Ocupando las calles: el espacio público como ideología de Manuel Delgado

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    Ankulegi 16, 2012, 155-158

    Fecha de recepcin: 27-X-2012 / Fecha de aceptacin: 19-XII-2012

    ISSN: 1138-347-X Ankulegi, 2012

    Ocupando las calles: el espacio pblico

    como ideologa

    Sobre:

    Delgado,Manuel (2010) El espacio pblico como ideologa, Madrid, Libros de la Catarata.

    Jos A. MansillaGrup de Recerca sobre Exclusi i Control Socials, Universitat de Barcelona

    joseamansilla hotmail.com

    Estbaliz Uriarte LpezAnkulegi

    Poco antes del que podramos denominar el ao de la recuperacin de la calle como espaciopara las luchas civiles por una parte significativa de la sociedad del estado espaol, y cuyo

    mximo exponente sera el Movimiento 15-M, el profesor Manuel Delgado publicaba su libro

    El espacio pblico como ideologa, el cual explicara en gran medida numerosos elementos y des-

    enlaces que se veran plasmados ms adelante.

    En la introduccin, el autor define el libro como un volumen conformado por una serie

    de textos producidos para diferentes ocasiones congresos, jornadas o simposios adaptados e

    hilvanados mediante una idea que da al conjunto consistencia como elemento nico y diferen-

    ciado: la utilizacin del espacio pblico como discurso, teora y praxis poltica.

    El primer captulo hace un repaso a las distintas miradas sobre el concepto de espacio pblico.

    Comenzando por la que podramos llamar perspectiva de la morfologa urbana, entendindolacomo intervenciones urbanizadoras, pasando por aquellas ms centradas en aspectos relacionales

    hasta, finalmente, las concepciones vinculadas al espacio pblico como sinnimo de esfera p-

    blica, de asuntos y cuestiones que involucran a la totalidad de la poblacin. El autor deja claro

    que ninguna de ellas tiene pleno vigor hoy en da. En la actualidad, el espacio pblico est mo-

    nopolizado por profesionales del espacio, es decir, por todos aquellos arquitectos, urbanistas o

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    diseadores que, junto a los gestores, entien-

    den este concepto como una panoplia de te-rritorios de libre acceso donde se desarrolla

    una forma concreta de relacin de la sociedad

    entre s y con el poder. Todo ello imbuido de

    una fuerte connotacin poltica donde destaca

    una nueva forma ideolgica, el ciudadanismo,

    mascarn de proa actual de los partidos social-

    demcratas. El autor sostiene que dicha ideo-

    loga solo esconde tras de s una ilusin, ya que

    todo intento de llevar a cabo una democratiza-

    cin radical de la vida poltica es imposible sise parte de los supuestos de desigualdad social

    que conforman las sociedades actuales, ele-

    mento inherente al propio capitalismo y que

    el ciudadanismo ha eliminado de su agenda.

    Se echan aqu en falta alternativas, propuestas

    y elementos que sirvan de base a la superacin

    o eliminacin de dichas desigualdades, pues el

    profesor Delgado se limita a sealar cmo los

    ciudadanos se convierten en usuarios, indistin-

    tamente su clase social y origen, pero no cmo

    romper ese crculo que une, indistintamente, adominados y dominantes.

    El captulo segundo ahonda en el ejercicio

    de explicar la imposibilidad de la igualdad

    como elemento referencial del espacio pbli-

    co. Aceptado este como teatro de operaciones

    donde los individuos, como extraos, inte-

    raccionan en mltiples y diversas operaciones

    entre s y con el entorno, se supone una supre-

    sin del carcter identitario de estos sujetos,

    un completo anonimato, como si de robotsque actan siguiendo programas implanta-

    dos que hacen olvidar su origen y posicin

    se tratase. El autor recorre los presupuestos

    planteados en este sentido por la Escuela de

    Chicago y el situacionismo, as como las di-

    ferencias planteadas por el interaccionismo

    simblico y la etnometodologa, que otorgan

    una mayor importancia a la comunicacin, la

    interpretacin que los participantes dan a la

    accin de los dems, de forma que es impo-

    sible separar las conductas de estos partcipesde la prctica en s, ya que esta se produce y

    se retroalimenta en cada interaccin, dotn-

    dola de sentido ltimo. Todas estas corrientes

    coinciden en una cuestin, la quimera de una

    posibilidad de interaccin sin consideraciones

    previas, sin atender al origen de los sujetos,

    a sus contextos sociales, donde el anonimato

    es total y cada relacin comienza de cero, sin

    condicionantes ni operantes previos. Esto en-

    laza con la visin aportada en el captulo an-terior de una democracia radical donde cada

    uno participa en igualdad de condiciones y

    tiene la misma capacidad de intervencin,

    despojndonos de nuestros orgenes en una

    especie de sociedad annima democrtica.

