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PAPERS PUBLISHED 1 DISPONIBILIDAD DE AGUA El agua es uno de los recursos naturales más importantes para el ser humano, pues, además de ser necesaria para el surgimiento y mantenimiento de la vida en nuestro planeta, en la vida moderna, es indispensable para la realización de cualquier actividad humana. Dentro de los posibles usos del agua están: abastecimiento publico, transporte de personas y mercancías, generación de energía, producción y procesamiento de alimentos, procesos industriales, recreación, paisanismo y infelizmente además de esos usos es utilizada como transporte y disolución de efluentes domésticos e industriales. Ese importante recurso natural esta distribuido de forma heterogenia por el globo. Donde las principales reservas hídricas son: Océanos con 96,538% Atmósfera con 0,00093% Ríos con 0,00015% Subterránea, humedad do solo con 1,688% Lagunas con 0,0127% Coberturas de Nieve, heleras e icebergs con 1,758% Otras tales como biota con 0,0022% Observando esos datos se puede percibir que su distribución no es homogénea entre las diferentes reservas y el porcentaje de agua dulce de fácil acceso es muy pequeña. Desafortunadamente sus reservas tampoco están distribuidas homogéneamente en los continentes. La distribución heterogenia de la población humana por el globo corrobora en agregar importancia al agua. Según instituciones internacionales un tercio de la población mundial viven en países que sufren de estrese hídrico entre moderado y alto, donde el consumo de agua es superior a 10% de los recursos renovables de agua dulce. Aproximadamente todos los 80 países que albergan 40% de la población mundial ya sufrían de estrese hídrico en los principios de los anos 90.

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1 DISPONIBILIDAD DE AGUA

El agua es uno de los recursos naturales más importantes para el ser humano, pues, además de ser necesaria para el surgimiento y mantenimiento de la vida en nuestro planeta, en la vida moderna, es indispensable para la realización de cualquier actividad humana. Dentro de los posibles usos del agua están: abastecimiento publico, transporte de personas y mercancías, generación de energía, producción y procesamiento de alimentos, procesos industriales, recreación, paisanismo y infelizmente además de esos usos es utilizada como transporte y disolución de efluentes domésticos e industriales.

Ese importante recurso natural esta distribuido de forma heterogenia por el globo. Donde las principales reservas hídricas son:

• Océanos con 96,538% • Atmósfera con 0,00093% • Ríos con 0,00015% • Subterránea, humedad do solo con 1,688% • Lagunas con 0,0127% • Coberturas de Nieve, heleras e icebergs con 1,758% • Otras tales como biota con 0,0022%

Observando esos datos se puede percibir que su distribución no es homogénea entre las diferentes reservas y el porcentaje de agua dulce de fácil acceso es muy pequeña. Desafortunadamente sus reservas tampoco están distribuidas homogéneamente en los continentes.

La distribución heterogenia de la población humana por el globo corrobora en agregar importancia al agua. Según instituciones internacionales un tercio de la población mundial viven en países que sufren de estrese hídrico entre moderado y alto, donde el consumo de agua es superior a 10% de los recursos renovables de agua dulce.

Aproximadamente todos los 80 países que albergan 40% de la población mundial ya sufrían de estrese hídrico en los principios de los anos 90.

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Se prevé que para el año 2020 el uso de agua aumentara en 40% y que será necesario aumentar la disponibilidad de agua para la agricultura en 17% para que se pueda aumentar la producción para atender el crecimiento demográfico.

Según la Organización Internacional de Trabajo será necesario incrementar en 36% la cantidad agua para seguir el ritmo de ese aumento de la población y atender adecuadamente las necesidades de 500 millones de personas para que no sigan estando mal nutridas.

El aumento de la demanda procedente de poblaciones con ingresos cada vez mayores, son factores que conducirán a un enorme incremento de la producción total de alimentos. En los grupos de ingresos más altos, la población seguirá caracterizándose por una demanda excesiva de alimentos de origen animal, lo que provocará un aumento de la producción de piensos.

Por lo tanto la presión sobre la agricultura y la producción de alimentos sumadas al crecimiento demográfico y el incremento de la demanda “per cápita” harán recaer sobre el medio ambiente cargas más importantes. Evidentemente que dicha carga se generará de manera desigual y tendrá efectos ambientales desiguales, pero en términos mundiales si no se actúa preventivamente sus efectos serán negativos y exigirán acciones concertadas y costosas.

En el siglo pasado, los tres factores que más se destacan por provocar aumento de la demanda de agua fueron crecimiento demográfico, desarrollo industrial y expansión de la agricultura irrigada. Los gestores de los recursos hídricos siempre creyeron que una demanda creciente vendría a ser satisfecha con un mejor dominio del ciclo hidrológico. Por lo tanto por todo el mundo tradicionalmente se construyó represas en los ríos para garantizar el recurso hídrico adecuado y constante para la irrigación, generación de energía hidroeléctrica y uso domestico. Aproximadamente 60% de los 227 mayores ríos del mundo fueron muy o moderadamente fraccionados por represas, desvíos, canales, provocando diversos efectos sobre el ambiente. Esta infraestructura proporciono beneficios importantes, como incremento de la producción de alimentos y energía eléctrica. Sin embargo los impactos ambientales negativos fueron siendo observados, identificados y cuantificados. Fundamentados en esos datos se pudo comprobar que en muchos puntos del sistema se hubo agotamiento de su capacidad. Particularmente, el agua tratada se viene tornando cada vez más cara y de difícil obtención.

La disponibilidad de agua y su calidad, que son ya totalmente insuficientes en gran parte del mundo, seguirán constituyendo un problema importante en las zonas rurales de los países en desarrollo y también en muchas poblaciones urbanas, que pueden enfrentarse al problema adicional de tener que pagar elevadas tarifas por su utilización. Las necesidades de agua registrarán un importante incremento, y en

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algunas grandes ciudades satisfacer la demanda será cada vez más caro, pues habrá que traer el agua de zonas distantes. La creciente producción de aguas residuales y de desecho obligará a ampliar las instalaciones de tratamiento, así como a realizar grandes desembolsos de capital. El reuso del agua en la agricultura será una forma de minimizar los costos en tratamiento y el consumo de fertilizantes. Sin embargo la utilización de este recurso requiere, en la gran mayoría de los países en desarrollo, el esfuerzo de reglamentar esta herramienta facilitadota del desarrollo sostenible y sustentable.

La permanente necesidad de desarrollo industrial a largo plazo para producir bienes, servicios y puestos de trabajo lleva a una producción de alimentos más intensiva, que a su vez estará más industrializada. En consecuencia, y especialmente debido al proceso de urbanización, aumentará en volumen e importancia la demanda de servicios de envasado, elaboración, almacenamiento y distribución de alimentos, y se incrementarán también los recursos dedicados a estas actividades.

Por consiguiente el agua que fue un recurso natural que tradicionalmente era considerado como abundante, hoy en muchos países de Latinoamérica, Brasil por ejemplo, están enfrenando escasez por no haber desarrollado políticas preventivas a la situación de estrés provocado por el aumento del uso y de la contaminación. Por lo tanto cuanto más temprano en el proceso de industrialización y de aumento de producción de insumos se adopten estrategias preventivas que incentiven el uso racional, la optimización del consumo y el reuso de agua más fácil será el desarrollo sostenible y sustentable.

1.1 BIBLIOGRAFÍA

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RIVOIR VIVACQUA, M. C. et al. Conservação e Reúso de Água: Manual de Orientações Para o Setor Industrial. Fiesp. São Paulo. 2004. 90p.

RIVOIR VIVACQUA, M. C. Qualidade da Água do Escoamento Superficial Urbano – Revisão Visando o Uso Local. 2005. 185p. Dissertação (Mestrado) – Escola Politécnica da Universidade de São Paulo, 2005.

2 CONTAMINACIÓN DEL AGUA

Desde hace al menos dos milenios se ha venido deteriorando la calidad del agua natural hasta llegar a niveles de contaminación que limitan estrictamente los usos del agua o la hacen perjudicial para los humanos. Este deterioro se ha relacionado con el desarrollo socioeconómico en las cuencas fluviales, pero en la actualidad el transporte atmosférico de contaminantes a largas distancias ha modificado el panorama: hasta zonas muy alejadas pueden verse indirectamente contaminadas.

Las primeras manifestaciones de contaminación de las aguas urbanas las encontramos en la Edad Media, con noticias y quejas sobre la insuficiencia de los sistemas de eliminación de los excrementos, los cursos de agua sucia y hedionda en las ciudades superpobladas y otros problemas similares. La primera vez que se estableció una vinculación causal clara entre la mala calidad del agua y los efectos sobre la salud humana se remonta a 1854, año en que John Snow atribuyó el brote de una epidemia de cólera en Londres a una determinada fuente de agua potable.

