OSCURA F LA M.A H N D E N D o s E...descalza por entre el monte para sentir que el monte me está...

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 7 OSCURA "ALG lEN SUBE ALTO, muy alto, para de pronto sentir lo duro del suelo. Se agarra a piense y piense hasta perder la razón o ve el sol de frente para quedarse a oscuras. Yo quería vivir; 10 quería con todas mis fuerzas. Sólo eso quería ... " -¿ Lo estás oyendo, hermana, lo al- canzas a oir? -Ese dinero, dímelo; ¿ por qué no me dices dónde ... ? -¿ Lo oyes cantar? En alguna rama del temachaco. En el mezquite del corral o quién sabe dónde ... -Ese dinero, dímelo; dime dónde está enterrado ese dinero. -Puede que sea un tilano. Sí, yo creo que eso es: un tilano. no lo estás oyendo. ¿ Verdad? -Claro que 10 oigo. Ya estoy fas- tidiada de tanto oirlos. Maldito anima- lera ... -La mayoría de los pájaros duerme de noche. Este debe de ser un tilano. -Decirme dónde está ese dinero, eso es 10 que habías de hacer. Voy a levan- tarme para espantarlo. Aborrecido ani- malero que hasta de noche ... "Trato de contestarle: déjalo en paz, pero siento que mi hermana no se ha movido del suelo donde estamos acosta- das. Me gustaría decirle: mis ruidos, hermana, los ;le nosotras las que no po- demos ver otra. cosa que ruidos. Si su- pieras . .. esto está muy oscuro; oscuro y vacío y acorralado. Yo ... yo si pu- d,iera explicarte . .. yO' de un lugar a otro, pero lo oscuro siempre acorralándome. Entonces yo sin poder escaparme de esta C011W pared de cosa oscura. Pienso: si a mi espalda, y volteo la cara cuando la pared se me adelantó para seguir acorra- lándome la espalda." -Ni creas que lo iba a espantar. Eso lo dije sólo para hacerte desatinar. ¿ No tienes sueño? Duérmete. Entonces sólo estos ruidos que me alivian lo oscuro. Por eso tengo la cala- vera llena de ruidos. Ah, 10 que me alivia el oirlos. Mis ruidos, los míos, los de esta ciega que ... -Te estoy hablando. ¿ Ya te dormiste? Te estoy hablando, profesora Cortés. Ja-ja, profesora hermana, hermana invá- lida, hermanita ... -No, todavía no puedo dormir. Sólo seguir pensando ... En mis ruidos. ¿ Sa- bes? Atraviesan esta maldita pared prieta y entonces los oigo, los tentaleo, como si dijéramos. Mis ruidos, un enjambre de lucecitas ... Lisos y fríos, resbalosos y afilados y húmedos. Ruidos que llegan como puentes. Puentes retorciéndose o rechinando los huesos, como si dijéramos. ¿ Me oyes? Duros y pesados, dolorosos ... yo sintiéndolos deshacerse, y brillar, y llenarme de luz antes de terminar des- hilachándose. Pero el canto de los pája- ros. .. ¿ Qué tan brillosas se miran esta noche las estrellas? Hermana, hermana, ¿ ya te dormiste? Contéstame, qué tan bri- llosas ... -Porque nosotras ensuciaríamos el di- nero, emporcándonos él con su mugre. ¿ No crees? El dinero nos levantaría la cabeza ... ¿ Te imaginas nuestra cara ha- E cia el cielo; te imaginas el montón de mugre que daríamos a conocer? Se reirían de nosotras, de nuestra fealdad, de todo lo que ahora no se ríen porque nos lo tapa el rebozo ... oye. ¿ No oyes?, ha de ser un tilano. Casi diría que estoy cierta de que es un tilano. ¿ Lo oyes, hermana? "También los arriero duermen a la mitad del campo. Creo que en una de estas noches no voy a soportar más esto que ahora me retira el sueño. Correr, correr descalza por entre el monte para sentir que el monte me está rompiendo el vestid') y la carne. Correr hasta que caiga muer- ta de cansancio, ensartada en alguna raíz o entre las pencas de lo nopales. E'u- tonces los coyotes morderán mi carne y .mis piernas, y las auras y zopilotes hun- dirán sus cabezas en mi seno. Cabeza des- garrándolo hasta desgarrar este tumor que me retira el sueño." ("Los sin antes se ríen, y su risa pa- rece cantos de niños. Hace mucho tiem- po que aquellos niños se me figuraban sinsontes. Pero ahora estos cantos como aquella parvada de risas que yo apaciguaba para enseñarlos a deletrear palabras ... En el mezquite del corral cantan los pitacoches. Cantos gruesos que se alar- gan como gotas de miel madura. Cantos alargándose como correas de sol, como nervios vivos. Mis cantos de pájaros a media mañana, tan oscura la mitad de la mañana desde donde cantan los pitaco. ches." ) -Con suerte todavía tienen campos· tura tus ojos. Pero sin dinero ... (En la tarde cantan las huilotas hor- migueras. Cantan como si... ¿ Eso es cantar? Qué dolorida manera de quejarse, Virgen Santa. Canto como dolencia de ciega. Canto que hierve hasta brotarse por el pico. Los ruidos ... ) -Yo te llevaría de nuevo a Aguas- calientes. Volveríamos a arriesgar unos centavos, como los que arriesgamos cuan- do vendiste la casa. -Está bien, te lo voy a decir. ¿ Me oyes? A decírtelo. no más óyeme. Me acuerdo que yo estaba en la cocina. En aquella cocina que después desbarató don Raudel para levantarle un cuarto al hijo casado. Como si ahorita fuera ... me acuerdo que mi padre llegó de Gua- dalajara. Arriero él, a eso se dedicaba. Miró que nadie lo viera antes de vaciar la víbora en aquel agujero. Pesos fuertes, hermana. Dinero que entonces valía dinero ... -¿ Te das cuenta? Con sólo pedirle permiso a don Raudel. Vamos a sacarlo, nosotras que lo necesitamos tanto. -A los cuantos días lo vino ma- tando la gente de aquel Secundino men- tado, el que saqueó el templo una vez. Me acuerdo que la tierra tembló cuando ese sucedido. Pero tú no te acuerdas de ese entonces; estabas de este tama- ñito ... -Mañana no comeremos otra cosa que verdolagas. i para comer tenemos los suficientes centavos. Y aquéllos eran de mi padre, como quien dice de noso- tras. .. con sólo pedirle permiso a don Raudel. Yo creo que nos deja. -Pero yo creo que está encantado. Puede ser que el demonio ... -¿ Está qué? N o, eso no puede ser. Ni que fuera tanto. Si no pasa de ser un puñito así de dinero ... s o F LA M.A N D .-Ahora .ese ruido tuyo que golpea las tnpas de mi calavera. Como si me cuerea- ran, Santo Cristo, como si se me enredara en. el pescuezo,. Ese ruido derrite algo alla donde la sIento derretIrse. Ese ruido que .mueves sorber el moquero que te aflOjan las lagrimas ... . "Pienso: cállate, maldita ciega. Dé- Jame en de mugre. muerete. SI me dejaras tr.anquila, nudos y cantos de pájaros. SI te mur2eras, pedacito carne ciega y engarrunada de dolor; SI te murieras yo me volvería ciega por causa de lo qUé me dolería que te hubieras muerto." -¿ Sabes? Nunca lo deberías de ha- cer. Lo que me duele tentar algo húmedo en tus ojos cuando lloras. " Por eso te voy O; decir dónde está ese dinero; voy a declrtelo. Pero antes, ¿ para qué dime para qué necesita dinero un par' de que somos nosotras? "Hay muchos individuos que se casan por interés. Se casan para quitarse de robar gallinas o cazuelas de nixtamal." -¿ Para qué?, contéstame. Yo creo que Dios no hace nada a medias. Nosotras somos muy pobres, las más pobres de este pueblo. El sabrá por qué, y contra Su voluntad ¿ Qué podemos? Pero en nues- tras manos el dinero no luciría, lo apesta- ríamos al esconderlo en el seno ... "Ellos se casan por interés. Y a mi edad todavía se sienten largas las noches. Largas y desesperadas. Entonces se sien- te el corazón hinchado, caliente, como tu- mor que se fuera inflando antes de reven- tar en llamas. Por eso luego me atacan los sueños. Sueños en los que alguien me rasga el vientre, lo muerde hasta des- pedazarlo. Este vientre mío hecho astillas, esta carne ensartada en los dedos de al- gún marihuana rabioso, de los marihua- nas que por las noches vienen a fumar su yerba metidos en las cuevas de Arroyo Blanco." E 1 Por Tomás MOJARRO Dibujos de Juan SORIANO D N u H

