofísica. Fue autor de numerosas publicaciones e impor-tantes trabajos científicos sobre cálculos matemáticos de astronomía relacionados con las culturas prehispánicas. Falleció el 21 de octubre de 1956 en la ciudad de México.

FRANCISCO ITURBE Y ANCIOLA (1806–1861)Nació en Pátzcuaro, Michoacán, el 16 de septiembre de 1806. Desde muy joven se dedicó al comercio, el agio y la adquisición de tierras urbanas y rurales. En mayo de 1846, por orden expresa del presidente


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Mariano Paredes, sustituyó a Manuel Eduardo Gorostiza en el puesto de ministro de Hacienda, acción por la cual se ganó la animadversión de la prensa de la época, pues se consideraba que Iturbe no tenía ni la experiencia ni los conocimientos de los asuntos financieros del país. Ordenó ajustes en el presupuesto gubernamental bajando sueldos y suspendiendo pagos del tesoro, pero tales medidas no fueron sufi-cientes para equilibrar la situación económica de la nación. En ese momento, México fue invadido por los Estados Unidos y al año siguiente, en 1848, perdió la mitad de su territorio.

En 1849 fue llamado por el presidente José Joaquín Herrera para estar al frente de la cartera de Hacienda. Ya para 1853 se le designó nuevamente ministro de Hacienda, pero declinó. Como Mariano Riva Palacio solicitó licencia a la gubernatura del Estado de México, Iturbe asumió el cargo del 4 de julio al 16 de octubre de 1857. Ya retirado continuó ejerciendo cierta influencia en los grupos conservadores. Falleció en la capital de la República el 16 de julio de 1861.

JOSÉ MARÍA VIGIL

(1829–1909)Nació en la ciudad de Guadalajara el 11 de noviembre de 1829. En 1848 ingresó a la Universidad con la idea de cursar la carrera de De-recho; en 1852 abandonó la abogacía para incorporarse a la sociedad artística La Esperanza y participar activamente en El ensayo literario, órgano difusor de ese centro de arte. También colaboró en La aurora poética de Jalisco y en La Mariposa.

Su trabajo como escritor le permitió trabajar para algunos diarios y revistas de corte político, además de apoyar a varios movimientos nacionales en contra de la invasión francesa. Fue electo diputado fe-deral y ocupó cargos en la administración pública y en la Suprema Corte de Justicia.

Su vocación literaria lo llevó a colaborar en varios periódicos y a fundar otros como El Porvenir. Hacia 1880 se le encomienda la direc-ción de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó durante 29 años. Es autor del tomo V de México a través de los siglos, en cuyos capítulos de La Reforma, La intervención francesa y el Imperio, describe pro-fusamente sus experiencias vivenciales. Fue también miembro de la


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Academia Mexicana de la Lengua en la cual llegó a ocupar la presi-dencia. Falleció en la ciudad de México el 18 de febrero de 1909.

MANUEL DUBLÁN

(1830–1891)Nació en la ciudad de Oaxaca el 1 de abril de 1830, hijo de padre francés y madre mexicana. Estudió en el Instituto de Artes y Ciencias de Oaxaca del que más tarde sería director. Después de recibirse como abogado fue juez civil, magistrado y presidente del Tribunal Supremo de Justicia de su estado. Desde muy joven mantuvo estrecha relación con la familia Juárez, a la cual acompañó en gran parte de sus actividades. Defendió las instituciones desde la postura liberal durante las guerras de Reforma y la intervención francesa. Estableció con Porfirio Díaz una amistad que perduró durante toda su vida, y al llegar éste al poder, Dublán se convirtió en su consejero.

Desde el Congreso, Dublán comenzó a trabajar asertivamente por las mejoras en el sistema hacendario del país. En tres años y ya como ministro de Hacienda, de 1884 a 1887, saneó y equilibró las finanzas del Estado mexicano y sentó las bases para que su sucesor, José Yves Limantour, continuara su obra y lograra un buen desempeño en el régimen porfiriano. Murió en Tacubaya el 31 de mayo de 1891.

ADOLFO LÓPEZ MATEOS

(1910–1969)Nació en Atizapán de Zaragoza. Fue partidario de Vasconcelos duran-te su campaña presidencial aunque tras la represión sufrida se auto-exilió en Guatemala. A su regreso al país obtuvo su título de abogado en 1934 en la UNAM y comenzó a incursionar en política.

Fue secretario de Trabajo durante la administración de Ruiz Corti-nes hasta que fue designado candidato a la Presidencia. Ocupó la silla presidencial en 1958, convirtiéndose en el segundo presidente nacido en el siglo XX y el segundo en llegar a ese cargo a los 48 años de edad.

Su administración se caracterizo por un importante desarrollo ur-bano, social, cultural y económico: se creó el ISSSTE, el Museo Nacio-nal de Antropología, el Museo de la Ciudad de México, el Museo de Arte Moderno y el Museo de Ciencias Naturales, entre otros.


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Nacionalizó de la industria eléctrica, repartió 16 millones de hec-táreas y organizó los ejidos ganaderos; además instituyó los libros de texto gratuito. Estableció el pago de aguinaldo para los trabajadores al final de cada año según los días trabajados.

Construyó las unidades habitacionales de Tlatelolco y la Unidad Independencia; modernizó aeropuertos, redes telefónicas, telegráficas y de comunicaciones. Inauguró Ciudad Satélite y el centro comercial con el mismo nombre.

En 1961 también inaugura el ambicioso proyecto del ferrocarril Chihuahua-Pacífico, iniciado en la época porfiriana y maravilla de la ingeniería mexicana que cuenta con más de 700 kilómetros de longi-tud, 37 puentes y 86 túneles. Asimismo, construyó la autopista de cuota México-Puebla y las carreteras Querétaro-Celaya y México-Teotihua-cán. En la ciudad de México construyó el tramo del periférico norte, Bulevar Manuel Ávila Camacho.

Falleció a los tres años de haber dejado la presidencia después de permanecer dos años en coma por una grave enfermedad.

El Bulevar Adolfo López Mateos atraviesa las colonias Ampliación Daniel Graza, Bosque de Chapultepec, Observatorio y Tacubaya de nuestra delegación.

LA DOCTORA

Cuentan los vecinos que este nombre se debe a que en esta calle ejer-ció su profesión la Dra. Matilde de Petra Montoya, de quien se dice fue la primera mujer a la que se le otorgó el título de Médico Cirujano en el país. Nació en 1859 y muy joven ingresó a la Escuela de Medicina para estudiar Obstetricia –única rama de esta ciencia a la que las mujeres podían dedicarse–, y obtuvo el título de partera en 1873.

A partir de 1887 comenzó a ejercer en varias zonas, especialmente en Tacubaya y Mixcoac. Murió en 1938 y, como supo ganarse el cariño de la gente del barrio, esta calle se nombró en su memoria. PLAZA CHARLES DE GAULLE

El tramo Juanacatlán-Tacubaya de la línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo METRO, fue puesto en servicio el 20 de noviembre de 1970


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por el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. Al sitio en donde se ubica la propia estación Tacubaya, que ocupó desde el siglo XVIII la Plaza Cartagena, se le asignó el nombre de Plaza Charles de Gaulle en honor al militar que ocupaba la silla presidencial de la República Francesa a finales de los años sesenta.

Fue un reconocimiento que el Gobierno de México ofrecía al man-datario francés, pues el acercamiento que había de éste con los pueblos de Hispanoamérica era latente, y además ese país le otorgó el crédito y gran parte de la tecnología para que se llevara a cabo el proyecto de transporte masivo en la creciente ciudad de México.

Con una nueva traza e imagen urbana, la plaza contaba con áreas verdes, juegos infantiles, andadores y vialidades con puentes peatona-les y pasos deprimidos para mejorar la circulación vehicular de la zona.

La construcción de las líneas del sistema METRO trajo consigo otra transformación más para el viejo barrio de Tacubaya, y aunado a ello, la proliferación del comercio informal.

Éstas –entre otras–, son las causas que han provocado que la Pla-za Charles de Gaulle, en su concepto arquitectónico original, haya casi desaparecido dejando como imagen permanente una estela de basura y caos vial.


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Colonia Popotla

COLEGIO MILITAR

El primer antecedente de una escuela militar data del año 1765, en el reglamento para la artillería de la Nueva España donde se ordena es-tablecer “para la instrucción de oficiales y tropas de este cuerpo, una escuela práctica de artillería en Veracruz y otra en México según el método que se sigue en España”.

A finales del siglo XVIII, no se permitía en el virreinato de la Nue-va España que los criollos y mestizos ocuparan puestos en las altas jerarquías en el Ejército, mucho menos se permitía que los jóvenes mestizos sirvieran dentro del ejército.

El Brigadier español Diego García Conde, propuso en 1817 al go-bierno virreinal la creación de una escuela para que los cadetes reci-bieran una enseñanza uniforme que abarcara todos los conocimientos necesarios a la profesión de las armas.

Siendo emperador Agustín de Iturbide, la Academia finalmente quedó instalada en febrero de 1822 de forma provisional en el edifi-cio que antes ocupara el tribunal de la Santa Inquisición y su primer director fue el general brigadier Diego García Conde.

Guadalupe Victoria propuso al Gobierno General que reuniera a todos los cadetes que hubiera en los cuerpos del ejército y los enviara al castillo de San Carlos de Perote para que recibieran ahí su educación militar en 11 de octubre de 1823.

El Colegio se trasladó en 1829 al antiguo convento de Betlemitas de la capital pero como resultaba ser inadecuado, se cambiaría en 1837 al edificio del convento de las Recogidas.

El General Manuel Gómez Pedraza trasladó al alcázar de Chapul-tepec en 1842. Al término de la invasión norteamericana, los cadetes fueron instalados nuevamente en el Cuartel General del Rastro, en el edificio de Las Recogidas, el 1º de julio de 1848 hasta el 1º de agosto de 1849 en que paso otra vez al alcázar de Chapultepec.

El presidente Benito Juárez reorganizaría el Colegio Militar en 1867 estableciéndolo en el Cuartel Arista de Palacio Nacional (puerta Mariana) y poco más tarde se alojó en le ex-convento de Santa Catalina


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de Sena donde fue inaugurado oficialmente, para establecerse después en el edificio del ex-arzobispado de Tacubaya hasta 1882 cuando el general Manuel González lo regresaría a Chapultepec.

En 1916 se estableció en el edificio de la Escuela Normal para Maestros, ubicado en San Jacinto, Tacuba. El presidente Venustiano Carranza, decretó el restablecimiento del Colegio Militar en el edificio situado entre las calles de Felipe Carrillo Puerto, Ferrocarril de Cuer-navaca y la calzada México-Tacuba el 1º de enero de 1920.

El 13 de septiembre de 1976 el presidente Luis Echeverría Álvarez, acompañado del presidente electo, José López Portillo, en una emotiva y solemne ceremonia declaró inaugurado el Heroico Colegio Militar en la Delegación Tlalpan en el cliii aniversario de la fundación de tan gloriosa institución.

NOCHE TRISTE Se llama “la noche triste” a la derrota sufrida por las huestes españo-las de Hernán Cortés la noche del 30 de junio de 1520 a manos de las tropas aztecas en a las afueras de Tenochtitlán. Bernal Díaz del Casti-llo afirma que sobrevivieron apenas un centenar, que la mitad de la tropa española murió y que casi todos estaban heridos. Además, se dice que la avaricia de los españoles provocó que esa noche se perdiera el 90% del producto del saqueo del tesoro de Moctezuma.

Numerosas fuentes relatan que Cortés se quedó momentáneamente atrás para hacer recuento y que fue justo en ese momento, al constatar la magnitud del desastre, cuando lloraría bajo el ahuehuete.

Los restos del poderoso ahuehuete, muerto hace ya muchos años a causa de un incendio provocado en la noche del 2 de mayo de 1872, descansan en Popotla, en la calzada México-Tacuba, antes camino Tenochtitlán-Tlacopán.

Desde hace ya algunos años se ha presentado la iniciativa de cam-biarle el nombre por “el árbol de la noche victoriosa”.


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Colonia Ignacio Manuel Altamirano

IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO (1834–1893)Escritor, periodista, maestro y político mexicano, nació en la pobla-ción de Tixtla, Guerrero, en el seno de una familia de raza indígena. Su padre llegó a tener una posición de mando, pues en 1848 había sido nombrado alcalde de Tixtla y eso le dio a su hijo la oportunidad de asistir a la escuela.

Después de aprender a leer y a escribir, Ignacio se trasladó a la ciu-dad de Toluca gracias a una beca otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo. Recibió cátedra en el Instituto Literario de Toluca y después cursó derecho en el Colegio de San Juan de Letrán en la ciudad de México; perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Netzahual-cóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo y el Club Álvarez.

Gran defensor del liberalismo, participó en la revolución de Ayutla en 1854 contra Santa Anna; años más tarde participó también en la guerra de Reforma y después combatió contra la invasión francesa.

Tras este periodo de conflictos políticos y militares, Altamirano se dedicó a la docencia trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela Superior de Comercio y Administración y en la Escuela Nacional de Maestros. Trabajó de igual modo en la prensa junto con Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez, con quienes fundó primero El correo de México, y más tarde, al lado de Gonzalo Esteva, El Renacimiento, revista literaria en la cual colaboraron escri-tores de todas las tendencias literarias y cuyo objetivo era renovar las letras mexicanas. Fundó y colaboró en otros importantes periódicos y revistas como El Federalista, La Tribuna y La República.

En la actividad pública se desempeñó como diputado en el Con-greso de la Unión en tres períodos, durante los cuales abogó por la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria. Fue también procu-rador de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte, así como oficial mayor del Ministerio de Fomento. De igual


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modo trabajó en el servicio diplomático mexicano, desempeñándose como cónsul en Barcelona y París. Fue fundador del Liceo de Puebla y de la Escuela Normal de Profesores de México.

Autor de varios libros de gran éxito en su época, entre ellos las novelas Clemencia y El Zarco, incursionó en diferentes estilos y géneros literarios, a través de una prolífica pluma con la cual describió con singular belleza las leyendas, las costumbres y los paisajes de México. Su literatura estaba especialmente orientada hacia la confirmación de los valores nacionales, por lo que destacó también como cronista e historiador.

Murió en San Remo, Italia, en 1893, cuando se encontraba en una misión diplomática. Con motivo del centenario de su natalicio, sus cenizas fueron depositadas en la Rotonda de las Personas Ilustres en la ciudad de México. Asimismo se creó la medalla “Ignacio Manuel Altamirano”, con la finalidad de premiar a quien alcanza los 50 años de labor docente.


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Colonia Daniel Garza

Esta colonia lleva el nombre de un ingeniero civil que dirigió la cons-trucción de muchas casas emblemáticas pertenecientes a personajes connotados. Intervino en la construcción del Centro Mercantil, ahora Gran Hotel de la ciudad de México, junto con el Ing. Gonzalo Garita, en cuyo edificio funcionó una de las primeras instalaciones de luz eléctrica y elevadores, además de un domo-vitral elaborado por la casa Tiffany de Nueva York que remata en lo alto del espacio que ocupa el claro del vestíbulo.

Encabezó uno de los primeros fraccionamientos en los terrenos ubicados al poniente de la ciudad de México en la primera década del siglo XX, fraccionamiento que a la postre llevó el nombre de su pro-motor. Cuando se agotaron los lotes ocupados por los nuevos habi-tantes, el ingeniero Daniel Garza solicitó al Ayuntamiento la anexión de esta novel colonia a la entonces llamada ciudad de Tacubaya, pero no fue sino hasta el año de 1912 cuando la colonia Daniel Garza se integró a esa cabecera política.

8 DE SEPTIEMBRE

Después de las acciones de Padierna y del Convento de Churubusco, el ejército norteamericano se encontraba en la población de Tacubaya haciendo sus preparativos para el asalto final a la ciudad de México. Mientras se planteaba un armisticio para definir las condiciones de paz, perjudiciales para los intereses mexicanos, los invasores mantenían el reconocimiento para determinar las partes vulnerables de la posición defensiva. Ante la amenaza para capturar la ciudad de México por el poniente, la organización defensiva de Chapultepec y las contiguas en el Molino del Rey y la Casa Mata, adquirió relevancia para los estrategas del ejército norteamericano.

Al amanecer del día 8 de septiembre de 1847 se anunció el rompi-miento del armisticio y la reanudación de las hostilidades. Las nuevas posiciones del enemigo que amenazaban la parte poniente de Chapul-tepec fueron determinantes para reforzar con nuevas unidades y pie-zas de artillería la defensa en el Molino del Rey y la Casa Mata.


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Sin embargo, debido a los amagos del enemigo y al ataque por di-versos frentes, se reubicaron los efectivos y la artillería para quedar en condiciones de prestar apoyo en cualquier posición comprometida. Este movimiento debilitó la capacidad defensiva del Molino del Rey, donde se unieron para la defensa tropas de línea y cuerpos de la Guar-dia Nacional, así como patriotas que empuñaron las armas voluntaria-mente. En los planes del enemigo, el Molino del Rey y la Casa Mata eran puntos estratégicos para tomar la fortaleza de Chapultepec.

Los invasores comenzaron sus asaltos no obstante una y otra vez fueron rechazados. Los defensores, bien plantados en el terreno, con-tuvieron las incursiones enemigas y realizaron un exitoso contra-ataque que fue fatal para los norteamericanos, quienes entre numerosas bajas vieron caer a lo más selecto de su oficialidad, aspecto que causó alarma entre sus comandantes.

La situación era ideal para lanzar un ataque de caballería, mismo que pudo consumar la victoria mexicana; desafortunadamente nunca se llevó a cabo por falta de coordinación entre los defensores. Al re-organizarse el enemigo, con el apoyo a sus columnas y mediante el fuego de su artillería, volvieron al asalto y finalmente consiguieron to-mar la posición.

La batalla del Molino del Rey es considerada una de las más san-grientas de aquella campaña; fue el marco para verdaderos ejemplos de heroísmo de los mexicanos, quienes sólo fueron superados en el combate a campo abierto por la ventaja técnica del armamento que portaba el enemigo. El general Antonio de León y los coroneles Mi-guel Echegaray y Lucas Balderas ofrendaron sus vidas al lado de sus hombres.

Tras el combate, los estadounidenses ni siquiera pernoctaron en el terreno conquistado y se retiraron a sus cuarteles en Tacubaya, donde evaluaron la gravedad de sus pérdidas.

COMANDANTE AURELIANO BLANQUET (1849–1918)Nació en Morelia, Michoacán, en 1849, y murió en Barranca de Cha-vaxtla, Veracruz, en 1918.

Cursó sus primeros estudios en el antiguo Colegio de San Nicolás


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en Morelia. En 1857 ingresó al ejército como subteniente. Como joven civil incorporado a la lucha contra la intervención francesa participó en el pelotón de fusilamiento de Maximiliano I de México, Miguel Miramón y Tomás Mejía.

Fue leal al gobierno de Porfirio Díaz hasta su fin. Combatió a Ma-dero y lo aprehendió durante la Decena Trágica. Victoriano Huerta lo ascendió a general de división y después a ministro de Guerra y Ma-rina del 13 de junio de 1913 al 10 de julio de 1914. En 1914 se exilió en Cuba; volvió en 1918 para combatir el gobierno de Venustiano Carranza y murió cuando era perseguido.

Existe la versión de que el nombre escogido originalmente para esta calle era “Comandante Blanquel”, en honor a Jesús Blanquel Corona, Jefe del H. Cuerpo de Bomberos de la ciudad de México en 1912.

Durante la administración de Venustiano Carranza fue enviado a Estados Unidos con la comisión de comprar bombas de gasolina para sustituir las antiguas de tracción animal y modernizar el equipo de los bomberos. Asimismo introdujo el primer material de identificación que tuvo la Policía.

Murió en 1919 en su domicilio de la ciudad de México después de haber cumplido más de veinticinco años de servicio.

CORONEL AMADO CAMACHO

(¿?–1871)Jefe del Cuerpo de Ingenieros Militares con grado de subteniente que participó en la heroica defensa del Colegio Militar en Chapultepec el 13 de septiembre de 1847; obtuvo por ello la Cruz de Honor con-cedida por el Gobierno Federal. Alcanzó el grado de coronel en 1867, llegando a ser director del Colegio Militar durante el periodo 1868–1871. Falleció en ese cargo siendo el único directivo que ha muerto en ese puesto.

CORONEL PEDRO LETECHIPÍA (1832–1876)Pedro Letechipía Cuéllar fue un militar mexicano de ideología liberal que nació en Zacatecas en 1832. En 1847 participó defendiendo las armas


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mexicanas durante la primera intervención estadounidense en México, obteniendo el grado de capitán con el que participó en la revolución de Ayutla contra Antonio López de Santa Anna, y posteriormente en la Guerra de Reforma cuando defendió a las fuerzas republicanas.

En 1862 participó en la segunda intervención francesa en México. Al año siguiente combatió a las fuerzas extranjeras durante el sitio de Puebla, tras la derrota fue tomado prisionero y conducido a Francia de donde regresó sin haberse juramentado.

Ya con el grado de alférez de caballería, combatió a las órdenes del general Ignacio Alatorre y luego se desempeñó como ayudante en el estado mayor del general Vicente Riva Palacio, participando en el sitio de Querétaro y en la toma de la ciudad de México en 1867.

Terminada la lucha participó contra los rebeldes en el levanta-miento en Puebla de 1868, y posteriormente fue de los que sofocó el levantamiento en Tamaulipas de 1871 junto a las tropas del general Sóstenes Rocha con quien tomó la ciudad.

Durante la revolución de Tuxtepec custodió un tren con pasa-jeros y armas, mismo que fue emboscado por las fuerzas de Antonio Rodríguez Bocardo y José María Couttolenc. En el combate recibió un balazo en el pecho que lo privó de la vida, muriendo en San An-drés, Puebla, el 19 de marzo de 1876. Su muerte le valió el homenaje del régimen que creó la Rotonda de las Personas Ilustres, y sus restos fueron los primeros en ser depositados con ese honor.

GOB. LUIS C. CURIEL (1846–1930) Abogado y militar nacido en Guadalajara, Jalisco, formó parte de la redacción del diario El Mensajero, opositor de Juárez. Participó en la revolución de La Noria al lado de Donato Guerra. Secretario particu-lar de Porfirio Díaz en el Plan de Tuxtepec, gobernador del Distrito Federal en febrero de 1877, cónsul en París, diputado federal en varias ocasiones, jefe militar en Yucatán, magistrado de la Suprema Corte de Justicia y gobernador de Jalisco en varios períodos hasta 1903, se retiró del ejército en 1913.


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GRAL. LUIS GHILARDI (1800–1864)Nació en Lucca, Toscana, Italia, el 10 de agosto de 1800. Muy joven se trasladó a España donde participó en diversas actividades guerreras a favor de la causa liberal y alcanzó el grado de coronel. Llegó a México en 1853, año en el que escribió un libro intitulado Curso de arte y ciencia militar que fue editado por el gobierno de Santa Anna por considerarlo de suma utilidad para los oficiales de alta graduación en el ejército mexicano.

Se adhirió al Plan de Ayutla en contra de la dictadura santannista bajo las órdenes de Santos Degollado. En reconocimiento a sus méri-tos, Juan Álvarez lo nombró general de brigada. Participó en la cam-paña por la Sierra Gorda de Querétaro y en la defensa de la ciudad de Puebla el 11 de marzo de 1856 donde cae herido; solicitó entonces autorización para restablecer su salud en Europa. En 1859 se unió a las fuerzas del general Giuseppe Garibaldi e intervino en el rescate de Sicilia y otros territorios italianos que se encontraban bajo el dominio borbónico.

Se enteró de los planes de invasión que Napoleón III pretendía efectuar en México, e inmediatamente regresó a nuestro país para avi-sar al gobierno juarista y ponerse a las órdenes de la causa nacional. Después de permanecer algún tiempo en Estados Unidos, manifestó su deseo de mantenerse al lado de los liberales. Se sabe que entregó una carta en propia mano al presidente Benito Juárez que el mismo Garibaldi le había confiado y cuyo texto se desconoce hasta la fecha.

Participó con denuedo en el sitio de Puebla en 1863. En junio de ese mismo año se le nombró segundo jefe de la comandancia de Jalisco, fue tomado prisionero el 16 de marzo de 1864 por los imperialistas en Colotlán, Jalisco, para conducirlo a la ciudad de Aguascalientes donde fue fusilado el 17 de marzo del mismo año.

GRAL. JOSÉ B. CUETO (1842–1913)Militar que nació en Veracruz, Veracruz, el año de 1842. Combatió a los franceses desde 1861 hasta 1867. En 1873 fue nombrado coman-dante en jefe de la brigada de operaciones en Yucatán donde declaró


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el estado de sitio y se autoproclamó gobernador. El 14 de agosto de ese mismo año, el general Palomino, enviado por Lerdo de Tejada, lo aprehendió y llevó preso a la ciudad de México, donde fue juzgado y absuelto. En 1913 murió en la capital del país. GRAL. FRANCISCO RAMÍREZ

(1842–1920)Nació en San Miguel el Alto, Jalisco, en 1842. Inició su carrera mi-litar a los quince años a favor de la causa liberal en 1857; combatió contra el ejército francés dirigido por el general Bazaine defendiendo a la República en Michoacán y después en los estados de Querétaro y México hasta el triunfo del gobierno republicano. En 1876 se adhirió al Plan de Tuxtepec; fiel a Porfirio Díaz, se le encomendó el apacigua-miento de rebeliones en Tamaulipas. A raíz de ello fue nombrado ins-pector general de las fuerzas rurales hasta 1911, año en que se retiró a la vida privada. Murió en la ciudad de México el 13 de enero de 1920.

