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SANTIAGO ALBERIONE OPERA OMNIA BREVES MEDITACIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO

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  • SANTIAGO ALBERIONE

    OPERA OMNIA

    BREVES MEDITACIONES PARA CADA DA DEL AO

  • SANTIAGO ALBERIONE

    BREVES MEDITACIONES PARA CADA DA DEL AO

  • Edicin preparada por el Centro de Espiritualidad Paulina

    Sociedad de San Pablo, Casa General, Roma 2008 http://www.paulus.net Visto, se permite la impresin Roma, 30 de junio de 2008 P. SILVIO SASSI, Sup. Gen. SSP Se agradece la colaboracin dada por la Hna. Elisabetta Capello, FSP Sigla de la obra: BM

    S.A.S.P. s.r.l., 2008

    EDIZIONI SAN PAOLO s.r.l., 2008 Piazza Soncino, 5 - 20092 Cinisello Balsamo (Milano) http://www.edizionisanpaolo.it

    Distribuzione: Diffusione San Paolo s.r.l. Corso Regina Margherita, 2 - 10153 Torino

  • PRESENTACIN

    Estas Breves Meditaciones del P. Alberione son uno de los frutos ms jugosos de aquel fertilsimo ao de gracia que fue el 1948: ao bendecido por el pontificio decretum laudis de Po XII (12 de enero), que aprobaba oficialmente la fundacin y las Constituciones de las Pas Discpulas del Divino Maestro.

    Ao consagrado por dos muertes sacrificiales: la del P. Timoteo Giaccardo (24 de enero), ofrecindose como vctima para dicha aprobacin pontificia; y el fallecimiento del Hno. Andrea Borello (4 de septiembre), ofrecindose en oblacin por la santidad de los cohermanos Discpulos del Divino Maestro.

    Ao fecundo, adems, de fundaciones (una veintena de nuevas comunidades en Italia y otras naciones), entre ellas la primera casa paulina en China, la clnica Regina Apostolorum FSP y el nuevo Noviciado SSP en Albano Laziale. Todo ello mientras en Roma bullan los trabajos para la construccin del santuario a Mara Reina de los Apstoles.

    En el campo de la produccin editorial, aquel ao se publicaron, adems de estas Breves Meditaciones, otras cinco obras del P. Alberione, de vario contenido y espesor: Apuntes de predicacin sobre Jess Maestro Camino Verdad y Vida, opsculo; Ipsum audite, volumen II de las Meditaciones a las Pas Discpulas; Hc meditare, volumen VIII de los Ejercicios predicados a las Hijas de San Pablo; Florecillas para el Mes de Mayo, opsculo enviado como don a todas las comunidades; y Mara Reina de los Apstoles, 33 instrucciones sobre la devocin mariana.

    Entre junio y julio de 1948 aparecieron los dos volmenes de Breves Meditaciones para cada da del ao, editados por la Sociedad del Apostolado de la Prensa - Alba (Ediciones Paulinas), de hecho impresos en Roma en la tipografa de las Hijas de San Pablo.

    El primer volumen, de 526 pginas, apareci el 4 de junio; el segundo, de 439 pginas, sali el 16 de julio 1948: entrambos impresos en papel de baja cualidad, en formato casi de bolsillo y con tapas de cartn gris.

    A la primera edicin le siguieron otras tres: respectivamente en 1952 (2 ed.), en 1961 (3) y en 1965 (4). La segunda se

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    diferencia de la primera en pequeas modificaciones o correc-ciones y por la aadidura de los versculos bblicos al comienzo de cada meditacin. Estas correcciones quedaron integradas en las sucesivas ediciones tercera y cuarta.

    Una doble edicin en ingls, se public en Boston (U.S.A.), respectivamente en 1983 y 1985, por las Hijas de San Pablo.

    La presente edicin recoge en un solo volumen todas las meditaciones del primer volumen y las del segundo.

    El contenido de este conjunto, como se ve por los ttulos de las varias partes y de cada meditacin, es el depsitum fdei del Credo, los Mandamientos, la Liturgia y la Espiritualidad cristiana, fruto de la tradicin: todo ello filtrado y elaborado por un alma exquisitamente evanglica y sedienta de perfeccin.

    La exposicin es deudora a los numerosos manuales teolgicos y ascticos usuales para un director de espritu, como fue el P. Alberione desde los aos de su ministerio en el Semi-nario de Alba (1908-1922), y como formador de incontables vocaciones consagradas en la Familia Paulina.

    l saba valerse de todo cuanto experimentaba y lea, integrando en su cuadro mental cualquier aportacin, experien-cia propia o ajena, con una capacidad de sntesis que le consenta resumir enteros tratados en frmulas esenciales de gran concisin. Esto se notar en las pginas que siguen, observando (con la ayuda de eventuales notas al calce), cmo en el breve arco de una sola meditacin el autor compendia enteros ensayos desarrollados en otras obras.

    Segn su tpico modo, y considerada la ndole prctica de sus meditaciones, el P. Alberione citaba textos, aforismos, conceptos tomados de los maestros consultados, sin preocuparse de referir las fuentes. A veces los citaba slo con el nombre del autor; ms a menudo an, lo omita. Por nuestra parte, cuando nos ha sido posible identificarlos con certidumbre, hemos tratado de explicitarlos en nota. Para los dems casos, nos confiamos a la comprensin de quien medite estas pginas con sencillez de corazn.

    * * * Qu importancia, qu valor tienen estas meditaciones en

    el conjunto de la pera Omnia de nuestro Fundador? Aunque l

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    mismo, por modestia, las califica como breves, no por ello podemos considerarlas de escaso significado para nosotros.

    La preciosidad de este volumen podemos descubrirla si lo vemos en referencia al texto de otra obra, Donec formetur Christus in vobis (DF), publicada en 1932. Sabemos que en un ejemplar de la edicin de este libro el Fundador corrigi de su puo el subttulo Meditaciones del Primer Maestro con la expresin Apuntes de meditaciones e instrucciones del Primer Maestro. En efecto, como se sabe, el DF contiene slo el esquema, el esqueleto, los apuntes de las meditaciones. Los dos volmenes de Breves meditaciones para cada da del ao encierran, segn nuestro modo de ver, un primer desarrollo, un despliegue de lo que present, como apuntes, en el DF.

    El ncleo de la propuesta presentada en el DF consiste en hacer vivir a Jesucristo en nosotros. Esta vida-de-Jess-en-nosotros implica un crecimiento gradual y continuo, hasta llegar a ser transformados en l, llegando a ser nosotros Jess mismo. Ser transformados en Cristo, pasando a ser criatura nueva (2Cor 5,17): este es el corazn de nuestra espiritualidad apostlica. El P. Alberione lo expresa en una sntesis eficaz, que cabe considerar la primera formulacin del mtodo paulino:

    2. Jesucristo es verdad: para la inteligencia: de donde seguir la necesidad de estudiar la doctrina cristiana, de modo especial el Evangelio.

    Jesucristo es camino: para la voluntad, de donde seguir la necesidad de imitar a Jesucristo, especialmente apreciando la santa comunin.

    Jesucristo es vida: para el corazn, de donde seguir la necesidad de revestirse de gracia santificante y actual, especialmente con la santa Misa (DF, p. 38).

    El detallado itinerario, a travs del cual se nos gua a la realizacin de este objetivo, queda precisado en la segunda etapa del DF, la etapa Gloria al Hijo.

    Tambin las otras dos etapas estn orientadas al crecimiento-formacin de Cristo Jess en nosotros: la etapa Gloria al Padre nos consiente contemplar el proyecto estupendo del Padre en nuestra persona, e identificar el pecado que se le opone, con el fin de abandonarlo y volver al Padre; la etapa Gloria al Espritu Santo resalta que el rol del Espritu no es otro que dar forma a

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    Jess-Verdad en nuestra mente; a Jess-Camino en la voluntad, a Jess-Vida en el corazn.

    * * * No es difcil encontrar en los dos volmenes de las Breves

    meditaciones para cada da del ao el plan del DF, y al mismo tiempo su desarrollo. Aludimos a las principales referencias.

    1. Una primera referencia es evidente en la subdivisin de los temas tratados. Como leemos en el Prefacio (BM1, p. 8), la materia est dividida en tres partes:

    Las trescientas sesenta y cinco meditaciones se reparten as:

    Parte primera: las grandes Verdades. Parte segunda: las grandes Virtudes. Parte tercera: las grandes Oraciones.

    Subdivisin comentada as:

    El alma podr cumplir el primer y principal precepto: Amars al Seor con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con todo tu corazn. Y vivir en Cristo Camino, Verdad y Vida nuestra. Y la introducir Mara que es Maestra, Madre y Reina de todas las almas que quieren vivir in Christo et in Ecclesia.

    De aqu el subttulo dado a cada parte. Respectivamente:

    Las grandes Verdades Amars al Seor con toda tu mente.

    Las grandes Virtudes Amars al Seor con todas tus fuerzas.

    Las grandes Oraciones Amars al Seor con todo tu corazn.

    El nexo con la propuesta contenida en el DF aparece muy evidente.

    La primera parte Las grandes verdades desarrolla lo que el Autor indic en DF sobre el itinerario de conformacin de la inteligencia a Jess-Verdad. El primer anillo de la cadena es el conocimiento; Jess-Verdad interpela a la inteligencia y nos

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    comunica la necesidad de estudiar la doctrina cristiana: de aqu la utilidad de conocer, precisamente, las grandes verdades de la fe cristiana.

    Tambin la colocacin del subttulo amars al Seor con toda tu mente resulta motivada si se tiene presente la primera de las conclusiones prcticas del DF: para el P. Alberione la conformacin de la inteligencia a Jess-Verdad, mientras conduce a la santificacin de la mente, da actuacin al mandamiento primario de amar a Dios con toda la mente.

    1. Jess es verdad: el estudio de la doctrina de Jesucristo; o sea la santificacin de la mente, amar al Seor con toda la mente (Evangelio, instruccin religiosa, pensamientos y juicios de Jesucristo) (DF, p. 65).

    La segunda parte Las grandes virtudes desarrolla lo que el P. Alberione indic en DF sobre el itinerario de conformacin de la voluntad a Jess-Camino. El Maestro divino es modelo de todas las virtudes: he aqu la oportunidad de pasar en resea las virtudes como las ejercita Jess, de modo que la voluntad humana sea atrada y tienda a buscar la voluntad divina en cada cosa (DF, p. 45). Tal itinerario realiza el mandamiento de amar al Seor con todas las fuerzas (segn el P. Alberione: toda la voluntad):

    2. Jesucristo es camino: imitacin de la vida de Jesucristo, santi-ficando la voluntad, o sea amor a Dios con toda la voluntad (DF, p. 65).

    La tercera parte Las grandes oraciones, contenido del segundo volumen de Breves Meditaciones, desarrolla lo que el P. Alberione indic en DF sobre el itinerario de conformacin del corazn a Jess-Vida. Se ha de notar que aqu el Fundador, con la expresin grandes oraciones no se refiere a frmulas de oracin sino ms bien a los lugares privilegiados del encuentro con Dios: los sacramentos, la oracin, la liturgia de la Iglesia. Son las fuentes espirituales mediante las cuales Cristo-Vida crece en nuestra persona y, gradualmente, transforma nuestro corazn en el suyo, llevndonos a tener sus mismos deseos: siempre y slo la salvacin de las almas. En

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    esto consiste el amar al Seor con todo el corazn (segn el P. Alberione: unin habitual con todo el corazn):

    3. Jesucristo es vida: estudio sumo de la gracia divina: Misa, Visita, Comunin, unin habitual con todo el corazn (DF, p. 65).

