PARERGA - CVC. Centro Virtual Cervantes · No procede de un poema superrealista, como se puede...

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Los Cuadernos del Pensamiento PARERGA Acerca de la poesía Pedro Caravia 1 ¿Qué es la Poesía? ¿Por qué no preguntárselo a lo poetas? M i indagación acerca de estas cuestiones comenzó hace unos cuantos lustros. Hice poco más que buscar una teoría de la vida poética en los poetas mismos, en sus poemas, en sus cartas, en sus ocasionales comentarios. Hay una experiencia poética, como hay una ex- periencia mística. Ambas, minoritarias. Ocuparse intelectualmente de Poesía o de Mística obliga a considerar las respectivas vivencias. Las Teorías de los poetas, pueden parecer inntiles, ntásti- cas, insuficientes, pero se apoyan, todas, en una preciosa experiencia que se mantiene viva y sua- soria, animando las ideas más consas. Y aceptar que sean ntásticas y consas es una concesión retórica. También aquí, los poetas son, como veremos, como me parece que vere- mos, condición del conocimiento, de todo cono- cimiento, como de la acción, de toda acción ver- daderamente humana, que no es la instintiva o la refleja, sino la prevista, la imaginada creación poética de cualquier hombre, o creación poética de poeta. 11 El discurso poético Propongo el uso de este término, ente al de pensamiento filosófico y el científico, unidos en cuanto éstos tienen mucho en común, siendo am- bos radicalmente diversos de lo que algunos lla- man pensamiento poético. El flo poético en poco se asemeja a la conca- tenación lógica de conceptos y nexos de implica- ción. Sí, a la corriente de la conciencia, que decía William James, la cual transcurre o discurre arras- trando una inexplicable copia de sensaciones, re- presentaciones, ideas... Así, hay átomos y vestigios intelectuales en el más desconcertante, el más desorientador de los pasajes de escritura automática. Nadie incurriría en la ingenuidad de buscar traducción conceptual a esos gestos. En cambio, es cil tomar como un pensamiento más, que ha de entenderse en nción del conoci- miento, expresiones puramente poéticas, como: 53 «J'appelle style l'accent que prenda l'occasion d'un homme donné le flot par luí representé de l'océan symbolique qui mine universellement la terre par métaphore». (L. Aragón: aité du Style) «L'homme est animal enrmé a l'extérieur de sa cage». (P. Valéry: Moralités) «¿El mundo cabe en un olvido?» (J. Guillén: Cántico) Entre estos textos y el que les sigue hay, sin duda, considerable direncia, pero es de la misma naturaleza; a saber, es poético. * «...En la cavidad verdinegra del insomnio...» Tengo esta cláusula por un dechado de preci- sión poética, de rigor. ¿Es acaso más canjeable conceptualmente que las anteriores? En cuanto al autor, cualquiera podría recono- cerlo. Creo que nadie sabría identificarlo. No procede de un poema superrealista, como se puede imaginar. Es una cláusula de prosa ... gal- dosiana*. Un paso más y el non sense. La poesía perdura, relgente: «Ampáreme un autobús a motor de golondrinas entre esta bruma rellena de miga de violín». (J. Larrea, Ocupado en la Antolog de G. Diego). 111 «11 est entout parce qu'il n'est enrien». (J. Riviere Rimbaud) Justo o no, acertado o no, el punto de vista desde el que los poetas consideran su quehacer, su vocación, el fin a que ésta se endereza, su método y, en suma, su vivencia primordial con todo lo que aporta y exige; punto de vista en que, en líneas generales, coinciden los más, al menos desde el Sturm und Drang y el prerromanticismo entero, sin que lo desmientan -o tal creo- testi- monios del acervo clásico, parece mostrar la in- tención de construir un mundo más real que el real, un mundo o contramundo que su pre- sentimiento ilumina. Se funda en la absoluta con- fianza que inspira la solidaridad de cuanto hay, unificable por mutua metamorfosis. Así como las obras del pensamiento cognoscente se resuelven en vinculaciones lógicas de ideas, las estructuras mínimas a que es reductible aquel mundo cuasi mágico, son la mefora y el mito. El mito es una metáfora que se desenvuelve en el tiempo, un relato. La palabra retiene juntas, seta estas * Galdós-Aita Tettauen.