GRAL. MANUEL M. PLATA

(1855–1926)Nació en Toluca, Estado de México. Ingresó al Colegio Militar en 1872 y se graduó como Ingeniero Militar. Elaboró cartas geográficas detalladas de los estados de la República. Llegó a ser el subdirector del Colegio Militar, jefe militar de Puebla y después de León y Chihuahua. En 1913 fue nombrado subsecretario de Guerra y Marina. Se negó a colaborar con Victoriano Huerta. Murió en Tacubaya en 1926.

GRAL. CARLOS FUERO

(1844–1892)Nació en la ciudad de México en 1844; ingresó muy joven al ejército y pronto alcanzó el grado de subteniente en el Batallón de Rifleros. Después de participar en numerosas batallas, en abril de 1863 fue as-cendido a mayor. Combatió al ejército francés en diferentes frentes y después de la intervención pacificó algunas regiones del norte llegan-do a ser gobernador provisional de Coahuila en 1874, al año siguiente de Nuevo León y en 1877 de Durango; en 1884 sustituyó al goberna-dor Carlos Pacheco en Chihuahua. En Icamole derrotó a los partici-


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pantes del Plan de Tuxtepec. Después de haber sido jefe militar de San Luis Potosí y senador de 1886 a 1890, pidió licencia para trasladarse a la capital del país donde falleció en 1892.

GRAL. ALATORRE

(1832–1899)Nació en la ciudad de Guaymas, Sonora, el 6 de noviembre de 1832; es-tudió en Mazatlán y después en el seminario de Guadalajara. Ingresó al ejército, a la guardia nacional en Jalisco, en 1850. Luchó contra el aventurero conde Raousset de Boulbon en 1854, y dos años después, en 1856, controló la rebelión de Río Verde. Participó en la Guerra de Tres Años del lado conservador, y después del triunfo de la Reforma, combatió al lado de Márquez en algunas guerrillas.

Defendió al país contra la intervención francesa, quedándose al frente de la protección del Fuerte de Loreto, en Puebla, el 5 de mayo de 1862. Al año siguiente fue hecho prisionero, pero logró escapar en el camino a Veracruz, donde fue designado gobernador. Ascendido a general de división el 24 de enero de 1870, fue gobernador y jefe militar en Puebla de marzo a agosto de 1872. Al año siguiente fue enviado a Yucatán como jefe de las fuerzas federales, para después ocupar interinamente la gubernatura de ese estado.

Fiel al presidente Lerdo, combatió a Porfirio Díaz en 1876. En 1882 fue comisionado a Europa como revisor de la Ordenanza Marí-tima, y en 1890, nombrado ministro plenipotenciario de México ante las repúblicas de Centroamérica. Siendo tesorero del Congreso de la Unión, murió en el puerto de Tampico, Tamaulipas, en 1899.

GRAL. JESÚS FLORES (1835–1909)Nació en la ciudad de Guanajuato. Combatió contra Tomás Mejía en 1856 sirviendo al gobierno de Comonfort. Participó en la Guerra de los Tres Años librando en Salamanca varias batallas; entonces le fue otorgado en 1861 el grado de teniente coronel. A favor de la Repú-blica, luchó en Orizaba bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza y en Puebla bajo las de Jesús González Ortega; fue hecho prisionero por los franceses pero logró escapar.


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Combatió al Plan de la Noria de Porfirio Díaz llegando a ser gene-ral de brigada en 1876 y de división en 1902. Murió en el Distrito Federal en 1909.

GRAL. JOSÉ MARÍA TORNEL Y MENDÍVIL

(ver colonia San Miguel Chapultepec)

GRAL. JOSÉ MONTESINOS

(1839–1895)Nació en Veracruz. Defensor de Antonio López de Santa Anna, luchó contra los partidarios del Plan de Ayutla en Cuautla, Morelos. Miem-bro del Partido Conservador, junto a Félix Zuloaga se opusieron a la Constitución de 1857 y derrotaron al oficial liberal Vidaurri en Gua-dalajara. Después de la batalla de Calpulalpan, se pasó al lado repu-blicano y luchó contra el ejército francés en Puebla y Orizaba.

Fue aprehendido por el enemigo europeo y deportado a Francia; se fue a España, trabajó un tiempo en el campo y regresó a México. Participó en el sitio de Querétaro. Defendió a Juárez de los porfiristas en 1871. En 1879 es nombrado oficial mayor de guerra. En 1880 fue senador por Guanajuato. Murió en 1895 en la ciudad de México.

GRAL. JUAN VILLEGAS

(1854 –1906)Nació en Villa Guerrero, Estado de México; estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Toluca. Ingresó al Colegio Militar en 1875, donde se graduó como ingeniero militar; de hecho fue quien levantó el Plano de la Aduana de México. Defendió a Lerdo de Tejada contra el Plan de Tuxtepec promulgado por Porfirio Díaz.

Reedificó construcciones militares y pacificó el país a finales de los años setenta del siglo XIX por diferentes rumbos. Fue nombrado subdirector del Colegio Militar en 1883 y luego director del mismo en 1884; al periodo de su administración se le llamó “la época dorada del Colegio Militar”. En 1900 fue nombrado secretario de Guerra y Marina. Siendo nuevamente director del Colegio Militar, falleció en la ciudad de México en 1906.


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GRAL. LAURO VILLAR

(1849–1923)Nació en Matamoros. Fue alférez en 1865 y en 1868 subteniente de infantería. Sirvió a los gobiernos de Juárez, Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero.

Por escalafón llegó a ser general en 1911. Demostró su lealtad al presidente Madero durante la Decena Trágica, fue herido en el inten-to de la toma del palacio de gobierno y su posición fue ocupada por Victoriano Huerta con el desenlace por todos conocido. Después de ese penoso episodio, se retiró a la vida privada y falleció en la ciudad de México en 1923.

GRAL. ECHEGARAY (1816–1891)Nació en Jalapa, Veracruz. Participó en las batallas de Molino del Rey y Chapultepec en 1847; en 1855 fue transferido a Colima. En 1862 se puso a las órdenes del ejército republicano para combatir a los fran-ceses; se rindió ante el Imperio en 1865.

Fue nombrado director de la penitenciaría de Salamanca en Gua-najuato. En 1876 defendió al gobierno de José María Iglesias. Murió en la ciudad de México en 1891.

GRAL. MANUEL LOERA (1839–1913) Nació en la ciudad de Zacatecas en 1839. Siendo todavía estudiante decidió tomar la carrera de las armas para luchar a favor del Partido Liberal. En octubre de 1855 fue ascendido a subteniente de la guardia nacional; así combatió en la Guerra de Reforma por diferentes regio-nes del país y también durante la Intervención Francesa bajo las órdenes del general Jesús González Ortega en la defensa de Puebla en 1863. Fue hecho prisionero y enviado a Francia; de regreso en México se reincor-poró a las filas republicanas pero sin apoyar los planes de González Ortega para asumir la presidencia, convirtiéndose así en firme defensor de Benito Juárez.

Se pronunció a favor de Porfirio Díaz en 1871, sublevándose en la ex Acordada y participando en la toma de la Ciudadela para apoyar


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también al general Sóstenes Rocha. Durante 1876 fungió como ma-gistrado de la Suprema Corte de Justicia; recibió en los años poste-riores condecoraciones por sus servicios en el ejército, obteniendo también el grado de general de brigada. Dedicado a los negocios de ferrocarriles, falleció en la ciudad de México en el año de 1913.

GRAL. MARIANO MONTERDE

(1789–1861)Nació el 9 de febrero de 1789 en la ciudad de México; realizó sus es-tudios primarios con los padres betlemitas y los de bachillerato en el Colegio de San Juan de Letrán. Ingresó al ejército, en la compañía de alabarderos, en 1812; se unió al ejército trigarante en 1821, incorpo-rándose a la división de Anastasio Bustamante. Terminada la Guerra de Independencia prosiguió sus estudios en la Academia de Cadetes, de la cual egresó como segundo ayudante de estado mayor. En 1824 se le asignó a Veracruz, lugar donde proyectó las fortificaciones de Puente Nacional y Cerro Gordo, al igual que la estrategia para la ren-dición de las últimas tropas españolas que permanecían en San Juan de Ulúa. Por esa misma época contribuyó de igual modo en el levan-tamiento del plano topográfico del Distrito Federal.

En la década posterior participó en varios combates durante el pro-ceso de consolidación del país, motivo por el cual en 1837 se le nombró subdirector de estudios del Colegio Militar.

En 1845 se desempeñó como gobernador de Chihuahua, donde fundó la Escuela Militar, la de Música, la Normal del estado e inauguró el primer teatro que hubo en la entidad. Dirigió importantes campañas contra los indios de la región.

Director del Colegio Militar del 8 de abril de 1847 al 4 de diciem-bre de 1853, durante la batalla del 13 de septiembre en Chapultepec fue hecho prisionero. Ingeniero comisario en la venta de la Mesilla en 1853, participó en varios proyectos topográficos y de estudios de construcción, como el del paso a través del istmo de Tehuantepec. Afiliado al Partido Conservador, luchó contra los militares liberales, y pese a ello, volvió a ser nombrado director del Colegio Militar en 1859. Falleció en la ciudad de México el 5 de marzo de 1861.


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GRAL. JUAN MÉNDEZ

(1824–1894)Nació en Tetela de Ocampo, Puebla, el 2 de julio de 1824; cursó la instrucción primaria en su estado natal, y al terminar ésta, se dedicó al comercio. En 1847 ingresó al ejército para luchar contra los invasores norteamericanos; se adhirió al Plan de Ayutla en 1858 y ascendió a teniente. Después de haber combatido durante algún tiempo en Du-rango en la célebre batalla del 5 de mayo de 1862 resguardó los cerros de Loreto y Guadalupe, continuando la lucha contra el Imperio en la sierra de Puebla. Conforme el invasor lo fue cercando, debido a la ca-pitulación del general Alatorre, se vio obligado a abandonar el país en 1866; a su regreso, y después de haber sorteado muchas dificultades, logró reincorporarse al ejército.

Ya de vuelta, el general Porfirio Díaz lo nombró general en jefe de Puebla y Huamantla, participando con denuedo en las últimas batallas contra los franceses y conservadores. Al restaurarse definitivamente la República, se le designó gobernador del estado de Puebla, apoyando decididamente a Porfirio Díaz en el Plan de Tuxtepec.

Ya con Díaz en la presidencia fue ascendido a general de división, y cuando el militar oaxaqueño recorrió la zona norte de México, el general Juan N. Méndez ocupó la silla presidencial interinamente del 6 de diciembre de 1876 al 17 de febrero de 1877. Más tarde fue electo senador y luego nuevamente gobernador de Puebla, terminando su vida pública como presidente de la Suprema Corte de Justicia Militar. Murió en la capital del país el 29 de noviembre de 1894.

GRAL. MIGUEL QUINTANA (1840–1892)Hijo de Pedro Quintana y de Benita González, nació en Jerez, Zaca-tecas, en 1840. El 14 de enero de 1854 ingresó al Colegio Militar, as-cendiendo un año después a sargento 2° de alumnos. Al participar en el combate contra los liberales tuvo graves heridas y se le otorgó el grado de subteniente en 1858. En 1862 ingresó al cuerpo de ingenie-ros del bando de las fuerzas liberales, y su petición de ascender a capitán se le concedió después de aprobar el examen correspondiente.

Participante en la Batalla de Puebla, interviene después en diver-


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sos combates contra las fuerzas invasoras francesas. Hacia 1869 fue nombrado subdirector del Colegio Militar, y en 1872, al ser promo-vido a coronel de ingenieros, pasó a dirigir el plantel transfiriéndole el cargo en 1880 al general Sóstenes Rocha. Autor del proyecto de la penitenciaría del Distrito Federal, falleció en 1892 mientras dirigía la construcción de la misma.

GRAL. PEDRO HINOJOSA

(¿?–1896)Ingresó al ejército en 1840, combatió la intervención estadounidense y peleó contra los conservadores en la Guerra de Reforma. Jefe de las fuerzas constitucionalistas en Chihuahua, Durango, Nuevo León y Coahuila en 1860, gobernó interinamente Chihuahua en 1860 y de julio a agosto de 1861 sustituyó a Patoni en el gobierno de Durango. Diputado federal y secretario de Guerra y Marina en el gabinete de Juárez del 23 de diciembre de 1861 al 2 de mayo de 1862, durante la invasión francesa participó en la defensa de Puebla.

También gobernador de Nuevo León, en 1865 se unió al ejército del general Negrete; desempeñó de igual modo el puesto de gober-nador y comandante militar de Tamaulipas en 1866. Apoyó notable-mente a Porfirio Díaz en el Plan de la Noria en 1871 y luego con el de Tuxtepec en 1876; cuando éste triunfó, fue nombrado gobernador y comandante militar de Chihuahua del 13 de junio al 14 de agosto de 1877. Fue también senador por Hidalgo, comandante militar de la capital del país y nuevamente ministro de Guerra y Marina del 1º de diciembre de 1884 al 19 de marzo de 1896.

GRAL. PEDRO RINCÓN GALLARDO Y ROSSO

(1835–1909)Nació en la ciudad de Querétaro el 8 de junio de 1835; desde muy jo-ven se enlistó en las filas liberales. En 1856 fue nombrado comandante de un escuadrón de auxiliares y durante la Guerra de los Tres Años tomó parte en algunos combates. Refuerzo del Ejército del Centro a cargo de Ignacio Comonfort, en 1863 participó ante el asedio francés en Puebla.


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Después de su participación a favor de la reinstauración de la República, en 1867 fue ascendido a teniente coronel de caballería. Fungió en varios periodos como diputado federal por Aguascalien-tes, San Luis Potosí y el Distrito Federal. Fue uno de los fundadores del Jockey Club que se inauguró en 1881, también promovió, junto con otros personajes de la época, la edificación del hipódromo de Peralvillo. Ocupó varios puestos administrativos y llegó ser goberna-dor del Distrito Federal en 1881 y 1893, desde donde inició la cons-trucción de obras de servicios públicos, entre las más importantes, la comisión de trabajos para el desagüe de la capital.

El 5 de febrero de 1891 alcanzó el grado de general, en el mismo año en que fue nombrado ministro plenipotenciario de México ante Rusia; a fines de 1899 ocupó el mismo cargo en Alemania y en 1903 se le designó para que lo ejerciera en Gran Bretaña. Debido a causas familiares, el 17 de abril de 1907 renunció al servicio diplomático, falleciendo en la ciudad de México el 1° de septiembre de 1909.

GRAL. SÓSTENES ROCHA

(1831–1897)Nació en la ciudad de Guanajuato en noviembre de 1831. A la edad de 20 años ingresó al Colegio Militar, en donde obtuvo el grado de teniente de ingenieros. Participó en alrededor de 150 acciones de gue-rra, y se cuenta que su valentía de militar rayaba en la temeridad. Se adhirió al Plan de Ayutla en 1855.

Atacó con éxito a Tomás Mejía en la Sierra Gorda en 1857, y un año después, junto a Santos Degollado, defendió Guadalajara. De vuelta en México se unió a Miramón, con quien, por razones ideoló-gicas, rompió definitivamente escapando del cuartel de Tacubaya y reincorporándose al ejército liberal. Tomó parte en varias batallas y acompañó a Juárez hasta Chihuahua; unido en Querétaro con Maria-no Escobedo, tomaron la plaza en 1867.

Siempre sosteniendo la causa liberal, apoyó a los gobiernos de Juárez y Lerdo de Tejada. Ascendido a general de división en junio de 1871, sometió a los sublevados de la Ciudadela.

Ya con Porfirio Díaz, éste lo envió a Europa para continuar sus estudios bélicos. De regreso en México, de 1880 a 1886 dirigió el Co-


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legio Militar y publicó varias obras de temas castrenses. Murió en la ciudad de México el 31 de marzo de 1897 y sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

GRAL. LUIS TOLA (1802–1881)Nació en la ciudad de México el 19 de abril de 1802. En 1823 ingresó como cadete de la Academia de Artillería de donde egresó como te-niente; fue incorporado a las tropas que sitiaron a las fuerzas espa-ñolas en San Juan de Ulúa, último reducto de aquella nación europea en México.

Ante la creación de la carrera de Ingeniero Militar, fue llamado para que impartiera matemáticas en el Colegio Militar. En 1830 fue enviado al puerto de Veracruz donde realizó diversas obras de reposición en edificios públicos.

Inmediato al levantamiento de López de Santa Anna, el entonces capitán Luis Tola se incorporó a las filas del gobierno. Después de esa revuelta, logró obtener la licencia ilimitada en las fuerzas armadas para dedicarse a ser ingeniero civil, aunque no por mucho tiempo, pues volvió al cuartel con el grado de teniente coronel y fue destinado al ejército expedicionario sobre Texas.

Durante siete años fue comandante de ingenieros en el Ejército del Norte y en ese lapso levantó un mapa de la costa noroeste. En 1843 defendió Matamoros contra los franceses, regresando como subdirec-tor del Colegio Militar ya con el grado de general. De regreso a combate en 1847 contra la invasión estadounidense en San Juan de Ulúa, una vez tomada la plaza cayó prisionero.

Establecida la paz, se desempeñó en varias comisiones de impor-tancia: director interino de ingenieros, oficial mayor de la Secretaría de Guerra y director del Colegio Militar desde 1854 hasta febrero de 1859. En septiembre de ese mismo año fue nombrado comandante del departamento de San Miguel Allende y recibió su licencia de retiro.

Al reconocer en 1865 al imperio de Maximiliano, éste lo nombró director de la Escuela de Minería hasta 1867, cuando se reinstauró la República y fue condenado a dos años de prisión. Desde 1869 y hasta su muerte acaecida en la ciudad de México, vivió de su profesión.


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GRAL. TORROELLA (1852–1928)Nació en La Habana, Cuba, el 6 de agosto de 1852. Hizo sus estu-dios en el Colegio Militar de Chapultepec alcanzando el grado de subteniente en 1876; continuó en la carrera de las armas hasta obtener el grado de general brigadier en 1909. Fue subdirector de estudios del Colegio Militar y durante varios años colaborador cercano del general Juan Villegas. También se desempeñó como jefe del Estado Mayor durante la presidencia interina del Lic. Francisco León de la Barra. En abril de 1913 solicitó su retiro del ejército y murió en la ciudad de México el 15 de enero de 1928. GRAL. VICTORIANO CEPEDA

(1826–1892)En sus seis periodos como gobernador de Coahuila construyó cami-nos y fundó pueblos como San Pedro de las Colonias. Fue un funcio-nario honesto que nunca aceptó dádivas ni recompensas; convivió con su pueblo, y después de haber prestado servicios a la nación y al estado, volvió a la vida privada en 1874 para dedicarse a la agricultura y al comercio. Tras la firma del Acta de Independencia de Coahuila del estado de Nuevo León, decretada por el presidente Juárez, como gobernador tuvo el honor de darlo a conocer.

El 1º de marzo de 1866 derrotó a las fuerzas francesas en el com-bate de Santa Isabel, que contribuyó al control del norte del país por las fuerzas juaristas. Murió en la villa de Guadalupe, ciudad de Mé-xico, el 22 de noviembre de 1892, donde había residido sus últimos años obligado por el gobierno porfirista que en vez de desterrar a sus enemigos políticos –o los que tenían hondas raíces en la provincia, como Victoriano Cepeda–, los mantenía cerca en previsión de proba-bles insurrecciones.

El gobierno de Coahuila decretó el día de su muerte como de duelo y a la antigua Villa de Patos, última residencia que tuvo en el estado, se le denominó General Victoriano Cepeda. En el Congreso local se inscribió su nombre con letras de oro.

En 1908 se exhumaron sus restos del panteón de Tepeyac, para ser colocados en el panteón de Santiago de Saltillo, donde se erigió un


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obelisco para el descanso de los restos del general Victoriano Cepeda, uno de los pocos gobernantes de la entidad que han gozado de la simpatía y el cariño del pueblo.


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Colonia Observatorio

PARQUE LIRA

Vicente Lira Mora fue un filántropo mexicano que nació en 1890 y murió en 1966. Originario de Guanajuato, llegó a radicar a la capital de la república en los primeros años del siglo XX. Ayudó a varios jóvenes que habían llegado con él financiando sus estudios para establecerse en la ciudad de México. Se dedicó también a la comercialización de cereales en el Bajío y continuó con trabajos filantrópicos de diversa índole. Hombre culto y gran aficionado a la fotografía y al cine, durante la década de los años veinte era el dueño de una residencia veraniega en Tacubaya conocida como la “Casa Barron”, a la que posteriormente se le denominó popularmente “Casa del Parque Lira” y que se utilizó como escuela pública entre 1928 y 1940. Los enormes jardines que integraban la finca los donó durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas y en la actualidad, tanto los jardines como la avenida conser-van el apellido de su último dueño.

A su fallecimiento y de acuerdo con sus deseos se constituyó la Fundación Vicente Lira para otorgar becas a jóvenes estudiantes.


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Colonia Mariano Escobedo

MARIANO ESCOBEDO

(1826–1902)Nació en San Pablo de Labradores, hoy Galeana, Nuevo León, el 16 de enero de 1826. A la edad de 20 años ingresó en la Guardia Nacio-nal para luchar contra la invasión de los norteamericanos, por lo que marchó a Monterrey con un puñado de hombres procedentes de su propio municipio y de otros.

En septiembre de 1846 tuvo lugar el sitio de Monterrey, donde el arrojo y el valor de Escobedo en la defensa de la plaza quedaron demostrados. Durante el tiempo que duró la invasión estadounidense, se mantuvo con las armas en la mano participando en diversas accio-nes, como en la Batalla de la Angostura los días 22 y 23 de febrero de 1847, lo que le valió ser ascendido a teniente.

En 1854 estalló la revolución de Ayutla contra el gobierno de An-tonio López de Santa Anna, y el entonces capitán Mariano Escobedo organizó las fuerzas de Galeana que, tras practicar diversas operacio-nes, contuvieron a las fuerzas santannistas, acciones que derivaron en su ascenso a comandante de escuadrón en 1855. De tendencia liberal en la Guerra de Tres Años, hizo campaña militar en los estados de Nuevo León, San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco, y alcanzó el grado de teniente coronel en 1856.

Durante la intervención francesa organizó una brigada con la que participó en la batalla del 5 de mayo de 1862, y sus acciones contra el invasor le valieron el grado de general de brigada en 1863. Luego, como general de división y jefe del Ejército del Norte ganó varias célebres batallas para la causa del presidente Benito Juárez, pero su nombre quedó registrado en la historia debido a su participación el 15 de mayo de 1867, cuando rindió la plaza de Querétaro donde resistían las huestes del emperador Maximiliano.

Tras la restauración de la República, Escobedo fue gobernador del estado de San Luis Potosí de 1869 a 1873 y su labor en aquella enti-dad puso de manifiesto su capacidad y su acendrado interés por el progreso. Elevó entonces a la categoría de constitucionales las Leyes de


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Reforma, dio especial atención a la instrucción pública, abrió caminos y acueductos, y en el aspecto cultural, la obra de su gobierno destacó por la reforma completa que hizo del Instituto Científico y Literario, del cual la sociedad potosina obtuvo buenos resultados. Durante el mandato presidencial de Sebastián Lerdo de Tejada fue nombrado senador y ministro de Guerra. Un plebiscito abierto por el periódico El Diario del Hogar en 1900, hizo que el pueblo mexicano lo reconociera como el general más ameritado de esa época. Murió en Tacubaya el 22 de mayo de 1902.


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Colonia Francisco I. Madero

FRANCISCO IGNACIO MADERO GONZÁLEZ

(1873–1913) Nació en la hacienda de El Rosario, Parras de la Fuente, Coahuila, el 30 de octubre de 1873. Fue hijo de Francisco Madero Hernández y de Mercedes González Treviño. Durante su juventud hizo estudios de agricultura en Estados Unidos y de administración en Francia. Re-gresó a México para casarse con Sara Pérez en 1903.

Durante 1905 tuvo contacto con la junta organizadora del Partido Liberal Mexicano, la cual apuntaló económicamente para la reanuda-ción de la edición del periódico Regeneración, sin embargo, tiempo después retiró su apoyo.

En 1909 fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista para com-petir contra el presidente Porfirio Díaz, quien ocupaba el cargo casi de manera ininterrumpida desde 1876. Nombrado candidato a la pre-sidencia de la República y tras alcanzar un alto nivel de popularidad antes de las elecciones de 1910, el gobierno decidió encarcelarlo en San Luis Potosí bajo los cargos de conato de rebelión y ultraje a las autoridades. Logró escapar hacia Estados Unidos y desde San Anto-nio, Texas, promulgó el Plan de San Luis, un llamado a las armas que posteriormente provocó la renuncia del presidente Díaz en 1911.