Desde mediados del siglo XX, y coincidiendo con el inicio de un crecimiento industrial acelerado, se han venido produciendo en rápida sucesión diversos tipos

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de problemas de contaminación del agua. Sobre esa situación europea cabe afirmar que: se han determinado y estudiado los problemas del pasado (patógenos, balance de oxígeno, eutrofización, metales pesados) y se han identificado y aplicado en mayor o menor medida los controles necesarios, y los problemas de hoy son de otro tipo: por una parte, fuentes puntuales y difusas de contaminación “tradicionales”, problemas de contaminación ambiental generalizada (compuestos orgánicos sintéticos y nuevas sustancias químicas), y, por otra, problemas “de tercera generación” que interfieren los ciclos globales (acidificación, cambio climático).

En el pasado, la contaminación del agua en los países en desarrollo se debía principalmente a los vertidos de aguas residuales sin tratar. La situación es hoy más compleja debido a la producción industrial de residuos peligrosos y a la utilización en rápido aumento de plaguicidas en la agricultura. De hecho, en algunos países en desarrollo, el problema de la contaminación del agua es más grave que en los países industrializados. Por desgracia, los países en desarrollo en su conjunto están muy atrasados en materia de control de las principales fuentes de contaminación. En consecuencia, la calidad del medio ambiente sufre un deterioro progresivo.

2.1 Tipos y fuentes de contaminación

Hay numerosos agentes microbianos, elementos y compuestos que pueden contaminar el agua. Pueden clasificarse de la siguiente manera:

• Organismos Microbiológicos – son habituales en las masas de agua dulce contaminadas por vertidos de aguas residuales domésticas sin tratar..

• Compuestos Orgánicos Biodegradables – Sustancias orgánicas de origen natural (detritus terrestres alóctonos o residuos autóctonos de plantas acuáticas) o de fuentes antropogénicas (desechos domésticos, agrícolas y algunos industriales) son descompuestas por microbios aeróbicos a lo largo del curso del río.

• Materiales en Suspensión – son un importante medio de transporte de contaminantes orgánicos e inorgánicos. En los materiales en suspensión encontramos la mayoría de los metales pesados tóxicos, contaminantes orgánicos, patógenos, materiales orgánicos biodegradables y nutrientes como el fósforo.

• Nitratos – La concentración de nitratos en las aguas superficiales no contaminadas oscila entre menos de 0,1 y 1 miligramo por litro (expresado como nitrógeno), de manera que niveles de nitratos superiores a 1 mg/l indican influencias antropogénicas, como el vertido de residuos municipales y las escorrentías urbanas y agrícolas.

• Sales – La salinización del agua puede deberse a factores naturales, como la interacción geoquímica del agua con suelos salinos, o a actividades

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antropogénicas, como la agricultura de regadío, la entrada de agua marina a causa de un bombeo excesivo de aguas subterráneas en islas y zonas costeras o la eliminación de desechos industriales y salmueras de campos petrolíferos.

• Metales Pesados – Los metales pesados como cromo, plomo, cadmio y mercurio son microcontaminantes de especial interés, pues tienen importancia para la salud y el medio ambiente a causa de sus características de persistencia, elevada toxicidad y bioacumulación. Los metales pesados que contribuyen a la contaminación del agua proceden básicamente de cinco fuentes: desgaste geológico; transformación industrial de menas y metales; utilización de metales y compuestos de metales, como las sales de cromo en las curtidurías, los compuestos de cobre en la agricultura y el tetraetilo de plomo como agente antidetonante en la gasolina; la lixiviación de metales pesados a partir de desechos domésticos y vertidos de residuos sólidos, y la presencia de metales pesados en los excrementos humanos y animales, sobre todo zinc.

• Nutrientes – La eutrofización se define como el enriquecimiento de las aguas con nutrientes de origen vegetal, sobre todo fósforo y nitrógeno, que generan un mayor crecimiento de vegetales. Los compuestos de fósforo y nitrógeno proceden básicamente de las aguas residuales domésticas no tratadas, pero hay también otras fuentes, como el drenaje de tierra agrícola con fertilizantes artificiales, las escorrentías superficiales de la ganadería intensiva y algunas aguas residuales industriales, que también pueden incrementar sustancialmente el nivel trófico de lagos y embalses, sobre todo en los países en desarrollo.

• Microcontaminantes Orgánicos – Los microcontaminantes orgánicos pueden clasificarse en grupos de productos químicos en función de su utilización y, por tanto, de la forma en que se dispersan en el medio ambiente: Plaguicidas (pesticidas y herbicidas), Las sustancias orgánicas volátiles (materiales de uso doméstico e industrial), Sustancias que son agentes directos e intermedios de síntesis químicas, como el tetracloruro de carbono para sintetizar freones, el cloruro de vinilo para polimerizar PVC y derivados clorados del benceno, el naftaleno, el fenol y la anilina para fabricar tintes figuran entre los materiales de uso esencialmente industrial.

Los efluentes de fábricas de plaguicidas pueden contener importantes cantidades de esos productos manufacturados. Una proporción significativa de los contaminantes orgánicos se vierte al medio acuático a través de las escorrentías de superficies urbanas; y en las zonas agrícolas los plaguicidas con que se tratan los cultivos pueden llegar a las aguas superficiales a través de las escorrentías de agua de lluvia y del drenaje artificial o natural. También vertidos accidentales han ocasionado graves daños ecológicos y cierres temporales del suministro de agua.

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2.2 Contaminación urbana

A causa de la contaminación urbana, multiforme, agresiva y en continuo crecimiento, la necesidad de mantener la calidad de los recursos hídricos se ha convertido en un problema grave, sobre todo en las zonas más urbanizadas del mundo en desarrollo. El mantenimiento de la calidad del agua se ve obstaculizado por dos factores: el hecho de que no se imponga un control de la contaminación en las fuentes principales, sobre todo las industrias, y la insuficiencia de los sistemas de saneamiento y de recogida y disposición final de residuos sólidos.

2.3 Repercusiones económicas

Las consecuencias económicas de la contaminación del agua pueden ser bastante graves, dados sus efectos perjudiciales sobre la salud humana y el medio ambiente. La mala salud limita la productividad de los seres humanos, y la degradación ambiental reduce la productividad de los recursos hídricos que utiliza directamente la gente.

Esta carga de patología económica puede expresarse no sólo en costes de tratamiento, sino también cuantificando la pérdida de productividad. Así ocurre especialmente con las enfermedades que son sobre todo invalidantes, como la diarrea. En la India, por ejemplo, se ha estimado que cada año se pierden alrededor de 73 millones de jornadas de trabajo por enfermedades relacionadas con el agua.

Las deficiencias de saneamiento y las epidemias resultantes tienen también un coste económico muy alto, como ha quedado patente en la epidemia de cólera de América Latina. Se ha estimado que la epidemia tuvo en Perú un coste de 1.000 millones de dólares debido a la caída de las exportaciones agrícolas y del turismo. Según el Banco Mundial esa cantidad es más del triple de lo que había invertido el país en servicios de abastecimiento de agua y saneamiento durante el decenio de 1980.

Los recursos hídricos afectados por la contaminación no resultan ya adecuados como fuentes de agua para el abastecimiento municipal. En consecuencia, es necesario instalar costosas depuradoras o traer el agua limpia desde muy lejos, lo que ocasiona unos costes mucho más elevados.

En los países en desarrollo de Asia y el Pacífico, la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP) estimó que el daño ambiental en 1985 tuvo un coste más o menos equivalente al 3 % del PNB, unos 250.000 millones de dólares, mientras que el coste de corregir esos daños sería de alrededor del 1 %.

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Según el MSP, 24,4% de las defunciones de 2002 fueron provocadas por tumores. El Geo Montevideo llama la atención para la tasa de incidencia de cáncer en Montevideo que es la más alta del país, con 541 casos cada 100.000 habitantes, con una tasa de mortalidad masculina de 215/100.000 y 117/100.000 la femenina. Más del 25% de las muertes en hombres corresponden a cáncer de pulmón; en las mujeres, cerca del 20% es debido a cáncer de mama.

Aunque los estudios sobre el cáncer profesional son complicados porque no existen cancerígenos “completos”; las exposiciones ambientales aumentan el riesgo de desarrollar cáncer, no significa que este desarrollo futuro de cáncer sea seguro. Pero estos datos permiten decir que la inversión de capitales en control de la contaminación y proyectos que brinden a la población saneamiento y inciten las industrias a comprometerse con la preservación ambiental y el reuso de aguas son de extrema importancia y altamente rentable mismo cuando se piensa en enfermedades más complejas como el cáncer.

2.4 BIBLIOGRAFÍA

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3 LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO

La industrialización es un elemento esencial del crecimiento económico en los países en desarrollo, ese proceso puede tener también consecuencias negativas sobre la salud ambiental como resultado de la liberación de contaminantes en el aire y el agua y de la eliminación de residuos peligrosos.

