Pablo Neruda Machupichu

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PABLO NERUDA Alturas de Macchu Picchu I Del aire al aire, como una red vacía, iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo, en el advenimiento del otoño la moneda extendida de las hojas, y entre la primavera y las espigas, lo que el más grande amor, como dentro de un guante que cae, nos entrega como una larga luna. (Días de fulgor vivo en la intemperie de los cuerpos: aceros convertidos al silencio del ácido: noches desdichadas hasta la última harina: estambres agredidos de la patria nupcial.) Alguien que me esperó entre los violines encontró un mundo como una torre enterrada hundiendo su espiral más abajo de todas las hojas de color de ronco azufre: más abajo, en el oro de la geología, como una espada envuelta en meteoros, hundí la mano turbulenta y dulce en lo más genital de lo terrestre. Puse la frente entre las olas profundas, descendí como gota entre la paz sulfúrica, y, como un ciego, regresé al jazmín de la gastada primavera humana.

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POEMA

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PABLO NERUDAAlturas de Macchu PicchuIDel aire al aire, como una red vaca,iba yo entre las calles y la atmsfera, llegando y despidiendo,en el advenimiento del otoo la moneda extendidade las hojas, y entre la primavera y las espigas,lo que el ms grande amor, como dentro de un guanteque cae, nos entrega como una larga luna.(Das de fulgor vivo en la intemperiede los cuerpos: aceros convertidosal silencio del cido:noches desdichadas hasta la ltima harina:estambres agredidos de la patria nupcial.)Alguien que me esper entre los violinesencontr un mundo como una torre enterradahundiendo su espiral ms abajo de todaslas hojas de color de ronco azufre:ms abajo, en el oro de la geologa,como una espada envuelta en meteoros,hund la mano turbulenta y dulceen lo ms genital de lo terrestre.Puse la frente entre las olas profundas,descend como gota entre la paz sulfrica,y, como un ciego, regres al jazmnde la gastada primavera humana.

PABLO NERUDAAlturas de Macchu PicchuIISi la flor a la flor entrega el alto germeny la roca mantiene su flor diseminadaen su golpeado traje de diamante y arena,el hombre arruga el ptalo de la luz que recogeen los determinados manantiales marinosy taladra el metal palpitante en sus manos.Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida,como una barajada cantidad, queda el alma:cuarzo y desvelo, lgrimas en el ocanocomo estanques de fro: pero anmtala y agonzala con papel y con odio,sumrgela en la alfombra cotidiana, desgrralaentre las vestiduras hostiles del alambre.No: por los corredores, aire, mar o caminos,quin guarda sin pual (como las encarnadasamapolas) su sangre? La clera ha extenuadola triste mercanca del vendedor de seres,y, mientras en la altura del ciruelo, el rocodesde mil aos deja su carta transparentesobre la misma rama que lo espera, oh corazn, oh frente trituradaentre las cavidades del otoo.Cuntas veces en las calles del invierno de una ciudad o enun autobs o un barco en el crepsculo, o en la soledadms espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonidode sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano,me quise detener a buscar la eterna veta insondableque antes toqu en la piedra o en el relmpago que el beso desprenda.(Lo que en el cereal como una historia amarillade pequeos pechos preados va repitiendo un nmeroque sin cesar es ternura en las capas germinales,y que, idntica siempre, se desgrana en marfily lo que en el agua es patria transparente, campanadesde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)No pude asir sino un racimo de rostros o de mscarasprecipitadas, como anillos de oro vaco,como ropas dispersas hijas de un otoo rabiosoque hiciera temblar el miserable rbol de las razas asustadas.No tuve sitio donde descansar la manoy que, corriente como agua de manantial encadenado,o firme como grumo de antracita o cristal,hubiera devuelto el calor o el fro de mi mano extendida.Qu era el hombre? En qu parte de su conversacin abiertaentre los almacenes de los silbidos, en cul de sus movimientos metlicosviva lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