Madero fue electo presidente y tomó posesión del cargo el 6 de noviembre de 1911. Su mandato presidencial se caracterizó por enca-bezar un gobierno democrático, pero poco identificado con las clases marginadas, amén de que conservó en su gabinete a los antiguos fun-cionarios porfiristas. Pronto surgieron alzamientos armados que des-conocieron a Madero como líder de la Revolución, Emiliano Zapata proclamó el Plan de Ayala exigiendo la restauración de los derechos agrarios de las comunidades campesinas y Pascual Orozco firmó el Plan de la Empacadora con las mismas pretensiones. Madero, para combatir los levantamientos, eligió al general Victoriano Huerta quien, si bien no controló a Zapata, sí consiguió derrotar a Orozco.

Mientras tanto Félix Díaz, sobrino del viejo dictador, se levantó en armas. Fue capturado en Veracruz y estuvo a punto de ser ejecutado,


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pero Madero lo indultó. De nueva cuenta en febrero de 1913, mediante un pronunciamiento, Manuel Mondragón, Félix Díaz, Bernardo Reyes y sus seguidores intentaron tomar el Palacio Nacional, pero las tropas lograron rechazarlos. Muerto Reyes, Mondragón y Díaz se refugiaron en una fábrica de artillería conocida como La Ciudadela. Madero salió ese mismo día –el 9 de febrero–, a arengar al pueblo a mantenerse leal al gobierno y nombró a Victoriano Huerta su jefe militar. Henry Lane Wilson, embajador norteamericano, preocupado por los intereses de las compañías de su país y por la política de Madero en México, decidió realizar un pacto con Díaz y Mondragón: y así comenzaba la llamada Decena Trágica.

El 17 de febrero Huerta suscribió un armisticio con Wilson, Díaz y Mondragón, donde se comprometieron a colocar en la presidencia a Huerta para que éste la entregara más tarde a Félix Díaz. El 18 de febrero, Gustavo A. Madero, hermano y asesor del presidente, fue arrestado y torturado hasta la muerte. El 19 de febrero, el presidente y el vicepresidente de la República, Madero y José María Pino Suárez, fueron obligados a firmar la renuncia de sus cargos. Pedro Lascuráin se hizo cargo del poder ejecutivo y su único acto de gobierno fue nombrar a Huerta como secretario de Relaciones Exteriores. Acto seguido renunció y Victoriano Huerta ocupó la presidencia. El 22 de febrero de 1913, pese a la promesa de los golpistas de respetarles la vida y facilitarles su exilio a la isla de Cuba, Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fueron asesinados a un costado de la cárcel de Lecumberri en la ciudad de México.

Con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Inde-pendencia y el Centenario de la Revolución, el gobierno de México difundió las imágenes de dos documentos donde aparece el nombre completo de Francisco Ignacio Madero.

En recuerdo de quien desencadenó el movimiento revolucionario de 1910, lleva su nombre la colonia Francisco I. Madero, y rinde ho-menaje a su memoria una escultura colocada frente a la residencia oficial de Los Pinos y un busto situado en la explanada del edificio principal de la Secretaría de la Defensa Nacional.


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Colonia América

CARMEN SERDÁN ALATRISTE

(1875–1948)Carmen Serdán Alatriste nació en la ciudad de Puebla el 11 de no-viembre de 1875. Fue hija del matrimonio conformado por el Lic. Manuel Serdán y Carmen Alatriste; tuvo tres hermanos: Aquiles, Na-talia y Máximo.

Precursora del movimiento armado de 1910, Carmen Serdán y su hermano Aquiles compartieron las ideas de los hermanos Flores Ma-gón, publicaron artículos en el periódico Regeneración y se encargaron de difundirlo entre algunos grupos de empresarios e intelectuales poblanos desde 1900.

Años después, afín con la campaña dirigida por Francisco I. Ma-dero, Carmen Serdán encabezó a un grupo de mujeres entre quienes figuraba su madre Carmen Alatriste, su hermana Natalia, Filomena del Valle esposa de Aquiles Serdán, las hermanas Guadalupe, Rosa y María Narváez Bautista, Paulina Maraver e Ignacia Vázquez, conoci-das como “Las socias”, quienes propagaron las ideas de no reelección. Su casa, ubicada en la calle de Santa Clara en la ciudad de Puebla, sirvió como punto de reunión y centro de debates para la discusión política entre correligionarios y seguidores de la causa revolucionaria.

En diciembre de 1909, Madero y los hermanos Serdán fundaron el Partido Antirreeleccionista de Puebla, en el cual la labor de las muje-res locales fue muy relevante. Carmen Serdán, clandestinamente, se dedicaba por las noches a pegar propaganda contra la dictadura de Porfirio Díaz, escribía en algunos diarios y, para no ser detectada por la policía, sus actividades las realizaba bajo el seudónimo de Marcos Serrato, e incluso inventó un lenguaje en clave para comunicarse con su hermano y tratar aspectos de logística y organización.

En octubre de 1910, tras la emisión del Plan de San Luis, los her-manos Serdán recibieron la instrucción de iniciar la revolución en Puebla el 20 de noviembre. Las mujeres del club femenil tomaron por su cuenta las actividades y los preparativos del movimiento, pues los varones estaban constantemente vigilados. Carmen Serdán y otras mu-


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jeres llevaron propaganda, difundieron el Plan de San Luis, ocultaron armas, ordenaron la fabricación de bombas, compraron y distribuye-ron municiones y pólvora entre sus seguidores.

Cuando el Gobernador de Puebla recibió informes de que Made-ro había convocado a la revuelta, ordenó que se detuviera a los disi-dentes. La familia Serdán y sus amigos anticiparon la fecha para iniciar el movimiento concentrándose en su domicilio con las armas dispo-nibles. El 18 de noviembre de 1910, los policías intentaron ingresar en la casa de Santa Clara y fueron recibidos con disparos. Desde el balcón Carmen Serdán arengó al pueblo, incitándolo a tomar las armas. Luego, cerca de mil efectivos rodearon la casa y dio comienzo la refriega.

A petición de su familia, Aquiles se ocultó en el sótano y su her-mana Carmen encabezó la defensa hasta que una bala la hirió. Tras varias horas de combate, las mujeres fueron hechas prisioneras y per-manecieron recluidas durante seis meses.

Estallada la revolución y muertos sus hermanos, Carmen Serdán continuó respaldando la causa de Madero; apoyó la lucha contra Vic-toriano Huerta y participó en el movimiento a través de la Junta Re-volucionaria instalada en Puebla; se reunió con Venustiano Carranza, distribuyó armas, correos e imprimió proclamas; más tarde se incor-poró como enfermera en los hospitales de las fuerzas combatientes.

Al triunfo y establecimiento del constitucionalismo, Carmen Serdán se dedicó a la vida privada. Murió en Puebla el 21 de agosto de 1948. El 18 de noviembre de ese año, el gobierno federal ordenó que su nombre se inscribiera con letras de oro en los muros del salón de sesiones de la Cámara de Diputados.

En recuerdo de esta mujer excepcional –cuyo espíritu de lucha y solidaridad contribuyó a cimentar un México democrático–, el Faro del Saber ubicado en la calle Sur 128 número 53 de la colonia América lleva el nombre de Carmen Serdán.

AQUILES SERDÁN ALATRISTE

(1876–1910) Nació en Puebla el 1º de noviembre en 1876, fue hijo de Manuel Ser-dán y Carmen Alatriste. Abandonó sus estudios por falta de recursos y se dedicó a laborar en el comercio.


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Precursor del movimiento de 1910 junto a su hermana Carmen, Aquiles Serdán fundó en Puebla el club político “Luz y Progreso”. En 1908 conoció a Francisco I. Madero en la ciudad de México y en 1909 se afilió al Partido Antirreeleccionista. En abril de 1910 durante la convención nacional del partido, como representante de diversos grupos poblanos, votó por la candidatura de Madero para presidente de la República. Al perderse las elecciones fue en su busca a Estados Unidos para recibir instrucciones sobre el movimiento armado y aceptó el encargo de iniciar la revolución en Puebla. Regresó a su ciudad con un acopio de armas que almacenó en su propia casa.

El 18 de noviembre de 1910, el gobernador de Puebla ordenó que se realizara un cateo en la casa de la familia Serdán. Aquiles, su esposa e hijos, sus hermanos, su propia madre y doce compañeros, se opusieron al atropello y se atrincheraron decididos a defender su integridad y su ideal revolucionario. Los defensores lucharon un día entero contra las tropas que ametrallaron y mataron casi a todos. En el combate murió Máximo Serdán. Al mediodía sólo quedaban Aquiles y tres mujeres, entre ellas su hermana Carmen, quien lo ayudó a ocultarse en un sótano bajo las duelas de la alcoba. A las ocho de la noche se rindieron las mujeres. La policía buscó a Aquiles, quien no se encontraba entre los cadáveres. En la madrugada siguiente, al tratar de abandonar su escondite, fue descubierto y asesinado a quemarropa por un soldado que estaba de guardia en la habitación.

Tanto la escuela primaria ubicada en la calzada Panteón Civil nú-mero 18 de la colonia América, como el jardín de niños localizado en Cañito sin número de la colonia San Diego Ocoyoacac, llevan el nombre de Aquiles Serdán en homenaje a quien es considerado el primer mártir de la Revolución de 1910.


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Colonia Escandón

MANUEL ESCANDÓN

(1807–1862)El quinto hermano de una familia formada por los diecinueve hijos de Pablo Escandón y de Cavandi –natural de Cantabria–, y Guadalu-pe Garmendia y Mosqueira, nació en Orizaba, Veracruz, en 1807. Educado en España, regresó para radicar en la ciudad de México y con el tiempo se convertiría en uno de los más importantes y acauda-lados empresarios del siglo XIX. Gracias a su inteligencia y a su espíritu empresarial, se desarrolló con éxito en una extensa y diversificada gama de negocios como el textil, el tabacalero, el minero y el de transporte, actividades decisivas para el desarrollo del país.

Iniciativa suya fue la conformación de una sociedad de operación de carruajes llamada Compañía del Establecimiento de Diligencias fundada en 1833, misma que a la postre fue totalmente suya bajo la denominación Sociedad Manuel Escandón & Cía., con la que atendía el trayecto México-Veracruz que hasta entonces había estado a cargo de inversionistas extranjeros. Otras de sus nuevas líneas de diligencias comunicarían a la capital con ciudades como Guadalajara, Monterrey, Chihuahua y San Luis Potosí.

En 1838, en compañía de sus socios, adquirió las acciones del mineral de Real del Monte, y ahí donde otros inversionistas no en-contraron fortuna él tuvo mucho éxito. Dieciocho meses después de esta visionaria compra, y tras haber introducido los métodos de ex-tracción más modernos, se encontró uno de los yacimientos más ri-cos de la zona dentro de un ramo que con él a la cabeza se desarrolló enormemente en otras entidades como Oaxaca, Zacatecas y Jalisco.

Acompañado por otras personalidades, solicitó el permiso para construir un ferrocarril hacia Tacubaya, concesión que le fue otorga-da aunque no pudo cristalizar el proyecto hasta 1858. Empeñado en la construcción del ferrocarril México-Veracruz, obtuvo la concesión en 1857 e hizo que el trazo del proyecto atravesara Orizaba en provecho de una de sus fábricas –eludiendo Jalapa, capital del estado–, situación que le acarreó fuertes críticas. Debido a los difíciles acontecimientos


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políticos y sociales que sacudían al país a mediados del siglo XIX, el proyecto tardó en realizarse.

Las relaciones de Manuel Escandón con los más altos círculos po-líticos, diplomáticos y empresariales, le permitieron diversificar sus inversiones hasta consolidar una notable fortuna, quizá una de las más cuantiosas del siglo XIX. Propietario de varios inmuebles, su quinta de Tacubaya albergaba alrededor de 500 cuadros y obras de arte. Falleció el 7 de junio de 1862 en su casa llamada Guardiola, localizada en el centro de la ciudad de México.

PUENTE DE LA MORENA

Desde los lejanos tiempos de la Nueva España hasta la actualidad, to-davía llegan a Tacubaya ecos de antiguos momentos que populariza-ron algunas vías de la localidad. En uno de los barrios se encontraba una casa ubicada al atravesar el puente del río Tacubaya conocida co-mo “La Morena”, donde una mujer de tales características físicas tenía establecido un centro de vicio al que llegó a concurrir la aristocracia de la ciudad e incluso el propio señor virrey, y al paso de los siglos el nombre aún se mantiene para denominar una vía de la localidad.

12 DE OCTUBRE

España consolidó la organización interna de su monarquía a través del matrimonio de los reyes Isabel I y Fernando V, que unificaron los reinos de Castilla y Aragón. Con el propósito de afianzar sus recursos y fondos, los Reyes apoyaron el proyecto de un marinero genovés lla-mado Cristóbal Colón, quien sugería establecer nuevas rutas maríti-mas hacia el Lejano Oriente, evadiendo el problema del paso terrestre y marítimo hacia China y la India desde el Mediterráneo que estaba controlado por los turcos otomanos que eran un obstáculo para el libre tránsito de los europeos. También querían evitar el control que Portugal mantenía en las costas africanas y que dificultaba la navega-ción rodeando ese continente. Colón sostenía que navegando hacia occidente podía llegar a las tierras descritas por Marco Polo en sus viajes a China, Japón y las Indias, ricas en especias y tesoros.

Los monarcas españoles nombraron anticipadamente a Colón al-mirante, virrey y gobernador de todas las tierras que descubriera en


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su travesía y le otorgaron el derecho a recibir el diezmo de las rentas que éstas produjeran. La expedición compuesta por las naves Santa María, la Pinta y la Niña, zarparon del Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492. Después de 70 días de viaje, Rodrigo de Triana divisó tierra y una partida desembarcó por la mañana del 12 de octubre de ese año a una isla en el archipiélago de las Bahamas que bautizaron como San Salvador.

Los españoles creyeron que estaban en la costa de Asia, pero la flora y la fauna tan poco comunes de las islas a las que habían arribado les advertían la posibilidad de encontrarse en tierras desconocidas. El establecimiento de los españoles en el Caribe marcó el inicio de la conquista y colonización del Nuevo Mundo, que posteriormente fue llamado América en honor del florentino Américo Vespucio quien demostró la presencia del continente en el mundo.

El contacto entre el Viejo y Nuevo Mundo convirtió a la fecha del 12 de octubre de 1492 en un nexo significativo y ambos continentes iniciaron su intercambio cultural, comercial y religioso. En México, la fecha fue denominada Día de la Raza a partir de 1917. Más tarde, el presidente Emilio Portes Gil oficializó este festejo cívico y el Con-greso aprobó el 10 de octubre de 1929 que el día 12 de octubre fuera denominado “Día de la Raza y Aniversario del Descubrimiento de América”.

MÁRTIRES DE LA CONQUISTA

Mártires de la Conquista designa a todos aquellos personajes indíge-nas que enfrentaron el proceso violento de la conquista española en el territorio que hoy conforma nuestro país. En el año de 1492, cuando Cristóbal Colón llegó a América, a las travesías y los descubrimientos de los navegantes europeos siguieron las hazañas de los conquistadores, militares impulsados lo mismo por el fervor religioso que por la ambi-ción de fama, poder y riquezas. Si bien uno de sus propósitos era pro-pagar la fe cristiana entre los reinos indígenas que encontraban a su paso, y con ello aumentar el número de súbditos del rey de España, sobre todo los movía la obtención de recursos y títulos nobiliarios como motor de ascenso dentro de una rígida estructura social española que se caracterizaba principalmente por su inmovilidad.


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Con más y mejores adelantos técnicos en relación con los pue-blos nativos, los soldados españoles lograron someter a millones de indígenas impulsados por la ambición. Así, estuvo a su favor la saga-cidad de capitanes como Hernán Cortés y la suerte y la habilidad que los libraron de perecer en tierras desconocidas para ellos siempre motivados, en los más de los casos, por una voracidad sin freno y el menor respeto a la vida.

En la conquista de México-Tenochtitlán los europeos contaron a su favor con factores indiscutibles: el rencor que muchos pueblos indígenas sentían hacia sus opresores mexicas y las enfermedades in-fecciosas que hacían estragos notables entre los naturales. Contra la viruela y el sarampión traídos por los europeos, los naturales no te-nían defensa posible y éstas causaron más bajas que todas las acciones militares juntas.

No se trata de vituperar los acontecimientos, sino de comprender cómo los aspectos de ambos sucesos se abrieron camino, pues son el innegable antecedente de nuestra historia contemporánea y el origen de la sociedad a la que pertenecemos.

21 DE MARZO

Benito Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en el villorrio de San Pablo Guelatao, Oaxaca; sus padres fueron Marcelino Juárez y Brígida García, según palabras del propio Juárez: “indios de la raza primitiva del país”. Murieron cuando él tenía tres años y quedó al amparo de sus abuelos y hermanas.

Establecido en la ciudad de Oaxaca con su hermana Josefa, quien trabajaba como cocinera para la rica familia del Sr. Maza, cuya hija adoptiva Margarita Maza se convertiría muchos años después en su esposa, Juárez inició sus estudios tardíamente en el Seminario de San-ta Cruz en el año de 1824, donde estudió latín, filosofía y teología. Abandonó el seminario para ingresar a la carrera de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, época en la cual también comenzó su carrera política apoyado por Valentín Gómez Farías que buscaba debilitar y someter al clero.

Instalado ya en la ciudad de México en calidad de diputado federal en 1847, regresó a Oaxaca debido a la invasión estadounidense para


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convertirse en gobernador interino. Su gestión se caracterizó por lo-grar el equilibrio económico y la realización de obras públicas, hasta que fue hecho prisionero por el régimen de Santa Anna y se exilió en La Habana. Por su apoyo al Plan de Ayutla proclamado en 1854, fue nombrado ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1855.

En esta época expidió la Ley Juárez, oficialmente conocida como Ley sobre Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Nación, del Distrito y Territorios, la cual coartaba los derechos de militares y eclesiásticos, con la eliminación de los tribunales “espe-ciales” que tenían ambos organismos. Más tarde sería superada por la que firmaron Ignacio Comonfort y Lerdo de Tejada, definiéndose así los atributos de la Iglesia y del Estado.

En 1855, durante el gobierno de Ignacio Comonfort, fue primero gobernador de Oaxaca y luego ministro de Gobernación y presidente de la Suprema Corte de Justicia. En 1858, Benito Juárez se convirtió en Presidente de la República ante la ausencia del titular del Ejecutivo que había sido derrocado por la facción conservadora, viéndose obligado a huir por varios lugares del país mientras se desarrollaba la Guerra de Reforma. Ante el avance de las tropas enemigas, Juárez se trasladó hacia el Pacífico donde se embarcó con su gabinete rumbo a Panamá, más tarde hacia La Habana y luego a Nueva Orleans. En 1858 llegó a Veracruz, donde el gobierno de Manuel Gutiérrez Zamora le era afín junto con el Gral. Ignacio de la Llave; la resistencia liberal en el puerto se prolongó hasta que lograron remontar las hostilidades y derrotar a la facción política y militar contraria en 1860.

HÉROES DE 1821Después de la muerte de Morelos, sus seguidores se disgregaron en numerosas guerrillas en los campos y las montañas. El empuje del ejército realista y la promesa del perdón hicieron que algunos de los jefes rebeldes abandonaran la lucha. Ignacio Rayón, Nicolás Bravo y Manuel Mier y Terán fueron capturados, mientras que Guadalupe Victoria se ocultaba en los territorios más escarpados. En las monta-ñas del sur, Vicente Guerrero mantenía encendida la rebelión.

En 1820 el Rey de España aceptó los principios de la Constitución de Cádiz, que limitaba su poder, consagrando la libertad de prensa y los


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derechos del individuo. Frente a esta situación, los mismos peninsulares que combatían en la Nueva España a los insurgentes se reunieron para acordar la independencia del país y evitar que la Constitución de Cádiz se implantara en este territorio.

Los conspiradores se reunieron en la iglesia de la Profesa y logra-ron que el virrey encomendara al militar Agustín de Iturbide la tarea de acabar con Vicente Guerrero. Pero en vez de combatirlo, Iturbide lanzó el Plan de Iguala que declaró a México independiente, católico, resguardo por igual de peninsulares, criollos, indios, mestizos y negros. Asimismo invitó a Guerrero a unirse, formándose entonces el ejér-cito trigarante que se apoderó de la Nueva España, se destituyó al virrey Apodaca y su sustituto Juan O’Donojú, sólo llegó para firmar los Tratados de Córdoba mediante los cuales España reconocía la inde-pendencia de México.

El 27 de septiembre de 1821, Iturbide y los miembros del ejército trigarante entraban en la ciudad de México para consumar once años de lucha por la libertad.

13 DE SEPTIEMBRE

La invasión norteamericana de 1847 en nuestro país encontró el último punto de resistencia en la defensa del castillo de Chapultepec. Después de practicar varios reconocimientos en las garitas de Niño Perdido, San Antonio Abad y la Viga, el general Winfield Scott, comandante en jefe del ejército invasor, ordenó el ataque a Chapultepec, lugar que había quedado aislado y que albergaba las instalaciones del Colegio Militar ligeramente fortificadas. La guarnición estaba formada por 832 hombres, incluyendo a los cadetes del Colegio y siete cañones.

Un hornabeque en el camino a Tacubaya y un parapeto en la puerta de la entrada al bosque, una trinchera y varias fortificaciones incom-pletas, eran los obstáculos contra el avance enemigo. En el castillo se construyeron blindajes en la parte de los dormitorios y se rodeó con sacos de tierra todo el perímetro del edificio: las piezas de artillería estaban colocadas en la parte más elevada del cerro. El jefe de la de-fensa era el general Nicolás Bravo, mientras el general Juan Cano mandaba la sección de ingenieros y la artillería estaba dirigida por el comandante Manuel Gamboa.


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Al amanecer del día 12 la batería americana inició el fuego; la arti-llería de Chapultepec contestó con precisión y acierto. Los ingenieros responsables de la defensa trabajaban incansablemente en reparar los daños, mientras que la tropa, apostada detrás de los parapetos, sufría cuantiosas bajas por el fuego de fusilería. El bombardeo fue terrible y los cuerpos de los cadáveres se confundían con los de los heridos.

En medio de tan difíciles circunstancias, Nicolás Bravo solicitó re-fuerzos al general Antonio López de Santa Anna, mismos que nunca llegaron. El día 13, la infantería norteamericana volvió a romper el fuego arrollando a los pocos tiradores que se defendían al pie del cerro, entonces el asalto al edificio se inició por la parte accesible del promontorio. Los invasores no encontraron así mayor resistencia que la del terreno y la del batallón de San Blas, cuando la mayoría de los soldados, oficiales e incluso su jefe, ya no tuvieron dificultades para continuar su avance, varios generales mexicanos murieron y el general Bravo fue hecho prisionero.

Durante estos combates y la posterior toma del castillo, seis alum-nos del Colegio Militar ofrendaron sus vidas en defensa de la Patria. Memorables en la realidad y para el recuerdo, son evocados como los Niños Héroes: Juan Escutia, Vicente Suárez, Francisco Márquez, Fer-nando Montes de Oca, Agustín Melgar y Juan de la Barrera.

De toda la campaña, la defensa del castillo de Chapultepec con-centró el mejor ejemplo de servicio al país. Los muchos cadetes que intervinieron en la defensa nos recuerdan una acción noble: al ser invitados a abandonar el plantel y volver a sus hogares, sin guardar compromiso alguno con el ejército o la nación, no sólo no quisieron salir, sino que solicitaron y obtuvieron el permiso de quedarse y batir-se con valor defendiendo el punto confiado a su custodia y pasar a la historia para siempre.

11 DE ABRIL La calle 11 de Abril recuerda los sucesos que ocurrieron durante esa fecha en el año de 1859. A mediados del siglo XIX en México había dos partidos políticos en pugna; por un lado se encontraban los con-servadores: ministros, militares y eclesiásticos de alto rango, ampa-rados en prerrogativas que los distinguían de los demás; y por otro,


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los Liberales: intelectuales, comerciantes y empleados menos ligados al poder económico, cuyas ideas se dirigían a que los poseedores de las grandes extensiones de tierras –como la Iglesia–, las hicieran pro-ducir y pagaran los consiguientes impuestos para sustento de las ren-tas públicas.

Ambos partidos políticos terminaron enfrentándose en una guerra que duró tres años aproximadamente –de 1857 a 1860–; el motivo fue la Constitución de 1857 que reformó el orden social, económico y político existente. Cuando los liberales se afirmaron en el poder, pro-mulgaron decretos que declararon a todos los ciudadanos iguales ante la ley, suprimiendo privilegios que ostentaban militares y eclesiásticos; asimismo expropiaron los bienes de la Iglesia por considerarlos una riqueza estancada.

Los conservadores reaccionaron entonces mediante una revolu-ción; convocaron a las armas desde Tacubaya y derrocaron a los libe-rales asumiendo la presidencia del país. Como consecuencia se desató la guerra civil que se conoce como la “Guerra de Reforma” o de los “Tres años”, en la que figuraron los presidentes conservadores, primero Félix Zuloaga y luego Miguel Miramón, mientras que en el bando libe-ral destacó el presidente Benito Juárez.

