Parcial II
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Tras las máscaras de la autoridad y el poder en La casa de Bernarda Alba
Federico García Lorca escribe La casa de Bernarda Alba en el contexto de los primeros
años de la dictadura de Francisco Franco y es menester tenerlo en cuenta para el análisis
de la obra. Las figuras de autoridad y la idea de poder se encuentran muy ligadas a la
situación política, la opresión y la persecución que sufre el escritor. A lo largo de tres
actos, Lorca nos permite vislumbrar su idea de familia española del momento y por
extensión de la sociedad misma.
En esta sociedad patriarcal española la figura de Bernarda como madre que se convierte
en una figura de poder solo al morir su esposo. La idea del hombre como dirigente de la
familia está muy presente en la obra. Bernarda tiene un poder delegado de una muerte,
que necesita justificarse continuamente por medio del grito autoritario y de la
imposición. El terror que provoca su forma de comportarse y hablar, así como sus
acciones, llevan a sus hijas a sentirse en una prisión. Por eso mismo no puede tolerar la
idea de que “una cosa muy grande” (Lorca. 1945: p.101), como dice Poncia en una
discusión con Bernarda, pueda pasar bajo su cuidado porque para ella su “vigilancia lo
puede todo” (1945: p.116). Esta forma de ejercer el poder externo es la única
preocupación real de Bernarda y todos sus movimientos son calculados hacia este fin. El
control excesivo, las limitaciones y, por sobre todo, la idea de que se es omnipotente
van a caracterizarla.
El duelo y el encierro de las mujeres solo pueden llevar a una necesidad más profunda
de escaparse y pareciera que para las hijas de Bernarda la única posibilidad de esto es a
través de un matrimonio. En ese posible matrimonio entre Angustias y Pepe el Romano
(o “el conquistador”) se ve reflejado el poder del dinero. Angustias ha heredado la
mayor parte de la fortuna de su padre y es ahora por ende una candidata más requerida
que sus hermanas menores. Sin embargo, ha de observarse que no logra a partir de esto
un cambio en su casa. Su condición de hermana continúa y es incluso el foco de burlas
por parte de la Poncia, la criada. Las personas que sirven en la casa están obligadas a
permanecer allí porque “es la suerte que les tocó” pero aún así muchas veces con tanta o
más autoridad que Bernarda. Específicamente la Poncia le discute muchas cosas o habla
indirectamente de la situación que se da, ella en su ir y venir diario tiene posibilidad de
acceder a más información que cualquier otra persona en esa casa. Si tomamos a la casa
como metáfora de la situación del país, quienes ostentan el saber, la información, son
los literatos de la época. Son quienes pese a la circunstancia de una autoridad opresora
luchan por exponer lo que piensan aunque solo puedan aludir a ello. La información es
poder y de esto Lorca era muy consciente. Quizás augurando sus últimos días, nos ha
legado una obra final llena de elementos que refleja la España de la época. Él mismo lo
llama un “documental fotográfico” de la situación que se vivía y, más allá de la
veracidad de la historia, la manera en que nos presenta la vida familiar nos remite
indudablemente a la dictadura de Franco. Bernarda es una dictadora dentro de la
frontera familiar de la que nadie puede escapar más por temor a que se produzca una
“rebelión” o sus hijas se empapen con otras ideas que por mantener el luto. ¿Qué es esto
sino las vicisitudes que han debido pasar quienes osaban oponerse a Franco, presos en
su tierra, en el lugar al que llamaban hogar? Y no es solo dentro de la casa que ocurre
esto, como dice L. García Montero “El pueblo es ese conjunto de vecinos que murmura,
que mira detrás de las tapias, pega los oídos a las paredes y actúa como enemigo”
(1996: p. 366). Es esta noción del ser y parecer y el valor de la palabra lo que provocará
muchas de las reacciones en la dueña de casa. Por esta misma razón Adela morirá
“virgen” a pesar de la posibilidad de incluso estar embarazada. Bernarda es consciente
del poder que tiene en España y particularmente su pueblo el uso de esa información,
puede llevar a la ruina a una familia. El suicidio no representa en sí un acto tan terrible
para la familia como puede serlo el oprobio de que la verdad se conozca. No es
casualidad que la primera aparición de Bernarda en la obra sea para decir la misma
palabra con la que luego terminará “¡silencio!”. El hecho del que no se habla no ha
ocurrido, la vergüenza es mayor que cualquier sentimiento personal que se pueda tener.
