EXPOSICIÓNPASIÓN POR LAS PERSONASLA LUCHA CONTRA LA POBREZAALMA MATER MUSEUM. Palacio Arzobispal. Plaza de La Seo, 5. Zaragoza.Del 20 de febrero al 28 de mayo. De lunes a sábado, de 10 a 14 y de 16 a 20 h.Domingos, de 10 a 14 h.Festivos: consultar en el museo.Entrada libre.

Más información en obrasocial.ibercaja.es

PASIÓN POR EL PROGRESO: LA ZARAGOZA DE LOS PIGNATELLI Ibercaja Patio de la Infanta. Sala de Exposiciones.Del 27 de mayo de 2016 al 28 de mayo de 2017.

PASIÓN POR LA ILUSTRACIÓN: LA APUESTA POR EL COLECCIONISMO Ibercaja Patio de la Infanta. Monumento.Del 27 de mayo de 2016 al 28 de mayo de 2017.

PASIÓN POR EL ARTE:EL SIGLO DE LA INQUIETUD EN EL ARAGÓN DE GOYAMuseo Goya.Del 24 de noviembre de 2016 al 26 de febrero de 2017.

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EXPOSICIONES

PASIÓN POR LAS PERSONAS:LA LUCHA CONTRA LA POBREZAAlma Mater Museum.Del 20 de febrero al 28 de mayo de 2017.

PASIÓN POR LAS PERSONAS LA LUCHA CONTRA LA POBREZA

Pasión por las personas: la lucha contra la pobreza es la cuarta de las exposiciones con las que la Fundación Iberca-ja recupera la memoria y el ejemplo de ese grupo de “Ami-gos del País”, capitaneados por Pignatelli, que lucharon por consolidar una opción de modernidad en el Aragón del siglo XVIII.

A estos ilustrados que protagonizaron el conocido como Siglo de las luces todos los adscriben a grupos de artistas, políticos, pensadores o científicos. Pero pocos reparan en que este proceso de Ilustración fue dirigido por una serie de clérigos que compaginaron su vida religiosa con su dedica-ción desinteresada a la acción pública.

Todo fue posible porque en ese momento, dentro de la Igle-sia, se produjo un cambio fundamental en la concepción del cuidado a la sociedad que lleva a abandonar el concepto caritativo de la limosna hacia los más necesitados, enten-dida como un eficaz medio de alcanzar la salvación para el que la ejerciera. Los nuevos tiempos ponen de moda, gracias a los clérigos ilustrados, el nuevo concepto de una caridad que es beneficiosa para el orden social, para los que la reciben y para los que la conceden. En realidad, ponen de moda una Iglesia asistencial frente a la Iglesia caritativa del pasado. Mientras la parroquia mantiene el ejercicio de la limosna directa, la Iglesia comienza a preo-cuparse por educar a los necesitados, sanar a los enfermos y dar trabajo a los pobres.

El arzobispo Bernardo Velarde, el deán de la Seo Juan Antonio Hernández Pérez de Larrea, o el canónigo zara-gozano Ramón Pignatelli son solo algunos de los protago-nistas en los que podemos focalizar esta transformación de

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la Iglesia zaragozana. Pero hubo muchos más que se im-plicaron en dar un impulso a la sociedad aragonesa y que no han alcanzado la fama que han logrado los primeros, razón por la cual conviene mencionar a unos pocos cléri-gos ilustrados como el escolapio Juan Francisco de Jesús que abrió una escuela de geometría en Zaragoza a media-dos del siglo XVIII, a Francisco Andrés Ustarroz y Sancho, capitular de San Gil, que promovió la construcción de la sacristía parroquial, al cura de Juslibol Félix de Latassa y Ortín que escribió la Biblioteca de escritores aragoneses, al historiador y matemático Joaquín de Traggia, al sacerdote economista Dámaso Generés, o al médico y biólogo Anto-nio José Rodríguez, monje en Veruela.

