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DIRECCIÓN DE RR.HH. Nº 218 • Febrero • 2008 Capital Humano 92 H ace unos días estaba en una reu- nión de esas que ayudamos a mon- tar los de Recursos Humanos. Era una reunión del Departamento de Servicios donde mi buen amigo Vicente me había pe- dido “una charla divertida, que fomente el trabajo en equipo, pero que a la vez refuerce la posición de los mandos.” En definitiva, uno de esos “discursos-milagro” de los que estoy seguro el lector tendrá buen conoci- miento, si no experiencia. Había preparado la charla intentando anali- zar la importancia del liderazgo participativo, además de otras “sutilezas” de la función. Al finalizar, abrimos un pequeño espacio para la crítica constructiva. Lo habíamos denomi- nado “contra las cuerdas”, y cualquiera de los asistentes podría hacer la pregunta que deseara. Se trataba de poner sobre la mesa la típica pregunta que todos habríamos que- rido hacer al ponente, pero que nunca nadie se atreve a formular. Fue entonces cuando la Responsable de Co- bros, una mujer de mediana edad, buena profesional y de esas personas a las que todo el mundo considera una “mujer de empre- sa” hizo la pregunta: “Pero ¿qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón…” Primero un silencio, después alguna sonrisa de algún asistente “malvado”, de esas que significan “A ver cómo sales de esta, calvo gordinflón”, y luego el inevitable suspiro antes de comenzar la perorata. Estoy seguro de que ustedes comparten esta anécdota. Con since- ridad, la pregunta es demoledora. Te sientes igual que Fernando Alonso cuando le confun- den con un torero. Tienes la sensación de que no importa lo que hagas: nadie nos entiende, nadie nos recuerda, nadie nos apoya. Conseguí salir con cierto éxito de la cuestión. Dicen que el ser humano se supera ante la ad- versidad y yo lo refrendo. Pero tras la verbena de adrenalina, viene el momento de calma. ¿Pero qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón… Culpas compartidas, falta de creatividad e imposición son algunas de las causas de la falta de entendimiento entre los departamentos de Recursos Humanos y los empleados de las organizaciones. Innovación, conocimiento pero sobre todo mucha comunicación, clara y transparente son la receta para que en el 2008 estas diferencias se hagan mucho más pequeñas. FÉLIX ALARCÓN, Director de Recursos Humanos de Wolters Kluwer España (WKE) Autor: ALARCÓN, Félix. Título: ¿Pero qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón… Fuente: Capital Humano, nº 218, pág. 92. Febrero, 2008. Resumen: Comunicar humildemente pero de forma efectiva es la receta del Director de Recursos Humanos de WKE para transmitir la información y el valor de las acciones emprendidas por las personas que trabajan en los Departamentos de Recursos Humanos de las organizaciones. Luchar contra los rumores y malentendidos, romper con la mala fama y explicar que las cosas no las soluciona la providencia son algunos de los retos a conseguir en el próximo año para convencer a cada miembro de la importancia de las políticas desarrolladas por este departamento y de la función que representan en las compañías. Descriptores: Gestión / Dirección. F ICHA TÉCNICA 092_a_Felix Alarcon_218.indd 92 092_a_Felix Alarcon_218.indd 92 22-ene-2008 17:52:54 22-ene-2008 17:52:54

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DIRECCIÓN DE RR.HH.

Nº 218 • Febrero • 2008Capital Humano 92

Hace unos días estaba en una reu-nión de esas que ayudamos a mon-tar los de Recursos Humanos. Era

una reunión del Departamento de Servicios donde mi buen amigo Vicente me había pe-dido “una charla divertida, que fomente el trabajo en equipo, pero que a la vez refuerce la posición de los mandos.” En definitiva, uno de esos “discursos-milagro” de los que estoy seguro el lector tendrá buen conoci-miento, si no experiencia.

Había preparado la charla intentando anali-zar la importancia del liderazgo participativo, además de otras “sutilezas” de la función. Al

finalizar, abrimos un pequeño espacio para la crítica constructiva. Lo habíamos denomi-nado “contra las cuerdas”, y cualquiera de los asistentes podría hacer la pregunta que deseara. Se trataba de poner sobre la mesa la típica pregunta que todos habríamos que-rido hacer al ponente, pero que nunca nadie se atreve a formular.

