Pastrana - Deshojar Ideas Taller

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8/16/2019 Pastrana - Deshojar Ideas Taller http://slidepdf.com/reader/full/pastrana-deshojar-ideas-taller 1/20 Coordinadora: Myrna Pastrana

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Coordinadora: Myrna Pastrana

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Presentación

Los trabajos que aquí se presentan son el resultado

de un taller de creación literaria enfocado en la

narrativa. Coordinado por Myma Pastrana durante

varios meses, un grupo de jóvenes transitó por la

dificil y mágica tarea de contar historias, reales o

ficticias, que de alguna manera hablan de sus

 

vivencias y preocupaciones.

El Museo de Arte de Ciudad Juárez, fiel a una

vocación adquirida a lo largo de sutrayectoria como

promotor de la literatura, convocó de manera

pública a interesados a participar en este proyecto

con el fin de aportar a su formación artística. El

resultado es prometedor , ya que en este grupo de

textos encontramos una pasión esperanzadora por

las letras; cuentos, narraciones y crónicas que nos

hablan del amor por la vida y sus conflictos, y en

muchos casos consiguen desarrollar personajes

entrañables, cálidos y conmovedores.

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Nos enorgullece presentar ahora estos textos y

colocarlos en las manos del lector que será quien los

juzgue. Son historias jóvenes de nuevas presencias

en nuestra ciudad, que ofrecen su visión y su

creatividad a un Juárez que está enmovimiento.

Una especial mención merece el apoyo que la

Coordinación Nacional de Literatura del Instituto

Nacional de Bellas Artes otorgó para que estos

talleres sean una realidad.

Rosa Elva Vázquez Ruiz

Directora del Museo de Arte de Ciudad Juárez

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Introducción

No hay plazo que no se cumpla para comenzar y

felizmente eso sucedió con un proyecto que se ha

visto cristalizado gracias al apoyo de la

Coordinación Nacional de Bellas Artes a través de

su directora la Mtra. Stasia de la Garza Batorska y

es que en el verano ardiente de este 2013 por fin

iniciamos en Ciudad Juárez un taller de literatura

para jóvenes muy jóvenes, dijimos en ese momento

que sus edades estarían entre los 16y los 22 años,

no obstante, el requisito de la edad no fue riguroso

y para fortuna nuestra tuvimos a Ibis, una

participante de 14años.

Ahí inició nuestra aventura y digo nuestra porque

era de todos, de los que acudieron a una cita a ojos

cerrados con la idea de participar en un Taller de

Inicio a la Literatura o lo que es lo mismo, para

principiantes. Después del primer sábado nos dimos

cuenta que los principiantes traían cada quien lo

suyo, sobre todo talento y un enorme deseo de

participación, de ser leídos, de ser escuchados y de

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leer al compañero de al lado, de escuchar .y

comentar. Y en este proceso de retroalimentación de

escribir, leer, criticar, aceptar las sugerencias,

replantear el trabajo sometido, en el transcurso de

las siguientes semanas el taller comenzó a crecer y a

madurar.

Los textos de todos después de una, dos, tres

versiones, enésima versión, nos comenzaron a

gustar y nos enamoramos del buen corazón del

diablito de Fabián que no era tan diablo aunque

hiciera muchas diabluras, del mago de las cartas de

Luis sorprendiendo como buen mago al lector

anticipado de finales previsibles.

La claridad hermosa y desbordante de Ibis que al

decir de GeMó un reciente amigo que se ha

integrado al taller, pareciera una Esopo juarense

cuando le da voz al águila y la serpiente y el dilema

ético que presenta Jorge enEl lobo, son cuentos que

exponen sobre la mesa temas de debate de hoy y

siempre.

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La crítica a la sociedad de nuestro tiempo es

dolorosa y bellamente expuesta en toda su crudeza

en Magdalena de Guadalupe Esmeralda; del mismo

calado pero en su estilo María retrata en

¿Number

One?

un paisaje muchas veces visto en esta frontera

y en un tono trágico Jesús escribe sobre la venganza

como el plato que se sirve frío en la acción de sus

personajes, en contraste, Brenda escribe un cuento

infantil donde la protagonista es la Gotita Haku y

Cristian exalta el valor del amor en la familia en

Manjar.