Estos y otros muchos fueron los clérigos que hicieron posible el cambio de la sociedad, aportando el conocimiento de los avances que la Europa del momento consolida en el campo de las ideas y de las ciencias. De su mano entran nuevas formas de entender el arte, la política, la ciencia, la filosofía o incluso la religiosidad. Y a través de ellos se difunde el nuevo mundo ilustrado entre la sociedad, asegurada la formación del clero y la definición de canales de comunicación. No es casualidad que en 1796 se cree en Zaragoza el Semanario de Zaragoza, un periódico de divulgación científica, históri-ca y literaria con el que colaboraron desde sus inicios figuras como el padre Boggiero o el sacerdote Félix Latassa.

Esta nueva Zaragoza que surge en el siglo XVIII es en buena parte la que vemos hoy en día. La que levanta los templos en los que rezamos en la actualidad, la que sienta las bases de la atención médica o asistencial o la que consigue que el agua cumpla su función de riqueza. Asunto este último que señala la descripción de Zaragoza que hace José Mor de Fuentes a principios del siglo XIX: “Se descubre per-fectamente Zaragoza, situada en un llano, con sus torres

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empinadas, que la hacen mucho más vistosa por fuera que Valencia, Barcelona y otras ciudades principales. A su espal-da asoma el antiguo sequedal de Torrero, transformado en el vergel más delicioso por los desvelos del inmortal Pignatelli”.

La Iglesia zaragozana en el siglo XVIII, sin el peso político que tuvo en siglos anteriores, va a centrarse en tres grandes preocupaciones: el fomento educativo dotándolo de espa-cios propios de formación; la construcción de los templos más emblemáticos de la ciudad con su consecuencia social y devocional; y la tercera, la participación en empresas cuya finalidad coincidiera con los principios de acción social que están alentando.

Esto es lo que intenta explicar esta exposición: la Pasión por las personas y la lucha contra la pobreza de la Iglesia Ilus-trada. La diócesis zaragozana y Ramón Pignatelli van a ser los hilos conductores de la muestra que nos revela la exis-tencia de un clero ilustrado que trabajó por extender el con-cepto del progreso social. En palabras de Ramón Pignatelli “ninguna república bien gobernada puede descansar sobre la compasión a los pobres… sino fomentando las fábricas y disipando la holgazanería”.

Buenaventura Salesa y BorjaRetrato de Juan Antonio Hernández y Pérez de Larrea

Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País

206 x 138 cm

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Juan Andrés MerkleinAgustín de Lezo y Palomeque

Zaragoza, Alma Mater Museum, Arzobispado de Zaragoza

El arzobispado, motor económico de la ciudadEn 1779 es nombrado arzobispo de Zaragoza, a pro-puesta de Carlos III, el santanderino Bernardo Velarde y Velarde (1779-1782) que por su austeridad, humildad y generosidad pasa a ser conocido como el “Padre de los Pobres”. Su mandato causó asombro en los zaragozanos desde que realizó su entrada en la ciudad revestido única-mente con una sotana rota y remendada, pero sobre todo por su interés en paliar la falta de trabajo en la ciudad, en ofrecer jornales a los más desfavorecidos. Para ello, encar-ga a José de Yarza la construcción de una escalera que tuviera como punto de referencia la antigua fachada de la Diputación y que, diseñada como una auténtica escalera imperial, fue concluida en 1781.

Su sucesor Agustín de Lezo y Palomeque (1783-1796), miembro del Consejo de Carlos III, al llegar a la diócesis decide reactivar las obras y le encomienda a Ramón de Pignatelli que asuma el control de las mismas. Fue él quien encarga al arquitecto José de Yarza Lafuente y al maestro de obras Agustín Gracián la construcción de una fachada que incorporara definitivamente la vida del Palacio a la plaza de la Seo.

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Fiebre constructiva en la iglesia zaragozanaEl siglo XVIII va a ser la centuria en la que se van a construir o reformar los lugares de culto que forman la fisonomía re-ligiosa de la Zaragoza de hoy en día. Las obras acometidas en el templo del Pilar, terminadas en 1770, van a ser impulso suficiente para que otras muchas iglesias emprendan obras significativas y se produzca un relanzamiento de la cons-trucción religiosa sobre todo con las aportaciones estilísticas de las familias Yarza, Sanz…

Esta fiebre constructiva en los templos religiosos sirvió para que los jornaleros (muchos de ellos dedicados a la construc-ción) crecieran durante el siglo XVIII en casi un 40 %. Maes-tros de obras, albañiles, carpinteros, canteros, vidrieros… eran sólo algunos de los oficios que se beneficiaron de este periodo. Ellos construyeron el templo del Pilar, la fachada de la Seo (1766), San Juan de los Panetes (1725), las igle-sias de las Escuelas Pías (1736), de Santa Cruz (1780) o de San Fernando (1796)… Ellos reforman, entre otras, las de San Gil (1719), San Carlos (1723), Santa María Magdalena (1730), San Felipe (1752) o la capilla del Santo Cristo de la Seo (1731).

