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Perspectivas sobre el número y competitividad del sistema de partidos dominicano Santo Domingo, 25 de noviembre de 2013 Omar Alejandro Pérez Coordinador Unidad de Partidos Políticos “Partido único significa exactamente lo que dice: solo existe, y solo se permite que exista, un partido. Eso se debe a que ese partido veta, tanto de jure como de facto, todo tipo de pluralismo de partidos”. Sartori 1 Introducción El reciente informe del Center for Strategic and International Studies (CSIS), en Washington, que se preguntó si República Dominicana se está convirtiendo en un Estado de partido único, ha generado distintas reacciones en círculos políticos, comunicacionales y académicos. 1 La temática se enmarca en las múltiples disquisiciones sobre el sistema de partidos políticos que han prestado especial atención al número de partidos en República Dominicana y sus tendencias. En 2011, por ejemplo, en el marco de los análisis del Proyecto de Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas sometido por la Junta Central Electoral al Congreso Nacional, algunos dirigentes partidarios sostuvieron que los requisitos previstos para que los partidos obtengan y mantengan el reconocimiento legal tendían a establecer en el país un sistema bipartidista. 2 De cara a las elecciones presidenciales de 2012, sectores políticos y ‒sorprendentemente‒ renombrados académicos fueron más lejos y dieron la “voz de alarma”: si el PLD triunfaba en esas elecciones, el país se encaminaría a una dictadura de partido. Este análisis se concentra en describir las principales tendencias recientes constatables en el sistema de partidos, enfocándose particularmente en el aspecto numérico. Como guía teórica se utilizan los postulados de Giovanni Sartori y se analizan indicadores cuantitativos. Las preguntas que guían el análisis son: ¿cuáles tendencias muestra el sistema de partidos dominicanos en los ámbitos numérico y de competitividad? ¿Marcha República Dominicana hacia un Estado de partido único?

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Perspectivas sobre el número y competitividad del sistema de partidos dominicano

Santo Domingo, 25 de noviembre de 2013

Omar Alejandro Pérez

Coordinador Unidad de Partidos Políticos

“Partido único significa exactamente lo que dice: solo existe, y solo se permite que exista, un

partido. Eso se debe a que ese partido veta, tanto de jure como de facto, todo tipo de pluralismo de partidos”. Sartori

1 Introducción

El reciente informe del Center for Strategic and International Studies (CSIS), en

Washington, que se preguntó si República Dominicana se está convirtiendo en un Estado de

partido único, ha generado distintas reacciones en círculos políticos, comunicacionales y

académicos.1

La temática se enmarca en las múltiples disquisiciones sobre el sistema de partidos políticos

que han prestado especial atención al número de partidos en República Dominicana y sus

tendencias. En 2011, por ejemplo, en el marco de los análisis del Proyecto de Ley de

Partidos y Agrupaciones Políticas sometido por la Junta Central Electoral al Congreso

Nacional, algunos dirigentes partidarios sostuvieron que los requisitos previstos para que los

partidos obtengan y mantengan el reconocimiento legal tendían a establecer en el país un

sistema bipartidista.2

De cara a las elecciones presidenciales de 2012, sectores políticos y ‒sorprendentemente‒

renombrados académicos fueron más lejos y dieron la “voz de alarma”: si el PLD triunfaba

en esas elecciones, el país se encaminaría a una dictadura de partido.

Este análisis se concentra en describir las principales tendencias recientes constatables en el

sistema de partidos, enfocándose particularmente en el aspecto numérico. Como guía

teórica se utilizan los postulados de Giovanni Sartori y se analizan indicadores cuantitativos.

Las preguntas que guían el análisis son: ¿cuáles tendencias muestra el sistema de partidos

dominicanos en los ámbitos numérico y de competitividad? ¿Marcha República Dominicana

hacia un Estado de partido único?

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2 La reciente discusión

The Dominican Republic, becoming one-party State? es el título del reporte escrito por Carl

Meacham para el CSIS. Debe destacarse que el autor no comete el error de plantear si el

país evoluciona hacia un sistema de partidos "de partido único", sino que se refiere al

Estado (one party-State). Esto es así porque la noción de sistemas de Estados de partido

único alude a la existencia de un único partido, y por definición, un sistema está compuesto

por más de un elemento.3

Sistemas “Estados-partidos” es la denominación que algunos autores dieron, explica Sartori

(1999, p. 68), a los regímenes de la órbita socialista encabezados por la Unión Soviética,

[más odiosamente] al régimen fascista de Mussolini y al Nacional Socialismo de la Alemania

nazi. Siguiendo los mismos criterios, la denominación sería aplicable a Cuba, China, Vietnam

y Corea del Norte. No obstante, en su constante preocupación por hallar los mejores

términos, Sartori prefiere utilizar en su tipología la denominación partido único (one party),

lo que denota que aun en los regímenes más totalitarios, el partido único es un subsistema

del sistema político.

El artículo de Carl Meacham no solo no da respuesta alguna a la pregunta que se plantea en

su título. Tampoco, en ninguna parte, define lo que asume como un one-party State. No

incluir una definición en un discurso político o en un diálogo, además de las razones

prácticas, es apostar al peso semántico que pueda tener un término en una cultura dada.

No hacerlo en el marco de una investigación que se pretende académica parece únicamente,

y si acaso, admisible en conceptos cuya comprensión puede intuirse por la mención de las

principales características y ejemplos de los elementos a que dicho concepto aplican.4

En idioma inglés, los términos one-party State, one party system, single party system y

one-party rule pueden tener usos en ocasiones muy ambiguos y ser utilizados de manera

poco diferenciada.5

La ausencia de una definición en el artículo de Meacham, la falta de referencia a casos que

se ajusten al término empleado (one-party State) y por ende, a las características que

darían forma al concepto, hacen que una réplica directa al artículo implique sumergirse en

la misma ambigüedad semántica. Es por eso que el presente análisis se orienta a aportar

herramientas conceptuales y metodológicas, no para la interpretación del artículo

presentado por el CSIS, sino para una mejor comprensión ‒desde las concepciones e

instrumentos de la ciencia política‒ de las tendencias del sistema de partidos dominicano en

los ámbitos numérico y competitividad.

