Parto humanizado. Alternativa que plantea vivir un evento natural y no una enfermedad.

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4 o Lunes 11 de marzo de 2013 DH MILENIO www.milenio.com Alina D. Bishop Velarde y colectivo Parto Libre, A. C. E l instinto de conservación de la especie es uno de los instintos básicos por el cual la humanidad se ha expandido. Éste lleva miles de años cumpliendo su función; sin embargo, hace apenas alrededor de 100 años la tecnología ha intervenido en el acto de parir, modificando la forma natural y fisiológica de este proceso. El parto humanizado plantea concebir este acto como un evento natural, seguro y placentero, en lugar de vivirlo como una enfermedad. Busca garantizar el tiempo, la paciencia, la intimidad, la libertad de movimiento y un acompañamiento cálido y amoroso para la mujer que está por parir. Se trata de modificar el papel que juega el personal médico para que sea más respetuoso de las decisiones y necesidades de la mujer, e intervenga solo cuando sea necesario para asegurar la salud y vida de la madre y/o el bebé. En contraste con lo anterior, en el camino de avances e intervenciones tecnológicas llegamos a la encrucijada actual, en donde México ocupa los primeros lugares en el mundo en el número de cesáreas. ¿Cuál es el factor tras este desfavorable posiciona- Alternativa que plantea vivir un evento natural y no una enfermedad Parto humanizado miento de México para con su población femenina? La razón de ello es multifactorial y tiene mucho que ver con la forma de vida actual en la que el tiempo, la tecnología y el dinero son intereses supremos que se hallan por encima de la valoración del cuerpo femenino y de su facultad creadora, reproductiva y contenedora de las primeras etapas de la vida de todo ser. Así, podemos observar que para ahorrar “tiempo y desvelos”, tanto el personal médico como las pacientes podrían preferir una cesárea, procedimiento quirúr- gico que tarda entre 20 y 40 minutos y que reditúa en un mayor beneficio económico para las instituciones privadas. En los servicios públicos, el beneficio de la cesárea consiste en resolver, en parte, la sobresaturación de dichos servicios, al emplear mucho menos tiempo que el que conlleva la atención de un proceso natural de parto, que dura entre cinco y 20 horas en promedio. Si se consideran los aspectos de tiempo, dinero y practicidad, se puede apreciar el beneficio de la cesárea y entender su aumento como una práctica cada vez más común pero, ¿hemos pensando en las posibles consecuencias para la mujer y el bebé? ¿Se han preguntado las mujeres si es mejor someterse a una cirugía mayor, en gran parte de los casos inne- cesaria, que al proceso natural del parto? Al mismo tiempo, el acto de parir arrastra una connotación de sufrimiento. ¿Acaso someterse a una cirugía mayor se cree que es algo diferente? La Organización Mundial de la Salud, basada en la medicina con evidencia, recomienda 15% como el índice adecuado de cesáreas; en México alcanza un promedio de 38% en el sector público y de 80 a 90% en los servicios privados. ¿Cuáles son los factores tras estas escalofriantes cifras? Menos tiempo, más dinero y la falsa creencia de que una cesárea no es dañina para la mujer y su bebé. ¿Qué es lo que pensamos y sentimos nosotras las mujeres? ¿Contamos con la información necesaria para tomar una decisión o es que nos hemos dejado llevar por el ritmo y las tendencias modernas, sin cuestionar qué es lo mejor para nuestros cuerpos y para la vivencia de la maternidad? Podemos decir a las futuras mamás, respaldadas por la medicina con evidencia, que la cesárea médica- mente innecesaria –es decir, cuando no hay razones para su práctica – no es la mejor opción en materia de cuidados de la salud, porque: Sitúa a la futura mamá y a su bebé en riesgo de mor- bimortalidad, al verse sometidos a una cirugía mayor. Conlleva posibles riesgos para la madre –entre ellos hemorragias, trombosis, infección uterina y lesión de otros órganos como la vejiga o los intestinos– y para el bebé –como dificultad respiratoria, retención de líquido pulmonar y laceraciones. Impide la ascendente producción de oxitocina en el proceso del parto y de otras hormonas cerebrales que facilitan el apego entre la madre y el bebé, la lac- tancia y la entrada en la función maternal, afectando así nuestra capacidad de amar, cuya ausencia es por sí sola génesis de la violencia. Coloca a la mujer en una situación mucho más vulnerable durante el posparto, periodo en que inicia su experiencia de maternidad, prolongando su recuperación física y emocional después de la intervención por más tiempo. Entonces, ¿por qué se sigue practicando la cesárea de una manera indiscriminada en México? ¿Es acaso por ignorancia, comodidad o ambición? Ante esa realidad, se hace un llamado a: Las mujeres, para informarse y recuperar su para- digma de mujer sana, confiada en el funcionamiento maravilloso de sus cuerpos; y como ciudadanas, para que hagan valer sus derechos como consumidoras responsables. Asimismo, para que consideren un parto humanizado como una alternativa positiva que les permita vivir ese momento de la mejor manera. Las y los proveedores de servicios de salud e ins- tituciones, para modificar sus prácticas con base en el respeto de la fisiología femenina y de la ética médica a partir de evidencia científica actualizada; y para aprender de los estándares de atención en esta materia de países vanguardistas como Holanda, Canadá e Inglaterra. Las autoridades sanitarias, para que hagan cumplir las normas y leyes de atención a la salud reproductiva en México, y respeten los derechos humanos de las mujeres. Toda la sociedad mexicana, para que apoye en el cam- bio del paradigma de atención al parto y el nacimiento, por uno que respete el proceso natural y las necesidades físicas y emocionales de la madre y su bebé. H SONIA BLANQUEL DíAZ PARTO LIBRE, A. C.

