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    ADOLF LOOS | ORNAMENTO Y DELITO

    07 | Noviembre 2011

    Ornamento y delitoAdolf Loos

    paperback| 07 2011 | ISSN 18858007escueladeartenmerodiez

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    Ornamento y delito

    El ornamento no es slo es smbolo de untiempo ya pasado. Es un signo dedegeneracin esttica y moral.

    Palabras claveComposicin, simetra, quiralidad,percepcin visual,

    El embrin humano pasa, en el seno materno, por todas las fases evolutivas del reino animal.Cuando nace un ser humano, sus impresiones sensoriales son iguales a las de un perro recinnacido. Su infancia pasa por todas las transformaciones que corresponden a aquellas por lasque pas la historia del gnero humano. A los dos aos, lo ve todo como si fuera un papa. Alos cuatro, como un germano. A los seis, como Scrates y a los ocho como Voltaire. Cuandotiene ocho aos, percibe el violeta, color que fue descubierto en el siglo XVIII, pues antes el

    violeta era azul y el prpura era rojo. El fsico seala que hay otros colores, en el espectrosolar, que ya tienen nombres, pero comprenderlo se reserva al hombre del futuro.

    El nio es amoral. El papa tambin lo es para nosotros. El papa despedaza a susenemigos y los devora. No es un delincuente, pero cuando el hombre moderno despedaza ydevora a alguien entonces es un delincuente o un degenerado. El papa se hace tatuajes en lapiel, en el bote que emplea, en los remos, en fin, en todo lo que tiene a su alcance. No es undelincuente. El hombre moderno que se tata es un delincuente o un degenerado. Haycrceles donde un ochenta por ciento de los detenidos presentan tatuajes. Los tatuados queno estn detenidos son criminales latentes o aristcratas degenerados. Si un tatuado muereen libertad, esto quiere decir que ha muerto antes de cometer un asesinato.

    El impulso de ornamentarse el rostro y cuanto se halle a su alcance es el primer origen delas artes plsticas. Es el balbuceo de la pintura; todo arte es ertico.

    El primer ornamento que surgi, la cruz, es de origen ertico. La primera obra de arte, laprimera actividad artstica que el artista pintarraje en la pared, fue para despojarse de sus

    excesos. Una raya horizontal: la mujer yacente. Una raya vertical: el hombre que la penetra.El que cre esta imagen sinti el mismo impulso que Beethoven, estuvo en el mismo cielo enel que Beethoven compuso la Novena Sinfona.

    Pero el hombre de nuestro tiempo que, a causa de un impulso interior, pintarrajea lasparedes con smbolos erticos, es un delincuente o un degenerado. Es natural que sea en losretretes donde este impulso invade del modo ms impetuoso a las personas con talesmanifestaciones de degeneracin. Se puede medir el grado de civilizacin de un pasatendiendo a la cantidad de garabatos que aparezcan en las paredes de sus letrinas. En elnio, garabatear es un fenmeno natural; su primera manifestacin artstica es llenar lasparedes con smbolos erticos. Pero lo que es natural en el papa y en el nio resulta en elhombre moderno un fenmeno de degeneracin. Descubr lo siguiente y lo comuniqu almundo: La evolucin cultural equivale a la eliminacin del ornamento del objeto usual. Crecon ello proporcionar a la humanidad algo nuevo con lo que alegrarse, pero no me lo haagradecido. Se pusieron tristes y su nimo decay. Lo que les preocupaba era saber que no sepoda producir un ornamento nuevo. Cmo no es posible para nosotros, hombres del sigloXIX, , lo que sabe cualquier negro, lo que todos los pueblos y pocas anteriores a nosotroshan sabido? Lo que el gnero humano haba creado miles de aos atrs sin ornamentos fuedespreciado y destruido. No poseemos bancos de carpintera de la poca carolingia, pero elmenor objeto carente de valor que estuviera ornamentado se conserv, se limpicuidadosamente y se edificaron pomposos palacios para albergarlo. Los hombres paseanentristecidos ante las vitrinas, avergonzndose de su actual impotencia. Cada poca tiene suestilo, slo la nuestra carecer de uno que le sea propio? Por estilo se quera entenderornamento. Por tanto, dije: No lloris! Lo que constituye la grandeza de nuestra poca es quees incapaz de realizar un ornamento nuevo. Hemos vencido al ornamento. Nos hemos

