Peter Bichsel Una Mesa Es Una Mesa

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Peter Bichsel Una mesa es una mesa [En Kindergeschichten (Cuentos para niños), Colonia, 1966. Traducción de Carlos R. Luis] Quiero contarles sobre un viejo, sobre un hombre que no dice una sola palabra, que tiene un rostro cansado, demasiado cansado como para sonreír, para enojarse. Vive en un pueblito, al final de la calle o cerca del cruce. No vale la pena describirlo, casi no se diferencia de los otros. Lleva una gorra gris, pantalones grises, un saco gris y, en invierno, un abrigo gris. En el piso de arriba de la casa está su pieza; tal vez estuvo casado y tuvo hijos, tal vez vivió antes en otra ciudad. Seguro fue niño alguna vez, pero en un tiempo en que los niños eran vestidos como adultos. Así se lo ve en el álbum de fotos de la abuela. En su pieza hay dos sillas, una mesa, una alfombra, una cama y un ropero. Sobre una mesita hay diarios viejos y el álbum de fotos, en la pared cuelga un espejo y un cuadro. El viejo hacía un paseo por las mañanas y un paseo por la tarde, cambiaba unas pocas palabras con sus vecinos, y al anochecer se sentaba en su silla. Eso no cambiaba nunca, también los domingos era así. Y cuando este hombre se sentaba junto a la mesa oía el tic-tac del reloj, siempre el tic-tac. Lucerna, Suiza, 1935.

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Cuento del escritor polaco Peter Bichsel, Una mesa es una Mesa

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Una mesa es una mesa

Peter Bichsel(Una mesa es una mesa[En Kindergeschichten (Cuentos para nios), Colonia, 1966. Traduccin de Carlos R. Luis]

Quiero contarles sobre un viejo, sobre un hombre que no dice una sola palabra, que tiene un rostro cansado, demasiado cansado como para sonrer, para enojarse. Vive en un pueblito, al final de la calle o cerca del cruce. No vale la pena describirlo, casi no se diferencia de los otros. Lleva una gorra gris, pantalones grises, un saco gris y, en invierno, un abrigo gris.

En el piso de arriba de la casa est su pieza; tal vez estuvo casado y tuvo hijos, tal vez vivi antes en otra ciudad. Seguro fue nio alguna vez, pero en un tiempo en que los nios eran vestidos como adultos. As se lo ve en el lbum de fotos de la abuela. En su pieza hay dos sillas, una mesa, una alfombra, una cama y un ropero. Sobre una mesita hay diarios viejos y el lbum de fotos, en la pared cuelga un espejo y un cuadro.El viejo haca un paseo por las maanas y un paseo por la tarde, cambiaba unas pocas palabras con sus vecinos, y al anochecer se sentaba en su silla.

Eso no cambiaba nunca, tambin los domingos era as. Y cuando este hombre se sentaba junto a la mesa oa el tic-tac del reloj, siempre el tic-tac.

Entonces vino un da especial, un da de sol, no caluroso, no demasiado fro, con cantos de pjaros, con personas amables, con nios que jugaban. Y lo especial era que todo eso al hombre, de repente, le gust.Pens: Ahora todo va a cambiar. Desabroch el primer botn de la camisa, se quit la gorra, apresur el paso, hasta balance las rodillas al andar. Lleg a su calle, salud con la cabeza a los nios, entr en su casa, subi la escalera, sac la llave del bolsillo y abri la puerta.

Pero en la pieza todo estaba igual, una mesa, dos sillas, una cama. Y cuando se sent oy de nuevo el tic-tac, y toda la alegra se le fue, pues nada haba cambiado.Le dio una enorme rabia.

En el espejo vio cmo su cara se pona roja, vio cmo sus prpados se apretaban; despus sus manos se cerraron en dos puos, las levant y golpe con ellas sobre la mesa, primero un golpe, luego otro, mientras gritaba y gritaba:Tiene que cambiar, tiene que cambiar!Y ya no oy el tic-tac. Las manos le dolan, la voz le fallaba, entonces volvi a or el reloj, y nada cambiaba.

