Paz[1]

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Titulo: PazAutor: José Luis Trueba LaraAño: 2003Editorial: Libros del RincónISBN: 970-741-947-4 SEPTamaño: 18.64 MB

Transcript of Paz[1]

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PazJosé LuisTrueba Lara

(selección, introducciones y notas)

Isócrates, Aristóteles, Lucio Anneo Séneca, Agustín de Hipona,

Tomás de Aquino, Pico de la Mirándola,Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam,

Francis Bacon, Rene Descartes, John Locke,Thomas Hobbes, Montesquieu, I. Kant,

John Stuart Mili, V. I. Lenin, Juan XXIII, U Thant

Prólogo de Rigoberta Menchú Tum

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PazJosé LuisTrueba Lara

(selección, introducciones y notas)

Isócrates, Aristóteles, Lucio Anneo Séneca, Agustín de Hipona,

Tomás de Aquino, Pico de la Mirándola,Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam,

Francis Bacon, Rene Descartes, John Locke, Thomas Hobbes, Montesquieu, I. Kant,

John Stuart Mili, V. I. Lenin, Juan XXIII, U Thant

Prólogo de Rigoberta Menchú Tum

AGUILAR Libros del Rincón

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Sistema de Catalogación Melvil Dewey DGMyME

172.42

T766

2003 Trueba Lara, José Luis

Paz I José Luis Trueba Lara; prólogo de Rigoberta Menchú Tum;

il. Osvaldo Cortés, Verónica Lozano y José Luis Cuevas.

— México : SEP : Aguilar : Altea : Taurus : Alfaguara, 2003

128 p.: il. — (Libros del Rincón)

ISBN: 970-741-947-4 SEP

I. Paz. 2. Relaciones Internacionales. I. Menchú Tum, Rigoberta, pról.

II. Cortés, Osvaldo, il. III. Lozano, Verónica, il. IV. Cuevas, José Luis, il.

V. t. VI. Ser.

© Por la selección, la adaptación y los textos introductorios: José Luis Trueba Lara, 2003

© Por el prólogo: Rigoberta Menchú Tum, 2003

© Por las caricaturas: Osvaldo Cortés y Verónica Lozano, 2003

© Por las ilustraciones de portada: José Luis Cuevas, 2003

Las fotografías que se utilizaron en este libro provienen de los siguientes bancos de imágenes: Art Explosión y Master

Clip Art

D.R. © Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2003

Primera edición SEP / Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2003

D.R. © Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V., 2003

Av. Universidad 767,

Colonia Del Valle, 03100, México, D.F.

D.R. © Secretaría de Educación Pública, 2003

Argentina 28, Centro,

06020, México, D.F.

ISBN: 968-19-1287-X (obra completa) Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara

ISBN: 968-19-1238-1 Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara

ISBN: 968-01-0122-3 (obra completa) SEP

ISBN: 970-741-947-4 SEP

Prohibida su reproducción por cualquier medio mecánico

o electrónico sin la autorización escrita de los coeditores.

Impreso en México

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Prólogo

Rigoberta Menchú Tum

Introducción general

La antigüedad clásica

Las ideas sobre la paz

en la antigüedad clásica

Una oración por la paz

Isócrates

La mansedumbre

Aristóteles

Contra la ira

Lucio Anneo Séneca

Contenido

Contenido

Contenido

Contenido

11

15

21

25

31

35

CONTENIDO

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o■o• ■■■

cai

c

ou

La Edad Media

Las ideas sobre la paz

en la Edad Media

La paz de Dios

Agustín de Hipona

Gobernar para la paz

Tomás de Aquino

El Renacimiento

El descubrimiento

del hombre y la paz

De la dignidad del hombre

Pico de la Mirándola

La paz en Utopía

Tomás Moro

La locura de la guerra

Erasmo de Rotterdam

De la venganza

Francis Bacon

43

45

49

57

61

65

71

73

La Ilustración y el siglo xix

Nuevas ideas para la paz

El hombre violento

Rene Descartes

79

81

CONTENIDO

Page 9: Paz[1]

Si la paz fuera posible

John Locke

Las naciones y la paz

Thomas Hobbes

Paz y guerra

Montesquieu

La paz perpetua

I.Kant

El beneficio de la comunidad

John Stuart Mili

El siglo xx

La paz en un mundo terrible

La paz y la I Guerra Mundial

V. I. Lenin

Encíclica para la paz

Juan XXIII

Contra las armas nucleares

U Thant

85

87

91

97

103

111

113

117

121

CONTENIDO

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Prólogo

tzil. Paz. Peace. Paix. Pace.

Friede. Salam. Shalom. Es una

palabra tan corta y tan sencilla

de pronunciar, no importando

el idioma que se hable. Pero es

de los conceptos más profundos

y complejos que han recorrido el camino de sueños,

esperanzas, incertidumbres y dolor de la humanidad,

construyendo valores culturales y espirituales y forjando

las más grandes civilizaciones de los pueblos que han

habitado nuestro planeta.

Aunque la paz haya anidado como un sinónimo de vida

en la convivencia de los pueblos castigados por la guerra,

este concepto no se limita a calificar la ausencia de

conflicto, sino que lo trasciende y se nutre de la energía

de la vida y la ilusión de bienestar y fraternidad.

Desde el origen de nuestra humanidad, mujeres y

hombres han asumido la paz como un código de ética

que garantice la armonía, posibilite el desarrollo y el

RIGOBERTA MENCHU TUM ■ PRÓLOGO

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Page 12: Paz[1]

anhelo de asegurar el bienestar común. La mayoría de las personas más humildes del planeta entiende,

practica, vive y sueña la paz como en contra de la destrucción, el honor, la brutalidad, la agresión, la

guerra y la muerte.

Pero la palabra paz es también una de las más brutalmente usadas y manipuladas para alcanzar

objetivos deleznables, contrarios a la más elemental noción de humanidad. En su nombre se han

cometido todo tipo de atrocidades, verdaderos atentados contra la dignidad humana. Un historiador de

la antigüedad dijo alguna vez que los romanos arrasaron territorios y le llamaron paz.

Los gobernantes, las potencias mundiales y los actores de la guerra utilizan esa misma palabra, paz,

para justificar sus aventuras bélicas y, con frecuencia, para encubrir los más repudiables crímenes que

ofenden la dignidad y la conciencia humanas. Si algo han sabido hacer los beneficiarios de la guerra es

disfrazarla con el traje de la paz, adoptando así un discurso que, si se lo ve únicamente en su superficie,

puede seducir a los ciudadanos; pero, al hilar más fino, podemos descubrir, detrás, un discurso prestado

y disfrazado, que esconde los objetivos reales de los seguidores del belicismo. El discurso de la paz ha

sido útil a quienes más han renegado de ella, los políticos de la guerra, los empresarios de la guerra, los

hacedores de la guerra...

El Diccionario de la Lengua Española contiene, en su versión 2001, 10 definiciones de paz, más

otras tantas expresiones que la incluyen. Una de las que más llaman mi atención es "sosiego y buena

correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las

disensiones, riñas y pleitos". Si hacemos un esfuerzo por valorar, de manera integral, la grandeza de

las vidas que coexisten en nuestro entorno, los complejos procesos por los que ha pasado la humanidad, la

lucha diaria de la gente por ser mejor, entenderemos que la paz es cultura que construye, es educación,

es respeto, es la práctica de la tolerancia, es un gran compromiso con la vida y, por lo tanto, es una misión

social de cada uno de nosotros. Todos estamos llamados a defender las grandes cualidades individuales

y colectivas de nuestras sociedades, no dejar nuestro destino en manos de otros y no permitir ser carne

de cañón, pagando el costo de guerras ajenas. Nos toca defender la dignidad de las víctimas de las

guerras, quienes, en su mayoría, son niñas, niños, mujeres, ancianas y ancianos.

Si la paz que defendemos es la posibilidad de convivir en armonía, tenemos que construirla todos

los días, en todos los círculos en los que nos desenvolvemos, y sentir la indignación contra todo tipo de

violencia que rompa esa armonía. Las dos guerras mundiales que ocurrieron en el siglo pasado y que

acabaron con la vida de millones de personas, sin contar toda la destrucción material, son suficientes

PRÓLOGO • RIGOBERTA MENCHÜ TUM

•12-

Page 13: Paz[1]

para entender que ninguna guerra puede hacerse en nombre del bienestar de los pueblos. La humanidad

ha pasado por periodos de extrema crueldad, y tal pareciera que persiste en repetir, una y otra vez, el

tropezón con la misma piedra. Corea, Vietnam, Nicaragua, Panamá, los Balcanes, Chechenia, Afganistán

y ahora Irak son los nombres del oprobio, de las lecciones nunca aprendidas por el hombre, en lugar de

representar el "nunca más" que la paz necesita para florecer.

Este libro es fundamental para conocer algunas de las ideas generadas a lo largo de los siglos sobre el

concepto paz, cuya comprensión puede facilitarnos el entendimiento de nuestra realidad actual. Este

libro recoge elocuentes discursos de los más grandes pensadores de la historia, cuya vigencia se mantiene

hoy. Si lo revisamos detenidamente, veremos que la utilización del término para justificar otros fines

no ha variado en su evolución histórica: la guerra para alcanzar la paz, la "pacificación" como su

sinónimo, la violación de los derechos más elementales para "sostenerla". Del mismo modo, encontramos

una concepción positiva de la paz: el respeto al derecho internacional y a la soberanía de los pueblos,

la paz como motor del bienestar de esos mismos pueblos.

Este libro demanda que no nos quedemos con una lectura superficial. Debemos reflexionar y capitalizar

su contenido, por medio del análisis, la reflexión y la meditación. Confrontemos nuestras ideas con las de

otros, las de nuestras familias, las de nuestros compañeros, las de nuestros amigos, con las de todos los

que nos rodean. Sembremos en ellos la inquietud de promover la paz, de vivirla y de gozarla.

De esta forma, nos convertiremos, poco a poco, en constructores y motivadores, pues aflorará la

necesidad de realizar acciones concretas para alcanzar la paz, así como la tuvieron quienes ponen ante

nosotros esta obra. Sólo así podremos cristalizar en los hechos el discurso de la paz, un discurso que ha

sido unas veces ultrajado, otras falseado y las más ignorado.

Nuestro más ambicioso objetivo debe ser garantizar un futuro digno para nuestras nuevas

generaciones. Es por ello que los invito a contribuir a una paz que construye, a una paz que genera

vida, fe y esperanza y que halla su mejor expresión en el respeto mutuo, en ser parte de la felicidad propia

y la de otros. Los insto también a enseñar a nuestros hijos el valor de la vida y los más elementales valores

del respeto para que tengan en sus manos el poder de construir una sociedad en armonía en la que

puedan vivir con dignidad.

RIGOBERTA MENCHÚ TUM • PRÓLOGO

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Page 14: Paz[1]

-V.1P-'

ÍT

Page 15: Paz[1]

Introducción

general

s difícil pensar en la paz. Para

los jóvenes que nunca se han

enfrentado con el horror de la

guerra, y sólo la conocen por

lo que de ella se cuenta en la

televisión y el cine, el conflicto y la violencia pare

cen mucho más atractivos que la paz. Es posible que

esta fascinación por la guerra nos muestre una de las

partes más primitivas de nuestra especie: los huma

nos somos depredadores como los tigres, las águilas

o los tiburones. Sin embargo, poseemos algo que nos

diferencia de los animales: los tigres, águilas y tibu

rones carecen de razón y sus acciones están determi

nadas por sus instintos, su necesidad de obtener

alimento y sobrevivir.

Hace siglos que los seres humanos encontramos

los mecanismos para garantizar nuestra alimentación

y sobrevivencia. Efectivamente, desde el preciso ins

tante en que se descubrió la agricultura y comenza-

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • INTRODUCCIÓN GENERAL

•15-

Page 16: Paz[1]

De obligar a otros a

aceptar que nuestros

dioses son los únicos que

deben ser adorados: a

este respecto puedes

consultar el volumen de

esta serie dedicado al

Respeto, donde distintos

autores analizan la

tolerancia a las ideas

religiosas.

Primate: orden de

mamíferos que

comprende los que se

designan con el nombre

de monos, y en el que

varios naturalistas

modernos quieren

incluir al hombre.

Sistemática: pertene

ciente a un sistema;

voluntario, adoptado

como principio.

ron a desarrollarse las tecnologías, nuestra sobrevivencia como especie

quedó virtualmente garantizada. Sin embargo, la guerra no ha dejado de

hacerse presente en ningún momento. Así, desde el inicio de la civiliza

ción, los hombres nos lanzamos a la guerra a fin de obtener poder y rique

za, o con el objeto de obligar a otros a aceptar que nuestros dioses son los

únicos que deben ser adorados. Nuestra historia sólo parece ser una

larguísima sucesión de guerras, muertes y horrores. Justo como lo escribió

Hans Magnus Enzensberger, uno de mis autores preferidos: "Los animales

luchan entre sí, pero no hacen la guerra. El ser humano es el único primate

que se dedica a matar a sus congéneres de forma sistemática, a gran escala

y con entusiasmo. Una de sus principales invenciones es la guerra; la ca

pacidad de concluir la paz probablemente sea una conquista posterior. Las

más remotas tradiciones de la humanidad, sus mitos y leyendas de héroes,

suelen girar en torno a homicidios y asesinatos."

Ante estos hechos, es necesario que nos hagamos una pregunta: ¿cómo

es posible que los humanos —a pesar de su racionalidad y de tener vir

tualmente garantizada su supervivencia— se declaren la guerra y desaten

el horror y la muerte sobre su planeta? Aún más, ¿cómo es posible que los

seres humanos hayan llegado al punto de poner en riesgo su supervivencia

como especie debido a la guerra?, pues el desarrollo del armamento nu

clear, biológico y químico nos coloca ante la posibilidad de desaparecer

del planeta. Estas son interrogantes que parecen poner en duda nuestra

capacidad de pensar o que suponen que nuestro pensamiento sólo está

encaminado a la destrucción.

A pesar de lo anterior, creo que la paz es posible, que el problema no se

encuentra en el hecho de que seamos depredadores, sino en que nuestra

cultura nos enseña a amar el poder y la riqueza sobre todas las cosas,

mientras que nuestra fe nos lleva a la intolerancia más terrible. Pero no

sólo creo en esto, también creo que la paz nos permitiría alcanzar las me

tas que no hemos logrado: la ciencia, la técnica, el arte y la economía bien

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ INTRODUCCIÓN GENERAL

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Page 17: Paz[1]

podrían convertirse en los promotores del bienestar humano si no tuvie

ran que cargar con los altísimos costos de la guerra. Y esto te afecta a ti,

pues la paz y la tolerancia te permitirían vivir en un mundo mejor, en un

espacio donde tu futuro estuviera verdaderamente garantizado.

El sueño de una paz perdurable, por medio de la cual los hombres

alcancemos todo aquello que hemos deseado, también es muy viejo. A

pesar de que nuestros antiguos mitos y leyendas nos hablan de la guerra,

las palabras en favor de la paz nacieron casi al mismo tiempo que el ho

rror que provocan el asesinato y la violencia.

Así pues, te invito a que te adentres en las siguientes páginas, donde

algunos personajes se preguntan sobre la paz y critican el absurdo de la

guerra. Pero, antes de comenzar el recorrido por sus ideas, creo necesario

hacer un par de aclaraciones importantes. En primer lugar, los personajes

que participan en este libro buscan presentarte algunas de las ideas que

sobre la paz se han propuesto desde la antigüedad clásica hasta media

dos del siglo xx; es decir, te ofrecen un recorrido que abarca poco más

de 2 400 años de historia. Pasemos a la segunda aclaración, creo que la

paz —al igual que todas las cosas que afectan al ser humano— debe ser

discutida y analizada desde todas las perspectivas, y que todos los hom

bres deben participar en esta discusión; por eso he incluido en el libro una

serie de autores que desde las perspectivas más variadas presentan las

opiniones que sobre la paz se han externado a lo largo del tiempo.

Así pues, sólo me resta invitarte a que te adentres en las siguientes

páginas, donde se convocan más de veinte siglos de pensamiento para

discutir un tema crucial de nuestro futuro como especie: la paz.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • INTRODUCCIÓN GENERAL

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La antigüedad

► clásicaT

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

La antigüedad clásica

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■' iy

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Las ideas

sobre la paz en la

antigüedad clásica

n las primeras páginas de Pers

pectivas de guerra civil, Hans

Magnus Enzensberger dice que

una de las principales y prime

ras invenciones de los seres hu

manos es la guerra, y que lo más probable es que "la

capacidad para concluir la paz sea una conquista

posterior". Para iniciar la guerra sólo se requieren

armas, deseos de poder, ansias de riqueza y odio;

mientras que, para lograr la paz, se necesita una vo

luntad capaz de dominar las pasiones que se han des

atado: un deseo personal que encuentre eco en una

asamblea del pueblo, en las acciones de un gobierno

o el futuro de un Estado.

La realidad de la guerra no fue desconocida para

los hombres de la antigüedad clásica. Los horrores

de la sangre, el fuego y la muerte formaban parte de

su vida, al igual que las reflexiones sobre la paz y el

pacifismo. En términos generales, las ideas sobre

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

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Page 22: Paz[1]

Democrática: que se

rige bajo un sistema

político donde los

ciudadanos eligen a sus

gobernantes.

Agora: plaza donde sereunían las asambleas

públicas en las ciudades

de la antigua Grecia.

Argumentos:

razonamientos con que

se expone un asunto o

se responde.

Mansedumbre: cualidad

de manso.

la paz durante la antigüedad clásica se dirigían hacia dos espacios in-

terrelacionados: la comunidad democrática1 y el individuo. Ambos ha

blan de un deseo y una conducta personal que encuentran eco en una

asamblea del pueblo: la guerra y la paz eran asuntos públicos que debían

debatirse y estudiarse.

Los textos que conforman esta sección son una muestra de ambos espa

cios. Para mostrar el papel que jugaba la democracia en los asuntos de la

guerra y la paz, seleccioné un discurso pronunciado por Isócrates hace poco

más o menos 2400 años ante los ciudadanos de Atenas, en un momento en

que en el agora se debatía sobre la conveniencia de emprender una acción

militar. Sus palabras, a pesar de la distancia, tienen un especial interés, una

actualidad insospechada: Isócrates llama a los atenienses a reflexionar y

dar oído a quienes no estaban de acuerdo con la guerra, a pesar de que estas

palabras no fueran del agrado de una mayoría que soñaba con la gloria y la

victoria sobre los enemigos.

Isócrates buscaba oponer la razón a la guerra y el pensamiento a los

horrores. En este sentido, sus argumentos bien podrían haber sido escucha

dos y valorados por los jóvenes que fueron atrapados por los sueños de

gloria durante todas las guerras. En efecto, las palabras pronunciadas hace

2400 años hubieran salvado la vida a millones de individuos que volunta

riamente se lanzaron a las aventuras guerreras.

Por su parte, los restantes textos que incluí en esta sección se ocupan

del individuo y la paz. En el primero de ellos —un fragmento de la Ética

nicomáquea de Aristóteles—, el gran filósofo de la antigüedad clásica ex

plora la mansedumbre como una virtud del carácter, al tiempo que realiza

una crítica a la ira y los efectos que ella provoca en las personas. A

diferencia de Isócrates, las palabras de Aristóteles no tienen un tono dra

mático, sino que —como es costumbre en las obras del Estagirita—

' A este respecto puedes ver en esta serie el volumen dedicado a la Democracia.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLASICA

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Page 23: Paz[1]

mantienen una frialdad casi absoluta con el fin de lograr que la razón se

despliegue en toda su magnificencia.

Esta sección concluye con un fragmento del tratado de Lucio Anneo

Séneca intitulado Sobre la ira. Al adentrarte en estas páginas no tarda

rás en descubrir un hecho de gran importancia para las futuras discusio

nes acerca de la paz: la ira y sus consecuencias —es decir, la guerra, la

venganza, etcétera— son atributos que los seres humanos no compar

ten con los demás animales, pues estos seres matan sin odio y sólo lo

hacen para alimentarse, mientras que los hombres asesinamos a causa

de la ira y el odio. En este sentido, Séneca propone una idea por demás

curiosa: la ira sólo puede existir entre los seres racionales, pero ella les

nubla la razón.