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UNIVERSIDAD DE MEXICO7

OSCURA

"ALG lEN SUBE ALTO, muy alto,para de pronto sentir lo durodel suelo. Se agarra a piense y

piense hasta perder la razón o ve elsol de frente para quedarse a oscuras.Yo quería vivir; 10 quería con todasmis fuerzas. Sólo eso quería ..."

-¿ Lo estás oyendo, hermana, lo al­canzas a oir?

-Ese dinero, dímelo; ¿ por qué nome dices dónde ... ?

-¿ Lo oyes cantar? En alguna ramadel temachaco. En el mezquite del corralo quién sabe dónde ...

-Ese dinero, dímelo; dime dónde estáenterrado ese dinero.

-Puede que sea un tilano. Sí, yo creoque eso es: un tilano. Tú no lo estásoyendo. ¿ Verdad?

-Claro que sí 10 oigo. Ya estoy fas­tidiada de tanto oirlos. Maldito anima­lera ...

-La mayoría de los pájaros duermede noche. Este debe de ser un tilano.

-Decirme dónde está ese dinero, esoes 10 que habías de hacer. Voy a levan­tarme para espantarlo. Aborrecido ani­malero que hasta de noche ...

"Trato de contestarle: déjalo en paz,pero siento que mi hermana no se hamovido del suelo donde estamos acosta­das. Me gustaría decirle: mis ruidos,hermana, los ;le nosotras las que no po­demos ver otra. cosa que ruidos. Si su­pieras . .. esto está muy oscuro; oscuroy vacío y acorralado. Yo ... yo si pu­d,iera explicarte . .. yO' de un lugar a otro,pero lo oscuro siempre acorralándome.Entonces yo sin poder escaparme de estaC011W pared de cosa oscura. Pienso: si ami espalda, y volteo la cara cuando lapared se me adelantó para seguir acorra­lándome la espalda."

-Ni creas que lo iba a espantar. Esolo dije sólo para hacerte desatinar. ¿ Notienes sueño? Duérmete.

