Nueva Crónica No. 148

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de septiembre 2014 / Nº 148 / Bs 10 Debate Henry Oporto: La justicia se nos muere, 8-9 Alberto Acosta: Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a la existencia (I), 10-11 Lucía Querejazu Escobari: Valcárcel on art, 11 Comunicación / Libros Sonia Santoro: “Los latinoamericanos nos debíamos el debate sobre la función de los medios en el sistema democrático”, 12-13 Alfonso Gumucio Dagron: La comunicación como ciencia y como instrumento, 14 Gustavo Fernández Saavedra: Crónicas de Salvador Romero, 15 José Luis Saavedra: Entrevista con Felipe Quispe : “Evo Morales es un neoliberal disfrazado de izquierdista”, 16-17 Benjamín Chávez: Caracol de Camila Urioste, 17 Javier Mendoza Pizarro: Evocación de Gunnar Mendoza, 18-19 Alberto Flores Galindo: Buscando un socialismo indoamericano, 20 Artista invitado: Pablo Caballero Pérez. En ausencia de un debate sustantivo sobre la oferta programática de los partidos, las controversias electorales han tocado sólo de pasada temas tan importantes como el subsidio a los combustibles, el agotamiento de las reservas probadas de hidrocarburos, los costos recuperables de las empresas supuestamente “nacionalizadas” y la crisis terminal de la administración de justicia. Ni la economía, ni temas tan sensibles como la inseguridad ciudadana, el crecimiento del tráfico de drogas o los feminicidios han merecido un tratamiento que oriente la preferencia de los electores, distraidos con las denuncias de corrupción, la incompetencia del Tribunal Electoral y el torneo de machismo entre los principales partidos. La economía y la justicia en las polémicas electorales y en la historia oficial Ni tan ricos, ni tan soberanos, ni tan justos Balcon II 122 x 152 cm. Contrapuntos Mauricio Lea Plaza Peláez: Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto de 2014. Bolivia: “potencia continental” y la “decada de oro”, 4 Roberto Laserna: ¿Empresas o compras estatales?, 5 Bernardo Corro Barrientos: La economía boliviana en la encrucijada electoral, 6-7 Jorge Derpic: Hello La Paz, welcome to El Alto. Una experiencia etnográfica en la Línea Roja del Teleférico, 7

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de septiembre 2014 / Nº 148 / Bs 10

DebateHenry Oporto: La justicia se nos muere, 8-9Alberto Acosta: Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a la

existencia (I), 10-11Lucía Querejazu Escobari: Valcárcel on art, 11

Comunicación / LibrosSonia Santoro: “Los latinoamericanos nos debíamos el debate

sobre la función de los medios en el sistema democrático”, 12-13

Alfonso Gumucio Dagron: La comunicación como ciencia y como

instrumento, 14Gustavo Fernández Saavedra: Crónicas de Salvador Romero, 15José Luis Saavedra: Entrevista con Felipe Quispe : “Evo Morales es un

neoliberal disfrazado de izquierdista”, 16-17Benjamín Chávez: Caracol de Camila Urioste, 17Javier Mendoza Pizarro: Evocación de Gunnar Mendoza, 18-19Alberto Flores Galindo: Buscando un socialismo indoamericano, 20

Artista invitado: Pablo Caballero Pérez.

En ausencia de un debate sustantivo sobre la oferta programática de los partidos, las controversias electorales han tocado sólo de pasada temas tan importantes como el subsidio a los combustibles, el agotamiento de las reservas probadas de hidrocarburos, los costos recuperables de las empresas supuestamente “nacionalizadas” y la crisis terminal de la administración de justicia. Ni la economía, ni temas tan sensibles como la inseguridad ciudadana, el crecimiento del tráfico de drogas o los feminicidios han merecido un tratamiento que oriente la preferencia de los electores, distraidos con las denuncias de corrupción, la incompetencia del Tribunal Electoral y el torneo de machismo entre los principales partidos.

La economía y la justicia en las polémicas electorales y en la historia oficial

Ni tan ricos, ni tan soberanos, ni tan justos

Balcon II 122 x 152 cm.

ContrapuntosMauricio Lea Plaza Peláez: Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto

de 2014. Bolivia: “potencia continental” y la “decada de oro”, 4

Roberto Laserna: ¿Empresas o compras estatales?, 5Bernardo Corro Barrientos: La economía boliviana en la encrucijada

electoral, 6-7Jorge Derpic: Hello La Paz, welcome to El Alto. Una experiencia etnográfica en la Línea Roja del

Teleférico, 7

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Agosto 2014 / Nº 148 / 3

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editorial

Los hidrocarburos en la controversia electoralEn lugar de un debate programático entre los principales res-

ponsables de las distintas opciones electorales, los temas más controvertidos de la campaña se tramitan como denuncias y

desmentidos en los medios de difusión o en los estrados judicia-les, lo cual da cuenta de la degradación de la política inherente al “proceso de cambio”.

Así sucede con uno de los temas de mayor relevancia para el futuro de la principal fuente de ingresos de la economía boliviana: los hidrocar-buros. Entre propuestas improvisa-das de los candidatos –incluyendo al Presidente– y la falta de información transparente y verosímil de las entida-des y voceros gubernamentales, crece la incertidumbre sobre el futuro de la renta gasífera de la que ha dependido la bonanza de la “década de oro”.

Uno de los temas controver-siales ha sido la falta de inversión en exploración. Como se sabe, las reser-vas probadas de gas no alcanzan para atender, en el mediano plazo, la cre-ciente demanda del mercado interno y los compromisos de exportación al Brasil y la Argentina. Uno de los can-didatos opositores propuso compartir en partes iguales la renta entre el Esta-do y las transnacionales. Esta medida estaría orientada a incentivar las in-versiones, una de las principales deficiencias de la gestión del MAS.

El gobierno respondió que semejante propuesta equivalía a la desnacionalización de los hidrocarburos, medida que habría establecido una distribución de la renta en una proporción de 18% para las transnacionales y 82% para el Estado. El gobierno habría previsto otro tipo de incentivos –no se conoce aún cuá-les– que tendrían que hacerse efectivos a partir de la aprobación de una nueva ley de hidrocarburos en 2015 (la ley vigente, hay que recordarlo, se aprobó pese a la oposición del MAS durante la presidencia congresal de Hormando Vaca Diez).

Esta afirmación derivó en una polémica sobre otro tema re-levante: ¿de veras recibe el Estado boliviano el 82% de la renta

de los hidrocarburos? Ese porcentaje rigió para los megacampos durante algunos meses tras la “nacionalización” de 2006, mientras se negociaban los nuevos contratos. Una vez suscritos, las empre-sas transnacionales lograron que el Estado les reembolse los “cos-tos recuperables”, que incluyen su abultada planilla salarial –una

manera de devolverles con una mano lo que se les quita con la otra– con lo cual cambió la distribución de la renta. Esos costos debían ser objeto de au-ditorías que no son del conocimien-to público. Con el rembolso de estos costos, la renta quedaría distribuida en realidad en 56% para el Estado y 44% para las empresas “nacionalizadas”, según algunos analistas.

Otro tema controversial es el de la subvención al precio de los combus-tibles. Como el país no produce toda la gasolina y diesel que consume, los importa pagando un precio mucho mayor que el que rige en el mercado local. La diferencia la cubre el Tesoro con un monto superior a todas las in-versiones en el sector hidrocarburos. El candidato-Presidente declaró que esta subvención era un “cáncer” para la economía y pidió nuevamente ter-minar con ella. El anuncio provocó una desordenada polémica: mientras la oposición afirma que la única ma-

nera de acabar con la subvención es mediante un incremento en el precio –un “gasolinazo”– el gobierno sostiene que el aumento en la producción y la industrialización permitirán terminar con las importaciones en 2015. Pero el precio local seguiría subven-cionado en relación a los precios del mercado internacional, lo cual estimula el masivo contrabando hacia los países vecinos. La subvención, por tanto, no es una cuestión de cuánto combustible se importa o se produce sino a qué precio se lo vende. En esta polémica sorprende que mientras el gobierno sostiene la tesis neoliberal de que el Estado no debe subvencionar los precios, la oposición de “derecha” aboga por la tesis estatista de mantener los precios subvencionados.

circunstancias externas y las crecientes demandas ciudadanas respecto de cues-tiones que hasta ahora no se han ventila-do en las campañas electorales.

El debate programático en efecto deja mucho que desear. Más allá de que Evo Morales se niegue a debatir con los otros candidatos presidenciales, lo cierto es que los temas que están ocasionando movilizaciones y posicionamientos de la opinión pública en los medios se refieren a inquietudes ciudadanas sobre cuestio-nes que los partidos prefieren soslayar. La corrupción desbordada, la conducta machista de connotados dirigentes polí-ticos y sociales, la prepotencia en el trato a las mujeres, el acoso sexual y laboral, la discriminación de género y los casos cada vez más frecuentas de feminicidio, son temas de preocupación ciudadana que carecen de respuestas serias por par-te del gobierno o de los partidos políti-cos en campaña electoral. Algo parecido ocurre con la creciente inseguridad ciu-

dadana. Nada de lo que pueda presentar el gobierno como mejoras sociales resul-tantes de sus políticas de distribución de bonos y aguinaldos, compensa la insegu-ridad creciente que percibe la ciudadanía en varias ciudades del país. No existen respuestas convincentes frente al aumen-to de los homicidios, violaciones y ase-sinatos en el último tiempo, y está claro que estos problemas no se resuelven con el aumento de las penas impuestas por jueces sometidos al poder político y eco-nómico, ni tampoco con el incremento de salarios a los policías.

Lo que no se menciona en forma directa es que el aumento de la crimina-lidad en el país está estrechamente rela-cionado con la ampliación de los circuitos del narcotráfico, y que eso a su vez está relacionado con la producción de coca excedentaria en el Chapare, cuyo destino es la cocaína de exportación, pero tam-bién en una cantidad cada vez mayor el consumo interno.

Desde cualquier ángulo que se con-sidere, a pocas semanas de las elec-ciones, ya no parece probable que

puedan presentarse sorpresas en cuanto a los lugares que ocuparán los cinco can-didatos presidenciales, aunque existen todavía algunas dudas sobre el porcen-taje de votación que obtendrá cada uno de ellos. En eso discrepan las previsiones internas de los partidos y las propias en-cuestas que se difunden públicamente. Todo indica que aún existe un grupo relativamente amplio de electores inde-cisos, que recién en el momento de emi-tir su voto determinarán si las distancias entre los tres primeros candidatos se acortan o se agrandan. Sin embargo, ya existen indicios suficientes de que en esta ocasión el voto ciudadano no será polarizado, lo cual traerá consigo impor-tantes consecuencias respecto del futuro sistema político y de la composición de las bancadas parlamentarias, que en con-junto tendrán que encarar las complejas

Preocupaciones ciudadanas sin debate electoral

En el aire 37 x 27 cm.

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Agosto 2014 / Nº 1484 / contrapuntos

Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto de 2014

Bolivia: “potencia continental” y la “década de oro”Mauricio Lea Plaza Peláez*

Como es habitual, tanto el presidente Morales como el Vicepresidente pronunciaron sendos discursos con motivo de la fiesta patria,los que merecen ser comentados en sus partes más relevantes.

El incremento de la rentapetrolera gracias a lanacionalización del gasEsta afirmación machacona no

es verdad. El incremento de la renta hi-drocarburífera se debe a la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, antes que Morales sea presidente, ley que cambia la participación del Estado de 18 a 50% en dicha renta; se debe al incremento de los precios de exportación del gas que subieron entre 2007 a 2013 en un 202% en el caso de la Argentina y en un 226% en el caso del Brasil y a la duplicación de los volúmenes de producción de gas sobreexplotando nuestros campos.

La renta que hoy se genera es pro-ducto de la riqueza descubierta y asegu-rada en los gobiernos anteriores a éste, ya que durante la gestión Morales, las reservas bajaron de 27.6 TCF a 12.8 TCF en 2006, a 9.9 TCF en 2009 y a 10,45 TCF en 2013. El ligero incremento en estos últimos 4 años fue de 0,51 TCF o sea, de 0,1275 TCF por año. Abastecer el consumo y la exportación demanda 0,75 TCF anualmente, lo que implica que por año estamos incubando un déficit del 83%, consumiendo nuestras ya bajas reservas. Este accionar irresponsable se traduce en el presupuesto de YPFB que sólo consigna un 15,3% para la explora-ción de nuevos campos. La gallina de los huevos de oro ya está en la olla.

En estos más de 8 años la renta bo-liviana se hizo cada vez más dependiente del gas, ya que no se ha avanzado nada en cambiar la matriz primario-exportadora, no se ha diversificado la economía y la tan anunciada industrialización del gas, del litio y del hierro sigue muy rezagada.

La pujanza económica del paísEl Presidente se enorgullece porque po-dríamos lograr en esta gestión un creci-miento del PIB de 5,5%. Eso implicaría que el nivel de crecimiento de la eco-nomía habría aumentado en un 177% respecto a 2005. Sin embargo, la renta nacional creció entre 2005 y 2014 en un 599%, lo que lleva a concluir que el gobierno ha logrado incrementar el PIB casi en 2 veces frente al aumento de 6 veces de la renta nacional, lo que mues-tra su total ineficacia.

En estos 9 años se han recibido 148.949 millones de dólares o sea que le correspondería a cada habitante US$. 14.806, lo que implica US$ 1.645 per cápita al año. La gente no ha sentido esa plata en la mejora de su calidad de

boliviano demanda un Estado que sea in-cluyente de todas las culturas, también de los mestizos que somos la mayoría.

El segundo pilar es la autonomía, ya que ahora los gobiernos departa-mentales y municipales tendrían facul-tad legislativa y el 20% de los ingresos serían manejados por las regiones. El MAS luchó y sigue luchando contra la autonomía dada su vocación centralista y de control directo del poder absoluto, lo que se ve plasmado en el contenido de la Ley Marco de Autonomías que coarta la autonomía y en la disminución de la participación de los niveles subnacio-nales en las transferencias fiscales que en este período de gobierno se reduje-ron de 22,3% a 10,8%, o sea, a casi la mitad. Las autonomías tienen mayores competencias pero menos recursos y el gobierno nacional se resiste a discutir el nuevo pacto fiscal que debería destinar al menos el 50% de la renta nacional a los gobiernos subnacionales.

El tercer pilar es la economía plural que tiene al Estado como el principal ac-tor y se basa en la nacionalización de los recursos naturales y en la redistribución de la riqueza. Las empresas estatales se han multiplicado confundiendo el rol de un Estado regulador y controlador con el de un Estado empresario, que no es plural porque no permite el desarrollo

vida. Los millonarios ingresos se han destinado al despilfarro irresponsable y a políticas asistenciales, por lo que no se ha mejorado sustancialmente el Ín-dice de Desarrollo Humano del país, el que está estancado en el puesto 108 del ranking mundial desde 2007. Somos el país que gasta menos en educación y sa-lud en Sudamérica y seguimos siendo el segundo país más pobre de la región. En resumen, el incremento de la renta na-cional no se ha traducido en indicadores que muestren un cambio sustancial en el bienestar de los bolivianos.

Como a Evo Morales dejó de im-portarle la gente, en el discurso patrio casi no habló del desarrollo productivo, de la crisis de la justicia, de corrupción, de inseguridad ciudadana, de salud, de educación, de empleo, etc.

Los pilares de la “décadade oro”Según el cerebro del gobierno, los cua-tro pilares de la década de oro, son: la igualdad basada en que los indígenas son el sujeto dirigente y núcleo sustancial del proceso. No sabemos si se refiere a los in-dígenas del TIPNIS o del CONAMAQ que están siendo avasallados por el gobierno; lo que demuestra que el discurso indige-nista es sólo una pantalla para el marke-ting político. Es por eso que el pueblo

endógeno de los actores económicos privados que han dejado de recibir po-líticas de apoyo.

El cuarto pilar sería el “optimismo histórico”, soñar en grande, por lo que le ofrecen proyectos como industrializar el hierro del mutún y el litio, ciudadela científica para exportar nuestra tecnolo-gía, energía atómica con fines pacíficos, industria pública de los medicamentos, aguinaldo para los adultos mayores, par-ticipación en el sistema de pensiones para mineros reduciendo la edad de jubila-ción, segundo satélite, etc.. De esta forma de pensar proviene la compra del satélite trucho, del avión de lujo del Presidente, del nuevo palacio de gobierno, etc.

La megalomanía, la demagogia y el despilfarro siempre van juntos, por ello ésta es una década que fue desperdiciada porque no se resolvieron los principales problemas del país en una coyuntura económica irrepetible.

Que se acabó el tiempode la confrontaciónEste es otro anuncio estrictamente elec-toral, mientras el gobierno nacional con-tinúa con la persecución judicial a sus opositores y mantiene en el exilio a miles de bolivianos que enfrentaron al régi-men. Si la intención es verdadera, ¿por qué no se dicta una anminstía a los oposi-tores enjuiciados, exilados o asilados?

Que habría erradicación decocalesEl Presidente afirmó que hoy sólo se cultivan 23 mil hectáreas de coca. Sin embargo sabemos que sólo 14 mil van para el consumo interno, o sea, 9 mil hectáreas están destinadas al narcotráfi-co (40%), más del 90% de la coca del Chapare. El narcotráfico se ha incre-mentado sustancialmente con la venia del gobierno y el Chapare es tierra de nadie gracias a la política de protección del principal dirigente de los cocaleros, el Sr. Evo Morales.

Como pudimos repasar, el afán del gobierno nacional de mostrarnos el país de las maravillas no tiene sustento oble-tivo y sigue siendo una pose demagógica y electoral que sólo demuestra el fracaso del ciclo del MAS en el intento fallido de construir un nuevo Estado más demo-crático, con justicia social y del que la mayoría de la gente se sienta orgullosa.

* Economista. Ex Secretario de la Gobernación de Tarija.

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Agosto 2014 / Nº 148 / 5contrapuntos

¿Empresas o compras estatales?Roberto Laserna*

Las empresas públicas son instrumentos de una visión que propone el liderazgo estatal en el desarrollo. Aquí sostengo que no hay condiciones para usarlas como instrumento y que, aun si se pudiera, serían menos eficientes que la alternativa de intervenir mediante compras

en lugar de un Estado inversionista y productor.

