NÚMERO 9 MAYO 2017

MAREMÁGNUM 9: MAYO 2017

Equipo Editorial

Rocío Acebal, Lorenzo Roal, Mario Vega

portada E intErior

María Ortiz

MareMágnuM

revista@edicionesmaremagnum.com

edicionesmaremagnum.com/revista

DL AS 3510-2014ISSN 2386-5865

CapitEl

Cristina Peri Rossi (6)Pregunta

Raquel Vázquez (8)Sufijos telefónicosOstranénie

Ana Vega (10)Histéricas

SilencioAndrea Valbuena (12)Lo olvidadoLa voz de una huella

Rosa Berbel (14)Nunca nada nadie

CicatrizCarlos Gibaja (16)Pelirroja

Daniel Carballo (17)Epitafio

Jafet Alanis (18)Sustancia fundamental

Francisco Javier Calderón (19)Mi juventud aún latente

Javier F. Granda (20)Juntos en este viaje

Alejandro V. Bellido (21)In the dark

Sara R. Cabeza (22)Kafka

Elías Dana (23)Metamorfosis

Laura Montes (24)Viernes

FustE

Myriam García (25)Cenizas del cielo. Ciencia y filosofía

Miguel Vega Manrique (29)Aproximación al devenir histórico de la mujer en el arte

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Las palabras tienen el poder de dotar de existencia a aquello que designan, de mostrar o esconder realidades. Así, hablar de mani-

festaciones artísticas feministas las sitúa como Alteridad o negativo del arte en tanto a la norma; nos dirige a la abrumadora realidad: lo feminista no se opone, como resultaría lógico, a lo considerado “cultura machista”, sino al estándar.

Este fenómeno se debe a que no procesamos las muestras más evidentes del machismo estructural: las interpretamos como casos aislados o puntuales. Aisladas de estos referentes superiores, las manifestaciones “menores” pasan por meras salidas de tono o deta-lles condenados a desaparecer; mientras que otras manifestaciones más leves quedan enraizadas en nuestra propia identidad hasta el punto en que son absolutamente invisibilizadas. A pesar de que el arte machista sea, efectivamente, la norma o estándar, la socializa-ción patriarcal es tan perfecta que pasa desapercibido.

Como creadores, conviene recordar la relevancia del arte en esta materia. Por una parte, la silenciación o falta de resonancia de las expresiones feministas hace invisible la alternativa que repre-sentan (recordamos unos versos de Sara Torres: “Fingiendo tu inexistencia me mantengo a salvo / No te apelo Tu cuerpo se borra en mi silencio / Te agitas en la histeria del fantasma No te señalo Nadie te ve”). Por otra, las manifestaciones artísticas machistas tienen la capacidad de reproducir aquello que cantan. Ahí reside su peligro.

Adoptar una óptica feminista y crítica a este respecto es, y debe ser, incómodo. Supone, en el caso del escritor, admitir que ha creado obras machistas; en el caso del consumidor, que éstas son, en muchos casos, libros cuyas páginas ha desgastado. Y lo son no por malicia del artista, sino porque son producto de un sistema

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heteropatriarcal y, consecuentemente, describen, beben de, se sitúan en, e interaccionan con, una sociedad heteropatriarcal. La cultura machista no es la oveja negra de nuestra sociedad, es su hija sana.

Ahora bien, más allá de reconocer esta realidad, es nuestro deber actuar para cambiarla. De nada sirve adoptar el planteamiento teórico si no viene acompañado de una red conceptual que afecte directamente al ámbito privado, a las acciones más personales. ¿Debemos, por tanto, recurrir a la censura?, ¿es el arte menos arte por ser machista? No y no. Sin embargo, resulta pertinente dotarnos de las armas necesarias para discernir los mensajes machistas latentes, porque solo así podremos cuestionarlos y apartarnos, en buena parte, de su influencia. En la ignorancia, seremos vulnerables.

Es por ello que, como público, debemos escuchar atentamente las palabras de las compañeras cuando señalan una obra machista. Conviene, asimismo, como artistas, revisar nuestra obra, estudiar con gafas violetas nuestras propias actitudes. Pocos actos son más íntimos que el de crear, es cierto, pocos representan mejor lo privado, el ámbito personal de nuestras vidas. Pero si algo nos ha enseñado el feminismo es que también estos son políticos.