Entonces sólo estos ruidos que mealivian lo oscuro. Por eso tengo la cala­vera llena de ruidos. Ah, 10 que me aliviael oirlos. Mis ruidos, los míos, los deesta ciega que ...

-Te estoy hablando. ¿ Ya te dormiste?Te estoy hablando, profesora Cortés.Ja-ja, profesora hermana, hermana invá­lida, hermanita ...

-No, todavía no puedo dormir. Sóloseguir pensando ... En mis ruidos. ¿ Sa­bes? Atraviesan esta maldita pared prietay entonces los oigo, los tentaleo, comosi dijéramos. Mis ruidos, un enjambrede lucecitas ... Lisos y fríos, resbalososy afilados y húmedos. Ruidos que llegancomo puentes. Puentes retorciéndose orechinando los huesos, como si dijéramos.¿ Me oyes? Duros y pesados, dolorosos ...yo sintiéndolos deshacerse, y brillar, yllenarme de luz antes de terminar des­hilachándose. Pero el canto de los pája­ros. . . ¿ Qué tan brillosas se miran estanoche las estrellas? Hermana, hermana,¿ya te dormiste? Contéstame, qué tan bri­llosas ...

-Porque nosotras ensuciaríamos el di­nero, emporcándonos él con su mugre.¿ No crees? El dinero nos levantaría lacabeza ... ¿ Te imaginas nuestra cara ha-

E cia el cielo; te imaginas el montón demugre que daríamos a conocer? Se reiríande nosotras, de nuestra fealdad, de todolo que ahora no se ríen porque nos lotapa el rebozo ... oye. ¿ No oyes?, ha deser un tilano. Casi diría que estoy ciertade que es un tilano. ¿ Lo oyes, hermana?

"También los arriero duermen a lamitad del campo. Creo que en una de estasnoches no voy a soportar más esto queahora me retira el sueño. Correr, correrdescalza por entre el monte para sentirque el monte me está rompiendo el vestid')y la carne. Correr hasta que caiga muer­ta de cansancio, ensartada en alguna raízo entre las pencas de lo nopales. E'u­tonces los coyotes morderán mi carne y

. mis piernas, y las auras y zopilotes hun­dirán sus cabezas en mi seno. Cabeza des­garrándolo hasta desgarrar este tumorque me retira el sueño."

("Los sin antes se ríen, y su risa pa­rece cantos de niños. Hace mucho tiem­po que aquellos niños se me figurabansinsontes. Pero ahora estos cantos comoaquella parvada de risas que yo apaciguabapara enseñarlos a deletrear palabras ...

En el mezquite del corral cantan lospitacoches. Cantos gruesos que se alar­gan como gotas de miel madura. Cantosalargándose como correas de sol, comonervios vivos. Mis cantos de pájaros amedia mañana, tan oscura la mitad de lamañana desde donde cantan los pitaco.ches." )

-Con suerte todavía tienen campos·tura tus ojos. Pero sin dinero ...

(En la tarde cantan las huilotas hor­migueras. Cantan como si... ¿ Eso escantar? Qué dolorida manera de quejarse,Virgen Santa. Canto como dolencia deciega. Canto que hierve hasta brotarse porel pico. Los ruidos ... )

-Yo te llevaría de nuevo a Aguas­calientes. Volveríamos a arriesgar unoscentavos, como los que arriesgamos cuan­do vendiste la casa.

-Está bien, te lo voy a decir. ¿ Meoyes? A decírtelo. Tú no más óyeme.Me acuerdo que yo estaba en la cocina.En aquella cocina que después desbaratódon Raudel para levantarle un cuartoal hijo casado. Como si ahorita fuera ...me acuerdo que mi padre llegó de Gua­dalajara. Arriero él, a eso se dedicaba.Miró que nadie lo viera antes de vaciarla víbora en aquel agujero. Pesos fuertes,hermana. Dinero que entonces sí valíadinero ...

-¿ Te das cuenta? Con sólo pedirlepermiso a don Raudel. Vamos a sacarlo,nosotras que lo necesitamos tanto.

-A los cuantos días lo vino ma­tando la gente de aquel Secundino men­tado, el que saqueó el templo una vez.Me acuerdo que la tierra tembló cuandoese sucedido. Pero tú no te acuerdas deese entonces; tú estabas de este tama­ñito ...

-Mañana no comeremos otra cosa queverdolagas. i para comer tenemos lossuficientes centavos. Y aquéllos eran demi padre, como quien dice de noso­tras. .. con sólo pedirle permiso a donRaudel. Yo creo que sí nos deja.

-Pero yo creo que está encantado.Puede ser que el demonio ...

-¿ Está qué? N o, eso no puede ser. Nique fuera tanto. Si no pasa de ser unpuñito así de dinero ...

soF LA M.AN D

.-Ahora .ese ruido tuyo que golpea lastnpas de mi calavera. Como si me cuerea­ran, Santo Cristo, como si se me enredaraen.el pescuezo,. Ese ruido l~le derrite algoalla donde la sIento derretIrse. Ese ruidoque .mueves ~l sorber el moquero que teaflOjan las lagrimas .... "Pienso: cállate, maldita ciega. Dé­Jame en p~z, i~servib.le peda~o de mugre.Apest~sa l~feJ¡z,. muerete. SI me dejarastr.anquila, ~m nudos y cantos de pájaros.SI te mur2eras, pedacito d~ carne ciegay engarrunada de dolor; SI te murierasyo me volvería ciega por causa de lo qUéme dolería que te hubieras muerto."

