Obesidad
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Obesidad
La obesidad se considera en la actualidad un problema de salud pública mundial debido
al constante aumento de su prevalencia. Es una enfermedad crónica originada por un
trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de energía en forma de
grasa corporal con relación al valor esperado según el sexo, talla y edad. Son muchos
los factores que han sido implicados en la patogenia de la obesidad, pero entre los
principales responsables del aumento de la prevalencia destacan la mayor
disponibilidad de alimentos inadecuados tanto en cantidad como en calidad y los
cambios en el estilo de vida de la población infantil que conducen al sedentarismo.
Es de notable importancia para las autoras, que la obesidad es una enfermedad que
afecta a los diferentes grupos etarios, sin limitaciones de edad, raza o género.
Constituye hoy en día un problema de salud que está estrechamente relacionado con la
conducta alimenticia y específicamente a un estilo de vida que promueve la obesidad,
formado por prácticas poco saludables para el niño.
Sin embargo, en los niños obesos la definición de obesidad puede no ser siempre
precisa, debido a que muchas veces se observa también en ellos un aumento de la
masa libre de grasa. Por otro lado, la etiología de la obesidad es compleja, debido a los
múltiples factores implicados en ella, como son los factores genéticos, ambientales,
neuroendocrinos, metabólicos, conductuales y de estilo de vida.
De acuerdo a esto, las investigadoras consideran que es de suma importancia evaluar y
considerar la influencia que tienen los causas involucradas en el desarrollo de la
obesidad en el niño, debido a que el aumento de la probabilidad de padecerla puede
estar condicionado por la adopción de hábitos desfavorables que eleven dichos factores
predisponentes.
En primer lugar, el desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético que facilita el
acúmulo de grasa está influido por la predisposición genética de cada individuo y sus
interacciones con el estilo de vida. Se ha estimado que el 25-35% de los casos de
obesidad ocurren en familias en las que el peso de los padres es normal, aunque el
riesgo es mayor si los padres son obesos. Así mismo, el patrón de distribución de la
grasa corporal sigue también la misma tendencia que el observado en los padres.
Además, el riesgo de ser obeso puede estar atribuido al seguimiento de hábitos
similares de alimentación en la familia genéticamente predispuesta.
De esta manera, es resaltante para las autoras que en las familias donde lo padres son
obesos, favorecen mucho más el riesgo de que el niño padezca de la enfermedad,
debido a que los genes rigen la capacidad o de almacenar energía en forma de grasa y
que la facilidad para liberarla sea menor, que sumado al modelo de nutrición cotidiano
hace que probabilidad de desarrollar obesidad sea mayor o menor. Afirmándose el
hecho de que el modelo de comportamientos habituales son adaptables de padres a
hijos, normalmente los niños que presentan obesidad también se evidencia que los
padres tienen la misma conducta siendo estos participe de la mala alimentación en sus
hijos contribuyendo a no solo padecer de esta patología sino también a que adopten
estas prácticas perjudiciales para la salud.
En segundo lugar, los factores externos al niño que están involucrados en la
patogénesis de la obesidad. Entre ellos destacan: el exceso de alimentación durante el
período prenatal y de lactancia, la malnutrición materna, el tipo de estructura familiar, el
nivel socioeconómicos, factores relacionados con el clima, la falta de ejercicio físico y el
fácil acceso a la comida.
Es necesario para las autoras resaltar que dentro de los factores ambientales, la
alimentación ha ido cambiando por numerosas causas que modifican la rutina familiar,
dentro de las cuales el estado económico juega un papel fundamental ya que altera la
guía de consumo, debido a la gran cantidad de ocupaciones y por lo tanto a la
reducción del tiempo origina la facilidad al momento de cocinar, hoy en día la falta de
dominio en la conducta de los niños ha suscitado a que estos se alimenten cómo y
cuándo lo deseen contribuyendo así a llevar un estilo de vida desfavorable. En niños
escolares es más común la inactividad física y el sedentarismo, como las distracciones
dentro del hogar (actividades de ocio), estos hábitos son más dificultosos de cambiar ya
que se establecen como una costumbre en su día a día.