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Interior de la Iglesia del Real Seminario de San Carlos Borromeo. Zaragoza

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Ramón dePignatelli y MoncayoRamón de Pignatelli y Moncayo, quinto hijo de Antonio Pignatelli y Pimentel y de Mª Francisca de Moncayo y Blanes, nace en Zaragoza en 1734. Nieto de Bartolomé Moncayo y Palafox, XV Conde de Fuentes, y hermano de Joaquín Pignatelli y Moncayo, XVI Conde de Fuentes, for-ma parte de una de las familias con mayor peso político y social de Aragón.

Al quedar huérfano de madre se traslada a Nápoles y Roma donde cursa estudios en el Colegio Clementino de la Compañía de Jesús. Tras regresar a Zaragoza es nombra-do Canónigo de la Seo en 1753 e inicia los estudios en Cá-nones, doctorándose en 1755. Siete años después es nom-brado Rector de la Universidad de Zaragoza, cargo que ocupó en varias ocasiones. En 1764 es nombrado regidor de la Sitiada, junta que gobernaba el Hospital de Gracia, la Casa de Locos y la de Huérfanos. Ese es el escenario en el que trabaja por proporcionar al pobre y desocupado los medios necesarios para que dejase de serlo. A esta serie de servicios a la ciudad se une su papel de pacificador en el Motín del Pan (1766), que le consolida como hombre de gran prestigio social entre la sociedad zaragozana.

Su amplia formación italiana le lleva a liderar los ambien-tes ilustrados de la ciudad y a poner en marcha obras tan importantes como la construcción de la Real Casa de la Misericordia o la del Canal Imperial, obra de la que fue nombrado “Protector” en 1772 y que acabaría consiguien-do traer las aguas a la ciudad. Su trabajo supuso también la fundación de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (1776) y, en el año 1784, la puesta en marcha de la Escuela de Dibujo de la Económica arago-nesa (germen de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis) a la que dotó de los medios de trabajo necesarios.

Condecorado en 1774 con la Cruz pensionada de la Or-den de Carlos III, falleció en Zaragoza, en la Casa de los Zaporta, en 1793, siendo enterrado en la cripta del Pilar.

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Ponciano PonzanoRetrato de Ramón Pignatelli.

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Francisco Bayeu y SubiasInmaculada

Zaragoza, Alma Mater Museum, Arzobispado de Zaragoza

El arzobispoLa Iglesia estaba llamada a ser durante buena parte del siglo XVIII la impulsora de la nueva política “nacional” de los Borbones y en muchas ocasiones fueron los miembros de la jerarquía de la Iglesia los protagonistas culturales y aun políticos de este periodo ilustrado. Entre ellos, la figu-ra del arzobispo de Zaragoza es pieza relevante en este nuevo concepto de sociedad.

Desde Antonio Ibáñez de la Riva (1687-1710) hasta fray Joaquín Company y Soler (1797-1800) nueve son los pre-lados que ocupan la sede cesaraugustana y que desa-rrollan algunas acciones ciertamente relevantes para la historia de la ciudad y del reino. Obras importantes en la diócesis hay muchas pero destaca la construcción del nue-vo templo del Pilar con Añoa y Busto. Sáenz de Buruaga aporta la preocupación por la educación del clero, con la creación del nuevo seminario y la donación de su primera biblioteca. La pacificación en el “Motín del Pan” se debe al arzobispo García Mañero, los avances en sanidad con la donación para crear nuevas salas hospitalarias a Lezo y Palomeque junto al mantenimiento de entidades sociales como la Real Casa de Misericordia o el hospital.

