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Número 2

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Número 2

CONTENIDO

Himno y Oración a Anubis,Dolores Ashcroft

La Inercia Jorge Najera

Giovanni Pico Della Mirandola

Daat, Fragmento de “Jesus Terapeuta y Cabalista”,Mario Satz

Crecimiento,Joseph Nolen

Dalí, Geometría Sagrada

Bienvenido seas, Anubis,

Tú que eres el Guía de las Almas de Heliopolis

Portador y dador de bendiciones,

Otórgame tu bendición.

Bienvenido seas, Anubis,

A ti que se te dio el nombre del Uno.

Tú nos has dado fortaleza.

Tú nos has dado los ríos y el agua.

Tú nos has dado ofrendas desde el mo-mento de tu llegada.

Oh! Anubis, tú eres el Señor del aroma,

Quien nos da el incienso.

Tú eres quien me protege contra todos los males

Del día y de la noche.

Himno y Oración a AnubisAbridor de los Caminos

Dolores Ashcroft-Nowicki

La Inercia Por Jorge Nájera

Nuestro gran enemigo es el temor al cam-bio a la muerte, los maestros de sabi-duría han entendido el verdadero senti-do de la inmortalidad al descubrir que su secreto radica en saber que morir es la posi-bilidad de vida en un estado más perfecto.

La meta de todo estudiante en el sendero del retorno es el cambio, la transformación de lo grosero a lo sublime, el impulso a ser cada vez mejor, a crecer y manifestar la totalidad del espíritu divino en nuestras vidas. No estarías siguiendo este curso si no hubieras dado el prim-er paso hacia un cambio en ti y en tu universo.

Los mecanismos de defensa que utiliza nuestra personalidad para no cambiar son la apatía, la flojera y la desidia. Nuestra personalidad en su resistencia al cambio produce fricciones en to-dos los niveles del ser, los cuales experimenta-mos como dolor, por lo que primero debemos convencer a esta personalidad de la importancia del cambio que deseamos y esto se realiza con acciones decididas hacia el fin deseado. El estu-dio, la dedicación y la constancia son necesarias.

Tratar de romper con las falsas estructuras de la personalidad provoca una reacción de-structiva dentro de nuestra personalidad, es por lo que primero debe ser purificada y perfeccionada a través del estudio y enten-dimiento de cómo funciona, cuáles son sus capacidades y sus limitaciones. A finde cuentas la personalidad sólo es un vehículo del Ser superior y que me-jor que ser conscientes de cómo funciona un vehículo para poder hacerle las modificaciones necesari-as para incrementar su eficiencia.

Uno de los vicios asociados a Malkuth es

la inercia, ésta se define, en física, como la incapacidad de los

cuerpos para modificar su estado de reposo o movimiento. En el hombre se

traduce en la falta de energía para cambiar y la encontramos en la forma de flojera y desidia. El estudiante de los misterios no es la excepción en cuanto a enfrentar a la fuerza de la inercia

La inercia debe ser entendida correctamente ya que también es la fuerza que mantiene la existencia de las formas materiales que con-tienen la vida, esta energía preserva las for-mas hasta el punto crítico en que ya no son capaces de contener el poder de vida, este poder produce un cambio que en muchas oca-siones percibimos como destrucción y muerte.

Conocernos es un trabajo arduo, nuestro Ser Verdadero ha estado oculto por mucho tiem-po y nuestra personalidad exterior imperfec-ta pondrá resistencia al cambio que implica el despertamiento de este Ser, se opone al cambio ya que en su ignorancia cree que la muerte que precede a todo cambio es permanente, cuando la realidad es que la energía liberada en la destruc-ción, en la muerte de una vieja forma es la que trae a la vida una nueva y más perfecta forma.