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    dominado hasta el punto de que ya no hay ornamentos. Ved, est cercano el tiempo en quelas calles de las ciudades brillarn como muros blancos. Como Sin, la ciudad santa, la capital

    del cielo. Entonces lo habremos conseguido.Pero existen los malos espritus incapaces de tolerarlo. A su juicio, la humanidad deberaseguir en la esclavitud del ornamento. Los hombres estaban lo bastante adelantados comopara que el ornamento no les deleitara, como para que un rostro tatuado no aumentara lasensacin esttica como en los papas, sino que la disminuyera. Lo bastante adelantadoscomo para alegrarse por una pitillera no ornamentada y comprarse aqulla pudiendo, por elmismo precio, conseguir otra con adornos. Eran felices con sus vestidos y estaban contentosde no tener que ir de feria en feria como los monos llevando pantalones de terciopelo contiras doradas. Y dije:

    Fijaros: la habitacin en que muri Goethe es ms hermosa que toda la pompa renacentistay un mueble liso es ms bonito que todas las piezas de museo incrustadas y esculpidas. Ellenguaje de Goethe es mucho ms bonito que todos los ornamentos de los pastores del roPegnitz.

    Los malos espritus lo oyeron con desagrado, y el estado, cuya misin es retrasar a lospueblos en su evolucin cultural, consider como suya la cuestin de la evolucin yreanudacin del ornamento. Pobre del Estado, cuyas revoluciones las dirijan los consejerosde la Corte! Pronto pudo verse en el Museo de Artes Decorativas de Viena un aparadorllamado la rica pesca; hubo armarios que se llamaron la princesa encantada o algo por elestilo que aluda a a los ornamentos con que estaban cubiertos esos desgraciados muebles. Elestado austraco se tom tan en serio su trabajo que se preocup de que las polainas de paono desapareciesen del territorio de la monarqua austro-hngara. Oblig a todo hombreculto mayor de veinte aos a llevar durante tres aos polainas en lugar de calzado eficiente.Ya que todo Estado parte de la suposicin de que un pueblo que est en baja forma es msfcil de gobernar.

    Pues bien, la epidemia ornamental est reconocida estatalmente y se subvenciona con

    dinero del Estado. Yo, sin embargo, veo en ello un retroceso. No puedo admitir la objecinde que el ornamento aumenta la alegra de vivir de un hombre culto, no puedo admitirtampoco la que se disfraza con estas palabras: Pero cundo el ornamento es bonito...! Param y para todos los hombres cultos el ornamento no nos aumenta la alegra de vivir. Si quierocomer un trozo de aluj escojo uno que sea completamente liso y no uno recargado deornamentos, que represente un corazn, un nio en mantillas o un jinete. El hombre delsiglo xv no me entendera; pero s podran hacerlo todos los hombres modernos. El defensordel ornamento cree que mi impulso hacia la sencillez equivale a una mortificacin. No,estimado seor profesor de la Escuela de Artes Decorativas, no me mortifico! Lo prefiero as.Los platos de siglos pasados que presentan ornamentos con objeto de hacer aparecer msapetitosos los pavos, faisanes y langostas, a m me producen el efecto contrario. Voy conrepugnancia a una exposicin de arte culinario, sobre todo si pienso que tendra que comerestos cadveres de animales rellenos.

    El enorme dao y las devastaciones que ocasiona el resurgimiento del ornamento en laevolucin esttica, podran olvidarse con facilidad ya que nadie, ni siquiera ninguna fuerzaestatal, puede detener la evolucin de la humanidad. Slo es posible retrasara. Podemosesperar. Pero es un delito respecto a la economa del pueblo el que, a travs de ello, se pierdael trabajo, el dinero y el material humanos. El tiempo no puede compensar estos daos.

    El ritmo de la evolucin cultural sufre a causa de los rezagados. Yo quiz vivo en 1908 peromi vecino vive en 1900 y el de ms all en 1880. Es una desgracia para un Estado que lacultura de sus habitantes abarque un perodo de tiempo tan amplio. El campesino de laapartada regin de Kals vive en el siglo XII. Y en la procesin de la fiesta de jubileo tomaronparte gentes que ya en la poca de las grandes migraciones, se hubieran consideradoretrasadas. Feliz el pas que no tenga este tipo de rezagados y merodeadores. Feliz Amrica!

