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EL BALANCE DE LA CUNOTAS SOBRE LA GUERRA

Charles Wright MIlis

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El desastre en la Cumbre demuestra esta simetríaen las acciones de las élites y las ventajas que lle­van los belicistas de ambos lados que desean laguerra.

Los estadistas que iban a reunirse en París no lle­garen solos ni se encontraban en un ámbito vacío;cacL lino traía consigo una tradición política; so­bre da uno pesaba la presión interna del país y elblm • e al que pertenecían.

el campo estadunidense, las fuerzas bélicasha n ganado, al parecer, hegemonía durante elbi '0 anterior a la reunión.

prueba más inmediata y evidente de ello fueel • elo del U-2, que, recordémoslo, ocurrió la vís­per de la reunión de París, al tiempo que se rea­liz ban pláticas para acabar con las pruebasat micas, y cuando la tecnología militar había lIe­g a un punto en que cualquier interpretaciónerr nea de tales vuelos como ataques, podría

VI ntemente causar un auténtico contraataque yasí precipitar la Tercera Guerra.

LOS vuelos de los U-2, desde cualquier punto deV . racional que se les considere, eran actos de pro­v ~ ción; constituían una clara violación del de­r· o internacional; más aún, eran actos de a­g.l:!slón. Por supuesto, sabemos que "soberanía" y. gresión" son palabras sujetas a interminables

. iniciones legalistas, y que ambos lados con fre­e encia, si no continuamente, "cometen actos deagresión" contra el bando contrario. Pero bastapreguntarnos ¿qué harían los estadunidenses si unavión de reacción soviético fuera derribado mil 200millas dentro del "territorio soberano de EstadosUnidos"? Es cierto que los satélites que lanzan los so­viéticos y los estadunidenses vuelan alrededor dela Tierra sobre todas las naciones; pero, al menoshasta ahora, no sabemos si son capaces de lanzarun ataque atómico y esto es precisamente lo quepueden hacer los aviones de reacción. La posibilidadde una mala interpretación "accidental" de susintenciones coloca a los aviones y a los satélitesen categorías diferentes, al menos por ahora. Tam­bién es cierto que todas las potencias empleanespías; pero un avión de reacción que vuela sobreel territorio de otro país es evidentemente muydistinto de un espía o de un diplomático que llevauna caja llena de micrófonos.

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A pesar de todo, los rusos le dejaron una salidaal presidente. No se aprovechó de ella; no alegó ig­norancia de la aventura, con una actitud diplomáti­ca que era de esperar. Por primera vez en la historiamoderna un jefe de Estado admitió su responsabili­dad personal en un acto de espionaje.

Más aún: mintieron los altos funcionarios de Es­tados Unidos -y se vieron atrapados en la marañade sus mentiras-o Primero se dijo que el avión vo­laba en misión meteorológica y accidentalmente sehabía perdido cerca de la frontera, y que EstadosUnidos nunca ha violado intencionalmente el es­pacio aéreo soviético. Después, que los aviones esta­dunidenses habían volado sobre Rusia, pero que estevuelo del U-2 no fue autorizado por Washington.Más tarde se aseguró que estos vuelos estabanautorizados efectivamente, que el presidente teníaplena conciencia de ellos, y que continuarían si sejuzgaban necesarios'para la defensa. Tambiénse confesó que los vuelos se habían realizado ya du­rante varios años; invadir el espacio aéreo de otrosEstados soberanos a la altura de los vuelos de reac­ción -tal es la política de largo alcance, ahora con­fesada por Estados Unidos.

Poco antes de la Conferencia en la Cumbre, elpresidente declaró que pronto abandonaría la re­unión delegando sus facultades en las negociacionesa un subordinado. Más tarde, durante el intercambiode injurias, este subordinado, que tenía buenasposibilidades de convertirse en el pró!,imo pre­sidente de Estados Unidos, defendió los vuelo~ U-2"en las condiciones actuales". Mientras se llevabana cabo en Ginebra las negociaciones sobre laspruebas atómicas, Estados Unidos anunció la rea­nudación de las explosiones de pruebas subte­rráneas, y así rompió unilateralmente la inciertatregua que había estado en vigor desde 1958. Unosdías después se cambió el comunicado; se dijo en­tonces que la serie de pruebas no incluía explosio­nes nucleares. Durante el conato de Conferencia enla Cumbre, el jefe de la Defensa de Estados Unidosordenó una alerta militar universal, una "prueba dedisposiciones prebélicas". Estos últimos sucesos -losque siguieron al abatimiento del U-2-fueron, natu­ralmente, respuestas al comportamiento soviético,parte de la interacción entre ambos. ¿Cómo actuó, asu vez, la Unión Soviética?

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La Unión Soviética no es totalmente monolitica, ymucho menos el bloque soviético. TIene asimismofuerzas que quieren la paz y fuerzas que quieren laguerra. Se ve claramente que el señor Krushchev noes un dictador al modo de Stalin; es el personaje prin­cipal de un reducido grupo que constituye el núcleode la élite de poder soviética. En ella se discuten dife­rentes rumbos politicos, y estas discusiones respon­den a distintas propuestas de grupos externos -la élitechina, por ejemplo, o los deseos del pueblo ruso detener un nivel material de vida más alto-. El señorKrushchev habia conseguido contener las fuerzas dela Guerra Fría que existen en su campo en el periodoanterior a la Junta en la Cumbre. Es más, dentro deese campo, su propia carrera, en lo que se refíere adecisíones sobre asuntos extranjeros, se funda en lapolitica de coexistencia y de negociación. En sus es­fuerzos por imponer tal política se ha creado opo­nentes tanto en sus propios altos circulas como enlos de su aliado más importante. El vuelo del U-2 y elmodo en que fue tratada su reveiación por los ofi­ciales de Estados Unidos proporcionaba a su opo­síción la excusa final, la excusa necesaria. Aquí estaba,según dijo el gobernador Stevenson al hablar delvuelo, "el marro y la barreta" para la Guerra Fría del blo­que soviético.

