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Personalidades de las Geociencias en Cuba

Compilación

Dinorah N. Karell Arrechea Teresita Torres Sierra

La Habana. 2013

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Compiladores: Dinorah N. Karell Arrechea Teresita Torres Sierra Edición: Dinorah N. Karell Arrechea Diseño de portada y contraportada: Manuel A. Corzo Entenza 2da. Edición corregida y ampliada © Instituto de Geología y Paleontología, 2013

© Sobre la presente edición: Centro Nacional de Información Geológica ISBN 978-959-7117-41-4 IGP. SERVICIO GEOLÓGICO DE CUBA. Vía Blanca No.1002 y Carretera Central, Reparto Los Ángeles. San Miguel del Padrón, CP 11 000, La Habana, Cuba. Teléf.: 696-7232 y 698-8296. E-mail: biblioteca@igp.minem.cu

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Al lector: Dedicamos esta publicación a rendir homenaje a destacadas personalidades que ya no están, pero han dejado una indeleble impronta en las Geociencias cubanas. Por insuficiencia de datos, algunas figuras destacadas no han sido incluidas en la presente edición, por lo que valoraremos cualquier información relevante que permita enriquecer el conocimiento sobre la vida y obra de quienes han contribuido admirablemente al desarrollo de las Ciencias de la Tierra en Cuba. Agradecemos a familiares y amigos que han contribuido con sus archivos personales a enriquecer los datos de este material. Puede comunicarse con nuestro equipo de trabajo a través de: Teléfonos: 6 988296/698 8404 Correo electrónico: biblioteca@igp.minem.cu Muchas gracias

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Índice Albear y Fránquiz, Jesús Francisco.......................................................................... 3

Álvarez Conde, José..................................................................................................8

Angulo y Díaz-Canel, Rosa María............................................................................10

Bermúdez Hernández, Pedro...................................................................................12

Betancourt Morales, Ana Luisa................................................................................ 15

Brödermann Vignier, Jorge.......................................................................................18 Calvache Dorado, Antonio........................................................................................20 Corral Alemán, José Isaac del ................................................................................ 22 Fernández de Castro, Manuel................................................................................. 24 Furrazola Bermúdez, Gustavo............................................................................... . 26 Hasting Palmer, Robert.......................................................................................... . 29 Humboldt de Hollwede, Alejandro de........................................................................31 Kemper Palmer, Dorothy......................................................................................... .33 Massip Valdés, Salvador.......................................................................................... 35 Núñez Jiménez, Antonio ……………………………………………………………….. .38 Pichardo y Tapia, Esteban....................................................................................... 42 Poey Aloy, Felipe..................................................................................................... 44 Reyes Soler, Luis Alfonso....................................................................................... 47 Sagra Pérez, Ramón Dionisio de la …………………………………………………… 50 San Martín Sáenz, René.......................................................................................... 52 Sánchez Roig, Mario............................................................................................... 54 Sosa Meizoso, Carlos Ángel …………………………………………………………… 57 Torre y Callejas, Alfredo de la …………………………………………………………60 Torre Huerta, Carlos de la........................................................................................65 Torre y Madrazo, Ricardo de la …………………………………………………………67 Ysalgué Ysalgué, Sarah………………………………………………………………….69

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JESÚS FRANCISCO DE ALBEAR Y FRÁNQUIZ (1908-2000)

Jesús Francisco de Albear y Fránquiz, nieto del ilustre José Francisco de Albear y Fernández de Lara, fue el continuador de la tradición científico-técnica familiar. Nació en la ciudad de La Habana el 8 de mayo de 1908 y se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de La Habana, en 1926. Cursó estudios universitarios en Europa, principalmente en Bélgica, y a su regreso estudió en la Facultad de Ciencias y en la de Arquitectura, graduándose de Doctor en Ciencias Físico-Químicas en 1937, Doctor en Ciencias Físico-Matemáticas en 1938 y de Ingeniero Civil en 1938. Tuvo una labor muy activa en el campo de la ingeniería. Fue el ingeniero encargado de las obras del Acueducto en 1938. Asimismo, ocupó el cargo de ingeniero geólogo en la Comisión del Mapa Geológico de Cuba en el Ministerio de la Agricultura, cooperando con el Ingeniero Jorge Brödermann en su confección, lo que significó su definitiva dedicación a las investigaciones geológicas del territorio cubano. Se trasladó a los Estados Unidos para especializarse en el U.S. Geological Survey de Washington, en 1946. De regreso a Cuba,creó el programa geodésico aéreo nacional, recibiendo a múltiples delegaciones para participar en congresos científicos cartográficos y geológicos, mereciendo por su labor brillante, el ser nombrado jefe de la Comisión Geodésica de Cuba, con la responsabilidad directa de todos los trabajos geodésicos cartográficos. Conjuntamente con su trabajo en la Comisión del Mapa Geológico de Cuba a partir de 1938, el ingeniero Albear fue fundador y responsable máximo de la Comisión Geodésica de Cuba durante los años 1946-1947. En 1948 participó en la estructuración, organización, programación y dirección del Instituto Cartográfico Nacional, que posteriormente en 1955 y por decreto-ley, se constituyó como el Instituto Cubano de Cartografía y Catastro del Ministerio de Obras Públicas, donde ocupó diversas responsabilidades administrativas y profesionales, labor que simultaneó junto con sus investigaciones y trabajos geológicos junto al ingeniero Jorge Brödermann.

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Entre 1953 y 1954 procedió, junto con Brödermann, a la ubicación final de la perforación en el denuncio Dos Estrellas, a la vez que realizaban estudios geológicos, paleontológicos y cartográficos que condujeron a la confirmación de la primera cuenca petrolífera cubana. En ese último año, fue electo Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Cuba. En 1955 fue designado asesor cartográfico técnico de la Junta Nacional de Planificación y representante cubano en la Comisión de Geografía del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. En 1956, él y Brödermann confeccionaron el informe geológico preliminar sobre el dique para el Túnel de la Habana, también realizaron los estudios geológicos de las excavaciones para la construcción de los hoteles Habana Libre y Focsa, así como la evolución geológica y tectónica de los mares de Cuba. Entre 1956 y 1957 colaboró con los doctores Hoffsteter y Pedro Bermúdez en la confección del Léxico Estratigráfico Internacional para Cuba y es nombrado también Organizador del Comité Cubano Pro-Año Geofísico Internacional. Al triunfo revolucionario, despreció las ofertas que le hicieron diferentes compañías extranjeras para que abandonara el país y puso todos sus conocimientos al servicio de la obra que se iniciaba. Así, se mantuvo al frente del Instituto Cubano de Geodesia y Cartografía (ICGC); fue fundador y primer director del Instituto de Geología y Paleontología de la Academia de Ciencias de Cuba; primer director y fundador de la Facultad de Geología de nuestro país, y fundador y director técnico del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos. Después de 1960 pasó a dirigir el Departamento de Recursos Hidráulicos en el Ministerio de la Construcción, participando en importantes investigaciones hidrológicas e hidráulicas para el cierre de las presas Minerva, Melones y el Mate, así como en el estudio de fuentes de abasto de agua para distintas localidades el cual incluyó también la problemática del agua en Cuba y tuvo como resultado la creación de la Comisión Técnica de Agua, integrada por especialistas del INRA y del MICONS. En febrero de 1962 se creó la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, constituyéndose el Instituto de Geografía y Geología en marzo de ese mismo año, del cual Albear fue asesor científico y Mario Sánchez Roig, el jefe del Departamento de Paleontología. En enero de 1963 quedó constituido oficialmente el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos con el comandante Faustino Pérez como Presidente y Francisco de Albear como subdirector, quien luego llegó a ser su director técnico. Como director técnico del INRH, Albear tuvo la tarea de organizar los distintos departamentos de la entidad, así como las tareas y principales líneas de trabajo e investigaciones a ejecutar, desarrollando junto con otros especialistas cubanos y extranjeros, un plan hidráulico de gran intensidad en la provincia de Oriente. Desde septiembre de 1965, en que fue nombrado Director del Instituto de Geología de la Academia de Ciencias, hasta mayo de 1970, siempre estuvo realizando trabajos y actividades como director y geólogo investigador.

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Asumió la Dirección de la nueva Escuela de Geología de Santiago de Cuba a partir de enero de 1966, con la colaboración de Donis P. Coutin Correa, Amelia Brito Rojas, Aurelio Torres, todos pertenecientes al Instituto de Geología, además de contar con el apoyo de algunos profesores de la Universidad de La Habana y la colaboración de especialistas soviéticos y checoslovacos. Esto permitió estabilizar la carrera de Geología en la Universidad de Oriente y lograr la formación de un buen número de profesionales destacados y calificados. El 1ro de mayo de 1966 cesaron sus actividades en el INRH y en febrero de 1967 solicitó al Doctor Antonio Núñez Jiménez, terminar sus actividades como Director de la Escuela de Geología de la Universidad de Oriente, para dedicarse plenamente a la Dirección del Instituto de Geología, Sin embargo, continuó prestando colaboración y asesoría a la escuela, y continuó como profesor hasta fines del curso 1966-1967. En febrero de 1968 se efectuó en La Habana una reunión geológica de las Academias de Ciencias de los países socialistas. Esto constituyó un evento histórico, de gran relevancia para la geología cubana. Albear actuó entonces como Vicepresidente de la Delegación Cubana y en ese marco se aprobó la colaboración multilateral para los trabajos de levantamiento geológico a escala 1:250 000 y de sus temáticas complementarias en todo el territorio cubano. En el período 1970-1974 se mantuvo en el Instituto de Geología como Asesor Científico, Investigador Consultante y responsable del grupo de Ingeniería Geológica. A partir de octubre de 1970, fue miembro del Comité de Coordinación y Consulta del Levantamiento Geológico de Cuba a escala 1: 250 000, conjuntamente con las representaciones de los especialistas en Cuba de las Academias de Ciencias de los antiguos países socialistas. Formó parte también de la brigada cubana para el levantamiento geológico de las provincias La Habana y Ciudad de La Habana como investigador principal. En junio de 1977, Albear fue designado miembro de los Consejos Científicos de la rama geológica del Comité Estatal de Ciencia y Técnica y de la Comisión Nacional de Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales, incorporado posteriormente a la Academia de Ciencias. En noviembre de 1977 fue nombrado miembro del Comité Cubano de Geodinámica de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. En ese mes se le designó editor de la Revista “Ciencias de la Tierra y el Espacio”, publicada por la Academia de Ciencias de Cuba. El 17 de agosto de 1981 recibió el certificado de Investigador Titular e integró el Tribunal Evaluador de Categorías Científicas de la sección “Ciencias de la Tierra y el Espacio”. En ese mismo año terminó el tema sobre “Estudio Tectónico de la porción noroeste Habana- Matanzas”. En agosto de 1982 fue miembro de la Comisión cubana del Proceso Geosinclinal y formación de la corteza terrestre. Entre 1980-1983 participó en importantes eventos internacionales como el Coloquio Internacional sobre Hidrogeología Cársica de la Región del Caribe y en la Reunión Internacional de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe.

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Durante 1983-1985 participó activamente en importantes investigaciones del IGP, como el Léxico Estratigráfico de Cuba, siendo responsable del Grupo Cretácico; Bioestratigrafía del Paleógeno de las provincias Habana-Matanzas, basado en el estudio de grandes foraminíferos, bajo la asesoría de la Dra. Lenia Montero. En 1980 fue miembro del Consejo de Dirección del nuevo Atlas Nacional de Cuba y posteriormente del Consejo de Expertos por comisiones de trabajo. La Comisión Nacional de Grados Científicos, otorgó a Jesús Francisco de Albear y Fránquiz el grado científico de Doctor en Ciencias Geológicas en 1984, como “reconocimiento a su destacada contribución al desarrollo científico del país en la esfera de su actividad”. Algunas de sus obras publicadas más importantes fueron “Estudio de la Cuenca de Vento”, en 1940; “Geología de la Provincia de la Habana”, en 1941; “Croquis Geológico de Cuba”, en 1946; “Contribución a las provincias de La Habana y Ciudad de La Habana”, en 1985, donde se reflejan los objetivos más significativos alcanzados en este levantamiento. Dejó otras muchas obras sin publicar que se conservan como patrimonio en el Archivo Técnico del IGP. Albear publicó su último trabajo en 1992, basado en la formación Güines, en la Revista “Ciencias de la Tierra y el Espacio”. Después de eso y casi hasta su muerte, se dedicó al asesoramiento y consultoría de varios proyectos de investigación en el IGP. Fue Miembro Emérito de la Sociedad Cubana de Geología y su único Presidente de Honor y reconocido también como Miembro Distinguido de la UNAICC. La Sociedad Cubana de Geología tiene instituido un premio que lleva su nombre y se entrega a los miembros destacados por “la obra de la vida”. Falleció el 27 de septiembre del año 2000 y sus restos descansan en el Panteón de la UNAICC en el Cementerio de Colón.