La inercia y la acción destructiva son caras de una misma moneda y ambas dirigen a la per-sonalidad, tirando de ellas como dos caballos de una carroza. Tales fuerzas no pueden ser dominadas de un día para otro, de hecho son las fuerzas en las que oscilan los pares de opuestos de vida y muerte. Gran parte del trabajo para dominarlas reside en la acción constante y rít-mica hacia una dirección establecida. Debido a que estas fuerzas trabajan desde el nivel sub-consciente, debemos dirigirnos ha dicho nivel para controlarlas. La subconsciencia es dócil a la sugestión y no hay mejor sugestión que aquella realizada por el hábito y la acción repet-itiva. Esta es una de las razones por las que se pide en el entrenamiento ocultista constancia y ritmo en las prácticas diarias aun después de que parezcan haber sido dominadas. Y sin em-bargo, tarde o temprano, la inercia hará su apa-rición y si nos descuidamos nos afectará gran-demente en el trabajo alcanzado. Como todo estudiante experimentado lo sabe, es difícil lograr un ritmo de trabajo pero es más difícil comenzar de nuevo cuando se ha perdido.

El poder de la inercia es enorme y se extiende por todas las capas de la vida y en todos los niveles de la conducta humana. Como diría

Paul F. Case “La inercia mantiene al mundo en movimiento”.

Si pudiéramos usar una parte del poder de la iner-cia en nuestras vidas de una

manera consciente y con-structiva obtendríamos cambios sorprendente-mente positivos en nues-

tras vidas y nuestro medio ambiente. La inercia es el mayor obstáculo para lograr nuestros

o b j e t i v o s , sin importar cuáles sean és-tos, desde levantarnos temprano, lle-var un diario o meditar cada día, hasta ter-minar una carrera o lograr un negocio.

Al principio no podemos hacer nada para evitar la fuerza de la inercia, pero podemos empezar y ayudarnos teniendo consciencia de su presen-cia y poder, aprendiendo a identificarla cuando se nos presente con diferentes disfraces, la cual tratará que no cumplamos nuestro objetivo con pretextos, excusas y argumentos cada vez más convincentes. Sin embargo, su fuerza se debili-tará cada vez que mostremos determinación ya que la única solución está en la auto disciplina y lo que llamamos comúnmente fuerza de vol-untad. Odiaremos hacerlo, pero las recompen-sas serán grandes tanto en nuestra vida interior como en nuestra vida cotidiana en el exterior.

La mayoría de los intentos fallan por tener miras demasiado altas al principio, haciendo que la fiera de la inercia se agite inquietamente hasta convencernos de que hay que descan-sar, de que podemos hacerlo mañana u otro día o que necesitamos ver televisión. Las ex-cusas serán muchas y variadas. Es mejor que nuestros objetivos sean elegidos para ampliar nuestra capacidad para enfrentarnos a las cir-cunstancias. Dome y controle a la fiera de la in-ercia con actividades y rutinas sencillas, fáciles de llevar a cabo y mantener con sólo un poco más de esfuerzo que el habitual. Si así lo hace-mos, con suerte, la fiera apenas lo notará, hasta que sea demasiado tarde para que reaccione.

Giovanni Pico Della Mirandola

F e r r a r a , 24 de febrero

de 1463 - Floren-cia, 17 de noviem-

bre de 1494), Human-ista y pensador italiano.

Publico a los catorce años, Las decretales. Lue-go viajó por el territorio italiano y más tarde por Francia, donde también asistió a la uni-versidad. Estudió sobre todo lenguas: grie-go, árabe, hebreo y caldeo, con el propósito de entender la Cábala, el Corán, los oráculos caldeos y los Diálogos platónicos en sus tex-tos originales. En 1485, durante su estancia en París, leyó los trabajos de Averroes (1126-1198), el filósofo y teólogo asharí hispanoára-be que introdujo el pensamiento aristotélico en Occidente. Allí concibió la idea de unific-ar las tradiciones culturales sobrevivientes en aquella época. Al año siguiente, ya de regreso en Italia, con sólo 23 años, raptó en Arezzo a la esposa de Giuliano Moriotto de Medici, un pariente pobre de los Medici florentinos, por lo que fue perseguido, atacado y herido. Lue-go, hacia finales del año 1486 publicó en Roma sus Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, conocidas como Las 900 tesis.

Se trata de novecientas proposiciones recogidas de las más diferentes fuentes culturales, tanto de filósofos y teólogos latinos como de los árabes, los peripatéticos y los platónicos. No excluyó tampoco a los pensadores esotéricos, como Hermes Trimegisto, ni a los libros hebreos.