    2. Una segunda referencia es evidente al hojear los temas propuestos para nuestra meditacin.

    En la primera parte Las grandes verdades el Fundador nos lleva a meditar los argumentos fundamentales de nuestra fe. Son los temas apenas esbozados en el Prembulo y en la primera etapa del DF, Gloria al Padre: Dios Uno y Trino, las Personas de la Sma. Trinidad, el Padre Creador y el fin de la creacin, el fin del hombre y Dios fin ltimo, los Novsimos, el pecado y la redencin, la gracia, el carcter y su educacin, la conciencia, el corazn, la voluntad... Se resalta en particular nuestra cooperacin a la accin de Dios y el aporte que estamos llamados a dar, de modo particular usando los instrumentos de la comunicacin social (en este contexto: prensa, cine, radio).

    La segunda parte Las grandes virtudes da al P. Alberione la ocasin de trazarnos de forma amplia y difusa las virtudes aludidas apenas en la segunda etapa del DF, Gloria al Hijo. Empieza con las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad), luego trata de las virtudes cardinales (prudencia, jus-ticia, fortaleza, templanza), para pasar a otras virtudes basilares: humildad, obediencia, pureza, paciencia, mortificacin, virtudes de la religin, del celo, etc. En este punto el Fundador, para llevarnos a vivir nuestra mxima ocupacin permanecer en clima meditativo dentro de la vida de Jesucristo (DF, p. 41; cf Imitacin de Cristo, L. I, c. I, n. 1), nos gua paso a paso a contemplar a Jess en los diversos periodos de su vida, explicitando lo que haba apenas apuntado en el DF. Amplio espacio se da al rol de Mara, en sintona con cuanto el P. Alberione haba recomendado en el DF:

    Jess confiado a Mara santsima y a san Jos: Jess se entreg del todo. Se dej formar. Este es el camino: estimar, amar, ponerse en manos de Mara santsima... (DF, p. 41).

    Merece la pena subrayar el amplio nmero de das en los que el Autor nos invita a detenernos en estas meditaciones: 4 das

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    sobre la fe; 2 sobre la esperanza, 6 sobre la caridad, 5 sobre la humildad, 7 sobre la mortificacin, 6 sobre el celo, 7 sobre la Escuela de Nazaret, nada menos que 11 sobre el celo de Jess, unos 30 das dedicados a contemplar a Mara en la formacin de Jess y en nuestra formacin...

    Con la tercera parte Las grandes oraciones el P. Alberione desarrolla, en nada menos que 149 das, los temas aludidos apenas en el captulo Medios de gracia del DF. Segn la visin del Fundador estos medios, o fuentes de la espiritualidad, constituyen nuestra cooperacin al Espritu Santo en su obra de dar forma en nosotros a Cristo Jess en todas nuestras facultades. El P. Alberione empieza hacindonos meditar los sacramentos en general, luego cada uno de ellos, despus el tema de la oracin (toda una semana!), el tema del estado religioso, para entrar en el vastsimo campo de la liturgia y del ao litrgico. A este respecto nos introduce en la liturgia de la Palabra de cada domingo y de las principales fiestas de los santos, relevando cada vez los aspectos ms en sintona con su espiritualidad.

    3. Una tercera referencia puede verse en la escansin ternaria de cada meditacin (salvo poqusimas excepciones), en correspondencia evidente a la visin del Cristo integral Verdad-Camino-Vida presente y operante en toda la persona del cristiano, mente-voluntad-corazn.

    Como primer punto de cada meditacin se propone lo que se debe creer (cf DF, p. 96): en qu consiste el tema presentado, cul es la doctrina que la mente est llamada a aprehender, cul es la verdad que conocer ante todo.

    En el segundo punto, el P. Alberione presenta habitualmente las aplicaciones prcticas para nosotros: cmo nuestra voluntad est invitada a adherir a lo propuesto por el Seor. Modelo nico es siempre Jess: se trata de contemplar cmo l vivi aquella virtud especfica, y entregarle la voluntad de modo que se adhiera plenamente a su estilo de fidelidad al Padre.

    El tercer punto lo ocupa ordinariamente la oracin. Una oracin que involucra de manera vital el corazn, segn la orientacin del Fundador: la oracin afecta tambin al

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    sentimiento (DF, p. 14). Una oracin destinada a ser la oracin misma de Jess-Vida, su respiro (DF, p. 55).

    Ulterior expresin de ritmo tridico, mente-voluntad-corazn, se nos muestra en los tres momentos finales de cada meditacin. En ellos el Fundador nos invita a:

    un EXAMEN de conciencia (verificar cules son nuestras convicciones y confrontarlas con las enseanzas divinas: verdad);

    un PROPSITO (para adherirnos al proyecto de Dios: voluntad);

    una ORACIN (tomada de la Liturgia o, ms a menudo, nacida de ardiente amor a Dios del Fundador: corazn).

    4. Bastan estas consideraciones para darnos a comprender cun esencial es, para acercarse correctamente a este texto, como a cualquier otro del Fundador, el conocimiento de la propuesta que l nos dej en el DF.

    En una primera lectura, las presentes Breves Meditaciones podran parecer bastante ordinarias: consideraciones obvias, a veces resabidas, sin particulares motivos de relieve.

    Pero quien tenga familiaridad, aunque sea pequea, con la forma mentis del P. Alberione las leer con muy otro inters y obtendr ptimo fruto. Conociendo cmo la atencin del Fundador se concentra siempre en la urgencia que todo Jess se forme en toda la persona, el lector no tardar en descubrir en cada meditacin el elemento, la dimensin de Cristo Jess sobre la cual el P. Alberione quiere llamar la atencin. Es la perla contenida en cada tema, la diminuta tesela que contribuye a componer el admirable mosaico: Cristo Jess que vive en el creyente dndose a l y trasformndolo en apstol del modo ms pleno del trmino.

    Roma, 30 de junio de 2008.

    CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA

  • ADVERTENCIAS

    1. El texto adoptado aqu es el de la primera edicin, impresa en Roma en junio de 1948, aadindole los breves textos escritursticos introducidos en la segunda edicin al principio de cada meditacin.

    2. Para mantener la necesaria uniformidad al citar las obras del Fundador, en cualquiera edicin o lengua, es indispensable tomar como nico criterio de referencia el envo a la numeracin de pgina de la edicin italiana original. Indicamos tal numeracin en los nmeros al margen del texto (precedidos por las siglas BM1 y BM2): el cambio de pgina, cuando cae en medio de una lnea, est marcado con el signo |, puesto al comienzo de la palabra.

    3. Para las citas bblicas: cuando se dan dentro del texto, es que pertenecen al Autor, que cita por la Vulgata, tanto para el ttulo de los libros

    (Eclesiasts, Eclesistico, cuatro libros de los Reyes, etc.) como para la numeracin de los salmos. nicamente hemos adaptado las abreviaturas de la Biblia;

    cuando la cita est en una nota, es aportacin de quienes han preparado la presente edicin;

    en la numeracin de los salmos, hemos seguido la de la biblia hebrea, indicando seguidamente la de la Vulgata. En el ndice de las citas, por brevedad, se da slo la numeracin hebrea.

    4. Otras intervenciones: se trata de algunos detalles vlidos nicamente en italiano

    (acentos graves o agudos); se han simplificado las formas plurales de sustantivos o

    adjetivos (tambin exclusivamente para el italiano).

  • SIGLAS

    ACV Alma y cuerpo para el Evangelio. Algunos opsculos de S. Alberione [1953-1957]. Opera omnia, San Paolo, Cinisello Blsamo 2005.

    AD Abundantes diviti grati su. Historia carismtica de la Familia Paulina, de S. Alberione [1954], Opera omnia, Roma 1998.

    AE El apostolado de la edicin, Manual directivo de formacin y de apostolado, de S. Alberione [1944], Opera omnia, Roma 1998.

    AS Apostolato Stampa. Manuale di formazione e di apostolato, di G. Alberione, Alba 1933.

    BM1 Brevi Meditazioni per ogni giorno dellanno, di G. Alberione, volume I, Alba 1948.

    BM2 Brevi Meditazioni per ogni giorno dellanno, di G. Alberione, volume II, Alba 1948.

    DF Donec formtur Christus in vobis, de S. Alberione [1932], Opera omnia, San Paolo, Roma 2001.

    DFms Donec formtur Christus in vobis, cuaderno manuscrito, indito.

    NPS necessario pregare sempre, de S. Alberione, Alba-Roma 1940.

    PD (indicando el ao)

    Alle Pie Discepole del Divin Maestro, 15 volumi, PD, Roma.

    SP (indicando mes y ao)

    San Paolo, Bollettino interno della Societ San Paolo.

  • Sac. G. Alberione S. S. P.

    BREVI MEDITAZIONI per ogni giorno dellanno

    Volume I

    Alba - Societ Apostolato Stampa - Alba

    Frontispicio del 1er volumen, igual al del 2 cambiando en ste slo la indicacin Volumen II y la ciudad del editor: Roma.

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  • Visto: NULLA OSTA ALLA STAMPA

    Alba, 1 marzo 1948

    D. Agostino Damonte

    SI STAMPI

    Alba, 6 marzo 1948

    Can. Gianolio, Vic. Gen.

    Contraportada del 1er volumen (igual a la del 2). El vicario general (de la dicesis de Alba) es el cannigo Pasquale Gianolio.

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  • PARTE I

    LAS GRANDES VERDADES

    Amars al Seor con toda tu mente. [Mt 22,37]

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  • PREFACIO

    Presento estas breves meditaciones a las personas muy ocupadas y a las almas sencillas que buscan cada da un alimento que no perece, sino que dura para la vida eterna.1

    Cada meditacin contiene brevemente mucha materia donde poder saciar incluso a las personas que consagran a la meditacin un tiempo ms largo y gustan profundizar los argumentos.

    Finalidad de estas meditaciones: honrar a Jess Maestro divino que se declar el Camino, la Verdad y la Vida. Por ello, en cada meditacin se indica el camino a seguir para caminar detrs de Jesucristo; las verdades que l nos ense y que deben creerse; la vida sobrenatural, en l, que debe vivirse.

    Las trescientas sesenta y cinco meditaciones se dividen as:

    Parte primera: las grandes Verdades. Parte segunda: las grandes Virtudes. Parte tercera: las grandes Oraciones.

    El alma podr cumplir el primer y principal precepto: Amars al Seor con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con todo tu corazn.2 Y vivir en Cristo Camino, Verdad y Vida nuestra. Y ser presentada por Mara, que es Maestra, Madre y Reina de todas las almas que quieren vivir in Christo et in Ecclesia.3

    El AUTOR

    1 Cf Jn 6,27. 2 Cf Dt 6,5. 3 Cf Ef 5,32: en Cristo y en la Iglesia.

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  • 1. DIOS UNO

    Gran Dios es el Seor, gran rey sobre todos los dioses. En su mano estn los abismos de la tierra, son suyas las cimas de los montes... Venid, postrados adoremos, de rodillas ante el Seor que nos cre. l es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su redil, el rebao que l conduce (Sal 95/94,3-7).

