Perplejidades de lo doble.1 Emilio Lledó, El surco del tiempo, Barcelona: Crítica,2000, p.97 2...
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Perplejidades de lo doble.
Las formulaciones borgeanas invitan más a la intuición que a la
conceptualización, usa proposiciones para elaborar sus ficciones.
Proposiciones parciales, de aspectos de algunas teoría filosóficas. Con
preguntas, obsesiones, ideas, construye dilemas. Borges dilematiza
proposiciones y perplejidades. A través de la imaginación e intuición como
procesos mentales de base, organiza un discurso estético metafísico.
Sostiene que la razón no es una vía privilegiada para hacer filosofía, sino
que, se trata de hacer las ideas vivenciales e intuitivas. No argumentar,
operación esta, que señalaría sólo un proceder filosófico. Borges trabaja
más con la identificación del lector y en la ficción, crea personajes como
representaciones sensibles del lector. Ya que nadie puede identificarse “con
el hombre”; sólo con un hombre, en tal caso. Espejos, enigmas y laberintos
crean la ilusión de la verdad. Representan su dificultad, profundidad y
reflejo. La verdad es siempre a desocultar, a develar a revelar. Una verdad
que si fuese demostrada no se reconocería.
En el cuento de “Uqbar” Borges juega con la idea de lo doble, existe
un mundo real y uno ficcional. Esta es la clásica idea platónica de los dos
mundos: un mundo ideal poblado de las esencias inmateriales atemporales,
perfectas, eternas e incorruptibles, y el mundo nuestro de cada día, sensible,
poblado de objetos materiales temporales, imperfectos, finitos y
corruptibles. Pero estos mundos guardan entre sí una relación: el mundo
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sensible es una copia del mundo ideal. Se establece así el modelo de
pensamiento típicamente occidental. Se trata del binarismo de “el original y
la copia”. La copia es por definición, imperfecta y nunca llegará a ser igual
que el original. Asimismo en el mundo que habitamos, las cosas sensibles,
es decir las copias de los ideales, reproducen su imperfección, por ejemplo,
a través de las imágenes. Los espejos en términos platónicos, le hacen un
flaco favor al ideal porque multiplican las distorsiones. Dado que reflejan
infinita cantidad de veces la copia, logran copias que cada vez son de
menor calidad. De este modo, cuando me miro al espejo, no logro un fiel
reflejo de lo que soy sino simplemente una copia imperfecta de lo
imperfecto que ya soy. Las letras del alfabeto dan forma a un mundo que
ellas significan, pero que no está en ellas. Ellas duplican el mundo y dejan
algo detrás: el logos, está detrás del horizonte de las letras, del horizonte
que ellas describen. Detrás vive el logos que se manifiesta a través de ellas.
La memoria, otra imagen del juego de lo doble, tiene un carácter
constitutivo que hace que esta sea olvido de sí misma, hasta que se presenta
en la inmediata temporalidad de cada acto de consciencia. La memoria
como olvido de sí misma, emerge, pues, determinando desde su mediata y
sumergida temporalidad, el tiempo inmediato de cada recuerdo. Hacer
memoria desde el instante de la consciencia, esforzarse por resucitar, en la
voz que alcance cada presente, ese fondo silencioso y estable. Banda viva
que vienen desde el futuro, desde lo todavía no, para llevar a cabo esa
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sorprendente inversión del tiempo. El recuerdo aprovecha el tiempo que
viene para traer el tiempo que se fue y que por la memoria, queda prendido
en esa posibilidad de regreso, otra vez y de otra forma, hacia el presente1.
La posibilidad abierta hacia el futuro que caracteriza la esencia de la
temporalidad, se transforma en evocación, en rastreo de un tiempo cerrado
en la posibilidad de sus realizaciones; pero abierto también en el juego de
esa temporalidad perdida. Cada acto de memoria en el que se llena el
tiempo presente con algo distinto de la simple posibilidad, una especie de
gesto hacia el futuro, lleva a cabo una forma de inversión en la esencia
misma del tiempo2.