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    Entre nosotros mismos hay en las ciudades hombres que no son nada modernos, rezagadosdel siglo XVIII que se horrorizan ante un cuadro con sombras violetas, porque an no saben

    ver el violeta. Les gusta el faisn si el cocinero se ha pasado todo un da para prepararlo y lapitillera con ornamentos renacentistas les gusta mucho ms que la lisa. Y qu pasa en elcampo? Los vestidos y aderezos son de siglos anteriores. El campesino no es cristiano, estodava pagano.

    Los rezagados retrasan la evolucin cultural de los pueblos y de la humanidad, ya que elornamento no est engendrado slo por delincuentes, sino que es un delito en tanto queperjudica enormemente a los hombres atentando a la salud, al patrimonio nacional y por esoa la evolucin cultural. Cuando dos hombres viven cerca y tienen unas mismas exigencias, lasmismas pretensiones y los mismos ingresos, aunque pertenecen a distintas civilizaciones, sepuede observar, desde el punto de vista econmico de un pueblo, lo siguiente: el hombre delsiglo XX ser cada vez ms rico, el del siglo XVIII cada vez ms pobre. Supongamos que losdos viven segn sus inclinaciones. El hombre del siglo XX puede cubrir sus exigencias con uncapital mucho ms pequeo y por tanto puede ahorrar. La verdura que le gusta est

    simplemente hervida en agua y condimentada con mantequilla. Al otro hombre le gusta mscuando se le aade miel y nueces y cuando sabe que otra persona ha pasado horas paracocinara. Los platos ornamentados son muy caros, mientras que la vajilla blanca que le gustaal hombre es barata. ste ahorra mientras que el otro se endeuda. As ocurre con nacionesenteras. Pobre del pueblo que se quede rezagado en la evolucin cultural! Los ingleses serncada vez ms ricos y nosotros cada vez ms pobres...

    Pero es peor el dao que padece el pueblo productor a causa del ornamento. Como elornamento no es un producto natural de nuestra civilizacin, es decir, representa unretroceso o una degeneracin, el trabajo del ornamentista ya no se paga como es debido. Esconocida la situacin en los oficios de talla y adorno, los sueldos criminalmente bajos que sepagan a las bordadoras y encajeras. El ornamentista ha de trabajar veinte horas para lograrlos mismos ingresos de un obrero moderno que trabaje ocho horas. El ornamento encarece,

    por regla general, el objeto; sin embargo, se da la paradoja de que una pieza ornamentada conigual coste material que el de un objeto liso, y que necesita el triple de horas de trabajo parasu realizacin se paga por el ornamentado, cuando se vende, la mitad que por el otro. Lacarencia de ornamento tiene como consecuencia una reduccin de las horas de trabajo y unaumento de salario. El tallista chino trabaja diecisis horas, el trabajador americano sloocho. Si por una caja lisa se paga lo mismo que por otra ornamentada, la diferencia, encuanto a horas de trabajo, beneficia al obrero. Si no hubiera ningn tipo de ornamento,situacin que a lo mejor se dar dentro de miles de aos, el hombre, en vez de tener quetrabajar ocho horas, podra trabajar slo cuatro, ya que la mitad del trabajo se va, an hoy enda, en realizar ornamentos.

    El ornamento es fuerza de trabajo desperdiciada y por ello salud desperdiciada. As fuesiempre. Hoy significa, adems, material desperdiciado y ambas cosas significan capitaldesperdiciado.

    Como el ornamento ya no pertenece orgnicamente a nuestra civilizacin, tampoco es yaexpresin de ella. El ornamento que se crea hoy ya no tiene ninguna relacin con nosotros nicon nada humano; es decir, no tiene relacin alguna con la actual ordenacin del mundo. Noes capaz de evolucionar. Qu ha sucedido con la ornamentacin de Otto Eckmann, con la deVan de Velde? Siempre estuvo el artista sano y vigoroso en las cumbres de la humanidad. Elornamentista moderno es un retrasado o una aparicin patolgica. Reniega de sus productosuna vez transcurridos tres aos. Las personas cultas los consideran insoportables deinmediato; los otros, slo se dan cuenta de esto al cabo de aos. Dnde se hallan hoy lasobras de Otto Eckmann? Dnde estarn las obras de Olbrich dentro de diez aos? Elornamento moderno no tiene padres ni descendientes, no tiene pasado ni futuro. Slo es

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    saludado con alegra por personas incultas, para quienes la grandeza de nuestra poca es unlibro con siete sellos, y, al cabo de un tiempo, reniegan de l.