La obra iba precedida de una introducción, que tituló Discurso sobre la dignidad del hom-bre, texto que se ha convertido en clásico, Pico formula tres de los ideales del Renacimiento: el derecho inalienable a la discrepancia, el res-peto por las diversidades culturales y religiosas y, finalmente, el derecho al crecimiento y enri-quecimiento de la vida a partir de la diferencia.

En cuanto a las tesis, su intención era dem-ostrar que el Cristianismo era el punto de convergencia de las tradiciones culturales, re-ligiosas, filosóficas y teológicas más diversas. Su intención era que estas novecientas con-clusiones se discutieran en Roma después de la Epifanía de 1487 por los doctos de todo el mundo, para entablar una paz filosófica en-tre los cultivadores de todas las doctrinas. Un ejemplo es esta interpretación de la creación basada en el Génesis y el Timeo de Platón:

Cuando Dios terminó la creación del mundo, empieza a contemplar la posibilidad de crear al hombre, cuya función será meditar, admi-rar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hac-erlo. Por lo tanto se dirige al primer ejemplar de su criatura, y le dice: “No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias lim-itaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores.

No te he hecho mor-tal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cie-lo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos.

Sin embargo trece de esas tesis fueron con-sideradas “sospechosas de herejía”. El Papa las vinculó con la magia cabalística y prohibió seguir adelante con el debate. Pico no tuvo me-jor idea que escribir una Apología en la cual defendía esas tesis cuestionadas, lo que los doctores eclesiásticos consideraron un acto de soberbia y obstinación. Juzgado y condena-do por herejía, Pico fue excomulgado, por lo que huyó a Francia, donde fue detenido y con-ducido a la cárcel de Vincennes. El heredero del trono de Francia, y futuro rey, Carlos VIII, intercedió en su favor y fue liberado. Tiempo después aceptó una invitación de Lorenzo el Magnífico de Medicis, y se instaló en Florencia.

En el año 1489 finalizó el Heptaplus, rela-to místico de la creación del universo, en el que bucea sobre el Génesis buscando de-sentrañar sus significados más recónditos.

Dos años después, con veintiocho años de edad, renunció a sus cuantiosos bienes y a su parte del principado familiar y se en-tregó a un profundo fervor religioso.

Via-jó por toda Italia como mendicante hasta que en 1493, el papa Ale- j a n -dro VI lo absolvió de cualquier imputación de herejía y lo admitió de nuevo en la Igle-sia católica. Pico, sin embargo, no abjuró de ninguna de sus tesis. Ingresó en la Orden de los Dominicos, cuyos hábitos llegó a vestir poco antes de su muerte, acaecida a los tre-inta y un años, el 17 de noviembre de 1494.

Una parte de su Disputationes adversus astro-logiam divinatricem fue publicada en Bolonia tras su muerte. En este libro Pico presenta argu-mentos contra la práctica de la astrología que han tenido una enorme importancia durante siglos, hasta nuestras fechas. Disputationes está influido por los argumentos contra la as-trología expuestos por su admirado personaje intelectual, San Agustín de Hipona, y también por ideas mantenidas por su maestro, Marsilio Ficino, que le habría animado a escribirlo. La enemistad de Pico contra la astrología parece deberse principalmente al conflicto con las nociones cristianas de libertad de elección. Pero los argumentos de Pico van más allá de las objeciones de Ficino (que era astrólogo).

Pico llegó a reunir una de las bibliotecas per-sonales más ricas del Renacimiento, que legó a un amigo con la condición de no cederla a ningún convento, como era lo usual en la época entre los hombres de su condición, lo que coincide con su talante independi-ente y sus firmes y sostenidas con-vicciones de eterno rebelde ante la autoridad eclesiástica.