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  • Los Cuadernos del Pensamiento

    PARERGA Acerca de la poesía

    Pedro Caravia

    1

    ¿ Qué es la Poesía? ¿Por qué no preguntárselo a lo� poetas?

    Mi indagación acerca de estas cuestiones comenzó hace unos cuantos lustros. Hice poco más que buscar una teoría de la vida poética en los poetas mismos, en

    sus poemas, en sus cartas, en sus ocasionales comentarios.

    Hay una experiencia poética, como hay una experiencia mística. Ambas, minoritarias. Ocuparse intelectualmente de Poesía o de Mística obliga a considerar las respectivas vivencias. Las Teorías de los poetas, pueden parecer infantiles, fantásticas, insuficientes, pero se apoyan, todas, en una preciosa experiencia que se mantiene viva y suasoria, animando las ideas más confusas.

    Y aceptar que sean fantásticas y confusas es una concesión retórica. También aquí, los poetas son, como veremos, como me parece que veremos, condición del conocimiento, de todo conocimiento, como de la acción, de toda acción verdaderamente humana, que no es la instintiva o la refleja, sino la prevista, la imaginada creación poética de cualquier hombre, o creación poética de poeta.

    11

    El discurso poético

    Propongo el uso de este término, frente al de pensamiento filosófico y el científico, unidos en cuanto éstos tienen mucho en común, siendo ambos radicalmente diversos de lo que algunos llaman pensamiento poético.

    El flujo poético en poco se asemeja a la concatenación lógica de conceptos y nexos de implicación. Sí, a la corriente de la conciencia, que decía William James, la cual transcurre o discurre arrastrando una inexplicable copia de sensaciones, representaciones, ideas ...

    Así, hay átomos y vestigios intelectuales en el más desconcertante, el más desorientador de los pasajes de escritura automática. Nadie incurriría en la ingenuidad de buscar traducción conceptual a esos gestos.

    En cambio, es fácil tomar como un pensamiento más, que ha de entenderse en función del conocimiento, expresiones puramente poéticas, como:

    53

    «J'appelle style l'accent que prenda l'occasion d'un homme donné le flot par luí representé de l'océan symbolique qui mine universellement la terre par métaphore».

    (L. Aragón: Traité du Style)

    «L'homme est animal enfermé a l'extérieur de sa cage».

    (P. Valéry: Moralités)

    «¿El mundo cabe en un olvido?» (J. Guillén: Cántico)

    Entre estos textos y el que les sigue hay, sin duda, considerable diferencia, pero es de la misma naturaleza; a saber, es poético.

    * « ... En la cavidad verdinegra del insomnio ... »Tengo esta cláusula por un dechado de preci

    sión poética, de rigor. ¿Es acaso más canjeable conceptualmente que las anteriores?

    En cuanto al autor, cualquiera podría reconocerlo. Creo que nadie sabría identificarlo.

    No procede de un poema superrealista, como se puede imaginar. Es una cláusula de prosa ... gal

    dosiana*. Un paso más y el non sense. La poesía perdura,

    refulgente: «Ampáreme un autobús a motor de golondrinas

    entre esta bruma rellena de miga de violín». (J. Larrea, Ocupado en la Antología de G.

    Diego).

    111

    «11 est en tout parce qu'il n'est enrien». (J. Riviere Rimbaud)

    Justo o no, acertado o no, el punto de vista desde el que los poetas consideran su quehacer, su vocación, el fin a que ésta se endereza, su método y, en suma, su vivencia primordial con todo lo que aporta y exige; punto de vista en que, en líneas generales, coinciden los más, al menos desde el Sturm und Drang y el prerromanticismo entero, sin que lo desmientan -o tal creo- testimonios del acervo clásico, parece mostrar la intención de construir un mundo más real que el real, un mundo o contramundo que su presentimiento ilumina. Se funda en la absoluta confianza que inspira la solidaridad de cuanto hay, unificable por mutua metamorfosis. Así como las obras del pensamiento cognoscente se resuelven en vinculaciones lógicas de ideas, las estructuras mínimas a que es reductible aquel mundo cuasi mágico, son la metáfora y el mito. El mito es una metáfora que se desenvuelve en el tiempo, un relato. La palabra retiene juntas, sujeta estas

    * Galdós-Aita Tettauen.