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JOSÉ ÁLVAREZ CONDE (1910-1962)

Nació el 23 de octubre de 1910 en la ciudad de Santa Clara. Matriculó en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de esa ciudad, donde se graduó de bachiller en Ciencias y Letras en 1929 y de Agrimensor y Perito Tasador de Tierras, en 1934. Estudió en la Universidad de la Habana la carrera de doctor en Pedagogía, especializándose en Ciencias Naturales. Fue discípulo del sabio cubano don Carlos de la Torre y Huerta en la cátedra de biología de la Universidad de La Habana, sus estudios de la naturaleza y además su trabajo como profesor privado, llevó a que Carlos de la Torre lo considerara un autodidacta. Su dedicación a la profesión y constante superación lo acercaron íntimamente al sabio cubano, lo que lo impulsó un año después de su fallecimiento en 1950, a escribir una documentada biografía del maestro que le trajo muchas palabras de augurio de los más destacados intelectuales de la época. Fue miembro de la Comisión para la Recopilación y Redacción de la Historia Natural de Cuba, cargo que ocupó luego de la muerte del sabio naturalista Don Carlos de la Torre y Huerta. En 1934 fue nombrado profesor supernumerario de la cátedra de Historia Natural, Biología y Cosmología del Instituto Provincial de Santa Clara. En 1937 fue ascendido a la cátedra auxiliar, más tarde a la de titular y a jefe de cátedra en 1943. Desempeñó la secretaría y dirección del plantel y funciones de Asesor Técnico en el Ministerio de Educación. Realizó numerosas exploraciones y estudios en la Isla de Cuba desde el punto de vista geológico, botánico, paleontológico y arqueológico, y publicó numerosas monografías y libros de textos, así como trabajos prácticos, científicos y biográficos, entre ellos: “Elementos de Biología”, “Botánica”, “Zoología”, “Mineralogía”, “La Laguna del Tesoro” (Exploraciones en la Ciénaga de Zapata), “Guamuhaya” (Exploraciones en las

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regiones de Trinidad y Sancti Spíritus), “Exploraciones por el Occidente de Cuba”, “El Salto de Hanabanilla”, “Los Jardines de Harvard”, en Cienfuegos; “Exploraciones Arqueológicas en la Ciénaga de Zapata”, y muchas más. Otras obras notables del doctor José Álvarez Conde fueron la biografía de “Carlos de la Torre y Huerta, su vida y su obra”, con prólogo del doctor Carlos G. Aguayo, cuyas palabras influyeron grandemente para que fuera propuesto e ingresara en la Academia de la Historia de Cuba como Académico Correspondiente, y la “Historia de la Geología, Mineralogía y Paleontología en Cuba”, publicada en 1957 y que por primera vez recogiera las biografías de ilustres personalidades científicas. Pueden citarse, además, muchas otras publicaciones en revistas científicas, culturales y literarias de Cuba, como “Huesos marcados en la Isla de Cuba”, en: las Memorias de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey: “Las Ciencias Naturales Cubanas en los primeros cincuenta años de la Independencia”, “Juan Tomás Roig: modesto y laborioso científico cubano”, “Monstruos prehistóricos, ”Las murallas de calizas azules”, “El malacólogo Don Carlos de la Torre”. Perteneció a numerosas instituciones científicas y culturales, nacionales y extranjeras, entre las cuales pueden citarse: Socio titular de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey de la Universidad de la Habana, Miembro fundador de la Sociedad Cubana de Botánica, Miembro de la Sociedad Universitaria de Exploraciones (Universidad de la Habana), Miembro de la Sociedad Botánica de Francia, de la Sociedad Geográfica de Lisboa, de la American Geophysical Union de Washington, U.S.A.; Miembro titular y tesorero de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, Miembro de la Comisión para la Recopilación y Redacción de la Historia Natural de Cuba, Secretario de la Sección de Ciencias y Vice Secretario del Ateneo de la Habana, Presidente de la Sección de Ciencias y Secretario General del Ateneo de Santa Clara, Miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos y de la Sociedad Espeleológica de Cuba; fue condecorado con el grado de Oficial de la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes; con la Medalla de Bronce del Centenario de la Bandera y la Primera Medalla de Oro de la Ciudad de Santa Clara, en 1942. Fue además, miembro titular y tesorero de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, institución que reunió a las figuras más importantes de la arqueología cubana durante la primera mitad del siglo XX, hasta su desaparición física en 1962.

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ROSA MARÍA ANGULO Y DÍAZ-CANEL (1914-1983)

Nació el 23 de junio de 1914 en Santa Clara, provincia de Villa Clara. Pedagoga, graduada como doctora en Ciencias Naturales en la Universidad de La Habana. Durante su vida como estudiante universitaria, participó en la lucha contra las lacras existentes, dentro y fuera de la Universidad; perteneció al Comité Estudiantil de Superación Universitaria. Vinculada a algunos exiliados dominicanos y a otros revolucionarios, participó en la organización de la expedición a Santo Domingo, conocida como “Cayo Confites”; fue la única mujer que permaneció en el campo de entrenamiento que radicaba en la Escuela Politécnica de Holguín, además de que prestaba su casa para reuniones. Con el Triunfo de la Revolución, en 1959, asumió nuevas responsabilidades y desarrolló actividades de orientación a los alfabetizadores. Su larga vida laboral la inició en La Habana, en el Colegio privado Sepúlveda, donde impartió clases de bachillerato, y después ingresó como Profesora Titular del Instituto de Marianao, plaza que obtuvo en 1941, por concurso de oposición, y que desempeñó ininterrumpidamente hasta 1946. En este Centro fue profesora de Ciencias Naturales, Anatomía, Mineralogía, Cristalografía y Geología, y para las tres últimas asignaturas adaptó su Tesis “Estudios mineralógicos clásicos y modernos”. En 1954, obtuvo la plaza de Profesora Titular en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de las Villas “Marta Abreu”, y posteriormente pasó a la Escuela de Ciencias, donde impartió Cristalografía, Mineralogía, Geología, Paleontología General y Petrografía, desempeñando el cargo de Decana. Fue fundadora del Instituto de Superación Educacional (ISE) de Santa Clara. En 1964, al crearse los institutos pedagógicos, fue nombrada Subdirectora de la Sección de Ciencias del Instituto Pedagógico “Félix Varela”, de Santa Clara. Presidió la Comisión Nacional de Planes y Programas de los institutos pedagógicos, en la Carrera de Biología. Concibió los planes de Biología en el Destacamento Pedagógico Universitario “Manuel Ascunce Domenech”. Fue Inspectora Nacional de Biología de Secundarias Básicas y Preuniversitarios; introdujo la asignatura Agropecuaria y su concepción didáctica por medio de seminarios.

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Esta destacada educadora sentó pautas importantes en la enseñanza de la Biología en Cuba, tanto de modo directo, en su condición de profesora, como por medio de innumerables libros que escribió. Recibió varios reconocimientos, entre los que se hallan: Orden Nacional Frank País, Medalla José Tey, Distinción Especial del Ministro de Educación Superior, Premio Anual al Mérito Científico-Técnico. En 1981, la Comisión Nacional de Grados Científicos le otorgó, de modo directo, el grado científico de Doctora en Ciencias Pedagógicas. Entre sus principales obras se encuentran: “Estudios mineralógicos clásicos y modernos”, La Habana, 1940, y “Ensayos para la identificación de los elementos en los minerales de la clase I “nativos”, Santa Clara, 1954. Falleció en la ciudad de Santa Clara, el 22 de octubre de 1983.

PEDRO J. BERMÚDEZ HERNÁNDEZ (1905-1979)

Nació en Las Villas, el 24 de febrero de 1905. Destacada personalidad de la Paleontología y la Geología de Cuba en el siglo XX. Se especializó en el estudio de los foraminíferos y contribuyó al desarrollo de la Estratigrafía en Cuba. Apenas a un año de haberse graduado de Doctor en Farmacia, en la Universidad de la Habana (1935), la ”John Simon Guggenheim Memorial Foundation” de New York le otorgó una beca por dos años (1936-1937). Durante esta etapa se dedicó intensamente al estudio de los foraminíferos. Desde muy temprano, el joven Bermúdez sintió un irresistible interés por el estudio de la naturaleza, iniciándose al lado del Dr. Salvador de la Torre y Huerta, con quien cursó la asignatura de Historia Natural en el Instituto de Segunda

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Enseñanza de Santa Clara. El Dr. de la Torre recomendó su discípulo a su hermano, el eminente sabio cubano Dr. Carlos de la Torre, quien supo valorar las cualidades del joven naturalista y lo nombró su ayudante honorario en la Universidad de la Habana. En 1948 finalizó su carrera de Doctor en Ciencias Naturales en la citada Universidad, donde años más tarde ocupó la plaza de profesor en la cátedra de Zoología.

Las relaciones científicas con Don Carlos de La Torre le dieron la oportunidad de viajar intensamente por toda la Isla, recolectando moluscos terrestres para su maestro y para una colección privada, llegando a reunir más de 10,000 lotes de especies, todas clasificadas y que donó posteriormente al Museo “Felipe Poey” de la Universidad de La Habana y al Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard. . El número de especies nuevas descubiertas en estos viajes fue muy considerable.

La afición de Bermúdez a la Malacología fue tan grande y provechosa que Don Carlos dijo en varias ocasiones de él: “Antes, los americanos enseñaban a Bermúdez, pero ahora Bermúdez los enseña a ellos”. Con la llegada de las grandes compañías petroleras para realizar investigaciones sobre la posible existencia de petróleo en el territorio nacional, Bermúdez se asoció con el doctor Robert H. Palmer, a quien acompañó por todo el territorio cubano estudiando la Geología y la Paleontología de Cuba. El doctor Bermúdez publicó numerosos trabajos científicos sobre Estratigrafía y sobre el estudio sistemático de los foraminíferos, El número de géneros de foraminíferos descubiertos por el doctor Bermúdez, es de más de cincuenta y el número de especies nuevas también es considerable. En 1935, el Dr. Bermúdez publicó su obra “Foraminíferos de la costa norte de Cuba”, excelente fuente de información sobre estos organismos, que desde 1839, en que Alcides D’Orbigny publicó su libro sobre los foraminíferos recientes de Cuba, no se había realizado estudio alguno. En 1938, el Dr. Bermúdez participó en una campaña oceanográfica a bordo del barco ATLANTIS, de Woods Hole Oceanographic Institution, enriqueciendo su colección con muestras de los mares profundos que rodean a Cuba, y de foraminíferos recientes. Transferido a Cuba, trabajó durante varios años en la Standard Oil Co. de Cuba y durante este tiempo tuvo la oportunidad de estudiar extensas colecciones de muestras paleontológicas del país, y de Panamá, Costa Rica y Guatemala, aumentando sus conocimientos estratigráficos de América Central. En 1949 terminó su obra ”Contribución al estudio del Cenozoico Cubano”, publicada en 1950 donde, por primera vez en Cuba, se hace un estudio de la estratigrafía del terciario principalmente basada en microfósiles. Dos años después, en 1952, publicó sus obra “Contribución al estudio de los foraminíferos rotaliformes” y ”Las formaciones geológicas de Cuba” . Fue organizador del laboratorio geológico de la Comisión del Mapa Geológico Cubano, en 1945, colaborando estrechamente con el ingeniero Jorge Brödermann y miembro de importantes instituciones científicas, tanto en Cuba como en el extranjero.

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Durante varios años, a partir de 1945, el Dr. Bermúdez prestó sus servicios profesionales en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos en Caracas y, al mismo tiempo, fue profesor de Micropaleontología en la Universidad Central de Venezuela en la Escuela de Geología y Minas. El Dr. Pedro Joaquín Bermúdez fue miembro de numerosas sociedades científicas entre las que pueden citarse: Miembro Honorario del Instituto Cubano del Petróleo; Miembro Vitalicio de la Sociedad Cubana de Historia Natural; miembro de las Sociedades de Geología y Paleontología de Estados Unidos, de la Sociedad Mexicana de Geólogos Petroleros y de la Sociedad Paleontológica de Francia, entre otras . La magnífica colección de foraminíferos de Bermúdez constituye la más completa de la región Caribe-Antillana y se encuentra en la Universidad Central de Venezuela.

Graves quebrantos de salud frenaron su extraordinaria producción científica y minaron seriamente su actividad física e intelectual, pero siempre se sobrepuso y siguió publicando hasta el año mismo de su muerte. Fue un científico de una extraordinaria humildad, completamente entregado a su labor y dispuesto siempre a enseñar y ayudar a sus estudiantes y colegas.

Falleció en Caracas, Venezuela, el 3 de septiembre de 1979.

ANA LUISA BETANCOURT MORALES (1924-2005)

Nació el 28 de abril de 1924 en Santiago de Cuba. Doctora y profesora emérita de Mineralogía. En 1940 inició estudios de enseñanza media superior en el Instituto del Vedado, en el cual se graduó en 1941, como Bachiller en Ciencias y Letras. Ingresó en ese mismo año en la Universidad de La Habana (UH) en la Carrera de Ciencias Naturales, donde se destacó en Cristalografía y Mineralogía. En 1943 fue

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designada monitora auxiliar de Mineralogía, trabajando estrechamente con su mentor el Dr. René San Martín Sáenz y presentando ante la Sociedad Felipe Poey, el trabajo de investigación: “Determinación del mercurio en los minerales”, noticia publicada en la hoja de Actualidad Nacional e Internacional del Diario de La Marina. Fue ese el tema de su tesis de doctorado. Obtuvo el título de Doctora en Ciencias Naturales el 22 de diciembre de 1945. Entre 1945 y 1949 mantuvo una intensa actividad docente en la Universidad de La Habana, simultaneando, a partir de 1946 las actividades anteriores con la de responsable del museo y laboratorio de la Cátedra “I” de la Facultad de Ciencias, UH. Participó de forma significativa en el desarrollo de la educación de las Geociencias y en la fundación de importantes centros relacionados con la Geología y la Minería. Dedicó su vida a la docencia dentro de las ciencias geológicas y se vinculó al incipiente desarrollo de la actividad petrolera en la década de los sesenta del siglo XX. Entre 1959 y 1960 dio clases de Mineralogía a auxiliares geólogos en el Laboratorio “José Isaac Corral” en un curso auspiciado por el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). En julio de 1960 fue llamada a ocupar el cargo de Petrógrafa Auxiliar en el Instituto Cubano del Petróleo (ICP), perteneciente al Ministerio de Industrias, donde hasta 1961 impartió clases de Mineralogía al personal que posteriormente formaría el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM). En 1961 participó en la fundación del Instituto Cubano de Recursos Minerales del Ministerio de Industrias. Allí trabajó hasta 1963 como asesora, con el Capitán Jesús Suárez Gayol, que fungía como delegado del entonces Ministro, Comandante Ernesto Che Guevara de la Serna. Tomó parte en proyectos sobre el estudio de serpentinitas, asbesto, arenas sílice y petróleo, entre otros. En 1961 también reinició su labor docente en la Universidad de La Habana. A solicitud del Ministro Comandante Ernesto Che Guevara, fue liberada del cargo en el ICRM para que colaborara en la preparación de las nuevas carreras de la Reforma Universitaria, dirigida por el Dr. Abelardo Moreno (padre), aunque continuó colaborando en el ICP-ICRM. Laboró posteriormente en la nueva Escuela de Geología de la Universidad de la Habana, fundada en 1962. En la UH atendió además los cursos de liquidación de la Facultad de Ciencias y colaboró en la Campaña de Alfabetización en el ICP. Entre 1963-1965 fungió como Directora del Departamento de Mineralogía y Petrografía y responsable del museo y laboratorio de la Escuela de Geología. En toda la década del 60 e inicios del 70, se incorporó a múltiples labores extra docentes: trabajos en la imprenta de la Facultad de Ciencias, labores geológicas en Sancti Spíritus (Diciembre 1962), en Pinares de Mayarí (Febrero 1966), en el Departamento de Economía de la UH. (1965), realizando el inventario de bienes muebles durante el traslado de la escuela de Geología de la UH a la Universidad de Oriente (Abril 1965).

