Peñascos del Romanticismo

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  • 7/25/2019 Peascos del Romanticismo

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    PEASCOS DEL ROMANTICISMO

    El tema en torno al que versar nuestro concierto y comunicacin suena de entradapintoresco:Peascos del Romanticismo. Qu es esto de los peascos? Bueno, realmente nose trata de otra cosa que del archiconocido amor de los romnticos por la Naturaleza y sus

    paisajes, cuanto ms altos mejor, cuanto ms escarpados mucho ms interesantes Pero es

    que, aunque el tema sea archiconocido hoy para nosotros, esto del gusto por las alturas y de suinters artstico no era obvio para los personajes que vivieron antes de esta poca. Contaba lamadre del filsofo Arthur Schopenhauer (escritora y regente en Weimar de uno de los"salones literarios" ms importantes de la poca) que las damas alemanas del s. XVIII cuandoatravesaban los Alpes para ir de vacaciones a Italia corran las cortinas de sus carruajes parano tener que ver los agresivos perfiles de las montaas. Los Alpes eran de mal gusto. Dehecho, el buen gusto en el Neoclasicismo estaba asociado fundamentalmente a las idea de

    proporcin y armona: recordemos la suntuosidad y geometra de los jardines racionalistas.Hasta bien entrado el s. XVIII, a nadie le haba dado por subir hasta una cumbre por placer ymucho menos an se le haba ocurrido a nadie calificar esta experiencia como sublimeQu ocurri para que tuviera lugar este cambio?

    Podramos seguramente echar alguna luz sobre esta transformacin acudiendo al lugar comnde la crtica a la civilizacin que se produjo, precisamente por estas fechas, por parte de losfilsofos franceses de la Ilustracin. Es cierto que en los albores del Romanticismo, lafilosofa dominante invitaba a huir de las ciudades y, sobre todo, de la comunidad humana yde sus convenciones, hacia la soledad de la vida en la Naturaleza, en la conviccin de que sta

    podra llevarnos ms certeramente hacia la Verdad y la Razn. Tambin podramos hacernotar que slo en una sociedad que es ya plenamente urbanita tiene sentido precisamente lanostalgia de la Naturaleza, y que antes de esta poca las ciudades no haban llegado a ser tanabsorbentes y opresoras como empezaban a serlo en este momento

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    Todo esto probablemente es cierto, y ahondar en ello seguramente explicara el tema que hoynos incumbe. Pero quiz esta forma de abordarlo es demasiado general, y nosotros nos hemoscomprometido a hablar de algo mucho ms concreto: Los Peascos. Por qu?

    Para muchos de nosotros, probablemente, si somos invitados a evocar una figura del hombre

    romntico, vendr a nuestras cabezas la imagen del cuadro de Caspar David Friedrich en queun hombre contempla de espaldas al espectador el paisaje de riscos y neblinas bajo sus pies.En el mbito del Liedromntico este tema tambin es recurrente, empezando por la imagenque todos tenemos de Franz Schubert, emprendiendo excursiones a los Alpes en busca deinspiracin y paz interior...

    En mi modesta experiencia en el terreno del Lied me he topado con dos tipos de peascosrepresentados musicalmente:

    Los primeros, terribles, parte de esa naturaleza fiera y poderosa que escapa al control de loshombres y que incluso puede llegar a poner en peligro su vida o su integridad fsica. Comorepresentantes de este tipo tenemos los lieder compuestos sobre la leyenda le Loreley, unrisco emplazado en el curso del Rhin contra el que frecuentemente muchos navegantes

    estampaban sus embarcaciones, y ante lo que la leyenda popular aduca la presencia de unadama misteriosa y encantadora que cantaba desde lo alto haciendo perder a los hombres elcontrol de la embarcacin.

    Pero tambin tenemos otro tipo de peascos, aquellos a los que el artista, el hombre sensible,o el pastor acude en busca de inspiracin, consuelo y comprensin ante sus tristezas. Elrisco cura de su soledad al hombre romntico, solo por asomarse a l. La infinitud del paisajecontemplado te hace sentir pequeo pero enfrentado a lo que verdaderamente importa: los

    propios sentimientos. La dura piedra bajo los pies proporciona la fuerza de lo perdurable y delo que es ms grande que uno mismo, y apacigua al hombre agitado por sus pasiones.Encontramos ejemplos de esto en el lied de Schubert que interpretaremos, pero tambin en

    Brahms o en Berlioz (recordemos la escena campestre). Un caso muy ilustrativo es el deEdgar Allan Poe. Se cuenta que este emblema del Romanticismo, viviendo en Nueva York,

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    que ya en sus das era la ciudad cosmopolita que todos imaginamos, necesitaba escaparse amenudo hasta una roca del Riverside (el Mount Tom) para sentarse en lo alto y, contemplandoel Hudson, poner orden all a sus turbulentos pensamientos. Esta roca, si la vierais, es bastante

    pequea, yo misma la busqu y me sub para hacerme una foto (la pongo, y tambin la deDulac). Era pequea, pero constitua el escape necesario que el romntico Poe necesitaba para

    huir del bullicio hormigueante de su ciudad y de sus propias tribulaciones profesionales.

