Orar

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La oración... tiene poder Por: Luis Fernando Mata * El secreto de la oración está en orar en secreto. ¿Promete la Biblia, o afirma, que nuestra oración será contestada?, ¿Cuáles son las oraciones que Dios no contesta? ¿Es correcto orar por cosas materiales o sólo espirituales? ¿Qué estorba a la oración? ¿Por qué nos cuesta orar? ¿Contestará Dios si estoy en pecado? ¿Podré orar por los enfermos si estoy enfermo? ¿Podré orar por los arruinados sin tener yo un peso en el bolsillo? ¿Podré orar por los pecadores estando en pecado? ¿Cómo orar? ¿Por qué cosas recomienda la Biblia que oremos? ¿Pide Dios que no se ore por algo? ¿A qué hora orar? 1

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ORAR es un archivo que contiene el documento con el título "La oración tiene poder" que es de mi autoría. Se trata de una mezcla de investigación, recopilación de hechos y datos, sumada a ejemplos tomados de mi propia experiencia de vida. Luis Fernando Mata Araya.

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La oración... tiene poderPor: Luis Fernando Mata

* El secreto de la oración está en orar en secreto.

¿Promete la Biblia, o afirma, que nuestra oración será contestada?,

¿Cuáles son las oraciones que Dios no contesta? ¿Es correcto orar por cosas materiales o sólo

espirituales? ¿Qué estorba a la oración? ¿Por qué nos cuesta orar? ¿Contestará Dios si estoy en pecado? ¿Podré orar por los enfermos si estoy enfermo? ¿Podré orar por los arruinados sin tener yo un peso en el

bolsillo? ¿Podré orar por los pecadores estando en pecado? ¿Cómo orar? ¿Por qué cosas recomienda la Biblia que oremos? ¿Pide Dios que no se ore por algo? ¿A qué hora orar? ¿dónde orar? ¿De qué tamaño debe de ser una oración? ¿Hasta qué punto debemos de orar por algo? ¿Qué relación existe entre la fe y la oración?

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¿Y qué dice de todo eso la Palabra de Dios?

-Que debemos orar......Siempre, sin desmayar (Lc. 18.1) (Hchs 10.2)...en todo lugar. 1Ti. 2.8...en todo tiempo (Ef. 6.18)...hasta en la playa (Hchs 21.5)...en lo secreto Mt. 6.5,6...a toda hora, dando gracias en todo. (1Ts 5.17,18)...de madrugada (Mr. 1.35)...de manera constante (Ro 12.12)....intensamente (Lc 22.44)...con gran insistencia (1Ts 3.10)...sin cesar (1Ts 5.17)...en silencio (1 Sam 1.12,13)...en lenguas (1Co 14.15) (Judas 2)...de pie (18.11)...postrados (Mt. 26.39) y Lc 22.41)...de rodillas (Lc 22.41) (Hchs 9.40), (Hchs 20.36)...levantando las manos (1Ti 2.8)...por toda persona (1Ti 2.1)...por los que están en eminencia. (1Ti 2.2)...por los niños Mt. 19.13...por los que nos ultrajan y persiguen (Mt. 5.44)...por los que nos calumnian (Lc 6.28)...por los enfermos (Stg 5.14)...unos por otros (Stg 5.16)... por las comidas para santificarlas (1Ti. 4,5)....para no entrar en tentación (Lc 22.46)...para ministrar el Espíritu Santo (Hchs 8.15)...en soledad (Mt 14.23; 26.36)...unánimes, en grupo (Hchs 1.14), (Hchs 12.12)...en ayuno (Hchs 14.23) (1ra. 5.17)

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A veces, por tener años visitando templos, nos creemos espiritualmente maduros, pero la madurez es un proceso que se adquiere cada día, como resultado de una comunión íntima con Dios... en oración.

Un día que dejemos de buscar de Dios en oración, que no leamos su Palabra, ni estemos delante de su Presencia, es un día perdido que jamás volverá.

¿Es posible ser cristiano practicante y no orar? Sí es posible, por eso hay tantos cristianos en derrota, cargados de vicios, que son cola y no cabeza, que piden prestado y no prestan, esclavizados por un diablo que -se supone-debería estar derrotado, bajo las plantas de sus pies.

Sí, desgraciadamente es posible. Pero no es posible concebir la falta de oración en un cristiano que se dice verdadero, comprometido, en cuyo corazón está sentado Cristo en su trono.

Y si nos descuidamos en oración, dejamos al descubierto áreas que necesitamos cambiar y que sólo Dios puede transformar, por su gracia y por amor de su Nombre.

Buscando el reino.

Si buscamos a Dios de todo corazón, como lógica consecuencia obtendremos lo que hemos soñado, lo que hemos deseado, aquello por lo que hemos orado con fe, si es

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que está dentro de la voluntad de Dios, El nos lo dará. (Jer. 29.13)

. (1ra. Juan 5.14)

Aún orando con insistencia las cosas no nos llegan. ¿Por qué? porque perdemos el tiempo y el gozo, cavando pozos donde no hay aguas, buscando con afán aquello, que al cabo de un tiempo nos damos cuenta que no nos convenía. (Santiago 4.3).

La respuesta de DIOS para eso era un "¡NO!" rotundo; pero carentes de discernimiento, no nos dimos cuenta y pasamos por alto su indicación.

Con ciertas oraciones pretendemos manipular a Dios para obtener lo que no tenemos, que deseamos, que el mundo nos ofrece y cuya posesión posiblemente no nos más hará felices.

Como ovejas recién nacidas corremos detrás del Divino Pastor, acosándole con nuestras necias oraciones, que en el cielo de seguro se escuchan como balidos de ovejas: ¡beeee-beeee...bendecimeee... sanameeee.... ungimeeee... prosperameeee...!

En Mateo 6.33 Jesús expresa claramente: "Buscad, primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». ¿Y que pasa si Ud. ora y ora y las cosas que pide no le son añadidas? Siga orando, siga pidiendo al Señor y mientras tanto, observe con cuidado lo que ha venido haciendo y lo que hace, especialmente "eso" que es en privado, sin que nadie lo vea.

O dicho en términos populares: "A DIOS rogando y con el mazo dando".

A veces empezamos nuestras oraciones sosteniendo en nuestras manos una lista bien carnal y egoísta de un montón

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de necesidades. Oramos para que Dios cambie a otros, y no para que nos cambie; para que nos de esto y lo otro. Ya no queremos el Hyundai, ahora pedimos un Mercedes de paquete...

Dios, obviamente, no prosperará a quien tiene avaricia en su corazón y se va a enriquecer para su propio mal.

Pedimos por nosotros, por nuestros maridos y esposas, por nuestros hijos, por nuestras familias y hasta ahí llegamos, hasta que el motor del egoísmo da un par de corcoveos, se nos traba y dice ¡basta!

Luego miramos el reloj y nos extrañamos de que sólo han pasado cinco minutos. ¿Idiay, qué esperábamos?