Mejorar EstadoBol SALas empresas estatales suelen dar prioridad a objetivos de empleo, activación de econo-

mías locales, ampliación de capacidades productivas o redistribución de ingre-sos, y no a la maximización de utilidades, como es el caso de las empresas privadas. Sin embargo, cuando éstas alcanzan su objetivo, suelen también alcanzar otros, por ejemplo, eficiencia energética, pro-ductividad y estabilidad laboral, sosteni-bilidad financiera, inclusión social a través de mercados. En las empresas públicas el desprecio por la eficiencia económica puede conducir a que se pongan en riesgo los objetivos explícitos o, aún peor, que se generen pérdidas que, a la larga, afectarán otras políticas públicas y pueden provocar más problemas de los que resuelvan, como los de equidad, por ejemplo, que surgen cuando las pérdidas obligan a subsidiar la ineficiencia en desmedro de grupos más necesitados. Por eso, aun cuando la maxi-mización de utilidades no sea su objetivo principal, las empresas públicas deberían cuando menos funcionar sin pérdidas.

Un reciente estudio realizado por Rubén Ferrufino para las Fundaciones Pazos Kanki y Milenio, recoge infor-mación reciente de 23 empresas públi-cas. Las que registran utilidades son en su mayor parte las que se encuentran en actividades extractivas, como YPFB y Comibol, que en realidad son meca-nismos de captación de las rentas de re-cursos naturales. También dan utilidades empresas con una posición oligopólica, como ENDE y BoA. Pero las que han sido constitutidas recientemente y se desenvuelven en el ámbito manufactu-rero están generando pérdidas o tienen ganancias que desaparecerían si no con-taran con el financiamiento concesional del Estado o, peor aún, sin las compras que realizan otras entidades públicas, que funcionan como mercados cautivos.

La pregunta que se planteó en un de-bate sobre el tema, luego de esta revisión, fue qué puede hacerse para mejorar el desempeño de las empresas. La respuesta más directa es que una buena administra-ción produce mejores resultados que una mala, y deberían establecerse normas que permitan lograrlo. Por ejemplo, separar el ámbito de la política y el de la gestión, con directorios independientes y remune-rados, y participación en bolsas de valores a fin de garantizar transparencia y defensa de los derechos de las minorías acciona-rias. Esto implica proponer que las em-presas estatales funcionen simulando ser

privadas pero con una priorización clara de sus objetivos, que pueden ser distintos. Tal vez eso sea posible, pero estimo que no es muy probable.

Como lo hemos argumentado en La Trampa del Rentismo, la debilidad ins-titucional se acentúa por los conflictos y disputas que provoca la abundancia de recursos en el Estado, si dicha abundan-cia está relacionada a la disponibilidad de rentas de recursos naturales y no a una es-tructura productiva más fuerte y diversifi-cada, través de los impuestos. Es muy fácil que el rentismo se contagie del Estado a la sociedad. Las expectativas de captura de una parte de esas rentas alienta e intensi-fica los conflictos y las presiones haciendo que sea de interés común la debilidad de las instituciones y el incumplimiento de las normas. Esto no ocurre en coinciden-cia con el aumento de recursos fiscales sino debido a dicho aumento. Tampoco es coincidencia que surja en esta misma época una política de desarrollo basada en la creación de empresas estatales.

Desventajas de las estatalesEs necesario considerar que las empresas estatales tienen por lo menos tres carac-terísticas que las ponen en desventaja para gestionar los recursos y alcanzar los obje-tivos que se les encomiendan. El prime-ro deviene del hecho de que la decisión de invertir suele ser política. Es decir, la identificación del producto o servicio a producir y la asignación de recursos pú-blicos para hacerlo no responde a nece-sidades del mercado sino a estrategias políticas. Explotar un recurso, dinamizar una zona, satisfacer una presión, resolver una necesidad que los políticos consideran prioritaria son motivos habituales. Por tanto, hay más voluntad (o voluntarismo) que una evaluación de costo beneficio, que es lo que predomina en el campo privado. La probabilidad de que esa decisión tenga justificación económica es tan baja que re-sulta más bien una casualidad.

En segundo lugar, la asignación de recursos no pasa por filtros competitivos. Las empresas estatales no buscan finan-ciamiento sobre la base de su proyecto. Cuando no lo tienen garantizado (por transferencia de recursos públicos), lo tienen facilitado por la garantía estatal. El acceso a esta fuente de financiamiento permite a las empresas estatales eludir los engorrosos procedimientos de evalua-ción técnica, financiera, de riesgo y de garantías que exigen los bancos y otras instituciones financieras. Finalmente, la relación entre propietario y administra-

dor (principal y agente) no depende de la empresa sino de la calidad de la repre-sentación política y de las instituciones democráticas. Si éstas son muy débiles o hay mediaciones imperfectas, cualquier grupo puede plantear exigencias a la em-presa a título de ser dueños de la misma, y la gestión se vea agobiada por presiones.

Gran parte de la literatura que res-palda el estatismo productivo insiste en que las empresas públicas no deben ser evaluadas por sus utilidades sino por sus efectos en la provisión de ingresos y en la creación de empleo. Si así fuera, debe-rían ser evaluadas en comparación con otros mecanismos de distribución de ingresos; entonces se verá que hay otras formas de hacerlo, a menos costo y con mejores resultados. Ej: los bonos.

La alternativaEstas reflexiones y observaciones no son un alegato en contra de la intervención del Estado en la economía. Pero sí contra una forma de intervención que es inefi-ciente y costosa para la sociedad. Existe una alternativa. Si lo que se pretende es aprovechar un recurso, dinamizar una zona, o satisfacer una necesidad, el Esta-do puede lograrlo más rápida y eficien-temente con un sistema de adquisiciones que garantice la competencia entre pro-veedores y premie a quienes ofrezcan mejores medios para satisfacer una nece-sidad, tanto de calidad como de precio. Los economistas saben que las necesida-des son finitas pero las maneras de satis-facerlas son infinitas. ¿Cómo mejorar la nutrición de los niños si solamente con-

sideramos leche escolar y galletas? ¿No funcionará mejor una tablilla de tarwi y quinua con plátanos secos y un jugo de frutas? Mediante sus compras, el Esta-do puede estimular la economía y crear empleos con mucha mayor eficiencia que por la producción directa de unos pocos bienes, además de impulsar la innovación y distribuir mejor los recursos.

Un sistema de adquisiciones abier-to a la innovación y transparente pue-de estimular la competencia generan-do múltiples iniciativas. Por supuesto, siempre hay riesgo de corrupción y que las compras beneficien a los favoritos políticos o amigos de los burócratas. Pero es más fácil de identificar y corre-gir que en el caso de las empresas, que también hacen compras, y los errores son considerablemente menos costosos. Las empresas estatales son difíciles de cerrar y muchas veces la inversión reali-zada es irrecuperable. Si en una compra no se logran los resultados esperados o hay corrupción, se suspende el ciclo y se abre un nuevo concurso. Como puede ejercerse control por resultados es fácil, rápido y barato corregir los problemas.

Mi conclusión es que no hay con-diciones institucionales para que las empresas estatales operen bien. Aún si se superara esa enorme dificultad, ellas tienen muchas desventajas como instru-mento de desarrollo y no son la mejor opción. La intervención estatal sería más eficaz a través de un sistema transparen-te, abierto y competitivo de compras.

* Economista, director de CERES.

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Agosto 2014 / Nº 1486 / contrapuntos

La economía boliviana en la encrucijada electoralBernardo Corro Barrientos*

Las políticas aplicadas en los últimos años no contribuyeron a resolver el grave problema del atraso económico,del empleo y de los ingresos de las familias.

¿Qué está en juego en las elecciones de octubre? ¿Se trata sólo de cam-biar un presidente por otro? ¿Se trata de cambiar o fortalecer el au-

toritarismo actual? ¿Se trata de mejorar o estancar la economía y las condiciones de vida? Las respuestas a estas pregun-tas no están claras. Los padres de familia aún no saben cuál será el futuro para sus hijos y para el país.

Uno de los interrogantes serios es sobre el desarrollo económico. Las po-líticas aplicadas en los últimos años no contribuyeron a resolver el grave pro-blema del atraso económico, del empleo y de los ingresos de las familias. Muchos se dan cuenta que el país vive actualmen-te una prosperidad superficial y efímera, que pronto cambiará cuando caigan los precios internacionales del gas que el país exporta.

El modelo burocrático deEstado y el “síndrome holandés”El modelo económico burocrático actual se encuentra, en efecto, fuertemente in-fluenciado y dependiente del fenómeno económico conocido en la literatura eco-nómica como el “síndrome o la enferme-dad holandesa”. La enfermedad consiste en que por la fuerte demanda cíclica in-ternacional de recursos naturales, como el gas, los ingresos crecientes del país desde el año 2004 generan consecutiva-mente una fuerte demanda al exterior de bienes manufacturados de consumo y otros. Las importaciones en aumento de estos bienes, por vía de importacio-nes legales e ilegales, se traducen en una competencia desleal y avasallante sobre los productos manufacturados y otros nacionales. Esto genera quiebras y pérdi-das a los productores nacionales grandes, medios, chicos y micros, incluyendo a los campesinos e indígenas, de los dife-rentes sectores y regiones. El incremento del consumo interno de algunos sectores sociales, fenómeno que ocurrió en varios países latinoamericanos, contribuye al bloqueo de importantes sectores produc-tivos internos.

Por otra parte, los ingresos cre-cientes del Estado por las exportaciones de gas (así como otros ingresos anuales como el narcotráfico y las remesas de bolivianos en el exterior), se traducen en un incremento del gasto público y privado en la economía. Estos gastos ge-neran, sin embargo, altas presiones in-flacionarias, que el gobierno aplaca con la oferta externa, con importaciones y el contrabando. De este modo, los sectores productivos internos se encuentran blo-queados en su desarrollo.

menticios. Con el pretexto de “bajar la inflación y el costo de la canasta básica de los alimentos y bienes de consumo”, el gobierno abre ampliamente las puer-tas a la producción externa y bloquea el desarrollo y la modernización de las pe-queñas unidades productivas nacionales.

En tercer lugar, al bloquear las actividades mencionadas, el gobierno bloquea simultáneamente la innova-ción y el desarrollo tecnológico de las mismas, lo que significa el bloqueo del mejoramiento tecnológico del sector productivo mayoritario del país. El de-sarrollo futuro productivo y tecnológico del país se encuentra, por consiguiente, bloqueado y las empresas mayoritarias se ven imposibilitadas de modernizarse para enfrentar la oferta externa. Progra-mas gubernamentales lujosos tales como el satélite, el teleférico o la distribución de computadoras no podrían contribuir a la modernización de las empresas más chicas, pero sí contribuyen al aumento de la dependencia tecnológica externa.

La opción del modelo burocrático de potenciar únicamente los enclaves extractivos estatales y a los monopolios privados aliados, beneficiados con la “enfermedad holandesa”, se traduce en que éstas, intensivas en altas tecnologías, incrementen anualmente su propia de-pendencia de las importaciones de tec-nologías e insumos extranjeros (el caso de las importaciones masivas de auto-móviles). Como resultado, el modelo burocrático y monopólico actual se ca-racteriza, por una parte, por incremen-tar su propia dependencia tecnológica externa y, por otra parte, por causar el bloqueo tecnológico de la gran mayoría de las empresas más pequeñas de los di-versos sectores productivos.

En cuarto lugar, la opción de la élite burocrática por potenciar en prioridad al sector estatal y a los pequeños gru-pos monopólicos privados, excluyendo a las empresas privadas más pequeñas, bloquea la diversificación sectorial de las actividades productivas. En este con-texto, el sector industrial manufacturero privado más pequeño continúa consti-tuido mayoritariamente, como hace cien años, por las actividades de producción de alimentos y bebidas, es decir, por ac-tividades fuertemente atrasadas en tec-nología y sin capacidad de integración tecnológica dinámica con otros sectores tanto internos como externos, tanto ur-banos como rurales. Estas empresas, al preservar su tecnología atrasada, no tie-nen capacidad para impulsar y arrastrar el desarrollo de otras cadenas produc-tivas situadas en los diferentes sectores

como en la pequeña y mediana agricul-tura, en la minería, en la agroindustria, en la metalmecánica y otras.

En quinto lugar, la opción burocrá-tica de limitar su política económica al potenciamiento de los enclaves extractivos estatales y monopólicos privados y a la no diversificación productiva, no tiende tam-poco al desarrollo de las diversas regiones del país. El modelo burocrático se encuen-tra en realidad imposibilitado estructural-mente de promover el desarrollo equili-brado de los diversos sectores productivos ubicados en las diversas regiones.

Las Mypes y las artesaníasurbanasLas micro y pequeñas empresas ya sean de los sectores productivos, de servicios y comerciales del sector urbano, es decir, la gran mayoría de las empresas de las ciu-dades, son las que más sufren –junto con los campesinos e indígenas– de la políti-ca estatista burocrática. Para reducir las fuertes presiones inflacionarias provoca-das por la política de potenciamiento y de dependencia externa de los enclaves extractivos, el gobierno promueve las importaciones masivas y el contrabando de bienes manufacturados y de consumo a precios bajos. Las Mypes, bloqueadas por las políticas gubernamentales que impiden su desarrollo tecnológico se en-cuentran incapacitadas de competir en igualdad de condiciones contra estos pro-ductos, por lo que sus mercados locales se reducen cada vez más.

Frente a la situación económica y social cada vez peor de los pequeños productores, artesanos y comerciantes de las ciudades, el gobierno implementó hace poco un programa de “microfinan-zas y microcrédito” dirigido a promover sus actividades. En el pasado tanto este gobierno como los anteriores ejecutaron programas similares pero fracasaron. Estos programas, caracterizados por créditos a bajas tasas de interés y plazos largos, impactan negativamente contra la economía de estos productores, por-que tienden a incrementar la sobreoferta de sus bienes y a provocar la caída de sus precios. Con estos programas la oligar-quía burocrática de Estado somete a los pequeños productores a una competen-cia capitalista desleal que limita sus posi-bilidades de sobrevivencia.

Los pequeños campesinos eindígenasLos pequeños campesinos y los indíge-nas constituyen otro importante sector social y productor fuertemente golpeado y explotado por el modelo estatista buro-

El modelo económico burocrático actual, dependiente de los recursos na-turales, en lugar de enfrentar al fenóme-no cíclico de la enfermedad holandesa, se ha sometido a su dinámica, lo ha con-vertido en su “modelo económico”, y no ha tomado las medidas para un desarro-llo interno diversificado y equilibrado de largo plazo.

Estancamiento de la matriz yefectos en la economíaEl gobierno ofreció en 2006 con el Plan Nacional de Desarrollo y lo repitió en 2010 con la Constitución Política del Estado, que para lograr el desarrollo era necesario cambiar la matriz productiva y “pasar de un modelo productor y expor-tador de materias primas a un modelo productor y exportador de manufactu-ras”. Nueve años después, sin embargo, el país continúa con la matriz productiva de hace cien años y dependiendo cada vez más de la exportación de gas. No se generó en los últimos años ni ampliación de la producción de materias primas ni la diversificación de las actividades pro-ductivas. Los factores estructurales pro-fundos que generaron el atraso histórico de largo plazo y el subdesarrollo perma-necen y se amplían.

El estancamiento acentuado con el modelo burocrático de Estado tie-ne varias consecuencias negativas. Pri-meramente, la promesa de pasar a “un modelo productor y exportador de ma-nufacturas” fue interpretada por el go-bierno de manera burocrática, restrictiva y excluyente. En lugar de promover con ese objetivo el desarrollo de los diferen-tes sectores productivos, el gobierno se ocupó únicamente de potenciar al sector estatal extractivo y excluyó a las empre-sas micro, pequeñas y medianas, es de-cir, a la inmensa mayoría de las fuerzas productivas del país. Al cabo de 9 años, sin embargo, la élite burocrática en el poder no logró ni siquiera plantar los cimientos de una base industrial estatal sólida y diversificada de recursos natu-rales ni tampoco impulsar la integración de los sectores empresariales medios, chicos y micros con la transformación de los recursos naturales. El 90% de las empresas del país y del empleo, urbano y rural, continúan aislados y atrasados, sin perspectivas de desarrollo.

En segundo lugar, las unidades em-presariales medias, chicas y micros, no sólo fueron excluidas sino que sufren también cada vez más por la política gubernamental antiinflacionaria de pro-moción de importaciones y del contra-bando de bienes manufacturados y ali-

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Agosto 2014 / Nº 148 / 7contrapuntos

crático. La oligarquía burocrática somete igualmente a estos pequeños campesinos a la competencia capitalista más sañuda y desleal con las importaciones y el con-trabando masivo de bienes agrícolas y alimentarios. Con el objeto de reducir la inflación de los precios de los alimentos provocados por su política de enclaves extractivos y de enfermedad holandesa, el gobierno fomenta, por una parte, las importaciones y el contrabando de ali-mentos y, por otra parte, ejerce una po-lítica sañuda de represión de los precios de los campesinos e indígenas en los mer-cados locales y citadinos. El gobierno no hizo nada en estos 9 años para fortalecer la capacidad productiva de los pequeños campesinos e indígenas de los valles, del altiplano y del trópico para que puedan enfrentar a las importaciones y al contra-bando. Además, con el objeto de deprimir aún más y permanentemente los precios de los campesinos e indígenas, el gobier-no implementa en estos sectores “pro-gramas de desarrollo agrícola” tendientes al incremento del volumen de la oferta agrícola y a la caída brutal consecutiva de los precios. Estos programas se realizan con el suministro de fertilizantes y con crédito agrícola, muchas veces mediante tasas elevadas de interés. La caída de pre-cios genera, sin embargo, fortunas a po-cos intermediarios y comerciantes, pero logra la reducción del costo de la canasta básica en las ciudades, que es el objetivo del gobierno. El gran perdedor y el más explotado con estos “programas de desa-rrollo” del gobierno “indígena-popular” es, lamentablemente, el pequeño campe-sino y el indígena de las distintas regiones.