En 1859, el presidente Juárez estaba sitiado en Veracruz. Para dis-traer entonces al ejército conservador, el general liberal Santos De-gollado decidió amenazar la ciudad de México que estaba desprote-gida y entró con sus tropas en Tacubaya, población donde mucha gente acomodada poseía residencias de verano con huertas, molinos de trigo y agua potable, además la población común y corriente.

A contracorriente, las fuerzas conservadoras se reagruparon para defender la capital; sin embargo, el general Degollado no movió sus tropas y se quedó inactivo en Tacubaya, dando oportunidad a que el ejército conservador rodeara aquella plaza la noche del 10 de abril de 1859. El combate inició en la mañana del día 11 y sólo duró unas horas, pues al mediodía las tropas conservadoras habían derrotado y dispersado a los liberales. Adoptando una actitud ruin en fecha tan aciaga, el ejército conservador prolongó la masacre contra los heridos, los médicos e incluso contra los civiles.

Para bien de la República, al paso de los meses la suerte adversa de


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los liberales cambiaría y las divisiones dentro del partido conservador permitieron que Juárez y sus seguidores los derrotaran en 1860.

MÁRTIRES DE TACUBAYA

Tras la derrota liberal del 11 de abril de 1859, los heridos de la batalla quedaron internados en un hospital improvisado en el otrora palacio del Arzobispado; con ellos se quedaron el jefe del cuerpo médico mi-litar y tres de sus compañeros que creyeron inhumano abandonar a hombres cuyas vidas podían salvar. Eran pocos médicos y al recibir noticia de ello algunos estudiantes de medicina fueron a Tacubaya a ayudar gratuitamente a los facultativos y curar a los heridos de los dos bandos. Para contribuir en medio de la crisis, varios vecinos recorrían la zona para ayudar a los moribundos.

Recientemente derrotado en Veracruz y apenas llegado a Tacuba-ya, Miguel Miramón se reunió en el convento de San Diego con los principales generales conservadores: Leonardo Márquez y Tomás Me-jía, y decretó la muerte de todos los vencidos y de cuantos se encon-traran en su compañía. La mayor parte de los condenados eran civiles, personas que no habían empuñado las armas, simples vecinos de la localidad, estudiantes, e incluso los mismos médicos que atendían a los heridos, todos sospechosos de ser partidarios liberales.

Al caer la noche del mismo día 11, en el jardín del arzobispado donde estaba el improvisado hospital se ejecutó a los oficiales libe-rales heridos; los médicos no abandonaron su labor. Alguien sugirió al doctor Manuel Sánchez que escapara, éste mostró un instrumento quirúrgico y señaló al enfermo a quien operaba: “¡No puedo abando-narlo!” Los soldados llegaron hasta las camas y acribillaron a heridos, médicos y estudiantes; otros, entre la luz de las antorchas, fueron conducidos hacia las barrancas de Tacubaya.

Dos hermanos jovencitos, de 17 y 15 años, hijos de un americano llamado Smith y de una señora mexicana, salieron a la calle por curio-sidad; eran rubios y eso bastó para que fueran conducidos al matadero. Otro niño de 10 años fue hecho pedazos a lanzadas. A ninguno se le permitió despedirse de nadie.

Terminadas las ejecuciones, los muertos fueron colocados en el convento de San Diego y 53 cadáveres quedaron unos sobre otros


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totalmente desnudos porque los soldados los despojaron de cuanto llevaban. Escribió Ignacio Manuel Altamirano:

“Allí los vimos nosotros el día doce cuando pudimos buscar a nues-tros amigos que apenas podían reconocerse, despedazados como estaban por las balas. Mateos tenía deshecho el cráneo y saltado el ojo derecho; Díaz Covarrubias destrozados también el cráneo y un ojo y parte de la mejilla, y hecha trizas una mano. Las cabezas de los demás eran un conjunto informe de polvo y de sangre”.

Familiares de las víctimas reclamaron a sus deudos para enterrarlos y se les negó. A los dos días los cadáveres fueron echados en carretas que los condujeron a una barranca, donde se les arrojó y permanecieron insepultos. Otros fueron enterrados en una fosa superficial que se cavó al sur de Tacubaya, a campo abierto.

En recuerdo de aquellos trágicos sucesos y al triunfo de la Reforma, el nombre oficial de la localidad fue Tacubaya de los Mártires, y en memoria de los caídos el 11 de abril de 1859, se levantó el obelisco que les rinde homenaje en la alameda frente a la Iglesia de la Candelaria.

18 DE JULIO

Tras la Guerra de Reforma, las graves dificultades económicas por las que pasaba el país obligaron al gobierno mexicano a suspender el pago de la deuda externa; la medida motivó la intervención del Reino Unido, España y Francia en 1861. Las promesas de Juárez respecto al saldo determinaron la retirada de las dos primeras potencias, pero Francia, en complicidad con la facción conservadora, invadió México en 1862; sin embargo, los franceses fueron derrotados el 5 de mayo del mismo año en Puebla. Las tropas mexicanas, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, vencieron al mejor ejército del mundo en aquel momento y el general Zaragoza mandó a Palacio Nacional su famoso telegrama: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”.

Un año después de la batalla del 5 de mayo, Francia mandó a 25 mil hombres que entraron al país y fueron el apoyo para la instauración del Imperio Mexicano encabezado por el archiduque Maximiliano; Benito Juárez se retiró entonces a Paso del Norte, hoy precisamente Ciudad Juárez, y desde allí organizó la resistencia. Después de tres años de


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guerra, la facción imperial fue derrotada con lo que el emperador y sus principales lugartenientes fueron fusilados y Juárez pudo entrar de nuevo en la capital. Por su triunfo, el gobierno de República Dominicana lo declaró “Benemérito de las Américas”.

Con el país empobrecido y desunido, fue reelegido por séptima vez en agosto de 1867, restaurándose la República al tiempo que daba vigencia a las leyes de Reforma y adoptaba también una serie de me-didas para fortalecer la autoridad presidencial. Este hecho y el temor a que buscara perpetuarse en el cargo motivaron la reacción dentro de su propio partido; pero a pesar de las dificultades económicas, de la hostilidad del Congreso y de numerosos pronunciamientos, en 1872 Juárez fue nuevamente reelecto.

Para entonces Porfirio Díaz se había separado del ejército y trasla-dado a la hacienda de la Noria en el Estado de Oaxaca, proclamando al poco tiempo el Plan de la Noria en el cual desconocía a Juárez y llamaba al levantamiento en su contra. La “no reelección” era una de las principales imputaciones contra Juárez expresadas a través de otros altercados militares controlados durante 1871, pero que reflejaban la inestabilidad política de su gobierno y el apoyo armado a Díaz.

Mermado de salud y con calambres muy dolorosos, el 18 de julio de 1872 Juárez llamó a su médico Ignacio Alvarado, quien detectó el pulso bajo y graves problemas de presión. Reunida su familia: hijas, hijo, yernos y amigos, además de diversos políticos, atestiguaban la agonía de un hombre que se había caracterizado por su fortaleza física y sobre todo de espíritu.

Muy fatigado, don Benito Juárez, el Benemérito de las Américas, murió a las 23:35 horas del 18 de julio de 1872. El parte médico era implacable: angina de pecho. Juárez duró en el cargo de presidente catorce años, y en su honor hubo un mes de solemnidades en todo el país. En la parte sur de la Alameda de la ciudad de México se encuen-tra el hemiciclo en su memoria, gran monumento mandado construir precisamente por Porfirio Díaz.

DR. ROMUALDO ZAMORA Y DUQUE (1845–1889)Empresario industrial hijo de padres cubanos que nació en la ciudad


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de México. Cursó sus estudios en el Liceo Franco Mexicano y en el Colegio de los Mascarones. De familia acomodada económicamente, trabajó en varias haciendas azucareras hasta que tuvo oportunidad de establecer la suya propia que llevó por nombre San Nicolás Tolentino, ubicada en Izúcar de Matamoros, Puebla. Fue propietario de varias albercas en el Distrito Federal y promotor de los tranvías de “mu-litas”, líneas que incentivaron la comunicación en la capital del país.

1º DE MAYO

A mediados del siglo XIX, tanto en Europa como en Norteamérica, las factorías industriales exigían a los obreros trabajar 12 y hasta 14 horas diarias, durante seis días de la semana, incluso a niños y mujeres, en faenas pesadas y en un ambiente insalubre. Los emigrantes euro-peos que llegaron a los Estados Unidos en busca de un mundo mejor, crearon las primeras organizaciones de obreros que diseminaron sus inquietudes por la reducción de la jornada de trabajo; con ese estímulo las organizaciones obreras se fueron extendiendo y fortaleciendo.

El 1º de mayo de 1886 la huelga por la jornada laboral de ocho horas estalló de costa a costa en Estados Unidos: más de cinco mil fábricas fueron paralizadas y miles de obreros salieron a calles y pla-zas a manifestar su exigencia en lugares como Nueva York, Pitts-burgh, Newark, Boston y Louisville, ciudades donde 125 mil obreros obtuvieron la jornada de ocho horas el mismo 1º de mayo. En la ciu-dad de Chicago los sucesos tomaron un giro particularmente conflic-tivo porque los trabajadores vivían en peores condiciones que en otros sitios; además Chicago era el centro más activo de la agitación revolucionaria en la Unión Americana con dos organizaciones y sus exaltados periódicos obreros.

El estallido social culminó con la masacre en la plaza Haymarket el 4 de mayo de 1886, cuando la muchedumbre reunida se enfrentó con 180 policías que ordenaron terminar el mitin de inmediato. Ya se alzaban los fusiles cuando una bomba cayó entre dos filas de policías, arrojando por tierra a todos los que se encontraban cerca: 60 policías quedaron heridos y uno muerto. En medio de la confusión, los poli-cías dispararon sobre la multitud dejando un balance de 38 obreros muertos y 115 heridos.


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Esa misma noche sangrienta, Chicago fue puesto en estado de sitio; se estableció el toque de queda y los militares ocuparon los ba-rrios obreros. Los locales sindicales, los diarios y los domicilios de los dirigentes fueron allanados. El 11 de noviembre de 1887, un año y medio después de la gran huelga por las ocho horas, fueron ahor-cados en la cárcel de Chicago los dirigentes anarquistas August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y George Engel; otro de ellos, Louis Lingg, se había suicidado el día anterior. La pena de Samuel Fielden y Michael Schwab fue conmutada por la de cadena perpetua, y Oscar W. Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados. El proceso y la injusta condena conmovieron de tal modo al mundo, que comenzó a celebrarse cada 1º de mayo el “Día Internacional de los Trabajadores” y a los participantes se les conoce como los “Mártires de Chicago”.

REVOLUCIÓN La Revolución Mexicana como estallido social fue el resultado de va-rios factores, entre otros: la crisis generalizada del gobierno de Porfi-rio Díaz, el fracaso de una solución pacífica a la sucesión presidencial de 1910 y las aspiraciones de las clases medias y populares contrarias al régimen oligárquico.

La Revolución de 1910 fue el acontecimiento más importante del siglo XX en nuestro país, cuyo resultado fue la construcción de un nuevo Estado, aún vigente hoy día. Entre la movilización política y militar que demolió el antiguo régimen, destacaron líderes disidentes de las elites porfirianas como Francisco I. Madero; sobresalieron figu-ras como Francisco Villa y Emiliano Zapata, quienes reivindicaron las demandas y los derechos sociales de los grupos marginados y surgie-ron dirigentes de la clase media que luego se convirtieron en gober-nantes como Álvaro Obregón.

El nuevo Estado surgido de la Revolución tuvo que satisfacer en principio los principales reclamos de los grupos populares que habían participado decisivamente en la lucha revolucionaria a lo largo de diez años. No fue el estado democrático soñado por Madero, sino que se erigió un estado autoritario fundamentado en una fuerte identidad nacionalista, legitimado y estable porque contó con el apoyo de un amplio sector popular bajo la conducción de un grupo político-militar


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hábil y flexible, procedente de la clase media opositora del régimen porfiriano.

Varios sucesos han transformado nuestro país a lo largo del siglo XX y nuevos retos lo esperan aún durante el siglo XXI. En recuerdo de aquel movimiento centenario, una de las principales avenidas de nues-tra Delegación se llama precisamente: Avenida Revolución.

8 DE AGOSTO Emiliano Zapata nació el 8 de agosto de 1879 en la localidad de San Miguel de Anenecuilco, estado de Morelos, en el seno de una familia campesina. Miembro durante un breve tiempo del ejército federal, antes de 1910 empezó su lucha a favor de la restitución de las tierras despojadas a los pueblos. Con el estallido de la Revolución, en marzo de 1911 se lanzó a la lucha armada con un grupo de campesinos, que fue creciendo en número hasta convertirse en un pequeño ejército y Zapata asumió la jefatura del movimiento en el sur del país.

Tras la caída de Porfirio Díaz, Zapata siguió en campaña contra las fuerzas federales, y Madero quiso persuadirlo para que licenciara sus tropas con el compromiso de nombrar autoridades revolucionarias en el Morelos; pero lejos de cumplir su palabra, el gobierno federal reiteró las órdenes de combatirlo para imponer la paz. El 25 de noviembre de 1911 el ejército libertador del sur lanzó el Plan de Ayala que reivindicaba una serie de ideas agraristas bajo el lema de “Tierra y Libertad”.

Férreo luchador social por antonomasia, combatió al usurpador Huerta y posteriormente se unió a Francisco Villa para enfrentar a Carranza; así, unidos en la Convención de Aguascalientes, villistas y zapatistas desconocieron al Primer Jefe y reiniciaron las hostilidades.

En 1916, el gobierno de Carranza organizó una poderosa ofensiva contra Zapata y el general Pablo González recuperó casi todas las po-blaciones que estaban en poder del ejército libertador del sur. Una vez promulgada la Constitución de 1917 y celebradas las elecciones, Carranza asumió la presidencia de la República y se propuso acabar con el zapatismo. Con su ejército diezmado, Emiliano Zapata fue en-gañado por sus enemigos y el 10 de abril de 1919 fue asesinado en la hacienda de Chinameca por una escolta comandada por Jesús Gua-jardo, quien había simulado pasarse a sus filas.


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12 DE DICIEMBRE

El 12 de diciembre de 1914, Venustiano Carranza hizo adiciones al Plan de Guadalupe para mostrar al país que su proyecto retomaría las demandas más apremiantes de la Revolución de 1910.

Nacido el 29 de diciembre de 1859 en Cuatro Ciénagas, estado de Coahuila, Carranza había formado parte de la clase política local du-rante el porfiriato: presidente municipal, diputado y senador, fungió como gobernador interino y en las elecciones para gobernador en 1909 fue postulado como candidato independiente y derrotado por el candidato oficial. Vinculado desde ese momento con el movimiento antirreeleccionista de Madero, se adhirió a la rebelión que derrocó a Porfirio Díaz, si bien desde su territorio presenció cómo se desen-volvió el golpe militar en la ciudad de México en febrero de 1913. Tras consumarse la Decena Trágica, decidió entonces desconocer a las nuevas autoridades y promulgó el Plan de Guadalupe con el com-promiso de luchar por la restitución del orden legítimo.

El movimiento constitucionalista encabezado por Carranza derro-tó en 1914 al régimen usurpador de Victoriano Huerta; sin embargo, las diferencias entre los distintos grupos que participaron en la lucha dividieron una vez más a las facciones revolucionarias. Para determinar el destino del país se reunió una convención revolucionaria, misma que se declaró soberana y desconoció la autoridad del Primer Jefe, quien a su vez desconoció a la Convención y se retiró a Veracruz donde comenzó a actuar como encargado del Poder Ejecutivo.

Bajo tales circunstancias, Carranza imprimió un nuevo sentido al Plan de Guadalupe rebasando el aspecto puramente militar. El 12 de diciembre de 1914 hizo una serie de adiciones que prometían incluir leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la población exigía como indispensables para restable-cer la igualdad de los mexicanos. Expidió leyes como la relativa al di-vorcio y la ley agraria del 6 de enero de 1915 que atacaba el complejo problema de la tierra; el proceso culminaría con el establecimiento de la nueva Constitución, promulgada el 5 de febrero de 1917, marco del nuevo orden emanado del movimiento revolucionario.


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DE LA CONSTITUCIÓN

En México el 5 de febrero se conmemora el día en que se promulgó la Constitución de 1917 que actualmente rige al país. Su nombre oficial es Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aunque también se le denomina Ley Fundamental o Carta Magna.

La primera constitución propiamente mexicana fue la de 1824, que descartó todo tipo de legislación extranjera y proclamó el ejercicio absoluto de la soberanía, dando continuidad a leyes que ya antes se habían consignado en la constitución española de Cádiz en 1812, a los Sentimientos de la Nación y al Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana de 1814 de José María Morelos.

En el mismo siglo XIX, tras el movimiento de Ayutla encabezado por Juan Álvarez que desconoció el gobierno de Antonio López de Santa Anna, se convocó a un Congreso Extraordinario que aprobó una nueva constitución el 5 de febrero de 1857, la cual señalaba el mantenimiento del federalismo, las libertades de trabajo, de propiedad, de expresión de ideas, de imprenta, de asociación y de comercio. Con la promulgación del documento, el país se vio envuelto en una guerra civil que se prolongó por tres años entre las facciones políticas; en el curso de la guerra se emitieron una serie de ordenamientos conocidos como Leyes de Reforma que establecieron la separación entre la Iglesia y el Estado y otras medidas de carácter liberal. La Constitución de 1857 permanecería en vigor hasta 1917.

En 1910 dio inició la Revolución Mexicana como consecuencia de las condiciones sociales, económicas y políticas generadas por la per-manencia prolongada de Porfirio Díaz en el poder. Este movimiento fue el contexto bajo en el cual se promulgó la Constitución que rige en México hasta la fecha. Venustiano Carranza, en su carácter de primer jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, convocó en diciembre de 1916 a un Congreso para presentar un proyecto de reformas a la Constitución de 1857; el documento sufrió grandes modificaciones y adiciones para ajustarse a la nueva realidad social del país.

El 5 de febrero de 1917 nació la Carta Magna en la ciudad de Que-rétaro, documento que logró reunir los ideales revolucionarios del pueblo mexicano; en ella se incluyeron reformas sociales y derechos


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en favor de obreros y campesinos, amparando a todos los mexicanos sin distinción de raza, credo o condición social.

FRANCISCO MURGUÍA

(1873–1922)Nació en Zacatecas en 1873. De origen humilde se dedicó a la foto-grafía en Monclova, Coahuila. Se adhirió al maderismo y tomó las ar-mas de acuerdo con el Plan de San Luis en 1910. Cuando Madero asumió la presidencia, Murguía apoyó al gobernador Venustiano Ca-rranza en contra de los rebeldes orozquistas.

Ante la usurpación de Victoriano Huerta, fue de los primeros que se solidarizó con el Plan de Guadalupe incorporándose a las fuerzas de Pablo González, con quien participó en las campañas en el noro-este del país. A mediados de 1914 Venustiano Carranza lo nombró gobernador del Estado de México.

Como general constitucionalista asistió a la Convención de Aguas-calientes y se opuso a la renuncia de Carranza. Murguía combatió al villismo en el occidente y realizó una intensa campaña en la zona del Bajío, donde participó en los combates de Celaya, Trinidad y León.

En 1920 Carranza lo nombró jefe de las fuerzas que salieron con él de la ciudad de México hacia Veracruz. Fue aprehendido en Tlax-calantongo, enviado a prisión y sometido a proceso. Logró escapar de la cárcel y se refugió en Estados Unidos. Regresó en 1922 con inten-ciones de derrocar a Álvaro Obregón, pero su llamado para levantar-se en armas fracasó. Cayó prisionero en Tepehuanes, Durango, y un consejo de guerra lo condenó a muerte. Fue fusilado ese mismo año.Reconocido por su capacidad en la organización militar, la calle Fran-cisco Murguía lo rememora en la colonia Escandón.

GRAL. ALVARADO

(1880–1924)Nació el 16 de septiembre de 1880. Sinaloense de nacimiento, sono-rense por adopción y yucateco por su obra. Comerciante y boticario, contrario a la reelección del presidente Porfirio Díaz, Alvarado apoyó al movimiento antirreeleccionista y fue de los primeros en tomar las armas a favor de Francisco I. Madero.


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A raíz de los sucesos de febrero de 1913, Alvarado desconoció a Victoriano Huerta y se sumó a la lucha constitucionalista. Venustiano Carranza lo nombró jefe de la zona central de Sonora y se convirtió en uno de los miembros más prominentes del constitucionalismo so-norense, aunque con independencia política de Álvaro Obregón.

Cuando Carranza se estableció en el puerto de Veracruz, enco-mendó a Alvarado la tarea de reorganizar las tropas constituciona-listas de Puebla y Tlaxcala, y posteriormente lo designó comandante militar de Yucatán. La carrera política de Salvador Alvarado llegó a su cúspide cuando fue gobernador de Yucatán de 1915 a 1918. Constató las injusticias cometidas contra los indígenas, tratados como esclavos, y su administración destacó por las reformas sociales implementadas en los ramos agrario, hacendario y laboral, tarea que encontró el apoyo de Felipe Carrillo Puerto.

Como comandante de la región del sureste y del istmo aumentó su poder político-militar, al grado de que muchos lo consideraban un probable candidato presidencial para 1920. Solicitó licencia del ejérci-to, pero ante la negativa del permiso y por su mala relación con Ca-rranza y con Obregón, tuvo que exiliarse en Estados Unidos.

Regresó para afiliarse al Plan de Agua Prieta. Adolfo de la Huerta lo nombró secretario de Hacienda de junio a noviembre de 1920. Luego participó en la rebelión delahuertista. A la derrota del movi-miento volvió a refugiarse en el extranjero, y a su regreso al país fue traicionado y asesinado en el rancho El Hormiguero de Chiapas el 10 de junio de 1924.

En homenaje a la memoria de este militar y político mexicano, su nombre designa una calle en la colonia Escandón.

28 DE AGOSTO Durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas existía un núme-ro muy amplio de organizaciones, ligas estatales y sindicatos agrícolas cuyo denominador común era la carencia de un programa preciso que dirigiera sus esfuerzos. El gobierno federal, apoyado en el Partido Nacional Revolucionario, comenzó la tarea de organizar a los cam-pesinos en una central única e independiente de otros sectores como el movimiento obrero.


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Integrado el comité organizador de la Unificación Campesina, se iniciaron los trabajos en convenciones que fijaron los principios desde los cuales nacería la Confederación Nacional Campesina (CNC). La inclusión de peones acasillados, aparceros, pequeños agricultores y demás trabajadores organizados del campo, tenía el objetivo primario y fundamental de defender los intereses de éstos e impulsar la tenencia de la tierra a través del ejido como eje de la política agraria.

La unificación de los campesinos se logró el 28 de agosto de 1938, cuando se inauguró la asamblea que constituyó la CNC, con la asisten-cia de 300 delegados de diferentes organizaciones, ligas de comunida-des agrarias y sindicatos campesinos, conformados a su vez por eji-datarios que disfrutaban de tierras otorgadas por el Estado. Con la presencia del presidente Cárdenas, fue electo secretario general de la naciente organización el profesor Graciano Sánchez.

Sus principales objetivos fueron continuar el reparto agrario, ayudar a los campesinos a solucionar sus problemas, tramitar las demandas en las dependencias oficiales y asegurar que los funcionarios locales no obstaculizaran el proceso de distribución de la tierra.

La CNC colaboró en el cumplimiento de las demandas de los cam-pesinos revolucionarios, finalmente cristalizadas tras varios años de retraso; trabajó por una equitativa distribución de la tierra, con miras a que no hubiera un solo campesino mexicano que careciera de ella como instrumento básico para alcanzar su bienestar económico.

13 DE MAYO

En 1941, mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, el go-bierno mexicano en su calidad de país neutral, decretó la incautación de varios buques alemanes e italianos que se encontraban en los puer-tos de Tampico y Veracruz. Dichos barcos luego serían utilizados por la Armada de México para transportar petróleo a Estados Unidos.

Como consecuencia, un año después, el 13 de mayo de 1942, el navío petrolero mexicano “Potrero del Llano” fue torpedeado por el submarino alemán U-564 frente a las costas de Florida; a pesar de que todas sus luces iban encendidas, lo cual permitía vislumbrar la bandera nacional y el nombre del país, el capitán del submarino ale-mán manifestó haber creído que se trataba de un buque italiano.


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Un sólo torpedo impactó en el centro del petrolero mexicano y el incendio se produjo casi de inmediato. El barco abierto en dos no se hundía, pero las llamas invadieron la cubierta y 14 marineros murie-ron. Parecía que todos iban a sucumbir, pero asiéndose a tablones y salvavidas, una buena parte de la tripulación logró salvarse.

Fue un ataque inesperado, más aun si se considera que el barco iba perfectamente identificado con la bandera mexicana, un país que estaba fuera del conflicto y que no tenía nada que ver con lo que estaba sucediendo en otras latitudes. La tripulación del “Potrero del Llano” estaba conformada por elementos de la Armada Nacional y por trabajadores de Petróleos Mexicanos, todos bajo el mando del teniente Gabriel Cruz Díaz. De los elementos de la Armada Nacional murieron el propio teniente Gabriel Cruz Díaz, el teniente de fragata Rafael Castelán Orta y el primer maestre Enrique Andrade Díaz; las otras once víctimas fueron trabajadores de Petróleos Mexicanos.