3 Sistemas de partidos y partido único

Hablar de partidismos (unipartidismo, bipartidismo o multipartidismo) es ubicar el

argumento en la teoría de sistemas de partidos. Tradicionalmente, y con un enfoque

reduccionista, se entiende que un sistema unipartidista es aquel en que existen menos de

dos partidos; uno bipartidista, donde existen dos, y uno multipartidista, donde existen más

de dos.

El criterio numérico (la fragmentación) ‒la cantidad de partidos a considerar‒ no es el único

utilizado para distinguir o diferenciar los diferentes sistemas de partidos. Es a todas luces

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insuficiente. No obstante, continúa siendo el más utilizado, entre otras cosas, porque se

considera relacionado con otras variables importantes como la intensidad o distancia entre

las posiciones ideológicas y, con ello, el tipo de competencia política (centrípeta o

centrífuga). Por citar algunos ejemplos, Sartori (1999) consideró que estos elementos

podían influir incluso en la responsabilidad con que algunos partidos hacen oposición. Por su

parte, Mainwaring (1995) presentó lo que consideró evidencias de que el multipartidismo

representa una difícil combinación con el presidencialismo.6

Conviene precisar que en ciencia política, el formato numérico no es determinado por el

simple conteo de los partidos que tercian en las elecciones o que tienen reconocimiento

legal, sino que depende de un conjunto de variables relacionadas con su poder de

fragmentación del electorado, con sus probabilidades de alcanzar mayoría legislativas o el

gobierno, con su disponibilidad o capacidad para conformar alianzas y con su capacidad de

intimidación7. En el caso de países de poca polarización ideológica, parece suficiente con las

dos primeras características. A partir de estas variables, con una aproximación cualitativa,

Sartori (1999) definió lo que llamó "partidos relevantes", los cuales son determinados a

partir de sus “normas para contar”8.

No obstante, muchos trabajos comparativos, que toman el sistema de partidos como una

variable dependiente y otras veces como independiente, suelen sintetizar o sustituir la

noción de partidos relevantes utilizando el indicador cuantitativo denominado “número

efectivo de partidos” (NEP), que permite establecer relaciones más objetivas entre el

número de partidos y otras variables del entorno. Este análisis se vale de esa herramienta.9

3.1 La clasificación de los sistemas de partidos y el unipartidismo

Sartori puntualizó que la trilogía unipartidismo, bipartidismo y multipartidismo no era una

clasificación satisfactoria. De hecho, indicó que debía utilizarse más una tipología que una

clasificación, precisando que mientras una clasificación es una ordenación basada en un

criterio, una tipología combina más de uno.

Antes de presentar los elementos de la tipología de Sartori, conviene revisar algunos de los

conceptos necesarios para su comprensión. Específicamente se abordan la dimensión

ideológica y las características influidas por ella. En cada tipo de sistema, el grado de

polarización ideológica10 y el de fragmentación se hace acompañar de distinciones sobre el

carácter de la competencia (si es centrípeta o centrífuga), sobre la polaridad del

alineamiento electoral y sobre la lateralidad de la oposición.

En la dimensión ideológica, y es así para Sartori, la herramienta más importante es la escala

izquierda-derecha. Siguiendo a Bobbio (1998), citado en Anduiza y Bosch (2004), la

izquierda y la derecha pueden distinguirse de acuerdo con los resultados que persiguen y en

función de los medios que utilizan. De acuerdo con los resultados, mientras la izquierda

prioriza la búsqueda de la igualdad, la derecha importantiza la libertad económica. De

acuerdo con los medios que utiliza, mientras la izquierda pretende una mayor implicación

del Estado en la economía, la derecha da prioridad (casi siempre) al libre mercado.

Dicho esto, la competencia centrífuga se caracteriza porque los partidos electorales (que

buscan votos) se alejan del centro y se dirigen a posiciones ideológicas marcadas, ya sea de

izquierda o de derecha. Esto sucede, explica la teoría racional, porque en el centro hay

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pocos votantes. Por el contrario, la competencia centrípeta hace que los partidos de mayor

fuerza electoral busquen el centro, ya que en el centro está la mayoría de los votantes.

La polaridad del alineamiento electoral refiere a la ubicación de los electores. En ese sentido

puede ser unipolar ‒cuando la mayoría de los electores se concentra en torno a un solo

partido o coalición‒, bipolar ‒cuando la mayoría se concentra en torno a dos partidos o

coaliciones‒ o multipolar ‒cuando lo hacen en torno a tres partidos o más.

La lateralidad de la oposición se refiere a las diferencias ideológicas que existen entre los

principales partidos de oposición. Será unilateral si, por ejemplo, existen dos partidos de

oposición relevantes y ambos se ubican a la izquierda o a la derecha en la escala ideológica;

será bilateral si uno de los partidos se ubica a la izquierda y otro a la derecha; por ende, los

partidos de centro se enfrentan tanto a la derecha como a la izquierda.

Tabla 1.

Tipos de sistemas de partidos en el esquema de Sartori y sus principales características

Tipo de sistema Principales características

De partido único

No se permite la existencia legal de más de un partido y de hecho, no existe más que uno. Por ende, no se trata de un sistema de partidos en sentido propio, sino de un régimen político donde el partido en sí es subsistema.

De partido hegemónico

Presente en comunidades políticas donde no se permite el enfrentamiento abierto ni el disenso efectivo. La oposición es la oposición tolerada. El umbral de la mayoría absoluta se sobrepasa con claridad o el margen de victoria es amplio; pero si se espera que las elecciones no arrojen esto, el partido hegemónico está dispuesto a amañarlas. Pueden existir numerosos partidos pequeños o secundarios.

De partido predominante

En cuanto a la cantidad de partidos importantes y la alineación del sistema, es una variante del pluralismo competitivo, ya sea una variante del formato bipartidista o de cualquier multipartidismo. La oposición puede ser unilateral o bilateral. Existe un partido principal que se ve constantemente apoyado por una mayoría ganadora (la mayoría absoluta de los escaños) o de los votantes: tres mayorías absolutas pueden constituir un indicador suficiente, siempre que el electorado parezca estar estabilizado. El umbral de la mayoría absoluta se sobrepasa con claridad o el margen de victoria es amplio.

Bipartidista

Dos partidos se hallan en condiciones de competir por la mayoría absoluta de escaños. Uno de los dos partidos logra conseguir una mayoría parlamentaria suficiente. Este partido está dispuesto a gobernar solo. La alternancia o la rotación en el poder sigue siendo una expectativa creíble. Dado que no existe más que un partido de oposición importante, la oposición es unilateral.