Que el señor Krushchev cambiara o no de opinióntiene menos importancia que su actuación como jefede su propia élite, y en París se portó con groseríainaudita: afirmó que el señor Eisenhower -<uva visitaa la Unión Soviética ya se preparaba- no seria bienrecibido en ese país; y exigió que el presidente cen­surara tales vuelos, que se castigara a los "directa­mente culpables", y que se prometiera que talesvuelos no continuarían. Entonces y noantes el señor Eisenhower declaró que sehabían "suspendido" los vuelos de los U-2desde el incidente del 10 de mayo, y que"no se reanudarían". Todo esto, se dijo,causó sorpresa en Washington. El señorEisenhowerse negó a cumplir las otras dosdemandas en todo o en parte. No buscóal señor Krushchev para disculparse por elvuelo. No reconoció públicamente quelos vuelos constituían una violación de laley internacional. Insistió en que EstadosUnidos no había hecho nada malo.

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Los portavoces soviéticos atribuyen a la invasiónestadunidense, y al modo en que en Washington semanejó el incidente, el fracaso de la Conferencia enla Cumbre; en Berlín, más tarde, el sellar Krushd1evinesperadamente asumió una postura conciliatoriaante el problema de Alemania. Portavoces de Esta­dos Unidos y de la OTAN generalmente atribulan alcomportamiento del señor Krushchev en Parls el ,ra·caso de las negociaciones; lo acusaban de tra dedestruir la reputación del presidente en sus fu" IO­

nes de dirigente mundial. Nunca llegaron a conf rque el modo en que Estados Unidos trató el incie n·te del U-2 podrla haber sido la razón prlncipa' elcomportamiento del sellar Krushchev en Parls

Pero apartémonos unos momentos de esta rleespecial de sucesos. ¿Acaso el análisis d los suinternacionales recientes puede hac mos pen r uela Unión Soviética tiene la responsabllld d cont. uay unilateral del peligro de la gu rra? ¿No tá c roque hay un balance de culpa en la mecánica d laGuerra FrIa que está llevando a la hum nld d h elauna Tercera Guerra Mundial? En c so d gu rr t Ipregunta resultarla sup rflua; p ro aun no lo s.Supongamos que estallar I gu rr ,por J )10.por una mala Interpr taclón accld nt I d vlr nesde espionaje considerados como bombard rosatómicos. ¿Quién tendrla ntonc s mayor s·ponsabilidad: Estados Unidos o la Unión Sov Ir?

Creo que la respuesta variarla en dlf r nIriadas de la posguerra. Desde este mom nto c eaque la respuesta es que la mayor parte d la culpala tendrra Estados Unidos. Pero tales consld ra io­nes poco consolarlan a los hombres cuerdos de m·bos lados. El hecho vital es que existe un balanc de

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culpa, no el que la culpa esté de un lado o del otro.Lo de importancia vital es la nociva semejanza deacción; en ella encontramos las causas estratégicasde una Tercera Guerra Mundial.

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Me encontraba en Moscú completando una serie deentrevistas con intelectuales soviéticos cuandoapareció la noticia del vuelo del U-2. Había ido allá arecoger el material necesario para varios trabajos deinvestigación. Un aspecto de los sucesos me causó talimpresión que creo necesario consignarlo aquí.

Las diferencias morales e intelectuales que exis­ten entre los pueblos soviéticos y los de la OTAN sonmás profundas que las diferencias de opinión deretórica política, de ideales, de sinceridad de lasconvicciones, de grados de lo razonable. En cuantoa sus convicciones y creencias, lo que separa a losdos mundos es ni más ni menos que las definiciones dela realidad en razón de lo que observa cada cual,de lo que cada cual piensa, siente y juzga. Tras deesta diferencia hay, por supuesto, una experienciaradicalmente diferente, hay una historia diferenteen si. Cuando uno se encuentra allá, se tiene con­ciencia de que la opinión y la información, por simpleque sea, se encuentra en ambos lados distorsionadapor la hostilidad. Estoy convencido de que por ra­zones diferentes esta imposibilidad de la com­prensión (aun del esfuerzo de entender dóndeestá el problema) es tan grande en el Occidentecomo en el Oriente. Hay una cortina de hierro;también hay de este lado una cortina de aceroinoxidable. Y ambas están en la mente y en lasfronteras.

La comprensión se hace imposible si continua­mente el espíritu se cierra en el propio conceptonacionalista de la realidad, o si se aferra a las condi­ciones derivadas de la experiencia de o con el esta­linismo. No se puede reaccionar simplemente anteuna palabra, un lema, una propuesta de los que usanlos intelectuales o los dirigentes soviéticos, supo­niendo que se ha entendido toda la intención delsignificado. Se debe buscar con paciencia para des­cubrir el sentido; se tiene que reunir lentamente elvocabulario adecuado para comprender lo queel otro intenta expresar.