La contaminación industrial es un problema más complejo en los países en desarrollo que en las economías desarrolladas. Los obstáculos estructurales que dificultan la prevención y limpieza de la contaminación son mayores. Esos obstáculos son en gran parte económicos, pues los países en desarrollo no poseen los recursos necesarios para controlar la contaminación en la misma medida en que lo hacen los países desarrollados. Por otra parte, los efectos de la contaminación pueden ser muy costosos para una sociedad en desarrollo en términos de salud, residuos, degradación del medio ambiente, reducción de la calidad de vida y coste de limpieza en el futuro. Un ejemplo es la preocupación por el futuro de los niños expuestos al plomo, en algunas ciudades de países donde aún se utiliza la gasolina con plomo, o que viven en las proximidades de fundiciones. Se ha comprobado que algunos niños tienen niveles de plomo en sangre suficiente para afectar a su inteligencia y sus facultades cognitivas.

En los países en desarrollo, la industria suele funcionar con poco capital en comparación con los países desarrollados, y los fondos de inversión de que dispone se dedican en primer lugar a la adquisición del equipo y los recursos necesarios para la producción. Además, tradicionalmente, los economistas consideran “improductivo” el capital destinado a la lucha contra la contaminación, pues no genera un incremento de la producción ni de los rendimientos financieros. Pero la realidad es más compleja. Es posible que invertir en la lucha contra la contaminación no produzca un rendimiento directo evidente para la empresa o el sector, pero ello no significa que sea una inversión no rentable. En muchos casos se logra disminuir costos, como por ejemplo, industrias que implementan técnicas de reuso de agua logran minimizar costos con la cuenta de agua utilizada en el proceso productivo además de disminuir los costos con los tratamientos de efluentes. Además en el mercado internacional los productos orgánicos poseen valores altamente rentables para los productores.

La contaminación causa daños al medio ambiente y a la sociedad en general, pero se trata de “deseconomías externas” que aparentemente no afectan sustancialmente a la empresa misma, o al menos no la afectan desde el punto de vista económico tradicional, pero como vimos en los artículos anteriores hay costos

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altísimos referentes a la baja productividad de funcionarios enfermos y con falta de capacitación.

Algo que sucede con frecuencia en los países en desarrollo, que prestan menos atención a la protección ambiental, es que las normas ambientales suelen ser inadecuadas o no se aplican eficazmente y aún no están plenamente desarrolladas las técnicas de lucha contra la contaminación. Con el rápido desarrollo económico, muchos países en desarrollo, como China, Tailandia, Brasil, Argentina y otros, se enfrentan a nuevos problemas ambientales.

Uno de ellos es la contaminación del medio ambiente procedente de industrias obsoletas o tecnologías peligrosas transferidas por los países desarrollados, industrias y tecnologías que ya no son aceptables en esos países por razones de salud en el trabajo y salud ambiental, pero que pueden seguir utilizándose en los países en desarrollo porque su legislación ambiental es menos estricta. Otro problema es la rápida proliferación de empresas no estructuradas a pequeña escala en aldeas o zonas rurales, que muchas veces producen una importante contaminación del aire y el agua por carecer de los conocimientos necesarios o de medios financieros suficientes.

En la práctica, raras veces se dispone de capital para invertir en equipos de control de la contaminación, a menos que la normativa oficial presione en ese sentido. Sin embargo, es muy infrecuente que los gobiernos se sientan motivados a regular la industria si no tienen razones apremiantes para ello y se ven presionados por sus ciudadanos. En la mayoría de los países desarrollados, la población tiene una razonable seguridad en materia de salud y de vida, y esperan mejorar su calidad de vida, algo que asocian con un entorno más limpio. Como hay más seguridad económica, esos ciudadanos están más dispuestos a aceptar un aparente sacrificio económico para conseguir un medio ambiente más limpio. En cambio, y para ser competitivos en los mercados mundiales, muchos países en desarrollo se muestran reacios a imponer normas a sus industrias. Al contrario, esperan que el crecimiento industrial de hoy conduzca a una sociedad del mañana suficientemente rica para corregir la contaminación.

Por desgracia, el coste de la limpieza se incrementa al mismo ritmo o a un ritmo superior que los costes asociados al desarrollo industrial. En una fase temprana del desarrollo industrial, a un país en desarrollo le costaría en teoría muy poco prevenir la contaminación, pero esos países casi nunca poseen los recursos de capital necesarios para hacerlo. Posteriormente, cuando el país sí posee los recursos necesarios, los costes suelen ser increíblemente altos y el daño ya se ha producido.

Esa ineficacia se debe también en parte a la necesidad de recurrir a tecnologías anticuadas que pueden obtenerse con facilidad, que no requieren una licencia muy

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cara o que no tienen un coste de utilización alto. Esas tecnologías suelen ser más contaminantes que las tecnologías de punta de que dispone la industria de los países desarrollados.

Otro problema al que se enfrentan los países en desarrollo es la falta de conocimientos especializados sobre los efectos de la contaminación, los métodos de vigilancia y la tecnología de control de la misma, así como la escasa sensibilización al respecto. En los países en desarrollo hay relativamente pocos expertos de campo, en parte porque, aunque las necesidades son en realidad mayores, hay menos puestos de trabajo y un mercado más restringido para sus servicios. Como el mercado para los equipos y servicios de control de la contaminación puede ser reducido, es posible que haya que importar conocimientos especializados y tecnología, con el consiguiente incremento de costes. Es posible también que los directivos y supervisores de la industria no sean conscientes del problema o lo sean en muy pequeña medida. Aun cuando un ingeniero, un directivo o un supervisor de la industria sean conscientes de que una operación es contaminante, le puede resultar difícil convencer a otras personas de la empresa, a sus jefes o a los propietarios de que existe un problema que ha de resolverse.

El problema básico que se plantea acá es que el acceso a la información y educación ambiental a los ciudadanos también son necesarias para lograr el difícil equilibrio entre la realidad económica con la necesidad de proteger a sus ciudadanos, la integridad ambiental y su futuro.

3.1 BIBLIOGRAFÍA

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4 SALUD EN EL TRABAJO Y AMBIENTAL

El desarrollo, y en particular la industrialización, han contribuido de forma extremadamente positiva a la salud, así como a una mayor prosperidad personal y social, y a una enorme mejora de los servicios de salud y educación, los transportes y las comunicaciones. Indudablemente que, en escala mundial, la expectativa de vida humana ha aumentado. Sin embargo, la industrialización ha tenido también consecuencias negativas para la salud, y no sólo para los trabajadores, sino para la población en general. Esos efectos se derivan directamente de la exposición a agentes perjudiciales a la salud o al deterioro del medio ambiente.

Los peligros derivados del trabajo así como los peligros para la salud de origen ambiental pueden ser de carácter biológico, físico, biomecánico o psicosocial. Entre ellos se incluyen factores tradicionales como las deficiencias de saneamiento y vivienda, y la contaminación agrícola e industrial del aire, del agua, de los alimentos y del suelo.

La principal conexión existente entre el lugar de trabajo y el medio ambiente general es que la fuente de peligro suele ser la misma, ya se trate de una actividad agrícola o industrial. Para controlar el peligro sobre la salud, puede resultar eficaz en ambos casos un enfoque común. Así ocurre especialmente a la hora de elegir tecnologías químicas para la producción. Si se puede obtener un resultado o un producto aceptable con una sustancia química menos tóxica, la elección de dicha sustancia química puede reducir o incluso eliminar el riesgo para la salud. Un ejemplo es la utilización de pinturas al agua, más seguras, en vez de las que contienen disolventes orgánicos tóxicos.

Los conocimientos científicos y la capacitación que se requieren para evaluar y controlar los peligros para la salud de origen ambiental son en su mayoría los mismos que se precisan para abordar los peligros para la salud en el lugar de trabajo. La toxicología, la epidemiología, la higiene, la ingeniería de la seguridad son los instrumentos básicos de la ciencia del medio ambiente. El proceso de evaluación y gestión de riesgos es también el mismo: identificación de los peligros, clasificación de los riesgos, evaluación de la exposición y estimación del riesgo.

Los pasos siguientes son evaluar las opciones de control, controlar la exposición, dar a conocer el riesgo al público y establecer un programa continuo de vigilancia de la exposición y el riesgo. Así pues, la salud en el trabajo y la salud ambiental están

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estrechamente ligadas por metodologías comunes, especialmente en materia de evaluación de la salud y control de la exposición.