Fue entonces cuando la Responsable de Co-bros, una mujer de mediana edad, buena profesional y de esas personas a las que todo el mundo considera una “mujer de empre-sa” hizo la pregunta: “Pero ¿qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón…”

Primero un silencio, después alguna sonrisa de algún asistente “malvado”, de esas que significan “A ver cómo sales de esta, calvo gordinflón”, y luego el inevitable suspiro antes de comenzar la perorata. Estoy seguro de que ustedes comparten esta anécdota. Con since-ridad, la pregunta es demoledora. Te sientes igual que Fernando Alonso cuando le confun-den con un torero. Tienes la sensación de que no importa lo que hagas: nadie nos entiende, nadie nos recuerda, nadie nos apoya.

Conseguí salir con cierto éxito de la cuestión. Dicen que el ser humano se supera ante la ad-versidad y yo lo refrendo. Pero tras la verbena de adrenalina, viene el momento de calma.

¿Pero qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón…

Culpas compartidas, falta de creatividad e imposición son algunas de las causas de la falta de entendimiento entre los departamentos de Recursos Humanos y los empleados de las organizaciones. Innovación, conocimiento pero sobre todo mucha comunicación, clara y transparente son la receta para que en el 2008 estas diferencias se hagan mucho más pequeñas.

FÉLIX ALARCÓN, Director de Recursos Humanos de Wolters Kluwer España (WKE)

Autor: ALARCÓN, Félix.

Título: ¿Pero qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón…

Fuente: Capital Humano, nº 218, pág. 92. Febrero, 2008.

Resumen: Comunicar humildemente pero de forma efectiva es la receta del Director de Recursos Humanos de WKE para transmitir la información y el valor de las acciones emprendidas por las personas que trabajan en los Departamentos de Recursos Humanos de las organizaciones. Luchar contra los rumores y malentendidos, romper con la mala fama y explicar que las cosas no las soluciona la providencia son algunos de los retos a conseguir en el próximo año para convencer a cada miembro de la importancia de las políticas desarrolladas por este departamento y de la función que representan en las compañías.

Descriptores: Gestión / Dirección.

FICHA TÉCNICA

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Fue entonces, de vuelta a casa, cuando em-pecé a profundizar en el concepto. Pensando duro –cosa difícil, en uno de nuestro negocia-do– llegué al iluminado razonamiento de que esto debía ser algo compartido. Parece normal decir que cuando dos no se entienden, tiene que haber algo de responsabilidad mutua. Así llegué al rosario de las nueve culpas, cuatro para los de Recursos Humanos, cuatro para el ser humano y una compartida para los de Recursos Humanos y cualquier humano/a.

CUATRO CULPAS PARA LOS DE RECURSOS HUMANOS

1. NO VENDEMOS, IMPONEMOS. NO LIGAMOS, “VIOLAMOS”

No se asusten, se trata sólo de cómo impo-nemos nuestros proyectos o nuestros pro-cedimientos. Normalmente en otras áreas se busca el consenso. Hablan con unos y con otros de forma previa a los comités de decisión. La cuestión es que cuando llega el asunto, el tema está “vendido”. Esto no obra para los de Humanos con Recursos. No-sotros llegamos, aplicamos y vencemos. No conocemos el mariposeo del cortejo, somos temerosos de perder la razón en el devaneo amoroso, no aplicamos el verbo, ocultamos y eludimos la obligada discusión marital y for-cejeamos hasta imponer nuestro criterio.

No buscamos consenso ni acuerdo alguno. Con el Príncipe de Maquiavelo bajo el brazo, justificamos la idoneidad de este o aquel nue-vo procedimiento. Me reconozco impositor de causas discutidas y en ocasiones mal expli-cadas y por lo tanto mal entendidas. Por todo ello hago propósito de transcendencia.

2. NOS CREEMOS IMPORTANTES Y POR LO TANTO, TENEMOS QUE SER ESCUCHADOS…

Desde tiempos inmemoriales, “el de perso-nal” ha estado en la creencia de poseer un cierto poder omnímodo: dar y quitar la vida, eso sí, gracias a Dios, sólo la vida laboral.

Como el obstetra engreído, aparecemos ante el pater con el niño entre los brazos, creídos de ser auténticos autores del éxito. Nadie nos saca de nuestro error en ese mo-mento de euforia. Sólo hicimos la selección, si cabe redactaremos el contrato, y como mucho aplicaremos la política retributiva. Pero la semillita, el verdadero esperma-tozoide del éxito, es de ese otro que está presente siempre y con mucho más poder y atributos para conseguir la hazaña de la vida –laboral–: el jefazo.

