NOVENAS’ · NOVENA!EFICAZ!AL!SAGRADO!CORAZÓNDE!JESÚS!...
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NOVENAS NOVENA A SANTA FILOMENA Oh gran Santa Filomena, Virgen y Mártir, obradora de maravillas de nuestra era, le doy las más fervientes gracias a Dios por los dones milagrosos otorgados a Vos, y os suplico impartirme una porción de las gracias y bendiciones de las cuales vos habéis sido el canal para tantas almas. Por la heroica fortitud con la cual confrontasteis la furia de tiranos y el disgusto de los poderosos antes que desviaros de vuestra alianza con el Rey del Cielo, obtened para mí pureza de cuerpo y alma, pureza de corazón y deseo, pureza de pensamiento y afecto. Por vuestra paciencia bajo sufrimientos multiplicados, obtened para mí una aceptación sumisa de todas las aflicciones que pueda complacer a Dios enviarme y como vos escapasteis milagrosamente ilesa de las aguas del Tiber, en el que fuisteis arrojada por orden de vuestro perseguidor, así también yo pueda pasar a través de las aguas de tribulación sin detrimento a mi alma. Además de estos favores, obtened para mí, Oh esposa fiel de Jesús, la necesidad particular que ardientemente os recomiendo en este momento. Oh Virgen pura y Mártir santa, dígnate dirigir una mirada de piedad desde el Cielo sobre vuestro devoto siervo, consoladme en aflicción, asistidme en el peligro, sobre todo venid en mi auxilio a la hora de mi muerte. Guardad sobre los intereses de la Iglesia de Dios, rezad por su exaltación y prosperidad, la extensión de la Fe, por el Soberano Pontífice, por el clero, por la perseverancia del justo, la conversión de los pecadores, y el sufragio de las almas del Purgatorio, especialmente mis seres queridos. Oh gran Santa, cuyo triunfo celebramos en la tierra, interceded por mí, para que un día pueda contemplar la corona de gloria otorgada a vos en el Cielo y bendecir a El quien liberalmente recompensa por toda la eternidad los sufrimientos soportados por Su amor durante esta corta vida. Amén. ORACIÓN Oh Purísima Virgen, gloriosa Mártir Santa Filomena, quien Dios en Su poder eterno parece haber revelado al mundo en estos días desastrosos para revivir la fe, sostener la esperanza e inflamar la caridad en almas cristianas, contempladme postrada a vuestros pies. Dignaos, Oh Virgen llena de bondad y virtud, recibir mis humildes oraciones y obtener para mí esa pureza por la cual sacrificasteis los placeres más atractivos del mundo, esa fortaleza de alma que os hizo resistir los más terribles ataques y ese ardiente amor por nuestro Señor Jesucristo que los más temidos tormentos no pudieron extinguir en vos. Así que, imitándoos en esta vida, pueda algún día ser coronada con vos en el Cielo. Amén. ¡SANTA FILOMENA, PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA, ROGAD POR NOSOTROS! LA "NOVENA DEL ROSARIO DE 54 DÍAS." Rezar 3 novenas del Rosario, consecutivamente; son tres veces nueve días: -‐ 27 días de petición. En seguida, añadir 3 novenas del Rosario más, iguales: -‐ 27 días en acción de gracias. LA NOVENA DE VEINTICUATRO "GLORIAS" A Santa Teresita Del Niño Jesús Y. De La Santa Faz, Pidiendo Los Favores Necesarios. La novena que consiste de veinticuatro "Glorias" se puede hacer en cualquier tiempo. Sin embargo, se recomienda en particular la fecha del nueve al diecisiete del mes; ya que en estos días, el suplicante se unirá a todos los demás que estarían haciendo la misma novena. Después de cada "Gloria al Padre, etc.", se repite: "Santa Teresita del Niño Jesús, rogad por nosotros." Santa Teresita, La Florecita, Del Jardín Celestial, Una Rosa Escoged. Enviadme Esta Flor Con Mensaje De Amor. Decidle A Dios Que Imploro Un Favor. Pedidlo, Santita, Con Celo Y Fervor. Decid A Jesús Que Si Lo Concede, Le Amare Cada Día Con Ardiente Fervor.
Esta oración se reza agregando 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias, por 5 días seguidos, antes de las 11:00 A.M.. El quinto día, habiendo terminado todas las oraciones indicadas, se añade otro tanto más. Es decir, se agregan cinco más de cada oración: 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias. NOVENA EFICAZ AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS O Jesús mío, habéis dicho: "En verdad os digo, pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá'." He aquí que llamo, busco y pido la gracia de... Padrenuestro, Ave María, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. O Jesús mío, habéis dicho: "En verdad os digo, lo que se pidiese a Mi Padre en Mi Nombre, El lo dará a vosotros." He aquí que en Vuestro Nombre, le pido al Padre Celestial la gracia de . . . Padrenuestro, Ave María, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. O Jesús mío, habéis dicho: "En verdad os digo, que el cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán jamás." He aquí que, animado por Vuestras infalibles palabras, ahora pido la gracia de . . . Padrenuestro, Ave María, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. O Sagrado Corazón de Jesús, solamente una cosa se Os ha de ser imposible y ese consiste en no tener compasión de los afligidos. Ten piedad de nosotros miserables pecadores y conceded la gracia que Os pedimos, mediante el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, Vuestra tierna Madre, y nuestra Madre compasiva. Rezad "La Salve" y añádase la siguiente jaculatoria: San José, Padre Guardián de Jesús, rogad por nosotros. NOVENA DE SUPLICA A LOS SANTOS ÁNGELES ¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de suplicar a los Santos Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los Ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te Sirvan, Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal! ¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores, y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y auxilio! AMEN. ¡Ángeles grandes y Santos, Dios los envía para protegernos y ayudarnos! Les suplicamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos, en el nombre todopoderoso de Jesús, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por la Santa Palabra de Dios, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de María vuestra Reina y Soberana, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por su propia felicidad, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por su propia fidelidad, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios, ¡Vuelen en nuestro socorro! Les suplicamos, ¡cúbrannos con sus escudos! Les suplicamos, ¡protéjannos con sus espadas!
Les suplicamos, ¡ilumínennos con su luz! Les suplicamos, ¡abríguennos bajo el manto de María! Les suplicamos, ¡enciérrennos en el Corazón de María! Les suplicamos, ¡deposítennos en las manos de María! Les suplicamos, ¡muéstrennos el camino hacia la puerta de la vida: el Corazón abierto de Nuestro Señor! Les suplicamos, ¡condúzcannos seguros hacia la casa del Padre Celestial! Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados, ¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles de la vida, ¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios, ¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles de la caridad, ¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros, ¡Vuelen en nuestro socorro! ¡Vuelen en nuestro socorro, Les suplicamos! Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey. ¡Vuelen en nuestro socorro, Les suplicamos! Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey. ¡Vuelen en nuestro socorro, Les suplicamos! Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen Purísima y vuestra Reina. ¡Vuelen en nuestro socorro, Les suplicamos! San Miguel Arcángel: Tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Te suplicamos, suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable, para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ¡ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios! San Gabriel Arcángel: Tu eres el Ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del Corazón amante de Nuestro Señor; Permanece siempre delante de nuestros ojos, te suplicamos, para que comprendamos correctamente la palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. ¡Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue! San Rafael Arcángel: Tú eres el mensajero del amor de Dios! Te suplicamos, hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios y no dejes que esta herida se cierre jamás, para que permanezcamos sobre el camino del amor en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este amor. ¡Ayudadnos hermanos grandes y santos, servidores como nosotros delante de Dios!. ¡Protegednos contra nosotros mismos, contra nuestra cobardía y tibieza, contra nuestro egoísmo y nuestra avaricia, contra nuestra envidia y desconfianza, contra nuestra suficiencia y comodidad, contra nuestro deseo de ser apreciados! ¡Desligadnos de los lazos del pecado y de toda atadura al mundo! ¡Desatad la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración! ¡Clavad en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor! ¡Buscad en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que se derramó por nosotros! ¡Buscad en nosotros las lágrimas de vuestra Reina vertidas por nuestra causa! ¡Buscad en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen a la cual Dios quiso crearnos por amor! ¡Ayudadnos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo! Ayudadnos en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente!
¡Ayudadnos para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna! AMEN Durante la novena que es un asalto que dura nueve días, conjuramos a los Santos Ángeles por la mañana y durante el día los invocamos con frecuencia de esta manera: San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros! San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros! San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros! NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO (Para rezar en cualquier época del año y en especial del 24 de Octubre al 1 de Noviembre) PARA TODOS LOS DÍAS Por la señal de la santa cruz, etc. Acto de contrición Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido. Y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén. Oración al Padre Eterno Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio. Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén. ORACIÓN FINAL Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito. Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén. Dales, Señor el descanso eterno y brille para ellas la Luz que no tiene fin. Que descansen en paz. Amén. Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. San José, ruega por nosotros. MEDITACIÓN DÍA PRIMERO Existencia del Purgatorio Punto Primero.-‐Es un artículo de fe que las almas de los que mueren con alguna culpa venial, o sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los pecados ya perdonados, están detenidas en un lugar de expiación que llamamos
Purgatorio. Así lo enseña la santa Madre Iglesia, columna infalible de la verdad: así lo confirma la más antigua y constante tradición de todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los santos Padres griegos y latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín, y tantos otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de Cartago, de Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el Espíritu Santo. Y aunque la Iglesia no lo enseñase así ¿no lo dice bastante la razón natural? Supongamos que sale de este mundo un alma con algún pecado venial; ¿qué hará Dios de ella? ¿La arrojará al infierno, y siendo su hija y esposa amadísima la confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso repugna a la Justicia y Bondad divinas. ¿La introducirá en el cielo? Eso se opone igualmente a la santidad y pureza infinita del Creador; pues sólo aquel cuyas manos son inocentes, y cuyo corazón está limpio, subirá al monte del Señor. Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo. ¿Qué hará, pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías: La pondré como en un crisol, esto es, en un lugar de penas y tormentos, de donde no saldrá hasta que haya plenamente satisfecho a la Justicia divina. ¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de ello, la cosa es, y será así. Negar el Purgatorio, sólo poner en duda deliberadamente su existencia, es ya pecado grave. ¿Crees tú esta verdad, y con esa indiferencia mi-‐ras tan horribles penas? ¿Crees en el Purgatorio, y con tus culpas sigues amontonando leña para arder en el más terrible fuego? Medita un poco sobre lo dicho. Punto Segundo.-‐Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a aquellas almas afligidísimas. Sí; en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena comunicación de bienes espirituales entre los Bienaventurados que triunfan en el cielo, los cristianos que militamos en la tierra, y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de bienes, podemos con mucha facilidad, y mérito nuestro, bajar al Purgatorio con nuestros sufragios, y a imitación de Jesucristo, después de su muerte, librar a aquellas almas, y alegrar al cielo con un nuevo grado de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella patria felicísima. !Oh admirable disposición de la Sabiduría divina! ¡Oh, que dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios obligado a castigar a aquellas sus hijas muy amadas, busca medianeros que intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la Justicia con la ternura de Misericordia infinita. Y nosotros somos estos dichosos medianeros y corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas pobres almas. Haz, pues, cristiano, con fervor este santo novenario. No faltes a él ningún día; ¿quién sabe si abrirás el cielo a alguno de tus parientes y amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro e insensible que le niegues este pequeño sacrificio, pudiéndoles hacer ese gran favor a tan poca costa? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SEGUNDO Sobre la pena de sentido en general Punto Primero.-‐Ven, mortal; tú, que vives como si después de esta vida no te quedase nada que temer, ni que esperar: ven; penetra con el espíritu en aquellos horrendos calabozos donde la Justicia divina acrisola las almas de los que mueren con algún pecado venial; mira si, fuera del infierno, pueden darse penas mayores, ni aun semejantes a las que allí se padecen. Considera todos los dolores que han sufrido los enfermos en todos los hospitales y lugares del mundo; ¿igualarían todos ellos a los dolores que padece un alma en el Purgatorio? No, dice San Agustín; pues éstos exceden a todo cuanto se puede sentir, ver o imaginar en este mundo. Añadamos a todos estos males los suplicios y tormentos que la crueldad de los Nerones, Dioclecianos, Decios y demás perseguidores de la Iglesia inventó contra los cristianos, ¿igualarían al Purgatorio? Tampoco, dice San Anselmo, pues la menor pena de aquel lugar de expiación es más terrible que el mayor tormento que se pueda imaginar en este mundo. Entonces, ¿qué penas serán aquéllas? Son tales, dice San Cirilo de Jerusalén, que cualquiera de aquellas almas querría más ser atormentada hasta el día del juicio con cuantos dolores y penas han padecido los hombres desde Adán hasta la hora presente, que no estar un solo día en el Purgatorio sufriendo lo que allí se padece. Pues todos los tormentos y
penas que se han sufrido en este mundo, comparados con los que sufre un alma en el Purgatorio, pueden tenerse por consuelo y alivio. Punto Segundo -‐ ¿Y quiénes son esas Almas tan horriblemente atormentadas en el Purgatorio? Este es un tema profundo para hacernos reflexionar. Son obra maestra de la mano del Omnipotente, y vivas imágenes de su divinidad; son amigas, hijas y esposas del Señor; ¡y no obstante, son severamente purificadas! Dios las amó desde toda la eternidad, las redimió con la sangre de sus venas, ahora las ama con un amor infinito, como que están en su gracia y amistad divina: ¡y no obstante sufren penas imponderables! El Purgatorio. ¡Qué claramente nos manifiesta la justicia y santidad de Dios! ¡Cuánto horror debe inspirarnos al pecado! Porque si con tanto rigor trata Dios a sus almas amadas por faltas ligeras, ¿cómo seremos tratados nosotros, pecadores; nosotros, que vivimos tantas veces abandonados al arbitrio de las pasiones? Si con el árbol verde hacen esto, con el seco ¿qué harán? Si el hijo y heredero del cielo es castigado por faltas que a muchos parecen virtudes, ¿cómo seremos castigado nosotros, pecadores y enemigos de Dios, por nuestros vicios y pecados tan horrendos y abominables? Pensémoslo bien, y enmendemos nuestras vidas. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA TERCERO Sobre el fuego del Purgatorio Punto Primero. -‐ Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las almas el fuego abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para servicio del hombre, y efecto de la bondad divina, es ya el más terrible de todos los elementos; si es ya tal su virtud, que consume bosques, abrasa edificios, calcina mármoles durísimos, hace saltar piedras y murallas, derrite metales y ocasiona terribles estragos, ¿qué será el fuego del Purgatorio, encendido por un Dios san-‐tísimo y justísimo, para con él demostrar el odio infinito que tiene al pecado? Es tal, dice San Agustín, que el fuego de este mundo, comparado con él, no es más que pintado. Ahora bien; si tener el dedo en la llama de una vela sería para nosotros insoportable dolor, ¿qué tormento será para aquellas almas sepultadas en un fuego que es, dicen Santo Tomás y San Gregorio, igual en todo, menos en la duración, al del infierno? Sí; escuchémoslo bien, almas tibias, y estremezcámonos: Con el mismo fuego se purifica el elegido y arde el condenado; con la única diferencia, que aquél saldrá cuando haya satisfecho por sus culpas, y éste arderá allí eternamente. ¿Y continuamos nosotros en nuestra tibieza? Punto Segundo. -‐ Consideremos cuáles son las faltas por las que Dios, infinitamente bueno y misericordioso, castiga a sus amadísimas Esposas con tanto rigor, y veremos que son faltas leves, y a veces un solo pecado venial. Qué mal tan grave debe ser éste delante de Dios, cuando es tan severamente castigado en el Purgatorio! En efecto; el pecado venial es leve, si se lo compara con el mortal, pero en sí es un mal mayor que la ruina de todos los imperios y que la destrucción del universo: es un mal tan espantoso, que excede en malicia a todas las desgracias y ca-‐lamidades del mundo: es un mal tan grande, que si cometiéndolo pudiésemos convertir a todos los pecadores, sacar a todos los condenados del infierno, librar a todas las almas del Purgatorio, aun entonces no deberíamos cometerlo, pues todos estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve: porque aquellos son males de la criatura, y éste es un mal y una ofensa hecha al mismo Creador. ¿Podemos oír esto sin horrorizarnos y sin cambiar de conducta? Pero ¿qué es nuestra vida, sino una serie in-‐interrumpida de pecados? ¡Pecados cometidos con los ojos, con los oídos, con la lengua, con las manos, con todos los sentidos! !Cuántas culpas por la ignorancia crasa y olvido voluntario de nuestras obligaciones! ¡Cuántas indiscreciones por la distracción de nuestro espíritu; por la violencia de nuestro genio; por la temeridad de nuestros juicios; por la malicia de nuestras sospechas! ¡Cuántas faltas por no querer mortificarnos, ni sujetarnos a otro, por nuestra ligereza en el hablar! Lloremos, nuestra ceguera; y a la claridad del fuego espantoso del Purgatorio, comprendamos por último qué gran mal es cometer un pecado venial. Si, es un mal tan grande; ¡y nosotros, lejos de llorarlo, lo cometemos sin escrúpulo a manera de juego, pasatiempo y diversión! Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA CUARTO Sobre la pena de daño Punto Primero. -‐ Por horrorosos que sean los tormentos que padecen las Animas en el Purgatorio, por espantosas que sean las llamas en que se abrasan, no igualarán jamás la pena vivísima que sienten al verse privadas de la vista clara de Dios. En efecto; aquéllas constituyen la pena de sentido; ésta, la de daño; aquéllas son limitadas; ésta, infinita; aquéllas privan a las Almas de un bien accidental, cual es el deleite; por ésta, carecen de un bien esencial a la bienaventuranza, en el cual consiste la felicidad del hombre, y es la posesión beatífica de Dios. Ahora no comprenderemos esta pena; pero ella es atroz, incomprensible, infinita. ¡Pobres Animas! Ustedes conocen a Dios, no con un conocimiento oscuro, como nosotros, sino con una luz clara y perfectísima; ven que es el centro de vuestra felicidad, que contiene todas las perfecciones posibles, y en grado infinito; saben que si cayera en el infierno una sola gota de aquel océano infinito de delicias que en sí encierra, bastaría para extinguir aquellas llamas y hacer del infierno el paraíso más delicioso. Comprenden todo esto perfectísimamente, y así se lanzan ustedes hacia aquel Bien infinito con más fuerza que una enorme piedra separada de la montaña se precipita a lo profundo del valle; ¡y no obstante, no lo pueden abrazar ni poseer? ¡Qué pena! ¡Qué gran tormento! Punto Segundo. -‐ Si tan horrible pena sienten las Animas, viéndose privadas del hermosísimo rostro de Dios, ¿cuál debería ser nuestro desconsuelo como pecadores, si vivimos privados de su gracia y amistad? Las almas benditas del Purgatorio no poseen aún a Dios, es verdad; pero están seguras de poseerlo un día, porque son amigas, hijas y esposas suyas muy queridas. Pero hay mucho que saben que viviendo como viven, no poseerán jamás a Dios. Saben que, desde el momento que se rebelaron contra El perdieron su gracia, y con ella la rica herencia de la gloria. ¿Cómo dicen: Padre nuestro, que estás en los cielos? ¡Cuántos se engañan! Dios ya no es su padre, ni su señor ni su rey. Ojalá no nos encontremos nosotros en tal situación. Y si así fuera, deberíamos hacer una buena confesión para recuperar la amistad divina, y poder estar en paz, sabiendo que el Señor será nuestro deleite para siempre. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA QUINTO Remordimiento de un Anima en el Purgatorio Imaginemos hoy una persona que haya llevado en este mundo una vida semejante a la nuestra: que haya vivido tibia, inmortificada, distraída en los ejercicios de piedad como nosotros, sin tener horror más que al pecado mortal y al infierno, en el mejor de los casos. Supongamos, no obstante, que haya tenido la dicha de hacer una buena confesión, morir en gracia e ir al Purgatorio. ¿Qué pensará en medio de aquellas penas y tormentos? Seguramente dos pensamientos la afligirán enormemente. Primer Pensamiento. -‐ Pude librarme de estas penas, y no quise. ¡Yo mismo he encendido estas llamas! ¡Yo soy la causa de estas penas! Dios no hace más que ejecutar la sentencia que yo en el mundo pronuncié contra mí mismo. ¡Cuántos medios me proporcionó Dios para evitarme esto! Caricias, amenazas, beneficios, todo lo había agotado; gracias singularísimas de inspiraciones, buenos ejemplos, libros piadosos, padres vigilantes, confesores celosos, maestros y predicadores fervorosos, remordimientos continuos, todo lo había empleado. Pero, ¡qué locura tan grande la mía! ¡Por no privarme de un frívolo pasatiempo, por ir a bailes, por divertirme o jugar con tal compañía, por no abstenerme de una mirada, de un vil gusto, de una vana complacencia, por hablar de los defectos del prójimo, me sujeté voluntariamente a tantas penas y tormentos! Me lo decían todos los años, me lo predicaban y repetían: ¡pero yo no hacía caso!... ¡Dichoso San Pablo, primer ermitaño; dichosas Gertrudis, Escolástica, y tantos otros Santos que, habiendo satisfecho a la Justicia divina en el mundo, subieron al cielo sin pasar por el Purgatorio! ¡Yo podía hacer lo que ellos hicieron, pero no quise! ¡Locuras mundanas, conversaciones frívolas, pasatiempos, vanidad, qué caro me cuestan ahora! Podría fácilmente haber evitado todo eso y no lo hice. Y sólo porque no quise.