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Sólo un número exiguo de personas en amboslados se encuentra empeñado en esta clase de tra­bajo.' Y, claro está, los occidentales que tratan dehacerlo corren el riesgo de que se les censure de "nopoder entender la amenaza del comunismo", o de"filocomunistas". Creo que, traduciéndola, estaacusación generalmente quiere decir:

1. Que no nos satisfacen las definiciones oficialesy semioficiales de la realidad del mundo, y en par­ticular de la realidad soviética, que forman hoydia el denominador común de creencias de lasnaciones de la OTAN. No me encuentro preparadopara emitir juicio sobre muchos puntos específicosde los asuntos internos de la Unión Soviética y desus relaciones internacionales -puntos sencilla­mente supuestos en mi país-o O existe en mí ciertaambivalencia o sólo soy un ignorante. Pero ademásno creo que haya nadie que realmente conozcalos hechos sobre los que se podría juzgar: el traba­jo necesario para llegar a ese conocimiento no lohan hecho muchos, y a menudo las condiciones polí­ticas son tales que el esfuerzo no puede hacerse.En los altos circulas de donde emanan las decisio­nes y en los de los portavoces semioficiales deambos países, no veo que haya un número consi­derable de personas que pueda realizar la labornecesaria para el entendimiento de los puntos de

vista del otro.2. La fácil acusación de ser "ingenuo con los ru­

sos" quiere decir, según entiendo, que muchos quesuponen que saben "todo lo que hay que saberde este peligro" ya han decidido desde lejos, y desdehace algún tiempo, qué es la Unión Soviética. Muchosintelectuales del mundo occidental han sufridograndes daños por participar en movimientoscomunistas y radicales. Juzgan a la Unión Soviéticabasándose en su propia experiencia con los parti­dos comunistas del Occidente, en la mayoríade los casos durante la era estalinista. Muchos deellos son ahora miembros del viejo futilitarismode la izquierda liquidada. En esto creo que hetenido suerte: por diversos incidentes de mi vidanunca he sido miembro, ni soy ahora miembrode ninguna organización política comunista(según dicen), ni de otra clase. Ni he sido, que yosepa, simpatizante de ninguna organización de

esta clase.

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3. Tal vez por ello al discutir la paz yla guerra no he sentido una necesidadincesante de repetir lo que llena losperiódicos estadunidenses: las mal­dades de los incorregibles gobernan­tes soviéticos. El gran número de estosescritos (que responsabilizan unila­teralmente a los soviéticos por la ame­naza de la guerra) sirve para reforzarla barrera insalvable ante la que nosencontramos. Debemos romperla, yel único modo posible es comenzarcon uno mismo. Para hacerlo, y comoescritor estadunidense, se tiene que comenzarpor examinar detenida y severamente la posturamonolitica de sus conciudadanos y de sus colegasintelectuales ante la Guerra Fria. Tal vez si yo escri­biera como británico, principalmente para GranBretaña, no necesitaria hacer hincapié. En ese paísse ha estado sosteniendo un debate muy real yamplio. En Estados Unidos ha sido más bien queun debate público, un ruidoso intercambio detrivialidades bipartidistas y de aburridas quejasdel viejo utilitarismo. Durante el siglo XIX y la prime­ra parte del XX, bueno es recordarlo, muchas genera­ciones de sociólogos estudiaron los origenes y eldesarrollo del capitalismo liberal como fenómenohistórico del mundo. Hans Gerth tiene sin duda razóncuando observa que, de modo parecido, debemosahora prestar atención al surgimiento y al desarro­llo del comunismo en todas sus variantes. El que nosienta una gran humildad intelectual ante tal tarea,será un insensato. No es ésta, por supuesto, una ac­titud de "nada sé"; aunque me doy plena cuenta deque los dogmáticos de ambos lados aseveran queasí es. Mas no importa. Ensayos como éste de carác­ter experimental no son para ellos. No quieren aban­donar sus ideas, ni siquiera porque son tan inocentesy simples.

Para comenzar a pensar claro, para entender algotan complejo como la Guerra Fria, debemos tenerpresente lo que esto significa. Es nada menos queintentar comprender toda la historia actual delmundo. Me parece que ha llegado el momentode volver a enjuiciar en su totalidad "el fenómenosoviético". Y deben hacerlo los intelectuales delOccidente sin considerar a los partidos comunis-

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tas occidentales, la Guerra Fria, la Ideologra p J a delos soviéticos, el fracaso de varias Int rpr t I nesmarxistas (no comunistas) de sus r IIdad l quese necesita es una nueva Interpretación d I nlónSoviética, considerando el lug r qu hor paen la historia del mundo, y d su con pto breuna nueva Izquierda en los par occlden 1 y n '­reglones no desarrolladas.l)espuá de todo, 1que se tiene del bloqu sovl tlco y la d lus n delcomunismo es lo que origina I patl rl 0Cf queexiste en Estados Unidos p ra los nu vos nt ntospolíticos, la abstención de actlv d d polltt ,1iIelegante inactividad, y la negación de tod ran-za; en suma, toda la Insol~a pollt ca y cult Idelos intelectuales de la arAll dur nt los ul mas I /\os.