Hay que buscarlo a Él de primero y, olvidándose de su billetera, luego ser de bendición para otros. Así ocurrió a Job, quien no fue sanado hasta que oró de primero por sus amigos (Job 42.10). Uno puede orar por cosas, pero no buscar esas cosas de primera entrada, exclusivamente, porque eso ofende a Dios, así como nos ofende que alguien nos aborde para pedirnos algo sin siquiera saludarnos, como lo hacen los indigentes en las calles. Él quiere ser el primero en todo y que su santo Nombre sea glorificado por siempre (Mal. 2.1)

Otras veces oramos a Dios por algo que ya nos lo ha dado y no nos habíamos dado ni cuenta (como la salud, que es una realidad), o la libertad de algún vicio (del cual somos esclavos) y no nos atrevemos a dar el paso, en fe, de dejarlo.

En el desierto, cuando Farahón y su ejército casi alcanzaba a los hijos de Israel, Moisés intentaba calmar a su temeroso pueblo, orando a Dios y este le respondió:

"¿Por qué clamas a mi? Dí a los hijos de Israel que marchen". (Ex. 14.15). En otras palabras, Dios le dijo: "Ya basta. Deje de orar y camine al frente, que Yo lo respaldo.

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Hay personas que tontamente se quejan a su pastor de la siguiente manera:

Oveja: -Tu Jesús no me diste el humilde Ferrari que te pedí.Pastor: - Pero ¿qué querías? ¡DIOS primero te quitó la marihuana que fumabas!

La sanidad no es una promesa de Dios, sino un hecho establecido, de ahí que no es correcto orar diciéndole al Señor: "si es tu voluntad... si tú quieres...". ¡Por supuesto que ÉL quiere y es su voluntad!

No hay nada que esté fuera del alcance de la oración, excepto aquello que está fuera de la voluntad de Dios.

Cuando Dios dice ¡NO!

Hay dos clases de oraciones que Dios nunca va a contestar: las que no se hacen y las que están fuera de su voluntad, como el pedirle por la muerte de nuestros vecinos, incluida la pobre suegra, o por la conversión de los demonios.

La oración es una semilla que se siembra en algún punto del mundo espiritual. Si no oras, es muy posible que nada ocurra. ¿Cómo vas a recoger frutos si antes no los siembras? (2 Ti. 2.6).

También hay ciertos tópicos por los que Dios pide que no se ore, como en casos de idolatría : (Jer. 7. 16, 17, 18 y Jer. 11.14), además por aquellas personas cuya rebeldía los ha conducido a una mente reprobada y a pecados de muerte. (1Jn 5.16)

Puede existir la fe sin oración, pero nunca la oración sin fe. Ambas tienen que ir de la mano. Hay oraciones que no son más que repeticiones que siguen un formato

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establecido. Dichas sin fe, el poder de tales oraciones no sirve ni para bendecir los alimentos.

Otras están impregnadas de tal negativismo que las hace inválidas en sí mismas:

"Señor, no estoy seguro de si lo quieres; pero si pudieras sanar a fulanito..."

Orar con fe significa abandonar la lógica humana. Dios está fuera de la lógica que conocemos. Cierto, la lógica genera órden, pero la fe obra milagros.

En las matemáticas de Dios no siempre 2 más 2 serán 4, sino lo que El quiera. En donde los apóstoles sólo veían 5 panes y dos peces, Jesús veía la provisión para más de cinco mil personas. (Mt. 14.17).

Gracias a Dios hay quienes tienen esto muy claro. Hace poco escuché por la televisión el testimonio de una mujer, que contó que la casa de su familia se estaba quemando. En eso llegó la abuela, una ferviente cristiana, quien parándose firme ordenó: "FUEGO, APÁGATE EN EL NOMBRE DE JESÚS", ¡y el fuego se apagó!

Y es un hecho. Hay ciertas oraciones que pueden causar reacciones en el mundo espiritual, son oraciones con poder y autoridad, de manera que las circunstancias en lo natural pueden cambiar de forma dramática.

Hay momentos en que Dios pide que no se ore por algo. Por ejemplo, cuando Abraham intercedió para que Sodoma no fuera destruída.

El divorcio, junto con la muerte de un ser querido y la pérdida del empleo, representan tres de las situaciones más estresantes que existen, según afirman los estudiosos de los fenómenos sociales.

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Hace muchos años, encontrándome en mitad de un divorcio, al mismo tiempo debía cumplir con mis deberes en el diario La Nación, enfrenté una peligrosa condición de estrés.

Para entonces, aunque no era cristiano, sabía del poder de la oración y la importancia que el orar tenía para mi vida en ese momento.

Pero los ataques de estrés me sobrevenían con más intensidad ahí, precisamente en medio de la redacción del periódico, teniendo delante una máquina de escribir con una hoja en blanco.

El periodismo es un asunto mental y las preocupaciones del divorcio también lo eran y competían entre si. Llegó el momento en que me sentí bloqueado.

En medio de esa tormenta tuve una idea salvadora: en un directorio telefónico busqué al azar iglesias, congregaciones, monasterios de distintas denominaciones, lo mismo me daban Capuchinos, Jesuitas, Mormones... evangélicos.

Por teléfono llamaba a esos sitios, pedía hablar con el líder o encargado y le contaba mi situación. Luego, después de escuchar los consejos, rogaba que oraran por mi, argumentando que ahí, en esa redacción, con una hoja al frente a la espera de noticias, yo no podía hacerlo.

El experimento lo realicé en varias ocasiones y siempre funcionó: de repente, luego de comunicarme con varios grupos religiosos y pedirles su ayuda en oración, al rato sentía una paz muy especial sobre mi, era como un manto de gozo, de felicidad... ¡Qué maravilla! -me decía- sentía como si no tuviera problemas.

En una de tantas ocasiones se me ocurrió llamar al convento de las Carmelitas Descalzas, en Guachipelín de Escazú. Lo había hecho varias veces y me habían atendido muy bien.

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Pero esta vez, la encargada del hogar me dijo:

«...pero antes déjeme contarle lo siguiente: hace pocos meses enfermó de cáncer la vecina de enfrente de nuestro convento. Era la madre de cinco niños que quedarían huérfanos. A todas luces resultaba indispensable orar para que Dios sanara a esa señora.

«...en el convento organizamos toda una campaña de oración, rogando al Señor por la salud de la vecina. ¿Y sabe usted lo que pasó? Por supuesto que no, ni lo imagina. Un día que estábamos orando y clamando... cuando de repente se escuchó una voz terrible y poderosa que estremeció los muros de la capilla.

«...Y ese mismo día, en la noche, la vecina murió. Curiosamente se juntaron una serie de circunstancias que favorecieron a los niños que quedaron huérfanos. Hoy día todos ellos son profesionales que salieron adelante, aún sin la ayuda de la mamá.. si usted está pasando por una prueba podría ser parte de la voluntad de Dios...».

La oración puede hacer todo lo que Dios puede hacer, y Dios lo puede hacer todo.

Necesidad Vs. fe... A la mano de Dios no la mueven las necesidades de las personas, sino la fe en El y en su Palabra. Si fuera por la existencia de necesidades, habría tantos milagros en los hospitales que quizá estos no serían necesarios o en países como India, en donde muere tanta gente de hambre.