El Segundo Pensamiento que aflige al alma tibia que vivió como nosotros vivimos, es este: Yo querría librarme ahora del Purgatorio, y no puedo. ¡Si pudiera yo ahora volver al mundo!, dirá cada una de aquellas Almas, ¡con qué gusto me sepultaría en los desiertos con los Hilariones y Arsenios! Haría penitencias más espantosas que las de un Ignacio en la cueva de Manresa, que las de un Simeón Estilita y de un San Pedro de Alcántara; pasaría noches enteras en oración, como los Antonios, Basilios y Jerónimos; me arrojaría en estanques helados y me revolcaría entre espinas, como los Benitos y los Franciscos; etc. Pero, en realidad no era necesario nada de esto; con mucho menos podrían haber evitado esas llamas. Sin hacer más que lo que debían hacer cada día, pero haciéndolo con perfección, evitaban todo esto. Sí; los mismos Sacramentos, pero recibidos con mejores disposiciones; las mismas misas, pero oídas con más recogimiento y atención; las mismas devociones, pero practicadas con más fervor; las mismas mortificaciones, ayunos y obras de misericordia, pero hechas con menos ostentación, únicamente por agradar á Dios, no sólo les hubieran librado de todas esas penas, sino también asegurado a ellas y a muchas otras almas la posesión del reino de los cielos. Pero ahora sus deseos son inútiles: ya no es tiempo de merecer: ha llegado para ellas aquella noche intimada por San Juan, en la que nadie puede hacer obra alguna meritoria: ahora es necesario padecer, y sufrir penas inexplicables, y sufrirlas sin mérito alguno. ¡Y yo lo he querido! ¡Pude fácilmente evitar estos tormentos, y no quise! ¡Quisiera poder evitarlos ahora, y no puedo! ¡Dichosos nosotros que oímos esto! Tenemos tiempo todavía: aún no llegó para nosotros aquella noche tenebrosa. ¿Y seguiremos perdiendo el tiempo, y los días tan preciosos? ¿No tomaremos la seria resolución de confesarnos bien y de enmendar nuestra vida? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SEXTO Paciencia y resignación de las benditas Almas del purgatorio Punto Primero. -‐Es Verdad que las almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y sin mérito: pero las padecen con una paciencia y resignación admirables. Conocen a Dios con luz perfectísima, lo aman con amor purísimo, y desean ardentísimamente poseerlo: pero al ver sus faltas, bendicen y adoran la mano justa y amorosa que las castiga. ¡Y con cuánta más resignación que los hermanos de José, exclaman: Merito haec patimur! Con mucha razón padecemos, Señor; pues cuando pecamos no temimos tu poder y tu justicia, frustramos los designios de tu amor y de tu sabiduría, despreciamos tu majestad y tu grandeza, y ofendimos tus perfecciones infinitas. Justo es que padezcamos. Hombres sin conocimiento de la verdadera religión fueron agradecidos a sus bienhechores; Faraón hizo a José virrey de Egipto porque le interpretó un sueño misterioso. Asuero elevó a Mardoqueo a los primeros empleos de Persia porque le descubrió una conspiración; hasta los osos y los leones y otras fieras salvajes agradecidas defendieron a sus bienhechores; y nosotros, creados a tu imagen, redimidas con tu Sangre, honradas y exaltadas con tantos dones de la gracia, ingratos te abandonamos en vida. Sí; purifícanos en este fuego; ¡por ásperas que sean nuestras penas, bendeciremos y ensalzaremos tu justicia y misericordia infinitas. “Justo eres, Señor, y son rectos todos tus juicios”. Todavía más: es tanta la fealdad del pecado, por leve que sea, que si Dios abriera a esas almas las puertas del cielo, no se atreverían a entrar en él, manchadas como están; sino que suplicarían al Señor las dejara purificarse primero en aquellas llamas. Igual que una juven escogida por esposa de un gran monarca si el día de las bodas apareciese una llaga horrible en su rostro, no se atrevería a presentarse en la Corte, y suplicaría al Rey que difiriese las bodas hasta que estu-‐viera perfectamente curada. ¿Oh pecado, por leve que parezcas, qué tan grave mal eres que las mismas almas preferirían los horrores del Purgatorio antes que entrar en el cielo con la menor sombra de tu mancha! Punto Segundo. – Miremos ahora en nosotros si puede darse incoherencia mayor que la nuestra ... Nos reconocemos merecedores de horribles penas por parte de la Justicia divina, debido a los enormes pecados que cometimos en la vida pasada, y debido a las innumerables faltas en que al presente caemos todos los días; reconocemos, además, que no basta confesarse, ya que la absolución borra sí la culpa, pero no quita toda la pena, y por esto sabemos que es preciso satisfacer a la Justicia divina o en éste, o en el otro mundo; y sin embargo, jamás nos preocupamos por hacer penitencia.
Ahora podríamos expiar nuestras culpas fácilmente, y con gran mérito nuestro: una confesión bien hecha, una misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera mortificación, una limosna, una indulgencia, un Vía Crucis hecho con devoción, podría evitarnos espantosos suplicios: y nosotros todo lo descuidamos, todo lo dejamos para la otra vida. ¿Acaso Hemos olvidado lo horribles que son y cuánto tiempo duran aquellos tormentos? ¿No sabemos que, según afirman ciertos autores, fundados en revelaciones muy respetables, varias de aquellas almas han estado siglos enteros en el Purgatorio, y otras estarán allí hasta el día del juicio final? ¡Qué gran insensatez la nuestra! Las Almas, dice San Cirilo de Jerusalén, querrían mejor sufrir hasta el fin del mundo todos los tormentos de esta vida, que pasar una sola hora en el Purgatorio; y nosotros queremos más arder siglos enteros en el Purgatorio, que mortificarnos en esta vida un solo momento. ¡Qué gran absurdo! Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA SÉPTIMO Descuido de los mortales en aliviar a las Almas del Purgatorio Punto Primero. -‐ ¡Pobres almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables: no pueden merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, nosotros, ingratos, no cuidamos de ellas! Tienen ellas en el mundo tantos hermanos, parientes y amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que las saque de aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la ceguedad de Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista deseada, para contemplar el rostro hermosísimo de Dios. Se abrasan en más ardiente sed que el criado de Abraham, y no hallan una solícita Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el caminante de Jericó y el paralítico del Evangelio. Pero no encuentran un samaritano u otra persona compasiva que las consuele. ¡Pobres almas! ¡Qué gran tormento es para ustedes este olvido de los mortales! ¡Podrían tan fácilmente aliviarlas y libertarlas del Purgatorio; bastaría una misa, una Comunión y un Vía Crucis, una indulgencia que aplicasen; y nadie se preocupa de ofrecerlas por ustedes! ¿Y quiénes son esos ingratos? ¡Son sus mismos parientes y amigos, sus mismos hijos!. Ellos se alimentan y recrean con los bienes o posibilidades que ustedes les dejaron, y ahora, como desconocidos, no se acuerdan ya de ustedes. ¡Pobres almas! Con mucha más razón que David pueden ustedes decir: si alguien que no hubiese nunca recibido ningún favor de mi parte, si un enemigo me tratara así por doloroso que me fuera, podría soportarlo con paciencia: ¡pero tú, hijo mío, hermano, pariente, amigo, que me debes tantos beneficios; tú, hijo mío, por quien pasé tantos dolores y no-‐ches tan malas; tú, esposo; tú, esposa mía, que tantas pruebas recibiste de mi amor, siendo objeto de mis desvelos y blanco de mis incesantes favores: que tú me trates así; que, descuidando los sufragios que tanto te encargué me dejes en este fuego, sin querer socorrerme! ¡Ésta sí que es una ingratitud y crueldad superior a todo lo que podemos pensar! Punto Segundo.-‐ ¡Pobres almas! Pero más pobres e infelices seremos nosotros, si no las socorremos. Acuérdate, nos gritan los difuntos a nosotros, de cómo he sido yo juzgado: porque así mismo lo serás tú: A mí ayer; a ti hoy. Tú también serás del número de los difuntos, y tal vez muy pronto. Y por rico y poderoso que seas, ¿qué sacarás de este mundo? Lo que nosotros sacamos, y nada más: las obras. Si son buenas, ¡qué consuelo! Si malas, ¡qué desesperación! Como tú hayas hecho con nosotros, harán contigo. ¿Lo oyes? Si ahora eres duro e insensible con las benditas Almas del Purgatorio, duros e insensibles serán contigo los mortales, cuando tú hayas dejado de existir. Y no es éste el parecer de un sabio; es el oráculo de la Sabiduría infinita, que nos dice en San Mateo: Con la misma medida con que midiereis, seréis medidos. Sí; del mismo modo que nos hu-‐biésemos portado con las almas de nuestros prójimos, se portarán los mortales también con nosotros. ¡Ay de aquel que no hubiese practicado misericordia, porque le espera, dice el apóstol Santiago, un juicio sin misericordia. ¿Y no tiemblas tú, insensible para con los difuntos? Si lleno de indignación, el Juez supremo arroja al infierno al que niega la limosna a un pobre, que tal vez era enemigo de Dios por el pecado, ¿con cuánta justicia y rigor condenará al que niegue a sus amadísimas esposas los sufragios de los bienes que les pertenecían? Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA OCTAVO
Cómo recompensará el Señor a los devotos de las benditas Ánimas Punto Primero.-‐Supongamos que, movidos por estas meditaciones, hacemos una sincera y completa confesión, y ganan-‐do la indulgencia plenaria de este santo novenario, sacamos un alma del Purgatorio. ¡Qué grande será nuestra dicha! Si perseveramos, ¡qué gran retribución recibiremos en el cielo! Si los reyes de la tierra, siendo miserables mortales, recompensan con tanta generosidad al que libra a uno de sus súbditos de un gran peligro, o expone su vida sirviendo generosamente a los apestados, ¿cómo será el premio que dará el Señor al que libre a una o más almas de las llamas del Purgatorio? Hagamos esta comparación: Padres y madres, si un hijo de ustedes cayese en un río o en un fuego, y alguien lo rescatara y se los devolviese vivo, ¿cómo lo agradecerían? Si ustedes fueran ricos y potentados, y esa persona fuera pobre, ¿cómo lo premiarían? Ahora bien: ¿qué comparación puede haber entre el cariño del padre más amoroso con el amor que Dios profesa a aquellas almas, que son sus hijas amadas? ¿Qué son todos los peligros y males de este mundo, comparados con las penas del Purgatorio? ¿Y qué comparación puede haber entre el poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la generosidad infinitos de Dios, que promete un inmenso premio de gloria por la visita hecha a un preso, a un enfermo, o por un vaso de agua dado a un pobre por su amor? ¡Cristianos! No dudemos decir que se ve como asegurada nuestra salvación, si logramos sacar una sola alma del Purgatorio. Sabiendo esto, ¿no haremos lo posible para lograrlo? Punto Segundo. -‐ No pensemos que estas sean sólo unas reflexiones piadosas; es una promesa formal de Jesucristo, Verdad Eterna, que no puede faltar a su palabra. ¿No nos dice en el sagrado Evangelio: Bienaventurados los miseri-‐cordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia? Fundado en estas palabras infalibles, dice San Gregorio: "Yo no sé que se haya condenado ninguno que haya usado de misericordia con el prójimo". Dios quiere mucho a las almas; todo cuanto se hace por ellas, lo mira, agradece y premia como si a El mismo se le hiciera; En verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de esos pequeños hermanos míos, lo habéis hecho conmigo. Qué dichosos somos los cristianos; si socorremos a las pobres Ánimas del Purgatorio, un día nos dirá nuestro generosísimo Juez: “venid, benditos de mi Padre. Aquellas pobres almas tenían hambre, y vosotros comulgando las habéis alimentado con el pan de vida de mi sacratísimo Cuerpo; morían de sed, y asistiendo o haciendo celebrar misas, les habéis dado a beber mi Sangre preciosísima; estaban desnudas, y con vuestras oraciones y sufragios las habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la más triste prisión, y con vuestros méritos e indulgencias las habéis sacado de ella”. "Y no es precisamente a las Ánimas a quienes habéis hecho estos favores; a Mí me los habéis hecho: Conmigo lo hicisteis: pues todo cuanto hicisteis por ellas, Yo lo miro por tan propio como si lo hubieseis hecho por Mí mismo. Por tanto, venid, benditos de mi Padre, a recibir la corona de gloria que os está preparada en el cielo". ¿No quisiéramos, cristianos, lograr semejante dicha? Está en nuestras manos. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria MEDITACIÓN DIA NOVENO Agradecimiento de las benditas Ánimas para con sus devotos Punto Primero. – Llegamos hoy al día feliz; hoy, con las Comuniones y sufragios que los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras iglesias, muchas de aquellas almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado a ser dichosos habitantes y príncipes felices de la Corte celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya poseen a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su entendimiento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha. Si pudiésemos entrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el paso de aquellos Bienaventurados! ¡Qué alegría, qué abrazos se dan tan afectuosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Cómo dan por bien empleadas las penas que en este mundo padecieron! ¡Con qué alegría está diciendo cada una de ellas: Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las misas que oía, las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser practicante! !Y con qué generosidad pagas, Señor, hasta los sacrificios más pequeños e insignificantes que hice por tu amor!