Si rechazamos la postura ant r or, d en-tonces seguir adelante y respond r claram nt e5UIpregunta: ¿qué es exactamente lo qu pen m delbloque soviético y de sus poslbllld des? No 's po­sible ni necesario que responda aqu' cabalm 'nte ala pregunta. lo más Importante para el tem de liIguerra y de la polltica pacifista (en lo que r flerea Rusia) es nuestra opinión sobre su pollllca e ernay los asuntos domésticos yde su bloque que Influyansobre esa polltlca.

Esto requiere que tratemos seriamente de retI­rarnos de la escena actual y de considerar la luchamundial en un contexto histórico. Requiere lambi81que tengamos siempre en cuenta ciertas campar.ciones entre la Unión SOviética y Estados Unidos. Porejemplo: es obvio que las diferentes imágenes de liIUnión SOviética dependen no sólo de la seriedad conque consideremos los cambios efectuados desde lamuerte de Stalin, sino también de la seriedad con

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que tomemos la falla de nuevos rumbos y el pocouso de la libertad en Estados Unidos desde la Se­gunda Guerra Mundial. Trillados estereotipos yabstracciones fanáticas obstruyen nuestro juicio.

No es adecuado tener ideas simplistas. No es cier­to que un lado sea dogmático y el otro tolerante. Seesté o no de acuerdo con ellos, las opiniones de mu­chos portavoces intelectuales soviéticos son tan "ra­zonables" como las de muchos estadunidenses. Elhombre y la mujer soviéticos, además, son tan "sin­ceros" como los estadunidenses -y a veces más, aun­que sólo sea porque han experimentado la guerrade modo distinto que los estadunidenses.

Yo no creo que en el bloque soviético todo seamentira:y en el de los aliados todo sea verdad. Am­bos están plagados de mentiras y en ambos abundala verdad; la guerra ideológica que llevan a cabo esen su mayoría una pugna de hípocresías. Y en losdos sistemas, la gran mentíra que más debepreocuparnos es la de que la guerra constituye to­davía la base de una política concebiblemente hu­mana. En este aspecto es muy difícil efectuar elbalance de la culpa, puesto que tras el común espí­ritu militarista exísten dos sistemas de vida totalmen­te distíntos, que se encuentran en diferentes etapasde desarrollo histórico, de desenvolvimiento y deobjetivos.

1. Ante todo debemos comprender la magnitudde la experíencia soviética en la Segunda GuerraMundíal. Cualquiera que hable con un ruso se darácuenta de lo que signíficaron para ellos 20 millonesde muertos: es algo que la mayoría de los estadu­nidenses no puede siquíera imaginar. En proporcióna ellos la guerra sólo les costó una cantidad pequeñade bajas; pero no tuvieron ninguna de-vastación. Al contrario, la guerra produjouna gran bonanza.

2. Para los soviéticos, "el Occidente"incluye la Alemania occidental. (Ayer era laAlemania nazi; hoy, reconstruida conla ayuda de Estados Unidos, es la puntade lanza de la OTAN; mañana tendrá armasatómicas.) Recuerdan la gran esperadel Segundo frente. El repentino fín dela ayuda de préstamo y arrendamientoal terminar de combatir; la amenaza de"despejar" lo que ellos consideran el

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poder soviético de defensa, cuando Estados Unidostenía el monopolio de armas atómicas. Y se ven cir­cundados por bases estadunidenses de proyectiles ypor el Mando Aéreo Estratégico -dotados de bom­bas H- y ambos emplean sus bases para aviones dereacción que invaden el espacio aéreo ruso.

3. Por estas razones, y muchas otras (algunas cier­tas, otras imaginarias) los rusos consideran que ladiplomacia soviética, y especialmente los esfuerzosde Krushchev, tienen intención conciliatoria: dos ve­ces han reducido sus fuerzas armadas, lo cual, aun­que carezca de importancia militar, es importantepara ellos; unilateralmente han cesado en sus prue­bas nucleares; se han deshecho de algunas bases enel extranjero; han tomado la iniciativa en desocu­par yen neutralizar a Austria; se esforzaron por ter­minar la guerra civil en Indochina; han tratadocontinuamente de parlamentar con los jefes occi­dentales para reducir tensiones; han propuesto loque ellos consideran un plan importante de desar­me; después del desastre en la Cumbre no han in­tervenido en Berlín de la manera esperada, y hanreformado las propuestas de desarme en un esfuer­zo por entenderse con el Occidente.' Olvídemos porahora si su intención es cinica o no; lo importante esque constantemente han tomado la iniciativa.

4. El pueblo soviético comprende -aunque ambi­guamente todavía- qué significa el estalinismo. Re­cuerdan los trabajos forzados, el terror, el espionaje,los actos inhumanos, y consideran que desde sumuerte ha comenzado una nueva era. Su sentimien­to predominante es el deseo y la esperanza de te­ner más y mejores productos de consumo, y undescanso en sus duras labores; confían en que por

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medio de la automatización y la organización, eltrabajo será más agradable.

Insistimos de nuevo en que no importa tanto quenosotros creamos esto; lo importante es que mu­

chos de ellos lo crean. La politica exterior soviéticase basa en tales circunstancias. Su politica en la Gue­rra Fria y la diplomacia dependen ahora de esta vi­sión del mundo y de la creencia de que tienen unanueva oportunidad.

Muchos aceptan opiniones ya formadas sobre lostemas que ahora vamos a reconsiderar.

