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El Evangelio que hemos escuchado nos presenta una figura que destaca por su fe y su valor. Se trata de la mujer que Jesús sanó de sus pérdidas de sangre (cf. Mt 9, 2022). Pasando entre la gente, se acerca a la espalda de Jesús para tocar el borde de su manto. «Pues se decía para sí: Con sólo tocar su manto, me salvaré» (v. 21). ¡Cuánta fe! ¡Cuánta fe tenía esta mujer! Razonaba así porque estaba animada por mucha fe y mucha esperanza y, con un toque de astucia, se da cuenta de todo lo que tiene en el corazón. El deseo de ser salvada por Jesús es tal que le hace ir más allá de las prescripciones establecidas por la ley de Moisés. Efectivamente, esta pobre mujer durante muchos años no está simplemente enferma, sino que es considerada impura porque sufre de hemorragias (cf. Lv 15, 1930). Por ello es excluida de las litur- gias, de la vida conyugal, de las normales relaciones con el prójimo. El evangelista Marcos añade que había consultado a muchos médicos, acabando con sus medios para pagarles y soportando dolorosas curas, pero sólo había empeorado. Era una mujer descartada por la sociedad. Es importante con- siderar esta condición —de descartada— para entender su estado de ánimo: ella siente que Jesús puede liberarla de la enfermedad y del estado de marginación e indignidad en el que se encuentra desde hace años. En un palabra: sabe, siente que Jesús puede salvarla. Este caso nos hace reflexionar sobre cómo a menudo la mujer es percibida y representada. A todos se nos pone en guardia, también a las comunidades cristianas, ante imágenes de la feminidad contaminadas por prejuicios y sospechas lesivas hacia su intangible dignidad. En ese sentido son precisamente los Evangelios los que res- tablecen la verdad y reconducen a un punto de vista liberatorio. Jesús ha admirado la fe de esta mujer que todos evitaban y ha transformado su espe- ranza en salvación. No sabemos su nombre, pero las pocas líneas con las cuales los Evangelios describen su encuentro con Jesús esbozan un itinerario de fe capaz de restablecer la verdad y la grandeza de la dignidad de cada persona. En el encuentro con Cristo se abre para todos, hombres y mujeres de todo lugar y todo tiempo, la senda de la liberación y de la salvación. El Evangelio de Mateo dice que cuando la mujer tocó el manto de Jesús, Él «se volvió» y «al verla» (v. 22), entonces le dirigió la palabra. Como decía- mos, a causa de su estado de exclusión, la mujer actuó a escondidas, a espaldas de Jesús, con temor, para no ser vista, porque era una descartada. En cambio Jesús la vio y su mirada no fue de reproche, no dice: «¡vete!, ¡tú eres una descartada!», como si dijese: «¡tú eres una leprosa!, ¡vete!». No, no regaña, sino que la mirada de Jesús es de misericordia y ternura. Él sabe qué ha ocurrido y busca el encuentro personal con ella, lo que deseaba en el fondo la misma mujer. Esto significa que Jesús no sólo la acoge, sino que la considera digna de tal encuentro hasta el punto de donarle su palabra y su atención. En la parte central de la narración, el término salvación se repite tres veces. «Con sólo tocar su manto, me salvaré. Jesús se volvió, y al verla le dijo: ¡Ánimo!, hija tu fe te ha salvado”. Y se salvó la mujer desde aquel momento» (vv. 21-22). Este «¡ánimo!, hija» expresa