En tus oraciones concéntrate en lo que Dios dice que tiene para ti en su Palabra, no te concentres en tus necesidades, porque quien se concentra en sus necesidades, la necesidad no se apartará de él.

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A veces, aunque oremos, Dios no cambia la tempestad sino que cambia el corazón y la actitud de quienes luchan contra ella. Y es que si hay adversidad es porque vienen milagros a nuestra vida; pero no se puede aspirar a la gloria sin pasar por la agonía del sufrimiento. (1Pe. 5.6).

El fuego de la prueba no te daña, Dios lo permite para quemar tus ligaduras, al igual que lo hizo con Mesac, Sadrac y Abed-nego. (Dn. 3. 1-30).

No podemos salir a comprar rosas y pretender que estas no tengan espinas. Es cierto, sería maravilloso amar sin tener que sufrir, pero eso no siempre es posible. Ser cristiano no es tener una póliza de tranquilidad.

A veces, en el momento en que creemos tener la papa en la mano y la sartén por el mango, es cuando nos damos cuenta de que la cocina está descompuesta.

Hay quienes les ha ido muy bien durante muchos años; bien en los negocios y lo familiar, pero descuidan lo espiritual. Pero de repente, un día de tantos algo ocurre y todo se pone cuesta arriba. Y cuando nos hemos servido con cuchara de plata por mucho tiempo, es difícil sorber las dificultades de la vida a través de una pajilla.

Dios promete un desembarco seguro, no un viaje tranquilo. Y si la nave en la que iba el mismísimo Jesús fue azotada por una gran tormenta, de seguro que también ocurrirá lo mismo con el barco de nuestra vida; pero tampoco se irá a pique.

La fe es la llave que abre todos los cerrojos de las imposibilidades. No puedes casarte con la oración divorciándote de la fe, porque vienen en un mismo paquete. La oración es una acción de fe.

Y cuando la oración dispara, la fe se comporta como un perro sabueso, que corre y de vuelta nos trae la presa.

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Fe es creer a Dios cuando las circunstancias dicen lo contrario.

Por eso, cuando algo no te funciona y has probado toda clase posibilidades, te aconsejo que te metas a orar como nunca has orado, con toda la fe de que dispones, de manera constante, ferviente, hasta que en el mundo espiritual y la nube de problemas se aleje.

Durante la oración se da una lucha en el terreno espiritual. En esa lucha el pecado no puede ganar y la fe, si es verdadera, no te puede fallar.

La oración es una plataforma sobre la que se dispara el misil de tu fe, pero antes de dispararlo, asegúrate de tener suficiente pólvora..Así como el cemento sin el agua no es más que un polvo gris, la oración sin fe no es otra cosa que vana palabrería.

Y no hay nada que esté fuera del alcance de una oración sincera y llena de fe, excepto aquello que está fuera de la voluntad de Dios.

Por aquello que ya es un hecho no debemos orar, sino dar gracias a Dios. No se debe ya orar por nuestra salvación ni porque Dios nos ame más de lo que ya nos ama.

Nuestra sanidad es una realidad, porque Jesús ya pagó por ella en la cruz del calvario. Al orar debemos afirmar: , aunque los signos visibles de la sanidad aún no se observen.

Dios busca gente de fe sencilla, que clame a El con oraciones sinceras y un corazón quebrantado.

En momentos de gran peligro o necesidad, una gran fe ocupa de pocas palabras para ver cumplido el milagro. Un ejemplo

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es esa abuela que entró y llena de fe ordenó al fuego que se apagara. O cuando Jesús resucitó a Lázaro.

En tu caso, si no quitas la piedra de la incredulidad no verás resurrección.

Hay cosas que no se arreglan ayunando ni orando, se arreglan creyendo, actuando, dando pasos firmes de fe.

Yo no puedo cambiar, pero Dios si puede hacerlo si me entrego a El, a nivel de comunión o intimidad. El me mostrará qué hacer en cada área de la vida. Exodo 32.1-5.

Los enemigos y la adversidad nos persuaden de acercarnos a Dios en oración y de no confiar tanto en nuestras propias fuerzas.

¿Qué es la oración?Orar es un diálogo de nuestro espíritu con Dios. Dios históricamente ha buscado hablar con los seres humanos. De Dios ha partido la iniciativa (Salmo 32.8), (Exodo 29.42).

Nosotros (nuestra mente y corazón) son en donde Dios nos habla. La Biblia nos promete que todo aquel que lo busca, lo encuentra y que Dios no se nos va a ocultar. (Jer. 33.3).

Ora a Dios quien conversa con El y al igual que en las conversaciones normales, estas se desarrollan de las formas más variadas. Al principio enumeramos detalles que da la Palabra en cuanto a la forma de orar.

Podemos empezar, en un principio, recordando el Padrenuestro, pronunciando cada palabra despacio, analizando qué puede significar para nosotros en ese momento.

Cabría agregar un salmo bien conocido, como el 23 , o el 91 .

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Ya sea de pie, sentados, hincados o postrados (tirados en el suelo cuan largos somos), la oración igualmente puede ser eficaz, pues lo que Dios observa con atención no son las posturas del cuerpo, sino la disposición del corazón y el grado de fe. (1Cr. 28.9)

Quien tiene un alma verdaderamente convertida ora, desea orar, gusta de escuchar acerca de Dios y escudriñar su Palabra. Tales son los frutos o señales de ser salvo y de amar a Dios.

No es posible ser un buen cristiano sin orar, estudiar ni escuchar la Palabra.

Por lo general, la gente que está pecando no ora y la gente que gusta de orar fervientemente no peca.

Orar es un privilegio, pero no vendrá el deleite sin antes pasar por la disciplina. Tenemos que orar aunque no nos guste.

Orar es un despojarse ante Dios de todas esas caretas sociales con las que a diario nos disfrazamos, para encubrir nuestras debilidades humanas.

-¿Por qué orar?Oramos, en primer lugar . (Lc. 22.40). Porque la mente es un campo de batalla en el que a diario cruzan espadas ángeles y demonios y nosotros, en el medio, nos inclinamos hacia unos o hacia otros; pero juntas, la oración y la fe nos sitúan en el bando correcto.

Porque el pueblo de Dios es un ejército que vive en un territorio ocupado por el enemigo y aunque Cristo es real; el diablo también lo es y tiene sus estrategias.

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Y pese a que el diablo ya está vencido, te puede llevar al infierno si insistes en seguirlo.

Ahora bien, si crees que nunca has chocado con el diablo es porque tu y él corren a la misma velocidad, y van hacia la misma dirección.

Nadie se enfría espiritualmente por deporte. Nadie se vuelve pecador de la noche a la mañana. Hay un momento en el cual uno se enfría, quizá por un enojo, una decepción, un rechazo o la pérdida de algo o alguien.

Cuando nos enfriamos dejamos de orar y somos más vulnerables a las tentaciones y a caer en pecado. Cuando el diablo logra robar la palabra del corazón del creyente, después hace lo que quiere con él.

Si oras con fe alejarás la tentación, porque así como nunca una mosca se para sobre una plancha caliente, ningún demonio se acerca a alguien que se llena del Espíritu Santo orando con fe.