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    formas, de suyo huidizas, inestables. Ello no es propio de cualquier palabra, no de cualquier vocablo, no de cualquier «proposición convencional» (¡Convencional!), sino el nombre auténtico de cada cosa*. Cuando las religiones eran jóvenes, sabían que su destino era tratar de averiguar cuál sea el verdadero nombre de Dios o de los dioses. Tal ambición les venía de los poetas.

    Por enigmática que esta pretensión de precisión parezca o sea, ha de tomarse como algo profunda, aunque confusamente sentido.

    « ... Surtout ne va pas Choisir tes mots sans quelque méprise ... » Esta famosa expresión de V erlaine ha de leerse

    con cuidado. Ni para los simbolistas tienen las palabras perfiles borrosos. Los de la palabra poética son, pese a su multivalencia, en cada caso, precisos. Recuérdese el bello texto galdosiano citado en el parergon precedente. Tiene el rigor geométrico de un brillante bien tallado.

    La Filosofía, si le acontece preguntarse por las ultimidades de la vida poética, habrá de doblegarse a aceptar un punto de partida: Su peculiar experiencia. Y ésta lleva del goce y cumplimiento de la obra en el auditor o lector, al proceso de creación, pasando por lo creado, el poema, el cual necesita ser revivido o interpretado por un público plural que, sucediéndose, renovándose, revela aspectos desconocidos del poema, contribuye a conferirle una irrepetible significación, convierte en lumen la lux que el proceso de crear comporta**.

    Del proceso de crear, ha de remontarse, finalmente, a su fuente, que es la necesidad de crear. Esta nace en el poeta de su incompleción radical, de su carencia absoluta, de su no desalterada nostalgia.

    « ... U ne nature exilée dans l' imparfait et qui voudrait s'emparer inmédiatement, sur cette terre meme, d'un paradis revelé» ... escribió Baudelaire, según J. Maritain, que lo traslada sin decir de dónde. (Reponse a lean Cocteau).

    No menos perentorio es el siguiente texto unamuniano:

    « ... Quiero ser yo, y sin dejar de serlo, ser además los otros, adentrarme en la totalidad de las cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio y prolongarme a lo inacabable del tiempo. De no serlo todo y por siempre, es como si no fuera, y por lo menos ser todo yo, y serlo para siempre jamás. Y ser todo yo, es ser todos los demás ¡O todo o nada!». (Del sentimiento trágico de la vida, cap. III).

    * «¡Intelijencia, dame/ el nombre exacto de las cosas!. .. /Que mi palabra sea / la cosa misma /, creada por mi alma nuevamente.

    («Juan Ramón Jiménez: Segunda Antolojía Poética, 409).

    ** Me he tomado la libertad de echar mano de esta parejade términos de Roberto Grossetesta, que los usaba, claro está, en otra coyuntu_ra y con sentido diferente.

    54

    IV

    La « belle paresse»

    Extraño ser, el poeta. Está en nuestro tiempo y parece ajeno a él, como si viniera de demasiado lejos, de antes de la historia. Siempre ha estado viniendo de un antes remoto. Es el superviviente, por antonomasia; lo diré de una vez: es la supers-

    - - - - - -..,,_:::.

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  • Los Cuadernos del Pensamiento

    tición misma. Se le imagina con los omoplatos marcados por sendas cicatrices de alas perdidas, y en torno al cráneo, como una tonsura, la huella de un halo carismático extinto.

    Inspira vaga inquietud y, en algunos, risa, lo mismo que el salero vertido, el espejo roto, las fechas nefastas. Hoy, apenas significan que significaron.

    SS

    ¡ Extraño ser! He aquí el retrato de un poeta, trazado por un

    historiador: ... ligereza, incontinencia verbal. Jactancia. Halaga al poderoso. Después le hace traición. Participa en una conjura y denuncia a los comprometidos. Doblemente traidor.

    Abrevio, como se ve. El personaje descrito es Lúcano. Suetorio, el biógrafo.