Vivir en el convencimiento de ser escuchados por nuestra posición es un gran error. Desha-cerse de ese convencimiento es un saber siempre dolorosamente aprendido.

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No todo lo que digo será escuchado por ser vos quien sois. No te engañes, compañero, la humildad como don sólo es propiedad de algunos, pero sus poseedores tienen el imán de lo auténtico y con poco verso casi enamo-ran. Quién la tuviera…

3. NOS PARECEMOS MÁS A SIGMUND FREUD QUE A BILL GATES

“Antonio tiene un yo desbordante, su mo-tivación de logro así como su afectividad introspectiva, le hace acreedor de múltiples competencias en el manejo de equipos así como una destacada capacidad para el lide-razgo participativo…” Extraído del informe de evaluación para un candidato a una po-sición interna y elaborado por consultora especializada.

En más de una ocasión intentamos dar va-lor a nuestros comentarios desempolvando la “Psicopatología de la vida cotidiana” o el DSM V. Para que dos se comuniquen, es imprescindible usar el mismo código. Éste es un mal que compartimos los de nuestra pro-fesión con los médicos. La diferencia es que nuestra abrumadora “ciencia” hace que en numerosas ocasiones nuestros comentarios resulten pueriles, casi ridículos. Las “motiva-ciones ocultas” que nos llevan a este jugar a “aprendiz de adivino” puede que escondan un fondo de complejo, quizás una pulsión insatisfecha o algún trauma de transición en el desarrollo psicoevolutivo. La cuestión es que quedamos como “la chata”.

Nos empeñamos en “hablar difícil” para co-brar valor, cuando hablando claro, como en los buenos regalos, poco importa el envol-torio. Ni que decir tiene que en nada ayuda a nuestro afán de comunicación el uso de la bata y el diván. Hago firme propósito para este próximo año, de asistir a tres cursos de “Finanzas para no financieros” y a dos de “Comunicación humilde, pero efectiva”.

4. LA MALA FAMA NOS PRECEDE

Las ocho de la mañana, atasco en la carrete-ra de A Coruña. En un programa de máxima audiencia radiofónica están entrevistado a un trabajador de una de las empresas tecno-lógicas más reconocidas mundialmente.

A la pregunta abierta de la locutora, el hom-bre responde lo magnífica que es su empre-sa: “Aquí todos vestimos como queremos,

tenemos un ambiente cordial, podemos traer a nuestra mascota, hay guardería etc.”

La locutora comenta “me han dicho que no tenéis despachos”. “Así es –responde el jo-ven–, ésta es una empresa moderna donde todos compartimos espacios comunes. Lo que favorece la comunicación, el intercam-bio y el trabajo en equipo. Tan sólo hay un pequeño despacho”, breve silencio “es un despacho de cristal, pero donde no se puede ver lo que ocurre dentro, es el despacho del de Recursos Humanos y es el único departa-mento que lo tiene, porque la gente sabe… que allí reside el mal…”

Les prometo señores que le habría pegado. Hacía sólo un segundo que el muy “canta-mañanas” hacía una arenga de una gestión magnífica de personas y no obstante el muy “singingmornig” se valía de esa mala fama que nos acompaña, para convertir la pecera del pobre de Recursos Humanos en el mismí-simo averno. ¿Haría usted caso al diablo?

La gente sueña con el paraíso, y éste es fru-to y obra divina. Reminiscencias de nuestro pensamiento medieval nos llevan a concluir que el infierno está entre nosotros. Lo bus-camos, y al final lo atribuimos. En el mundo de la empresa parece que nos ha tocado cumplir este dramático rol social. Con se-mejante carga, lo raro es que aquella mujer que les comentaba al principio se atreviese a preguntar sobre nuestra actividad. No en vano era el mismísimo Lucifer quien debía contestarle. No se hable más: este año hago firme propósito de cortarme el rabo.

CUATRO CULPAS PARA EL SER HUMANO, QUE FUE CREADO ASÍ

1. NO LEEMOS Y MUCHO MENOS ENTENDEMOS A LA PRIMERA

Aburre, es difícil, es cansado, requiere tiempo, necesita concentración, impone ganas…

Lo cierto es que nos cuesta. Nos cuesta tanto leer, que podemos llegar a recibir dos veces o tres veces, o incluso cuatro veces la misma noticia… y aquello no era para mí.