Querríamos, como conclusión, hacer autocrítica. Nosotros, como plataforma de difusión del arte, somos cómplices. Es también deber de los medios, las revistas, las editoriales, promover la cultura feminista, visibilizar aquello que no siempre llega al público. No es una tarea fácil y hemos fallado numerosas veces. Nos gustaría, por tanto, reafirmar nuestro compromiso y animar a otros a que hagan lo mismo. Creemos la realidad que deseamos.

MAREMÁGNUM

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prEgunta

¿A quién digo “te amo” cuando inclinadasobre un cuerpo desnudode suaves líneas digo “te amo?”(Leve incomodidad del desplazamientosensación de que miento de manera inconsciente. No he querido mentirpero sospecho que la frase va dirigidaa otra persona, cuyo nombre, rostroy forma desconozco. ¿Quién es esta antepasada a quien dirijo mi declaración de amorsin esperar respuesta?Todo amor es palimpsestodebajo de un rostro hay otro rostrocomo debajo del cuadro de Goya hay otro Goyay debajo de las palabrashay otras palabras más antiguas)

Y sin embargo, murmuro “te amo”con la torpe sospecha de que he sustituidolas sílabas del nombreun nombre que quizás nunca existió.

Cristina Peri rossi

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¿A quién amo cuando amo?Te amo a ti y a las antepasadasa la que me sonríe voluptuosay dibuja sensualidades encendidas en mi cuerpo.Amo a la actual, desnuda en mi lecho,y a la primitiva,a la única, a la primera,a la fundadora,a la primigeniacuyo rostro ha desaparecido entre los fuegosde una pira o hecatombe,biografía sentimental o naufragios sucesivos.

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suFijos tElEFóniCos

Guernica 37, Nagasaki45, Sarajevo 93,Basora 2003, Alepo 2015.

En tantos cementerios,lápida a lápida se va tallandoun final repetidoa modo de punzante sufijo telefónico.

Son hilos ya cortados:qué comunicación posible, qué palabra.Salvo el dolor, ya todo lo demás no llega nunca.

O demasiado tarde.Cuando tal vez ningún número importe.

La cifra en la memoriacomo el mismo sufijo de un silencio.

[de El hilo del invierno]

Raquel Vázquez

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ostranéniE

Otro significado que apacigüe las hormigas de viento.El mar que se derrama sin entrar en la boca.

Otro significadopara tanta palabra esquiva de veleta,para llorar un río que sí quepa en los valles.

Otro significadopara limpiar los ojosdel amianto, del plomo que escribe esta caída:de lo que cristaliza y nunca estalla.

Otro significado del deseo.

Y si no existen resquicios en estecallejón sin salida

que al menos al dolor le prendan alas.

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HistériCas

Histéricas. Sí, así se quedaron ellas después de todo: histéricas. Sus caras no sabían cómo reflejar su asombro. Allí mismo, sin más, quién podría creerlo. Antes de ponerse a gritar se miraron unas a otras, se pellizcaron incluso entre ellas para corroborar lo que veían. Sí, no había duda, aquello estaba ocurriendo de verdad. Es más, por increíble que pareciese, era real. El primer hombre que se había acercado a ellas esa noche lo había dicho, palabra tras palabra. Ellas se pusieron a gritar, el bar se quedó en silencio. El hombre dijo: soy egoísta, infiel y egocéntrico. Y ellas gritaron. Sí, efectiva-mente, eran unas histéricas. Por primera vez en su vida un hombre les había dicho la verdad. Lo que sospechaban era cierto, no eran simples elucubraciones de su manada. Aquel hombre, en aquel lugar, les había confesado las cualidades imperfectas que ellas creían ver siempre en todas partes, y que ellos, a su vez, siempre les negaban. Histéricas, totalmente histéricas. Y perplejas, también.

AnA VegA

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silEnCio

Tras la valla, un árbol sin apenas encanto alguno, flaco, desnudo, firme pese a todo. Cuando decidieron trasladar los muertos al cementerio nuevo nadie pensó en el árbol. Señal inequívoca del silencio que reinó algún día en esa parte del mundo. Bajo tierra, junto a él, recuerdos de muchas vidas anclados en sus raíces.

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lo olvidado

Es pregunta y problema. Es una cuestión de tiempo y a veces de espacio. Es voluble y temerario. Es inmortal pero no invencible. Es fuerte, pero si soplas, su pedestal se tambalea.