Como puede verse serán la devoción, educación y asis-tencia social los tres ejes fundamentales en los que se fija la actuación de los arzobispos de Zaragoza durante este siglo. Por ello, el arzobispo se convertirá durante el siglo XVIII en la cara visible de un nuevo clero amante del pro-greso y dispuesto a liderar una nueva sociedad.

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Zaragoza caritativa y asistencialZaragoza contaba con una tradicional e importante red ca-ritativa y asistencial enraizada en el pasado. La Hermandad del Refugio, el Padre de Huérfanos, el Hospital de Peregri-nos, la Casa de la Misericordia, el Hospital de Huérfanos, el Hospital de Convalecientes, ocho hospicios, la Casa de la Penitencia, la Casa de la Galera y por supuesto el Hos-pital de Nuestra Señora de Gracia, constituían la estructura fundamental y básica en la lucha contra la enfermedad, el dolor, la pobreza, la marginación o la muerte.

Pero el pensamiento ilustrado comenzó a considerar a la enfermedad no sólo como un problema físico sino también como un problema económico. Por ello es en esta centuria cuando comienzan a extenderse planes sanitarios y se di-funden políticas de higiene que permitieran aumentar la calidad de vida de la población. Una innovadora política sanitaria preconizada por el nuevo Estado pero muy difícil de llevarla a la práctica sin el apoyo humano y económico de los concejos y la Iglesia.

Los “viejos” hospitales medievales, que realmente eran luga-res de acogida para los transeúntes o peregrinos, orfanatos o espacios de reclusión para los pacientes con enfermeda-des “peligrosas”, se transformaron en espacios destinados a sanar a los enfermos. El interés por el perfeccionamiento en la sanidad consiguió que algunos estudios realizados en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, por ejemplo sobre la locura y su tratamiento, se expusieran como modelos a seguir en las principales capitales europeas.

Mateo González LabradorNuestra Señora de Gracia

Zaragoza, Hermandad del Santo Refugio, Archivo

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La Real Casa de la MisericordiaLa Misericordia era un hospicio que tenía sus orígenes en el siglo XVII y que estaba destinado a acoger a los niños –tan-to abandonados como procedentes de las clases más hu-mildes– así como a educarlos y darles oficio. Todo un plan asistencial que pudo llevarse a cabo por la contribución económica del concejo y del arzobispado de Zaragoza.

Gobernada por una junta conocida como la Sitiada, el 19 de diciembre 1763 Carlos III nombró regente de la misma a Ramón Pignatelli, quien utilizó el antiguo hospicio para dar forma a una institución, heredera de sus ideales, sin igual en España. El canónigo repetía constantemente que la limosna y la “sopa boba” contribuían a consolidar la ocio-sidad, el desorden social y a fomentar las malas costumbres de las clases adultas. Y proponía que para evitar todo esto no había mejor remedio que el trabajo.

Respaldado por el arzobispo y secundado por Aranda,Flo-ridablanca y la clase ilustrada, el canónigo apoyando la decisión del concejo de prohibir la mendicidad, consiguió que cualquier indigente que fuera sorprendido podía ser “recogido” en la Real Casa de la Misericordia. Allí, gran-des telares, que llegaron a suministrar los paños para el ve-lamen de los barcos construidos en el Levante, servían tanto para enseñar un oficio a los recogidos como para dotar de ingresos económicos a la institución. Mientras tanto siguió funcionando como hospicio, aunque no era esa su función, y los niños que abandonaban el Hospicio de Huérfanos de la ciudad eran trasladados a la Misericordia para educarlos;

así como los bebés que se abandonaban en la puerta de la Real Casa eran trasladados al hospicio.

Como complemento económico a los ingresos, Ramón Pig-natelli mandó construir una plaza de toros, el Coso de la Misericordia, que tenía como fin principal el mantenimiento de esta institución.

Francisco de Goya y LucientesTemeridad de Martincho en la plaza de Zaragoza

Zaragoza, Museo Goya

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El cuidado de las almas. Devoción y feDurante el periodo de la Ilustración se extiende la idea de una Iglesia más comunitaria y menos jerarquizada; una Iglesia más nacional y menos dependiente de la Curia, una de las posibles razones que llevaron a Carlos III, en 1767, a expulsar a la Com-pañía de Jesús de España por su voto de “obediencia papal”.