La cuestión es que todos leemos poco.

Todas las compañías padecen la epidemia de la mala comunicación: se comunica po-co, se comunica mal, se comunica con poca

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efectividad. Nueve de cada diez consultados encontrarán en la comunicación de la com-pañía uno de los orígenes de sus problemas. Siempre será el emisor el responsable, y po-cas veces el receptor. Como lector casual, le-vanto con valentía mi mano y reconozco que leo cruzado, alborotado y mal. Desde estas líneas, hago propósito de lector sosegado…

2. ENTENDEMOS A CUANDO NOS DICEN

B, SI B ES IGUAL A ALGO QUE NO

CREEMOS O NO NOS INTERESA

El ser humano se protege cual bivalvo ante la nueva información sospechosa de “peligro”. Si aquello habla de algo que me agrede o re-dunda en mí negativamente, podemos incluso llegar a tapar ojos y orejas. No importa nada. La teoría de la comunicación se desvanece. Sólo queda el ruido y nada se entiende.

Leon Festinger en su “Teoría de la Disonan-cia Cognoscitiva” habla de esto con clari-dad meridiana. Lo cito: “las personas no soportamos mantener al mismo tiempo dos pensamientos o creencias contradictorias, y automáticamente, justificamos dicha con-tradicción, aunque para ello sea necesario recurrir a argumentaciones absurdas”.

Con este pequeño párrafo se comprende a los políticos, cuando no se entienden entre ellos; se comprende a la suegra, cuando habla de su hija/o; se comprende al que no acepta que le recrimines por consumir 1.000 euros en telé-fono, lo que va en contra de la política de uso de móviles.. Y por supuesto, se comprende uno a sí mismo cuando se me rompe el coche y lo justifico ante otros recordando lo barato que me costó. Es la teoría de la justificación: si no me viene bien o no lo entiendo, buscaré el argumento que me justifique. La culpa de un divorcio será siempre del otro cónyuge, e in-cluso de la suegra. Hago verdadero propósito de aperturismo, en 2008 entenderé a los na-turistas, futbolistas y paracaidistas. Pero sobre todo, intentaré no justificarme más.

3. EL PODER DEL IGNORANTE

Uno tiene una mala costumbre, o don, según se mire. Si me guardan el secreto, les haré

partícipes: puedo escuchar a otros mientras participo en una conversación. Esto tiene po-co mérito personal. Desde pequeñín me ocu-rre que tengo dos procesadores, pequeños, eso sí, pero soy multiprocesador. Vayamos al grano, estaba en compartiendo cafetito con los colegas cuando escucho a lo lejos:

– Oye, he oído que nos compran.

– No me digas, ¿quién?

– Parece que una empresa que quiere po-nerse aquí en España, Rin el de Bien, o algo así…

Llegados a ese punto, el que les escribe no podía aguantar. Desconecté el procesador primario y descargué toda neurona disponi-ble al secundario.

Aquello había que aclararlo. Me acerqué a las tertulianas con cara amable. La tez de una de ellas palideció por influencias del mal anterior (parecía ver al mismísimo diablo) y con una sonrisa cariñosa comencé mis aclaraciones:

– Creo que estáis en un malentendido, no vamos a ser comprados por nadie.

Respondió, la que había realizado el comen-tario diciendo:

– Mira, Félix, hay veces que los directivos os enteráis los últimos –en esto no le faltaba cierta razón–. Me lo ha contado la señora que limpia en casa, que tiene un hijo que su primo trabaja para estos. Me comentó el otro día que nos compraban y a mí me parece que tiene lógica.

No salía de mi asombro. El financiero que esta-ba a mi vera. Me tuvo que cerrar la boca, sólo me faltaba babear. Estaba ante el nacimiento de un rumor fruto de comentarios nacidos en-tre mocho y escoba de un primo que le dijo a su suegra que el yerno tenía tos…

Y es que a las personas nos gusta destacar, exhibirnos de conocimiento, obra y condi-ción. Nos gusta fardar, y cuando no tene-mos mucho que contar, podemos soltar lo primero que nos viene. Si uno no está muy documentado, no hay problema. Siempre podemos escudarnos en que los tertulianos hacen lo mismo y no pasa nada…

Hago firme propósito de morderme la len-gua y repensar todo lo que digo. Les juro que esto, como persona, me hace buena falta.