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"¿Podemos fiarnos de los rusos?" La respuesta esnegativa. Simplemente en materia de fe, no pode­mos confiar en la élite de ningún Estado que tengagran poder. Los hombres y las mujeres comunes nopodemos fiarnos de nuestros jefes; ni de la AgenciaCentral de Inteligencia, ni de los militares de altagraduación del Pentágono, ni de los del Mando AéreoEstratégico. No podemos fiarnos de De Gaulle ni de"los franceses". Todo lo cual significa simplemente:el peligro acecha por todas partes.

Sólo puede confiarse en un Estado cuando se tra­ta de su propio interés. La pregunta útil no ha de ser:¿podemos fiarnos de tal nación o de tal élite?, sino,primero, ¿qué es lo que ellos consideran su interés?y segundo, ¿manifiestan cordura o demencia en eluso de las armas nucleares? En mi opinión, la res­puesta a la segunda pregunta en relación con las élitesestadunidense y soviética es: manifiestan mayordemencia que cordura. Pero consideremos la primerapregunta.

La agresión no es la caracteristica permanentede un Estado; es una etapa que tarde o tempranose manifiesta en el ascenso al poder. La nación débiles la que tiende a ser "la agitadora", la fuerte, laque lanza llamados a "la paz y al orden"; pues elfuerte presiente, con cierta razón, que puede conti­nuar su ascendencia económica y politica sin "cau­sar" dificultades ni recurrir a la violencia. Puedeadoptarse con mayor facilidad una politica pacificacuando se tiene la hegemonia de los asuntos mun­diales, especialmente de los económicos. Es más, setiene la ventaja de firmar tratados y otros acuerdosque favorezcan sus intereses, y tales tratados tie-

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nen mayor probabi Iidad de ser respetados que aque­llos que se ven forzados a aceptar condiciones porser débiles. Es algo parecido, como ha indicado E.Carr, a lo que sucede en las disputas obrero-patro­nales: el fuerte "quiere la paz", el débil es el "ag' a­dor"; puesto que la fortuna está en contra del débil eséste el único modo de conseguir lo que qUiere

Pues bien, durante la mayor parte de su histo a,la Unión Soviética ha sido muy débil militar, eco 6·mica, politica y culturalmente; no ha tenido naorganización industrial, su poblaci6n carecla d '1s·trucción y ha sufrido el peso moral de una tir Irapolitica y cultural.

Pero ahora, en 1960, la Uni6n Sovl tia hdo varios de sus puntos débiles; otros losnando. Es más, el equilibrio mundial d d bilid Yfuerza está cambiando y probabl ment cont.n rácambiando. En los dos o tres decenios pr6xlmos. talvez en menos tiempo, será "el Occident • I qu sedebilitará, y el bloque chino-soviético el que se or­talecerá. Ya está sucediendo en materia militar; pr tose manifestará en el nivel económico general, n elpoder cultural de atraerse a las regiones neutrales no

desarrolladas.Durante este periodo de cambio hist6rico mundial

~egún se vaya haciendo más notorio- el OCcidente,por su debilidad, puede ceder a la tentaci6n de ser el"agitador". Basándose en este gran cambIO el balancede la culpa de la guerra puede también variar; la culpapuede desplazarse más hacia el OCcidente, en especial

hacia Estados Unidos.Tras este cambio total existe una verdadera como

petencia de sistemas politicos y económicos. Uno deellos de propiedad pública y planificaci6n cenITal;

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el otro, de economía capitalista -con elementos

mixtos y con prestaciones sociales- y formalmentedemocrático en su organismo estatal.

En adelantos científicos, los soviéticos ya han de­mostrado su ventaja. Creo que, de no haber guerra,también mostrarían la superioridad de su economíaque sobre todo ofrece niveles de vida más altos ymás ígualitarios. No es una insensatez creer (segúnha sugerido Isaac Deutscher) que esto produciráuna mayor libertad política y cultural: primero por lamayor eficacia social que esa libertad permite, ysegundo por la influencia política que ejercerá el pue­blo soviético al poseer una mayor instrucción.

Es poco importante que creamos esto, pues lossoviéticos sí lo creen. En vista de ello, ¿cuál es suactual polftica exterior?

Los objetivos fundamentales de la política sovié­tíca son: primero, mantener las fronteras actualesdel bloque chino-soviético; segundo, consolidar lasconquistas materiales y otras que se han hecho enun alto costo, y tercero, acrecentar estos logros den­tro de sus territorios consolidados. El pueblo rusotiene conciencia de un plan: quiere y exige, de nohaber guerra, la transformación de lo que con exac­titud se llama el "imperio estalinista" en una unidadpolítica internacional económica que se desarrollecomo un todo económico, y cuyos miembros ten­gan estabilidad política.'

Para ellos la coexistencia pacifica no es sólo unlema o engaño, sino una esperanza y una guía. Suobjetivo para el exterior es, sobre todo, ganar tiem­po para demostrar los resultados económicos y po­líticos de su sistema. Creen que esta demostraciónde la superioridad de su sistema bastará para ganarseal resto del mundo.

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Tales sentimientos y objetivos, en mi opinión,dominan la sociedad soviética de hoy, desde su éliteaún medio stalinista, hasta la más primitiva granjacolectiva. Para algunos ciudadanos soviéticos no es

más que "una esperanza", para otros es una proba­bilidad. Pero la política exterior de la Unión Soviéti­ca debe entenderse en relación de tales sentimientosy objetivos.