¿No quisiéramos nosotros tener nosotros la misma suerte? Entonces luchemos contra las pasiones; que sin luchar no se alcanza la victoria; sin pena, no hay felicidad. Punto Segundo.-‐ !Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna de aquellas almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una felicidad infinita. ¿Cómo no suplicarán fervorosamente a Dios por ti? ¿Cómo no van a socorrerte en cualquier necesidad que te encuentres? ¿Qué empeño pondrán en conseguirte las gracias necesarias para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los vicios? Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el infierno, ¡con cuánto celo esas almas dirán al Señor: ¿Vas a permitir, oh Dios, que se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas? ¿No prometiste que alcanzarían misericordia los que la tuvieran con el prójimo? ¿Consentirías ahora que cayese en el in-‐fierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo? ¡Dichoso cristiano, cuántos envidian tu dicha! Persevera, y tienes segura la palma de la gloria. Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena. Padrenuestro, Avemaría y Gloria NOVENA BREVE DE SAN BENITO PARA PEDIR UNA GRACIA Rezar durante nueve días consecutivos la siguiente oración: OH San Benito, mi protector bondadoso y de cuantos van a ti en sus apuros. Intercede por mí a Dios para que alivie mis sufrimientos y dificultades que ahora me agobian (pídase aquí la gracia que se desea obtener) Te lo pido con toda confianza. Padrenuestro, Avemaría y Gloria NOVENA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la Inmaculada Concepción de María Santísima, Madre de Dios y Señora nuestra, concebida sin pecado original en el primer instante de su ser. Amén. Acto de contrición. Dulcísimo Jesús Sacramentado, en quien creo, en quien espero, a quien adoro y amo sobre todas las cosas; penetrado del más vivo dolor de haberos ofendido, recurro a vuestros pies y presencia santísima, conociendo que he pecado delante del cielo y contra Vos, y por ser quien sois, Bondad infinita, me pesa una y mil veces de haberos ofendido. Recibid, Señor, la contrición de mis pecados, y aumentadla y perfeccionadla para que sea firme el propósito que hago de nunca más volver a ofenderos, y de confesarme debidamente. Y en reconocimiento de la misericordia que espero me habéis de conceder, admíteme a vuestra gracia, quiero dedicarme a vuestro servicio en el Santísimo Sacramento, en donde os alabaré y bendeciré toda mi vida. Amén. Rezar la oración del día que corresponda. DÍA PRIMERO Soberano y eterno Dios, en cuya presencia están llenos de respeto los más altos serafines; y maravillados de vuestra infinita grandeza no hacen más que repetir: Santo, Santo, Santo; que habéis querido encerrar en la Sagrada Eucaristía todas vuestras perfecciones: dignaos recibir en señal de mi agradecimiento todas las alabanzas que os dieron y dan todos los espíritus bienaventurados desde su creación, y todos los santos desde que entraron en vuestra gloria, y las que os dan y darán todas las criaturas desde el principio del mundo por toda la eternidad; os pido humildemente alumbréis mi alma con una fe muy viva, para que conociendo vuestras finezas en el Santísimo Sacramento, sepa tributaros continuas acciones de gracias y la más profunda adoración. Amén. DÍA SEGUNDO
Soberano Señor y Rey eterno, que, estando en el cielo a la diestra del Padre con universal imperio y señorío sobre todos los Santos, y Espíritus bienaventurados, cantándoos perpetuas alabanzas, y reconociéndoos por verdadero Rey y Señor, quisisteis humillaros en el Santísimo Sacramento del altar, encubriendo toda vuestra grandeza bajo el velo de los accidentes, os suplico con la mayor humildad vengáis a mi alma, como poderoso Rey, destruyáis todos mis enemigos que son mis vicios, e imprimáis firmemente en ella vuestras divinas leyes, y prometo seros fiel, obedeceros y adoraros en espíritu y verdad por toda mi vida. Amén. DÍA TERCERO Dulcísimo Señor y vigilante Pastor de mi alma, que no contento con haberme buscado y llevado sobre vuestros hombros como oveja perdida, quisisteis quedaros en el Santísimo Sacramento para daros en pasto a las fieles ovejas y que comiesen la misma carne, y bebiesen la preciosa sangre de vuestro sagrado cuerpo, cumpliendo de esta manera y con excelencia los oficios de verdadero Pastor, haced que arrepentido ya de haberos hecho trabajar en buscarme, por haberme huido de Vos tantas veces, de aquí en adelante me deje guiar y gobernar por vuestra gracia, y apacentada mi alma con tan divino manjar, jamás vuelva a caer en las garras de la fiera pésima de la culpa. Amén. DÍA CUARTO Amabilísimo Señor y Jesús mío, que quisisteis dar a conocer vuestra misericordia llamándoos Médico y para que sanásemos de todas las enfermedades de nuestra alma os dignasteis dejar en la Iglesia la preciosa medicina de vuestra propia carne y sangre: compadeceos Médico divino de todos mis males. Mirad Señor, que hace muchos años que los padezco; pero si vos queréis, podéis en este instante mismo limpiarme de toda mi lepra: oigo interiormente aquel piadoso quiero con que sanasteis al leproso; y si sanó también la enferma del flujo de sangre tocando la orilla de vuestro vestido, sane yo de todas mis dolencias tocando y recibiendo dignamente vuestra misma carne, y logre así la salud para siempre. Amén. DÍA QUINTO Sapientísimo Señor y Maestro de mi alma, que después de haber hablado tantas veces y de tantas maneras a vuestro antiguo pueblo por medio de los profetas quisisteis hablar y enseñar por Vos mismo a los hijos de la Iglesia, estableciendo vuestra perpetua cátedra en el Santísimo Sacramento, a donde como a verdadero monte de Dios y casa de Jacob convidáis a todos para que os oigan, comunicando los tesoros de sabiduría y ciencia que en Vos se encierran; apiadaos, o dulcísimo Maestro mío, de mi rudeza e ignorancia, y dignaos comunicar a mi entendimiento luz para que aprenda a cumplir vuestros mandamientos, enseñándome al mismo tiempo a conoceros y a conocerme, para que en todos sepa ejecutar siempre vuestra divina voluntad. Amén. DÍA SEXTO Omnipotente Señor y Padre amabilísimo, que siendo dueño universal de todo lo criado tenéis tanto amor a los hombres, que los adoptáis por hijos, y queréis que lo sean y se llamen así, preparándoles en la mesa divina el pan del cielo para su alimento: despertando mi alma del olvido en que ha vivido, me presento a vuestra soberana presencia, y cual si fuese aquel pródigo del Evangelio recurro a Vos confiado en que sois mi Padre, aunque he perdido tantas veces la preciosa cualidad de hijo vuestro. ¡Oh si pudiera dar una voz de verdadero dolor de mis pecados, que penetrando los cielos se oyera por todas partes que he pecado contra mi buen padre! Humildemente os pido me perdonéis, y me recibáis en vuestra gracia, admitiéndome al convite de vuestro divino Sacramento, para permanecer en ella hasta el fin de mi vida. Amén. DÍA SÉPTIMO Benignísimo Señor y huésped divino de mi alma, que siendo los cielos corto espacio para vuestra grandeza gustáis de hospedaros en la pobre casa de mi corazón, y para facilitarme tanta dicha habéis querido quedaros en el Santísimo Sacramento, dignaos, Señor, que así como enriquecisteis a la Reina de los ángeles María Santísima con innumerables gracias y dones, porque la escogisteis para morada vuestra, a proporción derraméis sobre mí las riquezas de vuestras misericordias para que, siendo yo templo vuestro, pueda recibiros dignamente, y conservar siempre en mí la santidad que necesito. Amén.
DÍA OCTAVO Dios y Señor enamorado de las almas, ya que tanto nos aseguráis que tenéis todas las delicias en estar con los hombres, y en señal de tanta fineza dijisteis a los Apóstoles después de haberles dado la Comunión: "Ya no os llamaré siervos, sino amigos míos"; y lo mismo decís en este Sacramento a todos los cristianos que os reciben dignamente. Por esta amistad, Señor, os pido que excitéis en mi corazón los más vivos afectos de amor y de ternura para que no ame otra cosa sino a Vos, ni piense en otra cosa mas que en visitaros y adoraros, regalándome siempre con el trato de tan buen Amigo, hasta que goce de vuestra clara vista en la gloria. Amén. DÍA NOVENO Dulcísimo Jesús sacramentado, que habéis querido en la Sagrada Eucaristía señalaros con los títulos de mayor consuelo para nosotros, queriendo también que en este misterio os reconozcamos por Esposo fiel y amante de nuestras almas; haced Señor, que yo corresponda a tanta fineza, y que me prepare con las vestiduras nupciales para asistir dignamente a tan santo desposorio, y poderlo celebrar después eternamente en la gloria. Amén. ORACIONES PARA CONCLUIR CADA DÍA Rezar seis padrenuestros, seis avemarías y seis glorias al Santísimo. Terminar con las siguientes oraciones: Afectos. Vos sois mi Dios, y os confesaré siempre en este Santísimo Sacramento. Vos sois mi Dios, y os exaltare. Os confesaré siempre, porque os habéis dignado oír mis súplicas en este lugar de propiciación. Glorificaré vuestro santo nombre eternamente, porque así manifestáis sobre mí vuestra misericordia. Vos solo sois Dios, y no hay otro fuera de Vos. Vos solo Santo, sólo Señor, y sólo Altísimo. Vos esplendor del Padre y figura de su sustancia. Iluminad mi entendimiento y abrasad mi corazón con vuestro divino amor. Hacer aquí la petición que se desea alcanzar con la novena. ORACIÓN. Dulcísimo Jesús Sacramentado, que obligado de vuestra infinita caridad quisisteis enriquecer a la Iglesia con el preciosísimo tesoro de vuestro Cuerpo y Sangre para ser en la Eucaristía Rey que nos gobierne, Pastor que nos dirija, Médico que nos ame, Huésped que nos enriquezca, Amigo que nos consuele, y Esposo que nos haga felices para siempre; haced, Señor, que yo logre en este Sacramento tan singulares misericordias, y que reconociendo en él vuestra real presencia, acuda a adoraros frecuentemente en espíritu de verdad para desagraviaros del olvido que padecéis en las Iglesias, y para recompensar las injurias que recibís de los infieles y herejes, y de los malos cristianos con sus comuniones sacrílegas. Y ya que son tan pobres mis afectos, yo os ofrezco todas las adoraciones que os tributan los bienaventurados, y las alabanzas que os dio en la tierra, y os está dando en el cielo la Reina de los ángeles María Santísima. Recibidme, Señor, por perpetuo esclavo vuestro, y haced que lo acredite en la reverencia con que os adore, y en el cielo con que promueva vuestras alabanzas, pidiéndoos que socorráis las necesidades en que se halla la santa Iglesia, y que miréis con perpetua misericordia a este vuestro católico pueblo. Destruid las herejías, convertid a los pecadores y perfeccionad a los justos. Abrid, Señor, vuestra mano generosísima, y compadecido de mis necesidades espirituales y temporales, dadme el remedio que en todo necesito, que, santificado con vuestra gracia, os alabe por todos los siglos en la gloria. Amén. ¡Oh sacrificio y hostia saludable Que las puertas del cielo nos franqueas! La lucha nos oprime formidable; Todo nuestro favor y esfuerzo seas. V. Les disteis, Señor, el Pan del cielo. R. Que encierra en sí todo deleite. ORACIÓN FINAL.
O Dios, que nos dejaste la memoria de tu Pasión en este admirable Sacramento; concédenos que de tal suerte veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. OCTAVARIO BREVE AL SANTÍSIMO SACRAMENTO ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres estáis de noche y de día en este Sacramento, todo lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos los que vienen a visitaros: yo creo que estáis presente en el Augusto Misterio del altar, os adoro desde el abismo de mi nada y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma y vuestra dignidad, por haberme concedido como abogada a vuestra Santísima Madre la Virgen María, y por haberme llamado a visitaros en este lugar santo. Adoro vuestro amantísimo Corazón, y deseo adorarle con tres fines: el primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva; el segundo, para desagraviaros de todas las injurias que habéis recibido de vuestros enemigos en este Sacramento, y el tercero, porque deseo en esta visita adoraros en todos los lugares de la tierra, donde estáis sacramentado con menos culto y más olvido. ¡Jesús mío!, os amo con todo mi corazón; pésame de haber tantas veces ofendido en lo pasado a vuestra infinita Bondad; propongo, ayudado de vuestra gracia, enmendarme en lo venidero; y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Vos; os doy y entrego toda mi voluntad, mis afectos mis deseos y todo cuanto me pertenece. De hoy en adelante haced, Señor, de mí y de mis cosas todo lo que os agrade. Lo que yo quiero y os pido es vuestro Santo Amor, la perfecta obediencia a vuestra santísima voluntad y la Perseverancia final. Os encomiendo las almas del Purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada, y os ruego también por todos los pobres pecadores. En fin, amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de vuestro amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a Vuestro Eterno Padre y le pido en vuestro nombre que por vuestro amor los acepte y los mire benignamente. Amén. Rezar seis Padrenuestros, Avemarías y Glorias y la comunión espiritual. COMUNIÓN ESPIRITUAL Oh Jesús mío, creo que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros dentro de mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya hubieseis venido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis jamás que vuelva a abandonaros. -‐ De la desgracia de recibir indignamente vuestro Cuerpo y Sangre, líbranos, Señor. -‐ De la concupiscencia de la carne, líbranos, Señor. -‐ De la concupiscencia de los ojos, líbranos Señor. -‐ De la soberbia de la vida, líbranos, Señor. -‐ De toda ocasión de ofenderos, líbranos, Señor. -‐ Jesús, oídnos. -‐ Jesús, escuchadnos. V. Les habéis dado un pan venido del cielo. R. Un pan que encierra toda dulzura. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: DÍA PRIMERO ¡Oh Dios, que en el admirable Sacramento nos dejasteis una memoria de vuestra Pasión!, os rogamos, Señor, nos concedáis que de tal manera veneremos los misterios de vuestro Cuerpo y Sangre que perennemente sintamos en nosotros el fruto de vuestra redención: Vos que vivís y reináis con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo. Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. Alabado y bendito sea para siempre y a cada instante cl Divino Santísimo Sacramento del Altar. DÍA SEGUNDO
Dulcísimo Jesús Sacramentado, ya que todo lo puedes, remedia mi impotencia. Sin Ti, ni tan siquiera puedo pronunciar tu dulcísimo Nombre. Ya que os dignáis aceptar mis humildes adoraciones, haced que cada día sean menos indignas de Vos. Os lo pido, Señor, por mediación de la Santísima Virgen María, vuestra dulcísima Madre y Madre mía también, y de mi Padre el Patriarca San José y de San Pascual Bailón, nuestros Patronos y Protectores de nuestra obra de adoración. ¡Oh buen Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos! Amén. DÍA TERCERO Soberano Señor Sacramentado, yo creo en Ti, espero en Ti, te amo con todo mi corazón. La memoria de mis pecados oprime mi alma con un vivo dolor. Concédeme el perdón y la paz de una reconciliación perpetua. La vista de las virtudes que me faltan y que sinceramente debo adquirir, juntamente con mi debilidad e impotencia, me llenan de angustiosa ansiedad. Concédeme, Señor, la victoria sobre mí mismo y las virtudes que necesito, para que mi adoración sea pura, perfecta y santa. Os lo pido por mediación del Sagrado Corazón de María, mi Madre, y por tu Sagrado Corazón, dulcísimo Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. DÍA CUARTO Virgen Santísima, pon en mis labios y en mi corazón el Magnificat de tu eterna gratitud a Nuestro Señor Jesús, tu Hijo Santísimo. Alabado sea tu santo Nombre. ¡Oh María, Madre de la Eucaristía!, adoctríname en el amor de Jesús Sacramentado; introdúceme en el Sagrado Corazón Eucarístico para que en Él y por Él dé gracias sin fin al Eterno Pa dre, que con el Verbo Encarnado y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. DÍA QUINTO ¡Oh radiante Sol de la Eucaristía! Con perfección infinitamente mayor que el sol de la tierra, Tú iluminas, enciendes y fecundas el mundo sobrenatural de nuestras almas. Tú conviertes nuestro ser terreno en otro ser celestial y divino. Vuelve a nosotros como vencedor de las densas sombras de la falsa humildad, del temor servil con que la herejía quiso apartar de Ti a las almas. Despierta en tu pueblo la antigua vida eucarística, vida de luz y de amor, de sacrificio y de alegría, principio y continuación de la eterna vida, que es adorarte, servirte y amarte en tus tabernáculos para continuar nuestra vida de adoración en los cielos. Amén. DÍA SEXTO ¡Oh Soberano Señor Sacramentado! Por un deber y un estímulo de mi conciencia, deseo con toda mi alma reparar el mal de mis pecados e ingratitudes cometidos contra Vos. Por un deber de caridad con mis prójimos, deseo reparar todas sus ofensas, desagraviar vuestro Divino Corazón, consolaros y atraer vuestro Divino Corazón, consolaros y atraer vuestro perdón sobre mí y sobre mis hermanos, sobre todos los hombres. A ello me mueve el amor que os profeso sobre todas las cosas, con todo el afecto de mi corazón, porque quiero veros triunfante, bendecido y alabado de todos los corazones. Uno mis deseos a vuestra reparación infinita en el Santísimo Sacramento, mis pensamientos y mis obras, y sobre todas ellas, tu adoración perpetua, Real y Universal. Las uno a mi Madre Reparadora y por su Mediación os pido, con humildad y confianza, el espíritu de la verdadera Reparación; a Ti, oh dulce Jesús mío, que, con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas por todos los siglos. Amén. DÍA SÉPTIMO Señor mío Jesucristo, que, derramando sobre los hombres las riquezas de vuestro amor, instituisteis el Sacramento de la Eucaristía, os suplicamos nos concedáis que podamos amar siempre vuestro Corazón amantísimo y hacer un uso digno y fructuoso de este Augusto Sacramento. Vos que vivís y reináis con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. DÍA OCTAVO ¡Oh Cristo Jesús! Yo os reconozco por Rey universal. Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado por Vos. Ejerced sobre mí todos vuestras derechos. Yo renuevo mis promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y de un modo particular, yo me obligo a hacer triunfar, según mis fuerzas, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. Divino Corazón de Jesús, yo os ofrezco mis pobres oraciones para alcanzar que
todos los corazones reconozcan vuestra Realeza Sagrada, y que así el Reino de vuestra paz se establezca en todo el universo. Así sea. NOVENA AL PADRE CELESTIAL PIDIENDO POR EL NOMBRE DE SU HIJO JESÚS ¡Oh Dios Omnipotente y bondadoso!; vednos postrados a vuestros pies para imploraros misericordia y perdón por nuestros muchos pecados. ¿Quiénes somos nosotros para aparecer ante Vos y mucho menos para pediros gracias? Acordaos, sin embargo que dijisteis: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá"; y en otra parte: "Pedid por el nombre de Jesús y todo se os concederá." Llenos de fe y confianza en vuestras palabras, os suplicamos nos concedáis la gracia.... Por este mismo nombre os pedimos perdón de nuestras culpas, gracia para vencernos, generosidad en vuestro servicio, constancia en el bien obrar y llegaros a amar en la tierra cuanto es posible a una miserable criatura. Concedednos, os lo suplicamos de nuevo, la gracia que solicitamos en esta novena. V. ¡Oh Padre celestial! R. Escuchad nuestras súplicas por el nombre de vuestro Hijo Jesús. (repetir 5 veces). ORACIÓN ¡Oh Dios que quisisteis glorificar el nombre de vuestro Hijo, prometiendo conceder cualquiera cosa que por El se os pidiera! Acordaos de vuestra promesa, ya que en ella tenemos puesta toda nuestra confianza, y concedednos el favor que solicitamos. Ciertos estamos de alcanzarlo, porque creemos firmemente que antes pasarán los cielos y la tierra que deje de cumplirse la menor de vuestras palabras. Gracias sean dadas ya desde ahora a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, porque nos han socorrido. Amén. NOVENA AL ESPÍRITU SANTO Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he merecido el infierno y perdido el cielo, y sobre todo, porque te ofendí a Ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén. ORACIONES PARA EMPEZAR TODOS LOS DÍAS ¡Dios mío! Dios de amor y de verdad. Autor de la santificación de nuestras almas, postrado humildemente ante vuestra soberana Majestad, detesto en la amargura de mi corazón todos mis pecados, como ofensas hechas a Vos, digno de ser amado sobre todas las cesas. ¡Oh bondad infinita! ¡Quién jamás os hubiera ofendido! Perdonadme, Señor, Dios de gracia y de misericordia, perdonadme mis continuas infidelidades; el no haber tenido valor para ejecutar cosa alguna buena, después que tantas veces vuestra misericordia y gracia me han solicitado, reprendido, amenazado e inspirado amorosamente. Me pesa, me arrepiento de la ingrata correspondencia e indigna ceguedad con que he resistido incesantemente a vuestros dulces y divinos llamamientos. Mas propongo firmemente con vuestro auxilio de no ser ya rebelde a Vos, de seguir en adelante vuestras tiernas inspiraciones con suma docilidad. A este fin, alumbrad, oh fuente de luz, mi entendimiento, fortaleced mi voluntad, purificad mi corazón, arreglad todos mis pensamientos, deseos y afectos, y hacedme digno de gustar los frutos bienaventurados que vuestros dones producen en las almas que os poseen. Concededme las gracias que os pido en esta Novena, si han de ser para mayor gloria vuestra, y para que yo os vea, ame y alabe sin fin en vuestra gloria. Amén. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Ven a nuestras almas ¡ Oh Espíritu SANTO! y del cielo envía de tu luz un rayo. Ven, padre de pobres, ven, de dones franco, ven, de corazones lucido reparo. Ven, consolador, dulce y soberano, huésped de las almas, suave regalo. En los contratiempos descanso al trabajo, templanza en lo ardiente consuelo en el llanto.