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Trabajó en la Escuela de Geología hasta su traslado a la Universidad de Oriente en 1965, impartiendo clases en tres facultades de la Universidad de La Habana: Geografía, Pedagogía y Geofísica. (Tecnología), en las disciplinas Mineralogía y Petrografía, hasta fines de 1967, fecha en que pasa a la CUJAE. A partir de la creación de la Escuela de Geofísica de la CUJAE y hasta su retiro, fue profesora de Mineralogía y Petrografía. Desde 1965 hasta 1966 fue Jefa del 2do Año del Curso para Trabajadores (CPT) en el Instituto Pedagógico “Enrique José Varona”. Colaboró en la publicación de los libros de Mineralogía de Barroso-Muñoz (1949) y de Castellanos (1952). Realizó traducciones de Tablas Determinativas Mineralógicas y Petrográficas en el Instituto Cubano de Recursos Minerales y en la confección de un muestrario sobre magmatismo y sedimentación, recogido en el libro “Geología de Cuba” del Ministerio de Industrias de 1964; también en la confección del folleto “Cuaderno de Prácticas de Mineralogía y Petrografía” de la Escuela de Ingeniería Geofísica de la CUJAE, 1976, utilizado como texto de curso. Participó en numerosos eventos nacionales relacionados con la actividad mineralógica y docente. Por su destacado trabajo, recibió las distinciones “René Ramos Latour”, otorgada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Química y Metalúrgica y la medalla “Por la Educación Cubana”, de la Academia de Ciencias de Cuba, otorgada por el MES por su aporte a la educación. El 6 de mayo de 1988, se le otorgó la condición de Miembro Emérito de la SCG por “su valiosa contribución a la Geología de Cuba”. Resultó éste el último reconocimiento otorgado en vida a su sencilla y fructífera existencia para la sociedad cubana y en especial para la comunidad de las geociencias. La Dra Ana Luisa ya retirada y con capacidades paulatinamente disminuidas por la enfermedad, falleció en su domicilio en noviembre de 2005 a la edad de 81 años. La Sociedad Cubana de Geología otorga el premio “Ana Luisa Betancourt Morales” a las mujeres destacadas en su quehacer científico y/o educativo.

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JORGE BRODERMAN VIGNIER (1889-1968)

Nació en La Habana el 21 de mayo de 1889. En 1902 ingresó en la Escuela de Artes y oficios donde cursó estudios como Constructor Civil. En 1905, ingresó, con solo 15 años, en la Escuela de Ingenieros Civiles y Arquitectos de la Universidad de La Habana, obteniendo los títulos de Ingeniero Civil y Arquitecto, comenzando a trabajar en la Secretaría de Obras Públicas como ingeniero auxiliar en el negociado de Mejoras de Ríos y Puertos. En 1917 comenzó a interesarse por los trabajos de Geología y Minería, específicamente en trabajos relacionados con la existencia de yacimientos petrolíferos en la provincia de La Habana. La Dirección de Montes y Minas del Ministerio de Agricultura, por propuesta del ingeniero José Isaac del Corral, lo nombró en 1938, ingeniero jefe de la Comisión del Mapa Geológico de Cuba, obra en la que participaron un grupo de científicos entre los se encontraban los geólogos Jesús F. de Albear, Carlos Aguayo, Mario Sánchez Roig y Pedro J. Bermúdez como micropaleontólogo. Gracias a las investigaciones de la Comisión se lograron resultados de gran utilidad para el conocimiento de las cuencas hidráulicas y de las zonas mineras, además de un relevante estudio cartográfico nacional, que fue acreedor de Medalla de Oro y Diploma otorgados por la Sociedad Geográfica de Cuba el 30 de marzo de 1948. En 1940 publicó una notable obra titulada “Breve Reseña de la Geología de Cuba”, que constituye una recopilación sobre las principales investigaciones geológicas de Cuba publicadas desde Humboldt hasta nuestros días y por la que recibió el premio “Ingeniero J. Primelles”. Además, le fue otorgado el premio “Presidente F. Gastón” por su relevante escrito “Determinación geológica de la Cuenca de Vento”. Realizó estudios del acueducto de la ciudad de Pinar del Río y recibió felicitación en 1944 del Ministerio de la Agricultura por su informe titulado “Yacimientos Asfaltíferos de Cuba”. Prestó servicios como Jefe de la Sección de Geología del Instituto Nacional de Hidrología y Climatología Médicas del Ministerio de Salubridad y Asistencia Social.

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En 1918 fue electo presidente del Colegio de Arquitectos de La Habana y en 1946 se desempeñó con igual responsabilidad en la Sociedad Cubana de Ingenieros.. De igual forma, fue socio titular de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey a partir del 12 de diciembre de 1938, así como miembro de la Sociedad Micropaleontológica del Museo Americano de Historia Natural, y de otras sociedades científicas nacionales y extranjeras. En mayo de 1940 intervino en el VIII Congreso Científico Americano, celebrado en Washington, y en junio del mismo año, en la Segunda Reunión Interamericana del Caribe, en Santo Domingo. Entre sus numerosas publicaciones, muchas premiadas por instituciones científicas de Cuba, se encuentran: “Bosquejo geológico de la Isla de Cuba”, 1941; “Breve reseña mineralógica de Cuba”, 1947; en colaboración con el doctor Bermúdez publicó la “Contribución al mapa geológico de la provincia de La Habana”. Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, a partir de junio de 1951, cuando pronunció su discurso de ingreso, con el título: “Consideraciones generales acerca de nuestras estructuras geológicas con posibilidades petrolíferas”. A través de su obra, Broderman demostró su calidad de investigador y su deseo de explotar la geología de Cuba, que como bien dijera “el gabinete es para los análisis y determinaciones, pero el geólogo tiene su campo de actividades fundamentalmente en la propia Naturaleza”. La Sociedad Cubana de Geología otorga el premio “Jorge Brödermann Vignier” para destacar el esfuerzo y los resultados de los miembros en la conducción de esa Sociedad. Falleció en Ciudad de La Habana el 1ro. de junio de 1968.

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ANTONIO CALVACHE Y DORADO (1893-1984)

Nació el 5 de mayo de 1893 en La Mejorana, población cercana a Dos Caminos de San Luis, antigua provincia de Oriente. Geólogo e ingeniero de minas, realizó numerosas investigaciones de relevante importancia en esa especialidad, descubriendo nuevos tipos de minerales. En 1912 se graduó como bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba. Un año más tarde obtuvo una beca para cursar en Lima, Perú, la carrera de ingeniería en minas. Concluidos sus estudios, regresó a Cuba en 1918. En Santiago de Cuba, laboró como consultor de minería y experto en minerales para “…no comprometerse -como él mismo afirmara- con las compañías estadounidenses que explotaban el suelo cubano y se habían apropiado de sus recursos naturales”. En 1936 obtuvo empleo en la Secretaría de Agricultura, que le encomendó la atención a las demarcaciones de las concesiones mineras de Oriente, Camagüey e Isla de Pinos, lo que le permitió realizar investigaciones y descubrir nuevos tipos de minerales. Como resultado de sus investigaciones, en 1939 vio la luz su trabajo “Estado de la Minería en Cuba”. Por la excelente labor desarrollada, en 1945 fue nombrado Director de Montes y Minas de la propia entidad y ejerció simultáneamente la jefatura de la Escuela Forestal de La Habana. En el mismo año obtuvo el doctorado en Ciencias Naturales en la Universidad de La Habana, donde impartió clases en las materias de economía minera y geología económica. En 1948 fue nombrado director del Instituto Geográfico Nacional, y en el propio año asistió a la Convención Internacional de Cartografía, en Buenos Aires, Argentina. En 1949 participó en el Congreso Internacional de Ingeniería celebrado en México. Durante

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aquel tiempo viajó por Sudamérica e intervino en la realización de un croquis geológico de La Habana. Siempre mantuvo una actitud de rechazo ante la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos, no sólo de Cuba, sino de toda América Latina. Fue digno defensor de los intereses nacionales al oponerse a la tala de árboles y a la explotación de minas por empresas extranjeras, contribuyendo así, con su esfuerzo personal, a la salvaguarda de los recursos naturales. Publicó trabajos relevantes sobre minería y geología, entre los que se destacaron los referidos al enfoque histórico de la evolución de las referidas disciplinas, como “Recursos económicos mineros de Cuba, su localización y posibilidades para la postguerra” (1943), e “Historia y desarrollo de la minería en Cuba” (1944). Ulteriores contribuciones suyas, como “Bosquejo histórico del conocimiento de la geología de Cuba” (1965) e “Historia de la apropiación por parte de los Estados Unidos de las riquezas minerales de nuestro país, a partir del siglo XIX” (1974), fueron igualmente significativos. Al triunfar la Revolución Cubana en 1959, se incorporó al Instituto de Recursos Minerales, y en 1962 fundó y organizó la Escuela de Ingeniería de Minas e Ingeniería Geológica de la Universidad de Oriente. Fue asesor geológico del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba (1964) y asesor científico del Instituto de Geología (1967), miembro de la Sociedad de Ingenieros de Lima, Perú, de la Sociedad Cubana de Ingenieros y de la Sociedad Geográfica de Cuba. Falleció en La Habana, el 9 de agosto de 1984. En homenaje a tan notable figura de las geociencias en Cuba que fuera fiel defensor del ideal de que los recursos mineros fueran, por encima de todo, un bien del pueblo, la Sociedad Cubana de Geología otorga anualmente el premio “Antonio Calvache Dorado” a los científicos cubanos destacados en actividades de su especialidad.

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JOSÉ ISAAC DEL CORRAL ALEMÁN (1882-1946)

Nació en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, el 3 de junio de 1882, hijo de José Corral García, natural de Santander, España, y de Victoriana Alemán Morejón, quienes lo enviaron a la península para cursar estudios, los cuales concluyó con el título de Ingeniero de Minas, en 1905. De regreso a Cuba, sus primeros trabajos los realizó en la Secretaría de Obras Públicas, donde participó en los proyectos de construcción de carreteras y otras obras de ingeniería civil, aunque ya por aquel entonces estaba definida su vocación por el cultivo de las ciencias exactas y su amor por la selvicultura. De 1909 a 1948 trabajó en el Negociado de Minas de la Secretaría de Agricultura. Entre sus numerosas pulbicaciones sobre Geología pueden citarse: “Reconocimiento geológico minero del Valle de Viñales”, en 1911; “Demarcaciones mineras”, en 1911; “Reconocimiento geológico forestal de los cayos de los Jardines y Jardinillos”, en 1912; “Aprovechamiento de los gases de las minas de Motombo”, en 1918.“Derecho Minero Cubano”, en dos tomos, en 1920 y 1923; “La Unión de Cuba con el Continente Americano”, en 1939. Entre 1921 y 1928 ganó renombre en Cuba y en el extranjero, reconociéndosele como una de nuestras insignes autoridades en materia forestal y minera, así como un gran matemático y físico, publicando en esas ramas científicas originales monografías. En estos años logró los decretos conservacionistas de mayor trascendencia que fueron el cuerpo vertebral de toda la legislación forestal vigente, entre ellos un reglamento para los montes protectores y las reservas forestales, y un decreto para la protección de los palmares. Recibió numerosas distinciones y reconocimientos a su labor entre los que se destacan: Miembro de la Academia de Ciencias de la Habana; de la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey”; Miembro Vitalicio de la Sociedad Cubana de Ingenieros; Miembro Titular de la Sociedad Geográfica de Cuba; Miembro Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid.

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Desarrolló una constante y justa batalla por la protección de los bosques, y demostró un especial interés por la labor educativa de la población en relación con el cuidado de éstos. En tal sentido, propuso la creación de una Escuela Nacional Forestal, que gracias a su constancia fue fundada en 1933, bajo el nombre de Escuela Nacional Forestal “Conde de Pozos Dulces”, en la antigua granja agrícola de Ciénaga , en La Habana, cuyos alumnos recibían el título de Silvicultores equivalente al de Facultativo de Montes. Organizó tanto el Reglamento como el libro de texto de dicha Escuela, titulado: Curso de ordenación y valoración de montes. Murió en La Habana, el 14 de diciembre de 1946. En el elogio pronunciado por Eduardo Montoulieu en su sepelio, dijo que fue considerado como “un hombre de ciencia de los más eminentes de nuestro país y de nuestra época”. El Laboratorio Central de Minerales (Lacemi) del MINEM, lleva su nombre desde su fundación.

MANUEL FERNÁNDEZ DE CASTRO (1825-1895)

Nació en Madrid, España, el 25 de abril de 1825. Cursó la carrera de Ingeniero de Minas y desempeñó cargos de importancia como el de Director del Mapa Geológico de España. Perteneció a las Academias de Ciencias de Madrid, Barcelona y La Habana, donde expuso en numerosos trabajos sus teorías en el campo de la Geología y la Mineralogía. Residió durante algunos años en la ciudad de La Habana, llegando a desempeñar la dirección del periódico “Diario de la Marina”. Su consagración a los estudios geológicos, mineralógicos y paleontológicos en Cuba le permitió exponer en numerosos trabajos, ante la Academia de Ciencias, el resultado de sus pesquisas entras las que se encuentran los estudios de fósiles cubanos y de las principales minas del país. Algunas de sus publicaciones más conocidas son: “Estudio Geológico de las Minas de

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Oro de Cuba”, en 1865; “De la existencia de grandes mamíferos fósiles en la Isla de Cuba”, en 1864 y “Pruebas paleontológicas de que la Isla de Cuba estuvo unida al continente Americano”, en 1881, este último trabajo lo presentó en el Congreso Americanista en Madrid y en el mismo determinó la existencia de unos sesenta géneros -con más de doscientas especies- de fósiles cubanos de mamíferos, peces, moluscos y otros grupos zoológicos. Entre sus hallazgos fueron notables el diente de placoide fósil, nombrado Aetobatispoeyii en honor del ictiólogo cubano Felipe Poey Aloy, con quien sostuvo estrecha colaboración, así como el Myomorphuscubensis, hoy conocido como Megalocnusrodens, un desdentado fósil, estudiado posteriormente por Carlos de la Torre y otros biólogos. Fernández de Castro determinó, asimismo, la probable existencia de aluviones auríferos entre los cayos y el litoral de la región central de la Isla de Cuba. Fue miembro fundador de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana en 1861, sitio donde presentó la mayor parte de los resultados de su labor investigativa realizada durante la residencia en Cuba. Las diferentes investigaciones geológicas que realizó, le permitieron confeccionar un croquis o mapa de la Isla, lo cual situó a Cuba en la avanzada del conocimiento geológico en Hispanoamérica. Falleció en Madrid el 13 de marzo de 1895.

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GUSTAVO FIDEL FURRAZOLA BERMÚDEZ (1935-2010)

El Doctor en Ciencias Naturales Gustavo Furrazola Bermúdez, distinguida figura

de la Geología y la Paleontología en Cuba, nació en el poblado de Vega Alta, provincia de Villa Clara el 24 de abril de 1935, donde vivió hasta los 5 años, trasladándose su familia para la Habana, donde cursó sus estudios primarios.