Cuando lo besas en los labios y te vas y lo abandonas, sientes un hormigueo en los dedos y el poder de los valientes.Algunos incluso caminan cogiéndolo de la mano, o pasean por encima sin dedicarle un simple gesto.En mi caso huyo, corro, me escondo y no hago ruido,pero siempre me encuentra.

El miedo; que me sigue a todas partes,cuando las tardes se vuelven naranjas.

Todavía recuerdo la única vez que lo perdí:lo olvidé en tu pelo,en tu risa, en tus manos, en tu nariz, en tus ojos,en tu cuerpo y en tu boca,cuando me quisieron.

AndreA VAlbuenA

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la voz dE una HuElla

Lo cierto es que le quise.No puedo negarlo porque moldeé mi cuerpo para que encajáramos.Yo me deshice sin tener en cuenta los límites, para contener a otro.Así fue como apareció este hueco.

Hay que estar enamorado para convertirse en plastilina ¿sabes?Entonces te transformas y cuando se va nada vuelve a su sitio.Somos barro y el desamor nos seca.Así fue como apareció este hueco.Debes saber que ahora él y yo somos esto,y no tengo intención de cambiarlo.No quiero a alguien que llene mis vacíos,si acaso, alguien a quien no le importeny encuentre su espacio entre todos ellos.

Creo que es la única manera de que las heridas abandonen su murmullo.Cuando un nuevo amor habla,las cicatrices se apagan en silencio.

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nunCa nada nadiE

Nunca, nada, nadie. Tres palabras terribles, sobretodo la última.

ANtoNIo MAchADo

Me pregunto con cuánta de esta gentevolveremos a estar o cuál será su nombresi tendrán esta rabia comúnpor las malas jugadas de la vidao esta felicidad momentáneay doradaque atraviesa los parques y las manossi este espacio que ahora compartimosserá mañana otro si mañana seremosquizá otros y nos conoceremos desde ceroy no recordaremos el momentoen que pisamos juntos estas plazasla canción que sonaba en aquel saxoaquel niño perdido que lloraba en el sueloo la belleza fugazde los semáforosen los que todo el mundo se besaba.

Rosa BeRBel

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CiCatriz

Mañana les dirás a tus dos hijasque ya no tienes miedo.Que ya no tienes miedo y, sin embargo,todavía se te marcan en la piellas cuentas del rosario cuando rezasde miedo,como otra cicatrizhecha a propósito.Les dirás que su madre ha dejado de temerpero se palpa el pechoen busca de peligros.Pero presiona fuerte el huecoentre costillas, queriendo solaparel dolor frío y agudodel resto de su cuerpo.

Hablarás de tu madre, de tu abuela,de todas las mujeres enfermas y valientesque dijeron a sus hijosque ya no tenían miedomientras lloraban de miedo por las noches.

Mañana les dirás a tus dos hijasque ya no tienes miedopara que aprendanpara que cuando crezcanse lo crean.

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pElirroja

No me tranquilizaron sus palabrasatadas por el humo del cigarro.Agitaba los hielos de mi copa,

—Con eso vas a hacer que no me olvides. —Lo que me dices suena complicado.

Nuestra respiración y su vestido, un revolver en llamas, sin las huellas hacían el ambiente más estrecho.

—Deberías besarme. Nada es fácil.—Espera a que acabemos nuestras copas.

Apuramos los hielos sin mirarnos. Aún sigo esperando nuestro beso.

Carlos Gibaja

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EpitaFio

Quemad mis restosen el fuego de la memoria.Untaos el almacon las cenizas de mi vida.Morid mientras me lloréis.Y vivid con mi compañía.

Dejadme pasar las nueve puertasnavegar en las aguas del estigiavisitar los palacios de Asgardy bajar a las profundidadesdel fuego y la oscuridad.

Alzad la vista al mentarmeaunque more en el infierno.

Tenedme siempre en mentepues yo os tendré en alma.

Pero nunca dejéis de mirar la promesa del horizonte.Un paso tras otropara continuarla eterna persecución,que os llevara al futurodonde nunca habitarépero siempre os estaré esperando.

Daniel Carballo

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sustanCia FundamEntal

Temblando en el alféizar del sueñoalcanzo con los dedos el vientrede los arreboles inmensos que bogan a la distancia en un tiesto.Al alejar mi mano entera pasmadaen mis yemas descansa el soluto que castiga con sangre sus estómagos.La estática inocula mis palmas con su longitud secular.

