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REVISTA DOMINICAL DE LA RAZÓN NÚMERO 655 • 1 DE DICIEMBRE DE 2013 FRONTERA, CRÓNICAS DESDE UN CAMIÓN RUMBO A LOS LÍMITES CON CHILE. RENACER, PADRES SE APOYAN ANTE EL DOLOR DE LA MUERTE. JUCUMARI, LOS OSOS ANDINOS PREFIEREN EL CHANEL N° 5 ABANDONO EN LA CAPITAL DE PORTUGAL LISBOA EN RUINAS ABANDONO EN LA CAPITAL DE PORTUGAL LISBOA EN RUINAS RE01-01DIC-tapa lisboa horz_Maquetación 1 26/11/13 18:01 Página 1

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REVISTA DOMINICAL DE LA RAZÓNNÚMERO 655 • 1 DE DICIEMBRE DE 2013

FRONTERA, CRÓNICAS DESDE UN CAMIÓN RUMBO A LOS LÍMITES CON CHILE. RENACER, PADRES SE

APOYAN ANTE EL DOLOR DE LA MUERTE. JUCUMARI, LOS OSOS ANDINOS PREFIEREN EL CHANEL N° 5

ABANDONO EN LA CAPITAL DE PORTUGAL

LISBOAEN RUINAS

ABANDONO EN LA CAPITAL DE PORTUGAL

LISBOAEN RUINAS

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RESQUEBRLa decadente coquetería de lacapital de Portugal es la seña deidentidad que la diferencia delresto de metrópolis europeas

La luz de Lisboa mezcla el olor a pes-cado asado con los lamentos del fa-do, en una instantánea incompleta

sin las docenas de edificios abandonadosque brotan por doquier. Las calles lisboetasson un encanto para los (sin)sentidos. Ladecadente coquetería de la capital de Por-tugal es la seña de identidad que la dife-rencia del resto de metrópolis europeas:infinitos adoquines crudos en rúas que su-ben y bajan y que vuelven a subir (y a bajar),azulejos en incólumes fachadas rotas, jun-to a puertas y ventanas tapiadas en casasart decó o modernistas, grafitis para disi-mular el desamparo de las viviendas apun-taladas. Los carteles anuncian obras derehabilitación que nunca terminan porque

no empiezan. Una metáfora de lo hecho ylo que queda por hacer. De lo que fue y delo que es. Lisboa. Ciudad resquebrajada.

La capital más occidental de Europa, lamisma que observa la desembocadura delrío Tajo, suma casi 5.000 edificios vacíos,mientras que los predios en mal estado deconservación son más de 8.000, de 57.000que se levantan en la ciudad. Estas cifrasno pasan desapercibidas para una pobla-ción autóctona de apenas medio millón,sazonada y rejuvenecida, tanto por turistascomo por los miles de estudiantes llegadosde todos puntos del viejo continente, gra-cias principalmente a las becas Erasmus.

“Existen varias razones para la profusiónde edificios abandonados en la capital, co-

mo por ejemplo el envejecimiento de la po-blación que habitaba tradicionalmente enla zona centro”, explica la arquitecta lisbo-eta Ana Barros. El 24 por ciento tiene másde 65 años, mientras que alrededor del 20por ciento de los edificios capitalinos fue-ron construidos antes de 1919, uno de losporcentajes más altos del país, según elcenso de 2011, elaborado por el InstitutoNacional de Estadística. La ecuación esmuy simple de aterrizar con un pequeñopaseo. Cualquier punto del centro de laciudad sirve para el experimento: sea don-de sea que comience la caminata, no es-casean los edificios completamenteabandonados o en estado deplorable. Unode cada diez, cosa de números.

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Recuerdos. Puer-tas de hierro forjadoy faroles (al lado),calles milimétrica-mente adoquinadas(izquierda), paredescon adornos y letre-ros (abajo izquier-da) y ventanas conpersianas de made-ra (abajo derecha).Esos elementos ar-quitectónicos ahoracasi en ruinas danla imagen del es-plendor de Lisboaen el siglo XX yque hoy está veni-do a menos.

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Los propietarios también han cambiadorespecto a los de hace tres o cuatro déca-das. Hoy mandan las grandes inmobilia-rias, que potencian la especulación o elabandono frente a la rehabilitación. Re-cuerda Ferrero que el problema no es nue-vo y que fue a partir de la década de los 80cuando comenzaron los desalojos masivosy la demolición de muchos edificios de labelle époque y de art nouveau. “Son edificiosinteresantísimos, los menos protegidos ycada vez más raros”. Un patrimonio cons-truido a finales del siglo XIX y principiosdel XX, de poca altura y con elementos de-corativos muy característicos, pero carosde mantener. “Son apetitosos”, sostiene elfundador del Fórum Ciudadanía Lx.