En muchas ocasiones se han identificado peligros para la salud de origen ambiental a partir de observaciones de consecuencias adversas sobre la salud de los trabajadores, y es indudable que en el lugar de trabajo es donde mejor se comprende el efecto de las exposiciones industriales. La documentación de los efectos sobre la salud se realiza generalmente por una de las tres vías siguientes: experimentos con animales u otros experimentos de laboratorio, exposiciones accidentales de alto nivel o estudios epidemiológicos realizados tras dichas exposiciones.

Para llevar a cabo un estudio epidemiológico es necesario poder determinar tanto la población expuesta, como la naturaleza y el nivel de la exposición, así como comprobar el efecto perjudicial sobre la salud. Suele ser más fácil definir los miembros de una población laboral que los componentes de una comunidad, especialmente en una comunidad muy cambiante; la naturaleza y el nivel de la exposición a que están sometidos los distintos miembros de la cohorte suelen estar más claros en una población laboral que en una comunidad; y los resultados de altos niveles de exposición son casi siempre más fáciles de delimitar que cambios más sutiles atribuibles a un bajo nivel de exposición.

Dado que los resultados negativos para la salud son más evidentes en los trabajadores, se ha utilizado la información sobre los efectos de la exposición en el trabajo a sustancias tóxicas para calcular el riesgo que presentan esos factores para la salud de la comunidad en general.

Por ejemplo el caso del cadmio, en 1942 empezaron a notificarse casos de osteomalacia con fracturas múltiples en trabajadores de una fábrica francesa que producía pilas alcalinas. Los conocimientos obtenidos en el lugar de trabajo contribuyeron a que se reconociera que la osteomalacia y la enfermedad renal que se estaba observando en Japón, la enfermedad de “Itai-itai”, se debían en realidad a la contaminación del arroz por regar los cultivos con agua contaminada por cadmio procedente de fuentes industriales. Así pues, la epidemiología en el trabajo ha contribuido en gran medida al conocimiento de los efectos de la exposición ambiental, lo que constituye una razón más para vincular estos dos ámbitos.

Desde un punto de vista estrictamente científico, para realizar una auténtica evaluación de efectos sobre la salud y establecer las relaciones dosis-respuesta es necesario tener en cuenta las exposiciones totales (ambientales más profesionales).

Un ejemplo clásico es la exposición a plaguicidas: la exposición en el lugar de trabajo puede verse considerablemente incrementada por la exposición en el medio

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ambiente, a través de la contaminación de los alimentos y las fuentes de agua, y de la exposición no profesional transmitida por el aire.

En un estudio realizado sobre cultivadores de algodón de Centroamérica que utilizaban plaguicidas, no sólo muy pocos de los trabajadores tenían acceso a ropa protectora, sino que prácticamente todos vivían en un radio de 100 metros de los campos de algodón, muchos en viviendas temporales sin paredes que les protegieran de la vaporización aérea de los plaguicidas. Además, los trabajadores solían lavarse en canales de regadío que contenían residuos de plaguicidas, lo que incrementaba aún más la exposición.

Para comprender la relación existente entre la exposición a plaguicidas y cualquiera de los efectos sobre la salud notificados se han de tener en cuenta todas las fuentes de exposición. En consecuencia, la evaluación simultánea de la exposición en el lugar de trabajo y la exposición ambiental mejora la precisión de la misma en los dos ámbitos.

Los problemas de salud derivados de los riesgos profesionales y ambientales son especialmente graves en los países en desarrollo, donde es menos probable que se apliquen métodos ya consolidados de control de los peligros a causa del limitado conocimiento de su existencia, la poca prioridad política concedida a las cuestiones de salud y medio ambiente, la escasez de recursos o la falta de sistemas adecuados de gestión de la salud ambiental y laboral.

Es necesario que al diseñar los lugares de trabajo y decidir la estrategias de control en materia de higiene industrial se han de tener en cuenta cuestiones ambientales de carácter general. Sustituir una sustancia por otra que no sea tan tóxica puede tener sentido desde el punto de vista de la salud en el trabajo, pero si esa nueva sustancia no es biodegradable o daña la capa de ozono no será una solución adecuada para controlar la exposición — lo único que se haría es trasladar el problema a otro sitio. Así pues, al vincular la salud en el trabajo y la salud ambiental se reduce el riesgo de adoptar decisiones erróneas en materia de control de las exposiciones.

De hecho, las normas de salud ambiental suelen ser mucho más estrictas que las de salud en el trabajo. Tenemos un ejemplo de ello en los valores de referencia recomendados por la OMS para determinadas sustancias químicas. La diferencia suele justificarse con el argumento de que la comunidad comprende poblaciones sensibles, como personas de edad avanzada, enfermos, niños pequeños y mujeres embarazadas, mientras que la población laboral goza al menos de una salud suficientemente buena para trabajar. También suele aducirse que el riesgo es más “aceptable” para una población laboral, pues son personas que se benefician de tener un empleo, y por consiguiente están más dispuestas a aceptar el riesgo. La

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cuestión de las normas o criterios suscita vivos debates de carácter político, ético y científico.

Vincular la salud en el trabajo y la salud ambiental puede contribuir de forma positiva a resolver esas controversias. A este respecto, estrechar la relación entre los dos ámbitos puede redundar en una mayor coherencia a la hora de establecer las normas.

Aunque varias instituciones hacen esfuerzos para unir la salud en el trabajo y la salud ambiental, cada una de ellas tiene una orientación propia y específica que no debe perderse. La salud en el trabajo debe seguir centrándose en la salud de los trabajadores, y la salud ambiental atender a la salud del público general. Aunque es conveniente que los profesionales actúen estrictamente en sólo uno de estos dos campos, comprender bien el otro incrementa la credibilidad, la base de conocimientos y la eficacia del empeño global.

4.1 BIBLIOGRAFÍA

McMichael, AJ. 1993. Planetary Overload: Global Environmental Change and the Health of the Human Species. Londres: Cambridge University Press.

Michaels, D, C Barrera, MG Gacharna. 1985. Economic development and occupational health in Latin America: New directions for public health in less developed countries. Am J Public Health 75(5):536-542.

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—. 1990b. Diet, Nutrition and Prevention of Chronic Diseases. WHO Technical Report Series, No. 797. Copenhague: Oficina Regional de la OMS para Europa.

—. 1990c. Global Estimates for Health Situation, Assessment and Projections. WHO Technical Report Series, No. 797. Ginebra: OMS.

5 DESARROLLO Y EL MEDIO AMBIENTE

Gran parte de los principales problemas de contaminación que afectan a nuestro medio ambiente tiene origen algún ambiente de trabajo.

Aunque sea fácil la asociación entre el medio ambiente de trabajo y el medio ambiente general, muchos gobiernos, empresas y trabajadores siguen reaccionando a las causas y consecuencias de los problemas del medio ambiente laboral y general de forma acuciosamente aislada y desigual. El objetivo del artículo es llamar la atención del lector hacia las importantes ventajas que pueden derivarse de

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reaccionar ante los problemas ambientales (dentro y fuera del lugar de trabajo) con criterios más integrales y estratégicos. Según la Organización Internacional del Trabajo esto no sólo vale para los países desarrollados, sino también para los países en desarrollo y las economías en transición, que tienen todavía por delante un problema mucho más vasto y complejo.

De hecho, la salud y seguridad en el trabajo forma parte integrante de la actividad “ambiental” de toda empresa. Esto no implica que la protección del medio ambiente y la salud y seguridad en el trabajo sean perfectamente compatibles y mutuamente condicionantes en todos los casos. No obstante, el objetivo debe ser siempre encontrar los medios de proteger simultáneamente la salud y seguridad de los trabajadores y el medio ambiente general y evitar soluciones que impliquen la necesidad de optar por una u otro. La determinación de los problemas ambientales y las medidas de respuesta ha llevado con demasiada frecuencia a la formulación de falsas dicotomías: protección del medio ambiente o seguridad de los trabajadores, o seguridad ambiental contra seguridad en el puesto de trabajo. Si bien es cierto que tales contradicciones se pueden suscitar en casos muy específicos y atípicos, en la mayoría de los casos se hace imprescindible encontrar un equilibrio y diseñar una serie de estrategias a largo plazo para satisfacer ambos objetivos.

Se infiere de esto que la colaboración entre la empresa y los trabajadores es una condición imprescindible para mejorar los resultados de la política ambiental y de salud y seguridad en el trabajo.

Esta percepción se evidencia especialmente si se considera que la actuación sobre estas cuestiones de forma preventiva que a una simple política de control y corrección. La prevención es un concepto fundamental para la futura mejora de la salud y seguridad en el trabajo y el medio ambiente.

En los inicios del siglo XX, la política de salud y seguridad en el trabajo de los países desarrollados solía inspirarse en una preocupación simplista de control. Se hacía hincapié en diseñar soluciones que limitasen los accidentes introduciendo en la maquinaria mejoras como, por ejemplo, la colocación de dispositivos de protección.