También oramos para dar gracias. la Palabra dice que debemos dar gracias a Dios en todo y por todo (1Ts. 5. 17,18). Lo opuesto a dar gracias es la queja, que es un pecado delante del Señor.

¿Por qué esperar a que aparezca la persecución o el dolor para ponernos a orar? Esta no es la mejor forma y nos obliga a llegar a la iglesia quebrantado, buscando restauración. Y una vez que los hermanos oran por nosotros y nos sentimos bien dejamos de orar, de ayunar, de vigilar, nos apartamos y terminamos mandando a alguien a comprar el casete de la predicación del domingo, o mirando de vez en cuando a los predicadores en la televisión. Si acaso.

Después volvermos a ser quebrantados y se inicia así un círculo vicioso de huída y retorno a las cosas de Dios, hasta

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que llega un punto en que Dios nos pone en una encrucijada (puede ser una prueba muy fuerte) y debemos tomar una decisión definitiva.

Si estás atormentado por problemas en una determinada área o tentación lo correcto es buscar al Señor en oración y ayuno. Hay que ir donde Dios y decirle: , pero antes acepta que la tienes, renuncia a ella y pide perdón. El te restaurará.

Normalmente todos tenemos que cuidarnos de algún tipo de iniquidad o , sea pequeño o grande que nos atormenta a diario o de vez en cuando.

Siempre, después de orar debemos esperar en Dios guardando silencio, porque la oración es un diálogo, no un monólogo.

¿Por qué cuesta orar?. (Mateo 26.41)

Si queremos buscar y encontrar a Dios debemos antes crucificar y someter la carne y sus pasiones.

Aunque parezca fácil, la oración no es una actividad sencilla como pueden resultar otras, como lavarse los dientes, hacer los mandados o sentarse a comer.

Sobran personas que pueden pasar toda una mañana lavando y limpiando sus carros; pero les resulta difícil limpiar sus corazones en oración delante de Dios.

No bien decidimos que a tal o cual hora vamos a orar y empiezan a ocurrir una serie de curiosas interrupciones, precisamente a esa hora: tocan el timbre, llegan visitas, nos llaman por teléfono, pasa alguien a cobrarnos algo... o lo que es peor, alguien trata de enojarnos y hacernos perder la paz.

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Al orar hay que ponerse en una posición incómoda, camine, si no puede articular palabra empiece orando mentalmente, luego intente decir algunas frases o bien, lea alguno de los salmos y en última instancia, pida a Dios ayuda para orar.

Piense que siempre va a existir alguna oposición o resistencia al acto de orar, pero debemos vencerlo a diario y proseguir a la meta, agradando a nuestro Dios.

Es más importante someter la carne que andar persiguiendo demonios. Si en nuestro corazón no hay arrepentimiento, perdón ni quebrantamiento, dificilmente podermos esperar un milagro de Dios y mucho menos que nos nazcan unas ganas terribles por orar.

El que tiene a Cristo no puede odiar a nadie porque eso va en contra del mandamiento establecido por Dios de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Cuando usted perdona libera a un preso, y después descubre que ese preso era usted mismo.

Y para los que no perdonan ni se arrepienten, aunque oren hasta quedarse roncos, el diablo tiene derecho legal de atormentarlos con tentaciones, pecados, enfermedades, vicios, accidentes, robo, ruina, cárcel...muerte.

Matando gigantes

En el proceso de acercarnos a Dios en oración, la gente negativa y temerosa nos puede contaminar. Son personas con tendencia a fijarse y aceptar lo negativo. Cualquiera que se sienta derrotado ve a su enemigo como un gigante.

Recuerda que Josué y Caleb representaban la voluntad de Dios (Nm 14. 1-3; 13.33). Estos dos se detuvieron a ver los

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frutos, mientras que los otros diez se concentraron en los gigantes.

Aquellos que no creen en que se puede hacer algo definitivamente no deben estorbar a quien lo está haciendo.

La Palabra nos habla de que cuando Jesús fue a sanar la hija única de Jairo, principal de la sinagoga, ya la niña de 12 años había muerto.

Cuando Jesús entró a la casa de Jairo, los que estaban presentes se burlaban del Maestro y sus acompañantes, entonces Jesús (a todos los incrédulos y burlones) y se quedó solamente con Pedro, Jacobo, Juan y los padres de la niña.

Aún así, las Escrituras nos dicen que había lloro y lamento (se supone que en los padres); pero Jesús acercándose a la niña y . (Lucas 8. 51-55).

Quizá Jesús siempre habría hecho el milagro, aún con los incrédulos presentes; pero tanto Lucas como Marcos (Cap. 5) subrayan el hecho de que los echó fuera a todos.

Cuando nos dejamos atemorizar por las circunstancias y cerramos la mente a las promesas de Dios, abrimos la puerta a la incredulidad. Y la duda es la tumba de la fe.

Toma 21 días disciplinarse en oración (Dn. 10.12,13). El que se dispone a disciplinarse descubrirá que cada día que pasa la carne le hará menos resistencia.

Nos cuesta orar porque los resultados físicos y palpables, que nos indican que fuimos escuchados, no son siempre inmediatos. La oración es un proceso.

La oración guerrera

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Hay dificultades que no se resuelven con una simple oración de fe de un par de minutos. Existen problemas que nos obligan a orar, insistir, interceder, pelear, clamar y luchar en el espíritu hasta producir un rompimiento.

La oración guerrera, de lucha espiritual se ha de hacer con toda autoridad, utilizando las armas que Dios recomienda en su Palabra: la Sangre de Cristo, el nombre de Jesús, alabanza, la Palabra, adoración y ayuno, atando con fe las huestes de maldad que se nos oponen (Efesios 6.10).

El ejemplo más impresionante que conozco de oración guerrera, hecha de manera sistemática y persistente hasta producir la rendición del diablo, es el caso de doña Teresa Marín Azofeifa, a quien llamábamos cariñosamente Doña Tere.

A Doña Tere muchos la conocimos en Escazú por sus cualidades piadosas, su entrega al servicio de los demás y su oído atento a la voz del Señor.

Gran amiga de mamá, doña Tere con frecuencia nos narraba de sus luchas en el espíritu por tal o cual causa. Yo, a la verdad, la escuché con la atención y el respeto que merecía alguien como ella, conocedora de lo que ignoramos y que deseamos apasionadamente: orar con fe verdadera.

Para no cansarlos con el cuento. Un día de tantos, y como si se tratara de algo muy simple, escuché a hurtadillas una conversación -supuestamente privada- en donde doña Tere le confesaba a mamá que ella había orado CUARENTA AÑOS para que su esposo, Ezequías dejara el guaro (licor).

Yo me estaba tomando un café en ese momento y, aunque no suene muy espiritual, al oír eso me entró un mal de risa en ese momento, que se me atravesó el pan en el gaznate y casi me tienen que hacer viento.

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¡CUARENTA AÑOS ORANDO POR ESE JUMAS! ¡NO PODIA CREERLO!, ¡Y para que ese marido testarudo dejara el guaro! ¡No podía ser! ¡Por favor!, ¡Pienso que a esa mujer debieron darle un premio. ¡Y a ese hombre un coscorrón por majadero!