    Muchos siglos después, Kant diseñará así el carácter del poeta, en general:

    El poeta no hace fortuna porque, por temperamento «desecha los cuidados, jugando amigablemente con los pensamientos». Es peculiar de su carácter «ser versátil, caprichoso e inseguro». (Antropología).

    Entre ambos, el Tratado de la concupiscencia de Bossuet está destinado en gran parte a denigrar a los poetas: Les acusa de versátiles (¡ siempre versátiles!), de vanidad, de envidia ... Si Kant no los estima, el poderoso obispo de Meaux los aborrece. Son entes irregulares, inciviles, de malas costumbres, a su juicio ¡ cuando la costumbre del poeta sería más bien negarse a toda suerte de costumbres, cortapisas de su omnímoda libertad!

    Con todo, Bossuet traza una excelente silueta, aunque en negativo. Pues cuanto él reputa vituperable en la conducta normal de los poetas ... son condiciones de las virtudes gremiales del genus irrit abile.

    El poeta despreocupado es técnicamente perfecto. ¿Cómo podría ser de otro modo?

    «Pour lui seul, tout est vacant». (Baudelaire: Les Joules, en Le spleen de París).

    Ha de despreocuparse para desocuparse, para vacar, para establecer la circunstancia en que la contemplación creadora se cumpla. Recrearse en el ocio, complacerse en la renuncia a la ejecutividad, es lo que el burgués anatematiza bajo el nombre de «pereza, madre de todos los vicios».

    Pues bien; esta pereza (la belle Paresse de La Fontaine) será la virtud más amada. Nadie la cantó como Bécquer, en páginas inolvidables.

    La pereza y cierta indispensable vanidad, de que hablaremos, perfilan el positivo-negativo del eidos del poeta.

    V

    «La reina de las facultades»

    Lo que estimo necesario esclarecer son las bases entitativas, ónticas, de la vida poética, no sus circunstancias históricas o sociológicas, ni tampoco su fórmula factorial, buscando, por ejemplo, la confirmación del predominio en aquélla de la capacidad imaginativa, en que creia Dilthey, probablemente con razón.

    Lo que ocurre es que no es cuestión psicológica, o no Jo es capitalmente.

    En Don Quijote, la invención era absolutamente descollante. Malentendió la patente vocación que le invitaba a escribir, acaso, un libro más de caballerías, y por culpa, no sé si de Cide Hamete

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    Benengeli o de Miguel de Cervantes, quiso vivir efectivamente la acción que debió soñar o presentir; quiso obrar, ejecutando, en vez de operar sólo virtualmente, imaginando.

    Obligado a elegir entre la vida figurativa, vida incoativa o virtual y la real, las fundió en una, las confundió, para su pérdida.

    La única realización que su vocación verdadera le deparaba, la de escribir un libro más, quedó frustrada. Su locura fue querer vivir su libro, el que nunca fue escrito.

    La imaginación del poeta debe ser no menos poderosa que la percepción. Pero, para ser poeta, es además necesario querer serlo, es menester tener la vocación de poetizar.

    Baudelaire, apoyándose en Delacroix, prefiguró una Filosofía de la vida poética, fundada sobre el reinado de la Imaginación*:

    «Elle [la imaginación] a créé, au commencement du monde, l'analogie et la métaphore. Elle décompose toute la création, et, avec les matériaux amassés et disposes suivant des regles dont on ne peut trouver !'origine que dans le plus profond de l'ame, elle crée un monde nouveau, elle produit la sensation du neuf. Comme elle a créé le monde (on peut bien dire cela, je crois, meme dans un sens religieux), il est juste qu'elle le gouverne. »

    (Baudelaire: Salón de 1859)

    No puedo reproducir aquí, naturalmente, el texto íntegro del capítulo 111 del SALON. Su importancia es, para mí, fundamental. Este embrión de teoría, este conato de conocimiento, corroborado por su obra entera, poemática y crítica, requiere ser desarrollado, completado.