PABLO NERUDAAlturas de Macchu Picchu IIIEl ser como el maz se desgranaba en el incansablegranero de los hechos perdidos, de los acontecimientosmiserables, del uno al siete, al ocho,y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a cada uno:cada da una muerte pequea, polvo, gusano, lmparaque se apaga en el lodo del suburbio, una pequea muerte de alas gruesasentraba en cada hombre como una corta lanzay era el hombre asediado del pan o del cuchillo,el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitn oscuro del arado,o el roedor de las calles espesas:todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria:y su quebranto aciago de cada da eracomo una copa negra que beban temblando.IVLa poderosa muerte me invit muchas veces:era como la sal invisible en las olas,y lo que su invisible sabor diseminabaera como mitades de hundimientos y alturao vastas construcciones de viento y ventisquero.Yo al frreo vine, a la angosturadel aire, a la mortaja de agricultura y piedra,al estelar vaco de los pasos finalesy a la vertiginosa carretera espiral:pero, ancho mar, oh muerte!, de ola en ola no vienes,sino como un galope de claridad nocturnao como los totales nmeros de la noche.Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no eraposible tu visita sin vestimenta roja:sin auroral alfombra de cercado silencio:sin altos enterrados patrimonios de lgrimas.No pude amar en cada ser un rbolcon su pequeo otoo a cuestas (la muerte de mil hojas)todas las falsas muertes y las resurreccionessin tierra, sin abismo:quise nadar en las ms anchas vidas,en las ms sueltas desembocaduras,y cuando poco a poco el hombre fue negndomey fue cerrando paso y puerta para que no tocaranmis manos manantiales su inexistencia herida,entonces fui por calle y calle y ro y ro,y ciudad y ciudad y cama y cama,y atraves el desierto mi mscara salobre,y en las ltimas casas humilladas, sin lmpara, sin fuego,sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,rod muriendo de mi propia muerte.

PABLO NERUDAAlturas de Macchu PicchuVNo eras t, muerte grave, ave de plumas frreas,la que el pobre heredero de las habitacionesllevaba entre alimentos apresurados, bajo la piel vaca:era algo, un pobre ptalo de cuerda exterminada:un tomo del pecho que no vio al combateo el spero roco que no cay en la frente.Era lo que no pudo renacer, un pedazode la pequea muerte sin paz ni territorio:un hueso, una campana que moran en l.Yo levant las vendas del yodo, hund las manosen los pobres dolores que mataban la muerte,y no encontr en la herida sino una racha fraque entraba por los vagos intersticios del alma.VIEntonces en la escala de la tierra he subidoentre la atroz maraa de las selvas perdidashasta ti, Macchu Picchu.Alta ciudad de piedras escalares,por fin morada del que lo terrestreno escondi en las dormidas vestiduras.En ti, como dos lneas paralelas,la cuna del relmpago y del hombrese mecan en un viento de espinas.Madre de piedra, espuma de los cndores.Alto arrecife de la aurora humana.Pala perdida en la primera arena.sta fue la morada, ste es el sitio:aqu los anchos granos del maz ascendierony bajaron de nuevo como granizo rojo.Aqu la hebra dorada sali de la vicuaa vestir los amores, los tmulos, las madres,el rey, las oraciones, los guerreros.Aqu los pies del hombre descansaron de nochejunto a los pies del guila, en las altas guaridascarniceras, y en la aurorapisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,y tocaron las tierras y las piedrashasta reconocerlas en la noche o la muerte.Miro las vestiduras y las manos,el vestigio del agua en la oquedad sonora,la pared suavizada por el tacto de un rostroque mir con mis ojos las lmparas terrestres,que aceit con mis manos las desaparecidasmaderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,palabras, vino, panes,se fue, cay a la tierra.Y el aire entr con dedosde azahar sobre todos los dormidos:mil aos de aire, meses, semanas de aire,de viento azul, de cordillera frrea,que fueron como suaves huracanes de pasoslustrando el solitario recinto de la piedra.