De pluralismo moderado

Existen de tres a cinco partidos importantes (relevantes). Ausencia de partidos antisistema importantes o grandes. Los gobiernos son de coalición, dado que por lo general ningún partido alcanza la mayoría absoluta por sí solo y dado que resulta “irracional” permitir que el partido mayor gobierne solo, cuando se le puede obligar a compartir el poder. La alineación del sistema es bipolar, aunque no se trata de dos partidos, sino de alineaciones bipolares de coaliciones alternativas. La oposición es unilateral: los partidos de oposición importantes están disponibles para aliarse en procura de alcanzar el poder. La competencia es centrípeta: tiende al centro ideológico.

De pluralismo polarizado

Existen cinco o más partidos importantes, también se verifican partidos antisistema importantes. Oposiciones bilaterales importantes, esto es, los partidos de oposición se dividen en renglones ideológicos mutuamente excluyentes, por lo tanto, la posibilidad de alianza es baja. Hay un partido o partidos de centro importantes, que por ende se enfrentan tanto a la derecha como a la izquierda. Los impulsos de competencia centrífuga se imponen a los de competencia centrípeta. Se verifican oposiciones irresponsables (dado que varios partidos de ideología extrema no tienen posibilidad de gobernar y demostrar con políticas el contenido de su discurso), por ende, se tiene una política de súper oferta o promesa excesiva.

De atomización Existen diez o más partidos relevantes.

Fuente: Elaboración propia, a partir de Sartori (1999).

La Tabla No. 1 muestra los tipos de sistema de partidos de Sartori. La nomenclatura es casi

idéntica a la utilizada para su clasificación, es decir la ordenación que toma en cuenta solo

el criterio numérico. No es coincidencia, ya que para Sartori, los principales elementos de su

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tipología están frecuentemente relacionados: fragmentación (cantidad de partidos

relevantes) y polarización (distancia ideológica entre los partidos).

Otro criterio de la tipología es lo aventajado que se presenta un partido respecto de los

otros. Así, el sistema de partidos predominante puede verificarse, con alta fragmentación en

los alineamientos electorales o con una muy baja. Esto es, el sistema de partidos

predominante en algunos casos puede verse como una variante del bipartidismo o de

cualquier multipartidismo.

En ese mismo orden, un gran avance de la tipología de Sartori respecto al enfoque de sus

predecesores, como Duverger (2004), es que permite ubicar a los sistemas considerados

como de menos de dos partidos relevantes (o competidores con buenas probabilidades de

triunfo) que no corresponden a la categoría de partido único. Para ello introduce los tipos de

sistema de partido hegemónico y de sistema de partido predominante, ya mencionados. El

primero corresponde a un sistema no pluralista y por tanto, no competitivo; el

predominante, por el contrario, se ubica dentro de los sistemas competitivos.

Tabla 2.

Sistemas de partido según nivel de competencia

Sistemas competitivos Sistemas no competitivos

De partido predominante

Bipartidista

De pluralismo moderado

De pluralismo polarizado

De atomización

De partido único

De partido hegemónico

Fuente: Elaboración propia, a partir de Sartori (1999).

Dos de los tipos suelen ser omitidos normalmente al utilizar la tipología de Sartori en

democracias liberales. Se trata del sistema de partido único y del sistema de atomización.

Se omite el primero porque no se verifica en democracias; el segundo, porque corresponde

a un estado muy embrionario de los sistemas políticos, cuya poca continuidad en sus

elementos contraviene la noción misma de sistema.

Así se presenta una dificultad operativa de la tipología. Como señala Kalyvas (1999), la

tipología de Sartori mezcla la categoría de regímenes políticos (sistemas políticos) con la de

sistemas de partidos (uno de sus subsistemas). Así, al exponer la caída de los sistemas de

partido único comunistas, Kalyvas se enfrenta al problema de no encontrar un marco

referencial satisfactorio. No obstante, como señala Kalyvas, la categoría Sartori de sistema

de partido único continúa en uso.11

Puede considerarse que la utilidad de la noción sobre el partido único de Sartori descansa,

para quien mira la realidad desde una democracia liberal, en que sirve como referente de la

escasa pluralidad de un sistema político que, a pesar de la existencia de algo que se

denomina partido, en realidad no se verifica la existencia de un sistema de partidos. Más

bien, el partido es un sistema en sí.

Sartori identifica los partidos únicos en un continuo de tres tipos basado en un criterio mixto

de ideología-coacción que, en orden decreciente, son: totalitario, autoritario y pragmático.

No obstante, a los fines de este análisis no merece el esfuerzo profundizar cada uno de

ellos. Baste delimitar la categoría que las incluye a las tres: “Partido único significa

exactamente lo que dice: solo existe, y solo se permite que exista, un partido. Eso se debe

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a que ese partido veta, tanto de jure como de facto todo tipo de pluralismo de partidos”

(Satori, 1999, p. 263).

Esta no solo no es la realidad en República Dominicana, sino que argumentar la posibilidad

de que el sistema político dominicano retroceda a ese estado no encuentra fundamento ni

en las tendencias que reflejan los indicadores que utiliza la ciencia política ni en la historia

sociopolítica de los últimos treinta y cinco años. ¿Cuáles son las tendencias constatables? En

el apartado siguiente se presentan algunas.

3.2 Transición reciente en el sistema de partidos dominicano

La transición hacia la democracia, que inicia con la caída del régimen de Trujillo, puede

verse como una transición del sistema político y de sus subsistemas. J. Jiménez (1999)

aporta una aproximación a los cambios que se verificaron en el sistema de partidos a partir

de la distribución del voto y valiéndose del esquema de Sartori. Verifica que el sistema fue

bipartidista (1962-1966), hegemónico “casi competitivo” (1966-1978), bipartidista (1978-

1986), pluralista moderado “disfrazado” (1986-1996), pluralista moderado “real” (1996-

2000).

La tipificación de Jiménez merece una exposición más detallada. No obstante, aquí interesan

precisamente los cambios más recientes, por lo que es válido conformarse con el

antecedente de que a finales de la década de los 90, en República Dominicana se verificaba

un multipartidismo del tipo pluralista moderado.