A medida que aumentaban los conocimientos de los efectos para la salud de la exposición de los trabajadores a determinados productos y sustancias químicas, la reacción solía proteger al trabajador contra la exposición a esos agentes mejorando los sistemas de ventilación o colocando dispositivos de protección.

Las prioridades de la política ambiental aplicada en los países desarrollados han seguido una evolución muy semejante, desde las medidas de control hasta las estrategias de prevención, si bien esta transición se ha realizado en un período

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mucho más breve que en el caso de la salud y seguridad en el trabajo. En un principio, la conciencia ambiental se limitaba a la preocupación por la “contaminación”. La atención se centraba principalmente en las emisiones a la atmósfera, al suelo y al agua generadas por los procesos productivos. Por consiguiente, las medidas de respuesta solían basarse en unas estrategias centradas en “el último eslabón de la cadena”, en las que se abordaba el problema de las emisiones locales. Esta estrecha visión del problema inspiró soluciones como la construcción de chimeneas más altas que, en lugar de eliminar la contaminación, la diseminaban a mucha mayor distancia de la planta emisora y de la comunidad local. Aunque estas soluciones resultasen satisfactorias para la comunidad local y los trabajadores que vivían y trabajaban en ella, se provocaban nuevos problemas ambientales, como el de la contaminación a larga distancia e, incluso, internacional, que en algunos casos provoca la denominada “lluvia ácida”. Cuando los efectos secundarios de las estrategias centradas en el “ultimo eslabón de la cadena” se hicieron patentes, pasó bastante tiempo antes de que algunos responsables aceptasen que la solución de elevar la altura de las chimeneas tenía otras consecuencias gravemente negativas. El siguiente paso de este proceso de innovación consistió en instalar un complejo sistema de filtrado que bloquease las emisiones nocivas antes de que abandonasen la chimenea. Como se evidencia en este ejemplo, el interés de los responsables de la formulación de políticas se centraba más en la adopción de medidas de control de las emisiones que en la prevención de éstas. Hoy, en cambio, se asiste a un esfuerzo creciente por prevenir las emisiones a través del empleo de nuevos combustibles y de la mejora de las tecnologías de combustión, así como de la modificación de los propios procesos productivos mediante la implantación de las denominadas tecnologías productivas “limpias”.

Esta filosofía de prevención — que precisa, asimismo, un enfoque más global — tiene, al menos, cuatro ventajas sustanciales para el mundo del trabajo y el medio ambiente.

• A diferencia de las tecnologías que actúan en el “ultimo eslabón de la cadena”, que incrementan los costes de producción sin aportar por regla general incrementos de la productividad ni rendimientos económicos, las tecnologías productivas limpias suelen generar mayor productividad y beneficios económicos tangibles. Dicho de otro modo, las tecnologías que actúan sobre “el último eslabón de la cadena” suelen ser beneficiosas para el medio ambiente, pero no para la cuenta de resultados. En cambio, las tecnologías productivas “limpias” no sólo previenen la degradación del medio, sino que también generan beneficios económicos efectivos.

• Las tecnologías productivas limpias no sólo suelen redundar en un uso más eficiente de los recursos naturales y la energía (por ejemplo, consumiendo menos recursos naturales para obtener similares volúmenes de producción), sino

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también en una reducción de las cantidades y la toxicidad de los residuos generados.

• Las políticas de implantación de las tecnologías productivas limpias pueden y deben comprender la adopción de medidas diseñadas para mejorar la situación de la salud y seguridad dentro de la empresa.

• La participación de los trabajadores en la protección de la salud, la seguridad y el medio ambiente en el marco de los procesos tecnológicos limpios vigorizará la moral y el nivel de comprensión y de rendimiento laboral de los trabajadores, cuya importancia para el logro de una producción de calidad es bien conocida.

Los reglamentos, leyes y políticas de gestión del medio ambiente han evolucionado y, bien coadyuvan al proceso de transición desde los métodos de control hacia las estrategias basadas en la prevención, bien se procura que evolucionen al ritmo de esta transición.

No obstante, tanto los métodos que actúan en el “último eslabón de la cadena” como las tecnologías productivas limpias repercuten directamente en la protección y creación de empleo. Es evidente que, en muchas regiones del mundo, especialmente en los países desarrollados y las economías en transición, las operaciones de limpieza y subsanación abren importantes posibilidades de creación de puestos de trabajo. Al mismo tiempo, las tecnologías productivas limpias constituyen una nueva y prometedora industria que permitirá la creación de puestos de trabajo y que, por supuesto, precisará recursos adicionales para satisfacer las necesidades de formación y calificación. Esto se pone especialmente de manifiesto en la urgente necesidad de que los trabajadores activos en la solución de los problemas planteados por la regeneración del medio ambiente reciben una formación efectiva en la salud y seguridad en el trabajo y el medio ambiente. A pesar de la considerable preocupación producida por los posibles efectos negativos sobre el empleo del creciente control y reglamentación en materia ambiental, si los controles y reglamentos se diseñan correctamente pueden contribuir a la creación de puestos de trabajo, mejorar la calidad del medio ambiente y fomentar los resultados de la política de salud y seguridad en el trabajo.

5.1 BIBLIOGRAFÍA

Birnie, P, A Boyle. 1992. International Law and the Environment. Oxford: OUP.

Birnie, PW. 1985. The International Regulation of Whaling. 2 vols. Nueva York: Oceana.

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Robinson, NA (dir.). 1993. Agenda 21: Earths’s Action Plan. Nueva York: Oceana.

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Ryding, S-O. 1996. Sustainable Product Development. Ginebra: IOS.

6 DESARROLLO SOSTENIBLE

No hay una “fórmula mágica” para realizar el desarrollo sostenible. El concepto de desarrollo sostenible ha sido y continuará siendo materia de arduos debates y conflictos. En el este artículo, el término desarrollo sostenible se entiende, a la vez, como un objetivo y como un proceso. Como objetivo, el desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de las generaciones presentes y futuras. Como proceso, implica la adopción de políticas en las que se tomen en consideración no sólo los factores económicos, sino también los aspectos sociales y ambientales.

Para que este concepto global funcione correctamente, los factores y aspectos citados se deben abordar sobre la base de análisis y respuestas nuevos. Es necesario que las cuestiones ambientales se conviertan en un elemento fundamental de la evaluación de las futuras decisiones sobre inversión y desarrollo, desde el lugar de trabajo hasta la negociación de los acuerdos internacionales. Lejos de considerarse un simple coste de explotación adicional, la protección de los trabajadores y de la comunidad debe valorarse como un elemento imprescindible para el logro de unos objetivos económicos, sociales y ambientales que se integran en el desarrollo sostenible. Esto implica la necesidad de valorar y estimar la protección del ser humano como una inversión con una tasa de rendimiento potencialmente positiva en el marco de unos proyectos orientados a la satisfacción de unos objetivos económicos, sociales y ambientales. Tampoco la protección de los trabajadores se debe limitar a la protección de las personas en el lugar de trabajo, sino extenderse a las relaciones del trabajo con la salud en general, las condiciones de vida (agua, saneamiento, vivienda, etc.), el transporte, la cultura, entre otras.

También implica que el esfuerzo por mejorar la salud y seguridad en el trabajo, lejos de ser un lujo reservado a los países ricos, constituye una condición previa del logro de los objetivos básicos de desarrollo económico y social de las naciones en desarrollo.

El desarrollo sostenible supone que estos costes ambientales y sociales, que en el pasado han sido “externalizados” por la industria y la sociedad en general, se “internalicen” en lo sucesivo y se reflejen en los costes de mercado de los bienes y servicios. Este proceso de internalización está siendo impulsado por los agentes del mercado y los grupos de consumidores, por la nueva regulación legal — incluidos los denominados instrumentos económicos — y por las propias empresas. Sin embargo, las posibilidades de éxito de este proceso de integración de los costes

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sociales y ambientales reales de la producción y el consumo estarán en función de la aplicación de nuevos esquemas de colaboración, comunicación y participación en el proceso de toma de decisiones. Las organizaciones sindicales y empresariales tienen una función vital que desempeñar en este proceso, concretamente, en las fases de diseño, aplicación y supervisión.

Es evidente, sin embargo, que las principales políticas ambientales del futuro no se implantarán a escala nacional ni internacional, ni aun local, si bien cada una de estas dimensiones está llamada a desempeñar una función esencial. Los cambios reales se producirán a escala de la empresa y de la comunidad. Los directivos de las grandes sociedades multinacionales, los gerentes de las pequeñas empresas familiares, los agricultores y los trabajadores por cuenta propia del sector no estructurado serán la verdadera fuerza motriz y los mentores del desarrollo sostenible. El cambio sólo será posible gracias a la sensibilización creciente y a la actuación coordinada de empresarios y trabajadores en el seno de la empresa y de otros agentes sociales para integrar los objetivos ambientales en los objetivos y prioridades de la empresa. A pesar de la magnitud del desafío, es previsible que todo el espectro de políticas formales e informales de trabajo y protección ambiental a escala de la empresa se desarrolle, aplique y supervise en el marco de un proceso de colaboración entre la dirección, los trabajadores y otros agentes sociales.