-¿ Sabes? Nunca lo deberías de ha­cer. Lo que me duele tentar algo húmedoen tus ojos cuando lloras. " Por eso tevoy O; decir dónde está ese dinero; voya declrtelo. Pero antes, ¿para qué dimepara qué necesita dinero un par' de l~que somos nosotras?

"Hay muchos individuos que se casanpor interés. Se casan para quitarse derobar gallinas o cazuelas de nixtamal."

-¿ Para qué?, contéstame. Yo creo queDios no hace nada a medias. Nosotrassomos muy pobres, las más pobres de estepueblo. El sabrá por qué, y contra Suvoluntad ¿ Qué podemos? Pero en nues­tras manos el dinero no luciría, lo apesta­ríamos al esconderlo en el seno ...

"Ellos se casan por interés. Y a miedad todavía se sienten largas las noches.Largas y desesperadas. Entonces se sien­te el corazón hinchado, caliente, como tu­mor que se fuera inflando antes de reven­tar en llamas. Por eso luego me atacanlos sueños. Sueños en los que alguien merasga el vientre, lo muerde hasta des­pedazarlo. Este vientre mío hecho astillas,esta carne ensartada en los dedos de al­gún marihuana rabioso, de los marihua­nas que por las noches vienen a fumar suyerba metidos en las cuevas de ArroyoBlanco."

E1Por Tomás MOJARRO

Dibujos de Juan SORIANO

DNuH

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-Oye no más cuánto ruido. La noche,así se llama el ruido del silencio. Así:la noche. En la noche se oyen quejidos.y todo porque el Diablo se dedica a cui­dar el dinero enterrado.

-Pero, ¿ tú también crees en espan­tos? Si los espantos no existen.

-Porque mientras el cristiano escarbase @yen quejidos entre la tierra.

-¿ Quién te contó esas mentiras? Noes verdad, no puede ser, hermana.

-Un cirio encendido. Una cruz depalma bendita. Cántaros llenos de car­bón. Las ánimas ...

-Mañana no vamos a probar tortilla.Casi no vendiste semillas. Yo creo quepor lo mal que las tuestas. Y por otraparte, yo tampoco deshilé mucha cos­tura. Mis ojos, que si tú supieras lo quese me cansan con la costura ...

-Mi crucifijo. Obre Dios, y si túquieres, mañana mismo ...

"Amarillo verdoso. Lo agarra una yla mano queda apestosa a cobre. Sucrucifijo ... y yo engarruño las piernasantes de decirle:

-Vamos a dormirnos. Pero antes,¿ sabes? Como cuando tú las mirabas.Relumbrosas y bajitas. Como punzadasde luz o de esperanza recién amanecida.¿ No me habías preguntado por las es­trellas? Así se miran esta noche. Así semiran desde aquí donde estamos acos­tadas. Todo por la pila de agujeros quetiene el techo de nuestra casa... Perovamos durmiéndonos, que mañana tene­mos que madrugar para agenciarnos unabarra de albañil. La barra, los ruidos,la esperanza ... Todo eso tenemos quedejarlo para mañana ..."

Miró la sombra sobre el montón demaíz que estaba desgranando. Entonceslevantó la vista para darse cuenta de quese trataba de aquellas mujeres. Les pre­guntó con los ojos mientras las arrugasde su frente se esforzaban por hacersesignos de interrogación. Así fue comolas mujeres comenzaron a hablar, y éla olvidar las preguntas al tiempo quecomenzaba a asombrarse. Dijo mientrashacía a un lado la mazorca a medio des­granar:

-Yo creo que no sólo están pobres'locas también. De todas maneras pón~ganse a hacer eso que. " Locas, de ver­dad que eso creo.

y trató de disimular algo riéndose.Lueg? dejó a un lado la risa y prendiósu mIrada en la sombra de aquellas ena­guas negras. Las enaguas seguían ale­jándose rumbo al interior de la casacuando él pensó mientras las miraba;"mis huevos", y al pensar aquello se le­vantó y fue hacia el mezquite donde losmanojos de tlazole estaban acomodadosentre las ramas. Después de haber tre­pado al tlazolero y de haber buscado yrecogido y sopesado un par de huevosentre sus manos, sólo su cabeza siguióerguida hacia el rumbo de las enaguasnegras. Pensó mientras miraba y sope­saba y recostaba su cabeza entre el tlazo­le antes de levantarla de nuevo para vol­verla a recostar en el tlazole:

"Qué se puede pensar de lo que estoyviendo hacer a las viejas que fueron lasdueñas de mi terroncito de casa."

y siguió mirando hacia un solo rum­bo durante mucho más tiempo del ne­cesario para recoger cuanto huevo hu­bieran podido las gallinas esconder entreel tlazole. Raudel, o don Raudel Gómez,sel{uía pacíficamente pensando:

"No sé ni qué pensar, con setenta miltiznadas. "

"Ella me dijo: entre el pozo y la puertadel corral. Vete junto a la cerca y cuentalos adobes. Yo le contesté: es que haymuchas piedras; un montonal de piedrasen el lugar de tus cálculos. Y ella mecontestó: las hace11'~os a un lado. Enton­ces yo le hice saber lo grande de aque­llas piedras, y que se podía machucarun pie si me ayudaba. Pero mientrasyo decía aquello mi hermana había co­menzado a desparramar las piedras aque­llas.