El modelo estatista burocrático causará, con el tiempo, otros efectos en la sociedad, a medida que descienden los precios de las materias primas en el mercado internacional. Este descenso ya comenzó en realidad. Uno de los efec-tos será el descenso del gasto público gubernamental, lo que repercutirá en la disminución del financiamiento de los programas del gobierno. Esta situación no será bien recibida por los distintos sectores de la población. En previsión de las protestas populares, el gobierno se prepara para modernizar y fortalecer sus aparatos represivos.

* Doctor en economía.

—¿Este es el cementerio de El Alto? –pregunta una mujer de cuarenta años.

—No, es el cementerio de La Paz –contesta su acom-pañante, un hombre mayor.

Es el primer viaje de ambos en la línea roja del telefé-rico que se inauguró hace pocos meses. Ella está vestida con un trajecito sastre negro, maquillaje que apenas se nota y melena oscura, lacia y brillante que le llega hasta el cuello. Él tiene el pelo canoso y usa anteojos, viste terno gris con chaleco, camisa blanca y corbata oscura medio suelta, zapa-tos negros bien lustrados. Giran la cabeza y miran a un lado y al otro, al frente, hacia atrás, hacia abajo. Están en medio de la hoyada, flotando hacia la planicie alteña.

Después de salir de Ayajuni, la estación del cemente-rio, el hombre mira hacia arriba y exclama: “Es una ciudad naranja”. Sí, naranja por el ladrillo pelado de las casas de las laderas, también por el reflejo del sol que rebota en los vidrios de las ventanas y resalta el color de los muros. Ni el imponente cielo despejado, ni las afiladas puntas del Illima-ni capturan su atención.

Y es que el teleférico es una experiencia turística no sólo para extranjeros, sino también para los propios pace-ños. Viajantes ocasionales que sólo han visto la autopista, la Curva del Diablo, árboles y construcciones precarias des-conocen qué hay detrás de esos límites. La vista desde el teleférico pone calles y avenidas allá donde se pensaba que había sólo bosque. Pone techos de calamina y patios con ropa colgada al sol donde sólo se imaginaban cantinas. El paisaje de arquitectura cuetillo combinada con la informali-dad de viviendas de siete pisos sorprende a urbanistas, turis-tas y planificadores. Los paceños incorporarán el detalle de estas laderas en su mapa mental de la ciudad.

* * *

—¿Cuánto tiempo tomará llegar hasta El Alto ahora, no? - Pregunta la misma mujer, otra vez en voz alta.

—12 minutos –contesta sin titubear otra pasajera que va en el mismo cubículo.

Como si contara los segundos, la mujer de pollera, manta y tonguito a un lado sobre la cabeza, sabe perfecta-mente el tiempo de viaje. Y continúa: “Antes, en minibús, tomaba veinte minutos, media hora. Ahora es doce minu-tos.” Es la primera vez que los commuters alteño-paceños pueden cronometrar con exactitud el tiempo que les tomará el viaje desde Taypi Uta, la ex-estación de trenes de La Paz, hasta El Alto. Se rompe por primera vez con la incertidum-bre del transporte público. Salvo fallos técnicos que sí suce-den, no hay trancadera, ni desfile que cambie los planes de viaje. Se domestica la difícil geografía paceña, se introducen molinetes, tarjetas magnéticas, paradas específicas y un peso máximo en cada vehículo (750 kilos, 1653 libras, 10 perso-nas de 75 kilos). Metro en el cielo, dicen afuera; moderni-dad del Siglo XXI, dicen por acá.

* * *

Al llegar a Jach’a Qhathu, la estación de El Alto, una voz repite por el altoparlante que está prohibido quedarse a fo-tografiar La Paz desde la zona de desembarque. La reciente apertura del mirador y el patio de comidas en el segundo piso

alivian un poco la ansiedad, pero no hay nada como salir del edificio y ver, a la derecha, un letrero blanco de tocuyo que da la bienvenida a los visitantes: “Welcome… Bienvenue… Wi-lkommen… to El Alto. 10 Bs. la entrada.” El letrero está jus-to encima de una típica casa alteña, con una puerta de garaje roja y un patio lleno de mesas y sillas de plástico con el logo de una popular gaseosa. Al fondo, las cinco gradas de ma-dera, casi una escalera, llevan a la terraza de tres metros por uno. En el piso, un rectángulo de metal que estuvo alguna vez en la pared de una esquina anuncia: Avenida Panorámica. El muro a medio construir le hace honor al título. Desde aquí se pueden ver la autopista, las estaciones del teleférico, el Huayna Potosí y el bosquecillo de Pura Pura. El dueño, un hombre de unos sesenta años, cuenta sus planes de ampliar la terraza para ofrecer alimentos y bebidas. Luego, recibe a una pareja de turistas franceses que acaban de llegar. Ganó cuarenta bolivianos en tres minutos.

Con el teleférico se mercantilizan las alturas. No falta nada para que las góndolas expongan el logotipo de una empresa –como ya hicieron con Evo, el Bolívar y la última película boliviana. También los techos adquieren va-lor. Algunos ya aparecen pintados con los colores de una compañía de teléfono; otros, con el logo de una marca de fideos. Hasta hace poco nomás, eran espacios impensados para gigantografías. Tal vez los dueños empezarán a vender espacios por metro cuadrado de acuerdo a la distancia con las cabinas del teleférico. La Alcaldía tendrá que conseguir stickers de “Publicidad No Autorizada” tamaño techo por si acaso. Son muchas las posibilidades de negocio.

* * *

Luego de varios años de vigencia de un sistema semi-informal y privado de transporte urbano, ingresamos en una etapa de iniciativas estatales para transformarlo. El teleféri-co (y también los buses Puma Katari en La Paz y Sariri en El Alto) ya generan impactos masivos y diversos en la forma cómo vivimos y pensamos ambas ciudades. Además de las evidentes transformaciones de los alrededores y el transpor-te público en sí, existen dos efectos inmediatos. Por un lado, y más allá del uso del teleférico con fines de propaganda política, la población tiene evidentemente una sensación de que las ciudades crecen y se modernizan. Esto, gracias a la infraestructura y eficiencia impecables de un teleférico que no tiene nada que envidiar a sistemas de transporte de países más desarrollados. Por otra parte, propios y extraños pueden conocer espacios urbanos antes inaccesibles, desde perspectivas nuevas y originales.

Más allá de todo esto, sin embargo, queda ver cómo estas transformaciones afectarán, primero, a la masa de transportistas –por ejemplo a aquellos que, recién salidos de colegio, se endeudaron para comprar su vehículo. Y se-gundo, habrá que ver el efecto en la supuesta capacidad de integración de dos ciudades hermanas que muchas veces rehúsan a mirarse de frente. A pesar de lo fácil que resulta llegar de un punto a otro en cuestión de minutos, todavía algunos sólo pueden (o quieren) visitar estos espacios desde las alturas, sin mezclarse, desde cabinas cerradas e hipervi-giladas.

* Sociólogo. University of Texas at Austin.

Hello La Paz, welcome to El Alto

Una experiencia etnográficaen la Línea Roja del Teleférico

Jorge Derpic*

La esquina 150 x 120 cm.

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Agosto 2014 / Nº 1488 / debate

La justicia se nos muere*

Henry Oporto**

La carga procesal acumulada, sumada al descalabro del sistema judicial es una bomba de tiempo. En la judicatura no se paga el trabajo sino la sumisión. El camino de la solución pasa por un acuerdo político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, un Pacto de Estado por la

Justicia, que comprometa la voluntad de los actores políticos para encaminar una regeneración profunda, integral y de largo plazo.

Mientras se desnuda el fracaso de la política ju-dicial, y son más evidentes los efectos deplo-rables de la elección popular de magistrados, el sistema judicial se desmorona y crecen los

síntomas de colapso en la administración de justicia. Crece la mora judicial: Según datos oficiales, las

causas resueltas en todas las materias judiciales, apenas alcanzan al 31% de las causas ingresadas, mientras que las causas pendientes llegan al 69%. De cada tres cau-sas radicadas en los juzgados, al menos dos son causas pendientes. En ciertas materias (Instrucción Cautelar, Ejecución Penal y Administrativo-Coactivo Fiscal) las causas rezagadas se sitúan entre 85 y 90%.

Sobrecarga procesal en los juzgados: La brecha entre el aumento de las causas y el reducido número de juz-gados es creciente. Como resultado, el promedio de casos por juez no ha dejado de crecer, alcanzado pro-porciones extraordinarias e inauditas. El promedio na-cional en materia de Instrucción Cautelar Penal, es de 2.470 casos por juez. En las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz este promedio supera incluso los 3.000 casos por juez, en un solo año. Pocos países en el mundo deben presentar cifras de una concentración tan grande de causas en tan pocos funcionarios.

La acumulación de la carga judicial es también efecto de la sañuda persecución judicial contra oposi-

tores y funcionarios de anteriores gobiernos; muchos de estos casos llevan años, sea para mantener la presión o simplemente por el temor de los jueces de cerrar los casos.

Jueces y fiscales saturados: El drama de falta de jue-ces se reproduce en el Ministerio Público. Entre 2008 y 2011, el número de fiscales en todo el país creció en apenas 2%, un incremento ridículo e insuficiente fren-te al crecimiento de las causas que, en el mismo período aumentaron un 13.5%. Así, entre los años 2008 y 2012, el número de causas por fiscal (como promedio nacio-nal), en las nueve capitales de departamentos, había su-bido de 165 a 179 causas. No obstante, en los últimos dos años esta cifra puede incluso haber aumentado; datos no oficiales indican que en las ciudades del eje central, el promedio de causas atendidas por cada fiscal bordearía los 500 casos.

Procesos sin sentencia: Comparando los datos de la gestión 2010, las imputaciones formales presentadas durante ese año, alcanzaron a 20.670 en todo el país. En cambio, las sentencias dictadas por los tribunales fueron apenas 874; esta cifra, que representa un escaso 4% del número de imputaciones, dice por sí misma de la falta de justicia para miles de personas y familias.

Cárceles hacinadas: Con la falta de sentencias de los tribunales, aumenta también la cantidad de presos sin

sentencia ejecutoriada. Según el Defensor del Pueblo, la población carcelaria en Bolivia hasta el año 2011, alcanzaba a 13.500 presos, de los cuales una inmensa mayoría (83.6%) eran detenidos sin sentencia, lo que es una flagrante violación de los derechos humanos. Esta enorme masa de privados de libertad, sin sentencia eje-cutoriada, que no deberían estar en las cárceles y que no obstante están condenados a condiciones infrahu-manas de prisión, es una de las principales causas de la sobrepoblación carcelaria, estimada en 233%. Bolivia es el segundo país en el hemisferio con el mayor ha-cinamiento carcelario (Observatorio de Seguridad de la OEA).

Menos presupuesto para justicia: Si para 2005, el gas-to en el Sector Justicia (Poder Judicial, Fiscalía y Mi-nisterio Público) era algo menos del 2% del gasto total del sector público, durante los nueve años siguientes ese porcentaje ha caído; en 2013, el presupuesto pro-gramado del Sector Justicia (Bs. 826.727.362), fue ape-nas el 0.36% del PGN (Bs. 228.285.224.092).

La captura política de la justicia La elección de autoridades judiciales, ha cumplido con creces el objetivo de captura de la administración de justicia, para someterla y manipularla según los intere-ses y necesidades del poder político. Todo ello a costa de agravar los males de la justicia. Al desaparecer todo vestigio de independencia, institucionalidad, carrera judicial y meritocracia, lo que vale ahora es la sumisión con los gobernantes, el padrinazgo, el cuoteo político y sindical, la habilidad para sobrevivir en aguas turbu-lentas. Hay una inversión de valores que ha puesto a la justicia patas arriba.

Los tribunales son una chacota; impera el caos, las trifulcas internas, las pugnas de poder, la presión corporativa y la inestabilidad crónica. Jueces y fiscales están sometidos a premios y castigos y son enteramente desechables. Han surgido inéditas redes de corrupción y extorsión. El sistema judicial está atorado, nada fun-ciona y nadie cree en la justicia. La aventura del go-bierno ha devenido en una judicatura disfuncional y corrupta; un verdadero descalabro institucional.

Salvemos la justicia Del sistema judicial se espera tres funciones clave: i) pro-teger la libertad y los derechos de las personas; ii) dar se-guridad jurídica a la actividad económica, los negocios, las relaciones laborales, los contratos entre particulares, etc.; iii) garantizar el orden, el respeto a la autoridad, el cumplimiento de la ley, la seguridad de las personas, y en fin, la paz social. En ausencia de justicia reina el caos y la anarquía o bien la tiranía y el despotismo. Si el sistema judicial no cumple esos roles esenciales, no hay Estado de derecho; significa que el órgano judicial está imposibilitado de limitar y ser un contrapeso eficaz de las decisiones de los gobernantes. Y sin Estado de dere-cho y sin equilibrio de poderes, simplemente no existe democracia –que es la situación de Bolivia–.

* Versión resumida de la ponencia del autor, presentada en el Coloquio sobre Justicia, organizado por las fundaciones Milenio y

Pazos Kanki, La Paz, 31/07/2014** Sociólogo, investigador de la Fundación Pazos Kanki.

Incognito 76 x 76 cm.

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Agosto 2014 / Nº 148 / 9debate

Pacto de Estado por la Justicia, bien puede comenzar con un acuerdo político para conformar una Comisión de Notables, presidida por el Defensor del Pueblo e integrada por otras cuatro personalidades probas y de reconocida trayectoria y credibilidad. Esta comisión tendría la misión, en un plazo determinando –por ejemplo, 90 días–, de formular un Plan de Regeneración e Institucionalización de la Justicia, con el compromiso de los partidos de viabilizar sus propuestas a través de las acciones constitucionales, legales, reglamentarias y administrativas necesarias.

Una fórmula que funcionó en el pasado La idea de una Comisión de Notables se basa en la expe-riencia de la Corte Electoral de “notables”, constituida a partir de un acuerdo político (el año 1991) para superar una delicada crisis política que había sido provocada dos años antes por los desmanes y la actuación parcializa-da de “la banda de los 4”; que es así como se conoció popularmente a la Corte Electoral Nacional, en ese entonces integrada por representantes de los partidos políticos. Para la percepción generalizada, los resultados de los comicios generales de 1989 fueron manipulados a fin de favorecer la elección de uno de los candidatos presidenciales, lo que derivó en el descrédito de la auto-ridad electoral y en general del sistema electoral. Afor-tunadamente para la democracia boliviana, los partidos políticos tuvieron entonces la capacidad de reaccionar oportunamente, entregando la conducción del sistema electoral a un grupo de “cinco ciudadanos notables”, en-cabezados por Huáscar Cajías, y asumiendo el compro-miso de someterse a las decisiones de este nuevo árbitro electoral. Sin duda, aquella fue una decisión providen-cial, que permitiría reencauzar los procesos electorales y restablecer la confianza en el sistema electoral.

Entre la situación vivida entonces por el sistema electoral, y la que hoy soporta la justicia, puede trazarse un paralelo. Y si entonces fue posible remontar aquella crisis mediante un acuerdo interpartidario, y la confor-mación de un renovado órgano electoral independiente e imparcial, que era una prenda de garantía para todos los actores políticos y la ciudadanía en general, ¿por qué no aplicar una fórmula igual al momento dramáti-co que atraviesa la justicia?

La consecuencia del descala-bro judicial es la falta de justicia, que afecta a la inmensa mayoría de los bolivianos, directa o indirec-tamente. El Estado plurinacional es incapaz de proveer un servicio básico a la sociedad como es la jus-ticia, o sea un sistema judicial que funcione y sea accesible y oportuno y, por cierto, idóneo y confiable en sus fallos. Despojado de toda inde-pendencia y capacidad efectiva para su función institucional –que inclu-ye el control de la constitucionali-dad de las leyes–, el sistema judicial ha perdido la jerarquía de un poder de Estado; su condición actual es la de un órgano subsidiario del poder político.1

Son tan abrumadores los pro-blemas de la justicia, que si no hace-mos algo efectivo, y pronto, las con-secuencias pueden ser muy graves. Es preciso evitar que los juzgados y tribunales, saturados de carga pro-cesal, colapsen irremediablemente. Ya no se trata únicamente del des-crédito de las autoridades judiciales elegidas o impuestas a dedo. El ma-lestar social es tal, que expresiones de repudio y descalificación pueden tomar cada vez más fuerza.

Quienes han ocasionado y agravado esta crisis, no pueden ser los mismos que la remedien –ya han demos-trado sobradamente su incompetencia, y la pérdida de todo resto moral–. La situación actual no admite más parches, improvisaciones o medidas cosméticas Para arreglar la justicia hay que tomar el toro por las astas y encarar la crisis en toda su dimensión.

El camino de la solución pasa por un acuerdo político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, un Pacto de Estado por la Justicia, que comprometa la voluntad de los actores políticos para encaminar una regeneración profunda, integral y de largo plazo, más allá de un gobierno u otro, de modo que las acciones correctivas tengan continuidad y que las transforma-ciones puedan madurar en sus logros y resultados, evitando el círculo vicioso de reformas y contrarre-formas, que desmantelan todo lo precedente o que siempre están comenzando desde cero. Este pacto de Estado resulta tanto más necesario por cuanto es im-pensable arreglar la justicia sin restituir el principio de la independencia judicial como la piedra angular sobre la que debe operar la gestión judicial; y tam-bién para hacer posible una reingeniería en el sistema judicial, abarcando todas sus instituciones –incluso la Policía y la Contraloría–. Una reingeniería institucio-nal sustentada en principios meritocráticos, que reva-lorice la carrera judicial y la profesionalización de la justicia, como la mejor garantía para que la judicatura responda a las necesidades del país, tanto como a los requerimientos de la gente.

Para todo eso es imperativo un consenso nacional básico, de tal manera que la política judicial sea consis-tente, eficaz y perdurable en el tiempo, independien-temente de quién ejerza el gobierno. Un consenso así requiere del acuerdo y el compromiso de los partidos, en su máximo nivel, y luego refrendado en el parla-mento, como depositario de la soberanía popular. Un

1 La nueva Constitución ha cambiado la denominación de “Po-der Judicial” por el de “Órgano Judicial”, como si los autores del texto constitucional hubieran querido dejar implícito que en el Estado Plurinacional existe un poder único, concentrado en el gobierno, y que los otros (el legislativo y el judicial) son acceso-rios; ramas funcionales que se desprenden del poder político.