No cabe duda de que los rusos quieren hacer esto;y ellos no dudan poder hacerlo, si no hay guerra. Nodebemos olvidar que creen que el tiempo es su alia­do, y que están por un cambio pacifico en el mundo.Consideran que su sistema puede derrotar al ca­pitalismo en todos los frentes por medio de lacompetencia pacifica, y sin recurrir a la violencia.

IV

Ningún pueblo quiere la guerra; esto es indudable.Lo que hay que preguntarse es: ¿qué traman losdirigentes?, ¿qué ideas tienen sobre los métodos yla política necesarios ahora?

La mayoría de la élite soviética no quiere la gue­rra: está muy ocupada en otras cosas y ve claramen­te que para su economía los preparativos bélicos sonun desperdicio.

La mayoría de la élite de Estados Unidos tampo­co quiere la guerra. Pero la divide profundamentela posición que ocupa en la sociedad estadunidense yen el mundo: su preocupación dogmática por cier­tos grandes intereses hace que, al final de cuentas,adopten una política que favorezca las posibilidadesde guerra:

1. La frecuente acusación soviética de que "losfabricantes estadunidenses de municiones" son cul­

pables de la Guerra Fría me parece que noes una explicación adecuada del factor eco­nómico de la situación. Es cierto que estasempresas incitan a la preparación constantepara la guerra, y no puede negarse la rela­ción que existe en la mente de muchos entreesa preparación y una posible depresión, oentre tales preparativos y la continuación dela prosperidad. En Estados Unidos se obtie­nen grandes utilidades de estos preparativosbélicos; quizá la prosperidad del capitalismose basa en los preparativos bélicos (en gra-

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do desconocido, pero posiblemente muy considera­

ble). No podemos creer que esto fomente la paz. Miformulación peca de reticencia.

2. Debemos recordar que no hay otro mercadoque el militar para los productos que se hacen bajoenormes contratos con empresas que fabricanaeroplanos, proyectiles, material electrónico y deexploración sideral. La investigación, el desenvol­vimiento y la fabricación de tal armamento co­rresponde al insensato desperdicio que es parte

inseparable del capitalismo estadunidense; enforma verdaderamente maestra combina la infla­ción con el rápido desuso. He aqui un verdaderod.eus ex machina capitalista. Las inversiones béli­cas no tienen competencia de empresas par­ticulares; no se oponen a los intereses inmediatosde ningún grupo influyente; no producen ningu­na consecuencia política de importancia domés­tica. Es cierto que elevan los impuestos, pero lasempresas pueden ahora incluir gran parte de susimpuestos en "costos de producción", pasándolela carga al consumidor. Además, los programas delgobierno que, en la opinión de muchos economis­tas, se necesitarian para remplazar la economía dela defensa, son precisamente aborrecidos, políticay económicamente, por aquellos que en nombrede la empresa libre se benefician política yeconómi­camente con la carrera de armamentos. Imagínensela confusión que se produciría si se propusiera unprograma "socialista" de 60 billones de dólarespara la renovación urbana, el desarrollo de valles, ola construcción de escuelas. i El gasto para el bie­nestar público si compite con la empresa particu­lar; sí entra en conflicto con el interés inmediatode los grupos influyentes; sí tiene consecuenciaspolíticas domésticas; aumenta los impuestos,etcétera!'

Se necesitaría un esfuerzo político de gran alcan­ce para deshacerse de la economía permanente deguerra de Estados Unidos. Ésta ha sido y es la baseprincipal de la prosperidad de la nación -y es la cau­sa de que Estados Unidos se vea arrastrado hacia laTercera Guerra Mundial.

3. La economía de la Unión Soviética no tieneninguna de estas características. En contraste conEstados Unidos, en la Unión Soviética no existen ra­zones económicas internas para preparar la guerra,

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ni para ninguna forma de imperialismo. La situa­ción era diferente al acabar la Segunda Guerra Mun­dial, cuando el motivo económico era la conquis adel botin: el intento de acrecentar sus "ganancia"y recuperarse de la devastación de la guerra. P oya no es así; el adelanto industrial proporcion alos soviéticos modos más fáciles de continuar aindustrial ización.

4. El poder de la élíte estadunidense, según e áconstituido en la actualidad, estriba en gran p r­te en la economía bélica permanente y en el p e·dominio militar. Éstos a su vez se fundan e laopinión pública que tiene una idea paranoica lela Unión Soviética, y tambíén en un espfritu n Ii·tarista. Que aquí existan métodos m s de o·crátícos de decisión hace aún más imperativ elmantener tales condiciones. Es cierto tambi n een la Unión Soviética el mando polltlco int rn eha basado hasta cierto punto en el mi do Ique del exterior; pero conforme sub I nlv I ievida y se hacen evidentes otros logros conó, li·cos, y a medida que el régimen adqui r m orfuerza auténtica -como está suc diendo v r r·diendo importancia esta base de SI bllll dpolítica. El papel que juega la élit sovl tiCcansa más y más en la realización d los pi n Jdesenvolvimiento doméstico y m nos en I mi Joa la guerra.

S. Hoy día Estados Unidos se encuentr ,o c eque se encuentra, detrás de la Unión SOVI tICa nla competencia de armamentos, esp clalmer teen proyectíles. Según el espíritu militarista, tal s·tado de cosas ha de causar desesperación en rela élite del poder; seguírán tratando con toda suenergía de conseguir "una posición de fuerza", enuna trayectoria espiral sin fín. Existen buenasrazones para creer, además, que la tecnologfasoviética consolidará su ventaja no tanto porla excelencia de su adelanto cientifico, sino por laestupidez capitalista de Estados Unidos.