¡CUARENTA AÑOS ORANDO! ¡Imagine la cantidad de horas! ¿Y de minutos y segundos? ¡Es como para reventarle los circuitos a una calculadora! ¡Con razón don Ezequías en sus últimos años no podía ver el guaro ni en anuncios!

¡Y nosotros, que difícilmente oramos cuarenta minutos por alguien!

Siempre debemos orar pidiéndole a Dios que nos muestre una promesa señalada específicamente por la cual luchar en guerra espiritual a favor de una determinada causa como esa, del alcoholismo de don Ezequías.

Para la obtención del milagro hay que agarrarse muy fuerte como doña Tere de las promesas de Dios, contenidas en su Palabra, y empezar a orar de manera insistente, reprendiendo al diablo, y creyendo que ya ha sido dado el cumplimiento.

Recuerdo la madrugada de un día de febrero de 1995. Eran cerca de las cinco de la mañana cuando el retumbo de la voz del Señor me despertó con sobresalto. Sentía como una desesperación, aquí dentro en mi pecho, lo escuchaba decir con voz de mando: ¡DESPIERTA, PONTE A ORAR YA!

De inmediato me puse de rodillas y empecé a orar, pero en eso me detuve y pregunté: .

Y la voz de Dios me indicó con toda claridad: PONTE A ORAR YA, HAZLO POR LAURA, ¡POR TU HIJA LAURA!

Me detuve de nuevo y repregunté: . Pero no hubo más respuesta que el silencio.

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.Empecé a orar, a clamar por Laurita y de repente me encontré ahí, enmedio de una batalla espiritual, atando y ligando los principados, potestades, las malicias espirituales y desatando ángeles guerreros y cubriendo a mi hija con la Sangre de Cristo.

A las 8 a.m., tres horas después, vino a mi la voz del Señor diciéndome: ESTA BIEN, YA PUEDES DESCANSAR, DEJA DE ORAR.

Yo estaba viviendo solo en mi casa de San Pedro, Laura con su madre en Escazú. Me puse en pie sin entender qué podría ser la razón por la que Dios me pusiera a interceder de esa manera y por esa niña, que a la sazón contaba con 13 años.

Tres horas después, a las 11 a.m. de ese día, la mamá pidió a Laura y a su hermanito menor, Gabriel, que fueran a comprar algo para el almuerzo a un abastecedor que se encuentra a 100 metros de su casa.

Los muchachos salieron a hacer el mandado y cuando venían de regreso, desde un automóvil blanco, con el motor encendido y estacionado a un lado de la calle, un hombre le dijo a Laura:

Cuando Laura y su hermanito se acercaron al vehículo, el hombre abrió rapidamente la puerta y trató de meterla dentro del carro.

Lo que ocurrió en ese momento lo cuenta Laura así: «en ese momento Gabriel salió corriendo hacia la casa y me encontré forcejeando con ese hombre; pero, de repente, sentí dentro de mi una fuerza terrible y sin saber cómo pude zafarme de las manos del tipo, patearle la puerta y correr a una velocidad que no imaginaba podía desarrollar».

Moraleja: El camino a una respuesta positiva está en la oración persistente y no hay otro camino.

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Oración de poder

La Biblia nos ofrece muchas referencias del poder de la oración en labios de gente de fe.

Uno de los ejemplos clásicos es el del profeta Elías, de quien la Palabra nos dice que:

. (1 R. 17.1; 18.1; 1R 18. 42-45).

La historia moderna nos habla también de que el presidente norteamericano Abraham Lincoln, ferviente luchador contra la esclavitud, fue un ferviente cristiano que se pasaba noches enteras en oración.

Y en Inglaterra, en un sitio conocido como Sutterland, en 1907 el fuego de Dios cayó sobre el evangelista Smith Wiggglesworth cuando este oraba en el espíritu.A Wiggglesworth Dios le dio una revelación: vio una cruz vacía, luego un ser perfecto y poderoso, que era Jesús glorificado diciéndole: .

Jesús estaba en el cielo con todo su poder y extendiendo su mano, tocó al predicador y le otorgó todo lo que pidiera en oración y alabanza.

A partir de esa revelación, cada vez que el predicador oraba fervientemente, caía el fuego de Dios sobre todos los presentes, derribando y haciéndolos sollozar.

Cuenta la historia que en 1922 falleció la Hermana Mary Poppel; pero una oración poderosa de Wiggglesworth le devolvió la vida, al extremo de que viviría por muchos años más.

Luego de su resurrección, Mary Poppel contó que ella iba en un viaje hacia un lugar celestial y cuando ya iba a entrar, de

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repente escuchó la voz estruendosa de Wigglesworth que la conminaba a regresar a la vida en la tierra.

Dios lo dijo yo lo creo y eso es todo. La fe es un acto de obediencia, decía este evangelista, a quien se le criticaban sus métodos burdos de sanidad.

A veces hacía saltar a la gente en forma violenta, otras los golpeaba muy fuerte con las palmas de sus manos, mientras citaba a Mateo 11.12, donde se habla de que el reino de Dios sufre violencia y a ese reino lo arrebatan los violentos.

El decía que en la sanidad la brusquedad y la violencia eran muy necesarios. , explicaba.

Una mujer africana llegó a consultarlo. Estaba muy enmmenferma. Y

enferma y cuando el evangelista le aplicó varias palmadas en forma ruda sobre su cuerpo, ella le preguntó: ¿Así es como usted lo hace?, y acto seguido le devolvió varias bofetadas al profeta. Pero al día siguiente lo fue a buscar y, de rodillas, le pidió perdón porque había alcanzado sanidad de todas sus dolencias.

Quienes registraron la vida de Wiggglesworth, cuentan que mantenía una constante y completa comunión con Dios. Oraba en soledad por muchas horas. También lo hacía durante los cultos que oficiaba, en reuniones y en todos los viajes evangelísticos que realizó en su vida.

Entre sus frases se rescata el decir: «Más vale un moment de paz que un mes de gritos. Lo mejor que puedes tener es un gran juicio. Grítale al diablo: quedaros detrás de mi y vivirás en paz y tranquilidad sobre la tierra. Pero si solamente le susurras no obtendrás nada, porque si al hablarle al diablo sólo lo haces dos veces y sin autoridad, él sabe que no le hablas en serio».

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Nunca dejaba de orar, lo hacía en todo tiempo, aún en silencio, mentalmente, o a gritos.

Durante su ministerio, Wiggglesworth sufrió de mucha persecusión y fue detenido y encerrado varias veces. Pero después, los mismos policías que lo detenían, lo iban a buscar para que los sanara o sanara a sus familias.

¿Cómo orar?Resulta incómodo y hasta poco práctico decir a estas alturas, a gente hecha y derecha como Ud. que lee el cómo orar en cuanto a las plegarias normales de acercamiento a Dios. ¿Cómo se aprende a orar? ¡Pues orando! Es una actividad muy personal que cada cual tiene la responsabilidad de desarrollar a solas con Dios, porque Dios es un Dios personal.

No existe una forma definida del cómo orar. Aún en la Palabra de Dios las oraciones varían unas de otras. Las hay pequeñas como la de Jabes, descrita en 1 Crónicas 9-10 o bien extensas, como la del sacerdote Esdras.