Un Plan de Regeneración e Institucionalización de la Justicia, tendría que señalar un conjunto de propuestas concretas en aspec-tos tales como el presupuestario de la judicatura, la actualización de códigos y normas, la formación y capacitación de jueces y fiscales, la transparencia en la gestión judicial, el combate a la corrupción, el régi-men penitenciario, la jurisdicción indígena, etcétera. Pero esto no es suficiente. La situación de emergen-cia en la justicia, amerita otras medi-das excepcionales que puedan aliviar la carga procesal –acorde a la gravedad del problema–, y devolverle a la ciu-dadanía una cierta confianza en la utilidad del sistema judicial.

Las actuales autoridades ju-diciales podrían facilitar las cosas, presentando renuncia de sus cargos. Si no lo hacen, la Asamblea Legis-lativa debería determinar la revoca-toria de mandato de los miembros del Órgano Judicial, del Tribunal Constitucional y del Consejo de la Magistratura. Esto lo puede hacer, mediante una ley interpretativa del artículo 195 de la Constitución, que faculta al Consejo de la Magistratu-

ra, promover la revocatoria de mandato de los magis-trados del Tribunal Supremo de Justicia y del Tribunal Agroambiental por faltas gravísima en el ejercicio de sus funciones. La renuncia o revocatoria de las autori-dades superiores de justicia, sería seguida de la recom-posición de los órganos judiciales, a través de un acto de elección de la Asamblea Legislativa, sustentada en el voto consensuado de todas las fuerzas parlamentarias, y como parte del acuerdo político para encarar la crisis de la justicia.

Sería ideal que, en el contexto de la actual campa-ña electoral, los candidatos presidenciales, asuman el compromiso de propiciar, como una de sus primeras tareas de gobierno, los entendimientos políticos nece-sarias para la conformación de la Comisión de Institu-cionalización y Regeneración de la Justicia, y compro-meterse a trabajar en forma coordinada con el próximo parlamento, los partidos políticos y las instituciones de justicia, en todas aquellas acciones que fueren reco-mendadas por dicha comisión.

Pero hay obstáculos que pueden anular cualquier posibilidad de encaminar una salida a la crisis judicial vía un acuerdo político. El mayor escollo es la renuen-cia del MAS a dejar de instrumentalizar el aparato judi-cial y aceptar un modelo de justicia con autonomía del poder político, propio de un Estado democrático y de derecho. Aquí no caben ilusiones. Entretanto un parti-do –como lo ha sido el MAS en el último tiempo– siga siendo tan dominante en el sistema político y retenga el control absoluto del parlamento, lo más probable es que nada cambie en la justicia y que las instancias judiciales continúen atadas a ese poder sofocante. El rescate de la justicia presupone una evolución distin-ta del proceso político. Si el país no supera esta fase de hegemonía partidista –y su correlato de un régimen autocrático, que descarta de plano concertar políticas nacionales– y no es posible un cierto equilibrio de fuer-zas, que le devuelve peso propio a la oposición política, querrá decir que no se dan las condiciones necesarias para un pacto nacional.

Regenerar la justicia no sólo es cuestión de vo-luntades. Quizás lo decisivo sea la correlación de fuer-zas. Lo sabremos después de los comicios generales de octubre.

Ahi voy 30 x 30

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Agosto 2014 / Nº 14810 / debate

Los Derechos de la Naturaleza o el derechoa la existencia (I)

Alberto Acosta*

Escrito como Prólogo al libro de Eduardo Gudynas, este texto concibe la Naturaleza con mayúscula porque propone un asunto mayúsculo, mucho más grande y trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a entender, al menos en la civilización occidental.

“Hoy predomina una ética ecológica, fundada en el deseo de sentirse parte del cosmos, en la apreciación de las relaciones de todo

con todo para salvar el sufrimiento por la fractura, exclusión y separación del mundo”.

Enrique Leff; Saber ambiental, 2007.

Entender la Naturaleza con mayúscula es el lla-mado que nos hace Eduardo Gudynas para abordar un tema vital, que se posiciona cada vez más en el debate. No se trata simplemente de

asumir la Naturaleza con mayúscula para denominar-la como nombre propio y relievar así su importancia. Su visión va más allá. La Naturaleza con mayúscula propone un asunto mayúsculo, mucho más grande y trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a entender, al menos en la civilización occidental. Y en ese tenor Gudynas propone comprender también la Naturaleza desde otras lecturas y otras culturas, como es el caso de la existente desde el mundo de la Pacha Mama, en el que las personas integran la Naturaleza.

A partir del reconocimiento de que la Naturaleza no es infinita, que tiene límites y que estos límites están a punto de agotarse, si no lo han sido ya, Gudynas nos invita a ubicar el tema en su verdadera dimensión.

Hacer honor a este esfuerzo de Eduardo Gudynas, con estas pocas líneas, es una tarea compleja. El reto lo asumo con enorme entusiasmo, procurando presentar las principales ideas fuerza del autor. Y en esa dirección he obviado poner las citas académicamente correctas de mu-chas de las reflexiones que haré, en su mayoría provenien-tes del mismo texto de Gudynas, con el fin de facilitar la lectura de este prólogo que espero sirva de estímulo para atraer a la mayor cantidad posible de lectores y lectoras.

El mundo del futuro visto desde un presenteirrepetibleDesde los albores de la Humanidad el miedo a los im-predecibles elementos de la Naturaleza estuvo presen-te en la vida de los seres humanos. Algunas culturas entendieron que, al formar parte de lo natural, debían tener respeto y buscar las formas más armónicas de convivencia entre todos los seres vivos. Muchas de esas culturas biocéntricas aún superviven en la actualidad. Son culturas que asumieron en la práctica, como algo normal, lo mayúsculo de la Naturaleza.

Pero en otras culturas, sobre todo en las que sos-tendrían el surgimiento y consolidación de la actual ci-vilización, la capitalista, transformaron paulatinamente la ancestral y difícil lucha por sobrevivir en un desespe-rado y sistemático esfuerzo por dominar la Naturaleza. El ser humano de la modernidad, con sus formas de organización social antropocéntricas, se puso –figurati-vamente hablando– por fuera de la Naturaleza. Se llegó a definir la naturaleza, con minúscula, sin considerar a la humanidad, también con minúsculas, como parte integral de la misma. Y con esto quedó expedita la vía para someterla y manipularla.

Frente a esta añeja visión de dominación y explo-tación, sostenida en el divorcio profundo de la sociedad humana y la Naturaleza, causante de crecientes proble-mas globales, han surgido varias voces de alerta.

Gudynas viene sosteniendo desde hace muchos años, que la acumulación material –mecanicista e interminable de bienes–, asumida como progreso, no tiene futuro. Los límites de los estilos de vida sustentados en la visión ideológica del progreso antropocéntrico le preocupan. Si queremos que la capacidad de absorción y resilencia de la Tierra no colapse, debemos dejar de ver a los recur-sos naturales como una condición para el financiamiento económico. Y por cierto debemos aceptar que lo humano se realiza en comunidad, con y en función de otros seres vivos, como parte integrante de la Naturaleza.

Son ya muchos los expertos que han demostrado en particular las limitaciones del crecimiento econó-mico. Gudynas sintetiza esta realidad en varios puntos inquietantes, entre los que destaca la creciente ola de extinciones masivas; así como la existencia de disfun-cionalidades ecológicas a escala planetaria, tales como el cambio climático, alteraciones en los ciclos de fós-foro y nitrógeno y la acidificación marina que han so-brepasado límites planetarios. Y es muy claro al señalar que esto implicaría riesgos de deterioros ecosistémicos que serían posiblemente irreversibles.

Su lectura de estos temas tiene otras virtudes a re-saltar. Él no simplemente recoge y analiza los informes globales sobre los problemas ambientales, sino que los lee críticamente desde una visión latinoamericana. En medio de la creciente vorágine ambiental, Gudynas demuestra que Nuestra América no está libre de sus devastadores impactos. Por el contrario este continente contribuye cada vez más a agravar la situación global, por ejemplo, con la creciente afectación al uso del suelo

o la expansión cada vez más acelerada de la frontera extractivista.

Estos y otros problemas explican los severos im-pactos sobre la biodiversidad, nos dice Gudynas. No sorprende ya que muchos países latinoamericanos están entre los que exhiben los mayores números de especies en peligro. Muchas otras especies, en tanto son descono-cidas para la ciencia, seguramente también están amena-zadas, o incluso ya se han extinguido. Y él concluye con un mensaje que grafica lo mayúsculo del problema: Los cambios globales también golpean duramente en Amé-rica Latina, tal como lo evidencia el número de eventos extremos (sequías o inundaciones), la reducción de gla-ciales andinos, o las afectaciones a los ciclos de lluvias.

Del antropocentrismo al biocentrismo:un camino inevitableA Gudynas, desde hace tiempo atrás, no se le escapa la necesidad de comprender las razones de esta situa-ción. En sus análisis ha buscado estudiar los impactos que ocasiona la megaminería, la actividad petrolera, los procesos desordenados y masivos de urbanización, la ampliación de la frontera agrícola de corte extractivista, el uso perverso de organismos genéticamente modifi-cados, entre otros focos de destrucción socioambiental.

Su atención también ha localizado la reflexión en regiones específicas de esta América, como lo es en la Amazonia. Él, una persona nacida en un país más cerca de las pampas que de las selvas, se ha transformado en un profundo conocedor de la realidad amazónica. Cabría re-cordar los debates con Eduardo Gudynas para cristalizar la Iniciativa Yasuní-ITT en Ecuador, que contribuyeron a redefinirla al margen de los estrechos límites crematís-ticos, considerando lo que implicaba para dicha Iniciativa la aprobación constitucional de los Derechos de la Na-turaleza. Y en su afán por comprender mejor el mundo, particularmente el nuestro, Gudynas se adentró también en las regiones andinas y de la cuenca del Pacífico, sin descuidar, en ningún momento, las cuestiones globales.

De todo ello, con una envidiable capacidad de síntesis, sin perderse en los vericuetos ideológicos de corto plazo, Gudynas rompe lanzas en contra del an-tropocentrismo. Un sistema que impone una valora-ción que es extrínseca, y que solo puede ser otorgada por los humanos. Valores que, hay que decirlo, en la actual civilización dominante, la capitalista, se derivan, sobre todo, de las demandas del capital. Así, una planta, un animal, una cascada, los minerales, el petróleo o los bosques no poseen valores en sí mismos o propios, sino que sus atributos les son otorgados por las personas.

Este es un punto crucial. El manejo utilitarista de la Naturaleza es uno de los componentes articuladores del modelo de desarrollo al que le es necesaria la apropiación de los recursos naturales, para sostener el crecimiento económico. Y este es otro de los elementos en disputa.

En la actualidad se multiplican los reclamos, sobre todo en los países industrializados, por una economía que propicie no solo el crecimiento estacionario, sino el de-crecimiento. Y en el así llamado mundo subdesarrollado, un campo que ha sido analizado a profundidad por el autor

* Economista ecuatoriano. Profesor e investigadorde la FLACSO-Ecuador. Ex ministro de Energía y Minas.

Ex presidente de la Asamblea Constituyente.

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Agosto 2014 / Nº 148 / 11debate

de este libro, los límites del extractivismo reclaman res-puestas coherentes. La idea de que el solo crecimiento propicia el desarrollo se debilita cada vez más, aunque no ha perdido su vigencia, inclusive en países con gobiernos que dicen tener una mayor sensibilidad con la Naturaleza.

En este terreno, los debates del Norte global y los del Sur global encuentran cada vez más puntos de contacto.

Hoy se reconoce ampliamente la necesidad de buscar soluciones ambientales vistas como una asigna-tura universal. Por un lado, los países empobrecidos y estructuralmente excluidos deberán buscar opciones de vida digna y sustentable, que no representen la reedi-ción caricaturizada del estilo de vida occidental. Mien-tras que, por otro lado, los países desarrollados tendrán que incorporar criterios de suficiencia en sus socieda-des antes que intentar sostener, a costa del resto de la Humanidad, la lógica de la eficiencia entendida como la acumulación material permanente. A la par, los paí-ses ricos deben asumir su corresponsabilidad para dar paso a una restauración global de los daños provocados, en otras palabras deben pagar su deuda ecológica.

La crisis provocada por la superación de los límites de la Naturaleza conlleva necesariamente a cuestionar la institucionalidad y la organización sociopolítica. No hacerlo amplificaría aún más las tendencias excluyentes y autoritarias, así como las desigualdades e inequidades tan propias del sistema capitalista.

Ante estos retos, aflora con fuerza la necesidad de repensar las verdaderas dimensiones de la sustentabi-lidad, que no pueden subordinarse a demandas antro-pocéntricas. Esta tarea requiere una nueva ética para organizar la vida misma. Se precisa reconocer que el desarrollo convencional nos conduce por un camino sin salida. Entendámoslo, los límites de la Naturaleza están siendo desbordados por los estilos de vida antro-pocéntricos, particularmente exacerbados por las de-mandas de acumulación del capital.

Valcárcel on artLucía Querejazu Escobari*

Con motivo de la inauguración de la exposición de Roberto Valcárcel en la sala de exposiciones de la CAF se realizó una charla con el artista.

Valcárcel lleva décadas enseñando a jóvenes artistas, diseñadores, fotógrafos y aficionados cómo hincar-le el diente a la imagen. Entre cursos y charlas de fotografía, arte y creatividad, las de arte contempo-ráneo han venido a ser una rara instancia en la que se presenta el tema desde una mirada académica que provee una especie de marco de referencia para la va-loración de una obra. Es decir, en ellos Valcárcel ex-plicaba la noción de arte contemporáneo por la cual él trabaja y a partir de la cual se podría determinar si una obra es o no contemporánea. Las reacciones del público fueron siempre polarizadas, están los que tie-nen por verdadero y única doctrina lo que Valcárcel dice y están los que se sienten insultados con la sola invocación de un marco teórico al quehacer artísti-co. Sea como fuere lo más valioso es que dejaba en claro que uno puede optar por una definición de arte contemporáneo. De lo cual se asume que no existen definiciones absolutas, que cada artista puede cons-truir su armazón teórico conceptual y regirse por él.

Valcárcel es un fiel seguidor de las ideas de Theodor Adorno y lo que la teoría crítica de la Es-cuela de Frankfut aportan al pensamiento del arte. El comprender el arte contemporáneo como un dispositivo generador de pensamiento lo convier-te en uno que debe estar en constante renovación para poder estimular constantemente ese click en la cabeza de los espectadores. Para lograrlo Valcarcel planteó en esta última oportunidad que los artistas hacen el trabajo de entrar al mundo del Otro para traer cosas de ese a este mundo. Hacen de courier entre el mundo de los locos (definición del artista) y el nuestro trayendo cosas extrañas.

Creo que esto no es más que una nueva forma de expresar lo que antes se habría planteado como la capacidad de sensibilidades particulares (los artistas) de sentir y vivir el mundo. Cuando Valcárcel habla de los artistas como courier entre el mundo de los locos y éste, equivale a la valoración tradicional de que los artistas venían de un mundo más sensible. Ambas for-mas de verlo son lógicamente compatibles pues viene a ser esa sensibilidad una capacidad de ver las cosas de otra forma y de percibir más intensamente lo que se nos escapa a la gran mayoría. La diferencia radica en que la sensibilidad tiende a asociarse a la capacidad de percibir la belleza y al arte contemporáneo ya no le interesa eso, le interesa hacer click en la cabeza. Por ello no solo es más sensible, sino que es loco, es Otro y por ello puede ser desagradable, abyecto, incom-prensible y extrañamente bello.

La exploración de la otredad como concepto es uno mucho más amplio y complejo que una visita al mundo de los locos y el transporte de un paque-te llamado luego arte. Existen ramas de las ciencias humanas que se dedican a ello con resultados muy distantes al del arte. Es inevitable preguntarse ¿Has-ta qué punto esta exploración del mundo del Otro con el propósito de refrescar nuestra experiencia no es una vez más, un cabinet de curiosidades exóticas? Si lo pensamos así esta definición de arte no es nada más que el reciclado de un etnocentrismo ciego que busca obsesivamente nuevas formas de sentir, ver y pensar. Es el síntoma de una sociedad insaciable.

* Historiadora de arte.

Este esquema antropocéntrico propicia la des-trucción sistémica. Como dice Eduardo, por un lado, la Naturaleza es fragmentada en componentes, los que son reconocidos como “recursos”, los recursos natu-rales. Por otro lado, la apropiación de esos “recursos” necesariamente exige poder controlar, manipular y po-seer el ambiente, dentro del preponderante mandato humano de dominar la Naturaleza. Y así se defienden las posturas que permiten extraerlos, separarlos, tras-pasarlos, modificarlos. Bajo ese tipo de apropiación, la utilidad discurre por intereses que giran alrededor del beneficio y la rentabilidad. Inclusive se llega a la irra-cional pretensión de hablar de capital natural, dando la idea de que puede ser sustituido por capital financiero.

La tarea parece simple, pero es en extremo com-plicada. En lugar de mantener el divorcio entre la Na-turaleza y el ser humano, hay que propiciar su reen-cuentro. Para lograr esta transformación civilizatoria, una de las tareas iniciales radica en la desmercantiliza-ción de la Naturaleza. Los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana procurando asegurar equitativamen-te la calidad en la vida de las personas. La economía debe echar abajo todo aquel andamiaje teórico que va-ció de materialidad la noción de producción y separó el razonamiento económico del mundo físico, es decir de la Naturaleza. Entonces, como recomienda José Ma-nuel Naredo, es preciso superar la ruptura epistemo-lógica que supuso desplazar la idea de sistema econó-mico, con su carrusel de producción y crecimiento, al mero campo del valor.

Escribir ese cambio histórico es el mayor reto de la Humanidad si es que no se quiere poner en riesgo la existencia misma del ser humano sobre la tierra. Y eso solo se podrá hacer desde visiones biocéntricas, que entiendan lo comunitario en todos los ámbitos de la vida, lo que no representan negar las individualidades.