El taller no solo dio cuentos, también testimonios y

crónicas de temas diversos, Supartida de Yadira es

un testimonio narrado con la madurez requerida,

María por su parte hace una evocación de la niñez

que se fue y Cristian del ser querido que ya no está,

Jesús del precio de los riesgos y Jorge del amor

como principio y fin del ser humano en un bellísimo

Bolero Azul.

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Las crónicas aquí vertidas son producto como todos

los trabajos de la luz del intercambio de ideas,

algunas de ellas surgieron de hechos relevantes del

entorno geográfico, pero sin dejar de lado lo

ficcional, esto hizo 'posible el Soplo de Vida de

Guadalupe Esmeralda y los

Fuegos Artificiales

de

Yadira.

Pero ante todo, el taller nos dio la convivencia, la

.

 

certeza de que en esta ciudad sí podemos vencer la

adversidad y también que las letras sirven para

 exorcizar a los demonios . El taller como

encuentro de humanos, nos hizo saborear ese

tiempo dedicado el día sábado como tiempo

humano, fraternal, tolerante pero crítico y asertivo y

no hubiera podido ser de otra forma porque las

condiciones ideales las encontramos en el Museo de

Arte de Ciudad Juárez al frente de la Lic. Rosa Elva

Vásquez y un equipo siempre atento a lo que nos

hiciera falta. Rodeados de las obras de arte que ahí

se exponen imposible que no se diera la magia de la

literatura.

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Finalmente me congratulo de haber tenido a rru

cargo la coordinación del taller. Gracias a todos los

que lo hicieron posible, igualmente para la

Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez por su

apoyo para ver materializado este trabajo en el

marco de las celebraciones de sus primeros

cincuenta años de existencia y concretamente a la

gestion 2013-2015 bajo la presidencia de Roberto

Delgado Escalante, la vicepresidencia de don

Amoldo Cabada de la O, Claudia Bañuelos corno

secretariay en el mío propio corno tesorera.

Myrna Pastrana

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Brenda Abigail Pinal Amparan (Ciudad Juárez,

Chihuahua.1997).

Estudiante de 3er semestre de Bachillerato, en el

plantel número 6. Participa en el grupo de lectura

de su plantel y formó parte durante cuatro años de

una banda de guerra. Ha manifestado tener

preferencia por lecturas corno: Jingo Django,

Viaje con un desconocido

y

Crónicas Vampiricas

de

Anne Rice.

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Después sucedió la helada con la que rompimos

record de temperatura más baja en nuestra ciudad;

el jardín de mi abuela que con tanto amor cuidó con

todas sus plantas, que incluso se trajo de otros lados

a escondidas, a pesar de los esfuerzos grandes de

mis tías por protegerlo, quedó marchito ante la

inclemencia del frío; un rosa laurel grandísimo que

se veía cara a cara con el chabacano, aun cuando se

secó volvía a retoñar, mi papá mandó cortarlo y

luego extirparlo, platos de mi abuela comenzaron a

romperse o desaparecer, remodelaron la sala y otros

cambios

 

así les siguieron.

Todavía un tiempo guardé esa esperanza de que se

cumpliera la sentencia que dije aquella vez de

volvemos a ver, pero tarde que temprano se hizo

evidente e indiscutible que no iba a llegar un

viernes y encontrar a mi abuelita en su cuarto

viendo la tele mientras tejía, aunque, tengo la fe en

un día recuperar esa esperanza... no sé por qué...

 

Esmeralda Guadalupe Marruff o Portillo

(CiudadDelicias, Chihuahua.1994).

Esmeralda emprendió el camino de la enseñanza

y

actualmente asiste a la normal de Saucillo. Sus

compañeros de taller opinan respecto a su escritura

que su prosa es agresiva y no pretende suavizar las

crudas situaciones que llegan a tocar las fibras más

sensibles de cualquier lector.

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Magdalena

(Cuento)

Esmeralda Guadalupe Marruffo Portillo.