toda la miseri- cordia de Dios por aquella persona. Y por toda persona descartada. Cuántas veces nos sentimos interiormente descartados por nuestros pecados, he- mos cometido tantos, hemos cometido tantos... y el Señor nos dice: «¡Ánimo!, ¡ven! Para mí tú no eres un descartado, una descartada. Ánimo hija. Tú eres un hijo, una hija». Y este es el momento de la gracia, es el momento del perdón, es el momento de la inclusión en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia. Es el momento de la misericordia. Hoy, a todos nosotros, pecadores, que somos grandes pecadores o pequeños pecadores, pero todos lo somos, a todos nosotros el Señor nos dice: «¡Ánimo, ven! ya no eres descartado, ya no eres descartada: yo te perdono, yo te abrazo». Así es la miseri- cordia de Dios. Debemos tener valor e ir hacia Él, pedir perdón por nuestros pecados y seguir adelante. Con valor, como hizo esta mujer. Luego, la «salvación» asume múltiples connotaciones: ante todo devuelve la salud a la mujer; después la libera de las discriminaciones sociales y religiosas; además, realiza la esperanza que ella llevaba en el corazón anulando sus miedos y sus angustias; y por último, la restituye a la comunidad liberándola de la necesidad de actuar a escondidas. Y esto último es importante: una persona descartada actúa siempre a escondidas, alguna vez o toda la vida: pensemos en los leprosos de esos tiempos, en los sin techo de hoy...; pensemos en los pecadores, en nosotros pecadores: hacemos siempre algo a es- condidas, tenemos la necesidad de hacer algo a escondidas porque nos avergonzamos de lo que somos... y Él nos libera de esto, Jesús nos libera y hace que nos pongamos de pie: «levántate, ven, ¡de pie!». Como Dios nos ha creado: Dios nos ha creado de pie, no humillados. De pie. La salvación que Jesús dona es una salvación total, que reintegra la vida de la mujer en la esfera del amor de Dios y, al mismo tiempo, la restablece con plena dignidad. Es decir, no es el manto que la mujer ha tocado el que le da la salvación, sino la palabra de Jesús acogida en su fe, capaz de consolarla, sanarla y restablecerla en la relación con Dios y con su pueblo. Jesús es la única fuente de bendición de la cual brota la salvación para todos los hom- bres, y la fe es la disposición fundamental para acogerla. Jesús, una vez más, con su comportamiento, lleno de misericordia, indica a la Iglesia el ca- mino a seguir para salir al encuentro de cada persona, para que cada uno pueda ser sanado en cuerpo y espíritu y recuperar la dignidad de hijos de Dios. Gracias. Noticias y avisos ángelus (31.08.16) Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal 4 de septiembre de 2016, Núm. 125 + Durante esta semana la celebración de la Santa Misa será a las 20.00h + El día 9 (viernes) es habrá Exposición Santísimo a las 19.00h. + La Hermandad informa que ya tiene a la venta el número de Lotería de Navidad. Universal. Para una sociedad más humana. Para que cada uno contribuya al bien común y a la construcción de una sociedad que ponga al centro la persona humana. Por la Evangelización. La misión evangelizado- ra de los cristianos. Para que los cristianos, participando en los Sacramentos y meditando la Sagrada Escritura lleguen a ser siempre mas conscientes de su misión evangelizadora. INTENCIONES DEL PAPA