La propuesta de Séneca no sólo es una crítica y un análisis de la ira

que complementa los planteamientos de Aristóteles, sino que también

se muestra como una propuesta que nos anima a revisar nuestra raciona

lidad a fin de detectar en ella los factores que precipitan la ira, la violen

cia y la guerra. Es decir, a partir de sus palabras tendríamos que decidir

si mantenemos una postura que alimente la ira o renunciamos a ella en

favor del uso de la razón.2

Así pues, una vez que te he presentado a muy grandes trazos el con

tenido de esta sección, no me queda sino invitarte a que te adentres en

algunas de las reflexiones que sobre la paz se realizaron durante la anti

güedad clásica, el tiempo donde un grupo de filósofos pusieron sobre la

mesa la mayor parte de los temas que la humanidad discutiría durante

los siguientes 2400 años.

2 Aceptar el camino de la razón no sólo implica dar un voto en favor de la paz, sino que

también conlleva la necesidad de desarrollar otros valores: el respeto, la justicia, la

libertad y la democracia. Sobre estos temas puedes ver los restantes volúmenes de esta

colección, donde numerosos filósofos de distintas épocas discuten y analizan estas

cuestiones.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

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Page 24: Paz[1]

Isócrates

"'i

Filósofo y orador ateniense (436-338 a. C). Recibió una esmera

da educación y formó parte de los alumnos de Sócrates. A la

muerte de su maestro —misma que fue causada por sus opinio

nes políticas— vistió de luto y acusó a sus compatriotas de man

char los tribunales con esa acusación. Cuentan que él murió a

causa de la depresión que le provocó la victoria de Filipo en

Queronea, misma que determinaría el fin del esplendor de Ate

nas. Durante la antigüedad clásica fue considerado como uno de

los mejores oradores, a tal grado que Cicerón le consideraba como

el padre de la elocuencia.

Page 25: Paz[1]

Una oración

por la

a esperanza nos tiene alboro

tados y somos insaciables por

lo que tiene visos de utilidad.

Ni siquiera los que tienen ma

yores riquezas se contentan

con ellas, pues deseando más y más las arriesgan.

Por ello es de temer que nosotros caigamos en es

tos devaneos.

Me parece que algunos de nosotros estamos en

favor de la guerra como si no fuesen unos cualquiera

quienes la aconsejan, y actúan como si hubieran oído

de boca de un dios que sojuzgaremos y venceremos

con gran facilidad a nuestros enemigos. Los que aún

tienen juicio, conviene que no tomen en cuenta esos

consejos porque son superfiuos, sino que ejecuten

lo que resolvieron; y quienes aún desean hacer

consultas no piensen que ya saben lo que importa,

sino que valiéndose de conjeturas analicen las conse

cuencias de su decisión.

ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ

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Page 26: Paz[1]

Congregado: reunido.

Seducen: hacen caer en

un error o pecado.

Confrontan: ponen a

dos personas en

presencia una de otra

para comparar sus ideas

u opiniones.

Galeras: barco antiguo

de guerra y comercio

que se movía con velas

o con remos.

Pero, en realidad, ustedes no han hecho ninguna de estas cosas, pues

se conducen con el mayor desorden. Se han congregado como si fueran

a escoger lo más conveniente de cuanto se proponga; y, como si ya estuvieran

ciertos de lo que se hará, no quieren dar oído sino a los que hablan en la

medida de su gusto. Cuando es cosa de razón, si es que quieren descubrir

lo más conveniente para la ciudad, es necesario que escuchen con mayor

atención a quienes se oponen a sus deseos, y no a los que los aprueban. De

esta manera conocerán —entre los que aquí se presentan— a quienes les

dicen lo que desean escuchar y les seducen, porque su discurso es como

una nube que impide ver lo mejor. No se debe temer a quienes no hablan

sobre lo que ustedes no quieren escuchar, porque no podrán disuadirlos

si no hacen patente lo más útil para la ciudad.

Si esto no ocurriera, ¿cómo podrían los hombres juzgar lo pasado y

deliberar con acierto sobre el futuro, si no confrontan los discursos de los

que se contradicen, y escuchan con igualdad a unos y otros? Estoy

maravillado de cómo los ancianos no tienen memoria y cómo los jóvenes

no han escuchado que por causa de quienes nos movieron a mantener la

paz nos vino algún daño, y que por causa de quienes con ligereza se decla

raron en favor de la guerra nos han sucedido muchos y graves desastres,

de los cuales no conservamos ninguna memoria, sino que estamos dis

puestos, sin procurarpara nosotros ninguna utilidad, a armar galeras, imponer

contribuciones y ayudar o hacer la guerra al que se ofrezca, como si nos

fuese ajena la ciudad que deseamos.

La causa de todo esto es que ustedes deben cuidar de las cosas del co

mún como las suyas, y ahora no miran a la guerra de ese modo, pues

cuando deliberan sobre sus cosas, buscan a los que tienen más prudencia

para recibir consejo; pero cuando se reúnen para tratar las del público,

desconfían de esos hombres y los miran con envidia, y a los más perdidos de

cuantos suben a este lugar les aplauden y celebran, teniendo por más po

pulares a los desarreglados que a los sobrios, a los necios que a los

ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ

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Page 27: Paz[1]

La oratoria griega

Para los antiguos griegos, la oratoria era una de las principales

artes que debían dominar los ciudadanos, pues la vida política y

democrática de sus ciudades estaba vinculada con los discursos

que sobre los asuntos públicos se presentaban en el agora. Así,

quien deseara convertirse en un político influyente, debía ser un

gran orador.

Las discusiones sobre el peso que la oratoria tenía en la vida

de las ciudades griegas y el papel que jugaba dentro de la demo

cracia, fueron considerados por los grandes filósofos de aquella

época. En los Diálogos de Platón existen largos fragmentos dedi

cados a estas cuestiones; Aristóteles no sólo las abordó en su

Política, sino que también les dio un detallado tratamiento en la

Retórica, y los sofistas fungieron como maestros de este arte

para los jóvenes griegos.

Entre los grandes oradores griegos no sólo destaca Isócrates,

pues Pericles, Demóstenes y el propio Sócrates poseían grandes

virtudes en este sentido.

prudentes, y a los que se comen los caudales públicos que a los que son

liberales de su propia hacienda. Son de admirar quienes esperan que una

ciudad que se vale de tan malos consejeros pueda llegar a mejorar su

condición.

Conozco bien que ustedes se oponen a quienes tienen ideas distintas a

las suyas, y que por el hecho de vivir en democracia gozan de libertad;

ustedes prefieren a los necios y a los que no les tienen consideración, como

ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ

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Page 28: Paz[1]

Comedias: poemas

dramáticos, de

desenlace festivo.

Lisonjearlos: adularlos,

darles gusto.

Capitulaciones:

contratos o conjunto de

condiciones relativas a

un acto solemne.

ocurre en el teatro con los representantes de comedias; mientras que a los

que les hacen algún servicio, y les amonestan y corrigen, los miran con el

mismo encono como a quien ha hecho algún daño a la ciudad.

A pesar de todo esto, yo no he de apartarme de lo que me propongo.

Porque no he venido a lisonjearlos, ni a solicitar ningún empleo, sino a

hacerles presente lo que entiendo. En primer lugar, acerca de lo que los

senadores proponen, y después acerca de los demás intereses de nuestra

patria. Porque de nada serviría lo que sobre la paz se ha decretado, si en

todo lo demás no deliberásemos con acierto. Digo que nos importa hacer

la paz, no precisamente con los chíos y rodios, con los de Bizancio y Coo,

sino con todos los hombres, y guardar y cumplir los tratados; no aquellos

que ahora dictan algunos, sino los ajustados con el rey y los lacedemonios,

en que se manda que los griegos mantengan su derecho; que se quiten las

guarniciones de las ciudades ajenas y que sólo retenga la suya cada uno.

Porque no es posible escoger capitulaciones más justas para el bien de la

ciudad.

Si aquí acabara mi discurso, bien conozco que se pensaría que yo

hablaba en menoscabo de nuestra patria, pues mientras los tebanos retienen

Tespia y Platea, y todas las ciudades que en contra de los pactos se han

apoderado, nosotros deberíamos de evacuar aquellas que tenemos. Pero

si me escucharan hasta el final, prestándome atentos oídos, juzgo que

deberían reprender la necedad y locura de quienes hallan utilidad en la

injusticia y retienen por fuerza las ciudades ajenas, sin reparar en las

calamidades que con ello se originan: que todo esto es lo que procuraré

manifestarles en este discurso.

Hablemos de la paz, y veamos qué apetecemos; porque si tratamos

bien y con prudencia este punto, teniendo presente nuestro intento, con

mucho mayor tino deliberaremos acerca de todo lo demás. Así que, ¿no

nos tendríamos por bien librados si viviésemos en nuestro pueblo con

seguridad, si abundásemos de lo necesario para la vida, si tuviésemos en-

ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ

•28-

Page 29: Paz[1]

tre nosotros unión y concordia y si mereciésemos la estimación de los

demás griegos? Yo creo que logrando estas cosas nuestra ciudad volvería

a ser completamente feliz. Pues la guerra nos priva de todo lo dicho: nos

ha empobrecido, nos ha hecho padecer muchos trabajos, nos ha

desacreditado con los griegos, y por todos los caminos nos hace

miserables. Mas si pactáramos la paz y fuéramos tal y como lo previenen

los tratados, viviremos con la mayor seguridad en nuestras casas, libres

de los combates, peligros y alborotos en que nos hallamos enredados;

cada día gozaremos de mayor abundancia, aliviados de los tributos, de

las gabelas marítimas, y de las demás contribuciones para la guerra,

cultivando con gusto los campos, navegando los mares y volviendo a

entrar en todas las demás negociaciones que estaban abandonadas por

la guerra; veremos a nuestro pueblo prosperando, lleno de comerciantes,

extranjeros e inquilinos, cuando ahora por la guerra está desierto; y lo

que es más: tendremos por aliados a todos los hombres, y no por

necesidad, sino por su agrado, y ellos se comportarían con nosotros como

confederados y amigos verdaderos. Además de esto, aquello que ahora

no podemos recuperar, ni con la guerra ni con grandes gastos, fácilmente

podríamos conseguirlo por medio de una embajada.

Si cambiamos de conducta nuestros enemigos no sólo se abstendrán

de tomar lo que es nuestro, sino que también habrán de darnos algo de sus

bienes, porque reconocer el poder de nuestro pueblo puede importarles

para tener reinos más seguros. Y más cuando podemos nosotros tomar

Tracia, no sólo para estar sobrados, sino para dar a los griegos pobres, que

por su miseria vagan errantes, aquello que más necesitan.

Gabelas: tributos,

impuestos,

contribuciones.

ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ

•29-

Page 30: Paz[1]

Aristóteles

Nació en Estagira en 384 a. C; fue discípulo de la Academia de

Platón durante cerca de 20 años y al morir su maestro se dirigió a

Asia Menor. Poco tiempo después se incorporó a la corte del rey

Filipo de Macedonia donde se convirtió en preceptor de Alejan

dro Magno. En 335 a. C. regresó a Atenas y fundó el Liceo, mis

mo que se convertiría en uno de los centros de investigación y

docencia más importantes de la antigüedad clásica, pues sólo

rivalizaría con él la famosa biblioteca de Alejandría.

Las labores de Aristóteles en Atenas fueron interrumpidas por

razones políticas en el año 323 a. C: cuando el sentimiento anti-

macedonio que se apoderó de la ciudad que surgió a raíz de la

muerte de Alejandro Magno, aunado a una acusación de impie

dad, lo obligaron a abandonar la ciudad y retirarse a Calcis de

Eubea, donde pasó sus últimos años.

Page 31: Paz[1]

► La

T

mansedumbre

a mansedumbre es un término

medio con respecto de la ira. El

exceso podría llamarse irasci

bilidad, pues la pasión es la ira.

Sus causas son muchas y diver

sas. Quien se irrita por las cosas debidas y con quien

es debido, y además cómo, cuándo y por el tiempo

debido, siempre es alabado. Éste sería manso, si la

mansedumbre fuese justamente alabada; porque

quien es manso quiere estar sereno y no dejarse llevar

por la pasión, sino encolerizarse en la manera, por

los motivos y el tiempo que la razón ordene. El manso

no es vengativo, sino indulgente. El defecto, ya se

trate de una incapacidad para encolerizarse o de otra

cosa, es censurado: los que no se irritan por los mo

tivos debidos o en la manera que deben, cuando deben

o con los que deben, son tenidos por necios. Un hom

bre así no parece tener sentimientos ni padecimientos

y, al no irritarse, parece que no es capaz de defenderse,

ARISTÓTELES • LA MANSEDUMBRE

•31 •

Page 32: Paz[1]

Exceso: cantidad que se

encuentra de más.

Impulsividad: dícese del

que se deja arrebatar

por la violencia de sus

pasiones.

Coléricos: que se dejan

llevar de la ira.

Amargados: personas

que tienen sentimientos

de pena por un

desengaño, un desaire,

una muestra de

desconsideración o falta

de cariño.

Mansedumbre: calidad de

manso.

pero es servil al soportar una afrenta o permitir algo contra los suyos. El

exceso puede ocurrir con respecto a todas estas calificaciones; es decir,

con quienes no se debe, por motivos indebidos, más de lo debido y por

más tiempo de lo debido; pero no todos estos errores pertenecen a la misma

persona, pues el mal se destruye incluso a sí mismo, y cuando se presenta

en su integridad es insoportable. Así, los irascibles se encolerizan pronto

con quienes no deben, por motivos que no deben y más de lo que deben,

pero se apaciguan pronto, y esto es lo mejor que tienen. Esto les ocurre por

que no contienen su ira, porque se desquitan abiertamente a causa de su

impulsividad, y luego se aplacan. Los coléricos son excesivamente preci

pitados y se irritan contra todo y por cualquier motivo, de ahí su nombre.

Los amargados son difíciles de calmar y se irritan durante mucho tiempo,

porque contienen su coraje. Éste cesa cuando se desquitan, pues la venganza

pone fin a la ira, produciendo placer en vez de dolor. Pero si esto no ocurre,

conservan su pesadumbre, pues al no manifestarse, nadie intenta aplacarlos,

y requiere mucho tiempo digerir la cólera. Estos individuos son las perso

nas más molestas para sí mismos y sus seres más queridos. Llamamos

difíciles a los que se incomodan por motivos indebidos, y más de lo debido

o por demasiado tiempo, y no se reconcilian sin venganza o castigo.

A la mansedumbre se opone el exceso que es más frecuente (ya que el

vengarse es más humano), y los intransigentes son peores para la con

vivencia. Lo que dijimos antes también resulta claro por estas considera

ciones. No es fácil especificar cómo, con quiénes, por qué motivos y por

cuánto tiempo debemos irritarnos, ni tampoco los límites dentro de los

cuales actuamos rectamente o pecamos. Quien se desvía poco, hacia el

exceso o hacia el defecto, no es censurado, y a veces alabamos a quienes

se quedan cortos y los llamamos sosegados, y viriles a los que se irritan,

considerándolos capaces de mandar a otros. No es fácil establecer con

palabras cuánto y cómo un hombre debe desviarse para ser censurable,

pues el criterio en estas materias depende de cada caso y sensibilidad.

ARISTÓTELES • LA MANSEDUMBRE

•32-

Page 33: Paz[1]

'IStOfc

La extensa obra de Aristóteles marca el momento culminante del

pensamiento filosófico de la antigüedad clásica. Todo el saber de

su época está reunido en estos volúmenes que, al decir de algu

nos investigadores, son las notas que sus alumnos tomaron du

rante sus clases en el Liceo.

Pero la importancia de las obras de Aristóteles no se reduce a

lo antes señalado, pues se convirtieron en uno de los ejes del

pensamiento occidental durante varios siglos: en la Edad Media,

sus palabras marcaban la cúspide del pensamiento y, a partir del

Renacimiento, los intentos por refutarlo dieron fin a una concep

ción del mundo que se mantuvo por más de mil años.

El fragmento de la Ética nicomáquea —la cual debe su nom

bre a Nicómaco— que se encuentra en estas páginas es uno de

los mayores y mejores análisis que sobre la ética se realizaron

durante la antigüedad clásica, a tal grado que sus propuestas se

han discutido desde el momento de su aparición hasta nuestros

días.

Pero una cosa es clara: la disposición intermedia, de acuerdo con la cual

nos irritamos con quienes debemos, por los motivos debidos, como debemos,

es laudable, y los excesosy defectos son reprensibles; poco, si son débiles,

más si ocurren en un grado más elevado, y mucho, si en un grado muy

elevado. Es evidente que debemos mantenernos en el término medio.

ARISTÓTELES ■ LA MANSEDUMBRE

■33-

Page 34: Paz[1]

eo Séneca

Filósofo y político romano (4 a. C. - 65 d. C). Nació en la ciudad

de Córdoba y vivió en Roma. Formó parte de las cortes de Calí-

gula, Claudio y Nerón, de quien fue maestro y por cuya orden se

suicidó. Fue uno de los hombres más ricos e influyentes del im

perio romano. Lucio Anneo Séneca siguió las enseñanzas de los

filósofos estoicos, a las cuales les imprimió un sello personal,

mismo que le permitió convertir a este saber en una guía para la

vida.

Page 35: Paz[1]

\ ► Contra la ira

e pides que trate por es

crito de qué manera se

puede poner placidez y

comedimiento en la ira.

No sin razón temes más

a esta pasión que a las otras, porque es la más som

bría y desenfrenada. En efecto, las otras conservan

un resto de calma y sangre fría; pero ésta es un fre

nesí rabioso, ebrio de sangre y exterminio; que sin

atenderse más que a sí misma, con tal de saciarse en

su enemigo, se arrojan con furor sobre espadas des

nudas, ávida de venganzas que tarde o temprano lla

marán a un vengador. Por eso algunos sabios la han

definido con esta frase: locura pasajera. A más de

ser impotente para dominarse, olvida toda decencia

y desconoce los más sagrados lazos; es tenaz, encar

nizada en su objeto, sorda a los consejos de la razón,

se exalta por los motivos más vanos y es incapaz de

descubrir lo justo y lo verdadero; se parece a esas

SÉNECA ■ CONTRA LA IRA

•35-

Page 36: Paz[1]

Delirio: perturbación

mental.

Convulsa: que padece

convulsiones.

Crispadas: causar

contracción repentina en

un tejido.

Inflama: altera.

Infamias: vergüenzas

públicas.

Aniquiladas: destruidas

completamente.

ruinas que se quiebran sobre el mismo a quien aplastan. Para convencerte

de que el hombre dominado por la ira es un ser que ha perdido la razón,

observa su actitud como persona. Presenta las señales del delirio: semblante

amenazador, cejas fruncidas, aspecto feroz, andar precipitado, respiración

frecuente y convulsa, manos crispadas; así se ve el hombre iracundo. El

rostro se le inflama, sus ojos echan fuego, su sangre hierve, sus labios

tiemblan; se le aprietan los dientes, se le erizan los cabellos, respira con

trabajo, se le tuercen las articulaciones; gime, ruge, sus palabras son tré

mulas y entrecortadas; sus manos se golpean, sus pies vacilan, todo su

cuerpo está convulso: él es un espectáculo repugnante y repulsivo. Se

duda al verlo si semejante vicio es más odioso que deforme.

Las otras pasiones pueden ocultarse, alimentarse en secreto. La ira se

descubre a través de la fisonomía; cuanto más fuerte, se manifiesta con

mayor energía. Observa a los animales: sus movimientos hostiles se

anuncian por signos precursores; todos sus miembros pierden la calma de

su actitud ordinaria, se exalta la ferocidad de los más fieros. El jabalí echa

espuma y aguza el diente; el cuello de la serpiente se hincha; el toro levanta

amenazadoras sus terribles astas y sus pies hacen volar la arena; el león

espanta con su rugido sordo; el perro rabioso horroriza con su solo aspecto.

No hay animal tan malhechor y terrible que no muestre su cólera, cuando

ésta le domina, con un aumento de ferocidad. Sé que las pasiones del alma

se disimulan con dificultad: el miedo, la temeridad, la incontinencia tienen

indicios que las dejan ver, pues no hay pensamiento de los que agitan al

hombre que no se anuncie y deje traslucir por la emoción que se pinta en

el semblante. ¿Cuál es el rasgo distintivo de la ira? Que las otras pasiones

se presienten y la ira simplemente estalla.