Santísima luz de todo cristiano, lo intimo del pecho, llena de amor casto. En el hombre nada se halla sin tu amparo, y nada haber puede sin Ti, puro y santo. Con tus aguas puras lava lo manchado, riega lo que es seco pon lo enfermo sano. Al corazón duro doblegue tu mano, y ablande las almas que manchó el pecado. Vuelve al buen camino al extraviado, y al helado Enciende en tu fuego santo. Concede a tus fieles en Ti confiados de tus altos dones sacro setenario. Aumento en virtudes haz que merezcamos, del eterno gozo el feliz descanso. Amén. A continuación rezar la oración del día que corresponda: ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS (excepto el último día) HIMNO AL ESPÍRITU SANTO ¡Ven, oh Criador Espíritu! nuestras almas visitad, los pechos, que Vos criasteis, llene gracia Celestial. Pues sois Paráclito Espíritu, Don del Padre celestial, fuente viva, sacro fuego, unción santa, espiritual. En tus dones setiforrnes, tu promesa paternal, dedo eterno de Dios Padre nuestras lenguas inflamad. Ilustrad nuestros sentidos, el corazón inflamad, nuestros cuerpos, que son flacos, con vuestra virtud armad. Apartad los enemigos, danos la divina paz y siendo Vos nuestra guía huyamos toda maldad. Par Vos al Padre y al Hijo, en esta vida mortal conozcamos, y creamos siempre tu Divinidad. A Dios PADRE sea gloria, al HIJO gloria inmortal y al Espíritu PARÁCLITO por toda la Eternidad. Amén. ORACIÓN ¡Oh Espíritu Santo! Divinísimo consolador de mi alma, fuego, luz y celestial ardor de los corazones humanos, si es para gloria de vuestra Majestad que yo consiga lo que deseo y pido en este día, dignáos concedérmelo benignamente; y sino dirigid mi petición, dándome las gracias que ha de ser para vuestra mayor gloria y bien de la salvación de mi alma. Amén. Ahora cada uno se recogerá interiormente y pedirá la gracia que más necesite. Hecha la petición, se concluirá todos los días con antífona, verso, respuesta y oración siguientes: ANTÍFONA No os dejaré huérfanos, aleluya; voy y vengo a vosotros, aleluya; y se alegrará vuestro corazón, aleluya, aleluya. V. Enviad, Señor, vuestro Santo Espirito, y serán creados. R. Y renovaréis la faz de la tierra. ORACIÓN Oh Dios, que habéis instruido los corazones de los fieles con la ilustración del Espíritu Santo, dadnos el sentir rectamente con este mismo Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Señor nuestro, tu Hijo, que vive contigo y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. DÍA PRIMERO ¡Oh Espíritu Santo! Fuente viva de divinas aguas que, en la creación del mundo, santificasteis las inmensas que rodeaban el mundo y las aguas del Jordán en el bautismo de Jesucristo, Señor nuestro; yo os suplico que seáis en mi espíritu, tan árido y seco, la Sagrada fuente de aguas vivas, que jamás se agote y salte hasta la vida eterna; y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA SEGUNDO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Que haciendo sombra con vuestra virtud altísima a la purísima Virgen María, y llenándola al mismo tiempo de gracia, obrasteis de un modo inefable y omnipotente la obra infinita de la Encarnación del Verbo eterno, en el seno virginal de vuestra celestial Esposa: haced sombra a mi alma y concededme la gracia necesaria para que yo sea
digno de recibir al mismo Verbo divino hecho hombre y sacramentado por mi amor, y también la especial que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra, y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA TERCERO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Celestial paloma que, abriendo de par en par los cielos, bajasteis sobre Jesús ya bautizado en el Jordán, simbolizando: que desde cl momento en que tomó la naturaleza humana, habitaba en él la plenitud de la Divinidad; bajad sobre la mía pobre y miserable y llenadla del don de sabiduría de consejo, de entendimiento y fortaleza, de ciencia, piedad y temor de Dios; y dadme la gracia que pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA CUARTO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Nube lúcida que haciendo en el Tabor sombra a Jesús transfigurado y glorioso, ilustrasteis aquel Santo monte, y amparasteis en su excesivo temor a los Apóstoles, comunicándoles después de la Ascensión de su Divino Maestro mucha luz, fervor y gracia; ilustrad, proteged y fecundad mi alma para que yo sea digno discípulo de Jesús, y dadme la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA QUINTO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Suave viento que llenó el Cenáculo y dio fuerza y valor a los corazones de cuantos os esperaban, orando fervorosamente unidos con una alma y un corazón: ocupad ¡oh Espíritu de vida y amor! toda la casa de mi pequeño espíritu, mí memoria, entendimiento y voluntad: y dadme la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA SEXTO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. Oh Espíritu Santo! Luz clarísima que ilustró el entendimiento de los santos Apóstoles, comunicándoles, como Sol divino, toda la luz que necesitaban para su perfección y para la conversión del mundo: llenad ¡oh luz beatísima! todos los senos tenebrosos de mi interior, para que os conozca y dé a conocer a todo el mundo; y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Sagrado fuego que apareciendo visible sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, inflamasteis divinamente sus corazones para que, abrasados en vuestro amor, encendiesen después a todo el mundo en las mismas sagradas llamas: encended en vuestros santísimos ardores mi corazón helado, para que, abrasado mi espíritu en ellos, encienda en vuestro divino amor a cuantos tratare; y dadme la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días.
DÍA OCTAVO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Llama ardiente de caridad que con el fuego de vuestro amor inflamando el corazón de los santos Apóstoles y de todos los hombres Apostólicos, les comunicasteis el don de lenguas para la conversión del mundo; inflamad sagrado fuego de amor a mi corazón y mi lengua para que siempre hable gobernado por vuestro Espíritu, y fervoroso en la caridad, inflame a todos para que observen fielmente vuestros divinos mandamientos; y dadme la gracia que pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con la oraciones finales para todos los días. DÍA NOVENO Comenzar con la oraciones preparatorias para todos los días. ¡Oh Espíritu Santo! Caridad esencial que, difundida en los corazones humanos, los divinizáis comunicándoles todas las divinas gracias que se incluyen en nuestros siete dones, y comprenden cuanto necesita la vida espiritual, propia de cada uno, y la que deseáis se comunique a todos los hombres: difundidlos, ¡oh Caridad santísima! en mi corazón tan pobre de vuestros siete dones, y que con ellos publique vuestras grandezas. ¡Oh Dios misericordioso! Vos, que antiguamente llenasteis en este dichoso día los pechos apostólicos de vuestra gracia, llenad los nuestros de vuestros divinos carismas, concedednos tranquilos tiempos, confirmad las gracias que os hemos pedido en esta Novena, si son para mayor gloria vuestra y bien de nuestras almas. Amén. Después de esta oración, en lugar de la antífona, verso, respuesta y oración de todos los días, se dirán las siguientes: ANTÍFONA PARA EL DÍA NOVENO Hoy se completaron los días de Pentecostés, aleluya; hoy se reproducen los felices gozos, cuando el Espíritu Consolador bajó sobre sus Apóstoles, aleluya; hoy, rayando el resplandor del divino fuego, reposó el Espíritu Santo en forma de lenguas sobre ellos, aleluya; hoy les hace fecundos en palabras, les inflama de su amor y les llena de' sus innumerables carismas, aleluya, aleluya. V. Fueron todos llenos del Espíritu Santo, aleluya. R. Y comenzaron a hablar en varias lenguas, aleluya. ORACIÓN Oh Dios, que habéis instruido en este día los Corazones de los fieles con la ilustración del Espíritu Santo, dadme el sentir rectamente con este mismo Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Señor nuestro, tu Hijo, que vive contigo y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. NOVENA DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DEL CARMEN Por la señal... Acto de contrición. Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías) Rezar a continuación la oración del día que corresponda. DÍA PRIMERO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA SEGUNDO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que por tu singular amor a los Carmelitas los favoreciste con tu familiar trato y dulces coloquios, alumbrándolos con las luces de tu enseñanza y ejemplo de que dichosamente gozaron. Te ruego, Señora, me asistas con especial protección, alcanzándome de tu bendito Hijo Jesús luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma; para conocer mis culpas y llorarlas para saber como debo comportarme a fin de servirle con toda perfección; y para que mi trato y conversación sean siempre para su mayor honra y gloria y edificación de mis prójimos. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA TERCERO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que te dignaste admitir con singular amor el obsequio filial de los Carmelitas, que entre todos los mortales fueron los primeros que en tu honor edificaron un templo en el Monte Carmelo, donde concurrían fervorosos a darte culto y alabanza. Te ruego, Señora, me alcances sea mi alma templo vivo de la Majestad de Dios, adornado de todas las virtudes, donde El habite siempre amado, adorado y alabado por mi, sin que jamás le ocupen los afectos desordenados de lo temporal y terreno. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA CUARTO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para mostrar tu especialísimo amor a los Carmelitas les honraste con el dulce nombre de hijos y hermanos tuyos, alentando con tan singular favor su confianza, para buscar en ti, como en amorosa Madre, el remedio, el consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones, moviéndoles a la imitación de tus excelsas virtudes. Te ruego, Señora, me mires, como amorosa Madre y me alcances la gracia de imitarte, de modo que dignamente pueda yo ser llamado también hijo tuyo, y que mi nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA QUINTO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para defender a los Carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la sagrada Religión del Carmen, mostrando siempre el amor y singular predilección con que los amparas, mandaste al Sumo Pontífice, Honorio III, los recibiese benignamente y confirmase su instituto, dándole por señal de que esta era tu voluntad y la de tu divino Hijo, la repentina muerte de dos que especialmente la contradecían. Te ruego, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y cuerpo, para que con quietud y paz viva siempre en el santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA SEXTO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para señalar a los Carmelitas por especiales hijos tuyos, los enriqueciste con la singular prenda del santo escapulario, vinculando en él tantas gracias y favores para con los que devotamente lo visten y cumpliendo con sus obligaciones, procuran vivir de manera que imitando tus virtudes, muestran que son tus hijos. Te ruego, Señora, me alcances la gracia de vivir siempre como verdadero cristiano y cofrade amante del santo escapulario, a fin de que merezca lograr los frutos de esta hermosa devoción. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA SÉPTIMO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que en tu santo Escapulario diste a los que devotamente lo visten, un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo y de las asechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan singulares milagros. Te ruego, Señora, que seas mi defensa poderosa en esta vida mortal, para que en todas las tribulaciones y peligros encuentre la seguridad, y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia para conseguirlo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA OCTAVO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que ejerces tu especial protección en la hora de la muerte para con los que devotamente visten tu santo escapulario, a fin de que logren por medio de la verdadera penitencia salir de esta vida en gracia de Dios y librarse de las penas del infierno. Te ruego, Señora, me asistas, ampares y consueles en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera penitencia, perfecta contrición de todos mis pecados, encendido amor de Dios y ardiente deseo de verle y gozarle, para que mi alma no se pierda ni condene, sino que vaya segura a la felicidad eterna de la gloria. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc. Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. DÍA NOVENO Comenzar con el acto de contrición y la oración preparatoria. Oración. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que extendiendo tu amor hacia los Carmelitas, aún después de la muerte, como piadosísima Madre de los que visten tu santo escapulario consuelas sus almas, cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos consigues salgan cuanto antes de aquellas penas, para ir a gozar de Dios, nuestro Señor, en la gloria. Te ruego, Señora, me alcances de su divina Majestad cumpla yo con las obligaciones de cristiano y la devoción del santo escapulario, de modo que logre este singularísimo favor. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea. NOVENA EN HONOR DE SAN JOSÉ ORACIÓN PREPARATORIA Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, etc. Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos. a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena. Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener. A continuación rezar la oración del día que corresponda: DÍA PRIMERO Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEGUNDO Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA TERCERO Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA CUARTO
Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA QUINTO Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria celestial. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEXTO Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SÉPTIMO Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA OCTAVO Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA NOVENO Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica. Terminar con la oración final para todos los días. ORACIÓN FINAL (para todos los días) Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén. Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Antífona. Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José. V. San José, ruega por nosotros. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Oración. Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén. NOVENA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS Yo confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mi ante Dios, Nuestro Señor. San Miguel, Primado entre los Príncipes del Cielo, os ofrezco mis alabanzas y devoción, porque Dios os ha creado tan excelente y tan perfecto y os ha dotado de un celo tan grande por su gloria y de una sumisión tan admirable a sus divinos decretos. San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. Celestial y purísimo Mensajero de Dios, dignaos alcanzarme de los Sagrados Corazones de Jesús y María un verdadero amor por Ellos, la sumisión a la divina Voluntad y la gracia de… (Hágase aquí la petición que se desea obtener con la novena). Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros Tu reino. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Rezar a continuación la oración del día que corresponda. DÍA PRIMERO María Inmaculada, Madre y dulce Medianera, Reina de los Cielos, humildemente os suplicamos intercedáis por nosotros. Ruega a Dios que envíe a San Miguel y a sus ángeles para apartar los obstáculos que se oponen al reinado del Sagrado Corazón en el mundo. DÍA SEGUNDO San Miguel, Ángel de los Santos combates, os ofrezco mis alabanzas y devoción por la inefable complacencia con que Dios os mira como defensor de su gloria. DÍA TERCERO
San Miguel, Ángel de la Victoria, con devoción os alabo por la alegría con que Nuestro Señor Jesucristo os ve como celoso defensor de su divinidad y las victorias que conseguís sobre los enemigos de nuestras almas. DÍA CUARTO San Miguel, Ministro del Altísimo, con devoción os alabo por la ternura con que os mira la Santísima Virgen viendo los combates que habéis librado y libráis sin cesar para establecer el reinado de su amado Hijo, Dios y Redentor nuestro, en el mundo. DÍA QUINTO San Miguel, Guardián del Cielo, os alabo con devoción por la veneración, el amor y el honor que os rinden las jerarquías celestiales de las cuales sois augusto Príncipe. DÍA SEXTO San Miguel, Ángel del Santo Sacrificio, os alabo con devoción por el honor que os ha hecho nuestro Señor Jesucristo confiándoos la custodia de la Iglesia, su querida esposa y os ofrezco el reconocimiento y amor que la Santa Iglesia os profesa. DÍA SÉPTIMO San Miguel, Portador del estandarte de salvación, os ofrezco mis alabanzas con devoción por la importante misión que Dios os ha dado al confiaros las almas de todos los predestinados, defendiéndolas en la hora de la muerte de los asaltos del infierno, presentándolas ante Dios enteramente puras. DÍA OCTAVO San Miguel, Ángel de la Paz, os alabo con devoción por toda la fuerza, la dulzura y suavidad encerradas en vuestro santo nombre, delicia de vuestros verdaderos devotos. DÍA NOVENO San Miguel, Ángel del Perdón, os alabo con devoción por los inmensos beneficios que habéis derramado sobre nuestra Patria, siempre que ésta ha sido fiel a Dios, así como por la abnegación, reconocimiento y amor que os rinden vuestros servidores. Dignaos, os suplicamos, obtener de los Corazones de Jesús y de María aumenten vuestros devotos para obtener la salvación NOVENA DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN Oh Señor Jesús, a tu Sagrado Corazón yo confío esta intención... Solo mírame, entonces haz conmigo lo que tu Corazón indique. Deja que tu Sagrado Corazón decida...Yo confío en ti... Me abandono en tu Misericordia, Señor Jesús! Ella no me fallará. Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. Sagrado Corazón de Jesús, creo en tu amor por mi. Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu Reino. Oh Sagrado Corazón de Jesús, te he pedido por tantos favores, pero con ansias te imploro por esta petición. Tómala, ponla en tu abierto y roto corazón, y cuando el Padre Eterno la mire, cubierta por tu Preciosa Sangre, no podrá rehusarla. Ya no sera mas mi oración, sino la tuya, Oh Jesús. Oh Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en Ti. Nunca permitas que me confunda... Amén NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS I Oh, Jesús mío, que dijiste: "En verdad os digo, pedid y obtendréis, buscad y encontrareis, llama y os abrirán" -‐He ahí porque yo llamo, yo busco, yo pido la gracia: (mencione el favor que desea) Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
II Oh, Jesús mío, que dijiste: "En verdad os dijo todo aquello que pidiereis en mi nombre a mi Padre, El os lo concederá" -‐He ahí porque al Eterno Padre, en Tu nombre, yo pido la gracia... Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti. III Oh, Jesús mío, que dijiste: "En verdad os digo, pasarán los cielos y la tierra, pero mis palabras jamas" -‐He ahí que basándome en la infalibilidad de tus santas palabras, yo pido la gracia... Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti. Oración final Oh, Sagrado Corazón de Jesús, al cual es imposible no sentir compasión por los infelices, ten piedad de nosotros pobres pecadores y concédenos las gracias que pedimos por medio del inmaculado, Corazón de María, tu y nuestra tierna Madre. San José, Padre Putativo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros. Dios te salve... ACORDAOS Acordaos ¡oh sagrado Corazón de Jesús! de todo lo que habéis hecho por salvar nuestras almas, y no las dejéis perecer. Acordaos del eterno e inmenso amor que habéis tenido por ellas; no rechacéis estas almas que vienen a Vos, agobiadas bajo el peso de sus miserias oprimidas bajo el de tantos dolores. Conmoveos a la vista de nuestra debilidad, de los peligros que nos rodean por todas partes, de los males que nos hacen suspirar y gemir. Llenas de confianza y amor, venimos a vuestro Corazón, corno el corazón del mejor de los padres, del más tierno y más compasivo amigo. Recibidnos, ¡oh Corazón sagrado! en vuestra infinita ternura; hacednos sentir los efectos de vuestra compasión y de nuestro amor; sed nuestro apoyo, nuestro mediador cerca de vuestro Padre, y en nombre de vuestra preciosa sangre y de vuestros méritos, concedednos la fuerza en nuestras debilidades, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amaros en el tiempo y de poseeros en la eternidad. Corazón de Jesús, yo vengo a Vos porque sois mi único refugio, mi sola pero cierta esperanza; Vos sois el remedio de todos mis males, el alivio de todas mis miserias, la reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente infalible e inagotable para mi, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición. Estoy seguro que no os cansaréis de mí y que no cesaréis de amarme, protegerme y ayudarme, porque me amáis con un amor infinito. Tened piedad de mi, según vuestra gran misericordia, y haced de mí, por mi, y en mí todo lo que queráis, porque yo me abandono a Vos con una entera confianza de que Vos no me abandonaréis jamás. Así sea. NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Por la señal de la santa Cruz, etc. Señor mío Jesucristo, etc. ORACIÓN PREPARATORIA ¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús, en quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismo, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén. Rezar a continuación la oración del día que corresponda DÍA PRIMERO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón sacratísimo y melifluo de Jesús, que, con ferventísimos deseos y ardentísimo amor, deseáis corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones! Inflamad y consumid las maldades e imperfecciones