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El Evangelio que hemos escuchado nos presenta una figura que destaca por su fe y su valor. Se trata de la mujer que Jesús sanó de sus pérdidas de sangre (cf. Mt 9, 20—22). Pasando entre la gente, se acerca a la espalda de Jesús para tocar el borde de su manto. «Pues se decía para sí: Con sólo tocar su manto, me salvaré» (v. 21). ¡Cuánta fe! ¡Cuánta fe tenía esta mujer! Razonaba así porque estaba animada por mucha fe y mucha esperanza y, con un toque de astucia, se da cuenta de todo lo que tiene en el corazón. El deseo de ser salvada por Jesús es tal que le hace ir más allá de las prescripciones establecidas por la ley de Moisés. Efectivamente, esta pobre mujer durante muchos años no está simplemente enferma, sino que es considerada impura porque sufre de hemorragias (cf. Lv 15, 19—30). Por ello es excluida de las litur-gias, de la vida conyugal, de las normales relaciones con el prójimo. El evangelista Marcos añade que había consultado a muchos médicos, acabando con sus medios para pagarles y soportando dolorosas curas, pero sólo había empeorado. Era una mujer descartada por la sociedad. Es importante con-siderar esta condición —de descartada— para entender su estado de ánimo: ella siente que Jesús puede liberarla de la enfermedad y del estado de marginación e indignidad en el que se encuentra desde hace años. En un palabra: sabe, siente que Jesús puede salvarla. Este caso nos hace reflexionar sobre cómo a menudo la mujer es percibida y representada. A todos se nos pone en guardia, también a las comunidades cristianas, ante imágenes de la feminidad contaminadas por prejuicios y sospechas lesivas hacia su intangible dignidad. En ese sentido son precisamente los Evangelios los que res-tablecen la verdad y reconducen a un punto de vista liberatorio. Jesús ha admirado la fe de esta mujer que todos evitaban y ha transformado su espe-ranza en salvación. No sabemos su nombre, pero las pocas líneas con las cuales los Evangelios describen su encuentro con Jesús esbozan un itinerario de fe capaz de restablecer la verdad y la grandeza de la dignidad de cada persona. En el encuentro con Cristo se abre para todos, hombres y mujeres de todo lugar y todo tiempo, la senda de la liberación y de la salvación. El Evangelio de Mateo dice que cuando la mujer tocó el manto de Jesús, Él «se volvió» y «al verla» (v. 22), entonces le dirigió la palabra. Como decía-mos, a causa de su estado de exclusión, la mujer actuó a escondidas, a espaldas de Jesús, con temor, para no ser vista, porque era una descartada. En cambio Jesús la vio y su mirada no fue de reproche, no dice: «¡vete!, ¡tú eres una descartada!», como si dijese: «¡tú eres una leprosa!, ¡vete!». No, no regaña, sino que la mirada de Jesús es de misericordia y ternura. Él sabe qué ha ocurrido y busca el encuentro personal con ella, lo que deseaba en el fondo la misma mujer. Esto significa que Jesús no sólo la acoge, sino que la considera digna de tal encuentro hasta el punto de donarle su palabra y su atención. En la parte central de la narración, el término salvación se repite tres veces. «Con sólo tocar su manto, me salvaré. Jesús se volvió, y al verla le dijo: “¡Ánimo!, hija tu fe te ha salvado”. Y se salvó la mujer desde aquel momento» (vv. 21-22). Este «¡ánimo!, hija» expresa toda la miseri-cordia de Dios por aquella persona. Y por toda persona descartada. Cuántas veces nos sentimos interiormente descartados por nuestros pecados, he-mos cometido tantos, hemos cometido tantos... y el Señor nos dice: «¡Ánimo!, ¡ven! Para mí tú no eres un descartado, una descartada. Ánimo hija. Tú eres un hijo, una hija». Y este es el momento de la gracia, es el momento del perdón, es el momento de la inclusión en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia. Es el momento de la misericordia. Hoy, a todos nosotros, pecadores, que somos grandes pecadores o pequeños pecadores, pero todos lo somos, a todos nosotros el Señor nos dice: «¡Ánimo, ven! ya no eres descartado, ya no eres descartada: yo te perdono, yo te abrazo». Así es la miseri-cordia de Dios. Debemos tener valor e ir hacia Él, pedir perdón por nuestros pecados y seguir adelante. Con valor, como hizo esta mujer. Luego, la «salvación» asume múltiples connotaciones: ante todo devuelve la salud a la mujer; después la libera de las discriminaciones sociales y religiosas; además, realiza la esperanza que ella llevaba en el corazón anulando sus miedos y sus angustias; y por último, la restituye a la comunidad liberándola de la necesidad de actuar a escondidas. Y esto último es importante: una persona descartada actúa siempre a escondidas, alguna vez o toda la vida: pensemos en los leprosos de esos tiempos, en los sin techo de hoy...; pensemos en los pecadores, en nosotros pecadores: hacemos siempre algo a es-condidas, tenemos la necesidad de hacer algo a escondidas porque nos avergonzamos de lo que somos... y Él nos libera de esto, Jesús nos libera y hace que nos pongamos de pie: «levántate, ven, ¡de pie!». Como Dios nos ha creado: Dios nos ha creado de pie, no humillados. De pie. La salvación que Jesús dona es una salvación total, que reintegra la vida de la mujer en la esfera del amor de Dios y, al mismo tiempo, la restablece con plena dignidad. Es decir, no es el manto que la mujer ha tocado el que le da la salvación, sino la palabra de Jesús acogida en su fe, capaz de consolarla, sanarla y restablecerla en la relación con Dios y con su pueblo. Jesús es la única fuente de bendición de la cual brota la salvación para todos los hom-bres, y la fe es la disposición fundamental para acogerla. Jesús, una vez más, con su comportamiento, lleno de misericordia, indica a la Iglesia el ca-mino a seguir para salir al encuentro de cada persona, para que cada uno pueda ser sanado en cuerpo y espíritu y recuperar la dignidad de hijos de Dios. Gracias.