    1 Dios es el ser perfectsimo, el sumo y nico bien, principio y fin de cualquier otra cosa existente.1

    El es el Eterno, el Omnipotente; la Verdad, el Seor de las ciencias, el Omnividente, el Benefactor, el Santo; la Caridad, la Bondad, la Belleza. l es el Ser necesario: Yo soy quien soy (x 3,14); es el objeto ms digno de mi estudio, la nica autoridad, lo nico amable, la nica felicidad eterna.

    2 Yo soy quien por s no es nada: todo lo he recibido de Dios.2

    Soy una pequesima criatura de Dios; tengo continua necesidad de ser sostenido por l en la existencia; pronto desaparecer de la tierra y me presentar a l para rendirle cuentas de mi vida y recibir el premio o el castigo merecido con mis obras.

    Soy un pobre ignorante, un grande e indigno pecador; no merezco ser admitido a su santsima presencia por mis muchas infidelidades; yo merecera un desprecio total y sus justos castigos.

    Tengo continua necesidad de la gracia y misericordia de Dios para evitar el pecado, vencer las tentaciones, esquivar el infierno.

    1 En estas primeras meditaciones el P. Alberione retoma y desarrolla

    los temas apenas aludidos en el Donec formtur Christus in vobis (DF), particularmente al comienzo de la etapa Gloria al Padre. Cf DF, p. 17: Quin es Dios? El ente necesario. Ego sum qui sum, Tu solus Dominus: puro espritu: suma grandeza: por ciencia, potencia, eternidad, omnipotencia, gloria, perfectsimo....

    2 Cf DF, p. 18: Quin soy yo? ser contingentsimo: t eres el que no es. No eres nada, en cuanto al alma y al cuerpo, de ti eres nada, en cuanto al ser y al hacer, de ti: imperfectsimo....

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  • LAS GRANDES VERDADES 22

    3 Seor Jess, que yo me conozca y te conozca. Que no anse nada ms que a ti. Que me odie a m y te ame a ti. Que todo lo haga por ti. Que me humille a m mismo y te exalte a ti. Que no medite nada ms que a ti (San Agustn).

    El hombre fue creado para alabar y honrar al Seor su Dios. Seor, quiero conocerte para alabarte y honrarte con afecto.

    Examen. Tengo una gran idea de Dios? Trato de conocer sus infinitas perfecciones? O al contrario tengo una gran estima de m mismo? Me regodeo en m? Me dejo tal vez impresionar ms por lo que es creado que por el Creador?

    Propsito. Todo cuanto yo haga, quiero que sea ad maiorem Dei gloriam.3

    Oracin. Seor, Dios nuestro, qu admirable es tu nombre en toda la tierra! 4

    Santo, santo, santo es el Seor Dios de los ejrcitos! 5 Hosanna en lo ms alto de los cielos.6

    Bendecid al Seor, obras suyas, alabadle y exaltadle por siempre. ngeles del Seor, bendecid al Seor.7 Gloria a Dios en lo ms alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.8 Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias por tu gloria infinita.9

    2. DIOS TRINO

    3 Para mayor gloria de Dios. Mxima de san Ignacio de Loyola. Cf

    la oracin de oferta de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales (n. 98), inspirada en el principio dinmico del siempre ms y siempre mayor (magis o ad maiorem).

    4 Cf Sal 8,2. 5 Is 6,3. 6 Mt 21,9. 7 Cf Dn 3,57ss. 8 Lc 2,14. 9 Cf Himno Gloria in excelsis Deo del misal romano.

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  • LAS GRANDES VERDADES 23

    Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espritu Santo: y los tres son una cosa sola... (1Jn 5,7).10

    1 Admirables y maravillosas son las verdades que la fe nos descubre sobre la vida ntima de Dios: uno en la sustancia, trino en las personas. El Padre celeste se contempla eternamente en su perfecta imagen: el Verbo que l engendra continuamente; el Verbo se estremece, arrebatado de amor, por la belleza del Padre; del xtasis de amor recproco del Padre hacia el Verbo y del Verbo hacia el Padre procede un incendio de amor que es el Espritu Santo. Dios vive en las tres Personas una vida interior perfecta, infinita, eterna: l es la fuente, el principio, el modelo de vida interior para cada alma.

    2 Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios con una triple facultad: inteligencia, voluntad, sentimiento.

    Imitemos a la Sma. Trinidad como hijos amadsimos: vivamos una vida interior modelada sobre la Sma. Trinidad.

    Pensar como piensa Dios. El Verbo divino es la luz verdadera, la sabidura del Padre. Habindose hecho hombre, comunica a los hombres las verdades que salvan, los misterios inefables, la nica ciencia necesaria. Santifiquemos la mente 11 estudiando las verdades y creyndolas con fe viva.

    Sometamos toda la voluntad al Padre celeste, como Jess, que dijo: Hago siempre lo que agrada al Padre (Jn 8,29).

    Sea nuestro corazn todo de Dios; lo ser si le amamos con todas las fuerzas y por encima de cualquier otra cosa.

    10 Citas segn el texto de la Vulgata. Las traducciones modernas

    omiten la referencia a las tres divinas Personas, considerndola una nota explicativa introducida sucesivamente en el texto por su valor trinitario.

    11 Santifiquemos la mente: se trata sin duda de uno de los aspectos formativo-apostlicos ms preferidos por el P. Alberione. l empez a proponer tal orientacin en el DF, a travs de un preciso itinerario de asuncin de la mentalidad de Jess: Este conocimiento lleva de la ignorancia y el error a pensar como Dios en Jesucristo. Es el estado de las almas que estn siempre unidas a Dios y todo lo ven en l, todo lo juzgan en l y todo lo ordenan a l (DF, p. 25); lo seal continuamente y, por fin, lo expuso detalladamente en los nmeros monogrficos del boletn San Paolo titulados Amars al Seor con toda tu mente, confluidos sucesivamente en el librito Santificacin de la mente (cf ACV, pp. 17-111).

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  • LAS GRANDES VERDADES 24

    3 Seor, me has creado a semejanza tuya; pues en m est la imagen de las tres divinas Personas, quiero imitar vuestra vida interior. Santifica oh Padre, mi voluntad hacindola dcil a tu voluntad; oh Hijo divino, llena de ti mismo mi mente; infunde en mi corazn, oh divino Espritu, una verdadera caridad sobre-natural. Yo s, Sma. Trinidad, que habitis en el alma justa y continuis en ella vuestras operaciones eternas: el Padre, engendrando al Hijo, y dando entrambos origen al Espritu Santo.

    Examen. Tengo pensamientos conforme al Evangelio? Mi voluntad est unida a Dios? Qu busca y ama mi corazn?

    Propsito. Quiero vivir hoy con mucho amor para imitar la vida de la Sma. Trinidad.

    Oracin. A la Sma. y augustsima Trinidad sea dado honor, adoracin, agradecimiento, amor; ahora y siempre por los siglos de los siglos.

    Gloria al Padre celeste, como era, ahora y siempre. Gloria al Hijo divino, como era, ahora y siempre.

    Gloria al Espritu Santo, como era, ahora y siempre. Yo creo, adoro y amo para poder un da contemplaros en la

    eterna visin, poseeros en eterna medida, amaros en eterno gozo.

    3. DIOS PADRE

    Para nosotros no hay ms que un Dios, el Padre, de quien procede todo y para el cual somos nosotros, y un solo Seor, Jesucristo, por quien existe todo y para el cual somos nosotros por medio de l (1Cor 8,6).

    1 Al Padre se le atribuyen la creacin y el gobierno del universo. Al principio Dios cre el cielo y la tierra, las plantas, los animales, el hombre.12

    En su omnipotencia sac de la nada todo cuanto existe. Ahora Dios concurre al nacimiento de cada hombre, creando el alma e infundindola en el cuerpo.

    12 Cf Gn 1-2.

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  • LAS GRANDES VERDADES 25

    l dispone todos los acontecimientos, rige la historia y gua los siglos: stos, en efecto, por voluntad divina, prepararon la venida al Hijo de Dios; cumplieron, cumplen y cumplirn, desarrollndola, la encarnacin hasta el juicio universal, cuando se manifestar en la gloria el reino de Jesucristo.

    2 Todo lo he recibido de Dios: cuanto me rodea, cuanto me sustenta, cuanto hay dentro de m. Si Dios me pidiera lo que me dio, no me quedara nada, ni siquiera la existencia: yo desapa-recera. Es una verdad que siempre debo reconocer: Qu tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, por qu te vanaglorias como si no lo hubieras recibido? (1Cor 4,7).

    Vivo bajo el amable gobierno del Padre celeste: debo abandonarme a su providencia, que si piensa en la flor del campo y en el pjaro del aire, mucho ms piensa en el hombre, imagen y criatura suya! Hasta nuestros cabellos los tiene contados.13

    3 Seor, soy tuyo, todo tuyo; y cuanto me diste, mira, yo te lo ofrezco: inteligencia, memoria, voluntad, cuerpo, sentidos, todo lo que sirve a mi vida. Nada soy: t eres el soberano dueo.

    Me confo a tu providencia: estoy seguro de que todo lo dispones por amor, como Padre tierno. Buscar tu reino y mi santificacin, y t, Padre bueno, proveers a todo lo dems.

    Examen. Me gloro o complazco de algo? Doy siempre y nicamente y de todo gloria a Dios?

    Temo la penuria o la falta de las cosas temporales? Me desanimo en los tiempos difciles? Busco de veras el reino de Dios? Descanso en el Padre celeste?

    Propsito. Soy hijo de Dios: suma nobleza; de m mismo nada tengo: profunda humildad.

    Oracin. Toma, Seor, toda mi libertad, mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad. Todo cuanto tengo y poseo t me lo diste; te lo devuelvo, para que tu voluntad lo gobierne. Dame slo tu amor y tu gracia: ser rico y no desear nada ms.

    4.

    13 Cf Mt 6,25ss; 10,30.

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  • LAS GRANDES VERDADES 26

    DIOS HIJO

    Dios, que en muchas ocasiones y de muchas maneras habl antigua-mente a los padres por los profetas, en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. l es reflejo de su gloria, impronta de su ser. l sostiene el universo con su palabra poderosa. Y habiendo realizado la purificacin de los pecados, est sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto ms encumbrado sobre los ngeles cuanto ms sublime es el nombre que ha heredado (Heb 1,1-4).

    1 La humanidad que haba pecado en Adn mereca quedar en el estado en que voluntariamente haba cado. Pero el Hijo de Dios | dijo al Padre: Ecce, mitte me: aqu estoy, mndame (Is 6,8). Y el Hijo unignito se encarn por obra del Espritu Santo; se hizo hijo de Mara, llev una vida santsima de fatigas y dolores; ense a los hombres el camino del cielo con los ejemplos y con su altsima doctrina; instituy la Iglesia, el sacerdocio, los sacramentos; padeci y muri en la cruz por nuestros pecados; nos reabri el paraso; resucit de la muerte, subi al cielo y envi el Espritu Santo a la Iglesia.