Expulsada y suprimida en 1773 la Compañía, hay un zara-gozano que es clave para entender su mantenimiento y su recuperación. Es san José Pignatelli y Moncayo (1737-1811), hermano de Ramón y miembro de una familia con un peso importante en Roma (contaba entre sus antepasados con dos Papas, Pablo IV e Inocencio XII), que ayudó a mantener vivo el rescoldo de la Orden desde su residencia en Bolonia. Él logró que, en 1804, el reino de Nápoles restableciera la Compañía y solo tres años después de su muerte (1811) el Papa Pío VII emi-tiera un decreto volviendo a instituir la Compañía de Jesús. Fue beatificado por el Papa Pío XI en 1933 y canonizado por Pio XII en 1954. El padre José Pignatelli se convirtió en el autentico lazo que unió la Compañía suprimida y la restaurada, además de uno de los pocos santos zaragozanos en el santoral.

Mientras se desarrollaba la labor de estos zaragozanos uni-versales, el pueblo pudo acceder a la lectura de la Biblia en lengua vernácula (1782) y consolidar sus devociones tradicio-nales gracias a la proliferación de grabados que populariza-ron estas viejas imágenes. Detrás de todo ello están los ilus-trados zaragozanos que no mantienen, en ningún momento, enfrentamiento alguno con la Iglesia.

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Carlos Flotats GaltesSan José Pignatelli

Zaragoza, Arzobispado, sala-Museo del Rosario de Cristal

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El Canal Imperial de AragónTiene sus orígenes en un proyecto elaborado en tiempos del monarca Carlos I que pretendía construir una presa en la zona de Tudela creando un canal con fines navegables y de riego que se conoció como “La Azequia Imperial”. Dos siglos después las obras estaban inacabadas y se había convertido en un proyecto con visos de desaparecer.

Ramón Pignatelli retomó el proyecto, lo modificó y planteó la construcción de un canal navegable, que potenciara el riego y que creara industria complementaria. El proyecto fue asumido como propio por una serie de ilustrados en-cabezados por el Conde de Aranda y el Conde de Flori-dablanca, que tras vencer las reticencias de ciertos grupos o sectores (como la casa Villahermosa o Ayerbe anclados todavía en el mantenimiento de privilegios ancestrales) con-siguieron que el monarca Carlos III reactivara el proyecto y nombrara a Ramón Pignatelli “Protector” del Canal (1772).

Pignatelli, rodeado de un grupo altamente cualificado (Goi-coechea, La Ripa…), consiguió ante la incredulidad de los propios zaragozanos llevar las aguas del Ebro a la zona de Casablanca. El 14 de octubre de 1784 el propio Ra-món Pignatelli llegaba a Zaragoza a bordo de una barca-za para asombro de sus conciudadanos. Al día siguiente ordenó soltar las aguas del Canal desde Casablanca para que a través de una red de acequias cruzaran Zaragoza y discurrieran libremente hasta la zona del Mercado donde volvían de nuevo al Ebro.

Para perpetuar la memoria de este proyecto y como res-puesta a los muchos que dudaron dispuso se edificara al

lado del cauce una fuente de “piedra de sillería” en la que se colocara la inscripción siguiente D.O.M. Incredulorum convictioni et viatorum commodo, MDCCLXXXIV (Al Dios Supremo, para convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes, 1784), conocida hoy en día como “Fuente de los Incrédulos”.

La navegabilidad se vio frustrada pocos años después por el ferrocarril, pero todavía hoy somos deudores de Pignatelli, cientos de hectáreas siguen regándose con el Canal y la pro-pia ciudad de Zaragoza se sigue abasteciendo de sus aguas.