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    Ambos tipos de sensaciones, la de lo terrible y peligroso y la de sentirse pequeo ante lainmensidad del paisaje, hasta el Romanticismo no haban sido consideradas como sensacionesbuenas, sino ms bien, como dignas de espanto. Cualquier clsico hubiera juzgado comociertamente masoquista, y no sin razn, al que goza con este tipo de cosas. Los romnticosempezaron a gozar con ellas, pero tampoco hubieran querido calificarlas como experiencias

    bellas, tal y como hacemos nosotros ahora. Los romnticos saban perfectamente que pasarmiedo y sentirse pequeo no era una cosa bonita ni bella, y por ello prefirieron definir sugozo como expresin de otra experiencia humana diferente: la de Lo Sublime.

    Aunque el concepto de lo sublime es antiguo, hasta este tiempo siempre se haba sido referidoal discurso: un orador era sublime cuando someta a su adversario de modo aplastante; elconcepto aluda a una especie de sumisin mezclada con admiracin (algo as como el amorhacia el macho castigador o hacia la mujer fatal). A finales del s. XVIII el concepto cambiradicalmente y poco a poco fue perdiendo su sentido anterior hasta quedarse prcticamentecon el ideal natural del que hemos hablado. Lo sublime ya no se encontraba ms en eldiscurso, sino en la naturaleza (o, mejor dicho, si queremos ser precisos, en el Yo que

    contempla la naturaleza). Hubo en esta poca muchos intentos por teorizarlo, ms y menoselaborados, pero casi todos ellos solan coincidir en que el sentimiento de lo sublime estabacompuesto de algo as como dos momentos encontrados: uno primero en el que el individuose senta mal, triste, pequeo y en peligro y un segundo momento en el que una especie deresistencia a ese malestar le lleva a encontrarse con cierta superioridad frente a la naturalezaque el hombre posee en nombre de toda la Humanidad.

    Quiz podamos comprenderlo mejor as: Si lo pensamos bien, nos creemos esto de que alindividuo romntico le guste sentirse pequeo? Cmo es esto posible? Pero si se trata de lapoca ms egocntrica de la historia europea! El hombre Romntico siempre mira desde lacumbre, nunca contempla su pequeez desde la falda de la montaa. Y por qu ha logrado el

    hombre romntico este alto concepto de s mismo? La conquista de la naturaleza en manos dela ciencia que tuvo lugar en el S. XVIII emprendi un camino de ensalzamiento de la figurahumana sin precedentes que no ha disminuido hasta hoy. Mientras un griego vea en el cieloestrellado dioses omnipotentes que podan dirigir su vida, el hombre posterior a Galileo,Kepler o Newton cuando mira al cielo slo ve en l la propia sabidura de la los hombres. Elindividuo romntico ha dejado de temer a la naturaleza, y por eso puede empezar a gozarla.Ha dejado de temerla (aunque no como individuo, s como humanidad), porque sta ya notiene razones arbitrarias, sino razones comprensibles, que son controladas mediante leyeshumanas. Ese otro peasco filosfico alto, duro e imponente que es Inmanuel Kant, intentexplicar en todas sus obras, por qu y cmo el hombre (el Sujeto) haba pasado a ser el centrodel universo (el famoso giro copernicano, para los que sepan algo de filosofa), pero

    tambin fue el filsofo qu ms estudi la idea de lo Sublime. Para el que tenga ganas deestudiar esto dejar apuntada la divisin que el propio Kant haca de lo Sublime porqueconcuerda con nuestros dos tipos de repertorio sobre peascos que hemos sealadoanteriormente y que escucharemos a continuacin. Existen dos formas de lo sublime: La

    primera la de lo sublime dinmico, donde la imaginacin es estimulada por fuerzas de lanaturaleza que pueden poner en peligro al individuo, tales como rocas audazmente colgadas,huracanes, tormentas, etc., es decir, los que veremos en nuestras loreleys. Y tambin estlo sublime matemtico, donde la imaginacin es estimulada por lo absolutamente grande: elmar, el desierto, el amplio horizonte, es decir, precisamente aquello que encontraremos ennuestro pastor en la roca Pero todo esto no puedo intentar explicarlo enteramente, que sino, no canto.

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    Solo dejar apuntado que, cuando el individuo Schubert, un hombre gordito y con gafas, subamodestamente a la montaa en busca de inspiracin, en su mochila llevaba, an sin quererlo,el legado de una poca desbordante de confianza en la humanidad y en el genio del hombre

    para poder crear todo aquello que al mundo le falte. Segn Kant y algunos ms, esta confianzaera estimulada precisamente ante el sentimiento de lo Sublime, en tanto que nicamente lo

    Sublime nos proporciona el sentimiento de nuestra verdadera medida humana. No es deextraar, si esto fuera cierto, que los artistas acudieran peridicamente al erguido monte, alprofundo valle, a los abismales acantilados, a los solitarios peascos, etc., a encontrarse conello y consigo mismos.