Realizó estudios de bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado. Se graduó en 1962 como Doctor en Ciencias Naturales en la Universidad de La Habana.

Comenzó a trabajar como geólogo en 1959 en el Ministerio de Obras Públicas, donde su primera tarea consistió en la realización de estudios en la Cuenca Central, una de las fuentes de petróleo de Cuba. Después trabajó en los yacimientos minerales de la Sierra Maestra y de las Minas de Matahambre en Pinar del Río.

Ya se había creado el instituto Cubano del Petróleo, cuando se incorporó a trabajar allí como paleontólogo bajo las orientaciones del Dr. Agustín Ayala (notable especialista mexicano). Al poco tiempo, comenzó a publicar los resultados de sus investigaciones sobre grupos de microfósiles no estudiados en Cuba con anterioridad, como eran: ammonites, macroforaminíferos (K2-Pg), algas, nanoplanctons del Dg2, Calpionélidos, Tintínidos del J3-K1, entre otros muchos, dejando durante toda su vida un importante legados científicos y descripción de más de 30 especies nuevas de microfósiles cubanos. Fue uno de los fundadores en Cuba, del Servicio Geológico Nacional. Luego del Instituto Cubano del Petróleo continuó su trabajo en el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM) hasta 1967, en la Empresa Consolidada de la Minería de 1967 a 1971, en la Dirección General de Geología y Geofísica (DGGG) de 1971 a 1977, en el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG) de 1977-1986 y desde 1986 hasta su muerte trabajó en el Instituto de Geología y Paleontología (actual Servicio Geológico de Cuba). Junto con el geólogo soviético Constantino Judoley, publicó diversas obras para la ciencia cubana, entre ellas el libro Geología de Cuba (1964) prologada por el Comandante Ernesto Che Guevara en calidad de Ministro de Industrias y fue

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compilador de Estudios sobre Geología de Cuba en 1998, junto a la ingeniera Kenya Núñez. También escribió artículos sobre Geología, Estratigrafía y Paleontología, además de varios libros de Geología Regional de Cuba y del área del Caribe. Participó en innumerables eventos nacionales e internacionales. Fue miembro y presidente de tribunales de categorías científicas en varias instituciones de la rama geológica del país.

Furrazola ejerció la cátedra de profesor de Paleontología en las Cátedras de Geología de la Universidad de La Habana, de Pinar del Río y de Santiago de Cuba; en la de Ciencias Biológicas y en la de Geografía de la Universidad capitalina y en el Instituto Tecnológico “Vitalio Acuña”.

Fue Presidente Fundador de la Sociedad Cubana de Geología (SCG, 24 de febrero 1979) y recibió numerosos reconocimientos durante su trayectoria, incluidos la orden Carlos J. Finlay, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba por la obra de la vida; la categoría de Miembro Emérito de la SCG, la distinción René Ramos Latour del Sindicato Químico-Minero-Energético y la Giraldilla de La Habana, que otorga el gobierno provincial en esta ciudad.

En febrero de 2007 recibió la Orden, Medalla y Diploma “Carlos J. Finlay” otorgados por el Grupo Geominsal, el Ministerio de la industria Básica por su labor científica. Recibió el Premio Jesús Francisco de Albear el 22 de febrero del 2008, otorgado por primera vez al presidente fundador de la Sociedad Cubana de Geología. En febrero de 2010 recibió un reconocimiento de la Sociedad Cubana de Geología por ser fundador de esa Sociedad. Militante del Partido Comunista de Cuba. En los últimos años, a pesar de su quebrantada salud, siempre mostró la disposición de cooperar con los colegas que requerían de sus conocimientos, y se mantuvo activo en la Comisión de Categorías y en el Consejo Científico del Instituto de Geología y Paleontología. Falleció en esta capital a la edad de 75 años, el 5 de mayo del 2010 y su entierro se efectuó en la necrópolis de Colon ante sus familiares y una gran cantidad de colegas y amigos. La Sociedad Cubana de Geología otorga en su honor, el premio “Gustavo Furrazola Bermúdez” para los jóvenes que se destaquen en su quehacer dentro de la actividad de las Geociencias.

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ROBERT HASTING PALMER (1882-1948)

Robert Hastings Palmer nació el 1ro. de diciembre de 1882 en Ohio, Estados Unidos. Se graduó de Doctor en Leyes en 1911 y al no tener vocación para la carrera, se dedicó al estudio de la Geología en la Universidad de Stanford, llegando a ser Asistente del Profesor de Geología en la Universidad de Washington, hasta que se trasladó como Jefe de Paleontología y Estratigrafía para el Instituto Geológico de México. En 1923, se casó con Dorothy Kemper, quien fue una consagrada investigadora en el campo de la Paleontología y especializada en microfósiles. De 1923 a 1929 trabajó en varios estados de Norteamérica y Sudamérica y en 1926 obtuvo el grado de “Doctor of Philosophy in Geology” en la Universidad de Stanford. En 1929 se trasladó a Cuba para prestar servicios en la Atlantic Refining Company”, de la cual se separó en 1931, dedicándose desde esa fecha al ejercicio de la carrera de geólogo consultante en la ciudad de La Habana. Su hogar en Cuba fue un centro de trabajo para los naturalistas cubanos y extranjeros dedicados a las distintas ramas naturales, pero en especial para los consagrados a la Geología y la Paleontología. Fue además un consagrado en el estudio de las aves y de otras ramas de las Ciencias Naturales para las que tenía verdadera vocación, publicó numerosos trabajos sobre las ramas geológicas y paleontológicas de la Isla de Cuba y distintas regiones de México y participó en la confección de un mapa geológico de Cuba. Entre sus obras más importantes pueden citarse: “Nuevos rudistas en Cuba” 1933; “The Geology of Havana, Cuba an Vicinity” 1934; “Proyecto para establecer en Cuba un Servicio Geológico” 1938 y “Bosquejo de la Geología de Cuba”, 1945. Falleció el 14 de mayo de 1948 en Florida, Estados Unidos.

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ALEJANDRO DE HUMBOLDT DE HOLLWEDE (1769-1859)

Nació el 14 de septiembre de 1769, en Berlín, Alemania. Naturalista y descubridor, investigador, geólogo y humanista. Creó la geografía moderna, desarrolló la geografía de las plantas para un continente entero y fue el primero en popularizar la ciencia. Comenzó los estudios universitarios en 1787 en la Universidad de Frankfort del Oder, donde recibió además clases de Filosofía, Física, Idiomas, Grabado y Dibujo. En esa misma época conoció a Jorge Foster, quien le transmitió las ideas liberales de su tiempo. Contribuyó al desarrollo de la Geografía, la Zoología, la Meteorología, la Oceanografía, la Geofísica, la Astronomía y la Mineralogía, entre otras disciplinas. Fue miembro de sociedades científicas y varios lugares geográficos han recibido su nombre. Las investigaciones realizadas por Humboldt sobre Cuba - la cual visitó en dos ocasiones 1800 y 1804, realizando recorridos por distintas regiones de La Habana y el Sur de Trinidad - ampliaron los conocimientos sobre la geografía, las comunicaciones, la flora, la fauna, la topografía, el clima y los suelos del país . Expuso además una tesis sobre la formación de Las Antillas y la constitución de la geología cubana y confeccionó un mapa con mediciones exactas de la latitud de varios puertos y ciudades, entre ellas, las de La Habana. Tuvo una vasta y fructífera producción científica. Algunas de sus obras más notables fueron: “Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España”, en 1804; “Ensayo sobre la Geografía de las Plantas” en 1805; ·Cuadros de la Naturaleza”, en 1808; “Ensayo Político sobre la Isla de Cuba”, en 1827 y su obra cumbre “Cosmos” publicada en cuatro volúmenes entre 1845 y 1857. Contribuyó al desarrollo de la cartografía moderna al levantar mapas físicos de algunas de las regiones visitadas de América. Fue el primero en trazar las líneas isotermas que actualmente se utilizan en los mapas climáticos y que indican las temperaturas en todos los lugares. En un momento dado, sin contar con los recursos modernos de la Climatología, hizo importantes observaciones sobre la masa de aire ecuatorial y aportó valiosos datos para el conocimiento de la misma.

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La Oceanografía Física también se vio enriquecida con las observaciones y mediciones que hizo sobre las aguas del Océano Pacífico, descubriendo la corriente marina que, posteriormente, fue bautizada con su nombre (Corriente de Humboldt). Se residenció en París durante más de veinte años y allí conoció en 1804 al joven Simón Bolívar, a quien lo unió una gran amistad, que mantuvo hasta la muerte del Libertador. El pensamiento de Alejandro de Humboldt también profundizó en los problemas sociales. Fue un abierto enemigo de la esclavitud y combatió toda forma de opresión y discriminación. Bolívar solía decir de él ”…Descubridor científico del Nuevo Mundo cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los conquistadores juntos…”. Fue una fuente inagotable de sabiduría y adquiría sus conocimientos con extraordinaria rapidez, todo ello facilitado por el dominio que tenía de varios idiomas, incluyendo algo de español. Trabajó arduamente por la Ciencia durante 70 años y empleó su fortuna personal en sus viajes, publicaciones, y en ayudar a otros científicos jóvenes y de escasos recursos. Es considerado como el fundador de los estudios sobre Climatología; Morfología Terrestre, Geografía Física y de las Plantas y fue además el iniciador de los trabajos científicos sobre Geología y Mineralogía en la Isla de Cuba. El 11 de mayo de 1859 se apagó esta vida extraordinaria y sus restos fueron sepultados en su ciudad natal, Berlín, Alemania.

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DOROTHY KEMPER PALMER (1897-1947)

Nació el 14 de abril de 1897 en los Estados Unidos. Cursó estudios universitarios en el estado de California de su país natal, siendo una de las tres primeras mujeres que se distinguieron en los estudios geológicos. Al graduarse en 1920, recibió los honores en las materias correspondientes a la Paleontología, rama a la cual se dedicó desde esa fecha hasta su muerte. Fue asistente del profesor Bruce L. Clark, trabajando en el estudio de los moluscos fósiles, recibiendo el grado de Master of Arts. Con los resultados de estas investigaciones publicó su tesis de grado referente a la fauna del Eoceno de Vacaville, California. En el año 1924 se dedicó al estudio de los foraminíferos en la Rio Bravo Oil Company en Houston, E.U.A, dedicándose a los foraminíferos, desde el punto de vista de sus aplicaciones económicas, estudio que se encontraba en su período inicial en América. Se dedicó, junto con su esposo, el notable geólogo doctor Robert H. Palmer, a las exploraciones geológicas y paleontológicas. Lo acompañó a radicarse en la Isla de Cuba, continuando las investigaciones paleontológicas, en las cuales demostró sus profundos conocimientos, sobre todo como micropaleontóloga, publicando algunos trabajos en la “Revista de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey”, de la Universidad de La Habana. Posteriormente se consagró al estudio de los foraminíferos del Cretáceo y Cenozoico, así como a la Estratigrafía de áreas de Sudamérica. Se consideró como una de las primeras autoridades en el estudio de los fósiles de Cuba, de los cuales tenía, en colaboración con su esposo el doctor Palmer, una sobresaliente colección de 3217 localidades de fósiles de nuestra isla. Entre los colaboradores de la doctora Palmer pueden citarse a los cubanos Pedro J. Bermúdez Hernández y E. Camacho. Fue miembro de numerosas instituciones nacionales y extranjeras. Falleció en La Habana, el 16 de junio de 1947.

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SALVADOR MASSIP VALDÉS (1891-1978)

Nació en Artemisa, provincia de Pinar del Río, el 19 de abril de 1891. Inició la segunda enseñanza en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Pinar del Río, pero se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Santa Clara, en 1909. En la Universidad de La Habana, se graduó de doctor en Pedagogía y doctor en Filosofía y Letras, en los años 1912 y 1915 respectivamente. En el año 1916 fue designado Profesor Titular de la Cátedra de Geografía e Historia en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Matanzas. Desde 1920 fue profesor de la Escuela de Cadetes, en el Castillo del Morro, La Habana, hasta 1930. Realizó cursos de especialización en la Universidad de Columbia, New York, Estados Unidos, donde recibió el título de «Master of Arts» en la Facultad de Ciencias Puras, en 1922. En 1924 fue designado por oposición, Profesor Auxiliar de la Cátedra de Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. El centro de altos estudios carecía de una cátedra o departamento de Geografía en las dos primeras décadas del siglo XX, y no fue hasta 1927 que, por los esfuerzos de Salvador Massip, se fundó oficialmente la enseñanza de esta disciplina incluida en los planes de estudio de las Escuelas de Pedagogía y de Filosofía y Letras. Salvador Massip integró la Cátedra Titular de Geografía en esta última y además ostentó el cargo de Decano de esa Facultad, por elección del claustro. Aunque en 1914 se había fundado la Sociedad Geográfica de Cuba, sus actividades científicas eran muy limitadas y la corporación languidecía. Esta situación se revirtió cuando Salvador Massip entró a formar parte de ella en 1922. En 1928 se fundó la revista oficial de esta asociación. Massip fue directivo de distintas asociaciones de profesionales y representante de Cuba