Noticias y avisos

ángelus (31.08.16)

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal

4 de septiembre de 2016, Núm. 125

+ Durante esta semana la celebración de la Santa Misa será a las 20.00h + El día 9 (viernes) es habrá Exposición Santísimo a las 19.00h. + La Hermandad informa que ya tiene a la venta el número de Lotería de Navidad.

Universal. Para una sociedad más humana. Para que cada uno contribuya al bien común y a la construcción de una sociedad que ponga al centro la persona humana. Por la Evangelización. La misión evangelizado-ra de los cristianos. Para que los cristianos, participando en los Sacramentos y meditando la Sagrada Escritura lleguen a ser siempre mas conscientes de su misión evangelizadora.

INTENCIONES DEL PAPA

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Los planes de Dios, sus intenciones, sus pensamientos están ocultos a los hombres. Los deseos, las motivaciones humanas son más o menos previsibles. Muchas veces sabemos lo que nuestro interlocutor piensa con sólo mirarle a los ojos. Sabemos qué es lo que desea, qué es lo que está buscan-do. Con Dios no ocurre lo mismo. Él se escapa a nuestras previsiones, está por encima de nuestros cálculos. Y a menudo nos sorprende su forma de actuar, nos extraña quizá su pasivi-dad, su prolongado silencio. Y nos preguntamos, inútilmente, el porqué de las cosas. Hoy nos dice el sabio inspirado por Dios: Los pensamientos de los mortales son mezquinos y nues-tros razonamientos son falibles; por-que el cuerpo es el lastre del alma y la tienda terrestre abruma la mente del que medita... Por eso ante Dios sólo nos queda en ocasiones el silen-cio por respuesta, la aceptación ren-dida de cuanto Él quiere disponer. Conscientes de que sus planes son siempre justos e inapelables. Conten-tos al pensar que, además de inteli-gente como nadie, Dios es sobre todo amor. "Pues, ¿quién rastreara las cosas del cielo, quien conocerá tu designio?" (Sb 9, 17). Señor, si tus planes están es-condidos para los hombres, Tú puedes mostrarlos con el fulgor de tu luz, esa luz que luce en las tinieblas y que las tinieblas no sofocaron, esa luz verdadera que, con su venida a este mundo ilumina a todo hombre. Sí, la tierra oscura, sumergida en la negra noche, ha visto surgir la luz. El día ha despertado y todo brilla en mil colores y formas. La luz, tu luz nos ha penetrado en el alma, sembrando el gozo y la alegría en nues-tros corazones, porque sabemos lo que buscas, lo que intentas desde el principio de los tiempos. Salvar a los hombres, a to-dos. Esa es tu voluntad, tu deseo de universal salvación. Y para que esa redención no fuera como una limosna que nos humillase, permites que podamos cooperar a nuestra propia salvación, conquistar con nuestro pequeño esfuerzo, sostenido por tu gracia, ese Reino maravilloso que tú has proclamado. Como en otras ocasiones, también en la que nos refiere hoy el texto sagrado encontramos a Jesús rodeado de mucha gente. Era fácil seguir al joven rabino de Nazaret que hablaba con autoridad y que amaba a los niños y prefería a los humildes. No obstante, el Señor les dice que para seguirle hay que pos-ponerlo todo a su amor: los padres, la mujer y los hijos, inclu-so uno mismo ha de estar en segundo plano respecto de Jesu-cristo. La doctrina no puede ser más clara en lo que respecta a las exigencias que comporta, el Maestro no palió las dificul-tades, podríamos decir que incluso parece exagerarlas un po-co.

Comentario bíblico

De aquí que no hemos de extrañarnos de que a veces nos cueste el ser fieles al Evangelio, que en ocasiones llegue hasta ser heroico cumplir con la voluntad divina. Por otra

parte, podemos pensar que quien no nos ha engañado en cuanto a las dificultades, tampoco nos engaña en cuanto a la promesa y el premio para quienes le sean siempre fieles. Es cierto, por tanto, que hemos de lu-char con denuedo cada día contra todo aquello que se opone a Dios, contra todo obstáculo que se inter-ponga entre el Señor y nosotros; aunque ese obstáculo sean nuestros seres más queridos, o nuestro propio provecho personal. El premio es tan grande y tan duradero que exige un precio elevado pero no equitativo, pues por mucho que se tenga que sufrir o sacrificar nunca pagaremos adecuadamente los bienes que el Señor nos ha preparado para toda una eternidad. Por eso estemos per-suadidos de que vale la pena sufrir un poco durante unos años, para poder un día gozar mucho y para siempre. Posponerlo todo al amor de Dios no significa, por otra parte, que uno haya de prescindir del amor a nues-tros padres o demás familiares, ni