¿Quieres conocer sus efectos destructores? Jamás hubo plaga que más

daño hiciera a la humanidad: asesinatos, envenenamientos, infamias re

cíprocas, ciudades destruidas, naciones aniquiladas, sus jefes vendidos

en subasta pública, la antorcha incendiaria llevada a las viviendas y

SÉNECA • CONTRA LA IRA

•36-

Page 37: Paz[1]

después a extramuros, propagando hasta muy lejos con sus tristes

resplandores venganzas implacables: éstas son sus obras. Busca aquellas

ciudades en otro tiempo famosas de las que nada queda: ¿quién las arrasó?

¡La ira! Mira las desiertas soledades, los espacios inmensos donde reina la

desolación: ¿quién los hizo? ¡La ira! Recuerda a los grandes personajes

cuyos nombres han llegado hasta nosotros como ejemplos de un fatal

destino: la cólera traspasa a uno en su lecho, la cólera degüella a otro

violando un banquete con la hostilidad; aquí se ve la inmolación de un

magistrado, en pleno foro, delante de las tablas de la ley; allí es un padre

que entrega su sangre al puñal de un hijo; más allá es un rey que presenta

su cuello al arma vil de un esclavo, y otro que muere clavado en una cruz.

No refiero sino catástrofes individuales; a dónde llegaría si, aparte de

estas víctimas aisladas, pudiera relatar el exterminio de asambleas enteras,

de las masas pasadas a cuchillo, de las matanzas de una soldadesca vence

dora en pueblos condenados a morir, de los pueblos exterminados por

haber desconocido la autoridad de Roma o que renunciaron a su tutela.

Que se me explique también la injusticia de este pueblo romano cuando

se irrita contra los gladiadores, cuando se cree insultado y menospreciado

por los mismos, porque no saben caer y morir con elegancia: cuando por

sus gestos, su actitud y su encarnizamiento, el mismo pueblo cambia de

espectador a verdugo.

Este sentimiento no es propiamente la ira; pero se le acerca. Es parecido

al del niño que le pega al suelo porque se resbala: se enfada a menudo sin

saber con quién, pero se enfada; sin motivo, es cierto, y sin haber reci

bido ningún mal, pero imagina que lo recibió y siente deseos de castigar.

Toma por verdaderos los golpes que se fingen, y luego lo calman lágrimas

fingidas. Así, una venganza imaginaria lleva al dolor imaginario.

Se dirá que "el hombre se irrita algunas veces, no contra gentes que le

hacen daño, sino contra quienes han de hacérselo: prueba de que la cólera

no viene sólo por la ofensa". Es verdad, el presentimiento del daño irrita;

Inmolación: sacrificio.

Magistrado: oficial civil,

revestido de autoridad

judicial o administrativa.

Foro: lugar de reunión

para opinar y discutir de

un asunto de actualidad

ante un auditorio que a

veces interviene en la

discusión.

Encarnizamiento: furia o

apasionamiento que se

pone en una lucha.

SÉNECA • CONTRA LA IRA

•37-

Page 38: Paz[1]

Inferirla: deducir una

cosa de otra por

cualquier razonamiento.

Ímpetu: violencia,precipitación.

Acometividad:

propensión a atacar.

Recato: cautela, astucia.

pero consiste en que la intención es una injuria, y meditarla es tanto como

inferirla. También se dice: "La ira no es un deseo de venganza, pues a

menudo la sienten los más débiles contra los más fuertes."

Digamos que entendemos por ira el deseo de vengarse, no la facultad

de hacerlo, pues también se desea lo que no se puede. Además, ¿existe

acaso un hombre tan humilde que no espere, con razón, poder tomar

desquite del poderoso? No hay enemigo pequeño; siempre se es bastante

poderoso para molestar. La definición de Aristóteles no dista mucho de la

nuestra, pues dice que la ira es el deseo de devolver mal por mal. Prolijo

fuera exaltar aquí los puntos en que difiere de la nuestra la definición

aristotélica. A las dos se les objeta que los animales tienen su ira, y esto sin

ser atacados, sin idea de castigar ni de causar molestia, pues los brutos no

meditan y hacen el mal sin premeditación. Pero hemos de responder que

todo animal, excepto el hombre, es ajeno a la ira pues, aunque ella es

enemiga de la razón, no se produce más que en los seres dotados de razón.

Las bestias poseen ímpetu, ferocidad, acometividad, pero no conocen la

ira, como no conocen la lujuria, aunque para ciertos placeres tengan menos

recato que el hombre. No creáis al poeta que dijo: ha perdido eljabalí su

ira, el cuervo desconfia de su carrera, de embestir al pacífico rebaño los

osos ni se acuerdan.

El poeta llama ira a la brutalidad, a la violencia del choque; pero el

bruto no sabe encolerizarse, no se enciende en ira, como tampoco sabe

perdonar: los animales mudos son ajenos a las pasiones del hombre; no

tienen sino impulsos que se les parecen.

De lo contrario, si hubiera en ellos amor, habría igualmente odio; la

amistad supondría también la enemistad, y las disensiones la concordia:

de todas estas cosas ofrecen algún indicio, pero el bien y el mal pertene

cen exclusivamente al corazón humano. Sólo al hombre se le dan la previ

sión, el discernimiento, el pensamiento; nuestras virtudes y nuestros vicios

son ajenos a los animales. Es verdad que tienen la facultad soberana que

SÉNECA • CONTRA LA IRA

•38-

Page 39: Paz[1]

podemos llamar principio motor, pero incompleta; tienen una lengua,

pero encadenada e inhábil para las variadas inflexiones de la nuestra. El

principio motor a que nos referimos, en ellos está apenas esbozado. Ven

la apariencia de las cosas que excitan sus movimientos, pero la ven con

fusa: de aquí la violencia de sus transportes y sus ataques; pero nada que

signifique aprensión, cuidado, miedo, tristeza ni cólera, de lo cual no

tienen más que apariencias. Por lo mismo su ardor decae pronto y pasa

al estado opuesto: así vemos que después de la furia o el espanto se

ponen a pacer tranquilamente, y que a los bramidos y las convulsiones

de la rabia suceden el reposo y el sueño.

He explicado lo que es la ira. Se ve que es distinta de la irascibilidad:

entre ambas existe la misma diferencia que entre la embriaguez y la

propensión a la embriaguez; entre el hombre asustado y el asustadizo. El

hombre que está iracundo en un momento dado, puede no ser irascible;

como el irascible no siempre está dominado por la ira; como el propenso

a la embriaguez no siempre está borracho. Los griegos distinguen en este

vicio diversidad de especies, dándoles diversos nombres que omitiré por

no tener nosotros sus equivalentes, aunque también decimos carácter agrio,

acerbo, arrebatado, inflamable, áspero y gritón, y que todos ellos son

variedades del mismo vicio. Añadimos malhumorado, matiz más atenuado

todavía. Hay iras que se calman dando gritos, hay otras tan frecuentes

como obstinadas; unas van a la violencia y son avaras de palabras; otras

se desvanecen en invectivas y discursos preñados de hiél, las cuales no

suelen pasar de aquí, sin llegar casi nunca a la brutalidad y quedándose en

una simple aversión. Se cuentan otras modificaciones del mismo vicio,

cuyas formas son infinitas.

He investigado qué es la ira: si es susceptible de ella otro animal que

no sea el hombre; en qué se distingue de la irascibilidad; cuáles son sus

diferentes modos y si todos los hombres son más o menos irascibles. ¿Está

la ira en la naturaleza? Vamos a verlo.

Esbozado: insinuado

como un

proyecto.

Aprensión: temor vago

y mal definido.

Acerbo: áspero al

paladar.

Invectivas: discursos o

escrtitos que contienen

una censura violenta

contra alguien.

Preñados: cargados de

lo que puede

manifestarse de manera

violenta en cualquier

momento.

Hiél: se emplea como

sinónimo de amargura o

de mala intención.

Aversión: sentimiento

que hace rechazar

cierta cosa, cierta per

sona, o apartarse

de ellas.

SÉNECA ■ CONTRA LA IRA

•39-

Page 40: Paz[1]

Ceba: ensaña.

Para aclarar la duda de si está o no en la naturaleza, sólo veamos al

hombre. El es el más manso de los seres, mientras permanece fiel a su

carácter; y ved la ira, esa pasión tan cruel. ¿Quién ama tanto a los demás

como el hombre? ¿Qué puede haber más rencoroso que quien es víctima

de la ira? El hombre está hecho para ayudar al hombre, la ira para exter

minarlo. Aquél busca la sociedad de sus semejantes, ésta el aislamiento; el

hombre quiere ser útil, la ira no quiere más que perjudicar; el hombre acude

en auxilio de los desconocidos, en tanto que la ira se ceba en los amigos

más queridos. El hombre está dispuesto a sacrificarse por el prójimo; la ira

se arrojará a un despeñadero si puede arrastrar al prójimo consigo. ¿Cabe

mayor desconocimiento de la naturaleza que atribuirle un vicio tan bárbaro

y desastroso a la más perfecta de sus criaturas? La ira, ya lo hemos dicho,

tiene sed de venganza.

Amor y paz

Ellos nunca

pasan de

moda

SÉNECA • CONTRA LA IRA

•40-

Page 41: Paz[1]

► La Edad Media

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Page 42: Paz[1]

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Page 43: Paz[1]

► Las ideas

sobre la paz en la

Edad Media

ras la caída del imperio romano

en manos de los bárbaros, la his

toria de Occidente sufrió un gran

cambio: mientras en el pasado la

unidad fue resultado de las le

giones, la ley y los dictados de Roma, en la Edad

Media la unificación fue resultado de una comu

nión en la fe: durante aquellos años, el cristianismo

tendió puentes entre los habitantes de Occidente.

El gran peso que la religión adquirió en la vida

de los hombres y los pueblos, también implicó una

serie de cambios en las ideas sobre la paz. Mientras

en la antigüedad clásica las discusiones se orienta

ban a la comunidad democrática y el individuo, en la

Edad Media se dirigieron hacia Dios. La paz de los

hombres no era más que un deseo divino o una

manera de aproximarse a la deidad que ofrecía dos

momentos para este valor: uno en la vida y otro

después de la muerte, cuando los hombres que obra-

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA EDAD MEDIA

•43-

Page 44: Paz[1]

ron de manera correcta se reunirían con su creador para contemplar la

maravilla de la paz celestial.

Con el fin de presentarte algunas de las ideas que sobre la paz se

generaron durante la Edad Media, seleccioné a dos autores de gran im

portancia: Agustín de Hipona, quien en un fragmento de la Ciudad de

Dios nos habla sobre los dos momentos de la paz a los que hacía referen

cia, y Tomás de Aquino, el cual en su Opúsculo sobre el gobierno de los

príncipes nos habla sobre cómo debería de gobernarse para garantizar la

paz entre los hombres y las naciones.

JOSÉ LUIS TRUEI3A t ARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA EDAD MEDIA

•44-

Page 45: Paz[1]

► La paz de Dios

e la misma manera como la vi

da de la carne es el alma, la

vida bienaventurada del hom

bre es Dios, de quien los libros

sagrados de los hebreos dicen

lo siguiente: "Bienaventurado es el pueblo cuyo se

ñor es Dios." Por eso se entiende que será misera

ble e infeliz el pueblo que no conoce a Dios. Sin

embargo, este pueblo también ama la paz que no

debe desechar, pues no gozará de ella porque no la

usa, porque se sirve de ella antes del fin y, sobre

todo, porque no conoce a Dios.

El miembro de los pueblos que no conoce a Dios

goza de la paz en esta vida mientras las ciudades

andan juntas y mezcladas; pero nosotros también

usamos y nos servimos de la paz que libra el pueblo

de Dios por la fe. Por eso advirtió el Apóstol a la

Iglesia que hiciese oración a Dios por sus reyes y por

los que tienen algún cargo o dignidad pública, aña-

AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS

•45-

Page 46: Paz[1]

diendo: "Para que pasemos la vida quieta y tranquila, con toda piedad y

pureza." Y el profeta Jeremías, anunciando al antiguo pueblo de Dios cómo

había de estar en cautiverio, mandándoles de parte de Dios que fuesen de

buena gana y obedientes, sirviendo también a Dios con esta conformidad

y resignación, igualmente les advirtió y exhortó a que orasen por ella,

dando inmediatamente la razón: "porque en la paz de esta ciudad gozaréis

vosotros de la vuestra"; esta paz es, a saber, la paz temporal y común a los

buenos y a los malos.

Remisión: perdón.

Repugnancia: aversión o

antipatía.

La paz que es propia de nosotros la disfrutamos en esta vida con Dios por

la fe, pero sólo la tendremos eternamente con él, y ya no la gozaremos

por la fe, ni por visión, sino claramente. En la Tierra, la paz, así la común

como la propia, es paz; de manera que es más consuelo de nuestra miseria

que gozo de la bienaventuranza. Y la mismajusticia, aunque es verdadera,

por el fin del verdadero bien a que se refiere, consta más de la remisión de

los pecados que de la perfección de las virtudes.

Es testigo de esta verdad la oración que hace toda la Ciudad de Dios,

que es peregrina en la Tierra, pues todos sus miembros claman: "Perdónanos

Señor, nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestos deudores."

Oración que no es eficaz para aquellos cuya fe sin obras es muerta, pero

que sí es eficaz para aquellos cuya fe obra y se mueve por caridad. Pues

aunque la razón esté sujeta a Dios, ella no es señora de los vicios, y por eso

los justos tienen necesidad de hacer semejante oración. Porque aunque

parezca que manda, de ningún modo manda, y es señora de los vicios sin

contraste ni repugnancia. Sin duda aparece en esto cierta flaqueza, aun al

que es valeroso y pelea bien, y aun al que es señor de tales enemigos

vencidos y rendidos; de donde viene a pecar, si no tan fácilmente por obra,

AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS

•46-

Page 47: Paz[1]

a lo menos por la palabra que ligeramente resbala, o con el pensamiento,

que sin repararlo, vuela. Por lo cual, mientras hay necesidad de mandar y

moderar a los vicios no puede haber paz íntegra ni plena, pues los vicios

que repugnan no se vencen sin peligrosa batalla; y de los vencidos no

triunfamos con paz segura, sino que todavía es indispensable reprimirlos

con solícito y cuidadoso imperio.

En estas tentaciones, pues (de todas las cuales dice brevemente la

Sagrada Escritura "que la vida del hombre está llena de peligros y ten

taciones sobre la Tierra"), ¿quién habrá que presuma que vive de manera

que no tenga necesidad de decir a Dios "perdónanos nuestras deudas",

sino algún hombre soberbio? No un hombre grande, sino algún espíritu

altivo, hinchado y presumido, a quienjustamente se opone y resiste el que

concede su divina gracia a los humildes. Por lo mismo dice la Escritura

"que Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia".

Así que, en esta vida, la justicia que puede tener cada uno es que Dios

mande al hombre que le es obediente, el alma al cuerpo y la razón a los

Agustín de Hipona

Filósofo medieval (354-430). Nació en Tagaste, de padre pagano

y madre cristiana. A pesar de haberse formado en el cristianismo

pasó un largo tiempo lejos de esta religión, hasta su conversión

en 386. Su fallecimiento ocurrió durante el sitio de Hipona por

parte de los vándalos. Fue uno de los filósofos más importantes

de la Edad Media y entre sus obras destacan: la Ciudad de Dios,

las Confesiones y sus comentarios a la Biblia.

AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS

•47-

Page 48: Paz[1]

vicios, aunque repugnen, sujetándolos o resistiéndolos; y que así le pidamos

al mismo Dios gracia meritoria y perdón de las culpas, dándole acción de

gracias por los bienes recibidos.

Pero en aquella paz final, a la que debe referirse, y por la que se debe

tener esta justicia, estando sana y curada con la inmortalidad e incorrup-

tibilidad, y ya libre de vicios la naturaleza, no habrá objeto que a ninguno

de nosotros repugne y contradiga, sea de parte de otro como de sí mismo;

ni habrá necesidad de que mande y rija la razón a los vicios, porque no los

habrá, sino que mandará Dios al hombre, y el alma al cuerpo, y allí habrá

tanta suavidad y facilidad en obedecer, cuanta felicidad en el vivir y reinar.

Esto será eterno, en todos y en cada uno, y de que es eterno se estará cierto;

por eso la paz de esta bienaventuranza, o la bienaventuranza de esta paz,

será el sumo bien.

La paz sea con nosotros

AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS

•48-

Page 49: Paz[1]

J 1►

Gobernar

para la paz

sí como es posible deducir el

modo de instituir una ciudad

o un reino de la misma ma

nera como ha sido instituido

el mundo, su gobierno se ha

de deducir por el del mundo. Pero antes se ha de

recordar que gobernar no es sino conducir los gober

nados a fin de que logren lo conveniente. Por eso

se dice que una nave es bien gobernada cuando los

marineros la saben guiar ilesa y en paz hasta el puerto.

Así como corresponde al marino llevar la nave a un

fin que está fuera de la nave, como lo es un puerto,

así al dirigente le corresponde no sólo el conservar

ileso y en paz su objeto, sino el conducirlo a su fin.

Pero si hubiera algo cuyo fin no esté fuera del objeto,

entonces tocaría al guía dirigir ese objeto hacia su per

fección. Y aunque nada hay fuera de Dios, que es su

propio fin, es necesario ordenar las cosas a su fin ex

trínseco, y que diversos elementos atiendan distintos

TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ

•49-

Page 50: Paz[1]

Timonel: marinero que

gobierna el timón.

Extrínseco: que está

fuera.

aspectos: uno tendrá como oficio el mantener ileso el objeto, otro el condu

cirlo a su perfección. Por ejemplo: en la nave de donde hemos tomado la

semejanza de gobierno, el carpintero tiene el oficio de repararla, si algo se

ha roto; en cambio el timonel tiene como fin el conducir la nave al puerto.

Así sucede en el hombre: el médico debe tener cuidado de conservar sana

la vida de los hombres; el ecónomo, proveer de lo necesario para la vida;

el docto, que se conozca la verdad; el legislador, que se viva según la ra

zón. Si el hombre no debiera ordenarse a un bien más alto, bastarían los

hombres que ejercitasen los oficios anteriores.

Pero hay un fin extrínseco al hombre mientras vive en carne mortal,

que es la paz última, que espera en el gozo de Dios después de la muerte,

como dice el apóstol: "Mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos hacia

el Señor." Por ello el cristiano, que ha logrado esa felicidad por la sangre

de Cristo y la promesa del Espíritu Santo, necesita de un cuidado espiritual

por el cual pueda llegar a la salvación y la paz eterna. Tal cuidado de los

fieles lo tienen los ministros de la Iglesia de Cristo.

Es necesario que el fin de la sociedad corresponda al de cada hombre.

Pues si el fin del hombre fuera cualquier bien que lograse en su propia

existencia, también sería el fin del gobierno de la sociedad conseguir

cualquier bien y mantenerse en él. Y así, si el último fin tanto de cada

hombre como de la sociedad fuese corporal, como el conservar la vida y

la salud, bastaría con el oficio del médico.

Si su fin fuese la abundancia de riquezas, entonces un ecónomo debería

ser el rey. Y si el fin del hombre y de la sociedad fuese el conocer la ver

dad, entonces el oficio real sería el de maestro. Mas parece que el fin de

una multitud congregada en una sociedad es vivir en paz y conforme a la

virtud, pues los hombres se reúnen para vivir bien en comunidad, lo que

no podría lograr cada uno por sí mismo. Mas la vida virtuosa es tal por la

virtud; luego parece que la vida virtuosa es la finalidad de la sociedad

humana.

TOMÁS DE AQUINO • GOBERNAR PARA LA PAZ

•50-

Page 51: Paz[1]

omás de Aquino

Filósofo medieval (1225-1274). Hijo de una familia lombarda, na

ció en las cercanías de la ciudad de Aquino. Después de realizar

sus primeros estudios en la abadía de Montecasino ingresó, a la

Universidad de Ñapóles. En 1245 se trasladó a París bajo el

magisterio de Alberto Magno donde obtuvo el título de maestro

en teología. Sus obras son uno de los momentos más acabados

del pensamiento medieval.