del mío, para que se abrase en vuestro amor; dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amantísimo Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA SEGUNDO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nos llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dignaos estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por vos a vuestro Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amaros. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, sí es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA TERCERO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón Santísimo de Jesús, camino para la mansión eterna y fuente de aguas vivas! Concededme que siga vuestras sendas rectísimas para la perfección y para el cielo, y que beba de vos el agua dulce y saludable de la verdadera virtud y devoción, que apaga la sed de todas las cosas temporales. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA CUARTO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda la perfección! Concededme que yo pueda contemplaros perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a vuestra semejanza, en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas con-‐tra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA QUINTO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo os ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que supliendo vos mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA SEXTO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón amplísimo de Jesús, templo sagrado donde me mandáis habite con toda mi alma, potencias y sentidos! Gracias os doy por la inexplicable quietud. sosiego y gozo que yo he hallado en este templo hermoso de la paz, donde descansaré gustoso eternamente. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA SÉPTIMO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón clementísimo de Jesús!, divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: "Pídeme por el Corazón de mi amantísimo Hijo Jesús; por este Corazón te oiré, y
alcanzarás cuanto me pides". Presento sobre vos a vuestro Eterno Padre todas mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA OCTAVO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón amantísimo de Jesús, trono ígneo y lucidísimo, inflamado en el amor de los hombres, a quienes deseáis abrasados mutuamente en vuestro amor! Yo deseo vivir siempre respirando llamas de amor divino en que me abrase, y con que encienda a todo el mundo, para que os corresponda amante y obsequioso. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. DÍA NOVENO Acto de contrición y oración preparatoria. Oración. ¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús, que para ablandar nuestra dureza y hacer más patente el amor con que padecisteis tantos dolores y penas para salvarnos, los quisisteis representar en la cruz, corona de espinas y herida de la lanza, con que os manifestasteis paciente y amante al mismo tiempo! Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, correspondiendo agradecido a vuestro amor, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales. ORACIÓN AL PADRE ETERNO. ¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con vos eternamente. Amén. Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena ORACIÓN. ¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén. NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA DÍA PRIMERO Por todo el género humano, especialmente por los pecadores Misericordiosísimo Jesús, cuya prerrogativa es tener compasión de nosotros y perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu Piadosísimo Corazón y no permitas que salgamos jamás de él. Te lo pedimos por el amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre Eterno, vuelve Tu compasiva mirada hacia todo el género humano y en especial hacia los pecadores, todos unidos en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Por los méritos de Su Pasión, muéstranos Tu misericordia, para que alabemos la omnipotencia de Tu misericordia, por los siglos de los siglos. Amen. JACULATORIA: Oh, sangre y agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, yo confío en Vos. DÍA SEGUNDO Por las almas de los sacerdotes y religiosos Misericordiosísimo Jesús, de quien procede toda bondad, multiplica Tus gracias sobre las religiosas consagradas a Tu servicio, para que puedan hacer obras dignas de misericordia; y que todos aquellos que la vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el cielo. Padre Eterno, vuelve Tu mirada misericordiosa hacia el grupo elegido de Tu viña (hacia las almas de sacerdotes y religiosos); dótalos con la fortaleza de Tus bendiciones. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están unidos, impárteles Tu poder y Tu luz, para que guíen a otros en el camino de la salvación y con una sola voz canten alabanzas a tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA TERCERO Por todas las almas devotas y fieles Misericordiosísimo Jesús, del tesoro de Tu misericordia distribuye Tus gracias a raudales entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno de Tu Compasivísimo Corazón y no permitas que salgamos nunca. Te imploramos esta gracia en virtud del más excelso de los amores; aquel con el que Tu corazón arde tan fervorosamente por el Padre Celestial. Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia las almas fieles, pues que guardan el legado de Tu Hijo. Por los méritos y dolores de Su Pasión, concédeles Tu bendición y tenlos siempre bajo Tu tutela. Que nunca claudiquen su amor o pierdan el tesoro de nuestra santa fe, sino que, con todos los Ángeles y Santos, glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA CUARTO Por los que no creen y todavía no conocen la Divina Misericordia. Piadosísimo Jesús, Tú que eres Luz del género humano, recibe en la morada de Tu corazón lleno de compasión, las almas de aquellos que todavía no creen en Ti, o que no te conocen. Que los rayos de Tu gracia los iluminen para que también, unidos a nosotros, ensalcen tu maravillosa misericordia; y no los dejes salir de la morada de Tu corazón desbordante de piedad. Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada a las almas de aquellos que no creen en Tu Hijo, y a las de aquellos que todavía no te conocen, pero anidan en el Compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalos a la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellos ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA QUINTO Por las almas de nuestros hermanos separados Misericordiosísimo Jesús, que eres la Bondad misma, no niegues la luz a aquellos que Te buscan. Recibe en el seno de Tu Corazón desbordante de piedad las almas de nuestros hermanos separados. Encamínalos, con la ayuda de Tu luz, a la unidad de la Iglesia, y no los dejes marchar del cobijo de Tu Compasivo Corazón, todo amor; haz que también ellos lleguen a glorificar la generosidad de tu misericordia. Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia las almas de nuestros hermanos separados, especialmente hacia las almas de aquellos que han malgastado Tus bendiciones y abusado de Tus gracias, manteniéndose obstinadamente en el error.
También a ellos da cobijo el Corazón misericordioso de Jesús; no mires sus errores, sino el amor de Tu Hijo y los dolores de la Pasión que sufrió y que aceptó por su bien. Haz que glorifiquen Tu gran Misericordia por los siglos de los siglos. Amen. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA SEXTO Por las almas mansas y humildes y las de los niños pequeños Misericordiosísimo Jesús que dijiste: "aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón", acoge en Tu Corazón desbordante de piedad a todas las almas mansas y humildes, y las de los niños pequeños. Estas almas son la delicia de las regiones celestiales y las preferidas del Padre Eterno, pues se recrea en ellas muy particularmente. Son como un ramillete de florecillas que despidieran su perfume ante el trono de Dios. El mismo Dios se embriaga con su fragancia. Ellas encuentran abrigo en Tu Piadosísimo Corazón, oh Jesús y entonan incesantemente himnos de amor y de gloria. Padre Eterno, vuelve Tu mirada llena de misericordia hacía estas almas mansas, hacia estas almas humildes y hacia los niños pequeños acurrucados en el seno del corazón desbordante de piedad de Jesús. Estas almas se asemejan más a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar Tu Trono, Señor. Padre de misericordia y bondad suma, Te suplico, por el amor que Te inspiran estas almas y el gozo que Te proporcionan: bendice a todo el género humano, para que todas las almas a la par entonen las alabanzas que a Tu misericordia se deben por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA SÉPTIMO Por las almas que veneran especialmente la Misericordia Divina Misericordiosísimo Jesús, cuyo Corazón es el Amor mismo, recibe en Tu Corazón piadosísimo las almas de aquellos que de una manera especial alaban y honran la grandeza de Tu misericordia. Son poderosas con el poder de Dios mismo. En medio de las dificultades y aflicciones siguen adelante, confiadas en Tu misericordia; y unidas a Ti, oh Jesús, portan sobre sus hombros a todo el género humano; por ello no serán juzgadas con severidad, sino que Tu misericordia las acogerá cuando llegue el momento de partir de esta vida. Padre Eterno, vuelve Tu mirada sobre las almas que alaban y honran Tu Atributo Supremo, Tu misericordia infinita, guarecidas en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Estas almas viven el Evangelio con sus manos rebosantes de obras de misericordia, y su corazón, desbordante de alegría, entona cánticos de alabanza a Ti, Altísimo Señor, exaltando Tu misericordia. Te lo suplico Señor: muéstrales Tu misericordia, de acuerdo con la esperanza y confianza en Ti depositada. Que se cumpla en ellos la promesa hecha por Jesús, al expresarles que durante su vida, pero sobre todo a la hora de la muerte, aquellas almas que veneraron Su infinita misericordia, serían asistidas por El, pues ellas son su gloria. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA OCTAVO Por las almas que estén en el purgatorio Misericordiosísimo Jesús, que exclamaste ¡misericordia!, introduzco ahora en el seno de Tu Corazón desbordante de misericordia las almas del purgatorio, almas que tanto aprecias pero que, no obstante, han de pagar su culpa. Que el manantial de Sangre y Agua que brotó de Tu Corazón apague las llamas purificadoras para que, también allí, el poder de Tu misericordia, sea glorificado. Padre eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que padecen en el purgatorio y que Jesús acoge en Su Corazón, desbordante de piedad. Te suplico, por la dolorosa Pasión que sufrió Tu Hijo, y por toda la amargura que anegó Su sacratísima alma: muéstrate misericordioso con las almas que se hallan bajo Tu justiciera mirada. No los mires de otro modo, sino sólo a través de las heridas de Jesús, Tu Hijo bien amado; porque creemos firmemente que Tu bondad y compasión son infinitas. Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. DÍA NOVENO Por las almas tibias
Piadosísimo Jesús, que eres la Piedad misma. Traigo hoy al seno de Tu Compasivo Corazón a las almas enfermas de tibieza. Que el puro amor que Te inflama encienda en ellas, de nuevo, la llama de tu amor, y no vuelva el peso muerto de su indiferencia a abrumante con su carga. ¡Oh, Jesús!, todo compasión, ejerce la omnipotencia de Tu Misericordia, y atráelas a Ti, que eres llama de amor viva y haz que ardan con santo fervor, porque Tú todo lo puedes. Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que, a pesar de todo, Jesús cobija en el seno de su Corazón lleno de piedad. Padre de Misericordia, te ruego, por los sufrimientos que Tu Hijo padeció, y por sus tres largas horas de agonía en la Cruz, que ellas también glorifiquen en el mar sin fondo de Tu misericordia, Amén. Terminar con la jaculatoria del primer día. NOVENA DE LA NATIVIDAD En el nombre del Padre... Rezar a continuación las siguientes oraciones durante nueve días consecutivos: I. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi salvación y la de todo el mundo, el misterio del Nacimiento de nuestro divino Redentor. Gloria, padrenuestro y avemaría. II. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, los sufrimientos de la Virgen santísima y de san José en aquel largo y penoso viaje de Nazaret a Belén, y las angustias de su corazón por no encontrar lugar donde ponerse a cubierto cuando estaba para nacer el Salvador del mundo. Gloria, padrenuestro y avemaría. III. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el pesebre donde nació Jesús, el duro heno que le sirvió de cama, el frío que sufrió, los pañales en que fue envuelto, las lágrimas que derramó y sus tiernos gemidos. Gloria, padrenuestro y avemaría. IV. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el dolor que sufrió el divino niño Jesús en su tierno cuerpecito, cuando se sujetó a la cruel circuncisión; os ofrezco aquella preciosísima sangre, que entonces derramó por primera vez para la salvación de todo el género humano. Gloria, padrenuestro y avemaría. V. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a mayor honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, la humildad, la mortificación, la paciencia la caridad, y todas las virtudes del niño Jesús, y os doy gracias, os amo y os bendigo infinitamente por este inefable misterio de la Encarnación del Verbo divino. Gloria, padrenuestro y avemaría. NOVENA A LA SANTA FAZ Por la señal... Señor mio Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, pero sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendar y evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás, por tu infinita misericordia. Amén. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Te adoro, oh Jesús mío, hijo de Dios vivo y de María Virgen, que por mi amor diste la vida en el ara de la cruz. A ti me consagro con todo mi corazón, suplicando humildemente que te dignes imprimir en mi alma la imagen de tu Rostro adorable. ¡Oh Padre Eterno! Mira la Faz de tu Cristo y por sus méritos infinitos concédeme un ardiente deseo de reparar las injurias hechas a tu Divina Majestad y la gracia que deseo obtener en esta novena. Así sea. Rezar a continuación la oración del día que corresponda.
DÍA PRIMERO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh amorosísimo Jesús! No sólo tu palabra, sino también la expresión de tu Faz abrasada en amor nos revelaron, en el Cenáculo, la vehemencia con que habías ansiado la hora de quedarte con nosotros en la Eucaristía. Enciende en mi corazón vivos anhelos de visitarte y recibirte frecuentemente con la pureza de los ángeles. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEGUNDO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh víctima divina, mi buen Jesús! Tu Faz venerable pegada al suelo de Getsemaní y bañada en copioso sudor de sangre, me descubre la grandeza de tus dolores y la gravedad de mis pecados. Dame a mi y a todos los pecadores un sincero arrepentimiento con firmísimo propósito de nunca más pecar. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA TERCERO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh amabilísimo Jesús! Tu augusta y serena Faz quedó sombreada con inmensa tristeza al recibir en tu frente el beso del traidor Judas. Hazme, te suplico, participante de tu íntima aflicción por tantos sacrilegios como cometen los que se acercan a recibirte en pecado mortal. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA CUARTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh mansísimo Jesús! Tu Faz de infinita bondad es objeto del más vil insulto inferido por la cruel mano de un criado en casa de Anás. Te hieren, Salvador mío, porque aborrecen tus palabras de justicia y de caridad sin límites. No permitas que jamás tome yo venganza de mis enemigos, antes bien les perdone siempre de todo corazón. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA QUINTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh pacientísimo Jesús! En la noche oscura de tu Pasión, tu Faz sacrosanta pareció semejante a la de un leproso. Desprecios, salivazos, bofetadas e injurias sin número afearon tu hermosísimo Rostro. Perdona, Señor, a tu pueblo ingrato que todavía afrenta con su irreligiosidad y blasfemias tu santísimo Nombre. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEXTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh soberano rey Jesús! La majestuosa dignidad de tu Faz vilipendiada y coronada de espinas proclamó solemnemente tu realeza sobre las naciones, confirmada por la profética voz de Pilatos ante el pueblo judío al decirle: "He aquí vuestro Rey". Concédeme, oh Rey de la gloria, un ardoroso celo de propagar tu Reino aun a costa de mi propia sangre. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Oh generosísimo Jesús! Tu Faz de Dios-‐Hombre se iluminó súbitamente con los resplandores de un santo gozo al estrechar entre tus brazos la suspirada cruz. Dame aliento para tomar resueltamente mi Cruz y seguirte con ánimo constante y generoso hasta el fin de mi vida. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA OCTAVO Comenzar con a oración de todos los días. Oración. ¡Oh tiernísimo Jesús! ¡Cuál debió de ser la bondad de tu Faz cuando la Verónica con blanco sudario la limpiaba! ¡Con qué amorosa gratitud la miraste, y cuál no sería su asombro al hallar impreso en su lienzo tu santísimo Rostro! Haz que contemple, Redentor mío, tu pasión con tanto amor y ternura que los rasgos purísimos de tu Faz queden grabados en mi corazón. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA NOVENO Comenzar con la oración de todos los días. Oración. ¡Santísimo Jesús! Tu Faz de reparador divino, cubierta con las sombras de la muerte, aplacó la Justicia del Padre, y tus últimas palabras fueron prenda segura de eterna felicidad. Sean, oh Salvador mío, mi vida y mi muerte, una continua reparación, unida a la tuya y a la de tu Madre Santísima, a quien yo también invocaré siempre, con el dulcísimo nombre de Madre. Hacer la petición y rezar un padrenuestro en honor de la Santa Faz. Terminar con la oración final para todos los días. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Jaculatoria. ¡Muéstranos, Señor, tu Faz y seremos salvos! Oración. Oh Dios omnipotente y misericordioso, concede, te pedimos, que cuantos veneramos la Faz de tu Cristo, desfigurada en la Pasión a causa de nuestros pecados, merezcamos contemplarla eternamente en el resplandor de la gloria celestial. Amén ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN ¡Oh Faz amabilísima de Jesús!; Aquí vengo, atraído por tu dulce mirada, que como divino imán, arrebata mi corazón aunque pobre y pecador! ¡Oh Jesús!, quisiera enjugar tu adorable Faz y consolarte de las injurias y olvido de los pecadores. ¡Oh Rostro hermosísimo!, las lágrimas que brotan de tus ojos me parecen diamantes, que quiero recoger para comprar con ellos las almas de mis hermanos. ¡Oh amado Jesús!, si yo tuviera el amor de todos los corazones, todo sería para Ti. Envía, Señor, almas, sobre todo almas de apóstoles y de mártires para abrasar en tu amor a la multitud de los desgraciados pecadores. ¡Oh adorable Jesús!, mientras aguardo el día eterno en que contemplaré tu gloria infinita, mi único deseo es venerar tu Faz santísima, a la cual consagro desde ahora para siempre mi alma con sus potencias y mi cuerpo con sus sentidos. ¡Oh mi Jesús!, haz que tu Rostro lastimado sea aquí abajo mi encanto y mi cielo. NOVENA BREVE A JESÚS NAZARENO Por la señal. Señor mio Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, pero sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendar y evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás, por tu infinita misericordia. Amén. ORACIÓN PREPARATORIA ¡Dulcísimo Jesús Nazareno! Postrado a vuestros pies, reconozco mis ingratitudes para con Vos, y, arrepentido de mis pecados, propongo, con vuestra ayuda, no volver a ofenderos. Animado por vuestra infinita bondad y por los muchos favores que otorgáis a los que imploran ante vuestra imagen misericordia y perdón, os pido, ¡oh mi buen Jesús!, que, en memoria de vuestra Pasión, atendáis mis súplicas en esta novena, si son de vuestro agrado y para provecho de mi alma. Amén. (Pídase la gracia que se desee conseguir.)