Para nuestros tiempos encontramos un patrón definido, que es la recomendación que hizo Jesús a los apóstoles del Padre Nuestro como modelo de oración.

Ahí, Jesús nos aconseja empezar dirigiéndonos directamente a Dios como Padre y de seguido, santificar su nombre.

Para algunas personas, el encontrarse en aflicción les permite concentrarse o mejor en sus peticiones a Dios. Otros dicen que las dificultades más bien les producen bloqueos en su relación con el Señor.

A manera de sugerencia para el que se inicia en la oración, es muy importante reconocer que El es el Padre verdadero, que su voluntad es suprema, y admitir que esa voluntad es lo mejor para nosotros, de ahí que la deseamos en nuestra

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vida, reconociendo la naturaleza de su amor, gracia y poder infinitos.

Es bueno hacer pausas en la oración para reflexionar, pensar en las cosas de Dios, meternos en su Palabra intensamente y visualizarlo a El, intercediendo por nosotros. (Ro. 8.34)

Debemos recordar las promesas del Señor aplicadas a aquellas circunstancias que nos mueven a orar, sea por nosotros o por otras personas.

Una promesa dada por Dios es algo muy firme. Mientras que la tempestad sopla en el mar de mis circunstancias, nuestra alma debe estar anclada en esas promesas y pemanecer firme.

En su Palabra, Dios dice que en Cristo todo lo que es de Jesús es nuestro también (Ro. 8. 17). Hay que evitar la negatividad y la duda, que impiden que sus promesas sean una realidad en nuestras vidas.

El milagro que esperamos tiene cuatro etapas: pedir, confiar, esperar y creer, creer y creer. Dios nunca llegará tarde, sino a la hora exacta.

Debemos pedir a Dios su punto de vista acerca del tema en cuestión. Así le damos una oportunidad de mostrar su amor y poder para con nosotros.

También hay que ser agradecidos, dándole gracias, recordando su fidelidad en otras oportunidades, y la forma en que fuimos auxiliados. (Col. 3.15)

Dios quiere que pensemos en El y nos concentremos sólo en El, porque en El está la preeminencia. (Col. 1.18)

Es muy conveniente interceder por aquellos que observamos débiles en alguna área. No juzquemos a nadie, intercedamos

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para que Cristo sea formado en el corazón de esa persona. (Is. 55. 6,7)

Somos débiles en unas áreas y fuertes en otras y a veces señalamos a quien cae en una área en la que somos fuertes. (1Co. 10. 12)

Después de orar vienen los pasos de fe, porque después de mucho orar y ayunar se hace necesario actuar, moviendo la vara que partirá en dos nuestro mar Rojo de problemas.

Dardos del malignoEs muy posible que en algún momento de la oración aparezcan dardos de Satanás bajo la forma de pensamientos opresivos de duda. En el corazón del creyente verdadero hay algo, algo difícil de definir, una especie de "chip" mediante el cual Dios nos instruye e impulsa a orar, sea por nosotros, sea por los demás o por alguna sanidad.

Pero esa voz suavecita, que ya sabemos es la voz de Dios diciéndonos: , siempre está acompañada de algún tipo de oposición, sea de alguien externo, presente y con incredulidad o de nosotros mismos, por la pesadez de nuestra carne.

Espere recibir la paz. Aguarde con atención, la confirmación directa de Dios. Esta siempre llegará a nosotros, o Dios lo hará llegar por medio de alguien (en este caso, el mensaje debe alinearse con la Palabra).

La paz que se recibe al final de la oración es la confirmación verdadera de que Dios ha escuchado. No se deje manipular ni manipule a nadie. No separe su vida espiritual de lo cotidiano.

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Ore con fervor, creyendo, creyendo de todo corazón -aquí está la clave- y Dios cerrará la boca de los leones, calmará las tormentas, te sostendrá sobre las aguas y avergonzará a los incrédulos.

¿Cuándo orar? Hay que orar como ya hemos dicho: de manera constante, sin cesar, en todo tiempo, en todo lugar, por toda persona, especialmente por quienes están en eminencia: líderes políticos y espirituales. (1Ti 2.1; 1Ti 2.2; 1Ti 2.8; 1 Ts 5.17,18 y Ro 12.12).

La Palabra de Dios insiste en que la mejor hora para orar es en las madrugadas; pero también hay versículos muy específicos: . (Salmo 55. 16, 17).

Arrodillado, el profeta Daniel oraba tres veces diarias (Dn 6.10) y Pablo, a juzgar por su propio testimonio en sus cartas, se mantenía en oración casi permanente.

La mejor hora, indudablemente, es en las madrugadas, porque hay silencio, tranquilidad, nadie interrumpe, la comunión se facilita y nos podemos disponer y concentrar. Pero también resulta en un gran sacrificio para muchos. El nos despierta a orar si se lo pedimos. A veces nos levantamos con energía, con ganas, pero otras veces nos ataca el cansancio.

Quien ya ha orado en la madrugada o a buena mañana ya tiene asegurado un día de victoria espiritual, ya que, si dejara la oración para la tarde o la noche, el enemigo podría aprovecharse durante el día.

Así le ocurrió al Rey David, quien desatendió este principio y un día de tantos, cuando ya su monarquía estaba consolidada, al extremo de que se daba el lujo de no ir a las

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batallas, fue víctima de una tentación que no pudo manejar y que es descrito en los capítulos 11 y 12 de 2 de Samuel.

En otras palabras, como David estaba de vago, se levantó y se fue a dar una vuelta por la azotea de su palacio. De la narración se desprende que no había hecho oración alguna. Desde ese sitio estratégico, se quedó mirando hacia abajo, donde se bañaba desnuda una hermosa mujer llamada Betsabé. El resto, con sus consecuencias, es historia ya conocida.

Resulta muy importante tener un lugar de reunión con el Señor. Así como en lo natural solemos reunirnos en determinados sitios con nuestros amigos, debemos preparar un lugar para nuestro encuentro con Dios, puede ser nuestra habitación o algún sitio específico de nuestra casa.

Al igual que cuando hay un encuentro con nuestro ser más querido preparamos el ambiente, también con el Señor podemos utilizar una música suavecita, preferiblemente instrumental y algún incienso que establezca la diferencia al aroma cotidiano del lugar. ¿Qué estorba a la oración?

Cuántas veces oramos durante semanas, meses y años sin lograr ningún resultado aparente. La situación se pone color de hormiga y la fe se debilita. En tal caso resulta muy prudente pedir a Dios que nos revele cuál o cuáles son las razones por las que nuestras peticiones resultan infructuosas.

Las causas por las que nuestras plegarias son estorbadas son muy diversas y la no respuesta puede interpretarse como un de que algo ocurre. Una de ellas es que, en cuanto a las relaciones sociales, nuestro nombre se encuentra en una lista de ofendidos y en otra de ofensores y resulta necesario

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hacer ciertos ajustes, a fin de estar en paz con nuestros prójimos.

Lee y medita

Si clamas y pides y nada sucede, piensa...