Jafet alanis

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Javier Calderón

mi juvEntud aún latEntE

Mi juventud —estoy en ella—queda tan lejos de estetiempo, de este espacio.Pero mi cuerpo aún a vecesla ve en los paisajes fríos:aún a veces se reprochahaberle negado un paseo,una noche, una cervezacon sabor a vino y charlade madrugada. Pero, ¡ah!,mi cuerpo aún está enella: lo estoy, pero tan lejos.A veces, lo juro, la veo.Le extiendo mis ojos, mi rostro,mi mano —de quién— estamano, trasunto de cayado,herida por el triste y lentopaso de los años.

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juntos En EstE viajE

Desconexiones en la mañana.Nuestros cuerpos, pesados, sobre una silla,hablan de imágenes perdidas.Tu respaldo en llamas,arde con el sudor de la morfina.Las vías acarician el cuello,el oxígeno bajo la nariz,mantiene el delirio.Te quieres acostar,presientes algo extraño.Alerta, insegura,me pides cosascon un hilo de voz cada vez más delicado.A la vez sientes frío.

Javier F. Granda

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AlejAndro V. Bellido

in tHE dark

While the Weary Blues echoed through his head.He slept like a rock or a man that’s dead.

LANgStoN hugheS

Disfruto en este plácido infierno,la húmeda caverna donde la Laguna se desborday agarra su lengua y la arranca de mi cráneo

[y la hunde y la ahoga; Ofelia impura reposa en sus profundidadesentre Dafnes sin tallo y ancianos baobabs, mientras el velo de cornejas entra, sigiloso, por la siniestra ventana.

La petitemorte enciende la mecha sobre el tálamoe incendia su cuerpo de sombra sin cuerdas,mientras caigo abatido como una roca o como un hombre que está muerto.

De vuelta a casa, miro al suelo, y noto un dedo índice que se clava en mi espalda; me giro y allí me la encuentro, el cuerpo todavía mojado, sonriente,recordándome que la Laguna Estigia, al igual

[que lo nuestro, también se seca.

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Sara r. Cabeza

kaFka

Creo que fui la última persona que vio vivo a Kafka.

Comía libélulas por amor, simbólico y corporal, y era un majadero indescifrable.

Susurraba que la mayor parte de las tragedias ocurre entre nuestros cuerpos, en medio de una impunidad trascendental, y me vi obligada a beber para suplir su ascetismo.

Me bebí los cines, la luz, la contaminación y la fiebre, esa estúpida adoración por el instante, los parpadeos infinitesimales, los dogmas, las ratas, el ocio metafísico, la nieve y la gravedad.

Y supe que si despertaba habría a mi lado un plato de comida, ya sin nada, y supondría que habría sido mi gata. Y que, si no, alguien habría encargado una lápida en la que pondría cosas sin importancia, que también sería devorada por ella.

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mEtamorFosis

Llevaban casi siete años fuera de cualquier mirada, de cual-quier oído que no estuviera bien entrenado para captar minúsculos sonidos. Pero por fin, había llegado el momento. Nadie, por encima de la superficie sabía qué desencadenaba el evento. Ellas, por el contrario, sí que conocían bien la causa.

Era de madrugada cuando comenzaron, al unísono, su ascenso a la superficie. Presas de impaciencia, con prisa porque se les acababa la vida, pero muy lentamente por su condición, milímetro a milí-metro, ascendían desde el subsuelo. A cada una, sin excepción, le esperaba una brisa refrescante: su primera brisa. Y cada una quería sentirla rozando su piel en la noche de verano.

Poco a poco, como armadas con piolets, ascendían por el tronco del árbol que les tocó en suerte: el que su madre había elegido para perpetuarse. Para unas, un pino, para otras, un ciprés. Lo impor-tante era alejarse de la que había sido su vida de oscuridad. No había tiempo que perder. Más, más, más alto. -’Subamos un poquito más’-, animaba alguna. Ninguna miraba hacia abajo. No importaba ya lo recorrido, sus vidas anteriores, solo lo que estaba por llegar.

Al llegar el amanecer, adheridas a los troncos, cientos de pieles ya antiguas, resecas, abandonadas. Nunca más volverían a usarlas. Nunca más volverían a la oscuridad.