Lo doble natural aparece en los temas pastoriles. En la Fábula de
Orfeo, derivada de un pasaje de las Geórgicas de Virgilio, el Poliziano crea
una especie de representación escénica que compuso, en un muy breve
espacio de tiempo. El mito clásico adquiere en nuestro poeta un sentido
poético notable y casi exclusivo, ya que no se expone con una intención
moralizante ni tampoco para explicar sus diversos sentidos hasta
recónditos, ni para adornar una ficción. Al decir de algunos críticos para
hacer alarde de virtuosismo poético literario.
1 Emilio Lledó, El surco del tiempo, Barcelona: Crítica,2000, p.97
2 Lledó, Ob. Cit. P.98
3
Tanto en Poliziano como en Ronsard, la metáfora del discurso natural no
busca más la credibilidad, fija al contrario la dimensión artificial de la
analogía que ella explora. La creación humana, no acepta más ser reducida
a un efecto, aparentando este otro efecto, que constituiría la Naturaleza.
Paralelamente al Demiurgo divino, sin oponerse entonces, queda como el
artífice humano, munido de su propio poder creador. La perspectiva
anagógica de los neo-platónicos es sustituida por un pensamiento irónico,
en el sentido en que lo entiende Vico, en tanto que toma de conciencia de
la operación topológica. La metáfora del poema usado por los tiempos,
acabada de su realidad por el cambio de estatuto del poeta, pierde su
cualidad metonímica al relacionarse a la comparación, en la medida que
una distancia se establece entre lo comparado y la comparación. La
representación corregida de lo natural estilístico, que se fija en suma en
Poliziano y en Ronsard, define un estatuto de obra segunda, ya que la
comparación del discurso ya no es más la Naturaleza, ella deviene sin
embargo una “representación de la Naturaleza”; revela el carácter
fundamentalmente manierista del discurso poético de los humanistas, que
rechazan la ilusión referencial y se toman ellos mismos por su propio
objeto.
Los temas pastoriles solían ser tratados por la poesía. En concreto,
la égloga es el subgénero lírico que desde el mundo helenístico del siglo
IV a.d. C, resultaba adecuado a motivos rurales y los tópicos de la poesía
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pastoril. Sannazaro inserta las numerosas composiciones líricas (12
églogas) en una narración más amplia. Cada una de las églogas viene
precedida de un amplio pasaje narrativo en prosa. La Arcadia de Sannazaro
sirvió para que la égloga se recuperase y difundiese por todo el mundo
occidental, bien en verso, bien como églogas intercaladas en una novela
pastoril cualquiera. Este último es el caso de La Arcadia cuya novedad,
precisamente, frente a los Idilios y las Bucólicas radica en la extensión de
los recursos narrativos (desplazamiento e historia intercalada) en una nueva
articulación basada en la motivación autobiográfica; esta composición es
todavía primitiva y vacilante en Sannazaro.
La obra es un tanto fragmentaria y excesivamente esmaltada de imágenes
de abolengo clásico, pero contiene bellísimas descripciones de paisajes y
expresa sinceramente el deseo profundo del poeta de paz y tranquilidad y
su aspiración, común a todos los humanistas, a un mundo platónico lejano e
idealizado, casi utópico.
Es una de las obras más representativas del gusto humanístico Sannazaro
creó un falso y bellísimo mundo poético. Con esta obra, estableció la
percepción de comienzos de la Era moderna sobre la Arcadia como un
mundo perdido de idílico encanto, recordado con tristeza.
Precursora de la obra de Sannazaro pueden considerarse dos obras
de Bocaccio la Comedia de las ninfas florentinas, y el Ninfale fiesolano.
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Sannazaro se vio influido por Teócrito y Virgilio. Situó el tema amoroso en
un ambiente pastoril y campestre.