    2 Quienes acogieron al Hijo de Dios encarnado, obtuvieron el ser hijos de Dios por adopcin en el Espritu Santo. As [fue] cuando l vino visiblemente a esta tierra; as ayer, as hoy y as siempre por los siglos. Quin acoge al Hijo de Dios? El que: a) cree en la doctrina enseada por l y hoy predicada por la Iglesia; b) el que sigue sus ejemplos santsimos de humildad, caridad, trabajo, oracin; c) quien recibe los sacramentos instituidos para que por ellos, como por medio de canales, la gracia pase de su [divino] corazn a las almas, y quien tiene una gran devocin al sacrificio de la santa Misa.14

    3 Oh Jess, Salvador del mundo, atrae a ti a todos los hombres, como prometiste: Todo lo atraer a m (Jn 12,32); desde lo alto de la cruz contina a dirigir tus ojos y tu oracin al

    14 Es bien evidente, en estos breves trazos, la propuesta espiritual del P.

    Alberione, que mira a injertar todas las facultades de la persona en todo el Seor Jess. Acoge al Hijo de Dios quien con la mente cree en la doctrina enseada por l; quien con la voluntad sigue los ejemplos santsimos; quien con el corazn entra en comunin con Jess-Vida mediante los sacramentos. Cf, enseguida despus, la oracin: Atrae a ti mi mente, mi voluntad, mi corazn.

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  • LAS GRANDES VERDADES 27

    Padre por los hombres, errantes como rebao disperso. Padre, perdnales porque no saben lo que hacen (Lc 23,34) y sigue teniendo extendidos tus brazos sobre los | hombres en dulce invitacin acogedora: Venid a m, todos los que estis cansados y agobiados, y yo os aliviar (Mt 11,28). Atrae a ti mi mente, mi voluntad, mi corazn.

    Examen. Cul es la medida de mi fe en Jesucristo? Creo hasta en lo de felices quienes sufren? 15 Cmo es mi imitacin de Jesucristo? Hasta la pobreza en el pesebre? Cmo es mi amor a Jesucristo? Cul la frecuencia en los sacramentos?

    Propsito. Mi mayor empeo ser la meditacin sobre Jesucristo.

    Oracin. Alma de Cristo, santifcame. Cuerpo de Cristo, slvame. Sangre de Cristo, embrigame. Agua del costado de Cristo, lvame. Pasin di Cristo, confrtame. O buen Jess, yeme; dentro de tus llagas escndeme; no permitas que me separe de ti. Del maligno enemigo defindeme; en la hora de mi muerte llmame y mndame ir a ti para que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos. As sea.16

    5. DIOS ESPRITU SANTO

    Si me amis, guardaris mis mandamientos. Y yo le pedir al Padre que os d otro Parclito, que est siempre con vosotros, el Espritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni le conoce; vosotros, en cambio, le conocis, porque mora con vosotros y est en vosotros (Jn 14,15-17).

    1 Jesucristo fue concebido y santificado por obra del Espritu Santo.

    Antes de subir al cielo l prometi | enviar el Espritu Santo a los discpulos, y mantuvo la promesa el da de Pentecosts.

    15 Cf Mt 5,4.10. 16 Clebre oracin de un desconocido autor medieval, compuesta en

    los primeros decenios del siglo XIV y enriquecida con indulgencias por el papa Juan XXII en 1330. Citada en su tiempo por san Ignacio al comienzo de sus Ejercicios Espirituales, la reencontramos en DF, p. 5.

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  • LAS GRANDES VERDADES 28

    El Espritu Santo es el alma de la Iglesia; la hace infalible, indefectible, santa. El Espritu Santo se establece en nosotros por el bautismo; aumenta su fuerza en la confirmacin; se une cada vez ms al alma justa que hace obras buenas. Adems, el Espritu Santo da la gracia actual de ilustracin, inspiracin, elevacin.17

    2 El Espritu Santo, entrando por la gracia en el alma, infunde la fe, da la esperanza, enciende la caridad. l comunica los siete dones: inteligencia, sabidura, ciencia, consejo, piedad, fortaleza, temor de Dios.

    Ms an: produce cierto gozo o felicidad, que es anticipo de la plena bienaventuranza celeste, en los pobres de espritu, en los mansos, en los sufridos, los sedientos y los hambrientos de la justicia de Dios, en los perseguidos. Trae adems doce preciosos frutos.18

    3 Oh Espritu santificador, desciende an sobre la Iglesia para que sta tenga pastores dignos, dignos religiosos, fer-vorosos apstoles de la verdad, buenos misioneros, piadosas religiosas, muchas almas santas. Oh Espritu santificador, penetra mi mente para que yo viva de fe; penetra mi voluntad para que mi esperanza sea cada vez ms firme; penetra mi corazn y haz que yo ame cada vez ms a mi Dios y a mi prjimo.

    Examen. He ocasionado oposicin al Espritu Santo alejndole de mi alma con el | pecado? He disminuido su

    17 Para estos conceptos, cf DF, p. 60. La accin del Espritu Santo, que

    hace crecer a Jess en cada uno de nosotros, produce en el hombre los ms admirables efectos: iluminacin a la mente, afecto santo al corazn, inspiracin a la voluntad. Adems, acta en cualquier perodo y condicin de vida. Tema ampliamente tratado en F. CHIESA, Lectiones theolog dogmtic recentiori mentalitati et necessitati accommodat, Alb Pompej, Typis Pi Societatis S. Pauli, vol. III, Tractatus De Deo Spritu Sancto, MCMXXX, pp. 617-619.

    18 En realidad, san Pablo (Gl 5,22) habla de el fruto (en singular) del Espritu, refirindose sobre todo al agape, con sus manifestaciones (gozo, paz, afabilidad, etc.). El P. Alberione, siguiendo al can. Chiesa, enumera doce frutos (DF, pp. 103-104), as distribuidos: en nosotros (caridad, gozo, paz, paciencia), hacia el prjimo (benignidad, bondad, afabilidad, man-sedumbre, fidelidad), en relacin con el ambiente (modestia, continencia, castidad).

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    accin con venialidades, 19 indiferencias, frialdades especial-mente en los sacramentos?

    Propsito. El Espritu Santo habita en m; no quiero contristar al Husped divino.

    Oracin. Oh Dios, que has amaestrado a tus fieles con la iluminacin del Espritu Santo, concdenos, en fuerza del mis-mo Espritu, un recto sentir y gozar siempre de su consolacin.

    Purifica, oh Dios, nuestros sentidos y nuestro corazn con el fuego del Espritu Santo para que te sirvamos con cuerpo casto y te agrademos por la limpieza de corazn.

    19 Venialidad: pecados veniales.

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    6. HE SIDO CREADO

    Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, qu es el hombre para que te acuerdes de l, el ser humano para darle poder? Le hiciste poco inferior a los ngeles, le coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies (Sal 8,4-7).

    1 Dios, prefirindome a muchos otros seres posibles que le habran servido mejor que yo, quiso llamarme a la existencia.

    Desde toda la eternidad piensa l en m; antes de que yo entrara en el mundo me prepar padres buenos, un prroco fervoroso, una vocacin y misin propia; y quiso que yo naciese con inteligencia, disposiciones de corazn y de voluntad conve-nientes a mi vocacin; me predestin a un grado de gracia, de santidad y de gloria particular.

    En todo esto se dio la obra y el concurso de las tres divinas Personas. Dios es amor (1Jn 4,8).

    2 Dos deberes: el reconocimiento y el amor. En mis labios debe resonar siempre un ferviente y sentido

    Deo gratias. 20 El reconocimiento es un deber, signo de un corazn bien formado, un medio para obtener otros beneficios.

    He de amar a quien tanto me ha amado: amar con intenso afecto, amar con las palabras, amar con las obras. Debo corresponder a las gracias recibidas y usar bien los dones que l me ha otorgado: usar bien la inteligencia para conocer a Dios y su voluntad; usar bien el tiempo trabajando intensamente para corresponder a mi misin; usar bien los dones internos hacindoles fructificar; alcanzar de veras el grado de gloria al que Dios me ha llamado.

    3 Te adoro, Dios mo, te doy gracias por haberme creado, hecho cristiano y conservado hasta hoy. Te bendigo porque nac en la fe catlica, porque en la familia y la parroquia recib una educacin de veras cristiana. Te amo, oh Seor, porque fuiste t el primero en amarme; me amaste desde la eternidad, oh Dios de caridad.

    20 (Doy/damos) gracias a Dios.

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  • LAS GRANDES VERDADES 31

    Examen. Cmo siento y demuestro mi reconocimiento a Dios? Cmo me port con mis padres? Y con el prroco? Cmo uso las fuerzas fsicas, la salud, el tiempo? Amo de veras al Seor?

    Propsito. Dir a menudo durante el da: Te doy gracias por haberme creado y hecho cristiano.

    Oracin. Creo, oh Seor: haz que yo crea ms firmemente. Espero, oh Seor: pero haz que yo espere ms seguramente. Amo, oh Seor: pero haz que yo ame ms ardientemente. Me arrepiento, oh Seor: pero haz que yo me arrepienta ms. 21

    Te adoro como primer principio; te deseo como ltimo fin; te alabo como bienhechor perpetuo; te invoco como defensor propicio.

    7. PARA QU HE SIDO CREADO? - I

    Si alguno quiere venir en pos de m, que se niegue a s mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perder; pero el que pierda su vida por m y por el Evangelio, la salvar. Pues de qu le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? (Mc 8,34-36).

    1 Dios me cre para que en la vida presente yo le conozca, le ame y le sirva.

    Conocer a Dios. Las criaturas con inteligencia realizan, segn leyes preestablecidas, cuanto Dios quiere de ellas, necesariamente. Los ngeles, puros espritus, le conocen y le sirven con inteligencia. El hombre, materia y espritu, que resume en s todo el universo, pues representa a todas las criaturas visibles, conoce a Dios, le ama libremente, y voluntariamente le sirve. Da a Dios una alabanza muy perfecta.

    Conocer a Dios significa emplear la inteligencia en el estudio de su existencia, de sus perfecciones, de sus obras.

    Amar a Dios significa desearle y buscarle con todas las fuerzas.

    21 En el original se usa un trmino arcaico para decir ms an.

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    Servir a Dios significa observar sus preceptos, con la ayuda de su gracia.

    2 Este es el principal deber de todos los | hombres, porque Dios es creador y puede mandar sobre sus criaturas.

    Yo no exista: cuanto tengo, todo lo he recibido de Dios; y todos los bienes que deseo podr encontrarlos en l, nica fuente de todo bien. Todo mi trabajo consiste en conocerle, amarle, servirle en la tierra y gozarle luego en el cielo. La verdadera sensatez consiste en conocer a este Dios. La verdadera paz consiste en amar a este Dios. La verdadera prudencia est en amoldarme en todo a la divina voluntad.22 En l est toda riqueza. Si poseo a Dios, poseo todos los tesoros, soy de veras rico; si yo poseyera todo lo creado, pero no a Dios, sera el ser ms pobre e infeliz.