Y en el bosque artificial, solo se escuchaba, apresurado, el canto de las cigarras.

bosque artificial: el canto de las cigarras hoy renacidas

Elías Dana

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Laura Montes

viErnEs

7 de abril

Hoy, mientras esperaba a alguien que no eres tú, vi a un vagabundo escribiendo. Junto a él, una prostituta. Tan absurdos me parecieron que irremediablemente pensé en nosotros. Pelo graso, dedos negros y nariz veteada de noches pasadas.

Él no parecía encontrar la postura adecuada, incrustando sus huesos contra las rejas oxidadas de la ventana. Sus ojos pálidos se enfrentaban firmes a los garabatos. Rasgaba las hojas, escribiendo pocas líneas con letras grandes y toscas. Airado, parecía no encon-trar nunca la palabra adecuada.

Ella, por su lado, lo miraba sin entender, y yo la entendí. La libreta, roja, de cuadros, sin goma; hacía juego con la camiseta que se sometía por su minifalda azul. Una puta no debería jamás idea-lizar a un vagabundo, pensé. En todo caso, sería lo contrario.

Los miraba y nos miraba.Cuando me despedí de la curiosa pareja, le deseé lo mejor a ella

y la muerte a él. No puedo evitarlo. Dejé de quererte hace tiempo, pero hoy es viernes, sigo sin saber liar cigarros. y en mi cama aún yace Baudelaire.

Cuántas veces nos mentimos, hablando de París. Pero tú nunca fuiste Scott y yo me niego a morir entre llamas.

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El rinCón dE soFÍaCEnizas dEl CiElo. CiEnCia y FilosoFÍa

Todos los días, desde hace cuarenta años, Federico realiza el mismo ritual. Levanta la vista al cielo tratando de escrudiñar entre las nubes grises si ese día lloverá. Su cerezo depende de ello. La lluvia ácida lo está matando.

Esta es una de las escenas de Cenizas del cielo (2008), la película de José Antonio Quirós que narra la historia del pequeño pueblo asturiano de Soto de Ribera, engullido desde 1962 por una masa de humo negro. La instalación de la Central Térmica ese mismo año cambió para siempre la vida de sus habitantes. Uno de ellos, Ernesto, ha inspirado el personaje de Federico, un vecino de la zona que lleva años protestando por los humos tóxicos de la Central.

La película plantea así un tema de actualidad: ¿Cuáles son las consecuencias del desarrollo científico-tecnológico? Y, llegado el caso ¿Quiénes son los responsables? ¿Puede la sociedad jugar algún papel en la orientación de dicho desarrollo? Cualquier análisis filo-sófico relativo a estas cuestiones debe entrar a considerar, inevita-blemente, qué entendemos por ciencia y tecnología.

Quizá la imagen que mejor refleja nuestras creencias corrientes al respecto es aquella que presenta el trabajo del científico como una búsqueda desinteresada de la verdad. No persigue la fama, la gloria o la fortuna, sino desentrañar los misterios del universo y todo lo que en él contiene. Y es bueno que así sea —pensamos— ya que gracias a la investigación científica y los avances tecnológicos

MyriaM García

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hemos conseguido alcanzar nuestros niveles actuales de calidad de vida.

Sin embargo, son muchos los filósofos que sostienen que esa imagen triunfalista y benefactora resulta ingenua e incluso social-mente irresponsable. Autores clásicos como Martin Heidegger o José Ortega y Gasset abordan sus reflexiones desde una perspectiva ontológica que define a la tecnología como una suerte de destino fatal de la condición humana. Así, por ejemplo, Ortega presenta al ser humano como un animal desgraciado e insatisfecho que nece-sita de la tecnología como si de un gigantesco aparato ortopédico se tratara. En palabras del autor, la tecnología “quiere crear un mundo nuevo para nosotros, porque el mundo originario no nos va, porque en él hemos enfermado”. En un mundo donde el bienestar supone tener más y mejores aparatos tecnológicos, sustituyendo los viejos por otros nuevos, el progreso se convierte en una dramá-tica tendencia a ser esclavos de nuestras propias imperfecciones, y la tecnología, que supuestamente nació para instrumentalizar el mundo poniéndolo al servicio del ser humano, termina por instru-mentalizar a las personas que habitan en él.