6. Muchos de los dirigentes y portavoces deEstados Unidos se inclinan a creer que el tiempofavorece al sistema soviético, que la "historia" ensí se opone a su propio sistema. La verdad, creo, esque algunos sectores de la élite del poder esta·dunidense y algunos círculos de los intelectualesde la OTAN cada vez se afírman más en la idea de

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un futuro soviético, como lo he definido antes.

Muchos de los principales miembros de la élite delpoder creen que en la Unión Soviética existe mayory más vital impulso y sentido de dirección que

el de Estados Unidos y de otros Estados capitalistasdel Occidente. Los aterra considerar el resultado dela competencia pacifica entre los dos sistemas.Muchos creen que Estados Unidos sólo podrá ga­

nar la competencia por medio de la fuerza de lasarmas; aunque no saben, o cuando menos nuncadicen, qué significaría tal "victoria". Los soviéticosestán convencidos de que pueden ganar sin re­currir a la guerra.

Me parece que lo anterior implica la idea, hastacierto punto verdadera, de que la estrategia militarsoviética es sólo un aditamento de su sistema polí­tico, mientras que Estados Unidos ha hecho de susistema político un aditamento de la estrategiamilitar. ¿Cuál es el sistema polítíco mundíal deEstados Unidos?

El panorama que he esbozado no es más queuna de las bases de la polftica soviética. La élítesoviética se aferra aún al espiritu milítarista, puestodavla tiene en su bando una nación que surge,China, débil aún en asuntos internacionales. Comola élite estadunidense, la soviética padece aún laequivoca ilusión de pensar que la guerra nuclearno puede llevar a la humanidad a otro fin que elsuicidio. ¿Se puede dudar que llegarán a la violencianuclear si creen que la necesitan para "defender"su sistema y para realizar sus múltiples planes y ob­jetivos domésticos?

Si continúa en ambos lados la fatal interacción delos partidarios de la guerra, y aumenta su ascen­dencia en los dos bloques, en cierta fase específica

MUERTE AL OLVIDO

de esta reciprocidad que conduce a la aniquilación

mutua, ya no importará quién sea el culpable. Pararomper el estancamiento, para librarse del círculovicioso, se necesita ahora una acción unilateral.

Lo que más me interesa aclarar sobre el balancede la culpa es que si Estados Unidos tomara ahora lainiciativa (en la forma que explicaré), habria razonesde peso para creer que la Unión Soviética haria lomismo; las fuerzas de la sociedad soviética queobligarlan a la élite de ese pais a hacerlo son muypoderosas y dla tras dla aumenta su fuerza. ¿Porqué entonces no trata Estados Unidos de desplazarel balance de la culpa? ¿Por qué no demuestra cla­ramente que no tiene miedo de enfrentarse en elcampo político cultural y económico con la UniónSoviética y su bloque? Es fácil decir que Estados Uni­dos debería tomar ahora la iniciativa. Y es fácil to­marla. Es más, es fácil decir cómo se podria hacer sinquebrantar la máxima "seguridad" militar.

vLo que debe hacer Estados Unidos es anunciar almundo un programa general en el que se especifi­quen las fechas aproximadas en que se llevarán acabo cada uno de los puntos del mismo. Estos actosinicialmente deben ser unilaterales. Debemos decir:Estados Unidos hará tal cosa, sin considerar lo quehacen o dejan de hacer otros Estados, aliados o ene­migos. Las formulaciones posteriores de este plan(debe aclarar nuestro aviso) se efectuarán si otrosEstados responden del modo previsto a nuestros ac­tos iniciales y al plan en su totalidad. Las etapasposteriores están sujetas a gestiones posteriores quese llevarán a cabo después de que Estados Unidos

haya comenzado a realizar el plan.Cuando digo tomar la iniciativa no

quiero decir sencillamente hablar; quierodecir hablar y comenzar a actuar. No es ne­cesario, por supuesto, llevar el principio deacción unilateral "al extremo". No haygo­bierno que destruya a la vez todas sus ar­mas. Pero no es necesario. Cuando sepropone, como lo hago, el desarme nu­clear unilateral, por parte de Estados Uni­dos, no significa que destruyamos todonuestro arsenal a la vez. Lo que es necesario

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ngarma·

es que comencemos a destruirlo públicamente, yenpresencia de observadores de la Unión Soviéticay de otras naciones, y que propongamos las condicionesbajo las que continuaremos la destrucción del restode acuerdo con un plan determinado.

¿No es tiempo de que los portavoces estadu­nidenses dejen de repetir ad nauseam que toda ac­ción de la URSS es "mera propaganda"? ¿Acaso es"mera propaganda"'a "propaganda de hechos" quehan efectuado los soviéticos? Si es eso, es tambiénprobable que constituya un nuevo rumbo en lainteracción de los Superestados. Estados Unidos debeahora hacer tal propaganda. Por ejemplo:

Si el plan para un "desarme" completo y generalque ya ha propuesto la URSS en dos ocasiones es "merapropaganda", no seria dificil desenmascararlo. Comen­cemos a cumplir con sus demandas iniciales por mediode palabras y hechos. Comencemos a reducir el ar­senal. Comencemos a abandonar las bases del otrolado del mar. Anunciemos este plan de reducción yde abandono. Expliquemos las condiciones bajo lasque ha de continuar. Todo esto no tiene por qué serpeligroso desde el punto de vista militar. Comence­mos a poner en práctica los controles y las inspeccio­nes que han propuesto los rusos. Después de que sehaya iniciado el programa, podremos exigir mediosde inspección más eficaces y de control más seguropor ambas partes.