Fragmento de “Jesus Terapeuta y Cabalista”Mario Satz

Daat; Conocimiento

En diferentes versículos de la Biblia aparece la secuencia , «sabiduría», Biná, «inteligencia» y Daat «conocimiento». Por ejemplo, en el Proverbio 3:19: «Dios con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia; con su ciencia los abismos fueron divididos y destilan rocío los cielos». Aunque en el curso del tiempo el tercer concepto, daat, dejó de figurar en el Ar-bol de la Vida de modo expreso, en un sentido tácito siempre permaneció como una alusión a lo abismal, a lo oscuro sobre lo que cae el rocío iniciático, el precioso líquido de la resur-rección. Volviendo a la teoría que sostiene que la Torá escrita posee colores del fuego blanco, mientras que la Torá oral los del fuego negro, corresponde a esta última la concentración de

lo que los maestros llaman daat genuza o «conocimiento de lo oculto». En cierto modo, los 32 senderos pert-enecen al mundo de lo visible, de lo discernible, pero el sendero que hace número 33 —puente entre Kéter y

Tiferet— es el que denominamos la sefirá oculta, el tránsito por lo abismal, la noche oscura del alma. Sendo la sefirá Malkut, el Reino, el sitio donde todo

muere, la Tierra; apa-rentemente todo acaba

en ella, todo finaliza en ese décimo y último niv-

el del proceso energético y de aprendizaje que diseña el modelo Sefirótico.

Pero no es así. No si pensamos que tampoco para la Alquimia alcan-zar el blanco, la albedo, es el fin…

Como iniciado egipcio que fue, Moisés organ-izó su código moral y metafísico sobre la base de lo aprendido en las profundas criptas de las pirámides. Su Kábala oral, heredera de milenios de sabiduría previa, simplifica y reacia el pensamiento egipcio en lo que éste tenía de hondura psicológica y uni-taria. Por ello relaciona a Daat con la separación del abismo, en memoria de lo que ocurría en el Duat, país de las som-bras en la cosmología nilótica, ya que el Reino no se puede sostener, si se desconoce el poder del mundo subterráneo; Daat, el Conocimien-to oculto, la onceava sefirá difiere de dat, «háb-ito», «religión», únicamente por la letra ain, el «ojo», y de la palabra «puerta», delet, por otra: la lámed. Si es cierto que hay que entrar por la puerta que guarda la tradición religiosa con el fin de —abierto el ojo en medio de la aterradora oscuridad del abismo— descubrir lo ilimitado, el viaje del Sol por las casas de la noche, tam-bién lo es que fe ciega es conciencia sin cien-cia El Sol, después del atardecer, en la hora del ocaso —que corresponde a Malkut— se hunde tras el horizonte y en su viaje va iluminando —creían los egipcios— a los habitantes del mundo ctónico. Idéntico viaje hará el difunto, haremostodos, antes de ser admitidos de nuevo en el crisol solar. Daat, la oscura, antes de ofrecer lo que guarda, exige un ingreso en la cue-va de la serpiente, obliga a bajar al antro del dragón para presenciar, terror y maravilla, el combate entre la entidad que los egipcios lla-maban Ur el Antiguo o Nehaher y el Sol ren-ovado y a punto de liberarse de Apofis, el Ceñidor. Ese apócrifo combate es to-davía el nuestro, ya que —como bien cita Plutarco al referirse a la etimología de la palabra griega «iniciación»

descubrir nuestro origen supone aceptar nuestro fin; iniciarse es re-sucitar pasar de una vida mortal

a la comprensión de la vida inmortal

Entre los textos más famosos que los egipcios nos han legado, figura el mal llamado Libro de los Muertos, que en realidad debería traducirse

por El Libro de ¡a Salida a la Luz del Día. En él se menciona el Duat egipcio o mundo de

ultratumba, que estaba dividido en doce partes ordenadas en forma de semicír-culo, mundo que empezaba a las seis de

la tarde y acababa a las seis de la mañana. Cada una de sus secciones era una «morada», una «estancia» que las almas atravesaban para vencer obstáculos y eludir ardides de los tramp-eros inferiores, de los deseos, distracciones e ilu-siones. Si el iniciado —o el muerto— tenía éxito en su viaje, se identificaba finalmente con Osi-ris, dios ante el cual había que decir la verdad.