E medio ambiente tiene una clara influencia en el logro de nuestros objetivos económicos, globales y ambientales globales; por consiguiente, esta actividad constituí un elemento esencial del proceso complejo de integración necesario para lograr el desarrollo sostenible.

6.1 BIBLIOGRAFÍA

Birnie, P, A Boyle. 1992. International Law and the Environment. Oxford: OUP.

Birnie, PW. 1985. The International Regulation of Whaling. 2 vols. Nueva York: Oceana.

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Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1990. Environment and the World of Work. Informe del Director General presentado en la Conferencia Internacional del Trabajo, 77ª Sesión. Ginebra: OIT.

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Ryding, S-O. 1996. Sustainable Product Development. Ginebra: IOS.

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7 Reuso de Agua 7.1 Uso de aguas residuales humanas

Muchos productos de desechos de las sociedades modernas constituyen un valioso recurso que el hombre puede reutilizar, reciclar o recuperar para su propio beneficio. De esta manera se evita además el vertido de aguas residuales humanas en los ríos o su acumulación en el suelo, con la consiguiente degradación ambiental, y se protegen las fuentes de agua dulce para el consumo humano u otros fines.

El empleo de aguas residuales para regar los cultivos era ya una práctica corriente en la Atenas clásica. En el Extremo Oriente, las aguas residuales humanas se han venido utilizando durante milenios para abonar los estanques donde se cultivaban peces y plantas acuáticas. Actualmente son muchos los países, tanto industrializados como en desarrollo, que utilizan las aguas residuales domésticas para regar terrenos agrícolas.

Los sistemas de riego con aguas residuales contribuyen a aumentar la producción agrícola y, en consecuencia, a mejorar la salud, la calidad de vida y las condiciones sociales, a condición de estar bien organizados. Pero también tiene otras ventajas. Además de evitar la contaminación y proteger el abastecimiento de agua potable, preservan las aguas subterráneas en las zonas donde su empleo agrícola intensivo da lugar a la salinización u otros tipos de perturbación de los acuíferos. La formación de humus contribuye a evitar la erosión del suelo. En muchos casos, los nutrientes presentes en el agua residual tratada, especialmente el nitrógeno y el fósforo, pueden hacer innecesario el uso de fertilizantes sintéticos. Por último, los estudios realizados en diversos países han demostrado que si el riego con aguas residuales se supervisa como es debido puede mejorarse el rendimiento de las cosechas.

La Organización Mundial de la Salud asesora desde hace tiempo a los países en cuestiones sanitarias, ambientales y técnicas para ayudarles a establecer y mejorar los sistemas de utilización de las aguas residuales, especialmente en la región del Mediterráneo Oriental. En las regiones áridas y semiáridas del mundo, la falta de agua limita el desarrollo agrícola e industrial. Los gobiernos tratan continuamente de encontrar nuevos medios para suplementar los escasos recursos hídricos disponibles. Las directrices sanitarias publicadas han constituido la base para establecer códigos de práctica y normas nacionales sobre utilización.

Los grupos humanos que están expuestos a enfermedades transmisibles originadas por los sistemas de reutilización del agua con fines agrícolas: los consumidores, los trabajadores agrícolas y sus familias, los manipuladores de alimentos y los residentes en zonas vecinas. A todos hay que protegerlos mediante cuatro medidas:

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1. Tratamiento de las aguas residuales para evitar que las utilizadas en el riego contengan microorganismos patógenos,

2. Aplicación de técnicas de irrigación que eviten dentro de lo posible el contacto de las aguas residuales con las partes comestibles de los vegetales cultivados,

3. Selección de los cultivos, de manera que se limite el empleo de aguas residuales a las plantas que no se consumen directamente (cosechas industriales y piensos) o que crecen muy arriba del terreno (frutillas) o no se comen crudas (papas),

4. Control de la exposición humana, informando y forneciendo equipos necesarios a los trabajadores agrícolas y a sus familias, manipuladores de alimentos y consumidores por intermedio de programas de educación sanitaria, inmunizándolos contra la fiebre tifoidea y la hepatitis A y facilitándoles servicios médicos apropiados y quimioterapia para tratar las enfermedades diarreicas.

Uno de los mayores problemas del siglo XXI consistirá en administrar los recursos hídricos. El empleo de aguas de menor calidad (aguas residuales, desagües o agua salobre) se convertirá sin duda en una práctica corriente a medida que las fuentes de agua dulce se vayan haciendo cada vez más escasas en todo el mundo. Como el empleo de estas aguas puede tener efectos adversos para el suelo, las cosechas y la salud humana, habrá que adoptar en consecuencia medidas de protección adecuadas.

De manera que proteja y preserve adecuadamente el medio ambiente y la salud de la población.

8 APARATO RESPIRATORIO 8.1 ESTRUCTURA Y FUNCIÓN

Según la Enciclopedia de Salud y Seguridad del Trabajo el aparato respiratorio se extiende desde la zona de respiración, situada justo por fuera de la nariz y la boca, a través de las vías aéreas conductoras situadas dentro de la cabeza y el tórax, hasta los alveolos, donde tiene lugar el intercambio respiratorio de gases entre los alveolos y la sangre capilar que fluye a su alrededor. Sus funciones son:

• Llevar el oxígeno (O2) hasta la región de intercambio de gases del pulmón, donde el oxígeno puede difundir hasta y a través de las paredes de los alveolos para oxigenar la sangre que circula por los capilares alveolares en

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función de las necesidades, dentro de unos amplios límites de trabajo o de actividad;

• Eliminar un volumen equivalente de dióxido de carbono; • Mantener la temperatura corporal y la saturación de vapor de agua en el

interior de las vías aéreas pulmonares; • Mantener la esterilidad; y • Eliminar el exceso de líquidos y productos de desecho de la superficie, como

partículas inhaladas y células fagocíticas y epiteliales senescentes.

El Sistema de remoción de partículas del aire por el aparato respiratorio según ICRP es:

Ø ≥ 2 µm ► Depositarse por impactación a las velocidades relativamente altas existentes en las vías aéreas de mayor tamaño

2 ≥ Ø ≥ 1 µm ► Pueden depositarse por sedimentación en las vías aéreas conductoras, más pequeñas, donde las velocidades de flujo son muy bajas

1 ≥ Ø ≥ 0,1 µm ► Tienen una probabilidad muy baja de depositarse durante una única respiración corriente, pueden quedar retenidas en el 15 % del aire corriente inspirado que se intercambia con el aire pulmonar residual en cada ciclo a volumen corriente

A consecuencia de los tiempos de estancia mucho más grandes del aire residual en los pulmones, los pequeños desplazamientos intrínsecos de las partículas de 0,1 a 1µm en estos volúmenes atrapados de aire son suficientes para causar el depósito por sedimentación y/o difusión en el curso de respiraciones sucesivas.

En función del aire pulmonar residual prácticamente libre de partículas, que representa alrededor del 15 % del flujo corriente espiratorio, tiende a actuar como una cubierta de aire limpio alrededor del núcleo axial de la corriente de aire que entra. El depósito de partículas en el sistema respiratorio se concentra en las bifurcaciones de las vías aéreas, mientras que las paredes aéreas de los segmentos situados entre ramificaciones muestran un depósito escaso.

El número de partículas depositadas y su distribución a lo largo de las superficies del tracto respiratorio son, junto con las propiedades tóxicas de los materiales depositados, los determinantes fundamentales del potencial patogénico. Las partículas depositadas pueden lesionar las células epiteliales y/o fagocíticas móviles ubicadas en el sitio de depósito o próximas a él, o pueden estimular la secreción de líquidos y mediadores de origen celular que poseen efectos secundarios sobre el sistema. Los materiales solubles depositados como partículas, sobre ellas o en su interior, pueden difundir al interior de los líquidos y células de la superficie y a su

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través, y ser transportados rápidamente por la circulación sanguínea a todo el organismo.

La solubilidad acuosa de los materiales voluminosos apenas sirve como referencia para la solubilidad de partículas en el tracto respiratorio. La solubilidad suele estar muy aumentada debido a la enorme relación superficie/volumen.

Además, el contenido iónico y lipídico de los líquidos de superficie presentes en el interior de las vías aéreas es complejo y muy variable, y puede dar lugar a una mayor solubilidad o a la precipitación rápida de solutos acuosos. Por otro lado, las vías de aclaramiento y los tiempos de permanencia de las partículas en la superficie de las vías aéreas son muy diferentes en las diversas partes funcionales del tracto respiratorio.