"Cuando alguien cree que trabaja porúltima vez, que por última vez tiene quefatigarse como animal acosado, entoncesya no se siente lo duro del trabajo. Elsudor corre por la frente y detrás delas orejas, escurre por la espalda y hacecomezón entre el cabello y en la pretinade la enagua blanca. El sudor sigue escu­rriendo, pero no me acuerdo de secarlocon mi rebozo. Eso, cuando alguien creeque lo está haciendo por última vez.Le dije a mi hermana:

"-Descansa, si descansaras un poco ...

"Pero mi hermana no quiso oirme.Me dio lástima mirar cómo tentaleabaaquellas piedras, pesadas, resbalosas, paraluego levantarlas con pila de trabajos,abriendo tamaños ojos al levantar laspiedras aquellas. Le dije:

"-:Descansa.. Te digo que yo puedotrabajar sola. TIenes todas las uñas que­bradas. Habías de ver cómo traes losdedos, todos despellejados ...

"Mi hermana, sus ojos, esos sus ojosinútiles, plagados de nube como un parde charcos tapiados de lama terregosacon lagañas espesas y aguanosas de su~dar. Pobres ojos los de mi hermanabrillosos y húmedos antes de foguears~y volverse tan secos y tatemados sobresus libros de profesora rural. Ahora sóloesas grietas lodosas, iguales a las quedeja el río en el barro cuando se vanlas aguas.

("Ruidos duros, secos, pesados. Laspiedras gruñen por lo que les hacemos.Gruñe el demonio, las ánimas y la flamaazul del dinero. Este crucifijo' en miseno, crucifijo del Santo Señor de Jalpa,Pero ahora estos ruidos que rebotan co­mo gruñidos de ánimas despiertas antesde tiempo.")

Oyó cuando le gritaban: Raudeeel, yRaudel, O don Raudel Gómez levantó un

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poco la cabeza de entre el tlazole. Siguiómirando en aquella dirección donde lasmujeres seguían desparramando piedras.Pensó: "mi terroncito de casa les perte­neció. Eso quiere decir que la ciega ...no sé ni qué pensar de esto, que ya mearden los ojos de tanto seguir mirando."Entonces volvió a oír: Raudeeel, y casien seguida otra voz: papá Raudeeel, dón­de se metiooó, y él dijo tan quedamenteque casi lo dijo sólo en el pensamiento:cállense, raza hija de setenta miles detiznadas, y siguió mirando y pensando yapretando aquel par de huevos entre susmanos húmedas de sudor. Pensó:

"Ya están terminando. Un reguero depiedras. Luego escarbar en. el suelo conesa barra que traía la buenisana. Bueni­sana, pero ya comenzando a pasarse, sino yo le podría hacer el favor, pero AveMaría Purísima de aquí a que escarben,pero esas son las campanadas del Ange­luso El ángel del Señor anunció a Maríay concibió, por eso de aquí a que yo mirealgo con forma de lo que vinieron abuscar ya tendré pensado lo que tengoque hacer."

De pronto miró cómo una de las mu­jeres soltó ,una piedra y un grito rápidoy corto como lanceta medio ahogadaantes de clavarse. Miró a las mujerescaminar y agitarse y después de un ratocaminar lentamente hacia el rumbo deltlazolero. Raudel, o don Raudel Gómez,fingió que el tiempo no le había al­canzado para localizar todos los huevos.Siguió buscando mientras las mujeres ca­minaban frente al mezquite del tlazolero.De ese modo tuvo que preguntar algopara en seguida oir que una de ellas lecontestaba:

-E:n lugar de que hubiera sido a mí,que no miro las cosas ...

Y él habló y agachó las cejas para quequien lo viera y oyera se pudiera ente­rar de que se entristecía por lo queestaba oyendo:

-Mañana o pasado. Y si usted nosvolviera a permitir ... no hemos termina­do. Todo es cuestión de que me alivie.Si usted nos dejara terminar mañana opasado. Ahora siento muchas dolenciasen mi mano. Vámonos, hermana, queestas dolencias... maldito alacrán, mimano, mi cuerpo, vámonos. Como entu­mecido, como volverse de trapo. Cúrame,hermana. Vámonos, pero luego tenemosque regresar, pero regresar de nuevo.

"Las estoy mirando cuando caminanrumbo a la puerta; luego oigo: papáRaudeeel, respondaaa. Y yo me apeo deltlazolero y empiezo a parpadear por loque me arden los ojos. Entonces miro quemi retoño me mira asombrado antes desoltar la risa. Pienso: no sea irrespetuoso,no se me alebreste, que todavía puedoecharle carambazos. Y cuando le voy adecir eso que pienso, miro que se ríe demis manos y que mis manos están fo­rradas de huevo por que se me quebra­ron los que traía en las manos. Pienso:tiene razón de reírse, y hago el intento deacompañarlo en su risa, pero le digo:

"-Cállese, cabrón, y prepárese porquevamos a trabajar. ¿Qué en qué? En vol­ver a su lugar aquel reguero de piedras.

"Sólo entonces me río y me limpio lasmanos contra el troncón del mezquite."