3.2.1 El contexto

En 1996, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), apoyado por el Partido Reformista

Social Cristiano (PRSC), derrotó en segunda vuelta electoral al Partido Revolucionario

Dominicano (PRD). Leonel Fernández (PLD) sucedió a Joaquín Balaguer (PRSC) en la

presidencia, después de diez años de gobierno del último. El PRD ganó las elecciones del

año 2000, e Hipólito Mejía sucedió entonces a Leonel Fernández. De cara a las elecciones de

2004, Mejía logró una reforma constitucional que restableció la reelección presidencial; sin

embargo, el PRD perdió esas elecciones y dio paso a un nuevo gobierno de Leonel

Fernández, que logró reelegirse en 2008. En 2012, el PLD ganó nuevamente las elecciones y

Danilo Medina pasó a ocupar la presidencia.

Además de los cambios de mando en el gobierno, ocurrieron otros hechos relevantes para

las organizaciones políticas y la competencia política. El 10 de mayo de 1998 murió José

Francisco Peña Gómez, máximo líder del PRD, como se le solía identificar desde los años de

1970, independientemente del cargo que ocupara. El 1 de noviembre de 2001 murió el

expresidente de la República Juan Bosch, fundador y presidente ad vitam del PLD. El 14 de

julio de 2002 falleció el expresidente Joaquín Balaguer, fundador y presidente del PRSC. La

desaparición de los tres grandes líderes de la segunda mitad del siglo XX supuso cambios en

los partidos políticos, y en el caso del PRSC, un progresivo debilitamiento electoral.

Paralelamente, los requisitos contenidos en la Ley Electoral para que los partidos obtengan

y mantengan el reconocimiento (y los criterios con los que se han aplicado) han permitido la

existencia de numerosos partidos minoritarios. Las alianzas entre partidos grandes y

pequeños han proliferado debido ‒en parte‒ a que desde la reforma constitucional de 1994

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se estableció la segunda vuelta en elecciones presidenciales para los casos en que ningún

candidato obtenga la mayoría absoluta de votos en la primera ronda electoral. Por tanto, los

partidos grandes se han preocupado por obtener todo el apoyo posible. En esa línea, el PLD

ha sido el partido que más ha concitado el apoyo de partidos menores, figurando entre sus

aliados aquellos que se etiquetan de izquierda, como también partidos tradicionalmente

conservadores. En 2012, 14 partidos apoyaron la candidatura de Danilo Medina.

En República Dominicana, los partidos aliados pueden contar con un recuadro individual en

la boleta electoral (de papeleta única); por ende, es posible cuantificarle los votos aportados

a la alianza.

3.2.2 Tendencias de la competencia político-electoral y el sistema de

partidos

En 2000, la candidatura de Hipólito Mejía alcanzó el 49.9 % de los votos. Pese a que no

alcanzó la cantidad requerida para triunfar en primera vuelta (50+1), su nivel de votación

resultó muy prometedor. Entonces, ante intentos del PLD por conseguir el apoyo de los

reformistas para una segunda vuelta, Balaguer expresó que “era una mezquindad concurrir

a una segunda vuelta porque Mejía tenía un porcentaje demasiado alto y el país no

soportaba otro torneo electoral” (Grullón, 2006, p. 460). En 2004, el intento reeleccionista

de Mejía, en el contexto de crisis financiera, terminó en un retroceso de su fuerza electoral

y la derrota del PRD. Del otro lado, el PLD consiguió tres triunfos consecutivos en elecciones

presidenciales de 2004, 2008 y 2012.

Figura No. 1.

Porcentaje de votación obtenido por los dos principales partidos en las elecciones presidenciales (2000-2012)

Fuente: elaboración propia a partir de Pérez Rubiera (2012).

La Figura No. 1 resulta más que ilustradora. La evolución de variables a través del tiempo

permite observar diversas tendencias. Tómese primero la votación con aliados de ambos

partidos. En 2000 y 2004, años electorales en que se produjo cambio de mando, el partido

ganador obtuvo una enorme ventaja. En las elecciones de 2008 y 2012 el partido oficial

(PLD) obtuvo mayorías absolutas con el apoyo de partidos aliados.

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Pese a ello, desde 2004, considerando las alianzas, se ve como el PLD disminuyó sus niveles

de votación en casi seis puntos porcentuales, mientras el PRD incrementó su votación en 23

%. De esa forma, en 2012 el PRD llegó a niveles de votación bastante cercanos a los que

había obtenido en 2000.

La Figura No. 1 revela además una ruptura. En las elecciones presidenciales de 2000, 2004

y 2008, el partido del candidato ganador superó en votos al partido del candidato en

segundo lugar (tanto con aliados como sin aliados). Sin embargo, en las elecciones de

2012, el PLD, aunque resultó ganador por el voto de los aliados, no superó de partido a

partido la votación del PRD, cuyo candidato quedó en segundo lugar. El partido del

candidato ganador, sin considerar los votos aliados, no solo no hubiera triunfado en primera

vuelta, sino que hubiera sido aventajado por el candidato de la oposición (Pérez Rubiera,

2012).12

Figura No. 2.

Nivel de votación a los tres principales partidos sin aliados, elecciones presidenciales (1996-2012)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos suministrados por la JCE.

La Figura No. 2 expresa de manera más clara, esta vez incluyendo al PRSC, cómo ha

cambiado la orientación del voto considerando los partidos individualmente. No obstante,

debe tenerse en cuenta también el nivel legislativo.

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Figura No. 3.

Porcentaje de escaños en la Cámara de Diputados obtenidos por cada partido y sus aliados

55.70%48.00%

33.71%41.6%

11.41%24.00% 12.36%

1.6%

32.89%28.00%

53.93%56.8%

1998 2002 2006 2010

PRD y Al. PRSC y Al. PLD y AL.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE y la Cámara de Diputados.

Como muestra la Figura No. 3, el PRD y sus aliados obtuvieron una amplia mayoría en las

elecciones legislativas de 1998 y 2002 en la Cámara de Diputados.13 En 2006 perdieron esa

mayoría y dieron paso a que el PLD obtuviera el control de la Cámara. Las razones de este

abrupto cambio podrían encontrarse en los mismos factores que determinaron la derrota de

ese partido en las elecciones presidenciales celebradas dos años antes. En 2010, el PLD

confirmó la mayoría, no obstante el incremento de los diputados del PRD.

Figura No. 4.

Porcentaje de escaños en el Senado obtenido por cada partido y sus aliados (1998-2010)

Fuente: elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE.