Amorosa me preguntas que si te canto  Perfume de

gardenias ,

mi tulipán ... y yo te digo que no,

porque tu cuerpo es y al ser no puedo compararlo

con nada, mas... que con la cantidad de bocas que

han tocado tu cuello. ¿Insistes? ¿No te basta un

poco de romanticismo? Todo quieres como si lo

merecieras. [Queno quiero, te digo , [no me naces

Y ni me reclames, después de arrastrarte por las

calles prostituta, no vengas a quejarte, quien deseó

dedicarse a esto fuiste tú, así que ¡ándale , dame un

beso en la boca. [No forcejees conmigo Tú facilita

como siempre, puta, PÚ-TÁ.

A ver, ¡qué me des un besote carajo Y quita esa

cara de espanto porque ni te estoy haciendo nada.

Drogadicta, ¿piensas que no te vi ayer? ¡Mírame a

la cara Ingrata, te bien recuerdo resguardada en una

de las esquinas de la Mariscal, cansada de pedir y

ofrecer, esperabas que alguien buscara tu olor a

4

fruta para adornar su noche ... Puerca que no te

cansas de que te metan el dinero por... ¿qué me

calle? ¿Quieres que me calle? Já,

já .

Y todavía te

haces la digna, favor que te hago al llenarte las

piernas.

Mira, morosa. Mejor sácame los zapatos y ya sabes

qué hacer después: Sí, asi.: perfecto : Siéntate

sobre la cintura que te ansío. ¡Bah ¿No quieres?

Mira capullo, obedece o me paro por tu hija. Me

voy por sus senos de magnolia y sus cachetes de

niña.

[Já,

já ¿Qué no te gusta la idea? A mí no me

llores, es más ni te acerques, me das asco con la

cara pegajosa. No me supliques, ni me toques que

arrugas la camisa.

Si ya te entendí, temes que te abandone por ella

¿eh? Decrépita. Hoy la vi cuando desayunaba una

pera sentada en la acera, le daba una mordida

inocente, tan ángel, con ese vestidito ajustado en la

cintura y sus pies descalzos que parecían volar

sobre el suelo. Es frágil, amable y... ramera. Claro,

no como tú, llorona, que me haces mendigar un

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beso. Por eso tevan cinco menos, a ver si con los 25

pesos completas para cenar, digo, que si tanto

quieres a tu hijita, pues algo más deberías hacer por

ella ¿no?

¡Ay A poco piensas que te creo el cuento de que

quiere ser algo más en la vida... Si nada más está

sentada frente a la puerta como esperando a alguien

que le dé el pan en la mano, o más bien quiere ser

emedadera, como tú. ¡Déjala desvergonzada...

vieja prostituta. Así entraste y así te quedaste.

¿Recuerdas? Al principio cuando me enamoré de ti,

prometiste dejarlo y mírame, soy tu mejor cliente.

¿Qué no te diga nada? Entonces  tráimela y nos

olvidamos del parentesco, con esas curvas apenas

construidas hasta yo dejo de lado la paternidad.

¿Cerdo? ¿Tú me llamas cerdo? Incongruente. ¡Ya

me cansaste ¡¿Qué te duele? Pobrecita... Por poco

y te arranco la mejilla. A ver si con eso dejas de

insultarme, a mujeres como tú solo podemos

tratarlas como vacas, marcándoles una mordida en

la nalga... No hay otro nombre que puedas tener

 

más que el de ramera, colibrí. Tengo que irme, no

sirves para nada más que molestar. Toma diez

pesos, a ver -si de algo te sirven. Hoy te la paso,

nada más porque llueve y me das pena... pero a la

próxima trae a tu hija ¿no? Ya verás cómo nos...

(Se abre la puerta) funciona.

- ¿Mamá, nos vamos?

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ardía, la rodilla derecha estaba inflamada. Jamás me

había sentido más inútil enmi vida.

Comencé a mirar alrededor, ya arribaban

ambulancias. Veía personas que se movían de un

lado a otro tratando de apoyar a los demás, un

paramédico se acercó para ayudamos, me levantó e

intenté caminar, me sentí aliviada cuando noté que

seguía de pie, avanzábamos hacia la ambulancia

mientras otros paramédicos levantaban los restos de

seres humanos del suelo y los cubrían con bolsas

negras, me sentía en una carnicería, el suelo

húmedo olía a metal, Violeta estaba en silencio,

avanzaba cabizbaja con la mirada de espanto.