Desde las torres del templo se descolgóel eco de las campanas. Las campanadasrodaron lentas, pesadas entre aquel tiem­po sin aire. Atravesaron el ramaje de loseucaliptos y. ascendieron hasta las últimascasas del pueblo. Desde el fondo de Arro-

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yo Blanco se oía el canto de una huilotahormíguera. Al disolverse en polvo lasc.ampanadas volvió a oirse: cúu. cúu, y detIempo en tiempo siguió oyéndose mien­tras que el sol comenzaba a perderse rum­bo a los cerros de Tepizuasco.

A esa ho:a los rayos del sol se pa rtieroncontra la fIgura de aquella mujer y alar­garon su sombra. Som bra qlH' al esti ra rseiba hacíéndose rizo entre las cicatrices delos surcos..La mujer aque~la caminaba pal­pando la tierra con los pIes desnudos. Alhacerlo desenterraba pequeñas polvaredasque en seguida morían por falta de viento.Entonces aquellos ojos de ciega se abríanenorme y grotescamente hacia el rumbodel sol. Las lagañas a medio madurar secuajaban gelati~osas entre los párpados, yopacamente brIllaban con la luz del sol.

La mujer seguía palpando la costra delos surcos con los pies descalzos. SU S0111­bra, se ~ovía, se erizaba al moverse y sehacIa mas larga con la caída ekl sol contralas jorobas del horizonte. Se volvió a oi r:cúu, cuú, al tiempo que los pies desnudosencontraban algo entre las raíces del ras­trojo. La mujer se inclinó para recoO'eraquel pedazo de raja y luego revolve~'loentre los otros que guardaba en el rebozo.

Las campanadas volvieron a rebotarc?~tra lo pardo de las laderas. Después sehICIeron polvo entre el terregal donde losray?s del sol hacían larga la sombra de lamUjer aquella qne juntaba mierdas de res.

Se oía: tán, tán, y el eco se envolvía en­tre la sombra de Arroyo Blanco.

(Por los agonizantes, OI'e/I/OS. Por losw'minantes extraviados. los fieles necesi­tados, los que sufren, 01'1'11/.0.1'. Te roga­ItbOS, S eii~r, por las almas pecadoras, lasalH-1Os sohtarws y las que sienten dolor.Por los pecadores, los enfermos, los tristeso carcomidos de angustia,. Refugio de lospecadores, sall/d de los enfermos COI/­

suelo de los afligidos . . .) Las barbas delsol se alborotaron contra el horizonte. l.afogata contagió al cielo y a la retorciebcarne de las nubes. La sombra de la muierse alargó como para romperse o termitia rdesprendiét:dose de aquellos pies desnu­dos. Los OJDS CIegos continuaban abrién­dose como si desde dentro algo los forzaraa agrandarse de esa grotesca manera. Depronto se oyó el jadeo de unas alas bus­cando aire en que sostenerse. Frente a lacara contraídamente pacífica de la mujercruzó la huilota, y en seguida las alas 'deun gavilancillo que la perseguía en ¡'nediode aquel aire quieto y ya recién oscurecido.

La mujer se volvió y comenzó a ca­mmar haCIa l, b de 1 um o e su desaparecidasombdra. En el rebozo cargaba la suficientemIer a de resb . . C0l110 pa ra mantener la IU111-

1e encendIda durante toda la noche.(Por la ang/lstia 11' ~1Uestros próji'mos,

p~}( la sal de .1'/1.1' lagr1.11ws, por su penatlaspasada de dolor; por n//estros próji­mos, oremos.)

-Tengo sed, hermana, ll1ucha sed. Migarganta ...

--;El agua está calentándose. Luego to­maras ~oda la q~e quieras.

-:-Tu, una cIega, curándome. PorquenadIe ~e ayuda, tú curándome.

-C~llate. Al rato tendrás toda e! aguaque qUIeras.~Yo sin !?oder siquiera comprarle al

dador ,un punlto de esperanza ...-¿ Sabes? Hace rato sonaron las canl­

panas. ¿ Las alcanzaste a oir?-Quiero agua. Tengo mucha sed.•

. -En la iglesia están celebrando el J u­bdeo del Santísimo.

-~lJ:i ca me ador~llecida. Esta argantailhogandose de grenas. Dame agua, si medieras tantlta agua ...

--;-Luego te la daré, ya te dije que seesta calentando. ¿ Sabes? Hasta el sonidode las campanas ... y yo pienso: tan cercaele nosotras, y tan reti radas que se oyenlas campanas elel pueblo.

-Maldita, óyeme. Maldecida cieU'a in­servi~le. ¿ N o me oyes? Agua, herr:anita,por VIcia tuya ...

-Te digo que se está calentando. Fríaes dañosa. N () debes encoraj inarte.. -Ya no. Ya no me vaya enojar con­

tigo. Profesora, profesora Cortés. Lo úni­co que me queda en esta infelizada vidaque me tocó sufrir.

- y.~ creo que hoy les corresponde alas HIjaS de María. Todas de rodillasfrente a Nuestro Señor. Por eso ningunapudo vIsItarte en tu enfermedad. A la no­che serán los socios de la Adoración oc­turna. Pero nosotras aquí, sin poder re­zarle al Santísimo ...

-Si alguien nos ayudara ... así me ali­viaría más pronto. ¿ N o crees?

-Puede ser ...-Pero, ¿ quién. hermana, quién tiene la

obligación de darle ayuda a un par de loque somos nosotras?