Sucede, por ejemplo, en Marqués dePombal, la enorme rotonda que distribuyeel tráfico de toda la urbe y que conecta di-rectamente con poblaciones vecinas, enlas que viven un millón y medio de perso-nas, muchas de las cuales acuden a diarioa trabajar a la capital. Las paradas para fo-tografiar fantasmas urbanos, esqueletosde hormigón y ladrillo, son constantes. Losdatos de la Cámara Municipal de Lisboade 2009, los últimos publicados al respecto,indican que existen 2.812 inmuebles par-cialmente vacíos y 1.877 totalmente vacíos.De ellos, más de 3.000 son de particulareso de empresas privadas, mientras que porencima de 300 tienen carácter municipal.“Los edificios abandonados cambian laimagen de la ciudad a peor”, apunta PauloFerrero, fundador del Fórum CiudadaníaLx, un blog que tiene como objetivo aplau-dir y chillar, acusar y proponer todo lo quepase, bueno o malo, en la capital lusa. “Sonun constante dolor de estómago”, enfatiza.Una apelación a los sentidos.

Un escenario posbélicoLa guerra no pisa Portugal desde hace dé-cadas. Neutral durante la Segunda GuerraMundial, la pacífica Revolución de los Cla-

veles cerró en 1974 una de las dictadurasmás largas (48 años) de Europa occidental.Pero el aspecto de su capital bien parecede posconflicto. El paso del tiempo y la in-acción han causado casi tanto deteriorocomo una contienda bélica. El señorío dela que otrora fue la capital de un gran im-perio ultramar (además de Brasil, Portugaltuvo colonias africanas, en el Golfo Pérsicoy en el sudeste asiático) y ciudad de la quepartían aventurados navegantes que, entreotras cosas, rodearon por primera vez Áfri-ca, comparte hoy espacio con el óxido, eldesaliño y las dentelladas del descuido quepadecen en sus azulejos característicos.“Lisboa es hoy una ciudad sucia. No sóloporque haya basura, sino también por el

abandono de varios edificios. Esta situa-ción está dando lugar a la aparición de am-bientes degradados”, afirman losmiembros de la bitácora Pensar Lisboa.

El abandono se sustenta en razonesmuy diversas. “El problema de las particio-nes entre herederos, los complejos requi-sitos y la burocracia de la CámaraMunicipal respecto a los proyectos deconstrucción y reconstrucción, los inqui-linos de escasos recursos que pagan rentasbajas a dueños que no tienen capacidadeconómica para recuperar el patrimonio,la gran especulación inmobiliaria, ya queel precio del metro cuadrado en Lisboa esdos o tres veces más caro que en los mu-nicipios contiguos”, enumera Barros.

Fachadas. Muchasparedes sólo mues-tran ventanas ypuertas clausuradas(abajo). En muchoscasos, del otro ladosólo hay vacío y fie-rros retorcidos enlos que se apoyaban

las edificacionesque en algún mo-mento fueron alardede esplendor (fotoprincipal).

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El estado de abandono y apuntalamien-to de la ciudad genera controversias y de-bates constantes. En las recienteselecciones autonómicas, en las que el so-cialista Antonio Costa volvió a conquistaral electorado, el Bloque de Izquierdas pro-puso la creación de un impuesto que pe-nalizara a los propietarios que mantienenedificios vacíos fuera del mercado, lo quesupondría la recaudación de más de 1.000millones de euros (algo más de 10.000 mi-llones de bolivianos) en todo el país. “Losprincipales propietarios de Lisboa ya noson los tradicionales, son la banca, los se-guros y los fondos inmobiliarios que poseenun gran número de edificios y viviendas y,por tanto, controlan el precio de mercado”,

aseveró el candidato a la cámara lisboetapor esta plataforma, João Semedo.

Siete colinas juegan con la orografía lis-boeta. Y otros tantos conceptos puedenservir para definir desde el punto de vistaarquitectónico y urbanístico la ciudad. Ca-llejuelas retorcidas con principio, pero sinfin en Mouraria y Alfama, los barrios árabesy medievales; calles rectilíneas y plazascuadradas dibujadas milimétricamentecon escuadra y cartabón en Baixa, cons-truida tras el devastador terremoto de1755 y el posterior tsunami; comercios ylocales de ocio, bares y restaurantes entre-lazados por igual en el Barrio Alto y Chiado,con rincones emblemáticos de paseos im-prescindibles; los edificios manuelinos de

Soluciones.Lienzos, pintura yladrillos son usa-dos para intentaresconder el des-cuido en la capi-tal portuguesa.Arriba, una tela yun reptil cubrenpartes de edificiostapiados y a la iz-quierda, indisimu-ladas estructurasde metal quedanal descubiertopara denunciar elabandono.

Belem y su abertura al Tajo como Patrimo-nio de la Humanidad por la Unesco; lospuentes, la estatua de Cristo Rey (la imi-tación del Cristo del Corcovado de Río deJaneiro), Monsanto cual pulmón verde; laLisboa del siglo XX con su Ciudad Univer-sitaria, su aeropuerto y sus largas avenidas;y la Lisboa del siglo XXI con toques del ar-quitecto Santiago Calatrava en el Parquede las Naciones, que acogió a la Expo’98. Yen todas las esquinas, prácticamente sinexcepción, la incorregible huella del tiem-po. Tan palpable. Tan visible.