    3 Muchas almas emplearon toda la vida en conocer, amar y servir a Dios; ahora son felices. De qu le vale al hombre poseer incluso el mundo entero si no conoce, no ama y no sirve a Dios? Quien busca los bienes del mundo, las posesiones, las satisfacciones, los honores, la ciencia, la gloria, ver un da, en el lecho de muerte, desaparecer todo... En cambio, quien haya conocido, amado y servido al Seor, se unir a l para poseerle eternamente.

    Examen. Cules son las verdaderas e ntimas aspiraciones, deseos y glorias de mi corazn? Qu busca? A Dios, o las cosas pasajeras que perecen y no satisfacen?

    Propsito. Dir a menudo: Dios es mi todo; l me basta. Lo dems me deja vaco y hay que abandonarlo.

    Oracin. Oh Seor, dirgeme con tu sabidura; frname con tu justicia; con tu clemencia consulame; protgeme con tu poder.

    22 El P. Alberione se inspira sin duda en el Catecismo de Po X: Dios

    nos ha creado para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y para gozarle luego en la otra, en el paraso. Parece que quiere detenerse ampliamente en esa visin, hallndola en fuerte consonancia con el trinomio mente-voluntad-corazn tan inculcado por l: conocer a Dios (mente), modelarse segn su querer (voluntad), amar a Dios (corazn).

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    Te ofrezco, oh Dios, todo lo que deber pensar, para que se dirija a ti; lo que deber decir, para que se inspire en ti; lo que deber hacer, para que se cumpla segn t; lo que deber soportar, para que tu fuerza lo sostenga.

    Quiero lo que quieres t; porque lo quieres, como lo quieres, cuando lo quieres.

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    8. PARA QU HE SIDO CREADO? - II

    Como busca la cierva corrientes de agua, as mi alma te busca a ti, Dios mo; tiene sed de Dios, del Dios vivo: cundo entrar a ver el rostro de Dios? (Sal 42/41,2-3).

    1 El conocimiento, el amor, el servicio de Dios me conducen, como ltimo fin, al paraso: Seor, nos creaste para ti, y nuestro corazn est inquieto hasta que descanse en ti (San Agustn).

    No pueden ser mi fin ni el placer, ni la estima, ni la riqueza, ni la virtud, ni el poder, ni la ciencia.23 Todo eso no es infinito, mientras mi corazn tiene aspiraciones infinitas; todo eso no es eterno, mientras mi alma es inmortal. Solo Dios es infinito, solo Dios es eterno!

    2 Hermoso fin: Dios mismo. Crendome no poda l destinarme a un fin ms alto.

    Si odio el pecado mortal, evito el infierno y llego al paraso. Si cometo el pecado, y muero en pecado, me perder para siempre.

    Dentro de poco, ser o eternamente salvado o eternamente perdido; o siempre feliz con los bienaventurados, o siempre desesperado entre los condenados. Soy yo quien elijo: depende de mi voluntad y de mi vida.

    3 Dios mo, slvame por tu misericordia. S que pones ante m la vida y la muerte, y me invitas a elegir libremente la vida.24 T respetas la libertad del hombre. Lo s, pero tambin reconozco lo frgil que soy. Quiero el cielo, pero despus las pasiones, el demonio, el mundo me hacen guerra despiadada;

    23 Cf DF, pp. 26-27: LA FELICIDAD. 1. El corazn y el alma anhelan

    la felicidad completa que satisfaga enteramente al hombre, que sea eterna. | 2. Esta no consiste en las riquezas, los honores, los placeres, ni en los bienes morales e intelectuales. Todos ellos son finitos, temporales. | 3. Estpido es quien busca desordenadamente los bienes temporales; no se sentir satisfecho en la vida y estar desolado en la muerte; que tema por la eternidad. Apetecerlos slo en cuanto nos ayudan a conseguir el cielo; temer ms bien, por prudencia, que sean para nosotros lazos de perdicin.

    24 Cf Dt 30,19.

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  • LAS GRANDES VERDADES 35

    aydame, Dios mo, para que no me deje arrastrar al mal: lbera nos a malo; ab omni peccato, lbera nos, Dmine.25

    Examen. Temo el pecado? Huyo las ocasiones? Evito las personas peligrosas? Rezo en las tentaciones? Si por desgracia caigo, resurjo en seguida con una buena confesin?

    Propsito. Estar atento a no cometer ni siquiera un pecado venial, porque a toda costa quiero salvar mi alma.

    Oracin. Te ruego, oh Seor, que ilumines mi intelecto, inflames mi voluntad, purifiques mi cuerpo, santifiques mi alma.

    Haz que yo deplore mis iniquidades pasadas; que rechace las tentaciones futuras; que corrija las inclinaciones viciosas y cultive las virtudes necesarias a mi estado.

    9. EL NICO FIN

    No andis agobiados pensando qu vais a comer, o qu vais a beber, o con qu os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dar por aadidura (Mt 6,31-33).

    1 Conocer, amar y servir a Dios es el nico fin de mi vida, pues para eso fui creado. Todo lo dems est subordinado al fin. En la tierra se debe trabajar, comer, descansar, divertirse; pero todo ello para conseguir la salvacin. Es necesario estudiar, procurar el bien de la familia, conservar la salud; pero todo para la salvacin. Hay deberes profesionales, reposo, tiempo, salud; pero todo para salvarme. Si consigo el paraso, aunque hubiera perdido la vida natural, lo he salvado todo. Si no consigo el paraso, aunque hubiera gozado de la vida, acumulado riquezas, alcanzado los ms altos honores, todo estara perdido.26

    2 El fin debe ocupar toda mi mente, todo mi corazn, toda mi voluntad, toda mi vida. Debe ser mi gran pensamiento, el objeto de todos mis deseos, la razn de todas mis palabras, el

    25 Lbranos del mal; de todo pecado lbranos, Seor. 26 Cf Mt 8,26; Lc 9,25.

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    propsito que resume cualquier otro propsito, mi gua en el obrar, mi objetivo al escoger un camino u otro en la vida; el criterio para juzgar mis relaciones en la sociedad, en la eleccin de los amigos, en el modo de vestir, en los libros que leer, en toda manifestacin de mi vida privada y pblica.

    3 Seor, dame tu luz. He | gastado aos, energas y salud para tantos otros fines, no para el nico fin. T, Jess bendito, para salvarme derramaste tu sangre, y yo slo he atendido a arruinarme. Te agradezco que ahora me des este momento para mi remedio: tal vez, quin lo sabe?, sea tu ltima invitacin.

    Examen. Medito sobre mi fin? Creo que l es todo? Lo tengo presente siempre al despertar, a medioda, por la tarde?

    Propsito. Me preguntar cada maana, cada tarde: Ad quid venisti?.27 Para qu ests en el mundo?

    Oracin. Mi buen Jess, gracias porque me dejas estar a tus pies, mientras merecera encontrarme ya en el infierno por mis muchos pecados. Te he despreciado y abandonado, mi sumo bien. Pero ahora te amo, Seor, te deseo, te busco con todo mi ser. Salva esta alma creada por ti, redimida por ti, san-tificada en el bautismo. Concdeme amarte en esta vida, para despus amarte por siempre en el cielo. Mara, esperanza ma, salva a este indigno hijo tuyo por tu misericordioso corazn.

    10. MI FINAL

    T, malvado, nos arrancas la vida presente; pero cuando hayamos muerto por tu ley, el Rey del universo nos resucitar para una vida eterna (2Mac 7,9).

    1 Yo pienso, luego existo.28 Tuve un principio, pero no tendr un final; Dios no me | destruir; yo no puedo destruirme.

    27 Para qu has entrado en el convento?: es el clebre interrogante

    que san Bernardo se haca a s mismo. El P. Alberione lo cita a menudo para preguntar por la finalidad de la vocacin paulina (cf Abundantes diviti grati su [AD], n. 197).

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  • LAS GRANDES VERDADES 37

    Vivir, pues, eternamente; pero dnde? En una de las dos eternidades: paraso o infierno. O ser siempre feliz con Dios; o ser siempre infeliz lejos de l. Es inexorable; no se da un posible trmino medio. Yo camino hacia una u otra eternidad. Cada da, cada hora me acerco o al paraso o al infierno. No puedo detenerme ni un instante. Yo podra estar ya cercansimo del final. Truncada la vida terrena, entrar en mi eternidad: El hombre va a la morada de su eternidad (Qo 12,5).29 San Ireneo escribe: Aquellos a quienes el Seor diga: alejaos de m, malditos, id al fuego eterno, estarn siempre en el infierno. A cuantos el Seor diga: Venid, benditos de mi Padre, a mi reino, esos estarn siempre en el paraso. Terrible dilema: o siempre feliz, o siempre infeliz.

    2 La solucin depende de m: Dios me pone ante dos sendas y me deja escoger. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdicin, y muchos entran por ellos. Qu estrecha es la puerta y qu angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos (Mt 7,13-14). As pues, la salvacin o la condenacin dependen de m. Adems, puedo saber, prever qu suerte ser la ma? Tengo una seal: la senda por la que camino ahora. Es el camino espacioso, o el camino angosto el que he elegido y estoy siguiendo? Soy libre fsica-mente de tomar uno u otro camino; pero no puedo | cambiar la meta: uno lleva al cielo, el otro al infierno.

    3 Seor, dame tu luz, hazme conocer la verdad: estoy en el camino del cielo o en el del infierno? Cul ser mi final? Si me asomo al cielo, lo veo poblado da almas felices. Si me acerco al infierno, siento el eco de gritos de desesperacin. Seor, que nunca se extinga esta luz de eternidad, que yo la vea siempre.

    28 Se alude al cgito, ergo sum de Descartes. Segn este filsofo, el

    pensamiento es el principio para conocer la propia existencia. 29 Pasaje muy presente en el P. Alberione, que lo cita habitualmente en

    latn: Ibit homo in domum aeternitatis suae. En algunas versiones modernas falta el adjetivo su, justo el que recalca fuertemente el Autor. Para estos conceptos, cf DF, p. 16; DFms 31.

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    Examen. Qu est dicindome mi vida? La vida pecami-nosa es el camino de perdicin; la vida inocente es el camino del cielo. Cmo es mi vida?

    Propsito. Tendr presente el gran pensamiento, magna cogitatio: 30 una de dos: o siempre feliz, o siempre infeliz. Depende de m.

    Oracin. Oh infeliz felicidad que arrastr el rico epuln a la eterna infelicidad. O feliz infelicidad que llev al pobre Lzaro a la eterna felicidad. Seor, hazme sensato. S que con el pecado me he merecido, desgraciadamente, el infierno; pero tengo confianza en ti, oh mi Jess crucificado! Perdname. Y sobre todo concdeme la perseverancia para caminar hasta la muerte por la senda de la salvacin eterna.

    11. FIN LTIMO

    No a nosotros, Seor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu bondad, por tu lealtad. Por qu han de decir las naciones: Dnde est su Dios?. Nuestro Dios est en el cielo, lo que quiere lo hace (Sal 115/113B,1-3).