Pasamos las vías del tren cruzando entre los

vagones mientras topábamos con bolas de vísceras,

quise vomitar, ella estaba inmutada.

Llegamos a la ambulancia, y no pudo contenerse

más. Las lágrimas nacieron en sus ojos y asustada

me dijo renacimos y me dio un abrazo que

terminó de luxarme la cintura.

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Fabián Hernández Rivera. (Ciudad Juárez,

Chihuahua. 1992).

Estudia la carrera de ingeniería eléctrica en El

Paso, Texas, es un joven apasionado de la música

y la literatura. Ávido lector y buscador de nuevas

historias. Actualmente cursa un semestre de su

carrera en la Universidad Técnica de Praga debido a

un programa de intercambio académico, sin

embargo sigue participando en el taller de literatura

a través de la red de intemet.

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tropezado con él tenía puesta una gabardina como la

que él había acostumbrado usar en otro tiempo,

cuando era pequeño,

 

tenía cuernos

 

cola.

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El Descenso

(Testimonio)

Fabián Hernández Rivera.

De repente una ráfaga de viento helado me

dio en la espalda. Había dejado mi abrigo en el

carro, no quería cargarlo toda la noche y los

guardarropas en lugares como aquel al que iba son

muy caros. Con una mano que apenas me respondía

saqué un cigarro de la cajetilla que llevaba en la

bolsa del pantalón y me lo llevé a los labios. El frío

tiene ese efecto en mí, me dan ganas de fumar. En

la fila de entrada del Salón México no había mucha

gente, pero entre los escalofríos y las orejas

congeladas una espera de 3 minutos se vuelve una

eternidad. Y es que el invierno en Juárez no está

para andar mal abrigado.

Poco antes de esperar en la fila había hecho

una breve parada en casa de mi primo para tomar un

par de cervezas. .Total, resulta más barato tomar en

casa que afuera, y a los 21 años se suele economizar

donde se puede. El famoso precopeo lo pasamos,

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como generalmente sucede, comentando las

expectativas de la noche: ¿Quién estará ahí?

¿Quién va a manejar? ¿Qué vamos a tomar? .

Nuestro destino final era El Sótano, que como su

nombre lo dice, se ubica en la parte baja del Salón

México, es una de las varias salas que ahí se

encuentran, distinguiéndose éste por su contraste en

ambientación, música, clientela, prácticamente en

todo. Había esa noche una fiesta, se decía que iba a

estar buena.

Juárez es bonito de noche, están ocultas la

mayoría de sus imperfecciones. Anduvimos por las

calles a una velocidad moderada. No queríamos

problemas con los tránsitos, y además, las

vialidades llenas de hoyos y conductores

alcoholizados no son el lugar perfecto para acelerar.

La noche aquí es para manejar tranquilo, viendo las

luces pasar al ritmo de un buen blues sonando en la

radio. Nos estacionamos en un centro comercial del

otro lado de la calle, le encargamos el carro a un

 parquero , de esos que se quedan hasta la hora de

cerrar, tiritando de frio y esperando una buena

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compensación. Le dejamos dinero y, con la barbilla

abajo y las manos en las bolsas, cruzamos la calle.

Hubo un tiempo en el que el Salón México

gozaba de prestigio y una clientela selecta. Las

parejas acudían los fines de semana a bailar y

encontrarse con viejos conocidos, todos señores,

todos bien acomodados. La fachada, aunque

desgastada, refleja el ya borroso recuerdo de aquella

época dorada. Ahora goza de una reputación muy

diferente. Lo que ayer fue un respetado salón de

baile hoy se le reconoce simplemente como una

cantina.

Al pasar junto al guardia nos pidió las

identificaciones para comprobar nuestra mayoría de

edad, acto aparentemente inútil puesto que cientos

de menores burlan esos filtros cada fin de semana

con identificaciones falsas.   Inútil pero obligatorio.