INVOCACIONES Jesús Nazareno, por vuestra Pasión, tened misericordia de nosotros. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Jesús Nazareno, encended en vuestro amor nuestros corazones. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Jesús Nazareno, salvad nuestras almas redimidas con vuestra sangre. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. ORACIÓN FINAL ¡Padre nuestro Jesús Nazareno! Al considerar vuestra bondad y vuestro amor para conmigo, un grito de gratitud sale de más labios, diciéndoos: ¡Jesús mío, os amo! Por nuestro amor bajasteis a la tierra y sufristeis dolores acerbísimos, muriendo clavado en una cruz; por nuestro amor os disteis, como manjar, en el Sacramento de nuestros altares; por nuestro amor os manifestáis en esa Imagen bendita, coronado de espinas, con los ojos lánguidos y el rostro dolorido, símbolo de vuestro sufrimiento. ¡Gracias, Señor! Y para corresponder a tantos favores os pido la gracia de cumplir siempre vuestra ley santa y de morir en vuestro amor. Amén. NOVENA A JESÚS NAZARENO Por la señal. Señor mio Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, pero sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendar y evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás, por tu infinita misericordia. Amén. ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh, Señor y Dios mío! Animado por vuestra infinita bondad y por los continuos favores que otorgáis a los que imploran delante de vuestra Imagen, misericordia y perdón, a Vos acudo, oh Padre mío, Jesús Nazareno, para ofreceros mis humildes obsequios y presentaros las necesidades de mi pobre alma. Confieso que os he ofendido con grandes faltas, que he repetido sin cesar; pero ya arrepentido, las detesto de veras y propongo ayudado de nuestra gracia enmendarme en lo venidero. Movido, pues, de estos sentimientos, os ruego, ¡oh mi buen Jesús!, que, por los dolores de vuestra Pasión, atendáis las súplicas que os dirijo en esta novena, si son de vuestro agrado y de provecho para mi alma. Amén. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh, dulce y amado Padre mío, Jesús Nazareno! Al considerar vuestro amor y la bondad con que me habéis acogido en este día, un grito de gratitud se escapa de mis labios y el recuerdo de vuestras misericordias embarga mi alma. Por ganar mi amor bajasteis a la tierra y sufristeis toda clase de penas y trabajos y muerte de cruz. Por mí también, llegando al colmo de todas las bondades, os quedasteis en el Sacramento del altar, queriendo ser nuestro manjar, consuelo y perpetuo compañero. ¿Qué más? Por nuestro amor os presentáis en esa Imagen coronada de espinas, atado con duros cordeles y vestido con hábito de humildad y de paciencia. ¡Gracias, Señor, por todo!, y a fin de corresponder a vuestros favores, os pido la gracia de cumplir siempre vuestra ley, imitar vuestras virtudes y vivir y morir en vuestro amor. Amén. DÍA PRIMERO MEDITACIÓN La hora de la Pasión ha llegado. Jesús se dirige con sus discípulos al Huerto de los Olivos, y allí, de rodillas, ora y ofrece a su eterno Padre sus dolores. La vista de las afrentas y muerte próxima es tan horrible, que le hace desfallecer hasta sudar sangre. Sólo le anima el pensamiento de que cumple la voluntad de su Padre y que de su muerte de cruz dependía nuestra salvación. Haced, Jesús mío, que enjugue vuestro sudor, detestando mis pecados, causa de vuestra pasión y muerte. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días.
DÍA SEGUNDO MEDITACIÓN Judas llega con sus soldados a prender a Jesús. Este sale a su encuentro, y al recibir el beso del traidor discípulo, los judíos caen sobre Jesús, como lobos sobre un manso cordero. Preso, pues, con gruesos cordeles, Jesús es llevado, entre insultos y golpes, como un facineroso, a presencia del Sumo Sacerdote. Concédeme, Jesús mío, que yo sea manso y humilde como Vos, sufriendo los desprecios de mis prójimos. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA TERCERO MEDITACIÓN Quién podrá declarar lo que Jesús padeció de parte de los judíos? Un vil criado del Pontífice le abofetea, y Caifás y los príncipes del pueblo le declaran reo de muerte. Los ministros del Sanedrín pasan la noche injuriándole y maltratándole ignominiosamente, algunos le escupen en el rostro y Herodes le desprecia por loco. Hasta Pedro, su fiel discípulo, se avergonzó de conocerle. Y ¿me quejaré yo de las penas que he merecido por mis pecados? Señor, quiero sufrir algo por vuestro amor. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA CUARTO MEDITACIÓN Los judíos piden a gritos la muerte de cruz para el Salvador. Pilatos, temiendo las amenazas del pueblo, cree que podrá aplacarle si mandan castigar a Jesús. Atado, pues, a una columna el divino Maestro es azotado tan bárbaramente por los sayones que su cuerpo es del todo desgarrado y cubierto de llagas y de sangre. Oh, divino Redentor, haced que yo ame la mortificación, que necesito para borrar mis pecados. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA QUINTO MEDITACIÓN Como Jesús habla afirmado que era Rey, los soldados de Pilatos quisieron burlarse de su realeza. Para eso mandan sentar a Jesús; echan sobre sus desnudas espaldas un manto viejo de púrpura, clavan en su cabeza una corona de punzantes espinas, y en sus manos ponen una caña a modo de cetro. Unos de rodillas le encarnecen vilmente, otros le llenan de saliva, y, cogiéndole la caña, le golpean con ella la cabeza, hincándole más y más las espinas. Y yo, ante esta escena tristísima, ¿no aprenderé a tener paciencia, sufriendo por quien tanto sufrió por mi? Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA SEXTO MEDITACIÓN Pilatos, al ver la figura lastimosa que presentaba Jesús después de la coronación de espinas, creyó que los judíos se conmoverían con sólo verle. Lo sacó en público y dijo: Ecce Homo: Ved aquí al hombre; yo no encuentro en El causa de muerte. Pero los judíos, al ver a Jesús y oír las palabras del Presidente, contestaron a gritos: "Crucifícale, crucifícale". Oh, Jesús mío, al oír los desprecios de los judíos y las blasfemias de muchos cristianos, protestaré en mi corazón diciendo "Viva Jesús!" "Bendito sea su santo Nombre!". Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA SÉPTIMO MEDITACIÓN Dada por Pilatos sentencia de muerte contra Jesús, los judíos se apresuraron a ponerla en ejecución. Visten de nuevo a Jesús con su túnica, cargan sobre sus hombros una pesada cruz, y le obligan a caminar así por las calles de Jerusalén. La turba corre tras de Jesús, ansiosa de llenarle de insultos. Iba el Salvador tan fatigado, que varias veces cayó en tierra, y temiendo los soldados que desfalleciese en el camino, obligaron al Cirineo a que le ayudara hasta el Calvario. Hacer,
Jesús mío, que Yo sea vuestro cirineo, llevando gustoso la cruz que me queráis enviar. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA OCTAVO MEDITACIÓN Casi sin vida llegó Jesús al Calvario, y los crueles sayones al punto lo clavaron en la cruz con gruesos clavos. Entre gritos e insultos, lo levantaron después en alto, quedando Jesús en el más horrible suplicio. Al oír las injurias de sus enemigos, levantó el Salvador la voz y pidió para ellos el perdón y para nosotros la salvación. No fueron los judíos, oh paciente Jesús mío, los que os crucificaron, sino mis pecados. Por eso diré de continuo: Jesús mío, misericordia. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA NOVENO MEDITACIÓN Oh, mi amado Jesús! ¡Qué bien representa esa vuestra Imagen de Nazareno lo mucho que hicisteis y sufristeis por nosotros! Cautivo de los moros que tanto os injuriaron y maltrataron, nos disteis ejemplo de paciencia invencible. Con los cristianos, que os rescataron fuisteis el Dios de los consuelos; y aquí en Madrid, donde entrasteis como Rey de amor, regís y gobernáis desde ese trono los corazones de vuestros esclavos y devotos. ¡Oh, buen Jesús! Regid y gobernad los afectos de mi corazón, para que os sirva como a mi Dios y Señor. Amén. Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Terminar con la oración final de todos los días. NOVENA A CRISTO DE LA VICTORIA ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío Jesucristo, mi Dios, mi Padre y Redentor: Por ser Vos quien sois, y porque os amo como a Bondad infinita, sobre todas las cosas, me pesa de haberos ofendido, y con vuestra gracia propongo confesarme y huir de las ocasiones de pecar. Por la victoria que en la Cruz alcanzasteis contra el demonio, el pecado y la muerte, os suplico, Señor, me concedáis en esta vida, para gloria vuestra, la victoria sobre todas mis pasiones, a fin de que pueda lograr una santa muerte. Amén. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Pacientísimo Dios mío: Yo adoro vuestro amantísimo Corazón, en compañía de vuestra santísima Madre y de todos los ángeles y santos, especialmente de los que han sido más devotos de vuestra Pasión; y os suplico me concedáis por los dolores que por mí padecisteis, la gracia que os pido en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra y bien de mi alma. ¡Oh, santísima Madre de Dios! Alcanzadme el amor de vuestro divino Hijo para amarle, imitarle y seguirle en esta vida y gozar de El en el Cielo. Amén. DÍA PRIMERO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por la punzante corona de espinas que atormentó vuestra divina cabeza, os suplico me concedáis el perdón de todos mis pecados de pensamiento, y me fortalezcáis con vuestra gracia para que toda mi mente os ame y os glorifique. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA SEGUNDO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Santísimo Cristo de la Victoria: Por la dolorosísima flagelación que quisisteis padecer en todo vuestro santísimo cuerpo para expiar mis pecados, os suplico me concedáis la gracia de no ofenderos más con mi cuerpo, sino que sepa hacer de él templo vivo del Espíritu Santo. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA TERCERO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por la profunda y dolorosa llaga de vuestro hombro, marcada con la cruz de mis pecados, os suplico me concedáis la gracia de abrazar con fe y amor la cruz de cada día, para expiar mis propios desvíos y los de toda la humanidad pecadora. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA CUARTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por las heridas y abundante sangre que derramasteis por vuestras rodillas, al caer tres veces en el camino del Calvario, os suplico me concedáis la gracia de levantarme siempre de mis caídas y recaídas en el pecado, haciendo una buena confesión y esforzándome en vivir en vuestra gracia y amistad. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA QUINTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por la profunda llaga de vuestra mano izquierda y por el acerbo dolor que padecisteis al ser clavada en la Cruz, os suplico me perdonéis todo cuanto os ofendí con mis manos, y me concedáis la gracia de emplearlas en obras de caridad y en hacer todo lo que es bueno y recto ante vuestros ojos. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA SEXTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por la dolorosísima llaga de vuestra mano derecha y por el tormento que sufristeis al ser clavada en la Cruz, os suplico me perdonéis todos mis pecados de omisión, todo el bien que dejé de hacer por pereza o respetos humanos, y me concedáis la gracia de hacer todo el bien posible a los demás, para imitaros a Vos. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de ha Victoria: Por las profundas llagas y abundante sangre que manaron vuestros pies divinos, al ser clavados en la Cruz, os suplico me perdonéis todo cuanto os ofendí caminando por caminos de error y de pecado, y me concedáis la gracia de no separarme en adelante del sendero recto de vuestra Santísima Voluntad. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA OCTAVO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por vuestra dolorosísima agonía en la Cruz y por el desamparo en que os dejó vuestro Padre Celestial en aquella hora suprema, os pido la gracia de una santa muerte, acompañado por Vos y por vuestra
Madre santísima y Madre nuestra, mereciendo por vuestros méritos infinitos y por su intercesión maternal, morar para siempre en el Cielo. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. DÍA NOVENO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Santísimo Cristo de la Victoria: Por la profunda lanzada con que fue atravesado vuestro costado y Sagrado Corazón, después de morir en ha Cruz, y por ha fuente de sangre y agua que brotó de esa bendita llaga, os suplico lavéis mi alma, mi cuerpo, mi vida y todo mi ser, y me revistáis del hombre nuevo, a vuestra imagen y semejanza, para que pueda amaros y serviros fielmente toda mi vida, buscando vuestra mayor gloria y la salvación de mi alma. Amén. Pedir las gracias que se deseen alcanzar con esta novena. Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría, tres Glorias y la oración final para todos los días. NOVENA DE CONFIANZA INFANTIL (Esta novena se reza cada hora por nueve horas consecutivas en el mismo día.) Oh Jesús, que habéis dicho "Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá," por la intercesión de María Vuestra Santísima Madre, yo llamo, yo busco, yo os pido que me concedáis esta gracia. (Petición.) Oh Jesús, que habéis dicho "Cualquier cosa que pidierais al Padre en Mi Nombre os la concederá" por intercesión de María, Vuestra Santísima. Madre, humildemente y urgentemente suplico a Vuestro Padre en Vuestro Nombre que me concedáis esta gracia. (Petición.) Oh Jesús, que habéis dicho "Cielo y Tierra pasarán, pero mi palabra no pasará" por intercesión de María, Vuestra Santísima Madre, siento confianza que mi súplica será concedida. (Petición.) NOVENA AL SANTO NIÑO JESÚS DE PRAGA ACTO DE CONTRICIÓN. Señor mío Jesucristo, yo me arrepiento sinceramente de haberos ofendido porque sois infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas, y porque aborrecéis el pecado; yo tomo la firme resolución, con la ayuda de vuestra gracia, que no dudo me concederéis, de no volver a cometer en lo sucesivo ningún pecado mortal ni aún venial consentido; de conformar todas mis acciones y deseos a vuestra voluntad santísima; de confesar todas mis culpas y de satisfacer vuestra divina justicia por medio de una saludable penitencia. Haced ¡oh Dios mío y Señor mío! que así lo haga. Amén. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS. ¡Oh Verbo divino, soberano Señor y Rey de reyes! !Oh digno descendiente de Jessé, llave misteriosa de David y cetro dominador del pueblo de Israel! ¡Oh Emmanuel y legislador supremo, dulcísimo Niño Jesús de Praga, esposo de las almas, que por redimirlas y salvarlas habéis querido descender del seno de vuestro Eterno Padre a las entrañas de una Virgen purísima! A vuestros sacratísimos pies me arrojo, divino y hermosísimo Niño, y os adoro con el más profundo anonadamiento, con aquella fe con que antes lo hicieron los pastores y los magos en Belén: imprimid en mi alma las disposiciones de fe, de amor, de reconocimiento y generosidad con las cuales debo practicar esta devota Novena, consagrada a vuestra honra y gloria, y dignaos concederme, por la intercesión poderosa de la Sacratísima Virgen María, vuestra Madre, y del bondadoso Patriarca San José, vuestro padre nutricio, el que mi alma sea purificada de todos sus pecados y afirmada más y más en vuestro divino servicio; otorgadme también, Niño amabilísimo, la gracia particular que imploro de vuestro generoso Corazón. Os lo pido por esta sagrada y milagrosa imagen vuestra, en la cual tanto os complacéis según lo demuestran las innumerables gracias y continuos beneficios de todo género, que tan abundantemente derramáis por medio de ella, no sólo sobre los felices habitantes de Praga, sino sobre los fieles todos del mundo entero donde es honrada y venerada. No desoigáis, Señor, mis súplicas, antes bien atendedlas y despachadlas favorablemente. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN. Dios mío y Padre mío, que sois infinitamente bueno, os amo con todo mi corazón, y por lo mucho que os amo, me pesa de haberos ofendido. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS. Omnipotente y sempiterno Dios, que quisisteis restaurar en vuestro querido Hijo, Rey del Universo, todas las cosas, concédenos que todas las familias de las Gentes disgregadas por la herida del pecado se sometan a su suavísimo imperio. Que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. Rezar la oración del día de la Novena que corresponda. DÍA PRIMERO "¿A quién buscáis?-‐¿A Jesús Nazareno? Yo soy". Señor y Rey nuestro: siempre dejas que te descubra tu amor, aun cuando tus criaturas tan amadas por Ti, te busquen para martirizarte. Sabiendo que Tú eres Jesús Nazareno, te buscamos hoy de nuevo para prenderte otra vez, mas no con cadenas y cuerdas, sino con nuestras miserias y nuestros amores, pues sabemos es lo que más ata y sujeta tu misericordioso y amante Corazón, y así preso por amor, conducirte en triunfo al trono que te han formado los corazones amantes, para que empieces tu reinado de misericordia y amor en la tierra. Amén. Obsequio. Cumplir con fidelidad mis obligaciones por ser lazos de amor que me unen con Jesús. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Eterno Padre, derrama tus misericordias sobre toda la tierra, reino de tu Hijo Jesús. Amén. ¡Oh Cristo Rey!, establece tu paz en tu reino. Amén. Espíritu Santo, abrasa al mundo en tu purísima y ardiente amor. Amén. Madre querida, une cada vez más y más a tu Hijo Divino, todo misericordia, con tus hijos, todo miseria. Amén. San José, enséñanos a amar a Jesús y a María. Amén. DÍA SEGUNDO "Cristo, adivina quién te ha herido". ¡Oh Jesús amante y bueno!, aquella noche triste de tu Pasión tus ojos divinos veían a través de los siglos todos nuestros pecados y olvidos que tan dolorosamente herían tu divino Corazón, tanto, que para que tu pureza no te hiciese huir de nosotros, no tus verdugos, sino el amor vendó tus ojos, a fin de que no vieses más que almas que se perdían si Tú las dejabas. Haz que esas almas a las que tu sangre y tus lágrimas han lavado y purificado lleguen a amarte con tanto entusiasmo, que se cierren sus ojos a todo lo que no seas Tú, Rey de sus amores. Haz, Señor, que los hombres te conozcan y te amen. Amén. Obsequio. Cerrar los ojos a todo lo que no sea Jesús. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA TERCERO "Luego Tú eres Rey? -‐ Bien dices: Yo soy Rey.-‐Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad.-‐¿Y qué es la verdad?". Dios Nuestro Señor es la verdad por esencia, y es verdad encantadora, es verdad que entusiasma el corazón; que este Dios Omnipotente se hizo hombre por mí, y me amó entre desprecios, entre burlas, entre toda clase de sufrimientos, y no por ser necesario para salvarme, pues unas gotas de su sangre bastaban para eso, sino por ser necesario al amor grande e infinito que ardía en su Corazón por las almas. Señor, y Rey nuestro: enséñanos a amar como Tú, sin retroceder ante el sacrificio y el dolor, pues queremos sufrir y amar, para que ni un solo corazón deje de amarte; hazlos todos tuyos.-‐Amén. Obsequio. Abrasarme con lo que me haga sufrir. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA CUARTO "Desprecióle Herodes con todo su ejército y vistiéndole una ropa blanca, se burló y le remitió a Pilatos.". ¡Oh Jesús divino Rey nuestro!, cuán grande ha de ser nuestro amor hacia Ti, que por el nuestro quisiste ser burlado y tenido por loco, y en verdad, Jesús mío, locura de amor parece, el que la grandeza de Dios se encierre en el cuerpecillo de un Niño,