La Figura No. 4 permite ver que el Senado siempre mostró mayor disparidad en la

distribución de los escaños. Esto puede deberse a que los senadores son elegidos en

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circunscripciones uninominales de gran tamaño (las provincias) y los sistemas electorales

mayoritarios tienden, salvo algunas excepciones, a generar mayor desproporción que los de

representación proporcional, como es el aplicado a los diputados.

Figura No. 5.

Porcentajes de escaños en la Asamblea Nacional

Fuente: elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE.

La Asamblea Nacional es el órgano que integra tanto a diputados como senadores para

conocer los asuntos que la Constitución establezca, en particular, la reforma de la Carta

Magna (Asamblea Nacional Revisora). La Figura No. 5 muestra que el PLD y aliados

incrementaron la mayoría en ése órgano. Acorde con los resultados electorales, la alianza

PLD tiene 139 de 222 miembros de la Asamblea Nacional, equivalente a 62.6 %. No

obstante, 14 de esos legisladores son en realidad miembros de partidos aliados, lo que

reduciría el porcentaje a 56.31.

En la interpretación de las figuras anteriores debe tenerse en cuenta lo referente a las

mayorías calificadas necesarias para legislar respecto a ciertos aspectos. En ese orden, se

necesita el voto a favor de las dos terceras partes (66.67 %) de los presentes, primero, en

la Asamblea Nacional Revisora para la reforma constitucional y segundo ‒a partir de la

Constitución de 2010‒ en cada una de las dos cámaras legislativas para la aprobación de

leyes orgánicas.

Así, en la actualidad el partido de gobierno cuenta con mayoría suficiente para evitar el

bloqueo gubernamental en asuntos ordinarios. Sin embargo, necesita conciliar con otros

partidos para modificar asuntos especialmente relevantes que la ley ha dejado en manos del

legislador orgánico, como los concernientes a “los derechos fundamentales, la estructura y

organización de los poderes públicos, la función pública, el régimen electoral, el régimen

económico financiero, el [el régimen de] presupuesto, planificación e inversión pública, la

organización territorial, los procedimientos constitucionales, la seguridad y defensa” (Art.

112, Constitución dominicana).

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Ahora procede analizar esta realidad utilizando indicadores más sofisticados, a medida que

se profundiza en las características del sistema de partidos dominicano. Para ello se utilizará

el número efectivo de partidos14 (Laakso & Taagepera, 1979), la volatilidad electoral15

(Pedersen, 1983) y el margen de victoria o acometividad electoral16 (Anduiza & Bosch,

2004), que se ajusta a las nociones de Sartori (1999) sobre competencia y competitividad.

Como se ha dicho, la tipología de Sartori, pese a algunas dificultades operacionales, es la

más empleada para abordar el formato numérico de los sistemas de partidos. Para su uso

en el contexto de los presidencialismos latinoamericanos, los autores hacen modificaciones;

ejemplo de ello son los trabajos de Chasquetti (2001) y Mainwaring y Scully (1997). En

ambos, la adaptación radica principalmente en utilizar el número efectivo de partidos, en

lugar de las reglas para contar. En Chasquetti se toman las cuatro categorías que

corresponden a sistemas competitivos. La Tabla No. 3 ilustra al respecto.

Tabla No. 3.

Clasificación de sistema de partidos, según NEP

Tipo de sistema de partidos Valor del NEP correspondiente

De Partido predominante NEP < =1.7

Bipartidista 1.8 - 2.5

De pluralismo moderado 2.6 -3.9

De pluralismo polarizado NEP > = 4.0

Fuente: Elaboración propia a partir de Chasquetti (2001).

Tras haber definido un esquema que permite aproximarse a la realidad dominicana, en la

Figura No. 6 se presenta la evolución del indicador número efectivo de partidos. Los valores

han sido calculados tanto considerando a los partidos individualmente, como las alianzas.

Figura No. 6.

Evolución del número efectivo de partidos, elecciones presidenciales (1996-2012)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el

Observatorio Político Dominicano (OPD).

Si se consideran los valores del NEP contabilizando los partidos individualmente, se asume

que el multipartidismo moderado (aunque disfrazado de bipartidismo, en términos de

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Jacqueline Jiménez) se mantuvo casi invariante en los últimos 15 años. No obstante, el

indicador esconde realidades como el debilitamiento del tercer partido.17

No importa de qué forma se calcule el indicador, se tiene que el sistema de partidos

dominicano no ha experimentado un descenso en la fragmentación que advierta alguna

tendencia a un sistema no plural.

Asumiendo en términos estrictos la tipología de Sartori, ¿podría este sistema pluralista

corresponder a la categoría de partido predominante?, pues se dijo que el predominio puede

presentarse como el formato numérico del bipartidismo y el multipartidismo. Se recuerda

también que tres mayorías absolutas consecutivas en las cámaras legislativas “pueden”

representar un indicio. El PLD lleva dos mayorías que, en términos de utilidad, es la misma

cantidad que exhibió el PRD anteriormente (1998-2002); por tanto, y viendo los

indicadores, pese a la fortaleza de ese partido, resulta difícil concluir que el sistema de

partidos en República Dominicana se aboca a un sistema de “partido predominante”.

Considérese ahora el NEP calculado a partir de los escaños obtenidos en la Cámara de

Diputados (número efectivo de partidos parlamentarios [NEPp]). Se recuerda que en 2006

se dio la primera alianza entre el PRD y el PRSC (Alianza Rosada). Posteriormente, en 2010,

el PRSC se alió al PLD. El cálculo del NEPp obedece a los valores presentados en la Figura

No. 3, donde en 2006 se distingue entre los cargos del PRD y el PRSC, dado que ambos

partidos encabezaron las alianzas en diferentes demarcaciones. A la vez, en 2010 el PLD

encabezó la alianza con el PRSC en todas las demarcaciones en que fueron aliados.18

Figura No. 7.

Evolución del NEPp, Cámara de Diputados (1998-2010)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el

Observatorio Político Dominicano (OPD).

El indicador NEPp_Al muestra que la fragmentación del sistema de partidos se redujo en el

período 2010-2016. No obstante, mantiene el formato bipolar. La excepción la constituye el

año 2002, donde la cercanía entre el porcentaje de escaños entre el PLD y el PRSC produjo

valores cercanos a los tres partidos efectivos.