La situación mundial hizo que, en vez de explicaciones o disculpas y apenas pasados siete días después de aquel primer ataque, tuviera lugar un nuevo atentado: el barco “Faja de Oro”, que viajaba de Nueva York a Tampico, fue torpedeado y hundido con un saldo de ocho tripulantes muertos.

Ante tales acontecimientos, el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, declaró el estado de guerra entre nuestro país contra Alemania, Italia y Japón. La guerra declarada fue militarmente defensiva y económicamente ofensiva. El acontecimiento más recordado es el que refiere la participación de un escuadrón de la Fuerza Aérea que representó a México en la guerra: el Escuadrón 201.

MIGUEL ALEMÁN

(1903–1983)Miguel Alemán Valdés nació en Sayula, Veracruz, el 27 de sep-tiembre de 1903. Se graduó como abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia en 1928 y comenzó a trabajar representando ante los tribunales el interés sindical de trabajadores mineros, petroleros y fe-rrocarrileros. Posteriormente participó en la empresa que fraccionó las ex haciendas que dieron lugar a las colonias Polanco y Anzures.

En 1936 fue senador y gobernador de Veracruz. Apoyó a Manuel


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Ávila Camacho durante su campaña presidencial y al triunfo de éste fue nombrado secretario de Gobernación, cargo que desempeñó has-ta 1945 para presentarse como el primer candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional, continuación del PNR, siendo electo para el periodo 1946–1952.

Los efectos de la posguerra afectaron considerablemente su man-dato debido a la disminución de exportaciones y aumento en el déficit en la balanza de pagos. A pesar de ello, durante su periodo presiden-cial se logró reducir considerablemente la tasa de mortalidad gracias a las campañas sanitarias y se erigió Ciudad Universitaria, la más grande del mundo en esa época. Además aumentó considerablemente la red de carreteras y vías férreas, impulsó la construcción de unidades mul-tifamiliares, diversificó la industria automotriz y la de electrodomés-ticos, así como el turismo y las cadenas hoteleras.

El 17 de febrero de 1947 Miguel Alemán publicó en el Diario Ofi-cial la reforma al artículo 115 de la Constitución para otorgar el voto a la mujer, aunque sólo se les permitía votar en elecciones municipales, se dio el primer paso para la participación de las mujeres en la vida política del país.

Tras su periodo presidencial se retiró de la vida pública por un tiem-po y posteriormente participó y fue miembro honorario en diversas instituciones privadas como la Academia Mexicana de la Lengua.

CARLOS B. ZETINA

(1864–1927)Nacido en San Andrés, Puebla, Carlos B. Zetina fue político además de un visionario y acaudalado industrial que, durante la época porfi-riana, era dueño de la famosa fábrica de calzado Excélsior ubicada en las calles de Tacubaya. Fue pionero al importar la primera maquinaria para fabricar calzado e introdujo la bota corta estilo europeo así como el huarache tejido y a la bota grande de tacón.


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Colonia Santo Tomás

PLAN DE SAN LUIS

En 1910 el general Porfirio Díaz, gobernante de México por tres décadas consecutivas, había prometido elecciones democráticas. Sur-gió así el Partido Nacional Antirreeleccionista que postuló a Francis-co I. Madero como su candidato presidencial. Durante la campaña política, Madero incrementó enormemente su popularidad y las auto-ridades vieron con temor los alcances políticos del candidato oposi-tor, tanto que decidieron aprehenderlo confinándolo a una cárcel en San Luis Potosí.

Durante la prisión de Madero ocurrieron las elecciones donde se declaró una vez más el triunfo de Porfirio Díaz como presidente. Víctima del fraude y acosado por las autoridades, Madero se fugó y se trasladó a Estados Unidos donde, al lado de sus seguidores más cercanos, publicó un manifiesto fechado en San Luis Potosí que con-vocaba a la lucha armada para el 20 de noviembre de 1910. El Plan de San Luis, además, enunciaba un recuento de los acontecimientos políticos sucedidos, criticaba el gobierno del general Díaz, anulaba las elecciones, reconocía el triunfo de Madero, ponderaba la no reelec-ción de los gobernantes, validaba el voto ciudadano e incluía medidas que satisfacían un poco las necesidades sociales y económicas deman-dadas por amplios sectores de la población.

Frente a la ausencia de soluciones pacíficas, numerosos contingen-tes paulatinamente se levantaron en armas y la revolución pronto se extendió en distintas zonas del país. La caída de la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez precipitó la renuncia del general Díaz y, con ello, triunfó la lucha iniciada por Madero.

En memoria del documento centenario que motivó el cambio po-lítico y social de un régimen para conformar un nuevo Estado en nuestro país, en la colonia Santo Tomás una calle se nombra: Plan de San Luis.

PLAN DE AYALA

Los problemas del ámbito rural que se generaron a lo largo del porfi-riato se tradujeron en una severa crisis al final del régimen. Gran


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parte del conflicto se derivó por la pérdida de tierras sufrida por las comunidades campesinas a manos de las haciendas. Los campesinos se vieron en la necesidad de buscar empleo en las mismas haciendas o en las ciudades. Numerosos pueblos acudieron a las instancias legales para recuperar sus terrenos, pero frente a la falta de soluciones termi-naron por radicalizar su postura, sumándose a la lucha armada enca-bezada por Madero contra el gobierno de Porfirio Díaz en 1910.

Madero no confiaba en la propiedad comunal agraria de añeja tradición en el país; como hacendado planteaba que las haciendas se transformaran en pequeñas y medianas propiedades, pero sin res-tituir las tierras a los pueblos de inmediato. Dirigidos por Zapata, los campesinos morelenses que lucharon contra Porfirio Díaz no acep-taron dejar sus armas mientras no les devolvieran sus tierras usurpadas por los hacendados y retomaron la lucha en octubre de 1911.

Elaborado en la población morelense de Villa de Ayala, el Plan de Ayala fue el documento que manifestó las razones agrarias y sociales que impulsaron a los campesinos a la lucha armada. En sus artículos se desconoció el liderazgo de Madero al frente de la revolución, se convino la autoridad de Zapata y se expusieron las reformas pertinen-tes que beneficiarían a las comunidades campesinas para que éstas se convirtieran en la unidad social fundamental del país.

Al final del proceso revolucionario, el problema de la tierra sólo quedó resuelto con la aplicación del artículo 27 de la Constitución de 1917, artículo que, en sustancia, tuvo su fundamento agrario y social en aquel escrito zapatista de 1911.

En recuerdo de aquel documento tan significativo de la lucha re-volucionaria, en las colonias Santo Tomás y Plutarco Elías Calles una calle se designa: Plan de Ayala.

PLAN DE GUADALUPE

Tras el asesinato de Madero y el ascenso de Victoriano Huerta al po-der, varios grupos revolucionarios nuevamente se movilizaron contra el gobierno usurpador. La lucha contra Huerta comenzó en marzo de 1913, aunque los líderes insurrectos y sus respectivas fuerzas milita-res tenían sus propias particularidades y notables diferencias entre sí, organizativas y de composición social.


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El grupo rebelde de Coahuila se distinguió por su fundamento legalista y por tener como líder al propio gobernador del estado: Venustiano Carranza; en los mandos subalternos había rancheros, po-líticos y burócratas locales, provenientes del régimen porfiriano. Esta singularidad lo cataloga como un movimiento dominado por la clase media coahuilense, característica que con el tiempo le otorgó un sen-tido, política e ideológicamente, diferente al de otras facciones revo-lucionarias.

Sin grandes triunfos en el aspecto militar, Carranza y sus seguido-res promulgaron en marzo de 1913 el Plan de Guadalupe, elaborado y firmado en la hacienda de Guadalupe, localidad de Monclova, Coa-huila, un documento que se limitaba a desconocer los poderes Ejecu-tivo, Legislativo y Judicial, reconocía la integración del ejército consti-tucionalista y nombraba a Venustiano Carranza como primer jefe que se encargaría interinamente de la presidencia de la república.

Sus objetivos sólo proponían derrocar a Victoriano Huerta para restaurar la legalidad, pero contó con la adhesión de otros grupos rebeldes pues el constitucionalismo prometía que, alcanzado el triun-fo y conseguida la paz, se promoverían las reformas sociales que el país requiriera; con ello Carranza adquirió la relevancia que a la postre le facilitó su ascenso al poder político.

En recuerdo del documento cuyos enunciados propusieron el res-tablecimiento y el respeto del orden legalmente establecido, una calle de las colonias Santo Tomás y Plutarco Elías Calles se nombra: Plan de Guadalupe.


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Colonia Residencial Militar

SITIO DE CUAUTLA

Con este nombre se identifica a la acción militar emprendida entre el 19 de febrero y el 2 de mayo de 1812, cuando el ejército insurgente fue sitiado por las tropas españolas comandadas por Félix María Calleja en la población de Cuautla, en el actual estado de Morelos.

Los insurgentes resistieron aproximadamente 72 días el cerco im-puesto por los realistas y en más de una ocasión intentaron romperlo sin éxito.

En torno al suceso, Carlos María de Bustamante escribió un pasaje donde narra que ante una falsa voz de alarma los defensores aban-donaron la artillería, lo cual permitió que la tropa realista avanzara hacia la plazuela de San Diego; Galeana y sus hombres no consiguie-ron detenerlos e incluso vieron la situación perdida. El regimiento de realistas estuvo a punto de tomar esa zona de la ciudad, pero un niño de doce años, Narciso Mendoza, al ver que no había artilleros del bando insurgente, cargó un cañón y lo disparó contra las tropas realistas que huyeron dispersas y así el control de la situación fue retomado por los defensores de Cuautla.

La madrugada del 2 de mayo de 1812, sin agua y sin víveres para resistir más, José María Morelos y sus seguidores salieron de Cuautla finalizando así la acción militar.

El sitio tuvo algunas consecuencias en la estructura política y mi-litar del virreinato de la Nueva España: Calleja fue destituido como jefe militar del centro del país y fue nombrado comandante militar de la ciudad de México, pues se temía un posible ataque insurgente; por su parte, Morelos reorganizó su ejército y se apoderó de plazas como Oaxaca y Córdoba; por otra parte, el virrey Francisco Xavier Venegas fue depuesto de su cargo.

En la colonia Residencial Militar el nombre de una calle reme-mora el sitio de Cuautla, importante suceso de la lucha por nuestra independencia y en el imaginario popular aún perdura el relato del niño artillero, uno de los defensores de aquella ciudad.


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NARCISO MENDOZA

El sitio de Cuautla fue el acontecimiento más sobresaliente de la lu-cha por la independencia de México, en un episodio que otorgó un prestigio inusitado a José María Morelos entre sus seguidores y ene-migos. De los acontecimientos sucedidos al iniciarse el sitio de Cuau-tla, hay uno que es tal vez el más conocido y que ha alcanzado mayor popularidad: se trata de la actuación de Narciso Mendoza, conocido como el niño artillero, que tuvo lugar el día 19 de febrero de 1812 con motivo del ataque llevado a cabo por Félix María Calleja en contra de las tropas de Morelos que se habían establecido en Cuautla.

La historiografía de la Guerra de Independencia, al referirse al sitio de Cuautla, no hace mención de Narciso Mendoza, con excepción de Carlos María de Bustamante y de Felipe Benicio Montero, este último participante en el sitio y quien posteriormente hizo un relato de lo visto y oído por él.

El escrito de Bustamante constituye precisamente la información más temprana sobre Narciso Mendoza, pues apareció desde la prime-ra edición de su Cuadro histórico, y en él consignó que una falsa alarma hizo que la artillería situada en la plazuela de San Diego fuera aban-donada, quedando en ella sólo un muchacho de 12 años llamado Nar-ciso, quien a pesar de haber sido herido en un brazo por un atacante, pudo disparar un cañón matando al agresor, con lo que consiguió detener al enemigo.

Por su parte, Felipe Benicio Montero anotó en su versión que los realistas intentaban hacerse de una trinchera que había quedado sola, y entonces un joven llamado Narciso García Mendoza, afecto a la ar-tillería, vio repentinamente el callejón lleno de tropa enemiga, tomó el cañón y sin aguardar a que le ordenaran hacer uso de éste disparó, destrozando con ello el avance realista. Aunque Montero estuvo en el sitio, no fue testigo presencial del acto realizado por el niño artillero.

Lo cierto es que Bustamante y Montero son las únicas fuentes que consignan la proeza de Narciso Mendoza. Contra lo que pudiera pen-sarse acerca de este episodio, existe una carta que dirigió Narciso Mendoza a Juan N. Almonte, fechada en Ciudad del Carmen, Campe-che, el 10 de agosto de 1864. El autor de la carta afirma haber par-ticipado en el sitio de Cuautla y que fue él quien disparó un cañón que


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se encontraba en la plazuela de San Diego, al tiempo que un dragón realista lo hería en el brazo izquierdo.

La autenticidad del documento hizo que a los testimonios de Bus-tamante y Montero se les reconociera el crédito respecto a la exis-tencia de este personaje tan singular.

BATALLA DE LA CARBONERA

Fue librada el 18 de octubre de 1866, durante la segunda intervención francesa en México.

Después de haber triunfado sobre las fuerzas francesas en la bata-lla de Miahuatlán, el general republicano Porfirio Díaz asedió la ciu-dad de Oaxaca, defendida entonces por el general conservador Carlos Oronoz. El sitio duró aproximadamente unos once días, hasta que el general Porfirio Díaz se enteró de una columna de 1,500 hombres que se acercaba como refuerzo y en auxilio de los sitiados, compuesta de soldados mexicanos, franceses y austriacos. Díaz, quien temía ser batido por la superioridad numérica de los soldados franceses, decidió adelantárseles y enfrentarlos antes de que lograran su objetivo: formó su ejército en dos columnas, una de ataque y otra interceptora.

La batalla se efectuó el 18 de octubre a las 11:00 a.m. y fue muy bre-ve: la columna imperial de refuerzos fue sorprendida por el embate de los soldados mexicanos que los atacaban desde distintos frentes y finalmente destruida; la victoria liberal se consolidó en tan sólo una hora, dejando su reminiscencia a la posteridad.

BATALLA DE ORENDÁIN

Los ejércitos revolucionarios en el norte de la república, comanda-dos entonces por Venustiano Carranza, en su avance hacia la capital del país necesitaban abrirse paso por las ciudades que estaban bajo el control del gobierno presidido por el general Victoriano Huerta. Guadalajara, capital del estado de Jalisco, era una plaza importante que estaba ocupada por las tropas federales, acampadas éstas precisa-mente en los llanos de Orendáin, en el poblado de la Vega y en la misma ciudad.

El general Álvaro Obregón llegó a las inmediaciones de Guadalajara en junio de 1914 comandando al Ejército del Noroeste y decidió atacar


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a las tropas federales. Con todos los puntos debidamente cubiertos y cada uno de los generales con su objetivo determinado, se produjo el asalto del grueso de las tropas que se encontraban en Orendáin a las 12 de la noche. Cuando amaneció el día 7 de julio de 1914, la batalla estaba decidida: el ejército federal que había salido para detener el avance de Obregón había fracasado completamente, al grado que sus sobrevivientes tuvieron que huir en un desesperado intento por salvar sus vidas. Al día siguiente Álvaro Obregón entraría triunfante a la ciudad de Guadalajara.

Esta victoria fue un eslabón más en la cadena de derrotas que sufrió el ejército federal, y los constitucionalistas tuvieron abiertas las puertas del centro del país cuyo objetivo principal era la ciudad de México.

BATALLA DE CELAYA

Con la división de las fuerzas revolucionarias, anteriormente unidas en la Convención de Aguascalientes de 1914, la lucha de facciones se desató. Carranza decidió enfrentarse al villismo sin tregua y con todos los elementos disponibles.

Se conoce con el nombre de Batalla de Celaya a una serie de cruen-tos combates que se libraron en las inmediaciones de esa población guanajuatense durante los días 6 y 7, 13, 14 y 15 de abril de 1915, en-tre el Ejército Constitucionalista dirigido por el general Álvaro Obre-gón y la División del Norte del general Francisco Villa. El resultado fue totalmente desastroso para Villa cuyas fuerzas no se recuperaron más, y se consolidó la hegemonía de la facción constitucionalista, no sólo militarmente sino en el poder político, pues su triunfo permitió en pocos años sentar las bases del nuevo Estado surgido al final del proceso revolucionario.

La derrota del villismo fue consecuencia de diversos factores, en-tre otros: mientras los constitucionalistas dominaban las zonas más ricas del país, Pancho Villa tuvo que enfrentarse con sus enemigos sin recursos para reclutar soldados y comprar armas. Durante los enfren-tamientos también resultó decisiva la estrategia militar: el Ejército Constitucionalista se dividió en varios frentes para fragmentar a la poderosa División del Norte; las “cargas de caballería” que tantos triunfos dieron a los villistas contra el ejército de Victoriano Huerta


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resultaron inoperantes contra los carrancistas, pues no fue lo mismo enfrentarse con soldados parapetados en pueblos y ciudades que lu-char contra las novedosas trincheras constitucionalistas.

Como recuerdo de los combates que decidieron la victoria política y militar para el Constitucionalismo, una calle en la colonia Residencial Militar se nombra: Batalla de Celaya.

BATALLA DEL ÉBANO

El Ejército del Noreste al mando del general Pablo González Garza dominó la región de las huastecas tamaulipeca, veracruzana y poto-sina. La Batalla del Ébano se realizó en el municipio potosino del mismo nombre y fue el segundo triunfo más importante del Consti-tucionalismo, logrado en 1915 por el Ejército del Noreste contra la ofensiva villista.

La defensa del campo petrolero de Ébano tuvo como punto de partida impedir que los villistas tuvieran combustible para sus trenes; ello también significaba para el gobierno carrancista el control de la exportación petrolera.

El ejército villista contaba con 20 mil hombres armados y equipa-dos con 21 piezas de artillería y gran número de ametralladoras. Los combates comenzaron los días 22 y 23 de marzo de 1915 con el em-puje de las cargas de caballería villista sobre los 5 mil constitucio-nalistas defensores del Ébano, y se prolongaron hasta el 31 de mayo del mismo año, cuando los villistas habían perdido una gran parte de sus fuerzas y casi todo su armamento. Durante la batalla se efectuó un bombardeo con una pequeña flota de aeroplanos; poco después de que los villistas abandonaron la ciudad de San Luis Potosí, ésta sería ocupada inmediatamente por los carrancistas.

El triunfo de las tropas del Gral. González Garza impidió al villis-mo el acceso a los recursos de la rica zona carbonífera, y conservó el dominio de la zona petrolera en las costas del Golfo de México.

GRAL. ABRAHAM CEPEDA

(¿?–1916)Fue un militar mexicano que participó en la Revolución Mexicana. Nació en Coahuila. Se afilió primero a la causa maderista y, a partir de


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1913, al constitucionalismo, con quienes permaneció bajo el mando del general Pablo González Garza. Llegó a obtener el grado de gene-ral brigadier. Murió en Xochimilco en 1916.

GRAL. CESÁREO CASTRO

(1856–1944)Nació en Cuatro Ciénegas, Coahuila, en 1856. De trayectoria oposi-cionista a Porfirio Díaz, se afilió al maderismo y asistió como delega-do a la Convención del Partido Nacional Antirreeleccionista en abril de 1910, al cual se afilió. Secundando el Plan de San Luis, se levantó en armas el 20 de noviembre de 1910 en su lugar natal; defendió a Francisco I. Madero ante la escisión de Pascual Orozco y sus fuerzas, con el grado de capitán de las fuerzas irregulares. Al terminar el le-vantamiento se radicó en Torreón.

Durante la coyuntura de mediados de 1920, que finalizó con el derrocamiento de Venustiano Carranza, al triunfo del obregonismo emigró a Estados Unidos. Volvió a aparecer en la escena política en 1929, unido al movimiento escobarista.

Regresó a la política durante la presidencia de Abelardo L. Ro-dríguez y fue jefe del Registro Civil. Para 1940 retornó al ejército y dos años más tarde fue ascendido a divisionario. Murió en la ciudad de México en 1944; sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres dentro del Panteón Civil de Dolores, en la Delegación Miguel Hidalgo de la ciudad de México.

GRAL. FRANCISCO MURGUÍA

(ver Colonia Escandón)

GRAL. GARCÍA CONDE

(ver Colonia San Miguel Chapultepec)

GRAL. ILDEFONSO VÁZQUEZ

(1890–1915)Militar revolucionario originario de Piedras Negras, Coahuila, donde nació el 14 de febrero de 1890. Al concluir su educación primaria fue


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enviado a instruirse al Seminario de Monterrey, y de ahí a la ciudad de México en donde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria.

Formó parte del ejército maderista, en el que se dio de alta como capitán segundo el 22 de enero de 1911. Más tarde, como miembro del ejército constitucionalista bajo el mando de Venustiano Carranza, el 31 de marzo de 1913 fue ascendido al grado de capitán primero. Su primer hecho de armas significativo se dio en el combate contra las fuerzas huertistas en la población de Candela, Coahuila, y a partir de ahí fue llamado el Héroe de Candela.

La carrera militar de Vázquez fue meteórica y para el 4 de octubre de 1914 obtuvo el grado de general brigadier. Entre mayo y junio de 1915 ostentó el cargo de gobernador interino del estado de Nuevo León, que entregó al licenciado Pablo A. de la Garza, quien había sido designado por Carranza como gobernador definitivo.

Combatió a los villistas logrando derrotar al enemigo después de varios días de combate en la llamada Batalla de Icamole; por ello, el 11 de junio de 1915, Venustiano Carranza lo elevó al grado de general de división. Sin embargo, en ese combate Vázquez resultó gravemente herido y el 15 de junio de 1915 murió en el Hospital González de Monterrey, Nuevo León.

GRAL. JUAN CABRAL

(1883–1946)Nació en Piedras Negras, Sonora, el 3 de abril de 1883. Realizó sus estudios primarios en su lugar natal y luego ingresó al Colegio de So-nora y después a la Universidad de Arizona, en Estados Unidos. Par-ticipó en la huelga de Cananea en 1906, relacionándose con futuros revolucionarios como Manuel M. Diéguez, Esteban Baca Calderón y Juan José Ríos. Fue uno de los primeros sonorenses en empuñar las armas contra Porfirio Díaz.

En febrero de 1913 se aprestó a la lucha contra Victoriano Huer-ta. El gobernador Pesqueira nombró a Cabral jefe de operaciones militares en el norte de Sonora; como tal colaboró con Álvaro Obre-gón en las tomas de Nogales, Cananea y Naco. Poco tiempo después fungió como Jefe del departamento de Guerra de su estado.


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Ocupó la jefatura del Departamento del Distrito Federal en 1932 y la subsecretaría de Gobernación dos años más tarde. Tuvo además diversas comisiones militares, entre ellas comandante de la 4a. Zona Militar. Un grupo formado por José Ugalde, Juan Sánchez Azcona, José Inés Novelo, Félix F. Palavicini y Tito Ferrer solicitó en 1936 al presidente Lázaro Cárdenas el grado de general divisionario para Juan G. Cabral, reconocimiento que logró, junto con la condecoración a la perseverancia poco antes de morir en octubre de 1946.


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Colonia Plutarco Elías Calles

PLUTARCO ELÍAS CALLES

(1877–1945)El hijo de Plutarco Elías y Jesusa Campuzano nació en Guaymas, So-nora. Su padre murió cuando él tenía cuatro años y entonces tomó el apellido de su padrastro, Juan B. Calles.

Estudió en Hermosillo y en 1894 inició su trabajo en el magisterio y llegó a ser inspector de escuelas. Se casó en primeras nupcias con Francisca Bernal y al enviudar se casó con Natalia Chacón.

Fue gobernador de Sonora y en su mandato prohibió la elaboración y tráfico de bebidas embriagantes, reformó el Código Civil para estable-cer el divorcio, nombró la Comisión Agraria Mixta, fundó la Escuela Normal, aumentó el presupuesto de egresos, suprimió el Tribunal de Justicia y expulsó del estado a todos los sacerdotes católicos.

Carranza lo nombró secretario de Industria, Comercio y Trabajo y en 1920 renunció para participar en la campaña presidencial de Obregón. Firmó el Plan de Agua Prieta y a su triunfo fue nombrado secretario de Guerra y Marina y Obregón los nombró secretario de Gobernación. En 1923 se lanzó como candidato a la Presidencia, puesto que ocupó a partir de diciembre de 1924. Los primeros años de su gobierno emprende la construcción de caminos, moderniza el financiamiento del crédito, reorganiza al ejército, establece un servicio postal eficaz, funda el Banco de México, el de Crédito Agrícola y el Ejidal, establece las pensiones y reorganiza la Hacienda Pública, entre muchas otras acciones.

Su política anticlerical lo enfrentó violentamente con la iglesia católica lo que provocó la Revolución Cristera en 1925 que se prolon-gó hasta 1929.

Fundó el Partido Nacional Revolucionario, antecesor del PRI. Mu-rió en el Distrito Federal el 19 de octubre de 1945.

MANUEL CARPIO

(1791–1860)Poeta y médico nacido en Cosamaloapan, Veracruz, el 1o de marzo de 1791, se educó en el Seminario de Puebla, siguiendo la carrera de


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medicina. Catedrático de fisiología en el Colegio Médico de México, fue diputado por Veracruz al Congreso y consejero estatal en 1858, distinguiéndose por la moderación de sus principios, la firmeza de su conducta y la bondad de su carácter.