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en varios eventos internacionales. En 1921 participó en el Congreso Hispanoamericano de Historia y Geografía en Sevilla y en 1924 en el Congreso Científico Panamericano de Lima, Perú. Desde 1929 hasta 1932 fue Presidente del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. En el período 1933-1934 fue embajador de Cuba en México. En ese país se desenvolvió como profesor de Geografía en la Universidad Nacional de México, de 1935 al 1937. En 1938, representó a la Universidad de La Habana y la Sociedad Geográfica de Cuba en el Congreso Internacional de Geografía, de Ámsterdam y en 1940, en el Congreso Científico Panamericano de Washington. Por iniciativa de Salvador Massip, la Sociedad organizó el I Congreso Nacional de Geografía de Cuba en 1942. También fue representante de la Sociedad Geográfica de Cuba y de la Universidad de La Habana en el Congreso Internacional de Geografía en Lisboa, 1949; en el propio año fue nombrado Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana en la cual fundó la Cátedra José Martí. Donó a esta facultad la bibliografía que había recogido en 1935 durante su estancia en México. Representó a la Universidad de La Habana en el II Congreso Internacional de Universidades, celebrado en Niza, bajo el auspicio de la UNESCO, en 1950. En 1952, participó en el Congreso Internacional de Geografía, de Washington. En 1955, Salvador Massip, en compañía de su esposa la también profesora de Geografía Sarah Ysalgué, realizó un viaje alrededor del mundo y al siguiente año asistió al Congreso Internacional de Geografía que tuvo lugar en Río de Janeiro, en representación de la Universidad de La Habana. Tras el triunfo de la Revolución en 1959 fue nombrado Embajador de Cuba en México y en Polonia. Al cesar en estas funciones, se incorporó de nuevo como profesor de Geografía en la Universidad de La Habana, pero casi de inmediato fue nombrado para integrar la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, en 1962, como uno de los miembros fundadores, y se le asignó la dirección del Instituto de Geografía y Geología. En 1970 se publicó el Atlas Nacional de Cuba, logro científico y cartográfico bajo la dirección del doctor Antonio Núñez Jiménez, que contó con su colaboración como vicepresidente. Esta obra fue un digno colofón para quien había laborado, durante más de 40 años, en la investigación, la docencia y la divulgación de la ciencia geográfica en Cuba. Otras obras suyas importantes fueron: “Introducción a la Geografía de Cuba” y “Elementos de Geografía General “. El prestigio ganado como profesor y científico de la geografía, le permitió a Salvador Massip Valdés, ser invitado a pertenecer a diferentes asociaciones de profesionales. Fue Socio Numerario y Presidente de la Sociedad Geográfica de Cuba, Presidente de Honor del Instituto de Geografía, y Educador Destacado en 1971. Miembro de la Sociedad de Amigos de la Biblioteca Nacional, de la Sociedad de Estudios Históricos e Internacionales, de la Junta Nacional de Antropología y Etnología del Ateneo de La Habana, de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional y de la Sociedad Universitaria de Exploraciones. Profesor Emérito de la Universidad de La Habana y eminente geógrafo. Doctor en Pedagogía y en Filosofía y Letras de la Universidad de La

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Habana, Máster of Arts de la Facultad de Ciencias Puras de la Universidad de Columbia. Salvador supo concebir la enseñanza de la Geografía en su importante relación con el desarrollo socioeconómico, y le impregnó una alta significación a las condiciones propias de Cuba. Como reconocimiento a su importante obra, recibió diferentes premios: “Comendador de la Orden Carlos J. Finlay”, “Palmas Académicas” de Francia, “Gran Oficial de la Orden Carlos Manuel de Céspedes”, “Oficial de la Legión de Honor” de Francia y “Caballero de la Orden de Liberación” de la República de España. Falleció en La Habana, el 16 de octubre de 1978.

ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ (1923-1998)

Nació en Alquízar, provincia de La Habana el 20 de abril de 1923. Fue fundador de la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940 y profesor de Geología e Historia. Destacado geógrafo, espeleólogo, arqueólogo, Doctor en Filosofía y Letras y en Ciencias Geográficas.

Hijo de Antonio Núñez Faccio y de Rosario Jiménez de la Osa, desde temprana edad demostró su vocación por la Espeleología, y se graduó de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana. Fue alumno de los doctores Salvador Massip y Sara Ysalgué.

El 15 de enero de 1940 fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba junto a otros compañeros. Fue una creación juvenil que con el transcurso de los años recorrió todos los rincones de Cuba, reportando y rectificando elevaciones, nacimientos de ríos y cuevas, entre otros accidentes geográficos. Desde su fundación hasta la actualidad, han nutrido las filas de la Sociedad profesores universitarios, historiadores, maestros,

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zoólogos, geógrafos, arqueólogos, geólogos, paleontólogos, biólogos y botánicos. Su importancia estriba no solo en haber iniciado la exploración sistemática del mundo subterráneo cubano, sino además en haber emprendido el estudio total de la geografía de Cuba, de su naturaleza y de su historia.

Entre 1940 y 1949 Antonio Núñez Jiménez realizó diversos trabajos, pero paralelamente a ellos, prosiguió sus actividades científicas.

El 20 de febrero de 1943 resultó electo socio titular de la Sociedad Cubana de Historia Natural” Felipe Poey”, en La Habana. El 6 de diciembre fue aprobado su ingreso como Socio Titular de la Sociedad Geográfica de Cuba.

En 1945 organizó la Expedición Geográfica a Oriente, entre otros estudios que conllevaron a importantísimos resultados científicos en el campo de la Geografía, la Arqueología y la Espeleología como fue la ascensión al Pico Turquino, en la que por primera vez se llegaba a la cima del Pico Suecia; la exploración del Río Toa; así como la continuación de los estudios en la Cueva de Seboruco, donde años atrás se habían encontrado los restos arqueológicos de la cultura Seboruco, que datan de más de 6 000 años de antigüedad. Los descubrimientos en la cueva de Seboruco, pusieron de manifiesto una cultura inferior, que al parecer desconocía la cerámica y el pulimento de la piedra, pero conocía secretos de la talla, posiblemente se tratara de siboneyes muy primitivos.

A mediados de la década del 50 descubrió en la Sierra de los Órganos, cercana a Viñales, la Gran Caverna de Santo Tomás, la mayor caverna de Cuba con más de 50 km de galerías cartografiadas. En esta expedición a la Sierra tuvieron lugar importantes descubrimientos espeleológicos y paleontológicos de fósiles entre los que se cuentan las extremidades de un plesiosauro, gran reptil marino depredador que vivió en los mares que cubrían hace 150 millones de años la zona correspondiente a la Cordillera de Guaniguanico. Igualmente se hallaron moluscos cefalópodos y un carapacho de tortuga, también de aquella edad.

Recibió innumerables títulos y reconocimientos por su labor investigativa en Cuba y en el extranjero. Fue miembro de diversas organizaciones como la Sociedad Geográfica de Cuba, la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey”, la Sociedad Espeleológica de Cuba, de la cual fue fundador y presidente, así como de la National Speleological Society, de los Estados Unidos de Norteamérica.

Fue conocido internacionalmente por su trabajo científico en el campo de las ciencias geográficas, en especial en la Espeleología, una de sus mayores pasiones y en temas geohistóricos de las más disímiles regiones del planeta.

Antonio Núñez Jiménez realizó el descubrimiento del mayor monumento arqueológico de Cuba, en la loma de Guaney, provincia de Camaguey: un montículo que con tierra, piedras y fragmentos de cerámica levantaron los taínos a uno de sus dioses, murciélago. Este sitio tiene de 2 a 3 metros de altura por 14 de ancho y 108 de largo, esta última medida es entre las puntas de sus alas enormes, formadas por dos arcos. Las excavaciones permitieron brindar como resultado el descubrimiento de 471 piezas arqueológicas de piedra, barro y huesos. Se descubrió además una cazuela que tenía

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como asa la efigie de otro murciélago, también con alas extendidas como en posición de vuelo.

Es considerado el padre de la Espeleología Cubana, fundador y presidente de la Academia de Ciencias de Cuba durante 10 años y de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe. Bajo su fecunda guía se sentaron las bases para el desarrollo de la investigación científica en Cuba. Se establecieron 33 dependencias de investigaciones fundamentales, 4 museos, 5 reservas nacionales, 2 jardines botánicos, 2 delegaciones territoriales, planetarios y estaciones sismológicas.

También fundó y organizó la Escuela Nacional de Espeleología que actualmente lleva su nombre y donde se han formado cientos de especialistas que conjugan los conocimientos teóricos con los prácticos.

Núñez Jiménez se destacó en diversas esferas, no solo en las Geociencias. Integró las filas del Ejército Rebelde donde alcanzó el grado de capitán. Después del triunfo de la Revolución desempeñó diferentes cargos de relevancia en lo militar y en lo civil. Fue Embajador de Cuba en Perú de 1972 a 1997. Participó en numerosas expediciones en Cuba y en el extranjero como en la expedición al Polo Norte en 1972, a la Antártida en 1982, a las islas Galápagos y a la Isla de Pascua. Organizó y dirigió la expedición “En canoa del Amazonas al Caribe” que se prolongó durante un año. Este grupo, conformado por un equipo multidisciplinario de investigadores cubanos y latinoamericanos recorrió 20 países a lo largo de 17,422 km de las cuencas del Amazonas y el Orinoco y del Mar de las Antillas.

Cuando contaba 71 años en 1994 creó la Fundación de la Naturaleza y el Hombre (adscrita al Ministerio de Cultura). Institución cultural y científica de carácter no gubernamental, dedicada a la investigación y promoción de programas y proyectos de colaboración científica con organismos e instituciones cubanas y de otros países para la protección y desarrollo del ambiente en su relación con la cultura, la ciencia y la sociedad, a la cual donó todo el cúmulo de colecciones que fue acumulando como resultado de su activa vida científica y cultural.

Siendo presidente de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre elaboró su obra en una colección titulada Cuba: la Naturaleza y el Hombre, en 50 tomos, enciclopedia que comenzó a publicarse en 1982. Luego de su muerte, sus compañeros miembros de la fundación han continuado su obra. Fecundo autor de más de 190 libros y folletos entre ediciones sucesivas y traducciones, de 1665 artículos científicos y de 15 documentales para el cine y la televisión. Su extensa obra recoge, entre otras muchas , ”Exploraciones geográficas al Pan de Guajaibón”; “El Pico Turquino. Exploración y estudio”; “Bosquejo de la Isla de Pinos”; “Medio siglo explorando a Cuba”; “Las rocas y la geomorfología”; “Geología” y algunas ediciones de “En marcha con Fidel”. Participó, junto a especialistas del antiguo campo socialista, en la creación del “Atlas Nacional de Cuba” como autor del “Mapa carsológico de Cuba” y del de “Regiones naturales de Cuba”, por lo cual recibió el premio estatal “Lenin”. Por su importancia estos mapas también fueron incluidos en el “Nuevo Atlas Nacional de Cuba”. Fue honrado en Cuba y en el extranjero con numerosas condecoraciones y diplomas.

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La Sociedad Espeleológica de Cuba y la Sociedad Cubana de Geografía le otorgaron, en 1995, la condición de Cuarto Descubridor de Cuba. Situándolo a la altura de hombres como Cristóbal Colón, Alejandro de Humboldt, y Fernando Ortiz, por su aporte en el campo de la Cuba subterránea.

Falleció en La Habana el 13 de septiembre de 1998. Sus restos se encuentran depositados en un sitial que honra a personalidades relevantes que han apoyado labores de restauración en la Habana Vieja.

ESTEBAN PICHARDO Y TAPIA (1799- 1879)

Nació el 26 de diciembre de 1799, en Santiago de los Caballeros, ciudad de la Isla de Santo Domingo. A los 2 años de edad su familia se radicó en Cuba en la localidad de Puerto Príncipe (actual Camagüey), lugar donde inició sus estudios. Con posterioridad se trasladó a La Habana y se graduó de Bachiller en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. En 1822 terminó los estudios de Derecho en la Universidad de La Habana, tras lo cual pasó a ejercer en Guanajay, La Habana y Matanzas, hasta su regreso a Puerto Príncipe, donde se desempeñó como Asesor Consultor. Es considerado el más destacado geógrafo de Cuba, campo en el que realizó sus más relevantes aportes. En 1829 ya había entregado el “Compendio de Geografía de la Isla de Cuba”, para su uso en colegios y escuelas secundarias. Su principal obra geográfica fue “Itinerario general de la Isla de Cuba”, la cual culminó tras una expedición efectuada por la región central y por importantes lugares del oriente de la Isla, donde recopiló datos topográficos descriptivos y estadísticos, que con posterioridad fueron enriquecidos con la incorporación de Camagüey y la región occidental, y resumidos con el nuevo título de “Caminos de la Isla de Cuba Itinerario”. En 1840 emprendió la realización de un “Mapa de Matanzas” y un “Mapa de la Región Occidental” en cuatro hojas, que vio la luz en 1853.

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Efectuó numerosas exploraciones en las regiones central y oriental de la Isla de Cuba, recopilando datos. Posteriormente se trasladó a La Habana y Matanzas con esa finalidad, y después de obtener nuevos datos, se trazó el plan de confeccionar el “Mapa de Cuba”, que inició con la publicación de las dos primeras hojas, en 1851. El doctor Massip dijo de Pichardo. “… Fue un geógrafo intuitivo que adivinó el método que tenía que seguir en la ciencia, y su geografía es un inmenso venero de informaciones sobre nuestro país, que en todo tiempo podemos consultar con provecho. Ni antes, ni después de Pichardo se ha llevado a cabo una obra de preparación tan completa, acuciosa y escrupulosa”. Recibió innumerables reconocimientos por su labor científica, otorgados por instituciones como la Real Sociedad Económica de Amigos del País y la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. No obstante, fue dejado cesante de su cargo de archivero de la Dirección de Obras Públicas, en 1865, y abandonado por sus contemporáneos en una difícil situación económica junto a su familia. Murió ciego y pobre, a la edad de 80 años, el 26 de agosto de 1879 en La Habana.