Armando Serrano Martínez

Joaquín Pallarés AllustanteInauguración de la Fuente de los Incrédulos

Zaragoza, Confederación Hidrográfica del Ebro

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PasiónOrganizanFundación IbercajaReal Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País

ColaboranReal Academia de Bellas y Nobles Artes de San LuisAlma Mater Museum

FechasDel 27 de mayo de 2016 al 28 de mayo de 2017

Comisariado generalDomingo Buesa Conde

Coordinación generalMagdalena Lasala Pérez. Ibercaja Obra Social

Vice-comisarios:Mª Isabel Oliván JarquePasión por el Progreso: La Zaragoza de los Pignatelli

Juan Carlos Lozano LópezPasión por el Arte: El siglo de la inquietud en el Aragón de Goya

Armando Serrano MartínezPasión por las Personas: La lucha contra la pobreza

Ibercaja BancoAmado Franco Lahoz. PresidenteJosé Luis Aguirre Loaso. VicepresidenteVíctor Iglesias Ruiz. Consejero Delegado

Fundación Bancaria IbercajaHonorio Romero Herrero. PresidenteJosé Luis Rodrigo Molla. Director GeneralJuan Carlos Sánchez Bielsa. Jefe Obra Social

Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del PaísHonorio Romero Herrero. DirectorManuel Pizarro Moreno. VicedirectorJesús Barreiro Sanz. Secretario

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PASIÓN POR LAS PERSONASLA LUCHA CONTRA LA POBREZA

Edita: Ibercaja Obra SocialTextos: Armando Serrano MartínezFotos: Carlos Gil Ballano (fotografías exposición)

Luis Correas SubíasArchivo Arzobispado de ZaragozaFototeca NacionalArchivo Heraldo de Aragón

Obras pertenecientes a:. Alma Mater Museum. Archivo de Protocolos de Zaragoza. Archivo Diocesano de Zaragoza. Archivo Municipal de Zaragoza. Arzobispado de Zaragoza. Asociación Cultural el Vivero de Barbastro (José Noguero

y Balbina Campos). Biblioteca Universitaria de Zaragoza. Canal Imperial de Aragón. Centro Pastoral San José de Pignatelli. Colección Familia Arias. Colección Izquierdo. Colección Lasarte . Colección Luis Roy. Colección Zarazaga Aubá. Confederación Hidrográfica del Ebro. Diputación Provincial de Zaragoza. Escuelas Pías Provincia Emaús (Aragón, Vasconia y Andalucía). Fundación Casa de Ganaderos. Hermandad del Santo Refugio. Iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz. Iglesia parroquial de San Felipe y Santiago el Menor. Iglesia parroquial de San Gil Abad

. Iglesia parroquial de San Pablo

. Monasterio de la Resurrección

. Museo Goya

. Real Seminario de San Carlos Borromeo

. Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País

. Colecciones particulares

Colaboración especial: Delegación Episcopal de Patrimo-nio Cultural del Arzobispado de Zaragoza:

Mario Gállego BerceroMª Carmen Aguilar AyerbeMª Rosa Arnal Berniz

Agradecimientos: Ramón Abad, José Mª Ansodi, Luis Baturone, Sergio Blanco, José Ignacio Calvo, Balbina Campo, Asunción Fernández, Blanca Ferrer, Santiago Fustero, Mario Gállego, Antonio Grávalos, Mª Teresa Iranzo, Carmen Izquierdo (condesa viuda de Bureta), Eugenio Lasarte, Zulema Ledesma, Manuel Marqueta, sor Ana Mª Martín, Santiago Sánchez, Ernesto Millán, José Noguero, José Luis Oliván, Consuelo Pérez, Juan José Pina, Wifredo Rincón, Elena Rivas, Luis Roy, Juan Ramón Royo, José Luis Saborido, Myriam Santos-Suárez (baronesa viuda de Tamarit), Antonio Sierra, Carlos Tartaj, Luis Vicente, Pilar Zarazaga y José María de Arias.

Agradecimiento especial:Colección Luis Sorando.

Dionisio Lasuén FerrerRamón Pignatelli, h. 1900Dibujo a lápiz sobre papel330 x 225 mmZaragoza, colección particular

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VISITAS GUIADASDel 27 de febrero al 27 de mayo.De lunes a sábado, 12 y 18.30 h. Domingos y festivos, 11 h.Duración: 50 minutos.Grupos: hasta 18 personas.Precio: 3 € tarifa general. No incluye la entrada al museo.Consulte nuestras tarifas.

Más información e inscripciones:675 885 593. De lunes a viernes, de 12 a 14 y de 18 a 20 h.Colabora: Mandrágora Actividades.