Familiarizado con los clásicos latinos, españoles, franceses e italianos cuyas lenguas conocía, supo presentar sus pensamientos y discursos con claridad y orden. La riqueza de sus conocimientos adquiridos por su dedicación al estudio en diversas ramas científicas, le permitió legar obras de su autoría en historia natural, filosofía, astronomía, geografía, viajes, antigüedades y sagrada escritura. Su primera composición poé-tica fue una oda a la Virgen de Guadalupe en 1832. Fue varias veces presidente de la Academia Mexicana de Medicina y tradujo obras científicas y literarias al español. Murió el 21 de febrero de 1860.

ELIGIO ANCONA (1835–1893)Abogado, historiador y político mexicano nacido el 30 de noviembre de 1835 en Mérida, Yucatán, se recibió de abogado en 1862, desem-peñando después varios y muy altos cargos en su estado natal, entre ellos el de gobernador en 1875. Colaboró en los principales perió-dicos políticos y literarios de Mérida, publicó tres novelas históricas: Los mártires del Anáhuac (1870), Cruz y espada y El conde de Peñalba; otra costumbrista: La mestiza, y su obra más importante llamada Historia de Yucatán, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. Llegó a ser magis-trado de la Suprema Corte de Justicia y murió en la ciudad de México el 13 de abril de 1893.

RICARDO FLORES MAGÓN

(1873–1922)Ricardo Flores Magón nació el 16 de septiembre de 1873, hijo de Teodoro Flores y Margarita Magón; tuvo por hermanos a Jesús y En-rique Flores Magón dentro de una familia que en conjunto rechazaba abiertamente la dictadura de Porfirio Díaz.

Durante su juventud, Ricardo Flores Magón participó en distintas manifestaciones para denunciar las reelecciones injustificadas del gene-ral Díaz en la presidencia de la república. En 1893, al lado de sus


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hermanos, colaboró en la edición del periódico El Demócrata hasta que el diario fue clausurado. A partir de entonces sufrieron la constante represión del régimen contra la libertad de prensa.

Desde 1900 Ricardo Flores Magón y sus hermanos aumentaron su actividad política y periodística: fundaron el periódico Regeneración e intervinieron en El Hijo del Ahuizote de Daniel Cabrera. En 1904, lue-go de haber sido encarcelados varias veces, los hermanos se exiliaron en Estados Unidos; desde el destierro, Ricardo y Enrique impulsaron la creación del Partido Liberal Mexicano y publicaron su programa político en 1906.

Ya organizados, promovieron que sus ideas desembocaran en un movimiento social a gran escala, mediante insurrecciones y huelgas, con la firme intención de derrocar el gobierno de Porfirio Díaz. De hecho, sus correligionarios influyeron en la realización de las huelgas de Cananea y Río Blanco que fueron reprimidas brutalmente.

Los planteamientos revolucionarios magonistas fueron los más avanzados de su tiempo: ni las propuestas de Francisco I. Madero ni la Constitución promulgada en 1917 alcanzaron las transformaciones sugeridas por aquéllos. Ricardo Flores Magón conformó sus ideas a partir de la tradición liberal mexicana del siglo XIX, en las obras de pensadores como Marx, en autores anarquistas como Kropotkin y Bakunin, amén de su propia concepción comunitaria de la vida en los pueblos indígenas. Este aspecto precisamente los diferenciaba res-pecto a otros activistas, pues mientras algunos buscaban sólo refor-mas políticas, los Flores Magón pretendían alcanzar reformas econó-micas y sociales más radicales.

Prisionero en Estados Unidos desde 1918, Ricardo Flores Magón murió en una prisión militar en Kansas el 21 de noviembre de 1922. La ideología política y las actividades desplegadas por este periodista mexicano fueron precursoras de la revolución de 1910, y en recuerdo de su legado la colonia Plutarco Elías Calles tiene una calle que se de-nomina precisamente Ricardo Flores Magón.

CRUZ GÁLVEZ (¿?–1915)Militar revolucionario nacido en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, José


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Cruz Gálvez se unió en marzo de 1913 a las fuerzas de Plutarco Elías Calles cuando éste se rebeló contra el usurpador Victoriano Huerta. Tuvo bajo su mando el 6º Batallón combatiendo en Naco, Sonora. Fue herido mortalmente en el combate de Paredón o Paredes, falleciendo el 14 de octubre de 1915. Poco antes de morir había recibido el grado de coronel y en su memoria hay escuela-internado para huérfanos en Hermosillo.

FAUSTO NIETO (1888–1910)Revolucionario maderista nacido en Armadillo, San Luis Potosí, sin concluir su educación primaria se mudó a la capital de su estado natal para emplearse como apuntador de una casa de juego, actividad que no fue de su completo agrado, por lo que se marchó a Estados Uni-dos. En ese país conoció e hizo amistad con Aquiles Serdán, comul-gando con las ideas revolucionarias que impulsaban a Serdán a seguir a Madero.

A petición del propio Francisco I. Madero, Fausto Nieto y Aquiles Serdán, partieron hacia Puebla para organizar a quienes estaban invo-lucrados en el movimiento. El ambiente político y social era tenso por los caminos del México de esa época, por lo cual convinieron viajar disfrazados como un matrimonio (Serdán vestido de mujer y Nieto del marido).

Una vez instalados en la Angelópolis, se dieron a la tarea de iniciar el levantamiento contra el gobierno porfirista. En una escaramuza del ejército, Fausto Nieto murió acribillado el 18 y Aquiles Serdán el 19 de noviembre de 1910.

JUAN SARABIA (1882–1920)Periodista precursor de la Revolución Mexicana, nació en San Luis Potosí el 24 de junio de 1882. Comenzó a estudiar la carrera de abo-gado, misma que abandonaría para incursionar en la lucha periodística y la propaganda revolucionaria. A los 20 años participó en el club liberal Ponciano Arriaga de la capital potosina; viajó a la ciudad de México para continuar escribiendo en algunos diarios opositores al


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régimen, pero fue perseguido y por ello emigró a San Luis Missouri donde se unió a los hermanos Flores Magón, Librado Rivera, Antonio Villarreal y Rosalío Bustamante, quienes fundaron también el periódico Regeneración.

Al tratar de regresar a México, Sarabia fue capturado en el puente internacional de Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1908, enviándosele a la prisión de San Juan de Ulúa en la cual permaneció hasta el triunfo del movimiento maderista.

Ya liberado, fue nombrado senador por San Luis Potosí, pero su salud ya estaba muy minada debido a su permanencia en la cárcel del puerto de Veracruz. La muerte le sorprendió el 28 de octubre de 1920 en la ciudad de México.

MÁXIMO ROJAS (1881–1924)Revolucionario nacido el 11 de mayo de 1881 en San Francisco Papa-lotla, estado de Tlaxcala, fue primero maderista y luego carrancista, convirtiéndose en general de brigada. Campesino y más tarde obrero en las fábricas de hilados y tejidos de su región, se dio de alta como soldado en las fuerzas del general maderista Juan Cuamatzi.

Una vez fuera del ejército, en 1912 incursionó en la política llegando a ser presidente municipal de Papalotla; un año después, ya con el grado de coronel, se levantó en armas contra el gobierno de Victoriano Huerta. En 1914 fue nombrado gobernador y jefe militar de Tlaxcala con el grado de general, cargo que repetiría un año después, hasta que de 1918 a 1921 se convirtió en gobernador constitucional. Se unió al movimiento que encabezaba Álvaro Obregón para luego, en 1923, combatir contra De la Huerta. Murió el 22 de febrero de 1924 en un combate librado en San Juan de los Llanos, Puebla.

MIGUEL ANTÚNEZ

Revolucionario mexicano que en 1913 se unió al movimiento enca-bezado por Carranza contra la usurpación de Victoriano Huerta, no se sabe exactamente la fecha de su nacimiento, pero se tiene conoci-miento de que nació en el pueblo de Cumpas, Sonora.

Se incorporó a las filas de Obregón y posteriormente se unió a las


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filas de Plutarco Elías Calles. Por su arrojo y valentía, Antúnez recibió el primer batallón de Sonora de la división Benjamín Hill cuando ape-nas ostentaba el grado de mayor. Debido al valor demostrado en los combates en los que participó, no le fue difícil obtener el reconoci-miento de sus superiores. Desafortunadamente, Antúnez murió en Navojoa por causa de una enfermedad curable que se le complicó, sin precisarse la fecha de este acontecimiento.

PLAN DE AGUA PRIETA

El Plan Orgánico del Movimiento Reivindicador de la Democracia y de la Ley, mejor conocido como el Plan de Agua Prieta, fue procla-mado por Plutarco Elías Calles el 23 de abril de 1920 en la ciudad de Agua Prieta, Sonora. En éste se desconocía a Venustiano Carranza como presidente y consideraba a la Constitución de 1917 como Ley Fundamental de la República. Muchos fueron los que se unieron al Plan desde su promulgación. Con la muerte de Venustiano Carranza, se nombró a Adolfo de la Huerta presidente interino del país mientras se preparaban las elecciones que ganó el Gral. Álvaro Obregón.

En todo el país hubo movimientos de apoyo para el Plan de Agua Prieta y más de tres cuartas partes del ejército dio la espalda a Ca-rranza para unirse a los sublevados, que avanzaron rápidamente hacia el centro del país. Venustiano Carranza se negó a negociar o rendirse y tuvo que huir de la ciudad de México a principios de mayo de 1920 para instalar su gobierno en Veracruz, con una inmensa caravana de 60 trenes, aunque no logró conseguirlo.

El triunfo de la rebelión de Agua Prieta significó el ascenso al po-der de la burguesía sonorense, misma cual impulsó varias reformas para consolidarse y mantenerse al frente del gobierno. Adolfo de la Huerta fue designado presidente provisional de México del 1 de junio al 30 de noviembre de 1920.


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Colonia Manuel Ávila Camacho

MANUEL ÁVILA CAMACHO

(1896–1955)Nació en Teziutlán, Puebla, el 24 de abril de 1896. Fue un militar y político mexicano que se desempeñó como presidente de los Estados Unidos Mexicanos del 1º de diciembre de 1940 al 30 de noviembre de 1946. Quien fuera conocido popularmente como el presidente ca-ballero, realizó sus estudios primarios en un colegio laico y no hizo estudios universitarios, pues la revolución de 1910 apenas le permitió concluir el bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria.

En 1914 se unió al movimiento armado y alcanzó el grado de co-ronel en 1920. Ese mismo año se desempeñó como jefe del Estado Mayor del general Lázaro Cárdenas, quien ocupaba la gubernatura de Michoacán. Para 1929 combatió la rebelión escobarista y sus acciones en campaña le permitieron alcanzar el grado de general de brigada.

Entre 1933 y 1934 se desempeñó como oficial mayor de la secre-taría de Guerra y Marina, antecedente de la actual secretaría de la Defensa Nacional, a la que regresaría dos años después para actuar como titular del ramo desde 1936 y hasta 1939, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Ávila Camacho saldría de esa dependencia para ser nombrado candidato a la presidencia de la república, por el recién creado Partido de la Revolución Mexicana, bajo el cual alcanzaría el poder ejecutivo del país.

Durante su administración se libró en Europa y otras regiones del orbe la Segunda Guerra Mundial (1939–1945), latente amenaza contra nuestro país. El gobierno fue apoyado por organizaciones de diversos ámbitos y el discurso oficial fue a favor de la unidad nacio-nal, frenando las acciones sociales implementadas por Cárdenas; por ejemplo, Vicente Lombardo Toledano fue remplazado por Fidel Ve-lázquez para dirigir la secretaría general de la Confederación de Tra-bajadores de México (CTM).

En su periodo se decretó la Ley del Seguro Social y al mismo tiempo se creó el Instituto Mexicano del Seguro Social y diversos centros médicos como el Hospital Infantil de México y el Instituto Nacional de Cardiología.


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Manuel Ávila Camacho falleció en su rancho el 13 de octubre de 1955. Sus restos ahora reposan junto con los de su esposa en el panteón francés de la ciudad de México.

EL PÍPILA

Tras el alzamiento en Dolores, Miguel Hidalgo y sus seguidores se en-caminaron hacia la ciudad de Guanajuato, a donde llegaron el 28 de septiembre de 1810 con una multitud que sumaba miles de hombres. El intendente, Juan Antonio Riaño, rechazó entregar la ciudad y decidió defenderla con sólo 300 milicianos apostados en la Alhóndiga de Granaditas, un colosal edificio construido para almacenar semillas.

Carlos María de Bustamante apunta en su libro Cuadro histórico de la Revolución Mexicana de 1810 que el cura Hidalgo, convencido de la necesidad de penetrar al interior del edificio para ganar la batalla, se dirigió a un combatiente con estas palabras: “¡Pípila...! La patria nece-sita tu valor... ¿Te atreverás a prender fuego a la puerta de la alhón-diga?” Y el humilde minero Juan José de los Reyes Martínez Amaro, apodado el Pípila, asintió: protegido de las balas con una losa ancha sobre su espalda y, casi a gatas, se aproximó hasta la puerta del edifi-cio para incendiarla con una antorcha y de esta manera los insurgentes ingresaron y consumaron su victoria.

La existencia del Pípila es muy difícil de comprobar bajo la luz de los testimonios escritos que narran el movimiento insurgente. Sin em-bargo, no faltaron los autores que, apoyados en las líneas de Carlos María de Bustamante, tejieron una leyenda alrededor de tan singular personaje cuyos datos, con absoluta evidencia, carecen de veracidad.

No obstante, el tradicional relato del Pípila, que por otra parte funge como imagen colosal que enarbola el valor de un pueblo tras la lucha de sus ideales más preciados, se mantiene en el imaginario popular y para perpetuarlo aun se designan sitios, vías o escuelas, como, por ejemplo, el bulevar El Pípila que delimita la delegación Miguel Hidalgo con el municipio de Naucalpan, Estado de México. Asimismo, entre las calles de Electrificación y Periférico, en la primera sección del Bosque de Chapultepec, existe un complejo de escuelas (un jardín de niños y tres primarias) que recibe el nombre de este legendario personaje de nuestra independencia: El Pípila.


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Colonia Periodista

JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI (1774–1827)Periodista, novelista y poeta nacido en la ciudad de México hacia 1774. Debido a que su padre fue médico y prestaba sus servicios en el colegio jesuita de San Francisco Javier en Tepozotlán, cursó sus primeros estudios en ese poblado, para luego ingresar al Colegio de San Ildefonso a estudiar Filosofía. Luego de graduarse como bachiller a los 16 años, pasó a estudiar Teología en el mismo Colegio, pero a consecuencia de la muerte de su padre debió abandonar sus estudios y buscar empleo. En 1805 contrajo matrimonio con Dolores Orendain y procrearon una sola hija.

Criollo novohispano que escribió bajo el nombre de “El Pensador Mexicano”, fue sin duda un personaje cuyos deseos de reforma global lo llevaron a jugar un papel capital en la transición del virreinato de la Nueva España al México independiente, de ahí que en sus novelas, poemas, fábulas, obras dramáticas, folletos y periódicos discutiera los problemas de la nación en que vivía.

Pionero en la lucha por limitar el poder de la Iglesia Católica, El Pensador fue el primero en pedir la separación de la iglesia y el estado y, a costa de su propia excomunión, defendió la libertad de cultos. En igualdad de circunstancias criticó las fallas administrativas y morales del Imperio Español, poniendo especial énfasis en los problemas de la Nueva España; para reformarla, creía en la educación racional, universal y obligatoria, así como en la libre discusión de las ideas.

Más que por su pensamiento político, Fernández de Lizardi es conocido por su novela El periquillo sarniento publicada en 1816. El grueso de su producción, sin embargo, se encuentra en sus periódicos y cientos de folletos. En 1810 trabajaba como teniente de justicia en la ciudad de Taxco y ya escribía bajo el nombre de Fernández de Lizardi, si bien antes ya había publicado unos versos alabando a Fernando VII. Su actuación política durante este periodo fue motivo de confusión, lo que le valió ser aprehendido y mandado a la ciudad de México, mientras sus bienes fueron confiscados y destruidos; desde la cárcel le escribió al virrey y en poco tiempo fue puesto en libertad.


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Con la instauración de la libertad de prensa en 1812, hasta su muerte acaecida el 27 de junio de 1827, Fernández de Lizardi se dedicó de lleno al periodismo. El nombre de su primer periódico, El Pensador Mexicano, se valía del diálogo, la carta y el ensayo para polemizar con sus contemporáneos; como en toda su producción literaria, dominaba el interés en resolver la problemática social de su tiempo por medio de la sátira y el sermón.

Seguidor de la causa insurgente y de la libertad de expresión, se-ñalaba enérgicamente el atraso en la educación del pueblo mexicano debida, en su opinión, a la manipulación de que era objeto por parte del clero. En 1815 Fernández de Lizardi fue acusado ante la inquisi-ción por haber criticado a ese tribunal; si bien se declaraba católico y no masón, la Iglesia aprovecharía para condenarlo.

Entre 1815 y 1816 publicó dos nuevos periódicos: Alacena de Frio-leras y Cajoncitos de Alacena, donde se ensayaba en la sátira de tipos y grupos sociales. Encontrándose demasiado limitado por la censura, abandonó el periodismo por cuatro años para dedicarse a la novela y en ese breve lapso produce precisamente El periquillo sarniento, Noches tristes y día alegre, La quijotita y su prima y Don Catrín de la Fachenda.

Al reinstaurarse la libertad de prensa, publicó El Conductor Eléctrico, dedicado a la defensa de la Constitución de 1812, seguido por El Amigo de la Paz y de la Patria de 1822; en 1823 aparecieron los efímeros El Payaso de los Periódicos y El Hermano del Perico que Cantaba la Victoria. Entre 1824 y 1825 aparecieron las Conversaciones del Payo y el Sacristán, y en sus últimos dos años de vida se anticipó a las ideas de la Reforma, ocupándose de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en su Correo Semanario de México.

Decepcionado del gobierno de Iturbide, anatemizado por los con-servadores y rechazado por los independentistas radicales, Fernández de Lizardi murió pobre y aislado el 21 de junio de 1827 en la ciudad de México.

CARLOS MARÍA DE BUSTAMANTE

(1774–1848)Nació en la ciudad de Oaxaca el 4 de noviembre de 1774. Estudió gramática en su ciudad natal, aunque se graduó en México; luego vol-


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vió a Oaxaca para estudiar teología. Se tituló como abogado en Gua-dalajara en 1801.

Fundó el Diario de México en 1805 y desde entonces publicó diver-sos periódicos en los que expuso sus ideas, generalmente favorables a la independencia del virreinato de la Nueva España, por lo que fue encarcelado varias veces.

Tras la promulgación de la Constitución de Cádiz, Bustamante fue de los primeros en hacer uso de la libertad de imprenta consagrada por ese documento y editó el periódico El Juguetillo, publicación de corta existencia que no gustó mucho al virrey de la Nueva España. Posteriormente, José María Morelos y Pavón lo nombró editor del Correo del Sur, publicación favorable a la causa independentista mexicana.

Fue diputado en el Congreso de Chilpancingo por la provincia de México; allí escribió el discurso inaugural de Morelos, leído el 14 de septiembre de 1813. También colaboró en la redacción de la primera Acta de Independencia de México. Fue encarcelado en varias ocasio-nes durante el resto de la Guerra de Independencia. En 1822, habién-dose consumado la separación de México con respecto a España, Bustamante fue elegido diputado por Oaxaca.

Murió el 21 de septiembre de 1848 en la ciudad de México, víctima en buena medida de la melancolía que le produjo presenciar la invasión estadounidense al territorio nacional en 1847.

Obras suyas son: Apuntes para la historia del gobierno del general Antonio López de Santa Anna, Cuadro histórico de la revolución de la América Mejicana (fuente obligada para comprender el proceso de Independencia) y la autobiografía Hay tiempos de hablar y tiempos de callar, entre otras.

En la colonia Periodista, el nombre de una calle recuerda la figura de este ilustre cronista, historiador, periodista y político mexicano: Carlos María de Bustamante.

LIC. ÁNGEL LANZ DURET (1878–1940) Abogado, periodista y tratadista mexicano que nació en la ciudad de Campeche, pero al poco tiempo sus padres se trasladaron a la ciudad de México, donde realizó sus estudios hasta formarse como abogado, periodista y profesor de Derecho Constitucional.


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Durante el gobierno de Porfirio Díaz, perteneció a “Los Científi-cos”, el grupo político en el poder. Fue presidente de la Barra de Abogados de México y de la Compañía Periodística Nacional S.A., editora del periódico El Universal, del cual fue director gerente desde 1922 hasta su muerte. Escribió el Tratado de Derecho Constitucional Me-xicano, obra considerada fundamental en la materia, y Consideraciones sobre la realidad política del régimen mexicano. Murió en el D.F., el 20 de noviembre de 1940.

ÁNGEL POLA (1861–1948)Nació en Chiapa de Corzo, Chiapas, el 19 de enero de 1861; sus primeros estudios los realizó en San Cristóbal de las Casas y los de preparatoria en Oaxaca. Ya en la ciudad de México entró a estudiar veterinaria en la escuela de Agricultura, carrera que abandonó para ingresar a la de Derecho.

Su carrera periodística la empezó como redactor de El Socialista e hizo campaña contra las condiciones precarias de los trabajadores, mismas que rayaban en la esclavitud en los estados de Chiapas, Ta-basco y Yucatán. Más tarde figuró como redactor de El Monitor del Pueblo, El Monitorcito, El Diario del Hogar, El Imparcial, El Partido Liberal, El Secretario de las Señoritas Mexicanas y El Boletín Veracruzano, publi-cación esta última que aparecía en el puerto mientras estuvo invadido por los norteamericanos. Su mayor éxito fue fundar El Noticioso junto con Federico Méndez y Vizcaíno.

Editó la Biblioteca Reformista con 15 tomos. En 1944 el presidente Ávila Camacho le impuso una medalla de oro al inaugurar la Heme-roteca de la Universidad Nacional en el antiguo Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo. Murió el 24 de enero de 1948 en su casa de Villa Gustavo A. Madero.

DOLORES JIMÉNEZ MURO (1850–1925)Nació en Aguascalientes en el año de 1850. Símbolo de la autonomía femenina y la rebeldía revolucionaria, participó en el Plan de Tacuba-ya con el cual se desconocía a Porfirio Díaz y en cambio se reconocía


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el triunfo de Madero en 1910. Más tarde, y en concordancia con sus ideales, colaboraría de igual modo en el prólogo del Plan de Ayala.

Mujeres como Juana Belén, Elisa Acuña y Dolores Jiménez, son pilares de la participación femenina en nuestro país como periodistas, fundadoras de grupos políticos de obreros, de diarios y revistas, a la vez que estrategas y dirigentes de protestas públicas. Sufrieron la persecución y la prisión por sus ideas, de tal suerte que trabajaron en el exilio o bien clandestinamente. Instigadoras de la lucha revolucio-naria, eran capaces de discutir y defender sus propuestas con sus compañeros de lucha o con sus oponentes de más alto rango, como Aureliano Blanquet.

Dolores se unió a las filas del zapatismo donde realizó tareas de profesora, escritora y oradora. En 1914 estuvo recluida durante once meses por órdenes de Victoriano Huerta, y tuvo un trato mucho más duro que el que se daba a otras prisioneras por su fama de intelectual y estar al servicio de la revolución.

Ligada estrechamente primero a los clubes liberales, posterior-mente con Madero y después con Zapata, los últimos años de su vida los dedicó a la participación periodística y en las misiones culturales que organizaba José Vasconcelos. Murió en 1925.

FERNANDO CELADA (1872–1929)Ilustre poeta, dramaturgo y periodista nacido en Xochimilco en 1872, fue un luchador social que apoyó al proletariado mexicano y ejerció presión desde el periodismo, sin abandonar la literatura, de ahí que se le llegara a considerar como “El cantor del proletariado”. Colaboró en los periódicos Jalisco Nuevo, Bandera Roja, Redención y otros.

Por sus ideas fue objeto de persecuciones y censuras. Entre los li-bros que escribió, podemos mencionar: Cantos épicos a Juárez, Martillos y yunques, Bronces e Himnos de los martillos, siempre pensando en los obreros de la nación. Es recordado sobre todo por su poema La caída de las hojas. Murió el 7 de julio de 1929 en la ciudad de México.


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JESÚS OLMOS Y CONTRERAS (1850–1895)Este periodista mexicano fue sacrificado en la ciudad de Puebla por haber señalado en 1895 –a través de su columna del periódico La voz de Puebla–, la aberrante actuación de un gobernador poblano que, se-gún las investigaciones periciales, se le acusaba –junto con el inspector de policía–, de haber cometido el rapto y la violación de dos señoritas alemanas que se hallaban en un paraje alejado de la capital poblana. Pese a llevar una relación amistosa y cercana con el político en cuestión, Jesús Olmos puso por delante su vocación periodística para denunciar pública y constantemente este acontecimiento. En represalia a su valentía, el periodista fue asesinado el 30 de julio de ese mismo año.