FELIPE POEY ALOY (1799-1891)

Nació el 26 de mayo de 1799 en La Habana. Fue investigador y profesor de Ciencias Naturales. En 1821 recibió el título de Bachiller en Leyes, tras lo cual viajó a España para obtener en la Universidad de Madrid el título de abogado. Cuatro años más tarde viajó a Francia, donde estableció relaciones con Aquiles Valenciennes y Jorge Cuvier sobre temas relacionados con la ictiología, y con los entomólogos Félix Eduardo Guérin-Ménéville y Luis Alejandro Chevrolat, con quienes creó la Sociedad Entomológica de París en 1832. En ese mismo año publicó allí su obra “Centuria de Lepidópteros de la Isla de Cuba”. En 1836 publicó el “Compendio de Geografía de la Isla de Cuba”, primera obra de su

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tipo escrita e impresa en el país y en 1839 la “Cartilla geográfica”, libro de texto del cual se hizo la segunda edición en 1855. Al año siguiente salió a la luz el “Compendio de geografía moderna”, utilizado en colegios y escuelas de enseñanza media y para el cual su hijo Andrés, destacado meteorólogo, confeccionó un “Atlas”. Al inaugurarse en 1842 la Real y Literaria Universidad de La Habana, impartió las asignaturas de Zoología y Anatomía Comparada, cuya Cátedra fundó y la de Mineralogía con nociones de Geología, para las cuales escribió algunos manuales y libros de textos. Entre 1851 y 1858 acometió, en dos volúmenes, la edición de las “Memorias sobre la historia natural de la Isla de Cuba” en la que se mostraron los resultados de sus estudios zoológicos acompañados por láminas ilustrativas. Asimismo, entre 1865 y 1868 publicó los dos números del “Repertorio físico-natural de la Isla de Cuba,” en que aparecieron colaboraciones de numerosos científicos, entre ellos el alemán Juan Cristóbal Gundlach. Tanto las Memorias como el Repertorio, tuvieron el empeño de difundir los descubrimientos de las especies zoológicas de la Isla, y ofrecer un cuadro de su naturaleza a través de catálogos de diferentes tipos. En 1883 envió a la Exposición Colonial de Ámsterdam una versión manuscrita, con el respectivo Atlas de “Ictiología cubana”, fruto de su trabajo por más de cincuenta años y que resultó premiada con medalla de oro y un diploma de honor. Dos años más tarde esa obra se depositó en la Biblioteca del Museo de Historia Natural de Madrid, mientras, quedó en poder de Poey otra versión manuscrita en la cual continuó trabajando hasta el fin de sus días. Tras permanecer inédita por más de un siglo, fue publicada en el año 2000 en dos libros de texto y un atlas durante las conmemoraciones del bicentenario del natalicio de su autor., gracias a la gestión de varias instituciones encabezadas por la Casa de Altos Estudios” Fernando Ortíz” de la Universidad de La Habana, en el contexto Poey ingresó en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana en 1837 y al año siguiente le fue otorgada la condición de Miembro de Mérito. En 1861 formó parte del grupo de los treinta miembros fundadores de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, en la que, por su especialidad, pasó a formar parte de la Comisión de Ciencias Naturales con la condición de Académico de Mérito. El 4 de septiembre de 1877 fue pro- puesto como Miembro de Número de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, en la que doce días más tarde resultó electo presidente. Fue nombrado en 1851 corresponsal del Liceo de Historia Natural de Nueva York y miembro de honor de la Sociedad de Ciencias de Búffalo en 1863. Le fue otorgada la membresía de la Sociedad Estomatológica de Filadelfia y la de corresponsal de la Sociedad de Historia Natural de Boston en 1864. La Sociedad de Historia Natural y Horticultura de Massachusetts lo incorporó como miembro corresponsal en el mismo año, y la Academia de Ciencias de Filadelfia le otorgó en 1873 similar responsabilidad. Fue miembro de instituciones europeas como la Sociedad de Amigos de la Historia Natural Berlinesa -de la cual fue en 1864 miembro de honor-, la Sociedad Española de

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Historia Natural, desde 1872, y la Real Sociedad Científica de Londres en 1836. Próximo a cumplir los ochenta años de edad, Felipe Poey fue honrado con el nombramiento de catedrático de término, condición otorgada a los profesores con más de veinte años en el ejercicio de la docencia universitaria. Ejerció como propietario de la Cátedra de Geografía de Vertebrados, y fue decano de la Facultad de Ciencias. En sus últimos años se consagró a ordenar y compilar la mayor parte de su producción bibliográfica dispersa, con el objetivo de reunirla en un tomo que titularía “Obras Literarias”, el cual vio la luz en 1888 y en el que reveló, una vez más, la altura intelectual de quien ha pasado a la posteridad como uno de los máximos representantes de la ciencia cubana. Falleció el 28 de enero de 1891 en La Habana.

LUIS ALFONSO REYES SOLER (1940-1991)

Nació el 22 de julio del año 1940 en Cárdenas, Matanzas, en el seno de una familia obrera. Auspiciado por su padre, Luis ingresó a una temprana edad en los estudios de un colegio católico, siendo un estudiante destacado, al introducirse en el “…siempre atractivo e insuficientemente descubierto mundo de las ciencias…”, como solía decir. Perteneció a la organización “Juventud Estudiantil Católica”, concluyendo sus estudios secundarios en el año 1957 en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas. A los 16 años se insertó en la lucha clandestina con el Movimiento 26 de julio en grupos de acción y sabotaje en su ciudad natal. Al triunfar la Revolución era miembro del Ejército Rebelde, en sus filas tuvo la oportunidad de estudiar Topografía. Trabajó en la rehabilitación de los bateyes de los centrales azucareros que el Comandante en Jefe encomendó realizar al Departamento de Ingeniería del MINFAR. En ese mismo año pasó al Instituto Cubano de Cartografía y

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Catastro como Jefe de las Comisiones de Control Horizontal y Vertical en la provincia de Pinar del Río, en la Ciénaga de Zapata y en Cayo Largo. A finales de 1959 comenzó a trabajar en las primeras investigaciones geológicas del período revolucionario, en los yacimientos de hierro en las montañas al este de Santiago de Cuba. En 1960 fue enviado por el Ché a estudiar Geología a Checoslovaquia, al cabo del año regresó y comenzó su trabajo como técnico geólogo por la vía civil en el ICRM. Militante de la UJC desde su fundación fue el Secretario General del Comité de Base del ICRM al cual pertenecía también, el hoy mártir de Bolivia, Jesús Suárez Gayol. En esos años Luis, que administraba una brigada, se dedicó a la búsqueda de caolines y arcillas descubriendo, junto con el geólogo checo Kukla, los yacimientos de caolín Dumañuecos Cuerpo 2, Malcasado y Dimas, más el de bentonita de Rodas, explorando otros hasta el año 1964. En la Crisis de Octubre estuvo movilizado en el Estado Mayor de la División Guanes. Participó como permanente en la zafra del año 1964 en Manga Larga, al norte de Camagüey. En este año le fue entregado un diploma y medalla de honor por el Ministro de Industria Ernesto Che Guevara. En agosto de 1964 fue nuevamente enviado por el Che a superarse, esta vez a la URSS, en el Instituto de Minas de Leningrado, graduándose 5 años más tarde. Desde 1970 hasta 1975 trabajó como geólogo principal de prospección de materiales de la construcción en las provincias centrales, descubriendo y explorando seis yacimientos nuevos y terminando la investigación en otros ocho. Desde 1975 hasta 1980 comenzó y terminó la investigación en tres yacimientos de zeolita. A partir de 1976 y hasta 1981, trabajó como Vicedirector de Geología en la Empresa de Geología de Villa Clara y como experto del Consejo de Ayuda Mutua Económica. En 1981 pasó a trabajar como especialista en la Dirección de Geología del Ministerio de la Industria Básica de Cuba y es entonces que su participación directa deja huella en forma indeleble para la prospección y la evaluación de las materias primas industriales en el país, desde una posición técnica principal en todo el quehacer de esa rama de la prospección geológica. Obtuvo en 1985 el grado de Doctor en Ciencias Geológicas en el Instituto de Exploración Geológica de Moscú (MGRI). Desde entonces y hasta su deceso, trabajó como geólogo especialista en el Ministerio de la Industria Básica. En todos esos años impulsó en Cuba, los múltiples usos del “mineral del siglo”: la zeolita, así como el desarrollo de la prospección de este mineral en toda Cuba. Asimismo, el Dr. Reyes Soler, al igual que los también doctores Amelia Brito y Donnis P. Coutín, fue pilar esencial en la creación y dirección del Grupo de Zeolitas. Prestigioso equipo multidisciplinario de expertos nacionales, que se encargó de la evaluación y diversificación del uso de este mineral en el país, desarrollándose en este período importantes investigaciones físicas, químicas, tecnológicas y geológicas que resultaron

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en importantes logros que trascendieron las fronteras de Cuba y lograron repercutir grandemente en el conocimiento de este mineral en la comunidad geológica internacional, a tal punto, que hace unos años se le puso el nombre de “Luis Reyes Soler” al Centro de Investigaciones de las Zeolitas de Brasil, ocasión en que invitaron a asistir a su hijo. Falleció el 12 de octubre de 1991, a los 51 años, en un accidente automo- vilístico en la Ciudad de La Habana. La Sociedad Cubana de Geología le otorgó Post-mortem la condición de Miembro Emérito y colocó una placa, que lleva el inmortal lema de Mente et Malleo de los geólogos, en el lugar donde reposan sus restos, en el Cementerio de Colón en la Ciudad de La Habana.

RAMÓN DIONISIO DE LA SAGRA PERIZ (1798-1871)

Nació en la Coruña, España, el 8 de abril de 1798. Los estudios científicos y particularmente las ciencias naturales, contaron entre los principales protagonistas de la época con Ramón de la Sagra, quien cultivó con sumo cuidado estas ciencias, principalmente durante su estancia en Cuba. Fue alumno de la Escuela de Náutica del Consulado del Mar en La Coruña. En 1815 pasó al Real Colegio de Farmacia de San Carlos en la Universidad de Santiago de Compostela entre 1816 y 1818. En 1819 conoció a Casiano de Prado, con quien se trasladó a la Universidad de Alcalá de Henares y dio por terminados sus estudios en 1820. El 25 de junio de 1823 zarpó de España para La Habana como director de su Jardín Botánico y profesor de la cátedra de Botánica creada en 1824. Pocos años después de ejercer sus funciones como Director del Jardín Botánico y Profesor de Botánica en la Real Universidad de La Habana, se consagró a la colección de material zoológico,

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botánico y mineralógico así como a la recopilación de datos referentes a la naturaleza de Cuba para preparar su obra fundamental publicada en el pasado siglo: “Historia Física, Política y Natural de la Isla de Cuba”, la cual fue impresa en París en fascículos de 12 tomos, entre los años 1837 y 1857. El trabajo, al principio, era exclusivamente de observaciones y datos referentes a plantas, pero después fue abarcando otras ramas y distintos aspectos económicos y administrativos, siendo acompañados de un atlas de Geología. Aunque no era naturalista, hubo que reconocerle sus cualidades de observador, colector y recopilador de la flora y fauna cubana. En 1825 fue nombrado Profesor de Historia Natural en Cuba, con ese nombramiento se iniciaron sus actividades científicas en el país. Aquella designación respondió a los intereses del Reino, cuyas disposiciones habían sido aprobadas en las Cortes del propio año e iban dirigidas a promover viajes de naturalistas a las Islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, con el objetivo de llevar a cabo reconocimientos de sus producciones naturales y propiciar la enseñanza de las ciencias. Desde su llegada a Cuba en 1823 y hasta 1835, desarrolló una activa labor, dedicándose por entero a su misión principal: la apertura de la cátedra para la que había sido designado. A ella sumó, por interés propio, otras diversas y no menos importantes actividades, tales como la creación y dirección del Jardín Botánico y de la Institución Agrónoma de la Habana, cuya fundación se debió al propio Sagra, las cuales desempeñó con gran eficacia y habilidad, en medio de diversas dificultades que se vio obligado a enfrentar. Entre sus más importantes obras están: “Principios fundamentales para servir de introducción a la Escuela Botánica Agrícola del Jardín Botánico”, La Habana 1824; “Historia económica-política y estadística de la Isla de Cuba” La Habana 1831, edición previa de su monumental “Historia física, política y natural de la Isla de Cuba”, París, 1832-1861; “ Mapa geográfico de la Isla de Cuba” , 1842, “Oración inaugural a la cátedra de Mineralogía” y otros numerosos estudios y ensayos. Falleció en Suiza el 25 de mayo de 1871.

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RENE SAN MARTÍN y SAÉNZ (1888-1956)

Nació en La Habana en 1888. Cursó en La Universidad de La Habana las carreras de doctor en Ciencias Naturales y de doctor en Ciencias Físico Químicas. Ingresó en 1917 como ayudante, en los laboratorios de la cátedra de Geología y Mineralogía de la Facultad de Letras y Ciencias, obteniendo, por oposición, la plaza de ayudante graduado en 1924. El 20 de enero de 1925 fue designado profesor auxiliar honorario de la cátedra de Geología y Mineralogía, ocupándola de modo interino en 1927 hasta el once de julio de 1941 en que fue nombrado profesor titular interino, cargo en el que fue ratificado por ascenso, el 28 de febrero de 1944 con la denominación de titular de la cátedra de Mineralogía y Cristalografía. Entre sus numerosos trabajos mineralógicos pueden citarse las investigaciones sobre el método de identificación de elementos de los profesores Valkenburgh y Crawford. Inició los estudios sobre Petrografía en la Universidad de La Habana, en colaboración con la doctora Cuervo y fue inventor del sistema de investigación por deflagración. Era un lector infatigable de publicaciones mineralógicas a las cuales les hacía observaciones, acotaciones y correcciones. Algunas de sus principales obras publicadas son: “El Petróleo”, en 1922, “Un nuevo procedimiento rápido para el reconocimiento del elemento electro-positivo de algunos sulfuros, arseniuros, y sulfuros naturales”, en 1925, “Ensayo mineralógico usando como fundente el fosfato de amonio”, en 1938, e “Investigaciones del cobalto por la perla del fósforo”. Perteneció a la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey y a la Mineralogical Society of America. Murió a los 68 años de edad el 12 de agosto de 1956.

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MARIO IDELFONSO SÁNCHEZ ROIG (1890-1962)

Nació en La Habana el 23 de enero de 1890. Su padre fue un distinguido médico y naturalista especializado en Botánica que inició la formación de un Museo de Ciencias Naturales en su casa y donde Mario tenía, desde los 17 años, prácticamente un museo con dos habitaciones dedicadas a almacenar sus colecciones de insectos. En 1908 fue designado Conservador del museo del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y presentó ante la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, su primer trabajo científico relacionado con el nombre y clasificación correcta de un insecto. Se graduó de Doctor en Medicina en 1912 y de Doctor en Ciencias Naturales en 1917. Al constituirse la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey” el 26 de mayo de 1913, fue uno de sus miembros fundadores y primer tesorero. La segunda etapa importante de su vida comenzó a partir de 1917 hasta el final de su vida, en ese tiempo redobló los esfuerzos para transformar el pequeño museo de su casa, en una institución capaz de ser fuente de estudio de las Ciencias Naturales, intensificándose su interés en los estudios paleontológicos y vinculándose con notables especialistas extranjeros y estudiando numerosos lotes de fósiles, también se vinculó con especialistas del museo nacional de los E.U a los cuales enviaba mues- tras de rocas cubanas para su estudio, de las que formó una colección para su museo y conservó además una serie de secciones delgadas de las mismas. Su correspondencia con notables paleontólogos del mundo le permitió el estudio de la fauna fósil cubana y formar la más completa colección de fósiles cubanos conservada en Cuba hasta nuestros días. Entre los numerosos trabajos publicados sobre fauna y especialmente en su especialidad en Paleontología pueden citarse: “La Fauna Jurásica de Viñales” 1920; “Escuálidos del Mioceno y el Plioceno de la Habana” 1920; “Revisión de los Equinodermos fósiles de Cuba” 1923; “La Fauna Cretácica de la Región Central de Cuba” 1926; “Los Equinodermos fósiles de Cuba” 1926; “La fauna cretácica de la región central de Cuba” 1926,“Contribución Histórica a la Paleontología Cubana y sus más