Desde el punto de vista de la Kábala, podríamos decir que el nazareno, el nazir, se convertía du-rante su experiencia interior —al realizar la in-mersión en el fondo de sí mismo— en un zar, en un «extraño», en el «otro», que tenía el tri-unfo asegurado si descubría su raz, el «secre-to» de Daat o bien estaba destinado al fra-caso si —como Lot— miraba hacia atrás. Recordemos que el nazir poseía, desde el in-stante mismo de su consagración, inscripto en su nombre el vigor de la «lámpara», ner. Comoun pez de las profundidades, en medio de ese

océano primordial —que hoy llamaríamos el in-consciente y que para los egipcios era el sitio de

renovación estelar, el Nun— debía ser capaz de gestar su propia fosforescencia, la que encendida

por la experiencia, le permitía ir hacia el«Este», mizráj, buscando así nue-

va orientación en el Sol naciente.

Tales son las enseñanzas herméti-cas contenidas en el Pert em Heru o Libro de la Salida a la Luz del Día.

El fin supremo que se proponía el iniciado era alcanzar al Todopoderoso, identificarse con Dios. Para ello, el adepto debía acomodar su marcha a la del disco solar, hasta asumir lo que los alquimistas denominan una solificatio o helioización. Avanzaba de su cabeza a los pies, es decir, tomaba la determinación de autoex-plorarse como «templo del Dios vivo» y si de-cidía penetrar en el Oeste, en el reino de los muertos antes de lo indicado y si aceptaba morir antes de morir, le era dado comprender que el fin es sólo aparente, un mero cambio de estado, ya que el alma sobrevive y el espíritu es inmortal.

Pero mientras los terapeutas —que también saludaban al Sol— entraban en la muerte de un modo figurado y superficial, los antiguos egipcios, iniciados en los misterios osiríacos, eran sometidos a toda clase de pruebas y transfor-maciones dolorosas, retorcimien-tos demoníacos y apariciones siniestras, cuyo único propósito era dotar al aspirante al cono-cimiento, daat, de lo «ne-gro». Ese extraño fuego que para los he-breos se transmitía por la Torá oral o Kábala. En el Prover-bio 7:2 se dice que: «Mi Ley (Torá) es como la niña de tus ojos». Sabido e s que la niña o pupila, para conver-tirse en verdadera discípula de la luz, debe antes aceptar su negro vacío, ese negro que es también el doble, la

sombra. Así, el aprendizaje que se ha de lle-var a cabo en Daat, el Conocimiento, aunque se viva como descenso, es en realidad una resurgencia, una renovación. Es la oscu-ridad la que dilata la pupila y no la luz.

En su lsis y Osiris, Plutarco anota: «... los egipci-os representan a su dios y señor Osiris por me-dio de un ojo y un cetro; hay quienes pretenden asimismo que este nombre significa ‘el que pos-ee muchos ojos’». ¿No era la letra «ojo», la que separaba la palabra hebrea daat, «conocimien-to», de dat «religión»? ¿Acaso estuvo, el mismo Moisés, en el Dat o Duat, sometido a una suerte de catalepsia didáctica? ¿Acaso atravesó las doce moradas simbólicas, se enfrentó a Maat, la Di-osa de la Justicia y el Orden, a la que más tar-de llamará emet, con el fin de abrir sus ojos a lo invisible? Si lo hizo, debió soportar con entereza las pruebas de condena por error que, inevita-blemente, segregan nuestros actos, para acabar descubriendo luego que aun flaqueando, nuestra alma, como la de Osiris Dios-del-Corazón-Det-enido, pesa lo que una ligera pluma de avestruz y por ello nos aguarda la absolución, el triunfo sobre la ceniza y la mudez, sobre el sin sentido y la perdición. Abrir el ojo a lo invisible es conocer por la ciencia, pero sintetizar por la religión.

Recobrando los hallazgos de Horapolo, Portal dice que «los egipcios representaban la enseñan-za o instrucción, por el rocío que cae del cielo. El verbo hebreo iré significa «tirar gotas de agua», «regar», «instruir», y asimismo un moré es un «maestro». Para los sacerdotes del Nilo, el rocío formaba parte del bautismo iniciático. En una viñeta que recoge Champollion, se ve a Horus y Toth-Lunus asperjar ese precioso líquido sobre la cabeza del neófito. La leyenda que acompaña esa escena dice: «Horus, hijo de Isis, bautiza con agua y fuego (bis)», discurso pronunciado cuatro veces. pronunciado cuatro veces. Luego era Toth-Lunus quien pronunciaba igual número de veces las

mismas palabras, pero sustituyendo los títulos de Horus por los suyos. De esta forma —con-tinúa Portal— las palabras «bautizo con agua y con fuego, se repetían en dieciséis oportunidades por cada iniciado, alcanzando un total de trein-ta y dos veces». La cifra, milagrosa entre todas, es para la Kábala la de los senderos del Arbol de la Vida y también la de leb, el «corazón», que es el sitio-del-agua-y-el-fuego, tal como destaca la estrella de seis puntas. Heredero de esa cer-emonia, el bautizo con agua y fuego que fig-ura en Lucas 3:16 se relaciona directamente con lo descripto. «Respondió Juan diciendo a todos: ‘Yo os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su zapato: él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego’».

En cuanto al nombre que en el ámbito egipcio recibía el iniciado en este bautizo, era el de Moses o Moisés, vocablo que se escribe, naturalmente, con el jeroglífi-co de «rocío». Tiempo después, al pasar al hebreo, ese epíteto se convirtió en el «salvado», el «salvado de las aguas». Es muy posible que San Pablo o alguno de sus amigos estuviese al tanto de esta enseñanza recibida por Moisés, ya que en Hechos 7:22 leemos: «Y fue enseña-do (epaideuthi) Moisés en toda la sabi-duría (sofía) de los egipcios y era po-deroso en sus palabras y en sus obras».

Moisés retomó la hipóstasis al Único y, como Akhenatón, adaptó una vie-ja cosmología a un nuevo uso. Que fuera poderoso en palabras, nos recu-erda y evoca a Toth. Ese Toth que bien podríamos leer como otiots. Si en-tre una y otra tradición el parentesco es real, entonces explorando una de-sembocamos en la otra y viceversa…

Todas las cosas vivientes tienen dos grupos de padre-madre que maduran para emular: (1) Las formas creadas por la unión en el plano físico del padre y la madre de una especie y (2) El espíritu vivificador dentro de dichas formas que también tiene un Creador Padre/Madre Divino. El modelo de crecimiento que observamos en las primeras, es que todas las formas físicas: minerales, plan-tas, animales y humanas, maduran al punto en el que pueden reproducirse a si mismas y, por ex-trapolación paralela, el espíritu interior madura encarnación tras encarnación, en vehículos cada vez mas refinados, hasta la etapa donde puede re-producirse a Si Mismo, para habitar y evolucion-ar en aquellos mundos y enjambres de chispas de Si Mismo, para habitar y evolucionar en aquellos mundos, como lo hizo Su Padre/Madre espiritual. Las edades y eones involucrados en este proce-so causan vértigo a nuestra limitada conciencia del tiempo. El hombre ha sido llamado frecuen-temente, por los conocedores verdaderos de la Vida: “Semilla de Estrellas”, por buenas razones.

Todo crecimiento Físico es el resultado natural del desarrollo del potencial interior de la semilla viviente, por medio del equilibrio ambiental del calor, luz, frío y oscuridad y la absorción de nutri-entes alimenticios minerales. Los cambios en ese balance exigen a la forma que se adapte o muera y es la causa de la desaparición de especies ente-ras de formas de vida. El Crecimiento espiritual es un incremento en el principio vivificante -el aliento de vida- el conocimiento consciente de Aquello cuya naturaleza básica es consciencia.

Immanuel Kant expreso una gran ver-dad cuando escribió: El propósito de la ex-istencia es desarrollar la Consciencia”.

El crecimiento es-piritual, diferenciado del físico, es un tópi-co importante de pre-ocupación y deseo entre los aspirantes espirituales, sin que entiendan completa-mente lo que es. Esta ignoran-cia es natural, ya que el crecimien-to físico que hemos experimentado previamente ha sido en su mayor parte un proceso automático y no uno de incumbencia consciente. Llegamos ahora al campo de la as-piración espiritual, y a través de malos enten-didos, el crecimiento repentinamente parece ser un asunto de propósito consciente por me-dio del régimen espiritual, una construcción en vez de algo que solamente ocurre cuando noestamos observando. Pensamos en forzar nues-tro camino hacia la espiritualidad. La tenden-cia de la personalidad a “tomar el mando” se ve en verdad estimulada por la posibilidad de lo que piensa que es “la adquisición” espiritual, en vez del crecimiento; y se gasta mucha en-ergía en demostrar esta “adquisición”, antes de que se caiga en la cuenta de Quien esta real-mente al mando del proceso y lo que este es.