-¿Debes algo a alguien y no le has pagado? Entonces págale. (Ro. 13.7,8.)-¿Te deben dinero? Perdona a tus deudores, (según lo aconseja Jesús en el Padrenuestro) o bien llega a un arreglo con ellos.- ¿No has cumplido con las obligaciones económicas propias de un cristiano? Haz los cálculos y paga también.-Lo escondido puede estorbar a nuestras oraciones. Aquellas ocultas en algún lugar de la casa: casetes, revistas o cuadros pornográficos. Libros u objetos no devueltos, paños, mantas o ceniceros traídos de algún hotel o de la casa de alguien. También adornos, estatuillas y candeleros de dudosa procedencia, que bien pudieron servir en ceremonias paganas. Botellas de licor, cigarrillos. Películas de terror o con mensajes ocultos. O pecados ocultos de sexo, lujuria, robo...etc. (Josué 7)-Le tienes odio o rencor a alguien. Ve, pídele perdón a esa persona y restaura la paz con ella. (Mt. 5.23), (Mt. 18.35), (Stg 5.16).-Recibir dinero a cambio de favorecer a alguien en un trabajo del que ya, por sí, nos están pagando. (Lucas 3.12-14).-Evitar las contiendas marido-mujer para que las oraciones de ambos no sean estorbadas. (1Co. 7.35), (1 Pe 3.7)También frecuentar la amistad o recibir en casa a personas negativas, enemigas de nuestra fe o gente relacionada con el ocultismo. (1 Co. 5.11-13).

También, en el grupo de oraciones que, por sentido común, difícilmente son contestadas, podemos situar a aquellas que

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no se hacen con la finalidad piadosa de acercanos a Dios con humildad y reverencia a favor de alguna causa.

Se trata de plegarias en que se pide a Dios por aquello que bien pueden solucionar los que participan en la propia oración. Hay veces que las manos del Señor son las manos de nuestros hermanos en la fe (o las nuestras). No está bien pedir al Señor que arregle algo que es responsabilidad humana.

Soy un firme convencido de que Dios no va a arreglar algo para lo cual El ya ha dado a alguien las provisiones. Pero ese alguien normalmente se quiere .

Un ejemplo puede ser este: a la hermanita tal y tal le cortaron la luz y el agua porque no tenía plata. Ella ha llegado muy afligida a contarnos su dificultad y nosotros, como buenos fariseos, exclamamos:

.

Y mientras nos desgañitamos, recordándole hipócritamente al Señor que , sentimos como que algo nos estorba allí en el lugar donde tenemos la bolsa, quizá una billetera o algunas monedas que pudieron servir para mitigar, al menos en parte, la necesidad de nuestra hermanita. (1 Ti. 5.8; 1 Juan 3. 17,18).

Otras oraciones que se para el sol a verlas (no Dios a escucharlas) son aquellas en las que se ofende a alguno de los que oran o bien, oraciones que son chismes encubiertos (la oración como pretexto) .

No quiero ni imaginar el rostro del Señor al escuchar semejantes yeguadas , supuestamente dichas para ayudar a alguien.

La verdad es que todos tenemos algún que nos majen y entre más rápido lo aceptemos, nos arrepintamos y

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solucionemos el problema, más pronto restauraremos nuestra relación con Dios, de manera que nuestras oraciones puedan ser contestadas.

La incredulidad

Conjuntamente con el orgullo, la rebelión y la idolatría, la duda se constituye en un pecado delante del Señor. De la duda, que es lo opuesto a la fe, Dios nos dice que:

. (He. 11.6 ).

La duda nos puede conducir a una forma de orar equivocada cuando exclamamos: .

No hay que orar apelando a los sentimientos de Jesús, sino a su poder y a los recursos que El tiene, según nos lo dice su Palabra. El es galardonador de los que lo buscan diligentemente.

En Marcos 9.14 se nos habla de un lunático a quien los discípulos de Jesús no pudieron liberar. Jesús preguntó al padre del joven: y el padre le explica que los apóstoles fallaron tratando de echar al demonio que atormenta a su hijo.

El padre de este joven endemoniado también apelaba a los sentimientos de Jesús y este le dice: tu puedes creer.

En nuestras oraciones no debemos transferir la responsabilidad de nuestra fe a Jesús, porque nuestro deber es creerle a El y a Jesús le corresponde hacer el milagro.

Jesús era el responsable de su poder, no de la fe del padre del endemoniado. Existe la tendencia a esperar a que Dios haga algo, sin nosotros hacer nada de nuestra parte.

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Luego el padre acepta que es incrédulo y le dice a Jesús: y el milagro se realiza.

En nuestras oraciones debemos pedir a Dios que nos de el nivel de fe de la mujer sirofenicia, que insistió hasta que Jesús la atendió y obtuvo la liberación de su hija. (Mt 15.21-28; Mr. 7.24-30).

Otro buen ejemplo es el del centurión romano, un hombre pagano, que se atrevió a decir a Jesús: .

Y a este centurión romano Jesús alabó su nivel de fe, diciendo que . (Mt 8.5-13; Lc 7. 1-10)

Y el mejor caso de fe poderosa es el de la mujer con flujo de sangre, quien se atrevió a tocar el manto de Jesús entre la multitud y cuya fe provocó que el Maestro se detuviera ante ella. Su fe fue recompensada en salvación eterna y sanidad física.

Y es que Dios con frecuencia salta por sobre millones de incrédulos para bendecir a alguien, cualquiera, que se atreve a creerle.

Así, después de que eliminemos la rebelión y echemos fuera toda incredulidad, será restaurada nuestra comunión con Dios y sólo entonces volveremos a la primavera del Espíritu.

Casos especialesEl otro día, por la televisión, observaba al predicador argentino Dante Gebel haciendo una curiosa exposición de situaciones en que su oración había dado resultados positivos, aún cuando la lógica humana podría contradecir tales resultados.

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Contaba que en muchas ocasiones él ha ministrado sanidad a gente enferma, estando él enfermo y la gente ha sanado, en tanto él ha seguido enfermo por un tiempo.

Agregaba que ha ministrado por prosperidad, estando él sin un centavo en sus bolsillos. Y afirmaba que la gente era restaurada en ese campo, mientras que él se decía por dentro: .

Y en su exposición, Gebel recordaba que había sido testigo de grandes sanidades y milagros hechos por el Señor a personas en sus bocas mientras eran ministrados por un evangelista muy famoso en Argentina llamado Carlos Anacondia.

«La gente era sanada de úlceras, Dios les calzaba muelas con oro, platino y hasta piedras preciosas, les ponía dientes o muelas donde no habían y todo utilizando como medio para ministrar a un evangelista... que tenía en sus dientes simples calzas hechas por los dentistas normales».

Cuando yo escuchaba a Dante Gebel vino a mi mente una anécdota que le escuché a alguien, y que llama aún más a la reflexión.

Se trata de un hombre de este país, un evangelista con una tremenda unción de sanidad, pero que las vicisitudes de la vida lo apartaron de Dios y lo lanzaron al vicio de la bebida.

El hombre de esta anécdota había participado en campañas donde parapléjicos eran restaurados, dejaban sus sillas de ruedas, los sordos recuperaban la audición, los ciegos la vista...