-Sólo Dios ...-Nadie, profesora Cortés. Nadie tiene

esa obligación. Pero mi cuerpo, mi gar­ganta. y esta sed y esta desesperación.

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Tengo sed, mucha sed. ¿ No me oyes mal-decida ciega? '

. "En esta dir~cción vienen quedando lasCabnllas. HaCia este lado del cíelo losOjos ?e Santa Lucía y acá la Cruz de! Sur.Eso SI no es que se me haya trastocado elrumbo de las estrellas. Quizá a fuera estámuy oscuro. o, afuera de mis ojos lanoche es clara, un poco fría y otro pocollena de luna y de ruidos. El viento seac.urruca entre mis enaguas. Venía ador­mIlado y las ramas del mezquite Jo des­pertaron. Se destrenza de las ramas ha­ciendo un ruido como de maldecir ent~edientes. Luego se me acomoda en el senoy entre las piernas. El viento el ruido delviento. . . '

"Pero ahora comienzo a oir las cam­panadas con que llaman a los cofrades dela Adonción Nocturna. Campanadas quese acercan por falta de ruidos que las de­tengan como perros escandalosos. Por oir­las tan cerca se me figura que soy gentedel pueblo; que estoy en mi casa, la deparedes altísimas y portón de nogal. Aque­lla casa grandísima y costruda de sol,siempre fresca y con algo de tibieza todoslos días. De mi abuelo, de mi padre, míaantes de venderla para no haber podidoarreglarme los ojos.

"Debe de ser media noche. Imagino a loscofrades frente a la imagen del Santísimo.Elpidio, y don José Casas. Juan Mojarray aquel Delfina Guaracha que una vez mepretendió. U na vez, hace mucho tiempo,yo todavía alcanzaba a mirar la vergüen­za de sus palabras, cuando me pretendíaDelfino Guaracha. Pero mis ojos, Diosmío; mis ojos, mis ruidos, mis cantos degallos en la madrugada ..."

(Cuando cantan los gallos el cofradevela frente a la Sagrada Forma. Vela conlos brazos en cruz mientra gallos y perrosalegan y manotean. La luz de las velashierra su marca en los ojos del cofrade.Luz como acurrucada, como a punto dedispararse o de terminar dormida.

"Bendito y alabado sea el Santísimo Sa­cramento." El cofrade vela golpeándosela teta izquierda al tiempo que suspira.Mientras cantan los gallos él canta jacu­latorias que parecen forjadas a fuerza desuspiros.

Perdó on óhd'ios lIIíoperdó on indulgéncíaperdó ní cleménciaperdó óni piedadperdó óni piedad . ..

Page 4: OSCURA F LA M.A H N D E N D o s E...descalza por entre el monte para sentir que el monte me está rompiendo el vestid') y la carne. Correr hasta que caiga muer ta de cansancio, ensartada

Santo Tomás- "un teólogo pícnico"

yKswUNIVERSIDAD DE MEXICO

Eno ... no lo acepto. Y aunque sé que exi ­te no 10 admito del todo."

'''Me explicaré -continúa Iván-. E ­toy convencido como un niño de que eldolor se extinguirá... Que toda la in­dignante farsa de las humanas contradic­ciones se disipará cual lamentable espejis­mo como una ruin manifestación de lahu~ana, euclidiana razón; que finalmen­te al término del Universo, en el momen-, ,. , .to de la eterna armOl1la, ocurnra y surgI-rá algo hasta tal punto preciado quebastará a todos los corazones, calmará to­dos los descontentos, redimirá todos loscrímenes de las criaturas, toda la sangrepor ellas vertida, haciendo. que. no . ~óloresulte posible perdonar, S1l10 JustifIcartodo lo sucedido entre los hombres.""i Todo esto -añade Iván- concedo queserá y se manifestará, pero yo no lo ad­mito ni quiero admitirlo! Concedo ha~ta

que las líneas paralelas se unan e~ el ~n~

finito y yo lo vea; entonces lo vere y dlreque se han unid?;. pero a. pesar ~e todono lo admito. Ahl tIenes mI ser, Ahoscha;ahí tienes mi tesis. Esto te lo digo en se­rio ... N o te hacía falta saber de Dios,sino saber cómo vive tu amantísimo her­mano. Pues ya te lo dije."

Como puede verse, 1ván no quiere afir­mar nada sobre la existencia de Dios. Ella admite, e incluso hace una descripciónemocionante de la visión escatológica delcristianismo. Su intención se desplaza ha­cia lo que él llama el Universo Divino. Esdecir hacia el mundo comprendido comocreac'ión de Dios que se encamina haciaun punto final glorioso. Iván suspende eljuicio sobre el asunto central y fija sumirada en el mundo. Va a dar un rodeopor el mundo para mostrar ciertos ~echos

que 10 hacen inaceptable como I11versoDivino, lo que en último término, va ahacer inaceptable la existencia de Dios.No va a argumentar directamente acercade esa existencia. Va a hacer algo muchomás grave: va a mostrar un aspecto delmundo con tal fuerza que nadie, ni elcristiano Alioscha, se sentirá capaz de re­plicar.

Pero, oigamos a Iván. Después de ex­poner con verdadera maestría la imposi-

Dostoiewsky- "gema de la desmesura"

1oTy

soD

(Viene de la pág. 2)mático a través de la conversación de loshermanos.