Entonces, ¿es posible que la ciencia, la tecnología, aquello que fue creado para nuestro bienestar y seguridad, se vuelva contra noso-tros? Envenenamientos farmacéuticos, derra-mamientos de petróleo o accidentes nucleares son algunos de los ejemplos que me vienen a la mente. Pero, ¿qué significa esto? ¿Quiere decir que los científicos tienen una responsabilidad especial? ¿Y qué obligaciones trae asociadas para con la sociedad, el usuario o consumidor común? Una de las razones por las que Cenizas del Cielo resulta una película tan conveniente

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filosóficamente es porque nos muestra a un hombre común, Fede-rico, enfrentándose a estas cuestiones.

Huelga decir, no obstante, que Cenizas del Cielo no es la única obra que plantea las mismas inquietudes. En 1816 Mary Shelley escribe Frankenstein, la más célebre historia de terror y la primera novela de ciencia ficción. Víctor Frankenstein creía estar trabajando al servicio de la ciencia y la humanidad, pero su criatura termina rebelándose contra él: “Tú eres mi creador, pero yo soy tu señor”. Esta frase del monstruo de Frankenstein despierta la inquietud por una ciencia sin control que intenta rivalizar en poder con Dios. La misma preocupación que podemos encontrar en la Grecia clásica, a través del mito de Prometeo, quien roba el fuego a los dioses pero no es lo suficientemente divino para hacer buen uso de él. De hecho, la novela de Shelley se titula Frankenstein o el moderno Prometeo.

Desde entones, el género de ciencia ficción se ha convertido en una excelente herramienta artística para suscitar reflexiones profundas acerca de los riesgos y potencialidades de la investigación científica y el desarrollo tecnológico. La visión puede ser utópica o catastrofista, ficcionando otros mundos posibles en los que la ciencia se identifica como salvadora o devastadora del mundo. En esta última línea se enmarca una de las novelas más galardonadas de Isaac Asimov, y quizá su obra maestra, Los propios dioses. En ella Asimov lanza su crítica más feroz al progreso descontrolado e insos-tenible que amenaza con destruir la vida en todo el Sistema Solar. Publicada en 1972, la obra no pierde vigencia, como muestra José Antonio Quirós y su personaje de Federico, un moderno “enemigo del pueblo”, en referencia a aquella obra de teatro que Henrik Ibsen publicara en 1883. Y es que uno podría encontrar severas coinci-dencias entre el personaje de Quirós y el honrado doctor Thomas Stockmann. Ambos descubren los riesgos para la salud de seguir apoyando una determinada instalación que es el principal motor de

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la economía local, y su activismo los enfrenta a los sectores más poderosos de la comunidad, diciendo aquello que nadie desea oír.

Y es precisamente aquí donde el sentido filosófico de estas obras se vuelve mucho más potente, en la medida en que reclaman una aproximación más crítica, menos reverencial y nada ingenua de la ciencia y la tecnología. Lejos de encarnar en Federico un personaje quijotesco, sumido en la locura de una empresa imposible, Cenizas del cielo anima a una consideración profunda de las incertidumbres, dilemas éticos y riesgos reales del desarrollo científico-tecnológico, mientras que, por el contrario, el ciudadano pasivo, dogmático y acrítico se convierte en el verdadero enemigo del pueblo, transfor-mado en una masa uniforme fácil de domesticar.

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aproximaCión al dEvEnir HistóriCo dE la mujEr En El artE

Desde la aparición de la segunda ola feminista hacia 1960 —con Simone de Beauvoir a la cabeza— que dieron mayor visibilidad al descrédito de la mujer, asistimos día a día a la lucha infatigable por obtener para todas el lugar que les corresponde, haciendo desapa-recer la hegemonía masculina sobre el género femenino. Son muchas las mujeres que aportan a la causa, pero comenzaremos señalando el cambio de paradigma que propone la escritora e historiadora del arte Lisa Nochlin.

En el año 1970, publica un célebre artículo llamado: ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? Hemos de tener en cuenta el caldo de cultivo en que fue gestado, haciendo mención a la revolu-ción estudiantil del 68 en Francia. Uno de sus objetivos es poner en cuestión los conceptos de masculino y femenino, que para ella son parte de los estereotipos producidos por la Historia. Respecto a esta noción, argumenta que existe una historiografía dominante a la hora de interpretar los hechos y de emitir juicios de valor sobre ellos, donde la noción de genio y las atribuciones incuestionables copan el mayor espacio de reflexión.