    1 Dios se propuso su gloria en la creacin y en todas sus obras. No poda fijar un fin superior a s mismo. Y por otra parte, l, ya felicsimo y bienaventuradsimo, nada poda adquirir para s mismo: la nica gloria que an poda recibir es la que le viene de las criaturas, o sea una gloria extrnseca. Cuando los seres llamados por l a la existencia le conocen, le alaban, le sirven, le aman, le dan una gloria extrnseca.

    2 Esta gloria puede tener muchos grados. Cuanto ms numerosas son las criaturas que sirven a Dios, tanto ms recibe l el reconocimiento y la alabanza honrosa y solemne: Pueblo numeroso, gloria del rey (Prov 14,28). El rey que gobierna un mayor pueblo recibe mayor alabanza. Oh si todos los hombres conocieran y amasen a nuestro Dios! Cuanto ms intensa sea esta alabanza, tanto ms ser conveniente a Dios, si proviene de

    30 San Agustn, Exposicin sobre los salmos, salmo 76, n. 8.

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  • LAS GRANDES VERDADES 39

    seres ms perfectos, inteligentes, amantes, generosos, que todo lo consagran a Dios: el sacrificio eucarstico es por tanto la mayor adoracin, alabanza, satisfaccin y splica.

    3 Hacindome santo y llegando al cielo, doy la mayor gloria a Dios. Todo est tan bien determinado que procurar la mayor gloria a Dios quiere decir procurarme tambin mi mximo bien. Ad maiorem Dei gloriam 31 es la | mxima de los santos, es un acto de caridad perfecta, es pureza de intencin. Gran expresin de amor a Dios: Deseo ms bien estar en el infierno sin pecado, que estar en el paraso con el pecado, si esto fuera posible.

    Examen. En mi vida, miro slo a mi bien o pienso antes en los derechos de Dios? S armonizar en m las dos aspiraciones: gloria a Dios y santificacin de mi alma? Ese es todo el programa de Jess. Gloria a Dios en lo ms alto del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.32

    Propsito. Ser siempre esta mi mxima, mi propsito, mi oracin: Gloria a Dios, paz a los hombres de buena voluntad.

    Oracin. Dame, oh buen Seor, amor a ti, odio a m mismo, celo para el prjimo, desprecio para el mundo.

    Me esforzar por obedecer a los superiores, socorrer a los inferiores, ser til a los amigos, perdonar a los enemigos.

    12. VOY HACIA MI FIN?

    Haz bien a tu siervo: vivir y cumplir tus palabras; breme los ojos y contemplar las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas; mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios, malditos los que se apartan de tus mandatos; aleja de m las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos (Sal 119/118,17-22).

    31 A mayor gloria de Dios. El P. Alberione defini esta expresin el

    incesante suspiro de san Ignacio (de Loyola) (PD47, n. 242). 32 Lc 2,14.

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    1 El pensamiento del fin debe reinar soberano, nico: todo lo dems para eso. Con este mvil las tentaciones se combaten y se vencen; los bienes de la tierra se consideran en vista de la ventaja que tienen o que traen respecto al | fin. Si la razn de existir ocupa la mente, se mira siempre all arriba. El hombre de un pensamiento es potente, irresistible; camina resuelto, claramente hacia la santidad.

    La vida de muchos carece de sentido: no es ni cristiana ni humana; viven, pero no viven. Pensamientos movedizos y fluctuantes; capricho, ligereza sorprendente; lecturas frvolas, discursos vanos.

    La inconsistencia de las acciones, obrar por caso segn las conveniencias del momento, la inutilidad de la vida dependen de olvidar el fin. Barcas errabundas destinadas al naufragio; viajeros que recorren un camino opuesto a la meta; banderolas ridculas ante los dems y humillantes ante s mismos; incons-cientes y guiados no por la razn sino por el instinto y el placer como los animales.

    2 De ah, prdida de tiempo y quizs de toda la vida; diversiones intiles, titubeos sin ideales; inconsecuencia en los proyectos; culpas graves, pequeas satisfacciones de las pasio-nes, prfidos encuentros, ocasiones peligrosas, debilidades... Y por culpa ma! Habiendo nacido en un pas cristiano, estoy instruido sobre el fin y abierto a las ms nobles aspiraciones. Es culpa ma, si mis ojos no estn fijos en aquel faro. Porque al menos se me ense la primera pregunta del catecismo; porque cada predicacin termina recordndome el fin; porque recibo continuos avisos sobre el pensamiento de la muerte; porque en los Ejercicios espirituales el fin es el argumento fundamental. Es | culpa ma si he perdido de vista el fin; si me he desviado del camino que me lleva al fin; si he apartado mi mirada de la luz que me atraa; si me he sustrado a los movimientos de la gracia que me empujaba hacia el cielo.

    3 Me veo constreido a aplicarme los amargos reproches de Jess a las ciudades que rechazaron su predicacin: Ay de ti, Corozan; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidn se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habran convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio le ser ms llevadero a Tiro y a Sidn que a

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    vosotras. Y t, Cafarnan, te vas a encumbrar hasta el cielo? Te precipitars en el infierno! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habra durado hasta hoy. Os digo que aquel da ser ms llevadero para Sodoma que a ti (Lc 10,12-16 / Mt 1123-24).

    Examen. El pensamiento de mi salvacin es de veras mi pensamiento soberano?

    Propsito. Me interrogar frecuentemente: Para qu me cre Dios?

    Oracin. Maestro divino, que yo conozca cun poco es esto terreno y cun grande en cambio es lo celeste; cun breve es lo temporal y cun duradero en cambio es lo eterno. Concdeme prevenir la | muerte, temer el juicio, librarme del infierno, obtener el paraso.

    13. LA VIDA

    Seor, t me sondeas y me conoces: me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares; no ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Seor, te la sabes toda T has creado mis entraas, me has tejido en el seno materno (Sal 139/138, 1-4.13).

    1 Nuestra vida puede deslizarse en la abundancia o en la pobreza; ocupada en un cargo de gobierno o en una situacin de obediencia; en el estado religioso, o conyugal, o clibe; puede encontrarse al principio, a mitad, en el ocaso; puede ser brev-sima o durar un cierto nmero de aos; puede desenvolverse en un oficio, un arte, en trabajos manuales, en la enseanza.

    Dios es infinitamente sabio; es buen Padre para todos sus hijos; todo est dispuesto por su amable bondad. Aceptemos siempre, en todo, doquier, su divina voluntad.

    2 Pero meditemos: a) A todos el Seor da las gracias proporcionadas a sus condiciones; gracias que son suficientes para la salvacin del alma. b) En cualquier condicin de vida hay santos; pero tambin, en cualquier condicin hay pecadores, infieles al deber, obstinados. c) A todos y siempre les es nece-

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    saria la buena voluntad para cooperar con la gracia del Seor, y, a la vez, la oracin para cumplir la divina voluntad en las cosas fciles y obtener aumento de gracia en las difciles. d) Est siempre alegre y sereno, incluso en las estrecheces, quien se contenta de su estado y piensa y trabaja para el paraso cercano.

    3 Bendigo al Seor en todo momento; su alabanza est siempre en mi boca (Sal 34/33,1). T eres mi Seor; yo tu siervo; dispn de m segn quieras: Hgase en m segn tu palabra (Lc 1,38). Yo siempre gozosamente te adorar, alabar, agradecer. Todo cuanto me suceda puedo cambiarlo en oro precioso 33 para la eternidad; puedo ofrecerlo para tu mayor gloria, aunque fuera una pesadsima cruz.

    Examen. Considero siempre las cosas a la luz de la eter-nidad? Veo siempre en ellas una disposicin paterna de Dios? Lo ordeno todo, hasta las mnimas circunstancias y deberes, al paraso?

    Propsito. Cada maana ofrecer de corazn a Dios mi jornada, pidindole que me conceda ocuparla toda segn la divina voluntad.

    Oracin. Seor, Dios del cielo y de la tierra, dirige y santifica, rige y gobierna hoy nuestros corazones y nuestras obras, los sentidos, las palabras y los actos en la observancia de tu ley y de tus preceptos, para que en esta tierra y en la eternidad seamos salvos y libres, oh Salvador del mundo.

    14. EL TIEMPO

    Acurdate de tu Creador en tus aos mozos, antes de que lleguen los das aciagos y te alcancen los aos en que digas: No les saco gusto; antes de que se oscurezcan el sol, la luz, la luna y las estrellas, y tras la lluvia vuelva el nublado (Qo 12,1-2).

    33 Pensamiento frecuentemente recordado por el P. Alberione. Vase

    lo que afirma ms adelante (meditacin 102) sobre el tema de la espe-ranza: Todo cuanto Dios hace es para nuestro mayor bien. Los mismos dolores fsicos y morales pueden cambiarse en preciosas perlas para el cielo.

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    1 El tiempo 34 es el mayor tesoro que el Seor concede al hombre. No hay suma que | pague el tiempo. San Bernardo dice que el tiempo vale cuanto Dios; porque en el tiempo puede adquirirse o perderse la gracia, el paraso, Dios. Slo en esta vida hay este tesoro. En el tiempo se reciben todas las gracias; y con el buen uso del tiempo los santos se enriquecieron de mritos, mientras los malos se perdieron irremediablemente. A la hora de la muerte se desear un poco de tiempo para arreglar las cuentas del alma, pero ya no ser dado; ni se conceder un minuto de tiempo en el infierno para un acto de dolor; ni en el cielo se tendr otro tiempo para acrecentar la gloria eterna. Viene la noche y nadie podr obrar (Jn 9,4).

    2 Nada es ms precioso que el tiempo; pero nada se mal-gasta tanto. Horas, jornadas, aos, perodos enteros de la vida se pierden sin provecho para la eternidad.35 Pasan los das de la salvacin y nadie reflexiona que el da pasa y ya no vuelve (San Bernardo).

    El tiempo se pierde cuando se lo emplea en pecar; entonces este tesoro se gasta para ganar dolores y penas eternas. El tiempo se pierde cuando no se hace nada para la eternidad; hay quien vive ociosamente, en charlas intiles, en diversiones y en espar-cimientos excesivos.

    El tiempo se pierde cuando no se obra para el paraso, sino slo para la vida presente, para el honor, para las curiosidades, para las ganancias temporales.

    3 Seor, te agradezco el gran talento del tiempo que me has dado hasta ahora; y tambin el que me dars an. Pero en | tu misericordia aade gracia a gracia, de modo que yo emplee todo el tiempo para ti y para el alma, cumpliendo tu amabi-lsima voluntad.

    34 Para este tema, cf DF, p. 32, y la magna charta del tiempo que es el

    Pacto: Secreto del xito compuesto y comentado por el P. Santiago Alberione, edicin preparada por A. Colacrai y S. M. De Blasio, Ed. Archivo Histrico General de la Familia Paulina, Roma 20005, pp. 31.

    35 DF, p. 33: No perder tiempo haciendo el mal, o cosas intiles, o sin mrito, o afanosamente. Usarlo haciendo el bien, con orden y con recta intencin.

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    Examen. He malgastado quizs una parte del gran tesoro del tiempo en pecar? Cmo empleo mis jornadas? En hacer el bien? Obro en gracia de Dios? Con recta intencin?

    Propsito. Cada noche me preguntar: mi jornada ha estado llena?