Faja y tela 30 x 30 cm

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Desde octubre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tendrá un nuevo relator especial para la Libertad de Expresión. El elegido, después de un largo proceso que

comenzó en diciembre del año pasado y al que se pre-sentaron 49 postulantes, fue Edison Lanza, periodista y abogado uruguayo. Entre sus líneas de trabajo buscará construir principios y estándares para “ayudar a rever-tir los procesos de concentración, sin afectar la viabi-lidad de los medios de comunicación” y trabajar por la protección de periodistas en situaciones de riesgo y en la investigación de sus asesinatos. Se destaca su com-promiso en desarrollar el vínculo entre el derecho a la libertad de expresión y la promoción de los derechos de grupos “que sufren o han sufrido discriminación (niñas y niños, mujeres, pueblos originarios, población lgbti, personas con discapacidad, etc.)”.

Lanza será designado por un período de tres años, renovable una vez, y asumirá el cargo el 6 de octubre de este año, en reemplazo de la colombiana Catalina Botero.

Desde el otro lado del río, respondió algunas pre-guntas acerca de los desafíos que tiene por delante.

El 6 de octubre asume como nuevo relator. ¿Qué ex-pectativas tiene en este nuevo rol?Estoy convencido de que se trata de una posición cla-ve para la promoción y cumplimiento del derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información en la región. Gracias al trabajo que han realizado de va-

Edison Lanza, periodista y abogado uruguayo, relator de la CIDH.

“Los latinoamericanos nos debíamos el debate sobrela función de los medios en el sistema democrático”

Sonia Santoro*

En esta entrevista, se pronuncia a favor de la regulación estatal de los medios de comunicación audiovisual, advierte sobre los monopolios de información tanto privados como estatales y traza las líneas de acción que se propone para fomentar la libertad de expresión en el continente.

rios relatores y relatoras, la Relatoría se ha consolidado como una institución de referencia para el campo de es-tas libertades, los derechos humanos y la comunicación. Como expresé en la entrevista que mantuve con los co-misionados y comisionadas, no vengo a trabajar contra nadie, sino con todos los actores del sistema democrá-tico que tienen incidencia en estos temas, incluidos, por supuesto y fundamentalmente, los Estados. Creo que la Relatoría puede ayudar a encauzar los debates que están teniendo lugar en la región en torno de la libertad de expresión y la democratización de la comunicación; a mi juicio nuestros países tienen la madurez suficiente para debatir abiertamente sobre libertad de expresión, y sería algo sin sentido cerrarnos a reflexionar sobre la demo-cracia, el pluralismo y la libertad de expresión, aun con los puntos de vista y los intereses más diversos.

¿Cuáles serán sus líneas prioritarias de trabajo?Voy a tratar de sintetizar algunas líneas. La promoción de la diversidad y el pluralismo en la comunicación, en todas las direcciones, es un eje de trabajo. Promover regulaciones que limiten la formación de oligopolios y monopolios y la concentración de los medios de comu-nicación que afecten las posibilidades de divulgación de información y opiniones o el pluralismo. Y hablo tanto de concentraciones en el sector privado como en el es-tatal o público. Hay definiciones claras en el Sistema Interamericano sobre las consecuencias negativas de los monopolios y oligopolios, pero hay que profundi-

zar estos estándares existentes: hay que construir prin-cipios y estándares para ayudar a revertir los procesos de concentración, sin afectar la viabilidad de los medios de comunicación. Por supuesto que siguen siendo una prioridad los problemas estructurales que en muchas regiones siguen sin ser superados. Promover una es-trategia integral en contextos de agresiones y ataques a la integridad física de los comunicadores, en base a la prevención de la vulneración de sus derechos, la protección de periodistas cuyas vidas se encuentren en riesgo e investigación transparente de los asesinatos y agresiones ocurridos. La implementación eficaz de me-canismos de protección para los comunicadores ame-nazados forma parte de las obligaciones positivas del Estado. Pero desde una perspectiva más integral, tener escoltas y carros blindados es una solución simple, pero costosa para los Estados y compleja para un periodista en ejercicio. Se debe mirar de manera integral el fenó-meno, apostando a medidas de promoción del derecho a la libertad de expresión y de prevención, protección y sanción. Si no avanzamos en la lucha contra la impu-nidad de los crímenes contra la libertad de expresión, mediante un trabajo de prevención de la comisión de estos delitos, las restantes medidas siempre serán in-suficientes. También propongo desarrollar el vínculo entre la plena realización del derecho a la libertad de expresión y la protección y promoción de los derechos de distintos grupos que sufren o han sufrido discrimi-nación (niñas y niños, mujeres, pueblos originarios, po-blación lgbti, personas con discapacidad, etc.), afín con el fin de promover que los Estados adopten obligacio-nes positivas para revertir o cambiar situaciones discri-minatorias existentes y que estos grupos puedan ejercer de manera plena la libertad de expresión y la protección de sus derechos frente a expresiones abiertamente dis-criminatorias. La vigencia y protección de la libertad de expresión en el mundo on line es una precondición que concierne y beneficia a todas las personas. Entre esas prioridades, es clave velar por y promover el acce-so universal a este fabuloso espacio para la educación, la llegada a la información, la expresión personal y el entretenimiento. Y finalmente creo que hay que seguir insistiendo en acceso a la información pública y meca-nismos para prevenir la censura indirecta.

¿Cuáles son los principales problemas en las Américas relativos a la libertad de expresión? ¿Cuáles son espe-cíficos del Cono Sur? Considero que los problemas y desafíos que enfrenta la libertad de expresión en la región pueden agruparse en dos grandes dimensiones: los problemas estructura-les que subsisten en algunas subregiones y una agenda emergente. Entre los problemas estructurales señalo algunos: la violencia y agresiones contra periodistas y defensoras y defensores de derechos humanos (pre-sente en algunos países de América Central y América del Sur); el uso del derecho penal para criminalizar la expresión, o el derecho penal de excepción para acallar la protesta y la crítica; la escasa diversidad de medios

Cueros y tela

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y la falta de pluralismo en las voces representadas en el sistema mediático, sobre todo en algunos países; la debilidad de los medios públicos y la falta de reconoci-miento a los medios comunitarios, y la batalla contra la cultura del secreto que persiste en todos los países de la región, aunque con avances importantes (adopción de leyes, instalación de órganos garantes, jurispruden-cia local), pero con la preocupación de que algunos Estados extienden el secreto por razones de seguridad nacional y la persecución de informantes, que es la con-tracara de este avance. Luego tenemos la agenda emer-gente, a la que debemos prestar atención. Las múltiples discusiones sobre libertad de expresión e Internet. En 2013, la Relatoría incluyó en su informe anual un es-tudio vinculado a Internet y libertad de expresión, que contiene estándares para la evaluación y el análisis de las situaciones particulares. El desafío principal, enton-ces, pasa por consolidar Internet como un espacio de protección, promoción y respeto de los derechos hu-manos, así como también de denuncia de vulneración de los mismos. Deberíamos reflexionar más en clave regional, porque hay temas comunes a la subregión. Esta semana, la Corte Interamericana dictó una sen-tencia sobre el caso de dirigentes mapuches condena-dos por terrorismo, en la que se pronuncia sobre los tipos penales de contornos difusos y vagos que afectan la protesta social y la libertad de expresión, y que por lo tanto son incompatibles con la Convención. Me temo que es un buen punto que debería revisarse en los paí-ses del Mercosur. En la subregión se ha avanzado en la regulación de los medios audiovisuales; aunque cada país ha aplicado un ritmo y un modelo propios, parece buen momento para ver los resultados de la aplicación de cada uno de estos modelos. Progresivamente los países se vienen incorporando al concierto de naciones con leyes de acceso a la información pública que res-petan los estándares de derechos humanos, esperemos que Argentina y Paraguay se sumen rápidamente a esta realidad. De todos modos, me parece que nuestros paí-ses tienen una agenda pendiente en materia de prevenir la censura indirecta, la asignación arbitraria de recursos desde el Estado hacia el sistema de medios y completar la reforma de los sistemas de medios audiovisuales, de acuerdos con los estándares construidos por el sistema interamericano. Luego hay situaciones particulares con el ejercicio del derecho a la libertad de expresión en contextos electorales, en fin, temas no faltan.

¿La concentración de medios sigue siendo un obstáculo importante a la libertad de expresión en la región? ¿Cómo evalúa las nuevas leyes que intentan regular el universo mediático?América latina asiste a una discusión inédita sobre el papel del Estado en la regulación de los medios de co-municación audiovisuales, y la propia función de los medios en el sistema democrático, una discusión que personalmente considero válida si la damos en el marco de un efectivo respeto y promoción del derecho a la li-bertad de expresión y no como una excusa para contro-lar los medios. Es un debate que los latinoamericanos nos debíamos, porque heredamos problemas de larga data en relación con los sistemas mediáticos. Autores de la región, entre ellos valiosos aportes de expertos argentinos, explican este rezago: hubo una ausencia regulatoria del Estado durante décadas, lo que permi-tió que la comunicación quedara casi en las exclusivas manos del sector comercial, en muchos casos con ín-dices de concentración y control de la propiedad muy elevados, algo atípico para democracias consolidadas. La región también muestra cierto rezago en la tarea de construir medios públicos independientes, y es un hecho que durante años fueron relegados al papel de Cenicienta, aunque ahora muchos Estados han comen-zado a mejorar su financiamiento. Por otra parte, tene-mos un sector social-comunitario excluido durante dé-

cadas, o reconocido a medias, de modo discriminatorio y sin políticas de promoción. Este combo produjo una producción audiovisual muy concentrada en las capi-tales de los países, en formatos de baja calidad, cuando no “como ocurrió en el caso uruguayo” consumimos durante mucho tiempo mayormente producción ex-tranjera. En este menú, la concentración de medios es un ingrediente que no se puede ignorar, porque una vez que tenemos un sistema de medios concentrado se generan consecuencias negativas en el espacio públi-co y relaciones complejas entre los medios y el sistema político, que además son poco transparentes. Frente a esta situación, los gobiernos, sobre todo en la última década, han desarrollado diversas estrategias. Las leyes de servicios de comunicación llegan en un momento en el que la industria ya está desarrollada, y consiguiente-mente se producen tensiones y reacciones. Claro, hay que observar con mucho cuidado estas leyes, porque deberían tener el objetivo de promover la transparencia en la asignación de frecuencias, la diversidad y el plu-ralismo, sin limitar el goce de la libertad de expresión. También hay que estudiar lo que viene sucediendo con países que han ido, gradualmente, primero habilitando al sector comunitario, buscando una transición ordena-da hacia un sistema más plural en la televisión digital, como ha ocurrido en el caso uruguayo. Brasil, en cam-bio, comenzó por el intento de generar una televisión pública de calidad y de alcance nacional y regular mejor el sistema de televisión para abonados, pero mantiene no cambiada la estructura de sistema de medios comer-ciales. Todas estas experiencias son válidas, siempre que en nombre de la diversidad y el pluralismo no se gene-ren restricciones innecesarias a la libertad de expresión, algo que la propia Convención Americana previene en su artículo 29. Este puede ser un buen momento para analizar las diversas experiencias y también cómo se han aplicado en la práctica estas normas, porque una cosa son los textos y la intención del legislador, y otra cosa es la aplicación.

¿Qué desafíos a la libertad de expresión presentan los intentos de regulaciones de Internet y las nuevas tec-nologías?Enormes. El desarrollo de Internet ha masificado la cultura, el entretenimiento, la circulación de informa-ción y ha permitido, como nunca antes, el ejercicio de la libertad de expresión a título individual y colectivo. Y esto ha sido posible por las características especiales de este nuevo espacio público, por su conformación de red, que lo hacen distinto de los restantes medios inventados hasta el presente. Por ello cada regulación que los Estados pretenden establecer tiene implican-cias para la libertad de expresión y otros derechos hu-manos. Creo en la gobernanza multi stakeholder (N.

de E.: Se refiere a la participación o consideración de los enfoques de todos los actores que importan en un sistema) de este espacio, y desde su lugar específico la Relatoría debe tener un rol. No voy a abundar aquí, pero hoy están sobre la mesa marcos normativos que implican hablar del manejo de los contenidos en la red, la responsabilidad de los intermediarios, el filtrado de información, el manejo de la red en el contexto de pro-testas sociales y/o políticas, en fin, es un tema inagota-ble. Sí apunto, además, que la región viene abordando este tema con leyes nacionales, como el Marco Civil de Brasil, o el marco regulatorio chileno, pero también hay un uso desmedido del derecho penal para intentar combatir abusos en la red.

El informe de la relatoría para la libertad de expre-sión de 2013 incorporó un punto específico sobre la violencia que sufren las mujeres periodistas en el ejer-cicio de su libertad de expresión, especialmente en el caso de México. ¿Trabajará sobre la especificidad de las violencias que sufren las mujeres periodistas? La Comisión Interamericana ha señalado que los esce-narios de violencia en América latina incluyen un com-ponente de exacerbación contra las mujeres, en parti-cular en el contexto de discriminación por razones de género que aún persiste en muchos países. No sería jus-to si no dijera que la actual relatora ha incorporado la perspectiva de género en sus informes sobre violencia contra periodistas y me comprometo a mantener esa línea de trabajo, tanto en los informes como en posibles casos que la Comisión decida admitir y eventualmente presentar ante la Corte Interamericana.

Cuando algunos medios publican contenidos sexistas y son criticados por esto, se amparan en el derecho a la libertad de expresión para justificarse. ¿Cómo cree que se debería trabajar desde los distintos actores in-tervinientes “sociedad civil, Estado, periodistas, em-presas” para desarticular estos argumentos y lograr cambios? Es cierto que los medios de comunicación en la región tienen, en muchos casos, una historia de mala práctica en relación con la discriminación contra las mujeres y otros grupos. ¿Cómo provocar cambios en esta prác-tica sin interferir en la libertad de expresión? Esta es una pregunta que todos nos hacemos y creo que hay muchas experiencias que nos pueden ayudar a resolver este dilema. En primer lugar hay que destacar el tra-bajo de las organizaciones de mujeres que decidieron utilizar el camino de la capacitación y la promoción de y hacia los comunicadores como forma de incidir, y han logrado paulatinos progresos; luego los observatorios y los informes críticos con el modo de hacer periodis-mo y publicidad creo que juegan un papel, al igual que las universidades, que deben trabajar profundamente en los aspectos éticos de la comunicación; finalmente la propia televisión desde la ficción puede promover la igualdad. La mejor forma de combatir el discurso discriminador es con argumentos y evidencia de peso. También estoy siguiendo con mucho interés algunas experiencias institucionales, como la Defensoría del Público argentina, cuya práctica de promoción, recep-ción de denuncias, audiencias públicas y mediación es una herramienta clave y parece estar comenzando a rendir frutos, sin acudir necesariamente a la punición de los medios. Sé que el movimiento feminista se pre-gunta sobre la pertinencia de penalizar las expresiones discriminatorias, y allí la Relatoría debe abrir un debate sobre cuál es el límite de los discursos protegidos por la libertad de expresión y cuáles constituyen discursos de odio, que ingresan dentro de la prohibición del 13.5 (incitación a la violencia contra grupos de personas por motivos de discriminación).

* Periodista de Página12.

Conexión 81 x 71 cm.

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mensajes son verticales y dirigidos en un sólo sentido, para informar, es decir, para “dar forma” (dictami-nar) a lo “informe” (lo que no tiene forma).

Reconocemos en el ámbito académico tres enfoques principales que es útil distinguir.

Primero, las facultades o carre-ras de ciencias de la comunicación y de la información cuya tarea es pensar e investigar para elaborar teoría sobre el campo y desarrollar la disciplina. Los estudios especializados cum-plen con la principal función de la academia: la de crear conocimiento útil para la sociedad. En estas fa-cultades y carreras se forman pro-fesores, teóricos y estrategas de la comunicación que pueden influir en políticas públicas y participar en el diseño de estrategias en diferentes ámbitos del desarrollo.

Segundo las carreras de comuni-cación social donde se forman perio-distas, publicistas y relacionadores públicos. Están organizadas con una visión tan instrumental que desde

un principio los estudiantes eligen entre radio, prensa, televisión, publicidad, relaciones públicas o comunica-ción empresarial. Son las más abundantes y se caracte-rizan por la debilidad teórica y en investigación.

Tercero, las mal llamadas carreras de comunicación social que ofrecen estudios técnicos orientados a la práctica. Los estudiantes aprenden a manipular cá-maras o grabadoras, a realizar videos o programas de radio, guiones de cine o campañas publicitarias. Estos estudios han invadido espacios en la universidades en lugar de desarrollarse en institutos de formación técni-ca, donde corresponden. Hay universidades que inclu-so ofrecen diplomados y maestrías en “producción de video” o en “redacción de periodismo”, lo cual es una aberración.

Los intereses comerciales antes que los académi-cos están definiendo el rumbo de las universidades. En Bolivia hay cerca de 50 carreras de periodismo, mal llamadas de “comunicación social”, que reproducen periodistas para radio, televisión y prensa escrita, pu-blicistas y relacionadores públicos, mientras que faltan espacios para pensar la comunicación y para formar estrategas que puedan contribuir en el diseño de polí-ticas públicas. Apenas dos o tres universidades ofrecen el perfil de un comunicador con capacidad científica y estratégica.

La confusión conceptual de las universidades que se convierten por razones de mercado en fábricas de periodistas y que abandonan la investigación y el estu-dio científico del campo es algo que debe preocupar-nos. La masificación y creciente superficialidad de los estudios de comunicación no permitirá garantizar la generación de conocimiento propio en beneficio de las necesidades nacionales.

* Escritor y comunicador.

tes de Francia, reivindique la necesidad de un “quinto poder”, es decir un poder ciudadano que vigile a los medios masivos coludidos con intereses económicos y políticos.

En el ejercicio de la profesión tenemos periodistas y tenemos comunicadores, dos desempeños diferentes aunque complementarios. Los primeros trabajan con mensajes inmediatos (artículos, videos, programas de radio) y los segundos son facilitadores de procesos de diálogo y de participación, no necesariamente depen-dientes de medios y mensajes porque son procesos de mediano y largo plazo. Pero además, tenemos profesio-nales en el campo de las ciencias de la comunicación y de la información que investigan, reflexionan, y hacen avanzar el pensamiento en esa disciplina.