Inversión y desprendimiento Sólo en la Avenida da Liberdade, una de lasarterias principales y el equivalente a El Pra-do paceño, resulta sencillo contabilizar 15edificios resquebrajados. La firma de lujofrancesa Cartier abrió hace poco su tiendaen el número 240 de este bulevar. La reha-bilitación del edificio, pintado de color gra-nate a imagen y semejanza del siglo XIX,supuso una inversión de diez millones deeuros (cerca de 100 millones de bolivianos).En la inauguración de las obras, un respon-sable municipal reconoció que la crisis estáimpidiendo la inversión en la ciudad. Y esque, las mayores novedades al respecto sonprivadas, muchas de ellas extranjeras. Re-cientemente, el grupo alemán Deka Immo-bilien compró un edificio por 43 millonesde euros (algo más de 400 millones de bo-livianos), según Financial Times, la mayoroperación de compra en el mercado inmo-biliario portugués desde 2009.

La inversión pública da alguna que otraseñal de vida, aunque a cuentagotas en uncontexto de crisis. La iniciativa Invest Lis-boa mantiene abierto un consultorio parallevar a cabo un informe técnico y gratuito,mediante el cual los dueños de los edificios

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que supone un gran desembolso de dineropúblico. Entre bohemia, multiculturalidady tradición, entre postales que parecen bé-licas y espectros de una vida mejor. Entreancianos mirando quietos desde sus ven-tanas y entre balcones tapiados. Entre rin-cones costumbristas y esquinasinverosímiles. Entre calle arriba y calle aba-jo, con el fado, esa expresión de música por-tuguesa tan melancólica, siempre de pormedio. La imagen de Lisboa discurre entrela evocación y la dejadez. Eso sí, con unaluz cautivadora, un olor apetitoso y unossones nostálgicos. Los (sin)sentidos, en Lis-boa, están resquebrajados. ●

TEXTO Y FOTOS: Mª ÁNGELES FERNÁNDEZ Y JAIRO MARCOS

abandonados en la zona histórica de la ca-pital encuentren la mejor rentabilidad a tra-vés de colocación en el mercado de losinmuebles, vía alquiler o venta a diferentescompañías. Se trata, dicen sus responsa-bles, de generar nuevas inversiones, puestosde trabajo y oportunidades de negocio.

Pero lo cierto es que el Ayuntamientoha decidido deshacerse de parte de su pa-trimonio. La hemeroteca de Lisboa acabade cerrar sus puertas en Barrio Alto porqueel edificio que ocupaba “necesitaba unainversión voluminosa” para su rehabilita-ción, según el alcalde. Los ejemplos sobran:la municipalidad acaba de subastar 24 edi-ficios con precios un 30 por ciento por de-bajo del valor de mercado. Las ventas seencajan dentro del programa Reabilita pri-meiro paga depois (Rehabilita primero, pa-ga después), creado en 2012 con el objetivode vender edificios municipales vacíos enmal estado, con la única obligación expresade llevar a cabo obras de rehabilitación contodo tipo de ventajas fiscales.

Leyes incumplidasLas iniciativas para rescatar a Lisboa delapuntalamiento han sido muchas: Recria,

Rehabita, Recriph, Solarh…. “Se han creadoalgunos incentivos y algunas buenas inten-ciones, pero en la práctica no se traducenen soluciones. La mayoría de ellos no sehan aplicado plenamente por falta de pu-blicidad, por falta de conocimiento de lafiscalidad, la extensa burocracia requerida,y por una banca especulativa que animómás a comprar que al arrendamiento tra-dicional”, enumera la arquitecta Ana Ba-rros. Desde Fórum Ciudadanía Lx tienenuna opinión similar: “Tenemos unas leyesmuy bien hechas, pero nadie las hace cum-plir. Por ejemplo, un propietario está obli-gado a hacer el trabajo de conservacióncada ocho años, pero las multas son bajasy la Cámara no tiene el dinero para hacersecargo de los edificios. La culpa esencial es

la de todos los que pensaron que es mejorque tener su propia casa que una alquilada.Una cuestión de mentalidad”.

La estética del abandono provoca otrosproblemas más allá de los meramente vi-suales, como los incendios o los derrum-bes, algo habitual en época de lluvias. Elportal tretas.org destaca en este sentido latotal ausencia de condenas a propietarios,así como que nunca se han pedido respon-sabilidades al Ayuntamiento por falta desupervisión, por lo que es de suponer quees la Cámara de Lisboa la que “soportaeconómicamente” estos incidentes. Estaweb también denuncia que el Ayunta-miento, en lugar de reparar edificios pro-pios para instalar actividades municipales,opta por la renta de inmuebles ajenos, lo

Opciones. Mosai-cos que se caen de-jan espacios en lasparedes para queartistas popularesrealicen sus pinta-das (foto principal).Ventanas tapiadas

convierten a losmuros de los edifi-cios en lienzos pararealizar murales,una forma de resca-te ante el descuido(foto pequeña).

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