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recientes investigaciones” 1930; “Rectificaciones y adiciones al Mapa Geológico de Cuba” en 1930; “Paleon- tología cubana. Los Equinodermos fósiles de Cuba”,1949 y otra versión en 1951, de “La Fauna Jurásica de Viñales”. Sobre el extenso grupo de los artrópodos, el doctor Mario Sánchez Roig publicó diversos trabajos, entre los cuales son muy importantes “Arácnidos de la Isla de Cuba”; “Introducción al estudio de los crustáceos cubanos”, siendo el primer especialista que se ocupó del conocimiento y aplicación industrial de los crustáceos comestibles de Cuba. El estudio de los Espongiarios cubanos realizados por el doctor Sánchez Roig ha sido de mucha importancia, sobre todo el referente a la epidemia que destruyó los fondos esponjeros de Cuba y la Florida, coincidiendo en sus investigaciones con el informe de las comisiones técnicas norteamericanas e inglesas. Fue miembro oficial de la Comisión para la recopilación y revisión de la Historia Natural de Cuba y en especial de los trabajos de don Felipe Poey, organismo creado por ley de la República en 1924, sustituyendo al doctor Felipe García Cañizares. En el estudio de los foraminíferos cubanos, tuvo importantes aportes de nuevas especies y fue poseedor de una gran colección de protozoarios. Integró como miembro, la Academia de Ciencias de La Habana y fue socio fundador de la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey” y de la Sociedad Malacológica “Carlos de la Torre”. En 1928 se creó el Instituto Nacional de Investigaciones Científicas y el Museo de Historia Natural, del cual fue su primer director; al enriquecimiento de este museo contribuyeron también las donaciones que realizó el naturalista Carlos de la Torre y Huerta. El museo incluía además, valiosas colecciones de piedras preciosas, minerales, rocas y fósiles cubanos. Entre los grupos de fósiles cubanos que estudió y catalogó Mario Sánchez Roig, se encuentran los equinodermos, los cefalópodos, los rudistas, los peces, y otras más y se destacó principalmente en el estudio de los macrofósiles cubanos. Las cuatro colecciones notables formadas por desmembramiento de la primitiva colección de Sánchez Roig son: la del Ministerio de Agricultura (Museo “General Emilio Núñez Rodríguez”), la vendida a la Universidad Central de Las Villas “Marta Abreu”, la que vendió al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y) la colección propia de rocas y fósiles que conservó hasta el final de sus días y que fue donada a su muerte, al Departamento de Geología de la Academia de Ciencias, actual Instituto de Geología y Paleontología y Servicio Geológico de Cuba. El Museo de esa institución lleva su nombre. En septiembre de 1959 ocupó el cargo de Asesor Científico de la Universidad Central de las Villas “Marta Abreu”. En 1961 fue invitado a formar parte de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, donde fungió como director del departamento de Paleontología, hasta aproximadamente un año antes de su muerte el 12 de junio de 1962.

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CARLOS ANGEL SOSA MEIZOSO (1944-2014)

Carlos Ángel Sosa Meizoso nació en La Habana el 4 de noviembre de 1944 en el seno de una familia humilde. Cursó la enseñanza primaria y se graduó de taquígrafo, mecanógrafo y secretariado comercial, en la Escuela Nocturna No. 36, Víbora. C. Habana. En 1961 participó en la Primera Limpia del Escambray y en los combates de Playa Girón. Posteriormente, a mediados del decenio de los sesenta comenzó los estudios como técnico geólogo en las escuelas del ICRM, “Félix Corso” en La Habana y en la “Cristino Naranjo”, del Cobre, Santiago de Cuba. En ese período, participó en numerosos trabajos voluntarios entre ellos, los cortes de caña. Se graduó como ingeniero geólogo, en julio de 1975 en la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba. En su vida de estudiante ocupó diversos cargos en la dirección de los comité de base de la UJC y en la dirección de la FEU. El 15 de agosto de 1967, recibió el carnet del glorioso Partido Comunista de Cuba, donde ocupó cargos de dirección en diferentes núcleos y comités del Partido. De 1964 a 1968 trabajó, como técnico geólogo perteneciente a la Empresa Consolidada de la Minería (ECM), en levantamientos geológicos y búsqueda de minerales metálicos y no metálicos en varias áreas del país. Entre ellos están: la búsqueda y exploración de yacimientos de caolín (Río del Callejón) en la Isla de la Juventud; levantamiento y búsqueda de minerales metálicos en los alrededores de las Minas de Matahambre y la mina “J. A. Mella”; levantamiento y búsqueda de minerales metálicos en las áreas de Santa Lucía, en la época del descubrimiento de los yacimientos Santa Lucía y Castellanos; levantamiento y búsqueda en las áreas de Puerto Esperanza–Viñales; levantamiento y búsqueda en las áreas de La Palma–San Andrés de Caiguanabo hasta la Sierra de Cajálbana. A partir de 1968 y hasta 1975 trabajó como técnico geólogo en la UREG de Santiago de Cuba, Oriente, estudiando al mismo tiempo la carrera de Geología en la Universidad de Oriente.

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De 1975 a 1978 trabajó en el control de la explotación y desarrollo de yacimientos metálicos, no metálicos y combustibles desde el Centro Nacional del Fondo Geológico (CNFG) donde ocupó el cargo de Jefe del Departamento de Protección de los Recursos Minerales y director Adjunto. A partir de 1978 comienza su trabajo en la rama del petróleo. Primeramente en el control geológico de pozos exploratorios para petróleo y gas en diferentes áreas del país, particularmente en las áreas de la EPEP Occidente, Majagua y P. del Río. Participó en la realización de varios proyectos de pozos exploratorios para hidrocarburos en la parte occidental del país (los tres últimos desde 1978-1989). Se relacionócon los siguientes trabajos: geólogo de exploración y de control de yacimientos, jefe del Departamento. de Geología en la EPEP Occidente, (1978 –1981); Geólogo Principal en la EPEP de P. del Río, dirigiendo la actividad de exploración y búsqueda de hidrocarburos (1981-1985); geólogo de exploración y búsqueda de hidrocarburos en el Dpto. Exploración de la Unión de Empresas del Petróleo, (1985–1986); Jefe del Departamento de Exploración de la Unión de Empresas del Petróleo, (1987–1989); Especialista Principal de Extracción de la Empresa de Perforación y Extracción de Petróleo de Occidente.( 1989-1990). Entre 1990 y 1991, cumplió misión de trabajo en Ecuado,r siendo autor de un informe geológico sobre el Bloque 2 de la Península de Santa Elena, Guayaquil, Ecuador, como geólogo de la compañía BELCO PETROLEUM ECUADOR INC. A partir de 1991 comenzó a trabajar en el Centro de Investigaciones del Petróleo (CEINPET) donde participó y dirigió múltiples investigaciones relacionadas con la exploración y el potencial gaso-petrolífero de Cuba tanto en tierra como en las aguas adyacentes. Igualmente participó y dirigió pesquisas relacionadas con casi todos los yacimientos de petróleo de Cuba. Impartió cursos de técnicos medios en Geología y para el control geológico de pozos en la Escuela de la Unión del Petróleo. También, realizó actividades docentes en el ISMM de Moa “Capitán Antonio Núñez Jimenez”. Dirigió varios trabajos de diploma de técnicos geólogos de la Escuela “Vitalio Acuña” así como de tesis de grado y maestría de la Universidad de Pinar del Rio, del Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echevarría” (CUJAE) y del Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa (ISMM) . En diferentes lugares, dictó múltiples conferencias sobre la geología y el potencial exploratorio de Cuba. Como miembro de la SCG, participó en varios de sus eventos científicos territoriales y nacionales y en los Congresos y Convenciones Cubanas de Ciencias de La Tierra. En 1998, le fue otorgada la categoría de Investigador Agregado. En abril de 1993 la de Máster en Ciencias Técnicas en Geofísica Aplicada; en junio del 2003, le fue otorgada la categoría de Investigador Auxiliar. Publicó más de 50 artículos científicos. El último trabajo técnico que presentó fue aprobado en diciembre del 2013 en el CEINPET, trataba sobre la búsqueda de yacimientos gasíferos en Cuba.

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Después de 20 días en estado crítico por un accidente cerebro-vascular, falleció en La Habana el 6 de enero del 2014, a las 7 p.m. Tenía 69 años de edad.

ALFREDO ARTURO DE LA TORRE Y CALLEJAS (1917-2002)

Nació en la ciudad de La Habana, el 14 de noviembre de 1917. En 1923, Salvador de la Torre y Huerta, su padre, ganó en oposiciones el cargo de Profesor de Ciencias para el Curso preparatorio en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, por lo que se trasladó con toda la familia a esa ciudad cuando Alfredo de la Torre tenía seis años. Ya desde entonces, se formaba en él su empatía hacia las Ciencias Naturales, observando a su padre que acometía la formación de un museo y de un jardín botánico para el Instituto donde fue director durante 10 años. Durante los años 1924 a 1930 realizó los estudios de primera enseñanza en el Colegio “La Luz de Matanzas”, donde fue alumno destacado, recibiendo copas de plata al terminar los grados cuarto y quinto de estudios. En 1930 pasó de ese quinto grado, mediante examen, al curso preparatorio de la Segunda Enseñanza en el Instituto de Matanzas, donde recibió lecciones de Biología y Ciencias Naturales, impartidas precisamente por su padre. Es entonces que despierta en él la vocación decidida hacia las Ciencias Naturales y hacia una concepción materialista De 1930 a 1937 obtuvo notas de sobresaliente en todas las asignaturas y premios y menciones honoríficas en varios cursos, incluyendo el premio extraordinario “Arturo Echemendía”, otorgado por la asociación “Amigos de la Cultura cubana” a los alumnos de ese plantel que hubiesen obtenido el Título de Bachiller en Letras y Ciencias “con la honrosa calificación de sobresaliente en todas las asignaturas. Durante su residencia en Matanzas, los hermanos Salvador y Alfredo de la Torre y Callejas realizaron su preparación práctica como naturalistas y particularmente como malacólogos. Ambos realizaron numerosas excursiones con estudio y colecta de moluscos de la rica fauna viviente de Cuba, asesorados y acompañados por el eminente micropaleontólogo y malacólogo Pedro Joaquín Bermúdez, quien trabajaba entonces como micropaleontólogo para la empresa petrolera Atlantic Refining

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Company. Durante una de aquellas expediciones Alfredo descubre, junto a su hermano, su primera especie nueva de molusco, la cual el Dr. Carlos de la Torre denominó gozoso en sus manuscritos Urocoptis sobrinorum (es decir, de los sobrinos). En 1937 recibió el título de Bachiller en Letras y Ciencias. Luego ingresó en la Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad de La Habana, donde obtuvo el título de Doctor en Ciencias Naturales en 1942 con calificación de sobresaliente, obteniendo premio en las asignaturas de Mineralogía, Zoografía de Invertebrados, Antropología General y Paleontología. Como tesis de grado expuso el trabajo titulado “Presentación de restos de un gran dinosaurio encontrados en el Jurásico de Viñales. Importancia geológica y paleontológica de este hallazgo en Cuba”, de importancia excepcional por tratarse del primer hallazgo de tal naturaleza en toda el área centroamericana y del Caribe y por las relaciones paleogeográficas y faunales que implica con el subcontinente norteamericano. Desde julio y hasta septiembre de 1941 realizó un corto viaje para acompañar al Dr. Carlos de la Torre y Huerta como ayudante y secretario para realizar tareas de investigación científica en el Museo Nacional de los E. U. Allí colaboró en la preparación de una monografía sobre los moluscos cubanos de la familia Urocoptidae por el Doctor Carlos de la Torre y en colaboración con el Doctor Paul Bartsch. En Colombia conoció a Blanca Molina Correa, con quien contrajo matrimonio al terminar los estudios. Blanca, su compañera por más de 50 años, fue, según el propio Alfredo de la Torre, “(…) mi más valiosa colaboradora, soportando mi fanática dedicación a formar extensas colecciones museológicas dentro del propio hogar (…), realizando excursiones de colecta de fósiles y moluscos y ayudándome a trasladar o mover en enormes cajas de madera (…) diferentes materiales (…)”. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Benjamín, Salvador, Carolina y Elena Elizabeth. En noviembre de 1943, poco tiempo después de haber regresado de Colombia, fue designado Profesor Auxiliar de Ciencias Naturales en el Instituto Preuniversitario de Matanzas, compartiendo la enseñanza de esas materias con su padre y su hermano Salvador. Ocupó ese cargo por algo más de 10 años, y luego fue ascendido a Profesor Titular. Durante ese tiempo colaboró en la enorme tarea de organizar el museo del centro, integrado por las antiguas colecciones formadas por Don Francisco Jimeno, el notable hombre de ciencia y humanista. Entre las actividades en el Instituto de Matanzas se encuentra la realización, con la ayuda de su padre y su hermano, de la publicación de un libro de Mineralogía General y de conferencias sobre Zoología y Botánica, adaptadas a los cursos de estudio en aquel plantel. El libro de Mineralogía fue posteriormente empleado, al triunfo de la Revolución, como texto en el curso impartido por él en la Universidad de la Habana para los estudiantes de la carrera de Ingeniería Civil. En 1949 ganó en oposiciones el cargo de Instructor del Departamento de Geología y Paleontología de la Universidad de La Habana, por lo que a partir de 1953 se trasladó de Matanzas para La Habana. Durante el tiempo en el que tuvo que simultanear este cargo con sus actividades como Profesor del Instituto de Matanzas, publicó diversos aportes sobre la fauna viviente de Cuba con la colaboración del Dr. Carlos Guillermo Aguayo.