    Oracin. Recuerdo, oh Dios mo, tu aviso: No te prives de pasar un da feliz, no dejes escapar un deseo legtimo.36 Y este otro consejo: Todo lo que est a tu alcance, hazlo mientras puedas, pues no se trabaja ni se planea, no hay conocer ni saber en el Abismo a donde caminas.37 Medito tambin lo escrito por san Jernimo sobre san Pablo: Pablo, el ltimo llamado al apostolado, fue el primero en mritos, porque trabaj ms que todos. No te pido una vida larga sino intensa en buenas obras.

    15. LA MUERTE

    El hombre, nacido de mujer, corto de das y harto de inquietudes, como flor se abre y se marchita, huye como la sombra sin parar... Sus das estn determinados y sabes el nmero de los meses; le has puesto un lmite infranqueable (Job 14,1-5).

    1 La muerte 38 es la privacin de la vida. La privacin de la vida espiritual, o sea de la gracia, se llama muerte espiritual, o estado de pecado | mortal. La privacin de la vida corporal se llama muerte corporal. Solo el cuerpo muere por la separacin del alma. Se disuelve el compuesto humano, resultante de la unin del alma con el cuerpo. El cuerpo, de suyo corruptible, est sometido a la destruccin, a la corrupcin. Memento homo quia pulvis es et in plverem reverteris: Acurdate, hombre, que eres polvo y al polvo volvers (Gn 3,19): polvo que el viento dispersa, que la gente pisotea, que la Iglesia bendice y considera sagrado por la esperanza de la resurreccin.

    36 Cf Si 14,14. 37 Qo 9,10. 38 Cf DF, pp. 30-32.

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    2 La muerte es el trmino de la prueba: Viene la noche, y nadie podr obrar (Jn 9,4). Dice san Jernimo: Mientras vivimos pueden hacerse muchas obras buenas: cuando habre-mos muerto no podremos aadir nada. El Seor para cada hombre determina cierto tiempo de vida, y en sta uno debe dar prueba de fidelidad y amor; acabada nuestra jornada terrena llegar el juicio: o eternamente salvados o eternamente perdidos.

    3 Est marcada la hora de mi muerte; me espera; voy a su encuentro cada da. Mientras hojeo el calendario, sustraigo inexorablemente das a mi existencia terrena. Miro al sepulcro: cuntos conocidos me han dejado y descansan en el cementerio, donde me aguardan y pronto llegar! Mi alma sin el cuerpo ya no podr hacerse mrito alguno; ni siquiera podr obtener el perdn | de los pecados. Me presentar al juicio con cuanto haya hecho de bien o de mal.

    Qu debo proponerme? Y si hoy fuese la ltima jornada de mi vida? Pon orden en tu casa, porque vas a morir.39

    Examen. Tengo siempre presentes las lecciones de la muerte? Lo que hago me ser de consuelo y de alivio a la hora de morir? O de pena?

    Propsito. Har cualquier accin como si fuera la ltima de mi vida.

    Oracin. Mi vida ser cortada como la tela del tejedor. Mientras yo la devanaba, me cortan la trama...40 Ante ti, oh Seor, pensar en todos mis aos con amargura de mi alma. Si tal es la vida, Seor, si en tales apoyos est puesta la vida de mi espritu, corrgeme y devulveme la vida. As se trasmuta en paz mi gran amargura, pues t has librado mi alma de la perdicin, te has echado a la espalda todos mis pecados.

    16. LA CERTEZA DE LA MUERTE

    39 2Re 20,1; Is 38,1. 40 Cf Is 38,12.

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    Recuerda que la muerte no puede tardar, y que el decreto del abismo no te ha sido revelado. Antes de morir, haz el bien a tu amigo, segn tus posibilidades, s generoso con l. No te prives de pasar un da feliz, no dejes escapar un deseo legtimo (Sir 14,12-14).

    1 Es cierto que la muerte vendr. Destino de los hombres es morir una sola vez; y despus de la muerte, el juicio (Heb 9,27). No ha quedado ninguno de mis antepasados; ni siquiera de los santos. Se | muere cada da un poco; porque, como diariamente una mquina se desgasta por el uso, as acaece que mi organismo, los sentidos y los rganos vitales van debili-tndose. Dios, por otra parte, infligi este castigo al hombre: morte moriris 41 (Gn 20,7).

    2 Es cierto que la muerte nos desarraiga de todo: del cuerpo, que ir al sepulcro: Me espera la tumba (Job 17,1); de los parientes y amigos, que pensativos se alejarn de mi lecho, dejando que yo solo me presente a Dios, quizs me acom-paarn a la tumba, pero nada ms; de los honores y de las pertenencias, pues las alabanzas de los hombres no tienen valor ante Dios: ningn rico se lleva ni un hilo como adorno; del mundo por el que tanto se ofende a Dios, a causa del respeto humano o por hipocresa.

    A la eternidad y al cementerio no llega el estrpito del mundo.

    3 Voy hacia la muerte. Este cuerpo se reducir a ceniza; esta alma existir en su eternidad. Quiero vivir, pues, como en la hora de la muerte querr haber vivido. Por qu satisfacer estos sentidos, esta carne, estos mis gustos, si el cuerpo perece? Por qu dejar a Dios por los amigos y parientes, si deber presentarme solo al juicio?

    Examen. Qu cuenta debo hacer de la estima de los hombres, de las riquezas, de las comodidades? Quiero contentar solamente a Dios.

    Propsito. Releer estos recuerdos de san Leonardo de Porto Maurizio:

    41 Ciertamente morirs.

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    Vida breve,... muerte cierta... Del morir la hora es incierta.

    Tienes un alma sola... Si la pierdes, no te importa?...

    Si malgastas hoy tu tiempo, el morir ser un lamento...

    Dios te ve y te juzgar... cielo o infierno te dar.

    Todo se desliza y pasa... La eternidad no se acaba...

    Ir al cielo es senda estrecha... Pocos caminan por ella.

    La del infierno es muy ancha... Muchos por ella se lanzan...

    Si salvarte quieres tanto... haz cuanto hicieron los santos.

    Qu hubieras querido hacer al tiempo de fenecer?

    Oracin. Padre Dios, condenndonos a la muerte nos has ocultado el momento y la hora: haz que yo, pasando en justicia y santidad todos los das de mi vida, merezca salir de este mundo en tu santo amor. Por los mritos de nuestro Seor Jesucristo que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo. As sea.

    17. INCERTIDUMBRE DE LA MUERTE

    Estad en vela, porque no sabis qu da vendr vuestro Seor. Comprended que si supiera el dueo de casa a qu hora de la noche viene el ladrn, estara en vela y no dejara que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad tambin vosotros preparados, porque a la hora que menos pensis viene el Hijo del hombre (Mt 24,42-44).

    1 Veniet sicut fur in nocte: Vendr como un ladrn en la noche (1Tes 5,2).

    Si el dueo conociera cundo viene el ladrn, velara para que no entrase en casa. Puede venir de cualquier lugar, a cualquier hora, por mil causas. Puede venir en la iglesia, en casa, en el

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    camino. Puede venir de da, de noche, durante las funciones sagradas, durante el juego.

    Puede y debe temer morir mal quien no siempre est prepa-rado a morir. Incluso cuando se trata de ancianos y enfermos graves, por lo general creen poder vivir an, al menos algunos das. Es preciso estar siempre preparados.

    2 Incierto es el tiempo: en la juventud, en la virilidad, en la vejez? Hoy, maana, dentro de un mes, en el ao, ms tarde? Nuestra ignorancia sobre este punto es absoluta; las conjeturas son siempre inciertas; el peligro puede nacer de un momento a otro. En nuestros proyectos o programas debemos siempre poner la condicin si vivimos, si Dios quiere.

    3 Incierto es el modo: morir bien?, morir mal? En estado de fervor, de tibieza, de pecado? Hoy s cmo me hallo; maana no s qu podr pasarme. Un alma en gracia hoy, puede maana consentir a una tentacin, caer en pecado, y de golpe verse ante el tribunal de Dios. Es siempre necesario | vigilar; siempre conservarme en santa humildad; orar siempre.

    Examen. Retraso 42 mi conversin? Pospongo los prop-sitos de ser ms diligente en el servicio de Dios, con el pretexto de que soy joven, que la muerte est an lejos?

    Propsito. Rezar todas las noches tres avemaras para obtener una buena muerte.

    Oracin para ser librados de la muerte imprevista:

    Misericordiossimo Seor Jess, por tu agona y sudor de sangre, y por tu muerte, lbrame, te suplico, de la muerte subitnea e improvisa.

    Benignsimo Seor Jess, por tu dolorossima e ignominio-ssima flagelacin y coronacin de espinas, por tu cruz y amargusima pasin, por tu bondad, humildemente te ruego: no permitas que yo muera improvisamente, y sin los santos sacramentos.

    Mi amadsimo Jess, Seor mo y Dios mo, por todos tus tormentos y dolores, por tu preciosa sangre y por tus sacro-santas llagas; oh mi dulcsimo Jess, por tus ltimas palabras

    42 Se subraya el sentido de posponer, de diferir.

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    en la cruz: Dios mo, Dios mo, por qu me has abando-nado? y aquellas otras: Padre, a tus manos encomiendo mi espritu, ardentsimamente te ruego que me libres de la muerte repentina. Tus manos, oh Redentor mo, me formaron entera-mente. Ea!, | no permitas que me asalte improvisamente la muerte. Dame, te suplico, espacio para la penitencia; conc-deme un trnsito feliz y en tu gracia, para que yo te ame de todo corazn, te alabe y te bendiga eternamente.

    Seor mo Jesucristo, por las cinco llagas que tu amor a nosotros te caus en la cruz, socorre a tus siervos redimidos por tu preciossima sangre... Sanguinisque pretiosi, quem in mundi pretium... Rex effudit gentium...43.

    43 (El misterio) de la preciosa sangre que el Rey de las gentes

    derram como rescate del mundo (Himno Pange lingua, Jueves santo).

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    18. LA MUERTE, ESPEJO DE LA VIDA

    Enva tu grano por el mar y despus de cierto tiempo podrs recu-perarlo. Divide lo que tienes en siete u ocho partes, pues no sabes la desgracia que puede sobrevenir en la tierra. Si las nubes estn cargadas de lluvia, la descargarn sobre la tierra; si un rbol cae hacia el norte o hacia el sur, all se queda. Quien anda observando los vientos nunca sembrar; quien se preocupa de las nubes jams cosechar (Qo 11,1-4).

    1 El Seor viene cuando se aproxima para juzgarnos, golpea cuando por los dolores y la vejez nos indica cercana la muerte. El hombre, si lo recibe con amor, abre enseguida. En cambio, no quisiera abrir al juez que llama a la puerta quien prueba temblor y ansiedad de abandonar el mundo y teme encontrarse con el Dios juez a quien despreci en su vida. Por su parte, quien est seguro de su esperanza y de las obras realizadas durante la vida, enseguida le abre al Seor y se presenta alegre-mente al juez; y al acercarse el momento de la muerte, exulta ante el pensamiento de la recompensa eterna.