    En la actualidad, la humanidad es ms sana que antes; slo estn enfermos unos pocos.Estos pocos, sin embargo, tiranizan al obrero, que est tan sano que no puede inventarornamento alguno. Le obligan a realizar, en diversos materiales, los ornamentos inventadospor ellos.

    El cambio del ornamento trae como consecuencia una pronta desvaloracin del productodel trabajo. El tiempo del trabajador, el material empleado, son capitales que se derrochan.He enunciado la siguiente idea: La forma de un objeto debe ser tolerable el tiempo que durefsicamente. Tratar de explicarlo: Un traje cambiar muchas ms veces su forma que una

    valiosa piel. El traje de baile creado para una sola noche, cambiar de forma mucho msdeprisa que un escritorio. Qu malo sera, sin embargo, si tuviera que cambiarse el escritoriotan rpidamente como un traje de baile por el hecho de que a alguien le pareciera su formainsoportable; entonces se perdera el dinero gastado en ese escritorio.

    Esto lo sabe bien el ornamentista y los ornamentistas austracos intentan resolver este

    problema. Dicen: Preferimos al consumidor que tiene un mobiliario que, pasados diez aos,le resulta inaguantable, y que, por ello, se ve obligado a adquirir muebles nuevos cada dcada,al que se compra objetos slo cuando ha de substituir los gastados. La industria lo requiere.Millones de hombres tienen trabajo gracias al cambio rpido. Parece que ste es el misteriode la economa nacional austraca; cuantas veces, al producirse un incendio, se oyen laspalabras: Gracias a Dios, ahora la gente ya tendr algo que hacer! Propongo un buensistema: Se incendia una ciudad, se incendia un imperio, y entonces todo nada en bienestar yen la abundancia. Que se fabriquen muebles que, al cabo de tres aos, puedan quemarse; quese hagan guarniciones que puedan ser fundidas al cabo de cuatro aos, ya que en las subastasno se logra ni la dcima parte de lo que cost la mano de obra y el material, y as nos haremosricos y ms ricos.

    La prdida no slo afecta a los consumidores, sino, sobre todo, a los productores. Hoy en

    da, el ornamento, en aquellas cosas que gracias a la evolucin pueden privarse de l, significafuerza de trabajo desperdiciada y material profanado. Si todos los objetos pudieran durartanto desde el ngulo esttico como desde el fsico, el consumidor podra pagar un precio queposibilitara que el trabajador ganara ms dinero y tuviera que trabajar menos. Por un objetodel cual est seguro que voy a utilizar y obtener el mximo rendimiento pago con gustocuatro veces ms que por otro que tenga menos valor a causa de su forma o material. Por misbotas pago gustoso cuarenta coronas, a pesar de que en otra tienda encontrara botas por diezcoronas. Pero, en aquellos oficios que languidecen bajo la tirana de los ornamentistas, no se

    valora el trabajo bueno o malo. El trabajo sufre a causa de que nadie est dispuesto a pagar suverdadero valor.

    Y esto no deja de estar bien as, ya que tales objetos ornamentados slo resultan tolerablesen su ejecucin ms msera. Puedo soportar un incendio ms fcilmente si oigo decir queslo se han quemado cosas sin valor. Puedo alegrarme de las absurdas y ridculasdecoraciones montadas con motivo del baile de disfraces de los artistas, porque s que lo hanmontado en pocos das y que lo derribarn en un momento. Pero tirar monedas de oro en

    vez de guijarros, encender un cigarrillo con un billete de banco, moler y beberse una perla esalgo antiesttico.

    Verdaderamente los objetos ornamentados producen un efecto antiesttico, sobre todocuando se realizaron con el mejor material y con el mximo cuidado, y requirieron muchotiempo de trabajo. Yo no puedo dejar de exigir ante todo trabajo de calidad, pero desde luegono para cosas de este tipo.

    El hombre moderno, que considera sagrado el ornamento como signo de superioridadartstica de las pocas pasadas, reconocer de inmediato, en los ornamentos modernos, lo

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    torturado, lo penoso y lo enfermizo de los mismos. Alguien que viva en nuestro nivel culturalno puede crear ningn ornamento.