que hayamos de anularnos a nosotros mismos. No se trata de destruir, prescindir o anular, sino de trascender, de subli-mar, de elevar a un plano sobrenatural aquello que de por sí es sólo natural. Así, quien se haya entregado al servicio de Dios mediante una consagración a Él, no está exento de que-rer a sus padres, a los que quizá ha disgustado con su entre-ga. Tendrá que quererlos y cuidarlos si es preciso, estar atento a sus necesidades y procurar atenderlas. En cuanto a uno mismo, decíamos que Dios no quiere la anulación de nuestra persona sino su perfeccionamiento. Lo que hay que destruir es cuánto de malo o torcido llevemos en nuestro interior, todas esas inclinaciones y deseos, claros o larvados, que nos incitan al mal. Termina diciendo el Señor que quien no renuncia a todos sus bienes, no puede ser su discípulo. El Maestro no se limita a decir claras las cosas, además las repite. Ojalá aprendamos bien su lección y, con la ayuda de lo alto, sepamos dar un sentido nuevo, trascendente y so-brenatural, a cuanto constituye el entramado de nuestra vida. Antonio García-Moreno www.betania.es

Lunes 5 20.00h Antonio y José Antonio

Martes 6 20.00h María Jesús Tamayo Bravo

Miércoles 7 20.00h Antonio y José Antonio

Jueves 8 20.00h Almas del Purgatorio

Viernes 9 20.00h Almas del Purgatorio

Sábado 10 10.00h / 20.00h ——— / Josefa Calvo

Domingo 11 11.00h / 20.00h Pro populo / Juan Manuel

Intenciones de Misa

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Escucha su voz

Lunes 5 San Lorenzo Justiano 1 Cor 5,1-8 / Sal 5 / Lc 6,6-11

Martes 6 San Eleuterio 1 Cor 6,1-11 / Sal 149 / Lc 6,12-19

Miércoles 7 Santa Regina 1 Cor 7,25-31 / Sal 44 / Lc 6,20-26

Jueves 8 Natividad de la Virgen María Miq 5,1-4 o Rom 8,28-30 / Sal 12 / Mt 1,1-16.18-23

Viernes 9 San Pedro Claver 1 Cor 9,16-19.22-27 / Sal 83 / Lc 6,39-42

Sábado 10 S. Nicolás de Tolentino 1 Cor 10,14-22 / Sal 115 / Lc 6,43-49

Lecturas de la Misa para la Semana

¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se

imaginará lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los

mortales son frágiles, e inseguros nuestros razonamientos,

porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terre-

na abruma la mente pensativa. Si apenas vislumbramos lo

que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está

a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?,

¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le

envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron

las sendas de los terrestres, los hombres aprendieron lo que

te agrada y se salvaron por la sabiduría.

Señor, tu has sido nuestro refugio,

de generación en generación

Tú reduces el hombre a polvo,

Diciendo: "retornad, hijos de Adán".

Mil años en tu presencia,

son un ayer, que pasó;

una vela nocturna.

Los siembras año por año,

como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana,

y por la tarde la siegan y se seca.

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?

Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Querido hermano: Yo, Pablo, anciano y ahora prisionero por

Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien

engendré en la prisión. Te lo envío como a hijo. Me hubiera

gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nom-

bre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no

he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este

favor, no a la fuerza, sino con toda libertad. Quizá se apar-

tó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para

siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un

esclavo, como hermano querido, que si lo es mucho para

mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor. Si me

consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se

volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su

padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus herma-

nos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser

discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de

mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si

quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular

los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí

echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlar-

se de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a

construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a

dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si

con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca

con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos,

envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo

aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes

no puede ser discípulo mío».