Universidades despistadasCuriosamente en las universidades donde se forman nuevas generaciones de comunicadores y de periodistas y en los ámbitos profesionales, el mal uso de los tér-minos información y comunicación provoca confusiones que empezaron hace más de 25 años cuando surgió la pésima idea de cambiar el nombre de las antiguas es-cuelas de periodismo por el de facultades y carreras de “comunicación social”. En realidad la mayoría de ellas promueven la formación de periodistas para alimentar los medios masivos. En muy pocas universidades se es-tudia la comunicación como ciencia y como proceso estratégico.

Es una cuestión epistemológica: no es lo mismo comunicación que información. Ambos campos son dis-tintos y específicos. La etimología de la palabra comu-nicación la asocia a conceptos muy diferentes que los de la palabra información. La comunicación (comunio, co-municatio) es el proceso de compartir y de participar, lo cual implica diálogo y horizontalidad. Mientras que los

Para la mayoría de las perso-nas, la palabra comunicación está asociada a los medios de difusión masiva. De allí

que sea tan común la equivocación de designar a los diarios, a los ca-nales de televisión y a las emisoras de radio como “medios de comu-nicación”, cuando en realidad son medios de difusión y en el mejor de los casos medios de información (aun-que muchos consideramos que con demasiada frecuencia actúan como medios de desinformación). Esta visión instrumental de la comunicación, entendida simplemente como infor-mación y difusión, afecta también al campo académico.

Hace cincuenta años el filósofo y especialista de las ciencias de la co-municación, el venezolano Antonio Pasquali, a quien no me canso de citar sobre este tema, afirmó que la expresión medios de comunicación “re-pugna”, porque los medios masivos no comunican, solamente difunden. En 1963 escribió:

“La expresión medio de comu-nicación de masas (mass-communication) contiene una flagrante contradicción en los términos y debería pros-cribirse. O estamos en presencia de medios empleados para la comunicación y entonces el polo receptor nun-ca es una masa, o estamos en presencia de los mismos medios empleados para la información y en este caso resulta hasta redundante especificar que son de masas”.1

Para decirlo de manera muy sencilla: la comunica-ción tiene lugar en dos sentidos y es horizontal, mien-tras que la información se difunde desde un polo emi-sor central o vertical. Esto es esencial para entender la función política y económica de los medios masivos en la sociedad, así como los procesos de comunicación participativa. Por una parte están los polos emisores de información, que ejercitan su poder económico y político, y por otra está la población que ejerce su dere-cho a comunicar a través de formas e instrumentos que permiten la expresión de la diversidad cultural, social y política.

Los medios masivos difunden y tal vez informan, pero no comunican. No promueven una relación de equidad en la sociedad, sino una relación de influencia-dependencia con los grupos de poder, para generar una agenda pública que pocas veces coincide con los intere-ses de la mayoría. Esa relación de dependencia-influen-cia está mediada por el poder de los medios masivos, lo que ha valido desde hace más de dos siglos la expresión de “cuarto poder” atribuida a Edmund Burke.

Ya entonces se consideraba que los medios tenían un poder excesivo en la sociedad, más aún ahora con las innovaciones tecnológicas y la globalización. No es casual que Ignacio Ramonet, ex director de Le Mon-de Diplomatique y uno de los analistas más importan-

1 Pasquali, Antonio (1963). Comunicación y cultura de masas. Cara-cas: Monte Ávila Editores.

La comunicación como ciencia y como instrumentoAlfonso Gumucio Dagron*

Los medios masivos difunden y tal vez informan, pero no comunican. No promueven una relación de equidad en la sociedad, sino una relaciónde influencia-dependencia con los grupos de poder, para generar una agenda pública que pocas veces coincide con los intereses de la mayoría.

Envoltura 61 x 81 cm.

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Agosto 2014 / Nº 148 / 15libros

largo tiempo sobre el amor de los ancianos y las leccio-nes de Coetzee, Benedetti, Steiner, Quino.

Y, tratándose de Salvador, participará en inconta-bles jornadas electorales.

De esas cosas y muchas otras, tan inquietantes y profundas, habla este pequeño libro, sorprendente y desafiante, que se mueve en el límite imperceptible de la columna periodística y la reflexión trascendente.

Cualquiera que haya sido la razón por la que Salvador resolvió sentarse a escribir –el profesor Sou-rrouille, las enseñanzas de la madre, su propia voca-ción– debemos agradecerla.

No sé si lo pensó así, pero, al final, este es un libro sobre la dignidad humana, que él resume, condensa, encapsula, en un párrafo que debe repetirse íntegro, como fue escrito. “¿Quién dijo que todo está perdi-do? Sí, todo pareciera perdido. Pero, pero, cada día, cientos, miles de niñas asisten a las escuelas con el pelo amarrado en moñas de delicada tela o de tul, de un blanco tan pulcro, tan limpio, tan reluciente, que con-trasta brutalmente con las calles en las cuales empolvan sus zapatos. Esas cintas, que a veces son de un alegre amarillo o de celeste costa Caribe, dan la impresión de estrenarse cada día y de no corresponder ni al avan-ce del año escolar ni al paisaje urbano ensuciado. Ellas representan la silenciosa afirmación de la dignidad de unos padres y unas madres que no se resignan a que el futuro de sus hijos sea igual a su presente”.

Todavía más.Cuando vuelque la última página, el lector encon-

trará que lo que Salvador ha hecho –de la mano de sus maestros y de sus heroínas– es permitirnos columbrar, por un instante, la esencia de su propio espíritu.

Y yo tuve esta noche inolvidable el privilegio de entreabrir esa puerta.

* Ex Canciller de la República de Bolivia.

No fue escrito con la presión del plazo que vence, del contrato que debe cumplirse. Fue fruto de una tarea íntima, personal.

Cuando el lector lo abra, descubrirá que se ha convertido en acompañante imprevisto del peregrinaje de Salvador, que ya no puede dejarlo.

Que lo llevará desde París hasta Ayata, de Puerto Príncipe a Tegucigalpa, de Tarija al DF, de las monta-ñas de los Andes a las mares del Caribe.

Se sentará a su lado, en París, para tomar clases con su maestro Michel Sourrouille y repetirá con ambos las líneas inmortales de Prosper Mérimeé, en Carmen.

Conocerá a Paz Estenssoro, fotógrafo de nubes, “en el retiro de una casa simple, con aires de tranquila propiedad rural”, en Tarija.

Verá a Salvador, padre, “bajo la tenue luz de la lámpara, sentado en el más cómodo sillón del escrito-rio”, leyendo, en su casa de libros y relojes de Calacoto, en La Paz.

Recibirá de las manos de un señor al que ape-nas conoce, el legado documental de una parte de la vacilante historia electoral del país, para enterarse al siguiente día, en las notas necrológicas, del falle-cimiento de Marcel Galindo de Ugarte, el donante inesperado.

Sonreirá –como lo hicieron los propios prota-gonistas– al recordar las andanzas de los ministros de doña Lidia Guelier por los tejados del Palacio Que-mado, un día que fue trágico, pero del que queda la memoria liviana de ese incidente.

Se asombrará con la visión de “una mujer menu-da, de abarcas, protegida por un sombrero de paja, con una gruesa trenza negra que caía sobre el hombro”, que cruzó las montañas, a pesar de una gestación de ocho meses, para cumplir su deber y “entregar los resultados electorales de su comunidad, con tan escasos votos que no modificaban el cómputo nacional, el cómputo de-partamental, el cómputo provincial, el cómputo de la circunscripción”.

Visitará Petionville, se alojará en un hotel “con un diminuto y bien cuidado jardín florido, una pisci-na al aire libre, no muy grande pero tentadora en el atardecer caluroso” y desde ese lugar, aparentemente apacible y feliz, escuchará la angustiosa crónica de los tormentos de un país al que parece que abandonaron los dioses.

Llorará, solo, la muerte de un muchacho que no conoció nunca, en Tegucigalpa o San Pedro Sula, –da lo mismo–, tierra de las maras, la más violenta del pla-neta y una noche indiferente se estremecerá con una pelea de pareja, unos gritos, un estampido y un silencio que no acaba todavía.

Meditará sobre el turbador encuentro de la piedad y la justicia, a propósito de “octogenarios que apenas son dueños de sus cuerpos y de sus mentes y hacen frente a tribunales de justicia para responder por crí-menes de veinte o treinta años antes, sin que en esos personajes encorvados, de barbas mal crecidas, sea ya posible distinguir la altiva cobardía del que ordenaba a los esbirros matar y castigar”.

Se quedará con la imagen de multitudes en el Zó-calo, en el aeropuerto de Toncontin y de barricadas ca-llejeras en Puerto Príncipe y Río Seco. Tendrá nostal-gia del infinito infierno blanco, con Markine. Pensará

Este es un momento para retener por mucho tiempo. Abriéndose paso entre sus compromisos profe-sionales, el hijo ausente ha vuelto.

Está en su Universidad, en casa, con Florencia, con sus hijos, con sus amigos. Llegó con Ivette, la bri-llante chica mexicana que rindió finalmente al seductor de aire inocente y vulnerable.

Y vino con este libro. Tengo una antigua y entrañable amistad con Sal-

vador y su familia, tuve la fortuna de beneficiarme de su experiencia y conocimiento y disfruté de su sonrisa, de su sencillez grande –junto a la de Lucho Gonzá-les, su compañero de cuarto y de aventuras en la mítica pensión de Las Magnolias, en la Colonia Escalón– en un par de observaciones electorales que empezaron a formar parte de la leyenda democrática del continente.

Pero, francamente, no esperaba que me distin-guiera tanto.

Aquí me tienen –sin ninguna formación ni méri-to literario– para leer unas palabras con las que espero honrar el indescifrable impulso de Salvador para invi-tarme a que introduzca su libro, recién nacido, con la tinta fresca todavía.

* * *

En el autor conviven y se complementan el escritor y el académico; el graduado de Ciences Po con el joven atrevido que un día aceptó ocupar la silla prestigiada por Huáscar Cajías, en la Corte Nacional Electoral y que asumió con brillo y coraje esa responsabilidad, has-ta que llegaron los días que conocemos.

Esas vertientes de su personalidad confluyen con la del guerrero, del activista, que no dudó en enfren-tar desastres naturales, tormentas políticas, cataclismos sociales, para defender los valores de la libertad y la democracia, en los que cree tan apasionadamente. Que ocupó un lugar en la trinchera, en el cinturón de fue-go latinoamericano, en la antípoda del apacible estudio académico al que parecía predestinado por tempera-mento y formación.

De esa madera está hecho Salvador. Es la razón por la que está a punto de convertirse

–si es que no lo es ya– en la primera autoridad latinoa-mericana en procesos electorales.

Por ahora.

* * *

En las primeras líneas, Salvador advierte que el libro está escrito en primera persona, para mirar, sentir y pensar en primera persona.

En una serie de relatos cortos, intensos, Salvador sigue la acción, la observa. La mirada, atenta al detalle –perceptiva de la sustancia, de lo que no se ve– registra el acontecimiento.

Esa noche –u otra– será el turno del artesano, del orfebre, que amasa el material en la mesa de trabajo. Que reúne las piezas, las calibra, las pesa, las mide y marca el ritmo. Que busca –hasta que encuentra– la ilación precisa y el engarce justo.

Este libro se construyó pacientemente, hasta lle-gar a nuestras manos, esta noche.

Crónicas de Salvador RomeroGustavo Fernández Saavedra*

En una serie de relatos cortos, intensos, Salvador Romero sigue la acción, la observa. La mirada, atenta al detalle–perceptiva de la sustancia, de lo que no se ve– registra el acontecimiento.

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Agosto 2014 / Nº 14816 / memoria

Entrevista con Felipe Quispe

“Evo Morales es un neoliberal disfrazado de izquierdista”José Luis Saavedra*

Felipe Quispe Huanca es, sin duda alguna, el más importante líder de la nación aymara y, con esta entrevista, queremos homenajearle por su próxi-mo aniversario, el 22 de agosto, en el que cumplirá

70 años de lucha al servicio del proceso de emancipación y liberación, y también responder a las acusaciones del gobierno de turno, que le atribuye, ladinamente, haber sido ministro del MIR (en el libro “Cultura del proceso. 1001 preguntas para entender el proceso de cambio”).1

Militancia en el MITKALo que debo expresar es que yo era muy inquieto, quería hacer política, como mis amigos, paisanos de mi comuni-dad, quienes ya militaban en otros partidos de izquierda, más que todo en el ELN (Ejército de Liberación Nacio-nal). Por entonces (inicios de los setenta) me reclutaron para que sea militante y por eso hemos estado militando, de manera clandestina, cumpliendo el trabajo de propa-gandista en los años 70, 71 y 72. Ahí muere el contacto, la Imilla, yo no sabía exactamente quién era esa mujer, pero la mata el gobierno de Banzer y se rompe el contac-to. En esa época no había celulares, ni teníamos teléfo-no a domicilio, sino los contactos consistían en dejar (el mensaje) en un hueco, recogerlo y volver a cargarlo en el mismo hueco. Así hemos estado trabajando, pero cuan-do (el contacto) murió, nosotros, toda la célula, también caímos ahí, estábamos cortados, no teníamos enlace, ya no había contacto. Sin embargo, el valor y la energía sobraban, como éramos jóvenes queríamos ir más allá. Entonces, yo fui a Santa Cruz a trabajar, a buscar gente militante, y también llegaba de allá.

Un día yo escuché por la radio San Gabriel la novela de Tupaj Katari, que me ha impactado mucho, e invitaban a las personas para que podamos comentar sobre esa novela. En esa época la radio estaba aquí, en Sopocachi, y CIPCA (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado) tenía su programa, precisamente CIPCA sacaba esa nove-la, y funcionaba en la calle Sagárnaga entre Max Paredes. Entonces, ya llegué ahí, hablé, me grabaron, parece que hablé bien no más y además le caí bien al que me entrevis-tó, era un señor (Jaime Apaza Chuquimia) así también de nuestra raza, de nuestra cultura. Entonces, él me dijo “mí-rame bien, ¿me puedes reconocer?”, yo le dije “sí, te puedo reconocer”, “entonces, nos encontraremos a las seis de la tarde en la puerta del cementerio”, aquí, en la ciudad de La Paz. Yo le esperé a las seis y él llegó un poco atrasado, con diez minutos, comenzamos a hablar, hablamos unas tres horas, pero no en un solo lugar, sino caminando por Alto Tejar, la Portada, por todas esas zonas. Yo le planteé hacer la lucha armada y él me dijo “no te preocupes, en nuestro programa también está la lucha armada, pero ya tenemos un partido, para qué vamos a fundar otro, es el Movimien-to Indio Tupaj Katari”, yo no lo conocía, “pero, quiénes lo dirigen”, “Constantino Lima”, a quien yo le conocí el año 71 en el congreso (sindical campesino) de Potosí.

Desde esa noche yo comencé a pensar, a repensar, y a cumplir con el trabajo, voluntariamente, a tiempo com-pleto. Y gracias a mi esposa (Vicenta Quispe Mamani) yo he sido militante, a ella le gustaba la política y (ella) me decía, “yo voy a mantener a los chicos, voy a hacer todo lo que se necesita, pero vos anda, haz política”. A las seis de la mañana –cuando despertaba– me decía “dónde vas a ir ahora”, “yo voy a ir a tal lugar”, “ah ya, aquí hay plata para tu pasaje, hay tu merienda, tu comida, anda”,

1 Por razones de espacio hoy publicamos la primera parte de la entrevista y la próxima la segunda parte.

y en la noche cuando llegaba, (ella) me decía “ahora qué has hecho”, yo le contaba todo, tenía que portarme bien, yo no tomaba (bebidas alcohólicas), no era un hombre mañudo. Entonces, mi esposa me ha impulsado mucho.

Y así entramos a militar en el MITKA. Los otros compañeros, que me acompañaban, no aceptaron por-que seguían siendo de la línea de izquierda, del ELN, y trataban de volver a reconectarse, pero yo ya estaba en el MITKA. Ahí he conocido a mucha gente, a Luciano Ta-pia, a Calixto Jaillita, a Fernando Surco, a muchos otros compañeros, que eran militantes muy activos.

Por entonces llegó de Canadá Constantino Lima y venía con plata, que había conseguido, yo no sé de dónde consiguió esa plata, él debe saber el origen. Pero, llega con plata y decidimos fundar (un partido político), legalmente, el año 1978, y nos dirigimos allá, no a la Ciudad de Piedras, sino a la comunidad de Jaime Apaza (quien actualmente está en otro lado, con la media luna), a quien yo le admiraba, él era mi modelo, era como un profesor, yo le hacía caso en todo lo que él me mandaba, me ordenaba, iba a las comunidades, viajaba, iba a pintar.

De aquí hemos viajado muy bien (para el congreso), la gente estaba alegre y contenta. Llegamos allá y se inau-guró el congreso del MITKA, se formaron comisiones al estilo de una organización sindical, comisión política, eco-nómica, social. Yo estaba en la comisión política porque quería aprender más de política, quería saber qué era ideo-logía, qué era el partido político, todo eso. Pero, no ha-bía gente que tuviera un amplio conocimiento sobre esos temas, sino todos estábamos aprendiendo. Las comisiones comenzaron a informar y luego entramos a las elecciones. Ahí, como Constantino Lima era del lugar, de Viscachani, toda la gente votó para él, y Luciano Tapia cayó, o sea que ya no ocupaba ningún cargo, estaba como cuarto o quinto hombre no más, y el tipo se enojó, cambió su rostro, no hablaba con nadie, ni conmigo, en realidad no sabía perder y tampoco entender que en el futuro podía volver a subir.

A mí me nombraron como Secretario permanente y estaba a tiempo completo aquí, en el (hotel) Torino, cuyo dueño, Mario Urdidinea, también estaba en ese congre-so, como quechua de Chuquisaca. Hicimos conferencia de prensa en el Torino, donde expuso Constantino Lima, como jefe del MITKA. Por entonces, Mario Urdidinea nos dijo “aquí están a un paso del palacio (de gobierno), pueden entrar, les entrego este local”, y nos dio gratis muchos me-ses, no pagábamos, y ahí funcionaba la oficina de MITKA.