Un signo de tal finalidad es que todas las partes de la multitud se

comunican entre sí para poder vivir bien. Pero si sólo vivir fuera el fin

de la sociedad, entonces los animales y los esclavos serían parte de ella.

Si el fin fuese adquirir riquezas, entonces todos los comerciantes se

congregarían en el reino. Sin embargo, observamos que sólo conside

ramos miembros de una sociedad a aquellos que, bajo el mismo régimen

legal, procuran vivir bien. Pero como, según la virtud, el hombre vive

para conseguir otro fin, que es la felicidad eterna, es necesario que tal

fin también sea el de la sociedad, como lo es de cada individuo. Así, el

último fin de la sociedad no es vivir juntos conforme a la virtud, sino

vivirjuntos conforme a la virtud para lograr la paz y la felicidad definitivas.

Y si fuese posible llegar a tal fin con las fuerzas naturales, sería necesario

que atañese al oficio del rey ordenar a los hombres para alcanzarlo;

pues suponemos que al rey corresponden las más altas funciones respecto

al régimen de los hombres; pues es más sublime un régimen cuanto más

puede ordenar lo humano hacia un fin más alto. Y siempre se encuentra

Congregarían: reunirían.

TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ

•51 •

Page 52: Paz[1]

aquel a quien corresponde mandar todas las acciones que se ordenan al

fin último. Así sucede con el capitán, al que corresponde ordenar la

navegación; él ordena al constructor de la nave cómo debe fabricarla; y

el general indica al artesano cómo ha de hacer las armas. Pero la felicidad

y la paz divinas no se consiguen mediante las fuerzas humanas, sino por

la gracia divina; como dice el apóstol: "La vida eterna es gracia de Dios".

Por tanto no será oficio del hombre el conducir a tal fin, sino que éste

pertenece al gobierno divino. En consecuencia, tal régimen corresponde

al rey que no sólo es hombre sino también Dios, Jesucristo Nuestro Señor,

quien haciendo a los hombres hijos de Dios los introduce en la gloria

celestial.

Este es el reino que se le ha otorgado, que no se corromperá, por lo cual

en la Sagrada Escritura no sólo se le llama sacerdote, sino también rey,

como dice Jeremías: "Reinará como rey y será sabio"; de ahí se deriva el

sacerdocio real. Más aún, todos los fieles, en cuanto son sus miembros,

también son reyes y sacerdotes.

Por ese motivo el ministerio de este reino, distinto del reino terrenal, no

se ha encomendado a reyes de la Tierra, sino a sacerdotes, y especialmente

al Sumo Sacerdote, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, que es el Pontífice

Romano, a quien deben obedecer todos los príncipes cristianos como al

mismo Cristo Nuestro Señor. Pues, quienes tienen por oficio el ordenar

a los hombres a los fines intermedios deben obedecer a aquel a quien

toca el cuidado del último fin. Y como el sacerdocio de los gentiles y todo

el culto de los dioses se dirigía al bien común de la multitud, cuyo or

denamiento corresponde al rey, por ello era necesario que los sacerdotes

paganos estuviesen sujetos al rey. Y como en la ley antigua no eran los

dioses quienes prometían los bienes terrenos, sino el verdadero Dios quien

los ofrecía a un pueblo religioso, por ello se lee en el Antiguo Testamento

que los sacerdotes estaban sujetos a los reyes. Pero en la ley nueva da un

sacerdocio más alto, por el cual los hombres son conducidos a los bienes

TOMÁS DE AQUINO • GOBERNAR PARA LA PAZ

■52-

Page 53: Paz[1]

celestiales; por ello en la ley de Cristo los reyes están subordinados a los

sacerdotes.

De este modo, según la divina providencia, sucedió que en Roma,

donde principalmente está la sede del pueblo cristiano, poco a poco se fue

implantando la costumbre de que los gobernantes de la ciudad estuviesen

guiados por los sacerdotes. Como dice Valerio Máximo: "Nuestra ciudad

ordenó anteponer la religión a todas las cosas, aun aquéllas en que quiso

ser notable respecto al honor de la majestad. Por ello los emperadores no

dudaron de servir a los dioses, estimando que debían regir todas las cosas

humanas según fuesen formuladas, bien y de modo constante, por el poder

divino." Igualmente en Francia, como el plan de la divina providencia era

que la religión del sacerdocio cristiano prevaleciera, quiso Dios que el

país definiese su derecho según la guía de los sacerdotes paganos, a quienes

llamaban druidas, como lo refiere Julio César en su libro sobre la guerra

de las Galias.

Valerio Máximo (S. i).

Historiador latino.

Julio César (101-44 a.

C). General, historiador

y dictador romano.

TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ

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Page 54: Paz[1]

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Page 55: Paz[1]

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Renacimiento

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Page 56: Paz[1]
Page 57: Paz[1]

El descubrimiento

del hombre

y la paz

i bien es cierto que durante el

medievo se consideraba que la

paz dependía de los designios

divinos y se afirmaba que los

hombres estaban —en buena

medida— sujetos a la voluntad de su creador, duran

te el Renacimiento estas ideas tuvieron un cambio

rotundo. A partir de la Academia creada por los Mé-

dicis en el siglo xv, el hombre dejó de estar a mer

ced de Dios para convertirse en una criatura que no

sólo era libre en un sentido mucho más amplio que

el otorgado por el albedrío planteado por Agustín de

Hipona y Tomás de Aquino,' sino que también era un

ser capaz de controlar a la naturaleza.

Nacía una nueva concepción del hombre y lo hu

mano, y con ello surgían nuevas discusiones en torno

1A este respecto puedes ver en esta misma colección el volu

men dedicado al análisis de la libertad, sobre todo, la sección

que se dedica a la Edad Media.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ

•57-

Page 58: Paz[1]

a la paz. En términos generales, durante el Renacimiento se plantearon

tres posiciones distintas sobre este problema: la primera de ellas —que

bien puede estar representada por Maquiavelo— consideraba que la paz

era imposible, pues, según él, "un príncipe no debe tener otro objeto,

otro pensamiento, ni cultivar otro arte más que la guerra, el orden y la

disciplina entre los ejércitos".2

Ante esta propuesta de beligerancia absoluta, se asumieron dos posi

ciones que proponían la necesidad de la paz: una de ellas sostenía que la

guerra—al igual que las demás formas de violencia (tales serían los casos

de la ira y la venganza)— eran incorrectas en términos de moralidad y

racionalidad, y por ello debían proscribirse o, cuando menos, evitarse. Por

su parte, la segunda sostenía que el Estado debía repensarse a fin de

convertirlo en un garante de la paz.

Entre los autores que se sumaron a la primera propuesta destacan

Pico de la Mirándola, Erasmo de Rotterdam y Francis Bacon. Pico, cuya

obra marca el tránsito entre el pensamiento medieval y el renacentista,

en De la dignidad del hombre aún apela a la voluntad y los designios

divinos en favor de la paz, al tiempo que convierte a la filosofía natural

en un medio que los seres humanos pueden emplear para alcanzar ese

valor. Su propuesta, a pesar del tiempo transcurrido, aún mantiene una

gran vigencia si la reducimos a sus elementos esenciales: la paz sólo

será posible en la medida en que los hombres sean capaces de enfrentar

su racionalidad contra los instintos.

Por su parte, Erasmo de Rotterdam, en el Elogio de la locura, se sirve

de una sutil ironía para dar cuenta de la imbecilidad de aquellos que se

dedican a la guerra, pues en ella sólo participan "los bribones, los alca

huetes, los criminales, los villanos, los estúpidos y los insolventes y la

hez del género humano." Y, con esta postura, lleva a su extremo las

! Nicolás Maquiavelo, El Principe. Espasa-Calpe, México, 1981, p. 73.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ

•58-

Page 59: Paz[1]

intuiciones de Pico, pues en la guerra —al decir de Erasmo— no parti

cipan "las luminarias de la filosofía."

En uno de sus múltiples ensayos, Francis Bacon también se adhiere a

esta postura en la medida en que censura la venganza, al tiempo que

abre paso a la reflexión sobre el papel del Estado. Desde su punto de

vista, la venganza, al igual que la violencia, no sólo es reprobable en tér

minos morales y racionales, sino que también lo es en la medida en que

pone en entredicho el sistema legal: en un mundo de leyes, el ejercicio

de la venganza y la violencia carece de sentido, pues existen entidades

capaces de impartir justicia. Con esta propuesta, Bacon asume las pro

puestas de Pico y Erasmo, y les agrega un nuevo componente: el papel

del Estado como garante de la paz, con lo cual su pensamiento comien

za a dejar atrás las ideas del Renacimiento para situarse en la moderni

dad naciente, el tiempo donde la ciencia y sus leyes, y el Estado y sus

manifestaciones, se convertirán en el eje de la reflexión en el mundo

occidental. Pero las ideas de Bacon sobre el papel del Estado como ga

rante de la paz no fueron únicas, pues en la Utopía de Tomás Moro,

también se encuentra una reflexión en este sentido.

Así, una vez que se han delineado las discusiones y las propuestas

que en torno a la paz presentaron algunos autores del Renacimiento,

sólo queda dar paso a sus palabras a fin de encontrarte con el redescubri

miento del hombre y la paz.

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JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ

•59-

Page 60: Paz[1]

Filósofo italiano (1463-1494). Nació en el castillo de la Mirándola

y realizó estudios en Bolonia, Ferrara y Padua. En 1484 vivió en

Florencia, para luego mudarse a París y Roma. Desde 1488 se

estableció en las cercanías de Florencia y formó parte de la Aca

demia Florentina, misma que dio origen al Renacimiento.

Pico comenzó a llamar la atención de los intelectuales de su

época desde el momento en que dio a conocer su obra De la

dignidad del hombre, misma que se convertiría en el primer idea

rio de los pensadores del Renacimiento.

Page 61: Paz[1]

Delaidignidad

del hombre

reguntemos al justo Job, que se

lló un pacto con el Dios de la vida

antes de venir a la vida, qué es lo

que principalísimamente desea el

altísimo Dios en aquellos millo

nes que le asisten. Él responderá ciertamente que la

paz, según aquello que leemos en la Sagrada Escritu

ra: "el que hace la paz en las alturas".

Y como los imperativos de un orden supremo

los interpreta para los órdenes inferiores un orden

intermedio, que nos interprete Empédocles, el anti

guo filósofo griego, las palabras del teólogo Job.

Aquél distingue una doble naturaleza en nuestras

almas; por una de ellas somos elevados a lo celes

te; por la otra, somos empujados hacia lo bajo, lo

que él nos traduce con los nombres de discordia y

amistad, o de guerra y paz, según lo muestran sus

poemas. Y él se duele de que, zarandeado por la dis

cordia y la guerra, semejante a un loco y huyendo

PICO DE LA MIRÁNDOLA • DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

•61-

Page 62: Paz[1]

Discordia: oposición,

división.

Proceres: personajes

importantes, héroes.

Multiforme: de varias o

muchas formas.

Quebrantará: romperá

con golpes una cosa

dura.

Trifulcas: disputas,

peleas.

La llegada del filósofo bizantino Georgios Gemistos Plethon a la

corte de Cosme de Médicis, en Florencia, dio paso al surgimiento

de una institución dedicada a la investigación filosófica que sería

protegida a lo largo del tiempo por la familia Médicis.

Esta academia buscaba el desarrollo de los estudios de la obra

de Platón como una oposición al aristotelismo imperante en aque

lla época; y, para ello, reunió a algunos de los filósofos más im

portantes, entre los que destacan Pico de la Mirándola, Marisilio

Ficino y el cardenal Bessarion.

Como resultado de los trabajos de estos filósofos se concibi

una nueva dimensión para el hombre y, gracias a ello, se dio

paso a las obras y las investigaciones que determinarían el rum

bo del Renacimiento en Italia y otros países.

I

de los dioses, el hombre se ve lanzado al abismo. Entre nosotros son

varios los rostros de la discordia, graves e intestinas luchas tenemos en

casa, las cuales son más que guerras civiles; y si no queremos que las

haya, si anhelamos aquella paz que nos levante a lo alto, hasta ponernos

entre los proceres del Señor, sólo la filosofía nos contendrá y llevará paz

dentro de nosotros.

Primero la moral, pues si el hombre sólo busca una tregua con los

enemigos, enfrentará las desbocadas salidas del multiforme animal que

todos llevamos dentro y quebrantará las trifulcas, las furias y asaltos del

león de fuera. Después, si de manera más cuerda miramos por nosotros,

desearemos la seguridad de una paz duradera, la misma que estará a

PICO DE LA MIRÁNDOLA ■ DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

•62-

Page 63: Paz[1]

punto y colmará generosamente nuestros deseos. Pues, heridas de muerte

una y otra fiera, como puerca sacrificada, la carne y el espíritu sellarán

un pacto inviolable de paz santísima.

La dialéctica calmará las tropelías de una razón nutrida de incohe

rencias verbales y engaños envueltos en silogismos de un adversario

atosigante y alborotado.

Por su parte, la filosofía natural calmará las discordias de la opinión,

los desacuerdos que atormentan, dislocan y laceran el alma inquieta.

Pero de tal manera los calmará, que haremos bien en recordar una idea

de Heráclito: la naturaleza fue engendrada por la guerra y, por lo mismo,

fue apellidada lucha por Hornero.

Por esto, no es ella, la filosofía, la llamada a darnos y garantizarnos

el verdadero sosiego y la paz firme; ése es el oficio y el privilegio de la teo

logía santísima. La filosofía sólo nos muestra el camino hacia la teología

y, aunque nos acompañará como si fuera un guía, la teología—viéndonos

lejos de ella— nos dirá con una melodiosa voz: "Vengan a mí los que se

fatigan, vengan y los aliviaré; vengan a mí y les daré la paz que el mundo y

la naturaleza no pueden dar."

Tropelías: hechos

violentos y contrarios a

las leyes.

Silogismos: argumentos

que constan de tres

proposiciones.

Atosigante: que

incomoda demasiado.

Dislocan: sacan alguna

cosa de su lugar.

Laceran: lastiman,

dañan.

Heráclito (576-480 a.

C). Filósofo griego.

HOMERO (S. IX A. C).

Poeta griego.

PICO DE LA MIRÁNDOLA ■ DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

•63-

Page 64: Paz[1]

Filósofo inglés (1478-1535). Nació en Londres y realizó estudios

de derecho, latín y griego. Sus trabajos le pusieron en contacto

con los grandes humanistas de su tiempo (p.e. Erasmo, Colet y

Vives). Formó parte de la corte de Enrique VIII y fue su Lord Chan-

cellor entre 1529 y 1533. Al negarse a suscribir el acta que con

vertía a Enrique VIII en el dirigente de la Iglesia inglesa y que

marcaba la ruptura con el papado, fue declarado traidor, encar

celado y decapitado.

Page 65: Paz[1]

► La paz

en Utopía

os habitantes de esta tierra abo

minan la guerra, pues la consi

deran totalmente bestial, aunque

ningún animal la ejercita tanto

como el hombre.Adiferencia de

casi todas las naciones, piensan que nada hay menos

glorioso que la fama que se obtiene en la guerra. Y

si bien es cierto que en esta tierra los hombres y mu

jeres se ejercitan en las disciplinas militares, sólo lo

hacen para no encontrarse torpes en caso de ser ne

cesario. Nunca declaran una guerra sin necesidad,

sino para proteger sus fronteras, expulsar de los te

rritorios amigos al invasor o liberar con sus fuerzas

a los pueblos tiranizados. A veces ayudan a los ami

gos tratándose de guerras destinadas a la satisfacción

y venganza de una injuria, y no de carácter defensivo.

Así ocurre cuando, al ser consultados antes de esta

llar el conflicto, reconocen sus motivos como legíti

mos y declaran agresor al adversario, pues no quiso

TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA

■65-

Page 66: Paz[1]

Inicuas: que son

injustas.

Subditos: sometidos al

superior y obligados a

obedecerle.

Perjuicio: daño.

Vanaglorian: presumen.

dar las satisfacciones exigidas ni devolver lo usurpado. Tal es la conducta

que tienen al ser agredidos por el enemigo y son víctimas de alguna depre

dación. Sin embargo, reaccionan con mucha mayor energía cuando los co

merciantes de una nación amiga reciben en otra un trato injusto en virtud de

leyes inicuas o a consecuencia de una malintencionada interpretación

de las justas.

No proceden de igual manera con respecto a sus subditos; si en algún

país se les despoja de sus bienes, siempre que no haya habido violencia, se

limitan a abstenerse de todo trato con el causante de la ofensa, hasta no

recibir satisfacción. Y no es porque se preocupen menos de sus conciuda

danos que de sus amigos, sino porque éstos, al ser despojados de un bien

reciben un gran daño, atendido que lo que se les arrebata es de su propiedad,

mientras que tratándose de un utópico, la pérdida es para el acervo común,

pues sólo se exporta lo que sobra en el país. De donde resulta que la pérdida

es tan pequeña que ni siquiera la sienten. Por esto consideran crueldad

excesiva vengar un perjuicio que nadie nota con la muerte de muchos. No

obstante, si alguno de los suyos es injustamente herido o muerto, así sea

responsable del hecho una autoridad pública o un particular, se dan prisa a

averiguar lo ocurrido por medio de sus embajadores y declaran la guerra si

no se les da cumplida satisfacción mediante la entrega de los culpables.

En caso de obtenerla, los castigan con la muerte o la esclavitud.

Los utópicos no sólo se duelen de una victoria sangrienta sino que ésta

les produce vergüenza: les parece una locura comprar a tan alto costo

una mercancía. En cambio, ellos quedan muy satisfechos cuando sin pér

dida alguna y sólo por medio de astucia y engaños vencen a sus enemigos.

Entonces celebran el triunfo con demostraciones públicas y construyen

monumentos como si hubiesen efectuado una gran hazaña. Sólo cuando

han obtenido la victoria gracias a los recursos de su inteligencia, cosa

que ningún otro ser animal puede realizar, se vanaglorian de haber pro

cedido viril y valerosamente, pues los osos, leones, jabalíes, lobos, perros

TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA

•66-

Page 67: Paz[1]

y demás bestias no tienen más fuerza que la corporal, y aunque la mayoría

vence con su vigor y ferocidad, son superados por la inteligencia y la ra

zón. Lo único que les mueve a declarar la guerra es conseguir algo cuya

previa obtención habría evitado las hostilidades. Cuando no lo obtienen

toman tan tremenda venganza de los culpables que el terror les impide

atreverse a cometer algo semejante de nuevo.

De esta manera, después de que se declara una guerra, fijan secre

tamente, y en un mismo día, en los principales lugares del territorio enemi

go, unos carteles en los que ofrecen grandes premios a quien dé muerte al

príncipe enemigo, y otros menores, aunque también importantes, por las

cabezas de las demás personas que consideran responsables de la guerra.

Al que entrega vivo alguno de los proscritos le dan el doble de lo prometido.

Incitan con iguales premios e impunidad a los señalados en los carteles

contra los de su partido, y así consiguen que los enemigos no tarden en

tener por sospechoso a todo el mundo, sin fiarse de nadie y viviendo en per

petuo temor y recelo.

Esta costumbre de comprar y poner precio al enemigo, que en otras

partes se considera como reprobable y crimen cruel, propio de espíritus

degenerados, ellos la consideran digna de la mayor alabanza, por con

siderar prudente poner término a las guerras sin combates, y por sostener

como humano y misericordioso evitar con la muerte de unos pocos la de

muchos inocentes, en parte suyos y en parte enemigos, cuya turbamulta

les inspira casi tanta conmiseración como la de los propios conciudadanos,

por estar convencidos de que, si van a la guerra, no lo hacen por agrado,

sino arrastrados por la locura de sus príncipes.

Si este procedimiento no les proporciona éxito, siembran y alimentan

entre el adversario la semilla de la discordia, despertando en el hermano

del príncipe o en algún noble la esperanza de apoderarse del reino. Cuando

faltan las disensiones internas, soliviantan a las naciones vecinas de sus

enemigos, desenterrando alguna antigua pretensión de las que los reyes

Hostilidades: acciones y

sentimientos de

inamistad u oposición.

Reprobable: digno de

reproche.

Turbamulta: multitud

desordenada.

Conmiseración:

sentimiento de pena por

alguien que padece.

Adversario: rival.

Disensiones: divisiones y

disputas dentro de un

mismo reino o país.

TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA

•67-

Page 68: Paz[1]

Pródigamente:

con abundancia.