JOSÉ GÓMEZ UGARTE

(1874–1943)Nació en Ciudad Guzmán, Jalisco, el 17 de enero de 1874. Estudió en el Seminario Conciliar de su ciudad natal y desde muy joven se inició en el periodismo: a los 14 años fundó El Coloso de Rodas, pequeño periódico que alcanzó treinta números.

En julio de 1900 llegó a México donde colaboró en El Imparcial y El Mundo Ilustrado en la época en que su director era el poeta Luis G. Urbina. Dirigió también Revista de Revistas en 1914 y El Heraldo en 1915; fue jefe de redacción y director interino del periódico Excélsior.

En 1916 se fundó El Universal bajo la dirección del Lic. Luis Ma-nuel Rojas y ahí empezó a laborar; dos años después fue nombrado subdirector del mismo y más tarde director, cargo que mantuvo por espacio de 25 años.

Escribió bajo el seudónimo de “El Abate Benigno”. Su obra como poeta está compilada en tres libros: El pan nuestro de cada día, Cuentas de mi rosario y Predicando en el desierto. Murió en marzo de 1943 en la ciudad de México.

JOSÉ MARÍA DEL CASTILLO VELASCO

(1820–1883)Jurisconsulto y periodista que nació en Ocotlán, Oaxaca, en 1820. Por sus ideas liberales sufrió persecuciones durante los gobiernos


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de Santa Anna. Fue miembro de la comisión encargada de escribir la Constitución de 1857 y varias veces director del periódico Monitor Republicano.

El papel más destacado por el que se le reconoce, es el que tuvo durante el desarrollo del Congreso Constituyente de 1857, debido a sus postulados progresistas y visionarios que propuso para modificar el rumbo de México, a mediados del siglo XIX, hacia un estado más democrático y justo, con una sociedad libre y mejor educada.

Participó como coronel en el sitio de Querétaro en 1867, y al triunfo de la República se le reconoció nombrándolo ministro de Gobernación en 1871, y posteriormente director de la Escuela Nacional de Juris-prudencia. Instituyó la Escuela de Artes y Oficios para mujeres, luego participó en la conformación de la primera Escuela Normal para Maestros que hubo en México tras la restauración de la República, así como en la creación de la Escuela de Ciegos y el Asilo de Mendigos. Murió en el Distrito Federal en 1883.

RAFAEL ALDUCÍN (1889–1924)Periodista fundador del diario metropolitano Excélsior y activo pro-motor del Día de las Madres que se introdujo en México el 10 de mayo de 1922. Nació en 1889 e hizo sus estudios en Puebla, donde se instruyó en el Liceo Fournier, el Colegio Inglés y el Colegio del Estado. Ya en la ciudad de México se acrecentó su afición por el periodismo, en buena medida por sus repetidas visitas al diario El Imparcial por su cercana amistad con el hijo del director, Reyes Espíndola.

Comerció comprando llantas de desecho que vendía en Estados Unidos a muy bajos precios, actividad que lo aficionó al automovilis-mo y por eso organizó en 1914 una de las primeras carreras de auto-móviles que hubo en México. Compró el periódico El automóvil en México, y más tarde la Revista de Revistas.

No satisfecho, el 18 de marzo de 1917 emprendió la ardua tarea de fundar el que sería uno de los más importantes diarios del país: Excélsior. Y tras el éxito de Excélsior fundó luego Revista de Revistas y Jueves de Excélsior, como continuación de la primera revista que había echado a andar.


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Fue uno de los más entusiastas miembros de la Asociación de Charros. Pocos días después de haber llegado de un viaje a Europa, una caída de caballo en pleno bosque de Chapultepec le causó lesiones que le privaron de la vida el 30 de abril de 1924. Fue enterrado en el Cementerio del Tepeyac.

LIC. RAFAEL REYES ESPÍNDOLA (1860–1922)Abogado y periodista mexicano que alcanzó gran renombre durante el gobierno de Porfirio Díaz.

Fue en la ciudad de México, durante el año de 1896, cuando fun-dó el periódico que contaría con la anuencia y la subvención guber-namental de Porfirio Díaz: El Imparcial. El diario apareció desde el 12 de septiembre de ese año, y en el futuro llegaría a convertirse en el de mayor popularidad, tanto por su precio (un centavo) como por los adelantos que introdujo en el periodismo mexicano. Frente a este periódico que con la ayuda del gobierno llegó a tener un tiraje de cien mil ejemplares, la prensa de opinión crítica quedó marginada.

Con el triunfo de la revolución maderista que derrocó al general Díaz, la singular fama del periódico, considerado reaccionario y sim-patizante del ex gobierno porfirista, provocó que fuera suprimido.

Retirado a la vida privada y casi en silencio absoluto, Rafael Reyes Espíndola murió el 13 de enero de 1922.

VICENTE GARCÍA TORRES (1811–1894)Liberal activo y congruente periodista que trabajó por sus conviccio-nes, aun soportando la represión de gobiernos militares en distintas épocas de la vida nacional durante el siglo XIX, nació en 1811 en el hogar de don Marcos García y doña Ventura Bosturio.

El 21 de diciembre de 1844 fundó su primer periódico: El Monitor Constitucional, colaborando en forma efectiva con el Partido Liberal; esta situación le ganó el destierro a Monterrey en 1845, por el entonces presidente de México, Gral. Mariano Paredes Arrillaga, debido a los ataques que lanzó por la forma ilegítima en que había llegado al poder.

Las circunstancias le obligaron a cambiar su Monitor de constitu-


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cionalista a republicano, convirtiéndolo en una tribuna del pensa-miento de México en la que se deslizaron los ideales de hombres como Guillermo Prieto, Justo Sierra, José Ma. Iglesias, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez y muchos otros. En 1853 el Gral. Santa Anna, su Alteza Serenísima, ordenó destruir los talleres del Monitor y encarcelar en la prisión de Santiago Tlatelolco al editor.

Años después y con motivo de la invasión francesa, García Torres se pronunció en contra de los imperialistas, combatiendo en todas formas a Maximiliano; éste le pediría que lo siguiera editando pero que lo hiciera imperialista, a lo que rotundamente se negó.

Editor del periódico que apareció a lo largo de 52 años, murió en la ciudad de México el 1º de enero de 1894 a la edad de 83 años; sus restos descansan en el Panteón de San Fernando, muy cerca de donde reposan los de Benito Juárez. En enero de 1897 se clausuró también el Monitor, dejando para México una cumbre de periodismo no superada en el siglo XIX.

JUANA BELÉN GUTIÉRREZ DE MENDOZA

(1857–1942)Nació el 27 de enero de 1857 en San Juan del Río, Durango. Provenía de una familia muy pobre, circunstancia que superó instruyéndose de manera autodidacta. La lectura de los autores anarquistas rusos defi-nió su pensamiento dentro de la corriente anarco-sindicalista.

Se inició en el periodismo político a los 22 años. Colaboraba en publicaciones como El Diario del Hogar y El Hijo del Ahuizote, donde escribió incendiarios artículos que denunciaban la dictadura porfiris-ta, la complicidad del clero y las condiciones de la población, hasta que uno le costó su libertad: un reportaje que describía el ambiente infrahumano de los mineros de La Esmeralda en Chihuahua.

Era proclive a entablar largos debates políticos en el círculo liberal que frecuentaba, encabezado por los hermanos Flores Magón, Cami-lo Arriaga y Librado Rivera, entre otros personajes que tenían como fin el derrocamiento de la dictadura porfirista.

En 1903 firmó como primera vocal el Manifiesto del Club Liberal Ponciano Arriaga, pidiendo la libertad de presos políticos y libertad de sufragio, entre otras demandas. A finales de 1907 fundó Las Hijas de


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Anáhuac, un grupo conformado por 300 mujeres de ideología anar-quista que se reunían y demandaban mejores condiciones de trabajo para las mujeres. Este grupo desarrolló un amplio trabajo en los clubes antirreeleccionistas de Francisco I. Madero.

En 1910 Juana Belén le exigió al presidente Madero el voto para las mujeres a través de enérgicas cartas, demanda que el presidente relegó. Un año después era seguidora del zapatismo y participó en la elaboración del Plan de Ayala cuando tenía 54 años. Tiempo después sería colaboradora de Vicente Lombardo Toledano durante su guber-natura en Puebla, afiliándose al Partido Comunista Mexicano.

Juana Belén tenía 73 años cuando, en 1930, inició la publicación del periódico Alma Mexicana. Durante todos esos años y hasta su muerte, el 13 de julio de 1942, continuó escribiendo artículos periodísticos.


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Colonia San Lorenzo Tlaltenango

PEPE ORTIZ

(1902–1975)Nació en Guadalajara, Jalisco, el 13 de diciembre de 1902; sus padres fueron don Francisco Ortiz y doña Delfina Puga. La familia se tras-ladó pronto a la ciudad de México, donde José y sus dos hermanos estudiaron en el Seminario Conciliar.

Sin el gusto por la tauromaquia, después de asistir como invitado a una presentación de Ernesto Pastor, se impresionó de tal manera que, tras la corrida, Pepe Ortiz salió totalmente resuelto a hacerse torero. Entonces empezaría un largo y duro entrenamiento, hasta presentarse por primera vez ante el público en Santa Clara, Estado de México, en el año de 1922.

Su éxito llegó pronto y un par de años después fue el triunfador de la temporada de 1924, amén de la sobresaliente actuación que tendría como el novillero de Rodolfo Gaona, durante la despedida de éste el 12 de abril de 1925.

Recibió la alternativa del sevillano Manuel Jiménez “Chicuelo” el 2 de noviembre de 1925 en el toreo de México, y en España de manos de Juan Belmonte en la plaza de Barcelona el 20 de junio de 1926, confirmándola en Madrid el 10 de julio de 1927.

La tarde del 2 de noviembre de 1927 dio a conocer sus famosos lances denominados “tapatías”, cuando toreaba mano a mano con Fermín Espinosa “Armillita” en el toreo de México; en esa misma plaza realizaría las no menos célebres “orticinas”, y más tarde el “qui-te por las afueras” con el capote por delante. Alternando con Anto-nio Márquez y Carmelo Pérez, muy conocido es en el medio cuando asombró con el citado “quite por las afueras”, pero entonces con el capote por detrás.

Torero artístico y de gran inventiva, también creó la suerte que se llamó “guadalupana”. En la temporada 1933–1934 se inmortalizaría con ese bello toreo de capa que nadie ha logrado igualar, sublime al arribar al llamado “quite de oro”. Su última tarde fue en el toreo de México el 14 de marzo de 1943, al lado de Lorenzo Garza. El “or-febre tapatío”, como lo llamó el notable polígrafo y cronista taurino


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veracruzano, Rafael Solana, falleció el 16 de abril de 1975 en Atoto-nilco, Guanajuato.

LORENZO GARZA (1908–1978) Nació en Monterrey, Nuevo León, el año de 1908. Conocido como “el ave de las tempestades” por sus triunfos y fracasos, pero sobre todo por la pasión que ponía en sus presentaciones, Lorenzo Garza es considerado una de las glorias de la tauromaquia en México.

Inició su carrera como “espontáneo” el 12 de octubre de 1927, tarde de la que salió en hombros. El 3 de mayo de 1931 se presentó como novillero en el toreo de Cuatro Caminos, y se esmeró y adiestró con ahínco hasta recibir la alternativa como matador de manos del torero español José “Bienvenida” el 15 de septiembre de 1933, en Santander, España, misma que le fue confirmada por Jesús Solórzano en México en 1934. Renunció por algún tiempo a la alternativa, para después renovarla de manos de Juan Belmonte en la península ibérica.

Seducido por el séptimo arte, fue primer actor y argumentista de la cinta “Toros, amor y gloria” dirigida por Raúl de Anda en 1943. Su carrera estuvo plagada de triunfos que se prolongaron hasta 1965, año en que dio la alternativa como matador a Manolo Martínez. Su estilo de parar contenía la suficiente personalidad que, a pesar de su corta trayectoria en la fiesta, dejó entre los aficionados un hondo recuerdo. Falleció en la ciudad de México el 20 de septiembre de 1978.

RODOLFO GAONA

(1888–1975) El primer gran personaje de la tauromaquia mexicana nació en la ciudad de León, Guanajuato, el 22 de enero de 1888. De padre espa-ñol y madre indígena, se dedicó primero al oficio de curtidor. Aficio-nado a la fiesta brava desde pequeño, tuvo contacto con un puñado de jóvenes que lo llevaron por las ferias pueblerinas a participar en varias lidias. Un banderillero español, Saturnino Frutos “Ojitos”, se convirtió en su mentor y con él Gaona aprendió el manejo de las telas y el metal: para las primeras no tendría rival, para el segundo sólo era eficaz.

Se presentó en la plaza del toreo de la Condesa en 1907 y, tiempo


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después, con 122 novilladas, se embarcó a España en busca de la alter-nativa. Pese a sus habilidades, Madrid no le abrió las puertas. Gaona tuvo que doctorarse en Tetuán de las Victorias, para luego ingresar en la capital española donde confirmó su alternativa.

Volvió a México y su éxito fue tal que tuvo ocasión de brindarle un toro al general Porfirio Díaz, presidente de México, durante una corrida. Entre México y España de 1909 a 1914 toreó alrededor de 276 ocasiones, compitiendo con las grandes figuras del momento, en-tre ellos, Joselito y Juan Belmonte. Prohibida la fiesta en México en 1917 viajó a Lima, donde su arte convenció al público peruano. Rea-nudadas las corridas en México durante 1920, Gaona tuvo momentos extraordinarios alternando con Ignacio Sánchez, Ernesto Pastor, Juan Silveti y Luis Freg.

Llamado “el califa de León”, también es conocido por una suerte con la capa denominada: “de frente y por detrás”, a la que le impuso su personalidad y la difundió por el mundo, aunque la creación de aquella suerte le corresponde en realidad a su maestro “ojitos”.

Su despedida del toreo fue el 12 de abril de 1925. Gaona aprendió de los maestros que aquí habían venido y de los que conoció y en-frentó en España, enseñanzas que conjugó bajo su personalidad para crear el sentimiento mexicano del toreo: esa “sensual cadencia” que primero con Pepe Ortiz, y luego con Armillita, El Soldado, Garza y Silverio, dieron a México la primera “época de oro”.

Murió el 20 de mayo de 1975 a la edad de 87 años.

CARLOS ARRUZA (1920–1966)Uno de los toreros mexicanos más destacados del siglo XX, conocido como “El Ciclón”, Carlos Ruiz Camino nació en México, D.F., el 17 de febrero de 1920. De padres españoles y sobrino del poeta León Felipe, comenzó su carrera como torero a los 14 años en la ciudad de México, y se trasladó a España en 1944. Tomó la alternativa el 1º de diciembre de 1940 de manos de Armillita Chico y Antonio Bienvenida le daría la confirmación en Madrid. Junto a Manolete, fue considerado uno de los mejores matadores del inicio de la década de 1940.

Arruza se retiró a un rancho fuera de la ciudad de México en 1953,


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pero regresó a los ruedos como rejoneador. Actuó en dos películas mexicanas sobre toros, y participó en 1960 en la película “El Álamo” de John Wayne. Su vida se plasmó en un documental de 1971 dirigido por Budd Boetticher.

Carlos Arruza murió el 20 de mayo de 1966 en un accidente auto-movilístico, en la carretera de Toluca a la ciudad de México.

FELIPE CARRILLO PUERTO (1874–1924)Político y caudillo revolucionario nacido en Mérida, Yucatán, el 8 de noviembre de 1874, fue gobernador de Yucatán de 1922 a 1924. Es conocido por las obras de tipo social y educativo que llevó a cabo durante su gobierno revolucionario, además del compromiso que sos-tuvo con el bienestar de los mayas y por su enfrentamiento con los hacendados del estado durante la etapa revolucionaria. En 1923, sien-do gobernador de Yucatán, fue derrocado por los rebeldes delahuer-tistas que intentaban hacerse con el control del país, y que llegaron a dominar Yucatán para impedir que el presidente Álvaro Obregón impusiera a Plutarco Elías Calles como su sucesor en la presidencia de la república, como finalmente ocurrió. Tras su derrocamiento y su captura, fue fusilado el 3 de enero de 1924 en el cementerio general de Mérida junto con once personas, entre ellas tres de sus hermanos.

Poco antes de morir, su vida personal cobró un matiz romántico, según algunos de sus biógrafos, al vincularse sentimentalmente con la periodista estadounidense Alma Reed, que era corresponsal del New York Times en Yucatán. Este vínculo se hizo más conspicuo por efec-to de la canción “Peregrina” que el líder yucateco encargó al poeta Luis Rosado Vega y a Ricardo Palmerín, quienes se inspiraron en la periodista estadounidense para producir la famosa melodía.

En 1927 el “apóstol rojo de los mayas”, como le llamaron algunos, fue declarado benemérito de Yucatán por el Congreso del estado.

La calle de Felipe Carrillo Puerto es una vialidad muy reconocida por los vecinos de la zona norte y norponiente de Miguel Hidalgo. La antigua calzada a San Juanico –pueblo de San Juan Amantla–, corre desde la Calzada México–Tacuba, junto a la ex sede del Colegio Mili-


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tar de Popotla, hasta la Ampliación Torre Blanca, en donde se con-vierte en la calle Lago Caneguín. Toca y divide las siguientes colonias: Anáhuac de Popotla, Ahuehuetes de Tacuba, Ventura Pérez de Alba de Legaria y Torre Blanca de Ampliación Torre Blanca.


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Colonia Lomas de Sotelo

ANTONIO VELÁZQUEZ MARTÍNEZ (1922 – 1969)Nació en León de los Aldamas el 14 de diciembre de 1922. De oficio zapatero y aficionado al toreo, se hizo banderillero y acabó por matar novillos. Su disciplina y su valor en la fiesta le hicieron ganar la Oreja de Plata en 1942 como mejor novillero, y su tesón le llevó a tomar la alternativa de manos de Fermín Espinosa “Armillita” el 31 de enero de 1943 en la ciudad de México, llevando como testigo a Silverio Pérez.

El 28 de febrero de 1945 obtuvo en la capital mexicana el galardón de la Oreja de Oro, y el 25 de marzo siguiente sufrió en la misma plaza una grave cornada en el muslo izquierdo. Visitó España ya avanzado ese año y confirmó su alternativa en Madrid el 4 de octubre, en la corrida de la Asociación de la Prensa en la que se lidiaron toros de varias ganaderías; le cedió los trastos a Albaicín y fue Pepín Martín Vázquez el segundo espada. Otras cornadas que sufrió fueron el 31 de marzo de 1946 en México y el 29 de mayo de 1948 en Papantla, Veracruz. Los pasos más firmes que dio fueron los diez años que transcurrieron de 1943 a 1953; en ese periodo más de una vez arrancó ovaciones de emoción y dramatismo, aspectos que justificaron su mote: “Corazón de león”.

Antonio Velázquez fue muy castigado por los toros en su larga an-dadura por los ruedos; llegó a recibir una impresionante cornada en la garganta y otra gravísima en el pulmón, pero nunca fue vencido. Murió el 15 de octubre de 1969 en México D.F., al caer accidentalmente a la calle desde el sexto piso de su departamento.


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Colonia Agricultura

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

(1651–1695)De padre español y madre mexicana, en unión probablemente “ilegí-tima”, nació Juana Inés de Asbaje Ramírez un 12 de noviembre, en el pueblo de San Miguel Nepantla, actual Estado de México, hacia el año de 1651.

Acaso una niña muy inquieta, no había cumplido tres años cuan-do, acompañando a su hermana a la escuela, quiso aprender y pidió a la maestra le diese la lección y así supo leer en muy breve tiempo. A los siete años sabía escribir, además de otras labores que aprendían las niñas de su época. Luego oyó decir que en la ciudad de México había escuelas y universidad en las que se estudiaban las ciencias, y comenzó a insistirle a su madre para que la enviara allí; su progenitora hizo caso omiso de los ruegos de la niña, quien continuó sus estudios sola, leyendo los libros que tenía su abuelo, sin que le importasen las reprimendas.

Llegó a la ciudad de México dueña de una capacidad intelectual que impresionó a quienes la conocieron. Hacia 1665, debido a su en-tendimiento y hermosura, fue incluida entre las damas de compañía de la virreina Leonor Carreto, marquesa de Mancera, quien encantada con ella “no podía vivir un instante sin su Juana Inés en el palacio”.

Mantuvo sus estudios a tal nivel que el propio virrey, deslumbra-do por los conocimientos de la jovencita, la mandó examinar con 40 sabios; así Juana Inés respondió a las preguntas de modo tan correcto y desenvuelto que impresionó a sus catedráticos. La estancia en pala-cio volvió a la joven sumamente conocida; bella e inteligente, pero pobre y fruto de una unión ilegítima, no permanecería mucho tiempo en la corte virreinal. Imbuida en una época en la que la mujer no tenía muchas opciones, y puesto que no deseaba casarse, únicamente le quedó el camino del convento.

Sor Juana adoptó la regla del Carmen en 1667, un riguroso con-vento donde no escribiría y ni siquiera estudiaría, hasta que cierta en-fermedad la obligó a abandonar ese carcelario lugar. No obstante, en 1669 ingresó a otro convento, San Jerónimo, donde permaneció el


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resto de su vida. En última instancia, el estado religioso le permitió continuar sus lecturas sin más maestros que los propios libros y, al mismo tiempo, cumplió con sus deberes al interior del mismo con-vento. Dentro de su celda llegó a poseer alrededor de 4 mil volú-menes, instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición; tuvo conocimientos de astronomía, matemáticas, lengua, filosofía, mitolo-gía, historia, teología, música y pintura. Constantemente se le buscaba para que escribiera obras por encargo y poemas hechos por compro-miso a los que ella correspondía con su talento lírico.

Cuando arribaron los nuevos virreyes, los marqueses de la Laguna en 1680, el gobierno eclesiástico le pidió realizar un trabajo de mayor distinción e importancia: el arco triunfal para recibirlos con pompa y solemnidad. Hacia 1685 concluyó el único poema hecho por propio gusto: El sueño, y en 1689 apareció en España el primer volumen de sus obras: Inundación castálida.

La fama de su obra literaria trajo consigo la reprimenda de las au-toridades eclesiásticas, las cuales la acusaban de no seguir el camino correspondiente a toda religiosa: retraimiento y retiro, sin públicos lucimientos. Frente a los señalamientos, sor Juana envió un documen-to al obispo de Puebla en el que abogaba por el derecho de las muje-res al estudio y ofreció una detallada narración de su propia vida y vocación, de su deseo de saber para hallar a Dios, único sentido de su trabajo intelectual. Luego, en acato a las observaciones de sus supe-riores, dejó de escribir.

Dedicada a la vida conventual, la mala fortuna acarreó una epide-mia en San Jerónimo y sor Juana, cuidando a sus hermanas, cayó pre-sa de una enfermedad que la llevó a la muerte el 17 de abril de 1695.

JOSÉ ANTONIO ALZATE (1737–1799) Originario de Ozumba, Estado de México, nació el 21 de noviembre de 1737. Su familia estaba emparentada con la genealogía de sor Juana Inés de la Cruz. Obtuvo los grados de bachiller en Artes, en Cáno-nes y en Teología en el Colegio de San Ildelfonso, y no cesó hasta ordenarse presbítero en 1756.

Su carácter y su actividad intelectual mostraron una vocación por


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las Ciencias Exactas. En sus estudios y experimentos gastó gran parte de su dinero comprando libros y aparatos; no obstante su mentalidad científica, logró mantener el equilibrio con respecto a sus creencias y valores religiosos.

En 1768 Alzate inició la publicación del semanario Diario literario de México, que más tarde cambió su nombre por Asuntos varios sobre ciencias y artes, mismo que se publicó durante cuatro años. Contenía toda clase de información sobre novedades científicas y literarias. Sin distinción de grupos, buscaba acercarse a toda clase de auditorios y redactaba sus artículos en lenguaje sencillo y comprensible, así escribió multitud de artículos referentes a todos los temas conocidos.

En 1787 fundó una nueva revista científica bajo el título de Obser-vaciones sobre la física, historia natural y artes útiles, que dejó de publicar al año siguiente para emprender la edición de sus Gacetas de literatura, en las que recogía todo el movimiento científico de su época: artículos que versaban sobre medicina, astronomía, meteorología, física, quími-ca e historia natural. Hombre de carácter irónico, sostuvo infinidad de polémicas con sus contemporáneos resueltas en ocasiones mediante observaciones y experimentos.

Las obras de Alzate traspasaron las fronteras de su patria y le dis-tinguen como el más fecundo científico de los criollos ilustrados de la Nueva España. Fue miembro de la Academia de Ciencias de París, de la Sociedad Económica Vascongada y del Jardín Botánico de Madrid. Murió el 2 de febrero de 1799.

En homenaje a su memoria se fundó la “Sociedad Científica An-tonio Alzate” en 1884, agrupación que contó entre sus socios a los elementos más destacados de las ramas científicas en México. Con-servó su nombre original hasta 1930, cuando por decreto del Poder Ejecutivo se convirtió en Academia Nacional de Ciencias.

MELCHOR OCAMPO

(1814–1861)Nació en Pateo, Michoacán. Estudió en el Seminario de Morelia, don-de se graduó de bachiller y después estudió Leyes en la ciudad de Mé-xico. En 1840 realizó un viaje por Europa y a su regreso se dedicó a la política. Fue gobernador de Michoacán y desde ese puesto se rebeló


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contra el Tratado de Guadalupe-Hidalgo por el que se cedían a Estados Unidos los territorios de Texas, Nuevo México, Alta California y parte de Tamaulipas.