Sin embargo, lo que no nos gustaba (en el MITKA) era que había mucha pelea, tanto de parte de Lima, como de Tapia, quien nunca estaba contento y comenzó a ha-cer guerra en contra de Lima. Y hay pues ratos que a mí me salen ideas, de pronto una mañana yo pensé “cómo se puede apagar estas peleas, estos rencores que existen”, eran peleas internas, no las sacábamos públicamente. Y se me ocurrió que podíamos nombrarlo (a Tapia) como candidato, hablé con Lima, le dije “mira, hermano, no seamos igual que los partidos tradicionales, por qué no cedes como candidato, por qué no le damos ese lugar, ese sitial a Luciano Tapia”, “ah está bien, muy bien”, me dice, “haremos eso”. Entonces, en una reunión yo sugerí “por qué no le nombramos (a Tapia) como candidato del MITKA” y la directiva aceptó de lleno y recién el tipo cambió de rostro, se puso legal, o sea normal, y preguntó “¿en serio me estás hablando Constantino?”, “sí, her-mano, tú vas a ser candidato”. Entonces, le proclama-mos candidato, pero no había un vicepresidente, y ahí estaba Isidoro Copa Cayo, potosino, quechua también, y a él lo nombramos como vicepresidente. Pero, Tapia

seguía frenando a Lima, decía “vos tienes que dictar el documento, como jefe tienes que hacer el programa de gobierno”, Lima nunca aportaba, es no más un alarde, un hablador, nunca lee libros, los bota, dice “es cuestión q’ara”; en cambio, Tapia tenía ideas, aportaba muchas cosas. Así, entramos a las elecciones el año 1978, luego el 79, hasta el 80, después el MITKA se divide.

A pesar de todo, nosotros queríamos seguir traba-jando porque pretendíamos que el movimiento indio siga adelante. Yo sacaba documentos, hasta con mi fir-ma, bien o mal redactados, y los dejaba a los periódicos a nombre del MITKA, pero eso no le gustaba a Luciano Tapia y me ha enjuiciado ante la Corte electoral. En-tonces, como nos han enjuiciado, nos han visto como a los rebeldes que hemos sobrepasado a un jefe político, nos separamos, y dijimos “hagamos nuestra propia tien-da política, una corriente política del ayllu”. Ahí nace la Ofensiva Roja de los Ayllus Tupaj Kataristas, de ahí nace, no cae del cielo, no es un milagro de nadie.

Entonces, nos salimos (del MITKA) Fernando Sur-co, Calixto Jayllita, mi persona, Camila Choquetijlla, mucha gente, casi todos, lo dejamos solo a Luciano Ta-pia, y Constantino Lima también se fue por otro lado, ellos se fueron más antes, o sea que nos hemos dividido. Los más rebeldes nos hemos ido con los ayllus, los hom-bres y las mujeres que pensábamos llegar al poder con las armas o tomar el camino de las armas, el camino de Tupaj Katari, nos hemos separado.

Así, hemos estado cumpliendo con el trabajo polí-tico, yo ya era dirigente sindical, aquí en la FDUTCLP-TK (Federación Departamental Única de Trabajadores Campesinos de La Paz-Tupaj Katari), y ese credencial me ha servido mucho para llegar a las comunidades, co-menzar a conocer a la gente, y también para avanzar.

La intrusión de los LineraEl año 1985 conocimos a Álvaro García Linera y a su hermano Raúl (recién llegados de México), claro, recién llegaron, creo que residían tres o cuatro meses. Estaban

* Docente en la UMSA.

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Agosto 2014 / Nº 148 / 17libros

Caracol de Camila UriosteBenjamín Chávez*

Caracol es el segundo poemario que la autora publica –a casi 10 años de distancia del primero– llamado, re-

cordemos, Diario de Alicia y que obtuvo el Premio Yolanda Bedregal el año 2005.

Salvo celebrar que este segundo poe-mario sale a la luz, nada diré sobre el libro en cuestión, ya que será nuestra colega, Carolina Hoz de Vila, quien comparta con nosotros sus impresiones de lectura.

Yo en cambio quiero referirme a la autora. Camila Urioste es una escritora paceña en quien, o ante cuyo trabajo, se suceden hechos muy extraños en el ámbi-to de las letras locales, para nada compar-tidos con una buena parte –por no decir la abrumadora mayoría– de sus pares, es decir, de los otros escritores que escriben y publican en una ciudad como La Paz.

He visto cómo Camila aparece en afiches, volantes y otros formatos publi-citarios. He visto cómo se imprimen y se venden entradas para sus espectáculos. He visto a esas entradas agotarse y hasta ser revendidas o pre-compradas para la si-guiente fecha. He visto escenarios llenos, he visto gente sentada en el suelo cuando las sillas –incluso las de refuerzo– se ago-taban, y he visto los prolongados aplausos que le han dedicado esperando a que ella aparezca en ese escenario que acababa de mostrar una obra suya.

Si Camila sólo escribiera poemas, no está de-más está decirlo, nunca le habría sucedido todo aquello. Pero, enhorabuena, además de poeta ella es una exitosa autora de obras de teatro. Hasta la fecha ha escrito 8, de las cuales se han representado 5.

La primera llamada Piedra papel y cuerda, se es-trenó en el Teatro Municipal en junio del año 2009, en esa ocasión Camila no sólo escribió la obra, sino que la dirigió y además representó uno de los papeles.

Luego aparecieron El Crimen y El Pacto, ambas estrenadas en el 2013. Cabe mencionar también que El Crimen está publicada y, al parecer, El Pacto va también por ese rumbo.

Ese mismo año, Camila escribió El Espejo para la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires, dentro del proyecto Romance a larga distancia. Se trata, como lo exigía el proyecto, de una obra de 9 minutos que fue representada por skype. Una experiencia intere-sante que consistía en que un espectador se sentaba frente a la computadora y, del otro lado, en algún lu-gar del mundo, un actor representaba para ese único espectador, la obra en cuestión.

El mes siguiente, el 12 de septiembre en El Desnivel se estrenará El cuerpo, una nueva obra de Camila a la que todos están invitados.

Poesía y dramaturgia son registros harto dis-tintos que, si bien pueden ocasionalmente mostrar aspectos comunes o zonas de confluencia, sus dife-rencias son evidentes. Pero, más allá de esa percep-tible distancia traducida en experiencias y anécdotas de ámbito cotidiano como las referidas, me pregun-té ¿qué relación existe para Camila entre una y otra forma de creación? ¿Cómo se relacionan la poeta y la dramaturga a la hora de la escritura?

Es así que un día conversamos un poco y le hice algunas preguntas al respecto. Para ella, me dijo, ambas escrituras no están tan separadas como cabría pensar. Piedra, papel y cuerda, su primera obra, está basada en textos de Alejandra Pizarnik por ejemplo; y, en todas sus obras suele utilizar poemas o frag-mentos de prosa poética que ha ido escribiendo por necesidad de expresión más que por disciplina.

Me explico, Camila concibe el teatro, la escri-tura de obras para teatro, como un oficio al que se dedica metódicamente, con ideas elaboradas, situa-ciones imaginadas, personajes debidamente perfila-dos, etc. y acomete su escritura con disciplina casi, casi de oficinista, es decir, cumpliendo horarios y metas.

La escritura de poemas es distinta, no respon-den a una disciplina, o al menos no a ese tipo de disciplina. La escritura de poemas se hace por nece-sidad. Necesidad de expresión, de comunicación, de creación estética. Así, los poemas se van acumulando durante años y, como lo mencionamos, algunos ter-minan formando parte de obras de teatro, es decir, se enfrentan a un destino de dicción en voz alta con la mediación de un actor y cumpliendo un papel asignado dentro de una trama.

Los otros, los poemas que quedan como poe-mas, se van acumulando en una mansa convivencia entre pares, hasta que la autora vislumbra en ellos la posibilidad de un libro. Así sucedió con el Diario de Alicia y así sucede ahora con Caracol que por esa razón posee textos escritos hace 7, 10 o casi 15 años.

Pero, como ya lo dijimos de inicio, no seré yo quien se refiera a este libro. Muchas gracias.

* Poeta.

colaborando a su tío, Oscar García Suárez (Ministro de la UDP), Ministro de Trabajo, y pintando viva el MNRI, viva la UDP, pero no sabían nada, eran unos chicos bisoños, que recién estaban aprendiendo a hacer política.

En cambio, Fernando Surco, el año 70 y 71, ya ha-bía estado en Argentina, con Roberto Santucho2, en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), haciendo la guerrilla urbana. Y había otro de Santa Cruz, que tam-bién había estado en las mismas filas, se trataba de Juan Rodríguez (diputado de la UDP), quien asaltó la casa Toyota, con él éramos muy amigos, era muy bueno ese hombre, muy capaz, no tenía miedo, eso me gustaba, es que como comandante uno tiene que ser así, sereno, porque si el comandante va a temblar, no funciona nada. Hacíamos recuperaciones (asaltos) y una vez obtenida la plata, la colocábamos en un buen lugar, nadie robaba, na-die tenía ambiciones, porque esa plata era para una causa. Él (Rodríguez) se cambiaba, se ponía traje y corbata e iba a escuchar al Tránsito, a Inteligencia, como era diputado, padre de la patria, no tenía ningún problema, o sea que el asaltante estaba junto con la policía (como siempre), cla-ro, ya sabíamos qué iban a hacer. Es que hemos manejado bien fino, nunca nos pescaban, nunca, porque habíamos aprendido en otro país (de Centroamérica), en muchos lugares, cómo se hace una recuperación económica. En-tonces, Surco era también profesional, había aprendido en Argentina y nosotros en El Salvador y en Guatemala.

Un día Rodríguez nos dice “hay tres jóvenes, que hablan igual que ustedes, también son unos locos”, yo le dije “me gustaría conocerlos”, por entonces Rodríguez vivía aquí, en el Hotel Avenida, en la avenida Montes entre Bozo, saliendo de la plaza Alonso de Mendoza, en plena esquina, sigue siendo hotel hasta ahora, ahí nos citó a las 6 de la tarde. Nosotros llegamos un poco adelanta-dos, ellos también ya habían llegado, y ahí estaban dos blanquillos, un indígena más, tres, nos han presentado, nos dimos la mano. Pero, eran pues unos muchachos mal vestidos, famélicos, insignificantes. En cambio, nosotros contábamos con experiencia, ya teníamos nuestra vida política, clandestina, conspirativa. Ellos (los Linera) eran “marxistas”, nos dieron algunos documentos hechos por ellos, citaban a Marx, a El Capital. Pero, no definimos nada, sí hablamos sobre la lucha armada que se puede desarrollar, ellos también hablaron de El Salvador, cita-ban al comandante Marcial,3 a quien nosotros también le conocíamos, pero por otro lado, ellos no sé por qué, parece que Raquel Gutiérrez tuvo contactos.

Desde ese día, aquí, en la Federación (campesina) de La Paz, en la zona San Pedro, en la calle Bartolina Sisa, el cojudo se paraba todos los días, los dirigentes me decían “qué cosa quiere ese q’ara”, “qué es de vos, ese maricón”, claro, ellos ya calculaban (se notaba), era notoria su pre-sencia, a las nueve de la mañana ya estaba parado ahí, a las 12 también. Finalmente, yo me enojé porque no me gusta ese tipo de gente. Entonces, le dije “hagamos una prueba, si servimos o no para la lucha armada”. Entonces, hicimos una prueba en Cochabamba, ahí han resultado no más, porque a ellos (a los Linera) los vestimos con uniforme de policía, como subteniente o teniente efectivo, y salía bien fino, es que aquí, en este país colonizado, los oficiales son pues blancos, blanco mestizos; en cambio, el soldado, el guardia es indio. Entonces, igualito los formamos, todos con grado. A partir de ahí nos hemos conocido, hasta lo-grar unir el EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari), aunque ellos no querían llevar ese nombre, pero nosotros lo hemos impuesto, porque éramos mayoría. De eso se trata hasta caer en la cárcel (el 92). Así empezamos nuestra vida política y esto es lo que le puedo comentar.

En la próxima entrega referiremos la crítica radical de Felipe Quispe al gobierno del MAS.

2 Mario Roberto Santucho fue un guerrillero argentino, fun-dador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y Comandante de la mayor guerrilla marxista (no peronista) de Argentina, el Ejército Revolucionario del Pueblo. Wikipedia.

3 Salvador Cayetano Carpio, conocido también por el seudóni-mo de Comandante Marcial, fue un político y dirigente sindical salvadoreño, fundador de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y del FMLN. Wikipedia.

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Agosto 2014 / Nº 14818 / memoria

un tanque que sabe a dónde va, sin dejarse distraer ni vencer. Durante cincuenta años.

Estoy seguro al afirmar que Gunnar Mendoza re-presenta el único caso en la historia de Bolivia de al-guien que ha sido director de una institución nacional durante medio siglo ininterrumpidamente. Pero la sola dedicación, así fuera extrema como en el caso de mi padre, no explica cómo aquel hombre pudo mantener-se cincuenta años en el cargo. No, en un país como el nuestro. Pero así fue: durante ese medio siglo se suce-dieron en Bolivia toda clase de gobiernos, presidentes, prefectos y alcaldes, pero Gunnar Mendoza siguió en su puesto. Llegó la revolución del Movimiento Nacio-nalista Revolucionario, en 1952, y aunque mi padre no era movimientista, no fue cambiado. Pasaron las dicta-duras militares imponiendo su voluntad por doquier; pero ninguno de los dictadores se atrevió a moverlo. Y cuando vino la democracia, los partidos políticos aco-modaron por turno a sus militantes a la cabeza de todas las instituciones nacionales del país, excepto el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Ahora, veinte años más tarde de su partida, resulta perfectamente claro que este hombre excepcional no sólo se mató –en un sentido figurativo muy cercano a la realidad– frente a una generación de sucrenses, cum-pliendo con su deber en el Archivo y Biblioteca Nacio-nales de Bolivia durante medio siglo; sino que todos dejamos que lo hiciera. Le dimos el espacio, el tiempo y las condiciones para que lograra su propósito. Todos quienes lo rodearon: gobiernos, presidentes, prefectos y alcaldes, impresionados por el espectáculo insólito de un hombre que era capaz de ponerle el hombro a una empresa por tanto tiempo sin aflojar, conmovidos ante su constancia y admirados otros por su terquedad –como si se hubieran puesto de acuerdo en no interfe-rir– dejaron que siguiera hasta cumplir su destino: el que había elegido y para el cual estaba hecho.

que pocos han alcanzado a conocer, junto a los restos de los valiosos recursos documentales que encerraba la institución y que sólo unos cuantos curiosos llegaron a conocer. Y ¿cuál sería el estado de nuestra memoria histórica colectiva, y nuestra conciencia historiográfica y archivística como generación? Era entonces el hom-bre hecho a la medida de la situación: alguien puesto por el destino en el momento adecuado, probablemen-te el único capaz de hacer lo que hizo para que, setenta años más tarde, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia lleguen a ser lo que actualmente son.

Esta decisión que hizo mi padre –reservarse an-teladamente un espacio al pie del cañón, sabiendo que ése era el lugar donde iba a acabar– es sin duda algo excepcional en Bolivia. Es normal en nuestro medio escuchar que alguien va a ir “hasta las últimas conse-cuencias” en defensa de sus derechos, y si es necesario podemos crucificarnos y cosernos la boca y, como se ha visto muchas veces a lo largo de nuestra historia, so-mos bien capaces de morir y matar por una causa que consideramos justa. Como tendemos a ser, como pue-blo, algo apasionados, o tal vez simplemente impulsi-vos, esas formas de sacrificio a corto plazo nos parecen normales. Pero es muy difícil encontrar a nuestro alre-dedor a alguien que le ponga el hombro a una cuestión y lo mantenga ahí durante cincuenta años. La pacien-cia, la constancia, la perseverancia y la terquedad que suponen hacer algo así, no son comunes en nuestro medio. Y las personas que han hecho algo semejan-te en Bolivia –porque mi padre, por supuesto, no ha sido el único– han sido seres humanos excepcionales, dignos de nuestra admiración por haber sido capaces de encontrar, en medio de la urgencia y de la confu-sión que nos abruman, una meta que valiera la pena y de seguir hacia ella, a pesar del bullicio distractivo de los apasionados e impulsivos; de los desencantos, las limitaciones y probablemente de las amenazas; como

Un señor que nunca había oído hablar de mi pa-dre un día me preguntó sobre él. En respuesta, le conté brevemente lo que Gunnar Mendoza había hecho en la vida: “Fue director del Ar-

chivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia por cincuenta años –le dije– y en ese tiempo nunca tomó una vaca-ción. Los fines de semana, a puertas cerradas, estaba en su oficina haciendo su trabajo; y cuando la institución dejaba de atender al público, después de las seis de la tarde, se quedaba todavía hasta la noche y frecuente-mente llegaba a la casa trayendo documentos colonia-les que no podían esperar hasta el día siguiente para ser revisados”. Entonces, aquel buen señor me miró con consternación y cierto aire de incredulidad, y simple-mente me dijo: “Debería estar prohibido hacer eso”.

Quizás aquel señor tenía la razón. Tal vez debe-ría estar prohibido que alguien se enfrasque hasta ese punto en su responsabilidad en esta vida porque, de una manera figurativa pero muy cercana de la realidad, podríamos decir que Gunnar Mendoza se mató traba-jando en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Y podemos decirlo así porque todo lo hizo por elección propia.

Todo menos el comienzo. Porque llegar a ser el director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Boli-via representó un golpe de suerte; para él y para todos nosotros, porque el cargo fue un regalo que le cayó del cielo cuando tenía treinta años. Su buen amigo Mario Estenssoro, que entonces era el prefecto del departa-mento de Chuquisaca, y después llegó a ser un emi-nente músico en Bolivia, le colocó en esa dirección.1 Aunque mi padre a esa edad ya tenía méritos para ejer-cer un cargo de esa importancia, no importa mencio-nar ahora que su designación fue a dedo, sin examen de competencia ni concurso de méritos. Pero si alguna vez hubo un dedazo acertado para la historiografía y la archivística en Bolivia, éste sin duda fue el caso.