Atesoran: reunir y

guardar dinero.

Mercenarios: soldados

que sirven por un salario

en un ejército extranjero.

Inerme: sin armas ni

defensa.

Abstienen: impiden a sí

mismos hacer o tomar

algo o intervenir en

cierta cosa.

Muchedumbre: multitud.

nunca carecen y, al ofrecerles su ayuda para la guerra, les suministran

dinero pero pocos ciudadanos, pues tanto los aprecian, que no trocarían

uno solo de ellos por un príncipe contrario. Gastan, en cambio, pródi

gamente el oro y la plata que atesoran con este fin, convencidos de que su

vida no sería peor aunque los gastasen totalmente. Y es que, además de las

riquezas domésticas, poseen tesoros en muchas naciones con los que

contratan soldados mercenarios.

De la misma manera como se excusan por todos los medios para hacer

la guerra personalmente mientras puedan servirse de tropas mercenarias,

cuando no pueden rehuir esta obligación combaten con una intrepidez que

sólo puede compararse con la prudencia con que buscaron evitarla. La

seguridad de que en su país existe todo cuanto se precisa para vivir, les

libra de la angustiosa preocupación de pensar en los suyos, y sublima su

valor y les lleva a considerar como deshonrosa la derrota, y su pericia en

las disciplinas militares también les da mucha confianza. Si alcanzan el

triunfo no se ensañan con los caídos, prefieren apresarlos a exterminarlos.

Observan las treguas pactadas con el adversario hasta sus últimas

consecuencias, pues aunque sean provocados nunca las quebrantan. No

devastan los campos del enemigo ni queman sus cosechas; por el contrario,

procuran en lo posible que no las pisoteen los hombres ni los caballos

imaginando que crecen para su provecho. Nunca maltratan a un ser inerme,

a menos que sea un espía. Protegen las ciudades que se les entregan; se

abstienen de saquear las conquistadas, pero dan muerte a los que estor

baron su rendición y esclavizan a los restantes defensores; en cambio, no

molestan en lo más mínimo a la pacífica muchedumbre. Si se enteran de

que alguno aconsejó la capitulación le dan una parte de los bienes de los

condenados, repartiendo el sobrante entre las tropas auxiliares. Ellos, por

su parte, no toman nada del botín.

Terminada una guerra hacen pagar sus gastos, no a los amigos en cuyo

favor lucharon, sino a los vencidos, a los cuales exigen su importe, parte

TOMÁS MORO • LA PAZ EN UTOPIA

•68-

Page 69: Paz[1]

en dinero, que reservan para el caso de otra guerra semejante, y parte en

heredades. Actualmente tienen en distintas naciones rentas procedentes

de muy diversos orígenes y que ascienden a setecientos mil ducados al año.

Si algún príncipe, empuñando las armas, se lanzara sobre ellos con

ánimo de invadir sus dominios, le salen al encuentro más allá de las propias

fronteras, pues sólo por motivos muy graves pelean en su mismo territorio

y no hay causa, por grande que sea, que les obligue a admitir en su isla

auxilios extranjeros.

Ducados: moneda de

oro española antigua.

Las utopías

Tomás Moro —junto con Campanella y Bacon— es uno de los

grandes utopistas del Renacimiento. Sus obras, dedicadas a des

cribir un Estado ideal, no sólo eran grandes críticas a la situación

que guardaban los países en sus tiempos, sino que también eran

una propuesta sobre cómo podría generarse un nuevo Estado

donde la justicia y la paz fueran los rasgos distintivos.

Moro creó el término utopía (que literalmente significa en nin

guna parte) para definir el Estado ideal y óptimo que no se en

cuentra en ningún lugar de la Tierra, pero que es el modelo para

todos los estados que existen en el planeta. El Estado planteado

por este pensador se funda —a diferencia de los propuestos por

Campanella (cuya Ciudad del Sol se funda en el hermetismo) y

Bacon (cuya Nueva Atlántida se funda a partir del desarrollo de la

ciencia)— en la idea de la virtud.

TOMAS MORO ■ LA PAZ EN UTOPIA

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Page 70: Paz[1]

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Filósofo holandés (1467-1536). Nació en Rotterdam, se ordenó

sacerdote y fue maestro de Enrique de Bergen, en cuyo servicio

realizó numerosos viajes a Inglaterra, Francia, Suiza e Italia. Fue

uno de los primeros humanistas que contribuyeron al desarrollo

de las ideas renacentistas. Estuvo ligado con Tomás Moro y con

los miembros de la Academia de los Médicis, junto con los cuales

tradujo y editó una gran cantidad de obras de los autores de la

antigüedad clásica.

Sus opiniones tuvieron gran peso en su época, a tal grado que

muchos de los humanistas hablaban del erasmismo como una

de las fuentes que inspiraban su pensamiento.

Page 71: Paz[1]

► La locura

déla guerra

A

caso la guerra no es el germen

y la fuente de todos los actos

posibles? Sin embargo, ¿exis

te algo más estulto que enta

blar una lucha por no sé qué

causas, y de la cual ambas partes siempre salen más

perjudicadas que beneficiadas? Y de los que sucum

ben, por supuesto, no hay ni que hablar.

Cuando se forman en batalla las acorazadas filas

de ambos ejércitos y suenan los cuernos con su ronco

clamor, ¿de qué sirven los sabios, exhaustos por el

estudio, cuya sangre aguada y fría apenas puede

sostenerles el alma? Entonces hacen falta hombres

gruesos y vigorosos, en los que haya un máximo de

audacia y un mínimo de reflexión, a menos que se

prefiera como tipo de soldado a Demostenes quien

—siguiendo el consejo de Arquíloco— apenas miró

al enemigo arrojó el escudo y huyó, mostrándose

tan cobarde como soldado cuanto experto como

ERASMO DE ROTTERDAM • LA LOCURA DE LA GUERRA

•71 •

Page 72: Paz[1]

Estulto: bobo o tonto.

Sucumben: ejércitos

vencidos ante los

ataques del enemigo.

Demóstenes (384-322 a.

.; Político y orador

ateniense.

orador. Pero algunos dirán que el talento es de gran importancia en las

guerras. Convengo en ello en lo que se refiere al caudillo o los genera

les, y aun éstos deben tenerlo en el terreno militar y no en el filosófico.

Por lo demás, los bribones, los alcahuetes, los criminales^ los villanos,

los estúpidos y los insolventes y la hez del género humano son quienes

ejecutan tan ilustres hazañas, y no las luminarias de la filosofía.

molestes

ERASMO DE ROTTERDAM • LA LOCURA DE LA GUERRA

•72-

Page 73: Paz[1]

11

► De la venganza▲

a venganza es una suerte de

justicia salvaje que, cuanto más

crece en la naturaleza humana,

más debiera extirparla la ley. Su

primer daño no hace sino ofen

der a la ley, pero la venganza de ese daño coloca a la

ley fuera de su función. Es verdad que, al tomar ven

ganza, un hombre se iguala con su enemigo, pero si

la sobrepasa, es superior; pues perdonar es parte del

deber del príncipe; y estoy seguro que Salomón dice:

"Es glorioso para un hombre excusar una ofensa." Lo

pasado se ha ido y es irrevocable; y los hombres pru

dentes tienen demasiado que hacer con las cosas pre

sentes y venideras; por lo tanto no harían más que

burlarse de sí mismos ocupándose de asuntos pa

sados. No hay hombre que cometa un mal a cuenta

del mal mismo, sino para obtener provecho propio,

placer, honor o algo semejante; por lo tanto, ¿por

qué me voy a encolerizar con un hombre que se ama

FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA

•73-

Page 74: Paz[1]

Francis Bacon

Filósofo inglés (1561 -1626). Nació en Londres y realizó sus estu

dios en Cambridge. Tuvo importantes cargos políticos (abogado

de la corona, fiscal general y lord canciller); tras una serie de

reveses políticos fue juzgado y encarcelado por un tiempo. Algu

nos filósofos lo consideran como el último pensador renacentisa

y otros como el filósofo que inaugura la modernidad, en la medi

da de sus aportaciones al pensamiento científico.

Entre sus obras destacan el Novum organum, donde plantea

un nuevo método para la ciencia, y la Nueva Atlántida, donde

propone un Estado ideal.

Zarza: arbusto.

Anticipa: adelanta.

Taimados: astutos,

hipócritas.

Pérfidos: traidores.

más que a mí? Y si algún hombre cometiera el mal sólo por maldad natural,

no sería sino como el espino o la zarza que pinchan y arañan porque no

pueden hacer otra cosa. La clase de venganza más tolerable es la debida a

los males que no poseen una ley que los remedie; pero, dejar que un hombre

se ocupe de la venganza es como si no hubiera ninguna ley para castigar;

además, el enemigo de un hombre siempre se anticipa y con ello son dos

por uno. Algunos, cuando toman venganza, están deseosos de que la parte

contraria sepa de quién procede. Ésta es la más generosa; pues el goce pa

rece estar no tanto en cometer el daño como en hacer que la parte contraria

se arrepienta; pero los cobardes bajos y taimados son como las flechas

lanzadas en la oscuridad. Cosme, duque de Florencia, lanzó una desesperan-

zadora frase contra los amigos pérfidos y despreciables, como si esos males

fuesen imperdonables: "Leeréis que se nos mande perdonar a nuestros

FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA

•74-

Page 75: Paz[1]

amigos. " Sin embargo, el espíritu de Job era aún más adecuado: "también

recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos?"; y en la misma pro

porción respecto a los amigos. Esto es cierto, el hecho de que un hombre

proyecte vengarse, conserva abiertas sus heridas porque si no se cerrarían y

curarían. Las venganzas públicas son afortunadas en su mayoría; como

fueron las muertes de César, Perinax, Enrique III de Francia y muchas

otras más. Pero así no sucede con las venganzas privadas, pues las perso

nas vengativas llevan la vida de las brujas, quienes, como son malignas,

termi-nan sus días de manera por demás desgraciada.

Prohibido

hacer

fuego

Esto fue lo\

que dijo )UThant^/

FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA

•75-

Page 76: Paz[1]

TV , :VI

Page 77: Paz[1]

A ► La Ilustración

y el siglo

XIXw

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Page 78: Paz[1]
Page 79: Paz[1]

► Nuevas ideas

► para la paz

partir de las ideas de Descar

tes el mundo vivió una revo

lución en el pensamiento, y

las ideas sobre la paz también

sufrieron cambios significa

tivos. Algunos pensadores —como el propio Des

cartes— comenzaron a preguntarse sobre las bases

biológicas de la agresividad humana; otros —a la

manera de John Locke— pusieron en tela de juicio

las ideas que tradicionalmente se tenían sobre la paz

como la capacidad de ceder; algunos más —como

Hobbes y Montesquieu— avanzaron en las intuicio

nes de Francis Bacon y se preguntaron sobre el papel

que jugaba el Estado en la paz y, unos más, se cues

tionaron —como John Stuart Mili— sobre los nexos

que existen entre la democracia y la paz.

Lo ocurrido durante los siglos xvu, xvm y xix dio

un giro a las discusiones sobre la paz, mismo que te

presento en las siguientes páginas.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • NUEVAS IDEAS PARA LA PAZ

•79-

Page 80: Paz[1]

.1

ene Descartes

Es considerado como el padre de la filosofía moderna. Nació en

La Haya en 1596. Estudió con los jesuítas en el Colegio de La

Fleche. En 1618 se alistó en el ejército. Entre 1625 y 1628 vivió

en París, para después trasladarse a Holanda y a Suecia, donde

murió en 1650.

Entre sus principales obras se encuentran el Discurso del mé

todo, las Meditaciones metafísicas, algunos estudios científicos,

como el Tratado sobre la luz, y un libro dedicado a estudiar el

carácter del hombre: el Tratado de las pasiones.

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Page 81: Paz[1]

El hombre►

violento▲

a cólera es una especie de odio

o aversión que experimentamos

contra quienes cometen algún

mal o tratan de perjudicar no a

cualquiera, sino a nosotros mis

mos. Contiene lo mismo que la indignación, y esto le

añade el fundarse en un acto que nos afecta y por el

que sentimos deseos de vengarnos, pues este deseo

la acompaña casi siempre y se opone directamente

al agradecimiento, como la indignación al favor. Es

incomparablemente más violenta que estas tres pasio

nes, porque el deseo de rechazar las cosas perjudicia

les y vengarse es el más acuciante de todos. El deseo,

unido al amor de sí mismo, es el que proporciona a la

cólera toda la agitación de la sangre que el valor y

la audacia pueden causar; y el odio hace que sea

principalmente la sangre biliosa, que viene del bazo

y las pequeñas venas del hígado, la que recibe esta

agitación y entra en el corazón; o bien, a causa de su

RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO

■81-

Page 82: Paz[1]

abundancia y la naturaleza de la bilis con la que está mezclada, provoca

un calor más áspero y ardiente que el que puede producir el amor o la

alegría.

Bilis: sustancia de color

amarillo verdoso y sabor

amargo que segrega el

hígado.

Palidecer: perder brillo,

en sentido material o

figurado.

Compasión: sensibilidad

ante el mal que padece

alguna persona.

Por qué razones aquellos individuos a quienes la cólera hace enrojecer

son menos temibles que aquellos a quienes hace palidecer, es algo que

debemos discutir con detenimiento.

Los signos externos de esta pasión son diferentes según los diversos

temperamentos de las personas y la diversidad de las pasiones que la com

ponen o se le unen. Unos palidecen o tiemblan cuando se encolerizan y

otros enrojecen e incluso lloran. De manera ordinaria se cree que la cólera

de los que palidecen es más terrible que la de quienes enrojecen. Y la razón

de esto es que, cuando una persona sabe que no puede vengarse de otra

manera más que con gestos y palabras, se emplea todo el calor y toda la

fuerza desde el comienzo de la emoción, lo que hace que uno enrojezca;

aparte de que, a veces, el pesar y la compasión que se sienten por uno

mismo, por no poder vengarse de otra manera, es causa de que se llore.

Por el contrario, los que se reservan y se deciden por una mayor venganza,

se ponen tristes al pensar en lo que quedarán obligados por la acción que los

encoleriza; y algunas veces también sienten temor por los males que

pueden ser consecuencia de la resolución que tomaron, lo que al comienzo

les pone pálidos, fríos y tenebrosos, pero cuando llega el momento de

ejecutar su venganza, son tan ardorosos cuanto más fríos fueron al co

mienzo.

RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO

■82-

Page 83: Paz[1]

Esto nos advierte que pueden distinguirse dos clases de cólera: una rápi

da y con abundantes manifestaciones exteriores, que produce pocos efectos

y puede ser fácilmente apaciguada; otra que no se manifiesta con fuerza

al principio, pero que roe más el corazón y produce efectos más peligrosos.

Los más bondadosos y con más amor están sujetos a la primera, porque

no proviene de un odio profundo, sino de una aversión momentánea,

que los sorprende cuando, inclinándose a imaginar que todas las cosas

deben ir según el modo que consideran como el mejor, tan pronto como

ocurren de otra manera les extrañan, y por ello se esfuerzan con frecuencia

sin que la situación les afecte particularmente, ya que, por sentir mucho

afecto, se interesan por aquellos a quienes aman por sí mismos. Así,

lo que para otros sería sólo motivo de indignación es para ellos motivo de

cólera. Y como la inclinación a amar hace que tengan mucho calor y mucha

sangre en el corazón, la aversión que les domina no puede llevar a él tan

poca bilis que no produzca, inicialmente, una gran conmoción en la sangre.

Pero esta conmoción es breve, porque la fuerza de la sorpresa no continúa,

y tan pronto como se dan cuenta de que el motivo que les ha enfadado no

les debió conmover tanto, se arrepienten.

Apaciguada: puesta en

paz, quieta.

Roe: atosiga,

carcome.

Aversión: odio, asco.

Conmoción: acción y

efecto de temblar, en

sentido figurado.

La otra especie de cólera, en la que predominan el odio y la tristeza, no es

tan aparente a primera vista, pues hace que la cara se ponga pálida. Pero

su fuerza aumenta poco a poco por la agitación que un deseo ardiente de

vengarse produce en la sangre, cuando, estando mezclada con la bilis que

es impulsada hacia el corazón desde la parte inferior del hígado y el bazo,

RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO

•83-

Page 84: Paz[1]

produce un calor áspero y picante. Y así como las almas más generosas son

las más agradecidas, del mismo modo las más orgullosas y más bajas y

débiles son las que más se dejan llevar por esta clase de cólera; pues las

injurias les parecen más grandes cuanto mayor es su orgullo; y también

cuanto más estiman los bienes de que se privan, que aprecian tanto más

mientras más baja y débil es el alma, a causa de que dependen de otro.

Injurias: ofensas.

Turbando: alterando la

capacidad de razonar.

Por lo demás, aunque la cólera sea útil al darnos fuerza para rechazar las

injurias, no hay ninguna pasión cuyos excesos se deban evitar con mayor

cuidado, porque turbando el juicio, hace que frecuentemente se cometan

faltas de las que después hay que arrepentirse, e incluso porque a veces

impiden rechazar estas injurias tan bien como se haría si se estuviese menos

conmovido. Pero, como no hay nada que la haga tan excesiva como el

orgullo, creo que la generosidad es el mejor remedio que puede encontrarse

contra sus excesos; porque, haciendo que se estimen en poco todos los

bienes de que uno puede ser privado, y que se estime mucho la libertad y

el absoluto dominio de sí mismo, que cesa de tenerse cuando somos

ofendidos por cualquiera, la generosidad hace que sólo se sienta desprecio

por las injurias con las que otros acostumbran ofender.

RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO

•84-

Page 85: Paz[1]

A

Si la paz

fuera posible

A

i por amor a la paz las personas

prudentes y virtuosas abando

naran y concedieran de manera

tranquila todas las cosas a quie

nes quisieran hacerles violencia,

¡qué clase de paz reinaría en el mundo! ¡Qué clase

de paz sería, pues únicamente consistiría en la violencia

y en la rapiña, y no podría ser mantenida más que a

costa de la ventaja de los ladrones y los que se com

placen en la opresión! Esta paz que habría entre los

grandes y los pequeños, entre los poderosos y los dé

biles, sería semejante a la que se pretendería establecer

entre lobos y corderos, cuando los corderos se dejasen

devorar pacíficamente por los lobos. O, si se quiere,

consideremos la caverna de Polifemo como un modelo

perfecto de semejante paz. Este gobierno, al que

Ulises y sus compañeros se encontraban sometidos,

era el más agradable del mundo; ellos no tenían otra

cosa que hacer sino aguantar con sosiego que los de-

JOHN LOCKE • SI LA PAZ FUERA POSIBLE

•85-

Page 86: Paz[1]

John Locke

Nació en 1632 en Inglaterra. Estudio en el Christ College de

ford, donde fue nombrado lector de griego. Se interesó en la filoso

fía moderna y las ciencias; al igual que Thomas Hobbes fue un

estudioso de la obra de Descartes. En 1655 ingresó al servicio

diplomático y, como resultado de ello, viajó a París donde entró en

contacto con importantes pensadores.Tras su regreso a Inglaterra

se vio envuelto en una serie de problemas políticos, mismos que lo

obligaron a abandonar el país y exiliarse en Holanda. Retornó a

Inglaterra en 1688 y ocupó numerosos puestos públicos.

Su obra se ocupó —además de cuestiones estrictamente cien

tíficas y filosóficas— de una serie de problemas sociales, políti

cos, educativos, religiosos y económicos, y es considerada como

una de las más importantes en la historia.

Poufemo: el más célebre

de los Cíclopes, hijo de

Poseidón.

Ulises: uno de los

principales héroes del

sitio de Troya, donde se

señaló, sobre todo, por

su prudencia y su

astucia.

Sosiego: estado de la

persona quieta

y tranquila.

vorase. ¿Y quién duda que Ulises, que era un personaje tan prudente, no

predicase entonces la obediencia pasiva y no exhortara a una sumisión

completa, diciendo a sus compañeros cuan importante y necesaria es la

paz entre los hombres y haciéndoles ver los inconvenientes que podrían

sobrevenir si intentaban resistir a Polifemo, que los tenía en su poder?