    2 Si la muerte llega imprevista y repentina, no hay tiempo para prepararse. La persona que en el sueo, o en un accidente de viaje, o por un sncope mortal, etc., pasa | a la eternidad, cmo comparecer ante Jesucristo juez? Precisamente como se encontraba al momento de dormirse; o en el estado espiritual en que se hallaba viajando; o como viva habitualmente cuando sobrevino el mal improviso. Se muere como se vive. Quien era rico de mritos los lleva a la eternidad. Quien estaba en pecado, con este comparece al juicio de Dios. Y tambin, si la muerte viene precedida por una enfermedad o cualquier otro aviso (como la vejez), el alma podr quizs reconciliarse con Dios; o tal vez no podr hacerlo, no entender, no querr: o quizs no tendr el dolor, la sinceridad en acusarse... Se muere como se vivi.

    3 En la mejor de las hiptesis en que el pecador se reconcilie con Dios: podr entonces encontrar los mritos si no los ha acumulado? Quien en cambio los haya acumulado, con

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    ellos ir alegre al Dios justo remunerador. pera tua sumus, non te deseremus.44 Somos obra tuya, no te abandonaremos. Morir en el fervor quien vivi siempre tibio? O morir entorpecido quien siempre vivi fervoroso? O buscar las criaturas y los placeres a la hora de la muerte el que en su vida se desasi de ellos?

    Examen. Soy solcito en hacerme todos los mritos que me presenta la ocasin? Procuro mantenerme siempre en estado de fervor, de buena voluntad?

    Propsito. Quiero asegurarme una muerte piadosa, buena, santa; uno slo es el medio de veras seguro: llevar una vida piadosa, buena, santa.

    Oracin. Seor Jess, por tu santsima pasin y muerte de cruz, concdeme una vida inocente y penitente, para poder morir en tu santo amor.

    Padre Dios, que al condenarnos a la muerte nos has ocultado el momento y la hora, concdeme que pasando en justicia y santidad todos los das de mi vida, merezca salir de este mundo en tu santo amor. Por los mritos de nuestro Seor Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espritu Santo. As sea.

    19. LA MUERTE DEL JUSTO

    La vida de los justos est en las manos de Dios, y ningn tormento les alcanzar. Los insensatos pensaban que haban muerto, y conside-raban su trnsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina; pero ellos estn en paz. Aunque la gente pensaba que cumplan una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad (Sab 3,1-4).

    1 La muerte del justo es preciosa: Al Seor le cuesta mucho ver morir a sus amigos (Sal 116/115,15). La razn es

    44 Expresin atribuida a san Bernardo, que la refiere no a los mritos,

    como dice el P. Alberione, sino a los pecados! Estos tendrn aherrojado al moribundo y le dirn: pera tua sumus, non te deseremus!. El mismo concepto lo encontramos en san Juan Berchmans.

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    clara: con la muerte acaba la prueba de la vida 45 y comienza la feliz eternidad. En la tierra siempre se est en peligro de pecar y por tanto de condenarse; en el cielo el alma est confirmada en gracia, ya no podr pecar ni perder el paraso. La vida presente, adems, tiene tantas espinas, dificultades, dolores morales y fsicos; en el paraso, al contrario, hay un eterno gozar, porque el Seor enjugar las lgrimas y pondr fin a las penas de sus hijos. Qu consolador ser, pues, para el alma fiel cambiar la tierra con el cielo por medio de la muerte!

    2 Tres cosas consuelan al justo en la muerte: El recuerdo de una vida pasada en | conocer, amar y servir a

    Dios, combatiendo el pecado y tratando de cumplir los propios deberes en la voluntad de Dios.

    El pensamiento del presente: porque el alma, asistida por Jess, Mara santsima y san Jos, se alegra en aceptar los dolores y las penas de la muerte, que sern los ltimos y mayores mritos. Se cumplir la promesa de Dios: El justo, aunque muera prematuramente, tendr descanso (Sab 4,7), sintindose por eso muy confortado.

    3 La esperanza del premio cercano: como el buen obrero, tras el fatigoso trabajo cumplido fielmente, se alegra de ir el da establecido a recibir la paga; como un hijo desterrado es feliz de acercarse a la casa de su buen padre.

    Examen. Jess Maestro, dame tu luz, te ruego. Hazme saber: si hoy debiera yo dejar la tierra por la eternidad, mi muerte sera la del justo? Qu me dice el pasado? Amo de veras al Seor de todo corazn y sobre todas las cosas? Mucho me da que pensar la sentencia de tu fiel siervo san Alfonso de

    45 Cf DF, pp. 30-31. El P. Alberione concibe la vida como un viaje de

    prueba: Salido de las manos de Dios para glorificarle en la eternidad, el hombre ha de hacer un viaje de prueba que se llama vida (DF, p. 35). Coherentemente con tal visin, considera tambin los Novsimos a partir de la categora de prueba. La muerte es el final de la prueba de fidelidad (DF, p. 30); el juicio: dada la prueba, se corrige el ejercicio (DF, p. 33); el infierno es ruina eterna, consumacin de la ruina del pecado... fracaso de la vida (DFms 37), o sea fracaso en la prueba dada; mientras el paraso satisface enteramente (DF, p. 24) a quien haya dado buena prueba en todo.

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    Ligorio: Cuantos se condenan van al infierno o slo por la impureza, o no sin impureza.

    Perdname, Seor, mis pecados, para que yo quede absuelto de ellos antes de la hora de partir.

    Propsito. Tendr presente esta mxima: Me alegrar de esta obra, de esta conversacin, etc., cuando me encuentre a punto de morir?

    Oracin. Seor, has hecho admirables mis das; mi ser es como una nada ante ti. De veras es mera vanidad cualquier hombre que vive; pasa como sombra, y sin razn se preocupa del presente, acumula tesoros, aunque no sabe para quin los guarda. Y ahora, cul es mi anhelo sino el Seor? Todo mi bien est en ti, Seor, lbrame de todos mis pecados; oye, Seor, mis splicas; no seas insensible a mis abundantes lgrimas.

    20. LA MUERTE DEL PECADOR

    Los impos sern castigados por sus pensamientos, pues despreciaron al justo y se apartaron del Seor. Desgraciado el que desdea la sabidura y la instruccin; vana es su esperanza, baldos sus esfuerzos e intiles sus obras (Sab 3,10-11).

    1 La muerte del pecador es psima46 (Sal 34/33,22). En efecto, es el paso de una vida de angustias a una eternidad de penas.

    Cabra imaginar una suerte ms infeliz? He sufrido, piensa el moribundo, para merecerme eternos sufrimientos: Cami-namos por sendas difciles (Sab 5,7).47 Se fatigaron y sufrieron tambin los santos; pero stos al menos conquistaron un gozo eterno. Infeliz de m, ms que cualquier hombre!, pues no he gozado aqu y adems he perdido el paraso.

    2 Tres cosas hacen penosa la muerte del pecador:

    46 Segn la Vulgata: Mors peccatorum pessima. Tal era el sentido

    que se daba habitualmente a la frase. Pero tiene otro significado: la maldad da muerte al malvado, a tenor de la Nueva Vulgata (interficiet peccatorem malitia.

    47 Segn una versin moderna: Atravesamos desiertos intransitables.

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    a) El recuerdo del pasado: pensar que se requera muy poca fatiga para vivir bien; mientras los | pecados se le vendrn a la memoria con toda su gravedad, nmero y malicia.

    b) Le atormenta al pecador moribundo el pensamiento del presente. Los remordimientos, los sentimientos de suspicacia y desesperacin, el inminente abandono de cuanto haba amado y buscado traspasarn su alma. Quien pens en gozar, siente que el cuerpo est a punto de consumirse en un sepulcro; quien pens slo en enriquecerse, debe dejarlo todo a otros; quien mir slo al honor, sufre por el abandono de todos y la humillacin de la tumba.

    c) El futuro juicio cuyo xito prev, la sentencia, y el temor del infierno desgarrarn el corazn del infeliz, que no sabr hallar consuelo alguno.

    3 Divino Maestro, infndeme un vivo temor de una muerte tan espantosa. Aydame, no me abandones; veo mi alma toda llagada 48 de pecados. Las pasiones hacen violencia; los malos hbitos 49 me oprimen. Me arrojo a tus pies, ten piedad de m y lbrame de tantos males.

    Examen. Puedo estar yendo hacia una mala muerte si me meto en el camino del pecado.

    Debo combatir el pecado, que puede abrirse paso en mi alma. Cmo lucho contra las pasiones del corazn, contra el demonio insidioso, contra el espritu del mundo? Huyo de las oca-siones? practico la mortificacin? soy asiduo a la oracin?

    Propsito. Huir las ocasiones de pecado; | especialmente las diversiones peligrosas, las personas mundanas, la indolen-cia espiritual.

    Oracin. Ah, Seor mo!, quin hubiera tenido tanta paciencia conmigo como has tenido t? Si tu bondad no fuera infinita, yo desesperara del perdn. Pero trato con un Dios que muri para perdonarme y salvarme. Me mandas que tenga esperanza, y quiero esperar. Slvame por tus llagas, oh Jess crucificado. Mara, refugio de pecadores, intercede por m.

    48 Llagada, en el sentido de cubierta de llagas (aqu, de pecados). 49 Latinismo, por malas costumbres.

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  • LAS GRANDES VERDADES 55

    21. EL JUICIO PARTICULAR - I 50

    Otra cosa he observado bajo el sol: en la sede del derecho, el delito; en el tribunal de la justicia, la iniquidad. As que pens: Al justo y al malvado los juzgar Dios, pues hay un tiempo para cada asunto y un lugar para cada accin (Qo 3,16-17).

    1 Enseguida despus de la muerte, el juicio: Post mortem iudicium (Heb 9,27). Es la sentencia con la que Dios justo asignar al alma definitivamente el premio o la pena eterna.51 El alma se presentar a Jesucristo, que en nombre del Padre emitir el juicio. Jesucristo mostrar una tremenda majestad para el pecador; ser un padre amoroso para el alma fiel. Ser juez inexorable: ninguna splica, ninguna lgrima le aplacar. Jesucristo ser juez sapientsimo, que conocer todo el mal, todos los pecados y la malicia de los malvados;52 tambin conocer todos los mritos y acciones buenas de los justos.

    Jesucristo ser juez omnipotente que ejecutar enseguida la sentencia: o para siempre salvados en el cielo; o para siempre condenados en el infierno.

    2 De nosotros depende hacer propicio al Juez divino para acoger nuestra alma como amigo e invitarla al cielo. Ser benvolo en el encuentro con los apstoles, que gastaron y desgastan su vida en predicar el Evangelio; con los mrtires, que entre tormentos confesaron a Jesucristo; con los paladines de la fe, que imitaron al Maestro en sus ejemplos; con las vrgenes, que le amaron de todo corazn; con los pecadores que en la penitencia lavaron sus culpas. Pero qu terrible ser para los pecadores caer en las manos de Jesucristo, juez airado con quien ha rechazado sus invitaciones, inspiraciones y avisos,

    50 Cf DF, pp. 33-34. 51 Las reflexiones propuestas en esta y en las sucesivas meditaciones

    sobre los Novsimos debemos interpretarlas a la luz de las enseanzas del Concilio Vaticano II y