¿Acaso se perdería algo con lo anterior? El arse­nal estadunidense, según se nos dice, basta ahorapara eliminar a la población de todo el mundo y pa­ra devastar los principales medios de subsistencia.Aun desde el punto de vista de la locura militaristano se perderla nada con las acciones propuestas.Destruyamos la mitad del arsenal, abandonemos lamitad de las bases; todavía habría suficientes muni-

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ciones y suficientes medios de transporte p res·guardar "la seguridad militar" de acu rdo c n lasextrañas y nefandas Ideas de seguridad quran hoy en los más altos clrculos.

¿Cuántos estadunldenses han I Ido los xtoscompletos para el desarme propu sto por los vitoticos a las Naciones Unidas, por 1mplo, I ndaproposición (2 de junio d 1960)7 Cr qu ngotanta conciencia como cualqul r dios I ros ydificultades de una propu ta d st el .P ro noalcanzo a entender cómo un person qu r n·te se oponga a la guerra. qu r 1m nt oal desperdicio y al peligro d I c rr ra dmentos. que realmente no t n9 mi o u pazlegitima. puede desconoc r en propos clon con·cretas. y no responder d un modo p r Ido I queacabo de esbozar.

De no considerar estas propu s, lit Es·tados Unidos. el pueblo estadunld n • I m unode los dos partidos polltlcos. ¿no luzg r porfuerza esto como una razón d peso contra E t dosUnidos en el balance de la culpa7 ¿No dará I r zoo"al punto de vista chino" dentro d I bloqu 7

Por experiencia personal sé bl n qu e p r lasituación de este modo. recomend r que la propue>..

soviética se tome en serio y que se aetu conformea ella, aunque no sea más que a modo de prueba.es correr el riesgo de ser llamado "simpatizante·del comunismo. Pero. ¿no deberlamos preguntamos:si tomamos estas acusaciones en serio, permItiendoque inhiban nuestro esfuerzo de pensar con claridad(que es lo que se intenta), seria posible proponeralgo que pueda alejarnos del esplritu militarista yde la trampa paranoica. que permita que la huma·nidad se aparte del camino que la está llevando a laTercera Guerra Mundial?

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Para los estadunidenses de hoy, me parece que la

respuesta sería negativa. Porque esa acusación esparte de una dificultad insuperable, y del poder inhi­bitorio que tiene la facción de la Guerra Fria entre laélite estadunidense y en los sectores intelectuales dela OTAN. También del otro lado, la acusación de "ame­ricanófilo" es parte del estancamiento que cuida­dosamente sostienen los estalinistas recalcitrantes yotras facciones de la Guerra Fria en el campo soviético.

Por lo anterior, debemos comprender por quétantos estadunidenses han perdido hasta la visiónmisma de la paz, por qué hay una falta absoluta deprogramas estadunidenses realistas para la paz, porqué los dirigentes en Estados Unidos muestran talinercia al enfrentarse a las propuestas de otros. Ypor eso precisamente todos debemos comenzar aformular y a discutir del modo más parcial posiblelas normas para la paz.

Al hacerlo, ¿no deberlamos recordar que el úni­co punto de vista realista militar es considerar queel enemigo no es Rusia, sino la guerra? ¿No debe­riamos considerar que la única actitud politica rea­lista es la de que no los rusos, sino los partidarios dela Guerra Fria en ambos lados, son los verdaderosenemigos?

Pero ¿no equivale toda propuesta semejante al"apaciguamiento"? ¿No darán como resultado "unnuevo Munich"? A mi parecer, la respuesta ha deser un enfático no. Tan falaz analogla histórica desco­noce las diferencias que existen entre la Alemanianazi y la Rusia soviética; desecha lo que hay de nue­vo en el mundo actual. Por ejemplo: Krushchev noes Hitler ni Stalin; la élite soviética tiene mayor inte­rés en el desenvolvimiento de su actual sociedad queen ampliar sus fronteras por la fuerza: las armasnucleares (bien lo saben los soviéticos) pre-sentan cualitativamente un nuevo peligro;sobre todo, creen que pueden "ganar" enla competencia de los dos sistemas sin re­currir a las armas. Si Estados Unidos no deseala guerra, hemos de hacer frente a estacompetencia en lo económico, en lo culturalyen lo politico. ~.

MUERTE AL OLVIDO

NOTAS

Las obras de dos autores que escriben en inglés, E. H. Carre Isaac Deutscher, son indispensables para comprender lahistoria y el criterio político actual de la Unión Soviética.He tomado estos puntos de vista del discurso pronunciadopor Adlai Stevenson ello de junio de 1960; otros de lasrecientes conferencias de Isaac Deutscher en Canadá [TheGreat Cantest (La gran competencia), Oxford. Nueva York,19601.Cfr. 1. Deutscher, op. citoVéase el ensayo de Paul Sweezy --el mejor resumen queconozco de estos asuntos- en The Nation, 28 de marzo de1959.

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