Convertido en un borrachito, el ex evangelista venía tambaleándose, sostenido por un par de amigos de parranda y en eso, en un rincón de una acera, se toparon con un hombre a quien se le había pegado su silla de ruedas en un hueco e intentaba sacarla de ahí.

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En medio de la bruma de su alcoholizada mente, el ex evangelista recordó sus días de gloria en campañas de sanidad y exclamó: , y el hombre se incorporó de la silla de ruedas y echó a andar.

¿Qué pudo pasar ahí?

A manera de respuesta se me viene a la mente que Judas, el Izcariote, el que vendió a Jesús, quizá hizo muchas sanidades en nombre de su Maestro y aún estando influido por el robo, un pecado que lo llevaría a cometer el peor de los errores.

Recuerdo que en 1998, estando yo apartado de Cristo y participando de distintos pecados, entre los que puedo citar el de adulterio, fornicación, cigarrillo y muchos otros, fui testigo directo de un milagro asombroso, por el que doy la honra y gloria al Señor.

Fui a visitar a una señora a San Josecito de Alajuelita. Ahí estaba un nietito, de 12 años, de nombre Olman, un jovencito que había sido desahuciado por los médicos.

A Olman le había salido un tumor canceroso en la cabeza, encima de un sitio denominado , detrás de la frente.

El tumor iba creciendo y creciendo y, por estar en un sitio muy peligroso, los médicos se negaban a operar al muchacho.

La presión, ante el crecimiento del tumor le había desviado uno de los ojos a Olman, a quien se le observaba un evidente estravismo en ese ojo. Sufría de terribles dolores de cabeza y debía tomar gran cantidad de medicamentos, no con la finalidad de curarlo, sino de mantenerlo aliviado.

Por ser de una familia muy pobre, Olman y su madre eran asistidos por dos unidades médicas, una de control del dolor

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y la otra de Cuidados Paliativos para el de los pacientes desahuciados.

El joven había dejado los estudios porque al caminar y aumentar su presión sanguínea, el tumor le provocaba dolores tan fuertes que lo lanzaban al suelo.

A Olman, para esos días, el diario La Nación le había hecho un reportaje y aparecía ocupando la primera página de la revista VIVA, como uno de los casos más graves, que eran atendidos por la Unidad de Cuidados Paliativos.

La familia estaba resignada, Olman sabía de su situación, pero, niño al fin, se entretenía jugando con un carrito a control remoto, que los de la le habían regalado, a manera de , antes de morir.

Yo llegué a esa casa con mis credenciales de amigo de la familia y concubino de una tía de Olman; pero, al observar la situación sentí un dolor muy profundo, un deseo de hacer algo... algo...

Cuando llegó la hora de hacer unas compras pedí a la mamá de Olman que lo dejara acompañarme a la pulpería, que distaba unos 400 metros de ahí.

Mientras caminábamos yo reflexionaba. pudiera orar para sanidad de Olman; si Dios me escuchara, si El hiciera el milagro...si....

Pero al mismo tiempo escuchaba al diablo con sus dardos: , , .

A mitad de camino, y cuando ya regresábamos, decidí disparar, arriesgando a que la pólvora estuviera mojada, exponiéndome a que el Señor se pusiera unos tapones celestiales en sus oídos para no escucharme a mi, convertido en un triste pecador.

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-Olman ¿usted cree en Jesucristo?-Por supuesto.-¿Usted ya lo recibió como Señor y Salvador?-No. Sólo vamos de vez en cuando a misa.-¿Usted cree que Jesús lo puede sanar?-Claro que si. El tiene poder.-¿Le gustaría recibirlo en este momento?-Si, si, claro.

Olman recibió al Señor en esa tarde. Lo hizo con mucha seriedad, con mucha fe en su semblante, incluso me dijo que ya no tomaría tanta pastilla, porque estaba seguro de haber sido sanado.

Y así fue, Olman sanó, el tumor desapareció y su ojo recuperó su posición normal. Hoy día es un muchacho sano, que estudia y acompaña a su madre en sus quehaceres. ¡Gloria a Dios!

Con lo anterior no pretendo gloriarme ni estimular a nadie al pecado, todo lo contrario, con vergüenza admito que me encontraba en una deplorable condición espiritual.

¿Qué pasó? Quizá Dios honró la fe sencilla de Olman, tal vez se agradó de mi deseo genuino por la sanidad de ese muchacho o tal vez ayudó que antes de pedir por él pedí a Dios perdón por la osadía de llegar ante El así, con las ropas espirituales arrugadas y sucias.

Cada vez que recuerdo esa anécdota me viene a la memoria aquel pasaje que dice:

. ( Mt. 7. 22,23).

¿Las necesidades de Dios?

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¿A quién se le ocurrer que Dios tenga necesidades? A nadie. No parece lógico bajo ningún punto de vista

Porque ¿quién como Dios, un Dios fuerte en extremo, que todo lo sabe, que todo lo puede y que todo lo tiene? Y además, para quien todo es posible.

Pero hay algo que, aunque por supuesto se encuentra entre las posibilidades de Dios, El difícilmente hará: obligar a los humanos a que lo amen, lo alaben y lo obedezcan.

El deseo de Dios, de que lo amemos, es tan importante que nos lo dejó escrito como mandamiento .

¿Acaso hay alguien que amó a Dios sobre todas las cosas, lo adoró y lo obedeció en extremo y fue abandonado por El? Por supuesto que nadie.

Pero a los seres humanos, cuando nos hablan del verbo , de inmediato lo relacionamos con el verbo y nos olvidamos del verbo ... a Dios lo que su palabra establece: amor, adoración, respeto, temor... las primicias de nuestro trabajo...

A pesar de todo su poder, autoridad y de ser poseedor de todo cuanto existe, Dios es un Dios frágil y tierno en extremo, que siempre espera que le demos nuestro amor y atención .

Hay maridos que satisfacen las necesidades de sus esposas, pero sufren porque el corazón de ellas no les pertenece. Y así como ningún marido puede obligar a su esposa a que lo ame, Dios, con todo su poder, tampoco obliga a su esposa terrenal, la iglesia a que lo adore y lo busque.

De ahí que es lógico pensar que las añadiduras llegan con facilidad a nuestras vidas cuando hacemos precisamente eso: amar y adorar a Dios de todo corazón, hasta el punto de olvidarnos de nuestras necesidades físicas.

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Porque ¿cuál esposo no está dispuesto a satisfaces los deseos y necesidades de una esposa que lo ama de todo corazón?

¿Quién dice que Dios no tiene corazón? (1 S 13.14; Hchs 13.22) ni sentimientos? Por supuesto que los tiene, pero como mínimo espera de nosotros los humanos que creamos que El existe y que es galardonador de los que le buscan ¿y cómo? en oración, en alabanza y adoración. (Ro. 8.28; He 11.6).

. «¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados». (Santiago 5. 13-15)

No te aflijas si en el juego de la vida aún no llega el gol de tu victoria. Recuerda que en ese juego eres más que vencedor, que el árbitro está de tu parte y de ser necesario, hasta te dará un tiempo de reposición. (FIN)

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