Una fuente indiscutible para Bernarda de poder es el dinero. Permanece a pesar de su
buena condición económica en un pueblo de “pozos” intentando siempre aparentar
poseer más que el vecino. ¿Qué sería de esta familia en otro contexto? Pasarían
probablemente desapercibidas las mujeres, y no es la idea fija en la mente de Bernarda.
Angustias también adquiere un gran papel en la obra por su posición económica, es la
hija privilegiada que encuentra la posibilidad de escapar del tormento gracias a un
matrimonio conseguido por la avaricia del postulante. José Monleón explicita el hecho
del amor en la obra como “el agente que descubre el carácter opresor del orden
establecido” (1986: p.372). Efectivamente es la feminidad la única herramienta aparente
que poseen estas jóvenes para formar parte de un progreso, personal y social, y que
funciona a su vez como detonante de la situación agobiante en la casa. La mujer es casi
un objeto en exposición a la merced de la decisión del hombre sobre su futuro. Pepe el
Romano logra entrar en la casa y hacerse con el poder momentáneo de ella. Todo en su
momento girará en torno a su relación con cada una de las tres hermanas (Angustias,
Martirio y Adela). En la mayor, caracterizada ya desde su nombre, es la esperanza del
fin de una vida de opresión de la que se busca escapar a cualquier costo. Angustias sabe
que Pepe realmente no la quiere pero no es lo que le importa, el “requerimiento” de
noviazgo y casamiento le da otra posición más alta en la casa que se suma a su ya mejor
condición económica. Martirio vive relegada a un segundo plano, su posición en la casa
y en la sociedad no tiene ninguna ventaja con excepción del conocimiento de lo que
realmente está ocurriendo en esa pequeña sociedad familiar. Y esto la pone en cierta
forma en un lugar privilegiado: podrá vigilar a Adela y cumplirá un papel fundamental
en el desenlace de la obra. Y es la hija menor de Bernarda quien muestra el efecto del
poder de la belleza y juventud y quien representa la rebeldía frente al líder autoritario
(incluso desde la vestimenta que elige, los colores). Adela es también quien no soporta
las máscaras que debían de acarrear con sus hermanas por el luto y la idea de decencia
de la España del momento. El amor la traiciona y, paradójicamente, a pesar de su
vitalidad y ventajas frente a las demás es quien acaba sin futuro. Adela es la rebelde
acallada que prefiere no vivir a pretender ser algo distinto a lo que realmente es. Un
caso similar ocurre con el linchamiento del acto segundo, con el que Adela se siente
profundamente identificada al tomarse el vientre, la mujer protagonista del hecho es
primero alguien que ha faltado a la decencia y luego una asesina. La visión desvirtuada
de los valores y la moralidad española representados aquí muestran el poder que tiene la
mirada del otro por sobre lo que está bien o mal.
El punto culminante de la obra es el suicidio de Adela. En este hecho se ve reflejado
todas estas relaciones de poder que se habían ido desentrañando a lo largo del texto, se
nos muestran explícitamente. Adela es víctima de la situación de su casa, del reniegue
de una situación ya aceptada por sus hermanas, del carácter autoritario de Bernarda y
principalmente de el cómo es vista por los demás antes de cómo es realmente. Las
máscaras no pueden caerse ni ante una desgracia y la situación dictatorial va a continuar
indefinidamente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
García Lorca, F. (1945). La casa de Bernarda Alba. Buenos Aires: Losada
García Montero, L. (1996). "El teatro, la casa y Bernarda Alba" en La palabra de Ícaro.
Estudios literarios sobre García Lorca y Alberti. Granada: Universidad de
Granada/Cátedra Federico García Lorca.
Monleón, J. (1979) "Cinco imágenes de la historia política española a través de otros
tantos montajes de La casa de Bernarda Alba". Madrid: Ayuso.