TALLERRAMÓN DE PIGNATELLI Y ZARAGOZA: CONSTRUYENDO UN MUNDO MEJOR¿Cómo veía el mundo Ramón de Pignatelli? ¿Cuál fue su rela-ción con Zaragoza? Construir un mundo mejor erradicando la pobreza, apoyando la educación y estimulando la bús-queda de la felicidad fue el ideal de Ramón de Pignatelli y de los ilustrados de su tiempo.

En este taller repasaremos las obras que realizó en Zaragoza concentrando en ellas un decidido afán para acabar con la pobreza como medio principal para construir un mundo me-jor, transformando la realidad más inmediata de los niños y los adultos más desfavorecidos en la época de la Ilustración.

Del 27 de febrero al 27 de mayo.Sábados, 12 y 18 h. Domingos y festivos, 12 h. Adultos con niños a partir de 6 años. Duración: 90 minutos. Recorrido salas y taller creativo. Grupos: hasta 15 personas. Precio: 5 € tarifa general. 3 € menores hasta 12 años.

Más información e inscripciones:675 885 593. De lunes a viernes, de 12 a 14 y de 18 a 20 h.Colabora: Mandrágora Actividades

PROGRAMAS DIDÁCTICOSLA LUCHA CONTRA LA POBREZA EN EL SIGLO XVIII: LOS EMPRENDEDORES DE ENTONCESEl deseo de cambiar el mundo se reflejó en las personas que intentaron crear una sociedad más justa y más igualitaria. En el siglo XVIII, los ilustrados eran los emprendedores de hoy, ideando industrias, construcciones y empresas para promover la creación de empleo y la cultura.

A través de la exposición veremos los ejemplos y conocere-mos los nombres, historias y logros de estas personas que dejaron su huella en la Zaragoza de entonces y que ha llegado a nuestros días.

TALLER Y VISITA GUIADADel 27 de febrero al 27 de mayo.Jueves y viernes, 10 y 11.30 h. Educación Primaria y Secundaria. Duración: 90 minutos. Grupos: hasta 25 alumnos. Precio: 3 € por escolar. Profesores exentos de pago.

VISITA GUIADADel 27 de febrero al 27 de mayo.Jueves y viernes, 10 y 11.30 h. Bachillerato y Ciclos Formativos. Duración: 90 minutos. Grupos: hasta 25 alumnos. Precio: 3 € por escolar. Profesores exentos de pago.

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LOS HERMANOS PIGNATELLI EN LA ZARAGOZA ILUSTRADA: SU HERENCIA PARA LAS PERSONASRamón de Pignatelli es uno de los principales representantes de la Ilustración aragonesa. Junto a él, su hermano San José de Pignatelli y otros miembros de su familia dedicaron su vida a la búsqueda de sus ideales, fomentando a través de sus proyectos la superación de las limitaciones del entorno para evolucionar, cambiar, innovar, y mostrar la realidad para avanzar y superarse. El gran humanismo de los Pig-natelli dejó su huella en Zaragoza y ha llegado a nuestros días a través de su legado intelectual, ya que muchas de sus ideas siguen vigentes en el mundo de hoy.

TALLER Y VISITA GUIADADel 27 de febrero al 27 de mayo.Jueves y viernes, 10 y 11.30 h. Educación Primaria y Secundaria. Duración: 90 minutos. Grupos: hasta 25 alumnos. Precio: 3 € por escolar. Profesores exentos de pago.

VISITA GUIADADel 27 de febrero al 27 de mayo.Jueves y viernes, 10 y 11.30 h. Bachillerato y Ciclos Formativos. Duración: 90 minutos. Grupos: hasta 25 alumnos. Precio: 3 € por escolar. Profesores exentos de pago.

Más información e inscripciones:675 885 593. De lunes a viernes, de 12 a 14 y de 18 a 20 h.Colabora: Mandrágora Actividades.

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obrasocial.ibercaja.es

REF: 80 1-17. Fundación Bancaria Ibercaja. C.I.F. G-50000652. Inscrita en el Registro de Fundaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con el número 1689. Domicilio social: Joaquín Costa, 13. 50001 Zaragoza. Editado en febrero de 2017.

Organizan:

Colaboran: