Patrística Los Padres, Apostólicos y los Apologistas

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  • PATRISTICA LOS PADRES APOSTLICOS Y

    LOS APOLOGISTAS Una antologa y estudio de los escritos cristianos

    de los primeros siglos

    Recopilacin y Gua de Estudio:

    Jaime Morales Herrera

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    ndice

    Leccin 1: Introduccin 3 Los Padres de la Iglesia de los Siglos I-II 4 La Didach 15 Preguntas para la leccin 1 22

    Leccin 2: Los Escritos atribuidos a Clemente de Roma 23 Epstola de Clemente a los Romanos 24 Antigua Homila 54 Preguntas para la leccin 2 64

    Leccin 3: Las Epstolas de Ignacio 65 Preguntas para la leccin 3 95

    Leccin 4: Documentos relacionados con Policarpo 96 La Epstola de Policarpo 97 Martirio de Policarpo 103 Preguntas para la leccin 4 112

    Leccin 5: La Epstola de Bernab 113 Preguntas para la leccin 5 137

    Leccin 6: Apologas 138 La Epstola a Diogneto 139 La Apologa de Arstides 148 Preguntas para la leccin 6 157

    Leccin 7: El Pastor de Hermas, Visiones y Mandatos 158 Preguntas para la leccin 7 193

    Leccin 8: El Pastor de Hermas, Parbolas 194 Preguntas para la leccin 8 239

    Respuestas 240

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    LECCIN 1: INTRODUCCIN

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    Los Padres de la Iglesia de los Siglos I y II: Los Padres Apostlicos y los Apologistas

    I. Conceptos Preliminares

    A. Patrstica

    Rama de la historia (aunque algunos prefieren incluirla dentro de la teologa) que estudia los escritos, vida y pensamiento de los llamados Padres de la Iglesia.

    B. Padres de la Iglesia Nombre dado a los primeros escritores eclesisticos de reconocida

    inminencia. La Iglesia Catlica extiende este nombre hasta el siglo XIII, considerando como el ltimo padre de la iglesia a Bernardo de Claraval. Otros sostienen la tesis que considera como Padres de la Iglesia a los escritores cristianos desde finales del siglo I hasta el siglo VII, terminando con Gregorio Magno en Occidente y Juan Damasceno en Oriente. Otros prefieren cerrar el ciclo con los tres Padres Capadocios (Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio Niceno). Y algunos, ms estrictos, limitan la era de los llamados "Padres" al siglo II, incluyendo nicamente a los conocidos como Padres Apostlicos y los Padres Apologistas Griegos.

    Bsicamente, para que un autor sea reconocido como padre de la iglesia, tiene que cumplir con cuatro caractersticas:

    1. Ortodoxia doctrinal. 2. Santidad de vida. 3. Aprobacin eclesistica. 4. Antigedad.

    No es fcil hacer una lista de los padres ni su clasificacin. Segn la lengua en que se escribieron se distinguen los Padres Griegos (Justino, Clemente de Alejandra, Orgenes, Eusebio de Cesrea, Ignacio de Antioquia, Gregorio de

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    Nisa, Gregorio de Nacianzo, Juan Crisstomo, Basilio, Atanasio, etc.) y los Padres Latinos (Tertuliano, Lactancio, Cipriano, Hilario, Agustn, Ambrosio, Jernimo, Gregorio Magno, etc.

    Se llama Padres Apostlicos a aquellos que muchos consideran fueron discpulos de los apstoles, contemporneos o inmediatamente posteriores a ellos (95-150d.C).

    Se distinguen igualmente los Padres Apologistas, que hasta Constantino lucharon por el triunfo del cristianismo sobre el paganismo y el gnosticismo que se haba introducido en la iglesia (Orgenes, Tertuliano, Lactancio, etc.), y los Padres Dogmticos que, despus de Constantino, organizaron la doctrina cristiana y la defendieron contra los herejes, especialmente la arriana (Juan Crisstomo, Jernimo, Agustn, etc.). Una definicin muy semejante a est es la que clasifica a los padres en Padres Antedcenos (anteriores al Concilio de Nicea) y Padres Postnicenos (los de los siglos IV, V y VI).

    El nombre padre de la iglesia se extendi despus a otros doctores de la iglesia ms modernos como Santo Toms de Aquino. Incluso muchos protestantes hablan de los Padres de la Reforma.

    C. Patrologa

    Compilacin sistemtica de los escritos de los Padres de la Iglesia, dndole este nombre a las antologas de los Padres de la Iglesia.

    II. Los Padres Apostlicos A. Definicin

    Trmino cristiano aplicado a ciertos discpulos y sucesores de los doce apstoles. Est terminologa les fue puesta por los eruditos en el siglo XVII. En un sentido ms estricto, la denominacin es aplicada a un grupo de escritores en

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    lengua griega que figuraban entre los mrtires y las grandes personalidades de los siglos I y II de la Iglesia cristiana. Aunque no son consideradas merecedoras de ser incluidas en la Biblia, sus obras deben valorarse como una continuacin de las obras de los apstoles y son considerados una fuente vlida de la historia primitiva de la Iglesia. Son generalmente aceptados como Padres Apostlicos Clemente I de Roma, san Ignacio de Antioqua y san Policarpo. La opinin se divide al estimar a san Bernab (que vivi hacia el ao 130) y Hermas como padres apostlicos. Entre las obras tambin asociadas con los Padres Apostlicos se encuentran las Enseanzas de los Doce Apstoles o Didach; la opinin se divide asimismo con respecto a la autora de esta ltima obra.

    B. Temtica

    Los Padres Apostlicos pertenecen a la generacin inmediata a la de los apstoles. Sus escritos responden a determinadas exigencias concretas del cristianismo en un determinado momento, por lo que en sus escritos predominan los temas morales y litrgicos siendo que su contenido doctrinal no aparece como muy rico y profundo. Se insinan las que habran de ser lneas fundamentales del pensamiento cristiano, tratando de guiar y edificar a los fieles.

    Sus escritos son de carcter pastoral. Por contenido y estilo estn en relacin con los escritos del Nuevo Testamento, en particular con las Epstolas. Se les puede considerar como eslabones entre la poca de la revelacin y la de la tradicin, y como testigos de importancia para la fe cristiana.

    A pesar de pertenecer a regiones muy distintas del Imperio Romano presentan un conjunto uniforme de ideas, dando una imagen clara de la doctrina cristiana a fines del siglo I.

    Tpico de estos escritos es su carcter escatolgico. La venida de Cristo se considera inminente. El recuerdo de Cristo es vivo, acusando por l una profunda nostalgia. Presentan una doctrina cristolgica uniforme: Jesucristo, Hijo de Dios, preexistente, que particip en la creacin.

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    C. Representantes.

    1. Clemente de Roma: Segn el telogo Ireneo (siglo II), Clemente fue el tercer obispo de Roma (88-97) y estuvo familiarizado con san Pedro y san Pablo. Inclusive parece ser que fue consagrado por el mismo Pedro. Hay quines lo identifican con el Clemente colaborador de Pablo segn Filipenses, de lo que no hay pruebas. Aunque se conocen pocos detalles de su biografa, la alta estima en que se tuvo a Clemente es clara a partir de su Epstola a los Corintios (96?), que fue considerada de forma unnime como un libro cannico de la Biblia hasta el siglo IV. Unos de los ms importantes documentos de los tiempos apostlicos, esta epstola es la pieza ms antigua de la literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento, de la que el nombre, cargo y fecha del autor estn probados con rigor histrico. La aparicin de disputas dentro de la Iglesia de Corinto, donde ciertos presbteros (ancianos) haban sido depuestos, empuj al autor a intervenir. La epstola es una valiosa fuente de informacin sobre la vida, doctrina y organizacin de la Iglesia cristiana primitiva.

    2. Ignacio de Antioqua: (c. 35-107), segundo obispo de Antioqua y mrtir. Se llam a s mismo Theoporos (en griego, portador de Dios) y se cree que fue discpulo de san Juan el evangelista. Durante el reinado del emperador romano Trajano, fue condenado a ser devorado por las bestias salvajes. En su viaje de Antioqua a Roma, donde la ejecucin tuvo lugar, escribi siete cartas, cinco dirigidas a las comunidades cristianas de feso, Magnesia, Tralles, Filadelfia y Esmirna, ciudades de Asia Menor que haban enviado representantes para darle la bienvenida a su paso por ellas, las otras dos estaban dirigidas a Policarpo, obispo de Esmirna, y a la comunidad cristiana de su destino, Roma. Las cartas son una fuente importante de informacin sobre las creencias y organizacin de la primera Iglesia cristiana. Ignacio las escribi como advertencias contra las doctrinas herticas, lo que permite a sus lectores contar con resmenes detallados de la doctrina cristiana. Tambin proporcion un retrato claro de la organizacin de la Iglesia en cuanto a comunidad de fieles reunida en

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    torno a la presidencia de un obispo, asistido por un concilio de presbteros (miembros del consejo) y diconos. Fue el primer escritor cristiano que insisti en el alumbramiento virginal de Mara y el primero en usar el trmino Iglesia catlica al referirse a la colectividad de los fieles. En la carta dirigida a los miembros de la Iglesia en Roma les pide que no den paso alguno para defraudar su ms ardiente deseo: morir por Cristo.

    3. Policarpo de Esmirna: (c.69-c.155), prelado cristiano, y obispo de Esmirna nombrado por los apstoles (hoy Izmir, Turqua) durante la primera mitad del siglo II. Poco antes del martirio de Ignacio (quiz en 116) recibi una visita y una epstola de Ignacio de Antioqua, otro padre apostlico. Hacia el final de su vida represent a las iglesias de Asia Menor en diversos encuentros celebrados en Roma con el papa Aniceto (155-166) donde se trat, entre otros temas, la fecha de la Pascua. Segn el telogo y mrtir cristiano Ireneo, su discpulo, Policarpo habl con el apstol san Juan Evangelista, de quien quiz fuera discpulo, adems de conocer a otros apstoles de Jess, lo que unido a sus dotes para predicar y a su carcter devoto le proporcionaron una posicin de gran autoridad en las iglesias de Asia. Por cartas suyas se sabe que a fines del siglo I se haban separado los obispos, rectores de la comunidad, de los presbteros, sus ayudantes. Tuvo una larga vida y muerte ejemplar. Fue martirizado en Esmirna a los 86 aos. Merced a una carta de la Iglesia de Esmirna a la comunidad cristiana de Filomelio, del ao 156, tenemos una detallada referencia del mart tirio de Policarpo, a poco, de su regreso a Roma ese mismo ao. Este relato es el ms antiguo que existe del martirio de un solo individuo. La carta lleva la firma de un tal Marcin y fue escrito poco despus de la muerte de Policarpo. A travs de esa carta se conoce el significado exacto de la palabra martirio: es una imitacin de Cristo, parecerse a l en los sufrimientos y en la muerte. Se conserva de l una sola carta a los cristianos de Filipos.

    4. Papas de Hierapolis: (hacia 125) Obispo de Hierpolis, Frigia, Asia Menor. Haba odo predicar a San Juan y era amigo de Policarpo de

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    Esmirna. Defendi el milenarismo. Tuvo muy poco sentido crtico en la seleccin e interpretacin de sus fuentes. Era de mediocre inteligencia. Introdujo a muchos autores cristianos a creencias quiliastas. Hacia el 130 escribi un tratado en cinco libros: Explicacin de las sentencias del Seor, primera obra de exgesis de los evangelios que tiene de importancia la enseanza oral de los discpulos a los apstoles. Las sentencias las extrae de la tradicin oral, no de los evangelios. Por l, se conocen datos sobre los autores de dos evangelios: Marcos y Mateo.

    D. Escritos

    1. Epstola Genuina de Clemente a los Corintios: Escrita por Clemente, en el nombre de la Iglesia de Roma, a la hermandad cristiana de Corinto aproximadamente en el ao 95 d.C. para atajar disensiones y divergencias acaecidas en esta comunidad cristiana respecto a la autoridad de la Iglesia. Es interesante la referencia a los martirios de Pedro y Pablo en los ltimos aos del reinado de Nern.

    2. Antigua Homila: De autor desconocido. Atribuida por la tradicin a Clemente como su segunda epstola a los Corintios, aunque existen serias dudas al respecto, pues, por su estilo y lenguaje, se ve claramente que se trata de una homila ms que de una carta. Es el sermn ms antiguo que se conoce, aproximadamente sobre el 120 a.C.

    3. Epstolas de Ignacio: Son siete y fueron escritas a principios del siglo II, cuando Ignacio se diriga de Antioqua a Roma despus de haber sido condenado a muerte y esperaba ser echado a las fieras. Pueden dividirse en dos grupos: las enviadas desde Esmirna (a Efeso, a Magnesia, a Tralles de Asia y a Roma), donde parece ser que se aloj durante el trayecto, y las escritas en Troas (a Filadelfia, a Esmirna y a Policarpo), donde tambin parece ser que hizo un alto antes de emprender un viaje por mar.

    4. Epstola de Policarpo: Escrita por Policarpo, Obispo de Esmirna, como respuesta a una comunicacin de los filipenses, que le haban invitado para que les dirigiera unas palabras de exhortacin. Est directamente

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    relacionada con las cartas y martirio de Ignacio. Menciona la fama de la Iglesia de Filipos y las comunicaciones escritas y orales de Pablo con los filipenses.

    5. El Martirio de Policarpo: Documento escrito poco tiempo despus del martirio de Policarpo - sobre el ao 155/156 - dirigido bsicamente a las iglesias de Esmirna y Filomelio, pero con instrucciones de que circulara a todas las iglesias. Cuenta con detalle la detencin y martirio de este siervo del Seor, fiel hasta la muerte, para ejemplo y exhortacin de las comunidades cristianas de la poca, que sufran persecucin.

    6. La Didach: Conocida tambin como La Enseanza de los Doce es uno de los documentos apostlicos ms tiles e importantes despus de los escritos cannicos del Nuevo Testamento. Aunque se desconoce su fecha exacta, por su lenguaje se deduce que se trata de un documento de fecha muy primitiva, probablemente el siglo I. Se trata de un manual de instrucciones utilizado por la iglesia primitiva para su funcionamiento. Se compone de dos partes:

    a. Un tratado moral, basado en una obra antigua titulada "Los dos caminos", que presenta el camino de la justicia y el de la injusticia, el de la vida y el de la muerte.

    b. Un conjunto de instrucciones referentes a los ritos y rdenes de la Iglesia: el bautismo, la oracin, la Cena del Seor, el ayuno y los cargos en la Iglesia.

    7. La Epstola de Bernab: Aunque Clemente de Alejandra cita con frecuencia esta carta y la atribuye al apstol Bernab, compaero de Pablo, el lenguaje que emplea no sugiere en absoluto que el autor sea el Bernab de los Hechos de los Apstoles, ni tampoco el propio escritor lo pretende en ninguna parte de su escrito. Fue escrita entre los aos 70-79, despus de la destruccin de Jerusaln y se trata de un ataque inflexible al judasmo y sus ordenanzas, aunque realizado con sumo respeto.

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    III. Los Apologistas

    A. Descripcin

    Con estos autores, la literatura de la Iglesia se dirige hacia el mundo exterior, no cristiano. Primer intento de verter el cristianismo a las categoras y modos de pensar propios del mundo helnico.

    No se poda dejar sin respuesta los insultos, calumnias, mentiras, supersticin y fanatismo de los enemigos del cristianismo: Luciano de Samosata, Frontn de Cirta, Celso.

    Los Padres apologetas griegos se dedicaron a refutar las calumnias y la acusacin de que la Iglesia supona un peligro para el Estado; relataron la manera de vivir seria y austera, casta y honrada de los cristianos, afirmando que la fe era una fuerza de primer orden para el mantenimiento y bienestar del mundo, necesaria para la civilizacin. Expusieron lo absurdo e inmoral del paganismo, ya que slo el cristiano tiene una idea correcta de Dios y del universo. Defendieron los dogmas de la unidad de Dios, el monotesmo, la divinidad de Cristo y la resurreccin del cuerpo.

    Demostraron que la filosofa, por apoyarse nicamente en la razn humana, no

    haba logrado alcanzar la verdad siendo que el cristianismo posee la verdad absoluta, filosofa divina, de donde se deduce que el cristianismo est por encima de la filosofa griega.

    Estos padres pusieron los cimientos de la ciencia de Dios, son los primeros telogos de la Iglesia. Por sus obras se cristianiz el helenismo ms de lo que se heleniz el cristianismo.

    B. Representantes

    1. Cuadrato: (s. II) El apologista cristiano ms antiguo. Se conoce a travs de Eusebio. Escribi una apologa dirigida al emperador Elio Adriano, en 123-124 o 129, de la que queda un nico fragmento.

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    2. Arstides de Atenas: (mitad del siglo II) Filsofo de la ciudad de Atenas. Le dirigi a Adriano o a Antonio Po una apologa de la fe, de perspectiva limitada, con estilo sencillo, nobleza y tono elevado.

    3. Aristn de Pella: (s. II) Primer apologista cristiano que defendi por escrito el cristianismo frente al judasmo. Se fecha esta apologa en 140. Celso la atac y Orgenes la defendi.

    4. Justino: (c. 100-165), filsofo y telogo cristiano, uno de los primeros apologistas de la Iglesia que quiso reconciliar la doctrina cristiana con la cultura pagana. Naci en Flavia Neapolis (actual Nablus, Jordania), una ciudad romana construida en el lugar donde estuvo la antigua Siquem, en Samaria. Sus padres fueron paganos y de joven se dedic al estudio de la filosofa griega, en especial la obra de Platn y la de los filsofos adscritos al estoicismo. Tras estudiar la Biblia se convirti al cristianismo y, a partir de entonces, se dedic a difundir, a travs de sus enseanzas y escritos, todo lo que haba descubierto en la Sagrada Escritura. Se le atribuye, con certeza, la autora de dos Apologas, donde realiz una erudita defensa de los cristianos frente a los cargos de atesmo y sedicin contra el Estado romano, y del Dilogo con Trifn, que recoge una discusin real mantenida en feso. Estos escritos son tambin valiosos por la informacin que proporcionan sobre la Iglesia cristiana del siglo II. Tras negarse a ofrecer sacrificio a los dioses paganos, fue decapitado durante el reinado del emperador romano Marco Aurelio Antonino.

    5. Taciano: (s. II) Naci en Siria, de familia pagana. Discpulo de Justino. Luego de mucho luchar encontr que la doctrina cristiana era la nica filosofa verdadera. Su conversin ocurri en Roma, donde concurra a la escuela de Justino, con el que tiene vivos contraste, por comparacin de sus escritos. Atac al politesmo y a la filosofa pagana.

    Hombre de carcter violento, hbil sofista, vuelve a Oriente alrededor del 172. Funda la secta gnstica de los encratitas (abstinentes). No se tienen datos de la fecha de su muerte.

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    6. Miliciades: (siglo II) Naci en Asia Menor. Contemporneo de Taciano, y quizs, tambin discpulo de Justino. Todos sus escritos se han perdido. A travs de Eusebio se sabe que escribi contra paganos, herejes y gnsticos.

    7. Apolinar de Hierpolis: (siglo II) Obispo de Hierpolis, la ciudad de Papas, alrededor del 160-180. Luch contra montanistas y encratitas. Se conoce a travs de Eusebio pues no se han conservado ninguna de sus obras.

    8. Atenagoras de Atenas: (s. II) Contemporneo de Taciano. Es el ms elocuente de los apologetas cristianos primitivos. Cita poetas y filsofos. Refuta que los cristianos sean ateos, canbales y mantengan uniones incestuosas. No se conoce casi nada de su vida pues en toda la literatura cristiana antigua slo se le menciona una vez. Entre el 176 y el 180 escribi una apologa que dirigi a los emperadores Marco Aurelio y Cmodo.

    9. Teofilo de Antioqua: (hacia el 186) De sus obras se deduce claramente que naci cerca del Eufrates, de familia pagana. Recibi educacin helenista. Fue el sexto obispo de Antioqua de Siria. Se han conservado tres de sus libros.

    10. Melitn de Sardes: (antes del 190) Poco se sabe de su vida. Eunuco. Obispo de Sarde, en Lidia. Escribi sobre temas muy variados. En la segunda mitad del siglo II, una apologa dirigida a Marco Aurelio (161-180), que nos ha llegado casi completa. Es el primero en abogar a favor de la solidaridad del cristianismo con el Imperio.

    C. Otros escritos

    1. Epstola a Diogneto: (fines del siglo II, comienzos del siglo III) Apologa del cristianismo en forma de carta dirigida a Diogneto, personalidad pagana que solicita a un amigo cristiano, datos sobre su religin y exhorta a Diogneto a aceptar la doctrina cristiana. No se conoce ms del autor ni el destinatario que podra ser el tutor de Marco Aurelio. El autor, maestro en retrica, us obras de Ireneo. Se piensa que este autor podra ser Hiplito de Roma lo que lo fechara en comienzos del siglo III.

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    2. Hermas (s. II): Hermas parece ser un seudnimo. El fragmento muratorio dice que escribi el Pastor cuando su hermano era obispo de la Iglesia de Roma. Muy joven fue vendido como esclavo y enviado a Roma donde lo compr una tal Rode. Era de origen judo o haba recibido tal formacin. Habla de la vida rural, de su familia, que sus hijos, que apostataron durante la persecucin, traicionando a sus padres; de su mujer que habla demasiado. Se deduce que se trata de un hombre serio, piadoso y de recta conciencia que se mantuvo firme en la persecucin. La mayora de los estudiosos sostienen que estos detalles son ficticios. El Pastor, no pertenece al grupo de los Padres ya que es un seudoapocalipsis escrito alrededor del 140 o 150. En 200 se neg su inclusin en el canon.

    Bibliografa Diccionario Enciclopdico Quillet. Harrison, E.F. Diccionario de Teologa. Libros Desafo.

    Lightfoot, J.B. Los Padres Apostlicos. CLIE.

    Microsoft Enciclopedia Encarta 1999.

    Quasten, Johannes. Patrologa. BAC Vila y Santamara. Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia. CLIE.

    Vila, Eliseo. Las Obras de Referencia y Consulta. CLIE.

    Vives, Jos. Los Padres de la Iglesia. Herder.

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    LA DIDACHE

    (La Doctrina de los Doce Apstoles)

    Enseanza del Seor transmitida a las naciones por los Doce Apstoles

    Primera Parte

    El Catecismo o los "Dos caminos"

    I. Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte.

    He aqu el camino de la vida: en primer lugar, Amars a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amars a tu prjimo como a ti mismo; es decir, que no hars a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. He aqu la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os persiguen. Si amis a los que os aman, qu gratitud mereceris? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no tendris ya enemigos. Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vulvele tambin la otra, y entonces sers perfecto. Si alguien te pidiere que le acompaes una milla, ve con l dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, djale tambin la tnica. Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, ser sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dar cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna. Encarcelado, sufrir interrogatorio por sus actos, y no ser liberado hasta que haya pasado el ltimo maraved. Es con este motivo, que ha sido dicho: "Antes de dar limosna, djala sudar en las manos, hasta que sepas a quien la das!"

    II. He aqu el segundo precepto de la Doctrina: No matars; no cometers adulterio; no prostituirs a los nios, ni los inducirs al vicio; no robars; no te entregars a la magia, ni a la brujera; no hars abortar a la criatura engendrada en la orga, y despus de nacida no la

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    hars morir. No desears los bienes de tu prjimo, ni perjurars, ni dirs falso testimonio; no sers maldiciente, ni rencoroso; no usars de doblez ni en tus palabras, ni en tus pensamientos, puesto que la falsa es un lazo de muerte. Que tus palabras, no sean ni vanas, ni mentirosas. No seas raptor, ni hipcrita, ni malicioso, ni dado al orgullo, ni a la concupiscencia. No prestes atencin a lo que se diga de tu prjimo. No aborrezcas a nadie; reprende a unos, ora por los otros, y a los dems, guales con ms solicitud que a tu propia alma.

    III. Hijo mo: aljate del mal y de toda apariencia de mal. No te dejes arrastrar por la ira, porque la ira conduce al asesinato. Ni tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; porque todas estas pasiones engendran los homicidios. Hijo mo, no te dejes inducir por la concupiscencia, porque lleva a la fornicacin. Evita las palabras deshonestas y las miradas provocativas, puesto que de ambos proceden los adulterios. Hijo mo, no consultes a los agoreros, puesto que conducen a la idolatra. Hijo mo, no sea mentiroso, porque la mentira lleva al robo; ni seas avaro, ni ames la vanagloria, porque todas estas pasiones incitan al robo. Hijo mo, no murmures, porque la murmuracin lleva a la blasfemia; ni seas altanero ni malvolo, porque de ambos pecados nacen las blasfemias. S humilde, porque los humildes heredarn la tierra. S magnnimo y misericordioso, sin malicia, pacfico y bueno, poniendo en prctica las enseanzas que has recibido. No te enorgullezcas, ni dejes que la presuncin se apodere de tu alma. No te acompaes con los orgullosos, sino con los justos y los humildes. Aceptan con gratitud las pruebas que sobrevinieren, recordando que nada nos sucede sin la voluntad de Dios.

    IV. Hijo mo, acurdate de da y de noche, de la que te anuncia la palabra de Dios; hnrale como al Seor, puesto que donde se anuncia la palabra, all est el Seor. Busca constantemente la compaa de los santos, para que seas reconfortado con sus consejos. Evita fomentar las disensiones, y procura la paz entre los adversarios. Juzga con justicia, y cuando reprendas a tus hermanos a causa de sus faltas, no hagas diferencias entre personas. No tengas respecto de si Dios cumplir o no sus promesas. Ni tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagars el rescate de tus pecados. No ests indeciso cuando se trate de dar, ni

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    regaes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, porque si las cosas inmortales os son comunes, con cunta mayor razn deber serlo lo perecedero? No dejes de la mano la educacin de tu hijo o de tu hija: desde su infancia ensales el temor de Dios. A tu esclavo, ni a tu criada mandes con aspereza, puesto que confan en el mismo Dios, para que no pierdan el temor del Seor, que est por encima del amo y del esclavo, porque en su llamamiento no hace diferencia en las personas, sino viene sobre aquellos que el Espritu ha preparado. En cuanto a vosotros, esclavos, someteos a vuestros amos con temor y humildad, como si fueran la imagen de Dios. Aborrecers toda clase de hipocresa y todo lo que desagrade al Seor. No descuides los preceptos del Seor, y guarda cuanto has recibido, sin aadir ni quitar. Confesars tus faltas a la iglesia y te guardars de ir a la oracin con mala conciencia. Tal es el camino de la vida.

    V. He aqu el camino que conduce a la muerte: ante todo has de saber que es un camino malo, que est lleno de maldiciones. Su trmino es el asesinato, los adulterios, la codicia, la fornicacin, el robo, la idolatra, la prctica de la magia y de la brujera. El rapto, el falso testimonio, la hipocresa, el doblez, el fraude; la arrogancia, la maldad, la desvergenza; la concupiscencia, el lenguaje obsceno, la envidia, la presuncin, el orgullo, la fanfarronera. Esta es la senda en la que andan los que persiguen a los buenos; los enemigos de la verdad, los amadores de la mentira, los que desconocen la recompensa de la justicia; los que no se apegan al bien, ni al justo juicio; los que se desvelan por hacer el mal y no el bien; los vanidosos, aquellos que estn muy alejados de la suavidad y de la paciencia; que buscan retribucin a sus actos, que no tienen piedad del pobre, ni compasin de la que est trabajando y cargado, que ni siquiera tienen conocimiento de su Creador. Los asesinos de nios, los corruptores de la obra de Dios, que desvan al pobre, oprimen al afligido; que son los defensores del rico y los jueces inicuos del pobre; en una palabra, son hombres capaces de toda maldad. Hijos mos, alejaos de los tales.

    VI. Ten cuidado que nadie pueda alejarte del camino de la doctrina, porque tales enseanzas no seran agradables a Dios. Si pudieses llevar todo el yugo del Seor, sers

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    perfecto; sin has lo que pudieres. Debes abstenerte, sobre todo, de carnes sacrificadas a los dolos, que es el culto ofrecido a dioses muertos.

    Segunda Parte

    De la Liturgia y de la Disciplina

    VII. En cuanto al bautismo, he aqu como hay que administrarle: Despus de haber enseado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fra, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al nefito, le hars ayudar uno o dos das antes.

    VIII. Es preciso que vuestros ayunos no sean parecidos a los de los hipcritas, puesto que ellos ayunan el segundo y quinto da de cada semana. En cambio vosotros ayunaris el da cuatro y la vspera del sbado. No hagis tampoco oracin como los hipcritas, sin como el Seor lo ha mandado en su Evangelio. Vosotros oraris as:

    "Padre nuestro que ests en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdnanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos induzcas en tentacin, sin lbranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos."

    Orad as tres veces al da.

    IX. En lo concerniente a la eucarista, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid:

    "Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa via de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jess, tu servidor. A t sea la gloria por los siglos de los siglos."

    Y despus del partimiento del pan, decid:

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    "Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jess. A T sea la gloria por los siglos de los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, renas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos."

    Que nadie coma ni bebe de esta eucarista, sin haber sido antes bautizado en el nombre del Seor; puesto que el mismo dice sobre el particular: "No dis lo santo a los perros."

    X. Cuando estis saciados (del gape), dad gracias de la manera siguiente:

    "Padre santo! Te damos gracias por Tu santo nombre que nos has hecho habitar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesucristo, tu servidor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Dueo Todopoderoso! que a causa de Tu nombre has creado todo cuanto existe, y que dejas gozar a los hombres del alimento y la bebida, para que te den gracias por ello. A nosotros, por medio de tu servidor, nos has hecho la gracia de un alimento y de una bebida espirituales y de la vida eterna. Ante todo, te damos gracias por tu poder. A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Seor! Acurdate de tu iglesia, para librarla de todo mal y para completarla en tu amor. Renela de los cuatro vientos del cielo, porque ha sido santificada para el reino que le has preparado; porque a Ti solo pertenece el poder y la gloria por los siglos de los siglos!"

    Ya que este mundo pasa, te pedimos que tu gracia venga sobre nosotros! Hosanna al hijo de David! El que sea santificado, que se acerque, sin que haga penitencia. Maranatha Amn! Permitid que los profetas den las gracias libremente.

    XI. Si alguien viniese de fuera para ensearos todo esto, recibidle. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que os d otras enseanzas para destruir vuestra fe, no le oigis. Si por el contrario, se propusiese haceros regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Seor, recibidle como recibirais al Seor. Ved ah como segn los preceptos del Evangelio debis portaros con los apstoles y profetas. Recibid en nombre del Seor a los apstoles que os visitaren, en tanto permanecieren un da o dos entre vosotros: el que se quedare

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    durante tres das, es un falso profeta. Al salir el apstol, debis proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espritu, no le juzgaris, ni examinaris; porque todo pecado ser perdonado, menos ste. Todos los que hablan por el espritu; no son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Seor. Por su conducta, podis distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseare la verdad, pero no hiciere lo que ensea, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la Iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguis, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espritu, os pidiere dinero u otra cosa, no le hagis caso; pero si aconseja se d a los pobres, no le juzguis.

    XII. A todo el que fuere a vosotros en nombre del Seor, recibidle, y probadle despus para conocerle, puesto que debis tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a vosotros, fuere un pobre viajero, socorredle cuanto podis; pero no debe quedarse en vuestra casa ms de dos o tres das. Si quisiere permanecer entre vosotros como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procurad segn vuestra prudencia a que no quede entre vosotros ningn cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os alejaris.

    XIII. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre vosotros, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es tambin un artista, y por tanto digno de su alimento. Tomars tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las dars a los profetas, porque ellos son vuestros grandes sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas segn el precepto. Lo mismo hars al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinars a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, seala t mismo las primicias y haz segn el precepto.

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    XIV. Cuando os reunireis en el domingo del Seor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro, dad gracias despus de haber confesado vuestros pecados. El que de entre vosotros estuviere enemistado con su amigo, que se aleje de la asamblea hasta que se haya reconciliado con l, a fin de no profanar vuestro sacrificio. He aqu las propias palabras del Seor: "En todo tiempo y lugar me traeris una vctima pura, porque soy el gran Rey, dice el Seor, y entre los pueblos paganos, mi nombre es admirable."

    XV. Para el cargo de obispos y diconos del Seor, eligiris a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque tambin hacen el oficio de profetas y doctores. No les menospreciis, puesto que son vuestros dignatarios, juntamente con vuestros profetas y doctores. Amonestaos unos a otros, segn los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prjimo, y no se le tenga ninguna consideracin entre vosotros, hasta que se arrepienta. Haced vuestras oraciones, vuestras limosnas y todo cuanto hicireis, segn los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Seor.

    XVI. Velad por vuestra vida; procurando que estn ceidos vuestros lomos y vuestras lmparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabis la hora en que vendr el Seor. Reunos a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servir el tiempo que habis profesado la fe, si no fureis hallados perfectos el ltimo da. Porque en los ltimos tiempos abundarn los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarn en lobos, y el amor se cambiar en odio. Habiendo aumentado la iniquidad, crecer el odio de unos contra otros, se perseguirn mutuamente y se entregarn unos a otros. Entonces es cuando el Seductor del mundo har su aparicin y titulndose el Hijo de Dios, har seales y prodigios; la tierra le ser entregada y cometer tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos sern sometidos a la prueba del fuego; muchos perecern escandalizados; pero los que perseverarn en la fe, sern salvos de esta maldicin. Entonces aparecern las seales de la verdad. Primeramente ser desplegada la seal en el cielo, despus la de la trompeta, y en tercer lugar la resurreccin de los muertos, segn se ha dicho: "El Seor vendr con todos sus santos" Entonces el mundo ver al Seor viniendo en las nubes del cielo!.

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    PREGUNTAS PARA LA LECCIN 1

    Sobre los Padres de la Iglesia del I-II Siglos 1. Qu es la patrstica? 2. A quines se les llama "Padres de la Iglesia"? 3. A quines se les llama "Padres Capadocios"? 4. Cules caractersticas debe tener un autor para que sea reconocido como padre de la

    iglesia? 5. De que formas se clasifican los padres segn la lengua? 6. A quines se les llama "Padres Apostlicos"? 7. A quines se les llama "Padres Apologistas"? 8. A quines se les llama "Padres Dogmticos"? 9. A quines se les llama "Padres Antenicenos" y a cuales "Postnicenos"? 10. Enumere los principales representantes de los Padres Apostlicos. 11. En cuales grupos pueden dividirse las Epstolas de Ignacio. 12. Mencione algunos enemigos del cristianismo contra los cuales escribieron los

    apologistas. 13. Enumere los principales representantes de los Padres Apologistas.

    Sobre La Didach 14. Cules dos caminos existen segn la Didach? 15. En cules dos puntos divide la Didach el primer camino? 16. Cmo describe la Didach el segundo camino? 17. Qu afirma la Didach sobre la administracin del bautismo? 18. Qu afirma la Didach sobre el ayuno y la oracin? 19. Qu razn da la Didach a la recomendacin de no administrar la eucarista a quin no

    ha sido bautizado? 20. Qu pruebas considera la Didach son esenciales para determinar la veracidad de un

    profeta? 21. Qu cuestin menciona la Didach acerca sobre el profeta verdadero que quiere fijar

    su residencia entre los hermanos? 22. Qu menciona sobre la eleccin de obispos y diconos? 23. Qu afirma la Didach sobre los ltimos tiempos?

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    LECCIN 2: LOS ESCRITOS ATRIBUIDOS A CLEMENTE DE

    ROMA

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    EPSTOLA DE CLEMENTE A LOS CORINTIOS

    La Iglesia de Dios que reside en Roma a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que son llamados y santificados por la voluntad de Dios por medio de nuestro Seor Jesucristo. Gracia a vosotros y paz del Dios Todopoderoso os sea multiplicada por medio de Jesucristo.

    I. Por causa de las calamidades y reveses, sbitos y repetidos, que nos han acaecido, hermanos, consideramos que hemos sido algo tardos en dedicar atencin a las cuestiones en disputa que han surgido entre vosotros, amados, y a la detestable sedicin, no santa, y tan ajena y extraa a los elegidos de Dios, que algunas personas voluntariosas y obstinadas han encendido hasta un punto de locura, de modo que vuestro nombre, un tiempo reverenciado, aclamado y encarecido a la vista de todos los hombres, ha sido en gran manera vilipendiado. Porque, quin ha residido entre vosotros que no aprobara vuestra fe virtuosa y firme? Quin no admir vuestra piedad en Cristo, sobria y paciente? Quin no proclam vuestra disposicin magnfica a la hospitalidad? Quin no os felicit por vuestro conocimiento perfecto y sano? Porque hacais todas las cosas sin hacer acepcin de personas, y andabais conforme a las ordenanzas de Dios, sometindoos a vuestros gobernantes y rindiendo a los ms ancianos entre vosotros el honor debido. A los jvenes recomendabais modestia y pensamientos decorosos; a las mujeres les encargabais la ejecucin de todos sus deberes en una conciencia intachable, apropiada y pura, dando a sus propios maridos la consideracin debida; y les enseabais a guardar la regla de la obediencia, y a regir los asuntos de sus casas con propiedad y toda discrecin.

    II. Y erais todos humildes en el nimo y libres de arrogancia, mostrando sumisin en vez de reclamarla, ms contentos de dar que de recibir, y contentos con las provisiones que Dios os provea. Y prestando atencin a sus palabras, las depositabais diligentemente en vuestros corazones, y tenais los sufrimientos de Cristo delante de los ojos. As se os haba concedido una paz profunda y rica, y un deseo insaciable de hacer el bien. Adems, haba cado sobre todos vosotros un copioso derramamiento del Espritu Santo; y, estando llenos de santo consejo, en celo excelente y piadosa confianza, extendais las manos al Dios Todopoderoso, suplicndole que os fuera propicio, en caso de que, sin querer, cometierais

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    algn pecado. Y procurabais da y noche, en toda la comunidad, que el nmero de sus elegidos pudiera ser salvo, con propsito decidido y sin temor alguno. Erais sinceros y sencillos, y libres de malicia entre vosotros. Toda sedicin y todo cisma eran abominables para vosotros. Os sentais apenados por las transgresiones de vuestros prjimos; con todo, juzgabais que sus deficiencias eran tambin vuestras. No os cansabais de obrar bien, sino que estabais dispuestos para toda buena obra. Estando adornados con una vida honrosa y virtuosa en extremo, ejecutabais todos vuestros deberes en el temor de Dios. Los mandamientos y las ordenanzas del Seor estaban escritos en las tablas de vuestro corazn.

    III. Os haba sido concedida toda gloria y prosperidad, y as se cumpli lo que est escrito: Mi amado comi y bebi y prosper y se llen de gordura y empez a dar coses. Por ah entraron los celos y la envidia, la discordia y las divisiones, la persecucin y el tumulto, la guerra y la cautividad. Y as los hombres empezaron a agitarse: los humildes contra los honorables, los mal reputados contra los de gran reputacin, los necios contra los sabios, los jvenes contra los ancianos. Por esta causa la justicia y la paz se han quedado a un lado, en tanto que cada uno ha olvidado el temor del Seor y quedado ciego en la fe en l, no andando en las ordenanzas de sus mandamientos ni viviendo en conformidad con Cristo, sino cada uno andando en pos de las concupiscencias de su malvado corazn, pues han concebido unos celos injustos e impos, por medio de los cuales tambin la muerte entr en el mundo.

    IV. Porque como est escrito: Y aconteci despus de unos das, que Can trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehov. Y Abel trajo tambin de los primognitos de sus ovejas, de lo ms gordo de ellas. Y mir Jehov con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no prest atencin a Can y a la ofrenda suya. Y se ensa Can en gran manera, y decay su semblante. Entonces Jehov dijo a Can: Por qu te has ensaado, y por qu ha decado tu semblante? Si has ofrecido rectamente y no has dividido rectamente, no has pecado? Calla! Con todo esto, l se volver a ti y t te enseorears de l. Y dijo Can a su hermano Abel. Salgamos a la llanura. Y aconteci que estando ellos en la llanura, Can se levant contra su hermano Abel y lo mat. Veis, pues, hermanos, que los celos y la envidia dieron lugar a la muerte del hermano. Por causa de los celos, nuestro padre Jacob tuvo que

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    huir de delante de Esa su hermano. Los celos fueron causa de que Jos fuera perseguido a muerte, y cayera incluso en la esclavitud. Los celos forzaron a Moiss a huir de delante de Faran, rey de Egipto, cuando le dijo uno de sus paisanos: Quin te ha puesto por juez entre nosotros? Quieres matarme, como ayer mataste al egipcio? Por causa de los celos Aarn y Miriam tuvieron que alojarse fuera del campamento. Los celos dieron como resultado que Datn y Abiram descendieran vivos al Hades, porque hicieron sedicin contra Moiss el siervo de Dios. Por causa de los celos David fue envidiado no slo por los filisteos, sino perseguido tambin por Sal [rey de Israel].

    V. Pero, dejando los ejemplos de los das de antao, vengamos a los campeones que han vivido ms cerca de nuestro tiempo. Pongmonos delante los nobles ejemplos que pertenecen a nuestra generacin. Por causa de celos y envidia fueron perseguidos y acosados hasta la muerte las mayores y ms ntegras columnas de la Iglesia. Miremos a los buenos apstoles. Estaba Pedro, que, por causa de unos celos injustos, tuvo que sufrir, no uno o dos, sino muchos trabajos y fatigas, y habiendo dado su testimonio, se fue a su lugar de gloria designado. Por razn de celos y contiendas Pablo, con su ejemplo, seal el premio de la resistencia paciente. Despus de haber estado siete veces en grillos, de haber sido desterrado, apedreado, predicado en el Oriente y el Occidente, gan el noble renombre que fue el premio de su fe, habiendo enseado justicia a todo el mundo y alcanzado los extremos ms distantes del Occidente; y cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, parti del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un ejemplo notorio de resistencia paciente.

    VI. A estos hombres de vidas santas se uni una vasta multitud de los elegidos, que en muchas indignidades y torturas, vctimas de la envidia, dieron un valeroso ejemplo entre nosotros. Por razn de los celos hubo mujeres que fueron perseguidas, despus de haber sufrido insultos crueles e inicuos, +como Danaidas y Dirces+, alcanzando seguras la meta en la carrera de la fe, y recibiendo una recompensa noble, por ms que eran dbiles en el cuerpo. Los celos han separado a algunas esposas de sus maridos y alterado el dicho de nuestro padre Adn: sta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. Los celos y las contiendas han derribado grandes ciudades y han desarraigado grandes naciones.

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    VII. Estas cosas, amados, os escribimos no slo con carcter de admonicin, sino tambin para haceros memoria de nosotros mismos. Porque nosotros estamos en las mismas listas y nos est esperando la misma oposicin. Por lo tanto, pongamos a un lado los pensamientos vanos y ociosos; y conformemos nuestras vidas a la regla gloriosa y venerable que nos ha sido transmitida; y veamos lo que es bueno y agradable y aceptable a la vista de Aquel que nos ha hecho. Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y dmonos cuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvacin, gan para todo el mundo la gracia del arrepentimiento. Observemos todas las generaciones en orden, y veamos que de generacin en generacin el Seor ha dado oportunidad para el arrepentimiento a aquellos que han deseado volverse a l. No predic el arrepentimiento, y los que le obedecieron se salvaron. Jons predic la destruccin para los hombres de Nnive; pero ellos, al arrepentirse de sus pecados, obtuvieron el perdn de Dios mediante sus splicas y recibieron salvacin, por ms que eran extraos respecto a Dios.

    VIII. Los ministros de la gracia de Dios, por medio del Espritu Santo, hablaron referente al arrepentimiento. S, y el Seor del universo mismo habl del arrepentimiento con un juramento: Vivo yo, dice el Seor, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se arrepienta; y aadi tambin un juicio misericordioso: Arrepentos, oh casa de Israel, de vuestra iniquidad; decid a los hijos de mi pueblo: Aunque vuestros pecados lleguen desde la tierra al cielo, y aunque sean ms rojos que el carmes y ms negros que la brea, y os volvis a m de todo corazn y decs Padre, yo os prestar odo como a un pueblo santo. Y en otro lugar dice de esta manera: Lavaos, limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer lo bueno; buscad la justicia; defended al oprimido, juzgad la causa del hurfano, haced justicia a la viuda. Venid luego, dice Jehov, y estemos a cuenta; aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve sern emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmes, vendrn a ser como blanca lana. Si queris y obedecis, comeris el bien de la tierra; si rehusis y sois rebeldes, seris consumidos a espada; porque la boca de Jehov Lo ha dicho. Siendo as, pues, que l desea que todos sus amados participen del arrepentimiento, lo confirm con un acto de su voluntad poderosa.

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    IX. Por lo cual seamos obedientes a su voluntad excelente y gloriosa, y presentmonos como suplicantes de su misericordia y bondad, postrmonos ante l y recurramos a sus compasiones prescindiendo de labores y esfuerzos vanos y de celos que llevan a la muerte. Fijemos nuestros ojos en aquellos que ministraron de modo perfecto a su gloria excelente. Miremos a Enoc, el cual, habiendo sido hallado justo en obediencia, fue arrebatado al cielo y no fue hallado en su muerte. No, habiendo sido fiel en su ministerio, predic regeneracin al mundo, y por medio de l el Seor salv a las criaturas vivientes que entraron en el arca de la concordia.

    X. Abraham, que fue llamado el amigo, fue hallado fiel en haber rendido obediencia a las palabras de Dios. Por medio de la obediencia parti de su tierra y su parentela y de la casa de su padre, para que, abandonando una tierra escasa y una reducida parentela y una casa mediocre, pudiera heredar las promesas de Dios. Porque l le dijo: Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre a la tierra que te mostrar. Y har de ti una nacin grande, y te bendecir; y engrandecer tu nombre y sers bendicin. Bendecir a los que te bendigan y a los que te maldigan maldecir; y sern benditas en ti todas las familias de la tierra. Y de nuevo, cuando se separ de Lot, les dijo: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde ests hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la dor a ti y a tu descendencia para siempre. Y har tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, tambin tu descendencia ser contada. Y de nuevo dice: Dios hizo salir a Abraham y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. As ser tu descendencia. Y Abraham crey a Jehov, y le fue contado por justicia. Por su fe y su hospitalidad le fue concedido un hijo siendo anciano, y en obediencia lo ofreci a Dios en sacrificio en uno de los montes que l le mostr.

    XI. Por su hospitalidad y piedad Lot fue salvado de Sodoma, cuando todo el pas de los alrededores fue juzgado por medio de fuego y azufre; el Seor con ello anunci que no abandona a los que han puesto su esperanza en l, y que destina a castigo y tormento a los que se desvan. Porque cuando la esposa de Lot hubo salido con l, no estando ella de

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    acuerdo y pensando de otra manera, fue destinada a ser una seal de ello, de modo que se convirti en una columna de sal hasta este da, para que todos los hombres supieran que los indecisos y los que dudan del poder de Dios son puestos para juicio y ejemplo a todas las generaciones.

    XII. Por su fe y su hospitalidad fue salvada Rahab la ramera. Porque cuando Josu hijo de Nun envi a los espas a Jeric, el rey del pas averigu que ellos haban ido a espiar su tierra, y envi a algunos hombres para que se apoderaran de ellos y despus les dieran muerte. Por lo que la hospitalaria ramera los recibi y los escondi, en el terrado, bajo unos manojos de lino. Y cuando los mensajeros del rey llegaron y le dijeron: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado en tu casa; porque han venido para espiar la tierra, ella contest: Es verdad que los que buscis vinieron a m,, pero se marcharon al poco y estn andando por su camino; y les indic el camino opuesto. Y ella dijo a los hombres: S que Jehov os ha dado esta ciudad; porque el temor de vosotros ha caldo sobre sus habitantes. Cuando esto acontezca y tomis la tierra, salvadme a m y la casa de mi padre. Y ellos le contestaron: Ser tal como t nos has hablado. Cuando adviertas que estamos llegando, reunirs a los tuyos debajo de tu techo, y sern salvos; porque cuantos sean hallados fuera de la casa, perecern. Y adems le dieron una seal, que deba colgar fuera de la casa un cordn de grana, mostrando con ello de antemano que por medio de la sangre del Seor habr redencin para todos los que creen y esperan en Dios. Veis pues, amados, que se halla en la mujer no slo fe, sino tambin profeca.

    XIII. Seamos, pues, humildes, hermanos, poniendo a un lado toda arrogancia y engreimiento, y locura e ira, y hagamos lo que est escrito. Porque el Espritu Santo dice: No se alabe el sabio en su sabidura, ni en su valenta se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas; mas el que se alabe que lo haga en el Seor, que le busca y hace juicio y justicia; y, sobre toda recordando las palabras del Seor Jess, que dijo, enseando indulgencia y longanimidad: Tened misericordia, y recibiris misericordia; perdonad, y seris perdonados. Lo que hagis, os lo harn a vosotros. Segn deis, os ser dado. Segn juzguis, seris juzgados. Segn mostris misericordia, se os mostrar misericordia. Con la medida que midis se os volver a medir. Afiancmonos en este mandamiento y estos

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    preceptos, para que podamos andar en obediencia a sus santas palabras, con nimo humilde. Porque la palabra santa dice: A quin mirar, sino a aquel que es manso y humilde de espritu y teme mis palabras?

    XIV. Por tanto, es recto y apropiado, hermanos, que seamos obedientes a Dios, en vez de seguir a los que, arrogantes y dscolos, se han puesto a s mismos como caudillos en una contienda de celos abominables. Porque nos acarrearemos, no un dao corriente, sino ms bien un gran peligro si nos entregamos de modo temerario a los propsitos de los hombres que se lanzan a contiendas y divisiones, apartndonos de lo que es recto. Seamos, pues, buenos los unos hacia los otros, segn la compasin y dulzura de Aquel que nos ha hecho. Porque est escrito: Los rectos habitarn la tierra, y los inocentes permanecern en ella; mas los transgresores sern cortados y desarraigados de ella. Y de nuevo dice: Vi al impo elevado y exaltado como los cedros del Lbano. Y pas, y he aqu ya no estaba; y busqu su lugar, y no lo encontr. Guarda la inocencia, y mira la justicia; porque hay un remanente para el pacfico.

    XV. Por tanto, hemos de adherirnos a los que practican la paz con la piedad, y no a los que desean la paz con disimulo. Porque l dice en cierto lugar: Este pueblo de labios me honra, pero su corazn est lejos de m; y tambin: Bendicen con la boca, pero maldicen con su corazn. Y de nuevo l dice: Le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentan, pues sus corazones no eran rectos con l, ni se mantuvieron firmes en su pacto. Por esta causa, enmudezcan los labios mentirosos, y callen los que profieren insolencias contra el justo. Y de nuevo: Arranque Jehov todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente; a los que han dicho: Engrandezcamos nuestra lengua; nuestros labios son nuestros, quin es seor sobre nosotros? A causa de la opresin del humilde y el gemido de los menesterosos, ahora me levantar, dice Jehov; le pondr en seguridad; har grandes cosas por l.

    XVI. Porque Cristo est con los que son humildes de corazn y no con los que se exaltan a s mismos por encima de la grey. El cetro [de la majestad] de Dios, a saber, nuestro Seor Jesucristo, no vino en la pompa de arrogancia o de orgullo, aunque podra haberlo hecho,

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    sino en humildad de corazn, segn el Espritu Santo habl, diciendo: Porque dijo: Quin ha credo a nuestro anuncio? Ya quin se ha revelado el brazo de Jehov? Lo anunciamos en su presencia. Era como un nio, como una raz en tierra seca. No hay apariencia en l, ni gloria. Y le contemplamos, y no haba en l apariencia ni hermosura, sino que su apariencia era humilde, inferior a la forma de los hombres. Era un hombre expuesto a azotes y trabajo, experimentado en quebrantos; porque su rostro estaba vuelto. Fue despreciado y desechado. Llev nuestros pecados y sufri dolor en lugar nuestro; y nosotros le consideramos herido y afligido. Y l fue herido por nuestros pecados y afligido por nuestras iniquidades. El castigo de nuestra paz es sobre l. Con sus llagas fuimos nosotros sanados. Todos nos descarriamos como ovejas, cada cual se apart por su propio camino; y el Seor lo entreg por nuestros pecados. Y l no abre su boca aunque es afligido. Como una oveja fue llevada al matadero; y como un cordero delante del trasquilador, es mudo y no abre su boca. En su humillacin su juicio le fue quitado. Su generacin quin la declarar? Porque su vida fue cortada de la tierra. Por las iniquidades de mi pueblo he llegado a la muerte. Dar a los impos por su sepultura, y a los ricos por su muerte; porque no obr iniquidad, ni fue hallado engao en su boca. Y el Seor desea limpiarle de sus heridas. Si hacis ofrenda por el pecado, vuestra alma ver larga descendencia. Y el Seor desea quitarle el padecimiento de su alma, mostrarle luz y moldearle con conocimiento, para justificar al Justo que es un buen siervo para muchos. Y l llevar los pecados de ellos. Por tanto heredar a muchos, y dividir despojos con los fuertes; porque su alma fue entregada a la muerte, y fue contado como los transgresores; y l llev los pecados de muchos, y por sus pecados fue entregado. Y de nuevo, l mismo dice: Mas yo soy gusano y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen; tuercen los labios, menean la cabeza, diciendo: Esper en el Seor, que le libre; slvele, puesto que en l se complaca. Veis, queridos hermanos, cul es el ejemplo que nos ha sido dado; porque si el Seor era humilde de corazn de esta manera, qu deberamos hacer nosotros; que por l hemos sido puestos bajo el yugo de su gracia?

    XVII. Imitemos a los que anduvieron de un lugar a otro en pieles de cabras y pieles de ovejas, predicando la venida de Cristo. Queremos decir Elas y Eliseo y tambin Ezequiel,

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    los profetas, y aquellos que han merecido un buen nombre. Abraham alcanz un nombre excelente y fue llamado el amigo de Dios; y contemplando firmemente la gloria de Dios, dice en humildad de corazn: Pero yo soy polvo y ceniza. Adems, tambin se ha escrito con respecto a Job: Y Job era justo y sin tacha, temeroso de Dios y se abstena del mal. Con todo, l mismo se acusa diciendo: Ningn hombre est libre de inmundicia; no, ni aun si su vida dura slo un da. Moiss fue llamado fiel en toda su casa, y por medio de su ministracin Dios juzg a Egipto con las plagas y los tormentos que les ocurrieron. Y l tambin, aunque altamente glorificado, no pronunci palabras orgullosas sino que dijo, al recibir palabra de Dios en la zarza: Quin soy yo para que me enves a m? No, yo soy tardo en el habla y torpe de lengua. De nuevo dijo: Yo soy humo de la olla.

    XVII. Pero, qu diremos de David que obtuvo un buen nombre?, del cual dijo: He hallado a un hombre conforme a mi corazn, David, el hijo de Jsa, con misericordia eterna le he ungido. Tambin dijo David a Dios: Ten misericordia de m, oh Dios, conforme a tu gran misericordia; y conforme. a la multitud de tus compasiones, borra mi iniquidad. Lmpiame ms an de mi iniquidad, y lvame de mi pecado. Porque reconozco mi iniquidad, y mi pecado est siempre delante de m. Contra Ti slo he pecado, y he hecho lo malo delante de tu vista; para que T seas justificado en tus palabras, y puedas vencer en tu alegacin. Porque he aqu fui concebido en iniquidad, y en pecados me llev mi madre. Porque he aqu T amas la verdad; T me has mostrado cosas oscuras y escondidas de tu sabidura. T me rociars con hisopo y ser limpiado. T me lavars, y pasar a ser ms blanco que la nieve. T me hars or gozo y alegra. Los huesos que han sido humillados se regocijarn. Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. Hazme un corazn limpio dentro de m, oh Dios, y renueva un espritu recto en mis entraas. No me eches de tu presencia, y no me quites tu Santo Espritu. Resturame el gozo de tu salvacin, y corrobrame con un espritu de gobierno. Ensear tus caminos a los pecadores, y los impos se convertirn a Ti. Lbrame de la culpa de sangre, oh Dios, Dios de mi salvacin. Mi lengua se regocijar en tu justicia. Seor, t abrirs mi boca, y mis labios declararn tu alabanza. Porque si T hubieras deseado sacrificio, te lo habra dado; de holocaustos enteros no te agradas. El sacrificio para Dios es un espritu contrito; un corazn contrito y humillado Dios no lo desprecia.

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    XIX. As pues, la humildad y sumisin de tantos hombres y tan importantes, que de este modo consiguieron un buen nombre por medio de la obediencia, nos ha hecho mejores no slo a nosotros, sino tambin a las generaciones que fueron antes que nosotros, a saber, las que recibieron sus palabras en temor y verdad. Viendo, pues, que somos partcipes de tantos hechos grandes y gloriosos, apresurmonos a volver al objetivo de la paz que nos ha sido entregado desde el principio, y miremos fijamente al Padre y Autor de todo el mundo, y mantengmonos unidos a sus excelentes dones de paz y beneficios. Contemplmosle en nuestra mente, y miremos con los ojos del alma su voluntad paciente y sufrida. Notemos cun libre est de ira hacia todas sus criaturas.

    XX. Los cielos son movidos segn sus rdenes y le obedecen en paz. Da y noche realizan el curso que l les ha asignado, sin estorbarse el uno al otro. El sol y la luna y las estrellas movibles dan vueltas en armona, segn l les ha prescrito, dentro de los lmites asignados, sin desviarse un punto. La tierra, fructfera en cumplimiento de su voluntad en las estaciones apropiadas, produce alimento que es provisin abundante para hombres y bestias y todas las criaturas vivas que hay en ella, sin disentir en nada, ni alterar nada de lo que l ha decretado. Adems, las profundidades inescrutables de los abismos y los inexpresables +estatutos+ de las regiones inferiores se ven constreidos por las mismas ordenanzas. El mar inmenso, recogido por obra suya en un lugar, no pasa las barreras de que est rodeado; si no que, segn se le orden, as lo cumple. Porque l dijo: Hasta aqu llegars, y tus olas se rompern dentro de ti. El ocano que el hombre no puede pasar, y los mundos ms all del mismo, son dirigidos por las mismas ordenanzas del Seor. Las estaciones de la primavera, el verano, el otoo y el invierno se suceden la una a la otra en paz. Los vientos en sus varias procedencias en la estacin debida, cumplen su ministerio sin perturbacin; y las fuentes de flujo incesante, creadas para el goce y la salud, no cesan de manar sosteniendo la vida de los hombres. Todas estas cosas el gran Creador y Seor del universo orden que se mantuvieran en paz y concordia, haciendo bien a todos, pero mucho ms que al resto, a nosotros, los que nos hemos refugiado en las misericordias clementes de nuestro Seor Jesucristo, al cual sea la gloria y la majestad para siempre jams. Amn

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    XXI. Estad atentos, pues, hermanos, para que sus beneficios, que son muchos, no se vuelvan en juicio contra nosotros, si no andamos como es digno de l, y hacemos las cosas que son buenas y agradables a su vista, de buen grado. Porque l dijo en cierto lugar: El Espritu del Seor es una lmpara que escudria las entraas. Veamos cun cerca est, y que ninguno de nuestros pensamientos o planes que hacemos se le escapa. Por tanto, es bueno que no nos apartemos de su voluntad. Es mejor que ofendamos a hombres necios e insensatos que se exaltan y enorgullecen en la arrogancia de sus palabras que no que ofendamos a Dios. Sintamos el temor del Seor Jesu[cristo], cuya sangre fue entregada por nosotros. Reverenciemos a nuestros gobernantes; honremos a nuestros ancianos; instruyamos a nuestros jvenes en la leccin del temor de Dios. Guiemos a nuestras mujeres hacia lo que es bueno: que muestren su hermosa disposicin de pureza; que prueben su afecto sincero de bondad; que manifiesten la moderacin de su lengua por medio del silencio; que muestren su amor, no en preferencias partidistas, sino sin parcialidad hacia todos los que temen a Dios, en santidad. Que nuestros hijos sean participantes de la instruccin que es en Cristo; que aprendan que la humildad de corazn prevalece ante Dios, qu poder tiene ante Dios el amor casto, que el temor de Dios es bueno y grande y salva a todos los que andan en l en pureza de corazn y santidad. Porque l escudria las intenciones y los deseos; su aliento est en nosotros, y cuando l se incline a hacerlo, lo va a quitar.

    XXII. Ahora bien, todas estas cosas son confirmadas por la fe que hay en Cristo; porque l mismo, por medio del Espritu Santo, nos invita as: Venid a m, hijos, escuchadme y os ensear el temor del Seor. Quin es el hombre que desea vida, que busca muchos das para ver el bien? Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engao. Aprtate del mal y haz el bien; busca la paz, y corre tras ella. Los ojos de Jehov estn sobre los justos, y sus odos atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Seor est sobre los que hacen mal, para destruir su recuerdo de la tierra. Claman los justos, y Jehov oye, y los libra de todas sus angustias. Muchos son los males del justo, y de todos ellos le librar Jehov. Y tambin: Muchos dolores habr para el pecador, mas al que espera en Jehov le rodear la misericordia.

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    XXIII. El Padre, que es compasivo en todas las cosas, y dispuesto a hacer bien, tiene compasin de los que le temen, y con bondad y amor concede sus favores a aquellos que se acercan a l con sencillez de corazn. Por tanto, no seamos indecisos ni consintamos que nuestra alma se permita actitudes vanas y ociosas respecto a sus dones excelentes y gloriosos. Que no se nos aplique este pasaje de la escritura que dice: Desventurado el de doble nimo, que duda en su alma y dice: Estas cosas omos en los das de nuestros padres tambin, y ahora hemos llegado a viejos, y ninguna de ellas nos ha acontecido. Insensatos, comparaos a un rbol; pongamos una vid. Primero se le caen las hojas, luego sale un brote, luego una hoja, luego una flor, ms tarde un racimo agraz, y luego un racimo maduro. Como veis, en poco tiempo el fruto del rbol llega a su sazn. Verdaderamente pronto y sbitamente se realizar su voluntad, de lo cual da testimonio tambin la escritura, al decir: Su hora est al caer, y no se demorar; y el Seor vendr sbitamente a su templo; el Santo, a quien vosotros esperis.

    XXIV. Entendamos, pues, amados, en qu forma el Seor nos muestra continuamente la resurreccin que vendr despus; de la cual hizo al Seor Jesucristo las primicias, cuando le levant de los muertos. Consideremos, amados, la resurreccin que tendr lugar a su debido tiempo. El da y la noche nos muestran la resurreccin. La noche se queda dormida, y se levanta el da; el da parte, y viene la noche. Consideremos los frutos, cmo y de qu manera tiene lugar la siembra. El sembrador sale y echa sobre la tierra cada una de las semillas, y stas caen en la tierra seca y desnuda y se descomponen; pero entonces el Seor en su providencia hace brotar de sus restos nuevas plantas, que se multiplican y dan fruto.