8.2 BIBLIOGRAFÍA

Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1985. Sixth International Report on the Prevention and Suppression of Dust in Mining, Tunnelling and Quarrying 1973-1977. Occupational Safety and Health Series, No.48. Ginebra: OIT.

Organización Internacional de Normalización (ISO). 1991. Air Quality - Particle Size Fraction Definitions for Health-Related Sampling. Ginebra: ISO.

Organización Mundial de la Salud (OMS) y Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). 1982. IARC Monographs on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Humans. Lyon: IARC.

Organización Mundial de la Salud (OMS) y Oficina de Medicina del Trabajo. 1989. Occupational Exposure Limit for Asbestos. Ginebra: OMS.

Rom, WN. 1991. 1992a. Environmental and Occupational Medicine. Boston: Little, Brown & Co.

9 CONTAMINANTES ATMOSFÉRICOS

Los contaminantes pueden dispersarse en el aire a temperaturas y presiones ambientes normales en formas gaseosa, líquida y sólida.

Los gases y los vapores, presentes como moléculas claramente definidas, forman verdaderas soluciones en el aire. Las partículas formadas por materiales con presión de vapor moderada a alta tienden a evaporarse rápidamente, ya que las que son lo suficientemente pequeñas como para permanecer suspendidas en el aire durante más de algunos minutos (es decir, las inferiores a unas 10 µm) presentan relaciones superficie/volumen grandes. Algunos materiales con presiones de vapor relativamente bajas pueden tener fracciones apreciables en formas de vapor y aerosol de manera simultánea.

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Una vez dispersados en el aire, los gases y vapores contaminantes generalmente forman mezclas tan diluidas que sus propiedades físicas son indistinguibles de las del aire limpio. Puede considerarse que estas mezclas siguen las relaciones de las leyes de los gases ideales. No existen diferencias prácticas entre un gas y un vapor, salvo que este último se considera generalmente la fase gaseosa de una sustancia que puede existir en forma sólida o líquida a temperatura ambiente. Mientras están dispersadas en el aire, todas las moléculas de un compuesto dado son básicamente equivalentes con respecto a su tamaño y a las probabilidades de captura por las superficies del medio ambiente, del tracto respiratorio y de muestreadores o colectores de contaminantes.

Los aerosoles, dispersiones de partículas sólidas o líquidas en el aire, tienen la variable adicional muy importante del tamaño de las partículas. El tamaño afecta al movimiento de las partículas y, por tanto, a las probabilidades de que tengan lugar fenómenos físicos como coagulación, dispersión, sedimentación, impactación en las superficies, fenómenos de interfase y propiedades de dispersión de la luz.

Cuando se piensa en contaminantes atmosféricos la superficie, el volumen, forma, densidad son muy importantes ya que esos factores influyen en la aerodinámica de las partículas, factor determinante de sus probabilidades de movimiento y consecuentemente influye en el trayecto y depósito de la partícula en el sistema respiratorio.

Algunos ejemplos de aerosoles son:

• Polvos – sólidos de forma irregular, y diámetros superiores a 1µm, • Vapores – partículas con diámetros de 0,1µm tienen formas esféricas o

cristalinas y pueden ser químicamente idénticas al material del que se originan o producto de oxidación,

• Humo – suelen ser gotitas de líquido de diámetros inferiores a 0,5µm, • Neblina – formado por gotitas de diámetros oscilando desde 2µm hasta más

de 50µm, • Niebla – Aerosol acuoso formado por condensación de vapor de agua en

núcleos atmosféricos a humedades relativas elevadas. El tamaño de las gotitas suele ser mayor de 1 µm.

• SMIG – aerosol resultante de la combinación humo y niebla, • Calina – aerosol de tamaño submicrométrico formado por partículas

higroscópicas que captan vapor de agua a humedades relativas relativamente bajas.

• Aitken o núcleos de condensación (NC) – aerosol formado por partículas con diámetro inferior a 0,1µm resultado de procesos de combustión y por conversión química a partir de precursores gaseosos.

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Las partículas suspensas en el aire ambiente cuyo diámetro oscila entre 0,1hasta aproximadamente 1µm suelen ser esféricas (con superficies líquidas) y se forman por coagulación y condensación de partículas de menor tamaño que derivan de precursores gaseosos. Al ser demasiado grandes para coagularse rápidamente y demasiado pequeñas para sufrir una sedimentación eficaz, tienden a acumularse en el aire ambiental

Partículas del aire ambiental cuyo diámetro aerodinámico es superior a unos 2,5µm y que generalmente se forman mediante procesos mecánicos y resuspensión de polvo de superficie.

9.1 BIBLIOGRAFÍA

Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1985. Sixth International Report on the Prevention and Suppression of Dust in Mining, Tunnelling and Quarrying 1973-1977. Occupational Safety and Health Series, No.48. Ginebra: OIT.

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Rom, WN. 1991. 1992a. Environmental and Occupational Medicine. Boston: Little, Brown & Co.

10 EL SISTEMA SANGUÍNEO

El sistema sanguíneo está constituido por la sangre, la médula ósea, el bazo, el timo, los vasos y los ganglios linfáticos. El sistema hematopoyético es formado por el conjunto, sangre y médula ósea.

La médula ósea es el lugar en el que se producen las células para reponer constantemente los elementos celulares de la sangre (eritrocitos, neutrófilos y plaquetas). Los neutrófilos y las plaquetas se consumen a medida que realizan sus funciones fisiológicas, mientras que los eritrocitos acaban por envejecer y tienen una supervivencia superior a su período de utilidad. Para cumplir adecuadamente sus funciones, los elementos celulares de la sangre deben circular en las cantidades apropiadas y mantener su integridad estructural y fisiológica.

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Los eritrocitos contienen hemoglobina, que les permite captar oxígeno y suministrarlo a los tejidos para mantener el metabolismo celular. Normalmente, los eritrocitos sobreviven en la circulación unos 120 días cumpliendo estas funciones. Los neutrófilos aparecen en la sangre cuando se dirigen a los tejidos para participar en la respuesta inflamatoria a los microbios y otros agentes. Las plaquetas circulantes actúan significativamente en la hemostasia.

La médula ósea tiene una gran capacidad de producción, sustituye diariamente 3.000 millones de eritrocitos por cada kilogramo de peso corporal, 1.600 millones de neutrófilos por kg de peso corporal. Las plaquetas deben renovarse completamente cada 9,9 días. Debido a esta necesidad de producción, la médula ósea es muy sensible a cualquier agresión infecciosa, química, metabólica o ambiental que altere la síntesis del ADN o interrumpa la formación de la maquinaria subcelular vital de los eritrocitos, los leucocitos o las plaquetas. Además, como las células hemáticas derivan de la médula ósea, la sangre periférica constituye un indicador sensible y muy exacto de la actividad medular. Colectas de muestras de sangre mediante venopunción para su análisis, y estudio puede proporcionar indicios de la existencia de enfermedades de etiología ambiental.

Puede considerarse al sistema hematológico como un conducto para las sustancias que penetran en el organismo y como un sistema en el que puede influir negativamente la exposición a agentes potencialmente nocivos. Las muestras de sangre pueden servir como control biológico de la exposición y ofrecer un medio de valorar los efectos de la exposición sobre el sistema linfohematopoyético y otros órganos del cuerpo.

Los agentes ambientales interfieren en el sistema hematopoyético de varias formas: inhibición de la síntesis de la hemoglobina, inhibición de la producción o la función celular, leucemogénesis y aumento de la destrucción de los eritrocitos.

Las anomalías del número o la función de las células sanguíneas causadas directamente por riesgos ambientales o laborales pueden dividirse en aquéllas en las que el problema hematológico es el efecto más importante, como la anemia aplásica inducida por el benceno, y aquellas otras en las que se observa un efecto hematológico directo pero de menor importancia que los efectos sobre otros sistemas u órganos, como la anemia inducida por el plomo. En ocasiones, las alteraciones hematológicas son un efecto secundario de un riesgo ambiental. Algunos de los riesgos provocados por los agentes relacionados con la metahemoglobinemia de etiología ambiental y profesional son:

• Agua de pozo contaminada por nitratos • Gases nitrosos (en soldadura y silos) • Tintes de anilina

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• Alimentos ricos en nitratos o nitritos • Bolitas matapolillas (que contienen naftaleno) • Clorato potásico • Nitrobencenos • Fenilendiamina • Toluenodiamina

10.1 BIBLIOGRAFÍA

Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1985. Sixth International Report on the Prevention and Suppression of Dust in Mining, Tunnelling and Quarrying 1973-1977. Occupational Safety and Health Series, No.48. Ginebra: OIT.

Organización Mundial de la Salud (OMS) y Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). 1982. IARC Monographs on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Humans. Lyon: IARC.