“No vendemos, imponemos; no ligamos, violamos”. Éste

es el modo en el que imponemos nuestros proyectos y

procedimientos sin buscar casi nunca el consenso

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4. Y DE LO MÍO ¿QUÉ?

Esta es quizás de las “virtudes” más huma-nas que alteran la comunicación. Durante la explicación de casi cualquier cosa, tendemos a intentar encajar el cuadrado en nuestro círculo personal. No nos quedaremos satis-fechos hasta dar con la solución al acertijo. Interrumpiremos, nos desnudaremos pú-blicamente, o incluso increparemos. Ante cualquier cambio que pueda suponer un cierto malestar o modificación de nuestro entorno de confort, nos revolvemos y pre-guntamos con más o menos decoro: “Y de lo mío ¿qué?”.

Pero amigo, cuando la respuesta se anto-ja negativa, queremos entender más y te encuentras explicando lo mismo que hace un minuto ante un interlocutor con el ceño fruncido y todas sus defensas preparadas. Vamos, un lujito para conseguir una comu-nicación fluida.

Hace unos meses le comunicaba a un man-do de nuestra Compañía la pérdida de un beneficio social que él no usaba. La situa-ción era realmente compleja y requería una atención extrema. No conseguíamos avanzar ni medio metro. Cada vez que yo decía una frase él respondía: “Pero ¿esto lo pierdo?, pero ¿esto no lo recuperaré nunca?, no lo entiendo. Pero ¿no me das nada a cambio? Me confundes ¿me lo estás diciendo en serio?…”

¿LES SUENA?

Salir de lo establecido supone una ruptura conceptual que el cerebro rechaza. En rea-lidad, actúa de la misma forma que cuando se prepara para la lucha, defiende lo adquiri-do, lo que considera propio y le genera parte de lo que es y representa. Llegar a estas conversaciones de manera improvisada o simplista sólo me ha traído disgustos, tanto cuando he sido emisor como receptor. Hago propósito de comprensión ante el natural y animal comportamiento de defensa.

AHORA, UNA COMPARTIDA PARA EL HUMANO/A Y LOS DE RECURSOS HUMANOS

1. SOMOS POCO CREATIVOS, REPETIMOS, REPETIMOS Y REPETIMOS…

Incluso nos imitamos en las posturas y el len-guaje corporal. Para ser honesto, en más de

una ocasión me he pillado con algún gesto de mi jefe. Esos silencios que él utiliza con maestría, yo intento burdamente repetirlos con mi equipo. Me siento con la mirada un poco perdida, inclino la cabeza atrás.

Y es que el ser humano es un “copión”. Co-piamos los argumentos de los tertulianos en nuestro pensamiento político, copiamos los argumentos sobre el procedimiento implan-tado que tanto molesta, copiamos la crítica vertida sobre esta o aquella persona, copia-mos, copiamos y copiamos.

Con esto hay que tener cuidado. Una frase mal dicha, por alguien suficientemente influ-yente puede ser repetida mil veces y por mil personas. Por otro lado, la repetición puede usarse como dinamizador positivo: una frase bien dicha por alguien suficientemente in-fluyente puede estar también en mil bocas. Los de Recursos Humanos no somos sufi-cientemente creativos en nuestras formas de comunicar. Utilizamos el medio escrito como canal prioritario, cuando sabemos lo poco que lee la gente…

En nuestra materia parece que todo es muy similar, y al final casi todo se confunde. No es raro sacar del error al que mezcla el “pro-grama de talento” con la “evaluación del desempeño”. El ser humano y el de Recursos Humanos no son creativos ni para las frases, ¿o acaso no le suena eso de…?: “Pero ¿qué es lo que hacéis los de Recursos Humanos? Si sois un montón…”.

Para el próximo ejercicio, tanto por mi con-dición humana, como por tener la respon-sabilidad de ser “el de Recursos Humanos”, hago firme propósito de innovación, crea-ción y sobre todo comunicación, mucha comunicación.

Desde tiempos inmemoriales, “el de Personal”

ha estado en la creencia de poseer un cierto poder

omnímodo, dar y quitar la vida, eso sí, gracias a Dios,

sólo vale cuando hablamos de la vida laboral

Una frase mal dicha, por alguien suficientemente

influyente puede ser repetida por mil veces y mil

personas. Pero, por otro lado, la repetición puede

también usarse como dinamizador positivo

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