Una de las interpelaciones que plantea Nochlin es la propuesta de un estilo femenino diferenciador, propugnado por el feminismo más anquilosado (Nochlin, 1971). Desde su óptica personal, este concepto conduce únicamente al terreno de lo superfluo donde se empaña, en detrimento de la causa, la búsqueda primaria de la este-

Miguel Vega Manrique

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reotipada hegemonía de los hombres, bajo el deseo de instaurar un estilo femenino.

Revisando la Historia del arte no hallamos ninguna gran escuela que aúne un grupo cohesionado de mujeres con cualidades estilísticas similares, hecho que sí ocurre entre los hombres artistas. Tampoco es posible establecer equivalentes femeninos a grandes personalidades en el mundo del arte, como lo son Shakespeare y Cervantes, Mozart y Beethoven o Munch y Bacon. El intento de utilizar la feminidad para agrupar ciertas autoras o artistas es dura-mente criticado por la historiadora estadounidense.

Por otra parte, me aventuro a introducir la noción de devenir, tal como es planteada por el sociólogo y antropólogo argentino Néstor Perlongher, que incorpora las influencias filosóficas de Guattari: «Devenir no es transformarse en otro, sino entrar en alianza (aberrante), en contagio, en inmisión con el (lo) diferente.» (Perlongher, 2008: 68). El devenir no equivale a identidad, sino que resulta ser un proceso de subjetivación que genera el propio sistema, obteniendo como resultado modelos de sujeto que tienden a la marginalización. Estos sujetos, se ven inmersos en devenires al margen de los patrones de conducta normalizados en su entorno.

El principal devenir por el cual pasan todos los demás es el devenir mujer, «Porque las mujeres […] ocupan una posición minoritaria con relación al paradigma de hombre mayoritario —ma- chista, blanco, adulto, heterosexual, cuerdo, padre de familia, habi-tante de las ciudades…—» (Perlongher, 2008: 68). Este devenir produce una microfeminidad que equivale a «funcionamientos que puede una mujer» (sic. Perlongher, 2008: 68).

Esta aparente digresión puede conducirnos a una negación de la preeminencia de lo masculino en la Historia del arte, al mismo tiempo que a cuestionar la feminidad como rasgo privativo del arte produ-cido por mujeres. Si analizamos diferentes manifestaciones artísticas

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artísticas teniendo en cuenta los postulados del devenir que asume Perlongher, el devenir mujer aparece más de lo que podamos imaginar en figuras masculinas consagradas a lo largo de la Historia del arte. Pongamos por caso al pintor irlandés Francis Bacon, que tanto biográficamente —de marcada homosexualidad— como en su estilo pictórico, representa permanentemente a través de su lenguaje en el trazo y la temática el rol de sumisión, históricamente asociado a la mujer.

Las responsabilidades del devenir contemporáneo de la mujer van más allá de la tradición y con la normalización de ciertos modos de proceder, se contribuye a mantener la desigualdad que persiste en diferentes áreas de la vida cotidiana, de la vida institucional y del conocimiento. El camino que falta por recorrer implicará los diferentes actores que conforman la sociología del sistema, pero los cambios generan movimiento y el movimiento impulsa hacia otros horizontes.

rEFErEnCias

- NochLIN, Linda (1971). Why Have There Been No Great Women Artists? (Publicada una versión digital actuali-zada en ARTNews)

- PerLoNgher, Néstor (2008). Prosa Plebeya. Ensayos 1980-1992. Buenos Aires: Colihue.

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Cristina pEri rossi (Uruguay, 1941) es autora de libros de relatos, novelas, ensayos, libros de periodismo y poeta. Sus dos últimos libros de poemas editados son: Las replicantes (Cálamo, 2016) y La barca del tiempo (Visor, 2016). Su poesía ha sido traducida a varios idiomas. En narrativa, su último libro ha sido Los amores equivocados (Menoscuarto, 2015).

raquEl vázquEz (Lugo, 1990) fue residente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. Sus últimas publicaciones son el libro de cuentos La ocarina del tiempo y el poemario El hilo del invierno (Premio Nueva Valencia). Ganadora del Premio de Poesía Joven Gloria Fuertes. Algunos de sus poemas han aparecido en revistas literarias como Quimera o Estación Poesía.

