Oscar brahim y diseño y delito

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OSCAR BRAHIM / DISENO Y DELITO A partir de una documental de Sergio Morkin y un texto de Harold Foster Una lectura desde el espacio privado en el 1900 hasta la ciudad en nuestros días. El estilo 2000, así llama Harold Foster al nuevo modo de vida que se vive en la ciudad, aquel patrocinado por las marcas y el diseño. Una impronta que tiene su raíces en el 1900 con la ‘’moda’’ por el Art Noveau, el excesivo decorativo de líneas curvas y floreadas hablaban de reflejar la subjetividad del individuo en todos los objetos que convivían con él, pero, al margen positivista de no sumirse al desarrollo industrial y la construcción en serie. En paralelo y contraste, está Adolf Loos, hombre de pensamiento moderno, antidecorativista que a través del libro Ornamento y delito, plantea la aberración del exceso decorativo y su relación con el status individual de quien lo

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OSCAR BRAHIM / DISENO Y DELITOA partir de una documental de Sergio Morkin y un texto de Harold Foster

Una lectura desde el espacio privado en el 1900 hasta la ciudad en nuestros días.

El estilo 2000, así llama Harold Foster al nuevo modo de vida que se vive en la

ciudad, aquel patrocinado por las marcas y el diseño.

Una impronta que tiene su raíces en el 1900 con la ‘’moda’’ por el Art Noveau, el

excesivo decorativo de líneas curvas y floreadas hablaban de reflejar la

subjetividad del individuo en todos los objetos que convivían con él, pero, al

margen positivista de no sumirse al desarrollo industrial y la construcción en serie.

En paralelo y contraste, está Adolf Loos, hombre de pensamiento moderno,

antidecorativista que a través del libro Ornamento y delito, plantea la aberración

del exceso decorativo y su relación con el status individual de quien lo acoge. Su

inherente relación con el niño rico pobre, aquel que se afana por obtener lo que

se ‘’debe’’ llevar y que lo logra por su condición económica, usando el decorado

como un manto que viste su semblante, un modo de ocultar al hombre desdichado

tras los objetos de la casa, una explosión de colores y formas en cantidad que

intenta aludir a la valoración por el arte y con ello envolver la vida, proyectando lo

correcto y lo feliz, una estrecha relación que Loos denomina como ‘’gratuita’’.

Hoy, el exceso de diseño en todas parte y el estilo de vida están estrechamente

relacionados, tal como menciona Foster, una pauta que se ve desde el jeans que

usamos, pasando por el diseño salud, el diseño educación, hasta los genes.

De qué manera el diseño se concentra en todo, y si bien hoy, también no deja de

ser una forma de manto protector frente a los de afuera, y como un sistema que

elige lo que nos debe gustar, porque si bien tengo un gusto por cierto objeto es

porque aquel lo implantaron para que me gustara. El tema de las modas de

vestuario por ejemplo, y la investigación previa, el manejo de la imagen y la

proyección de esta en nuestro subconsciente, se trata desde años antes por las

compañías de marketing, donde invisiblemente a través de ciertos estímulos

visuales mediáticos nos implantan que es lo que nos gustará para la próxima

temporada. Pero estos, estímulos mediáticos, no solo son parte de uno objeto

tangible que comprar para travestirnos, también es usado para cambiar nuestras

formas de pensar en cuanto a valores, principios y proyección de vida. Algo similar

a lo acabo de nombrar sucede con el polémico caso de Hidroaysén, por un lado

una respuesta a la negatividad del proyecto, la excesiva información a través de

las redes sociales, unifica la masa híbrida con gente que se une a la causa sin

entender realmente lo que está pasando, sucede una especie de moda. En

términos de manipulación, más clara está la imagen que quieren reflejar los

gestores del proyecto Hidroaysén con: la producción de mega publicidades en las

principales vías de Sgto. Aludiendo al supuesto beneficio el proyecto, donde

paralelamente en los medios televisivos vemos spots comerciales donde se dice

que la electricidad es fundamental para que Chile continúe, mostrando una imagen

tan patética como la comparación del uso de un secador de pelo v/s la luminaria

de un estadio de fútbol.

Ejemplificando estos casos, quería apuntar al manejo sobre el entorno que tienen

los medios publicitarios, y frente a esta problemática nace la comparativa con

Oscar Brahim, un hombre contemporáneo, de oficio taxista, que gracias a su

condición, decide intervenir la propaganda que se encuentre en su camino. Un

corredor empedernido que probablemente recorra más que cualquiera la ciudad a

diario, la diferencia está en que él si se fijo en lo que había en ese recorrido. Una

inquietud por los grandes carteles publicitarios de las multinacionales, lo llevó a

realizar una contra propaganda, nace un dibujante innato, un creativo, o un

‘’francotirador urbano’’ como lo nombran en una de las tantas charlas y workshop’s

que lo invitan.

Es hacer para vivir v/s el hacer para cumplir sus propias satisfacciones, en este

último el gesto de Brahim en la ciudad, no pasa desapercibido, ocupar el recurso

de la marca y la publicidad como soporte de obra, lo ayuda también a generar una

galería de arte abierta, que inmediatamente se manifiesta como un arte relacional,

donde la gente que pasa por el lugar, logra criticar, sea cual sea la posición, si

positiva o negatica, pero allí, algo sucede cuando el artista se manifiesta sobre lo

prohibido.

Parece que la época de crisis que vive Argentina en la época del documental hace

mucho más sentido a la obra de este, un tipo que constantemente recibe impulsos

con la polución visual enorme que se vive en la ciudad de Buenos Aires, un

discurso publicitario que se repite una y otra vez las sintonías radiales, y el

discurso de protesta que vive el hombre porteño. Frente a todo esto Brahim dice

‘’el auto es la prolongación de uno’’, y es inevitable responder frente a un invasivo

de gráficas que dicen todo el tiempo ‘’Viaje, disfrute, compre, raspe’’.

Pero Brahim, ahí responde. Una frase precisa que tiene en una conversación:

‘’Lo pegué y PUM! Quedó ahí vibrando…’’