    XXV. Consideremos la maravillosa seal que se ve en las regiones del oriente, esto es, en las partes de Arabia. Hay un ave, llamada fnix. Esta es la nica de su especie, vive quinientos aos; y cuando ha alcanzado la hora de su disolucin y ha de morir, se hace un atad de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el atad en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el pas de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno da, y a la

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    vista de todos, volando hasta el altardel Sol, los deposita all; y una vez hecho esto, emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos aos.

    XXVI. Pensamos, pues, que es una cosa grande y maravillosa si el Creador del universo realiza la resurreccin de aquellos que le han servido con santidad en la continuidad de una fe verdadera, siendo as que l nos muestra incluso por medio de un ave la magnificencia de su promesa? Porque l dice en cierto lugar: Y t me levantars, y yo te alabar; y: Me acost y dorm, y despert; porque T estabas conmigo. Y tambin dice Job: T levantars esta mi carne, que ha soportado todas estas cosas.

    XXVII. Con esta esperanza, pues, que nuestras almas estn unidas a Aquel que es fiel en sus promesas y recto en sus juicios. El que manda que no se mienta, con mayor razn no mentir; porque nada es imposible para Dios, excepto el mentir. Por tanto, que nuestra fe en l se enardezca dentro de nosotros, y comprendamos que todas las cosas estn cercanas para l. Con una palabra de su majestad form el universo; y con una palabra puede destruirlo. Quin le dir: Qu has hecho?; o quin resistir el poder de su fuerza? Cuando quiere, y si quiere, puede hacer todas las cosas; y ni una sola cosa dejar de ocurrir de las que l ha decretado. Todas las cosas estn ante su vista, y nada se escapa de su control, puesto que Los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento proclama la obra de sus manos. Un da da palabra al otro da, y la noche proclama conocimiento la otra noche; y no hay palabras ni discursos ni se oye voz alguna.

    XXVIII. Siendo as, pues, que todas las cosas son vistas y odas, tengmosle temor, y abandonemos todos los deseos abominables de las malas obras, para que podamos ser protegidos por su misericordia en los juicios futuros. Porque, adnde va a escapar cualquiera de nosotros de su mano fuerte? Y qu mundo va a recibir a cualquiera que deserta de su servicio? Porque la santa escritura dice en cierto lugar: Adnde ir, y dnde me esconder de tu presencia? Si asciendo a los cielos, all ests t; si voy a los confines ms distantes de la tierra, all est tu diestra; y si me escondo en las profundidades, all

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    est tu Espritu. Adnde, pues, podr uno esconderse, adnde podr huir de Aquel que abarca todo el universo?

    XXIX. Por tanto, acerqumonos a l en santidad de alma, levantando nuestras manos puras e inmaculadas a l, con amor hacia nuestro Padre bondadoso y compasivo, el cual ha hecho de nosotros su porcin elegida. Porque est escrito: Cuando el Altsimo dividi a las naciones, cuando dispers a los hijos de Adn, estableci los lmites de las naciones segn el nmero de los ngeles de Dios. Su pueblo Jacob pas a ser la porcin del Seor, e Israel la medida de su herencia. Y en otro lugar dice: He aqu, el Seor toma para s una nacin de entre las naciones como un hombre toma las primicias de su era; y el lugar santsimo saldr de esta nacin.

    XXX. Viendo, pues, que somos una porcin especial de un Dios santo, hagamos todas las cosas como corresponde a la santidad, abandonando las malas palabras, intereses impuros y abominables, borracheras y tumultos y concupiscencias detestables, adulterio abominable, orgullo despreciable; porque Dios (dice la Escritura) resiste al orgulloso y da gracia al humilde. Por tanto mantengmonos unidos a aquellos a quienes Dios da gracia. Vistmonos segn corresponde, siendo humildes de corazn y templados, apartndonos de murmuraciones y habladuras ociosas, siendo justificados por las obras y no por las palabras. Porque l dice: El que habla mucho, tendr que or mucho tambin. Cree que es justo el que habla mucho? Bienaventurado es el nacido de mujer que vive corto tiempo. No seas abundante en palabras. Que nuestra alabanza sea de Dios, no de nosotros mismos; porque Dios aborrece a los que se alaban a s mismos. Que el testimonio de que obramos bien lo den los otros, como fue dado de nuestros padres que eran justos. El atrevimiento, la arrogancia y la audacia son para los que son malditos de Dios; pero la paciencia y la humildad y la bondad convienen a los que son benditos de Dios.

    XXXI. Por tanto acojmonos a su bendicin y veamos cules son las formas de bendicin. Estudiemos los datos de las cosas que han sucedido desde el comienzo. Por qu fue bendecido nuestro padre Abraham? No fue debido a que obr justicia y verdad por medio de la fe? Isaac, con confianza, como conociendo el futuro, fue llevado a un sacrificio

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    voluntario. Jacob con humildad parti de su tierra a causa de su hermano, y fue a casa de Labn y le sirvi; y le fueron concedidas las doce tribus de Israel.

    XXXII. Si alguno los considera uno por uno con sinceridad, comprender la magnificencia de los dones que l nos concede. Porque de Jacob son todos los sacerdotes y levitas que ministran en el altar de Dios; de l es el Seor Jess con respecto a la carne; de l son reyes y gobernantes y soberanos de la lnea de Jud; s, y el resto de las tribus son tenidas en un honor no pequeo, siendo as que Dios prometi diciendo: Tu simiente ser como las estrellas del cielo. Todos ellos fueron, pues, glorificados y engrandecidos, no por causa de ellos mismos o de sus obras, o sus actos de justicia que hicieron, sino por medio de su voluntad. Y as nosotros, habiendo sido llamados por su voluntad en Cristo Jess, no nos justificamos a nosotros mismos, no por medio de nuestra propia sabidura o entendimiento o piedad u obras que hayamos hecho en santidad de corazn, sino por medio de la fe, por la cual el Dios Todopoderoso justifica a todos los hombres que han sido desde el principio; al cual sea la gloria para siempre jams. Amn.

    XXXIII. Qu hemos de hacer, pues, hermanos? Hemos de abstenemos ociosamente de hacer bien, hemos de abandonar el amor? Que el Seor no permita que nos suceda tal cosa; sino apresurmonos con celo y tesn en cumplir toda buena obra. Porque el Creador y Seor del mismo universo se regocija en sus obras. Porque con su poder sumo l ha establecido los cielos, y en su sabidura incomprensible los ha ordenado. Y la tierra l la separ del agua que la rodeaba, y la puso firme en el fundamento seguro de su propia voluntad; y a las criaturas vivas que andan en ella l les di existencia con su ordenanza. Habiendo, pues, creado el mar y las criaturas vivas que hay en l, l lo incluy todo bajo su poder. Sobre todo, como la obra mayor y ms excelente de su inteligencia, con sus manos sagradas e infalibles l form al hombre a semejanza de su propia imagen. Porque esto dijo Dios: Hagamos al hombre segn nuestra imagen y nuestra semejanza. Y Dios hizo al hombre; varn y hembra los hizo l. Habiendo, pues, terminado todas estas cosas, las elogi y las bendijo y dijo: Creced y multiplicaos. Hemos visto que todos los justos estaban adornados de buenas obras. S, y el mismo Seor, habindose adornado l mismo con

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    obras, se goz. Viendo, pues, que tenemos este ejemplo, apliqumonos con toda diligencia a su voluntad; hagamos obras de justicia con toda nuestra fuerza.

    XXXIV. El buen obrero recibe el pan de su trabajo con confianza, pero el holgazn y descuidado no se atreve a mirar a su amo a la cara. Es, pues, necesario que seamos celosos en el bien obrar, porque de l son todas las cosas; puesto que l nos advierte de antemano, diciendo: He aqu, el Seor, y su recompensa viene con l; y su paga va delante de l, para recompensar a cada uno segn su obra. l nos exhorta, pues, a creer en l de todo corazn, y a no ser negligentes ni descuidados en toda buena obra. Glorimonos y confiemos en l; sometmonos a su voluntad; consideremos toda la hueste de sus ngeles, cmo estn a punto y ministran su voluntad. Porque la escritura dice: Diez millares de diez millares estaban delante de l, y millares de millares le servan; y exclamaban: Santo, santo, santo es Jehov de los ejrcitos; toda la creacin est llena de su gloria. S, y nosotros, pues, congregados todos concordes y con la intencin del corazn, clamemos unnimes sinceramente para que podamos ser hechos partcipes de sus promesas grandes y gloriosas. Porque l ha dicho: Ojo no ha visto ni odo ha percibido, ni ha entrado en el corazn del hombre, qu grandes cosas l tiene preparadas para los que pacientemente esperan en l.

    XXXV. Qu benditos y maravillosos son los dones de Dios, amados! Vida en inmortalidad, esplendor en justicia, verdad en osada, fe en confianza, templanza en santificacin! Y todas estas cosas nosotros las podemos obtener. Qu cosas, pues, pensis que hay preparadas para los que esperan pacientemente en l? El Creador y Padre de las edades, el Santo mismo, conoce su nmero y su hermosura. Esforcmonos, pues, para que podamos ser hallados en el nmero de los que esperan pacientemente en l, para que podamos ser partcipes de los dones prometidos. Pero, cmo ser esto, amados? Si nuestra mente est fija en Dios por medio de la fe; si buscamos las cosas que le son agradables y aceptables; si realizamos aqu las cosas que parecen bien a su voluntad infalible y seguimos el camino de la verdad, desprendindonos de toda injusticia, iniquidad, avaricia, contiendas, malignidades y engaos, maledicencias y murmuraciones, aborrecimiento a Dios, orgullo y arrogancia, vanagloria e inhospitalidad. Porque todos los que hacen estas cosas son aborrecidos por Dios; y no slo los que las hacen, sino incluso los que las consienten.

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    Porque la escritura dice: Pero al pecador dijo Dios: Por qu declaras mis ordenanzas, y pones mi pacto en tus labios? T aborreces mi enseanza, y echaste mis palabras a tu espalda. Si ves a un ladrn, te unes a l, y con los adlteros escoges tu porcin. Tu boca multiplica maldades y tu lengua teje engaos. Te sientas y hablas mal de tu hermano, y contra el hijo de tu madre pones piedra de tropiezo. T has hecho estas cosas y guardas silencio. Pensaste, hombre injusto, que yo sera como t? Pero te redargir y las pondr delante de tus ojos. Entended, pues, estas cosas, los que os olvidis de Dios, no sea que os desgarre como un len y no haya quien os libre. El sacrificio de alabanza me glorificar, y ste es el camino en que le mostrar la salvacin de Dios.