JOHN LOCKE • SI LA PAZ FUERA POSIBLE

•86-

Page 87: Paz[1]

Las▲

naciones

y la paz

e dice que un Estado se ha insti

tuido cuando una multitud con

viene y pacta, cada uno con cada

uno, que a un cierto hombre o

asamblea se le otorgará, por ma

yoría, el derecho de representar a la persona de todos

(es decir, ser su representante). Cada uno de ellos,

tanto los que han votado en pro como los que han

votado en contra, debe autorizar todas las acciones

y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo

mismo que si fueran suyos, a fin de vivir apacible

mente entre sí y ser protegidos contra otros hombres.

Es inherente a la soberanía el derecho de hacer

la guerra y la paz con otras naciones y estados; es

decir, de juzgar cuándo es para el bien público, y qué

cantidad de fuerzas deben ser reunidas, armadas y

pagadas para ese fin, y cuánto dinero se ha de recau

dar de los subditos para sufragar los gastos con

siguientes. Porque el poder mediante el cual tiene

THOMAS HOBBES ■ LAS NACIONES Y LA PAZ

■87-

Page 88: Paz[1]

Thomas Hobbes

Nació en 1588 en Inglaterra. Estudió en Oxford y realizó una serie

de viajes a Francia e Italia, durante los cuales trabó amistad con

algunas de las grandes figuras intelectuales de la época: tal fue el

caso de Galileo. Durante su estancia en París comenzó su activi

dad filosófica, mantuvo una polémica con Descartes y escribió su

obra más importante: Leviathan, que sería publicada en Londes

en 1651. Cuando regresó a Inglaterra se estableció en Devonshire

y recibió una pensión de Carlos II, lo cual le permitió dedicarse de

tiempo completo a sus investigaciones y polémicas científicas hasta

su muerte, ocurrida en 1679.

Inherente: se dice, con

respecto a una cosa, de

otra que está en ella o

va junto con ella como

propia e inseparable.

Milicias: nombre de

ciertos cuerpos militares

formados por

ciudadanos.

que ser defendido el pueblo, consiste en sus ejércitos, y la potencialidad

de un ejército radica en la unión de sus fuerzas bajo un mando; mando que

a su vez compete al soberano, porque el mando de las milicias sin otra

institución hace soberano a quien lo detenta. Por consiguiente, aunque al

guien sea designado general de un ejército, quien tiene el poder soberano

es siempre el generalísimo.

Puede objetarse que la condición de los subditos es muy miserable,

puesto que están sujetos a los caprichos y otras irregulares pasiones de

aquel o aquellos cuyas manos tienen tan ilimitado poder. Por lo común

quienes viven sometidos a un monarca piensan que éste es un defecto de

la monarquía, y los que viven bajo un gobierno democrático o de otra

asamblea soberana, atribuyen todos los inconvenientes a esa forma de

gobierno. En realidad, el poder, en todas sus formas, si es bastante per

fecto para protegerlos, es el mismo. Considérese que la condición del

THOMAS HOBBES • LAS NACIONES Y LA PAZ

■88-

Page 89: Paz[1]

hombre nunca puede verse libre de una u otra incomodidad, y que lo

más grande que puede suceder al pueblo en general, apenas es visible si se

compara con las miserias y horribles calamidades que acompañan a una

guerra sin sujeción a leyes y un poder coercitivo que trabe sus manos,

apartándoles de la rapiña y la venganza. Considérese que la mayor cons

trucción de los gobernantes soberanos no procede del deleite o del dere

cho que pueden esperar del daño o de la debilidad de sus subditos, en cuyo

vigor consiste su gloria y fortaleza, sino en su obstinación misma, que

contribuyendo involuntariamente a la propia defensa hace necesario para

los gobernantes obtener de sus subditos cuanto le es necesario en cual

quier ocasión emergente o repentina, para resistir o adquirir ventaja con

respecto a sus enemigos.

Todos los hombres están por naturaleza provistos de bienes a través

de los cuales cualquier contribución aparece como agravio; están des

provistos de los lentes de la moral y la ciencia civil para ver las miserias

que penden sobre ellos y que no pueden ser evitadas sin sus aportaciones.

Calamidades: desgracias

generales.

Sujeción: control,

sometimiento.

Coercitivo: que reprime

o restringe.

Trabe: impida el

desarrollo de una cosa

o que alguien

se desenvuelva

libremente.

¿Jugamos

a las guerritas

de lodo?

THOMAS HOBBES ■ LAS NACIONES Y LA PAZ

•89-

Page 90: Paz[1]

Charles de Secondat, barón de Montesquieu, nació en Francia

en 1689. Realizó una serie de viajes a Italia, los Países Bajos e

Inglaterra; en este último lugar concibió sus ideas políticas, histó

ricas y jurídicas, cuya expresión se encuentra en una de sus obras:

Del espíritu de las leyes.

A pesar de que Montesquieu se inclinaba en favor de la monar

quía como el mejor de los gobiernos posibles, pues suponía que la

democracia sólo era viable en las naciones pequeñas, sus plantea

mientos acerca de la estructura y la división del poder tuvieron y

tienen gran influencia en el pensamiento político y, de alguna ma

nera, inauguraron la discusión sobre la democracia entre los

enciclopedistas franceses contribuyendo a la estructuración de

la república que nació como resultado de la revolución de 1789.

Page 91: Paz[1]

J1 ►

A

Paz

y guerra

A

i una nación es de tamaño pe

queño, será destruida por la fuer

za; si es grande la destruirá un

vicio interno. Este doble inconve

niente afecta lo mismo a las de

mocracias que las aristocracias, pues sean buenas o

malas, no hay forma de remediarlo.

Parece que los hombres que se han visto obligados

a vivir gobernados por una sola persona, no han imagi

nado una constitución que tiene las ventajas interiores

de la república y la fuerza exterior de la monarquía.

Hablo de la república federal. Esta forma de gobierno

es una convención, mediante la cual diversas entida

des políticas forman parte de un Estado más grande,

conservando cada una su personalidad. Es una so

ciedad de sociedades, que puede engrandecerse con

nuevos asociados hasta constituir una potencia ca

paz de garantizar la seguridad de todos los que se

hayan unido.

MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA

•91-

Page 92: Paz[1]

Democracias: si quieres

conocer algunas de las

ideas de Montesquieu

sobre este tema puedes

ver el volumen de esta

serie dedicado a la

Democracia.

Poder legislativo: poder

encargado de promulgar

las leyes.

Poder ejecutivo: poder

encargado de ejecutar lo

marcado por las leyes.

Usurpador: el que se

apodera, valiéndose de

procedimientos injustos,

de la autoridad

soberana.

Sucumbiera: rindiera,

muriera.

Disolviendo: anulando un

contrato que liga a dos o

más personas.

Las asociaciones de ciudades eran en otros tiempos más necesarias que

hoy. Una ciudad sin fuerza corría grandes peligros. Si era conquistada, no

sólo perdía los poderes legislativo y ejecutivo, como sucede ahora, sino

todo lo que es propiedad del hombre. La república federativa es capaz de

resistir a una fuerza exterior y mantenerse en toda su integridad sin que se

corrompa interiormente. No hay inconveniente que no evite la federación.

Un usurpador no podría serlo en todos los estados, no sería igualmente

popular en todos, el prestigio y la fuerza que alcanzara en uno alarmaría a

los demás; si lograba subyugar a una parte, las otras se resistirían con

fuerzas independientes de las sometidas, haciendo fracasar cualquier intento

sin que hubiera llegado a consumarse.

Cuando ocurra en uno de los estados alguna sedición que el mismo

Estado no pueda apagar con sus propios medios, recibirá el auxilio de los

otros estados federados. Si alguno de ellos se desmoraliza introduciendo

abusos, lo corregirán los otros. El Estado federal no puede perecer; aunque

sucumbiera alguna de sus partes, quedarían las otras. Aun disolviendo la

federación, cada uno de los federados seguirá siendo un Estado soberano.

Compuesto de pequeñas repúblicas, la confederación goza de todo lo

bueno que hay en cada una en lo referente a su gobierno interior y, respecto

a lo exterior, la fuerza de la asociación le ofrece las ventajas de las grandes

monarquías. La constitución federativa se ha de componer de estados de

igual naturaleza, y mejor de estados republicanos.

El espíritu de la monarquía es la guerra y el engrandecimiento; el espíritu

de la república es la paz y la moderación. Estos gobiernos heterogéneos

sólo de una manera forzada pueden entrar y subsistir en una federación.

Así como las repúblicas proveen su seguridad uniéndose, los estados

despóticos lo hacen separándose, aislándose, por así decirlo. Sacrifican

una parte del país, abandonan el territorio fronterizo dejándolo desierto, y

de este modo el cuerpo del imperio se hace inaccesible. Está admitido en

geometría que, cuanto más extensos sean los cuerpos, más pequeña es su

MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA

•92-

Page 93: Paz[1]

circunferencia relativa. Así, la práctica de devastar las fronteras es más

tolerable en los grandes estados que en los medianos. Con esa devastación,

el Estado se hace a sí mismo todo el daño que pudiera hacerle un cruel

enemigo; mas no será el enemigo quien se lo haga.

La monarquía no se devora a sí misma como el Estado despótico; pero

su territorio puede ser invadido. Por eso, tiene plazas fuertes en las líneas

fronterizas y ejércitos para defender las plazas. El terreno más pequeño

se disputa con arte y tesón. Los estados despóticos se invaden unos a otros;

solamente las monarquías hacen la guerra.

Las plazas fuertes pertenecen a las monarquías; los estados despóticos

temen tenerlas. No se atreven a confiárselas a nadie, porque, donde impera

el despotismo, nadie ama al príncipe ni al Estado.

Para que un Estado sea fuerte, lo primero que se necesita es que las

distancias estén en proporción con la rapidez que exija la ejecución de

cualquier plan, y con la prontitud indispensable para estorbar cualquier

empresa enemiga. Como un ataque puede venir por diferentes lados, la

defensa exige que a todos lados pueda acudirse a tiempo. Esto quiere

decir que no conviene que la extensión del Estado sea mucha, sino que

esté en relación con la rapidez que permite la naturaleza a los hombres

transportarse de un lugar a otro.

El verdadero poder de un príncipe soberano, consiste menos en la

facilidad de conquistar que en las dificultades que pueda oponer a quien

le ataque. El engrandecimiento de los estados aumenta sus puntos débiles.

Si los monarcas deben ir con tiento para aumentar sus dominios, también

deben ser prudentes a fin de limitarlos. Para quitar los inconvenientes de

la pequenez, es necesario no apartar los ojos de los inconvenientes de la

magnitud.

La fuerza ofensiva se encuentra regulada por el derecho de gentes, que

es la ley política de las naciones al ser consideradas las relaciones que ten

gan entre sí.

Devastación: acción de

devastar o asolar una

comarca; destrucción.

Prontitud: rapidez en

hacer algo; viveza de

ingenio, de imaginación.

Ofensiva: acto o poder

de atacar al enemigo.

MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA

•93-

Page 94: Paz[1]

Estricta: estrecha,

rigurosa.

Amoldan: ajustan la

conducta a una pauta

determinada.

Arbitrarios: actos

contrarios a la justicia o

las leyes.

La vida de los estados es como la de los hombres: éstos tienen el dere

cho de matar en los casos de defensa propia, y aquéllos lo tienen de gue

rrear por su conservación. En los casos de defensa propia, tengo el derecho

natural de dar muerte porque mi vida es mía, como la vida del que me

ataca es suya; lo mismo hace la guerra un Estado porque es justa su

conservación como es legítima toda defensa.

Entre los ciudadanos, el derecho de defensa natural no trae consigo el

derecho al ataque. En vez de atacar, deben y pueden recurrir a los tribunales;

no pueden, por consiguiente, ejercer por sí el derecho de defensa, fuera de

los casos momentáneos en que se vería perdido quien esperase el auxilio

de las leyes. Pero en las colectividades, el derecho de defensa trae consi

go muchas veces la necesidad de atacar; por ejemplo, cuando un pueblo

advierte que una larga paz pone a otro en condiciones de ser destruido, y

se anticipa atacándole para impedir aquella destrucción. De aquí se sigue

que las naciones pequeñas tienen, más a menudo que las grandes, el derecho

de emprender la guerra, porque sienten con más frecuencia el temor de ser

acometidas y destruidas.

El derecho de guerra se deriva de la necesidad y la justicia estricta. Si

los que dirigen la conciencia y determinaciones de los príncipes no se

amoldan a ella, todo está perdido. Y si los príncipes o sus consejeros en

lugar de atenerse a la justicia rígida se guían por principios arbitrarios de

gloria, parecer y utilidad, arroyos de sangre inundarán la Tierra.

Sobre todo, que no se hable de la gloria del príncipe: su gloria no sería

más que orgullo; una pasión y no un derecho. Es verdad que la fama de su

poder tal vez aumentaría las fuerzas de su Estado; pero también la fama de

su justicia las aumentaría.

Del derecho de la guerra se deriva el derecho de conquista, que es su

consecuencia; el espíritu de ambos es, por consiguiente, el mismo.

Cuando un pueblo es conquistado, el derecho que tiene el conquistador

con relación al primero debe sujetarse a varias clases de leyes: la ley de la

MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA

•94-

Page 95: Paz[1]

naturaleza, por la cual todo tiende a la conservación de las especies; la ley

de la luz natural, que nos lleva a no hacer a los demás lo que no querríamos

que se nos hiciera; la ley que forma las sociedades políticas a cuya duración

no ha marcado límites la naturaleza; por último, la ley resultante de la

cosa misma. La conquista es una adquisición; el espíritu de adquisición

lleva consigo el de uso y conservación, no el de destrucción.

Adquisición: compra,

apropiarse, adueñarse

de algo.

MONTESQUIEU • PA? Y GUERRA

•95-

Page 96: Paz[1]

,

Nació en Kóningsberg en 1724, donde permaneció hasta su muer

te ocurrida en 1804. Entre 1732 y 1740 fue alumno del Colegium

Fredericianum; en 1740 ingresó a la universidad donde, además

de la filosofía, se interesó en las ciencias naturales. A partir de

1775 —año en el que recibió su título universitario— comenzó

sus labores como docente universitario. En 1794 se vio amena

zado con recibir graves sanciones en caso de que prosiguiera

con su labor de desfigurar y menospreciar las ideas de la Biblia.

Asimismo, Kant fue considerado como alguien peligroso por su

gran simpatía hacia las ideas democráticas de la revolución fran

cesa y la independencia estadounidense.

Page 97: Paz[1]

La paz

perpetua

uede dejarse de lado si este satí

rico enunciado, la paz perpetua,

escrito en el rótulo de una posada

holandesa en el que se había di

bujado un cementerio, interesa

a los hombres o a los jefes de Estado que nunca están

hartos de la guerra, o exclusivamente a los filósofos

que desean ese dulce sueño. Ante este hecho, el autor

de este ensayo pone como condición lo siguiente:

que el político práctico sea consecuente, en caso de

conflicto con el teórico, y no pretenda ver peligro

alguno para el Estado en mis opiniones sobre las

leyes que llevarán a las naciones a una paz perpetua.

Sección primera

Que contiene los artículos preliminares para la

pazperpetua entre los estados

1. No puede considerarse como válido ningún tra

tado de paz que se haya celebrado con la reserva

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

•97-

Page 98: Paz[1]

Armisticio: suspensión

de una guerra, por

acuerdo de los

combatientes, sin

carácter definitivo.

Hostilidades: acciones y

sentimientos de

inamistad

o de oposición.

Pleonasmo: repetición de

palabras de igual

sentido.

Pretensiones: empeños

en conseguir algo.

Patrimonio: lo que se

posee y hereda.

Injertarlo: unirlo,

agregarlo.

secreta de alguna causa de guerra en elfuturo. En ese caso, se trataría de

un simple armisticio, de un aplazamiento de las hostilidades, no de la paz,

que significa el fin de las hostilidades. La añadidura del calificativo eterna

es un sospechoso pleonasmo. Las causas para una guerra en el futuro,

quizá ahora desconocidas para los negociadores, se destruyen por el trata

do de paz. La reserva sobre viejas pretensiones a las que, por el momento,

ninguna de las partes hace mención porque están demasiado agotadas para

proseguir la guerra, con la perversa intención de aprovechar la primera

oportunidad para este fin, no corresponden con la dignidad de los gober

nantes y tampoco con la de un ministro.

2. Ningún Estado independiente podrá ser adquirido por otro mediante

herencia, permuta, compra o donación. Un Estado no es un patrimonio,

es una sociedad de hombres sobre la que nadie más que ella misma tiene

que mandar y disponer. Injertarlo en otro Estado significa eliminar su

existencia como persona moral y convertirlo en una cosa, contradiciendo

la idea del contrato originario sin el que no puede pensarse ningún derecho

sobre un pueblo. Todos conocen a qué peligros condujo a Europa este

prejuicio sobre el modo de adquisición, pues las otras partes del mundo no

lo han conocido nunca. Este modo de adquisición es un nuevo instrumento

para aumentar la potencia sin gastos de fuerzas, mediante pactos de fa

milia, y sirve para ampliar las posesiones territoriales. También hay que

contar el alquiler de tropas a otro Estado contra un enemigo no común,

pues en este caso se usa y abusa de los subditos, como si fueran objetos.

3. Con el tiempo, los ejércitospermanentes deben desaparecer totalmente.

Ellos suponen una amenaza de guerra para otros estados pues siempre

parecen preparados para ella. Estos estados se estimulan mutuamente a

superarse y, al resultar más opresiva la paz que una guerra corta, por los

gastos generados por el armamento, ellos mismos se convierten en causa

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

•98-

Page 99: Paz[1]

Kiant y la paz

El tiempo de Kant estuvo marcado por terribles guerras y el naci

miento de las primeras democracias modernas. Como resultado

de estos hechos, el escribió un breve ensayo —del que en estas

páginas se encuentra un fragmento— dedicado a proponer una

serie de leyes cuyo fin era lograr una paz perpetua. Sin duda

muchas de las ideas aquí planteadas se encuentran vinculadas

con la idea de la federación presentada por Montesquieu en su

libro Del espíritu de las leyes, del cual incluimos un fragmento en

páginas anteriores.

de guerras ofensivas, a fin de liberarse de esta carga. Añádase a lo anterior

que ser tomados a cambio de dinero para matar o ser muertos implica un

abuso de los hombres al convertirlos en máquinas en manos del Estado;

este uso no armoniza con el derecho de la humanidad en nuestra propia

persona. Algo muy distinto es defenderse y defender a la patria de los ata

ques del exterior con prácticas militares voluntarias realizadas periódica

mente. Lo mismo ocurriría con la formación de un tesoro, pues al ser

considerado por los otros estados como una amenaza de guerra, les obli

garía a un ataque si no se opusiera a la dificultad de calcular su magnitud,

porque de los tres poderes —el militar, el de alianzas y el del dinero—,

este último podría ser el medio más seguro para la guerra.

4. No debe emitirse deuda pública para los asuntos de política exterior.

Esta fuente de financiamiento no es sospechosa para buscar el fomento

de la economía; pero un sistema de crédito, como instrumento en manos

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

•99-

Page 100: Paz[1]

Bancarrota: quiebra.

Estratagemas: ardides,

tretas.

de las potencias para sus relaciones recíprocas, puede crecer indefinidamente

y desemboca en un poder para exigir las deudas garantizadas. Es decir, es

un tesoro para la guerra que supera a los tesoros de los demás estados en

conjunto y que sólo puede agotarse por la caída de los precios. Esta facilidad

para hacer la guerra unida a la tendencia de los detentadores del poder,

que parece estar inscrita en la naturaleza humana, es un obstáculo para la

paz perpetua; para prohibirla debe existir un artículo preliminar, porque al

final la inevitable bancarrota del Estado implicará una lesión pública. En

ese caso, otros estados tienen derecho a aliarse contra el primer Estado y

sus pretensiones.

5. Ningún Estado debe inmiscuirsepor medio de lafuerza en la constitu

ción y gobierno de los otros. ¿Qué le daría derecho a ello?, ¿quizá el

escándalo de los subditos de otro Estado? Pero este escándalo más bien

puede servir de advertencia, al mostrar la desgracia de un pueblo por vivir

sin leyes; además, el mal ejemplo que una persona libre da a otra no es

ninguna lesión. Sin embargo, no resulta aplicable al caso en que un Estado

se divida en dos partes a consecuencia de disensiones internas y cada una

de las partes represente un Estado particular con la pretensión de ser el

todo; que un tercer Estado preste entonces ayuda a una de las partes no

podría ser considerado como injerencia en la constitución de otro Estado,

pues únicamente existe anarquía. Pero mientras esta lucha interna no se

haya decidido, la injerencia extranjera sería una violación de los derechos

de un pueblo independiente que combate una enfermedad interna; sería

un escándalo que pondría en peligro la autonomía de los estados.