Los hermanos se reúnen después deuna larga separación y la conversación seabre, como un disparo, sobre el grantema:

Iván abre el fuego: "-¿ Por dónde em­pezamos? Dilo tú mismo ... ¿ Por Dios?,¿existe Dios?"

Antes se ha excusado por entrar enmateria de una manera tan abrupta ale­gando que al ruso le interesan f~mdamen­

talmente sólo las cuestiones últl111as, ra­dicales, universales: "Los jóvenes rusosno hacen más que hablar de cuestioneseternas". "Los que no creen en Dios ha­blan del soc:alismo, del anarquismo o de

SANTO TOMAS

la transformación de la humanidad en unnuevo estado; es decir -dice Iván-, lasmismas cuestiones, sólo que vistas por elotro extremo".

Los hermanos hablarán, pues, de cues­tiones eternas:

"Bueno, pues... figúrate, puede queacepte la existencia de Dios -rio 1ván-.No te lo esperabas ... ¿ verdad ?"

Iván empieza aquí a preparar su ar­gumento: "Puede que acepte la existenciade Dios". En realidad es esta una conce­sión que tiende a suspender la cuestiónde si Dios existe, simplemente para nopartir de ella, pues de ser así, se habríadecidido ya de una manera u otra y eldiálogo quedaría cancelado.

Iván continúa: "Acepto a Dios, y nosólo de buen grado, sino que acepto ade­más su presencia y su finalidad ... que anosotros nos son perfectamente desconoci­das; creo en el orden, en el sentido de lavida; creo en la eterna armonía, en la quetodos hemos de fundirnos; creo en el Ver­bo hacia el que propende el Universo, yque reside en Dios, siendo Dios él mismo,bueno, y etc., hasta el infinito ...". "Se­gún parece voy ya por el buen camino ...¿ no? Bueno; pues ahora figúrate que enúltimo término, yo, este Universo Divi-

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Mientras la noche se ennegrece de cul­pas el cof.rade vela y expía con los brazosen cruz, de rodillas frente a la SagradaForma.)

"Tan cerca las campanadas ... como sinos .J1amaran a nosotras, y que nosotrasfuéramos gente del pueblo. Pero oigo ungrito, y que alguien pide agua. Entoncesme doy cuenta de que las dolencias volvie­ron a des.pertar a mi hermana. Y que es­tamos tan lejos del pueblo como para quesus campanadas lleguen hasta nosotrassólo por lo oscuro y dormido que sequeda el pueblo al filo de la madrugada."

("Agua, maldita, quiero agua. Desgra­ciada ciega, óyeme. ¿-No me oyes? Dóndeestás, hermana, hermanita, lo único quetengo para insultar cuando tanto me duelehacerlo contigo ...")

"-Habías de ver, hermana ... ahoraes un cerro de piedras, mucho más piedrasque antes. Pero ya no le ruegues, que éltiene razón. Las piedras regadas por elsuelo son un estorbo, y además, esta casaya es de él ... Vámonos, hermana, vámo­nos. Te digo que ya no le ruegues, queya no te sigas humillando. Pero no metientes la cara; me arañas los ojos con tusdedos cochinos A poco vas a creer queestoy llorando "

A esta hora comienza a meterse el sol.Va recogiendo sus rayos como en unaamarilla resignación desencantada de ha­ber calentado esta pila de gente. Gentecallada, silenciosa e indiferente, como sivivj~ra dormida en un terregoso sueño sinsuenas.

"Aquel borracho se quedó dormido enel empedrado de la calle, de la callecitasucia de estiércol y chaparra, como si es­tuviera ciega y de rodillas en un perpetuonovenario por el buen temporal. Este pue­blo se parece mucho a mi hermana. Escomo ella de sucio y de seco, apestoso ahumor de parturienta. Parece un viejo delengua clisada que se pasara la vida no másrepasando medio dormido su descarape­lado rosario de adobes y haciendo moni­gotes de. tierra para que se le arrastrenpor su pellejo de polvo y de chicalotessecos. Unos monigotes prietos, inútiles,con el espinazo clavado nacia el suelo yun pedacito pardo de corazón que a' ve­ces, en .la noche, canta a gritos destem­plados porque se trasminó de alcohol. Quecanta a veces mientras el pueblo lo vaapachurrando para enterrárselo en lasuñas.

"Hasta ahora me voy dando cuenta deque yo soy un monigote de esos. Josési lo era desde antes o me volví hace unrato, cuando me echó de su casa don Rau­del GÓmez. Yo creo que antes no lo eratodavía, porque todavía soñaba, a escon­dIdas de todos ...

"Hay veces en que alguien sube alto,muy alto, para de pronto sentir lo durodel suelo. Hay veces en que piensa mu­cho, se aga;ra a piense y piense hasta per­der la razon o ve el sol de frente paraquedarse a Oscuras. Yo quería vivir' loquería con todas mis fuerzas. Sólo 'esoq~ería. Pero llega un momento en que'Solo esto se puede hacer, esto que yo estoydiciendo:

"----:Vámonos, hermana, que ya está os­curecIendo. ¿ Sabes? Desde hoy me iré yoa la puerta del templo. Tú te quedarás enla casa. Yo venderé las semillas; no quieroque el aire te las vuele, o que te las siganrobando los escuincles de don Raudel Gó­mez cuando van al rosario ...