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En concurso de méritos, obtuvo una beca para realizar estudios de postgrado en Geología y Paleontología en la Universidad de Stanford, California. En ese centro realizó durante el año académico 1954 a 1955, investigaciones sobre los moluscos neógeno–cuaternarios y recientes y recibió cursos de paleontología sobre moluscos. Al terminar sus estudios con las más altas calificaciones, fue elegido miembro vitalicio de la Sociedad Sigma XI de los Estados Unidos, a la cual han pertenecido eminentes personalidades como Albert Einstein, en la que son aceptados únicamente aquellos que han dado pruebas de poseer “condiciones relevantes para la investigación científica”. Recibió la concesión de una beca para realizar investigación científica por la Fundación Guggenheim durante un año (desde agosto 1955 a agosto 1956). Para obtener esta beca se requería un informe favorable por un número no menor de 12 especialistas de reconocido prestigio. Entre las personalidades que informaron, siempre favorablemente a Alfredo de la Torre, se encontraban Pedro J. Bermúdez, Carlos G. Aguayo, Paul Bartsch, Harold Rehder, Mario Sánchez Roig y Ricardo de la Torre y Madrazo. Esta beca fue renovada al año siguiente, por lo que su estancia terminó en realidad a finales del año 1957, fecha en que regresó definitivamente a Cuba. Entre los trabajos realizados durante esos años se encuentra un aporte sobre los moluscos caribeños del género Truncatella, en el cual se rectifican importantes errores contenidos en una monografía acerca de la familia Truncatellidae publicada por el Director del Departamento de Moluscos de la Universidad de Harvard, EE. UU. y por su colaboradora R. Turner. El trabajo fue presentado ante la reunión anual de la American Malacological Union, celebrada en junio de 1957 en la Universidad de Yale. En 1959 fue nombrado paleontólogo en el Departamento de Geología y Minería de la Comisión de Fomento Nacional de La Habana, donde realizó la reorganización del museo geológico–paleontológico formado en años anteriores por el ingeniero Jorge Brodermann Vignier y sus colaboradores. A partir de 1960 trabajó como profesor preuniversitario de Ciencias Naturales, y de 1960 a 1962 ejerció el cargo de profesor y responsable del Departamento de Geología y Paleontología de la Universidad de La Habana. Durante esos años de dificultades por la escasez de cuadros científico–técnicos en el país, realizó siempre simultáneamente, actividades en dos organismos diferentes. En 1961, se trasladó al Museo Cubano de Ciencias Naturales (antecesor de la Academia de Ciencias), para colaborar en la organización del Museo que luego recibió el nombre de “Felipe Poey.” En 1962, al quedar constituida la Academia de Ciencias, pasó a integrar el Instituto de Geografía y Geología, con lo que se fundó el Departamento de Paleontología, célula inicial del Departamento de Geología de la Academia de Ciencias, luego elevado a Instituto. Fue responsable entonces de la organización del Departamento y Museo de Paleontología del Instituto de Geología y Paleontología, tarea que en realidad había comenzado desde 1961. Entre las tareas más importantes realizadas por Alfredo de la Torre en el Instituto de Geología y Paleontología se encuentran la organización del museo paleontológico, integrando a éste las colecciones de moluscos y fósiles formadas por él durante muchos años; el estudio de más de 20 000 muestras micropaleontológicas para la confección

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del mapa geológico de Cuba a escala 1/ 250 000; la formación de cuadros científicos y técnicos y asesoramiento en diversas tareas a diferentes organismos y la preparación de numerosos trabajos de investigación presentados en eventos científicos nacionales o extranjeros. Durante sus años de trabajo ocupó repetidamente las condiciones de trabajador de avanzada, trabajador científico más destacado y trabajador destacado por la calidad. Sus últimos nueve años como trabajador los dedicó exclusivamente al desarrollo de temas de investigación sobre moluscos, concentrando gran parte de su esfuerzo en la organización y estudio de la colección de moluscos del Neógeno–Cuaternario con la colaboración de la eminente especialista búlgara Emilia Kojumdgieva. Trabajó en el Instituto de Geología y Paleontología hasta el 30 de junio de 1986, fecha en que se jubiló, principalmente por problemas de salud, aunque continuó realizando investigaciones científicas y presentando trabajos en diversos eventos hasta sus últimos días. A pesar de no estar ya activo, continuó ofreciendo su colaboración en las diferentes oportunidades en que fue solicitada. Entre las distinciones y méritos obtenidos por Alfredo de la Torre en su etapa laboral se encuentran el otorgamiento en 1983 de la distinción “Rafael María de Mendive” , por su “(…) dedicación a la enseñanza durante más de 20 años”; y la recepción en 1984 de un diploma expedido por la Comisión de Grados Científicos, otorgándole el de Candidato a Doctor en Ciencias Geológicas como reconocimiento, según se expresa, “a su contribución al desarrollo científico del país en la esfera de su actividad”. Recibió asimismo otros diplomas expedidos por la Academia de Ciencias y por la Sociedad Cubana de Geología, entre los que se encuentran los de “Reconocimiento como fundador de la Sociedad Cubana de Geología y del Servicio Geológico Estatal” y “del Museo Nacional de Ciencias Naturales en su XXV Aniversario”. En 1988 se le otorgó la categoría de “Miembro Emérito de la Sociedad Cubana de Geología” como reconocimiento “(…) a su meritoria labor en el desarrollo de las Ciencias Geológicas en Cuba y en otras esferas, por el bien de la humanidad”. Entre sus obras más destacadas están: “Nueva especie de molusco gastrópodo del género bursa, del Eoceno de Cuba oriental” en 1983; “Posición estratigráfica de los rudistas de Camaguey, Cuba” en 1990, “ Descripcion de una nueva especie de molusco terrestre del genero liguus montfort, del Pleistoceno Inferior a Medio de Cuba” en 1994, entre otros muchos. Falleció el 29 de noviembre de 2002, en La Habana.

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CARLOS DE LA TORRE HUERTA (1858-1950)

Nació en Matanzas, el 15 de mayo de 1858. Fue malacólogo y zoólogo. Eminente investigador y profesor universitario, discípulo de Felipe Poey. Sus profundos conocimientos científicos y notables investigaciones lo convirtieron en un zoólogo y malacólogo de renombre internacional ejerciendo como Profesor de Historia Natural, Fisiología e Higiene, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Puerto Rico, en 1883. Fue Profesor de Geología, Paleontología y Antropología de la Universidad de La Habana, así como Decano de la Facultad de Letras y Ciencias y luego Rector de este alto centro docente. Alcanzó también los grados de doctor en Farmacia y doctor en Medicina en la propia Universidad de La Habana en 1921 y 1922. Fue el descubridor de las polimitas, entre otra decena de criaturas que distinguen a Cuba y de las primeras pruebas del origen de esta Isla nacida del mar. Sus observaciones geológicas le permitieron además, efectuar importantes consideraciones encaminadas a la determinar la edad geológica de Cuba En 1909 demostró la existencia de estratos jurásicos en la parte occidental de Cuba y un año después descubrió restos fósiles del período Cuaternario en la región Central de nuestra isla grande, restaurando el Megalocnusrodens. Estos hallazgos fueron expuestos en el XI Congreso Geológico Internacional celebrado en Estocolmo, Suecia (1910). En el mismo año representó al gobierno cubano en el VIII Congreso Internacional de Zoología efectuado en Gratz, Austria, además de participar en otros tantos eventos internacionales como: los VI, VII y VIII Congresos de la Unión Americana de Malacología, celebrados en San Petersburgo (1936), Ann Arbor, Michigan (1937) y La Habana (1938); el Congreso Científico de Toronto, Canadá (1939); así como en el VIII Congreso Científico Americano, de Washington (1940). La Universidad de Harvard en 1912 le confirió el título de Doctor en Ciencias Honoris Causa, caracterizándolo como “el primero en el conocimiento de los moluscos del golfo mexicano” y “el descubridor de fósiles que ha revolucionado la historia geológica de Cuba”.

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Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de La Habana en 1911, Don Carlos de la Torre fundó en 1913 la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey”. Publicó numerosos libros de textos y se considera como uno de los fundadores de la ciencia pedagógica cubana. Con edad avanzada continuó sus exploraciones y dejó un extenso legado, obras que comprenden trabajos de Geología, Paleontología, Zoología, Arqueología e Historia, entre otros, aunque su mayor aporte lo realizó en el conocimiento de la fauna fósil cubana y especialmente en el campo de la malacología donde llegó a alcanzar una extraordinaria sabiduría. Fue el primero en desarrollar el conocimiento de los moluscos del golfo mexicano y publicó varias monografías acerca de los moluscos. A pesar de adentrarse muy poco en el tema de la ictiofauna, fue quien describió al manjuarí (Atrac- tosteustristoechus) y le fue publicado un álbum de 98 páginas titulado “Libro de los Peces Cubanos”. Sus últimos años fueron consagrados a ordenar sus trabajos, su biblioteca y sus colecciones de moluscos terretres, sorprendiéndole la muerte el 19 de febrero de 1950.

RICARDO DE LA TORRE Y MADRAZO (1896)

Nació el 24 de enero de 1896 en La Habana. Cursó la primera enseñanza bajo la dirección de sus padres, graduándose de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Provincial de Santa Clara y cursando en la Universidad de la Habana las carreras de Arquitecto, , doctor en Ciencias Naturales, doctor en Ciencias Físico Químicas y doctor en Farmacia. A los veintiún años fue alumno ayudante de la antigua cátedra de Geología y Mineralogía; dos años más tarde fue ayudante graduado y poco después profesor auxiliar de la Escuela de Ciencias, sustituyendo en varias ocasiones a los profesores de Biología, Zoología, Zoografía y de las materias de Geología y Mineralogía, en las cuales quedó definitivamente nombrado y ascendido a la cátedra como titular de Geología y

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Paleontología al ponerse en vigor el nuevo plan de estudios que llevó a una reestructuración de las cátedras. En el año 1946 solicitó que la Facultad de Ciencias convocara a libre oposición esa cátedra, no acogiéndose a las disposiciones que le permitían quedar ratificado por la Ley Docente, obteniendo de este modo su designación como titular por oposición de la Cátedra de Geología y Paleontología en la Universidad de la Habana. El doctor de la Torre y Madrazo realizó múltiples exploraciones científicas en el territorio de la Isla de Cuba, publicando varias monografías sobre el resultado de las mismas en el campo de la Geología, Zoología y Botánica. Con su labor docente creó una escuela en la que sobresalieron numerosos alumnos, preparándolos en las técnicas modernas en el campo geológico, producto de su especialización en Geología y Paleontología en los Estados Unidos, República Dominicana y Haití. Uno de los trabajos más notables del profesor Ricardo de la Torre y Madrazo fue “Una especie mineralógica encontrada por primera vez en Cuba”, en 1936. Se desconoce la fecha de su fallecimiento.

SARAH YSALGUÉ YSALGUÉ (1864-1989)

Nació en Guantánamo, provincia de Oriente, el 16 de octubre de 1864 en el seno de una familia acomodada identificada con la gesta independentista. Maestra de instrucción primaria, y profesora de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, Doctora en Pedagogía, en Filosofía y Letras y Master of Arts. Representó a la Sociedad Geográfica de Cuba y a la Universidad de La Habana en diferentes congresos internacionales. Entre 1912 y 1914 fue profesora del colegio “Padre Varela”, del Instituto de Segunda

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Enseñanza de Santiago de Cuba. En 1919 obtuvo el título de doctora en Pedagogía en la Universidad de La Habana y trabajó como maestra en la capital. En 1918 asumió por oposición la Cátedra de Geografía, Historia, Instrucción Moral y Cívica y su metodología, de la Escuela Normal para Maestros de Matanzas, donde pronto llegó a ocupar los cargos de secretaria, vice-directora y directora. Entre 1920 y 1921 viajó al Teacher’s College de la Universidad de Columbia, en New York, donde realizó estudios de geomorfología. En 1924 contrajo matrimonio con Salvador Massip. Fue coautora, junto con el doctor Massip, de las obras “Introducción a la Geografía de Cuba”, que le mereció la Medalla de Oro de la Sociedad Geográfica de Cuba; ·Elementos de Geografía General” y “Elementos de Geografía Regional” y autora de numerosos trabajos de investigación geográfica. La doctora Sarah E. Ysalgué Ysalgué fue una notable investigadora del suelo de la Isla de Cuba, además colaboró con su esposo, el doctor Salvador Massip y Valdés, en crear la Escuela de Geógrafos Cubanos. Fue miembro de la Sociedad Geográfica de Cuba (ex Presidente), de la Sociedad Universitaria de Exploraciones y de otras sociedades nacionales y extranjeras. En 1913 participó en el Primer Congreso Nacional de Mujeres y en el III Congreso Científico Panamericano en Lima, Perú. Entre ese año y 1930 escribió, junto a Salvador Massip, el texto “Geografía Física de Cuba”; en 1931, “El clima de Cuba” y “Geografía Botánica de Cuba.” Entre 1931 y 1934 participó en varios congresos internacionales de geografía. En 1935 representó a la Universidad de La Habana en un congreso celebrado en México; en 1938 fue designada como miembro de la Comisión Técnica de Educación y delegada especial al Congreso Internacional de Geografía, en Holanda. En 1940 fue profesora del Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado, viajó a Japón, Corea, Estados Unidos, Canadá, Marruecos, Egipto y Tailandia. En 1942 obtuvo el título de Master of Arts en la prestigiosa Universidad de Columbia, de Estados Unidos. En 1945 fue nombrada profesora de la cátedra de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, en la que pronto obtuvo la categoría de Profesora Titular. El “Atlas Nacional de Cuba”, de 1970, recoge no solo los conocimientos acumulados por Sarah Ysalgué en la cartografía de su tiempo, sino también su pensamiento científico en materia de geografía, geomorfología y geografía física de Cuba. A ella correspondió la elaboración del mapa geológico y geomorfológico de Cuba, que sirvió de base para elaborar científicamente los mapas naturales con que hoy se enseña Geografía de Cuba en todas las escuelas del país. La idea de la regionalización del territorio cubano fue, tal vez, una de las primeras propuestas desarrolladas en América Latina sobre el particular. Ampliada y completada con la colaboración de Sarah Ysalgué, salió a la luz en el libro “Introducción a la geografía física de Cuba”, en 1942. Este estudio sirvió de modelo a otros trabajos sobre regionalización, como los de Antonio Núñez Jiménez en los años 1959, 1970 y 1972, y los de Pedro Cañas Abril y sus colaborado res en 1974. Hoy en los textos escolares de geografía se utiliza la clasificación que esa obra aportó.

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Un valor que se aprecia en la trayectoria pedagógica de Sarah Ysalgué es la necesidad de comprometer al egresado universitario en el enfrentamiento a los problemas medioambientales que se generan en su radio de acción, y en la búsqueda de las vías adecuadas para solucionarlos. En tal sentido, Ysalgué consideró que la geografía es la base necesaria para asegurar el bienestar del ser humano, si se conoce bien la tierra, su estructura, sus rocas, sus suelos y las aguas; esto es, que el estudio de la geografía puede conducir al hombre a dominar flagelos como la hambruna. La creación del laboratorio de geografía de la Universidad de La Habana, también obra de Ysalgué, revolucionó la forma de enseñar y aprender esta disciplina, con el empleo novedoso de mapas, curvas de nivel y otros instrumentos que dieron un carácter científico a esa disciplina. En su obra “Elementos de Geografía Regional” plasmó recomendaciones que orientan la participación del estudiante en la enseñanza. De 1962 a 1967 dirigió el Departamento de Geografía Física de la Academia de Ciencias de Cuba y brindó asesorías a la dirección de la ACC. En 1969 recibió la medalla como trabajadora ejemplar del Instituto de Geografía y preparó el mapa geomorfológico de Cuba y enunció los principios de su elaboración. El 1971, la ACC le otorgó la Medalla de Oro como representante de los trabajadores de la ciencia y fue galardonada en 1974, con la medalla “Ana Betancourt”. En 1984 obtuvo la categoría especial de Investigadora de Mérito. Falleció en La Habana el 29 de abril de 1989.

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