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Hace apenas alrededor de 100 años la tecnología ha intervenido en el acto de parir, modificando la forma natural y fisiológica de este proceso.

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4 o Lunes 11 de marzo de 2013

DH

MILENIO www.milenio.com

Alina D. Bishop Velarde y colectivo Parto Libre, A. C.

El instinto de conservación de la especie es uno de los instintos básicos por el cual la humanidad se ha expandido. Éste lleva miles de años cumpliendo su función; sin embargo, hace apenas alrededor de

100 años la tecnología ha intervenido en el acto de parir, modificando la forma natural y fisiológica de este proceso.

El parto humanizado plantea concebir este acto como un evento natural, seguro y placentero, en lugar de vivirlo como una enfermedad. Busca garantizar el tiempo, la paciencia, la intimidad, la libertad de movimiento y un acompañamiento cálido y amoroso para la mujer que está por parir. Se trata de modificar el papel que juega el personal médico para que sea más respetuoso de las decisiones y necesidades de la mujer, e intervenga solo cuando sea necesario para asegurar la salud y vida de la madre y/o el bebé.

En contraste con lo anterior, en el camino de avances e intervenciones tecnológicas llegamos a la encrucijada actual, en donde México ocupa los primeros lugares en el mundo en el número de cesáreas.

¿Cuál es el factor tras este desfavorable posiciona-

alternativa que plantea vivir un evento natural y no una enfermedad

Parto humanizadomiento de México para con su población femenina? La razón de ello es multifactorial y tiene mucho que ver con la forma de vida actual en la que el tiempo, la tecnología y el dinero son intereses supremos que se hallan por encima de la valoración del cuerpo femenino y de su facultad creadora, reproductiva y contenedora de las primeras etapas de la vida de todo ser.