Después nos pasaron a la puerta, donde nos

inspeccionaron en busca de armas u objetos

ilegales. Al entrar finalmente en el lugar

comenzamos a escuchar la música, estaban tocando

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cumbias. La entrada estaba repleta de ventanas

sucias que no servían mucho para ver a través de

ellas; las paredes gastadas se alargaban hacia arriba

hasta encontrarse con un techo alto que daba una

sensación de amplitud a aquel reducido espacio que

era el recibidor. Uno de los guardias nos señaló un

pasillo, al parecer nuestra ropa y edad era motivo

suficiente para suponer que no íbamos a otro salón

más que a El Sótano.

Mientras caminábamos por el pasillo

comencé a notar que una pesada obscuridad nos iba

envolviendo. Las cumbias se escuchaban cada vez

más distantes, y en su lugar se comenzaba a

escuchar una intrigante melodía electrónica que

provenía de abajo. Al fondo, apenas perceptible, se

encontraba una mujer sentada en una silla con una

caja sobre las piernas. Cuando estuvimos a una muy

corta distancia, la mujer levantó la vista y estiró una

mano huesuda. 30 pesos dijo con un susurro

ahogado por la música electrónica que ahora parecía

llegar de todos lados, las cumbias habían

desaparecido. Le dimos el dinero y nos selló la

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mano. Después de guardar su sello y preguntamos

si queríamos comprar cigarros sueltos nos señaló las

escaleras que estaban a la derecha.

Cada peldaño parecía alejamos más del

lugar y el tiempo en el que estábamos. Bajamos con

dificultad, cada paso era una hazaña, pues los

escalones estaban repletos de gente. Entre la

obscuridad casi absoluta se conseguía distinguir

siluetas, algunas sentadas con la cabeza recargada

en el hombro del de al lado; algunas de pie, solas,

fumando. Para cuando llegamos al fondo de las

escaleras, la música ya había cambiado, se volvió

más violenta, se escuchaban guitarras distorsionadas

acompañadas de una batería, pero aún se

conservaba un aspecto electrónico. Estos sonidos

venían acompañados de un repugnante olor a

alfombra quemada y orines. Y entonces la vimos: la

entrada a El Sótano. No podría describirla

correctamente, una luz roja que provenía de a través

de aquel misterioso umbral me dañaba la vista, pero

juraría que en la parte superior del marco alcancé a

leer una inscripción que ya me era conocida:

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 Ustedes, que a este recinto penetran, renuncien

para siempre a la esperanza .

Para cuando la luz roja se extinguió, ya

después de haber entrado en esa sala, nos volvimos

a ver sumergidos en una negrura solo interrumpida

por una tenue luz que iluminaba la barra. La

sensación de frío que hasta ahora había sentido

desapareció por completo, inclusive comencé a

sentir un poco de calor, nos acercamos a la barra y

pedimos una cerveza cada uno, brindamos y

bebimos, el líquido helado bajó por mi garganta

dejándome una suave sensación de frescura, cosa

extraña pues apenas unos minutos atrás hubiera

preferido un café o alguna bebida caliente. Miré

alrededor intentando divisar alguna cara conocida,

pero no conseguía ver más que sombras.

Caminamos un rato entre aquellas figuras

aparentemente humanas, respirando solamente

humo y escuchando nada más que murmullos. Las

siluetas se movían al ritmo de la música, alternando

entre tragos a sus botellas y aspiraciones a sus

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cigarros. Todo comenzaba a parecer tan surreal. Mi

corazón comenzó a palpitar con más fuerza, algo

misterioso sucedía en esa extraña multitud.

Comencé a distinguir rostros, algunos los había

visto antes, pero no me reconocían, parecían

sumergidos en algún éxtasis causado por la

cautivante música que salía de lasbocinas. Saludaba

a conocidos con un gesto, pero no me detenía a

hablar con ellos. Cuando giré mi cabeza hacia atrás

no encontré a mi primo, sin duda se había perdido

entre la muchedumbre, sería dificil encontrarlo.