PABLO NERUDAAlturas de Macchu PicchuVIIMuertos de un solo abismo, sombras de una hondonada,la profunda, es as como al tamaode vuestra magnitudvino la verdadera, la ms abrasadoramuerte y desde las rocas taladradas,desde los capiteles escarlata,desde los acueductos escalaresos desplomasteis como en un otooen una sola muerte.Hoy el aire vaco ya no llora,ya no conoce vuestros pies de arcilla,ya olvid vuestros cntaros que filtraban el cielocuando lo derramaban los cuchillos del rayo,y el rbol poderoso fue comidopor la niebla, y cortado por la racha.l sostuvo una mano que cay de repentedesde la altura hasta el final del tiempo.Ya no sois, manos de araa, dbileshebras, tela enmaraada:cuanto fuisteis cay: costumbres, slabasradas, mscaras de luz deslumbradora.Pero una permanencia de piedra y de palabra:la ciudad como un vaso se levant en las manosde todos, vivos, muertos, callados, sostenidosde tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpede ptalos de piedra: la rosa permanente, la morada:este arrecife andino de colonias glaciales.Cuando la mano de color de arcillase convirti en arcilla, y cuando los pequeos prpados se cerraronllenos de speros muros, poblados de castillos,y cuando todo el hombre se enred en su agujero,qued la exactitud enarbolada:el alto sitio de la aurora humana:la ms alta vasija que contuvo el silencio:una vida de piedra despus de tantas vidas.

PABLO NERUDAAlturas de Macchu Picchu VIIISube conmigo, amor americano.Besa conmigo las piedras secretas.La plata torrencial del Urubambahace volar el polen a su copa amarilla.Vuela el vaco de la enredadera,la planta ptrea, la guirnalda durasobre el silencio del cajn serrano.Ven, minscula vida, entre las alasde la tierra, mientras -cristal y fro, aire golpeado -apartando esmeraldas combatidas,oh agua salvaje, bajas de la nieve.Amor, amor, hasta la noche abrupta,desde el sonoro pedernal andino,hacia la aurora de rodillas rojas,contempla el hijo ciego de la nieve.Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,cuando rompes tus truenos linealesen blanca espuma, como herida nieve,cuando tu vendaval acantiladocanta y castiga despertando al cielo,qu idioma traes a la oreja apenasdesarraigada de tu espuma andina?Quin apres el relmpago del froy lo dej en la altura encadenado,repartido en sus lgrimas glaciales,sacudido en sus rpidas espadas,golpeando sus estambres aguerridos,conducido en su cama de guerrero,sobresaltado en su final de roca?Qu dicen tus destellos acosados?Tu secreto relmpago rebeldeantes viaj poblado de palabras?Quin va rompiendo slabas heladas,idiomas negros, estandartes de oro,bocas profundas, gritos sometidos,en tus delgadas aguas arteriales?Quin va cortando prpados floralesque vienen a mirar desde la tierra?Quin precipita los racimos muertosque bajan en tus manos de cascadaa desgranar su noche desgranadaen el carbn de la geologa?Quin despea la rama de los vnculos?Quin otra vez sepulta los adioses?Amor, amor, no toques la frontera,ni adores la cabeza sumergida:deja que el tiempo cumpla su estaturaen su saln de manantiales rotos,y, entre el agua veloz y las murallas,recoge el aire del desfiladero,las paralelas lminas del viento,el canal ciego de las cordilleras,el spero saludo del roco,y sube, flor a flor, por la espesura,pisando la serpiente despeada.En la escarpada zona, piedra y bosque,polvo de estrellas verdes, selva clara,Mantur estalla como un lago vivoo como un nuevo piso del silencio.Ven a mi propio ser, al alba ma,hasta las soledades coronadas.El reino muerto vive todava.Y en el Reloj la sombra sanguinariadel cndor cruza como una nave negra.