Su éxito dio origen al género renacentista de la novela pastoril, subgénero
épico o narrativo. Fue esta obra la que configuró definitivamente el género
como un argumento narrativo entreverado de composiciones o canciones en
verso de tema amoroso entonadas por los pastores.
Se cultivó tanto en la literatura italiana como en la de otros idiomas, en
particular, en España y en Inglaterra. Fue considerada modelo y arquetipo
de la prosa poética.
Resulta importante señalar a esta altura del texto la relación “hombre-
naturaleza” en El Rusticus de Angelo Poliziano. Para ello es enfático
señalar un concepto sobre el cual restringir y rendir productividad al
análisis, se trata del concepto de Labor. Ya que es en el trabajo, cuando el
campesino entra más específicamente en relación con la tierra y con la
naturaleza, es en el mundo del trabajo en el que el modo en el que la
naturaleza viene descripta. Corresponde al mundo del campesino, al trabajo
de este, en el que mejor se puede acoger la visión que tenía el autor de un
texto de argumento geórgico. De otra manera, la riqueza y la importancia
del componente intertextual en la obra latina de Poliziano, no será tratado
aquí. El labor es la fuente clásica entonces, leído profusamente en el curso
de Los trabajos y los días de Hesíodo y en las Geórgicas de Virgilio. Estos
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datos nos dan unas indicaciones generales sobre el carácter de nuestro
autor. Hesíodo, un griego de Asia familiarizado con las labores del campo
por experiencia propia y con la navegación por la profesión de su padre;
aislado en un ámbito rural y enemistado con los terratenientes cuando la
conducta de éstos se muestra injusta. Hesíodo es además un rapsoda que
conoció a Homero, o por lo menos tuvo contacto con la tradición homérica,
aunque no parece probable que llevase a cabo su oficio a la manera
itinerante, sino más bien como poeta sedentario. Tampoco puede afirmarse
con seguridad que pusiera por escrito su obra él mismo y algunos
estudiosos han apuntado a la posibilidad de que muchos fragmentos fueran
espurios, e incluso se ha afirmado que sus poemas fueron redactados por
rapsodas posteriores.
Entre los griegos vemos que el primer gran momento de diálogo
entre lo poético y lo filosófico tuvo su origen en el concepto que tenía este
pueblo de la verdad. La palabra griega “alétheia” cuyo significado era
descubrimiento y sin olvido, algo develado; otorgaba al filósofo y al poeta
la capacidad para indagar la verdad de las cosas porque lo que hacía era
recordar algo que no tardaba en transformarse en memoria colectiva, si la
verdad postulada era más que verificable, sustantiva. Lo que diferenció
finalmente al poeta del filósofo fue que el primero no necesitó argumentar
con abstracciones sino que creó obras cuya verdad podía tomarse como una
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suerte de coartada palindrómica fulminante. De igual lectura hacia atrás
que hacia adelante.
Aristóteles en su Poética propone la comparación entre Historia y
Poesía. El historiador y el poeta no difieren entre sí porque el uno hable en
prosa y el otro en verso, puesto que podría ponerse en verso las obras de
Heródoto y no serían por esto menos historia de lo que son, sino que
difieren en el hecho de que uno narra lo que ha sucedido y el otro lo que
puede suceder. Por lo cual la poesía es más filosófica y elevada que la
historia, pues la poesía refiere más bien lo universal, la historia, en cambio,
lo particular3 . Dice Borges en el poema El ciego, del libro La rosa
profunda “Es de noche. No hay otros. Con el verso/ Debo labrar mi
insípido universo.”4
Séneca5, en su Epístola LXXXVI, 5 nos dice que todas las escuelas
filosóficas de la antigüedad habían descubierto, tras largos e impostergables
razonamientos, que Homero era un seguidor de sus doctrinas. Sin embargo
no es justo definir a Homero como un poeta filósofo. No hubo en él
ninguna motivación por persuadir sino por hechizar, como lo dice en la
Odisea6 (XVII, 518). Quería conmover, distraer y defender un pasado, no
promover un cambio de opinión sobre lo que es la realidad.