    XXXVI. sta es la manera, amados, en que encontramos nuestra salvacin, a saber, Jesucristo el Sumo Sacerdote de nuestras ofrendas, el guardin y ayudador en nuestras debilidades. Fijemos nuestra mirada, por medio de l, en las alturas de los cielos; por medio de l contemplamos como en un espejo su rostro intachable y excelente; por medio de l fueron abiertos los ojos de nuestro corazn; por medio de l nuestra mente insensata y entenebrecida salta a la luz; por medio de l el Seor ha querido que probemos el conocimiento inmortal; el cual, siendo el resplandor de su majestad, es muy superior a los ngeles, puesto que ha heredado un nombre ms excelente que ellos. Porque est escrito: El que hace a sus ngeles espritus y a sus ministros llama de fuego; pero de su Hijo el Seor dice esto: Mi Hijo eres t, yo te he engendrado hoy. Pdeme y te dar a los gentiles por heredad, y los extremos de la tierra por posesin tuya. Y tambin le dice: Sintate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Quines son, pues, estos enemigos? Los que son malvados y resisten su voluntad.

    XXXVII. Alistmonos, pues, hermanos, con toda sinceridad en sus ordenanzas intachables. Consideremos los soldados que se han alistado bajo nuestros gobernantes, de qu modo tan exacto, pronto y sumiso ejecutan las rdenes que se les dan. No todos son perfectos, ni jefes de millares, ni aun de centenares, ni de grupos de cincuenta, etc.; sino que cada hombre en su propio rango ejecuta las rdenes que recibe del rey y de los gobernantes. Los grandes no pueden existir sin los pequeos, ni los pequeos sin los grandes. Hay una cierta mezcla en todas las cosas, y por ello es til. Pongamos como ejemplo nuestro propio cuerpo. La

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    cabeza sin los pies no es nada; del mismo modo los pies sin la cabeza no son nada; incluso los miembros ms pequeos de nuestro cuerpo son necesarios y tiles para el cuerpo entero; pero todos los miembros cooperan y se unen en sumisin, para que todo el cuerpo pueda ser salvo.

    XXXVIII. As que, en nuestro caso, que todo el cuerpo sea salvado en Cristo Jess, y que cada hombre est sometido a su prjimo, segn la gracia especial que le ha sido designada. Que el fuerte no desprecie al dbil; y el dbil respete al fuerte. Que los ricos ministren a los pobres; que los pobres den gracias a Dios, porque l les ha dado a alguno por medio del cual son suplidas sus necesidades. El que es sabio, d muestras de sabidura, no en palabras, sino en buenas obras. El que es de mente humilde, que no d testimonio de s mismo, sino que deje que su vecino d testimonio de l. El que es puro en la carne, siga sindolo, y no se envanezca, sabiendo que es otro el que le concede su continencia. Consideremos, hermanos, de qu materiales somos hechos; qu somos, y de qu manera somos, y cmo vinimos al mundo; que l nos ha formado y moldeado sacndonos del sepulcro y la oscuridad y nos ha trado al mundo, habiendo preparado sus beneficios de antemano, antes incluso de que hubiramos nacido. Viendo, pues, que todas estas cosas las hemos recibido de l, debemos darle gracias por todo a l, para quien sea la gloria para siempre jams. Amn.

    XXXIX. Los hombres insensatos, necios, torpes e ignorantes se burlan de nosotros, deseando ser ellos los que han de ser exaltados, segn sus imaginaciones. Porque, qu poder tiene un mortal? O qu fuerza tiene un hijo de tierra? Porque est escrito: No haba ninguna forma delante de mis ojos; y o un aliento y una voz. Qu, pues? Ser justo un mortal a la vista de Dios; o ser un hombre intachable por sus obras; siendo as que l no confa ni aun en sus siervos y aun halla faltas en sus ngeles? No. Y ni aun los cielos son puros ante sus ojos. Cunto ms en los que habitan en casas de barro, del cual, o sea del mismo barro, nosotros mismos somos formados! Los quebrant como la polilla. Porque no pueden valerse de s mismos, y perecieron. l sopl sobre ellos y murieron, porque no tenan sabidura. Pero t da voces, por si alguno te obedece, o si ves a alguno de sus santos ngeles. Porque la ira mata al insensato, y la envidia a la que se ha descarriado. Yo

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    he visto al necio que echaba races y de repente su habitacin fue consumida. Lejos estn sus hijos de la seguridad. Sean burlados en la puerta por personas inferiores, y no haya quien los libre. Porque las cosas preparadas para ellos se las comer el justo; y ellos mismos no sern librados de males.

    XL. Por cuanto estas cosas, pues, nos han sido manifestadas ya, y hemos escudriado en las profundidades del conocimiento divino, deberamos hacer todas las cosas en orden, todas las que el Seor nos ha mandado que hiciramos a su debida sazn. Que las ofrendas y servicios que l ordena sean ejecutados con cuidado, y no precipitadamente o en desorden, sino a su tiempo y sazn debida.Y donde y por quien l quiere que sean realizados, l mismo lo ha establecido con su voluntad suprema; que todas las cosas sean hechas con piedad, en conformidad con su beneplcito para que puedan ser aceptables a su voluntad. As pues, los que hacen sus ofrends al tiempo debido son aceptables y benditos, porque siguiendo lo instituido por el Seor, no pueden andar descaminados. Porque al sumo sacerdote se le asignan sus servicios propios, y a los sacerdotes se les asigna su oficio propio, y a los levitas sus propias ministraciones. El lego debe someterse a las ordenanzas para el lego.

    XLI. Cada uno de nosotros, pues, hermanos, en su propio orden demos gracias a Dios, manteniendo una conciencia recta y sin transgredir la regla designada de su servicio, sino obrando con toda propiedad y decoro. Hermanos, los sacrificios diarios continuos no son ofrecidos en cualquier lugar, o las ofrendas voluntarias, o las ofrendas por el pecado y las faltas, sino que son ofrecidos slo en Jerusaln. E incluso all, la ofrenda no es presentada en cualquier lugar, sino ante el santuario en el patio del altar; y esto adems por medio del sumo sacerdote y los ministros mencionados, despus que la vctima a ofrecer ha sido inspeccionada por si tiene algn defecto. Los que hacen algo contrario a la ordenanza debida, dada por su voluntad, reciben como castigo la muerte. Veis, pues, hermanos, que por el mayor conocimiento que nos ha sido concedido a nosotros, en proporcin, nos exponemos al peligro en un grado mucho mayor.

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    XLII. Los apstoles recibieron el Evangelio para nosotros del Seor Jesucristo; Jesucristo fue enviado por Dios. As pues, Cristo viene de Dios, y los apstoles de Cristo. Por tanto, los dos vienen de la voluntad de Dios en el orden designado. Habiendo recibido el encargo, pues, y habindo sido asegurados por medio de la resurreccin de nuestro Seor Jesucristo, y confirmados en la palabra de Dios con plena seguridad por el Espritu Santo, salieron a proclamar las buenas nuevas de que haba llegado el reino de Dios. Y as, predicando por campos y ciudades, por todas partes, designaron a las primicias (de sus labores), una vez hubieron sido probados por el Espritu, para que fueran obispos y diconos de los que creyeran. Y esto no lo hicieron en una forma nueva; porque verdaderamente se haba escrito respecto a los obispos y diconos desde tiempos muy antiguos; porque as dice la escritura en cierto lugar: Y nombrar a tus obispos en justicia y a tus diconos en fe.

    XLIII. Y de qu hay que sorprenderse que aquellos a quienes se confi esta obra en Cristo, por parte de Dios, nombraran ellos a las personas mencionadas, siendo as que el mismo bienaventurado Moiss, que fue un fiel siervo en toda su casa, dej testimonio como una seal en los sagrados libros de todas las cosas que le fueron ordenadas? Y a l tambin sigui el resto de los profetas, dando testimonio juntamente con l de todas las leyes que fueron ordenadas por l. Porque Moiss, cuando aparecieron celos respecto al sacerdocio, y hubo disensSin entre las tribus sobre cul de ellas estaba adornada con el nombre glorioso, orden a los doce jefes de las tribus que le trajeran varas, en cada una de las cuales estaba inscrito el nombre de una tribu. Y l las tom y las at y las sell con los sellos de los anillos de los jefes de las tribus y las puso en el tabernculo del testimonio sobre la mesa de Dios. Y habiendo cerrado el tabernculo, sell las llaves y lo mismo las puertas. Y les dijo: Hermanos, la tribu cuya vara florezca, sta ha sido escogida por Dios para que sean sacerdotes y ministros para El. Y cuando vino la maana, llam a todo Israel, a saber, seiscientos mil hombres, y les mostr los sellos de los jefes de las tribus y abri el tabernculo del testimonio y sac las varas. Y la vara de Aarn no slo haba brotado sino que haba dado fruto. Qu pensis, pues, amados? No saba Moiss de antemano que esto era lo que pasara? Sin duda lo saba. Pero hizo esto para que no hubiera desorden en Israel, para que el nombre del Dios nico y verdadero pudiera ser glorificado; a quien sea la gloria para siempre jams. Amn.

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    XLIV. Y nuestros apstoles saban por nuestro Seor Jesucristo que habra contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa, habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las personas mencionadas, y despus proveyeron a continuacin que si stas durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio. A estos hombres, pues, que fueron nombrados por ellos, o despus por otros de reputacin, con el consentimiento de toda la Iglesia, y que han ministrado intachablemente el rebao de Cristo, en humildad de corazn, pacficamente y con toda modestia, y durante mucho tiempo han tenido buena fama ante todos, a estos hombres nosotros consideramos que habis injustamente privado de su ministerio. Porque no ser un pecado nuestro leve si nosotros expulsamos a los que han hecho ofrenda de los dones del cargo del obispado de modo intachable y santo. Bienaventurados los presbteros que fueron antes, siendo as que su partida fue en sazn y fructfera: porque ellos no tienen temor de que nadie les prive de sus cargos designados. Porque nosotros entendemos que habis expulsado de su ministerio a ciertas personas a pesar de que vivan de modo honorable, ministerio que ellos +haban respetado+ de modo intachable.

    XLV. Contended, hermanos, y sed celosos sobre las cosas que afectan a la salvacin. Habis escudriado las escrituras, que son verdaderas, las cuales os fueron dadas por el Espritu Santo; y sabis que no hay nada injusto o fraudulento escrito en ellas. No hallaris en ellas que personas justas hayan sido expulsadas por hombres santos. Los justos fueron perseguidos, pero