PABLO NERUDAAlturas de Macchu Picchu IXAguila sideral, via de bruma.Bastin perdido, cimitarra ciega.Cinturn estrellado, pan solemne.Escala torrencial, prpado inmenso.Tnica triangular, polen de piedra.Lmpara de granito, pan de piedra.Serpiente mineral, rosa de piedra.Nave enterrada, manantial de piedra.Caballo de la luna, luz de piedra.Escuadra equinoccial, vapor de piedra.Geometra final, libro de piedra.Tmpano entre las rfagas labrado.Madrpora del tiempo sumergido.Muralla por los dedos suavizada.Techumbre por las plumas combatida.Ramos de espejo, bases de tormenta.Tronos volcados por la enredadera.Rgimen de la garra encarnizada.Vendaval sostenido en la vertiente.Inmvil catarata de turquesa.Campana patriarcal de los dormidos.Argolla de las nieves dominadas.Hierro acostado sobre sus estatuas.Inaccesible temporal cerrado.Manos de puma, roca sanguinaria.Torre sombrera, discusin de nieve.Noche elevada en dedos y races.Ventana de las nieblas, paloma endurecida.Planta nocturna, estatua dc los truenos.Cordillera esencial, techo marino.Arquitectura de guilas perdidas.Cuerda del cielo, abeja de la altura.Nivel sangriento, estrella construida.Burbuja mineral, luna de cuarzo.Serpiente andina, frente de amaranto.Cpula del silencio, patria pura.Novia del mar, rbol de catedrales.Ramo de sal, cerezo de alas negras.Dentadura nevada, trueno fro.Luna araada, piedra amenazante.Cabellera del fro, accin del aire.Volcn de manos, catarata oscura.Ola de plata, direccin del tiempo.PABLO NERUDAAlturas de Macchu Picchu XPiedra en la piedra, el hombre, dnde estuvo?Aire en el aire, el hombre, dnde estuvo?Tiempo en el tiempo, el hombre, dnde estuvo?Fuiste tambin el pedacito rotode hombre inconcluso, de guila vacaque por las calles de hoy, que por las huellas,que por las hojas del otoo muertova machacando el alma hasta la tumba?La pobre mano, el pie, la pobre vida...Los das de la luz deshilachadaen ti, como la lluviasobre las banderillas de la fiesta,dieron ptalo a ptalo de su alimento oscuroen la boca vaca? Hambre, coral del hombre,hambre, planta secreta, raz de los leadores,hambre, subi tu raya de arrecifehasta estas altas torres desprendidas?Yo te interrogo, sal de los caminos,mustrame la cuchara, djame, arquitectura,roer con un palito los estambres de piedra,subir todos los escalones del aire hasta el vaco,rascar la entraa hasta tocar el hombre.Macchu Picchu, pusistepiedra en la piedra, y en la base, harapos?Carbn sobre carbn, y en el fondo la lgrima?Fuego en el oro, y en l, temblando el rojogotern de la sangre?Devulveme el esclavo que enterraste!Sacude de las tierras el pan durodel miserable, mustrame los vestidosdel siervo y su ventana.Dime cmo durmi cuando viva.Dime si fue su sueoronco, entreabierto, como un hoyo negrohecho por la fatiga sobre el muro.El muro, el muro! Si sobre su sueogravit cada piso de piedra, y si cay bajo ellacomo bajo una luna, con el sueo!Antigua Amrica, novia sumergida,tambin tus dedos,al salir de la selva hacia el alto vaco de los dioses,bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,mezclndose al trueno de los tambores y de las lanzas,tambin, tambin tus dedos,los que la rosa abstracta y la lnea del fro, losque el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaronhasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,tambin, tambin, Amrica enterrada, guardaste en lo ms bajoen el amargo intestino, como un guila, el hambre?