Organización Mundial de la Salud (OMS) y Oficina de Medicina del Trabajo. 1989. Occupational Exposure Limit for Asbestos. Ginebra: OMS.

Rom, WN. 1991. 1992a. Environmental and Occupational Medicine. Boston: Little, Brown & Co.

11 RESPUESTAS BIOLÓGICAS DEL APARATO RESPIRATORIO A LOS CONTAMINANTES ATMOSFÉRICOS

Las respuestas a los contaminantes atmosféricos oscilan desde las leves molestias hasta la necrosis y muerte tisulares, desde efectos sistémicos generalizados hasta ataques sumamente específicos sobre tejidos aislados. Los factores del huésped y los factores ambientales actúan modificando los efectos de las sustancias químicas inhaladas, y la respuesta final es el resultado de su interacción.

Los principales factores del huésped son los siguientes:

• Edad • Estado de salud • Estado nutricional. • Estado inmunológico. • Sexo y otros factores genéticos: por ejemplo, incapacidad para sintetizar

ciertas enzimas destoxificantes. • Estado psicológico: por ejemplo, estrés, ansiedad. • Factores culturales: por ejemplo, consumo de tabaco, que puede afectar a las

defensas normales o potenciar el efecto de otras sustancias químicas.

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Los factores ambientales incluyen la concentración, estabilidad y propiedades fisicoquímicas del agente en el medio de exposición y la duración, frecuencia y vía de exposición. Las exposiciones aguda y crónica a una sustancia química pueden provocar diferentes manifestaciones patológicas.

Diversos polvos provocan el desarrollo de un conjunto de trastornos pulmonares crónicos denominados neumoconiosis. Las neumoconiosis son consecuencia de la inhalación y retención selectiva subsiguiente de ciertos polvos en los alveolos. Las neumoconiosis se caracterizan por lesiones fibróticas específicas, que difieren en cuanto a tipo y patrón en función del polvo responsable. Por ejemplo, la silicosis, causada por el depósito de sílice en el cristalino, se caracteriza por una fibrosis de tipo nodular, mientras que en la asbestosis se encuentra una fibrosis difusa debida a la exposición a fibras de amianto.

Las respuestas alérgicas implican el fenómeno conocido como sensibilización. La respuesta inicial al alergeno conduce a la inducción de la síntesis de anticuerpos; una exposición subsiguiente del individuo ahora “sensibilizado” provoca una respuesta inmunitaria. Esta reacción puede tener lugar inmediatamente después de la exposición al alergeno, o bien puede tratarse de una respuesta diferida. Las reacciones alérgicas respiratorias primarias son el asma bronquial, reacciones del tracto respiratorio superior que implican la liberación de histamina o de mediadores de tipo histamínico secundarias a reacciones inmunitarias que tienen lugar en la mucosa, y un tipo de inflamación pulmonar conocido como alveolitis alérgica extrínseca. Además de estas reacciones locales, tras la exposición a ciertos alergenos químicos puede producirse una reacción alérgica sistémica (shock anafiláctico).

Cáncer es un término genérico que describe un conjunto de enfermedades relacionadas que se caracterizan por un crecimiento tisular descontrolado. Su desarrollo es consecuencia de un complejo proceso de interacción entre múltiples factores del huésped y del medio ambiente. Una de las grandes dificultades a la hora de establecer una correlación entre la exposición a un agente específico y el desarrollo de cáncer en el ser humano es el largo período de latencia, típicamente de 15 a 40 años, entre el comienzo de la exposición y la manifestación de la enfermedad. Son ejemplos de contaminantes atmosféricos capaces de provocar cáncer pulmonar: arsénico y sus compuestos, cromatos, sílice, partículas que contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos, ciertos polvos a base de níquel. Las fibras de amianto pueden provocar cáncer bronquial y mesotelioma de la pleura y el peritoneo. Las fibras radiactivas depositadas pueden exponer el tejido pulmonar a elevadas dosis de radiación ionizante y provocar cáncer…

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Diversas sustancias químicas del medio ambiente provocan una enfermedad generalizada sistémica debida a sus efectos sobre diversos órganos diana. Los pulmones no sólo son el objetivo de numerosos agentes nocivos, sino que también son el punto de entrada de sustancias tóxicas que penetran en el torrente circulatorio a su través sin lesionarlos en absoluto. Sin embargo, cuando se distribuyen por la circulación sanguínea a diversos órganos, pueden lesionarlos o provocar una intoxicación general con efectos sistémicos.

11.1 BIBLIOGRAFÍA

Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1985. Sixth International Report on the Prevention and Suppression of Dust in Mining, Tunnelling and Quarrying 1973-1977. Occupational Safety and Health Series, No.48. Ginebra: OIT.

Organización Internacional de Normalización (ISO). 1991. Air Quality - Particle Size Fraction Definitions for Health-Related Sampling. Ginebra: ISO.

Organización Mundial de la Salud (OMS) y Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). 1982. IARC Monographs on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Humans. Lyon: IARC.

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Rom, WN. 1991. 1992a. Environmental and Occupational Medicine. Boston: Little, Brown & Co.

12 EL SISTEMA SANGUÍNEO

El sistema sanguíneo está constituido por la sangre, la médula ósea, el bazo, el timo, los vasos y los ganglios linfáticos. El sistema hematopoyético es formado por el conjunto, sangre y médula ósea.

La médula ósea es el lugar en el que se producen las células para reponer constantemente los elementos celulares de la sangre (eritrocitos, neutrófilos y plaquetas). Los neutrófilos y las plaquetas se consumen a medida que realizan sus funciones fisiológicas, mientras que los eritrocitos acaban por envejecer y tienen una supervivencia superior a su período de utilidad. Para cumplir adecuadamente sus funciones, los elementos celulares de la sangre deben circular en las cantidades apropiadas y mantener su integridad estructural y fisiológica.

Los eritrocitos contienen hemoglobina, que les permite captar oxígeno y suministrarlo a los tejidos para mantener el metabolismo celular. Normalmente, los eritrocitos sobreviven en la circulación unos 120 días cumpliendo estas funciones.

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Los neutrófilos aparecen en la sangre cuando se dirigen a los tejidos para participar en la respuesta inflamatoria a los microbios y otros agentes. Las plaquetas circulantes actúan significativamente en la hemostasia.

La médula ósea tiene una gran capacidad de producción, sustituye diariamente 3.000 millones de eritrocitos por cada kilogramo de peso corporal, 1.600 millones de neutrófilos por kg de peso corporal. Las plaquetas deben renovarse completamente cada 9,9 días. Debido a esta necesidad de producción, la médula ósea es muy sensible a cualquier agresión infecciosa, química, metabólica o ambiental que altere la síntesis del ADN o interrumpa la formación de la maquinaria subcelular vital de los eritrocitos, los leucocitos o las plaquetas. Además, como las células hemáticas derivan de la médula ósea, la sangre periférica constituye un indicador sensible y muy exacto de la actividad medular. Colectas de muestras de sangre mediante venopunción para su análisis, y estudio puede proporcionar indicios de la existencia de enfermedades de etiología ambiental.

Puede considerarse al sistema hematológico como un conducto para las sustancias que penetran en el organismo y como un sistema en el que puede influir negativamente la exposición a agentes potencialmente nocivos. Las muestras de sangre pueden servir como control biológico de la exposición y ofrecer un medio de valorar los efectos de la exposición sobre el sistema linfohematopoyético y otros órganos del cuerpo.

Los agentes ambientales interfieren en el sistema hematopoyético de varias formas: inhibición de la síntesis de la hemoglobina, inhibición de la producción o la función celular, leucemogénesis y aumento de la destrucción de los eritrocitos.

Las anomalías del número o la función de las células sanguíneas causadas directamente por riesgos ambientales o laborales pueden dividirse en aquéllas en las que el problema hematológico es el efecto más importante, como la anemia aplásica inducida por el benceno, y aquellas otras en las que se observa un efecto hematológico directo pero de menor importancia que los efectos sobre otros sistemas u órganos, como la anemia inducida por el plomo. En ocasiones, las alteraciones hematológicas son un efecto secundario de un riesgo ambiental. Algunos de los riesgos provocados por los agentes relacionados con la metahemoglobinemia de etiología ambiental y profesional son:

• Agua de pozo contaminada por nitratos • Gases nitrosos (en soldadura y silos) • Tintes de anilina • Alimentos ricos en nitratos o nitritos • Bolitas matapolillas (que contienen naftaleno) • Clorato potásico

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• Nitrobencenos • Fenilendiamina • Toluenodiamina

12.1 BIBLIOGRAFÍA

Organización Internacional del Trabajo (OIT). 1985. Sixth International Report on the Prevention and Suppression of Dust in Mining, Tunnelling and Quarrying 1973-1977. Occupational Safety and Health Series, No.48. Ginebra: OIT.

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