Entonces, frente a la inmensidad de la empresa que enfrentó como director que suponía ordenar, cla-sificar y catalogar todo lo que había ahí adentro –sin mencionar leerlo todo, transcribirlo y publicarlo– y ante el enorme significado para la historia de Bolivia que estaba oculto en medio de esa gran cantidad de pa-peles viejos, en algún momento –probablemente hacia la segunda mitad de la década de los años cuarenta– Gunnar Mendoza comprendió que aquel era su puesto de trabajo, y allí era donde tenía que poner el hombro hasta el final. A veces me he preguntado: ¿Cuál habría sido el destino del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia si el Prefecto de aquellas épocas no hubiera sido su amigo Mario Estenssoro? ¿Dónde estaríamos aho-ra si Gunnar Mendoza no se hubiera hecho cargo, en abril de 1944, de la dirección del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia? Físicamente, sin duda segui-ríamos en el oscuro y húmedo local del colegio Junín,

1 Nota. Mediante Memorádum Nº 414/44, de 31 de marzo de 1944, de la Prefectura y Comandancia General del Departa-mento de Chuquisaca, firmado por el Prefecto Mario Estens-soro, dirigida a Gunnar Mendoza, le hace conocer el tenor del telegrama recibido del Ministerio de Educación, para que el Prefecto le posesione en el cargo de Director de la Biblioteca y el Archivo Nacionales. Efectivamente, en la fecha señalada, Gunnar Mendoza fue posesionado en el despacho del prefecto, el día lunes 3 de abril a Hrs. 14:30.

Evocación de Gunnar MendozaJavier Mendoza Pizarro*

Fue el hombre hecho a la medida de la situación: alguien puesto por el destino en el momento adecuado, probablemente el único capaz de hacer lo que hizo para que, setenta años más tarde, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia lleguen a ser lo que actualmente son.

Gunnar Mendoza en la Sala Antiguos, Raros y Curiosos del ABNB en Sucre (c. 1990)

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Agosto 2014 / Nº 148 / 19libros

Producción y comercio en la historia de Bolivia colonial, siglos XVI-XVIII

Laura Escobari de Querejazu

Plural editores / IEB / IIH/ Colección Historia

De oro, plata y estaño. Ensayos sobre la minería nacional

Dionisio Garzón

Plural editores / Colección Desarrollo

Peces de Bolivia / Bolivian fishes

Jaime Sarmiento et al.

Plural editores / IRD / Colección Desarrollo

El ingeniero descalzo. Alfonso Gumucio Reyes, visionario del desarrollo de Bolivia

Alfonso Gumucio Dagron

Plural editores / Colección Hojas de Vida

Gestión municipal e interculturalidad

Rolando Sánchez Serrano

Plural editores / Colección Desarrollo

Cenizas del rescoldo

Armando Soriano Badani

Plural editores / Colección Poesía

A sus noventa, Soriano Badani no sólo sigue escribiendo sino que sigue publicando. En este caso, luego de una treintena de libros, llega éste, de poemas amatorios. En realidad, toda su vida escribió y publicó poesía, desde Alba rota (1969) hasta –diez poemarios más tarde– estas Cenizas del rescoldo. Sobre el registro de los versos de Cenizas del rescoldo, bastan algunas muestras. Por ejemplo, esta del poema “Ella me amó”: “Ella me amó con pasional vehemencia / enardeciendo el ritmo en su cadera / al apogeo de su fiel cadencia / como de nuestro amor la pregonera”. O esta, del poema “Incertidumbre”: “¿Verán mis ojos su inquietud / temerosa del acoso / de mis besos como cardúmenes / de peces impetuosos?”. Armando Soriano Badani (1924) es abogado. Además de poemas y cuentos, ha publicado diversas antologías de la literatura boliviana y ensayos.

Sobre su padre, el escrito Gumucio Dagron escribe en este libro: “Fue un gran visionario del desarrollo de Bolivia. No solamente pensó bellos planes, sino que los llevó a buen término, algunos interrumpidos solamente por el golpe militar de 1964. Con poco dinero hizo grandes obras, aunque no organizó alrededor de esas obras los espectáculos mediáticos a los que estamos hoy mal acostumbrados. En vez de frecuentar un triunfalismo exagerado para validarse políticamente, siempre mantuvo un recato, del que deberían tal vez aprender los dirigentes actuales (que usan todo –lo propio y lo ajeno– para proyectarse electoralmente). Gumucio Reyes fue presidente de la Corporación Boliviana de Fomento entre 1952 y 1956: la convirtió en la mayor empresa estatal y en el motor del desarrollo en el primer gobierno de la Revolución Nacional. Luego, fue Ministro de Economía”.

Este libro ofrece una descripción analítica de las prácticas de interculturalidad en los gobiernos municipales provinciales, prácticas que se están dando a partir, dice el autor, de “la aplicación de normas legales y la recuperación de valores y principios tradicionales”. Y explica: “En casi veinte años de experiencia municipal en Bolivia se ha dado un proceso de apropiación de la institucionalidad estatal y de inclusión de formas de organización sociopolítica ancestrales: las autoridades ediles y los dirigentes de organizaciones sociales han creado o recreado espacios de deliberación ciudadana para debatir los problemas y las propuestas de desarrollo local”. Rolando Sánchez Serrano es autor, entre otros textos, de Juventud, placer y riesgo (2010), Capital social y posibilidades de desarrollo en los municipios (2007) y La construcción social del poder local (2005).

En este libro, Escobari estudia el comercio que se desarrolló entre España, el Virreinato del Perú (específicamente, la Audiencia de Charcas) y el Virreinato de las Provincias del Río de La Plata. El estudio acaso prueba la famosa tesis de Sempat Assadourian: la existencia de una complementariedad económica de las regiones para el siglo XVII, lo que quiere decir que el grado de autosuficiencia alcanzado en las ciudades coloniales, la especialización productiva y el excedente de las regiones y las ciudades en Charcas sirvieron para crear una red muy fuerte, que estuvo lejos de caer en la crisis económica que vivía la metrópoli. Laura Escobari de Querejazu es Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España. Actualmente es Directora del Instituto de Estudios Bolivianos de la UMSA.

“Este libro –escribe Mariano Baptista Gumucio– no se limita a los tres metales nombrados en su título, sino que también analiza las causas de nuestro atraso y de este funesto movimiento pendular que nos ha llevado a ciclos de privatizaciones seguidos de otros estatizantes. Garzón está lejos de ser un fundamentalista y sus años en COMIBOL le han demostrado también que no todo es malo en el manejo de la cosa pública, pero que hay que llegar a un equilibrio entre los diversos factores que intervienen en la producción minera para que el país avance. Y aboga por una COMIBOL renovada y moderna manejada por profesionales, capaz de jugar en las grandes ligas mundiales de la minería como CODELCO de Chile o PETROBRAS del Brasil. Además, varios de estos artículos analizan la nueva Ley Minera, que Garzón esperó pacientemente”.

Aunque el título puede dar pie a imaginar que se trata de un nuevo who’s who de las nueva élite enriquecida por el Estado, en realidad este es, literal y minuciosamente, un libro sobre los peces de Bolivia. A todo color y con textos en español e inglés, se incluye la descripción de cientos de peces. De cada pez, el libro registra los distintos nombres (la boguita, por ejemplo, también es “llorona” y “sabalina”, aunque se llame, hermosamente, “curimatella meyeri”), el tamaño y peso, sus hábitos alimenticios y reproductivos, su hábitat, si está o no amenazado y, como puntos en un mapa, dónde es posible encontrarlo en Bolivia. Así nos enteramos de que el pacú oriental (que puede medir casi un metro y pesar hasta 30 kilos) está en la misma situación que el carachi andino, de apenas 15 centímetros. Es decir, ambos están amenazados, camino a la desaparición de nuestras aguas.

Y sin embargo, si alguien me preguntara si consi-dero que mi padre fue uno de los grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX en Bolivia, confieso que me costaría mucho responder, porque me es muy difícil recordar a mi padre como a un “intelectual”. Tal vez se trata de una deformación en mi manera de en-tender el término “intelectual”; contrastándolo, quizás injustamente, con lo práctico, útil y concreto: porque mi padre era un hombre eminentemente práctico.

A pesar de estar embebido de su responsabilidad como director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, y poseído del intenso furor historiográfico que lo acompañó toda la vida, jamás estuvo flotando en ninguna estratósfera intelectual, fuera del contacto con la realidad. En las condiciones paupérrimas en las que recibió la institución en 1944, sólo alguien que la concibiera también como un taller práctico de sobre-vivencia habría podido sacarla adelante. Para él, que siempre estaba haciendo cosas con las manos, fue na-tural solucionar de manera práctica los problemas tan básicos que en esa época enfrentaba la institución. Así hacía revolver los sobres de papel manila en los que llegaba la correspondencia para poder cumplir con el canje internacional de publicaciones; o reentintar, una y otra vez, las sufridas cintas de las máquinas de escri-bir para prolongarles la vida. De esa manera, aprendió, codo a codo con los subalternos, por ensayo y error, los secretos del desaparecido arte de la encuadernación, y la transformación de cajas de zapatos en tarjeteros don-de iba coleccionando, durante décadas, miles y miles de fichas que dieron origen a las guías que actualmente facilitan la labor de los investigadores y enorgullecen al Archivo y la Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Artesano de la cultura, como se autodefinía, su presencia irradiaba sencillez. Iba por todas partes de chompita, y cuentan que más de una vez, algún investi-gador desorientado se dirigió a él como si fuera el con-serje de la institución. Igualmente, práctica y sencilla fue su actitud hacia la historiografía. Según Gunnar Mendoza, aclarar el pasado, como un pasatiempo in-telectual, sin que eso ayude a entender lo que estamos viviendo y a mejorarlo en el futuro, no servía. Pero eso no significaba improvisar, y por eso, todo lo que escri-bió tiene marcado el sello de una estricta rigurosidad metodológica y una insobornable autenticidad histo-riográfica. Lo que hizo, como todo buen artesano que se respete a sí mismo, siempre fue lo mejor que pudo producir.

Una notable capacidad de sorprenderse con lo nuevo y deleitarse con lo diferente –que todos recibi-mos al nacer, pero que en la mayoría la vida misma se encarga de desgastar con el uso– a él le duró hasta el final. Eso le otorgaba cierto aire de ingenuidad, algo de niño que desarmaba e inspiraba ternura. Sin duda, esa profunda e irreprimible curiosidad que guardó in-corruptible por medio siglo, nacería en él junto con esa “célula primordial del oficio”, en las palabras de Gabriel René Moreno, que impulsa a los historiadores verdaderos a resolver algún misterio del pasado, aun-que les tome la vida; y a los archivistas de vocación a ir por el mundo entendiendo el valor de los papeles vie-jos, o de cualquier cosa, por insignificante que sea, que pueda decirles a los que vengan cómo fuimos.

Ahora, veinte años después de su partida y en el centenario de su nacimiento, el sentimiento de aban-dono que invade a cualquier hijo cuando pierde a su padre, crece hasta convertirse en una sensación de des-amparo generacional, al darnos cuenta de que ya no tenemos aquel hombre con su antigua experiencia y su chompa artesanal, para guiarnos a través de tantas co-sas que no llegó a conocer y que nosotros tenemos que vivir: el nuevo milenio, las computadoras, el internet y los cambios que estamos viendo en nuestro país.

* Psicólogo e Historiador.

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La otra orilla Artista invitado

La obsesión por la originalidad fue una constante en la reflexión de [José Carlos] Mariátegui: el so-

cialismo como creación heroica. De esta manera, un intelectual peruano, al comenzar el siglo XX, volvió a interro-garse sobre una antigua cuestión: la re-lación entre Europa y América Latina.

La clave [en sus Siete ensayos de la realidad peruana] radicaba precisamen-te en amalgamar lo más antiguo con lo más moderno. El Perú de Mariátegui era un país rural y campesino […]. Sien-do el socialismo ante todo una creación colectiva, hacía falta encontrar en ese medio rural el sustento para este pro-yecto. Por otro lado, la evolución histó-rica del país había generado una estruc-tura social muy diferente de la europea […]. La conquista [española] destruye la “superestructura” política, pero el colectivismo campesino consigue per-sistir hasta los tiempos de Mariátegui. Entonces, lo definitorio de la “realidad nacional” no era el atraso –como pensa-ría un escritor novecentista y estableci-do en Europa– sino una evolución his-tórica peculiar, una variante alternativa del camino occidental. Es así como se terminaba cuestionando tanto la noción de “progreso” como la concepción de una “historia universal”. Brevemente, la imagen unívoca sustituida por la plura-lidad: varias historias. Por eso también podían existir varias revoluciones. No había un camino al socialismo: cada país tenía que construirlo.

El comunismo agrario supérstite permitía que los campesinos pudie-ran admitir la conciencia socialista. Mariátegui, de esta manera, descubre que el socialismo no es sólo un pro-blema urbano y apenas perceptible por los obreros. En el mundo andino, los campesinos podían hacer suya esta ideología si ella, lejos de cuestionar el colectivismo de las comunidades, pro-ponía mantenerlo y desarrollarlo. Pero entonces hacía falta replantear la cues-

Buscando un socialismo indoamericano

Alberto Flores Galindo (1949-1990)

tión del sujeto de la revolución. En un país donde el proletariado era todavía muy débil, apenas en formación, toda-vía confundido con el artesanado (ciu-dades) o con los campesinos (minas y plantaciones), quizá era mejor pensar de manera más amplia en trabajadores, en una “clase trabajadora”.

[…] La articulación entre el so-cialismo y campesinado resulta más necesaria si a esta altura recordamos que para Mariátegui el socialismo no se definía como la “concepción cien-tífica de la historia”; distante del pen-samiento racionalista, no se sentía un hijo de la ilustración y pensaba, por el contrario, en relevar la importancia de la creación espontánea y la intui-ción. Es cierto que estas apreciaciones se nutrieron de lecturas europeas re-cientes (no era un chauvinista vulgar) como Bergson y Sorel. [Mariátegui] no se está planteando una cuestión que puede ser resuelta por un intelec-tual en una biblioteca, compulsando textos; el verdadero desafío consistía en la posibilidad de elaborar un mito.

[Así] se entiende mejor la de-fensa que realiza Mariátegui del indi-genismo, porque aunque algunas de sus expresiones políticas fuesen poco radicales o inciertas, en el plano cul-tural, esos intelectuales de provincias, como Valcárcel, Romero, Churata, abren otra posibilidad de vincular al marxismo con los medios campesinos. […] Reconoce que todavía no tiene un programa pero que, por ejemplo, a través de la aleación entre indigenis-mo y socialismo se puede percibir un derrotero para la forja de un “naciona-lismo peruano” (casi una redundancia, pero necesaria). Esta no es una aspi-ración individual. Lo que Mariátegui piensa en el terreno de la política lo intenta coetáneamente César Vallejo en la imaginación: fundar una nueva escritura que resultará también de la confluencia entre esas dos vertientes de la literatura peruana, pocas veces entrecruzadas, que eran el cosmopoli-tismo y el provincialismo. […] Mariá-tegui terminó cuestionando la validez de un centro mundial de la revolución, redefiniendo la concepción de una he-gemonía proletaria, encontrando una vía alterna, es decir, creando el con-cepto de un socialismo indoamericano.

Cf. Alberto Flores Galindo (1997). Obras completas, V. Escritos 1977-1982, Lima,

Sur Casa de Estudios del Socialismo, pp. 390-394.

Pedro Caballero Pérez,tejedor de enigmas

Daniela Mérida*

Una de las principales inspiraciones de la pintura del artista peruano Pablo Caballero Pérez es la cultu-

ra Paracas, una importante civilización precolombina del antiguo Perú, recono-cida mundialmente por sus tejidos, finos mantos que cubrían a sus muertos en las antiguas tumbas de cementerios in-dígenas. Los tejidos de Paracas son una expresión del conocimiento tecnológico y artístico de una de las primeras socie-dades complejas del antiguo Perú.

Como señaló Virginia Howard, crítica de arte de Canadá, “en Caballe-ro, el Perú ha encontrado un verdadero Embajador Cultural persuasivo y digno de crédito, por tender puentes entre grupos, conciliar diferencias y establecer aspectos humanos”. Desde 1978 ha rea-lizado una verdadera labor al represen-tar a su país en exposiciones individuales y colectivas en diversos países de Amé-rica Latina, Estados Unidos y Europa, además de ser acreedor de importantes premios y distinciones artísticas.

Sus obras son una combinación de mundos aparentemente opuestos, lo contemporáneo y lo antiguo, ritos pic-tóricos del pasado y conceptos geomé-tricos abstractos que parecen iluminar a ese mundo antiguo, mundos que se enriquecen al enfrentarse en forma dia-léctica.

Pedro Caballero Pérez, en su mues-tra “Enigmas del tiempo”, nos presenta

un fragmento de la realidad del pasado peruano enmarcada en un mundo mis-terioso con una serie de elementos que componen una historia con la complici-dad del observador.

Las pinturas de Caballero obligan a acercarnos y descubrir un lienzo tejido con pintura y pincel. El realismo de los detalles de las fibras, la composición ocre de los colores, la rigurosidad de sus plie-gues nos introducen a un mundo concre-to, tangible, espectable, lleno de historia y significado. Por la forma en que están dispuestos estos tejidos, dejan de ser ob-jetos para convertirse en protagonistas de una nueva historia. Tanto las tonalidades como sus pinturas en general, nos remi-ten al extraordinario arte textil peruano, transmitiéndonos la herencia cultural Inca, rica en símbolos, misterios y tra-diciones, que evocan el mundo de sus antepasados.

No es la primera vez que se puede apreciar su obra en Bolivia. De hecho, este mismo año ha expuesto en el Mu-seo Nacional de Arte de La Paz y en el Centro Cultural Plurinacional de Santa Cruz. La muestra del destacado pintor peruano podrá apreciarse en la Sala 2 de exposición de la galería de arte Mérida Romero hasta el 16 de septiembre. La galería está ubicada en San Miguel, calle René Moreno 1223, Bloque E.

* Curadora de arte y gestora cultural.

De ca

beza

30 x

30 cm

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