Así, podemos observar que para ahorrar “tiempo y desvelos”, tanto el personal médico como las pacientes podrían preferir una cesárea, procedimiento quirúr-gico que tarda entre 20 y 40 minutos y que reditúa en un mayor beneficio económico para las instituciones privadas. En los servicios públicos, el beneficio de la cesárea consiste en resolver, en parte, la sobresaturación de dichos servicios, al emplear mucho menos tiempo que el que conlleva la atención de un proceso natural de parto, que dura entre cinco y 20 horas en promedio.

Si se consideran los aspectos de tiempo, dinero y practicidad, se puede apreciar el beneficio de la cesárea y entender su aumento como una práctica cada vez más común pero, ¿hemos pensando en las posibles consecuencias para la mujer y el bebé? ¿Se han preguntado las mujeres si es mejor someterse a una cirugía mayor, en gran parte de los casos inne-cesaria, que al proceso natural del parto?

Al mismo tiempo, el acto de parir arrastra una connotación de sufrimiento. ¿Acaso someterse a una cirugía mayor se cree que es algo diferente?

La Organización Mundial de la Salud, basada en la medicina con evidencia, recomienda 15% como el índice adecuado de cesáreas; en México alcanza un promedio de 38% en el sector público y de 80 a 90% en los servicios privados.

¿cuáles son los factores tras estas escalofriantes cifras? Menos tiempo, más dinero y la falsa creencia de que una cesárea no es dañina para la mujer y su bebé. ¿Qué es lo que pensamos y sentimos nosotras las mujeres? ¿contamos con la información necesaria para tomar una decisión o es que nos hemos dejado llevar por el ritmo y las tendencias modernas, sin cuestionar qué es lo mejor para nuestros cuerpos y para la vivencia de la maternidad?Podemos decir a las futuras mamás, respaldadas por la medicina con evidencia, que la cesárea médica-mente innecesaria –es decir, cuando no hay razones para su práctica – no es la mejor opción en materia de cuidados de la salud, porque:

Sitúa a la futura mamá y a su bebé en riesgo de mor-bimortalidad, al verse sometidos a una cirugía mayor.

Conlleva posibles riesgos para la madre –entre ellos hemorragias, trombosis, infección uterina y lesión de otros órganos como la vejiga o los intestinos– y para el bebé –como dificultad respiratoria, retención de líquido pulmonar y laceraciones.

Impide la ascendente producción de oxitocina en el proceso del parto y de otras hormonas cerebrales que facilitan el apego entre la madre y el bebé, la lac-tancia y la entrada en la función maternal, afectando así nuestra capacidad de amar, cuya ausencia es por sí sola génesis de la violencia.

Coloca a la mujer en una situación mucho más vulnerable durante el posparto, periodo en que inicia su experiencia de maternidad, prolongando su recuperación física y emocional después de la intervención por más tiempo.

entonces, ¿por qué se sigue practicando la cesárea de una manera indiscriminada en México? ¿es acaso por ignorancia, comodidad o ambición? Ante esa realidad, se hace un llamado a:Las mujeres, para informarse y recuperar su para-digma de mujer sana, confiada en el funcionamiento maravilloso de sus cuerpos; y como ciudadanas, para que hagan valer sus derechos como consumidoras responsables. Asimismo, para que consideren un parto humanizado como una alternativa positiva que les permita vivir ese momento de la mejor manera.

Las y los proveedores de servicios de salud e ins-tituciones, para modificar sus prácticas con base en el respeto de la fisiología femenina y de la ética médica a partir de evidencia científica actualizada; y para aprender de los estándares de atención en esta materia de países vanguardistas como Holanda, Canadá e Inglaterra.

Las autoridades sanitarias, para que hagan cumplir las normas y leyes de atención a la salud reproductiva en México, y respeten los derechos humanos de las mujeres.

Toda la sociedad mexicana, para que apoye en el cam-bio del paradigma de atención al parto y el nacimiento, por uno que respete el proceso natural y las necesidades físicas y emocionales de la madre y su bebé. H

SONIA BLANQUEL DíAZ

PARTO LIBRE, A. C.