que el poder de Dios esté sujeto con clavos, que este mismo Dios y Hombre se esconda en una pequeña Hostia, y enamorado venga buscando la intimidad de nuestros corazones, para tener en ellos sus delicias; Jesús amante y bueno, que el fuego de tu amor nos convierta también en pequeñas hostias, que escondidas en tu Corazón se pierdan a todas las miradas, para que Tú seas conocido y amado. Obsequio. Huir de todo lo que me pueda hacer apreciar. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA QUINTO "Vamos a coronarle de Rey.-‐Salve, Rey de los judíos, y escupiéndole le tomaban su cofia y le herían su cabeza y le daban bofetadas." ¿Qué pensabas Jesús mío en aquella triste prisión? ¿Qué deseabas cuando eras coronado de espinas, cuando eras maltratado? Sólo dos cosas, ¡oh sabiduría y amor infinitos!: que tu Eterno Padre fuese glorificado, que las almas se salvasen; ¿y podremos pensar las almas en otra cosa que en Ti? ¿Podrán nuestros corazones desear otra cosa que el que se repitan por amor aquellas palabras «Salve Rey», pero no sólo de los judíos, sino de todas las naciones de la tierra conquistadas con tus sufrimientos y tu muerte? Que el grito «¡Vamos a coronarle por Rey! » resuene por amor en toda la tierra, ¡oh Dios mío!. Amén. Obsequio. Apartar mi pensamiento lo que no sea Dios. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA SEXTO "Ecce Homo .-‐He aquí a vuestro Rey." ¡Oh divino Jesús!, cómo te presentan por Rey, coronada de espinas tu cabeza, tu cuerpo cubierto de heridas, llenos de lágrimas tus ojos; pero era preciso que ésa fuese tu presentación, pues no sólo eres nuestro Rey, sino nuestro modelo, y nunca mejor que entonces podías decir: "Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazón.". Caigan, Señor, en presencia de tanta grandeza, de tanta humildad, de tanto amor, todos los idolillos que queden en nuestros corazones. Déjanos recoger tu sangre y tus lágrimas, para que derramándolas sobre los corazones de todas las criaturas seamos de nuevo purificados y envueltos en el amor. Amén. Obsequio. Procurar con empeño la humildad. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA SÉPTIMO "Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino.-‐En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." Quisiéramos, Señor, presentarte en el día de tu fiesta los corazones de todos los hombres rendidos a tu amor; pero mira, Rey nuestro, cuántos millones de ellos están envueltos en las tinieblas de la muerte y del pecado y no te conocen; por ellos te pedimos nosotros que tenemos la dicha de conocer tu Corazón, todo misericordia. "Señor, acuérdate de estos desgraciados cuando estés en tu Reino", haznos, Señor, oir: "pronto, muy pronto estarán conmigo en el paraíso". Amén. Obsequio. Actos de fe, esperanza y caridad. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA OCTAVO "Mujer, he ahí tu hijo." "He ahí tu Madre." Mas uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió de él sangre y agua. ¡La Madre de nuestro Dios es nuestra Madre querida! ¡Qué felicidad y qué confianza! El Corazón de nuestro Dios es nuestro Cielo, nuestro tesoro. Madre bendita, queremos amarte como te amaba Jesús, y a El, como Tú le amabas; enséñanos las delicadezas del amor, la felicidad de la vida de unión, de unión íntima, confiada, amorosa; haznos chiquitos, muy chiquitos, para poder entrar y perdernos en el Corazón de Jesús, sin tener más móvil ni deseo que amaros y haceros amar. Amén. Obsequio.-‐Consagrarme de todo corazón a la Santísima Virgen. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. DÍA NOVENO "Jesús Nazareno, Rey de los judíos." "Regnavit a ligno Deus" "Y al nombre de Jesús doblarán la rodilla en el Cielo, en la tierra y en los infiernos." ¡Oh Rey divino!, al presentarte en este día bendito nuestras adoraciones, te ofrecemos cuanto
somos, tenemos y deseamos; no nos detiene nuestra miseria, pues eres todo misericordia; confiamos conseguir todas nuestras peticiones, pues eres todo amor y el amor atiende siempre, y te lo pedimos en unión de nuestra Reina y Madre Inmaculada y de los ángeles custodios de todas las almas. ¡Señor!, arroja de tu reino a los demonios y a todos tus enemigos y concede a la Iglesia una era de paz. Lleva a Ti en este día a las almas del Purgatorio, un perdón general a todos los pecadores y poniendo luz en sus inteligencias y amor en sus corazones, prueba una vez más que es más grande tu misericordia que nuestra malicia y miseria. Llena de amor y pureza a los sacerdotes, a los niños y a las almas a Ti consagradas, formando de ellas esas legiones de almas puras, humildes y amantes que Tú deseas: almas pequeñitas que como granos de trigo, formen todas en una perfecta unión de intenciones y corazones con la Víctima divina del Calvario y del altar una Hostia que aplaque al Cielo por los pecados de la tierra y haga descender sobre ella perdón y misericordia para los desgraciados pobres pecadores, de esas almas que quieres sean las delicias de tu Corazón en la tierra y tu corte de amor en el Cielo. Obsequio. Abandonarme en el Corazón de Dios. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN MARÍA ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS Por la señal, etc. ORACIÓN DE SAN BERNARDO PARA EMPEZAR TODOS LOS DÍAS. Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. Yo, pecador, animado con tal confianza, acudo a vos oh Madre, Virgen de las vírgenes: a vos vengo, delante de vos me presento gimiendo. No queráis, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Amén. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS. ¡Oh santísima Señora, excelentísima Madre de Dios y piadosísima Madre de los hombres! Después de Dios, tú eres la única esperanza de los pecadores y la mayor confianza de los justos. La Iglesia te llama vida, dulzura y esperanza nuestra, y todos los pueblos ponen en ti sus ojos, esperando de ti todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada, acudimos a ti en estos días, instándote para que nos oigas y concedas las gracias que te pedimos. Danos, en primer lugar, un amor sincero a tu divino Hijo, observando su santa ley cristiana; alcánzanos también la salud del cuerpo y la serenidad del espíritu, la paz en la familia y la suficiencia de medios para la vida; concédenos, en fin, una santa muerte en la santa Iglesia católica. ¡Oh Virgen, que superas toda alabanza! Todo lo que tú quieres, lo puedes ante Dios, de quien eres Madre; y, aun cuando nosotros somos pecadores, tú eres dulce madre del Redentor y dulce madre nuestra, y puedes abogar por tus hijos pequeños y pecadores ante tu Hijo altísimo y redentor; a tu nombre se abren las puertas del cielo; en tus manos están todos los tesoros de la divina misericordia; óyenos, oh plácida Virgen y Madre, y, si nos conviene, concédenos las gracias que te pedimos en esta novena. Petición. Santa María, socorre a los desgraciados, ayuda a los pusilánimes, reanima a los que lloran, ora por el pueblo, intervén por el clero, intercede por las mujeres consagradas, sientan tu auxilio todos los que celebran tu santa festividad. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Oración. Concédenos, por favor, Señor Dios, que nosotros, tus siervos, gocemos de continua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, seamos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutemos de las alegrías de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. DÍA PRIMERO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de Santo Tomás de Aquino (1225-‐1274). Doctor de la Iglesia.
Concededme, oh Reina del cielo, que nunca se aparten de mi corazón el temor y el amor de tu Hijo santísimo; que por tantos beneficios recibidos, no por mis méritos, sino por la largueza de su piedad, no cese de alabarle con humildes acciones de gracias; que a las innumerables culpas cometidas suceda una leal y sincera confesión y un firmísimo y doloroso arrepentimiento, y, finalmente, que logre merecer su gracia y su misericordia. Suplico también, oh puerta del cielo y abogada de pecadores, no consientas que jamás se aparte ni desvíe este siervo tuyo de la fe, pero particularmente que en la hora postrera me mantenga con ella abrazado; si el enemigo esforzare sus astucias, no me abandone tu misericordia y tu gran piedad. Por la confianza que tengo en ti puesta, alcánzame de tu santísimo Hijo el perdón de todos mis pecados y que viva y muera gustando las delicias de tu santo amor. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA SEGUNDO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Atanasio de Alejandría (295-‐373). Doctor de la Iglesia. Propio es de ti, Señora, que siendo tú, al mismo tiempo que esclava del Señor, Madre de Dios, Reina y Señora, pues Dios quiso también ser Hijo tuyo, no apartes de nosotros tu memoria, habiendo de presentarnos ante el soberano e inexorable Juez, que, si a nosotros nos infunde pavor, es para contigo sobremanera amable y te otorga cuantas gracias le pides, pues eres llamada llena de gracia y de alegría por haber sobrevenido en ti el Espíritu Santo. Por esto, aun los ricos de la nación, los más favorecidos en justicia y santidad, claman a ti e invocan tu protección. No nos cierres las puertas de tu pecho, y deja que fluya sobre nosotros el mar de gracias que encierra. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA TERCERO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Anselmo (1033-‐1109). Doctor de la Iglesia. No son para contar, Reina clementísima, los que, habiendo invocado tu nombre, han conseguido la eterna salvación; ¿y quieres que, invocándote yo, sea defraudado en mis esperanzas? Tal vez no oyes mis clamores en razón de mi gran maldad; pero, aun así, no dejaré de llamarte y de decirte con toda el alma: pues eres tan noble y benigna de condición, da oídos a quien humildemente llama a tus puertas y no le desatiendas en sus esperanzas, ni le abandones en su tribulación, ni le dejes sin una palabra de perdón en medio de su pecado. Sana con tus celestiales medicinas las profundas heridas en mi alma abiertas, desátame de los carnales lazos que me aprisionan en la tierra y abrígame siquiera con un jirón del espléndido manto de tu gloria. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA CUARTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración antigua de autor anónimo. Ven, oh gloriosa Reina María; ven y visítanos; ilumina nuestras almas dolientes y danos el vivir santamente. Ven, salud del mundo, a lavar tantas manchas que nos afean, a disipar tantas tinieblas que nos envuelven. Ven, Señora de los pueblos, y apaga estas llamas de concupiscencia que nos abrasan, arrójanos el manto de tu pureza y señala el seguro camino que nos ha de llevar al puerto. Ven a visitar a los enfermos, a fortalecer a los débiles, a dar firmeza a los que fluctúan entre mares de dudas. Ven, estrella, luz de los mares, e infúndenos paz, gozo y devoción. Ven, oh cetro de reyes, poderío de las naciones, y vuelve al seno de la fe, al amor y vida de su unidad, a las muchedumbres extraviadas que no conocen lo que conviene a su salud. Ven, trayéndonos en tus manos los dones de tu casto, eterno esposo, el Espíritu Santo, para que vivamos por su lumbre y calor, y sean nuestro sustento aquellos frutos eternos que nos han de merecer entrar en la unidad de la vida bienaventurada. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA QUINTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Sofronio (siglo VII). Patriarca de Jerusalén.
Amansa, oh piadosa Madre, las olas de tristeza y de congoja que combaten mí corazón; apaga las llamas enemigas que me cercan; embota los dardos que manos crueles vienen arrojando contra mi alma, amenazando atravesarla y envenenarla y meter en ella la muerte. Oh alegría bienaventurada, oh paz, oh serenidad de los que te invocan, oh escudo y fortaleza de tus fieles servidores, ven y tiende tu mano sobre las llagas recibidas y sobre las angustias que me atormentan; da suavidad y paz a mi entendimiento, para que mi lengua engrandezca siempre la alteza de la merced recibida. Devuélvenos en lluvias de gracias las alabanzas que te dirigimos; abre ese manantial de gracias que por nosotros quiso encerrarse en ti y no vivamos ya entre noches, incertidumbres y temores; a ti seremos deudores de mercedes que jamás labios humanos podrán agradecer ni ponderar. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA SEXTO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Ildefonso (siglo VII). Arzobispo de Toledo. Oh clementísima Virgen, que con mano piadosa repartes vida a los muertos, salud a los enfermos, luz a los ciegos, solaz a los desesperados y consuelo a los que lloran. Saca de los tesoros de tu misericordia refrigerio para mi ánimo quebrantado, alegría para mi entendimiento y llamas de caridad para mi durísimo pecho. Sé vida y salud de mi alma, dulzura y paz de mi corazón y suavidad y regocijo de mi espíritu. Y, pues, tú eres estrella clarísima del mar, madre llena de compasión, endereza mis pasos, defiéndeme de riesgos de enemigos, hasta aquella postrera y suspirada hora en la cual, asistido de tu auxilio, enriquecido con tu gracia, vencidas las enemistades del infernal dragón, salga de este mundo para los eternos y seguros gozos de la vida bienaventurada. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Juan Damasceno (649-‐749) Doctor de la Iglesia. Nadie está en el cielo más cerca de la Divinidad simplicísima que tú, que tienes asiento sobre la cumbre de los querubines y sobre todos los ejércitos de los serafines, y por esto no es posible que tu intercesión sufra repulsa, ni que sean desatendidos tus ruegos. No nos falte tu auxilio mientras vivamos en este mundo perecedero; alárganos tu mano, para que, obrando las obras de salud y huyendo de los caminos del mal, demos seguro el paso de la eternidad. Por ti esperamos que, al cerrar a este destierro los ojos de la carne, se abrirán los del alma para anegarse en aquel piélago de soberana hermosura, de suavísimos deleites, por el cual ansiosamente suspiran las almas regeneradas y que nos anunció y mereció Cristo Señor nuestro haciéndonos ricos y salvos. A El por ti, Señora, rendimos gloria y alabanza, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA OCTAVO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Efrén de Siria (306-‐373). Doctor de la Iglesia. Oh Virgen purísima, Madre de Dios, Reina de todo lo criado, levantada sobre todos los cortesanos del cielo y más resplandeciente y pura que los rayos del sol: tú eres más gloriosa que los querubines, más santa que los serafines y sin comparación más sublime y aventajada que todos los ejércitos del cielo. Tú eres la esperanza de los patriarcas, la gloria de los profetas, la alabanza de los apóstoles, honra de los mártires, alegría de los santos, ornamento de las sagradas jerarquías, corona de las vírgenes, inaccesible por tu inmensa claridad, princesa y guía de todos y doncella sacratísima; por ti somos reconciliados con Cristo mi Señor. Guardame debajo de tus alas; y apiádate de mí, que estoy sucio con mis pasiones y manchado con los innumerables males que he cometido contra mi Juez y Criador. No tengo otra confianza sino en ti, que eres el áncora de mi esperanza, el puerto de mi salud y socorro oportuno en la tribulación. Terminar con la oración final de todos los días. DÍA NOVENO Comenzar con la oración de todos los días. Oración de San Germán (496-‐576). Obispo de París.
Ninguno se salva sino por ti, oh Virgen Santísima.'Ninguno se libra de males sino por ti, oh Virgen purísima. Ninguno recibe gracias de Dios sino por ti, oh Virgen castísima. Ninguno obtiene misericordia sino por ti, oh Virgen venerabilísima. ¿Quién, después de tu bendito Hijo, tiene tanto cuidado del linaje humano como tú? ¿Quién así nos defiende en nuestras tribulaciones? ¿Quién tan presto nos socorre y nos libra de las tentaciones que nos acosan y persiguen? ¿Quién, con sus piadosos ruegos, intercede por los pecadores y los libra de las penas que por sus pecados merecen? Por esto recurrimos a ti, oh purísima y dignísima de toda alabanza y de todo obsequio. Haz que, por medio de tus oraciones, que tanto pueden con el Señor, las cosas eclesiásticas sean bien gobernadas y tú misma las conduzcas a puerto seguro. Viste ricamente a los sacerdotes de justicia y de la gloria de la fe probada, inmaculada y sincera. Dirige en estado próspero y tranquilo los cetros de los soberanos cristianos. Sé, en tiempo de guerra, la protección del ejército, que siempre milita bajo tu amparo, y confirma al pueblo para que, conforme Dios lo tiene mandado, persevere en el obsequio suave de la obediencia. Sé el muro inexpugnable de este pueblo que te tiene a ti como a torre de refugio y cimiento que la sostiene. Preserva la habitación de Dios y el decoro del templo de todo mal; libra a cuantos te alaban, da redención a los cautivos y sé refugio para el peregrino y consuelo para el desamparado. Extiende, por fin, a todo el orbe tu mano auxiliadora, para que, así como celebramos con alegría esta festividad, celebremos también todas las demás que te dedicamos, en Cristo Jesús, Rey de todas las cosas y verdadero Dios nuestro; a quien sea la gloria y la fortaleza, junto con el Padre Eterno, que es principio de la vida, y con el Espíritu coeterno, consubstancial, y que reina con los dos, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Terminar con la oración final de todos los días. NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS Dios y Señor mío, dignaos aceptar esta Novena que hago al Corazón de María, vuestra celestial Madre; y Vos, Virgen Santa, alcanzadme la gracia necesaria. Amén. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: DÍA PRIMERO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Madre de Dios, os venero y bendigo por esta excelsa prerrogativa, que os ensalza sobre todos los hombres y ángeles. Por ella os pido que os compadezcáis de mí en mis necesidades. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA SEGUNDO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Madre nuestra; acordaos que Jesús, pendiente de la Cruz, os constituyó Madre de los hombres y nos puso bajo vuestro cuidado. Mostrad ser nuestra Madre. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA TERCERO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Reina de cielos y tierra, manifestad en favor nuestro el grande poder que Dios os ha concedido; y os pido que me defendáis en todas las tentaciones del enemigo de mi alma. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA CUARTO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Medianera de todas las gracias, ya que Dios ha dispuesto que las recibamos todas de vuestra mano, alcanzadme las que más necesito para la salvación de mi alma. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final.