Junto a la evolución del NEP conviene preguntarse ¿cómo ha evolucionado la competitividad

electoral y cuán estable se muestra el sistema de partidos? La primera pregunta resulta

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14

sumamente importante, pues el grado en que las elecciones son reñidas depende en cierta

medida de lo que lo permitan las reglas de juego formales y reales. Aquí se responde

utilizando el margen de victoria.

Figura No. 8.

Evolución del margen de victoria, elecciones presidenciales (1996 -2012)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el

Observatorio Político Dominicano (OPD).

Considérese el margen de victoria entre las alianzas de partidos, esto es, la diferencia entre

los dos candidatos más votados. Desde 2000, las elecciones se hicieron cada vez más

reñidas. Con apenas 4.26 puntos porcentuales de diferencia entre el primero y segundo

lugar, las elecciones de 2012 fueron las de mayor competitividad electoral de los últimos 15

años, que comprenden cinco elecciones presidenciales.

Figura No. 9. Volatilidad electoral total en elecciones presidenciales (1978-2012)

13.9%

18.9%

23.2%

27.7%29.1%

16.6%

34.2%

11.3% 11.4%

Volatilidad total

Fuente: Elaboración propia a partir de resultados electorales JCE.

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15

De igual forma, las interacciones competitivas han dado como resultado un electorado

mucho más estabilizado. La volatilidad electoral expresa los realineamientos electorales

ocurridos entre todos los partidos participantes, comparando dos elecciones sucesivas.

La Figura No. 9 muestra la evolución de la volatilidad electoral total. El sistema de partidos

se presenta como mucho más estable que en elecciones anteriores. Para este indicador se

han incluido las elecciones presidenciales desde 1978, considerando su utilidad como

antecedente. Como se puede observar, las elecciones de 2008 y 2012 constituyen records,

una muestra de que el sistema de partidos es fuerte y los partidos que lo componen

cuentan con electores fieles.

La estabilidad del sistema de partidos es un indicador de su institucionalización, pero no

evidencia suficiente. En el siguiente apartado se cambia el nivel de análisis haciendo,

aunque de forma muy sinóptica, algunas puntualizaciones sobre la situación de los partidos

como componentes del sistema.

3.2.3 Partidos-elementos del sistema de partidos

Así como el nivel de análisis del sistema de partidos no debe confundirse con el nivel de

análisis superior (el sistema político), tampoco debe confundirse con el nivel inferior que

corresponde a los partidos, que son su componente.

Por otro lado, como se explica en la nota No. 3, el sistema político depende de los

subsistemas que lo componen, entre ellos ‒y muy especialmente‒ el sistema de partidos.

Obviamente, para este último los partidos son el elemento fundamental. A la vez, en

dirección inversa, el sistema de partidos no puede ser enteramente entendido sin

comprender el sistema político en que se ubica y lo mismo para los partidos respecto al

sistema que componen.

Con esto en cuenta, el Diagnóstico sobre la situación del sistema de partidos en la República

Dominicana (2005-2010) se ha concentrado, con un enfoque cualitativo, en el estudio de la

realidad de los principales partidos y sus estructuras partidarias. El aporte del trabajo es

destacar los retos que deben superar las organizaciones políticas en su camino a la

modernización, partiendo del análisis del "marco normativo y de la visión de los actores". De

esa forma pone en perspectiva que, aunque no hay evidencias de que el pluralismo

partidario esté en juego al punto de llegar a partido único, el sistema político dominicano

tiene muchas tareas pendientes.

Así, Benito y Lozano (2010, p. 60) afirman que

(…) desde 1978, en presencia de los caudillos y tras su desaparición, la fórmula de la

supervivencia del sistema de partidos dominicano ha sido la combinación de:

fragilidad institucional y fuerza electoral. Los partidos dominicanos son hoy más

estables pero no más institucionalizados […] la clave de la estabilidad ha sido el

control político a través del clientelismo y la movilización prebendalista (p. 60).

Ciertamente, la fragilidad institucional de los partidos continúa siendo el problema central.

Pasar a ese nivel sobrepasa el objeto de este análisis. No obstante, la mayor preocupación

en la actualidad es si se puede contar con un partido de oposición suficientemente fuerte

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16

como para mantener la alineación bipolar del sistema, donde se destaca la crisis interna del

PRD.

Tabla No. 4.

Principales conflictos internos del PRD 1973-2012

Actores de los conflictos

Fecha o período

Posibles incidencias político electorales

Formato numérico del sistema de partidos NEP y

(NEP_Al.)

Juan Bosch / José Francisco Peña Gómez

1973

Juan Bosch, hasta entonces presidente del partido, abandonó esa organización y fundó el PLD. En las siguientes elecciones en que participó el PRD (1978) obtuvo la mayoría absoluta de votos. El PLD obtuvo apenas 1.18 % de los votos en esas elecciones, perdiendo el reconocimiento legal.

El NEP pasó de 2.2 (2.06) en 1966 (últimas elecciones en que había participado el PRD) a 2.25 en 1978.

Peña Gómez / Salvador Jorge Blanco / Jacobo Majluta

1984-1986 Jacobo Majluta y el PRD perdieron las elecciones de 1986 y el PRSC retornó al poder.

El NEP pasó de 2.76 (2.62) en 1982 a 3.20 (2.76) en 1986.

Peña Gómez /Majluta / José Rafael Abinader

1990

En las elecciones de 1990, el PRD obtuvo el porcentaje de votación más bajo de toda su historia y el PLD alcanzó por primera vez el 30 % de los votos. Fueron reconocidos por la JCE el Partido Revolucionario Independiente (PRI) y el Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS). Majluta fue candidato presidencial del PRI y Abinader fue nominado por el Partido Acción Constitucional (PAC). En las elecciones de 1994 el PRD se mostró totalmente recuperado y en 1996 ganó la primera vuelta.

El NEP pasó de 3.20 (2.76) en 1986 a 3.52 (3.38) en 1990.

Hipólito Mejía / Hatuey Decamps

2004 El PLD derrotó al PRD ampliamente. Decamps fue expulsado y creó el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).

El NEP se redujo de 3.14 (2.69) en 2000, a 2.92 (2.24) en

2004.

Hipólito Mejía / Miguel Vargas Maldonado

2011-2012

El PRD perdió las elecciones. Hipólito Mejía es expulsado del partido. El conflicto interno se intensificó luego de las elecciones y su judicialización ha generado controversias. Preocupa su reunificación de cara a las elecciones de 2016.