Intenté disfrutar la música, balanceándome de un

lado a otro a su ritmo, sosteniendo mi cerveza vacía

y levantándola ocasionalmente con la esperanza de

que misteriosamente la encontrara llena. Quién

sabe, tal vez en un lugar así pudieran suceder

semejantes cosas. Prendí otro cigarro y por un

momento perdí la percepción del tiempo y de mis

acciones, mi cuerpo me parecía ajeno, me sentí

parte de ese ritual y de la gente que lo estaba

llevando a cabo; ellos eran yo y yo era ellos, un solo

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organismo, bailando al ritmo de aquellos sonidos

secos y sin vida.

Este extraño trance en el que entré, terminó

abruptamente cuando un hombre comenzó a hablar

por el micrófono. No recuerdo con claridad lo que

decía, probablemente algo sobre una celebración,

pues cuando acabó, una piñata surgió del techo

colgada por una cuerda. La gente súbitamente se

descontroló: comenzó a golpearla, liberando su

instinto animal mientras intentaban despedazarla.

Ahora todos reían, todos gritaban. Aquel pacífico

ritual se transformó en el monstruoso sacrificio de

una piñata, o tal vez de su propia humanidad, a la

que había renunciado tan voluntariamente. Cuando

ésta por fin se quebró comenzaron a volar pequeños

objetos luminosos por todo el salón. Pude ver cómo

la gente se abalanzaba sobre ellos, peleaban y

discutían sobre quien había sido el primero en poner

sus manos sobre semejante premio. Uno cayó a mis

pies, y una repentina curiosidad me obligó a

recogerlo. Era un condón, de los baratos. Tanta

pasión en semejante contienda, sin cuartel ni tregua

7

aparente, por un montón de condones de poco valor.

De repente sentí como un chorro de agua que me

golpeaba el rostro, volteé buscando su origen y me

encontré a todos con la cara empapada, al parecer el

líquido caía del techo, o simplemente llegaba de

todos lados, no pude ver. Al oler mis manos

mojadas de esa sustancia acuosa me percaté de que

se trataba de algún licor. El caos parecía haber

tomado posesión del recinto en donde estábamos,

las personas habían sido suplantadas por horribles

bestias, ya no parecían humanas, en sus ojos no

brillaba más que la codicia y la lujuria, y por sus

mejillas escurrían chorros de alcohol que llegaba

hasta sus ropas, empapándolas. Al verlos en esas

circunstancias no pude evitar recordar la forma en la

que representaban el infierno en algunos libros de

pasajes religiosos o en vitrales de ciertas iglesias

góticas: almas en pena rodeadas de fuego, y

demonios con sangre escurriéndoles por la cara. Me

quedé inmóvil por un instante contemplando

aquellos horrores. Probablemente era solo mi

imaginación, pero no dejaba de parecer tan real,

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creía inclusive sentir el calor del fuego rozando mi

piel. Cerré los ojos por un momento,

preguntándome en cómo terminaría semejante

espectáculo, y de repente, sin motivo, todo cesó. La

música regresó, al igual que las siluetas, ya planas,

sin cuernos ni sangre, sin evidencia.

Miré hacia todos lados, temblaba, trataba de

entender lo que acababa de presenciar, y a lo lejos

divisé a mi primo bebiendo su cerveza. Me acerqué

a él, me despedí y me dirigí a la salida. Subí las

escaleras y pasé a través del pasillo, dejando atrás la

música y con ella aquellos recuerdos de un pasado

inmediato apresurándose por ganar su lugar en mi

subconsciente. Al salir por la puerta me recibió una

corriente de aire helado, pero esta vez no traté de

evitarlo, lo acogí con alivio. Todo estaba bien, todo

seguía igual.

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Ibis Ricaño Pérez (Ciudad Juárez, Chihuahua.

1999).

Actualmente cursa tercer año de secundaria. En

algún momento ella ha expresado que su necesidad

de trascender y de comunicarse la han guiado

cuidadosamente al camino de la escritura, en el cual

se ha enseñado cruelmente a digerir y absorber la

enseñanza de sus vivencias para después plasmarlas

en papel.

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Estaba leyendo un libro, mi padre entró a mi cuarto.

-¿Cómo te fue en el examen? preguntó

- Tuve unas complicaciones, saque un 70, pero lo

importante es que pasé.