Hay tantas variaciones de expectativas cuando uno entra a una escuela dedicada al crecimien-to espiritual, como hay diferencias en personali-dades. La mayoría de estas expectativas y esperan-zas se derivan de deficiencias de la personalidad, conscientes e inconscientes, las fallas que vemos en nosotros mismos. Algunos, cuando entranen el sendero, esperan la disolución de sus modelos negativos que les causan tanto dolor. Esto es muy común en experiencias de con-versión “fundamentalista”. “Señor, aparta de mi este Cáliz” es una frase que todos hemos pro-nunciado muchas veces a través de las edades.

CrecimientoJoseph Nolen

Algunos, carentes de amor, esperan conver-tirse en centros de amor radiante. Hay quienes, sintiéndose sin poder en sus vidas, buscan tenerlo y expresarlo sobre otros, un atractivo común con quienes anuncian espiritualidad a la venta. Básicamente, la experiencia del sen-dero intensifica el deseo de cambio en la man-era como nos sentimos acerca de nosotros mis-mos y aquella en la que interactuamos con los demás. El rango de deseos en quienes entran al Sendero parece extenderse desde simple-mente librarse de problemas, hasta la búsquedadel verdadero entendimiento de su relación con el Creador y su prójimo para ayudar al bienestar

general. Muchos entran al Sendero con una mezcla de motivos de los meramente per-

sonales, hacia los universales. A quien el Señor ha de llenar, primero le hace

tener hambre. Somos meramente los títeres, movidos por los hilos del deseo por el titiritero Maestro.

Puesto que el crecimiento es-piritual no es por construcción, conquista o adquisición, que es?, Es la extensión de la consciencia que resulta del deseo de la verdad, entendimiento, realidad, engendra-do por el Yo, es decir; “El Creci-

miento viene de la gestación en la oscuridad pero debido a la luz”.

La observación desapegada de nuestras experiencias diarias,

derivando principios verda-deros a partir de ella que generan cambios conduc-

tuales, es el elemento nutri-tivo del crecimiento espiritual;

como lo es el alimento ade-cuado para el cre-

cimiento físico.

físico. Nos convertimos en el resuelto observador de nuestras motivaciones con indiferencia hacia el lugar en el que ellas parecen colocarnos en una escala espiritual de “bondad o maldad”. Este es el potro de tortura de todo neófito en el sendero del descubrimiento del Yo. Pero con tiempo, la intensa incomodidad de juzgar por la expresión personal finalmente nos libera de dicha posición errónea y comenzamos a vernos a nosotros mis-mos como el expresador, no como la expresión.

Así, nuestro crecimiento espiritual parece es-tar en proporción directa a nuestra capaci-dad e auto-observación, la cual es una medi-da exacta de nuestro deseo de liberarnos delengaño. .

Nuestras vidas de lucha dentro del engaño de quienes y que somos -el Yo pensando de Si mis-mo como la personalidad- es el lodo fértil en el cual el loto del deseo por la realidad crece yfinalmente florece en la Luz y Aire de libertad y Ver-dad. “Luz en Extensión” expresa perfectamente la naturaleza del crecimiento en nuestro Universo.

La Última Cena, de Salvador Dalí muestra su conocimiento de la Geometría sagrada, Ubica a

Cristo al centro del Dodecaedro.

Este Sólido Platónico representaba al espíritu. Guarda una relación con el movimiento celeste de

Venus. El cual dibuja una rosa de cinco pétalos.

Geometría SagradaSalvador Dalí

Esta es una publicación realizada por alumnos de la Fraternidad del Circulo Dorado; Escuela de Mis-terios Occidentales fundada en 1987, plenamente contactada.

Editores:Nayeli Marhx

Andrés Zorrero

Diseño: Lucia Nájera

Comentarios:[email protected]