El NEP pasó de 2.82 (2.19) en 2008 a 3.08 (2.07) en 2012.

Fuente: Elaboración propia OPD-FUNGLODE.

La Tabla No. 4 presenta cinco conflictos importantes en la historia del PRD. En diversos

estudios (Grullón, 2006; Jiménez, 1999; Cabrera Febrillet, 1991) se pueden encontrar las

razones y los efectos de esos conflictos en las posibilidades electorales de ese partido. Más

aun, los mismos protagonistas de las controversias aluden a esos aspectos.

Lo primero en mencionar es que las crisis del PRD no han generado una disminución en la

fragmentación del sistema de partidos. En 1990, por el contrario, el PLD tuvo un virtual

empate con el PRSC. De hecho, el PLD fue el partido más votado, el PRSC se impuso con el

aporte de los aliados, dando paso a una de las elecciones más reñidas de la historia, con un

margen de victoria de 1.26 %. El NEP alcanzó valores que hoy continúan siendo records

para todas las elecciones presidenciales celebradas a partir de 1962.

Por otro lado, el PRD, más temprano que tarde, se ha recuperado de todas sus crisis, siendo

capaz de retornar al poder. Lo hizo tanto con la salida de expresidentes de partidos como

de expresidentes de la República (Bosch y Majluta). Por eso no llamaría a sorpresa que ese

partido vuelva presentar una recuperación vertiginosa, pues la tendencia que ha mostrado

en los últimos procesos electorales apunta que, con giro al consenso, ese partido tiene

buenas probabilidades.

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17

4 Consideraciones finales

El análisis de los principales indicadores del sistema dominicano de partidos políticos

relacionados con su número y competitividad permite identificar tendencias claras:

1. El electorado dominicano se muestra mucho más estable que en años anteriores, lo

que a la vez constituye un reflejo de la estabilidad del sistema de partidos.

2. La evolución del número efectivo de partidos, tanto calculado a partir de las alianzas

como de los partidos individualmente, muestra que los movimientos en el sistema no

se alejan del pluralismo.

3. Las dos mayorías legislativas consecutivas del PLD aun no son señal suficiente para

considerarlo ni siquiera como partido predominante.

4. Desde el punto de vista de los partidos, el alineamiento electoral se muestra menos

concentrado, aventajando el PRD al PLD en este rubro. No obstante, desde el punto

de vista de las alianzas, se verifica un alineamiento bipolar del sistema.

5. Las elecciones presidenciales muestran un aumento progresivo de la competitividad

electoral: son cada vez más reñidas.

Estas cinco observaciones dan una respuesta clara, en términos descriptivos, de las

tendencias constatables en el nivel de análisis correspondiente al sistema de partidos. A la

luz de esas tendencias no cabe hablar de una desaparición del sistema de partidos que

implique un cambio en el sistema político que provoque la desaparición de partidos

relevantes.

Como una reflexión final y a modo de opinión del autor, se concuerda que las causas de la

estabilidad del sistema no son todas idóneas. Aunque los partidos son fuertes ‒y esto es un

indicador de estabilidad democrática‒, se hacen necesarios mecanismos para reducir cada

vez más la incidencia de la denunciada presencia de prácticas clientelares y la corrupción

administrativa en la vida política. A la vez, se necesitan mecanismos que propendan a

garantizar la democracia interna de los partidos. En ese orden, una ley de partidos políticos

con las cláusulas correctas es hoy de suma importancia.

Sin embargo, igual o más preocupación genera que los actores recurran a la hipérbole del

“Estado de partido único”. Esto puede alejar la atención de los verdaderos puntos de acción.

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1 Cada vez más se fortalece en la ciencia política la posición de que los partidos son imprescindibles para la democracia. Mientras, por un lado, una encuesta reciente (Gallup-Hoy, 2013) señala que los dominicanos tienen poquísima confianza en los políticos, por el otro, el informe de Latinobarómetro (2013) revela que el país figura entre aquellos cuyos ciudadanos están más de acuerdo en que la democracia necesita de partidos políticos y de un Congreso Nacional. Una interpretación sería que si bien existe una percepción general desfavorable hacia los políticos de

profesión, los ciudadanos valoran las instituciones de la democrática.

2 Decir que el proyecto de ley tendría ese efecto entraña implícitamente la percepción de que en República Dominicana, contando con 26 partidos nacionales, había efectivamente un sistema multipartidista. Sin embargo, en sentido metafórico, algunos autores consideran el sistema dominicano un “bipartidismo satelital” (cfr. Espinal, 2010).

3 Un sistema es un “conjunto cohesivo e interdependiente de elementos que interactúan entre sí y con el ambiente, pero que no puede ser descrito ni entendido como la mera suma de sus partes.

Estas, en efecto, actúan de modo distinto que si estuvieran aisladas, ya que su comportamiento depende de las demás y de la lógica global del conjunto del sistema” (Bouza-Brey, 1996, p. 44). Así se tiene que un sistema de partidos es el conjunto de partidos que lo componen y las interacciones entre ellos, con el Estado y con la sociedad. A la vez, Mainwaring y Scully (1997) precisan que un sistema implica también continuidad en sus partes componentes. De igual forma como los sistemas de partidos están compuestos por partidos, este es un subsistema del sistema político que está compuesto a su vez por otros subsistemas que interactúan con el de partidos. La

conciencia de las interdependencias podría hacer que su estudio se prolongue ad infinitum. Considerando esto, pueden elegirse tres niveles de análisis: el partido como primer nivel, el sistema de partidos como segundo nivel y el sistema político como tercer nivel. Una investigación explicativa (que busque causas) necesariamente obliga a profundizar en cada uno de los niveles y los elementos correlativos insertos en cada uno. No obstante, una explicación necesita de una descripción previa. Este análisis se concentra precisamente en describir las principales tendencias

constatables recientes del segundo nivel (el sistema de partidos), enfocado particularmente en la

cuestión numérica que ha dado origen a la intentada “controversia”. Para ello, se toca estrictamente lo necesario respecto al nivel del sistema político y al de los partidos políticos.

4 Esto aplica al caso de la clásica obra Los partidos políticos, de Maurice Duverger. El autor no aporta una única definición que corresponda a todo lo que se suele considerar un partido político, es decir, como herramienta de la lógica que permita diferenciar a los partidos de otras organizaciones. No obstante, temprano en su obra revela la extensión del concepto, mencionando a los partidos

Liberal y Conservador norteamericanos, partidos socialistas de Europa continental, partidos comunistas y partidos fascistas, partidos laboristas, partidos agrarios, partidos arcaicos de Asia,

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Medio Oriente, América Latina y África, etc. Al mismo tiempo, describe las principales

características de los partidos que se suelen agrupar en cada una de esas etiquetas.