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La diócesis de Almería celebraba el pasado martes 30 de agosto la memoria del Beato, obispo y mártir, D. Diego Ventaja Milán. Tras la Santa Misa celebrada en su memoria y pre-sidida por el Obispo diocesano Mons. Adolfo González Montes, los sacerdotes y laicos asis-tentes, entre los que se encontraban sobrinos nietos y familiares del Beato, se acercaron al Monumento que custodia la torre de la Cate-dral, donde se colocó un ramo de flores rojas en recuerdo de su Martirio y una corona de laurel memoria de su santidad. Una oración y un canto concluyeron este sencillo pero pro-

fundo homenaje al Buen Pastor diocesano que dio su vida por sus ovejas en aquellos momentos de persecución religiosa.

Con la festividad del Beato Diego Ventaja, Ohanes comenzó la novena e honor de Nuestra Señora de Con-solación de Tices, patrona de la localidad. Son días de acompañamiento a nuestra madre en los que pedir su intercesión y auxilio. Culminarán con el último día de novena y la Salve Solemne en torno a las 23.00 h del día 7 de septiembre. Desde la parroquia y la herman-dad se invita a todo el que lo desee a compartir estos días de devoción.

Este año se cumple 300 años de la llegada de la llegada de Nuestra Señora del Buen Retiro de los desamparados del Saliente, la Pequeñica, a la er-mita del Saliente fundada en 1716 por Roque Ten-dero y Lázaro de Martos. Con motivo de este tan importante aconteci-miento, el próximo Viernes 2 de septiembre se inaugurará la Exposi-ción “Aromas de Albahaca: Tres Si-glos del Saliente”. Se podrá visitar desde el día de la inauguración hasta el 20 de septiembre, en horario de 19: 00 a 22:00 horas y los martes se podrá visionar por la mañana desde

las 11 h a 14:00 h, en el local del antiguo Banco Popu-lar en la Plaza Nueva de Albox.

www.diocesisalmeria.es

En nuestra Diócesis

Parroquia Ntra. Sra. Del Carmen (Aguadulce)

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor. El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algu-nas, considerando a María descendiente de David, señalan su naci-miento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María. Sin embargo, ya en el siglo V existía en Jerusa-lén el santuario mariano situado junto a los restos de la piscina Pro-bática, o sea, de las ovejas. Debajo de la hermosa iglesia románica, levantada por los cruzados, que aún existe -la Basílica de Santa Ana- se hallan los restos de una basílica bizantina y unas criptas excava-das en la roca que parecen haber formado parte de una vivienda que se ha considerado como la casa natal de la Virgen. Esta tradición, fundada en apócrifos muy antiguos como el llamado Protoevangelio de Santiago (siglo II), se vincula con la convicción expresada por muchos autores acerca de que Joaquín, el padre de María, fuera propietario de rebaños de ovejas. Estos animales eran lavados en dicha piscina antes de ser ofrecidos en el templo. La fiesta tiene la alegría de un anuncio premesiánico. Es famosa la homilía que pro-nunció San Juan Damasceno (675-749) un 8 de septiembre en la Basí-lica de Santa Ana, de la cual extraemos algunos párrafos: "¡Ea, pue-blos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de cualquier época y condición, celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el naci-miento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva,

se ha transformado en gozo. Ésta escuchó la sen-tencia divina: parirás con dolor. A María, por el contrario, se le dijo: Alégrate, llena de gracia! ¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obli-gada toda la creación! Por medio de ustedes, en efecto, la creación ofreció al Creador el mejor de todos los dones, o sea, aquella augusta Madre, la única que fue digna del Creador. ¡Oh felices entra-ñas de Joaquín, de las que provino una descendencia absolutamente sin mancha!

Ntra. Sra. del Carmen Patrona de Aguadulce ruega por nosotros

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mundo corporalmente. Sirviéndose de Ella, Dios descendió sin experimentar ninguna mutación, o mejor dicho, por su benévola condescendencia apareció en la Tierra y convivió con los hombres". Si pensamos por cuántas cosas podemos hoy alegrarnos, cuántas cosas podemos

¡Oh seno glorioso de Ana, en el que poco a poco fue creciendo y desarrollándose una niña completamente pura, y, después que estuvo formada, fue dada a luz! Hoy emprende su ruta la que es puerta divina de la virginidad. De Ella y por medio de Ella, Dios, que está por encima de todo cuanto existe, se hace presente en el

Con su ejemplo