Norman Mailer

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Carlos Rehermann El castillo en el bosque, la última novela de Norman Mailer Testamento del maestro Meses antes de su muerte el año pasado, Norman Mailer publicó su última novela, en la que venía trabajando desde hacía varios años. Es un testamento digno del escandaloso neoyorkino, al mismo tiempo fácil y difícil, grotesco y aterrador. Cuando la publicó declaró que El castillo en el bosque es su obra mayor. La novela trata de los antepasados, los padres, los hermanos y la infancia de Adolf Hitler. El novelista llena con tantas especulaciones los huecos de la biografía de su protagonista, que no es posible catalogarla de novela histórica. Este género es tan fraudulento como un reality show, y goza de un éxito parecido; el juego de Mailer consiste en construir una falsedad tan convincente que aniquila la distinción entre una novela completamente ficticia y una basada en hechos reales. La tesis parece ser: “la verdad es tan importante que para darle forma no hay que detenerse ante la nimiedad de mentir”. Y no se trata aquí de verosimilitud o de alguna otra aristotélica inocencia: todo es imposiblemente delirante, mezquinamente sucio, puerilmente obsceno. La crianza del pequeño Adolf ocurre en una familia donde la madre, Klara, es hija de su esposo, Alois, padre de Hitler, a su vez producto de un incesto. El ambiente es una granja en la que se crían abejas, bajo el asesoramiento de un viejo vecino que alterna la filosofía barata (y minuciosamente fascista) de un Maeterlinck con episodios de sexo nauseabundo con un hermano adolescente de Hitler. El narrador es un demonio, agente de Satanás y de Himmler, que debe investigar si Hitler es fruto de un incesto. La

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Carlos RehermannEl castillo en el bosque, la última novela de Norman Mailer

Testamento del maestro

Meses antes de su muerte el año pasado, Norman Mailer publicó su última novela, en la que venía trabajando desde hacía varios años. Es un testamento digno del escandaloso neoyorkino, al mismo tiempo fácil y difícil, grotesco y aterrador. Cuando la publicó declaró que El castillo en el bosque es su obra mayor.

La novela trata de los antepasados, los padres, los hermanos y la infancia de Adolf Hitler. El novelista llena con tantas especulaciones los huecos de la biografía de su protagonista, que no es posible catalogarla de novela histórica. Este género es tan fraudulento como un reality show, y goza de un éxito parecido; el juego de Mailer consiste en construir una falsedad tan convincente que aniquila la distinción entre una novela completamente ficticia y una basada en hechos reales. La tesis parece ser: “la verdad es tan importante que para darle forma no hay que detenerse ante la nimiedad de mentir”.

Y no se trata aquí de verosimilitud o de alguna otra aristotélica inocencia: todo es imposiblemente delirante, mezquinamente sucio, puerilmente obsceno. La crianza del pequeño Adolf ocurre en una familia donde la madre, Klara, es hija de su esposo, Alois, padre de Hitler, a su vez producto de un incesto. El ambiente es una granja en la que se crían abejas, bajo el asesoramiento de un viejo vecino que alterna la filosofía barata (y minuciosamente fascista) de un Maeterlinck con episodios de sexo nauseabundo con un hermano adolescente de Hitler.

El narrador es un demonio, agente de Satanás y de Himmler, que debe investigar si Hitler es fruto de un incesto. La hipótesis de Himmler, que encomienda la pesquisa, es que el incesto produce seres excepcionales, a veces tarados, a veces geniales. Lo interesante de la estrategia novelesca de Mailer es que la mentalidad de esa familia de un medio semi rural austriaco parece casar a la perfección con la vorágine de incestos.

El hecho de que la voz sea la de un agente satánico logra quitarle ampulosidad y trascendencia a la malignidad profunda del personaje al que sirve. El mal absoluto inspira respeto. Pero un cuento narrado por un demonio no se toma fácilmente en serio (por más que, como Mailer, uno crea en Dios). El novelista logra que al mismo tiempo que aceptamos la esencia pérfida del ambiente y de la personalidad de Hitler, procesemos todo eso como una perversión de la que podemos burlarnos.

Norman Mailer fue uno de los grandes novelistas del Siglo XX. Ejerció un dominio total de los recursos de su oficio, al que siempre se refirió como un arte. Periodista, cineasta, polemista, candidato a alcalde de Nueva York, manipuló su entorno como si hubiera sido un ambiente de novela en el cual poder lucir al protagonista: él. En 1960 estuvo internado

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en un manicomio, después de apuñalar a su esposa. El juez dijo, en la sentencia por la que ordenó su internación, que Mailer era incapaz de distinguir entre la realidad y la ficción. En su defensa, Mailer dijo que las características de su trabajo eran tales que si lo encerraban en un manicomio, los psiquiatras iban a creer que estaba loco. Pero —podemos decir ahora— sólo se trataba de un gran novelista.