6. Ningún Estado en guerra debe permitirse hostilidades que hagan

imposible la confianza en la paz futura, como el empleo de asesinos,

envenenadores, el quebrantamiento de capitulaciones, la inducción a la

traición, etcétera. Estas estratagemas son deshonrosas. Pues en la guerra

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

■100-

Page 101: Paz[1]

debe existir alguna confianza en la mentalidad del enemigo, de lo contrario

nunca se podría acordar la paz y las hostilidades se desviarían hacia una

guerra de exterminio. La guerra es el medio tristemente necesario en el

estado de naturaleza para afirmar el derecho por la fuerza; en la guerra

ninguna de las dos partes puede ser declarada enemigo injusto sino que el

resultado entre ambas partes decide de qué lado está el derecho. No puede

concebirse, por el contrario, una guerra de castigo entre estados, pues

entre ellos no se da la relación de un superior a un inferior. De todo esto se

sigue que una guerra de exterminio, en la que puede producirse la desa

parición de ambas partes y de todo el derecho, sólo se posibilitaría la paz

perpetua como un gran cementerio y, por consiguiente, no puede permitirse

una guerra semejante ni los medios que conducen a ella. De los medios

que conducen a las guerras de exterminio se desprende que cuando se

utilizan esas artes infernales, no se mantienen por mucho tiempo dentro

de los límites de la guerra sino que se trasladan a la situación de paz,

como ocurre, por ejemplo, en el empleo de espías en donde se aprovecha

la indignidad de otros, y se destruye por la voluntad de paz.

Sección segunda

Que contiene los artículos definitivos para la pazperpetua

El estado de paz entre hombres no es natural, el suyo es más bien un es

tado de guerra: un estado en el que, si bien las hostilidades no se han

declarado, sí existe una constante amenaza. El estado de paz debe ser

instaurado, pues la omisión de hostilidades no es garantía de paz y si un

vecino no da seguridad a otro, cada uno puede considerar como enemigo

a quien le exigía esta seguridad.

Primer artículo definitivo para la paz perpetua: La constitución de todo

Estado debe ser republicana. La constitución republicana se establece de

Exterminio: acción de

destruir totalmente.

Concebirse: formarse

idea de una cosa.

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

•101-

Page 102: Paz[1]

Libertad e igualdad: si te

ineresan estos valores

puedes ver los

volúmenes de esta serie

dedicados a su análisis.

Subyace: la que está

debajo de algo, a veces

oculta.

conformidad con los siguientes principios: la libertad de los miembros de

una sociedad, la dependencia de todos respecto a una única legislación y

la igualdad de todos los subditos. Ella es la única que deriva de la idea del

contrato originario y sobre la que deben fundarse todas las normasjurídicas

de un pueblo. La constitución republicana es la que subyace a todos los

tipos de constitución civil. Es necesario preguntarse, si ella es también la

única que puede conducir a la paz perpetua.

La constitución republicana tiene puesta la vista en la paz perpetua. Si

es preciso el consentimiento de los ciudadanos para decidir si debe haber

guerra o no, nada es más natural que se piense mucho el comenzar este

juego maligno, puesto que ellos tendrían que decidir los sufrimientos de la

guerra. Por el contrario, en una constitución en la que el subdito no es

ciudadano, la guerra es la cosa más sencilla del mundo, porque el jefe del

Estado no es un miembro del Estado sino su propietario, la guerra no le

hace perder lo más mínimo y puede, por tanto, decidirla como un juego.

Segundo artículo definitivo para la paz perpetua: El derecho de gentes

debefundarse en unafederación de estados libres. Los pueblos pueden

considerarse como individuos, que en su estado de naturaleza se perjudican

unos a otros y que, en aras de seguridad, pueden y deben exigir del otro que

entre con él en una constitución similar a la constitución civil, en la que se

pueda garantizar a cada uno su derecho.

Tercer artículo definitivo para la paz perpetua: El derecho cosmopolita

debe limitarse a las condiciones de la hospitalidad universal. Esto significa

el derecho de un extranjero a no ser tratado hostilmente por el simple

hecho de haber llegado al territorio de otro. El país puede rechazar al

extranjero, pero mientras éste se comporte amistosamente el otro no pue

de combatir. No hay ningún derecho de huésped en el que pueda basarse

esta exigencia sino un derecho de visita.

I. KANT • LA PAZ PERPETUA

•102-

Page 103: Paz[1]

El beneficio

déla comunidad

na condición inherente a

los asuntos humanos es

que, por más sincera que

sea la intención de prote

ger los intereses de los de

más, esto no puede ser seguro ni saludable, sobre

todo si entraña el hecho de atar las manos de los de

más. Aún más cierto es el hecho de que sólo median

te el propio esfuerzo puede lograrse un mejoramiento

positivo y durable de las circunstancias de la vida. A

través de la influencia conjunta de estos principios,

las comunidades libres han estado más exentas de la

injusticia social y el delito, y han alcanzado una paz

y una prosperidad más brillantes que otras, o que ellas

mismas después que perdieron su libertad. Compa

remos los estados libres del mundo, mientras duró

su libertad, con los vasallos contemporáneos de un

despotismo monárquico u oligárquico: las ciudades

griegas con los sátrapas persas; las repúblicas ita-

JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD

■103-

Page 104: Paz[1]

Inherente: se dice, con

respecto a una cosa, de

otra que está en ella o

va junto con ella como

propia e inseparable.

Flandes: región situada

en Europa en el

territorio de Francia,

Bélgica y Holanda.

Coexistieron: existieron

al mismo tiempo.

Fiscales: del Estado,

como recaudador de

impuestos.

Privilegios: ventajas

exclusivas.

Dispensan: eximen de

una obligación.

lianas y las poblaciones libres de Flandes y Alemania con las monar

quías feudales de Europa; Suiza, Holanda e Inglaterra conAustria o Francia

prerrevolucionaria. Su paz y prosperidad son demasiado evidentes como

para discutirse: su superioridad en el buen gobierno y en las relaciones so

ciales se comprueba por su prosperidad y se manifiesta en cada página

de su historia.

Si comparamos no una época con otra, sino los diferentes gobiernos

que coexistieron en la misma época, no podemos comparar, siquiera por

un momento, todo el desorden que podemos pretender que haya existido

entre el pueblo de los estados libres, con las vejaciones humillantes im

puestas sobre la masa del pueblo que llenan la vida de los países monár

quicos, o con la repugnante tiranía individual que más de una vez apareció

bajo los sistemas del pillaje, que fueron llamados disposiciones fiscales,

y con el secreto funcionamiento de sus terribles tribunales de justicia.

Debe reconocerse que los beneficios de la libertad se obtuvieron al

extenderse los privilegios a una sola parte de la comunidad; y que un go

bierno en el cual se propagan imparcialmente a todos es un ideal aún

irrealizable.

Pero aunque las soluciones propuestas tienen un valor independiente,

y aun cuando en muchos casos no pudo plantearse más de una posible

solución, en el estado actual de adelanto general, la participación de todo

el pueblo en estos beneficios es la concepción ideal del gobierno libre.

En la proporción en que cualquier individuo, sin que importe quién

sea, queda excluido de ese gobierno, sus intereses se ven privados de las

garantías que dispensan al resto, y él mismo tiene menos campo y estí

mulo que el que pudiera tener de otra manera para aplicar sus energías

con el fin de lograr el bienestar propio y el de la comunidad, de lo cual

depende siempre la prosperidad general.

Tal es el caso en cuanto al bienestar actual, y se aplica al buen manejo

de los asuntos de la presente generación. Si pasamos ahora a la influen-

JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD

•104-

Page 105: Paz[1]

John Stuart

Nació en Londres en 1802. Recibió una sólida formación filosófi

ca por parte de su padre, James Mili, quien fuera un importante

pensador de la corriente utilitarista. Durante su vida sufrió varias

crisis que describe en su Autobiografía. La importancia de Mili en

la filosofía moderna puede valorarse gracias a tres aspectos: el

primero de ellos es su unión a las ideas de Comte y los primeros

positivistas, lo cual le convertirá en una de las principales figuras

de esta corriente. En segundo término, sus aportaciones a la ló

gica y la psicología, mismas que abrirían nuevos caminos para la

reflexión positiva y, por último, sus aportaciones políticas que die

ron un nuevo aire al liberalismo y a las enseñanzas de uno de sus

principales maestros, Jeremy Bentham. Murió en 1873.

cia que tiene la forma de gobierno sobre el carácter, encontramos que la

superioridad del gobierno popular sobre todos los demás resulta aún

más decisiva e indiscutible.

Este asunto realmente depende de otra pregunta fundamental: ¿cuál

de los dos tipos comunes de carácter es el que debe predominar en bien

de la humanidad: el activo o el pasivo? Es decir, ¿aquel que lucha contra

los males o el que los tolera; el que se doblega a las circunstancias o el

que trata de hacer que éstas se sometan?

JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD

•105-

Page 106: Paz[1]

Pasivo: que padece la

acción sin obrar.

Acrecienta: aumenta.

Disconformes: que están

en desacuerdo.

Metafísica: conocimiento

de los principios

primeros y de las

causas de las cosas.

Mística: parte de la

teología que trata de la

vida espiritual.

Pitagóricos: seguidores

de Pitágoras.

Las observaciones comunes de los moralistas, y las simpatías gene

rales de la humanidad, se inclinan en favor del tipo pasivo. Los caracte

res enérgicos deben admirarse; pero la mayoría de los hombres prefieren

a los resignados y a los sumisos.

La pasividad de nuestros vecinos acrecienta nuestro sentido de seguri

dad y los somete a nuestra voluntad. Las naturalezas pasivas, cuando no

necesitemos de su actividad, parecen ser un impedimento menos en nues

tro propio camino. Un carácter sumiso no es un rival peligroso. Sin em

bargo, nada es más cierto que el hecho de que el perfeccionamiento de las

cosas humanas representa la labor de las naturalezas disconformes y, ade

más, que es mucho más fácil para una mente activa adquirir las virtudes

de la paciencia, que para una pasiva que las adopta de la energía.

De las tres variedades de superioridad mental: intelectual, práctica y

moral, nunca hubo duda respecto a cuál de las primeras era superior.

Toda supremacía intelectual es fruto del esfuerzo activo. El espíritu em

prendedor, el deseo de mantenerse activo, de estar probando y realizan

do cosas nuevas para nuestro propio beneficio o para el de los demás, es

el origen del talento especulativo y, con mucha mayor razón, del práctico.

La cultura intelectual, compatible con el otro tipo, corresponde a la

clase débil e incierta que pertenece a una mente que se detiene a la re

creación o en la simple contemplación. La prueba de una manera de

pensar real y vigorosa, de una que averigua la verdad en vez de estar

soñando, es una aplicación práctica y acertada de las ideas. Cuando no

hay propósito de determinar, precisar e impartir un significado inteligi

ble al pensamiento, lo más que se produce es la metafísica mística de los

pitagóricos.

Respecto al mejoramiento práctico, el caso es todavía más evidente.

El carácter que mejora la vida humana es el que lucha contra las fuerzas

y tendencias naturales, no el que se doblega a ellas. Todas las cualidades

JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD

•106-

Page 107: Paz[1]

del beneficio propio favorecen la índole activa y enérgica. Los hábitos y

la conducta que fomentan el provecho de cada miembro de la comuni

dad deben constituir una parte de aquellos que impulsan el progreso de

la comunidad.

No, falta mucho

tiempo

¿Y si hay^Nuna guerra?/

Entonces n

seremos

grandes

JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD

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Page 108: Paz[1]

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Page 110: Paz[1]

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Page 111: Paz[1]

J La paz

en un mundo

► I terrible

urante el siglo xx, la humani

dad conoció las más terribles

guerras de su historia. La capa

cidad destructiva del arma

mento —mismo que vivió el

tránsito de la pólvora a la energía nuclear y la crea

ción de armas químicas y biológicas—, la fuerza que

cobraron los exterminios por razones de "raza" o

religión, y los millones de seres humanos que pere

cieron a causa de los enfrentamientos, convirtieron

a estos cien años en uno de los periodos más terribles

de la historia.

Por estas razones, que en algunos momentos

pusieron en riesgo nuestra sobrevivencia como

especie, la búsqueda de la paz también es uno de

los razgos distintivos del siglo xx. Durante él no

sólo se crearon instituciones —como la Organi

zación de las Naciones Unidas— y se suscribieron

convenios internacionales con el fin de suprimir las

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LA PAZ EN UN MUNDO TERRIBLE

•111 •

Page 112: Paz[1]

guerras y regular las acciones militares, sino que también se generaron

nuevas ideas y propuestas para el pacifismo. Así, pues, el siglo xx podría

ser visto como un incesante enfrentamiento entre el sueño de la paz y la

pesadilla de la guerra.

A fin de mostrarte algunas de las propuestas en favor de la paz que se

generaron en el curso del siglo pasado, en las siguientes páginas te

presento tres textos. El primero de ellos —escrito por V. I. Lenin mientras

la I Guerra Mundial aún cobraba su cuota de sangre— asume una postura

política y económica ante los conflictos armados, pues —según él— la

guerra y los momentos de paz armada no concluirán mientras las naciones

sean incapaces de moderar sus anhelos de poder y riqueza. El segundo

—que fue escrito por el papa Juan XXIII durante uno de los momentos

de mayor tensión entre la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas

Soviéticas y Estados Unidos— es un llamado a las naciones para aban

donar la carrera armamentista e iniciar una época de paz, desarrollo y

racionalidad. El último texto —el cual fue coordinado por el entonces

secretario general de la onu, U Thant— valora el impacto de la guerra

nuclear y marca la imposibilidad de que la humanidad aprenda a convivir

con la bomba atómica.

Con estos textos pretendo ofrecerte una rápida mirada sobre tres

posturas distintas que, de una u otra manera, convergen en un solo punto:

la necesidad de lograr una paz estable y duradera a fin de garantizar la

supervivencia de la humanidad en un mundo donde la democracia, el

respeto a la diversidad, la tolerancia, lajusticia,1 el desarrollo, la conviven

cia y la racionalidad, sean las características de las relaciones interna

cionales.

1 Sobre estos temas puedes ver, en esta misma colección, los volúmenes dedicados a la

democracia, el respeto a la diversidad, la justicia y la libertad.

JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ LA PAZ EN UN MUNDO TERRIBLE

•112-

Page 113: Paz[1]

i

y la 1 Guerra

► La paz

Mundial

xisten indicios de un viraje en

la política mundial: un viraje de

la guerra imperialista a la paz

imperialista.

El profundo agotamiento de

las coaliciones imperialistas ya se manifiesta en una

serie de hechos: la dificultad para continuar la guerra;

las dificultades que tienen los capitalistas en general

y el capital financiero en particular para arrancar a

los pueblos algo más que las ganancias de guerra; la

saciedad del capital financiero de los países neutrales

—Estados Unidos, Holanda, Suiza y otros— a quie

nes no les es fácil proseguir en su ventajosa economía

por la escasez de las materias primas y reservas ali

menticias.

Pero el agotamiento no termina en lo dicho, pues

también forman parte de él los intentos renovados

de Alemania para separar uno u otro aliado de su

principal rival imperialista, Inglaterra; y lo mismo

V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL

■113-

Page 114: Paz[1]

Coaliciones:

asociaciones de varios

países para la guerra o

la defensa.

Saciedad: estado de

satisfecho o harto.

Neutrales: países que

se abstienen de

intervenir en una guerra

o conflicto entablado

entre otros.

Pacifistas: que desean

la paz.

Aseveración: acción de

afirmar una cosa con

certeza.

Nitidez: calidad de neto,

puro, claro.

Ineluctablemente:

que es inevitable.

Nicolás II (1868-1918).

Hijo y sucesor de

Alejandro III, zar en

1894.

Político, economista y filósofo ruso (1870-1924), cuyo verdadero

nombre era Vladimir llich Ulianov. Sus ideas estuvieron influidas

por los planteamientos de Karl Marx y Friedrich Engels. A nivel

político dirigió la revolución que destruyó la monarquía rusa e

instauró un régimen socialista.

se muestra en las declaraciones pacifistas del gobierno alemán y las de los

gobiernos de los países neutrales.

Ante el agotamiento es necesario hacer una pregunta: ¿existen

probabilidades de una pronta terminación de la guerra? Es muy difícil

contestar a esa pregunta con una aseveración, pues desde nuestro punto

de vista se perfilan dos posibilidades con bastante nitidez: la primera es

que se concluya una paz por separado entre Alemania y Rusia, aunque no

sea por medio de un tratado formal escrito. La segunda es que tal paz no se

concluya, pues Inglaterra y sus aliados todavía tienen fuerzas para

sostenerse un año o dos. En el primer supuesto, la guerra cesaría inelucta

blemente; en el segundo, podría continuar indefinidamente.

Detengámonos en el primer caso.

Que la paz entre Alemania y Rusia se estuvo negociando recientemente,

que Nicolás II y la influyente camarilla cortesana son partidarios de una

paz con aquellas características; que la política mundial ya delineó un

viraje en la alianza imperialista entre Rusia e Inglaterra contra Alemania,

hacia una alianza, no menos imperialista, entre Rusia y Alemania contra

Inglaterra, está fuera de duda. Así pues, dado que el contenido fundamen-

V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL

•114-

Page 115: Paz[1]

tal de la guerra imperialista es el reparto del botín entre los tres principales

rivales, entre los tres bandidos, Rusia, Alemania e Inglaterra, nada tienen

de improbable tales suposiciones.

Hasta ahora el botín de Alemania es considerablemente mayor que el

de Inglaterra. Hasta ahora triunfó Alemania, quedando inmensamente más

fuerte de lo que nadie hubiera podido suponer antes de la guerra. Por ello

se entiende que sería conveniente para Alemania concluir la paz cuanto

antes, pues su rival aún podría, en la oportunidad más ventajosa imagina

ble para él (si bien poco probable), poner en juego una más numerosa

reserva de reclutas, etcétera.

Tal es la situación objetiva. Tal es el momento actual de la lucha por el

reparto del botín imperialista. Es completamente natural que este momento

haya engendrado aspiraciones, declaraciones y manifestaciones pacifistas

preferentemente entre la burguesía y los gobiernos de la coalición alemana

y luego entre los países neutrales. Es igualmente natural que la burguesía y

sus gobiernos estén obligados a emplear todas sus fuerzas para burlar a

los pueblos, encubriendo la repugnante desnudez de la paz imperialista,

el reparto de lo saqueado, por medio de frases enteramente falsas acerca

de una paz democrática, acerca de la libertad de los pueblos pequeños,

acerca de la reducción de los armamentos, etcétera.

Repugnante: se aplica a

lo que causa asco.

V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL

•115-

Page 116: Paz[1]

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*s.

Nació en 1881 y fue electo papa en 1958. En 1962 convocó al

Concilio Vaticano II, mismo que determinó una nueva postura de

la Iglesia Católica ante los problemas sociales y la paz en el mun

do. Esta postura quedó manifiesta en dos de sus encíclicas: Mater

et magistra y Pacem in tenis, misma que reproducimos en las

siguientes páginas.

Page 117: Paz[1]

Encíclica

para la paz

emos, no sin gran dolor,

cómo se han estado fabri

cando y todavía se fabrican,

en las naciones económica

mente más desarrolladas,

enormes armamentos, y cómo a ellos se dedica una

suma inmensa de energías espirituales y materiales;

de lo cual se sigue que, mientras los ciudadanos de

estas naciones han de soportar gastos nada llevade

ros, otros pueblos quedan sin las ayudas necesarias

para su progreso económico y social.

El motivo que suele darse parajustificar estos pre

parativos militares es que hoy no puede asegurarse

la paz sino fundándola en la paridad de armamentos.

De ahí resulta que, apenas se produce en alguna par

te un aumento de la fuerza militar, se provoca en

otras una carrera desenfrenada para aumentar los

armamentos; y si una nación cuenta con armas ató

micas, esto hace que las otras procuren dotarse de la

JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ

• 117-

Page 118: Paz[1]

Paridad: igualdad.