DÍA QUINTO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Virgen purísima y sin mancha, alcanzadnos la gracia de pasar por este mundo tan lleno de pecados, de manera que nos conservemos puros del lodo de tanta sensualidad. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA SEXTO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Abogada y Protectora de los hombres, a Vos acudimos en todos los peligros, y os pedimos que nos protejáis durante la vida, pero sobre todo en el instante de nuestra muerte. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA SÉPTIMO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Maestra y guía de los hombres, iluminadnos con divina luz para conocer la vanidad de las cosas terrenas y la suprema realidad de las cosas celestiales y eternas. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA OCTAVO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Mártir y Reina de los Mártires, por lo mucho que padecisteis en este mundo, os pido me alcancéis paciencia y conformidad en los trabajos de esta miserable vida. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DÍA NOVENO Por la señal, acto de contrición y oración preparatoria. Corazón Inmaculado de María, Celadora de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, haced que imitemos vuestras virtudes en la tierra y que podamos acompañaros en la gloria del cielo. Amén. Concluir con cinco avemarías, las deprecaciones y oración final. DEPRECACIONES 1. Oh Corazón de María, compadeceos de los incrédulos; despertad a los indiferentes; dad la mano a los desesperados; convertid a los blasfemos y profanadores de los días del Señor. Avemaría. 2. Oh Corazón de María, aumentad la fe de los pueblos; fomentad la piedad; sostened las familias verdaderamente católicas; apagad los odios y venganzas en que se abrasa el mundo. Avemaría. 3. Oh Corazón de María, salvad a los mundanos, purificad a los deshonestos, volved al buen camino a tantas víctimas del vicio y del error. Avemaría. 4. Oh Corazón de María, convertid a todos los pecadores de la Iglesia; dirigid a patronos y obreros; iluminad con luz celestial a los malos escritores y gobernantes; santificad a los malos católicos. Avemaría. 5. Oh Corazón de María, suscitad muchos y santos Sacerdotes y Misioneros que trabajen en la conversión de los pecadores y en la salvación de las almas de todo el mundo, y dadnos a todos la perseverancia final en el santo amor y temor de Dios. Así sea. Avemaría. ORACIÓN FINAL. Oh Inmaculado Corazón de María, en Vos confiamos; no nos dejáis en este valle de lágrimas hasta vernos seguros junto a Vos en el cielo. Así sea.
NOVENA A LA VIRGEN NIÑA ORACIÓN INICIAL. ¡Oh María santísima! elegida y destinada ab eterno por la augustísima Trinidad para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los Profetas, esperada de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y templo vivo del Espíritu
Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin pecado original, Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles; nosotros humildemente postrados os veneramos, y nos alegramos de la solemne conmemoración anual de vuestro felicísimo Nacimiento; y de lo mas íntimo de nuestro corazón os suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer espiritualmente en nuestras almas, para que cautivadas estas por vuestra amabilidad y dulzura, vivan siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo Corazón. Ahora con nueve distintas salutaciones contemplaremos los nueve meses que estuvisteis encerrada en el seno materno; diciéndoos que oriunda de la Real prosapia de David, salisteis con grande honor a luz de las entrañas de santa Ana vuestra afortunadísima madre. Avemaría II. Os saludamos, oh Niña celestial, paloma candidísima de pureza, que a despecho del infernal dragón fuisteis concebida sin pecado original. Avemaría III. Os saludamos, oh Aurora brillantísisima, que como precursora del Sol de justicia, trajisteis la primera luz al mundo. Avemaría IV. Os saludamos, oh Elegida, que, cual sol sin mancha alguna, despuntasteis en la noche más tenebrosa del pecado. Avemaría V. Os saludamos, oh bellísima Luna, que iluminasteis al mundo envuelto en las más densas tinieblas del gentilismo. Avemaría. VI. Os saludamos como a esforzada amazona, que sola, a manera de un numeroso ejército, pusisteis en fuga a todo el infierno. Avemaría VII. Os saludamos, oh hermosa alma de María, a quien Dios poseyó desde la eternidad. Avemaría VIII. Os saludamos, oh amada Niña, y veneramos vuestro santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en que fuisteis envuelta, y la sagrada cuna en que estuvisteis acostada, y bendecimos el punto y momento en que nacisteis. Avemaría XI. Os saludamos finalmente, oh amada Niña, como adornada de todas las virtudes en grado inmensamente mas elevado que los otros Santos, y que, hecha digna Madre del Salvador, y habiendo concebido por virtud del Espíritu Santo, paristeis al Verbo encarnado. Avemaría ORACIÓN FINAL. ¡Oh graciosísima Niña! que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los mas fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre mas agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el Nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea. NOVENA DE SAN AGUSTÍN Por la señal… Señor mío Jesucristo… ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS. Peregrino y enfermo, vuelvo a Ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera de Ti, y agobiado por el grave peso de mis males. Lo he visto; lo he experimentado: lejos de Ti no hay abrigo, ni hartura, ni descanso, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste. Heme, pues, aquí, desnudo y hambriento y miserable, ¡oh Dios de mi salud! Ábreme las
deseadas puertas de tu casa; perdóname; recíbeme; sáname de todas mis enfermedades; úngeme con el óleo de tu gracia, y dame el ósculo de paz que prometiste al pecador contrito y humillado. ¿A quién, sino a Ti, clamaré, desde el profundo abismo de mis males, oh Dios mío y Misericordia mía? Como el ciervo herido desea la corriente de las aguas, así mi alma corre a Ti, sedienta de tu amor, y desea tu rostro amabilísimo. ¡Oh Verdad! ¡Oh Belleza infinitamente amable de Dios! ¡ Cuán tarde te amé!, ¡cuán tarde te conocí! y ¡cuán desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí! Mis delitos me han envejecido; mis culpas me han afeado; mis iniquidades han sobrepujado, como las olas del mar, por encima de mi cabeza. ¡Quién me diera, Dios mío, un amor infinito para amarte, y un dolor infinito para arrepentirme del tiempo en que no te amé corno debía! Mas, al fin, te amo y te conozco, Bien sumo y Verdad suma, y con la luz que Tú me das me conozco y me aborrezco, pues yo he sido el principio y la causa toda de mis males. ¡Conózcate yo, Dios mío, de modo que te ame y no te pierda! ¡Conózcame a mí, de suerte que sepa aborrecerme y no me busque vanamente en cosa alguna! ¡Amete yo, mi Dios, y suma Riqueza de mi alma, de modo que merezca poseerte! ¡Y aborrézcame a mí de modo tal que me vea libre de la gran miseria de mí mismo! ¡Muera yo a mí, que soy causa de mi muerte, para no morir con muerte sempiterna! ¡Y viva yo para Ti, Dios mío y Vida mía, de modo que Tú seas mi verdadera vida y mi salud perfecta para siempre! Amén. Rezar la oración correspondiente al día: ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS. ¡Gloríosísimo Padre San Agustín, Doctor sapientísimo de la gracia, Custodio fidelísimo de la fe, Patriarca dichosísimo de la gran familia agustiniana y de tantas familias religiosas que abrazaron vuestra apostólica Regla, como amplísimo camino de perfección y santidad! Acordaos, en la abundancia de vuestra gloria y en las eternas alegrías de la patria, de los que todavía gemimos en la tribulación y en el destierro; no os olvidéis en vuestro corazón, lleno ya de los deleites de Dios, de los hijos, de los amigos, de los pecadores, que os llaman y buscan como a Padre, como a Amigo. como a poderoso Mediador ante el Dios de las misericordias y de las justicias sempiternas. ¡Volver a tratar de la santidad con el impío, de la justicia con el injusto, del orden y de la paz con los que imperan y gobiernan, del salario de la eternidad con los obreros del tiempo, del gozo y de la posesión del sumo Bien con todos los hijos del dolor y del trabajo. ¡Vuelva a caer sobre la tierra el rocío de vuestra palabra! ¡Vuelvan a florecer las soledades y los claustros de la santidad de vuestros monjes y de vuestras vírgenes! ¡Vuelva, como en días de triunfo, a respirar con alegría la militante Iglesia bajo la sombra de vuestro báculo! Padre y Pastor amantísimo, que no queríais vuestra salvación sino salvando a vuestro pueblo: no os olvidéis ahora, que estáis en el lugar seguro, de los que nos hallamos todavía en medio de la batalla y del peligro; cobijadnos a todos bajo las alas de vuestra caridad y vuestro celo; guardadnos a todos en el redil del Divino Pastor, Cristo; conducidnos por la senda dichosa de su Ley, y llevadnos con vos a los eternos pasos de su gloria, donde juntamente con vos le veamos en la inefable compañía del Padre y del Espíritu Santo, y Él sea nuestro Dios, y nosotros seamos su pueblo por los siglos de los siglos. Amén. DÍA PRIMERO Comenzar con la oración de todos los días. Vocación divina. Gloriosísimo Padre San Agustín, que por divina dispensación fuisteis llamado de las tinieblas de la gentilidad y de los caminos del error y de la culpa a la admirable luz del Evangelio y a los rectísimos caminos de la gracia y de la justificación para ser ante los hombres vaso de predilección divina y brillar en días calamitosos para la Iglesia, como estrella de la mañana entre las tinieblas de la noche: alcanzadnos del Dios de toda consolación y misericordia el ser llamados y predestinados, como Vos lo fuisteis, a la vida de la gracia y a la gracia de la eterna vida, donde juntamente con Vos cantemos las misericordias del Señor y gocemos la suerte de los elegidos por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEGUNDO Comenzar con la oración de todos los días. Conversión a Dios.
Gloriosísimo Padre San Agustín, que en la hora dichosa de vuestra conversión a Dios fuisteis iluminado de tal modo por la luz de la verdad divinamente revelada, que en vuestra inteligencia no quedó lugar alguno para las tinieblas que la oscurecían, ni en vuestro corazón escoria alguna de los amores de la tierra, y en aquel punto quedasteis hecho Doctor y Maestro de una ciencia divina que antes no comprendíais, y antorcha resplandeciente de una caridad tan nueva y tan divina que os hizo aborrecer todo lo que antes amabais: alcanzadnos del Dios de toda piedad y misericordia la gracia de convertirnos a Él de tal manera que no habite jamás en nosotros la ceguedad y corrupción del hombre viejo, y seamos vestidos totalmente de luz y de la gracia del nuevo Adán, Jesucristo Señor nuestro, el cual sea nuestra vida y nuestro amor por los siglos de los siglos. Amén Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA TERCERO Comenzar con la oración de todos los días. Perseverancia. Gloriosísimo Padre San Agustín, que desde el día dichoso de vuestra conversión supisteis ya correr y saltar con alegría por los caminos del temor del Señor, sin desfallecer jamás, ni volver los ojos a las antiguas sendas de vuestra juventud, porque en la escuela de aquel santo temor aprendisteis la sabiduría, la disciplina, la justicia y la equidad, que fueron corona de gracias para vuestra cabeza y collar de perlas preciosas para vuestro cuello: alcanzádnos del Dios de toda providencia y sabiduría aquella sagacidad que hace sabios a los niños, y aquel entendimiento que da prudencia a los adultos, para que sepamos volar en pos de vuestros altísimos ejemplos, como en pos del águila sus hijuelos, hasta conseguir, como Vos, el premio de los que vencen y la corona de los que triunfan en Jesucristo Nuestro Señor por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA CUARTO Comenzar con la oración de todos los días. Castidad. Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde el día en que felizmente rompisteis las cadenas de la antigua servidumbre del pecado, de tal modo os consagrasteis a Dios y al estudio de la verdadera sabiduría, que no quisisteis otra esposa que la excelsa virtud de la castidad, y en ella supisteis encontrar la vena del contento y de la alegría de vuestro corazón, aborreciendo para siempre las turbias y corrompidas aguas de las cisternas de la tierra: alcanzadnos del Dios poderoso de las virtudes la gracia de saber desatarnos de todo vínculo, no santo, de carne y sangre, de modo que permanezcamos libres, puros y castos, como ángeles de Dios, sobre la tierra, para que seamos dignos, un día, de alcanzar, como vos, el premio de los limpios de corazón, que es ver a Dios, cara a cara, entre los increados resplandores de su gloria por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA QUINTO Comenzar con la oración de todos los días. Pobreza Gloriosísimo Padre San Agustín, que, al sumergiros en las aguas purificadoras del Bautismo, de tal modo os desnudasteis, en aquel instante, del afecto a las cosas de la tierra, que ya no pensasteis sino en abrazaros con la apostólica virtud de la pobreza, y no contento con abrazarla vos y practicarla, con la increíble estimación de su hermosura, la persuadisteis a muchos y sobre ella fundasteis el edificio inmenso de vuestra admirable y Santa Religión: alcanzadnos, del Dios que os inspiró tanto amor a la perfectísima pobreza, la gracia de vivir y morir, como verdaderos pobres de Cristo, desposeídos de todo apego a las cosas perecederas de acá abajo, y fijo siempre el corazón y el
pensamiento en los bienes eternos de allá arriba, para que, libres del peso inútil de aquellas, merezcamos, como vos, la posesión dichosa de éstos por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SEXTO Comenzar con la oración de todos los días. Obediencia Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde el día para siempre memorable en que os incorporasteis a la Iglesia de Cristo, de tal modo reconocisteis su divina autoridad sobre los hombres, que confesabais no poder ser hijo de la Fe si no lo fuerais antes de la Iglesia, y con la palabra y el ejemplo confirmasteis a los fieles en la universal y absoluta sumisión a la cátedra de San Pedro: alcanzadnos, del Dios que se hizo a sí mismo obediente hasta la muerte, la gracia de no separarnos jamás de la unidad santa de su Iglesia y de rendir nuestro juicio y voluntad a los Prelados que en nombre de la Iglesia nos gobiernen, con aquella docilidad que es puerta infalible de la eterna vida, a fin de que merezcamos, un día, las victorias de los que dignamente obedecen y la gloria inmarcesible de los que sabiamente se humillan por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oración de todos los días. Humildad Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde la cumbre misma de la santidad, y rodeado de los esplendores de la dignidad altísima de que os hallabais investido en la Iglesia de Dios, no os olvidasteis de mirar al abismo de la humana fragilidad y miseria, y, embriagado del vino generoso de la compunción por los pasados extravíos de vuestra juventud, los confesasteis a la faz del mundo, para vuestra humillación y justísima alabanza y glorificación de la gracia y de las grandes misericordias del Señor: alcanzadnos del Dios justísimo y misericordiosísimo, que abate hasta el infierno a los soberbios y ensalza hasta su gloria a los humildes, la gracia de adorar con reverencia sus tremendos juicios, reconociendo con verdadera luz nuestros pecados, y confesando con amor sus divinas misericordias, para que, libres de la confusión e ignominia de los soberbios. merezcamos, un día, ser ensalzados como los humildes, entre los verdaderos hijos de Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA OCTAVO Comenzar con la oración de todos los días. Santidad Gloriosísimo Padre San Agustín, «bello sol» entre los Doctores de la Iglesia; «luna llena» entre los sabios de todos los tiempos, que de vos toman la lumbre de la sabiduría; «alto ciprés» entre los confesores, por vuestra magnanimidad y fortaleza; «fresco y fragantísimo lirio» entre los castos e inocentes, que no habéis manchado nunca la blanca estola del Bautismo que una vez recibisteis; «árbol de oloroso incienso» por la devoción y contemplación con que penetrasteis los misterios divinos; «arco iris» de paz entre Dios y los hombres en días calamitosos y terribles para todo el mundo; «hermosísima palmera, rodeada de renuevos y cargada de preciosísimos racimos», como Padre y Patriarca de una gran familia de monjes y de vírgenes; «rico vaso de oro, guarnecido de piedras preciosas», porque resplandecéis entre los Santos por la hermosura y variedad de vuestras virtudes y por el brillo de vuestra caridad indeficiente: alcanzadnos del Dios tres veces Santo y Amador de toda santidad la gracia de ser, a semejanza vuestra, sabios en la doctrina, magnánimos en la fortaleza, inmaculados en las costumbres, amantes de la oración y del retiro, pacíficos con todos nuestros hermanos, resplandecientes con la luz del buen ejemplo, y en toda virtud ricos, llenos y perfectos, conforme a
nuestra vocación y estado, de modo que merezcamos, algún día, estar en donde vos estáis y reinar con vos entre los santos por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. DÍA NOVENO Comenzar con la oración de todos los días. Celo Gloriosísimo Padre San Agustín, celosísimo defensor de la honra del Altísimo, que, inflamado en la llama de un celo abrasador y divino, quitasteis de la tierra las abominaciones de la impiedad; procurasteis de mil modos la salud de todas las gentes, y velasteis por la gloria del Señor, por el decoro de su templo y la santidad de sus sacerdotes: alcanzadnos del Dios santísimo y celosísimo de la gloria de su nombre, y que tiene por nombre «fuego abrasador», que se digne encender en nuestros corazones aquel sagrado fuego que abrasaba el vuestro, a fin de que arda siempre en nosotros aquel celo que purifica y no destruye, que corrige y no afrenta, que todo lo repara y edifica, mas nunca se envanece con el triunfo, porque da toda la gloria a solo Dios, a quien solamente se debe y a quien sea todo honor y toda la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena. Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días. NOVENA EN HONOR A SAN JUDAS TADEO ORACIÓN PREPARATORIA Bendito Apóstol, San Judas Tadeo, Cristo te concedió poder para obrar maravillas conducentes al bien espiritual de los hombres: presenta al Señor mi oración y si es de su agrado, haz que logre la gracia que solicito de su misericordia. Se pide la gracia que se desea obtener y a continuación se reza la oración del día correspondiente. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso. R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo. Oración. Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén. DÍA PRIMERO San Judas Tadeo, El Señor te llamó a la gracia del apostolado, y tú correspondiste hasta dar la vida por Él. Consígueme del Señor que yo también sea fiel en el cumplimiento de su voluntad. DÍA SEGUNDO San Judas Tadeo, tú aprendiste de Jesús el amor que te llevó al martirio. Consígueme del Señor que yo también le ame con un amor de preferencia. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA TERCERO
San Judas Tadeo, tan grande fue tu amor al prójimo que no te perdonaste trabajo alguno para atraerlos a Dios. Consígueme del Señor que yo posponga mis intereses por la gloria de Dios y por el bien de mi prójimo. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA CUARTO San Judas Tadeo, fue tanta tu abnegación que desterraste el hombre viejo de pecado para que Cristo viviera en ti. Consígueme del Señor, que mortificando mis pasiones, viva sólo para Él. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA QUINTO San Judas Tadeo, tú detestaste la gloria y ostentación del mundo para implantar la Cruz y el Evangelio. Consígueme del Señor que yo sólo me gloríe en la Cruz de Cristo viviendo conforme al Evangelio. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA SEXTO San Judas Tadeo, tu dejaste todo para seguir al Maestro. Consígueme del Señor que yo esté pronto a sacrificar por Dios aún mi propio interés. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA SÉPTIMO San Judas Tadeo, tan grande fue tu celo santo que hiciste salir de los ídolos a los demonios. Consígueme del Señor, que detestando los ídolos que me dominan, adore sólo a mi Dios. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA OCTAVO San Judas Tadeo, entregando tu vida y tu sangre diste valeroso testimonio de fe. Consígueme del Señor que, detestando todo temor, sepa dar testimonio de Cristo ante los hombres. Terminar con las oraciones finales del día primero. DÍA NOVENO San Judas Tadeo, habiendo recibido el premio y la corona has hecho evidente tu protección obrando prodigios y maravillas con tus devotos. Consígueme del Señor que yo sienta tu protección para que pueda cantar eternamente sus maravillas. Terminar con las oraciones finales del día primero.