    Es aqu donde podra hacer aparicin el pri-

    mer vnculo de las posiciones del autor con

    lo que posteriormente seran los movimien-

    tos en torno al 15-M y herederos. As, la base

    fundamental de dicha praxis democrtica est

    basada en ese ciudadanismo cuyo exponenteprincipal son aquellas movilizaciones que re-

    niegan de todo tipo de doctrina pero que, a

    su vez, se encuentran adoctrinadas por vncu-

    los fundamentalmente emocionales, morales,

    y que pretende ser igualitaria y homognea.

    Acontecimientos espontneos, inconexos, pe-

    ridicos sin periodicidad conocida, teidos de

    conceptos genricos como los de paz o soli-

    daridad que hacen posible su aceptacin por

    todos y, por ello mismo, incapaces de llevar acabo grandes transformaciones. Para el autor,

    se trata de un canto al subjetivismo, un elogio

    a la racionalidad y a la capacidad de decisin

    del individuo, quizs aorando un pasado de

    organizaciones fuertes, concienciadas, clasis-

    tas, ciertamente centralizadas y homogneas

    donde s se mostraba la deseada igualdad de

    accin y representacin. Algo que, quizs, sea

    tambin una ilusin.

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    En el penltimo de los captulos del libro,

    Manuel Delgado seala la imposibilidad, laquimera, de que mediante el diseo y la plani-ficacin urbanstica se ponga coto a lo que esla efervescencia propia de lo urbano, ya que,como sealaba Ezra Park, recordando un viejorefrn alemn, el aire de la ciudad hace a loshombres libres (Ezra Park, 1915: 584). Sinembargo, es imposible negar la influencia queesta planificacin puede llegar a tener sobre losgrupos humanos. As, los intentos por parte de

    los poderes pblicos de llevar a cabo interven-ciones higienizantes en los centros urbanos y,a la vez, ofrecer una solucin a la demanda devivienda condujeron a la creacin de grandesconcentraciones de soluciones sociales, terri-torios homogneos, estructurados y estructu-rantes, habitados por una misma clase social.Esta concentracin produjo una revitalizacinde la conciencia de clase, un resurgir de la so-lidaridad que, a diferencia del sindicalismoobrero de mediados del siglo XIX, se manifiesta

    con un carcter territorial mediante demandasespecficas vinculadas a las condiciones de lasviviendas, la falta de equipamientos y, por quno decirlo, de futuro para las siguientes gene-raciones. El autor insina una hiptesis sobreel abandono de esta clase de poltica como ele-mento del estado del bienestar: el intento porcontrolar las eclosiones sociales, los conflictos,la violencia y el establecimiento de estas redesde solidaridad y lucha en busca siempre de un

    equilibrio, de una paz que es el objetivo lti-mo del poder establecido1.Para finalizar, el ltimo de los captulos

    establece un vnculo entre el imaginario ur-bano y la funcin clsica de los mitos. El au-tor seala cmo el imaginario urbano acta

    1 El autor retomar esta hiptesis en obras posteriorescomoLa ciudad mentirosa. Fraude y miseria del ModeloBarcelona (2007).

    como un esquema de significacin, un au-

    tntico pegamento social, a la vez que comofactor de desarrollo y tambin de eferves-cencia social. Por otro lado, es necesario ha-blar de imaginarios urbanos, en plural, porcuanto estos pueden ser mltiples y diver-sos, tanto como lo son las formas generadaspor los diversos esquemas y conflictos. Exis-te, sin duda, un imaginario dominante queno es ms que el imaginario de la clase quedomina, o como reconoce el autor citando a

    Gramsci el imaginario hegemnico queno tiene por qu coincidir con las clases he-gemnicas, sino ms bien ser opuesto a ellas,en un nuevo intento de control. La relacincon el mito viene dada por la reflexin sobredicho concepto que lleva a cabo Lvi-Strauss,es decir, aquel nivel en el que las tres instan-cias en que se expresa el mundo de los huma-nos estn presentes: lo real, lo simblico y loimaginario. As, en la ciudad se mezclan esostres niveles, convirtiendo al ciudadano en un

    mitodano.En definitiva, el libro, con el estilo cierta-

    mente ampuloso caracterstico de la obra delautor, lleno de metforas y adjetivos, puedesuponer una gua para entender muchos delos acontecimientos que estamos viviendohoy da, aquellos que se expresan a travs demanifestaciones, algaradas callejeras, ocupa-cin de espacios pblicos y protestas, aunqueno se espere encontrar nuevas propuestas de

    accin u alternativas. Manuel Delgado quie-re hacernos ver que, ms que algo nuevo, setrata de conocidas expresiones ilusorias, in-tentos de revitalizacin ideolgica de viejas ycaducas formas de conducir la poltica, siem-pre partidista, mientras que no se discutelo ms fundamental, la clave de bveda quesoporta todo el sistema, esto es, la cada dams profunda desigualdad que campa a susanchas en las sociedades capitalistas.

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    Bibliografa

    DELGADO, Manuel (2007)La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del Modelo Barcelona, Madrid, LosLibros de la Catarata.

    LVI-STRAUSS, Claude (2007)Mito y significado, Madrid, Alianza Editorial.PARK, Robert Ezra (1915) The city: Suggestions for investigation of human behavior in the urban

    environment, The American Journal of Sociology, XX (5): 577-612.