3 Aristóteles, Poética, Buenos Aires: Emecé Editores.1989
4 Borges, La rosa profunda,El ciego, O.C.V.3, p. 102
5 Séneca,Epístolas. Madrid: Gredos. 2008., p 212
6 Homero, Odisea. Canto XI, Madrid: Gredos ,2006. pp 170-190.
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Hesíodo7, en el siglo VIII a.C., para abolir el culto de Homero, dijo
que él si proclamaba la verdad, pero su poesía no superó ciertos rezagos
religiosos y preceptivos. En Los Trabajos y los días uno siente, más que el
pensamiento, la justificación de la devoción al trabajo. De esta idea de que
la literatura puede presentar verdades, nació un movimiento, el de los
presocráticos, que en tres casos muy especiales modificó para siempre la
imagen del poeta. Empédocles de Agrigento, Jenófanes de Colofón y
Parménides de Elea, en el siglo VI a.C., hicieron de sus poemas una
declaración de causas de lo físico, una indagación sobre el arjé, el principio
del universo. Son versos que asumen la magia de lo iniciático. Todos sus
poemas se titularon en forma idéntica, todos utilizaron el título de Peri
Fisis (sobre la naturaleza), todos utilizaron el verso hexámetro, que era el
verso de los oráculos y todos manifestaron la realidad de bases supremas
del ser como tal.
A un poema como el de Parménides le debemos la metafísica de los
pueblos de Occidente, se la debemos a Platón, también a Aristóteles, a
Kant, a Hegel, a Nietzsche, Schopenhauer y hasta Heidegger. Pero nos
detendremos un momento en Hegel La idea de que sólo en el arte -en
especial en la poesía- y a través de un tipo de conocimiento intuitivo, no
conceptual, se manifiesta la absoluta unidad subjetivo-objetiva, histórico-
7 Hesíodo, Los Trabajos y los días, Madrid: Gredos, 2006 pp 55-107
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natural; en otros términos que sólo en el arte los exponentes contradictorios
de libertad y necesidad se concilian, emerge en el pensamiento del primer
romanticismo de Jena. Se manifiesta en la poesía de Novalis, en la teoria
literaria de Friedrich Schelegel, y particularmente en la filosofía de
Friedrich Schelling. Este concepto del arte como órgano alternativo o
incluso superior al pensamiento discursivo será asumido y desarrollado por
una genealogía de pensadores. Genealogía que pasa por Friedrich
Nietzsche y Martín Heidegger, y que culmina en Adorno. Señalamos aquí
la importancia que esta idea tuvo en la estética hegemónica de los siglos
XIX y XX orientado por la crítica que Hegel le hiciera a Schelling sobre su
concepto de "intuición intelectual" en las primeras páginas de la
Fenomenología del espíritu.
El universo es un todo vivo, no solo un mecanismo. También la tierra es
considerada como totalidad, una vida. Su carne es el terreno, sus huesos
son las capas pétreas, su sangre el agua en las venas. La pleamar y la
bajamar constituyen su respiración. Su calor vital deriva del fuego. El
asiento de su vida es el ardor que se prodiga en manantiales salutíferos,
azufreras y volcanes: Leonardo da Vinci no bosqueja una metafísica
constructiva. Al considerar sus ideas desde un punto de vista metafísico
vemos que para él tanto el arte como el conocimiento son una misma cosa
en el origen del mundo. Dios creó todo en formas y lo ordenó en medidas,
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números y pesos. La matemática está en el fondo de la creación y el
creador es un matemático. Pero esto ha de entenderse en el más amplio
sentido de toda formación, de toda ordenación y de toda legalidad. El
hombre cognoscente, microcosmos puesto a la tarea de conocer las cosas
del universo, repite, a través del conocer, la creación y la saca de sus
orígenes para volcarlas en su propia actividad creadora. Su saber es
también una forma que sigue a lo creado y se prodiga renovadamente. Por
eso la obra de arte no es la reproducción natural de lo contingente, sino la
forma en la cual consiste lo natural y, por lo tanto, en la cual se expresa la
esencia. El hombre que al mismo tiempo conoce y crea, se introduce en la
base del mundo, cuyas manifestaciones se interiorizan precisamente
mediante la creación artística. Porque este conocimiento del mundo se
introduce en los orígenes mientras los capta en la multiplicidad de su
desarrollo, en la contemplación intelectual de Leonardo aparece unido lo
que de otro modo estaría separado.
Cuando se leen los poemas de Píndaro, Safo, Hesíodo y otros de la
Antigüedad clásica, intuimos un conocimiento profundo de la vida y del
ser. La figura del escritor filosófico se ha reiterado con frecuencia. En otras
literaturas del mundo y en todos los tiempos.
En Roma esa voz es Lucrecio8. Su poema De Rerum Natura, siglo I
a.C, describe su cosmogonía. Adopta el más radical de todos los sistemas
8 Lucrecio, De Rerum Natura. Madrid : Gredos.2008
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cosmológicos bosquejados por el genio de la antigua Grecia. Considera el
universo como un gran edificio, como una gran máquina cuyas partes se
hallan todas en acción recíproca, originándose unas de otras de acuerdo con
un profundo proceso general de la vida. Su poema describe la naturaleza,
esto es, el nacimiento y la composición de todas las cosas. Muestra que
todas están compuestas de elementos, y que estos elementos, que supone
son átomos en perpetuo movimiento, experimentan una redistribución
constante, de tal suerte que perecen cosas viejas y surgen otras nuevas.
En el seno de esta concepción del universo inserta una concepción de
la vida humana como una cosa sometida a las mismas condiciones que
rigen para todas las demás. Su materialismo queda complementado
mediante una aspiración a la libertad y al sosiego y paz del espíritu. Como
nos es permitido contemplar una sola vez el maravilloso espectáculo que se
repetirá eternamente, debemos mirar y admirar para morir mañana.
Debemos comer, beber y estar contentos, pero con moderación y habilidad,
a menos que no queramos morir miserablemente y morir hoy mismo.
Proclama la realidad del hombre en un universo sin dioses e intenta
liberarlo de su temor a la muerte. La textura de esta obra es literaria, y la
fantasía es configuradora de pensamientos de razón filosófica. Expone en él
la física atomista de Demócrito y la filosofía moral de Epicuro. Un poema
sobre la naturaleza de las cosas y del universo. Su visión es bastante austera
pero en bastantes puntos incita a los individuos a un escape periódico de
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sus propios deseos y pasiones para observar con compasión a la pobre
humanidad en su conjunto, incluyéndose a sí mismo, pudiendo observar la
ignorancia existente, la infelicidad reinante, e incita a mejorar todo aquello
que nos rodea. Los argumentos del poema más que una metafísica o un
tratado de filosofía moral componen una física, (para Michel Serre9).
Materialismo en la ciencia natural y humanismo en la ética. Si bien es
posible considerarla una física particular en la que el sujeto y los micros
elementos se funden. La sustancia es eterna, el alma del hombre consiste en
átomos diminutos, pero además existen otros mundos componiendo el
universo y que resultan similares al ser del hombre. Este y los otros
mundos no están controlados por dioses sino por la naturaleza. Las formas
de vida en estos mundos están en constante movimiento, lo que llega a
saber el hombre proviene solo de los sentidos y de la razón. Los
sentimientos perciben las colisiones macroscópicas de los cuerpos; pero la
razón infiere los átomos y el vacío que los sentidos perciben. Los
sentimientos son la base de la literatura. El hombre evita el dolor y busca
todo aquello que le da placer. Las personas nacen con dos miedos innatos:
el miedo a los dioses y el miedo a la muerte; y encuentra en la poesía su
conjura. En ella encuentra su guía, la razón de sus preguntas, el sentido de
su vida. La razón poética se transforma así en razón filosófica.
9 Michel Serres, El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio .Buenos Aires: Pre- textos, 1994 . pp 25-37.
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Si concebimos la filosofía como una investigación de la verdad o
como un razonamiento sobre supuestas verdades descubiertas, no hay en la
filosofía nada afín a la poesía. No hay ningún elemento poético en las obras
de Epicuro de Tomás de Aquino o de Kant. Aun en Lucrecio y en Dante
encontramos pasajes en los que no hay nada poético excepto el metro o
algún adorno incidental. En tales pasajes la forma de la poesía es eliminada
por la sustancia de la prosa, como el propio Lucrecio admite al decir: “Así
como los médicos que tienen que administrar un repugnante brebaje a los
niños pequeños humedecen previamente el borde de la copa con dulce y
dorada miel, a fin de seducir la confiada edad infantil mientras beben la
amarga poción , sin que semejante estratagema sea propiamente un engaño,
sino un medio de restablecer la salud;(…) así yo he querido exponerte
ahora nuestra doctrina en suaves y sonoros versos piéridos, impregnados
con la miel de las musas”10 .Su obra se presenta como un poema en seis
cantos relevantes de la poesía didáctica, filosófica que a veces adquiere
tonalidad épica en la medida. Donde Epicuro es celebrado como un héroe
de la humanidad, venido a combatir la ignorancia y el oscurantismo que
son obstáculos a la felicidad de los humanos11. El epicureísmo es en efecto
un materialismo integral, que reposa sobre la física atomista elaborada por
Demócrito y que recusa toda idea de intervención divina: el universo y todo
10 Lucrecio, I, 936-47
11 Gaillard, J, Martin,R, Anthologie de la litterature latine, Paris: Gallimard,Folio Classique,2005, pp.172-181
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aquello que se encuentra son el producto de lo que Demócrito había
llamado el azar y la necesidad. De ella se desprende una moral muy simple,
según la cual la sabiduría consiste en pasarla lo más agradablemente
posible, este intervalo entre dos nadas, que se llama la vida; buscando el
único placer verdadero que es evitar el sufrimiento, la ausencia de
sufrimiento. Esto implica limitar drásticamente los deseos, a fin de evitar
todo lo que sea capaz de traer frustración, inevitable causa del sufrimiento.
Esta moral, parcialmente desarrollada es la concepción epicúrea del mundo
de Lucrecio, expuesta en su poema que es un tratado de física y de ciencias
naturales. En él, el contenido es fuertemente austero, pero queda desfasada,
o atenuada por el recurso a la poesía. Lucrecio poeta tanto como filósofo,
tiene un sentido prodigioso de la imagen y en su obra el lector es el más
frecuentemente entrenado por un aire, un élan poético que debía admirar
tanto en Virgilio como en Cicerón.
El temor de los dioses, y de lo sobrenatural en general, era según el
epicureísmo el primer obstáculo a la felicidad humana y el mérito que
destaca Lucrecio en Epicuro es precisamente el haber atacado de frente el
verdadero mentis que constituye la religión, instigadora de tantos crímenes,
de los que da un ejemplo el sacrificio de Ifigenia tal como la ha imaginado
la mitología. Pero la historia debía encargarse de dar a este texto un
carácter singularmente premonitorio. El segundo temor que hace obstáculo
a la felicidad y bienestar es el miedo a la muerte. Este miedo es también
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vano como aquel de dios ya que no hay inmortalidad del alma. Ella,
compuesta de átomos como los cuerpos, se desagrega como él cuando se
acaba la vida, la muerte es entonces total, ella es un no- ser, una nada
idéntica a aquella de la que precede el nacimiento, algo así como estoy
muerto antes de nacer. La sabiduría implica además la limitación de los
deseos, nada es más opuesto que la pasión en general, y la pasión amorosa
en particular. Evitar el amor y sus inevitables tormentos, en cambio todo en
la satisfacción de la necesidad sexual, a los ojos de Lucrecio es la
sexualidad misma la que provoca los problemas y una de las primeras
recomendaciones de la moral epicúrea.
También para Leonardo el mundo constituye una unidad. De esta
unidad se desprenden, principios básicos, como el siguiente: cada cosa
tiende a conservarse en su ser, pero aspira a ser su totalidad para escapar a
su imperfección. También mediante conceptos mecanicistas se señala esta
unidad: la naturaleza desarrolla cualquier asunto en tiempo mínimo; dada la
causa, es posible lograr el efecto por la vía más rápida; la tierra es movida
de su sitio hasta por el simple peso de un pajarito que sobre ella se posa.
Pero volvamos un momento a Hesíodo. El poeta es el cantor del trabajo y
de los orígenes del mundo. Además de los Erga y la Teogonía existen dos
obras cuya autoría se le atribuye sin demasiada seguridad, el Escudo de
Heracles y el Catálogo de mujeres. Encontramos algunos puntos en común
con la forma de escribir homérica, son también hexámetros dactílicos
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escritos en dialecto jónico y emplea expresiones propias del lenguaje épico
convencional, fórmulas y vocabulario que indican su origen oral, aunque
ahí acaban las similitudes. Las frases de Hesíodo son breves, rígidas y
formales, rasgos todos ellos que contribuyen a darle a su poesía un carácter
arcaico. Además el desarrollo es más asociativo que lógico, proliferan las
digresiones y repeticiones sin un hilo conductor claro. Otro punto que lo
separa del narrador de la Ilíada es la frecuencia con que habla de sí mismo,
relatando sus experiencias personales como parte del discurso poético,
reclamando su individualidad como autor. Debido a su experiencia en la
vida campesina ofrece una visión del mundo nada idealizada, es consciente
de que la vida es esfuerzo y trabajos continuos y por ello ofrece consejos
prácticos para el hombre de campo y además una explicación sobre por qué
es tan dura la existencia. Los Trabajos y los días o Erga son un manual que
incluye información útil para el cultivo de la tierra, la cría de ganado, el
paso de las estaciones, la navegación por mar. El mito de Pandora explica
por qué los hombres están obligados a sufrir sacrificios: una venganza
divina desatada por la curiosidad de la mujer, que abre la caja prohibida
dejando escapar todos los sufrimientos humanos encerrados en ella. Pero el
trabajo según Hesíodo no es sólo un castigo, es el máximo valor para el
hombre común, semejante en nobleza a la areté de los héroes antiguos,
pues quien trabaja con la dedicación y los conocimientos necesarios puede
alcanzar la felicidad. En este libro se nos habla de dos tipos de ambición,
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una buena y otra mala. La mala, que se ha apoderado de su hermano Perses,
lleva a la intriga, genera discordia y ociosidad, y la buena lleva al
campesino a ser próspero, incitándole a perseverar. También contrapone la
Justicia (díke) con el exceso de pasiones nefastas (hybris), que debe ser
evitado a toda costa.
La Teogonía de Hesíodo es una de las primeras cosmogonías de la
mitología griega que se conservan, cuenta la historia del linaje de los
dioses, desde el caos inicial hasta Júpiter y los dioses olímpicos. Se han
encontrado numerosas similitudes entre los relatos hesiódicos y las
mitologías hititas y babilónicas, por ejemplo la figura del dios que mata a
su propio padre para sucederle en el trono y a su vez hace lo propio con sus
hijos para evitar ser destronado. Sin embargo, a diferencia de estos mitos,
el desarrollo de la Teogonía tiene un fin definido, Zeus es el objetivo al que
se dirigen los asesinatos de Urano y Cronos, y no será sustituido por
ninguno de sus hijos, ya que ha impuesto una ley cósmica, es decir,
racional, en el Olimpo. Zeus es quien trae el orden a las moradas divinas.
El mito de las cuatro edades contribuye a esta idea de sucesión cíclica: en
el principio hubo una edad de oro, luego vino la de plata, bronce y hierro,
cada una de ellas peor que la anterior. La imagen de un pasado mejor y de
la degeneración de la sociedad actual ha sido y es una constante en el
pensamiento de todas las épocas, siendo plasmado a menudo por los poetas.
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Repasando sus obras vemos más claro este concepto de labor y naturaleza.
Sobre todo en la comparación con la Teogonía:
Erga (Los trabajos y los días).Teogonía. El escudo de Heracles .y Catálogo
de mujeres. Los trabajos y los días se compone de la siguiente manera:
1-10. Proemio: Himno a las Musas de Pieria y elogio a Zeus; epílogo con
oración a éste para que imponga la ley de la justicia y palabras a Perses, al
que el poeta va a dar consejos.
11-285. Mitos y fábula: Avisos a Perses sobre la justicia y el trabajo;
explicaciones sobre la dolorosa vida humana y el poder justiciero de Zeus.
Hay dos Érides o Rivalidades, la de la envidia y la de la emulación en el
trabajo, que es la que hay que seguir. Perses abusó de Hesíodo porque
siguió la primera. Mito de Prometeo y Pandora que explica el desgraciado
destino humano por haberse enfrentado a Zeus aquel protector de los
hombres, que robó el fuego para ellos, haciéndolos poderosos.
Veamos la estructura de esta Teogonía de Hesíodo:
I. 1-115: Proemio
A. 1-35 Las Musas en el monte Helicón y iniciación poética con encargo de
Teogonía
En conclusión en estas obras se acentúan y aclaran las características del
poeta beocio que hacen de él, dentro de un marco histórico y cultural que es
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esencialmente el mismo, un complemento antagónico del épico Homero.
Todo aquello que constituye el trasfondo ideológico de la poesía homérica
es modificado por Hesíodo en su afán de comprensión verdadera y de
reflexión sobre la realidad contemporánea, ya no luminosa ni heroica. En el
arte de "Los trabajos y los días", de manera más evidente y completa que
en "Teogonía", dos ideologías y dos culturas -la popular campesina y la
aristocrática-, que coexistían y se integraban en parte en la época de
Hesíodo y de Homero, se funden, constituyendo así un elemento esencial
de la futura ideología democrática de la Atenas clásica.
La introducción al poema, en la cual se intenta reconstruir su fundamental
unidad de inspiración a través de la gran variedad temática, y las notas al
texto bilingüe, se presentan como un complemento indispensable del texto
poético.
Los "trabajos" son las actividades del año campesino, los "días" son un
calendario de los días del mes que son favorables o desfavorables para
diferentes actividades. Para la clasificación de cada uno de los días no se
da más razón que el resultado de que Zeus lo haya ordenado así. Los
temas principales del poema son la justicia y la necesidad de trabajar
intensamente. después de la invocación de las Musas, el poeta se dirige a
su hermano Perses animándolo a una reconciliación tras su disputa. Para
explicar por qué los hombres tienen que trabajar duro y actuar con justicia
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hace uso del mito: Prometeo y la historia de Pandora, las cinco edades o
generaciones de metales y la fábula del halcón y el ruiseñor, para ilustrar
el uso injusto del poder, todo esto se mezcla con proverbios, máximas
morales y amenazas de cólera divina. En los dos tercios restantes del
poema, Hesiodo da a Perses instrucciones acerca del trabajo del agricultor,
que son en su mayor parte una enumeración de las tareas de las distintas
estaciones con algunos consejos prácticos, por ejemplo, sobre cómo
fabricar un arado; contiene un pasaje con una excelente descripción de los
rigores del verano en contraste con el retrato del campesino disfrutando
del lánguido calor del verano. Continúa con breves consejos sobre el
comercio marítimo, un conjunto de máximas proverbiales sobre la
conducta religiosa y moral, y el calendario de los días afortunados y
desafortunados.
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