    Ocurre de distinta manera con los hombres y pueblos que no han alcanzado este grado.Predico para el aristcrata; me refiero al hombre que se halla en la cima de la humanidad yque, sin embargo, comprende profundamente los ruegos y exigencias del inferior.Comprende muy bien al cafre, que entreteje ornamentos en la tela segn un ritmodeterminado que slo se descubre al deshacerla; al persa que anuda sus alfombras; a lacampesina eslovaca que borda su encaje; a la anciana seora que realiza objetos maravillososen cuentas de cristal y seda. El aristcrata les deja hacer, sabe que, para ellos, las horas detrabajo son sagradas.

    El revolucionario dira: Todo esto carece de sentido. Lo mismo que apartara a unaanciana de la vecindad de una imagen sagrada y le dira: No hay Dios. Sin embargo, el ateo,entre los aristcratas, al pasar por delante de una iglesia se quita el sombrero.

    Mis zapatos estn llenos de ornamentos por todas partes, constituidos por festones yagujeros, trabajo del zapatero que no le ha sido pagado. Voy al zapatero y le digo: Usted pide

    por un par de zapatos treinta coronas. Yo le pagar cuarenta. Con esto he elevado el estadoanmico de este hombre, cosa que me agradecer con trabajo y material, que, en cuanto acalidad, no estn en modo alguno relacionados con la sobreabundancia. Es feliz. Raras vecesllega la felicidad a su casa. Ante l hay un hombre que le entiende, que aprecia su trabajo y noduda de su honradez. En sueos ya ve ante l los zapatos terminados. Sabe dnde puedeencontrar la mejor piel, sabe a qu trabajador debe confiar los zapatos y stos tendrn tantaspintas y agujeros como los que slo aparecen en los zapatos ms elegantes. Entonces le digo:pero impongo una condicin. Los zapatos tienen que ser enteramente lisos. Ahora escuando le he lanzado desde las alturas ms espirituales al Trtaro. Tendr menos trabajo,pero le he arrebatado toda la alegra.

    Predico para los aristcratas. Soporto los ornamentos en mi propio cuerpo si stosconstituyen la felicidad de mi prjimo. En este caso tambin llegan a ser, para m, motivo de

    contento. Soporto los ornamentos del cafre, del persa, de la campesina eslovaca, los de mizapatero, ya que todos ellos no tienen otro medio para alcanzar el punto culminante de suexistencia. Tenemos el arte que ha borrado el ornamento. Despus del trabajo del da vamosal encuentro de Beethoven o de Tristn. Esto no lo puede hacer mi zapatero. No puedoarrebatarle su alegra, ya que no tengo nada que ofrecerle a cambio. El que, en cambio, va aescuchar la Novena Sinfona y luego se sienta a dibujar una muestra de tapete es un hipcritao un degenerado.

    La carencia de ornamento ha conducido a las dems artes a una altura imprevista. Lassinfonas de Beethoven no hubieran sido escritas nunca por un hombre que fuera vestido deseda, terciopelos y encajes. El que hoy en da lleva una americana de terciopelo no es unartista, sino un payaso o un pintor de brocha gorda. Nos hemos vuelto ms refinados, mssutiles. Los miembros de la tribu se tenan que diferenciar por colores distintos, el hombremoderno necesita su vestido impersonal como mscara. Su individualidad es tanmonstruosamente vigorosa que ya no la puede expresar en prendas de vestir. La falta deornamentos es un signo de fuerza espiritual. El hombre moderno utiliza los ornamentos decivilizaciones anteriores y extraas a su antojo. Su propia invencin la concentra en otrascosas.

    _________________________________________________________________________Cmo citar este artculo

    LOOS, Adolf (1908) Ornamento y delitp. paperback n 7. ISSN 1885-8007. [fecha deconsulta: dd/mm/aa] http://www. paperback.es/articulos/loos/ornamento.pdf

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    Adolf Loos

    Arquitecto18701933

    Adolf Loos naci en Brno, enMoravia, uno de tantosterritorios centroeuropeosdel parte del Imperioaustrohngaro en 1870. Trasfinalizar sus estudios vivi enEstados Unidos durante tresaos, entre 1893 y 1896. Sesiti en contra de los

    modernistas, que formabanla denominada Secesin deViena y puede serconsiderado uno de losprecursores del racionalismoarquitectnico. Se mantuvoen contacto con lasvanguardias artsticasrepresentadas por figuras tanrelevantes como ArnoldSchnberg o Tristan Tzara.Expres su rechazo por la

    ornamentacin y loselementos historicistas de laarquitectura en artculos deopinin no siemprerigurosos: Ornamento ydelito de 1908) yArquitectura de1910 sondos de sus escritos msrelevantes y conocidos.

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