Desenfrenada: sin

moderación.

Desencadenarse:

desatarse.

Asoladora: aniquiladora.

Imprevisible: súbito,

espontáneo.

Atroz: fiero, salvaje,

inhumano.

Disuadir: convencer a

alguien de que desista

de hacer algo.

misma clase de armamento, igualmente destructivo. De todo esto provie

ne que los pueblos vivan siempre bajo el miedo de una tempestad amena

zadora, que puede desencadenarse en cualquier momento con ímpetu ho

rrible. Y no sin razón; pues ahí están las armas. Y si apenas parece creíble

que haya hombres que puedan atreverse a tomar la responsabilidad de las

muertes y la asoladora destrucción que acarrearía la guerra, no puede en

cambio negarse que un hecho imprevisible puede repentinamente provo

car el incendio bélico. Y, aunque el poderío atroz de los actuales medios

militares logre disuadir a los hombres de emprender la guerra, siempre se

puede temer que los experimentos atómicos hechos con fines bélicos, si no

se interrumpen, traigan consecuencias nefastas para cualquier clase de vida

en nuestro planeta.

Así pues, la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana

exigen urgentemente que cese la carrera de armamentos; que de un lado y

de otro las naciones reduzcan simultáneamente los armamentos que po

seen; que las armas nucleares queden proscritas; que, por fin, todos con

vengan en un pacto de desarme gradual, con mutuas y eficaces garantías.

No se puede permitir —advertía nuestro predecesor, de feliz memoria,

Pío XII— que la calamidad de una guerra mundial, con sus estragos eco

nómicos y sociales y sus crímenes y perturbaciones morales, se ensañe

por tercera vez sobre la humanidad.

Nadie, sin embargo, puede desconocer que el frenar la carrera de ar

mamentos, reducirlos y llegar hasta suprimirlos, resulta imposible si ese

desarme no es completo y efectivo, y si no abarca a las conciencias mis

mas: es decir, a no ser que todos se esfuercen sincera y concordantemente

por eliminar de los corazones el temor y la angustiosa pesadilla de la gue

rra. Y esto, a su vez, requiere que esa norma suprema, hoy seguida para

conservar la paz, se cambie por otra del todo diversa, en virtud de la cual

se reconozca que la verdadera y firme paz entre las naciones no puede

asentarse sobre la paridad de las fuerzas militares, sino únicamente sobre

JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ

■118-

Page 119: Paz[1]

la confianza recíproca. Nosotros esperamos que esto pueda realizarse ya

que se trata de una cosa no solamente dictada por las normas de la recta

razón, sino sumamente deseable y fecundísima en bienes.

Ante todo, es cosa dictada por la razón: puesto que a todos es manifies

to —o al menos debería serlo— que las relaciones entre los pueblos, no

menos que entre los particulares, se han de regular, no por la fuerza de las

armas, sino según la recta razón, o sea conforme a la verdad, a la justicia

y a una eficiente solidaridad.

Decimos, además, que es cosa deseable en sumo grado, porque ¿quién

no anhela con toda su alma que se eviten los peligros de la guerra, y la paz

se conserve incólume y vaya cada día asegurándose con más firmes ga

rantías?

Y, por último, es fecundísima en bienes, puesto que sus ventajas alcan

zan a todos, a cada una de las personas, a los hogares, a los pueblos, a la

entera familia humana. Como lo advertía nuestro predecesor Pío XII con

palabras que todavía resuenan vibrantes en nuestros oídos: nada sepierde

con la paz; con la guerra, todo puede perderse.

Siendo así todo esto, yo, como Vicario de Jesucristo, Salvador del mun

do y autor de la paz, interpretando los más ardientes votos de toda la

familia humana y movido por la paterna caridad hacia todos los hombres,

considero propio de nuestro cargo rogar y suplicar a todos, y en primer

lugar a los gobernantes de las naciones, que no perdonen esfuerzos ni fa

tigas hasta imprimir a los acontecimientos una orientación conforme con

la razón y la dignidad humanas.

Que en las asambleas más autorizadas y respetables se examine a fondo

la manera de lograr que las mutuas relaciones de los pueblos se ajusten, en

todo el mundo, a un equilibrio más humano; es decir, a un equilibrio que

esté fundado sobre la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y la

fidelidad para cumplir lo acordado. Examínese de tal forma toda la ampli

tud de este problema, que se llegue a descubrir el punto clave por donde

Sumo: muy grande.

Incólume: que no ha

recibido daño o

deterioro en algún

peligro pasado

o futuro.

Fecundísima: que

representa muchos

beneficios.

Pío XII (1876-1958).

Papa de 1939 a 1958.

Recíproca: que tiene

lugar entre dos perso

nas o cosas que obran

una sobre otra.

JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ

•119-

Page 120: Paz[1]

pueda iniciarse una serie de tratados amistosos, firmes y saludables. Por

nuestra parte, no cesaremos de rogar a Dios para que su celeste ayuda

haga prósperos y fecundos estos trabajos.

En la libertad

Excluye: hace a un lado,

suprime.

Ha de añadirse que las mutuas relaciones entre las naciones deben ajustar

se a la norma de la libertad: norma que excluye el que alguna de ellas

tenga derecho a oprimir injustamente a otras, e interferir indebidamente

en sus intereses. Por el contrario, todas han de ayudar a las demás a que

adquieran más plena conciencia de sus funciones, actúen con emprende

dora iniciativa y sean en todos los campos artífices de su propio progreso.

JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ

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Page 121: Paz[1]

Contra las armas

nucleares

a enormidad del peligro que se

cierne sobre la humanidad de

bido a la posibilidad de que se

desencadene la guerra nuclear,

hace indispensable comprender

con claridad y en toda su amplitud los efectos de las

armas nucleares. No basta con saber que esas armas

introducen una dimensión completamente nueva a la

capacidad destructiva del hombre. Las estimaciones

publicadas sobre los efectos de las armas nucleares

van desde el concepto de la destrucción total de la

humanidad, hasta la creencia de que una guerra nu

clear puede diferenciarse de un conflicto con arma

mentos corrientes sólo en escala y no en carácter. No

obstante, la situación no es tan ambigua como parecen

sugerir generalizaciones como éstas.

El hecho básico e ineludible es que los arsenales

nucleares existentes ya disponen de armas de muchos

megatones, cada una de las cuales tiene un poder des-

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

•121 •

Page 122: Paz[1]

Estimaciones:

apreciaciones.

Ambigua: que carece de

precisión.

Contaminación: transmitir

a un alimento, al agua,

al aire o al medio

ambiente en general,

gérmenes o sustancias

capaces de envenenar o

de perjudicar la salud.

Inexorable: aquello que

no puede dejar de

ocurrir aunque se

intente evitar.

Hiroshima, ciudad de

Japón. Los

estadounidenses

lanzaron allí la primera

bomba atómica el 6 de

agosto de 1945.

Nagasaki, puerto

japonés. El 9 de agosto

de 1945, los

estadounidenses

lanzaron sobre esta

ciudad la segunda

bomba atómica.

tructivo mayor que el de todos los explosivos ordinarios que se han em

pleado con fines bélicos desde que se descubrió la pólvora. Si alguna vez

llegaran a usarse estas armas en gran escala, podrían morir centenares de

millones de personas y la civilización tal como la conocemos, así como

toda forma de vida colectiva organizada, tocarían inevitablemente a su fin

en los países afectados por el conflicto. Muchos de los que sobreviviesen

a la destrucción inmediata quedarían expuestos a la contaminación radioac

tiva que se extendería por todas partes, sufrirían los efectos a largo plazo

de las radiaciones y transmitirían a sus hijos desórdenes genéticos que se

pondrían de manifiesto en los defectos de las generaciones siguientes.

Estas premisas generales se han expuesto con tanta frecuencia —ya

sea desapasionadamente en estudios científicos o con fines propagandís

ticos— que a fuerza de repetirlas han ido perdiendo su energía. No obstan

te, su realidad es tan inexorable que, a menos que se expongan claramente

los hechos en que se basan, no será posible comprender el peligro que

corre la humanidad.

El presente informe tiene por objeto ofrecer una perspectiva de la po

tencia destructiva de las armas nucleares y de las consecuencias de su

empleo. Además, se hace una breve reseña de la destrucción originada en

Hiroshima y Nagasaki por la explosión de una sola bomba nuclear re

lativamente pequeña en cada una. Estos dos desastres son los únicos

ejemplos del uso efectivo de armas nucleares durante una guerra y pro

porcionan información directa sobre la clase de bajas que causan las ex

plosiones nucleares.

La primera bomba atómica que se empleó en una acción de guerra te

nía una potencia de cerca de veinte kilotones, es decir, una fuerza explosiva

equivalente a casi 20 000 toneladas de un explosivo químico corriente

(por ejemplo, tnt), y se hizo explotar sobre Hiroshima el 6 de agosto de

1945, a unos 550 metros de altura. El 9 de agosto se hizo estallar sobre Na

gasaki, aproximadamente a la misma altura, otro dispositivo atómico de

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

•122-

Page 123: Paz[1]

rendimiento análogo. En Hiroshima, la destrucción se produjo en forma

concéntrica desde el centro de una ciudad con una población de 300 000

habitantes. En pocos segundos se produjo una bola de fuego que fue cre

ciendo rápidamente hasta convertirse en una nube en forma de hongo que

parecía —por decirlo así— apoyarse sobre una columna de humo negro,

y el calor irradiado por la citada bola provocó miles de incendios.

A diferencia de Hiroshima, Nagasaki era una ciudad estrecha rodeada

de colinas y abierta al mar por un solo lado, con una población de 87 000

personas que vivían dentro de un radio de tres km del centro. Los efectos

inmediatos de la explosión fueron idénticos, pero la zona de destrucciones

e incendios resultó diferente, debido al distinto trazado del núcleo urbano.

En ambos casos, el calor de la explosión fue tan intenso que rundió los

tejados de cerámica a una distancia de 500 metros del centro del desastre

U Thant fue Secretario General de las Naciones Unidas de 1961

a 1971. Nació en Pantanaw, Burma, el 22 de enero de 1909, fue

miembro del Comité del libro de texto en su país natal, en 1942

trabajó por algunos meses como Secretario del Comité de Reor

ganización Educativa de Burma, en 1953 fue Secretario de Go

bierno en el Ministerio de Información; también fue Secretario

para Proyectos en la Oficina del Primer Ministro, y en 1955 fue

designado como Secretario Ejecutivo de Economía de Burma.

Durante su carrera diplomática sirvió en varias ocasiones como

Consejero de Ministros de Burma.

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

•123-

Page 124: Paz[1]

Irradiadas: sometidas a

la acción de una

radiación.

Fidedignos: dignos de

creerse.

Intemperie: ambiente

atmosférico considerado

como asiento de

variaciones o

inclemencias que obran

sobre los lugares o

cosas no abrigadas o

defendidas contra ellas.

Defunciones: muertes.

y se observaron incendios en las casas de madera debidos a la radiación

directa hasta una distancia de 1 500 metros.

Se han hecho diversas estimaciones de las bajas ocurridas en Hiroshima

y Nagasaki, pero ha sido difícil calcular el número exacto de personas

irradiadas que pueden haber muerto después de huir de la ciudad. Según

los cálculos más fidedignos de que se dispone, en Hiroshima hubo 78 000

muertos y 84 000 heridos y en Nagasaki 27 000 muertos y 41000 heridos.

Además, hubo millares de desaparecidos. En ambas ciudades, la mayoría

de las muertes instantáneas se debieron a la demolición violenta de los

edificios residenciales y oficinas. En Hiroshima resultaron destruidos to

tal o parcialmente 60 000 edificios. Dentro de un radio de 2 500 metros,

las casas de madera fueron arrasadas y los edificios de ladrillo se con

virtieron en montañas de escombros. Las casas sufrieron graves daños

hasta los ocho km. Paredes, puertas, ladrillos, vidrios, muebles y otros

residuos fueron lanzados por el aire, aplastando o dañando todo lo que

encontraron en su trayectoria. A distancias medianamente próximas alpunto

cero (es decir, el punto del suelo situado directamente debajo de la explosión)

los edificios fueron arrasados, mientras que a mayores distancias quedaron

inclinados en la dirección de la onda expansiva.

No se tiene información exacta sobre la importancia de la onda expan

siva, las quemaduras y las radiaciones nucleares como origen de las muertes

producidas por estos bombardeos. En los socorros médicos, las quemaduras

constituyeron el problema principal. Las personas que estaban en la intem

perie sufrieron graves quemaduras por la radiación directa hasta dos km

del centro de la zona destruida. Desde el día siguiente del bombardeo, las

quemaduras originaron 50 por ciento de las defunciones. En el Hospital

Kameyana, de Hiroshima, 53 por ciento de los pacientes que habían sufrido

quemaduras a 1 000 metros de distancia murieron dentro de la primera

semana, y 75 por ciento dentro de las dos semanas siguientes. La cifra

máxima de mortalidad se registró durante el cuarto día. Las siguientes

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

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Page 125: Paz[1]

cifras máximas de mortalidad se registraron durante la tercera y la cuarta

semanas, al producirse complicaciones, especialmente las relacionadas

con lesiones por irradiación. Veinte días después del ataque se comprobó

que entre las víctimas con quemaduras la gran mayoría (80 a 90 por ciento)

las había sufrido como consecuencia delfogonazo, es decir, de la absorción

instantánea de las radiaciones térmicas de la explosión por la piel al

descubierto; aproximadamente cinco a quince por ciento tenían, además de

las quemaduras del fogonazo, otras causadas por las llamas; y muy pocos

(dos a tres por ciento) sólo tenían quemaduras causadas por las llamas.

La explosión sobre Hiroshima originó con rapidez una tormenta de

fuego, que duró unas seis horas y quemó totalmente una superficie de do

ce km. A las dos o tres horas, el viento, que comenzó veinte minutos

después de la explosión, alcanzó una velocidad de 50 a 60 km por hora,

soplando desde todas las direcciones hacia la ciudad incendiada. Se había

inutilizado 70 por ciento del material contra incendios de los parques de

bomberos, y 80 por ciento del personal no pudo acudir a prestar servicio.

La pérdida de presión hidráulica debida a la rotura de cañerías originada

principalmente por el derrumbamiento de edificios, contribuyó a aumentar

la destrucción de los incendios. Pero incluso si los bomberos y sus máquinas

hubiesen sobrevivido a la explosión, no hubiera sido posible acercarse a

los incendios dentro de un radio de 1 500 metros del punto cero.

Del total de muertos registrados en Hiroshima a consecuencia de las

lesiones traumáticas, las quemaduras y los efectos de las radiaciones, unas

45 000 personas murieron el mismo día de la explosión y 20000 durante

los cuatro meses siguientes. No se dispone de estimaciones sobre el nú

mero de defunciones a consecuencia de la irradiación recibida durante

la labor de socorro en la ciudad. La mayoría de las instalaciones y ser

vicios médicos de Hiroshima se encontraban en la zona devastada, y, por

lo tanto, los métodos adoptados para tratar a las víctimas eran muy

inferiores a lo normal. Los problemas se agravaron por la escasez de su-

Térmicas: energías que

proceden de la

combustión de cuerpos

sólidos, líquidos o

gaseosos.

Traumáticas: choques o

impresiones afectivas

que dejan una huella

profunda y duradera en

la subconciencia.

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

•125-

Page 126: Paz[1]

Diezmado: disminuido

por la destrucción.

Manifiestan: se dan a

conocer, se expresan.

Ionizante: provocar la

ionización; átomo o

grupo de átomos que

llevan una carga

eléctrica, debido a la

pérdida o ganancia de

algún electrón.

Somáticos: que

pertenecen al cuerpo.

Genéticos: de la

herencia biológica.

ministros y equipo, y por la pesada carga impuesta al diezmado personal

médico. Inmediatos en importancia a los problemas médicos, los más graves

que tuvieron que afrontar las víctimas supervivientes fueron los rela

cionados con el suministro de agua, alojamiento y alimentos. Las redes de

distribución de electricidad sufrieron graves daños, en primer lugar por

las averías en los cables aéreos y, en segundo, por los desperfectos en los

cuadros de conmutación y transformadores al desplomarse las estructuras

en que estaban colocados. Para las que no fueron víctimas directas, estos

problemas vinieron a agravar los profundos efectos psicológicos del desas

tre que los afectaba; después de transcurridos veinte años de los bombardeos,

esos efectos aún se manifiestan en una excesiva sensibilidad de las gentes

acerca del peligro de las radiaciones que originan dificultades para obtener

la aprobación sobre los lugares en que han de instalarse centrales núcleo-

eléctricas.

Además de los efectos que la radiación ionizante produce en las víctimas

directas de una explosión nuclear, dicha irradiación puede tener efectos

retardados en los supervivientes bajo la forma de enfermedades latentes

(efectos somáticos) y de cambios en el material hereditario (efectos gené

ticos). Desde hace algún tiempo se sospechaba que la irradiación repetida

con dosis moderadas de radiaciones nucleares, producía la leucemia,

enfermedad vinculada a una producción excesiva de leucocitos malignos.

Un estudio de los sobrevivientes de las dos explosiones nucleares sobre

Hiroshima y Nagasaki, demuestra sin lugar a dudas que la enfermedad

puede ser consecuencia de una sola dosis intensa de radiación (irradiación

aguda). Se observó que la incidencia de la leucemia entre las víctimas de

Hiroshima y Nagasaki comenzó a aumentar en 1948 y llegó al máximo en

1950-1952. Aunque parece que después ha habido una leve declinación,

sigue siendo mucho más alta que en la población no irradiada del resto del

Japón. Si bien la incidencia de la enfermedad aumentó en toda la población

irradiada, el aumento fue más marcado entre los jóvenes. Entre las perso-

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

•126-

Page 127: Paz[1]

ñas que se encontraban dentro de un radio de un km aproximadamente de

la explosión, la incidencia fue hasta cincuenta veces mayor que entre las

que se hallaban a más distancia; y para las que se encontraban entre 1000

y 1500 metros fue diez veces mayor que para las que estaban a una distancia

de dos a diez km del punto cero.

Un estudio continuo de los sobrevivientes de los dos desastres en el

Japón, también sugiere un aumento de la incidencia de todos los tipos de

cáncer maligno, en especial de la tiroides, y no sólo de la leucemia, cuyo

periodo latente es mucho menor. Asimismo hay indicios (que hasta ahora

sólo se insinúan) de que la esperanza media de vida es menor entre los

sobrevivientes de la población irradiada, incluso entre los que no padecen

enfermedades malignas. Este es un efecto de los daños causados por las

radiaciones que se ha demostrado con experimentos en animales. Existen

más indicios de que una proporción importante de los niños nacidos de

madres que se encontraban en estado de gravidez cuando estuvieron

expuestas a las radiaciones, y que sobrevivieron, nacieron con cabezas

más pequeñas que el promedio normal y que algunos sufrían un grave

retardo mental.

Aún no ha transcurrido tiempo suficiente desde estos dos desastres

nucleares para determinar los cambios genéticos, si los hubo, que se han

producido en los sobrevivientes. De todas formas, en una guerra nuclear

las radiaciones tendrían como consecuencia efectos genéticos y somáticos

a largo plazo.

Las armas nucleares constituyen una de las realidades dominantes de

la moderna política mundial. Estas armas las tienen en la actualidad des

plegadas por millares las potencias nucleares, y están dotadas de cabezas

de combate desde menos de un kilotón hasta muchos megatones. La

realidad sobre la bomba nuclear y su empleo es dura y aterradora para la ci

vilización; esta realidad se ha perdido de vista bajo una capa de verbosi

dad teórica.

Leucemia: enfermedad

que se manifiesta

por un aumento del

número de glóbulos

blancos en la sangre.

Estado de gravidez:

embarazo.

Verbosidad: tendencia a

emplear excesivas

palabras para expresar

u ocultar algo.

U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES

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Paz

se imprimió por encargo de la

Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos

en los talleres de Gráficas La Prensa

con domicilio en

Prolongación de Pino núm. 577,

col. Arenal, 02980, México D.F.

en el mes de diciembre de 2003.

El tiraje fue de 65 000 ejemplares más

sobrantes para reposición.