Un factor ambiental que se ha relacionado con un aumento de la obesidad en nuestra
sociedad es ver la televisión durante muchas horas. La televisión anuncia alimentos con
alto contenido calórico (aperitivos) y los personajes de la televisión, en general,
muestran unos hábitos alimentarios inadecuados. Por ello, los niños que ven más horas
la televisión tienen más posibilidad de tomar aperitivos mientras están delante del
televisor, y a la vez la televisión reemplaza las actividades que consumen más energía.
Por esta razón, las autoras señalan que la rutina excesiva de los niños de ver televisión
favorece la inactividad tanto física como intelectual, disminuye su interés por la escuela
y lo limita para hacer otras prácticas de mayor beneficio para su salud. Este hábito
promueve el desarrollo de la obesidad, debido a un aumento de la ingesta de comidas y
bebidas ricas en calorías que son poco saludables. Permite que los niños se alejen de
la práctica de deportes, las caminatas y los juegos al aire libre, y por supuesto esto
condiciona la ganancia excesiva de peso.
En tercer lugar, la energía ingerida a través de los alimentos se utiliza por el organismo
para el metabolismo basal o gasto energético en reposo (GER) que es la cantidad de
energía necesaria para mantener los proceso vitales en reposo, después de 12 horas
de ayuno y en condiciones de neutralidad térmica y comprende del 60 al 75% del gasto
energético diario total. También se utiliza dicha energía para la actividad física, efecto
térmico de los alimentos y termogénesis facultativa o adaptativa. Excesos relativamente
pequeños en la ingesta energética, pero mantenidos durante largo tiempo, producen
aumentos significativos en la grasa corporal. . Además, el GER no sólo depende de la
composición corporal de un sujeto, sino también de la edad, el sexo y de la actividad
física que realice.
Para las autoras de la presente investigación es notable que la actividad física tiene
muchos beneficios en la salud y calidad de vida, siendo considerada como factor
protector en la prevención de una serie de enfermedades y uno de los reguladores
ambientales más importantes del metabolismo; por esto, es importante la evaluación de
la actividad física y del gasto energético en los niños para establecer con mayor
precisión las causas que provocan los desbalances energéticos o metabólicos que
pueden dar origen a la obesidad.
Por otro lado, la obesidad tiene una gran repercusión sobre el desarrollo psicológico y la
adaptación social del niño. En general, las personas afectas de obesidad no están bien
consideradas en la sociedad y, de hecho, en los medios de comunicación, los niños y
adultos obesos son utilizados para desempeñar un personaje cómico. Hacia los 7 años
de edad el niño aprende las normas de atracción cultural y según éstas escoge a sus
amigos principalmente guiados por sus características físicas. La obesidad les hace ser
rechazados, desarrollar baja autoestima y dificultades para lograr amistades. Esto les
conduce a aislarse socialmente y a padecer depresión con más frecuencia que otros
niños.
Para las autoras es necesario destacar que los niños obesos suelen desarrollar una
baja autoestima, inseguridad y dificultades para relacionarse con la gente de su edad,
debido a que son víctimas de las burlas de sus compañeros de colegio. El niño se
siente inferior a los demás, cree que no posee cualidades por las que pueda ser
valorado, se siente incapaz de participar y destacar en los juegos y actividades igual
que los demás niños.
De esta manera, se convierten así en niños menos activos y tienden a refugiarse en la
comida, agravando y perpetuando su obesidad. Se ha comprobado que los niños
obesos tienen una pobre imagen de sí mismos y expresan sensaciones de inferioridad y
rechazo. Muchas veces no se puede discernir si el problema de la obesidad es la causa
de su trastorno psicológico o si por el contrario es consecuencia del mismo.
Las investigadoras consideran que es primordial detectar este tipo de problemas lo
antes posible para evitar que permanezcan en el tiempo. El niño escolar está en una
etapa en la que se están formando su autoestima, habilidades sociales y personalidad.
Las experiencias que vivencie en esta edad pueden afectarlo a lo largo de toda su vida.
Los efectos a largo plazo pueden ser muy perjudiciales, por eso es importante para
ayudar al niño a bajar de peso de una manera saludable, haciendo hincapié en lo
importante que es comer bien.