    En cuanto a mí, acepto como un axioma el primado de la imaginación. Sé que sin ella no es posible que los movimientos de los hombres sean verdaderamente humanos. No cabe que haya ciencia salvo de lo que antes ha sido imaginado, ni intervenciones personales en las cosas que previamente no hayan sido contempladas como deseables en la imaginación. La imaginación precedio a la magia, a la religión, a la filosofía, y las precede todavía. Las condiciona en su misma existencia. Y correlativamente, el poeta está precediendo en la existencia al chamán, al horno religiosus, al filósofo, al hombre de ciencia.

    VI

    U na cierta labilidad óntica

    La extrañeza del poeta tiene dos aspectos. El primero es el de rompedor, el destructor inconsciente o consciente de convenciones. El segundo es el de su supuesto primitivismo. ¿Qué tiene que hacer un soñador de cosmogonías (el Poe de Eu-

    * A que pertenecen los conceptos de metafísica poética,parusia y uso transcendental de la imaginación, así como el de aprioridad de las palabras, aquí apenas aludido.

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    reka) en el mundo post-newtoniano? Bien que hayan existido. Pero ¿por qué reviven los poetas? Thales y Anaximando, Parménides y Heráclito los barrieron del mundo de la cultura. Perdón. Cuando se consumió la riqueza vivificante de la mitología (fundada por Los poetas como diría Holderlin) fueron los mismos poetas los que anunciaron la filosofía, inventando la razón. ¿Quién si no

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    ellos pudo adivinar que el logos, esto es, la palabra, podría reemplazar a los dioses?

    ... Hacerse uno con todo, apoderarse de todo (véase el parergon III), sentir una fundamental nostalgia de cuanto hay, hasta de lo que tengo:

    ( «N ostaliia aguda, infinita, terrible, de lo que tengo!».

    (Juan Ramón Jiménez: Poesía)

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    Mi método puede ser objetado. Por de pronto, por su limitación. Se reduce al estudio de algunos poetas modernos. ¿Es lícito generalizar los resultados?

    Contesto: 1. 0 Heidegger teorizó acerca de la esencia de la poesía, ateniéndose a un poeta único, Holderlin. 2.0 El carácter del poeta puede documentarse en épocas muy diversas. Muestra los mismos rasgos.

    Rasgos, recordémoslo, negativos para los comentaristas: puerilidad, inconstancia, frivolidad, irresponsabilidad ... Pero ya hemos visto que hay algo más. Hay la necesidad vocacional, la voluntad de conservar -o de alcanzar, una indecisión protoplasmática de su entidad. La Lettre du voyant de Rimbaud muestra sin posibilidad de mixtificación, que la disponibilidad entitativa, cierta labilidad, puede ser cultivada y que el poeta tiene que cultivarla.

    Para ser un poco todo, se ha de dejar de ser, en cierto modo, uno mismo, se ha de despersonalizar el propio yo, se ha de preterir la propia mismidad.

    Esta es una de las aporías, antinomias quizá de la vida figurativa, que consiste en suspender la plena vida normal del que ha aceptado, implícita o explícitamente, la realidad, para substituirla por lo que llama Antonio Machado la determinación heteroló gi ca del ser, la otredad. Su vida virtual no es una pura ficción; es como la del niño. Y es como la del niño anterior a la verdad y la falsedad, a la mentira y a la verdad. Quizá ésta, la verdad sea originalmente el desengaño, la pérdida de una ilusión.

    Los textos abundan y les aseguro que son deslumbrantes. Tomo uno sólo, al azar.

    Es de Leon-Paul Fargue: «La poésie, cette vie de secours ou l'on ap

    prend a s'évader des conditions du réel, pour y revenir en force et le faire prisonnier».

    (L. P. Fargue: Bruits de café)

    Ahora bien ¿y qué ha sido de la personalidad perdida?

    El poeta la ha perdido. La reencuentra, reencuentra otra, la que le confiere su público, el que da cumplimiento a su obra. Será una personalidad edificada a la inversa; es decir, de fuera a dentro.

    Es el momento de la aparición de la vanidad. Es instrumentalmente necesaria.

    * * *

    Estas notas son, capitalmente, parerga a mis respuestas para la encuesta de ESTACIONES, y probablemente aparecerán antes. En tal caso, se trocará también el orden de complementación, y las mencionadas respuestas e servirán de marginalia a estos margi-nalia.