- Sabes, algún día no vas a pasar, a veces creo que

eres demasiado confiado.

No te preocupes tengo todo bajo control.

 8

María del armen Rascón astro (Ciudad

Juárez, Chihuahua. 1993).

Es estudiante de cuarto semestre de bachillerato.

Participa dentro del grupo universitario de teatro de

la UACJ en diversos proyectos, siendo el más

reciente

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y

otra griegas

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¿Number one

(Cuento)

Maria Rascón.

En Juárez, a uno también le salen callos de tanto

pisar en el infierno.

Ese día me levanté con cara de pocos amigos y los

pies helados. Enero en la frontera azota con un frío

tan intenso, , que yo, piel de sureña, no puedo

soportarlo, no recuerdo porque amanecí de malas,

quizá fue que la noche anterior me había dormido

tarde o que sabía que el boiler estaba averiado y

tendría que bañarme con agua helada en semejante

temporada.

A regañadientes abrí la regadera, fue una ducha tan

rápida que ni siquiera me rasuré las piernas y eso

que debía llevar la falda a cuadros de la escuela, me

vestí aprisa. Era tan tarde que tuve que salir con la

cabeza húmeda y las orejas a punto de estallarme.

 82

Caminé apurada a tomar el camión, que a diferencia

de otros días, llegó pronto, subí dispuesta a

encontrar un asiento con la ventanilla cerrada y a

Dios gracias, allí estaba, del lado izquierdo, con el

asiento divinamente decorado con una leyenda de

medio metro que decía puto el que lo lea. Con el

ceño todavía fruncido me puse a mirar a la gente

que iba como yo, tiritando de frío. Algunos

cabeceaban y uno que otro se quedaba dormido con

la nuca bailándole al son de los suben y bajan .

 

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

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1 1 1 1 1 1 ¡ 1 1 ¡

1 1 . 1 1 1 1 1 1 . 1 1 1

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1 1 ¡ 1

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11 1

1 1 ] 1

Venía pensando en si se me notarían los

descuidados vellos de las piernas, cuando al pasar

por debajo de un puente vi como la mayoría se

levantaba para asomarse por las ventanillas,

motivados por un morbo que no quise imitar, a

pesar de tener una a mi lado. Nadie dijo nada. Nadie

puso cara de nada.

Después volvieron todos a sus lugares, casi tan

tranquilos como hacía unos instantes, silenciosos.

Supuse que no habría sido nada extraordinario, así

que empecé a tararear una canción de Juan Gabriel.

 83

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El volumen estaba tan alto, que si no me reventabl~

·¡

los oídos el frío, lo haría ese...  ciudad Juárez 11 1  

número uno, ciudad Juárez es number one .

Cuando por fin bajé del camión, noté que alguien  

apuraba por alcanzarme, y reparé en un compañ.ero

de clases que acababa de bajar también.

-¿Por qué la mala cara?- me preguntó

- Me bañé con agua fría-

- Sí, pues así cualquiera- me dijo mientras

soltaba una risita de esas que se apagan

rápido.

Caminamos juntos un tramo, y recordé lo

que había pasado en el camión.

- Oye, ¿miraste por las ventanillas?- le

pregunté

- Simón- me contestó a secas.

- ¿Qué viste?- insistí

- A un güey que colgaron del puente. No

tenía cabeza.

- ¿Igual que el decapitado que nos dejaron

afuera de la escuela el otro día?

 85

¡ l i i

1

I

11 1

111

1

- ¿El de la pancarta?

- Ándale,ese mero...

- Simón, igualito.

- Ah... órale... - le dije, mientras me

frotaba las manos -y yo que pensé que

había sido algo más interesante.

h¡¡

 84

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Índice

Página

Presentación .2

Introducción .4

Brenda Abigail Pinal Amparan 9

Cristian José López Carrillo 25

Esmeralda Guadalupe Marruffo Portillo 41

Fabián Hernández Rivera 55

Ibis Ricaño Pérez 73

Jesús Rivera Aguirre 91

Jorge Enrique Ruelas Trillo 114

Luis Alejandro Baca Romero 148

María del Carmen Rascón Castro 181

Nancy Yadira Dorantes Chávez 196

2 8

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