En 1850 fue secretario de Hacienda. Santa Anna lo desterró y salió hacia Nueva Orleans donde conoció a Juárez y, al triunfo del Plan de Ayutla, regresó al país para ser diputado en el congreso que redactó la Constitución de 1857.

Tras el golpe de estado de Comonfort asumió las secretarías de Go-bernación, Hacienda y Relaciones. Fue una de las figuras ideológicas más relevantes durante la Reforma ya que redactó varias de la leyes que se promulgaron en esa época, además del polémico tratado McLane-Ocampo, redactó la Ley de Matrimonio civil en cuyo Artículo 15 se incluye la famosa epístola.

Se retiró a la hacienda de Pomoca (anagrama de su apellido), don-de fue aprehendido en 1861 por el español Lindoro Cajiga y llevado a Tepeji del Río ante Leonardo Márquez y Félix Zuloaga, quienes lo mandaron fusilar sin formación de causa. Su cuerpo se exhibió col-gado de un árbol.

La calzada Melchor Ocampo también corre por las colonias An-zures, Nueva Anzures, Verónica Anzures y Tlaxpana.

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

(1853–1928) Nació en el puerto de Veracruz el 14 de diciembre de 1853. Hijo del periodista y político Manuel Díaz Mirón, quien fuera gobernador de Veracruz, Salvador siguió los pasos de su progenitor, pero con una fuerte inclinación hacia las letras. Realizó sus estudios en el puerto y en Jalapa con tal intensidad que a los 14 años se inició en el oficio de periodista, y para 1874 ya era reconocido como poeta.

La primera etapa de su obra literaria se enmarca en la corriente del romanticismo, y a ella corresponden obras como Oda a Víctor Hugo, Gloria, Voces interiores y Ojos verdes, entre otras. En 1876, cuando escri-bía en el periódico El Pueblo, fue deportado a Nueva York, Estados Unidos, por razones políticas. A su regreso, colaboró para diversas publicaciones y dirigió El Veracruzano, periódico que era propiedad de


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su padre. En 1884 fue diputado en el Congreso de la Unión y actuó valiente y brillantemente entre la minoría independiente.

En 1910 fue desaforado y puesto en prisión por haber atentado contra la vida de un diputado; al triunfar la revolución contra Porfirio Díaz fue puesto en libertad. Bajo el gobierno del general Victoriano Huerta dirigió el diario El Imparcial en la ciudad de México, y con la caída de este gobierno salió exiliado a Europa.

En la segunda etapa de su producción literaria publicó su libro Poesías en Estados Unidos (1895) y en París (1900). Un año después, en Xalapa, publicó Lascas, considerada su principal obra; a este período corresponden otras piezas literarias como El fantasma, Paquito, Nox, Claudia e Idilio, entre otras. Después de una corta estancia en Santander, España, radicó en La Habana, Cuba, donde se dedicó a la docencia. El presidente Carranza autorizó su regreso al país y ordenó la restitución de sus bienes. En 1921 rehusó una pensión que le ofreció el gobierno del presidente Obregón y en 1927 declinó el homenaje nacional que le organizaba un grupo de escritores.

De su última etapa sólo se conocen 24 composiciones, entre las cuales destacan Los peregrinos, Al buen cura, A un profeta, La mujer de nieve, A un pescador y El ingenioso Hidalgo.

Murió en el puerto de Veracruz el 12 de junio de 1928 y el 14 del mismo mes su cadáver fue trasladado a la ciudad de México para darle sepultura en la Rotonda de las Personas Ilustres, por acuerdo del Presidente de la República.

AMADO NERVO (1870–1919)Nació en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870; su nombre com-pleto fue José Amado Ruiz de Nervo y era descendiente de una vieja familia española. Hizo sus estudios en las humildes escuelas de su lo-calidad hasta los 9 años en que fue enviado al Colegio de Jacona y posteriormente al Seminario de Zamora, en el estado de Michoacán, de 1896 a 1891.

Abandonó sus estudios de Derecho y ejerció el periodismo en Mazatlán, Sinaloa, donde escribió sus primeros artículos, para trasla-darse después a la ciudad de México. Ya en la capital del país, escribió


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en El Mundo Ilustrado, El Nacional, El Mundo, El Imparcial y en las me-jores revistas literarias. Su nombre comenzó a difundirse en 1895 con la publicación de su novela corta: El bachiller; luego vinieron los poe-mas en Místicas de 1898, al que siguieron El éxodo y las flores del camino, Hermana agua, Poemas y Lira heroica, Los jardines interiores y En voz baja.

Autor prolífico, hizo también incursiones en otros géneros como el cuento breve, la crónica y el ensayo; escribió un estudio acerca de sor Juana Inés de la Cruz, publicado con el título de Juana de Asbaje, en 1910. Entre sus obras narrativas están: Pascual Aguilera, El domador de almas y los cuentos de Almas que pasan.

Sus participaciones aparecieron en la Revista Azul y posteriormente junto con Jesús E. Valenzuela fundó la Revista Moderna, publicaciones que fueron el resultado del impulso de la corriente literaria modernista que tan buena acogida tuvo en nuestro país.

El diario El Imparcial lo envió en 1900 como corresponsal a la Exposición Universal de París, donde entabló amistad con el poeta nicaragüense Rubén Darío y se relacionó con el círculo de colabo-radores que lo rodeaba. Allí conocería también a Ana Cecilia Luisa Dailliez, con quien compartió su vida entre 1901 y 1912, y cuyo pre-maturo fallecimiento fue el móvil doloroso del que emanaron los versos de La amada inmóvil, que no vio la luz pública hasta después de la muerte del poeta.

En 1905 ingresó en el servicio diplomático con la categoría de segundo secretario adscrito a la Legación de México en Madrid. De regresó a México, ejerció como profesor en la Escuela Nacional Pre-paratoria, y fue nombrado inspector de enseñanza de literatura.

Nombrado ministro plenipotenciario en 1918 ante los gobiernos de Argentina y Uruguay, murió en Montevideo el 24 de mayo de 1919. Sus funerales en México constituyeron una verdadera apoteosis y sus restos yacen en la Rotonda de las Personas Ilustres.

LAURO AGUIRRE

(1882–1928)Nació en Ciudad Victoria el 23 de mayo de 1882; estudió la primaria en su pueblo natal y fue discípulo del profesor y poeta Juan B. Tijerina, quien lo nombró su ayudante por su aprovechamiento y su dedicación


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en la escuela. Al salir de la primaria obtuvo una beca del gobierno local para estudiar la carrera normalista en la ciudad de México.

Años después, al concluir su formación regresó a Ciudad Victoria a ejercer su disciplina. Impartió cátedras en la Escuela Normal y en la Preparatoria, además de ingresar a la planta de maestros del Instituto Literario de Ciudad Victoria donde dio diversas materias básicas.

Lauro Aguirre participó como secretario del Primer Congreso Pe-dagógico de Tamaulipas realizado en 1910, en el que se analizaron temas como la participación del Estado en la educación, la enseñanza agrícola, la formación pedagógica y las normas para los jardines de niños, con extraordinarias aportaciones de los maestros participantes.

En 1914 se le designó director de Educación Pública en Tamau-lipas, cargo desde el que emprendió una reorganización profunda: eminentes maestros orientaron una serie de reformas en la enseñanza con el apoyo del gobierno estatal. Trascendió la innovación que pro-puso en la Escuela Normal y Preparatoria de Ciudad Victoria con los sistemas modernos de enseñanza media.

Como jefe del Departamento de Enseñanza Primaria de la Secre-taría de Educación Pública en 1923, Lauro Aguirre fue uno de los principales promotores de la fundación de la Escuela Nacional de Maestros, y de igual manera fue muy notable su participación en la redacción de la Ley Orgánica de la propia Secretaría. Dirigió la revista Educación en la cual escribieron los más connotados educadores de aquella época y que sirvió como medio de divulgación de sus ideas.

En 1924 asumió la dirección de la Escuela Normal para Profesores de Instrucción Primaria, misma que estuvo sujeta a una radical trans-formación que derivó precisamente en la creación de la Escuela Na-cional de Maestros, de la que Lauro Aguirre fue designado su primer director y logró extender la reforma educativa a todo el país.

Murió este insigne educador en la ciudad de México el 4 de junio de 1928, a la edad de 46 años.

DANIEL DELGADILLO

(1872–1933)Nació el 21 de julio de 1872 y cursó sus estudios primarios en la Es-cuela de Artes y Oficios de la ciudad de México, donde por su dedica-


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ción y esmero conquistó la estimación y el cariño de sus maestros, entre quienes figuraron, por ejemplo, Ignacio Manuel Altamirano, Miguel E. Schultz y Alfonso Herrera.

Se gradúo en 1893, a la edad de 21 años, en la Escuela Normal de Profesores de la ciudad de México. Ejerció la docencia en escuelas primarias e impartió la cátedra de Geografía en la Escuela Nacional Preparatoria, así como las de Cosmografía, Geografía, Ciencia de la Educación y Metodología de las Ciencias Sociales en la Escuela Na-cional de Maestros.

Su vida académica tuvo muchas facetas. Perteneció a la corriente pedagógica de la enseñanza objetiva que consiste en orientar el trabajo escolar de manera atractiva y amena para los niños, haciendo a un lado el rigorismo formal de la clase. Formador de varias generaciones de profesores, destacó por su erudición señalando nuevos rumbos en la enseñanza del lenguaje, la geografía y las matemáticas.

De 1920 a 1922 fue director de la Escuela Normal de Profesores, escribió múltiples artículos en las principales revistas educativas de la época e incluso plasmó su experiencia publicando libros de texto con éxito sobresaliente en el magisterio. La trayectoria que tuvieron sus obras dentro de la cultura escolar fue muy amplia, pues se convirtie-ron en un recurso pedagógico para la formación del alumno en el arte de leer y en la enseñanza de la geografía.

Es importante señalar que la temporalidad y la continuidad de las obras de Daniel Delgadillo abarcaron varias décadas, e incluso algu-nas de ellas llegaron a utilizarse hasta los años setenta del siglo XX. Sin importar las políticas educativas, sus obras se reeditaban respetando los lineamientos del autor, aun después de su muerte. El prestigio de su labor pedagógica y su influencia trascendieron a nivel internacional, al grado de que sus textos todavía están presentes en algunas de las principales bibliotecas de la península ibérica, como Sevilla, Santiago de Compostela y Madrid.

Daniel Delgadillo Gutiérrez murió el 18 de octubre de 1933 a la edad de 61 años.


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Colonia Un hogar para nosotros JOSÉ PARRÉS (1888–1949)Nació el 15 de diciembre de 1888 en el mineral de Real del Monte, estado de Hidalgo. Ya en la ciudad de México, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.

En 1914 dejó la academia y se integró a la revolución; guiado por su convicción, viajó al estado de Morelos donde se incorporó al Ejér-cito Libertador del Sur encabezado por el general Emiliano Zapata, quien lo comisionó para que auxiliara a los enfermos en la región de Cuautla. Durante los combates en diferentes poblaciones morelenses atendió a los heridos; prestó servicios médicos en el sitio de Cuerna-vaca del 1º de junio al 13 de agosto de 1914. Estableció un hospital de sangre en la ciudad de Cuautla, y cuando se disolvió el gobierno de la Convención en la ciudad de México, que derivó en la derrota del zapatismo, continuó como médico atendiendo a los miembros del Ejército Libertador del Sur.

Con el triunfo del movimiento de Agua Prieta en 1920, José Parrés viajó a la ciudad de México, donde Álvaro Obregón lo nombró gober-nador del estado de Morelos el 10 de julio de ese año. Estuvo a cargo del gobierno hasta el 12 de diciembre de 1923, cuando abandonó la administración por presiones políticas.

Durante el régimen de Plutarco Elías Calles, fue candidato al go-bierno de Hidalgo y con el régimen de Cárdenas fue promovido a titular de la Secretaría de Agricultura, para integrarse posteriormente como miembro del Patronato del Nacional Monte de Piedad.

Falleció el 6 de julio de 1949.


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Colonia Nextitla PLAN SEXENAL (DEPORTIVO)El Plan Sexenal fue el procedimiento oficial del gobierno mexicano para implementar una serie de reformas económicas y sociales que estipulaban la intervención del Estado en aspectos trascendentales para nuestro país como era el caso del sector industrial, el sector agra-rio, el sector sindical y el sector educativo.

El Plan Sexenal adoptado por el presidente Lázaro Cárdenas pro-ponía, entre algunos de sus puntos más importantes, considerar al Estado como rector de la economía, elevar el nivel cultural y econó-mico de la población, apoyar el reparto de la tierra, fomentar la orga-nización de los obreros y campesinos, modernizar el campo, impulsar la educación laica, atender la salud pública, explotar las riquezas natu-rales y nacionalizar los bienes del suelo.

El Estado buscaba el desarrollo de las empresas nacionales y plan-teaba una política de protección a la burguesía nacional contra el im-perialismo, apoyaba la organización y el fortalecimiento de las fuerzas sindicales, consideraba que el motor de la producción agraria debía ser el ejido mediante créditos e infraestructura adecuada y propagó el concepto de educación socialista para afianzar una ideología que uni-ficara a los mexicanos bajo intereses comunes, excluyendo además to-da doctrina religiosa para que la juventud tuviera un concepto exacto del universo y de la vida.

Si bien el Plan Sexenal no tuvo uniformidad en su conjunto, de al-guna manera sirvió como plataforma para las reformas sociales que tanto caracterizaron el régimen de Lázaro Cárdenas.


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Colonia Ventura Pérez de Alba

VENTURA PÉREZ DE ALBA

Por testimonio directo de los vecinos que han radicado desde hace ya algunas generaciones en esta colonia, se afirma que este personaje fue dueño de una gran extensión de terrenos que colindaban con la antigua hacienda de San Antonio Legaria, y que en la década de 1940–1950, en un acto de generosidad, donó sus propiedades para que varias familias asentadas irregularmente consiguieran comprar con toda legalidad un terreno y construir sus viviendas de manera digna.

Esta pequeñísima colonia se ubica entre las calles de Felipe Carrillo Puerto, Lago Gran Oso, Lago Taulebe y Calzada Legaria, muy cercana a la zona de Tacuba.


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Bosque de Chapultepec y Colonia Lomas de Chapultepec

PASEO DE LA REFORMA

Cuando los emperadores Maximiliano y Carlota llegaron a México fi-jaron su residencia en el alcázar del cerro de Chapultepec. El palacio fue acondicionado a la manera europea, pero tras la remodelación para convertirlo en una digna morada del emperador y su esposa, na-ció el problema del traslado hacia el centro de la capital, donde se despachaban los asuntos del gobierno.

De esta manera se proyectó la construcción de la Calzada del Em-perador que comenzaría en la glorieta del Paseo de Bucareli, ocupada por la estatua ecuestre del rey español Carlos IV, y que finalizaría en el castillo de Chapultepec. El proyecto incluía la construcción de varios edificios públicos a lo largo de la calzada. Sin embargo, el proyecto de edificar un paseo al estilo europeo quedó inconcluso y sin embelleci-miento, debido a la caída del imperio en 1867, el fusilamiento de Ma-ximiliano y el retorno de los liberales al poder.

Durante el gobierno de Benito Juárez la vía adoptó el nombre de Calzada Degollado y se convirtió en un paseo público. En 1872, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada decidió renombrar la calzada como Paseo de la Reforma en honor a todo el proceso que culminó con la instauración de las Leyes de Reforma en la constitución de 1857, mismas que sentaron las bases del liberalismo en México. En 1873, al paseo se le añadieron dos franjas a ambos lados para darle más amplitud, se sembraron hileras de fresnos y sauces a lo largo de ellas, y se colocaron las primeras bancas a la manera de un andador. Asimismo se proyectaron cuatro glorietas más.

Con Porfirio Díaz, el paseo se transformó en una calzada ancha sobre la que poco a poco se fueron asentando majestuosas casas con grandes hileras de árboles y espacios recreativos. Para dotar a la cal-zada de un contenido simbólico, se colocaron estatuas de personajes que influyeron en el movimiento liberal, alternadas con jarrones de bronce y en 1902 se colocó la primera piedra para construir el monu-mento que honraría a los héroes de la independencia en una de sus glorietas.


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Si bien el Paseo de la Reforma culminaba en el acceso al bosque de Chapultepec, la urbanización del siglo XX obligó a construir una extensa prolongación de esta vía hacia el poniente de la ciudad y en la actualidad constituye una de las calzadas más importantes para nues-tra Delegación.


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Biblio–Hemerografía

Diccionario Porrúa, Historia, biografía y geografía de México, Editorial Porrúa, 5ª. Edición, México, D.F., 1986

Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, Secretaría de Edu-cación Pública, México D.F., 1987

Cárdenas de la Peña, Enrique, Mil personajes en el México del siglo XIX, Banco Mexicano Somex, México, D.F., 1979

Morales Díaz, Carlos, Quién es quién en la nomenclatura de la ciudad de México, B. Costa–Amic editor, 2a edición, México, D.F., 1971


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Índice

Presentación 5Introducción 7Delegación Miguel Hidalgo 9Colonia Tlaxpana 11Colonia Anáhuac II 17Colonia Virreyes 19Colonia 16 de Septiembre 38Colonia 5 de Mayo 39Colonia 10 de Abril 40Colonia Argentina Antigua 41Colonia Pensil 44Colonia San Miguel Chapultepec 47Colonia Tacubaya 65Colonia Popotla 77Colonia Ignacio Manuel Altamirano 79Colonia Daniel Garza 81Colonia Observatorio 97Colonia Mariano Escobedo 98Colonia Francisco I. Madero 100Colonia América 102Colonia Escandón 105Colonia Santo Tomás 126Colonia Residencia Militar 129Colonia Plutarco Elías Calles 137Colonia Manuel Ávila Camacho 143Colonia Periodista 145Colonia San Lorenzo Tlaltenango 155Colonia Lomas de Sotelo 160Colonia Agricultura 161Colonia Un hogar para nosotros 169Colonia Nextitla 170Colonia Ventura Pérez de Alba 171Bosque de Chapultepec y colonia Lomas de Chapultepec 172Biblio-hemerografía 174Índice alfabético 177


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Índice alfabético

1º de Mayo: 1165 de Mayo: 398 de Agosto: 118 8 de Septiembre: 81 10 de Abril: 4011 de Abril: 11112 de Diciembre: 11912 de Octubre: 10613 de Mayo: 123 13 de Septiembre: 11016 de Septiembre: 38 18 de Julio: 11421 de Marzo: 10828 de Agosto: 122 AAcuña, Juan de: 30Aguiar y Seixas, Francisco de: 28Aguirre, Lauro: 166Ahumada, Agustín de: 31Alatorre, Ignacio Gral.: 87Alducín, Rafael: 151Alemán, Miguel: 124Alencastre, Fernando de: 29Allende, Ignacio: 41Altamirano, Ignacio Manuel: 79Alvarado, Salvador Gral.: 121Alzate y Ramírez, José Antonio: 162Ancona, Eligio: 138Antúnez, Miguel: 141Argaez, Joaquín: 56Arista, Mariano: 42Armendáriz, Lope de: 25 Arruza, Carlos: 157Atzayácatl: 13


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Ávila Camacho, Manuel: 143 BBarrera, Juan de la: 57Batalla de Celaya: 132Batalla de la Carbonera: 131Batalla de Orendáin: 131Batalla del Ébano: 133Berenguer de Marquina, Félix: 34Blanquet, Aureliano Comandante: 82Bravo, Nicolás: 18Bustamante, Carlos María de: 146 CCabral, Juan: 135Cabrera, Daniel: 45Cacamatzin: 16Cadetes del 47: 64Calles, Plutarco Elías: 137Camacho, Amado Coronel: 83Cano, Juan Gral.: 53Carpio, Manuel: 137Carrillo Puerto, Felipe: 158Castellanos, Erasmo: 71Castillo Velasco, José María del: 150Castro, Cesáreo: 134Ceballos, José: 61Celada, Fernando: 149Cepeda, Abraham: 133Cepeda, Victoriano: 95Colegio Militar: 77Constitución, de la: 120Constituyentes: 63Cortés, Hernán: 19 Cortina, José: 50Covarrubias, José Guadalupe Gob.: 51Croix, Francisco de: 32Cueto, José B. Gral.: 85


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Cuitláhuac: 17Curiel, Luis C.: 84 Cruz, sor Juana Inés de la: 161 DDelgadillo, Daniel: 167Díaz Mirón, Salvador: 164Díez de Bonilla, Antonio Gob.: 51Doctora, la: 75Dublán, Manuel: 74 EEchegaray, Miguel Manuel Gral.: 89Eguía, Vicente Gob.: 55Escandón, Manuel: 105Escobedo, Mariano: 98Escutia, Juan: 59Esteva, Ignacio Gral.: 55 FFagoga, Francisco: 47Fernández de Córdoba, Diego: 24Fernández de Lizardi, José Joaquín: 145Fernández, Justino: 60Flores Magón, Ricardo: 138Flores, Jesús Gral.: 87Fuero, Carlos Gral.: 86 GGálvez, Bernardo de: 33Gálvez, Cruz: 139Gaona, Rodolfo: 156García Conde, Pedro: 52, 134García Guerra, Fray: 24García Torres, Vicente: 152Garza Arrambide, Lorenzo: 156Garza, Daniel: 81Gaulle, Charles de: 75Gelati, Gregorio: 52Ghilardi, Luis Gral.: 85


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Gómez Pedraza, Manuel: 47Gómez Ugarte, José: 150González Calderón, Miguel: 52Güemez, Vicente de: 34Gutiérrez de Mendoza, Juana Belén: 153 HHéroes Anónimos: 65Héroes de 1810: 66Héroes de 1821: 109Héroes de Churubusco: 68Héroes de la Intervención: 66Héroes de Padierna: 68Hidalgo y Costilla, Miguel: 9Hinojosa, Pedro: 92Huetzin: 17 IIturbe y Anciola, Francisco: 72Iturrigaray, José de: 35Izcóatl: 12 JJiménez Muro, Dolores: 148Joublanc, Dr.: 70 LLanz Duret, Miguel Ángel Lic.: 147Lazo, Carlos: 69León, Antonio: 49Letechipía, Pedro: 83Leyva, Juan de: 26Loera, Manuel: 89López Mateos, Adolfo: 74 MMadero, Francisco I.: 100Martínez de Castro, Cap.: 56Martínez, Francisco: 72Mártires de la Conquista: 107Mártires de Tacubaya: 113


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Mayorga, Martín de: 33Melgar, Agustín: 57Méndez, Juan N. Gral.: 91Mendoza, Antonio de: 20Mendoza, Narciso: 130Molinos del Campo, Gral.: 51Monterde, Mariano: 90Montes de Oca, Fernando: 58Montesinos, José: 88Montiel, Tiburcio: 60Morán, José Gral.: 47Morelos y Pavón, José María: 44Moya de Contreras, Pedro: 22Murguía, Francisco Gral.: 121, 134Múzquiz, Melchor: 49 NNervo, Amado: 165Nezahualpilli: 15Nieto, Fausto: 140Noche triste: 78Nopaltzin: 12 OO’Donojú, Juan: 36Ocampo, Melchor: 163Olmos y Contreras, Jesús: 150Ortiz, Pepe: 155Osorio, Diego de: 27 PParque Lira: 97Parrés, José: 169Pérez de Alba, Ventura: 171Pérez, Joaquín A.: 61Pípila, el: 144Plan de Agua Prieta: 142Plan de Ayala: 126Plan de Guadalupe: 127


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Plan de San Luis: 126Plan Sexenal: 170Plata, Manuel M.: 86Pola, Ángel: 148Portocarrero, Melchor: 28Puente de la Morena: 106 QQuetzalcóatl: 11Quintana, Miguel: 91 RRamírez, Francisco: 86Rebollar, Rafael: 62Reforma, Paseo de la: 172Revolución: 117Reyes Espíndola, Rafael: 152Reyes Veramendi, M.: 54Rincón Gallardo y Rosso, Pedro: 92Río Becerra: 65Rivera, Fray Payo de: 27Rocha, Sóstenes: 93Rojas, Máximo: 141Ruiz, Luis Arq.: 70 SSantos, Pedro Antonio de los Gral.: 63Sarabia, Juan: 140Serdán Alatriste, Aquiles: 103Serdán Alatriste, Carmen: 102Silva Macías, Miguel: 43Sitio de Cuautla: 129 TTagle, Protasio: 61Tizoc: 14Tláloc: 11Tola, Luis Gral.: 94Tonantzin: 11Tornel y Méndivil, José María: 48, 88


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Toroella, Gral.: 95Toscano, Ricardo: 72 VVascocelos, José: 62Vázquez, Ildelfonso Gral.: 134Velasco, Luis de: 21Velázquez Martínez, Antonio: 160Vieyra, Luis G.: 50Vigil, José María: 73Villar, Lauro: 89Villegas, Juan: 88 XXólotl: 12 ZZamora y Duque, Romualdo Dr.: 115Zetina, Carlos B.: 125Zuazua, Juan: 56Zúñiga, Gaspar de: 23Zúñiga, Manrique de: 23


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COLOFON

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