Siempre la misma mesa, dijo el hombre, las mismas sillas, la cama, el cuadro. Y a la mesa le digo mesa, al cuadro le digo cuadro, la cama se llama cama, y a la silla se le dice silla. Pero por qu? Los franceses llama lit a la cama, a la mesa table; dicen al cuadro tableau y a la silla chaise y se entienden. Y los chinos tambin se entienden.

Por eso la cama no se llama cuadro, pens el hombre y sonri, despus ri, ri hasta que el vecino golpe en la pared y grit silencio!.Ahora va a cambiar grit l, y adelante dijo cuadro a la cama.

Tengo sueo, me voy al cuadro, dijo, y a la maana se qued un largo tiempo en el cuadro y pens cmo llamara ahora a la silla, y la llam reloj.

Se levant, se visti, se sent en el reloj y apoy las manos en la mesa. Pero la mesa ya no se llam mesa, se llam alfombra. As, de maana el hombre dej el cuadro, se visti, se sent junto a la alfombra, sobre el reloj y pens cmo llamara a cada cosa.La cama se llam cuadro.

La mesa se llam alfombra.

La silla se llam reloj.

El diario se llam cama.

El espejo se llam silla.

El reloj se llam lbum.

El ropero se llam diario.

La alfombra se llam ropero.

Al cuadro le dijo mesa y al lbum de fotos, espejo.

Entonces: de maana el viejo se qued ms tiempo en el cuadro, a las nueve son el lbum, el hombre se levant y se par en el ropero para no tener fro en los pies, despus sac su ropa del diario, se visti, se mir en la silla de la pared, se sent en el reloj junto a la alfombra y hoje el espejo hasta que encontr la mesa de su madre.

Eso le pareci divertido y practic todo el da y fij las nuevas palabras. Ahora todo tena otro nombre: l ya no era un hombre sino un pie, y el pie era una maana y la maana un hombre.Ahora poda seguir l solo con la historia. Y podra, como lo hizo, cambiar tambin las otras palabras:

sonar quiere decir pararse,

tener fro quiere decir mirar,

acostarse, sonar,

sentarse, tener fro,

pararse, hojear.

De modo que: de hombre el viejo pie son largo tiempo en el cuadro, a las nueve se acost el lbum, el pie tuvo fro y se hoje en el ropero, para no mirar en las maanas.

El viejo compr cuadernos azules y los llen con las nuevas palabras, con lo cual tuvo mucho que hacer y se lo vio muy poco en la calle.

Despus aprendi las nuevas designaciones de todas las cosas y se olvid cada vez ms de las correctas. Ahora tena un nuevo lenguaje, que slo a l perteneca.

De cuando en cuando soaba en el nuevo lenguaje, y se traduca a su idioma las canciones de la poca de la escuela y se las cantaba a s mismo en voz baja.

Pero pronto se le hizo difcil la traduccin, haba casi olvidado su antiguo lenguaje y tena que buscar las palabras correctas en sus cuadernos azules. Y tena miedo de hablar con los otros. Deba pensar mucho para recordar cmo llama la gente a las cosas.

A su cuadro la gente llama cama.

A su alfombra la gente llama mesa.

A su reloj la gente llama silla.

A su cama la gente llama diario.

A su silla la gente llama espejo.

A su lbum la gente llama reloj.

A su diario llaman ropero.

A su ropero, alfombra.

A su mesa llaman cuadro.

A su espejo, lbum.

Y lleg al punto de que el hombre se rea cuando oa hablar a la gente.

Slo poda rerse cuando oa decir a alguien: Vas maana al partido? O cuando alguien deca: Ya hace dos meses que llueve. O cuando oa: Tengo un to en Amrica.

Slo poda rerse, porque no entenda nada. Pero esta no es una historia divertida. Empez triste y termina triste.

El viejo del abrigo gris ya no poda entender a la gente, eso no era tan terrible. Mucho peor fue que ellos ya no podan entenderle.

Y por eso no dijo ms nada.

Callaba,

slo hablaba consigo mismo,ya no volvi a saludar.( Lucerna, Suiza, 1935.

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