5 Tanto la revisión teórica realizada, como las investigaciones consultadas que observan la realidad a la luz de esas teorías, sugieren que al menos la mayoría de las veces los vocablos one party system o one-party State corresponden y son empleados de manera equivalente a la concepción de Sartori, en la que encajarían, como fue señalado, los regímenes políticos actuales de Cuba, China, Vietnam y Corea del Norte. Además, algunos estados africanos llegaron a tener sistemas de partido

único tras sus independencias nacionales.

6 En síntesis, parece que la preocupación de los actores (los políticos y la sociedad civil) radica en el grado en que permite o fomenta el desarrollo de una cultura pluralista el sistema político mismo, del cual el sistema de partidos es un subsistema esencial. Su preocupación parece estar más que justificada en la teoría política. Por ejemplo, en los años 50, en el fragor mismo de los antagonismos, ‒e introduciendo el tema el número de partidos‒ Duverger afirmó: “En grandes líneas […] la coincidencia es exacta entre régimen totalitario y partido único, entre democracia y

pluralismo”.

7 La intimidación o chantaje, que es el término utilizado por Sartori, reside en la capacidad que tiene un partido de cambiar la dirección de la competencia entre partidos: de una centrífuga a una centrípeta o viceversa (ver acápite 3.1).

8 Las normas para contar de Sartori consideran que un partido pequeño debe ser considerado cuando tenga capacidad de alianza o capacidad de chantaje.

9 Nohlen (2004) destaca que la tipología de Sartori continúa siendo la más utilizada. Sin embargo,

siguiendo a Mainwaring y Scully (1997, p. 23) presenta las desventajas de que “conducen a veces a evaluaciones discutibles en cuanto a qué partidos son relevantes. Más aún, estas [sic] reglas fueron concebidas primariamente para sistemas parlamentarios y su aplicabilidad a sistemas multipartidarios presidenciales no es enteramente congruente”. La solución dada por estos autores es utilizar el número efectivo de partidos.

Ciertamente, las clasificaciones y tipologías elaboradas por autores europeos de los sistemas de

partidos parecen encajar mejor en sistemas parlamentaristas que en los presidencialismos latinoamericanos. No obstante, los postulados de Sartori (1999) son el punto de referencia inicial para casi todos los trabajos comparativos que se refieren a los sistemas de partido en Latinoamérica, a partir del cual delimitan su uso de cada categoría. Es por esto que las explicaciones precedentes toman a este autor como referencia, compartiendo que, pese algunas complicaciones operativas, continúa siendo la más útil guía conceptual

10 La polarización es el elemento relevante en dimensión ideológica, esto es cuán distantes

ideológicamente están los partidos entre sí. Esta escala ha sido ampliamente desarrollada por el modelo de competencia espacial y los valores pueden ser asignados acorde al criterio de cada investigador; por ejemplo, 0 puede ser extrema izquierda, 5 el centro y 10 extrema derecha. Una explicación detallada aparece en Anduiza y Bosch (2004), donde se explica, además, la revisión del modelo ideológico del voto hecha por la escuela racional, cuyo mayor propulsor, como teoría económica de la democracia, fue Anthony Downs (1957).

11 Sartori concibió a los partidos como versiones en miniaturas de sistema políticos. Así que otra

aproximación sería que en la tipología de Sartori los dos niveles que se tratan conjuntamente son el sistema de partidos (conformado por partidos y sus interacciones) y el del partido, como sistema en sí mismos, para los regímenes en que se verifica un partido único.

12 Cuantificar la importancia de los partidos pequeños aliados requiere un análisis más detallado, que sobrepasa la observación de su aporte porcentual. Esto será abordado en un próximo análisis. Algunos enfoques sobre el tema pueden encontrarse en la Revista Global No. 47, bajo el título

“Tendencias electorales: confirmaciones y rupturas” (Pérez Rubiera, 2012, pp. 81-87)

13 Para 2006, los valores difieren a los que se obtienen de la Gaceta Oficial cuando se produjo la denominada Alianza Rosada entre el PRD y el PRSC, dado que muchos de los cargos atribuidos al

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PRSC pertenecían en realidad a diputados del PRD. La corrección fue realizada utilizando los

perfiles de los legisladores elaborado por la Cámara de Diputados. Los valores obtenidos coinciden, además, con los contenidos en el Encuesta de Élites Parlamentarias (2006-2010) elaborada por la Universidad de Salamanca.

14 El número efectivo de partidos (NEP) parte de la definición de corriente efectiva en la electromecánica. Fue definido por estos autores como el número hipotético de partidos del mismo tamaño que producirían la misma fragmentación del sistema que producen los partidos reales de

tamaño distinto. La fundamentación teórica-matemática de estos autores ha hecho que el indicador se haya convertido en el elemento casi omnipresente en los estudios comparados que abordan con

un criterio numérico los sistemas de partidos. Su formulación es la siguiente: , donde P

es la proporción de votos obtenida por cada partido o la proporción de escaños que tiene cada partido en el cuerpo legislativo tomado. N es la cantidad de partidos participantes en el o la cantidad de partidos con representación legislativa en la cámara tomada en consideración.

15 La formulación utilizada actualmente es la siguiente: , donde PIT es el porcentaje de

votos obtenido por el PI en la primera elección y Pi (t+1) es el porcentaje obtenido por el mismo partido en la siguiente elección.

16 El margen de victoria representa la porcentaje de votación por el cual el partido ganador aventajó

al segundo partido más votado. Su fórmula es la siguiente: , donde P1 representa el

porcentaje de votos válidos obtenido por el partido más votado y P2 el porcentaje obtenido por el segundo partido más votado.

17 Es a partir de esa consideración que se incluyó también una versión del indicador considerando las

alianzas (NEP-Al.). En las conclusiones se hace referencia a este punto.

18 Hasta las elecciones de 2010, las publicaciones oficiales de la JCE no permitían distinguir entre

cargos obtenidos por cada partido individualmente y los obtenidos por la alianza total. Por esa razón se presenta el NEP considerando conjuntamente los aliados.