ana vEga (Oviedo, 1977) es una poeta, narradora y crítica literaria. Colabora en el periódico La Nueva España y en revistas como Clarín o Anáfora. Sus textos han sido traducidos al inglés en revistas como Pembrouk Magazine y Dublín Poetry Review. Coordinadora del taller de poesía de Sinjania. Premio de la Crítica de las Letras Asturianas 2011.

andrEa valbuEna (Barcelona, 1992) cursa Estudios Ingleses en la Universidad Complutense de Madrid. Desde 2006 reside en Segovia. Hasta la fecha ha publicado los libros Una tormenta tropical lleva mi nombre y Magoa, que mereció el I premio de poesía Valparaíso. Ha participado en el libro colectivo Estación en curva.

rosa bErbEl (Estepa, Sevilla, 1997) es estudiante del Grado de Lite-raturas Comparadas en la Universidad de Granada. Fue ganadora de la IV Edición del Certamen Ucopoética (2016). Ha aparecido en antologías como La pirotecnia peligrosa. 11 poetas sevillanos para el siglo XXI (Ediciones en Huida, 2015) o Supernova (Bandaàparte, 2016). Coordinó junto a Pablo Romero la antología poética hispano-argentina Orillas.

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Carlos gibaja (Madrid, 1979) ha estudiado en la Universidad Autó-noma Magisterio de Educación Primaria, especialidad en Música. Ha publicado en la antología Amanecer solitario editada por el Centro de Estudios Poéticos y en la antología 24 poetas tímidos editada por Jesús Urceloy en 2013 en Amargord.

daniEl Carballo (Oviedo, 1990) es técnico en cuidados auxiliares de enfermería y estudiante de Geología por la Universidad de Oviedo. Desde pequeño adquiere el amor por la lectura gracias a sus padres y pronto comienza a imaginar sus propias historias.

jaFEt alanis ruiz (Ciudad de México, 1997) cursa la licenciatura en Actuaría de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado poesía en revistas literarias electrónicas como: Monolito, Bitácora de Vuelos, Primera Página, A Buen Puerto y Yerba Fanzine.

javiEr CaldErón (Benidorm, 1995) estudia Filología Hispánica en la Universidad de Granada. Ha resultado ganador de un accésit en el VI Certamen Literario de la Biblioteca Universitaria de Granada con el relato À Marat.

javiEr F. granda (Salas, Asturias, 1971) es licenciado en Historia por la UNED y Máster en Historia y Análisis Sociocultural en la Universidad de Oviedo, entre otros posgrados. Tiene trabajos publi-cados por la Fundación Valdés-Salas y la revista REHMLAC+ de la Universidad de Costa Rica. Colabora regularmente en el cultural El Cuaderno.

alEjandro v. bEllido (San Juan del Puerto, Huelva, 1993) es graduado en Filología Hispánica y en Estudios Ingleses por la Universidad de Huelva. Director del programa de radio La arcadia onubense. Ha participado en varias antologías como antólogo y como autor. Actualmente dirige la colección de poesía de Apuleyo Ediciones.

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sara r. CabEza (Oviedo, 1990) es licenciada en Filosofía por la Universidad de Oviedo. Ha comenzado una tesis sobre filosofía política y cine griego contemporáneo compaginándola con diversos trabajos de arte plástico e ilustración. Su primer poemario es Aullido animal.

ElÍas d. dana (Sevilla, 1973) es aficionado a las letras y a los textos breves, ha contribuido en algunos portales de internet y revistas como Microfilias, Gibralfaro, Letramargo o GeaLittera. Comparte algunos escritos en sus dos blogs: Haikus y pensamientos(haikus-y-pensamientos.blogspot.com.es) y Corto, por favor (corto-por-favor.blogspot.com.es).

laura montEs (Oviedo, 1995) es graduada en Estudios Ingleses con Minor de Comunicación por la Universidad de Oviedo. Combina la labor literaria con la danza contemporánea en la Escuela Municipal de Artes Escénicas y Plásticas de Oviedo.

marÍa ortiz (Oviedo, 1995) es diseñadora gráfica e ilustradora formada en la Escuela Superior del Principado de Asturias. Su último trabajo es una serie de ilustraciones sobre la pobreza ener-gética en la revista de medio ambiente y economía Ballena Blanca. Ha expuesto sus obras en la galería La Cabina.

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